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Mauro Koliva

http://www.seis-contra-uno.blogspot.com/

Nací en la ciudad de Posadas, provincia de misiones, en 1977. Dibujo desde muy chico, así
que en la escuela primaria fui una especie de ilustrador oficial en los actos patrios. Podría
decir que San Martines en caballos blancos y Sarmientos solemnes (que nunca faltaron a la
escuela) ahogados por laureles, fueron mis primeros modelos.

Después conocí otros modelos –menos vivos- cuando estudié en la Facultad de Artes de la
Universidad de Misiones. Allí con unos amigos armamos un grupo de gestión y
organizamos clínicas y muestras. Fue una experiencia insufrible, pero también increíble.

Desde 2003 hasta hoy he participado en muchas muestras colectivas; hice una muestra
individual (por la que pido disculpas…) en 2000, se llamó “cinco contra uno”. De las
colectivas,las más importantes fueron el ciclo de muestras del programa “Interfaces” y la
última edición (2006) de “Estudio abierto”.

Hoy, vivo y trabajo en Buenos Aires.

Mauro Koliva: visión del arte


1. Elija una obra que lo/la represente, descríbala haciendo referencia a su formato y materialidad, su relación
con el tiempo y el espacio, su estilo y su temática; detalle su proceso de producción
Pienso en mi último trabajo, que está en proceso, y se me ocurre la figura del “basural” (mi pequeño basural
imaginario), de alguna manera se trata de eso: residuos, restos, cosas incompletas, referencias a trabajos
anteriores, etc., dispuestos sobre una mesa de trabajo. Además hay allí una voluntad de capturar algo en
movimiento… Quizás varias cosas a la vez, un flujo de cosas: citas casuales, referencias visuales, ideas fijas,
asociaciones inmediatas, pequeños movimientos del color, percepciones físicas –y la casi infinita cantidad de
matices que descubre la torpeza y el accidente- en fin, estoy tratando de estar atento a lo que me ocurre con el
cuerpo de las imágenes. Como en los anteriores trabajos, en este caso, el soporte es una mesa (una plancha de
MDF de 60 x 120cm. y 2 caballetes), y sobre ella hay un cúmulo de cosas, la mayoría de las cuales están
hechas en plastilina. Estas cosas en parte son reproducciones de herramientas (lápices, trinchetas, pomos de
pintura, etc.), objetos personales (auriculares, MP4, un par de zapatillas viejas), fragmentos de imágenes – y
formas - inconexas y deformes. También hay objetos reales mezclados con sus reproducciones; se trata en
parte, de un juego con ciertos grados de representación. Me interesa el escenario que se está construyendo
ahí; la mesa como una mesa de operaciones donde libro mis pequeñas batallas, por, y contra las imágenes.
2. En líneas generales, ¿cuál sería la forma en que sugeriría leer su obra?
Preferiría no hacerlo.
3. En relación a su obra y su posición en el campo artístico nacional e internacional, ¿en qué tradición se
reconoce? ¿Cuáles serían sus referentes contemporáneos? ¿Qué artistas le interesan de las generaciones
anteriores y posteriores?
Puedo hablar, un poco desordenada y fragmentariamente, de ciertos rasgos que me interesan de algunas
obras y de algunos artistas. • La lógica afectiva de las máquinas de cartón de David Milles, y las máquinas
también. • La sutileza extraña y corporal que percibo en las pinturas de Daniel García. • Las operaciones
internas –casi imperceptibles- que realiza Fabián Burgos sobre obras apropiadas. El espesor -la densidad- del
gesto lento y preciso de su pintura. • Una obra de Fabián Marcaccio: "Ezeiza-Paintant” que presentó en
noviembre de 2005 en la terraza del MALBA. Los juegos caóticos con la representación, en diferentes y
simultáneos planos. • El enigma de las mesas de Daniel Joglar: verdaderos campos de operaciones invisibles.
• La desmesura –lo desbordado- de algunas obras de Adrián Villar Rojas y otras de Leopoldo Estól. Me
interesan esas obras que siguen la lógica del Flujo y movilizan una multiplicidad simultánea de cosas y
sentidos, es casi imposible abarcarlas y además, eso importa poco.
4. Pensando en los últimos diez o quince años elija obras o muestras a su criterio fuertemente significativas de
otros artistas de Argentina y explique por qué.
Preferiría no hacerlo.
5. ¿Cuáles son los agrupamientos o tendencias que percibe en el arte argentino de los últimos diez o quince
años a partir de elementos comunes?

Sábado 28 de Febrero de 2009 Mauro Koliva y sus dibujos de objetos mudos y salvajes
:: El artista posadeño expondrá desde el jueves en el Centro Cultural Borges de Buenos
Aires, en el marco del proyecto La Línea Piensa, de Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía
Posadas. Mauro Koliva, posadeño, licenciado en Artes Plásticas, expondrá desde el próximo
jueves en el Centro Cultural Borges de Capital Federal. Se trata de Mudo una serie de 50
dibujos creados en el marco del proyecto La línea piensa, dirigido por Eduardo Stupía y
Luis Felipe Noé.
En diálogo con El Territorio, Koliva, quien reside desde hace dos años en esta ciudad, dijo:
“en principio, es una muestra que incluye únicamente dibujos, seriados, y bastante
homogéneos en su tratamiento y planteo. Hechos todos con birome, sobre papel, y digamos
que muestran un repertorio iconográfico amplio, un poco diverso, y en clave de ilustración
multicolor”.
Las piezas que poblarán las paredes de una amplia sala del espacio cultural porteño forman
parte de tres series: El Objeto Salvaje, El Objeto Mudo y Los Objetos Irresponsables,
compuestas por unos doce o catorce trabajos cada una. Los tamaños van desde los 17 x 24
centímetros, hasta un metro por uno y medio, y podrán visitarse desde el 5 de marzo a las
19, cuando se inaugurará la muestra, hasta principios de abril próximo.
“Este conjunto de obras son el resultado de un proceso más o menos largo, seguramente
más extenso que el de su producción misma -la cual requirió un intenso trabajo iniciado a
fines de 2008, en el que he dejado que muchas cosas como ideas, imágenes, imaginarios,
que me influyen e interesan en mi vida cotidiana, emergieran de manera más clara a la
superficie”, indicó el artista.
“Fue un proceso de transformación, que me pasó por primera vez desde que vivo acá, y eso
es muy bueno, ya que el mismo hecho de haberme venido acá -a Buenos Aires- implicó una
adaptación, que de algún modo afecta el trabajo creativo”.
Respecto al título de la obra, Koliva explicó que “señala, por un lado y desde mi punto de
vista, una cierta voluntad de no decir, de callar”.
“Es como tomar distancia frente a lo que se muestra y lo que esto pueda significar. Por sus
particularidades, los dibujos aparecen como descontextualizados, es decir, que cuando ves
las formas -que son muy detalladas y precisas-, no podés saber en definitiva qué son o qué
significan”, continuó el artista.
De acuerdo con esto, las obras están nombradas con números elegidos al azar. “Mudez,
salvajismo e irresponsabilidad podrían indicarse como las intenciones de esta muestra que,
por lo demás, es injustificable”, manifestó.

Líneas pensantes
Este trabajo se enmarca en el proyecto La Línea Piensa, dirigido por Eduardo Stupía y Luís
Felipe Noé. “A Noé lo conocí hace un par de años a través de Mónica Millán -otra artista
misionera residente en Buenos Aires-, quien tuvo la enorme generosidad de hablarle de mis
dibujos hasta que un día nos reunimos en su casa y los vió.

miércoles 25 de febrero de 2009


La línea Piensa: Mudo de Mauro Koliva
El jueves 5 de marzo inaugura la muestra Mudo del dibujante Mauro Koliva en el marco del
proyecto “La línea piensa” organizado por Luís Felipe Noé y Eduardo Stupía.
El proyecto La línea piensa nace del convencimiento de que el dibujo en y de nuestro país
no está lo suficientemente valorado a pesar de tener extraordinarios cultores. Y su
propósito principal es contribuir a llenar ese vacío.
Su nombre destaca lo que para Noé y Stupía es la esencia del dibujo: la línea o el trazo. Si
bien se suele asociar casi con exclusividad la palabra dibujo a la de representación, los
autores de este proyecto quieren destacar el acto de dibujar como el del desarrollo de un
pensamiento lineal: una línea lleva a otra línea como un silogismo gráfico.
La imagen es el punto de llegada más allá de que represente algo o no. Lo que importa es lo
que nos presenta.
En cuanto al trabajo de Koliva sostienen: “Cuando entendemos un objeto, y sabemos qué es
y para qué sirve, algo en ese entendimiento parece prepararnos para entender el mundo. En
cuanto a los objetos que dibuja y proyecta Mauro Koliva, quizás no los entendemos como
tales, pero sí como dibujos. Y el mundo al que pertenecen nos resulta un mundo
inconcebible, salvo según las reglas del dibujo mismo como objeto, del objeto-dibujo”.
Para Yuyo Noé y Eduardo Stupía, Koliva logra enrarecer la posible dosis de ubicuidad
racional que ellos quisieran necesariamente arrimarle a sus invenciones, pero lo hace sin
proponer nada excesivamente estrambótico, “fantasioso”, de acuerdo a lo que se espera de
una imaginación tan audaz como la suya. “Lo decididamente perturbador es que ellas nos
resultan familiares, parecidas a algo, perversamente lógicas. Hasta el punto en que
debemos aceptar que ese imposible de donde provienen, definitivamente ininteligible,
deforme, mudo ante toda pretensión de que nos revele elocuentemente su clave, es el rostro
oculto, el verdadero, de nuestro propio mundo, que él hace visible.”
Mediante una trabajosa génesis de capas y capas de cruces, texturas, madejas y rizomas
lineales, Koliva elabora sus aparatos visuales esbozando una suerte de taxidermia; en una
operación de riguroso vaciamiento semántico, les extirpa los órganos y las vísceras del
sentido, para dejar una pura cáscara de materia formateada que parece viva sólo
científicamente, o bien afín a la estructurada previsibilidad de un catálogo técnico, que aquí
es poco más que un espejismo icónico. El objeto-dibujo es la matriz del ectoplasma gráfico
que expele el Koliva médium para hacer aparecer sus fantasmales simulacros de dudosas
ingenierías domésticas, de pilosas superficies y provisorias carpinterías, tramadas con los
hilos de baba cáustica, mercurial, tan propia de la densidad del bolígrafo; una sustancia que
intensifica la pastosa corporeidad de sus volúmenes, la incierta consistencia de sus
paradojales construcciones, manifestaciones indescriptibles de una muy lubricada
maquinaria de líneas.

Mauro Koliva en Vasari - http://www.revistasauna.com.ar/01_02/06.html


por M. S. Dansey

“El sueño de la razón engendra monstruos”


Francisco Goya

This is The End


El fin de los días ya comenzó, quién podría dudarlo. Todavía pagamos el alquiler y tratamos
de no pisar el pasto, es cierto, pero no hace falta ser un maya para darse cuenta de que la
cosa viene en picada. Los historiadores, que siempre están buscando un evento para
articular el gran relato, deberán ponerse de acuerdo si fue la Revolución Industrial, el 11/9,
la noche que los Sex Pistols pisaron un escenario o el día que los diarios pusieron en tapa el
agujero de ozono y nosotros, los habitantes del mundo civilizado, seguimos usando
aerosoles, como si nada. Que de última es todo cuestión de tiempo y el tiempo, una
convención, se sabe. Acaso, ¿Cuánto tarda en arder la cabeza de un fósforo? ¿Cuánto vive
una mariposa?
Síntoma de este fenómeno es la camada de artistas que replican bosques, cascadas y
ciervitos como quien repite una oración de memoria. De esta tendencia que podríamos
llamar edénica, se puede rescatar a Hernán Salamanco, Mariana Vidal y Carla Benedetti
cultores de sus propias biosferas particulares con una concepción de la naturaleza que va de
lo más bruto a lo más idealizado. No es casual que recurran a la pintura, una técnica que ya
puede ser catalogada como nostálgica. El jardín bordado en el que habitan Chiachio &
Giannone es otro ejemplo de esos mundos privados donde no se escuchan los ruidos de la
calle.
Al otro lado del paraíso, cabalgan apocalípticos como Diego Bianchi, Tomás Espina y
Adrián Villar Rojas. No solo anuncian lo peor, sino que lo cuentan desde adentro, con
basura, pólvora y escombros. Las profecías de Sofía Bohtlingk no son menos inquietantes.
Mientras en un tercer grupo, podría reunirse a artistas tan disímiles Max Gómez Canle,
Leila Tshopp y Magdalena Rantica, que recrean la tensión entre la luz y las tinieblas, una
lucha en la que se enrola la guerrilla urbana de los Articultores.

El sabor de los nísperos


Mauro Koliva (1977) nació en Posadas, ahí nomás de la selva misionera. El origen no viene
a cuento. Los dibujos y las instalaciones que integran “No”, la muestra que presentó
durante el mes de agosto en Vasari, conservan ese clima inflamado de la mata subtropical.
El recorrido podría comenzar por Hipótesis y desmesura, una mesa rectangular de metro y
medio por 80 centímetros sobre la que se desarrolla una escena abstracta moldeada en
plastilina. Con la lógica de una biología lisérgica, multicolor y carnosa, Koliva recrea
paisajes desbordados de una voluptuosidad que fluye desordenada, caprichosamente, y
amenaza con cubrirlo todo. En esta jungla las criaturas informes libran luchas intestinas, se
retuercen, se inseminan unas a otras y avanzan sobre el terreno llevando el deseo hasta el
límite de lo escatológico. Koliva es porno. Y si esto fuera el paraíso, el bocado de la
discordia sería un puñado de nísperos, esas frutitas anarajandas, brillantes, aterciopeladas,
que uno encuentra en todo el norte argentino y se las reconoce por su intenso sabor
agridulce.

Babilonia en retirada
Bloque blando es la segunda instalación, idéntica técnica, sobre un círculo de un metro de
diámetro. Un espacio a cielo abierto semeja un escenario en miniatura donde su
protagonista, a quien no se ve, ha dejado rastros de lo que anduvo haciendo. Un hacha
clavada en tronco mutilado. Una garrafa sobre un habitáculo de ladrillos que tiene algunas
tablas clavadas. Caños y tuberías de distintos tamaños se conectan y de imprevisto se
cortan. Hay herramientas, palos, pozos y bloques de cemento dispersos por el pasto. Se lee
claramente la intención de quien quiere construir algo pero es ganado por la urgencia.
Inspira ternura la ingenua tenacidad de este hombre que intenta lo imposible y no claudica.
Pareciera incluso que los continuos fracasos lo hacen volver con más empeño sobre la tarea,
como quien da la testa contra el muro. Todo acá es precario. Nada está acabado. De un
tendedero cuelgan trapos y vísceras. Sobre una mesa descansan los trozos inertes de un
mamífero fantástico: el hombre, eufórico y preciso, hunde el filo de su cuchillo sobre la
carne blanda. Su afán de conocimiento es siniestro. Esta desesperado. Un balde con
líquidos aceitosos y coágulos se agrupa junto a una pelota playera y un micrófono y potes y
latas que parecen contener comestibles sintéticos. Son fragmentos de una ilusión que ya no
funciona como sistema. Podría ser el playground de un neuropsiquiátrico o el campamento
de un obrero golondrina, de esos que son enviados a los confines de la selva a buscar
madera. Definitivamente, esto es la periferia. Este hombre está solo. Y la luz se está
apagando.

El elogio de la sombra
Monocromáticos son los dibujos en birome sobre papel, medidas que varían entre el metro
y el metro y medio, y que vuelven sobre los mismos temas. Variaciones en rojo, variaciones
en negro, muestran con minúsculo detalle y una mirada más tranquila, más distante,
situaciones particulares de esta gran naturaleza muerta. Nuevamente estas construcciones
ilógicas, que se levantan como pequeñas babeles cotidianas. Árboles desguazados envueltos
en frazadas, atados con madejas de alambres y de cables, sostenidos por postes inestables
que intentan controlar el vaivén de un equilibro precario, improbable. No hay color sin luz.
Sin color no hay engaño. Se escucha el Elogio de la Sombra: Para occidente la luz ha sido
siempre sinónimo de prosperidad material e intelectual; pero ¿no habrá también en la
penumbra una riqueza, un saber difuso que se está perdiendo?

Yo creo, el crea
Con la sencilla birome, pluma del cronista posmoderno, y la dúctil plastilina, suerte de
barro primigenio, este creador se deja llevar por el juego infantil de sus pulsiones pero
avanza en el devenir, lento como un anciano, atento al detalle, paciente, callado, animado
por la gracia de quien reconoce su propia ignorancia. Dócil y próspero como una ovejita se
levanta Koliva. Aunque a esta altura, está claro que la llegada de un mesías, la existencia de
Dios, es irrelevante. Ya se dijo, es solo cuestión de tiempo. El tiempo interno de quien hace.

La bolsa
En este universo de mirada filosa, donde no todo se entiende, pero todo está a la vista; hay
algo, sin embargo, que permanece velado. Una bolsa de consorcio, una bolsa de plástico
negro, cargada con eso que no-sabemos. Se repite en las instalaciones y en las láminas. Un
paño cubre estratégicamente la cara de una mujer parada en medio de su rancho y otras
telas oscuras envuelven grandes bultos misteriosos. La operación recuerda ese pasaje de El
Principito en el que el aviador, al no poder dibujar lo que el niño le pide, boceta una caja y
le dice: "Esta es la caja. El cordero que quieres está dentro". En el mismo acto, el autor vela
y revela. Eso que permanece oculto, eso que queda afuera, es lo que da lugar a todo lo que
hay, es lo que estructura el relato. Lo que está, es lo que falta. Y viceversa.

A resguardo
Hambre, guerra, enfermedades terribles, catástrofes naturales, hubo y habrá siempre. El
mundo se terminó mil y una vez, y una nueva Jerusalén surgió mil y dos. Cada vez con
menos de esto y más de aquello. Es obvio que algo se está terminando; en principio, el
mismo sistema que engendró el mega relato. El que crea en el Apocalipsis no habrá de
sentir desasosiego. Lo dice el libro: después de la hecatombe, el cielo. Y los otros debemos
ser honestos, cuando se decidan a tirar la bomba, lo que quede volverá a su lugar. Uno
nuevamente podrá andar desnudo por la playa como si tal cosa, y deberá asegurarse de que
en la bolsa negra de Koliva haya un garrote bien gordo y unas cuantas piedras. Es muy
probable que para entonces la gente haya perdido los modales. Pero tampoco habrá bancos,
ni celulares con cámara, ni jefes de Gobierno que nos anden fisgoneando. El eterno
Apocalipsis nuestro de cada día, en cada vida humana; una lectura tan lógica, tan teológica
por cierto. Como dijo alguien: cuando me llegue la hora, que me encuentre durmiendo. No
quiero enterarme.

Crónica muestra Mudopor Martín Lanezán

“Mudo” es una exposición de dibujos realizados por Mauro Koliva, artista nacido en Posadas, que
estará en exhibición desde el 5 al 29 de marzo, dentro del proyecto “La línea piensa”, dirigido por
Eduardo Stupia y Luis Felipe Noé.

Mediante la superposición de pequeñas líneas de distintas lapiceras, Mauro va creando un


inventario de objetos de la otra realidad, de la que no vemos pero tenemos enfrente, la parte oculta
o lado B de lo cotidiano. Dentro de este inventario “monstruoso” Mauro mezcla objetos amorfos,
pilosos, ajados con macetas, hilos, telas, colchones, que son atados a tirones, colgados o crean
extrañas maquinarias de las que no sabemos por qué o para qué sirven pero creemos deducirlo
caprichosamente.

Y frente a estas nuevas invenciones imaginadas por Mauro, encontramos que si bien no las
podemos nombrar de manera alguna, existe una extraña familiaridad entre nosotros y los objetos
dentro del dibujo, y que de repente nos une un espacio denso y neutro, y en esa “densidad neutra”
está lo mudo.

Estaría bueno que los que no conocen el trabajo de él se den una vuelta por el Centro Cultural
Borges antes del 29, y desde ya recomiendo ver sus objetos de plastilina.

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