Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
CAPITULO 10. Bioética de la formación y el proceso de supervisión. Juan Mila, Cori Camps, Lola
Garcia y Mariela Peceli
Se abordaran los aspectos bioéticos de la actividad de Formación del Rol del Psicomotricista a
través del Trabajo Corporal Especifico (FRPMTC), de lo que también puede llamarse formación
por vía corporal o formación corporal y su proceso de supervisión.
Los principios morales de la bioética deberían estar implícitos en toda intervención psicomotriz
(preventivo, educativo, diagnóstica y terapéutica) en tanto intervención disciplinar y profesional,
pero siempre es necesario explicarlos para tenerlos presentes, para poder revisar nuestras acciones y
para poder resolver adecuadamente las diferentes situaciones dilemáticas a las que nos podemos
enfrentar en nuestras intervenciones psicomotrices.
Los principios morales de la bioética forman parte del contrato de trabajo en psicomotricidad,
forman parte del encuadre, por eso deben explicarse y trabajarse en el caso de la formación por vía
corporal, como deberes contractuales del Psicomotricista formador y de las personas en proceso de
formación (estudiante-alumnos)
Las normas morales de veracidad, confidencialidad, privacidad y consentimiento informado, que
provienen del ámbito clínico, son aplicables a todos y cada uno de los encuadres de trabajo de las
posibles intervenciones psicomotrices, en especial al encuadre del trabajo de formación de
psicomotricistas a través del trabajo corporal, dado que son reglas morales deontológicas que se
consolidan como obligaciones del profesional.
A las normas ya clásicas de bioética debe agregarse la norma de la neutralidad.
La neutralidad es un concepto de la técnica psicoanalista, que pese a referirse a la función del
psicoanalista en el ámbito terapéutico, consideramos lícito realizar su extrapolación al ámbito de la
psicomotricidad y señalarlo como un elemento importante a tener en cuenta en los encuadres de las
intervenciones psicomotrices y en especial en la intervención a nivel de la FRPMTC.
La neutralidad, concebida como que “se debe ser neutral en cuanto a los valores religiosos, morales
y sociales”, en cuando a “abstenerse de todo consejo”, en cuanto se debe ser “neutral con respecto a
las manifestaciones transferenciales” de las personas con quienes trabajamos en el ámbito de la
FRPMTC, es una concepción aplicable como norma bioética y absolutamente compatible con las
normas bioéticas que deben regir la intervenciones de los formadores en FRPMTC, y de los
psicomotricistas en cualquier intervención psicomotriz.
Es la actitud de neutralidad del psicomotricista formador ante las producciones de las personas en
proceso de formación en FRPMTC, la que permite la emergencia de fenómenos transferenciales.
En cuanto a la norma de veracidad, es una norma deontológica, del orden del deber ser profesional,
del ejercicio responsable de la profesión, y del respeto de los derechos fundamentales del otro. Es la
base del respeto al contrato de trabajo explicito acordado con las personas con las cuales llevamos
adelante la formación, y constituye la base de la confianza mutua; implica todas las dimensiones
bioéticas posibles del campo de la FRPMTC.
La norma de confidencialidad es parte del secreto profesional, originado en la relación clínica.
La confidencialidad está claramente emparentada también con la norma de privacidad, con el
ámbito de lo íntimo y lo personal.
La confidencialidad y el derecho a la privacidad son parte del contrato de trabajo construido en base
al respeto, a la seguridad y a la confianza mutua entre los formadores y los psicomotricistas en
proceso de formación.
En el caso de la formación por vía corporal, el respeto a las normas de confidencialidad y de
privacidad constituye una responsabilidad de ambas partes, tanto de los formadores como de los
psicomotricistas en proceso de formación.
El encuadre de trabajo debe explicitar claramente las normas de confidencialidad y privacidad, debe
reencuadrarse, recordándolo, explicitándolo, cuantas veces sea necesario.
La transgresión a la norma de confidencialidad y privacidad es un acto agresivo y de destrucción,
contra el encuadre acordado, contra el proceso trabajo conjunto grupal, contra los formadores y
contra las personas que se están formando.
Si la transgresión al encuadre de confidencialidad y privacidad la realiza el formador, los efectos
pueden ser devastadores sobre las personas que se encuentran en proceso de formación, se estaría
traicionando la confianza y la seguridad que se habrían generado en el trabajo compartido.
Si la transgresión a este encuadre lo realiza una persona en proceso de formación, por ejemplo,
llevando hacia el afuera del grupo de trabajo, en forma recortada y fuera de contexto expresiones de
los integrantes del grupo de trabajo, estaríamos ante una conducta de transgresión a las normas
bioéticas explicitadas en el encuadre de trabajo.
Es importante para nosotros plantear que toda transgresión al encuadre de trabajo no tiene un
significación univoca e igual. Una transgresión al encuadre puede ser una llegada tarde a la sesión
de trabajo en FRPMTC o no reintegrarse a la sesión luego de un descanso.
La transgresión al encuadre puede ser analizada desde múltiples lecturas, pero el formador debe
leerla como un síntoma, que denuncia aspectos de la historia de fenómenos transferenciales con el
grupo de pares, con el formador, con el funcionamiento institucional.
Desde el lugar del formador en la FRPMTC, la transgresión al encuadre como síntoma debe leerse
desde lo grupal, desde lo institucional y no desde lo individual; es justamente a ese nivel donde no
intervendremos.
Quien transgrede violando la confidencialidad comete un acto de tal agresividad que denuncia que
algo le está pasando, que por algo no puede respetar el límite de lo acordado, pero muestra que no
puede aceptar los límites morales del ejercicio de la práctica profesional específica.
Una vez que esta situación se da, es importante que el formador sea capaz de sostener el trabajo en
grupo, y que vuelva a reencuadrar la formación, y es en la formación que se tendrá que trabajar
sobre la transgresión y el ataque al encuadre, y no sobre la conflictiva, las motivaciones, o intereses
de quien transgredió.
En cuanto a la norma bioética del consentimiento informado, para conducir las conductas del
personal de salud, a nivel de la clínica y de la investigación clínica, se sustenta en la libertad del
paciente a ser debidamente informado sobre todos los alcances de los procedimientos terapéuticos
que se le proponen.
Siempre debe estar presente en todos los niveles del desempeño profesional de los psicomotricistas,
el informar de forma responsable y debida, los alcances que sobre el otro tendrá nuestra
intervención. Brindar la información de cómo se trabajara, de cuáles son los objetivos del trabajo, y
los efectos del mismo sobre las personas, permite que en forma libre y autónoma las personas
decidan realizar la formación.
Es importante que, una vez realizado el contrato y bajo el encuadre del trabajo de FRPMTC,
iniciado el trabajo grupal, que las personas en proceso de formación tengan bien en claro que ante
todas las propuestas que realiza el formador, cada uno tiene la libertad y la autonomía de iniciarlas o
no iniciarlas, de finalizarlas o interrumpirlas a sus tiempo y con su modo de hacer las cosas.
“la formación corporal especifica del psicomotricista es un proceso, en tanto implica un tiempo, un
ritmo, una programación y una continuidad en el trabajo” (Mila, 2002)
La autonomía y la libertad, la persona en proceso de formación debe ser cómo se desarrolla el
trabajo, cómo se hacen y en qué consisten las propuestas, y debe consentir y aceptar el encuadre.
La persona que se está formando y el grupo de formación, solo en un encuadre que asegure
confianza y respeto pueden llegar a ser libres de producir a nivel sensoriomotor, de las sensaciones
y de las representaciones.
En todos los niveles de intervención, nos sostiene y nos rescata el Encuadre Psicomotriz y la
especificidad de la mirada psicomotriz (Mila, 2008) que solo es posible en dicho encuadre de
trabajo.
En la formación del rol del psicomotricista a través del trabajo corporal, la mirada psicomotriz se
vuelve sobre el psicomotricista en formación, hablamos de la que cobra singular importancia es la
propia mirada del psicomotricista en formación sobre sí mismo y su proceso de formación.
La formación por vía corporal debe dirigirse a construir el rol del Psicomotricista: debe dotarlo de
herramientas para entender al otro en su expresividad tónico-emocional, en decodificar y dar
sentido a las señales del cuerpo, del gesto y del hacer del otro (Mila,2002)
Nuestro objetivo es que el Psicomotricista conozca su cuerpo, que logre representarse su individual
y singular forma de relacionarse con otros, de investir cognitiva y emocionalmente a los objetos, al
espacio y al tiempo, que tome consciencia de su tono, de sus gestos, de su lenguaje y nos parece
importantísimo que contacte con los contenidos de su inconsciente.
El formador, en la formación por vía corporal de otros psicomotricistas, bajo nuestro encuadre, bajo
nuestra concepción, debe tener siempre presente que el encuadre de trabajo se da en un encuadre de
formación, nunca bajo un encuadre terapéutico.
2. Proceso de supervisión
El proceso de supervisión
Preferimos hablar del proceso de supervisión, en tanto que necesita un tiempo para transcurrir, con
una regularidad, frecuencia y fases sucesivas, que aseguren poder ahondar en el trabajo. El proceso
de supervisión asegura un desarrollo con etapas y descansos que permiten la reflexión
profundizando saberes y conocimientos.
Este proceso, es un espacio dialectico de aprendizaje donde quien asume el rol de supervisor y
quien lleva su trabajo a supervisar, aprenden.
Quien supervisa, porque al organizar, preparar y pensar el material a supervisar, ya comienza su
proceso de aprendizaje y de reflexión sobre su tarea. Cuando se encuentra en el espacio de
supervisión, en ese tiempo y en ese espacio recibe la mirada y la devolución especializada sobre su
trabajo.
El supervisor aprende, profundizando su saber disciplinar, porque tiene la responsabilidad de tomar
contacto crítico con una práctica y una forma de intervención psicomotriz que no es la propia, que
es de alguien que decidió compartir con él un espacio de formación, que busca respeto, sostén y
trabajo reflexivo sobre su tarea.
Todo proceso de supervisión necesita de un encuadre-contrato de trabajo, donde queden claramente
establecidos aspectos en que se desarrollara la tarea entre el supervisor y el supervisado. Es
imprescindible concertar y acordar cuestiones tales como el horario, la frecuencia, la duración, la
forma de registro del material, la modalidad de la supervisión (individual o grupal), los honorarios
del supervisor, el respeto por la tarea, la contención, la confidencialidad, y el soporte que habiliten a
la formación del Psicomotricista supervisado.
Los objetivos en el proceso de supervisión en la Formación del Rol del Psicomotricista a través del
Trabajo Corporal:
Profundiza la formación en psicomotricidad del Psicomotricista formador y del
Psicomotricista observador participante, aportando elementos para la comprensión de la
teoría y de la técnica de la intervención psicomotriz en la FRPMTC
Profundizar en la reflexión dialéctica entre la práctica psicomotriz en el espacio de la
FRPMTC, la teoría psicomotriz y otras intervenciones psicomotrices a nivel de la práctica
técnico- profesional
Profundizar en el conocimiento que cada Psicomotricista formador tiene de su estilo
personal de realizar la práctica o intervención psicomotriz, en la formación de
psicomotricistas en el espacio de FRPMTC.
Tomar contacto con aspectos transferenciales que se oponen en juego en cualquier proceso
de enseñanza-aprendizaje y también en la FRPMTC. Es muy importante también poder
trabajar sobre aspectos del manejo de la contratransferencia de los formadores en las
sesiones de FRPMTC.
Profundizar en el conocimiento de dispositivos y estrategias didácticas y pedagógicas a nivel
del proceso de enseñanza-aprendizaje individual y grupal en la FRPMTC.
“la supervisión clínica es también, un espacio imprescindible para el resguardo de la salud mental
del psicomotricista, no porque este espacio de formación se convierta en un espacio terapéutico,
sino porque el trabajo sobre la tarea permitirá que el psicomotricista recurra a su propio espacio
terapéutico” (Mila, 2004)