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CAPÍTULO II

La categoría Sistema Representativo como expresión del nuevo marco ideológico


Racionalista-Liberal del siglo XVIII

El Planteo

Para conceptualizar el Sistema Representativo, es preciso definir la 'representación',


que es un concepto elusivo y multifacético.

El término abarca tres significados diferentes:

1. La idea de mandato, o instrucciones.

2. La idea de representatividad, es decir, de


semejanza o afinidad.

3. La idea de responsabilidad, u obligación de


rendir cuentas.

La representación política constituye una parcela del constitucionalismo.1

La aparición de la representación moderna a partir de su fase medieval fue un proceso


gradual que puede apreciarse claramente en la historia política de Gran Bretaña en la segunda
mitad del siglo XVIII, y en los partidarios de un modelo de República aristocrática que, en la
segunda mitad del siglo anterior, tuvieron como figuras destacadas a John Milton y Algernon
Sidney, este último -como John Locke- detractor de los principios absolutistas sostenidos por
Robert Filmer en El Patriarca.2

No obstante, es con la Revolución francesa que se advierte una ruptura más clara con
respecto a la representación medieval, como lo demuestra la Constitución de 1791.3

Pero sería en Estados Unidos, como herederos de la tradición británica, y a la vez


desligados de todo antecedente feudal, en donde el Sistema Representativo podrá
desenvolverse bajo menores presiones.4

El 'Gobierno Mixto' británico; la Monarquía Constitucional que tiene en la experiencia


británica su antecedente y que la normativa racionalista interpreta dentro de los términos de la
Constitución escrita; la República norteamericana derivada del paradigma británico, y también la
evolución posterior de la Monarquía Constitucional hacia lo que la teoría política llamará mucho
más tarde Monarquía parlamentaria: todo ello configura la nueva forma de gobierno llamada
Sistema Representativo, cuyo objetivo es que el Estado debe ser lo más débil posible.5

Encumbrado como forma de gobierno, el Sistema Representativo en su versión


ortodoxa, eclipsa y vacía conceptualmente la distinción tradicional entre Monarquía y República,
pues es la rama democrática la que acciona su mecanismo.

A ese carácter ambiguo y borroso de la Monarquía y de la República -en tanto insertas


en el marco del Sistema Representativo- se refiere Desttut de Tracy, quien afirma que "la
palabra republicano es muy vaga", de allí que "la clasificación de republicano no es propia
para indicar oposición con la de monárquico; porque las Provincias Unidas de Holanda y los
Estados Unidos de América tienen un jefe único y se miran sin embargo como una República, y
siempre ha sido incierto si debería decirse el Reino o la República de Polonia."

Subraya el pensador francés que "la palabra monárquico significa propiamente un


gobierno en que el poder ejecutivo reside en las manos de una sola persona , pero esto
no es más que una circunstancia que puede hallarse reunida con otras muchas muy diversas, y
no caracteriza la esencia de la organización social.6"

Tanto el abate de Pradt como Emmanuel Kant emplean la voz República como
sinónimo de Sistema Representativo, afirmando el primero que "en Europa todo lo notable se
hace republicano; todos los gobiernos reales han caído vencidos y desheredados."7

Kant, en su obra La paz perpetua, subraya en la sección primera titulada "La


constitución política debe ser en todo Estado republicana", que "si la forma de gobierno ha de
ser [...] adecuada al concepto del derecho, deberá fundarse en el sistema representativo,
único capaz de hacer posible una forma republicana de gobierno."8

Esta nueva forma de gobierno, embrionariamente forjada por la burguesía triunfante en


Gran Bretaña en 1688, se asentará sobre premisas que suponen la organización del poder de
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manera que se limite a sí mismo, concretándose en la división de poderes o funciones; por
ende, estableciendo una marcada descentralización tanto gubernativa como administrativa.
También el reconocimiento por parte del Estado de un grupo de derechos individuales que le
aseguren la libertad al ciudadano frente a aquél, y la sumisión de la actividad del Estado a
normas jurídicas precisas y escritas que consolidarán lo que se llamará Estado de derecho.9

La representación moderna refleja un cambio histórico fundamental.

Hasta la "Gloriosa Revolución", la declaración de la independencia de Estados Unidos


de América y la Revolución francesa, la representación no estaba asociada con el gobierno. Los
cuerpos de representantes eran canales intermediarios entre los mandatarios y el soberano:
"representaban a alguien ante algún otro."

Pero a medida que fueron creciendo los poderes del Parlamento, convirtiéndose en el
verdadero centro del Estado, las asambleas representativas asumieron una segunda función.
Además de representar a los ciudadanos, los gobernaban.10

Al comenzar el planteo del tema, apuntamos el carácter multifacético de la voz


representación, el cual abarcaba tres significados de distinto carácter.

Ampliando lo expuesto, podemos afirmar que la existencia de cualquiera de las


condiciones que a continuación se mencionan aparecen como suficientes o necesarias para
definir un sistema de representación, a saber:

a) El pueblo elige libre y periódicamente un cuerpo de


representantes: teoría electoral de la representación.

b) Los gobernantes son responsables y han de rendir cuentas


ante los gobernados: teoría de la responsabilidad.

c) Los gobernantes son agentes o delegados que llevan a cabo


las instrucciones que reciben de sus electores: teoría de la
representación con mandato.

d) El pueblo siente lo mismo que el Estado: teoría del idem


sentire, o de la sintonía de la representación.

e) El pueblo da su consentimiento a las decisiones de sus


gobernantes: teoría de la representación como
consentimiento.

f) El pueblo comparte, en alguna forma significativa, la


elaboración de las decisiones políticas más importantes:
teoría de la representación como participación.

g) Los gobernantes son una muestra representativa de los


gobernados: teoría de la representación basada en la
semejanza.11

Apuntada la génesis de la categoría Sistema Representativo, importa recordar que la


representación liberal significa priorizar el llamado sector no privilegiado -en sentido amplio
'pueblo'- que por medio del sufragio elige a sus representantes ante el Parlamento, para
fiscalizar a la autoridad gubernativa.

Si bien el Sistema Representativo se identifica con el Gobierno Mixto -sabio equilibrio


de las tres formas puras aristotélicas-, en realidad se inclina a favor de la llamada rama
republicana -Aristocracia y Democracia-, en detrimento de la rama gubernativa -Monarquía-.

Puede afirmarse que en un primer momento la forma de gobierno representativa es la


resultante de un compromiso entre el poder del Príncipe, cuyo principio de legitimidad es la
tradición, y el poder de los representantes del pueblo -entiéndase la clase burguesa-, cuyo
principio de legitimidad es el consentimiento.

La diferencia entre el Estado representativo y el Estado de clases radica en que la


representación corporativa se sustituye por la representación de cada individuo -en el primer
momento sólo los propietarios-, al que se le reconocen derechos políticos.12

Pero el 'consenso' será motivo de interpretaciones encontradas.

Ya el mismo John Locke, al abordar el tema del "pacto social", dejaba muchos
interrogantes, sobre todo pues parecía insinuarse cierto principio de mandato imperativo, que
acentuaba la 'soberanía del pueblo'.13
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La teoría de la representación popular, desarrollada "solamente a partir de los siglos
XVII y XVIII14, chocó con la actitud hostil de Juan J. Rousseau, autor que partió del principio de
que la soberanía reside en el pueblo en forma inalienable e indivisible, y no se representa. Para
Rousseau, la 'soberanía del pueblo' es la suma de las diferentes fracciones de soberanía que
detentan todos y cada uno de los individuos en particular.

Su teoría conduce al sufragio universal, en tanto cada ciudadano es detentador de


una parcela de soberanía, y el mandatario que lo representa debe adaptarse estrictamente a las
instrucciones del mandante, y supone una sanción si el elegido no cumple su mandato.15

Rousseau queda adscripto a un modelo de Democracia directa o simple, pues


mediante la creación de la voluntad general se pone en práctica el principio del pueblo que se
dicta leyes a sí mismo.16

Frente a ella se opone la teoría de la representación nacional, que tiene como


inspirador a Emmanuel Sieyes, para quien la 'voluntad común' se expresa mediante la
representación.

Ésta será la teoría de la Asamblea Constituyente francesa, según la cual la 'soberanía'


no pertenece indivisa a los ciudadanos, sino a la "nación", es decir, a la colectividad de ciuda-
danos considerada como un ser real distinto de los individuos que la componen. "El cuerpo de
representantes", explica Sieyes, "sustituye en todo momento [...] a la nación misma."17

La teoría de la 'soberanía nacional' respondía a los deseos de la burguesía liberal que


buscaba fundamentar el poder en la elección y la representación para descartar a la aristocracia
e impedir que las masas populares se aprovecharan del derecho de voto para conquistar ellas
el poder. Considerado el sufragio como una función pública, la nación tiene la facultad de
atribuir el poder electoral sólo a aquellos que considere más dignos o más aptos.18

A la teoría de la soberanía o representación nacional corresponde aquella del mandato


representativo. Tal mandato supone que los representantes, al serlo de la Nación en su
conjunto, no están ligados por un mandato preciso recibido de sus electores.

Además, por tratarse "de un ser colectivo incapaz de expresarse, no puede dar
instrucciones a sus representantes; solamente les da el mandato de representarla."

Así, "los diputados son libres en cuanto a sus actos y a sus decisiones, que son la
expresión de la nación." De esta manera se traslada la 'soberanía' de la nación al Parlamento.19

Edmund Burke, en su Discurso a los electores de Bristol de 1774, sentó el principio


propio del representante, sobre la base de que éste debe respetar las opiniones de los
electores, pero no debe sacrificar su propia opinión al decidir sobre el bien de toda la nación.20

Las reflexiones posteriores de Sieyes, orientadas en el mismo sentido, no pudieron ser


ajenas a los presupuestos elaborados por el político británico.

La polémica en torno a la cuestión normativa de cómo debe actuar el representante,


fue característica de la literatura sobre las relaciones Representación-Electorado, desde la
segunda mitad del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX.21

El gobierno representativo es la categoría que resume los principios políticos


liberales, alejado de la Democracia absoluta en su raíz roussoniana, y asociado con el principio
de la 'soberanía nacional', presente en los primeros textos constitucionales, a saber: la
Constitución de Filadelfia de 1787, la Constitución francesa de 1791 y de 1795, y la de Cádiz de
1812.

Categoría política que para Tomás Paine sólo puede identificarse con regímenes
absolutamente electivos, pues aunque un gobierno republicano "no está ligado por necesidad a
ninguna forma particular [...] se asocia más naturalmente con la forma representativa [...]
Conservando, pues, la Democracia como base y rechazando los corruptos sistemas de
Monarquía y Aristocracia, el sistema representativo se presenta por sí solo, naturalmente, ya
que remedia inmediatamente los efectos de la Democracia simple en cuanto a la forma y la
incapacidad de los otros dos por lo que respecta al conocimiento."22

También Santiago Madison, en las páginas de El Federalista, busca despejar toda


duda acerca de la naturaleza del modelo constitucional norteamericano. Intenta serenar los
espíritus de quienes pueden sospechar que la Carta ponderaba el ominoso Gobierno popular;
de allí que salve la voz 'República', extirpándole la contaminante 'Democracia', quedando
identificada, en la misma línea de Paine, con Gobierno representativo.23

La arquitectura teórica del sistema representativo -que, muy avanzado el siglo XIX, en
la modalidad monárquica, tomaría el nombre de Monarquía parlamentaria- la encontramos en la
obra de Benjamín Constant Curso de Política Constitucional.
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Aquellos avances que en tal sentido plasmaron en la Constitución francesa de 1791,


adquieren sustento teórico en esta obra que acompaña el advenimiento de la Restauración y
resulta clara expresión del encumbramiento burgués. Teoría que Constant considera impropia
para un gobierno representativo de modalidad republicana, pues un presidente que no gobierne
"no tardaría en reputársele como inútil."24

Antonio Sáenz, en el curso dictado en la Universidad de Buenos Aires sobre


Instituciones elementales sobre el Derecho Natural y de Gentes, en el capítulo tercero que
titula "De las diferentes clases de sociedades o diversidad de sus formas de Gobierno y
Administración", se refiere ampliamente al modelo de gobierno representativo, ya cuando
señala que "los gobiernos deberán clasificarse según las formas que en ellos prevalezcan más",
como en el "Tratado 3ro. De la Administración de las Naciones", cuando en su capítulo primero,
refiere al "Carácter Representativo de las Naciones."25

De la lectura del citado capítulo tercero, que en muchos aspectos no se aparta de


teorías muy tradicionales en materia de forma de gobierno, surge que la innovación del Sistema
Representativo parte de la desvinculación de la voz 'Democracia' de toda connotación
roussoniana, convertida en principio representativo asentado en la 'soberanía popular'.26

Las expresiones 'soberanía popular' o 'voluntad general', a partir de la Restauración,


pierden definitivamente su carga semántica roussoniana.

Constant sostiene la necesidad de conceptualizar tales expresiones atendiendo a "su


naturaleza" y determinando "su extensión"; "definición exacta y precisa", confiesa, "que yo no
he encontrado en parte alguna."

Contra lo afirmado por Rousseau, destaca Constant que "la soberanía no existe sino de
una manera limitada y relativa", pues "el pueblo que lo puede todo, es tan peligroso y más que
un tirano."27

La 'voluntad general' o 'soberanía popular', por su carácter absoluto, conducen


inmediatamente al despotismo, ya del gobierno, ya de la legislatura.

La limitación de la 'soberanía' es posible, garantida por el auxilio que presta "la opinión";
entonces la 'soberanía del pueblo' será expresión de la razón colectiva del pueblo y no de su
voluntad.28

Será la 'razón colectiva del pueblo' la representada en las elecciones -sufragio


censitario-, y éste se contempla en la Constitución francesa de 1791 y 1795, en la de Cádiz de
1812, que en la región rioplatense exhibe el Reglamento Provisorio de 1817 y la Constitución de
1826.29

Sometida a minucioso estudio, la tarea consistió en redefinir, quitándole a la expresión


'soberanía del pueblo' -'voluntad general'- todo matiz tumultuario o anárquico, para convertirla
en sinónimo de "conciencia reflexiva".

Así redefinida, se convierte en 'opinión pública',expresión algo más amplia en su


alcance semántico que la voz 'vecino', y que sirve para identificar al 'pueblo' y distinguirlo del
'vulgo', tal como se venía haciendo desde el siglo XVIII.30
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NOTAS

CAPÍTULO II: La categoría Sistema Representativo como expresión del nuevo marco
ideológico Racionalista-Liberal del siglo XVIII
1
. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación , IX, 305-s..

2
. Cf. Enciclopedia Internacional... , s.v., representación, IX, 306.

Cf. sobre los republicanos ingleses del siglo XVII: G. H. Sabine, op. cit., 378 y op. cit., IX, 306.

3
. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación , IX, 306.

4
. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación , IX, 306.

5
. Cf. J. Locke, Segundo Tratado..., c. VII -"De la Sociedad política o civil"-, 82-s.. G. H. Sabine, ibíd., 396-398; M. Duverger,
Instituciones... , 53.

Cf. sobre el concepto de 'Estado mínimo' o "El Estado como mal necesario": N. Bobbio, op. cit., 144-147.

6
. "Desttut de Tracy, Comentario sobre 'El Espíritu de las leyes'", El Argos, nro. 40, 17 de mayo de 1823, III, 164.

7
. Carta de Dominique de Pradt a Bernardino Rivadavia , París, 15 de diciembre de 1821, en R. Piccirilli, Rivadavia..., II, 463. Cf. sobre el
tema: N. Bobbio, ibíd., 119-s..

8
. E. Kant, La paz perpetua, 107. N.B.: Subrayado nuestro.

9
. M. García Pelayo, Derecho..., p. 144.

10
. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación , IX, 306.

11
. Ibíd., IX, 308.

12
. Cf. sobre la Representación corporativa en Francia: "Extrac to del proceso verbal de la nobleza ante los Estados de 1614 (p. 113)", el
martes 25 de noviembre. "Y habiendo obtenido audiencia, el señor de Senecey [...] -Presidente del orden de la Nobleza- habló [...] al rey", en E.
Sieyes, Ensayo..., 76-79.

Cf. para aspectos teóricos: N. Bobbio, ibíd., 130-s..

13
. H. T. Dickinson analiza el tema del pacto o consenso en la teoría que J. Locke desarrolló en el Segundo Tratado de Gobierno, señalando que
muchos liberales vieron en sus consideraciones principios que iban demasiado lejos por el camino de la 'soberanía popular'. "Contrariamente a la
opinión de muchos historiadores, la mayoría de los liberales no adoptaron enteramente el pensamiento de John Locke y siguieron teniendo opiniones
ideológicas conservadoras y objetivos políticos limitados. Esto se hizo evidente cuando trataron de combinar la teoría del contrato con la idea más
conservadora de la antigua constitución y al querer rechazar las connotaciones radicales de la teoría política de Locke." ( Libertad..., 66-s.). Cf. J.
Locke, Segundo..., c. VII, parr. 87-89 y c. VIII, parr. 106.

14
. M. Duverger, Instituciones..., 73.

15
. M. Duverger, ibíd., 74-76. Cf. J. Touchard, op. cit., 331; J. J. Rousseau, op. cit., 1.II, 173-175.

16
. N. Bobbio, op. cit., 119.

17
. E. Sieyes, ¿Qué es..., 156. Cf. M. Lorente Sariñena y L. Vázquez Jiménez, Prólogo, 29.

18
. Cf. M. Duverger, op. cit., 75. Sobre el sufragio censitario: M. Lorente Sariñena y L. Vázquez Jiménez, ibíd., 106 y 154; M. Duverger,
ibíd., 51.

Cf. para consideraciones sobre el sufragio en relación con El Federalista : D. F. Epstein, La teoría política... , 39-45; J. B. Alberdi, Fragmento... ,
255-257 y nota 89.

19
. M. Duverger, ibíd., 76.

20
. E. Burke, Discurso..., 312-314.

Pedro F. Sáenz de Cavia, en las páginas del periódico El Tribuno, transcribe parte del Discurso de Burke: "Política. Cuerpos constituyentes", El
Tribuno, nro. 27, 24 de julio de 1827, II, 399-s..

Cf. para aspectos teóricos: Enciclopedia Internacional..., IX, 314.

21
. Enciclopedia Internacional..., IX, 304.
22
. T. Paine, Los derechos... , 166-s..

23
. Cf. El Federalista, nro. 10, 23 de noviembre de 1787 y nro. 14, 30 de noviembre de 1787, 38-41 y 53.

Cf. un comentario sobre el tema en: N. Bobbio, op. cit., 169. La expresión "Democracia representativa" como antónimo de "Democracia Absoluta" no es
habitual en los textos de teóricos políticos de la época. La hemos encontra do empleada en la obra de Condorcet: Cartas..., 201.

24
. B. Constant, Curso..., 41-44.

25
. A. Sáenz, Instituciones..., 115 y 160-s..

26
. "La sociedad es una persona moral [que deja] en las personas a quienes encarga su administración [...] su personería, su facultad y
representación en la parte que abraza los ramos que les confía [...] La Inglaterra cuya grandeza y libertad nunca se puede bastantemente aplaudir,
conserva hasta ahora más que ninguna Nación el carácter representativo en su rey" (A. Sáenz, ibíd., c. III, parr. 4, 158-s.).

27
. "Los individuos, dice Rousseau, enajenados enteramente en beneficio del cuerpo social no pueden tener otra voluntad que la general; y
obedeciéndola no hacen otra cosa sino obedecerse a sí mismos: por cuya razón son tanto más libres cuanto que ellos lo hacen más implícitamente. Tales
hemos visto aparecer en todas las épocas de la historia las consecuen cias de este sistema; pero ellas se han desplegado en su horrible latitud muchas
veces, y singularmente en medio de la revolución pasada, causando a los principios consagra dos multitud de heridas poco fáciles de curar, las cuales
han sido más profundas cuanto más popular ha querido ser el gobierno que se daba a la Francia." (B. Constant, op. cit., I, c. I, 51-s.).

28
. B. Constant, ibíd., I, cap. I, 2 y 19.

29
. Cf. sobre el sufragio censitario Nota 18 del presente capítulo. También las Constituciones francesas de 1791 y 1795, en M. Péronnet,
Vocabulario... , s.v., constituciones.

La Constitución de Cádiz no se aparta en este punto del texto francés de 1791, y se refiere a las limitaciones en el sufragio en el art. 25, cuando
deja en suspenso la ciudadanía. Dice así: "2. Por el estado de deudor quebrado, o de deudor de los caudales públicos; 3. Por el estado de sirviente
doméstico; 4. Por no tener empleo, oficio o modo de vivir conocido." (D. J. C., Catecismo..., 113). Cf. Diccionario Provisional... , s.v., ciudadano
español y ciudadano, 217.

A las limitaciones a la ciudadanía se refiere el Reglamento Provisorio sancionado por el Congreso de las Provincias Unidas el 3 de diciembre de 1817
en la Secc. I, c. V ("De los modos de perderse la ciudadanía") que reprodu ce en sus artículos I y II contenidos casi idénticos a los del artículo 25
de la Constitución de Cádiz. (Cf. el Reglamento en Documentos relativos..., I, 442). En esta materia, el Reglamento transcribe la parte pertinente del
Estatuto de 1815 (Secc. I, c. V). Cf. E. Ravignani, comp., op. cit., VI -2da. parte-, 639-s..

Iguales limitaciones a la ciudadanía se leen en la Constitución sancionada en 1826: Secc. II, art. 6 O (E. Ravignani, comp., ibíd., III, 1192-s.).Cf. E.
Colautti, op. cit., 23-25 y 96-s..

En relación con la superación de la connotación roussoniana de la voz 'democra cia', adviértase que, si bien Constant no puede menos que hacer mención
de Rousseau al abordar un tema que se vincula con el concepto de Democracia o soberanía popular, dada la influencia intelectual del autor en el siglo
XVIII, lo hace, sin embargo, para señalar la desconsideración en que ha caído. "Estoy lejos de unirme a los detractores de Rousseau, muy numerosos en
las circunstancias presentes." (B. Constant, op. cit., I, c. I, 7).

30
. Cf. sobre la diferencia entre 'pueblo' y 'vulgo': H. T. Dickinson, op. cit., 299. El Diccionario Provisional de la Constitución política
de la Monarquía española, publicado en Madrid en 1820, presenta tres acepciones de la voz 'vecino', definiendo una de ellas así: "El que tiene casa y
hogar en un pueblo, y contribuye en él por repartimiento o carga, aunque no tenga residencia continua" (p. 229).

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