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CTOR MANUE,L FE,RNÁN DEZ

LAGRACIAYIAVIDA
ENTERA
Dimensiones de la amistad con Dios
4. DIMENSIÓN FRATE,RNA Y SOCIAL
DE I.A GRACIA

En Occidente se desarrolló una doctrina de la gracia muy intimis-


ta e individualista. En el jansenismo, donde la gracia alcanzó un lugar
relevante, todo hacía referencia a la relación del individuo con Dios, y
la concupiscencia se identificaba excesivamente con las inclinaciones
sexuales. No se advertía con claridad la primacía del amor al prójimo y
las exigencias sociales del Evangelio como criterios principales para
discernir adecuadamente sobre Ia autenticidad de la relación con Dios
y como camino indispensable para ser verdaderamente felices.
Hoy hemos de mostrar mejor que la gracia que sana y eleva, tien-
de a plenificar al hombre en todas las dimensiones en que pueda des-
arrollarse, particularmente en su relación con los dem¿ís.
El mundo actual, consumista e individualista, enferma a la persona
en su apertura al hermano, provocando así la creciente disolución de los
vínculos sociales. Se advierte la marcada tendencia a que cada uno viva
para sí y piense sólo en sí mismo. Sin embargo, los valores de la frater-
nidad no se desdibujan del todo, ya que se aprecia profundamente a
las personas que dan su vida por los demás. La acusación que suele bro-
tar espontáneamente cuando hay conflictos en una pareja es: "Eres un
egoísta". Es precisamente una debilidad posmoderna la de apreciar
claramente los valores comunitarios, pero optando de hecho por una
vida clausurada en los propios inrereses. Es frecuente el encierro en un
mundo ficticio de deseo y de insatisfacción que aleia a las personas de
un camino fecundo de encuentro con el otro, con lo real, con la vida
misma. Porque hoy "se asume la seducción de lo real, pero se techazan
sus consecuencias".' Hay un hondo deseo de encuentro, pero al mismo
tiempo un tremendo temor a comprometerse, a involucrarse, a ser limi-
tado o perjudicado por el otro.

l. E. DíM., Posmodemid.td, Buenos Aires 1999 ' 152-


La gracia y k uida entera 108 109 Dimensiónfaterna y social de h gracia

Esto ha de ser sanado desde la doctrina de la gracia, para evitar el crecimiento de la vida en gracia, por ser los actos externos más per-
que una falsa religiosidad provoque una acentuación o un justificativo fectos (más que los actos externos de culto: .tZII- II, 30, 4). Y por eso
de la tendencia al individualismo que hoy nos hace tanto daño. Y supo- puede pensarse en la importancia que tienen en el camino de gracia de
ne una crítica profetica al mundo occidental desarrollado, aParentemente los que no poseen una fe explícita. Textos como Lc 6,36-38;1 Co 13
libre, capaz de grandes progresos, pero frecuentemente clausurado en sí o Ga 5, 14, reafuman esta valoración.
mismo, incapaz de mirar más allá de sus propios intereses de consu- La misericordia con el prójimo es la primera manifestación exter-
mo, comodidad y placer. na de la acción interna de la gracia, es la reacción directa e inmediata de
la gracia cuando ésta toca el orden operativo del hombre (cf Jn 15,12-
17).Por eso tiene tanta importancia a la hora de discernir sobre nues-
A. El orno EN MI cAMINo tro camino espiritual.
También podemos preguntarnos: ¿Cuál es la actitud que define fun-
En primer lugar, en la doctrina de la gracia, hay que indica¡ con cla- damentalmente al hombre en gracia, a ese hombre que está en contac-
ridad que las disposiciones para la justificación no son sólo los actos de to afectivo con las Personas de la Trinidad, y así ya ha comenzado a vivir
fe y de oración, la humildad o las expresiones Piadosas, sino también los la gloria? ¿Cuál es ese efecto de la gracia que se traduce en una actitud
obras buenas hacia el projimo. Igualmente, las obras meritorias que mejor ineludiblemente cristiana, inexcusable?
expresan y hacen crecer la vida de la gracia, son los actos sinceros de amor Podemos decir con San Buenaventura que, si bien la gracia no siem-
al prójimo. pre produce en el hombre un conocimiento actual, refle.io, hay una obra
Santo Tomás habla explícitamente de la posible relación de una obra suya que se manifiesta en todas las actitudes cristianas: sacar al hombre d¿
de misericordia con Ia.iustificación: antes de la justificación como dis- sí mismo, romper la c¿í¡cel de su yo, hacia el cual está como encorvado:
posición hacia ella, o posterior a la justificación, como una penitencia
"Por ser creado de la nada, limitado y pobre, el hombre está encor-
luego de la confesión. Pero el acto de misericordia también podría ser
vado sobre sí rnismo, amando el propio bien... Y por sí mismo no puede
simultáneo a la justificación, lo cual implica que, en el momento pre-
erguirse" (Breuil. 5, 2, 3).
ciso de la obra de misericordia la persona puede ser justificada por Dios
(es decir: no única o exclusivamente en el momento de la absolución El mal, en definitiva, es un desordenado amor a sí mismo, por el
sacramental): cual el hombre se autoconstituye como el fin último de su obrar:
"El acto de misericordia obra contra el pecado, ya sea a modo de satis- "Por ser creado de la nada, el hombre puede obrar deficientemente,
facción, en cuyo caso sigue a la justificación, o sirviendo de preparación,
y esto sucede cuando se ama desordenadamente a sí mismo (De Regno
en cuanto que'los misericordiosos aJ.canzarán misericordia', o ambién pue-
Dei 43).
de concurrir a la justificación juntamente con las virtudes mencionadas
(caridad, temor filial, humildad), ya que Ia misericordia se incluye en el El amor desordenado al propio bien es lo que reina en todo pecado:
amor al prójimo" (Sf I-II, 113,4, ad L).
"El deseo que reina en todo pecado seentiende cuando lo que se desea
Podemos acudir también a un texto elocuente de San Agustín: es lo propio... Así, el envidioso, cuando le molesta el bien ajeno, se delei-

"Lo que haces con los que te piden limosna ta en algo del bien ajeno que Ie atrae Poseer Para sí... Nadie envidiaría si
es lo que Dios hará con
tu prójimo con tu plenitud, no amara desordenadamente el propio bien" (II Sent. 36, 1,2, ad l-5).
su mendigo. Estás lleno y estás vacío. Llena a
para que tu vacío pueda llenarse con la plenitud de Dios" (Sermo 56, 9). Así es el hombre sin la gracia: una horrible autocontemPlación, una
Las obras de amor al prójimo tienen un particular valor dispositi- enfermizabúsqueda de sí mismo. Sin la gracia, todo lo que hace el hom-
vo hacia la justificación y también un peculiar valor de cooperación en bre es por interés egoísta, y sólo por la gracia puede obrar "gratis",
La gracia y k uida entera 1 10 II I Dimensión faterna y social dt k gracia

libre de Ia enfermedad del egoísmo en que está encerrado, sanado de ese luta libertad de Dios y el primado de su iniciativa en el orden sobrena-
"encoryamiento" por el cual no puede ver nada más que a sí mismo: tural. Sólo Cristo ha merecido para nosotros "de condigno". Sin embar-
go, decir "mérito de congruo" es más que una simple oración escucha-
"Por sí mismo el afecto es mercenario. Si hace algo, lo hace procurando
da (ya que Dios puede escuchar por misericordia la súplica de un pecador)
la propia conveniencia. Pero cuando sobreviene la gracia divina, el hom-
e implica un verdadero influ.io, subordinado a la iniciativa divina, "por-
bre puede hacer todo gratuitamente, quiere gastar todo gratuitamente, sea
que es conveniente que, mientras el hombre use bien de su poder, Dios
para la utilidad del prójimo o para la gloria de Dios. Por eso se evidencia
obre con mayor excelencia, conforme a su poder preeminente" (l-II,
que es muy razonable que ese influjo se llame gracia" (II Sent. 26, l, 2) .
t14,6). Veamos la explicación de Santo Tomás:
Sanando al hombre de su "curvitas", la gracia consigue que se ele-
"Cuando el hombre que está en gracia cumple Ia voluntad de Dios, es
ve, para dejar de mirarse a sí mismo, de manera que pueda reconocer a
conveniente, por cierta proporción de amistad, que Dios cumpla la volun-
Dios y al hermano (De Septem Donis 1,15). Así también puede amar al
tad del hombre concediendo la salvación a otro- Aunque a veces puede
semeiante como Dios b ama: gratuita y generosamente.
haber impedimento Por parte de aquel cuya justificación desea un santo"
Buenaventura no contrapone el encuentro con Dios a través de los (ibid).
efectos interiores de la gracia al encuentro con Dios en el mundo exte-
rior -en el prójimo y en demás criaturas-. Al contra¡io,la gracia misma En cambio, el hombre pecador, no puede merecer de ninguna mane-
produce un dinamismo que lleva al hombre a salir de sí para encontrar rala salvación para los demás (art. 5). Podría sólo pedirla, y ser escu-
a Dios e n el oúo (II Sent. , 23, 2, 3) . Se plenifican así en Buenaventura chado por la pura misericordia de Dios, sin cooperación alguna de su
el interiorismo agustiniano y el neoplatonismo de Dionisio Areopagita, parte que pueda tener algún influjo en el bien del otro.
alcanzando una estupenda síntesis teológica con la piedad de San Francisco
de fuís. En esta síntesis, lo creado halló su máxima valoración. El mun-
do externo, la vida de la gente, la sociedad, ya no son algo desprecia- B. LrsrRAcróN socIAL
ble, al margen de la gracia, sino una luz maravillosa, un sublime regalo
que Dios hace a cada persona, donde puede percibir y gustar, por la La expresión "liberación", que se utiliza para describir la obra de la
acción de la misma gracia,la gloria de Dios: gracia que nos libera del pecado, hoy ha adquirido un sentido amplio.
"El éxtasis no significa para Buenaventura, ni en sus aspectos areoPa- Hablamos de una liberación integral, que implica que la respuesta de
gíticos, sobrevolar y abandonar el mundo, sino la aPertura del mundo a la Iglesia a la voluntad de Dios no consiste sólo en buscar que los hom-
Dios, y, más precisamente, la manifestación dei mundo prendado y toca- bres salgan del pecado, sino que se realicen en su dignidad humana en
do por Dios".2 todo sentido, liberándose de la miseria, la exclusión social, etc. La vida
en gracia no se piensa sólo como un proceso de los individuos aislados,
Por otra parte, Santo Tomás habla también del valor de nuestras
sino como un camino de las comunidades, llamadas a ser santas. Y la
buenas obras para el camino espiritual de los demás. Esto podría pen-
liberación de esas comunidades implica que sus miembros sean libera-
sarse simplemente desde la comunión de los santos: la Iglesia como un
dos de todas sus opresiones, también de aquellas que son consecuencia
cuerpo donde nos influenciamos unos a otros. Pero Santo Tomás ha lle-
del pecado de los poderosos.
gado a hablar de un mérito "de congruo" con el cual alguien puede mere-
Podemos decir que el pensamiento Protestante no a¡rdó a la Iglesia
cer la justificación de otra persona. Hay que descartar, por supuesto, el
católica posterior a Trento a desarrollar esta idea comunitaria y social
mérito de condigno (de estricta justicia), que atentaría contra la abso-
de la liberación, porque la obligó a plantear las cuestiones ligadas a la
salvación desde un punto de vista exclusivamenre individual. l¿ teolo-
gía de Lutero se fue desarrollando en el fragor de la polémica, que le lle-
2. H. U. voN BaLtres¡p., Gloria II. Eoilos Eclaiástico¡, Madrid 1986, 267 .
La gracia 1 k uida entera 112 113 Dimensión ftaterna y social de k gracia

vó a acentuar Ia relación individual de la persona con Dios. Sin desco- ración de la opresión económica y política no se queda allí, sino que se
nocer el valor y la riqueza del pensamiento de Lutero, la realidad es que orienta a la plenitud del Pueblo en una liberación integral que implica
"esta forma de reaccionar incluye el peligro de un particularismo" que una alianza con su único Señor. Pero vale también la inversa: la libera-
a veces ha originado un "subjetivismo podrido".3 De hecho, "la teolo- ción del pecado que realiza la gracia en el Bautismo, lleva en sí una
gía protestante está muy vinculada al sujeto histórico liberal".{ Además, exigencia interna que -si no encuentra obstáculos- nos impulsa a busca¡
las circunstancias históricas llevaron a que el Protestantismo estuviera la liberación integral de los hermanos, y no sólo su "salvación" espiritual.
íntimamente vinculado, desde sus comienzos, a la promoción de los inte- Esto implica también procurar la propia felicidad terrend,lo cual
reses del individuo y a la mentalidad capitalista. Por eso "la ideología hace posible buscar sincera y apasionadamente la felicidad terrena de
protestante unifica Ia libertad del individuo, la democracia liberal y el los demás. Caeríamos en el antihumanismo jansenista si entendiéramos
progreso económico como expresión del espíritu protestante".s Por la felicidad de una manera meramente espiriual, sin conexión con nues-
el mismo motivo de fondo "la situación proletaria, en la medida en que tro cuerpo, con nuestras búsquedas emotivas, con nuestra necesidad
representa el destino de las masas, es reacia a un Protestantismo que, en natural de placer y de vivir con dignidad. Dios, que ama al hombre
su mensaje, pone a la personalidad individual frente a la necesidad de entero, ama también su gozo terreno, sensible, corpóreo. Así lo enten-
tomar una decisión religiosa, pero abandonándola a sí misma en la esfe- día San Ireneo cuando afirmaba que "la gloria de Dios es el hombre
ra social y política, por considerar que las fuerzas que dominan la socie- viviente". En el fondo, aquí está la razón última por la cual no propo-
dad han sido ordenadas por Dios".6 nemos una fuga del mundo, y más bien nos sentimos impulsados a
Hoy, la noción de liberación ha adquirido una mayor integrali- Iuchar por la promoción del hombre y la defensa de sus derechos socia-
dad. Los textos del Éxodo, particularmente significativos, ya no pueden les. Una tenebrosa espiritualidad nos llevaría a pensar: "Que sufran,
interpretarse sólo como un símbolo de la liberación del pecado, o del porque el sufrimiento prepara para la vida eterna", "que pasen hambre,
Bautismo. Es ineludible destacar, como consecuencia necesaria de la porque eso los purifica de sus pecados, y lo que interesa es el bien espi-
liberación del pecado, la liberación de la indiferencia, el nacimiento de ritual de las personas". Palabras más o menos, algo así sigue afirmán-
un profundo sentido social, la decisión de luchar por la liberación inte- dose -en la teoría o en la práctica- en algunos sectores de la Iglesia cató-
gral de los hermanos. lica. Pero los restos de esta ideología malsana siguen en pie porque no
Porque la liberación del Éxodo era una respuesta al clamor del Pueblo, se predica con pasión y convicción que Dios ama el placer, la feli-
que vivía oprimido por el sistema del Faraón (Éx2,23-24;3,9-lO). cidad terrena, el gozo sensible del ser humano (Eclo 14, 6-7. 11.14;
El sentido eminentemente social de esta liberación se confirma de una 1 Tm 6, 17; Col2,20-23). Sólo desde esa convicción profunda nos
manera irrefutable por cuanto el Éxodo se convierte en fundamento interesará luchar para que nadie viva indignamente, para aliviar el dolor
de las leyes sociales de los judíos (F-x22,20-22; 23,9). de los demás. Si valoramos -como Dios- la felicidad integral de cada
Sin embargo, no puede dejar de reconocerse que esa liberación social ser humano, entonces no nos bastará su bien espiritual.
culmina en el Sinaí en una alianza religiosa con Dios. Es decir, la libe- El modo como se ha acentuado el valor de la libertad individual
en Occidente, ha llevado a plantear una seria dicotomía entre el pro-
greso -una noción limitada de progreso- y la compasión. Así lo con-
3. J. I. GoszXl¡z Faus, La humanidad nueua. Ensayo de Cristología, Santander firma el siguiente texto, demasiado cínico como para ignorarlo:
1984,563.
"Una genuina sociedad cornpasiva, la que haya logrado alcanzar el
4. L. Bor¡, Y k lglesia se bizo pueblo. "Eclesiogénesis": La lglesia que nace dt lafe del
idea.l de meterse en los zapatos del desafortunado, se encontrará de pronto
pueblo, Srntander 1988, 2 1 0.
5. R. Ar-ws, O protestantisnto como uanguarda da liberdade e da nodernidade, en marchando hacia soluciones colectivas enemigas de la libertad individual...
W.AA., Protestdlttismo e repressáo, Sáo Paulo 1979,42. Hay un peligro real y tremendo de parte de la gente que comienza a iden-
6. P. Ttt-tcn, The Protes¡ant Era, Chicago 1962, 16l. tificarse con el murrdo del sufrimiento... Ninguna sociedad sabia debe per-
La gracia y k uida entera 114 115 Dimeruión faterna y social de la gracia

mitirse mirar el mundo a través de los ojos del desafortunado, pues el des-
rechazamos nuestra misión mediadora para el bien de los hermanos pobres,
afortunado no tiene gran interés en caprar, y mucho rnenos en explotar,
nos situamos fuera del canal de la gracia (Dt 15, 7-9; Eclo 4, 5-10; Is 1,
el más alto valor de Ia civllización: Ia libertad individual".T
17-18; 58, 6-L 1; 1 Jn 2,9-ll; 3, 14. 17 -19; Mr.25, 31-46). La Iglesia
De hecho en el capitalismo -expresión de esta rendencia a la abso- ha reconocido que esta exigencia brota de la misma obra liberadora de la
lutización de la libertad individual fuera de todo conrexto- el débil es gracia -por lo cual no se trata de una misión reservada sólo a algunos- y
excluido, o me.ior, eliminado: por eso necesita asumir la misión de escuchar el clamor del pobre:
"Spencer consideraba que era un derecho de los econólnicamente fuer- "La Iglesia, guiada por el evangelio de la misericordia y por el arnor al
tes inducir
a la extinción de los económicamenre débiles. Este impulso fue hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas
en realidad ei secreto de la fuerza del capitalismo: eliminar al débil".8 sus fuerzas... La conversión espiritual, la necesidad del amo¡ a Dios y al
prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres
La idea de una libertad completamenre autónoma llevó a una eco-
y dela pobreza, son requeridos a todos".ro
nomía igualmente autónoma, atenta sólo a un aspecro de la realidad
social. Esta mentalidad económica "se separó cada.vez más de la vida También Santo Tomás situaba esta actirud ante las necesidades mare-
cotidiana y de su razonabilidad propia, mosrrando así un fuerre déficit riales del pobre en el orden de la salvación, ya que se trata de un modo
de racionalidad humana, cuyo síntoma son los llamados efecros exrer- privilegiado de cooperar con la gracia:
nos":e el desempleo, Ia miseria, la exclusión, el asco hacia los pobres. "Se dice que los pobres que reciben limosna acogen a otros en los eter-
Por eso podemos sostener que el ideal por antonomasia de la men- nos tabernáculos, ya porque impetran para ellos el perdón cuando oran...
talidad occidental, no es en realidad la libertad individual, sino "la liber- o también, materialmente hablando, porque por las mismas obras de mise-
tad individual de los fuertes y poderosos". En otro nivel, esre ideal se ricordia que uno ejerce por los pobres, merece ser recibido en los eternos
convierte en Ia defensa de la democracia opulenta de los países ricos -y tabetnáculos" (Sf I-II, ll4,6, ad3).
de su amado "way of life"- aunque sea a costa de la democracia o de la
vida en los países pobres. Me atrevo a decir que esra mentalidad es com-
pletamente irreconciliable con la noción cristiana de "gracia". De hecho, C. DtN¡lr¿rsrr¿o DoNATrvo y RECEprtvo ANTE EL poBRE
cuando San Pablo se acercó a los Apóstoles de Jerusalén para discernir
"si corría o había corrido er. vano" (Ga2,2), el criterio de autentici- En definitiva estamos hablando del mandamiento nuevo, el man-
dad que le indicaron fue "que no se olvidara de Ios pobres" (Ga 2, 10). damiento del amor. Ciertamente, nadie puede negar que el núcleo de
En toda la Escrirura podemos encontrar rexros que indican que la ben- toda la vida cristiana está en el amor. Pero Juan Pablo II, en el capítu-
dición de Dios sobre nuestras vidas supone que nos siruemos en un canal lo IVde Nouo Mill¿nnio Ineunte, ha querido presenta.rnos un esdlo deter-
sobrenatural, que se ubica entre el pobre que clama y Dios que lo escu- minado de amor que debería caracterizar a la Iglesia de hoy y a cada cris-
cha. Situándonos en el medio (como Moisés), aceptando ser los insrru- tiano de este tiempo. En realidad todo este capítulo de NMI es un intento
mentos que Dios ha querido necesitar para escuchar el clamor del pobre de describir el movimiento que caracferiza a la caridad en su esencia más
y socorrerlo, nos colocamos en el ámbito de la bendición divina. Pero si íntima: la salida de sí hacia el otro.'1
Ya antes de su Pontificado Karol §Tojtila sostenía esta convicción:

7. P. 'ülonsrr¡oRNE, A uritterse of Hospital Patients. Further Remarhs on the Britisl¡


Condition, en Harpers 251, l-ondon 1975, 38.
10. CoNcnecactóN pARA ra DocrzuNa oe la Fe, Instrucción Libertatis Nuntius
8. L. Tuunow, El futaro rlel capitalismo, Buenos Aires 199 6, 265. (1984), )Cfl, 1.18.
9. J. C. ScaNuoNr, Hacia la trunsformación comunicatiua de la racionalidad eco. I l. Para un desarrollo más amplio de esta cuestión remito a mi artículo: La místi-
ntintica, en Ética 7 economía, Buenos ñtes 1998, 147 .
c¿ ¡le la atención pues¡d eu el otro, en Commuio 3, Buenos Aires 1999.
La gracia y la uida entera tt6 lL7 Dimensión faterna 1 social de k gracia

"La esencia del amor se realiza Io más profundamente en el don de sí Pero la noción teologal de "don" en la que se prolonga la "donabi-
mismo que la persona amante hace a la Persona amada... Es como una ley litas" del Espíritu, no invita al desborde activista, sino más bien a lo
de éxtasis: salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento de su ser".'2 siguiente: ala atención puesta en el otro "considerándolo como uno
consigo" (.tf II-II, 27,2). F.sta atención amante es el inicio de una
Karl Rahner lo expresaba de la siguiente manera:
verdadera "inclinatio" hacia su persona, a Partir de la cual buscamos efec-
"En cualquier caso el hombre dene que llevar cabo esta empresa: salir
a
tivamente su bien.
de sí mismo...Elcorazón se posee verdaderamente a sí mismo en cuanto Esta atención a su persona implica también valorarlo en su bon-
se olvida de sí mismo en el obrar, en cuanto que sale, y perdiéndose se Posee
dad propia, dejándose "completat" por su riqueza. Esto se advierte mejor
verdaderamente".t3
si consideramos que, así como no puede amar a Dios, a quien no ve,
En la descripción que hace Santo Tomás sobre la caridad también quien no ama al hermano que ve (t Jn 4,20), tampoco puzdz dejarse eni-
hallamos esta idea de la "inclinación hacia": qaecer Por Dios quien no tiene la disposición habitual a dejarse enriquecer
por los demás.
"La caridad importa cierta unión afectiva entre el amante y el ama'
La aptitud para captar la belleza de los demás y las distintas mani-
do, en cuanto el amante se mueve hacia el amado considerándolo como
festaciones de esa hermosura, es el sentido estético o contemplativo de
uno consigo" (ST II-II, 27, 2).
la caridad, que nos permite servir al otro no por necesidad o por vani-
Para San Buenaventura la caridad es el libre exceso fuera de lo divi- dad, sino "porque él es bello". Por eso decía Santo Tomás que "del amor
no de Ia necesaria difusión del sumo Bien cuyo dinamismo infinito cul- por el cual a uno le es gratd la otra persona depende que le dé algo gra-
mina ad intraen la infinita "inclinatio" del Espíritu: tis" (ST l-l.I, 1 I 0, 1). En este sentido, la palabra "caridad" agrega algo
"El bien es difusivo de sí, pero la difusión en cuanto tal es hacia otro' a la palabra "amor", porque expresa que el ser amado es "caro": "Es esti-

Por lo tanto el bien en cuanto tal es hacia otro" (I Sent.,42, un', 1, sed c'
: mado como de abo ualoi' (i6id,26,3).
t y concl.). Estamos hablando entonces de una verdadera profundidad con-
templativa que se vive en el encuentro mismo con los demás; no sólo en
De ahí que por la caridad el hombre sea Puesto "extra se", y así deci- una suerte de observación recogida o intimista, sino en medio de la mis-
mos que "la dilección conexiva, con la cual amo a otro, es más perfecta ma actividad de servicio al hermano.
que la refleja, con la cual me amo a mí mismo" (Col in Hex. 1 l, 12) ' Tan convencido estaba de esto San Buenaventura, que sostenía que
Po, .ro mismo, el don de sí a los demás es condición necesaria para la la contemplación de Dios se hace más fácil cuando el amor al herma-
realización de la propia perfección (GS 24c). no se expresa en obras: "Hay cierta acción que, unida a la contempla-
De este modo, sacando al hombre de sí, o meior, inclinándolo bacia ción, no la impide, sino que la hace más f;ícil, como las obras de mise-
el otr\,la caridad produce eficazmente el retorno (reditu) del hombre ricordia y piedad" (IV Sent. 37, |, 3,ad 6). Es una acción en la cual la
hacia el Padre, y sin ella todo el orden virtuoso es ineficaz en nuesrro hermosura y la dignidad del otro son intensamente percibidas por el
camino hacia la felicidad plena. Por su poder máximamente unitivo, la corazón amante, porque el hermano es contemplado como reflejo de
caridad realiza un "contacto" con Dios que no pueden producir las demás la gloria de Dios.
virtudes, de modo que es el mejor anticipo de la gloria' Por esto mismo, Por eso, habría que recdficar la idea de que la verdad se alcanza sólo
reconoce santo Tomás que la caridad es la virtud "que obra más delei- en el recogimiento solitario, eludiendo el contacto con el mundo exter-
tablemente" (.tf II-II, 23,2). no. Según Buenaventura la perfección de la contemplación se realiza
cuando se puede descubrir a Dios "en las criaturas exteriores"( II Sent.
12. K. lVolrllA, Amor y resporuabilidad, Madrid 1978' 136. 23,2,3). En el encuentro atento de amor, inclinándome hacia el otro
13. K. R¡HN¡n, Elaño litúrgico, Barcelona 1966,28.30. por considerarlo una sola cosa conmigo, estoy dispuesto a beneficiarlo
La gracia y k uida entera 1 18 t 19 Dimensión fratema 7 social de la gracia

pero también a contemplar me.ior su propia riqueza, dejándome enri- de ser vulnerable y necesitado. Esta situación ante el otro, cuando es
quecer por ella. Así puedo descubrir la verdad y amarla en el diálogo mis- transfigurada por la gracia, se convierte en una "gratuita receptividad",
mo, en un dinamismo de "dar y recibir lo que no se puede comprar ni cuya gratuidad no consiste en que uno se considere complehmente inde-
vender sino sólo regalar libre y recíprocamente".'r Es sembrar, pero al pendiente y prescindente de lo que el otro pueda ofrecer, sino en la con-
mismo tiempo cosechar corr gozo. vicción interior de que eso que necesitamos no puede exigirse a los demás
Podríamos preguntarnos dónde aParece este asPecto de recepiuidad, y sólo puede ser recibido como regalo. Sólo esta actiud "gratuitamen-
tanto en nuestra relación con Dios como con el prójimo, en la moral de te interesada" hace posible una sincera acción de gracias.
las virtudes. Pero en Nouo Millennio Ineunte se nos pide una mirada todavía más
En la teología de la Ley nueva y de la Gracia, tanto en la presenta- amplia, porque "a partir de la comunión entre los cristianos, la caridad
ción paulina como en la agustiniana y tomista, podemos apreciar un pri- se abre por su naturaleza al servicio universal, proyectándonos hacia la

mado de Ia gracia que nos haría pensar que la prime ra reacción del hom- práctica de un amor activo y concreto con cada ser humano" (NMI 49).
bre a¡rte ese don debería ser más receptiva que activa: "Salir de sí aceptando Nos coloca ante una opción que no admite mediocridades, que no pue-
recibir de otro". Buenaventura lo expresa de este modo: de ponerse frenos, límites, topes. El amor tiene un dinamismo que debe
llegar hasta el pobre, tiene un impulso que no puede encerrarse en el
"La graciadel Espíritu Santo uo puede estar en el hombre sino por un
cómodo mundillo de los seres cercanos, que pertenecen a la misma con-
movimiento hacia su Principio original. Pero el soberbio atribuye todo a
dición social. Esas paredes llenas de condicionamientos deben ser rotas,
sí mismo... Se repliega como diciendo: esto no lo recibí de tl" (De septem
de manera que la mirada pueda posarse, sincera, amante y generosa,
Donis 1,9-10)-
en el pobre y marginado.
Evidentemente esa "reacción eminentemente receptiva" debería Sería superficial entender que se trata de procurar una mayor efi-
situarse en la cima del obrar virtuoso, es decir, en la caridad. De hecho, cacia de las ayudas prestadas, sin que llegue a convertirse en una esPe-
es precisamente eso lo que hace Santo Tomás cuando presenta la cari- cial "capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para
dad como amistad, que es "un mutuo amarse que se funda en alguna que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino
comunicación" (.SZII-II, 23,1). Esta "comunicación" no sólo implica como un compartir fraterno" (ibid). Se trata de secundar el impulso
ser receptivos ante Dios, sino también ante el prójimo como instrumento de la gracia para hacernos "receptivos" también ante el pobre' Allí está
suyo. Por eso "son vituperados los que esperan en el hombre como si la clave: imaginar los modos concretos y variados que podrían lograr que
fuera el autor principal de Ia salvación, Pero no los que en él esperan el pobre nos sienta como verdaderos amigos y compañeros de camino.
como instrumento en dependencia de Dios" (SIII-II, 25,1, ad 3). Esta Si en el punto 42 de NMIsedice que debemos hacer de la Iglesia la "casa
"espera" propia de la esperanza se trasmuta en acogida amorosa cuando de la comunión", ahora se nos invita a una comunión donde el pobre
se trata de un don presente. Así se puede acoger la preocupación del esté efectivamente integrado. Por eso, será auténticamente casa de la
Magisterio católico al condenar ciertas expresiones del quietismo de comunión si se convierte en la casa del pobre. Y estar en casa implica ser
Fénelon, que proponía "un estado habitual de amor a Dios que es cari- sujeto, poder tomar decisiones, marcar un estilo, ser escuchado a la hora
dad pura y sin mezcla alguna de motivo de interés propio" (DS 2351), de establecer normas de convivencia, proyectos, etc. Por eso, si habla-
donde "no queremos nada para nosotros" (DS 2355). En una criatura mos de "evangelizar a los pobres" y ellos son en la Iglesia dueños de casa,
limitada, imperfecta y frágtlcomo el ser humano en camino, el amor no esto implica que la evangelización deba realizarse también "desde ellos",
puede concebirse sin un legítimo interés, que consiste en un reconoci- con una profunda receptividad, lo cual no será posible sin una auténti-
miento mental y afectivo de la necesidad de ser completado por los demás, ca "conversión de la Iglesia".
Cristo mismo clama desde ellos así como ellos son. Por eso, con otro
14. JuaN Panlo II, Carta a las familias lla. tipo de cultura, con otro modo de mirar la vida, la sociedad, la morali-
La gracia y la uida entera t20 121 Dimensión faterna y social de h gracia

dad, la lglesia, con otra forma de religiosidad, ellos son también dueños Sin embargo, el Papa quiere evitar un trabajo por los pobres que no
de casa. De objetos de asistencia y evangelización, deben convertirse esté movilizado por una profunda mística que impregne e ilumine la
en sujetos.15 No porque ellos deban cambiar para logrado, sino porque opción por ellos. Por eso recoge también una línea contemplativa que
Ios que tienen poder y ministerios en la Iglesia se decidan a crear las con- hace derivar la opción por el pobre de la contemplación de Cristo en su
diciones para que ellos puedan ocupar espontáneamente su lugar, hacien- modo de actuar ante los marginados y de Ia contemplación de Cristo
do de la Iglesia Ia casa de ellos: presente en e[ pobre. La opción que se nos pide brota -debe brotar-
de la contemplación de Cristo, para que tengamos la seguridad de po-
"Por eso tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comu-
seer una cristología adecuada y completa:
nidad cristiana, se sientan como'en su casa'. ¿No sería este estilo Ia mrís gran-
dey eñcazpresentación de la buena nueva del Reino?" (NMI 50). "Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo,
tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los
El Papa retoma y reconfirma así la opción por los pobres, desarro-
que Él rnismo ha querido identificarse: 'He tenido hambre y me habéis
llando la doble vertiente que debe tener esa opción: la de la praxis libe- dado de comer, he tenido sed y me habéis dado que beber; fui forastero y
radora y la de Ia mística contemplativa. me habéis hospedado; desnudo y me habéis vestido, enfermo y me habéis
Por un lado, la praxis liberadora, reclamada por las corrientes más visitado, encarcelado y habéis venido a verme' (Mt25,35-36). Esta pági-
combativas de la Teología de la Liberación. Aquí es donde nos invita a na no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología'
no quedarnos en la mera proclamación y a preguntarnos,sinceramente que ilumina el misterio de Cristo" (49).
"a qué grado de entrega puede llegar la caridad hacia los más pobres"
En este sentido de una opción por el pobre que confirme la auten-
(NMI 49). En este orden, el Papa llama la atención valientemente, expo-
ticidad de nuestra relación con Cristo, el Papa llega a decir que "sobre
niéndose a las burlas de los tecnicistas del capitalismo sacralizado, sobre
esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo,
"las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnoló-
no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia" (ibid)' Juan Pablo II reto-
gico, que ofece a pocos afortunados grandrs posibilidades, dejando no sólo
ma y acentúa de este modo un llamado de atención de la Congregación
a millones y millones de personas al margen del progreso, sino a vivir en
para la Doctrina de Ia Fe sobre una ortodoxia que encubre una peli-
condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dig-
grosa insensibilidad ante la situación de los pobres: En Ia instrucción
nidad humana. ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía
Libertatis Nuntius se decía que ese documento "no debería servir de pre-
quien se muere de hambre, quien está condenado al analfabetismo, quien
texto a todos los que se atrincheran en una actirud de neutralidad y de
carece de la asistencia médica más elemental, quien no tiene techo don-
indiferencia frente a los trágicos y urgentes problemas de la miseria y
de cobijarse?" (NMI 50).
de Ia injusticia".'6 Es más se pidió explícitamente un claro y eficaz tes-
Por eso, Juan Pablo II hace notar que esta opción no puede redu-
timonio de entrega al pobre y oprimido, una "vida teologal integral',
cirse a privilegiar la "atención religiosa" de los pobres. Porque "el anun-
para evitar caer en una ortodoxia cómplice.'7
cio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser
Si leemos bien el texto de NMI, podemos advertir que, asumiendo
incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual socie-
la exigencia de una praxis liberadora eficaz, y haciéndola partir de Ia con-
dad de la comunicación nos somete cada día. La caridad delas obras
templación de Cristo, el Papa no se limita a yr¡xtaponer estas dos líneas,
corrobora la caridad delas palabras" (NMI50).
una que acentúa la atención luchadora y eftcaz al pobre en su miseria y
otra que acentúa la contemplación de Cristo que nos envía al pobre.
15. Para un desarrollo más amplio y mejor fundamentado de esta cuestión remi-
to a mis artículos: El'\ensus populi". Legitimidad de una teología "desde" el Pueblo, en 16. CoNcn¡cactóN PARA r¡ DocrzuN¡ DE LA FE, Instrucción Libertatis Nurutius,
Teología 72 (correspondiente a 1998); El misterio del pobre en la economía globalizarh,
en FenncRA-Gar-r-l (eds.), Nuestro Padre misericordio¡a, BuenosAires 1999. t7 . Ibid., xr, t8.
La gracia y la uida entera r22 123 Dimensión faterTul I social dr la gracia

Propone una síntesis entre ambas, invitándonos a reconocer con la fe hermano?" (Gn 4, 9).Pero la respuesta ante las estructuras injustas que
que Cisto mismo, identificado con los pobres, está clamando desd.e e\los, nos superan no es sólo el intento aislado de cada uno por ser fiel a Dios,
de manera que "el cristiano, que se asoma a este panorama, debe aprender generoso, justo. La acción de la gracia, si no es resistida, tiende a des-
a hacer su acto de G en Cristo interpretando el llamami..rto qr're Él di- arrollar actitudes comunitarias que contagien y Provoquen una nove-
rige desde este mundo de la pobreza" (NMI50). dad social, inclinando hacia un tipo de conversión que debilite las estruc'
La respuesta al Cristo que clama, como toda respuesta de fe, debe turas de pecado social.l' No hay que olvidar que, junto a la "conversión
ser hecha con toda la persona, e implica que todas nuestras capacidades social" que se pide a todos y cada uno, la Iglesia habla de la necesidad
se integren en esa reacción ante el impulso de la gracia. Por eso, el cla- de crear un nuevo "sistema de mecanismos" que permita modificar la
mor de Cristo interpelando desde el pobre, es también un llamado a la otra red de mecanismos sociales que el Documento de Medellin des-
imaginación, a la creatividad, a la inventiva: cribía como "cristalizaciones del pecado en estructuras injustas" (Med,
"Se trata de continua¡ una tradición de caridad que ya ha tenido muchí- Just, I, 2).
Nos situamos así en el orden de los "pecados sociales" que en
simas manifestaciones en los dos milenios pasados, pero que hoy quizás
requiere mayor creatividad" (ibid).
la exhortació n Reconciliatio et Poenitentia se describen como "el fruto, la
acumulación y la concentración de muchos pecados personales"(RP 16).
Esta actitud básica de escuchar a Cristo clamando desde ellos nos Posteriormente, el Papa señaló al imperialismo, coll sus efectos negati-
permitirá descubrir sus verdaderas necesidades y encontrar creativamente vos en el Sur pobre (SRS 22), como una "estructura de pecado" que ter-
("imaginar") el modo concreto como deben ser atendidas. Pero no impli- mina afectando "el desarrollo de los pueblos, cuya aparente dilación o
ca, como decíamos al comienzo, quedarnos sólo en las necesidades reli- marcha lenta debe ser juzgada también ba.io esta luz" (SRS 360.
giosas del pobre, sino poner en práctica la doctrina social de la Iglesia, Hoy podríamos hablar particularmente de la corrupción como
como testimonio externo que debemos dar para que nuestra espiritua- "una suerte de pecado capital a nivel moral, que -{omo Ia concupis-
Iidad termine de expresar su ineludible dimensión social: cencia- viene de muchos pecados y lleva a muchos pecados"-r' Porque
"Es notorio el esfuerzo que el Magisterio eclesial ha realizado, sobre aumenta comunitariamente la pérdida del sentido de pecado en el
todo en el siglo )O( para interpretar la realidad social a la luz del Evangelio orden social, y hace muy difícil una reacción espontánea de renuncia
y ofrecer de modo cadavez miís puntual y orgánico su propia contribución a sí mismo por el bien de otro. En este caso se produce una suerte de
' l"
a la solución de la cuestión social, que ha llegado a ser ya una cuestión pla- alleneclon soclal :
netaria. Esta vertiente ético-social se propone como una dimensión impres-
"Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social,
cindible del testimonio cristiano. Se debe rcchazar la tentación de una espi-
de producción y de consumo, hace más difícil la realización de esta dona-
rirualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias
ción y la formación de esa solidaridad interhumana" (CA 41c)
de la caridad, ni con la Iógica de la Encarnació n" (52) .

D. Gn¡cn y ESTRUCTURAS coMUNrrARrAS 18. E. Duss¡t- explica cómo, en el contexto actual, esto no implica una revolución,
pero sí un proceso de transformación que terminará cambiando todo el sistema.
Hoy a los cristianos se nos plantea la ineludible exigencia evangé- Participando de ese proceso el cristiano no es simplemente reformista sino transfor-
mtdor: El reto actual de la ética, en W.AA., Fin del capitalismo global, Buenos Aires
lica de organizarnos para responder activamente al clamor del necesi-
1999,202-203.
tado, para permitirle vivir de acuerdo a su inmensa dignidad. En el fon-
19. C. G¡l-ll, La corrupción como ltecado social, en D" Gancia Dr.lc¡oo et al.'
do, se trata de no cauterizar los oídos ante la insistente pregunta que el Argentina, tiempo de cambio¡ Buenos Aires 1996, 227 . Cf . también su anterior anículo
Padre Dios nos dirige cadavez que le rendimos culto: "¿Y dónde está tu E I p ecado soc ia I, en S edo i 106, Buenos Aires I 990.
La gracia 1 k uida entera 124 125 Dimensión fraterna I social d¿ h gracia

La acción de la Iglesia no apunra sólo a las consciencias individua- La "interdependencia" que menciona el Papa nos invita a permitir
les, ni siquiera a que cada individuo amplíe su capacidad de tener pre- y promover una acción de la gracia que trascienda a cada individuo.
sente al hermano lejano, sino a impulsar un tipo de conversión social Sabemos que el bien común no es sólo la suma de los bienes Particula-
que lleue a modificar también ks estructuras de pecado, donde hay varia- res. El bien común implica un Plus, donde hay bienes que nos suPeran
das responsabilidades "directas e indirectas" (RP 16). I-agraciaprovoca como individuos porque resultan dela conjuncióz de muchas decisiones
entonces -si este impulso no es resistido- una "conversión desestructu- y actividades de distintas personas. No puede producirse sólo con la acu-
rante y estructural". mulación de muchos actos de personas aisladas unas de otras sino en
La Iglesia ha asumido oficialmente que las esrrucruras de pecado cuanto relacionan y se influyen entre sí. La realidad es que las accio-
se
"inducen a sus víctimas a comerer a su vez el mal" (CCE 1369). Pero el nes de los demás siempre nos modifican de alguna manera:
Catecismo indica que es la misma conversión del corazón la que "impo-
"EI concepto de agentividad no está limitado a las elecciones que hace-
ne la obligación" de modifica¡ esas esrrucruras (CCE 1888). El Documento
mos deliberadamente y tras haber reflexionado. La vida social es extre-
de Puebla ya había señalado que esras siruaciones de pecado "condicio- madamente fluida, y necesita una conciencia sutil y dinámica. Cada per-
nan adversamente la libertad de todos", por lo cual "se exige del Pueblo sona ocupa una posición distintiva y acttia de forma individual, aunque
de Dios y de cada cristiano un aurénrico heroísmo en su compromiso Ias acciones se articulan unas con otras para producir actos completos que
evangelizador" (DP 28 l). forman el patrón de comportamiento. Los particiPantes dan muestras
Vemos así que Ia liberación cristiana obrada por la gracia, si bien de una habilidad extraordinaria. Cada persona ha de definir y entender la
es en primer lugar liberación del pecado, incluye necesariamenre una realidad social e interpretar las acciones de los demás para así poder dar
dimensión social, y "reclama la liberación de múltiples esclavitudes de forma a las suyas propias; es más, no puede dejar de hacerlo a medida que
orden cultural, económico, social y político que, en definitiva, derivan finaliza cada acto".'n
del pecado y son obstáculos que impiden a los hombres vivir según su EI encuentro entre las personas "es, en rigor, un entrecruzamiento
dignidad" (LN, intr.). Pero al decir que la miseria y la injusticia derivan de ámbitos que da lugar a un ámbito de mayor envergadura".2l
del pecado no cabe entender aquí sólo la genérica fragilidad que se rela- Del mismo modo, hay una realidad de gracia que es más que Ia
ciona con el pecado original, sino más precisamente los pecados acrua- suma del bien sobrenatural de cada individuo, donde el bien de cada
les contra la justicia que se producen como consecuencia del olvido de uno -si el hombre no lo impide- influye en el de los demás, creando
la función social de la propiedad. Son los pecados que más directamen- espacios y riquezas comunes. Porque el bien es difusivo, y con mayor
te generan un esdlo de vida social generalizadamente corrupro: razónlo es el bien sobrenatural, que implica una intercomunión y un
"A la luz de la doctrina social de la Iglesia se aprecia también más influjo de unos en otros, una riqueza que resulta de la interrelación
claramente la gravedad de los pecados sociales que claman al cielo" de esa vida que Dios derrama en unos y otros. Así como hay un bien
(EiA 56a). común que trasciende los individuos y los enriquece, influyendo posi-
tivamente en todos, también hay una gracia dada y difundida comu'
Por eso, el gran riesgo de la globalización está en que también el mal
nitariamente, que se expresa en ese mundo de relaciones e influencias
tiene má posibilidades de penetrar los tejidos sociales y debilitar la rique-
mutuas que llamamos bien común sobrenatural. La vida en gracia de
za moral de las tramas culturales, de manera que se hace más necesaria
cada individuo tiene ese dinamismo expansivo que la orienta a des-
que nunca la difusión de actitudes sociales:
"Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente
respuesta, como actitud moral y social, y como virtud, es la solidaridad" 20. T. Krr.¡r¡ooo, La preocupación por los demás Git.) 63.
(sRS 380. 21. A. LóPEZ QutNTAs, El encuentro y la plenitud de la uida espiritual, Mad¡id
1990,60.
La gracia 1 k uida entera 126 t27 Dimensión faterna y social dr h gracia

arrollar una red, una estructura de bien que procura contrarrestar el allí la buena voluntad de algunos individuos aislados, sino consrru-
poder de las estructuras de pecado y su influencia nefasta para Ia vida yendo una trama social que cooperaba con la iniciariva de la gracia.
social y para cada una de las personas. Lo mismo podemos decir de los movimientos ligados a San Francisco
Advirtamos entonces el llamado de Dios a desarrollar comunidades de Asís, a la Madre Teresa de Calcuta, etc. En esre senrido, hemos de
santas, y no sólo una yuxtaposición de individuos santos. Esto implica decir que, en un mundo donde la inseguridad ante el futuro crea una
remover los obstáculos que no permiten ala gracia explayar su dina- mentalidad individualista de supervivencia, una comunidad en gracia
mismo de comunión y dificultan su tendencia a crear lazos de interco- "siembra futuro".
municación. Pero no hay que olvida¡ rampoco que cualquier pecado, y no sólo los
La Iglesia misma, en su núcleo más profundo, en su corazón, es que directamente alimentan estructuras de mal social, tiene una dimen-
un bien común sobrenatural que tiende a comunicarse, a expandirse, sión comunitaria. Por lo ranto cualquier pecado daña a la sociedad:
a expresarse en manifestaciones sociales variadas. Por eso el Papa, al
"Ni siquiera el pecado más personal y oculto es un hecho privado, sino
acercarse el tercer Milenio, invitaba a todos a disponerse adecuada-
un pecado de carácter social, es decir, un pecado asocial. Todo pecado tie-
mente para "una particular gracia del Señor" que se estaba ofreciendo
ne un aspecro eclesiológico, es una agresión a los demás miembros del mis-
a la Iglesia y a toda la humanidad (TMA 55d). Esta oferta de gracia
mo Cuerpo, es una carga para la Iglesia... Los daños direcamente visibles
hecha a toda la humanidad requería una cooperación peculiar de la causados al hombre y Ia influencia durable y contagiosa del mal no son más
Iglesia en su conjunto (RM 49b). Porque los sucesos humanos pue- que las manifestaciones superficiales del proceso profundo de destruc-
den estar trabados a causa de "nudos" que dificultan la ¡esolución de ción de la comunidad".23
las dificultades sociales.
En definitiva, digamos que para que se produz.cavn cambio es nece-
sario acoger una acción del Espíritu que trasciende las preocupaciones E. Gn¿cn y polfTrcA2{
y las opciones de cada uno en su pequeño mundo, ya que además de ese
pequeño mundo existe una realidad que resulta de la conexión de las En realidad todo lo que hemos desarrollado en los puntos anre-
múltiples opciones de las distintas personas y sociedades. Allí entra- riores es parte de lo que podríamos llamar "dimensión política" de la
mos en un ámbiro donde un individuo aislado tiene muy poco poder gracia, si entendemos la política de un modo más amplio que el ámbi-
de decisión y de influencia. Pero la gracia puede también actuar a un to de los partidos o movimientos políticos. De hecho ya hemos habla-
nivel interpersonal y suprapersonal, porque "el Espíritu Santo posee una do de las estructuras de poder, donde la vida cristiana también pue-
inventiva infinita, propia de una mente divina, que provee a desatar de manifestarse.
los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impe- Pero es inreresante advertir que las diversas concepciones sobre la
netrables"." gracia están esrrechamente ligadas a determinacias orienraciones políti-
Esto exige que las personas estén dispuestas a una cooperación cas, lo cual sucede tanto si nos referimos a la llamada "política eclesiás-
comunitaria con ese impulso de la gracia, que puede traer una salida a tica" -los variados modos de entender y practicar el poder dentro de la
intrincados problemas sociales. De ese modo, por ejemplo, lo que el Iglesia y su relación con el poder civil- como cuando hablamos de la
Espíritu suscitó a través de Martin Luther King, pudo producir un política en el ámbito secular. Si nos referimos al ejercicio del poder den-
cambio decisivo en la sociedad porque hubo una fuerza comunitaria tro de la lglesia, cabe recordar, por ejemplo, cómo muchos aurores orien-
disponible dispuesta a secundar ese influjo del Espíritu. No bastaba
23. H. Küuc, La justifcación, Barcelona 1.967,170-171.
24. Agradezco aJ profesor Marce,lo González las sugerencias que motivaron la ¡edac-
22. JLrAN Paslo II, Catequesis del24l04ll99l. ción de esre punto.
La gracia y h uida entera 128 129 Dimensión faterrul )/ social de la gracia

que incompleto... En ese senddo reasumen las perspectivas de Joaquín de


tales relacionan el modo de entender la procesión del Espíritu Santo
Éior., d. los antiguos franciscanos espirituales y de toda una tradición cris-
en la Iglesia latina con el modo como ésta ejerce la autoridad.2t
tiana subterránea".30
En cambio no atribuyo demasiado valor a ciertas identificaciones
discutibles, como la que define al jansenismo como "herejía de derechas" Si el joaquinismo alimentó tanto a las derechas como a las izquier-
y al pelagianismo como "hereiíade izquierdas".'6 De hecho, en ambos das, sería ing.rr,..o ig.ror"r que los procesos históricos y las orientaciones
movimientos históricos pueden hallarse las dos orientaciones políticas. políticas qr. lo, mueven no derivan inmediatamente de una determi-
Si bien el pelagianismo puede implicar una promoción del ser humano, ,rrd" .o.r..pción sobre la gracia, sino más bien de las circunstancias, de
también puede sustentar una absolutización de Ia ley y un moralismo las conveniencias, y de una compleia va¡iedad de factores. En esta línea,
presente en ciertos grupos católicos actuales, que no representan preci- consideremos también lo sucedido en un movimiento espiritual como
samente a las "izquierdas" católicas. Por otra parte el jansenismo, que el Pentecostalismo, ya que muchos de sus miembros intervinieron en
González Faus asocia con las "derechas", ha estado ligado a reclamos a política, tanto en -orimi.ntos de derechas como en el movimiento libe-
favor de una mayor participación y autonomía de los fieles y a movi- iador d. M. Luther King y en la teología de la liberación'3'
mientos independentistas, así como a ciertas formas de galicanismo que En el mismo N,re,oo T.st"mento "encontramos varios modelos de
hoy identificaríamos más bien con las "izquierdas"." cómo actuaron unos cristianos frente a la política en unas circunstan-
Otro ejemplo de las diversas orientaciones políticas que pueden deri- cias concretas".3'
varse de una determinada concepción sobre Ia gracia es el joaquinis- Lo que aquí entiendo por "dimensión política" del misterio de la
mo. Joaquín de Fiore proponía una era del Espíritu, liberada de las estruc- gracia es más Úi.tt lo que hemos expuesto anteriormente: que la gracia'
turas eclesiásticas y del poder de los clérigos, y dominada por la gracia." Ii ,ro .rtá condicionadr.r, ,t dinamismo, tiende a explayarse en la lucha
Joaquín no esperaba que su propio pensamiento, en lugar de alentar
el por la transformación de las estructuras injustas' Hoy en día, podríamos
surgimiento de la nueva era del Espíritu, terminara suscitando, por los d..i, q.r., anre el desgaste de los partidos políticos tradicionales, esta
intrincados mecanismos de la historia, el sueño de un Tercer Reich en el dimensión de la gracia se explaya sobre todo en el intento de reformar
nacionalismo alemán y la exaltació n del Duce en el fascismo italiano. las institucio.r., !..r diversas formas alternativas de participación en la
Por otra parte, es particularmente interesante la mención explícita que sociedad civil.
hace Bloch sobre Joaquíu, considerando que el pensamiento utópico del Con lo dicho, simplemente procuro concretizar una afirmación más
monje calabrés no difería demasiado del hegelianismo marxista, sino que amplia e indiscutible: que el misterio de la gracia no puede enceriarse en
éste estaba en estrecha correlación con aquél."Además, José Comblin lo, lí..rit., de la intimidad ni en la comunión fraterna que se vive en Peque-
hace reaparecer a nuestro Joaquín de Fiore relacionándolo con la teolo- ños grupos, sino que tiende siempre, si no hay condicionamientos que
gía de la liberación: Io i.ipiárrr, ,,r.t á-p.omiso comunitario y realista para construir efi-
"Los Pueblos latino¿rnericanos creen que el Espíritu manifestará su .o*..r,. una historia más justa y fraterna en cada comunidad, en cada
eficacia en Ia historia promoviendo un mesianismo temporal real, aun- nación, y en el mundo entero. Evidentemente, no es esto lo que se des-
racaba en la doctrina tradicional sobre la gracia. En este sentido, vale la
pena rescatar una constatación de Leonardo Boff,
25. Cf . y.Lossrv, La teologia mistica d¿ll¿ chiesa d'Orieme' Bologna 1985.
26. Cf. J.I. GoNzAlEz Ftvs, Proyecto de l¡erntano, Santander 1987,436-437.
30. J. CorrlurN, Espiritu Santo, en M\sterium Liberatiottis I' Madrid 1990'
27.Cf.B.Matlpuccl, Ilgianseni-smo, Roma 1954,98-99.128-132;A. C. IEr¡olo,
Scritti uari di storia religiosa e ciuile,Milano 1965, 139-188; G. Manrlxa, La lglesia de 634-635.
Lutero a tuestros días II, Mad¡id 1974, 207 . 211-217 . 31.
'§7. Holr_pNwEGER, De la Azusa sileet al
fenómeno de Toronto, en concilium
28. H. DE Luarrc, La posteridad espiritual de Joaquín de Fiore II, Madrid 1989' 265, Fstella 1996, 15-16.
32. E. Scnrlr-eeoecr«., cristo 1t los ffistiano¡. Gtacia 1 liberacióz¡, Madrid
1982,571.
29. E. Brocr¡, Héritage dt ce temps, Paris 1978, 256-257
La gracia y la uida entera 130 13 I Dimensión faterna y social dz la gracia

"Toda la teología latina, debido a sus teólogos, tiene una acentuada jantes, disminuyéndonos lamentablemente. Para recuperar nuestra Plena
tendencia monacal. Los grandes problemas que preocupan al pueblo se humanidad, debemos recuperar nuestra experiencia de conectividad con
contemplan a través del filtro del universo sacral y místico del monaste- la trama entera de la vida. . . ".34
rio... Ni en Ia teología ni en Ia piedad se tomó consciencia de las media-
La Eucaristía es el símbolo perfecto y la fuente viva de este miste-
ciones históricas, de la gratuidad de la propia vida ordinaria, de la gracia
que se hace presente en tantas y tantas dimensiones profanas".33 rio de comunión y relación. En ella se halla sintetizado todo el univer-
so, en unidad y armonía; en ella ya se ha realizado la unidad a la que
tiende toda la creación. Pero en ella está también el poder que puede
F. Los t-¡zos EUCAPJsrrcos acelerar esa marcha deslumbrante y oculta, para que nos vayamos lle-
nando "hasta la total plenitud de Dios" (Ef 3,19), hasta alcanzar "la
En el corazón de la Iglesia, el tesoro de gracia que se contiene en madurez de la plenitud de Cristo" (4,14). Porque de Él todo "recibe
la Eucaristía es más que el bien que reside en la suma de los que viven trabazón y unión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutri-
en gracia. Es un bien que, al mismo tiempo que nos trasciende a todos, ción según la actividad de cada una de las partes, realizando así el cre-
nos atrae, nos enriquece y nos une, nos entrelaza con su influencia y cimiento del cuerpo que se construye en el amor" (4, 16).
nos hace penetrar en una comunión cadavez más íntima con todo lo La gracia eucarística impulsa a estrechar lazos con todo lo viviente.
que existe. Pero lo primero que produce la Eucaristía, a partir de los corazones que
Cuando dejamos de creer que somos autónomos, que sólo podemos reciben su gracia, es la unidad de los hermanos, la comunión fraterna:
ser felices si logramos defendernos de los demás, entonces permitimos "La Eucaristía ha sido instituida para que nos convirtamos en her-
que se rompa nuestra cáscara protectora y comenzamos a sentirnos par- manos; para que de extraños, dispersos e indiferentes los unos de los otros,
te de la úama preciosa de la vida, entramos en una marcha esperanza- nos volvamos uno, iguales y amigos; se nos da para que de masa apática,
da hacia la unidad, y nos integramos en una misteriosa comunión que egoísta, dividida y enerniga entre sí, nos transformemos en pueblo, un ver-
atrae y contagia. Sólo así descubrimos quiénes somos en realidad y para dadero pueblo, creyente y amoroso, con un solo corazóny una sola alma".35
qué vivimos:
Por eso decía Santo Tomás que "su efecto es la unidad del Cuerpo
"Esta es la cruz de la condición humana. Somos individuos autóno- místico", ya que "es el sacramento de la unidad de la Iglesia".36 También
mos, con nuestro propio historial de cambios estructurales. Somos auto- el Concilio de Trento enseñaba que Jesús dejó la Eucaristía "como sím-
conscientes, sabedores de nuestra identidad individual; y aun así, cuando bolo de su unidad y caridad, con la que quiso que todos los cristianos
buscamos el ser independiente dentro de nuestro universo experiencial, estuvieran entre sí unidos y estrechados" (DS 1635). O en palabras de
somos incapaces de halla¡ tal entidad. El origen de nuestro dilema reside .San Pablo: "siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerPo, Por-
en nuestra tendencia a crear abstracciones de objetos separados... Para (lue participamos de un solo pan" (1 Co 10, 17).Por eso mismo, cuan-
superar esta ansiedad divisoria, necesitamos desplazar nuesüa atención con-
,lo San Pablo supo que, al reunirse para la celebración de la Eucaristía,
ceptual de los objetos a las relaciones. Sólo entonces podrgmos compren-
krs cristianos ricos comían abundantemente sus manjares mientras los
der que identidad, individualidad y autonomía no significan separarividad
. ristianos pobres pasaban hambre, les reprochó severamente, indicán-
e independencia... Hemos extendido esta visión fragmentaria a nuesrrl
sociedad humana... Y el convencimiento de que todos estos fragmentos
,loles que así la Eucaristía perdía todo su sentido: "Eso ya no es comer la
están realmente separados -en nosotros mismos, en nuestro entorno y en , om del Señor" (1 Co ll, 20)
nuestra sociedad- nos ha alienado de la naturale zay de nuestros semc-

34. F. Cepna, La trama de la uid¿, Barcelona 1998,304-305.


35. Panlo Y7, en Imegnamenti di Paolo VI, Poliglota, Vaticana 1966,111, 358.
33. L. Bor¡, Gracia y liberacirín del hombre, Madrid 1978,42. 36. Tor'tÁs DE AeutNo, 57111,73, 3; In IV Sent., 45,2,3.
Ir-

La gracia y h uid¿ entera 132

Al contrario, hay que decir que el corazón sólo se ha abierto verda-


deramente a la acción de Jesús en la Eucaristía cuando de ese corazón
brota el impulso del servicio, el deseo de hacer feliz a otro, la identifi-
cación con los pobres:
"La Eucaristía no es un hecho privado... Del misterio eucarístico bro-
tan, se desarrollan y alimentan el servicio a los pobres y el testimonio de Ia
caridad, la defensa y la promoción de la vida de cada persona, la lucha por
la justicia y la constante búsqueda dela paz".3'

No olvidemos que "si la Euca¡istía es la fuente de la caridad, las obras


de misericordia son el efecto principal de la caridad".3'
Esto implica que esa marcha ascendente hacia Ia unidad, ese éxta-
sis que produce la Eucaristía impulsándonos a crear unidad, se concre-
tiza sobre todo cuando el que comulga se hace uno con el pobre. Porque
así como en la Euca¡istía Cristo se presenta como anonadado, oculto en
la pobreza de los signos, así también Cristo se identifica con el pobre y
humillado: "Lo que le hicieron a uno de estos hermanos míos más peque-
ños a mí me lo hicieron" (Mt 25,40). Por eso decía con tanta fuerza San
Juan Crisóstomo:
"¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consientan que
esté desnudo. No Io honren en el templo con manteles de seda mientras
afuera lo dejan pasar frío y desnudez".3e

37 . Texto base del XLVII Congreso Eucarístico Internacional, rlasucristo, tinico


Saluador del mundo. Pan para la uida nueua, 6ay l6b.
38. T'otrt4s oe Aqutuo, IV 9ent.,45,2,3.
39. JuaN Czusósrovo, Homilia 50 sobre Mateo.

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