Sei sulla pagina 1di 8

GRACIA Y EXPERIENC¡A HUMANA

LEO N ARDO BOFF

-1

--l

-1

-l

-F
III
HUOS EN EL HTJO:
EL HOMBKE, FAMILIAR DE DIOS

Los temas de la participación de la naturaleza divina, filiaciórr


divina del hombre, ünción-del Espíritu Santo, inhabitación de la
Santísima Trinidad en la vida del-justo y otros afines pretenden,
-Diotla mismá y únicq -expeliencia-
en el {ondo, expresar siempre de
proximidad áel ho-br. .ot y de Dios con el hombre. Dicha
proximidad es tan íntima que sóio podeg.os e-1nre¡ar]3- dicie¡do
que el hombre es de Ia fan:lla de Dios, es decir, hijo de Dios. ¿Qué
experiencia Tate baio tal expresión?
Rescatar esta experiencia otiginaria y descubrirla en nuestra
existencia actual constituye la tarea del presente capítulo. Estamos
convencidos sobre ésta convicción descansa todo nuestro es-
tudio- de que -y hablar de la gracia y de lo sobrenatural no es hablar
de una reaüáad inaccesible a la experienciay a la que sólo po'{ría-
mos llegar mediante la revelación proposicional o doctrinal, de f9r-
*u qrJto sabrlamos de ella sino lo que nos comunica esa revela-
ción en proposiciones abstractas. Pensamos todo lo contratio: las
proposicionÁ nos han sido formuladas -porque, con anterioridad
á las mismas, se nos comunicó una realidad divina y se nos petmi-
tió experimentarla. Cuando se nos anuncia que somos ¡ealmente
n; sólo de palabra- hijos de Dios se nos está desvelando una
-y
r.álidud siemprá presente en el hombre y se está explicitando u¡a
dimensión de-h vlda humana que no constituye un privilegio exclu-
sivo de algunos hombres, sino u¡a estructuración de todos. La
afirmación descorre el velo que ocultaba a la conciencia una rea-
lidad que se enconraba presente, se vivía bajo otros nombres y
q,r. ,o.., faltó en cada hombre. Enre las limitaciones de una
teología clerical y con metali dad gbetto figura el haber restdngido
la vida de la gracia y la filiación divina únicamente a los cristianos.
Dios no hizo tal distriminación y Jesucristo combatió siempre toda
clase de restricción, tanto con respecto al amot al prójimo (quién
es el prójimo: cf. Lc 10,29-37) como con respecto al amor de Dios
(cf. Li 6,35; Mt 5,43-48). Afirmar que somos hijos de Dios es
intcrpretar y explicitar en su última radicalidad la experiencia hu-
nrana clcl absoluto. No constituye una información venida de {uera,
sólo acccsiblc a través de una jnformación puramente externa.

)-tl()
HIJOS EN Et Hl.l O: EL HOMBRE, FAM

l. Los rESTrMoNros LrrERARros que ora (Mt 1I,25-26;26,42; Lc 10,21;22,42;2),34 y 46).El


mismo se presenta como Hijo o, de forma más absoluta, como el
En los pueblos primitivos y en casi todas las culturas (en las de Hiio (Mt L1,27;24,36;28,19 y catorce veces Jn)3. Entre é1 y el
Egipto, Babilonia, Oriente Medio, etc.) se constata Ia conciencia Padre existe un conocimiento recíproco (Mt 11,25) y una mutua
de que el hombre es hijo de algun dios 1. Los nombres propios re- complacencia (Mc 1,11; 9,7),hasta el punto de que Juan, al inter-
velan y mantienen esta misma convicción: Abibaal (Baal es mi pretar teológicamente esta íntima relación de Jesús con el Padre,
padre), Abías (Jahvé es mi Padre: 1 Sm 8,2; 2 Cr 13,20), Abiel pone en labios de Cristo la expresión «yo y el Padre somos uno>>
(Dios es mi Padre: L Sm 9,1), Ben-Hadad (hijo del dios Hadad), (Jn 10,30). Su filiación es única (Mc 12,6), de suerte que, al hablar
etcétera. La filiación divina se atribuía especialmente a los jefes, con sus discípulos, distingue entre <<mi Padre>> y <(vuesmo Padre»>
reyes y faraones; de ahí la expresión, corriente en la literatura im- (Mt 5,45; 25,34; I-,c 24,49). Los hombres se convierten de alguna
perial romana, diui filius. manera en hijos de Dios; él 1o es desde siempre (Lc 2,49; cf . Mt
En el AT, Israel, como pueblo, se sentía hijo de Dios (Ez 5, 5,44-45; Lc 20,36; Jn 1,1; l,L2-13). Los hombres llegan a serlo
22-23), sobre todo por la gran protección que experimentó con por su adhesión a Jesús (Mt 8,10-12).
ocasión de la salida de Egipto (Ex 4,22; Os 11,1; Jt 3,L9; Sab 18, El hijo de Dios debe imitar al Padre, que es bueno y miseri-
13). Ciertos miembros del pueblo, particularmente los iustos, eran cordioso (Mt 5,45; Lc 6,45), cuida con todo cariño y providencia
llamados también hijos de Dios (Is 63,8-1,6;64,7; Sab 2,1.3 y 18; ias cosas más insignificantes (Mt 6,8-32).
5,5). El rey, miembro privilegiado del pueblo, se sentía hijo de
Dios por la elección divina y por la asociación con el destino de En la Iglesia primitiva fue Pablo quien convirtió en tema teo-
lógico la filiación divina del hombre. Según é1, sólo Cristo Jesús
todo el pueblo (1 Cr 28,6; Sal 89,28; 2,7). La filiación divina im-
es el Hijo unigénito de Dios; el hombre 1o es por comuníón, por
pltca para el hombre el deber de honrar a Dios de modo especial,
gracia y adopción (huiotbesia: Gál 4,5; Ef 1,5; Rom 8,L5-21). La
obedeciéndole (Mal 1,6) y rratando de imitade en el modo de com-
expresión «hijos adoptivos»> no es feliz, puesto que pertenece a un
portarse (Ecl 4,i0-11). La paternidad divina se manifiesta en una
contexto jur'ídico y significa conferir gratuitamente a una persona
misericordia especial (SaI 103-12-13) y en una protección particular
(Sal 27,101' Dt 8,5; Ecl 51,10). extraña los derechos del hijo natural. Pablo no atribuye un signi-
ficado jurídico ala filiación divina del hombre, pues gracias a nues-
Existe, pues, en la humanidad la vaga conciencia de un pro- tto estar en Cristo equivale a una filiación natural. L. Cerfaux,
fundo parentesco con la divinidad. Pablo evoca este sentimiento notable especialista católico en teología paulina, afkma con razón:
cuando, hablando a los atenienses, les recuerda una frase de los <<La filación, en el sentido paulino, es siempre fintural, en el sen-
antiguos poetas: <<Sí, estirpe suya (de Dios) somos» (Hch 17,28).
En el NT, «hijo de Dios»> es la expresión clave para descifrar
el misterio de Cristo Jesús y paru cali.frcar la situación del hombrc tiexs (París 1955); F. Büchsel, Monogenés, en Theologiscbes 'Vórterbucb
ante Dios 2. Jesús llama a Dios simplemente Ab.ba (papá) siemprc zun NT 4,745-750; M. W. Schoenberg, .lr. Paul's Notion on tbe Adoptiue
Sonship ol Christians: «The Thomist>> 28 (1964); M. Mersch, Filii in Filio:
la Trixité oioiliant les hommes, en La Tbéologie du corps mystique II (Pa-
rís L949) 9-68; A. Garcla Suárez, La primera perso?ta trinitaria y la liliación
' Cf. la lite¡atura general sobre el tema en las religiones: G. Mensching, adoptiaa, XVIII Semana Española de Teología (Madrid 196l) 69-LL4;
H. J. Kraus, Vatername Gottes, en Religion in Gescbichte und Gegenuart S. Dockx, Fils de Dieu par gráce (París 1948); H. P. C. Lyons, I'be Grace
6, 1232-1234; G. Kruse, Pater, en Pauly-Wissowa, Realencyclopiidie tltr ot' Sonsbip: «Ephemerides Theologicae Lovanienses»> 27 (L951) 438-466.
classiscben Altertarnsuissenscbat't 36,2120-212L; §1. Koppers, en F. Kóni11,
Cbristus und die Religionen der Erde 2 (Yiena 1951) 146si; M. J. Lagrangc., 'No es ésta la ocasión de discutir la intrincada problemática sobre si
La_ régénération et la filiation dioine dans les mystéres d'Eleasis: «Rcvr¡c Jesús se aplrcó a sí mismo la designación de Hijo de Dios, así como la evo-
lución que tal expresión conociera ya en la teología de las diversas comu-
Biblique» 38 (1928) 201-274. nidades de la Iglesia primitiva. Nos basta, por el momento, mantener Ia
. ' Yé§. la bibliografía esencial sob¡e el tema de la filiación divina a<1,,¡,
tiva:_J.-Jeremias, Abba. Studien zto teutestdmentlicben Tbcologie untl Ztit
¿firmación dogmática fundamental de la fe cristiana, que proclama a Jesu-
gescbichte (Gotinga 1966) 15-82; R. M. Grant, Le Dieu des premiers cbri
cristo Flijo unigénito del Padre, enviado al mundo. Cf. la discusión de esta
problemática en H. ,Küng, Ser cristiano (Ed. Cristiandad, Madrid 1977) 555-
564.

250 251

&
HTJOS EN EL HIJO: EL HOMBRE. FAMtLTAR DE D¡OS

tido de que no es sólo un acto jurídico de Dios, sino que nos crea e interioridad- es donde vive el hombre el miste¡io de sí mismo.
en el orden espiritual glorificríndonos realmente>>'. «Mihi factus sum quaestio magna» (me he convertiá;;; ;;;,
Pablo subraya nuestra filiación divina mediante una serie de problema paru mí mismo), decía Agustín_ en nombre de una
afirmaciones densas: <<Por la adhesión al Mesías Jesús, sois todos eipe_
riencia raücal por la que pasa todo"homb¡e en su proceso d.;L-
hijos de Dios» (Gál ),27); más todavia: desde toda la ete¡nidad sonalización. Cada cual er pa* sí mismo un miste¡il ret"do.,
hemos sido predestinados a ser hijos adoptivos por Cristo Jesús .irvo
sentido último debe buscai y definir insusrituibreÁLn;-.rá;
(Ef 1,5). El Hijo fue enviado para que recibiésemos la condición Y el misterio hace pensar. La percepción ¿. lu i"ti*i¡rl;;;i;.;".
de hijos (Gál 4,3-6), Porque somos hijos, Dios nos ha enviado el mismo indica al hombre , ,n ti.-pá
Esplritu de su Hijo que clama: Abba, Padre (Gál 4,6); somos hijos frugimrá-;-r;;ril;.
su. fragiiidad, porque se siente .nuiudo "" y pár to-áa.uiár*¿l,"
porque nos mueve y g.ía el Espíritu de Dios (Rom 8,14; 2 Tim existencia graruitn, ya. que ni pidió existií ,ri p".a., ?""J"..",r1-
1,7). Y es siempre el Espíritu quien nos hace tomar conciencia de mente, rechazat Ia exis.tencia. Y su grandeza, porqrre experimenta
nuestra real situación de hijos de Dios (Rom 8,15). Somos de ver- que puede dar y recibir, aceptarse, íal c..,al;r,
dad hijos de Dios en el Hijo Jesús (1 Jn 2,29ss) y predestinados #i, ,ñá;;ie;'y
en riqueza pa'a otios. El diálogo ,uáu un rni, pr"}r"¿,
a reproducit la imagen del Hijo único de Dios (Rom 8,29). ::_lyfltit*
v varente con estas dos dimensiones de su interioridad hace madu-
No se t¡ata de un título más para ca]ificar adjetivamente la rar al hombre en su propia humanidad y lá capacita puru
existencia humana. Es una determinación ontológica en la que Juan ,irrtorrirur
y comprender el miiterio del otro.
insiste más que ningrrn otro: <<Mirad qué magnlfico regalo nos ha En el horizonte del misterio personal surge er misterio
hecho el Padre: que nos llamemos hijos de Dios; y además lo de Dios
como instancia que crea, sostier,.e y envía incesantemente
somos... Amigos míos, hijos de Dios lo somos ya, aunque todavía al hombre.
ESre es un tenómeno de Ia pura gratuidad y benevolencia
no se ve lo que vamos a ser»> (L In 3,1-2). Esta realidad impüca, Dios surge como intimior'iytimZ iii,'-r6^ aquel quede Dios.
como hemos visto ya, u¡a verdadera participación en la misma es más
íntimo.a mí que mi misma intimidad, ;gú" l, ;ñ;;il;il;
naturalu,a de Dios (2 Pe 1,4). agustiniana.
La intimidad e interioridad sitúan, pues, el misterio del hombre
en un horizonte de afinidad con er mirterio sin más. y
ái
2. LA ExPERIENCIA SUBYACENTE en el ser humano lo llamamos Dios. En su taíz Ati.*,]" -irr.ri"
A LA EXPRESION <<HIJO DE DIOS» ."ir"r;i;
como apertura total, como abismo insondabíe, c;;;;;r_
::_ti".b
cenoencra pura. I)e una manera vaga y, a veces,
La expresión «hijo» traduce inicialmente la experiencia de una hasta confusa. el
hombre ha intuido siempre qu,e es uña iéalidaJ;;.
profunda intimidad natural con Dos, intimidad que encuentra un del misterio de Dios. fl hombre ,át" pr.á" ser interpretado ffi.'rüffi;
modelo ilustrativo en las relaciones entre el padre y el hijo. Dicha lorado adecuadamente en el horizoná?. ñ A;i""
v va_
intimidad alude a una cercanía liberadora de todo temor y ¿ un¿r zonte de Io humano. Si su horizonte frr.s. t" h;;;";',*d"; i#_
ffi;;
afinidad en Ia misma vida. Remite, pues, a una realidad áás pr., p.endient-e mi pregunta:
funda, que se desvela en la respuesta a este interrogante: ¿en q.,,, -¿eué ., l" Á".nÁl? Sólo l, di"il;;;:
cífra lo humano, haciéndóro ;ndescifrabre y misterioso como ro di-
se funda tal intimidad? vino. Aqú radica Ia grandeza y sa*alidaá d.l ho;b.;;;;#.i;
La intimidad con Dios nace de la intimidad del hombre corr
sigo mismo, lo mismo que toda verdadera experiencia de Dios brorrr
de la naturaleza dtviia. No s9 ,i.nr.-ñioi ;ñ;rft: ff;.:ff
«hijo de Dios»> remite a esta experi"".irá";;"ddidrá
de la radicalidad de la experiencia humana. En su intimidad ínrr. .:.p^t.:9i
y ra traduce.
rior ----el hombre es el único ser de la creación que posec intímirl:r,l
. La filiación divina no es, pues, propiedad exclusiva de a]sunos
homhrcs ¡rivilegiados, sino 'lá .rr*.rrlr-
trrmono. t:sra cxpericncia fue articulada de-;r'f*i,",
i;;á"J'::;
' L. Cerfaux, Le cbrétier dans la tbéologie pauliniennc (París 1962) ,r,),)
(hay traducción española, El cristiano en la teoktgia ¿le stn P¿bkt, l\ill>t, por cso, dcfínitiva y total_ y ejemplar p-
forma escatolósic, _.r.
1965). ¡".?r- a.'ffi;;JÉi
t:x¡rcr'inrt.rrr<í rr I)irs c,rn,r paáre,'y ,. ,i.riiO Hi;o umado. S.-;;;-
)5 )
.¿5 t

F
HIJOS EN EL HIJO: EL HOMBRE, FAMILIAR DE DIOS

portó como tal, hasta el punto de afirmar su identidad divina con 3_4-40; cf. Rom 9,f; Hch 74,2; Lc 8,21).La caÍta los Hebreos
el Padre, como advirtieron los fariseos, quienes por ello le ame- dice que él no se avetgonzaba de llarnarnos hermanos^ (Heb 2,11);
naz^torr con Ia muerte. Se sintió enviado por el Padre y vivió en se hiro, continúa la catta, semejante a sus herma"o, (),tZ). Ét áí
íntirna relación con é1, como describe perfectamente Juan, el evan- el p*rimero enrre muchos hermanos (Rom 8,29). Comportánjose con
gelista teólogo (Jn 5,1.7.19.23.26; 6,46; 7,29; 10,15.28-30; 14, el Padre como Hijo y con los hombres como heniano reveló el
10-20; t7,5.10-12; 21,25, etc.). Todo lo ¡ecibe del Pad¡e (J" 5, carácter filial de todos los hombres 5.
20.30.36; 7,L6; 8,26-28; 14,10). Pero su comportamiento no es
infantil ni neuróticamente dependiente. Asume, lucha y tealiza su
obra como hijo adulto, independiente y libre. Sin la experiencia de
b) Todos hermanos de Cristo, todos hiios en el Hiio
flliación vivida por Jesús jamás hubiéramos llegado al grado de El acontecimiento de la resurrección reveló a la comunidad
conciencia filial de que hoy gclzamos. primitiva que
La dogmática de 7a Iglesia primitiva, tanto en los textos del -el Jesús vivo, muerto y resucitado que ella había
conocido era el mismo Hijo unigénito y eterno de Dios (Rom 1,4;
NT como en las definiciones de los primeros concilios, interpretó Heb 1,6; ln 3,16). En é1 se-descifió el sentido último de'lá
bien este comportamiento de Jesús: Io entendió como 1a encar- creación y el-designio definitivo de Dios; por eso, de alguna forma,
nación del Hijo eterno del Padre por la virtud del Espíritu Santo. todo tiene algo que ver con (Col t,ti-zO; í Co. á,e ) y todo
La encarnación del Hijo unigénito no es, pues, r¡na simple curio- il
converge.en él (Ef 1,10). Los hombres fueron predestinádoí desde
sidad histórico-reügiosa: revela quién es Dios para el mundo y revela ll,.q.j$dd a serlijos por Jesús (Ef 1,5) y a riproducir Ia imagen
también nuestra condición de hijos en el Hijo. El hombre descu- (Rom 8,29). De ahí que todos podamoi relacionarnos lon
bre que no es una mera críatura condenada a vivir en una distancia {e${io
eI Pad¡e como se relacionó el mismo Jesús (Rom g,I4_17; Gál 4,1-7;
creafural, marcada por la nada: está llamado a pertenecer a Ia Heb 2,10-14; 3,6; 4,16)
historia etetna de Dios. Como hijo en el Hijo, está tan próximo Afirmar gue todos somos hermanos de Cristo y, por tanto, hijos
al misterio de Dios, que forma con é1 un solo destino (cf. 1 Cor con él significa que estamos llamados
15,28). Por este motivo, el hombre no está orientado, definitiva- -cada.rrui-.n
,, ,rr"áidu-
a ser Io que. C-risto Jesús fue históricamente y lo que é1 significa
mente, a otro hombre (varón o mujer), sino a Dios. Y sólo lTega a en el seno de Ia Santísima Trinidad, como .vé..*o, despuéí
ser él mismo trascendiéndose absolutamente. Ahora bien, ffascen-
derse absolutamente es penetrar en la esfera de Dios. Es lo quc
aconteció en Jesús de Nazaret por obra y gtacia del misterio. c) Somos biios berederos y coheredcros
Afirmar que el hombre es hijo de Dios en el Hijo es reconocer
el destino absoluto y la vocación humana: ser en Dios, con Dios, Por ser hermanos de Cristo garticipamos de su herencia, que es
para Dios, de Dios, partícipe de la misma naturaleza divina. h.$ytb5ión y el gozo del absoluto fu¡uro (cf. Rom á,il Zg;
GáL 4,7; Tit 3,7; L Pe L,23). Dicha herencia no es sólo pÁ-.rri
se concreta ya en el presente (Rom 8,20-23), manifestándóse como
3. ExPLICITACIoN TEMATICA: yrida e¡ amor, en libertad {rente a la muerte, en la libertad de ios
hii_os de Dios, que ya no son niños, síno adulios y maduros (Gál
¿QUE ES SER HrJO nU rr, Ur¡O? 4,
7-7; I Cnr 3,1; 73,11; Rom 8,15) y por eso pueden disponer dei
Si somos hijos en el Hijo, el Fiijo Cristo Jesús constituyc (.1 mundo (2 Cor 3,23).
lugar heurístico para saber lo que significa nuestra filiación divinrr.

a) Cristo Jesús, berrnano de todos


5
I.. Ratzinger, Cbristliche Brüderlicbkeit (Munich 1966\: 1d.. Eruipan
Varios pasajes evangélicos permiten afirmar que fcsús llanr:rllr .scn iiltt'r die christlicbe Bríiderlichkeit, en Kaiholischet coriior*)oirilTÁu
hermanos a los demás hombres (Mc 3,3I-35; Mt 18,15 y 2l; ./.\. ¡ritlr sin fccha) 42,(rtl.

.). 5. I .¿55
RE EN LA EXPERIENCIA DE LA GRACIA HIIOS EN EL HtlO: EL HOMBRE, FAMtLtAR DE DtOS

d) La atnósfera crística: todos estarrzos en el Hiio tesucitado e) <<Creados en Cristo lesús» (El 2,10):
la últirna lundamentoción del'seí biios de Dios
La encarnación insetó al Hijo en un mundo espacial y tempo-
ralmente limitado. La resurrección universalizó su inserción en el El verdadero fundame¡to-de que somos hijos de Dios
mundo. Como resucitado, Cristo peneuó en el corazón del mundo' se des-
cubre reflexionando sobre
No ha abandonado la creación asumida. Toca a todos los hombres la Trrniáad aq"i r. r"p*, .Ju-ririá"
meramente jurídica de la frhación-adoptivá
y a todas las cosas en su misma raiz. Tal es el sentido ra.lical y es- y ." áÉ.*U..;;i;;"
universalidad, que afecta a todos Io, iro-bí.r. Así
catológico de la tesurrección. No concierne sólo al Jesús histórico, como iáa', l"
ternidad viene del p3dre (Ef 3,t5; cf. Hrir,rji:;ri
rrñfiáiiJi"
que, ciucificado y muerto, fue elevado a la plenitud de la vida, sino
que tiene un significado para toda la creación. Con la resurrección
{lti,grgn viene del Hi;o. il
o.ír[i.i,
"i*l"tá
dose, saliendo de sí y-revel¿ndore-rl U^*"
tn¿..i-.-"Áüiá-
se anticipa el porvenir y se revela lo que habrán de ser el hombre
Uiir. El Hiio es la ex_
presión eterna y totál del padre, urí.;;;
y el cosmos en su estado definitivo: total transfiguración en Dios. E;;;r^i#;r;;;.
rooas las cosas creadas, po-r reverar también er misterio
La resurección y plenitud del proceso encarnatG absoluto,
tienen carácter filial. En-el mismo .orim.rr,o q,r.;-üd;;
rio- -prolongación
crea una verdadera atmósfera crística, en la que están sumer- engendra aT,fLjo como su expresión .o;pG;;,
*,
gidos todos los hombres . La teologia paulina lo ha expresado con en er, por eI, con ér y paru él todos 1os demás
;;.f;;#;
la fórmula <(estar en Cristo>>. Este estar en Cristo debe entendeme sereJposibles como
expresión de¡ivada dé- ii mismo. ciriiá ¿.-¿l.j""d;á'dr.;;;;
muy concretamente: no como una categoría moral (en el sentido
que le damos cuando, por ejemplo, concluimos una carta al modo
fórmula c7ásica: «Toda filiación ri.* p*^J-'H;i",
es único
;;;.'ráir'il"*
y.verdaderam.il Iiij;J y'd;;r;;;;,;
franciscano: <<fraternalmente en san Francisco»), sino en térmi¡os -el .soberana
<(romos mtembros del Unigénito Hijo de Dios...i:
mucho más fuetes y ontológicos, como expresión de una nueva '¿f somos hiio.
cualidad del mundo, ahora grato a Dios y asumido pot él mediante loqo,t
.1,Hijo,, porque, uuñ siendo
-".ho¡ ., 'r"ñ", ;;1;;]
católico que, en la ltnea de la gran ,ruát.iá",
la encarnación de su Hijo eterno. I Tlllfl-,,1.9t9g"
na acentuado más.que nadie en este siglo nuestra
La atmósfera humana, después de los acontecimientos de la en- nrsronca con eI Hijo, escribe: <<Las dos filiaciones
í*¿, .t.r", .
carnación y la resurrección, no es ya la misma de antes. Hay un no constituven
srno una_ en aquel que es el principio de
todo»> ro. Evid.nt.-"íi".
plus ontológico; se ha actuahzado una posibilidad, latente y todavía Ias realidades no seio.nfunden.r,, úp..;;;áá
inexperimentada, tanto para Dios como para el mundo. Ha surgido sona de los hombres individuales;
criri. rt,.,.ilHf
una nueva situación salv'tfica. En esta nueva atmósfera ontológica lógico, una unión entre Cristo y'ro,""-iri",
.á*, ." .l dágr" *iiá
es posible una mística cristológica de carácter cósmico, como la vi
h.r-ános, que es «inconfun-
dible, inmutable, indivisiUt. . iír.pá*bi;;;: EI
de Dios en ruzó,n de su perr"o¡r, il;.;;;r*,;;.;;fij?: no es hiio
vieron, por ejemplo, Francisco de Asís, siguiendo a Pablo, M. Blon hombre
del, Teilhatd de Chardin y otros ó. En ella se vive el misterio cris- Ia unión de su oe¡sonr .ó".h p.r;;-;;;;;;'a.i,i;. pl, § :;
tiano no sólo como unión mística con la persona de Cristo, sintr
también como experiencia del mundo, en el que se detecta un¿
$c9 eue ron,or ti¡o, .u¿optiror'¿-y * üi"rrres, como lo es el Hiio
presencia cósmica del Resucitado, que llena toda la realidad y llev,r
unigénito. pero úcha,r4óp.iJ"
"á ..-á.rpi.ra.
sino en sentido ontológicó, .o.o
;;# ffiij.# ;iid;:##,,;
a los hombres a vivir filialmente. Es la gracia en el mundo, quc precedentes. Como decán los pad¡e, -u-nffior,
á. ñ;fl.;;.;
posee siempre un catácter crístico y filial. Esta presencia del Crist<r h, ¡; ;;;;e;;;;
cósmico-resucitado adquiete diversos niveles de sacramentalidatl: '¡ San Cirilo de Aieiandría, In II, l: pG 73,213; De
tate.Dialogus V: pG 7í. 749.' Johan. SS. Trini-
se manifesta en el mundo, en los hombres, en los justos, en Ios
cristianos, en la comunidad creyente, en los sacramentos y cn t'l ' San Agustín, ln l_ohan, pL 35, 1923; 1929.
ltg lll:
'- San Agustín, In psalm. 1,23: pL --
poder sagrado de sus pastores, etc. Es siempre el mismo (lristo 'o Mersch, op. cit., 42.
37, Lbi."
total en manifestaciones fenomenológicas diferentes. " San Agustín dice. distinguienclo. enr¡e
hijo e Hijo: <<IIIe unicus. nos
mu,i; itte unus, nos iÁ ;uo uñr-l';i.;;;;';".r'adoptati;ille ab aeierno
nos a tempore facti per ;;;J;;;-?;
' L. Boff, O euangelho do Cristo cósmico (Petrópolis 1970). [::,!]: iii:aruram, ]",oíil."á[,,,)",

).\ (, t\7
DIOS Y EL HOMBRE EN LA EXPERIENCIA HllO: EL HOMBRE. FAMILIAR DE DIOS

u,
<<físicamente»>, es decir, de hecho y verdaderamente como pat- Así, pues, nuestra filiación divina posee Lma raiz trirutatia y
ticipación en la filiación natural y eJ:-rna .del
Hijo' eterna. Cuando Jesús nos la reveló plenamente, dio a conocer lo
--'P^ru acentuat el carácter no iurídico de nuestra filiación, que que existía desde siempre en el hombre: desde siempre é¡amos
purii.ipn.ión en la filiación naturai y.eterna del Hiio, transcri- hijos en el Hijo. Con el aconrecimiento cristiano, la estructura filial
"r
birnot .r., t"xto luminoso de Cirilo de Alejandría: <<Cristo es a un del hombre se ha elevado al grado de conciencia histórica. Puede
ii.*po el Hijo único y el Hijg primogénito: es Hijo único como celebrarse, convertirse en tema de reflexión, vivirse con una inten-
Diosl es Hijo prímogénito por la unión salvífica que ha establecldo sidad que anres no era posible.
enüe é1 y nosóüot, al hacerse hombre, para que-nosotros, en e[ y A la luz de este fondo ontológico, vinculado al misterio de Ia
por é1, llezuemos a ser hijos de Dios, por naturalez y po\ .gracia' creación en el Hijo y dentro del proyecto cristológico universal,
'Po. ,árurál.za, en él y sólo en él; por gtacia y
-patlignlgó¡,- qor se puede hablar sin reduccionismos ni exclusivismos-de la filiación
él en el Espíriíu. De 1á misma maner" que la cualidad d9 UnigÉnito divina en la Iglesia mediante el sacramento del bautismo. Este sa-
p.ói" á. l, h,r-rt idad en Cristo for- haberse unido al Verbo c¡amento se basa en la filiación divina universal, la prolonga y la
"r
;;gili" economía de la salvación, así también es propio- del Verbo sintetiza por insertar más profundamente al battizado en él mis-
sei primogénito entre muchos hermanos pot haberse unido a nues- terio de Cristo. Por el hecho de la creación, todos los ho¡nbres son
13.
tta cafne»> hijos en el Hijo; por la redención universal, el carácter filial re-
Como se desprende de este texto, existe una vinculación esen- cobra su naturaleza primitiva, violada por el pecado, y adquiere
cial entre la filiaiión eterna del Hiio y nues¡a filiación, inserta en su plenitud gracias a una unión peculiár con él Cristo mr.rto y
la filiación eterna la. No son los hombres los únicos que tienen ca- rcsucitado, presente en el mundo y en la Iglesia. El bautismo y los
rácter filial: lo tienen también las demás cosas, ya que todas ellas demás sacramentos, contenicios en él gerrninalmente, rcalizan'esta
fueron hechas en el Hijo y pata el Hijo. Todas revelan al Padre, i¡serción específica y única del hombre en la filiación divina del
así como también al Hifo, Lrrquien fueron pensadas y creadas. Esta Hijo. La {Sl-esia,- comunidad de los bautizados, es por excelencia
comorensión fundamenia el carácter fraterno de todas las cosas. la comunidad de los hijos de Dios y de la consiguienie fraternidad.
Somtr hermanos y hermanas en la casa del Padre, que nos quiso Tal f:Jrtactón y fraternidad no son exclusivas, siná que se abren a la
hijos suyos. La viíencia de esta reaüdad da lugar a unlrumanismo filiación y fraternidad universales, en las que encuentran y nutren
.ít".t.ó"dor y a una confraternización universal con el mundo de sus raíces, pues todos, fundamentalrn.nt , hemo, sido pensados,
los hombrcs í de hs cosas, de acuerdo con la maravillosa pauta que 9re1d.9s ¡J _am_ad9s en el FIijo y paru el Hijo, para constiruir L graí
tazó Francisco de Asls. familn del Padre.
Laencarnación intensificó la filiación y la fraternidad con el
Hijo. Ya en la eternidad éramos hijos en el Hijo. Ahora, en la his- f) El modo peculiar de ser del bijo de Dios
toíia, manifestamos en el tiempo, en el espacio, en la carne y en
el espíritu el significado de dicha filiación. Al encarnarse en Jesús Ser hijo de Dios no constituye sólo una ínformación acerca cle
de N'azaret, ,rrátro hermano judío, el Hijo asumió de alguna for- nuestra propia realidad divina. Implica también u¡ modo de ser,
ma a todoÁ los hombres y a iodas las cosas' Empleando u¡a fór- con su corr-espondiente modo de vivi¡. Cuando pronunciamos lá
mula atrevida, Atanasio afl.r:ma <<Pot la encarnación, el Hijo con- expresión «hijo de Dios>> estamos pensando. básiiamente, en tres
vierte en hiio a toda la creación y, de este modo, la conduce al realidades:
Padre>>
15.
En priruer iugar, el hijo nunca existe sin el padre: nadie es
,

" Cf., por eiemplo, san Cirilo de Alejandtía, -11 Joban. I: FG 7-1, 156' hijo.por sí mismo_, sino por causa del padre. padre e hijo son
l " Saí ilirilo di Áejandría, De rccta lide ad Theodosium, l0: PG 76, realidades autoimplicativas. Con otras palabras: ser hijo es'ser de
lL77; para una exégesis del pasaje,cf' Mersch, op. cit-.,,39--40. otro y para otro; es ser receptor de vida, ser enviado y vivir refe-
"'Én este contéxto, resulta inteligible y aceptable la famosaex-presi«ín
riilo y. agradecido. El hijo eJ tanto más hijo cuanto más siente su
del gran místico alemán, Eckhart: <<Déus generat me filium suum>>, Oeuores
du maitre Eckbart (París 1942) 108. pr.ccclcncia del Padre y cuanto más fomenia su relación con é1. Lo
" San Atanasio, Ad Serapionem I,25: PG 26, 589. «¡rr. rlclinc la humanidád del hombre no es tanto el hecho de ras-

2.5 ¡- )!,/
DIOS Y EL HOI'4BRE EN LA EXPERIENCIA DE LA GRACIA
HllO: EL HOMBRE, FAM¡Lt,AR DE DtOS

cender el mundo y la inftaestructura biológica, psicológica, social, u¡ seño-r iibre, como un hijo responsable del proyecto de la crea-
etcétera, en dirección hacia el otro, cuanto su inmersión en el Padre ción, a.fin de que su orden iea digno de los hijos dá Oio, y h;;.;
y su orientació¡ a é1. En esta ascensión, el hijo arrastra consigo el para el Padre.
r¡niverso y 1o ofrece al Padre, de quien lo ha tecibido todo. En Ia conducta del hijo de Dios deben reflejarse las caracterís-
En segundo lugar, «hijo»> no expresa tanto una relación causal
cuanto una relación personal. El set-ctiatura configura la relación
ticas del
.lut.,- que, según la experienc.ia judéo-cristi;r;;;;l;
misericordia, Ia bo,dad, él amor, Iá condescándencia *" rtJ", u,
causal: el hombre es creado por Dios y se sabe efectivamente crea- cosas. Deben aparecer también las características del Hii".
do; reconoce su origen y puede ponerse en humilde y agradecida qu,e s.gmo: hijos en.el Hijo. En el seno de Ia Trir,idad,
;;;;;;
relación con é1. Ser /e Dios y por Dios define al set creatural. Sa- .l HúJ;;;;_
vetaqon, rntelrgencla, proyección, comunicación, Iuz, expreiión del
berse criatura. reconocer la causa, expetimentarse viniendo y ad- Padre. Es también receptividad, apertura, rg.rá..i;i."-il*f**-
viniendo de alguien, llamarlo padre y sentirse hijo establece una cia constante al Padre. En la encárnación, -el Hijo historiz¿ ;;i;
relación personal én un horizonte de libertad. Soy hijo en la medida características: se sintió
1ie¡¡r9 enviado por el padre, turo lon_
en que conozco y reconozco a mi padre y scy conocido y te-cono- ciencia que proverría del pa&e y estabi al seroicio d. lo,s
cido por é1. Cuanto más me abro al padre, más hijo me vuelvo, más {e h;;
manos, hasta el extremo entregarse por entero .on l"ÁilJua,
expreso al padre, más persona soy y más sagrado llego a ser. Lá .de
amor y absoluto-desprendimiento-de sí mismo. C.d; ;;;;;
filiación admite, pues, diversos grados; no es una determinación aparccerá más hijo de Dios en la medida en que, como hijá--eá
estática, sino dinámica: puede crecer, tiene futuro, implica la tarca el Hijo, viva e¡ su p-ropia vida todas .ru, .1urá.t..írtlcrs, qre
de ser más y más hijo a medida que se intensifica la apertura al constituyen el ideal de lo humano.
padre.
En tercer lugar, hijo (en gtiego huios) no significa lo mismo .. Ser hijo de Dios es un desafío y una tarea que han de realizarse
día tras dia: en la vida humana fiá y consÁente van aDarec-ienclo
que niño (teknon). El hijo se caracteriza por la independencia y los rasgos del_ Hijo de Dios y ," uá ,.u.lunáo á ;;;r¿;;.il;
por Ia mayoúa de edad; <<niño»> implica deper,dencia y minoría y misterioso del Padre de bondad.
de edad. El hombre hijo de Dios es con respecto al Pad¡e mayor de
edad y libre; su ¡elación con el Padre no es ciega, sino que nace
de un acto mediante el que acepta su filiación. Por eso, la relación
enffe el hiio y su Padre es de amor, de agradecimiento y de obe-
diencia, todo 1o cual presupone la libe¡tad. El hijo ha recibido del
Padre un encargo: ser su representaflte en el mundo. Por eso ha
recibido como herencia el mundo entero para ser, en nombre de
Dios, señor responsable del orden mundano 16. El hombre, dice
Pablo, no está como <(un menor, esclavizado por los elementos del
mundo»> (Gál 4,3), sino que es un hijo, señor del orden de este
mundo. La discutida expresión <<elementos del mundo»> (stoicbeia
tou kosnzou) significa, probablemente, el orden social, político,
cultural; en una palabra, la ley 17. El hombte no es un esclavo del
orden establecido sino un responsable del orden y un
ser libre frente al-leyes-,
¡r¡ismo. Fue constituido por Dios Padre como

'" Idea sistematizada pot F. Gogarten en su lib¡o: Der Menscb zuiscl¡r'n


Gott und 'Velt (Stuttgart L956) sobre todo 329ss.
n Cf.. L. Scheu,'Weltelernente beiru Apostel Paalus (Gl 4,3.9; Kol ?,
8.20) (Vasl¡,ngton 1933); cf. también H. Schlier, |úáchte und Gc*^altcn in
NT (Quaestiorres Disputatae l; Fribu¡go 1951).

).(,íl
.l.t,l

Potrebbero piacerti anche