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GISBERT GRESHAKE 231 .

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Breve ensayo sobre el dolor

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CREACIÓNY DOLOR

Existe además otra especie de dolor, que es la que


ofrece las mayores dificultades a la teología' Se trata
del dolor que no es causado por el pecado del hombre'
por su libertad, sino que claramente tiene su origen en
la Creación misrta. La tradición teológica retrotraía
este «mal fisico>» al «mal moral>>, o sea, al pecado:
co-

mo el hombre ha pecado, las estructuras del mundo se


que
han vuelto dolorosaspara castigado' Pero puesto
esta solución teológica hoy día ya no tiene defensores
ni puede tenerlos-, debe buscarse a la cuestión una
respuesta nueva.
Resulta sin duda poco satisfactoria una respuesta
puramente «escatológica)), que remite a la superación'
mediada por Cristo, de todo dolor en el mundo
prome-
tido. donde no habrá lágrimas ni penas' Asimismo' y
en el mejor de los casos, conserva como consideración
filosófica «de primer orden» el hecho de que el «dolor
fisico-orgánico, como señal de un peligro, y la lucha
por la vida en la natural eza, como motor de la conser-
vación autorregulada y la evolución de la vida, tienen
lambién una función positiva. En este sentido, la crea-
62 El precio del amor Creación v dolor

ción cultural de los hombres, su talento de inventores y ción de la misma Creación. ¿,Cómo concuerda todo es-
su perseverancia en el trabajo van vinculados a la guía to con un Dios bueno y con la convicción de fe de que
que les proporciona la penosa insatisfacción respecto la Creación es buena? En las páginas siguientes inten-
de un mundo que quiere ser domeñado y liberado ha- to responder a esta cuestión.
cia nuevas e inauditas posibilidades»1.
Frente a esto, hay que preguntarse con plena serie- Ya la antropología bíblica valora el hecho de que el
dad por la razón íntima de un mundo que de hecho pro- hombre se halla unido del modo más íntimo con el res-
duce dolor2. Ahí tenemos las enfermedades, las epi- to de la Creación (es su «cima» y la <<meta de su senti-
demias y los variados deterioros tanto del cuerpo como do»). Lo cual concuerda con la experiencia humana: el
del espíritu. ¡Cuánto dolor fisico atrozy,vinculado a é1, hombre se encuentra en el nexo nuclear de la restante
cuánto dolor psíquico que procede del rostro multifor- realidad como parte integral de ella.
me de la enfermedad! Además, deben sumarse los te- Esta experiencia humana primitiva se radicaliza e
rremotos, las inundaciones, las olas de frío extremo y intensifica en el modelo evolutivo del mundo. El hom-
las sequías, las hambrunas y las penalidades. ¿No es la bre se descubre en medio del conlinuo de la evolución.
ley del mundo «devorar y ser devorado dolorosamen- Aunque al aparecer el espíritu humano se produzca un
y tener que morin»? Por si todo lo anterior
te>>, <<nacer salto cualitativo, el hombre sigue siendo el resultado
fuera poco, deben añadirse los peligros que presentan de procesos evolutivos. Las leyes de la evolución rigen
tanto el mundo animado como el inanimado: los anima- también para é1. Con todo, y si es verdad que el hombre
les salvajes, los árboles que caen, los accidentes de toda es el ser hacia el que marcha el desarrollo de la evo-
clase. Y existe, en fin, la obstinación del mundo, que le lución, es que las leyes y estructuras de ésta reciben del
hace frente al hombre que trabaja entre cansancio, pe- hombre su claridad y univocidad; sólo desde el ser hu-
sadumbres y dolores. mano se puede leer su <<sentido>>, de acuerdo con el
No es el ser humano quien ocasiona todo esto: no principio escolástico: «Finis in executione, primus in in-
nace de su libertad sino, evidentemente, de la construc- tentione>>, a saber: lo que está al final enlarealización,
es lo primero y lafuerza impulsora pernanente en la di-
l. W. Kern, Theodizee: Kosmodizee durch Christus. en J. Fei-
ner - M. Lohrer, Mysterium salutis lll/2, 579. rección del sentido de todo el proceso.
2. Es muy notable, por cierto, «que en los Salmos [y en toda la Toda la evolución prehumana debe entenderse, por
Escritura] se elevan quejas en mucho mayor número ante la perse-
cución y la opresión humana que ante las catástrofes naturales, co- tanto, como bosquejo previo, como prehistoria del hom-
mo los incendios, las sequías, las malas cosechas, la enfermedad y
bre, como incoación de 1o que luego se despliega pro-
la muerte)) (J. Davi( Die schópferische Kraft des Menschen, en i.
Feiner - M. Lohrer, Mysterium solutis 11,789). piamente en el ser humano y en é1 llega a cumplimien-
El precio del am¿¡r Creaci(tn y dolor

to y a laplena configuración de su sentido. Sea cual sea go de las fuerzas; allí donde se observan «espacios de
la actitud que se adopte frente a Pierre Teilhard de Char- juego» y lo casual rompe una y otra vez 1o necesarioa.
din, en esto radica el valor permanente de su visión del Existen, además, sobre todo en la teología nortea-
]

mundo. En el prólogo de Le phénoméne humain,Tei- ¡


mericana reciente, a la que apela no pocas veces Armin
lhard se pone en el puesto de un observador que mira el Kreiner, voces según las cuales las mismas «leyes» y
pasado no como es en sí, sino «como se le presenta a i
los mismos <<mecanismos» de la evolución que han pro-
I

quien 1o contempla subido a la cumbre en que nos ha si- I


i ducido al hombre, son también las causas del «origen
tuado la evolución»3. de los innumerables males naturales que llenan de dolor
Cuando se contempla la evolución prehumana co- Ia vida, y no sólo la del género humano»s. Partiendo de
mo bosquejo previo del hombre y se interpreta desde aquí, la llamada «teoría de que no hay un mundo me-
éste -en lo accidental deljuego de la evolución, en có- jor»6 sostiene que, si debe «ser describible un universo
mo prueban posibilidades 1o inorgánico y 1o orgánico, que, en primer lugar, sea unitario y no contradictorio y,
incluso en algo como los saltos cuánticos, o sea, en lo
en segundo lugar, deba originar vida humana, no cabe
casual e indefinible de los procesos fisicos- necesaria-
excluir que tal universo tenga que estar constituido más
mente se percibe la figura previa, el preanuncio tímido,
o menos como el nuestro o, posiblemente, incluso exac-
de lo que en la libertad humana llega plenamente a ser.
tamente igual que el nuestro»7.
Porque en todo ello se hace ya claro que la ley de la
Creación no es la necesidad, lafljeza, el estar acabado, 4. En esta misma línea escribe Kessler: «Si el proceso evolutivo
sino la libertad (por amor). Si no se quiere, pues, llegar ostuviera mecánicamente determinado paso a paso, jamás podrían
surgir de él seres vivos cadavez más autónomos y, por fin, el hom-
a pensar el ser del hombre como algo absolutamente y hre, dotado de libertad en su voluntad>> (H. Kessler, Gott und das
en todo respecto nuevo, que de ninguna manera está en l,eid seiner SchópJüng. Nachdenkliches zur Theodizeefrage, Würz-
burg 2000, 91).
continuidad con el resto del mundo de la evolución, y 5. A. Kreiner, Gott im Leid. Zur Stichhaltigkeit der Theodizee-
por tanto no se construye una oposición infranqueable l rgumente, Freiburg i.B. 1997 ,37 6.
6. rbid.,364-379.
entre el hombre y el mundo, hay que afirmar entonces 7. [bid.,374. El autor cita a este propósito, entre otros, a Ste-
que existe ya en el mundo de la evolución prehumano ¡rhen Hawking, que conjetura que a Dios «no le quedaba libertad a1-
guna a la hora de elegir las condiciones iniciales [del mundo, que son
un bosquejo de estructuras de libertad: justamente allí tlcterminantes también para los factores que producen dolor]. Natu-
donde el mundo no aparece definido y determinado, si- rulmente, siempre habría estado a su discreción elegir las leyes que
tlcterminan el universo; pero no podría haber tenido auténtica liber-
no que se despliega a base de probaturas en el librejue- trrd de opción, porque es perfectamente posible que haya muy pocas
]
tcorías unitarias y completas -quizá sólo una [. . . que carezcan de
3. Cf. Ia edición alemana, Der Mensch im Kosmos, München r'ontradicciones y permitan la existencia de esructuras tan complejas
1965,22 (versión cast.: El.fenómeno humano, Madrid 81986). r()nro el hombre» (p. 368).
il
El precio del amor Creación v dok¡r 67

Estas consideraciones proporcionan una base para En todos los niveles de la evolución, siempre, en noso-
comprender el fenómeno del dolor, la desintegración, tros y a nuestro alrededor, se constituye lo malo y se si-
los tropiezos y malogros, la obstinación del mundo. Di- gue siempre, implacablemente, constituyendo de nuevo
gámoslo con toda concreción: que haya cáncer, epide- [.. .] Así lo exige, sin que quepa hacer nada, el juego de
mias, malformaciones, accidentes, inundaciones y cosas los grandes números dentro de un conjunto que se va
parecidas, es una secuela necesaria de que la evolución organizando»8.
se realice como un bosquejo previo de la libertad: no de Así pues, si la libertad humana, debido a cómo el
manera determinada, ni necesaria, ni fija, sino jugando, hombre se encuentra en la trama del mundo, se va bos-
probando posibilidades en el ámbito de lo casual. La quejando de antemano en las estructuras de la evolución
Creación, cuya meta es la libertad de la criatura, no tie- prehumana; si la aparición del hombre hace imprescin-
ne la figura de un orden estático que encaje a priori, si- dibles determinadas condiciones iniciales, determinadas
no que es algo dinámico, no prefijado, juguetón. Ade- «leyes» y «constantes»; se sigue de todo ello que exista
más, que el ser humano aparezcarequiere determinadas en el mundo también lo disonante, lo no integrado, lo
«leyes» y «constantes)) que producen, como la otra cara malogrado y, por tanto, lo que suscita dolor. De modo
de su moneda, dolor. De aquí que en la Creación se dé que si Dios quiere al hombre y su libertad como condi-
necesariamente 1o negativo, 1o desintegrador, lo que no ción para poder dar a las criaturas participación en su
siempre sale bien: una plétora de «productos residua- gloria divina y el hombre se halla esencialmente vincu-
les» que producen dolor. lado a un mundo que va en correspondencia con él y
Teilhard de Chardin habla a este propósito del dolor gracias al cual entra en múltiples relaciones con todos
como «producto colateral necesario>> de Ia evolución. Ya los demás hombres, queda dado al mismo tiempo el en-
en el dominio de lo prehumano se paga caralalibertad. vés de la libertad: hay en tal caso necesariamente do-
La evolución del mundo marcha, como apunta el filó- lor estructurale. Todo ello quiere decir, en 1o que hace a
sofo francés, por medio de ensayos, aciertos y, también,
8. Teilhard de Chardin, Der Mensch im Kosmos,324.
P.
trabajosa y fatigosamente. «Ya por esto se ven [...] tan- 9. Al hombre se le concede un plazo para que crezca en liber-
tos ensayos malogrados frente a un único éxito; tanta tad hasta poder decir sí al amor. Los plazos son inherentes a 1a au-
torrealización de la libertad creatural. También se explican en esta
desdicha frente a una única dicha [...] En el nivel de la perspectiva el llegar a ser y el pasar como leyes fundamentales de
materia, al principio, tan sólo falta de orden u orden fi- un mundo en evolución. Que la vida misma tenga su plazo no es
aún algo doloroso, ya que, sin pecado, el fin del tiempo de la vida
sico perturbado; y luego, en seguida, dolor en la carne no se experimenta como ruptua, como marcha a 1o oscuro e inson-
capaz de sentir; en niveles superiores, maldad o tortura dable. Cf. sobre esto K. Rahner, Zur Theologie des Todes, Freiburg
i.B. 31958,33s (versión casf.: Sentido teológico de la muerte,Bar-
de un espíritu que se investiga a sí mismo y elige [...] celona 1965).
68 El precio del amor Creación y dolor 69

nuestra cuestión de la compatibilidad del dolor con la tados por el mal hasta en nuestra facultad de represen-
imagen cristiana de Dios, que el hecho del dolor no ha- tación); de manera que no nos es posible concebir la no-
bla contra el Dios creador bueno ni contra la bondad de ción de una experiencia de dolor no determinada por el
la Creación. Más bien, y visto desde estas reflexiones, el pecado. Con todo, el modo en que subsiste el dolor en

dolor es el precio de la libertad; mejor dicbo, el precio el amor, tal como hoy nos resulta posible, puede ofre-
del amor. Un Dios que por su omnipotencia y su bon- ceraros una débil analogía de lo que sea una experiencia
de dolor sin pecado. «Quien ama, quizá sufra dolores,
dad impidiera el dolor, tendría que hacer imposible el I

amor, que presupone libertad' Amor sin dolor es, pues,


tormentos del alma y ameuazas en su cuerpo; pero si
ama, quiere decir que está con todo su ser transportado
1o mismo que hierro de madera o círculo triangular'
al tu que ama,y lleva entonces en sí la dicha que no hay
Y sin embargo; el dolor como precio del amor -ni
dolor que pueda tocao>. En el dolor, pues, sin el peca-
podemos ni necesitamos exponer este punto aquí con
do, se daría un saber cierto y hondo de que «el hombre
detalle- podría haberse pagado <<fácilmente» si nues-
está acogido en el amor de Dios. Este saber inmediato
tra manera de experimentar el dolor no estuviera teñida
puede ir de la mano del dolor corporal, de la pena terre-
absolutamente por el pecado. El pecado humano ha ro-
nal y de las pérdidas temporales>>1r.
to la experiencia de la inmediatez de Dios y la transpa-
rencia del amor que Dios nos tiene, 1o cual ha elimina- Este ensayo de explicación no es el único ni está a
do o dificultado la posibilidad de integrar el dolor en la salvo de críticas. Hay voces que insisten en que los fac-
totalidad de la persona y en la relación viva con Dios' El tores negativos de la Creación fáctica son un «precio
pecado también destruye, por tanto, el auténtico «hori- demasiado alto» para esta realidad positiva que es la li-
zonte de sentido>> para manejar el dolor, porque «no hay bertad humana, el objeto propiamente tal que Dios se
mal que tenga un efecto tan aniquilador como el dolor propuso; no pueden, pues, cohonestarse con la imagen
que se experimenta como algo del todo absurdo y ca- bíblica de Dios. Lo negativo, destruido y destructivo
1o
rente de sentido>>ro.Así, es a causa del pecado por lo que de la Creación, no puede por tanto expresar ni a Dios ni
el dolor se convierte en ese dolor que experimentamos su libertad liberadora, sino que ha de ser la expresión
concretamente como lo que desintegra, como lo oscuro, del malo primordial, de Satán, quien, como poder an-
como 1o oprimente. gélico caído, actúa destructivamente sobre los procesos
No nos podemos representar, por cierto, el mundo y cósmicos, como, por ejemplo, en la evolución y sus es-
la existencia humana sin pecado (ya que estamos infec- tructuras. En este sentido hay que hablar, según Ludger

10. A. Kreiner, Gott im Leid,396. I L L. Boros, Erlóstes Dasein, Olten-Freiburg i.8.11964,23.


t
t- El precio del amor Creacíón v dolor 7t

Oeing-Hanhoff(que retoma aquí los términos de Carl no tengan explicación en la ciencia de la naturalezamu-
Friedrich von Weizsácker), «de unAntidiós, que de he- chas realidades, apenas cabe negar wa communio os-
cho, de acuerdo con el testimonio de la Escritura, es mótica entre todas las criaturas. Si cabe conjeturar que
responsable de la 'plétora infinita de los fracasos, los estas estructuras «de comunión e integrativas>> de la
dolores y los fallos'»r2. Creación eran más estrechas y más profundas de como
Ahora bien, no debería ser imposible mediar entre lo son hoy antes del esencialmente desintegrador peca-
esta respuesfay la que antes hemos desarrollado am- do original, no es tan rarala idea de que el pecado ori-
pliamente. El modelo de tal mediación podría ser el si- ginal haya influido negativamente en el <<espacio de jue-
guiente: es verdad que, de acuerdo con la «primera go» que de hecho posee la Creación, de modo que se
respuesta», la Creación prehumana dispone de un «es- haya convertido en (co-)origen del cúmulo (!) de facto-
pacio dejuego» pararealizarse; pero el hecho de que res negativos de ésta.
este «espacio dejuego» haya llevado a tantas y tan po- En todo caso, la pregunta por la compatibilidad en-
derosas estructuras negativas precisa de mayor explica- tre el dolor de la Creación y la bondad de Dios se plan-
ción (en el sentido de la «segunda respuesta»). Pero si tea después de nuestros ensayos de respuesta de un mo-
no queremos introducir un poder cósmico satánico co- do nuevo que es notablemente más agudo.
mo un deus ex machina, hay que preguntar si acaso el
pecado original de la humanidad no desempeña ya
él mismo este papel. Naturalmente que no en el sentido
de que Dios, debido a este pecado y como un castigo
que viene del exterio¡ haya cambiado en el sentido del
mal las estructuras de la Creación, como defendía, ba-
sándose en cierta interpretación de Gn 3,16-79,latra-
dición dogmática antigua. A lo que hay que referirse es,
más bien, a la ósmosis esencial de todas las cosas crea-
das. Lo que esto significa es que hay múltiples «rela-
ciones misteriosas» entre el hombre, de un lado, y las
cosas, las plantas y los animales, del otro. Aunque aún

12. L. Oeing-Hanhoff,Negativittit und Bóses, Freiburg i.B. 1981,


165. Las palabras de C. F. von Weizsácker se encuentran en su obra
Der Garten des Menschlichez, München 1977. 152.
4

¿«IJN PRECIO DEMASIADO ALTO»?

«¡No acnnro!»

Incluso cuando es posible mostrar en la teoría la evi-


dencia de que el dolor se da necesariamente a una con
un mundo que ha sido creado por amor y para el amor
(como hemos venido señalando desde el principio), se
plantea de nuevo, y agudizada, la pregunta por el Dios
que se cobra tan caros la libertad y el amor de la Crea-
ción. ¿No sería mejor, entonces, ninguna Creación que
la Creación tal como es, con el dolor perteneciendo a
su «segunda nalraleza>>2 ¡Cuántas personas que sufren
maldicen la hora de su nacimiento, empezando por el
Job de la Biblia y siguiendo hasta hoy! ¡Cuántas per-
sonas que sufren preferirían no ser antes que ser así,en
esta Creación!
Fédor M. Dostoievski lanza enérgicamente esta pre-
gunta en su obra Los hermanos Karamázov: «Deja que
te diga en pocas palabras -comenta lván a su hermano
Aliosha en el contexto de esta cuestión- que, en su re-
sultado final, yo no acepto este mundo de Dios; y aun-
que sé que existe, no quiero que esté vigente. No es que
q

74 El Precio del amor ¿«Un precio demasiado alto»? 75

yo no acepte a Dios, entiéndeme bien, sino que no acep- co de un Dios contable, que declara estar ilimitadamen-

to el mundo que ha creado, que no puedo aceptarlo' Me te de acuerdo con el dolor, sin considerar él tampoco
expresaré con más claridad: Estoy convencido como un paranadaa las víctimas?»r. Gerhard Streminger, de ma-
niño de que el dolor cicatrizatáy será compensado [" '] nera provocadora y amarga, resume estas considera-
Me parece muy bien, me parece perfecto, que suce- ciones así: ¿Por qué Dios llama arbitrariamente a sus
da, que sea así; pero no lo acepto y no lo quiero aceptar criaturas <<de la paz de la nada al ser [. ..] para hacerlas
.] Se ha puesto un precio demasiado alto a la armo- portadoras de una desgracia sin medida?>>2. Tal crítica
[.
nía. Mi bolsillo no me 1o permite de ninguna manera: termina desembocando en la tesis de que la Creación
no puedo pagar unas entradas tan caras. Por tanto, me ni merecía ni merece el precio que supone el espanto-
so dolor de la humanidad3. De hecho, constata también
apresuro a devolverlas [...] No es que no admita la exis-
tencia de Dios, Aliosha, sino que le devuelvo mi entra- Horst R. Burkle: «Quien afirma que Auschwitz de nin-
guna manera debiera haber ocurrido y que Dios ten-
da muy educadamente».
Simone Weil se refiere a estas palabras de Iván Ka- dría que haberlo prevenido a cualquier precio, está di-
ramázov cuando escribe: «Ofrézcaseme lo que se me ciendo que los hombres no deberían existin>4.
La pregunta de la fe se plantea aquí poderosamente.
ofrezca en compensación de las lágrimas de un niño,
nada hay que pueda llevarme a aceptarlas. Nada, abso- ¿Qué ocurre con la afirmación de san Pablo: «Estoy
convencido de que los dolores de ahora no significan
lutamente nada que la razón idee>>.
nada [] comparados con la gloria que se revelará en no-
¿Tiene realmente tanto valor la libertad,
presupues-
precio, la «en- sotros» (Rom 8, l8)? ¿Es también «cinismo»? ¿Es una
to del amor, como para exigir por ella el
frase completamente ininteligible?5 ¿No está detrás de
trada», de un dolor espantoso? Tras nuestras reflexio-
nes, ¿no sigue habiendo aún una especie sublimadísima 1. A. Kreiner, Gott im Leid. Zur Stichhaltigkeit der Theodizee-
del dios Moloch que permite, por la libertad y el amor Argumente, Freiburg i.B. 1997, 261.
2. G. Streminger, Gottes Güte und die Übel der Welt,Tibingen
de su Creación, hecatombes de dolor, y por tanto las 1992. t51.
quiere (en la medida en que permitir es una forma de 3. Cf. A. Kreine¿ Gott im Leid,262.
4. H. R. Bwkle, God, SulJéring and Bellel Nashville 1977,57.
querer)? «Un Dios que acepta el riesgo de crear seres li- De aqui nace también la crítica de Simone Weil a Dostoievski. Para
bres ¿no se nos presenta como un calculador sin escrú- clla, las reflexiones de Iván Karamázov son una fuga a lo irreal: «No
hay ningún proceso que esté determinado por el amor. El niño que
pulos, que sólo mira alabalanza de resultados finales I lora no quiere que uno se represente la idea de que é1 no existe» (Ca-

y para nada h i ers Il, Paris 1 953 ; versión cast. : Cuadernos, Madrid 200 I ).
[dar participación en su vida a las criaturas]
5. En la dirección de su ininteligibilidad se sitúa E. Levinas,
toma en cuenta a las víctimas? Y e1 hombre que acepta .lttdentum und Christentum nach Fr. Rosennueig, en G. Fuchs - H.
a este 'Dios', ¿acaso no aparece como el cómplice cíni- I I. Henrix (eds.), Zeitgewinn,Frankfttrt 1987,170 «A veces me pa-
7ó El precio del amor ¿«Un precio demasiado alto»?

ella la consideración, perfectamente racional y eviden- Sin embargo, como ya hemos expuesto, Dros no es
te, de que hasta el dolor atroz siempre esfinito,mien- el «Señor>> cuya omnipotencia oprime al hombre, sino
tras que la meta y la finalidad de la Creación es una poder personal y amor que concede espacio junto a sí
promesa infinita: participar de la vida inlinita de Dios? al hombre, le regala la libertad y 1o libera para la liber-
Como ya mostró Blaise Pascal en sus reflexiones sobre tad. Por todo esto, el absoluto no querer el dolor no se
la «apuesta>>6, la relación de lo finito y lo infinito es tan Íealiza, en 1o que respecta a Dios, por un acto de im-
absolutamente incomparable que, en el caso de que sea posición que retire la libertad de la criatura y vuelva
necesario elegir, siempre conviene apostar ala carta de imposible el amor, sino introduciéndose Dios mismo
1o infinito, visto desde cuya perspectiva lo finito siem- en el dolor y haciéndolo suyo. Si la Creación consiste
pre es sólo paso, tránsito y, como tal, aparece «soporta- en que Dios quiere 1o «finito», lo que é1 mismo no es,
ble» así como, en cierto modo, legitimableT. para poderlo amar y recibir en la vida eterna de su di-

¿Quiere Dios entonces «de alguna manera» el do- vino amor; y si este amor es tan inmenso que Dios
lor? Repitámoslo con toda claridad: Dios no quiere en «acepta) por é1 la posibilidad del mal, del dolor, de la
absoluto el dolor. No quiere el pecado -origen autén- desintegración; tal pensamiento únicamente resulta so-
tico del dolor- que constantemente cometemos contra portable si es que Dios mismo también conlleva con
nosotros mismos y contra los demás, y que impregna plena seriedad el dolor como dote que acompaña el
por entero las estructuras de la historia. Tampoco quiere amor que él busca.
que el hombre pierda por el pecado -o sea, decayendo Pero exactamente así es como actúa Dios, asegura
de su relación con Dios, donadora de sentido- el único la fe cristiana en la revelación. <<Cuanto hace Dios -co-
punto de referencia desde el que se supera lo amena- menta Romano Guardini- 1o hace 'en serio', y cuando

zador y desintegrador de la Creación en la experiencia decimos esto apuntamos a una característica suya im-
de estar amparados en el amor de Dios, y sin el cual es portante, decisiva. Quiere decirse que 1o que hace no
cuando el dolor se hace auténticamente dolor. ocurre 'olímpicamente', como bajando de un soberano
que no interviene. Tal clase de majestad no significa en
rece que 1o que pasó en Auschwitz tiene un sentido, como si el buen
Dios exigiera un amor que no promete nada [...] Pero entonces me
realidad preeminencia ontológica, sino debilidad que
digo: Cuesta demasiado, y no a Dios sino a la humanidad». nota que se va a poner en peligro si se mezcla con lo
6. B. Pascal, Pensées,Pans 1987 , 1212-1216 (versión cast.: Pez-
pequeño. Más bien, lo que sucede 'le importa', 1o inte-
samientos, Madrid 2004).
7. Este proceso de la relativización del dolor 1o conocemos por gra en su vida»8. Y también integra en su vida el dolor,
experiencia cuando, mirando retrospectivamente una vez que he-
mos alcanzado cierta meta o estatus, somos capaces de decir sí a los
sufrimientos que hemos padecido por el camino. 8. R. Guardini, Theologische BrieJé an einen Freund, l0s.
78 El Precio del amor ¿«Un precio demasiado alfo»?

mejor dicho: expone su propia vida al dolor. No para El Dtos euE coM-PADECE

«duplicar»e de este modo el dolor y eternizarlo y dar-


La teología judía rabínica, basándose en algunas
le como el brillo perpetuo de lo divino, sino para supe-
insinuaciones del Antiguo Testamento, desarrolló ya
rarlo radicalmente. Pues en un mundo de pecado la lu-
una teología de la com-pasión de Dios. Allí donde Is-
cha contra el dolor que brota del pecado lleva a su vez
rael sufre, allí Dios sufre también personalmente con
al dolor. Pero es que solamente así se puede transfor-
é1. Una sentencia de los rabinos asegura: «Dios se po-
mar internamente el dolor que se funda en el pecado y
ne en el mismo plano que el corazón afligido»r0. Los
en nuestro estar enredados en él: mediante el dolor que
versículos de la Escritura: «En todos sus dolores a Élle
se acepta y se soporta voluntariamente, mediante la so-
dolía» (Is 63, 9), «con el hombre que sufre sufro fo»
lidaridad en el dolor.
(Sal 91, l5) y «el Alto y Sublime dice así: Habito en la
Vale esto, en primer término, respecto del hombre
altura y en el Santuario y en los que tienen el espíritu
que se esfuerza en combatir y superar el dolor. Allí
humilde y desgarrado» (Is 57, 15), son los lugares clá-
donde el dolor que procede del pecado no es aceptado
sicos a partir de los cuales los rabinos cayeron en la idea
y potenciado; allí donde alguien se compromete por la
justicia, lapazy la cura, de la com-pasión de Diosrr. Dios acompaña a Israel en
se sufre de una manera nueva.
su vía dolorosa por la historia.
Pero este dolor es dolor por amor, dolor al servicio de
En la misma línea, Abraham Heschel, el gran teó-
Dios, que se comunica Él mismo con el hombre que
logo judío a quien se ha llegado a denominar «el Buber
sufre y así le da capacidad y poder para superar el do-
lor. Mas Dios también sufre con el hombre: se intro- 1 0. Frase de Rabí Eleazar ben Pedath citada en P. Kuhn, Gottes

duce en el dolor de la Creación y se somete a su carga. Selbsterniedrigung in der Theologie der Rabbinen, München 1968,
14. Haciendo un resumen, señala Henrix: «El tema del vaciamiento
Dios no es el Moloch que está sentado en su trono, de Dios es muy conocido en la experiencia religiosajudía desde sus
tranquilo en las alturas, por encima de las lágrimas de comienzos bíblicos. Hay muchos testimonios, desde la época delTal-
mud hasta la mística moderna, que hablan de la humildad de Dios, e
la Creación y sin que el dolor lo toque. Dios se deja to- incluso de su autoabajamiento o kénosis» (H. H. Henrix, Gottes Ja
ztt Israel, Berlin-Aachen 2005, 94).
car y concernir por el dolor.
I 1. W Gross - K. J. Kuschel, «Ich schaffe Finsternis und Un-
heil!». Ist Gott verantwortlichfi)r das Übel?,Mainz 1992, 192, ob-
ietan que estas citas del Antiguo Testamento no apoyan, desde el
punto de vista exegético, la noción de la divina com-pasión (aunque
9. Tal es la objeción que constantemente repite, desde mi pun-
to de vista sin razones, J. B. Metz, Theologie als Theodizee?, enW. cstos autores tienen en contra a D. Barthélemy y también a G. Foh-
rer). Pero debe respondérseles que los textos de la Escritura no se
Oelmüller (ed.), Theodizee Gott vot Gericht?, München 1990,
aducen por aquello que dicen propiamente según la exégesis «obje-
I 17; cf. también Theodizee-empfindliche Gottesrede, en L B. Metz
(ed.), «LandschaJi aus Schreien». Zur Dramatik der Theodizee-Fra- tiva», sino porque de hecho fueron y son el punto de partida de la
ge,Mainz 1995,93 y 95. tcología judía rabínica sobre la compasión de Dios.
El precio del amor ¿,«Un precio demasiado alto»'? 8l

americano)), desarrolla una «teologí a del pathos divi- divinidad. Y los creó porque amaba al mundo en su
Ulrich Mauser muestra que tras la
no»12. Por su parte, propio Hijo, que estaba ante su mirada eterna como el
manera de presentar el Antiguo Testamento al profeta Rechazado y Asesinado por los pecados del mundo>>r5.
sufriente (por ejemplo, Oseas y Jeremías), se halla el Lo que también quiere decir que Dios podía en cierto
Dios com-pasivo. Al igual que los profetas representan modo <<arriesgarse» a establecer una Creación que po-
a Yahvé, el amor y el celo de Oseas no son <<tan sólo día volverse contra él y desencadenar un alud de doloq
símbolos de cierta conducta de Dios para con el mun- sólo porque de antemano se había decidido a curar con
do, sino correspondencias reales del amor y el celo de su propio compromiso doloroso las heridas de las que
Dios, que también son del todo reales. Pero si cabe ha- la misma Creación tiene la culpa. En todo caso, en la
blar con toda seriedad de amor y celo reales en Dios, es vida y la muerte de Jesucristo se manifiesta que Dios
evidente que no se puede mantener el dogma de que se introduce realmente en nuestra historia de dolores;
Dios es incapaz de sufrin>r3. que, literalmente, sufre con nosotros para superar el do-
Esta idea del Dios com-pasivo, que hunde ya sus lor desde dentro.
raíces en el Antiguo Testamento, encuentra finalmen- La historia de Dios se vuelve historia de dolorr6 no
te en el Nuevo su pleno desarrollo y cumplimientora. para confirmar el dolor o eternizarlo, sino porque, co-
Para nuestro problema resulta especialmente importan- mo ya he señalado, en un mundo caracterizado por el
te, en primer término, I Pe l, 20. Dice este texto que pecado, la lucha contra el dolor conduce ella misma al
Cristo, el Cordero, «había sido ya escogido, antes de la dolor: al dolor por amor. Jesús no ha querido el fracaso,
creación del mundo», para rescatarnos con su sangre.
Karl Barth señala: <<Con la mirada puesta en este su 1 5. K. Barth, Ki rchliche Dogmatik llV l, Zolhkon-Zürich 41970,
Hijo, que había de hacerse hombre y portador del pe- 53 s.
16. Cf. J. Moltmann, Der gel'reuzigte Goll, München 1972 (ver-
cado humano, amó Dios desde la eternidad al hombre sión cast.: El Dios crucificado, Salamanca 2008); K. Kitamori, Teo-
y, con el hombre, a todo su mundo, antes de crearlos, logía del dolor de Dlos, Salamanca 197 5. En este libro se encuenÍa
una observación digna de ser meditada: «El dolor de Dios está en los
pese a y en su bajeza, su no-divinidad e incluso anti- antecedentes infinitamente profundos del Jesús histórico. Cualquier
teoría carece de toda profundidad, si no tiene en cuenta estos antece-
12. Cf., a este respecto, el excelente trabajo de B. Dolna, An dentes» (p. 45). Tesis por completo opuesta a la de Gross y Kuschel,
e n, Mainz 200 | .
dí e G ege nw art G ott e s p re i s gegeb que sostienen que en el Nuevo Testamento nunca se expresa la idea
13. U. Mauser, Gottesbild und Menschwerdung,Tibingen 1971, de que «el dolor de Jesús es el dolor de Dios y que Dios, por amor, ha
40. Se trata de una investigación fundamental para este tema. sentido este dolor como suyo propio» («Ich schafe Finsternis und
14. Cf. diversos textos y referencias bibliográficas en G. Gre- Unheil!», 194). También J. B. Metz, Theodizee-empfindliche Gottes-
shake, Der dreieine Gott. Eine trinitarische Theologie, Freiburg i.B. rede,96, se opone, mencionando a su maestro K. Rahner, a que el do-
a200 I 344ss (versión cast.'. El Dios uno y trino: una teología de la lor de Jesús se entienda como el dolor de Dios. Para la discusión con
,
Trinidad. Barcelona 200 1 ). K. Rahner, cf. G. Greshake, Der dreieine Gott,345ss.
82 El precio del amor
¿«Un precio demasiado alto»? 83

la pasión y la cruz. Lo que ha querido es que los hom- (Heb 2,18) se nos ha abierto el camino que lleva fuera
bres se aparten del pecado, que siempre produce nuevo del dolor. Justamente porque Dios se introduce en nues-
dolor; lo que ha buscado es la alegría del reino de Dios, tra historia de dolor, el doloq con su falta de salidas, su
tratando de realizarla incoativamente en el amor a los atmósfera cerrada y su sinsentido, queda expuesto a la
que sufren y con las palabras de consuelo de [a prome- luz liberadora de la esperanza.
sa. Pero como los hombres se confabularon contra él De ninguna manera es que Dios se hunda sin más
(«¡Fuera con ése!>>), aceptó tomar sobre sí los dolores en el dolor y no pueda yapor tanto salvarnos, como en
del suplicio y de la muerte de cruz sin responder con la ocasiones algunos teólogos objetan a esta concepción.
violencia, con el fin de interrumpir de una vez para Este sumergirse en el dolor de los hombres es, más
siempre la espiral del mal y, por tanto, la del dolor, y así bien. diferente para cada una de las tres personas en la
privarlo de su fuerza. De este modo, el Hijo de Dios vida del Dios trinitario. El Hijo, como hecho hombre,
conllevó con dolor -€n su corazón y en su cuerpo- la
está plenamente en la trama de nuestro humano dolor,
escisión producida por el pecado entre el sí incondicio-
incluso sumergido en é1, a fin de comunicar al mundo
nal de Dios a la criatura y el no con que el ser humano
el absolutamente inconcebible amor de Dios. En cuan-
responde a Dios. La cruz fue, pues, la consecuencia de
to al Espíritu Santo, sus «gemidos» se unen ciertamen-
su esfuerzo y su compromiso contra el dolor; de modo
te a los gritos de dolor de la Creación (Rom 8, 26); pe-
que no significa <<seguir aceptando el dolor, sino que es
ro, al mismo tiempo, en el extremo abandono de Jesús
la rebelión contra el dolor»17.
en la cruz, es quien mantiene el vínculo con el padre y
En la misma línea de estos pensamiento se sitúa
se hace, así, «Espíritu de la resurrección»». El padre,
también la frase de la Carta a los hebreos: «Jesús apren-
por último, sufre en el Hijo y con el Hrjo,t, pero de tal
dió la obediencia a través del dolor y llegó así a la per-
modo que, como no habiéndose hecho hombre
fección» (Heb 5, 8). La obediencia, o sea, el adaptarse -aun-
que no por eso con dicha imperturbada-, soporta en
a la entrega amorosa a Dios que el hombre debe llevar a
cabo -entrega que no conoce ningún dolor que no pro-
18- Es muy hermosa la fórmula de Karl Barth: «Dios, y preci_
ceda del pecado, y relativiza el dolor estructural y lo ha- samente Dios Padre, sufre en la enkega y el envío de su Hijo, en el
abajarniento de éste. No sufre su propio dolor sino el dolor ájeno de
ce soportable- es ella misma dolorosa en un mundo su criatura, el hombre, que acoge en Sí mismo. pero lo sufre en el
marcado por el pecado y el dolor; y lo es también para abajamiento de su Hijo; lo sufre con una hondura con la que ningu_
rra criatura, ningún homb¡e
«el Hijo». Pero por este voluntario <<com-padecimiento>» -salvo ese hombre único que ei su HijL
ha sufrido ni sufrirá [...] Esta compasión paternal de bios es el
mis_
lcrio, es el fundamento del abajamiento de su Hijo; es lo real, lo au_
I7. Ch. Duquoc,Das Kreuz Christiund das Leiddes Menschen. ti'ntico que se hace acontecimiento histórico en la muerte del Hijo
Concilium 12 (1976) 592. e r I a cruz»> (Kirch I i c he Dogmat i k Iy I 2, Zollikon-Ziirich,
I 9 64, 3gé).
r
84 El precio del amor
¿,«Un precio demasiado alto»? gs

cuanto «Padre dotado de pleno podeD), como se lo in- da negatividad no resiste a la reconciliación última del
voca en los himnos litúrgicos, el dolor de la Creación, «Dios todo en todo». Léon Bloy decía: «El dolor pasa,
y lo lleva
a un final bueno. Dios, pues, no se ha intro- pero el haber sufrido no>>2r. En efecto, donde el haber
ducido en el dolor de modo que escapen de su mano su sufrido ha acontecido por amor, rige la verdad de que el
ser y el ser de las criaturas. El dolor de la Trinidad es amor es lo que «permanece» (1 Cor 13, g).
soportado por el Padre, quien con ambas ((manos)), co- El «precio demasiado por el dolor a causa del
alto>>
mo Ireneo de Lyon llamaba al Hijo y al Espíritu Santo, amor lo pagó, pues, Dios mismo. Corno dice Gerd Neu-
hace manifiesto su amor en el mundo. haus: <<El padre, al dejar marchar al .hijo pródigo, con la
Así es como cabe entender las conocidas palabras herencia que voluntariamente le lega, paga con su dolor
de Dietrich Bonhoeffer: «Só1o puede auxiliar el Dios el 'precio del amor'. Este dolor se sigue de la autorres_
que sufre»re. La expresión <<Dios sufriente>> es también tricción voluntaria del poder que es esencial en el uso
la auténtica respuesta a la pregunta de Johann B. Metz: dialógico de la libertad. No en vano, el padre podría ha_
«¿Cómo cabe hablar de Dios a la vista de la abismática ber obligado al hijo a quedarse en casa negándole su he_
historia de dolor del mundo, de sz mundo?>>2o. En la rencia y se habría ahorrado el dolor de la separación, y
cruz se muestra que cuando el dolor se acepta por amor asimismo se 1o habría ahorrado al hijo en la fase poste_
y para superarlo, el dolor se halla rodeado por la pro- rior de su arrepentimiento. Este trato no doloroso con la
mesa de la vida: la resurrección, respuesta del Padre a libertad del hijo habna renido también su precio: el hi_
la cruz del Hijo, es el comienzo dela superación de to- jo habría quedado rebajado a objeto de la voluntad pa_
dos los dolores. Superación como eliminación y como terna y se habría perdido la relación subjetiva que cons_
elevación creadora de sentido. Pues en el hecho de que tituye Ia esencia del uso dialógico de la libertacl»22.
Cristo lleve a la derecha del Padre por toda la eternidad Dios, en cambio, ha pagado realmente él mismo el
los estigmas, se muestra que verdaderamente el dolor
«precio del amor»>, y hasta tal puuto que todos los do_
halla acceso a Dios por toda la eternidad y su ilirnita-
lores de los hombres se pueden amparar en el amor del
com-padecer de Dios y encuentran en la com_pasión
19. D. Bonhoeffer, Wderstand und Ergebung, München 1970,
394 (versión casf.'. Resistencia y sumisión, Salamanca 2008). Sobre de Dios la fircrza para luchar contra el dolor, para re_
cómo K. Rahner se declaró en contra de la concepción de un Dios
sufriente, cf. G. Greshake , Der dreieine Gott,345ss. La declaración
sistirlo y para dotarlo de sentido.
decía: «Para salir de mi impureza caótica y de mi desesperación no
me sirve de nada que Dios, digámoslo brutalmente, esté en el mis- 21. Citado por W. Kern, Theodizee: Kosntodizee clwch Chris_
mo caos impuro que yo» (P. Imhof - H. Biallowons [eds.], K Raft- tus, en J. Feiner - M. Lohrer, Mvsterium scttutis Illl2,5i6.
ner im Gesprt)c/r II, Mürnchen 1983, 245s). 22. G. Neuhaus, Theodizee - Abbruch oder Anstoss des Glau_
20. J. B. Metz, Theodizee-empfindliche Gottesrede, S2. áers, Freiburg i.B. 1993,264s.

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