Sei sulla pagina 1di 5

Traducción de cortesía al español de la carta original escrita en inglés por Rev. Dr.

Ayo-Maria Atoyebi Op, Obispo Emérito de la Diócesis de Ilorin, Nigeria.

DIOCESIS CATOLICA DE ILORIN

CONFERENCIA VIRTUAL DEL REV. DR. AYO-MARIA ATOYEBI OP,


OBISPO EMÉRITO DE LA DIÓCESIS DE ILORIN, NIGERIA,
DIRECTOR ESPIRITUAL DEL APOSTOLADO DE LA
PRECIOSISIMA SANGRE DE JESUCRISTO

REZA Y BUSCA LA PRESENCIA DE DIOS EN TI


Queridos hermanos y hermanas, doy gloria a Dios que me permite dirigirme a ustedes
en esta exhortación y les agradezco a ustedes, queridos devotos de la Preciosa Sangre,
por concederme su atención en esta charla. Mi objetivo no es dar una conferencia sino
animarlos a prestar más atención a las cosas que son cruciales en este tiempo crucial
en que experimentamos de manera común y universal al COVID-19, el coronavirus
que es la palabra más usada hoy en las reuniones en casa. Domina nuestras
discusiones y sus efectos ponen temor y ansiedad en las mentes de las personas. Estos
efectos son las experiencias de muchos de nosotros que están vivos. Los muertos
dependen de nuestras oraciones para que puedan descansar en paz. ¡Concédeles, oh,
Señor, el descanso eterno y que brille para ellos tu luz perpetua! Por Cristo Nuestro
Señor.

En mi opinión, entre otras cosas, tres cosas son importantes mientras continuamos
experimentando la realidad del COVID-19, el coronavirus. La primera es la Oración,
la segunda cosa es el Arrepentimiento y la tercera es la Confianza en Dios. Todas
ellas están interrelacionadas; de igual manera, mis expresiones coincidirán con las
muchas experiencias de la vida real.

Oración: La oración no es nueva para ninguno de ustedes. De hecho, debería ser el


aliento de vida para el discípulo de Jesús. Si no lo eres o si dudas de tu discipulado,
renuévalo hoy y hazte en un seguidor comprometido de Jesús, quien oró durante el
curso de Su vida y nos enseñó cómo hacerlo. Jesús nos mandó a que rezáramos
cuando dijo: "Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Quién de entre ustedes, si un hijo suyo le pide un pan, le dará una piedra? ¿O si le
pide un pez le da una serpiente? (Mt 7, 7-9). Jesús oró exclusivamente por nosotros
cuando dijo: "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo sino por los que me has
dado, porque son tuyos" (Jn 17, 9). También dijo: "Yo voy al Padre y lo que pidáis en
mi nombre eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden algo en
mi nombre, yo lo haré” (Jn 14, 12-14).

El ritmo de la vida de Jesús fue una continua presencia hacia Dios y una continua
presencia para la gente. De la presencia de Dios pasaba a la presencia de la gente y de
la presencia de la gente, retornaba a la presencia de Dios. No hizo nada sin
consultarlo con Dios. Ayunó y oró antes de comenzar su ministerio (Mt 4, 2). Él oró
antes de elegir a sus apóstoles (Lc 6, 12-16). Rezó antes de resucitar a Lázaro de
entres los muertos (Jn 11, 42). Rezó cuando se vio abrumado por el dolor en el Huerto
de Getsemaní. Rezó en el momento de su muerte.

Rezar como Jesús rezó


Traducción de cortesía al español de la carta original escrita en inglés por Rev. Dr.
Ayo-Maria Atoyebi Op, Obispo Emérito de la Diócesis de Ilorin, Nigeria.

Así como Jesús enfrento las alegrías y las penas de su vida con la oración, nosotros
también debemos hacer lo mismo. El peligro del COVID-19 es abrumador. No
podemos levantar una mano sin ayuda. Es sólo la mano de Dios la que lo puede
destruir por nosotros. No podemos hacerlo solos, incluso si fue causado por
manipulación humana; somos incapaces de remediarlo. Tenemos que ponernos de
rodillas, pidiendo a Dios con humildad que venga a ayudarnos. Dios vendrá en
nuestra ayuda; está lleno de misericordia, compasión y amor. ¿No dice Él?: "Porque
se ha unido a Mí, lo libraré, porque reconoce mi Nombre, lo engrandeceré. Me
invocará y Yo le escucharé; con él estaré en la tribulación, lo libraré y lo glorificaré.
Le saciaré de muchos días y le haré ver mi salvación.” (Sal 91, 14- 16)

Si practicamos nuestra fe, sabremos que Él es capaz, y si quitamos el pecado que


obstruye nuestro camino, Dios nos ayudará rápidamente. ¿No dice el Padre
Todopoderoso?: “Miren que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha
endurecido su oído para oír. Son sus iniquidades las que han puesto separación entre
ustedes y su Dios; sus pecados, son los que han ocultado su rostro de ustedes para no
oír. Pues sus manos están manchadas de sangre, y sus dedos, de delitos. Sus labios
hablan mentiras, sus lenguas urden el crimen" (Is 59, 1-3).

No pierdan tiempo
No perdamos tiempo y asaltemos al Cielo pidiendo asistencia espiritual. Si lo dejamos
a nosotros mismos, estamos destinados a fracasar. Nada es más importante que un
grito de asistencia celestial desde el fondo del alma, una oración sincera y ardiente
que NO obtendrá un NO por respuesta. Estamos asediados en todo lugar de los
estragos del coronavirus que ha desafiado a la medicina. Acerquémonos al Trono de
la Misericordia y como el santo salmista reza: "Mis ojos están SIEMPRE fijos en el
Señor, pues Él saca mis pies de las redes. Mírame y ten piedad de mí, porque estoy
solo y humillado. ALIVIA las angustias de mi corazón, sácame de mis apuros. MIRA
mi miseria y mi fatiga, y perdona todos mis pecados” (Sal 25, 15-16).

La oscuridad en el mundo
El coronavirus ha propagado la oscuridad en el mundo. ¿Sucumbiremos a la
oscuridad? ¡Nunca! La Escritura dice que nosotros no pertenecemos a la noche ni a la
oscuridad. Entonces no deberíamos estar durmiendo como los demás, deberíamos
estar despiertos y sobrios. Es de noche que la gente duerme, es por la noche que la
gente se emborracha. Pero nosotros pertenecemos al día, y deberíamos estar sobrios.
Debemos llevar la Fe y el Amor como un pectoral, y nuestra esperanza de la salvación
como un casco. Dios no nos eligió para sufrir su ira sino para poseer la salvación a
través de nuestro Señor Jesucristo quien murió por nosotros para que podamos vivir
junto con Él, ya sea que estemos vivos o muertos cuando Él venga (1 Tesalonicenses
5, 5-9).

Jesús es nuestra luz, porque Él dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12). No permitas que nada
disminuya tu fe. Disipemos la oscuridad del coronavirus con la luz de Cristo. Él es la
fuente de toda luz y nos ha constituido para ser lo que Él es, que es, la Luz del mundo.
Una ciudad construida en la cima de una colina no puede ser escondida. Nadie
enciende una lámpara para ponerla bajo una mesa, sino que la ponen en lo alto donde
Traducción de cortesía al español de la carta original escrita en inglés por Rev. Dr.
Ayo-Maria Atoyebi Op, Obispo Emérito de la Diócesis de Ilorin, Nigeria.

brilla para todos en la casa. De la misma manera, tu luz debe brillar a la vista de la
gente, para que, viendo tus buenas obras, puedan alabar a tu Padre en el Cielo. (Mt 5,
14). Ustedes son la luz constituida por Dios; por consiguiente, su luz debe dispersar la
oscuridad del coronavirus. Desháganse de la desesperación; no le den espacio al
desánimo; manténganse firmes en la fe en Cristo.

Permanezcan juntos en la Iglesia para experimentar el poder de la presencia de Cristo;


porque el Señor dijo: "Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos" (Mt 18, 20). Uno puede objetar diciendo que la restricción por
seguridad del contagio del coronavirus ha desterrado el estar juntos. Eso es cierto,
pero estar juntos no significa siempre vinculación física. El cierre de las iglesias no
nos impide estar juntos en espíritu. La iglesia de Dios es el templo de Dios. No son
las cuatro paredes de un edificio consagrado, sino que es la unión de aquellos que
creen en Cristo y en su poder salvífico. Es la unidad del Espíritu en la que habita el
Espíritu Santo. San Pablo dijo "¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu
Santo, que está en ustedes y que han recibido de Dios? Las iglesias físicas pueden ser
cerradas temporalmente, pero el templo de Dios permanece en nosotros
perpetuamente abierto para que nos comuniquemos con Dios. Nosotros siempre
olvidamos esto, por eso algunos se quejan del cierre de las iglesias a fin de reducir la
propagación del virus pandémico a través del contacto corporal. Si no podemos ir a
rezar en una iglesia situada fuera de nosotros, siempre podemos retirarnos al santuario
interior de nuestras almas y rezar al Señor que nos ha estado esperando. La restricción
de no ir a la iglesia se convierte en una ventaja para cultivar la virtud del silencio que
está ausente en la espiritualidad de muchos cristianos. Además, crecemos en el
conocimiento de nosotros mismos que es esencial para la perfección espiritual. A esto
se añade la profundización de nuestra meditación y de un espíritu contemplativo.

También podemos obtener otras ventajas del distanciamiento social, observando


nuestra interioridad en la oración siguiendo la enseñanza del mismo Señor Jesús. Esto
es sobre la auténtica forma de rezar. El Señor dijo: “Cuando oren, no sean como los
hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas
de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; En verdad les digo que ya
recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu
aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que
ve en lo oculto, te recompensará" (Mt 6, 5-6).

Veamos esto como un llamado a abrazar la genuina espiritualidad bíblica. No estoy


diciendo que rezar en la iglesia sea malo, pero digo que no debemos dejar de rezar
porque no podemos ir a la iglesia. La alternativa que nos da Jesús no excusa a nadie
de no rezar. Cuando el padre de Santa Catalina le ordenó no volver a rezar en su
habitación, ella dijo: como ya no se me permite entrar en mi habitación para rezar, me
iré a la celda de mi alma donde nadie me puede molestar. Nadie puede cerrar la puerta
de nuestra alma donde Dios está viviendo. Jesús dijo: "Si alguno me ama, guardará mi
palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos un hogar en él” (Jn 14, 23).

Llamado al arrepentimiento: Puedo suponer que aman a Dios y que cumplen su


palabra, tienen el privilegio de ser una morada para Dios. El Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo viven en ustedes. ¡Bravo! Dios está viviendo en nosotros. Él quiere
Traducción de cortesía al español de la carta original escrita en inglés por Rev. Dr.
Ayo-Maria Atoyebi Op, Obispo Emérito de la Diócesis de Ilorin, Nigeria.

vivir en nosotros. Él espera que nosotros lo invitemos a venir a nuestros corazones.


En el libro del Apocalipsis, el Señor Jesús dijo: "Mira, estoy a la puerta, y llamo: Si
alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenare con él, y él
conmigo” (Apocalipsis 3, 20).

Jesús quiere venir a nosotros y en realidad está llamando a la puerta de nuestros


corazones desde afuera. Él está llamando como un hombre gentil y respetuoso
esperando que ustedes lo escuchen y abran la puerta de su corazón.
Desafortunadamente la mayoría de las personas están demasiado ocupadas con
asuntos mundanos, y no tienen oídos para él. El ruido del mundo es tan fuerte que
ahoga el golpe de Jesús. La gente está absorta con los asuntos mundanos y ellos no
puede prestar atención a lo que realmente importa. El encierro forzado por el
coronavirus nos ha dado una oportunidad de oro para retirarnos en nosotros mismos y
explorar nuestra conciencia para saber quiénes somos y dónde estamos ante Dios.

Supongamos que eres una de las víctimas del coronavirus, ¿qué tan preparado estás
para enfrentar la muerte? ¿Qué tan listo estás para encontrarte con Dios? ¿Lo veras
como un juez o un salvador a quien debes una eterna expresión de gratitud? Basado
en tu vida virtuosa en la tierra, ¿esperas oír de Jesús "Vengan, benditos de mi Padre,
tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo" (Mt.
25,34). Yo no rezo para que estés entre los condenados que vivieron sin amar su Dios
ni a su prójimo en la tierra.

Tengan confianza en Dios y no tengan miedo: No debemos tener miedo como


devotos de la Preciosa Sangre de Jesús. Deberíamos servir al mundo entero a través
de renovadas horas de Getsemaní, la Coronilla de la Preciosa Sangre, Oraciones de
Consuelo y Adoración, las Suplicas de Angustia, las Oraciones Místicas y la
Coronilla de Renovación. El sello debería tener sentido para nosotros, ya que, el
encierro exige que nos quedemos en casa. La restricción de movimiento es una
oportunidad para que volvamos a nuestras raíces en oraciones en familia y estudios
bíblicos familiares. Ahora, podemos dedicar más tiempo a nuestros hijos que pudimos
haber descuidado debido a las exigencias del trabajo. La primera comunidad cristiana
dejó el Cenáculo para celebrar en la catacumba. Volvamos a nuestras raíces con la
renovación de la iglesia doméstica. El COVID-19 no debería derrotarnos, sino que
pronto será un evento olvidado si estamos comprometidos con Jesús que tiene todo el
poder en el cielo y en la tierra.

No tengan miedo, párense en la roca de Cristo que es inquebrantable. Hoy, el mundo


está "temblando"; los poderes y gobernantes del mundo han sabido ahora que son
meros hombres. Aquellos que se niegan a inclinarse ante la autoridad de Cristo, hoy
están temblando como lirios en la orilla de un río. Aquellos que eran adictos a las
casas de entretenimiento y a los estadios se han encerrado. Un mero virus ha cerrado
las actividades comerciales, las acciones están por el suelo, un mero virus ha vaciado
grandes ciudades. Los trotamundos están encerrados dentro su habitación. Las
aerolíneas están en tierra; las escuelas están cerradas como resultado de un simple
virus. Ya que muchos no prestan atención a Dios, Dios les pide ahora que le presten
atención a Él. Démosle una atención filial y amorosa, de lo contrario, algo peor y más
humillante y destructivo que el Coronavirus se desatará sobre la humanidad.
Traducción de cortesía al español de la carta original escrita en inglés por Rev. Dr.
Ayo-Maria Atoyebi Op, Obispo Emérito de la Diócesis de Ilorin, Nigeria.

No tengan miedo; no entren en pánico ante los estragos del Coronavirus. Sigamos
adelante rezando ya que tenemos un Dios que responde a la oración, el flagelo del
COVID-19 pronto terminará, pero no debemos volver a nuestro vómito.
Mantengámonos fieles a Dios y la pandemia desaparecerá. Dios dice:

Si mi pueblo, sobre el que es invocado mi nombre, se humilla, suplica,


busca mi rostro y se convierte de su mala conducta, yo perdonaré sus
pecados y le restituiré su tierra. Desde ahora mis ojos estarán abiertos y
mis oídos atentos a la plegaria hecha en este lugar (2 Crónicas 7, 15).

Que la Preciosa Sangre que brota de la Sagrada Cabeza de nuestro Señor Jesucristo,
Templo de la Divina Sabiduría, Tabernáculo del Divino Conocimiento y Luz del
Cielo y la Tierra, nos cubra ahora y siempre. Amén.
Los bendigo (+). Amén.

REV. DR. AYO-MARIA ATOYEBI OP,


OBISPO EMÉRITO DE LA DIÓCESIS DE ILORIN, NIGERIA
4 DE ABRIL DE 2020.

Potrebbero piacerti anche