Las creencias esclavizan la mente de los creyentes. No les permiten
moverse fuera de sus dictados. Quienes sean expertos en guiar esas mentes esclavas, tienen el poder en sus manos. El poder total. Moral y político. No hay excepciones.
En toda época histórica, quien ha dominado el mundo de las creencias, tuvo
el mando sobre la sociedad. No es fácil mantener el equilibrio organizativo, pero se consigue. Todas las civilizaciones existentes han recorrido el mismo camino. Si se quiere mantener el poder unido, han de mantener el control moral de la sociedad. Primero se convence, luego se vence. A la conquista del poder, se llega a través de las conciencias de los creyentes y la apariencia de ser el único guía de los caminos celestiales. El miedo a lo desconocido sigue siendo el aglutinante milagroso.
Toda creencia ha de tener su parte de misterio, donde el creyente genuino
no pueda penetrar. El misterio, los misterios, son la clave. El terreno de los teólogos debe estarle vedado, fuera de su alcance, Las creencias son siempre indemostrables, porque se sitúan fuera de toda lógica científica. Son retorcimientos deliberaos de la mente, provocados por la búsqueda ilógica de fundamentos imposibles.
Lo que no se puede creer, dentro de la lógica, se fuerza a creer, dentro de
la fe. Lo más irracional posible, Para obligar a someterse a las mentes reacias a aceptar lo imposible. Si quieren mantenerse dentro de la comunidad creyente. Ahí se produce la violación de la razón.
Si el cerero ha sido forzado a aceptar como reales, en otro mundo
supuestamente superior, afirmaciones totalmente ilógicas, ya su naturaleza intelectual ha sido violada, totalmente trastocada. Ha dejado de ser una persona razonadora, lógica, para convertirse en un creyente entregado a la fe que le imponen los poderosos. Da igual que tales afirmaciones hayan sido concebidas por mentes zulúes, bantúes, hindúes, chinas, o simplemente retorcidas.
Los dioses, si es que siguen existiendo, no tienen por qué estar reñidos con la lógica.
Cuando las razones religiosas o políticas prevalecen por encima de las
humanas, empiezan a ser negativas, obras de desamor, inhumanas. Las creencias religiosas deberían estar al servicio de los humanos, y no, como suele suceder, que los humanos sean usados, al servicio de las ideas, en beneficio de unos pocos prebostes de las creencias. Si permitimos y fomentamos la vuelta a lo primitivo, al predominio de los clanes, estamos borrando la evolución de la sociedad humana. El mundo es amorfo, pero bastante lógico. Lo suficiente como para ser previsible. Si hay cosas que no nos lo parecen, acaso sea más culpa de nuestra cortedad de entendimiento, que de las cosas en sí.