Límites y normas (1 a 6 años)

Por Lucía Pastrana

Lección 1

Escuela Babytribu - babytribu.com

 Lucía Pastrana

Soy psicóloga especializada en psicología

perinatal e infantil. Mi trabajo parte de la
creencia de que cuidar a las madres y a
los padres es la mejor manera de cuidar a
los niños. Por este motivo me dedico a
llevar a cabo grupos de Escuelas de
padres y Acompañamiento emocional
durante el embarazo y el post-parto;
asesoría educativa para padres; y por
supuesto, grupos de inteligencia emocional
para niños.

lpastrana@cop.es

Parentalidad consciente: Límites y normas (1 a 6 años)

Por Lucía Pastrana
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Índice

1. ¿Cómo quiero que sea mi familia? Límites, valores,

actitudes y rituales.
2. En busca de la armonía familiar.
3. El objetivo final: la autonomía.
4. Estrategias para convertir las crisis en aprendizajes I: teoría.
5. Estrategias para convertir las crisis en aprendizajes II:
práctica.
6. Parentalidad consciente.

7. Mochila de supervivencia.

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Las primeras experiencias con límites se
producen a través de las leyes de la naturaleza
y por la firme voluntad de un adulto.

Más adelante, los límites y las reglas se

convertirán en ingredientes fundamentales de los

juegos libres.

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 1. ¿Cómo quiero que
sea mi familia?
Límites, valores,
actitudes y rituales

¿Cómo quiero que sea mi familia? Límites,

valores, actitudes y rituales

1. Los límites son parte de la vida

Los límites forman parte de la vida, sin embargo, tienen “mala prensa”.
La mayoría de nosotros hemos experimentado límites como medio de
coacción para hacer o dejar de hacer algo según lo que otros esperaban
de nosotros, o como medida de seguridad, ya que el entorno no estaba
preparado para satisfacer nuestras necesidades.

Decimos que forman parte de la vida porque los procesos vitales se

encuentran estrechamente relacionados con las limitaciones y con las
delimitaciones. Los seres humanos además de una piel exterior en buen
estado necesitamos una membrana emocional y cognitiva que nos limite

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y proteja. Al igual que duele cuando te dañan la piel, duele que te
lesionen tu membrana emocional. Esto ocurre en la infancia, por ejemplo,
cuando no validan nuestras emociones y nos impiden expresarlas.

En la realidad exterior deben existir límites cuyo objeto es que podamos

sentir cierto orden. Un ejemplo de ello es la tranquilidad que nos dan las
paredes de nuestra casa que en lugar de sentimos delimitados por ellas,
nos aportan un sentimiento de seguridad y de recogimiento.

Las primeras experiencias con

límites se producen a través de
las leyes de la naturaleza (me
hago daño cuando me choco
contra la pared) y por la firme
voluntad de un adulto (no te

Foto: elmaestroecologista.blogspot.com
permito pegar a tu hermano).

Cuanto más intensa es la actividad espontánea del niño y más rico el

entorno, más frecuentes y multiformes serán los encuentros con los
límites.

Más adelante, los límites y las reglas se convertirán en ingredientes

fundamentales de los juegos libres. En lugar de ser víctimas de ellos, el
niño juega a crearlos y experimenta con ellos.

Hasta los 7-8 años los niños toman las normas con cierta rigidez debido
a su desarrollo cognitivo. A partir de esa edad ya son capaces de jugar

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con la reglas y disfrutar con los juegos estructurados interesándose por
las instrucciones, pudiendo ponerse de acuerdo para modificarlas.

Los niños necesitan un entorno preparado, libertad y límites.

La sensación básica de sentirse como en casa se produce en
la infancia debido a la vivencia de poder confiar en que las
necesidades están satisfechas y que uno puede fiarse de los
adultos.

Un bebé para sentirse bien, no necesita infinitas experiencias, sino un

espacio limitado y protegido. Sólo cuando se da esta base puede
comenzar a utilizar ese espacio para desarrollar su autonomía.

Las circunstancias exteriores deben ser favorables para que el niño pueda
practicar la toma de pequeñas decisiones. Requieren de una presencia
atenta del adulto cuidador, pues precisamente por el continuo practicar
en multitud de situaciones el niño obtiene la confianza para hacerlo.

Las vivencias límite suelen ser experiencias dolorosas. Cuando

nos duele algo, nuestra facultad para pensar está limitada. En
lugar de muchas palabras, lo que necesita el niño es un
adulto que acepte su dolor, que no quiera intentar desviar su
atención o enseñarle, que le deje llorar o protestar sin
disuadirle de sus sentimientos ni de sus pensamientos.

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En medio del dolor que provoca el límite, las explicaciones hacen que le
niño no se sienta percibido ni comprendido en su enfado y su molestia.
El dolor de sentirse ignorado es más difícil de procesar que el dolor
concreto de una experiencia límite.

Cómo poner límites con afecto y respeto: dejamos lo que estamos

haciendo para centrarnos en el niño, nos situamos a su altura y con
calma y firmeza establecemos el límite. El límite permanece fijo y el
adulto no invalida los sentimientos del niño con explicaciones. El niño
amparado por la presencia adulta que le proporciona seguridad, puede
llorar o protestar.

 Ejemplo: ahora no te puedo atender; interrumpo mi conversación,

me dirijo al niño, establezco un contacto directo con él y le digo
que ahora no puedo estar con él.

 Ejemplo: Me coloco yo como un límite viviente entre el objeto que

no quiero que toque y mi hijo. Adoptando con el cuerpo una postura
clara, con la mirada y con palabras firmes le digo que no le permito
jugar con ese objeto.

El niño se ve frente a alguien

que no le deja hacer lo que
quiere, que no le rechaza como
persona, sino que se planta
como alguien que le ama, entre
él y esa cosa que no puede
tener. Foto: pequebebes.com

Lo importante es que no perdamos de vista proporcionar un entorno

adecuado que corresponda a sus necesidades (por ejemplo, no dejar que

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juegue y mezcle la comida pero sí que realice mezclas en el parque con
los elementos que tenga a su disposición).

La vivencia de los límites cuando ello no significa impedir o

sustituir la actividad espontánea, pertenece a las necesidades
auténticas. Los límites no sólo son necesarios para que los
niños establezcan contacto con las realidades del medio
ambiente, sino también para que en su actuar impulsivo,
motivado desde el interior, se detengan un instante e incluyan
nuevos enfoques y posibilidades.

Si los límites no son realmente necesarios y se establecen únicamente

para obtener determinados resultados o para inculcar obediencia, dejan
de ser límites verdaderos.

Los límites adecuados nos permiten vivir en paz. Tienen la función de

definir un espacio en el cual se puede actuar con independencia y
libertad. Sirven para mantener un entorno relajado, donde todos se sienten
cómodos en él, y gracias a ello, pueden toman decisiones y aprenden la
diferencia entre necesidades auténticas y sustitutivas.

Sin límites claros nos sentimos inseguros e ignorantes de cómo está

formada la realidad (tanto en lo físico como en la convivencia con los
demás).

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 Foto: www.guiainfantil.com/educacion

Sin límites adecuados no es posible poner en práctica el amor ni el

respeto. La vivencia de los límites es recíproca, no podemos exigir respeto
a los niños cuando nosotros somos negligentes o no tenemos suficiente
presencia para tratarles con respeto.

De forma consciente o inconsciente nos enfrentamos a límites

todos los días. La calma y naturalidad con la que lo hagamos
depende de cómo haya sido nuestra vivencia de ellos en
nuestra infancia.

Recuerda cómo fue esa vivencia. ¿Estaban los límites en armonía con
un entorno adecuado a tus necesidades, o eran prohibiciones que te
enfadaban? Los límites se establecían ¿de una forma tranquila con
presencia afectuosa o sólo cuando el adulto perdía la paciencia poniendo
los límites con enfado y reproche? Quizá en tu infancia hubo pocos límites
y diferenciaciones, quizá también poca presencia, y más adelante tuviste
que soportar desaprobaciones y chocar contra barreras.

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Escribe tus reflexiones:

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Anota cómo pones límites a tus hijos (alumnos…), cuál es la función que
tienen y si, teniendo en cuenta lo explicado en el apartado, fuera
necesario realizar algún cambio (por ejemplo: no cruzar solo la carretera;
le recuerdo antes de salir de casa que tiene que darme la mano al
cruzar, si no lo hace porque quiere ir solo le obligo a dármela, depende
el día con más o menos brusquedad; seguridad; bajar a su altura, mirarle
a los ojos y con voz firme decirle que tiene que darme la mano para
cruzar, le permito que proteste y se enfade).

LÍMITE DESCRIPCIÓN FUNCIÓN CAMBIOS

2. Valores, normas y actitudes

Los niños son personitas en construcción que necesitan normas de

convivencia, valores y modelos.

Los valores son creencias que hacen referencia a modos deseables de

ser y de comportarse y van más allá de una situación específica
(tolerancia, responsabilidad, honestidad, bondad…).

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 Las normas son las reglas, las leyes
que se hacen tomando como
fundamento unos valores (dar las
gracias, pedir por favor, saludar y
despedirte, pedir permiso si no es
tuyo…).
Foto: www.ala.com.ar/ser-padres

Las actitudes son rasgos generales de actuación y comportamiento

(pacífica, colaboradora, distante, intolerante, exigente…).

Debemos intentar inculcar a nuestros hijos buenos valores y unas normas

de convivencia que les permitan vivir en sociedad y en familia. Para ello
comenzamos enseñándoles normas para que poco a poco vayan
entendiendo los valores que hay detrás de ellas, pero si no se acompaña
de una actitud coherente por nuestra parte, aprenderán el valor que hay
detrás de nuestra actitud con independencia de la norma.

Los niños aprenden una serie de valores a partir de las

actitudes que muestran sus padres hacia las cosas.

Reflexionemos en primer lugar sobre los valores que queremos inculcar

a nuestros hijos. ¿Qué deseas para ellos tanto ahora como cuando
avancen hacía la adolescencia y la edad adulta? Tal vez que puedan
establecer relaciones satisfactorias, o que sean felices, o independientes
o con éxito.

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Cuando piensas en las personas que se convertirán, ¿Cuáles son los
valores más importantes para ti? ¿Y los de tu pareja?

VALORES PROGENITOR 1 VALORES PROGENITOR 2

Veamos ahora cuáles son las normas que hay actualmente en tu casa.
Cuando una familia se forma, emerge de dos puntos de partida distintos,
de dos familias diferentes. De igual manera que cada progenitor puede
tener un sistema de valores distinto, es habitual que cada uno priorice
unas normas por encima de otras. Escribid cuáles son las más
importantes para cada uno de vosotros, y pensad entre los dos cuáles
serán las que vais a mantener en vuestra familia.

NORMAS NORMAS
NORMAS FAMILIA
PROGENITOR 1 PROGENITOR 1

Foto: centroinfantileltopo.com

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Algunas pautas básicas para establecer normas a cualquier edad:

a. Consistencia: ambos progenitores tienen que estar de acuerdo con las

normas y ser coherentes con ellas. Las normas son iguales para todos

los hijos y si hay diferencias por la edad se explica claramente.

b. Tipos de normas básicas: de seguridad, de convivencia, de respeto.

c. A tener en cuenta: establecer normas que los niños puedan entender
y realizar. Es necesario recordar las necesidades de los niños (por

ejemplo, una norma puede ser que en casa no se corre ni se juega

a la pelota, pero les tenemos que dar un espacio y un tiempo para

hacerlo). A la hora de poner normas es importante que no sean un

número tan elevado que imposibilite que los niños las cumplan. Para

que se interioricen tenemos que repetirlas muchas veces y asegurarnos

de si el motivo por el que no las siguen es porque no las han

entendido o lo han olvidado. A medida que los niños crecen conviene

hacerles partícipes del establecimiento de las normas. Desaprueba la

conducta, nunca al niño.

Por último, integra los valores, las normas y comprueba si tu

actitud es coherente con ambos.

Por ejemplo, queremos que nuestros hijos tenga como valor el ser
tolerantes, una de las normas que hay en casa es no menospreciar los
gustos de los demás, sin embargo, solemos criticar lo que no nos gusta
de nuestros amigos.

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Piensa qué es lo que puedes hacer para mantener una actitud coherente
(ser menos crítico con los demás).

VALORES NORMAS ACTITUD CAMBIOS

3. El papel de las rutinas y los rituales

Las rutinas harán que el niño vaya aprendiendo que es lo que puede

esperar de cada momento. Los niños necesitan saber a qué se tiene que

atener, qué es lo que va a suceder después, ya que este conocimiento

es el que le genera tranquilidad y preparación interior para lo venidero.

Es decir, necesitan tener unas normas, horarios y costumbres.

Ahora bien, seguir una rutina les da seguridad y al mismo tiempo la

repetición es una forma de aprendizaje, pero no pasa nada si algún día

realizamos el ritual media hora más o menos o nos saltamos alguna

parte (el baño, lavarse los dientes, etc.), si es de forma esporádica. Las

rutinas sirven para dar seguridad y tranquilidad, tanto a niños como a

padres, pero si debido a ellas nos estresarnos más, dejan de proporcionar

sus ventajas.

Ejemplos de rituales cotidianos:

 Ritual de separación. Es necesario despedirnos siempre del

niño, con independencia de la edad, con cariño, explicaciones

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Ejemplos de rituales cotidianos:

y calma. Es posible que llore pero podrá quedarse en esa

situación, ya que aprenderá que no es peligroso, el adulto le
ha dado la seguridad.

 La hora del baño. Es un momento para tocar y dar afecto a

nuestro pequeño. El tacto nos sirve como medio de
comunicación profunda.

 Hora de la comida. La comida nutre desde lo físico y desde

lo emocional, es una entrega de amor. Al mismo tiempo es
una situación social. Es importante conseguir que sea un
momento placentero y de encuentro familiar.

 Hora de juego. El juego es su mayor actividad, a través del

que expresa y por medio del cual también aprende. El juego
es la base de la existencia infantil y tiene una gran
importancia para su maduración. Le proporciona satisfacciones
presentes, permite al niño exteriorizar sus pensamientos, le
descarga de impulsos y emociones, proporciona el goce de la
creación, la salida a la fantasía, sirve para realizar lo que el
mundo adulto prohíbe.

 Paseo. Es un momento que podemos aprovechar para hablar

con ellos de lo que vemos por la calle, de interactuar con
otras personas en el parque, de jugar al aire libre con más
posibilidades y libertad, de explorar todo tipo de materiales y

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 Ejemplos de rituales cotidianos:

desarrollar nuestra creatividad con todo lo que nos vamos

encontrando.

 Llevar y recoger al niño del colegio. Son momentos de

despedida y reencuentro para desearles buen día y para
compartir juntos las anécdotas que han surgido mientras
estamos separados.

 La hora de acostarse. Dormir es una forma de separarnos de

mamá y papá. Tenemos que entender esto cuando se ponen
un poco pesados a la hora de ir a la cama. Podemos
establecer una rutina agradable en la que pasamos un ratito
juntos leyendo un cuento, repasando las cosas buenas del
día, pensando en las cosas que haremos al día siguiente,
escuchando una canción…

Medita sobre los rituales que llevas a cabo actualmente.

Anota el ritual, como lo realizas exactamente, cuál es su función y si

consideras que tendríais que cambiar algo para que cumpla su función
(por ejemplo: la hora de acostarse; ducha-cena-lavar dientes-cuento-
dormir; ayudar a que el niño se relaje y que pueda separarse de nosotros;
más tiempo, calma e intentar que sea un momento agradable para
ambos).

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 RITUAL DESCRIPCION FUNCION CAMBIOS

¿Hay algún ritual que podrías añadir en tu día a día? (por ejemplo: la
hora del baño; aprovechar momento para que sea divertido y relajante.
Añadir un pequeño masaje con crema después de secarle; favorecer el
contacto y la relación).

RITUAL DESCRIPCION FUNCION

{Fin de la Lección 1}

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