Sei sulla pagina 1di 4

De los aconteceres históricos (políticos, sociales, culturales, económicos) que

nos atraviesan, desde la Grecia antigua hasta la actualidad, la epistemología no ha salido


ilesa. Sabemos que esta, por su etimología, no es sino aquella disciplina responsable del
estudio del conocimiento humano. Sócrates es quien inaugura en la subjetividad
humana el estilo del que brotó la noción de un saber relacionado a determinada
exigencias de coherencia, saber previo a todo progreso científico y experimental.
Algunxs, por su parte, aclaman que la epistemología se encarga del estudio de los
conocimientos científicos invalidando toda forma de conocimiento divergente del
espectro cientificista.

Durante el siglo XIX, en Francia, Auguste Comte inaugura lo que más tarde
sería el ideal al que el Psicoanálisis y toda una época aspirarían alcanzar. El Positivismo
llega para traer autenticidad, prestigio y certezas. Aparentando objetividad,
contraponiéndose a los dogmas, abanderándose con la exactitud, afirma que el único
conocimiento valido es el científico. Freud, en Esquema del Psicoanálisis, nos aclara
que la ganancia que el trabajo científico produce en relación a nuestras percepciones
sensoriales consiste en la intelección de nexos y relaciones de dependencia presentes en
el mundo exterior, los cuales pueden ser reproducidos en nuestro mundo interior de
manera confiable, y cuya noticia nos permite comprender algo de ese mundo exterior,
como también así la posibilidad de preverlo y modificarlo. Ahora bien, de una manera
semejante actúa el psicoanálisis, el cual pone en juego un recurso técnico para llenar las
lagunas de nuestros fenómenos psíquicos, valiéndose, como los físicos, de la
experiencia.

Assoun nos muestra como el psicoanálisis nace a la sombra de sus hermanas


mayores: la anatomía, la fisiología, la química y la física 1. La añoranza de Freud se
encuentra marcada puntalmente en “El Porvenir de una Ilusión”, allí declara su creencia
en el trabajo científico, a partir del cual se podría averiguar algo acerca de la realidad
del mundo, lo que nos permitiría un aumento de nuestro poder y una mejor organización
de nuestra vida. Afirma en este texto que la ciencia demostró por medio de numerosos
éxitos que no es una ilusión y que es el camino mediante el cual debemos seguir
buscando respuestas.

1
Laurent-Assoun, P.,(1979), Introducción a la epistemología freudiana, Siglo XXI, Buenos Aires.
Paradójicamente, es el paradigma cientificista el que se encarga de atacar
sistemáticamente al Psicoanálisis intentando desvalorizar el empeño científico del
mismo mediante la consideración de que, por su propia organización y
conceptualización, no puede ofrecer nada más que resultados subjetivos siéndole
inasequible la naturaleza efectivamente real de las cosas. Refuta Freud que se ignoran
en esta crítica factores decisivos: que la organización del aparato psíquico se ha
desarrollado en el empeño de escudriñar el mundo exterior; que él mismo es un
componente de ese mundo que debemos explorar; que los resultados finales de la
ciencia no están condicionados meramente por nuestra organización sino también por
aquello que ha producido efectos sobre esta; que el problema de la constitución que el
mundo tendría prescindiendo de nuestro aparato anímico es una abstracción vacía,
carente de interés practico.

La relación entre el Psicoanálisis Freudiano y la ciencia, no resulta clara. Aquí


radica la sospecha de ilegitimidad que plantea Assoun al pensar la relación entre ambos.
A lo largo de sus teorizaciones Freud se mantuvo yendo y viniendo, anhelando alcanzar
el ideal cientificista y a la vez rompiendo con el mismo (teniendo en cuenta la no
localización del aparato psíquico o la no objetividad material del superyó, entre otras).
El Psicoanálisis no es fundado meramente a partir de conceptos médicos, sino que su
despliegue se debe a un campo heteróclito de disciplinas que dan cuenta de diversos
conocimientos como la termodinámica, la física, el arte en sus diferentes formas, la
filosofía, etc.

En el texto “Pulsión y destinos de pulsión”, Freud señala que es conveniente que


una ciencia se apoye en conceptos claros y bien definidos. Sin embargo, ninguna ciencia
comienza por semejantes definiciones. A estas no se llega sino mediante la praxis. En
un principio, la actividad científica consiste más bien en describir fenómenos que más
tarde agrupará, clasificará y ordenará en conjuntos; pero cuando todo se trata de
describir, es inevitable la aplicación material de ideas abstractas. La especulación
resulta para Freud un método totalmente valido (dicha especulación siempre parte de un
conocimiento previo, anteriormente mencionado). En un primer momento contienen
cierto grado de incertidumbre, por lo tanto la experiencia permitirá comprender su
significación. Todo depende de que la selección y la elaboración de los conceptos no
hayan sido arbitrarias, sino que se las haya designado y tratado en razón de sus
relaciones con el material empírico.
El problema es creer que todo acaba y concluye general y estructuralmente.
Justamente allí es donde el Psicoanálisis actúa, en lo inacabado. De lo que se trata es de
poner en tensión lo singular y lo general y no de hacer encajar al sujeto en una
estructura a cualquier costo, es necesario poder cuestionar los fundamentos que impiden
que la teoría fluctúe en la práctica, que dialogue y se cuestione en cada caso en
particular. Es necesario que la teoría ceda en la práctica, en lo específico de cada
singularidad. La psicopatología estructural psicoanalítica sigue la lógica de la nosología
psiquiátrica sin dejar lugar a dicha tensión. Assoun lo aclara, la epistemología freudiana
no es la epistemología psicoanalítica. A lo largo de los años se ha entendido al
diagnóstico como clasificación, etiqueta, descripción, se lo ha reducido a un carácter
taxonómico. Estos vestigios de costumbres médicas que han impregnado el
psicoanálisis desembocaron en la psicopatología estructural que se empeña
constantemente en incrustar al paciente en una de las tres estructuras sin considerar que
la singularidad de cada sujeto las desborda (neurosis – psicosis – perversión). Estas
estructuras no son entidades inmutables con una existencia propia que delimitan las
potencialidades del sujeto, sino que son modelos teóricos que posibilitan lecturas. Por
ende debemos poder ir más allá de los límites territoriales de la nosografía. Para ir más
allá necesitamos movernos, ir, entender el carácter complejo de la praxis freudiana sin
reducirla a la exactitud y a la descripción que pretende la ciencia. Assoun lo marca
detenidamente:

“¿Qué es lo que habría concluir de lo que nos dice Freud? Que el


psicoanálisis como forma de saber que interviene en el espacio de lo
inacabado, se realizará en su muerte, al alcanzar el límite de su perfección
epistémica, absorbida por los demás saberes.”2

El Psicoanálisis freudiano se reivindica en la carencia y motoriza así el pensamiento


como acto ligado íntimamente a la experiencia clínica. Remitiendo a Silvia Bleichmar,
se trata de enmarcar las incógnitas que nos lanzan a un proceso espiralado a la búsqueda
de nuevas respuestas, la teoría no opera como un sistema que rellena los poros por
donde se cuela lo desconocido sino que opera como un sistema de simbolizaciones
siempre abierto que inaugura nuevas posibilidades de aproximación a lo real3. No hay

2
Laurent-Assoun, P. (1979), Introducción a la epistemología freudiana, Siglo XXI, Buenos Aires.
3
Bleichmar, S. (1988), Panel: “Diagnóstico: Una Perspectiva Metapsicológica”, en
http://www.silviableichmar.com, Pág web.
transformación posible del pensar y del hacer de las sociedades sin una dialéctica entre
las culturas y los saberes.

Potrebbero piacerti anche