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operación en la que el alquimista pone todos sus esfuerzos, pero, al mismo tiempo y
paradójicamente, su consecución también resulta muy accesible porque, como afirman
muchos textos, se encuentra en todas partes.
Esta Piedra tiene una simbología muy amplia y constituye uno de los temas más
fundamentales de toda la literatura alquímica. Como queda dicho, los nombres con que
se la designa son tan vanados, que en una obra aparecida en Londres a mediados del
siglo XVII, y que lleva por titulo Los nombres de la Piedra de los Filósofos, se incluyen
casi doscientos, entre los que figuran «leche de la virgen», «sombra del sol», «agua
seca», «saliva de la luna» y otros igualmente peregrinos. Por su parte, Pemety, en su
Diccionario, aparecido en París en 1787, hace figurar casi seiscientos nombres de la
Piedra.
Fulcanelli —de quien se afirma que llegó a conseguirla—, dice que según la lengua
sagrada, la Piedra filosofal significa «piedra que lleva el signo del sol»; y que este
signo solar viene caracterizado por su coloración roja, que puede variar de intensidad.
La Piedra filosofal, cuya exacta naturaleza jamás se menciona, tiene, como se puede
apreciar, propiedades muy variadas. No obstante, su primera virtud es la capacidad
que posee para trasmutar los metales en oro; si bien, a tal poder hay que darle una
significación real y otra, no menos importante, figurada.
Ramón Llull le otorga una serie de propiedades benéficas, y Mircea Eliade al referirse a
ella, dice que era el compendio de todas las viejas creencias mágicas.
En todo caso, la consecución de la Piedra, dejando a un lado las tal vez inadecuadas
propiedades que, en algunos casos le son atribuidas, representa para el alquimista no
sólo la consecución de un preciadísimo tesoro, sino también la mayor de las dichas, en
tanto que todo su persona queda trasformada al poseerla.
Por ejemplo, se creía que los metales eran más perfectos y que tenían más vida que
los minerales; y el más perfecto y más noble de los metales era el oro. Los alquimistas
pensaron que podían hallar un camino para fabricar sustancias que se desarrollaran
cada vez más perfectas, hasta convertirse en oro. Trataron de descubrir la "piedra
filosofal" que les permitiría alcanzar la trasmutación de los metales ordinarios en oro.
La alquimia se unió con la religión, la magia y la Astrología.
l Sol, la Luna y los planetas se vinculaban con los metales. Los alquimistas pensaban
que el Sol producía el oro, la Luna la plata, Marte el hierro y así sucesivamente. Otro
de los objetivos de los alquimistas era producir el "elixir de la vida", una poción que
haría vivir eternamente a la gente.
Jonh Dalton fue un químico y físico británico, que desarrolló la teoría atómica
en la que se basa la ciencia física moderna.
Fue educado por su padre en una escuela en su ciudad natal, en donde comenzó
a enseñar a la edad de 12 años. En 1781 se trasladó a Kendal, donde dirigió una
escuela con su primo y su hermano mayor. Se fue a Manchester en 1793 y allí
pasó el resto de su vida como profesor, primero en el New College y más tarde
como tutor privado.
Teoría de Dalton
Como resultado de una serie de experimentos con los rayos catódicos, Joseh
Thomson resolvió la diferencia que había entre algunos científicos que
pensaban que los rayos catódicos correspondían a partículas cargadas
negativamente y otros pensaban que eran ondas de luz. Determinó la velocidad
en que viajaban los rayos y la razón carga/masa haciendo pasar los rayos a
través de campos eléctricos y magnéticos. Comparó la razón carga/masa
encontrada para el electrón con la del átomo de hidrógeno, calculando que la
masa del átomo de hidrógeno era 1.000 veces mayor que la del electrón.
Viendo que el valor de carga/masa para los rayos catódicos se mantenía igual,
aunque se usaran diferentes gases en el tubo (aire, hidrógeno, dióxido de
carbono) y del metal (aluminio, hierro, platino) usado como cátodo, concluyó
que estos rayos consistían en partículas cargadas negativamente y que eran
constitutivos fundamentales de toda materia. Estas partículas son los
electrones.
Físico danés, galardonado con el premio Nobel, que hizo aportaciones fundamentales en el campo de la física
nuclear y en el de la estructura atómica.
Bohr nació en Copenhague el 7 de octubre de 1885; era hijo de un profesor de fisiología y estudió en la
universidad de su ciudad natal, donde alcanzó el doctorado en 1911. Ese mismo año fue a la Universidad de
Cambridge (Inglaterra) para estudiar física nuclear con J.J. Thomson, pero pronto se trasladó a la Universidad
de Manchester para trabajar con Ernest Rutherford.
La teoría de la estructura atómica de Bohr, que le valió el Premio Nobel de Física en 1922, se publicó en
una memoria entre 1913 y 1915. Su trabajo giró sobre el modelo nuclear del átomo de Rutherford, en el que el
átomo se ve como un núcleo compacto rodeado por un enjambre de electrones más ligeros. El modelo de
átomo de Bohr utilizó la teoría cuántica y la constante de Planck. El modelo de Bohr establece que un átomo
emite radiación electromagnética sólo cuando un electrón del átomo salta de un nivel cuántico a otro. Este
modelo contribuyó enormemente al desarrollo de la física atómica teórica.
En 1916, Bohr regresó a la Universidad de Copenhague como profesor de física, y en 1920 fue nombrado
director del Instituto de Física Teórica de esa universidad, recién constituido. Allí, Bohr elaboró una teoría que
relaciona los números cuánticos de los átomos con los grandes sistemas que siguen las leyes clásicas, y
realizó otras importantes aportaciones a la física teórica. Su trabajo ayudó a impulsar el concepto de que los
electrones se encuentran en capas y que los de la última capa determinan las propiedades químicas de un
átomo.