Sei sulla pagina 1di 36

Las

DIATRIBAS
de un color
IMPOSIBLE

DENIS A.R.T.I.S.T.A
Fernando
DEDICATORIA
A ti, Gustavo Nieto Roa

que has sido como un padre para mí: porque en un mundo


rodeado de piedras y oscuridad tú plantaste el verso
resplandeciente para que yo lo leyera, porque mencionaste el
nombre de Dios, el de una estrella de la Ciénaga Grande y el de
una mujer hermosa que respiraba en un verso antiguo, porque
abriste un libro y a su vez abriste todas las puertas, porque esta
dedicatoria ya estaba años antes de que yo naciera, porque en mi
sueño dialogan los héroes de la Ilíada y cuentan en hexámetros
los episodios de tu destino, porque te vi cuando era niño y aun te
veo con ojos de niño.

F.D.

DEDICATORIA
EDITORIAL
Presentamos desde la interdisiplinariedad este trabajo editorial
"Las Diatribas de un Color Imposible" obra realizada a la limón
que contiene algunos poemas de nuestro amigo y escritor
Fernando Denis y una trilogía pictórica de mi autoría.

La colección de obras pictóricas que acompañan esta edición


son de la serie "Koral, Profundidades de la Tierra"; juegos de
colores y texturas de exuberantes formas abstractas con un
discurso ambiental.

Con este Libro-Arte iniciamos una nueva propuesta editorial


pretendiendo reunir poetas y pintores en ediciones
bibliográficas limitadas de no más de 60 ejemplares que serán
numerados y firmados por sus autores.

De especial importancia la presentación del maestro Juan


Gustavo Cobo Borda, quien creyó en este sueño y nos aportó
algunas líneas desde su intelectualidad.

Esta colección lleva por título "La Sílaba y el Pincel" siendo una
introducción al universo de las artes literarias, pictóricas y
editoriales con el ánimo de resaltar la grandeza de los
trabajadores de la cultura contemporánea universal.

Un agradecimiento a los coleccionistas y lectores.

EDITORIAL
PRÓLOGO
Por JUAN GUSTAVO COBO BORDA

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXX

PRÓLOGO
XXXXXXX
LAS
DIAT
FERNANDO
RIBAS
DENIS
de un color
IMPO
JUAN CARLOS
SIBLE
FRANCO
DENIS
Fernando A.R.T.I.S.T.A
RELÁMPAGO
Si pudiera explicarte mi sueño, darte ese oro
enterrado en mi alma y en la noche,
brillarías tanto o mucho más que la luna llena,
cegarías el mundo con tus alhajas y tus anillos.

RELÁMPAGO
POEMA
DEL
CAZADOR DE
AVES
Es probable que el otoño ya haya madurado sus hojas,
POEMA DEL CAZADOR DE AVES

que haya enrojecido los bosques y en las orillas del Magdalena


el viento recoja sus cáscaras doradas.

A esta hora ya debe ir detrás de tus huellas,


detrás de la fosforescencia que tus cabellos arrojan sobre los
prados.
En invierno yo buscaba tus ojos en los pantanos,
tu risa de agua inundando las estancias vacías,
los estanques rebosados de colores del otro mundo,
mientras abajo, en el claro taller de metal y fuego,
forjaba mi arma para raptarte.

¡Cuántas veces pude encerrarte con mis pájaros y siempre te


me escapabas!

La noche urdía su misterioso destino, te vestía de luz


y de sombra para que los astros bajaran hasta tus manos
blancas
y te calentaran el rostro.
¿Cómo puedo amarte si corres todo el día de un lado para otro
y no logro detenerte?
¿Cómo besar tus labios llenos de canciones remotas,
de sagas que repites junto a los lagos,
de poemas celtas que recitas de memoria?

Al alba me despierto ebrio en los graneros,


con mis ropas sucias por el hollín de la madrugada,
y el aroma del mar me recuerda tu aliento.
Entonces me enveneno otra vez de ti, de tu pureza infinita,
de tu ternura de árbol, y me arrojo a buscarte.
UNA PARÁBOLA
PARA EL
OJO
Los fosforescentes árboles rojos del otoño
en la noche del alce
junto a los grandes relojes de sol,
el rojo mármol en el jardín del estanque del ahogado
que miran atónitos los ojos del pez,
la sombra de la navaja del rojo bardo ardiendo sobre el papel
mientras describe la luna de los pavos reales bajo la tormenta,
el cielo del tiempo –el de Turner–, de furiosos metales rojos,
destrozando viejos papiros en el mar
parpadeantes como ruinosas estrellas de oro,
el vino rojo de las sílabas de tus labios llamándome
desde todas las puertas
en el canto que Dante no escribió,
y el tiempo del último crepúsculo en los ojos mortales,
son cosas que guían mi destino mientras duermo
en este fresco del ocaso que aún no firmas con tu nombre.

UNA PARÁBOLA
PARA EL OJO
LA
BE
RIN
TO
Altos muros corren por pasadizos secretos
que van a mi mente.

Vivo con imágenes escalofriantes; sufro de irrealidad


entre puertas, recámaras, espejos
y una desaforada lucidez que se esconde
detrás de la piedra.

Algunos dicen que soy un toro,


pero descreo de los horrores de la naturaleza.
Vivo como un nómada en esta ciudad sin mapa,
hecha de corredores, me desvelo buscando al soñador
que urdió mi destino, busco los lindes de esta sombra
hasta que caigo rendido en mi noche.

Hace días que los gritos de una mujer me despiertan.

LaBeRiNtO
A.R.T.I.S.T.A
Título: De la serie
Koral, Profundidades de la Tierra
Autor: Juan Carlos González Franco
Técnica: mixta sobre papel
Dimensión: 33.3 x 23.3 cms.
Año: 2020
POEMA CON
CONEJO BLANCO
Amanece en tus ojos.
Aún el lenguaje de los astros deletrea tu infancia,
la belleza que tenías guardada para siempre, en una palabra,
el bronce de tu piel cadenciosa donde leí
los primeros versos.

Gritan celosos los espejos, cansados de luz,


abrumados con las imágenes que tejió el viento
sobre el invierno azul y nuestro abrazo.
Una bandada de cisnes
sobre los reflejos de un lago soñado por Virgilio
se desliza hacia ti.
Cuéntalos.

De pequeños, cuando nos vimos


yo quise ahogarme en tus ojos, ahogarme en tu risa.
Te di un libro de biología animal.
Tú leíste:
“El conejo es un mamífero de tamaño pequeño,
muy tímido y sin más medios de defensa
que la huida”.
Es por eso que vivo lejos,
es por eso que me escondo en una madriguera.
Pero siempre veo tu noche abriendo las puertas como libros,
contando las palabras de las cosas que dices,
dejando huellas en las calles para encontrarte.

POEMA CON
CONEJO BLANCO
INVIERNO
El invierno entra en la casa con sus joyas de hielo.
con sus pulseras, sus talismanes blancos,
trae una luz amarillenta de animal fabuloso
para grabar en los búcaros sus rojas, amarillas salamandras.
Deja heladas cicatrices en los techos de zinc,
en los cobertizos resuenan sus garras, sus dientes de lobo.

En las noches de lluvia me despiertan sus alarmas.

La noche inmensa siempre está llena de pupilas de gatos,


de herrumbroso pelaje, de lámparas que se derriten
en las buhardillas,
siento espejos de hielo desgarrados por las uñas del oso polar.
INVIERNO

Pienso en los témpanos, en las colmenas, en los glaciales,


y me conmueven también Dvorak y la abigarrada música
del nuevo mundo en los oídos del hada madrina bajo
su paraguas.

A última hora arrecia la granizada, baja por los


suburbios, mancha de gris el traspatio donde duermen
los pavorreales.

El invierno se tiñe los cabellos al llegar al bosque,


abre la verja, dobla por los callejones de ladrillo rojo
siguiendo el blanco tañido del templo de las siete puertas;
habla de la guerra fría con el centinela,
pone en el crucigrama la palabra i-c-e-b-e-r-g, siete letras,
y luego se marcha hacia el sur.
EPITAFIO PARA
ALEJANDRO
OBREGÓN

Soltaré mis pájaros al mundo


y bajo la increíble luz violeta
EPITAFIO PARA
trazaré los acrílicos infiernos
de la tierra
y las inmortales acuarelas del cielo.
ALEJANDRO
Entre cielo y tierra sólo quedará
imborrable
OBREGÓN
tu sonrisa.

Mi tumba soy yo, el aire


esculpirá lo que digo en mi silencio.
A.R.T.I.S.T.A
Título: De la serie
Koral, Profundidades de la Tierra
Autor: Juan Carlos González Franco
Técnica: mixta sobre papel
Dimensión: 33.3 x 23.3 cms.
Año: 2020
SIGUE SOÑANDO,
WILLIAM TURNER
¿Quién sostuvo en su mano los grandes esplendores:
esa luz demencial que sueña en los espejos,
el monólogo de los crepúsculos bermejos,
fragatas incendiadas de mortales colores?

Miro al cielo pavoroso de mis mayores:


la criatura invisible hiere con sus reflejos
la sombra solitaria de mis ojos perplejos
y mi sueño que invaden pinceles y dolores.

Un mar de ardiente fiebre calcina mis sentidos,


mi pecho es una ciega tempestad invisible,
siento en mí los escombros de ese sol imposible
y el amor, el más hondo que se haya resistido.

Muero de luz en esta tarde sola del mundo,


pasaré al horizonte incesante y profundo.
SIGUE
SOÑANDO,
WILLIAM
TURNER
EL ESTANQUE DEL
AHOGADO

EL ESTANQUE DEL A
H
¿Ves a esta hora las lámparas en el barro,
las piedras blancas erigiendo leones en la sombra,

O
las aguas esculpiendo montañas azules llenas de pavos
reales y de astros, el cielo con sus rojas heridas descendiendo
sobre tanta rosas, sobre tantos oros enfermos,

G
y el viento que agita el bosque desnudo, tortuoso,
y muerde los almendros,
y barre una casa de viejo color amarillo?

A
¿Ves los jardines vigilados por murciélagos,
entre las verjas oxidadas, entre los matorrales,

D
una cabeza de mármol en las manos de una niña,
un fuego antiguo en sus ojos azules donde arden las islas,
los desmesurados valles rojos que custodian halcones,

O
y lunas, y un cielo atrapado en dos arcos?

El alba se vuelve un abandonado granero en llamas,


un sueño del paisaje, y después un zafiro.

Detrás de las arenas movedizas, detrás del mar y el trueno,


la tela resplandece, brillan los violines de plata junto
a la tumba, caen otros colores destrozados por el día
y manchan un bello crepúsculo de Virgilio.

Mira esta música, este derrotado cuerpo, este rumor nocturno


que busca tu mano de nieve, y sueña que corres
tras el increíble otoño que sangra millones de estrellas
en el fondo del estanque donde, estáticos, tus ojos me miran.
DÉDALUS
A todas las cosas que me oyen
yo soy Stephen el agobiante,
el soñador,
traje escarlata, raído, sin metáforas
años hace que escucho al que está ahí
abajo:
ojos de águila, músico y guardabosques
desde allí sueña con el mar envejecido,
canoso,
barba blanca salpicada de espuma,
el mar canta como una bruja en los bosques
donde su voz envenena los oídos
del viajero
algunas veces, ebrio
garabatea en la pared una leyenda,
observa la escalera de caracol, la torre,
le silva al pez rojo que pasa en el aire,
en cambio yo aquí arriba
declino
hacia todas las cosas,
desdibujo mi máscara, la incesante lucidez
que cubre mi rostro,
DÉDALUS
busco el talismán de una palabra,
anoche me encerré en la noche
y desperté sudando frío
soñé que tenía cabeza de pájaro
después me agarraron en la rama
soy Dédalus, el que tendrá tumba
para ser leída como un libro de viajes
veo anillos, corredores que giran
en la neblina de cobre
hasta mi cuarto de Dublín
amanece en un poema de Dante Gabriel Rossetti
se oye el cántaro bajo el cielo
se escucha un gorjeo.
GUERRERO HERIDO.
ÓLEO
SOBRE
LIENZO
El caballero que huye, la noche buscando sus fuegos.
Las desesperadas manos aferrándose a la hierba.
El guerrero sangra, agitado, entre el tumultuoso follaje
donde la lluvia se disuelve, y rebrillan sus medallas,
su espada sumisa, sus espuelas de plata.

En sus ojos furtivos se eleva el castillo


entre la neblina y el bullicio imperial.

Hay una luz rosada en la ventana, hay una música antigua.

En su aposento ella recuerda las fuentes, su insaciable fulgor.

Allí donde mojaba su cabello, y era rojizo.


Recuerda el vuelo de pájaros sobre las uvas, el fuego frágil
de las monedas en el piso después del baile en los días del sur.

Se despoja de la seda que la cubre frente al espejo


labrado de madera verde, en esa habitación amarilla llena
de mariposas muertas.
GUERRERO
HERIDO.
ÓLEO SOBRE
LIENZO
Desnuda, toca el mandolín con dedos luminosos.
A su espalda, en la pared están los candelabros,
los escudos, las armas,
y un óleo intenso donde tiemblan las llamas de un bosque
bajo la lluvia,
donde un caballero herido, sangrando,
observa la ventana de un viejo castillo
en la niebla.
POEMA
DEL
TA
LLA
DOR
Cuando el momento más elevado del color del paisaje
queme tus pupilas con su brillo,
sentirás cómo la intensidad del tiempo madura
bajo la tierra, en túneles frondosos, en cavernas.

La luz irreverente de esos ojos subterráneos arrancados a la veta


te mirará y arderás en la llama verde hasta el milagro.
Esta piedra está llena de ojos. Desde su mar interior,
ese vientre iluminado donde se agitan bosques de asombro, correrán el día y la noche,
cantará el verano
con verdeante lucidez la forma que nunca cegará
la sombra, que nunca dejará de ser luz.

¿Qué cosa puede manchar el cristal que te envuelve,


qué relámpago?

Amanece. La mano del amor reinventa los colores.


El cielo traduce los murmullos que emite la delicada
boca del verano.

Arriba, impetuoso, el sol cambia la luz de las nubes


mientras tallo para ti su fuego entre mis manos.
TALLADOR
POEMA
DEL
¿PUEDE EL ARTE SER INVISIBLE?
Aquello que te mostró la noche
en su crepúsculo

Tristán e Isolda

Ya los sagrados mitos que conspiran en el sueño del mundo


te anuncian.

El tiempo invulnerable legó su clepsidra a las estrellas,


y ese oro brillará toda la noche para urdir otra y otra calle
cuya duración es mi miedo y mi esperanza,
mientras las horas cambian como el mar
y crece el verso que deberá acompañarte hasta
el fin.

Los dos tallaremos en el instante, en los colores del instante,


la forma que evocará nuestro destino bajo el álgebra de
Dios,
¿PUEDE EL
y será más virtuosa la soledad cuando diga tu nombre,
y soñará el tiempo que ya te ha visto,
que eres igual a este abrazo inmenso.
INVISIBLE?
ARTE SER

Tú, con el mar ardiendo en los ojos, me dirás:


“Vine a mostrarte los colores de las cosas que sueñas”.

A punto de perderme en el incesante crepúsculo, te diré:


“El color de tus ojos después de haber leído Tristán e
Isolda”.
A.R.T.I.S.T.A
Título: De la serie
Koral, Profundidades de la Tierra
Autor: Juan Carlos González Franco
Técnica: mixta sobre papel
Dimensión: 33.3 x 23.3 cms.
Año: 2020
LA PINTURA DE JUAN C. FRANCO
Por Fernando Denis

Ver un cuadro es oírlo: comprender lo que dice.


La pintura, que es música, también
y sobre todo es lenguaje.

Octavio Paz

La pintura debe resistirse al tiempo, a las adversidades, a los estados de ánimo. Los colores
sufren la mágica enfermedad de la mirada, la belleza que los abruma, el esplendor que
colma su esplendoroso destino. Juan Carlos Franco es un hacedor de transformaciones, de
cambios inenarrables en la historia del arte colombiano.

Su pulso está impregnado de una belleza inaudita que gira con los pigmentos del cielo de
La Ilíada, con las pequeñas galaxias que componen la abstracción de su obra. Son trazos
que van poblando su universo de ensimismadas geografías, de magnéticas selvas, de
inescrutables geodesias adonde se llega sin brújulas y sin mapas, son regiones aleatorias a
las que se arriba a través de la intuición, donde el viajero sueña que recorre sus infinitas
radas y sus bifurcaciones, como quien entrara a alguna de las ciudades imaginarias de Ítalo
Calvino.

Sus cuadros llenan el subconsciente y lo depuran. A través de ellos se llega a intensas zonas
de la memoria, a sus recámaras embrujadas por el tiempo y sus lejanías, hacia la noche y
sus trampas, a un cielo manchado de intemperie y de plurales geometrías que luchan por
levantarse del polvo. Hay muchos hallazgos en esa secreta arqueología, en sus vastísimas
latitudes. La depuración del color y los elementos con los que trabaja dejan una impresión
de insalvable soledad intelectual.

Este pintor desmitifica en algunos momentos los avances tecnológicos de la pintura, sus
heridas causadas por la modernidad, porque la obra de este polifacético artista pretende
regresar la mirada a sus orígenes. Es curioso. Su trabajo intensamente esnobista viaja hacia
el comienzo, recrea los valores anteriores a nuestro tiempo.

Algunas veces trabaja sobre fique, ese material hecho de cuerdas ya demasiado
rudimentario, y es precisamente para dar la impresión que quiere: entrar en una
dimensión terrestre, terrenal, boscosa, avasallada por la intemperie, como si pasara un
viento del desierto cargado con todas las cosas que deberían quedar en el cuadro. Juan
Carlos Franco pinta cargado de muchas emociones. Teje su universo personal desde un
ángulo del sueño para que otro sueño se reconozca en él.

Ha elaborado una perspectiva, una cadencia de la imagen, una ilusión pretérita, una
cartografía de su imaginario trasegar dentro de sí mismo, de sus incontables viajes por sus
propios laberintos. La abstracción de su trabajo pictórico recoge un submundo de escuelas
foráneas: desde el arte rupestre hasta los modernistas más abigarrados como Jackson
Polock o Vasil Kandinsky, pasando por Alberto Giacometti o Amadeo Modigliani. Las
tersuras de sus telas imaginan, tienen la capacidad de reconocerse rápidamente en el
inconsciente colectivo, como un recuerdo. La obra de este pintor es una misteriosa
aventura que narra el encuentro de dos mundos.

Esta obra es un viaje, un enmarañado periplo que no acaba nunca. Y sobre este viaje cae
una luz poderosa que transforma los trazos y las formas en un espejismo, en una sonrisa
mineral, en un diamante escondido entre las selvas quemadas con el sagrado crepúsculo.
Sentimos el pulso de esa luz guardando algún tesoro en nuestros párpados. En algún
momento despertamos. Y el sabor de ese asombro nos pueda que nos abandone, pero nos
quedará un sabor esmeralda en alguna parte de nuestros sentidos.

Como en los cuentos de Chesterton, en las pinturas del maestro Franco hay una
insinuación permanente, una señal de que algo está ocurriendo allí. Se nos entrega una
emoción por adelantado. Y es así como vamos entrando en las formas y en los colores con
algún grado de asombro.

La pintura es uno de los tantos milagros de la belleza, y Chesterton dice: “Lo más increíble
de los milagros es que existen”. Por eso en sus abstracciones Franco nos entrega ideas que
nos ayudan a reconciliarnos con muchas emociones, a explorar en nuestra retina alguna
antigua mirada que nos perteneció.

No sólo miramos, hacemos lectura de un microcosmos cargado de irrealidades y de mitos


que nos ayudan a repensar la historia.

Sin gran esfuerzo, el trabajo del hombre es caminar hacia el futuro para armar lentamente
el propio destino. En la obra del pintor Juan Carlos Franco se camina muy despacio, con
paso de bosque, hacia el pasado, hacia innumerables reflejos, vislumbres, espejismos,
visiones que nos obligan a cuestionar la realidad, porque su poesía pictórica está
compuesta por muchísimas metáforas del tiempo, y en ellas caben los vertiginosos
abismos del sueño como en los surrealistas, y las imprescindibles geometrías de las tribus y
las ciudades modernas, como en los pintores cubistas.

Hablo de su poesía hecha de líneas que se pierden en una estructura donde el hombre ser
esconde, donde se refugian las criaturas de las grandes ficciones de nuestro tiempo, en un
alarde de técnica, depuración, encantamientos, todo un exacerbado bagaje contaminado de
una furia que ilumina sus universos personales.

Los que admiramos esta obra somos exploradores, vagamos con lupa y escobilla para rastrear
en sus cuadros todos los ayeres de una poderosa emoción arcaica. En este arte resurgen todos los
sedimentos guardados en el sueño y los miedos estéticos dejados en la vigilia. Hay unos versos del poeta
español Antonio Colinas, que parecen recorrer las sinuosas geografías de estos cuadros, sus bosques
vetustos y su herrumbrosa arqueología.

El pueblo es un gran árbol de piedra retorcida


y la lluvia no cesa de suavizar su lomo.
En el aire un aroma enfermo de eucaliptos.
Guardaré todo el sueño de esta noche en mi pecho
y volveré a pensar en las hortensias húmedas del jardín,
en la hierba medieval de los claustros.
Monstruos de las arcadas, abrid bien vuestros ojos
abultados, sabed que también yo soy duende
y sé de sortilegios y de milagrerías.
Fresquísima es la boca de la noche en las gárgolas.
Viene un ciervo de piedra a beber en la fuente.
Huele su piel a azufre, a aire marino, a yedra.
Se yergue suntuoso como un rosal, es ciego
y suenan sus pezuñas de plata en cada losa.

La pintura de Juan Carlos Franco esconde un grito, una exclamación, un alarido poético
que viaja con las cuatro estaciones. Lo que aparenta ser silencio detrás del color, es una
metáfora visual de lo que ocurre en el alma pintor, su desgarramiento verbal transformado
por el instinto, por la especulación, por la síntesis, y este sueño purificador viaja por toda su
obra. Esta actitud plástica se alimenta de una música sedentaria que recorre todo el lienzo,
un aire o un folklor que tiembla con insidiosa ironía.

Los valles, los bosques, los paisajes brumosos, los desiertos, los impracticables caminos
que se vislumbran detrás de sus trazos, exacerbados por una insospechada geometría,
traen un propósito estético muy marcado, y estas atmósferas se mueven como un mapa
del sueño, como un plano de las intuiciones del hombre.

El cielo gira, se estremece, barre sus invisibles enredaderas, colma de brillo las páginas del
peregrino que atraviesa las imaginarias fronteras del poema aún no escrito, pero que
prefigura su destino hacia un territorio de la conciencia parecido a su palabra. El pintor se
reinventa al mismo tiempo que reinventa a sus espectadores.

Gracias al verbo alado que traspone el trazo del pintor, Juan Carlos Franco abre un diálogo
con los cuatro elementos, sucumbe a una disertación sobre la soledad del hombre
contemporáneo, sobre su placer nómada y sus peregrinas visiones. El que viaja empieza a
respirar con la tierra y tiene el mismo pulso. Por eso estas obras anudan sistemas
geológicos a grandes temperaturas, las altas y bajas, y esas aleatorias maneras de asumir el
tiempo definen su incomparable estilo.

La poesía es undívaga y transforma los objetos, les pone conciencia. La poesía también
viaja con los sentidos y propone un nuevo amanecer, otro nacimiento del mundo. La
pintura hace exactamente lo mismo, y Juan Carlos Franco con estricta simplicidad ilumina
los largos corredores de la memoria, derrama sus geografías, les imprime carácter a sus
narraciones, provoca emociones, se acerca a los signos que componen el mundo para
trazar su universo personal y fantástico.

La composición de su obra es un tanto hermética y sinuosa como los laberintos del


lenguaje. Penetra en el lienzo como quien entra en un libro de viajes, traspone los
umbrales y luego se desliza en silencio hacia un destino insondable, insoslayable, que le va
dictando el pulso, las intermitencias de la razón o tal vez la musa de la historia.

El mundo fantasmagórico de Juan Carlos Franco subraya un proceso prosaico,


inventariado por el caos, capaz de transformar siempre el curso de la realidad, salpicándola
de sueño atiborrado de muchos significados, proponiendo siempre un lenguaje y una
fiebre, un temperamento, quizá un preludio.
Este desarrollo pictórico se verá también correspondido por su trabajo como escultor, por
las delgadas sonoridades del bronce que se reconocen algunas veces en Giacometti. Estos
periodos de trabajo se asocian a una compleja y secreta armonía en busca de una voz
distinta, en busca de una elasticidad que colme sus instintos. Pero el color hace lo suyo, en
su gran proceso creativo: las figuras que elabora Juan Carlos Franco en bronce son los
peregrinos que habitan sus cuadros, son los viajeros que transitan por innumerables
paisajes del sueño hacia la tierra prometida. Los acompaña una emoción poderosa, como
una música antigua, tras las huellas históricas de va dejando la lluvia en cada pincelada.
MANIFIESTO DESDE EL
ARTE POR LA TIERRA
De la Serie Koral, “Profundidades de la Tierra”

Recibimos de nuestros ancestros al aire, el agua, las montañas, no como dueños sino
como custodios.

En el fondo del mar, y donde penetra la luz, yacen una serie de pequeños “seres”, los
corales, que se caracterizan por formar colonias de miles de individuos en formas
arborescentes y de innumerables y majestuosos colores. Tal grandeza de la tierra me
inspiró a crear esta inmemorable y exuberante serie pictórica que he denominado
“Koral, Profundidades de la Tierra”.

Estos tiempos de profunda dedicación y “aislamiento social”, me han hecho hacerme


varias preguntas existenciales en diferentes situaciones del mundo actual: falta de
cuidado al medio ambiente que nos queda, capitalismo salvaje, economía extractiva,
intolerancia social, la sociedad del consumismo, el inocente colectivo, el yo egocéntrico, el
hombre vulnerable en condición de riqueza o pobreza; en fin un sinnúmero de
interrogantes…

Esta crisis mundial me ha llevado a crear y resolver una ecuación que he denominado la
profunda y carente existencia del ser humano en su forma de interrelación e interacción
con el otro y su entorno. Irónico es aún más, que en esta carencia de unión colectiva, la
pacha mama nos esta enseñando con una dosis de “aislamiento social”, a que debemos
ajustar y redireccionar nuestro actuar. Koral, Profundidades de la Tierra, es precisamente
repensar y redireccionar el foco hacia otro ángulo, hacia otra perspectiva del ser humano;
es mirar la majestuosidad de los corales en el fondo del mar y contemplar tan imborrable
momento que nos brinda la grandeza de nuestro “vecindario global”.

El pensar en la tierra, en su biodiversidad, en su cuidado, en aprovechar todos los recursos y


bondades que ella nos ofrece de una manera sustentable, es decir tomar lo que ella nos
proporciona y aprovecharlo de una manera responsable; por medio de energía limpias y
prácticas ecosaludables. Este es el primer paso que debemos hacer una vez haya terminado
este ciclo/crisis, para no cometer los errores del pasado. Debemos ser resistentes y generar
una cultura colaborativa y de solidaridad horizontal frente al otro, al otro ser que hace parte
de este camino para generar una economía circular que sea amigable con la naturaleza, el
medio ambiente y así redimir lo que hemos destruido de la vida y la tierra.

Por ultimo, debemos aceptar las circunstancias adversas y adoptar una aptitud positiva para
salir fortalecidos de esta experiencia. Asumir la resiliencia y superarnos con el fin de
reinventarnos desde la individualidad hacia lo colectivo en la creación y entrega de la
creación artística, cultural y social. Solo así podremos formar una nueva alianza con la tierra y
con la sociedad que nos brinde un espacio comunal más sano para nuestro presente y futuro.

Franco
Abril 2020
Foto: Katalina Garzón
De la Serie
Fernando Koral, Profundidades de la Tierra
DENIS
JUAN CARLOS GONZÁLEZ FRANCO

LAS DIATRIBAS DE UN Gestor Cultural. Director y fundador de Franco


COLOR IMPOSIBLE Galería – Editora; reconocido por actividades
cumplidas con: UNESCO, Convenio Andrés Bello,
FERNANDO DENIS Casa de las Américas, Feria Internacional del Libro
de Bogotá, Taller Experimental de Gráfica de la
Nació en Ciénaga, Colombia. Habana, Embajadas de Cuba, España, Chile,
Es una de las voces más singulares de la Argentina entre otras. Publicaciones: Director del
actualidad. A lo largo de los últimos veinte años ha Proyecto “Aurora del Joven Milenio – La Paz”
urdido una obra inquietante, que parece reconocido por el Ministerio de Cultura y de
hechizada por el tiempo y que depara en el lector Relaciones Exteriores de Colombia, avalado por la
no pocos asombros. Ha escrito sin remilgos una de Oficina de la UNESCO en Quito ante la sede mundial
las obras más contundentes y originales de en Paris; el Ministerio de Cultura de Cuba etc.
América Latina. La cadencia y sonoridad de sus
textos tienen un sabor antiguo, impregnados de Otras Publicaciones: Libros – Arte de Literatura y
mucha pintura, de versátiles monólogos Pintura con más de cuatro títulos; catálogo de la
femeninos, de voces que se levantan del polvo colección privada de Arte Precolombino;
para bautizar el lenguaje nuevamente. Catálogos, Folletos, tarjetones y Afiches de más de
cuarenta artistas en Colombia, Cuba, Argentina,
Es creador y director de la colección Zenócrate Venezuela. Curador de artistas reconocidos y de
de literatura hispanoamericana. Ha escrito los galerías como la del Centro Cultural y Educativo
libros de poemas La criatura invisible en los “Reyes Católicos” de la Embajada de España;
crepúsculos de William Turner (1.997), Ven a estas Fundación Pluma. Consultor de la Compañía de
arenas amarillas (2004), El vino rojo de las sílabas Seguros Mapfre y otras empresas para
(2007), La geometría del agua (2009), La mujer que certificaciones y avalúos de obras de arte; socio
sueña en las murallas, que empezó a escribir en fundador y directivo de la Asociación Colombiana
India en una visita que hizo al país a final del año de Galeristas, Alarte. Fundador curador de la
2010 (2013), Diálogos con la escultura secreta. galería Guayupe de la Biblioteca Pública Germán
Antología personal (2013), Los mosaicos de Arciniegas de la Corporación Cultural Municipal de
Babilonia(2015), y recientemente el Instituto Villavicencio, Jurado del festival internacional de
Literario de Veracruz y la Secretaria de Cultura del cine de Bogotá, convocatoria documental Enrique
Estado de Guerrero editaron en México su libro Grau-curador de miestra de arte en el Congreso de
Alguien enciende las lámparas de octubre. la República de Colombia. Director Naional de
Museos de Memoria Histórica de la Mujer -
Asodamas.
COLOFÓN
Las Diatribas de un Color Imposible

POEMAS & PINTURAS


del poeta Fernando Denis
y el artista plástico Franco

Es una edición especial de lujo realizada en


Colombia.

Esta edición especial cuenta con 60 unidades,


impresión digital sobre papel kimberly y
pergamino, cubierta en pasta dura.

Cuenta con tres obras originales de técnicas


mixta pintadas sobre cartón.

Fue compuesto en la fuente Montserrat


Medium,cuerpo de texto a 12 puntos.Bajo el
cuidado editorial deFranco Galería - Editora
@artfranco8 y el diseño artístico de
Óscar Valenzuela - @supervalenz

Tiempos de pandemia
Bogotá, D.C., 23-abril-2020
COLOFÓN
Las
DIATRIBAS
de un color
IMPOSIBLE

DENIS
Fernando A.R.T.I.S.T.A

Potrebbero piacerti anche