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PSICOLOGÍA Y DERECHOS HUMANOS

Publicado el 2014-12-26 » 18407 Views» Por Jorge Romón » Archivo, Conflictos


armados, Derechos Humanos, Jorge Romón

Forsaken Fotos vía Flickr

¿Qué tiene que ver la psicología con los derechos humanos?


Esta es una pregunta bastante curiosa y de difícil respuesta,
ambos son campos de estudio extensos que explican
dimensiones diferentes del ser humano. La psicología como
ciencia estudia su comportamiento en infinidad de situaciones y
contextos, mientras que los derechos humanos representan
todo un conjunto normativo que protege a los sujetos por el
simple hecho de ser humano.
Si vives en un lugar que consideras relativamente seguro,
dónde las demandas de garantía de derechos se realiza en un
marco de relativa fortaleza institucional, en un ambiente de
alternancia democrática del poder, sin aparentes conflictos
estructurales, podrías llegar a pensar que la violación de
derechos humanos es algo de “otros países” (a pesar de que
esta afirmación no es del todo objetiva ni correcta). Sin
embargo en contextos dónde la violencia se ha convertido en
una dinámica perenne que fuerza al ser humano a una constante
adaptación y supervivencia, los derechos humanos cobran vida
en un escenario diferente, de conflicto y pugna de derechos y
libertades.
En ambos escenarios el trabajo del psicólogo es vital, dirigido a
sobrellevar el sufrimiento y traducir el impacto que se genera
en el ser humano bajo situaciones adversas o injustas. La
psicología ofrece herramientas que permiten recobrar el
equilibrio mental para afrontar multitud de situaciones. Busca
colocar al sujeto en un estado que le permita retomar o
fortalecer sus proyectos de vida.
El Derecho internacional de los derechos humanos frente al
derecho internacional humanitario
Es importante diferenciar entre el derecho internacional de los
derechos humanos (DIDH, lo que popularmente se
llama “derechos humanos”) y el derecho internacional
humanitario (DIH) ya que ambos representan contextos
diferentes para el ejercicio profesional del psicólogo. En ambos
casos nos referimos a la protección de la vida, la salud y la
dignidad de las personas pero desde perspectivas diferentes. El
DIDH está fundamentado en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (1948), y se nutre de los Pactos
Internacionales de Derechos Civiles y Políticos (1966) y
Derechos Económicos Políticos, Sociales y Culturales (1966).
Por tanto establece toda una estructura normativa que está
incluida en un gran número de tratados, declaraciones y
convenciones que deben aplicarse en momentos de paz, para
garantizar el libre desarrollo de las personas desde una
perspectiva individual entendiendo que “ los derechos humanos
se inventaron para promover la autonomía y la libertad del
individuo, de la persona humana, frente al enorme poder
centralizado en el estado moderno y frente a cualquier otra
instancia de poder” (Hierro, 2014). En este sentido, los derechos
humanos sirven como un espacio de protección a la libertad
individual y los estados deben ofrecer la posibilidad de
interponer recursos ante tribunales nacionales e
internacionales para salvaguardarlos.
Por otro lado, el DIH está vinculado a contextos de guerra o de
hostilidades, se refiere a todo el conjunto normativo que rige
estas situaciones (estatutos de combatientes, uso de
determinadas armas, prisioneros de guerra, protección de la
cruz roja y media luna roja, entre otros) y está reglamentado en
los Convenios de Ginebra de 1949 y sus protocolos
adicionales. Las facciones beligerantes deben aplicar el DIH
durante los tiempos de conflicto armado. La Corte Penal
Internacional es la máxima instancia jurídica a la que debe
responder las personas que hayan cometido crímenes de
guerra; dicho tribunal admite casos de conflictos armados
internacionales y no internacionales.
¿Y dónde entra el psicólogo?
Cuando hablamos del ejercicio profesional dentro del DIDH nos
referimos a cualquier situación de la vida cotidiana sin
necesidad de tener que indicar expresamente su vinculación a
los derechos humanos, siempre que se mantenga dentro de
unos márgenes éticos, cuando hablamos de derechos civiles y
políticos nos referimos a la protección frente a la
discriminación de cualquier tipo, libertad de creencias, prensa,
asociación y reunión. Mientras que los derechos económicos,
sociales y culturales se refiere a aspectos laborales, de
seguridad social, salud, educación y participación en la vida
cultural.
Podríamos decir que no altera el ejercicio profesional
tradicional del psicólogo (entendido dentro de las cuatros
grandes áreas de acción, a saber: clínica, educativa,
organizacional y social), ya que este marco normativo no exige
un trabajo particular de la profesión. En todo caso se vincula
más al ejercicio de sensibilización y protección de los
derechos de los individuos. También se pueden encontrar casos
que deriven de una violación específica de derechos y que
requieran algún tipo de intervención directa del psicólogo, bien
sea mediante acciones clínicas o de carácter social-
comunitario.
En el caso del DIH encontramos que el papel del psicólogo
cobra mayor importancia, ya que la guerra exige unas
demandas concretas. De la Corte (2004) afirma que “ en la
guerra muchas personas pierden sus referentes habituales y
sienten como fracasos sus anteriores proyectos vitales, sus
relaciones se deshumanizan y sufren especialmente
dificultades para mantener la estabilidad emocional y
psicológica”, esto coloca al sujeto en una situación de
indefensión, como un agente pasivo ante la agresión que está
recibiendo, lo que puede desencadenar diferentes trastornos
mentales. Es importante comprender que esta perspectiva no
necesariamente sigue unos patrones patológicos, en cuanto a
que las situaciones que desencadenan la afección psicológica
son de carácter externo e inducidos a consecuencia del
conflicto bélico.
El psicólogo puede ejercer su trabajo en diferentes campos,
desde una perspectiva clínica, centrado en la intervención
individual o colectiva con el objetivo de atender tanto a
víctimas como victimarios, ofreciendo la posibilidad de
reconstruir los proyectos de vida afectados por la violencia; o
mediante la elaboración de proyectos de reconstrucción del
tejido social centrados en una intervención de carácter
psicosocial, que considere tanto las afecciones individuales
como las familiares y comunitarias.
Así como en el proceso reflexivo propio de la investigación, que
busca explorar fenómenos diversos y complejos inmersos en las
dinámicas de la violencia, el papel del psicólogo no se limita a
la actuación en zonas de conflicto. Va más allá, se relaciona
con el trabajo que se desarrolla en los países de acogida a las
víctimas, así como en la organización de colectivos inmigrantes
que buscan sensibilizar sobre la situación presente en sus
países. De esta forma, se hace evidente la clara vinculación
de la psicología con los derechos humanos, ambos son objetos
de estudio diversos y amplios que pueden retroalimentarse, en
un juego donde el cuestionamiento a veces abstracto y técnico
del derecho trasciende a la realidad pragmática del fenómeno
en cuestión.
Bibliografía
Aguilera, T.A. (2012). Compromiso ético y político del psicólogo colombiano
de cara a la política pública de atención psicosocial a víctimas del conflicto
armado. Revista electrónica de Psicología Social “Poiésis”, N· 24.
Comité Internacional de la Cruz Roja, (2003). Derecho internacional
humanitario y derecho internacional de los derechos humanos. Analogías y
diferencias. Servicio de Asesoramiento en derecho internacional
humanitario. Ginebra, Suiza.
De la Corte, L y Blanco, A (2004). Psicología y derechos humanos.Madrid:
Icaria Editorial.
Hierro, Liborio (2014) Autonomía y derechos humanos: ¿Para qué se
inventaron los derechos humanos?. En Hierro, Liborio (Coord.), Autonomía
individual frente a autonomía colectiva. Derechos en conflicto  (pp. 27-52).
Madrid, España: Marcial Pons.

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