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Dios, Misterio y

Problema
El
Problema
del Misterio
 La palabra «misterio» suscita a menudo en nosotros, los
hombres, incluso en nuestros días, en primer lugar
recelo y desconfianza. Misterio es lo que no -o todavía
no- se conoce. Hay que escudriñarlo, hay tal vez incluso
que desenmascararlo, hay que destaparlo. En sentido
estricto, la Ilustración no tolera ningún misterio.
 De ahí que la palabra «misterio», se haya hecho cada
vez más negativa, precisamente en nuestro lenguaje
más moderno, el contemporáneo. Tiene cierta afinidad
La palabra con el enigma, algo que nos está oculto o que es
difícilmente accesible. A veces parece ser
suprarracional, porque no se descubre su secreto, otras
«misterio» irracional, porque se sospecha que puede tratarse de un
simple sinsentido o porque se piensa que alguien quiere
esconderse, quiere ocultarse, tiene sus misterios.
 Si se consultan los grandes léxicos de filosofía, la
palabra «misterio», simplemente no aparece. Tal vez
figure el concepto «misterio/misterios», pero no
necesariamente en el sentido de misterio que aplicamos
a Dios. Así, el pensamiento moderno es, hasta entrado
nuestro siglo, escéptico y crítico frente a la idea de
misterio.
 El misterio no puede ser, o no en primer lugar
una Falta de conocimiento, una limitación de
nuestra visión que es preciso eliminar. Tampoco
podemos contentarnos con hablar, en un nivel
puramente intelectual, del misterio como si
fuera tan solo lo todavía no conocido y nada
tuvieran que hacer en este campo todos los

La palabra 
impulsos y comportamientos del hombre.
Hay cosas que nos afectan de otra manera, no

«misterio» solo como objetos y problemas. Fueron Gabriel


Marcel, Karl Jaspers y muchos otros quienes
demostraron que no podemos analizarlo todo
como problema, sino que existen determinadas
cosas que simplemente nos envuelven, nos
abarcan, que nos determinan centralmente como
hombres, sin que podamos ni debamos
conocerlas a fondo. Para esto recurrieron, sobre
todo Gabriel Marcel, a la palabra «misterio».
 Hay un sentido de la palabra misterio,
menos intelectual y más arraigado en la
realidad de la fe. Se trata de comprender
de qué manera Dios nos aprecia, nos ama,
por qué desea habitar en nosotros. Tal es el
corazón, la verdad del misterio, más allá
de toda especulación teológica: el porqué
La palabra del amor de Dios, la manera en la que Él se
dona y nos necesita…

«misterio»  Enunciar así la fuerza de la gratuidad de


Dios, equivale a decir, en otras palabras,
que Él existe para nosotros, es atribuirle
una relación con nosotros que lo
condiciona. Hay una dimensión de «locura»
en este amor, según la expresión de san
Pablo, la locura de Dios que se revela en el
Crucificado… Aquí está su misterio
 von Balthasar afirma: «Sólo un ser
dotado de misterio es, a la larga, digno
de amor. No es posible amar algo sin
misterio, ese algo sería a lo sumo una
Un
cosa de la cual se podría disponer ,
pero no una persona hacia la cual
misterio
podríamos mirar respetuosamente»
(Teológica I. 204).
con el cual
 Lo señalado por la palabra misterio, es me puedo
el mundo de una relación personal. El
misterio pide reconocimiento y relacionar
compromiso, salida de sí mismo o
trascendimiento.
 El misterio es, pues, aquello a lo que el
conocimiento llega cuando alcanza su
plenitud. Cuanto más profundamente
se conoce a Dios, tanto más se sabe
que se le entiende mejor en el no
entender.
 Pero no es solo conocimiento, y mucho ¿Qué es el
menos en el sentido de pensamiento
analítico; si el conocimiento personal misterio?
es siempre a la vez reconocimiento.
Este pensamiento alcanza su plenitud
cuando se convierte en amor. La
adoración no es, en definitiva, sino
esta unidad de conocimiento y de amor
ante un misterio inefable.
 No es lo mismo un problema que un
misterio. Al primero lo encuentro ante
mí, enfrentándome a él pudiéndolo
cercar y en algún sentido, reducir y
hasta dominar.
¿Problema
 Por el contrario, en un misterio estoy
comprometido de lleno, me va el ser o Misterio?
en ello, es algo sólo pensable como
abarcador en el cual las categorías en
mí y ante mí ya no poseen el
significado y valor iniciales.
 No hay drama mayor que degradar o reducir un
misterio y convertirlo en un problema. Siempre
que se produce su reducción a problema, se
convierte en algo «de los demás» que yo he
superado. algo de lo que «he oído hablar». (G.
Marcel)
 Degradar el Misterio Santo de Dios a problema
sería idolatría. Incluso hacer tema de él, como
es propio de la teología, supone siempre tomar
¿Problema
las cautelas de dejarle primero hablar en
nosotros, obsequiándole con el o Misterio?
descentramiento de la escucha primera que
hace posible el silencio, de ejercer la fe que
pone en marcha la comprensión -es decir, ser
creyente-, de modo que el discurso que salga
como consecuencia de esa experiencia sea
también catalizador de ella.
¿Dios
oculto?
Revelación y misterio

 Dios no es inefable en el sentido de que no sea cognoscible. Es


inefable porque es siempre superior a todo cuanto puede decirse
de él. Es realmente el Dios siempre mayor. Por eso deben
quebrantarse todos nuestros conceptos, deben romperse una y otra
vez las imágenes de Dios, pues de lo contrario no llegaremos hasta
el Dios real, el Dios divino.
 Revelación y misterio no son conceptos contradictorios, sino que
están estrechamente vinculados. Solo si Dios es y sigue siendo un
misterio se da verdadera revelación, algo nuevo en él, algo
imposible de derivar, algo liberador, algo que sencillamente no
habíamos conocido, algo sorprendente. Puede así avanzarse mucho
más allá de una caracterización meramente negativa del misterio
como límite.
El Misterio y la Biblia

 El principio del misterio no surge en la Biblia al hilo de


una teoría sobre el alcance y los límites del
conocimiento humano, sino en virtud de la
autorevelación de Dios.
 El principio del misterio no significa en la Biblia la
esencia de Dios sutraída al hombre, sino su esencia de
cara al hombre.
 La revelación del misterio no es una palabra de
especulación teórica, sino una palabra práctica de
salvación.
El Misterio y la teología

 Dios no es para la razón teológica un problema de


tantos que, al menos en principio, se pueden solucionar
alguna vez. Dios es un problema permanente, es el
problema por antonomasia que nosotros tipificamos
como misterio.
 Por eso, el fin de la teología no es primariamente la
solución (solutio) de problemas, ni el progreso
(progressio) de un problema a otro, sino la reducción de
todo saber y preguntar al misterio de Dios (reductio in
mysterium). El fin de la teología no puede ser la
absorción de la fe en pensamiento, sino únicamente la
concepción del misterio de Dios como misterio.
El Dios Oculto

 La Biblia habla del ocultamiento de Dios, sólo nos muestra signos de su


presencia.
 Prohibición de imagenes y de nombrar a Dios para garantizar la libertad
de Dios de manifestarse dónde y cuándo quiera.
 La revelación de Dios en Jesucristo ocultó a Dios bajo su contrario.
(Lutero)
 La presencia oculta de Dios continúa en los hermanos de Jesucristo.
 El caracter oculto de Dios manifiesta al Dios revelado bajo la alienación
del mundo. Dios se manifiesta en las condiciones de este mundo.
 Poder en la impotencia humana.
 Plenitud en el vacío.
 Vida en la muerte.
El
Trascendente
El problema con la palabra
trascendencia
 La palabra «trascendencia», usada en relación con Dios, está
plagada de dificultades. Al emplear el concepto
trascendencia es evidente que los hombres trabajan con
modelos: algo supera a algo. ¿Cabe ampliar la extensión de
este concepto de modo que pueda decir algo sobre algo (o
alguien) que sobrepasa todo lo real y todo lo imaginable? Así
ampliado, este término sigue teniendo varios significados
distintos:
 Algo puede ser trascendente respecto del pensamiento
humano (trascendencia epistemológica). En este caso,
trascendente no es sólo lo que todavía no ha sido
pensado por los hombres, sino también lo impensable o
inimaginable para ellos. Los hombres no pueden nunca
idear a Dios a partir de ellos mismos (por esta vía sólo
ideamos «ídolos»). Siendo esto así, ¿no es ilógico creer
en Dios? La noción de Dios, ¿no es quizá entonces
contradictoria?
El problema con la palabra
trascendencia
 Algo puede ser trascendente respecto de las experiencias
humanas. En este sentido, Dios es el no-experimentable.
Pero, ¿cómo podemos, en tal caso, afirmar la existencia de
Dios? ¿cómo podemos decir que Dios es coexperimentado en
todas las experiencias como fundamento?
 Puede denominarse a algo trascendente respecto del
espacio y del tiempo, respecto del universo entero. Dios,
entonces, es el intemporal, a quien no cabe localizar en
ningún sitio en el espacio curvo del universo. ¿Es, entonces,
«el totalmente otro»? Pero algo que es totalmente otro de
todo lo que conocemos, ¿cómo puede experimentarse?
¿cómo podemos imaginarlo, creer en él, celebrarle?
El problema con la palabra
trascendencia
 Es lógicamente inconsistente hablar de Dios como el
totalmente otro sin introducir correcciones ulteriores,
tales como referirse también a él como el totalmente
próximo. Hablar de la trascendencia divina sin hacer
mención de la inmanencia radical es, ya desde el punto
de vista lógico, insostenible y absurdo.
 Así, pues, la trascendencia parece que es un modelo
totalmente plagado de problemas internos. Las críticas
de Feuerbach y de otros nos han enseñado que la
representación de Dios como el totalmente otro no es
sólo incoherente desde el punto de vista de la lógica,
sino que carece además, tanto social como
personalmente, de significación liberadora, crítica y
productiva. ¡El totalmente otro puede legitimar tanto la
opresión y la dictadura como la liberación humana!
Misterio de
Luz
 «La aceptación de una causa y de un
origen misterioso resulta para mí más
razonable y me satisface más que la
admisión de una misteriosa ausencia
de causa y de origen, o que la
afirmación -igualmente misteriosa- de
una necesaria e insuperable ignorancia
de cualquier causa y de cualquier
origen...
 Viene a ser lo que afirmaba mi
inolvidable amigo E. Mounier: “El
absurdo es absurdo”. Para decirlo con
palabras de otro gran amigo, J. M.
Capdevila, me siento inclinado a
preferir los Misterios de Luz a los
Misterios de Tinieblas.
 Es, por tanto, la razón misma, y no la
fe sola, la que, puesto a decidir sobre
el fundamento de la realidad, me
decide a admitir una misteriosa pero
positiva existencia absoluta, y a huir
de la admisión de un vacío caótico que
sería, al menos, igualmente
misterioso.»
 SERRAHIMA
Misterio de luz

 En definitiva, todo parece venir a parar aquí: decidir si


se puede preferir a un Misterio de Luz un Misterio de
Tinieblas. Porque Dios ciertamente es postulado como
desconocido, como inexplicable, como misterio: pero es
un Misterio de Luz. La alternativa no elimina el misterio:
sólo postula el misterio del Absurdo con mayúscula: un
Misterio de tinieblas.
 Intentando llegar al fondo de lo que puede hacer que el
hombre tome una u otra actitud, me parece que
podríamos decir que todo depende de la capacidad de
amar: de amarse a uno mismo, de amar el mundo, de
amar la inteligencia, de amar la realidad, toda realidad.
Misterio de amor

 Y con esto vuelvo al principio agustiniano: «Sólo se comprende lo


que se ama». Haciendo una especie de paráfrasis de San Juan, diría
que, "si no amamos el mundo que vemos, ¿cómo podremos amar a
Dios, a quien no vemos?» (cf. Jn 4,20).
 Creer en Dios significa amar tanto la realidad del mundo que no se la
pueda declarar inconsistente o absurda. Significa amar tanto la
propia inteligencia y la inteligibilidad parcial de lo que ella va
descubriendo en las cosas de este mundo, que no se pueda aceptar
que el fin de todo sea solamente como un castillo de fuegos
artificiales que se desvanece en la oscuridad. Significa amar tanto
la verdad que no se pueda admitir que sea solamente Un juego de
apariencias montado sobre la nada. Significa amarse tanto a uno
mismo que uno no pueda resignarse a ser una partícula fortuita de
un no se sabe qué, sin sentido ni valor.
Desde la realidad de Dios

 El verdadero creyente, sabiendo que sólo puede vislumbrar


a Dios con sistemas de representaciones religiosas de alguna
manera condicionadas por su sistema general de
conocimientos, se esfuerza constantemente por rebasarlos,
y sabe que el último criterio para hablar de Dios no puede
ser sólo la coherencia con su propio universo mental,
emotivo o afectivo. Esto haría de Dios como una pieza de
este pequeño universo.
 El criterio último para hablar de Dios sólo puede ser la
misma realidad de Dios, la atracción que esta realidad -
intuida como necesaria y creída como inasequible- ejerce
constantemente sobre nuestro espíritu, forzándolo a salir de
sí mismo, arrancándolo y desarraigándolo de sus parajes
habituales, fascinándolo e inquietándolo con aquella ansia
de infinito.
El misterio que fascina

 Rudolf Otto decía que Dios se nos presenta siempre como mysterium
fascinosum, como el desconocido que fascina; que, una vez
vislumbrado, reclama cada vez más nuestro interés y nos atrae
irresistiblemente. Esto no tendía que extrañarnos mucho, si
consideramos que incluso la persona humana ---que por esto se dice
imagen de Dios es siempre un « desconocido que fascina», alguien a
quien nunca acabamos de conocer, pero que, si lo reconocemos y
tratamos verdaderamente como persona, nos atrae y nos interesa
cada vez más.
 Por eso el creyente intenta ir purificando sus representaciones de
Dios. Sabe que no puede estar sin las que tiene, pero sabe y siente
dolorosamente que ninguna de las que tiene es adecuada. Se
entrega, a la vez insatisfecho y confiado, a aquella «noche de
sentido» y «noche de la inteligencia», encontrando que en esa noche
hay una luz, que es una «tiniebla luminosa».
 «Que bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche».
(San Juan de la Cruz).
 «La tiniebla divina es aquella luz
inaccesible en la que se dice que
Dios habita.
 Es invisible precisamente porque
es sobreeminentemente clara:
 Es incomprensible, a causa del
exceso de resplandor de su luz,
que lo sobrepasa todo.
 En esa tiniebla ha de adentrarse
quien quiera conocer o ver a Dios.
 Los que lo hagan, precisamente
porque no ven ni conocen, llegan
verdaderamente a entender al que
está sobre toda visión y sobre todo
conocimiento».
 Dionisio Aeropagita
 «El creyente no encuentra a Dios como
objeto en la mente, sino que se
encuentra como objeto en la mente de
Dios.
 Pensar sobre El es abrir la propia
mente a la presencia que lo ocupa
todo, que lo penetra todo.
 Pensar sobre cosas es tener un
concepto en la mente, mientras que
pensar sobre Él es como estar rodeado
de Su pensamiento. Por tanto,
conocerlo es ser conocido por Él...
 Vivimos en el universo de Su
conocimiento, en la gloria de estar
vinculados a Él. "Antes de que te
formara en el vientre ya te conocía"
(Jer 1,5).
 Esta es la tarea: percibir o descubrir
que somos conocidos. Nos acercamos a
Él, no haciéndolo objeto de nuestro
pensamiento, sino descubriéndonos
como los objetos de su pensamiento»".
 A. J. Heschel
 Lehmann, Dios, el misterio permanente.
 Kasper, el Dios de Jesucristo.
 Ortega, Teología: Misterio y humanidad.
 Rahner, Escritos de teología.
 Rodríguez Panizo, Dios misterio.
 Schillebeeckx, Los hombres relato de Dios.
 Vives, Si oyerais hoy su voz…

Bibliografía

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