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Creencias, Poder, Política

Emilio del Barco

Las creencias esclavizan la mente de los creyentes. No les permiten moverse fuera
de sus dictados. Quienes sean expertos en guiar mentes esclavas, tienen el poder
en sus manos. El poder total. Moral y político.

En toda época histórica, quien ha dominado el mundo de las creencias, tuvo el


mando sobre la sociedad. No es fácil mantener el equilibrio organizativo, pero se
consigue. Todas las civilizaciones existentes han recorrido el mismo camino. Si se
quiere mantener el poder unido, han de conservar el control moral de la sociedad.
Primero se convence, luego se vence. A la conquista del poder, se llega a través de
las conciencias de los creyentes y la apariencia de ser el único guía de los caminos
celestiales. El miedo a lo desconocido sigue siendo el aglutinante milagroso.

Toda creencia ha de tener su parte de misterio, donde el creyente genuino no


pueda penetrar. El misterio, los misterios, son la clave. El terreno de los teólogos
debe estarle vedado, fuera de su alcance, Las creencias son siempre
indemostrables, porque se sitúan fuera de toda lógica científica. Son retorcimientos
deliberados de la mente, provocados por la búsqueda ilógica de fundamentos
imposibles.

Lo que no se puede creer, dentro de la lógica, se fuerza a creer, dentro de la fe. Lo


más irracional posible, Para obligar a someterse a las mentes reacias a aceptar lo
imposible. Si quieren mantenerse dentro de la comunidad creyente. Ahí se produce
la violación de la razón.

Si el cerebro ha sido forzado a aceptar como reales, en otro mundo supuestamente


superior, afirmaciones totalmente ilógicas, ya su naturaleza intelectual ha sido
violada, radicalmente trastocada. Ha dejado de ser una persona razonadora, lógica,
para convertirse en un creyente entregado a la fe que le imponen los poderosos. Da
igual que tales afirmaciones hayan sido concebidas por mentes zulúes, bantúes,
hindúes, chinas, o simplemente retorcidas.

Al final, cada cual no hace más que digerir lo que ingirió. Desde tierras lejanas,
desde civilizaciones diferentes, desde circunstancias distintas, con antecedentes
diversos, ¿cómo podemos meternos en la piel de otros pueblos y juzgar la rectitud
de sus hechos? Individuo y sociedad son permeables e interactivos. Tanto la
sociedad, como los que la forman, están en continua evolución. Cuando se
pretenda llegar a ciertas metas revolucionarias, lo más seguro es: alcanzarlas por
medios evolutivos, no invasivos

Los dioses, si es que siguen existiendo, no tienen por qué estar reñidos con la
lógica. El desconocimiento de la realidad, no justifica la suplantación por fantasías.
Cuando las razones, religiosas o políticas, prevalecen por encima de las humanas,
empiezan a ser negativas, obras inhumanas. Las creencias religiosas deberían estar
al servicio de los humanos, no, que los humanos sean usados, al servicio de las
ideas, en beneficio de unos pocos dirigentes de creencias. Si permitimos la vuelta a
lo primitivo, al predominio de los clanes, estamos borrando la evolución de la
sociedad humana. El mundo es amorfo, pero bastante lógico. Emilio del Barco.
21/08/10

emiliodelbarco@hotmail.com www.emiliodelbarco.com

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