Sei sulla pagina 1di 17

Unidad 4

¿LA SUBJETIVIDAD ESTÁ ATRAVESADA


POR EL PODER?

PRIMERAS PREGUNTAS
 ¿Qué nociones de discurso y poder sostiene M.Foucault?
 ¿Cómo actúa el poder en la vida cotidiana?
 ¿Qué son los mecanismos discursivos de exclusión?
 ¿Cómo los efectos de poder modelan a los sujetos?.

OBJETIVOS
 Analizar cómo Foucault entiende la tríada sujeto-poder-saber.
 Preguntarse por el estatuto subjetivo de las relaciones de poder.
 Despejar la idea del poder como algo que sólo se concentra en ciertas
figuras y es exterior al sujeto.

CONTENIDOS
 Sujeto, discurso y dispositivo.
 El poder y sus versiones en Michel Foucault: clásica/crítica-microfísica,
negativa/productiva.
 La subjetividad humana atravesada por relaciones de poder.

 Los mecanismos de producción discursivos y sus representantes


psíquicos.
 La subjetividad como tema central del análisis sobre el poder
PALABRAS CLAVES

 discurso / sociedad disciplinaria / dispositivo


 poder / saber / verdad / producción

 mecanismos de exclusión

 subjetividad

 dispositivo panóptico

4.1 Discurso, enunciados y representaciones

Recordemos la definición de discurso de E.Veron: “construcción social de


sentido”. Todo discurso está vinculado entonces a los sentidos que los hombres
y la colectividad les dan a sus existencias. Sentidos que no necesariamente nacen
de una voluntad de sentido, sino que también son el resultado de la inercia de las
prácticas sociales. Ahora, el sentido se actualiza en enunciados particulares,
enunciados circunstanciales que aluden a las relaciones normales. Esa
“normalidad” implica comportamientos globalmente conformes con los tipos de
conducta culturalmente simbolizados, comportamientos aceptables, admitidos e
instituidos en y por una sociedad dada, de parte de quienes integran la vida
social. Esa “normalidad” está plasmada en las expectativas que los enunciados
proponen, en ideas que poseen cierta aceptabilidad, en figuras que remiten a las
formas de ver las cosas tal cual todos las ven.

Entonces si nos preguntáramos de qué está hecho un discurso, responderíamos,


en principio: de enunciados. Y esos enunciados en tanto partes del discurso,
aluden a relaciones aceptables. Más precisamente, un discurso esta hecho de
conglomerados de enunciados, de repertorios tópicos. Estos conglomerados que
a veces constituyen sistemas, conforman el “cuerpo del discurso”. Ahora, ¿qué
son los enunciados?: Significantes que enuncian algo sobre algo, que generan
formas de representación. En la Unidad anterior precisamente en vez de hablar
en términos de “enunciados” hemos hablado de “representaciones”. Esto pues,
hemos hecho hincapié en una cierta capacidad representacional del sujeto, una
cierta capacidad digamos, “psicológica”. Esa capacidad atañe a las formas que
tiene un sujeto de pensarse a sí mismo o a los otros, de entender las relaciones
con ellos y de pensar las cosas en un estado de sociedad dada. Tal vez nos
estemos refiriendo aquí a una cierta capacidad semántica del sujeto, capacidad
de producir significación o ser objeto de ella. Pero como veremos en esta Unidad
4, ese talento para representarse las cosas va más allá de lo que se puede
entender por una estructura semántica en términos clásicos, en tanto se vincula a
relaciones de poder y a mecanismos constitutivos de la subjetividad. Esto es, en
primer lugar, la capacidad representacional no sólo implica un universo de
significaciones que maneja el sujeto, sino que lleva implícito un modo de
sometimiento o asentimiento tácito a ciertos órdenes preexistentes; en la medida
en que un sujeto se piensa a sí mismo o piensa tal o cual cosa, ya se inserta en
una red de relaciones y ocupa un lugar en ella. De esta forma las
representaciones son tributarias de la posición que ocupan los sujetos en la
sociedad, y estas posiciones son tributarias de mecanismos o dispositivos de
poder-saber. Así, esa capacidad representacional “psicológica” no es algo que se
posea en sí, digamos, “una cierta facultad mental” ajena a toda referencia. Sino
más bien que el sujeto se constituye como sujeto en tanto sujetado a un discurso
o a las estructuras de representación que en él se conforman. Como se dice
generalmente en psicoanálisis: el sujeto no habla, sino que es hablado. Lo que a
continuación desarrollaremos es precisamente una concepción de “lo social”
diferente a la vista en unidades anteriores, “lo social” será entendido como “lo
discursivo”.

Ahora, en la obra de Foucault la noción de discurso adquiere características


particulares. El Discurso es un: “conjunto de secuencias de signos, en tanto estas
son enunciados, es decir en tanto se les puede asignar modalidades particulares
de existencia”. El enunciado es pues una “función de existencia” que pertenece
en propiedad a los signos. Un enunciado es signo de algo y en su formulación
oral o escrita enuncia diversas especies de actos. Pero Foucault como se puede
ver en El orden del discurso introduce una ruptura con una lectura superficial
del discurso, ya que sería un problema para él reducir el discurso sólo a un
conjunto de enunciados (o representaciones). Foucault muestra que los
procedimientos discursivos involucran prácticas –prácticas discursivas,
procedimientos- que van más allá de lo que se dice o lo que se escribe. Los
enunciados instauran acontecimientos y cosas. Los enunciados hacen existir
prácticas y se imbrincan a ellas, no sólo las enuncian. Específicamente los
conjuntos de series enunciativas organizan y legitiman prácticas y saberes.

Ahora, a los conjuntos de enunciados que tienen una fuente común, esto es, que
dependen de un mismo sistema de formación se los llama “Formaciones
discursivas”. Foucault se dedica a recorrer el relieve de las formaciones
discursivas remarcando líneas de dispersión, de permanencia, zonas de
confluencia, circulaciones, recurrencias. A este recorrido es a lo que Foucault
denomina realizar una cartografía de las formaciones discursivas. Esta
cartografía haciéndose microfísica, emprende un análisis de las prácticas en las
que los enunciados se expanden, se multiplican, arribando así a conformar la
dinámica de los diversos dispositivos que toma en estudio. Por ejemplo, la
locura no es sólo un concepto, no es posible definirla como entidad preexistente,
ni aprehenderla en los límites que las definiciones establecen. Más bien,
siguiendo el método de análisis foucultiano podemos decir que la locura es una
“formación discursiva” que está compuesta por líneas de diversa naturaleza y
fuerza que, desde el dispositivo asilar, posibilitan su visibilidad y su
enunciabilidad. La “historia de la locura” tiene que ver con cómo ésta se va
construyendo como objeto de estudio, como conjunto de enunciados en relación
al cual los sujetos adoptan determinadas posiciones y actúan siguiendo la línea
de ciertas opciones estratégicas.

Desde esta perspectiva metodológica se abandona entonces la dualidad


discurso/acción o teoría/práctica como eje explicativo, y se constituye una
analítica de los dispositivos que consiste en recorrer sus líneas de enunciación en
toda su heterogeneidad. Ahora sabemos que los discursos configuran un
diagrama institucional y van marcando ciertos elementos, organizando
significados y constituyendo prácticas en estos espacios. Por lo tanto, la
preocupación de Foucault permitiría definir la problemática de la institución
tomando distancia tanto de una perspectiva funcionalista, que entienda los
problemas institucionales como anomalías a corregir (la óptica de “funciona o
no funciona”), como de una postura estructuralista que pretenda explicarlos
estableciendo vínculos de determinación causal (causa / consecuencia o efecto)
con una estructura previa, de la que emergen. Sus trabajos resaltan más bien la
configuración histórica de ciertas prácticas que entretejen un determinado
diagrama de relaciones saber – poder que articula la experiencia de los
individuos en torno a ciertas problematizaciones.
Bibliografía:
- MALACHEVSKY, Jorge; “Sobre los impactos discursivos en la subjetividad”.
Apunte de uso interno en la Cátedra “Psicología”, FHUC, Santa Fe, 2000.

4.5. Poder y discurso


Le proponemos a continuación un cambio de
perspectiva para responder la pregunta de esta
Unidad ¿Cómo actúa “lo social” en la
conformación del psiquismo? Transformemos
esta pregunta en la siguiente: ¿Cómo “lo
discursivo” produce sujeto? Necesitamos para
ello reemplazar “lo social” por “lo discursivo”
y “lo psíquico” por “sujeto” para que la
pregunta hecha nos permita internamos en la obra de Michel Foucault. Ahora
debemos alcanzar a comprender qué estamos preguntando al cambiar el
interrogante de esta manera.
En la obra de Foucault el discurso es un: “conjunto de secuencias de signos, en
tanto estos son enunciados, es decir en tanto se les puede asignar modalidades
particulares de existencia”. El discurso es entonces un conjunto de enunciados,
o más precisamente conjunto de series enunciativas. El enunciado posee una
función de existencia que pertenece en propiedad a los signos. Una función de
existencia quiere decir que un enunciado hace existir aquello que enuncia y lo
ubica además en un sistema de relaciones. Un enunciado es signo de algo y en su
formulación oral o escrita enuncia diversas especies de actos, instaura
acontecimientos y cosas. Específicamente los conjuntos de series enunciativas
organizan y legitiman prácticas y saberes. Ahora, a los conjuntos de
enunciados que tienen una fuente común, esto es, que dependen de un mismo
sistema de formación se los llama “Formaciones discursivas1”. Se podría
hablar así por ejemplo del discurso clínico, discurso económico, discurso de la
historia natural, discurso psiquiátrico, etc. Una manera de aprehender el mundo
social podría ser entender que está constituido por formaciones discursivas.

El pensamiento de Foucault se vincula al pensamiento marxista, pero a


diferencia de éste, no privilegia el carácter determinante de las relaciones de
producción en la conformación de lo social, sino que planteará la
multicausalidad de los procesos sociales. El pensamiento marxista clásico insiste
en la formulación que la infraestructura económica es la que determina la
superestructura social -en la que ubicamos a la ideología o a la cultura. La
ideología funcionaría así –como vimos anteriormente- sosteniendo o
reproduciendo las relaciones de producción. En verdad, esto tiene sus matices y
el mismísimo Marx junto a Engels en “La teoría económica” (Apartado ¿Por qué
nos gustan tanto los griegos hoy?) comenta que no hay una correspondencia
estricta entre el arte en la Grecia Antigua y sus pobres condiciones sociales de
producción. Es decir, que determinadas cualidades culturales o ideológicas no
siempre devienen de o son sobredeterminadas por la estructura socioeconómica.
El modo foucultiano de plantear la multicausalidad de los procesos sociales,
consiste en analizar formaciones discursivas –y no ideología. Este es uno de los
argumentos que podemos tener para entender por qué para internarnos en su
obra en esta Unidad , vamos a entender “lo social” en términos de “lo
discursivo” –y no en términos de “lo ideológico”.

1 “En el caso de que se pudiera describir entre cierto número de enunciados….en el caso de que
entre los objetos, los tipos de enunciación, los conceptos, las elecciones temáticas, se pudiera
definir una regularidad (un orden, correlaciones, posiciones en funcionamientos, transformacio-
nes), se dirá, por convención, que se trata de una formación discursiva…”
(Foucault, La arqueología del saber).
El primer período del pensamiento de Foucault fue denominado arqueológico.
La Arqueología del saber es su modalidad de análisis del discurso, aplicada al
descubrimiento de los cambios en las reglas de producción discursiva acerca de
un fenómeno dado (la criminalidad, la sexualidad, la locura, etc). Foucault se
dedica así a estudiar formaciones discursivas que constituyen el mundo social
prestando atención a los momentos en los que en ellas se producen recurrencias
o cambios (líneas de dispersión, de permanencia, zonas de confluencia, etc). A
esta tarea es a lo que él denomina realizar una cartografía de las formaciones
discursivas.
Mencionemos ahora otra ruptura significativa del pensamiento foucoultiano
respecto esta vez, de la concepción marxista sobre el poder. En Marx se indica la
existencia de un único centro de poder figurado en el Estado, la clase dominante
o particularmente en la ley. La idea de que la ley es una forma única, abarcatiba,
global y absoluta de dominación. Se trata de la ley al servicio de la dominación,
una versión “negativa” del poder: legista, prohíbe, reprime. Para Foucault lo que
hace que el poder se sostenga y sea aceptado por la mayoría, no consiste sólo en
que reprime sino en que produce discursos y producir discursos es formar
saberes. Esto precisamente se lee como la gran preocupación de los últimos años
de su enseñanza que deriva en el surgimiento de una Genealogía del poder: la
atención a las relaciones entre poder y saber. Por otra parte, para Foucault no
existe una práctica social sin un poder que la sostenga, es decir, hay una relación
intrínseca entre poder y práctica social. De allí podemos extraer todos los
entrecruzamientos posibles para comprender la complejidad de su obra. El poder
crea saber y el saber está vinculado a sistemas de poder que lo producen y lo
sostienen. En la vida cotidiana toda práctica está sostenida por un discurso, todo
discurso es un saber y ese discurso o ese saber, es un ejercicio de poder.
Fundamentalmente a nosotros nos han de interesar los efectos subjetivos de
estos atravesamientos. El sujeto no puede ser pensado en Foucault por fuera de
múltiples determinaciones sociales, es decir, por fuera de las múltiples prácticas
en las que está inmerso, ni por fuera de los múltiples discursos que sostienen
esas prácticas. Por lo tanto Foucault rompe con la creencia ingenua de la
autonomía de un sujeto no supeditado al poder. A su vez, la noción de
dispositivo le será en un momento de su obra de utilidad para analizar en su
interior el entramado del poder a discursos y prácticas no-discursivas.

Si antes decíamos que el autor se dedica a realizar una cartografía de las


formaciones discursivas, ahora podemos entender que esa cartografía,
emprende un análisis de las prácticas sociales en las que los enunciados se
expanden y multiplican, conformando la dinámica de los diversos dispositivos
que toma en estudio.
Tenemos hasta aquí presentados de manera rápida y somera una serie de
conceptos sobre los cuales le pedimos a Usted que preste atención (discurso,
enunciado, formaciones discursivas, prácticas y saberes, dispositivos) pues es a
partir de estos conceptos que podremos plantear algunas cuestiones que nos
importan sobre la relación sujeto-poder. Es esto último, al fin y al cabo, lo que
nos interesa: develar en la obra de Foucault: cómo el sujeto atravesado por una
red de relaciones de poder-saber se constituye allí como sujeto. A esto es a lo
que se refiere la pregunta ¿Cómo el discurso produce sujeto? Por el momento
digamos sólo que los sujetos aparecen para Foucault como superficies de
emergencia de la enunciación.

Aclarando un poco lo dicho, veamos ahora un ejemplo sobre la locura,


considerándola como una variante de lo subjetivo o como una figura de lo
subjetivo que es construida por el discurso. La locura o la cordura, el loco o el
cuerdo, el anormal y el normal son producciones del discurso. La locura no es
sólo un concepto, no es posible definirla como entidad preexistente, ni
aprehenderla en los límites que las definiciones establecen. Más bien, siguiendo
el método de análisis foucultiano podemos decir que la locura es una “formación
discursiva” que está compuesta por líneas de diversa naturaleza y fuerza. A esa
formación discursiva Foucault le va a hacer corresponder entre otros un
dispositivo, el dispositivo asilar. En el interior de este dispositivo o de cualquier
dispositivo, se componen líneas de visibilidad, de enunciación, de objetivación
que se aplican al loco. Se aplican al loco, es decir, lo hacen existir como tal,
hacen existir la locura y la vinculan relacionalmente por contraste a la cordura.
Allí en esos dispositivos, Foucault prestara atención a cómo se lo enuncia -qué
se dice de él, a qué tratamientos se lo somete, cuáles son los saberes que lo
abordan, qué mirada social se construye sobre su diferencia, sobre su
anormalidad. Cómo es objetivado, cómo se constituye en objeto de enunciación.
La “historia de la locura” cuenta su construcción como objeto de estudio, como
conjunto de enunciados en relación al cual los sujetos (el loco, el terapeuta, etc)
adoptan determinadas posiciones y actúan siguiendo la dirección de ciertas
opciones estratégicas. La historia de la locura como formación discursiva está
atenta a los cambios y recurrencias que se han sucedido en el tiempo. Analiza las
condiciones históricas de posibilidad que han hecho que en un determinado
momento sólo ciertos enunciados hayan sido efectivamente posibles. Desde esta
perspectiva metodológica se constituye una analítica de los dispositivos que
consiste en recorrer sus líneas de enunciación en toda su heterogeneidad.

Ahora sabemos que los discursos configuran un diagrama institucional y van


marcando ciertos elementos, organizando significados y constituyendo prácticas
en esos espacios. Por lo tanto, la preocupación de Foucault permitiría definir la
problemática de ciertas instituciones o resaltar la configuración histórica de
ciertas prácticas –en el ejemplo, referidas a la locura- que entretejen un
determinado diagrama de relaciones saber – poder que articulan la experiencia
de los individuos en torno a ciertas problematizaciones.

1.6 El poder y su inscripción en la subjetividad


¿Qué es el poder? M. Foucault entiende que el poder no debe ser concebido
como un fenómeno de dominación masiva y homogénea de unos sobre otros, y
que no puede establecerse una división entre los que lo poseen con exclusividad,
y los que no lo poseen o lo padecen. Debería más bien analizarse el poder como
algo que funciona en forma de cadena, circulando, no pudiéndose localizar aquí
o allá como si fuera un objeto o un bien, puesto que se ejerce mediante un
funcionamiento en red. Esta concepción interesa particularmente a nuestra
Asignatura, digamos que ese funcionamiento en red encuentra y atraviesa a los
sujetos en el interior de ciertos dispositivos. Un dispositivo es un
“…conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones,
instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas
administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales,
filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo
dicho como a lo no dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre
estos elementos2”.

Ubicado el dispositivo como algo que permite pensar el funcionamiento en red


del poder, hecho de elementos heterogéneos –entre los cuales nosotros
destacamos el discurso o los discursos- es nuestra intensión abrir una
interrogación por los efectos subjetivos de ese atravesamiento.

Usted encontrará una detallada referencia y un relevamiento conceptual sde la


obra de Foucault en el Apunte de càtedra Poder y subjetividad, aunque en vistas
a nuestros fines consideramos sólo la lectura directa de uno de sus textos El
orden del discurso. En esta obra Foucault intenta explorar el poder presente
dentro de la producción discursiva, en articulación con lo que denomina
voluntad de verdad. Según él, en toda trama discursiva anida una voluntad de
verdad, voluntad que determina en el interior de esa trama qué es falso, qué
verdadero, qué es justo, qué no lo es, qué lo normal, qué lo anormal. Ya en el
título de este texto queda sugerido, que el discurso “ordena”, produce una
organización posible de la realidad, “divide” la realidad, constituye categorías,
objetos, disciplinas. División discursiva, división simbólica de la realidad. Para
sostener ese ordenamiento el discurso monta mecanismos de control discursivos

2 MILLER, J-A,(1977) “El Juego de Michel Foucault”,Rev. Ornicar, Nro.10.


(procedimientos de exclusión). Una vez constituido un modo de concebir la
realidad, procura el mantenimiento de ese orden. El discurso crea una estabilidad
y la protege. El ordenamiento recurre al juego dialéctico entre la identidad y la
diferencia, califica lo uno y lo otro. El sujeto representa uno más entre los
elementos que se definen allí. El sujeto, su cuerpo constituyen una variable más
atravesada por las redes de poder. Trasladando con algunos recaudos esta lógica,
podemos intentar una explicación de los procesos psicológicos que actúan en la
construcción de identidades en grupos y sujetos. Como si la subjetividad
asegurara su estabilidad, montando mecanismos psíquicos que reflejaran el
funcionamiento discursivo: las duplas identidad-alteridad, identificación-rechazo
actúan en el seno mismo de las construcciones identitarias. Hemos aquí un modo
de ver como las redes de poder, atraviesan al sujeto.

Vale entonces una aclaración: no debe ser entendido el término “exclusión” sólo
en un sentido peyorativo. Puesto que toda exclusión es el correlato de una
inclusión. Modo de funcionamiento del psiquismo humano, que al mismo
tiempo que reconoce la diferencia y separa lo diferente, acepta lo idéntico y lo
introyecta. Excluir un afuera es delimitar una adentro: el yo se segura a sí mismo
con la claridad de lo que no es yo –lo otro, hay un cierto requerimiento de lo
extraño para poder reconocer lo familiar. Vamos así delineando una posible
lectura de Foucault: los mecanismos de exclusión impactan en la subjetividad
humana o contribuyen a constituir sujetos de discurso. Lo invitamos a consultar
el texto “Sobre los impactos discursivos den la subjetividad” donde hemos
introducido el tema del sujeto de discurso.

El discurso instala categorías de sujeto y a la vez, genera procedimientos que


aseguran la distribución de los sujetos que hablan en los distintos tipos de
discurso (científico, literario, de sentido común, etc) o en las diferentes
situaciones sociales; es decir, distribuye a los sujetos en función de su saber. La
esfera del saber delimita qué sujetos pueden hablar y cuáles no, mientras que el
discurso crea objetos de saber–sujetos. A partir del discurso se puede explicar la
constitución recíproca del objeto de saber por el sujeto cognoscente, a la vez que
la del sujeto cognoscente por los saberes que lo objetivan. Así, el poder produce
saberes que permiten objetivar al sujeto, objetivarlo desde el punto de vista
biológico, psicológico, sociológico, etc. Produce un alma que reemplazará al
cuerpo como objeto de castigo, produce un cuerpo dócil a partir del control de
las conductas basado en un conocimiento sistemático de éstas. El discurso
presenta lo que conocemos del sujeto, las variedades de sujeto, instala una moral
a la que esta sometido, distingue lo que cada cual debe hacer de acuerdo al lugar
que ocupa, despliega prácticas que los contienen o constriñen.
En el mismo texto que estamos comentando Foucault también introduce una
ruptura con una lectura superficial del discurso, ya que sería un problema para él
reducir el discurso a un conjunto de representaciones o enunciados. Muestra más
bien que los procedimientos discursivos involucran además prácticas –prácticas
discursivas, procedimientos- que van más allá de lo que se dice o lo que se
escribe. Los enunciados hacen existir prácticas y se imbrican a ellas, no sólo las
enuncian. Esas prácticas discursivas se constituyen a su vez –por ejemplo, desde
una concepción negativa del poder- en un sistema de prohibiciones y
exclusiones. La función de este conjunto es mantener la estabilidad del propio
discurso:
“... en toda sociedad la producción de discurso está a la vez controlada,
seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen
por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio
y esquivar su temible y pesada materialidad”3.

Si bien en El orden del discurso parece predominar una “visión negativa del
poder” -como vehículo de prohibiciones y exclusiones-, ya se esboza allí el
modo en que esta categoría va a ser replanteada por el autor más adelante, hasta
llegar a construir una “concepción productiva del poder” -en tanto productor de
saberes, discursos y sujetos. Usted encontrara una detallada referencia y un
relevamiento conceptual de la obra de Foucault en el texto Poder y Subjetividad
propuesto como Bibliografía de Cátedra en esta Unidad.

Respecto de los procedimientos de exclusión presentados en el texto de


Foucault, sugerimos sean analizados cada uno de ellos cuidando de vincularlos
con la función que cumplen a nivel discursivo (por ejemplo, “conjurar miedos y
peligros”). Luego, comprender por qué funcionan propiamente como
mecanismos de exclusión (aclarando lo que queda dentro y lo que dejan afuera).
Finalmente le requerimos un esfuerzo, pues se trata de alcanzar aquello que el
texto no dice directamente: extrapolar, inferir, buscar ejemplos respecto de cómo
cree Usted que esos mecanismos hacen a las formas de representación, las
actitudes, las conductas o los deseos. Así, si tomamos uno de estos
procedimientos el tabú (lo prohibido), es posible ver que como formación
colectiva, se traslada a modos de manifestación subjetiva. Si como señala
Foucault la política y la sexualidad son dos ámbitos propicios para la instalación
de tabúes, el reflejo de estos ordenes discursivos puede ser hallado en los no te
metas en política, en los de eso no se habla o en los no en esta ocasión que
regulan la relación de cada sujeto con su mundo.

3 FOUCAULT, M. (1973) El orden del discurso, Tusquets, Barcelona.


Si bien en El orden del discurso parece predominar una “visión negativa del
poder” -como vehículo de prohibiciones y exclusiones-, ya se esboza allí el
modo en que esta categoría es replanteada por el autor, quien se dirige a
construir una “concepción productiva del poder” -en tanto productor de saberes,
discursos y sujetos. Una visión de la complejidad con la que Foucault llega a
abordar el poder, puede ser consultada en la enumeración de los cinco aspectos
que indicaremos en el punto siguiente.

Bibliografía:
- BRITOS, P.; “Michael Foucault: la constitución del sujeto” en Eticas del siglo,
Teknhe, Rosario, 1994.
- FOUCAULT, Michel.; “El orden del discurso”. Ed.Tusquets, (pgs. 1/38).
- MALACHEVSKY, Jorge; “Sobre los impactos discursivos en la subjetividad”.
Apunte de uso interno en la Cátedra “Psicología”, FHUC, Santa Fe, 2000.
- MALACHEVSKY, Jorge; “Poder y subjetividad”. Apunte de uso interno en la
Cátedra “Psicología”, FHUC, Santa Fe, 2004.

4.3 Una Microfísica del poder


En Microfísica del poder Foucault formula que el poder no se posee, es un acto,
una relación de fuerza que se ejerce de forma material, corporal y mental;
recorre todo el cuerpo social. Aquí analiza el poder a través de un mecanismo
particular: aquel que se establece entre las reglas del Derecho (que delimitan
formalmente el poder) y los efectos de verdad que éste reproduce y transmite.
Entendiendo que los sistemas punitivos son “aspectos específicos de una
tecnología de poder” que impregna todo el cuerpo social, señala un conjunto de
instituciones en dónde éstos se manifiestan: el manicomio, el hospital, el
ejército, el presidio, el puesto de trabajo y la escuela: “En estas instituciones se
desarrolla el conocimiento sobre las personas y su conducta , actitudes y
autoconocimiento se desarrollan, se perfeccionan y utilizan para moldear a los
individuos. Estos conocimientos y prácticas no sólo se han empleado para
cambiarnos de diversos modos, sino también para legitimar esos cambios, al
juzgarse “verdadero” el conocimiento adquirido”4.
Es decir, el poder no sólo se encuentra presente en el cuerpo social, sino que se
halla en el núcleo mismo de los individuos, alcanza su cuerpo, se expresa en sus
gestos, sus actitudes, sus discursos, en la vida cotidiana.

4 Marshall, Ob. Cit.


Foucault plantea múltiples canales de acción y transmisión del poder, múltiples
individuos sujetos y a la vez objetos del poder, a la par que múltiples efectos de
poder. La lectura propuesta de Poder y subjetividad le presentará a Usted en un
tramo un interesante desarrollo sobre las objetivaciones y los modos de
subjetivación por fuera de esas objetivaciones.

Respecto a las versiones que nos propone Foucault sobre el poder,


mencionaremos al menos dos duplas. La versión clásica y la crítica, y el poder
como represión (versión negativa) o como producción (versión positiva). La
visión clásica del poder -el consenso y la obediencia- que postula que éste
tendría una fuente u origen -como si pudiera identificarse una centro o eje del
poder desde el cuál éste se expande –como dijimos más arriba pueden
identificarse en el Estado o en la figura de la ley esos centros.

Esta perspectiva se enfrenta a una visión crítica del poder, que lo considera
como no localizado, más bien como algo que atraviesa todas las relaciones
sociales. La familia, la escuela, el hospital, y mayoría de las instituciones con
conforman el entramado social son como pequeños espacios donde el poder se
vincula a las normas. Presente en todas partes, ejerciéndose en cada segmento
del cuerpo social, se extiende como una red.

Lo que rige nuestra vida cotidiana más que la Ley, son las normas. No hay
ninguna ley que diga, por ejemplo, cómo alguien debe portarse en público. Ese
espacio vacío que deja la ley y toma la norma da lugar a la disciplina. La
disciplina arma un reticulado prestando atención a las normas y a sus
desviaciones en esos espacios que dejan vacios las leyes. Con el objetivo de
someter al sujeto a las normas las disciplinas individualizan y hacen una
anatomía política del detalle de la conducta de cada uno de los individuos. Todo
castigo disciplinario tiene así finalidades correctivas, se trata de castigos que
intentan acentuar el proceso de normalización. Para Foucault la disciplina es
una técnica intimidatoria que enfoca a los individuos por separado, no masifica.
Vemos cómo saltamos de la temática de la disciplina hacia la idea de una
sociedad disciplinaria como lugar donde emerge el control social. El régimen
disciplinario habla de que son fuertemente individualizados aquellos sobre los
que se ejerce el poder mediante la vigilancia continua y el examen. La
individualización no se opone al poder, al contrario nuestra individualidad,
nuestra identidad obligatoria es el efecto y el instrumento de una forma del
ejercicio del poder disciplinario.
Esto permite introducir una pregunta en relación a si el empuje de lo social
tiende a masificar o a individualizar. En Foucault la respuesta es clara el poder-
saber es individualizante. Estamos todos individualizados desde el poder que
establece políticas de vida que hay que obedecer - lo que se trata en su obra
como “biopolítica”. Pero este poder que es la biopolitica se basa en una
anatomía política o sea en una disección y para poder examinar hay que observar
muy bien uno por uno. Aunque el propósito sea que los individuos respondan a
un determinado modelo, para lograrlo es necesario individualizar muy
especialmente a quienes no responden a ese modelo, uno por uno, antes de que
se pueda cumplir con la finalidad de someterlos a un aparato de normalización,
construir individuos normales . Foucault nos permte entender porqué la
individuación es previa y necesaria para la masificación. Para él la racionalidad
política moderna se enraíza en el poder pastoral y en la razón de Estado; es a la
vez individualizante y totalizante. Se puede ver en el estado moderno una matriz
de individualización que se extiende a través de las instituciones y una nueva
forma de poder pastoral.

Según estala versión crítica del poder entonces, el poder no es absoluto ni


descendente (es decir que no adopta como esquema la relación dominadores-
dominados), es microscópico y capilar. Si la definición de poder coincide con
una red de relaciones sociales, red de relaciones entre sujetos, el poder las
atraviesa. Es posible identificar a los sujetos o relaciones (por ejemplo docente-
alumno, médico-paciente, etc) que están inscriptos o participan en este
atravesamiento. Las actitudes subjetivas pueden ahora ser identificadas como
acciones de fuerza en las que unos tratan de orientar, conducir o influir en la
conducta de otros. Yendo más allá, hay que considerar que las relaciones de
poder no son sólo simbólicas, como lo indica Foucault, sino que principalmente
deben su eficacia a que se encarnan materialmente: el poder se inscribe en los
cuerpos. Los cuerpos forman parte del cuerpo social, y desde que nacemos
quedamos fijados al aparato de producción de saber – a los discursos. Puede aquí
hacerse un salto y preguntarse si esta materialidad de la relaciones de poder
encuentra algún punto de articulación con la noción de goce presentada por J.
Lacan desde el psicoanálisis –que veremos en la Unidad siguiente, que insinúa
las tendencias pulsionales que disponen ciertas estructuras sociales. Basta
recordar que para Lacan los signos del poder son a la vez los del goce. El sujeto
y su cuerpo son así superficies de inscripción de las relaciones de poder y de los
modos de satisfacción que representan más cabalmente a un estado de sociedad
dada.

Volviendo a la visión crítica o microfísica del poder, en cierta medida las críticas
hechas a esta conceptualización detectan un problema importante: la idea de
omnipresencia del poder, de su difusión, ubica al poder en todos los lugares y en
ningún lugar específico. Tal vez salvar esta crítica pueda hacerse al
complementar Foucault con Althusser. Podemos encontrar que los equivalentes
foucoultianos de los aparatos ideológicos del estado althusserianos son los
procedimientos disciplinarios que operan en el nivel del “micropoder” y
designan el punto en el que el poder se inscribe directamente en el cuerpo,
pasando por alto la ideología. Zizek considera que esta es una debilidad de
Foucault que puede salvarse entonces diciendo que los procedimientos
disciplinarios adquieren operatividad a nivel del micropoder siempre y cuando
haya una especie de Otro ideológico que los interpele. Para Althusser los
microprocedimientos son parte de los aparatos ideológicos del estado; es decir,
son mecanismos que para ser operativos, para apropiarse del “individuo”,
suponen siempre ya la presencia masiva de una entidad –el Estado, gran Otro
ideológico en el que se origina la interpelación.

En cuanto a la otra dupla con la que Foucault conceptualiza al poder, digamos


solamente que el autor dejando de lado una visión negativa o jurídico-política,
ligado a su valor coactivo o represivo, propone una visión productiva. El poder
no consiste simplemente en reprimir ciertas formas discursivas, sino que
fundamentalmente produce una relación con el conocimiento –con los
“saberes”- que legitiman su dominación. El poder produce saberes, verdad y
sujeto.

Finalmente, para el autor hay que tener presentes cinco aspectos para abordar el
análisis del poder5:
- Sistemas diferenciadores establecidos por la ley, la tradición, las condiciones
económicas, que proporcionan un ámbito donde prima facie se ponen en
funcionamiento las relaciones de poder;
- Los objetivos que persiguen quienes operan sobre las acciones de otros;
- Los medios para poner en marcha las relaciones de poder: por la fuerza, la
aceptación, el consentimiento, la vigilancia, la recompensa económica;
- Las formas de institucionalización del poder (familia, escuela, ejército, etc.)
- El grado de racionalización que dota, elabora y legitima los ejercicios de poder.

Busquemos ahora, a modo de ejemplo, resignificar las categorías presentadas.


Preguntemos: ¿Hay poder en la escuela? Partamos de la idea de discurso, y más

5 Marshall, Ob. Cit.


precisamente convengamos que se podría hablar de un “discurso pedagógico” y
que el conocimiento, las instituciones educativas y el vínculo pedagógico son
sedes de redes de poder. Este ejemplo es desarrollado por I. Dusell y M. Caruso
en De Sarmiento a los Simpsons presentando a estas tres figuras – o “ídolos”,
como formas de representación que funcionan como sostén simbólico de las
prácticas educativas. La posición ante el conocimiento es una posición de poder,
la actitud frente al aprendizaje, el uso que se hace de lo que se conoce, las
diferencias que se hacen entre los alfabetizados y quienes no lo son. Finalmente,
las instituciones son sede de una pluralidad de poderes, entramados de relaciones
regladas, así como lugar de alianzas, imposiciones y resistencias cotidianas. El
sujeto (alumno, docente, administrativo, directivo, etc) se constituye en ese
entramado.

Bibliografía:
- CARUSO, Marcelo y DUSSEL, Inés; “De Sarmiento a los Simpsons”.
Ed.Kapepuz, Buenos Aires, 1996.

Actividad 4.A: Subjetividad y relaciones de poder

1) A partir de la página 43 del texto de M. Caruso e I. Dusell introducen a las


relaciones entre sujeto, deseo y poder. ¿Cómo explicaría la construcción de la
subjetividad a partir de esta relación?.
Lea el siguiente capítulo: Te llevo bajo mi piel. El poder en la escuela, y
responda:
2) Que reglas permiten comprender cómo se concibe el poder desde una versión
clásica?.
3) Identifique cuáles son las tres consecuencias que trae la visión social critica
del poder.
4) Busque ejemplos en la vida cotidiana que puedan ser entendidos desde alguna
de las dos versiones sobre el poder –la clásica y la crítica. Haga una tabla de dos
columnas. De un lado identifique acontecimientos o situaciones conflictivas en
la vida cotidiana, momentos de lucha o donde aparece el enfrentamiento entre
diversidades. Es decir acontecimientos o situaciones que puedan ser vistos desde
el ángulo del poder como disfunciones, desvíos, circunstancias inesperadas -
visión clásica. En la otra columna para estos mismos sucesos, explique cómo los
vería desde la perspectiva de encontrar en ellos lugares “constitutivos en las
tramas de experiencias y en la constitución de sujetos” -visión crítica. (Seguir el
texto de Dusell y Caruso en página 63-64). Si vale como ayuda, recuerde que
finalmente se le está pidiendo que identifique sujetos y relaciones de poder.
5) En qué sentido las nociones trabajadas en este texto se acercan a la
problemática de la subjetividad?.
7) Qué respuestas dan los autores al establecimiento de la legitimidad de un
poder. ¿Cómo es que el poder se hace legítimo?.

Actividad 4.B:
Consulte los textos “Poder y subjetividad” y “Michel Foucault, la constitución
del sujeto”. Haga un listado de los temas que a su entender resultan tratados en
dicho material. Responda luego, cómo podría explicar a partir de lo desarrollado
en ambos textos, que el sujeto es atravesado por relaciones de poder.

Actividad 4.C:
Consulte el texto El orden del discurso. Identifique los mecanismos de exclusión
discursivos presentados por Foucault. Construya una tabla con cinco columnas
(o más si considera conveniente) que permita leer:

- nombre del mecanismo,


- explicación de su funcionamiento,
- función que cumple a nivel discursivo,
- ejemplos (aclarando qué es lo que se excluye y esa exclusión qué
preserva),
- inferencias: formas de representación, actitudes, conductas, mecanismos
psíquicos que lleven la marca del mecanismo discursivo tratado. (Puede
consultar el ejemplo que dimos sobre el tabú).

Potrebbero piacerti anche