Sei sulla pagina 1di 11

294 DIÁLOGOS

-¿ Y no añadiremos que éstos dan la bienvenida y


480a aman aquellas cosas de las cuales hay conocimiento y
aquéllos las cosas de las que hay opinión? ¿O no nos
acordamos de que decíamos que tales hombres aman
y contemplan bellos sonidos, colores, etc. pero no tole­
ran que se considere como existente lo Bello en sí?
-Sí, lo recordaremos.
-¿ Y cometeremos una ofensa si los denominamos
'amantes de la opinión' más bien que 'filósofos'? ¿ Y se VI
encolerizarán mucho con nosotros si hablamos así?
-No, al menos si me hacen caso; puesto que no es
lícito encolerizarse con la verdad.
-Entonces ha de llamarse 'filósofos' a los que dan -Qué son los filósofos y qué los no-filósofos 484a
la bienvenida a cada una de las cosas· que son en sí, -proseguí-: esto es, Glaucón, lo que se nos ha mostra-
y no 'amantes de la opinión'. do a través de la descripción efectuada en un discurso
-Completamente de acuerdo. extenso y de alguna manera fatigoso.
-Tal vez no habría sido fácil a través de uno breve.
-Parece que no; y creo que se nos habría revelado
mejor aún si hubiésemos tenido que hablar acerca de
eso sólo, y no tener que entrar a detallar las muchas
cosas que quedan parn advertir en qué se diferencia la
vida del justo de la del injusto. ¡,
-¿Qué es, pues, lo que viene después de eso?
-Ninguna otl·a cosa sino la que Je sigue en orden:
puesto que son filósofos los que pueden alcanzar lo que
se comporta siempre e idénticamente del mismo modo,
mientras no son filósofos los incapaces de eso, que, en
cambio, deambulan en la multiplicidad abigarrada,
¿ quiénes de ellos deben ser jefes de Estado?
-¿ Cómo podríamos responder algo razonable?
-A los que de ellos se revelan capaces de vigilar las
leyes y costumbres del Estado, a ésos instituiremos
como guardi.anes. e
-Correcto.
-He aquí algo que es claro: si el guardián que cus-
todia lo que sea debe ser ciego o de vista aguda.
296 DIÁLOGOS REPÚBLICA Vl 297

-¿Y c6rno no ha de ser claro? tente y que no deambula sometida a la generación y


-Pues bien. ¿ crees que d ifíe ren en algo de los cie- a la corrupción.
gos los que están realmente privados del conocimiento -Convengámoslo.
de lo que es cada cosa, y no tienen en el alma un para­ -Y además que la aman íntegra, sin rechazar parte
digma manifiesto, ni son capaces. como uri pintor, de alguna de ella, sea pequeña o grande, más honorable
dirigir la mirada hacia lo más verdadero y, remitiéndo- o más despreciable, tal como anteriormente describimos
d se a ello sin cesar, contemplarlo con la mayor precisión respecto de los que aman los honores y de los enamora­
posible, de modo de implantar también aquí las reglas dos.
concernfootes a lo bello, a lo justo, a Jo bueno, si hay -Hablas correctamente.
aún que implantarlas, o, si ya están establecidas, pre­ -Después de eso examina s1 los que hao de ser e
sen1arlas con su vigilancia? tal como decimos cuentan en su oaturalez.a con algo
-¡Por Zeus que no difieren en mucho! m6s.
-¿ lnst i tui remos a éstos como guarclianes más bien -¿Qué cosa?
que a aquellos que, conociendo lo que es cada cosa, no -La veracidad y la no admisión voluntaria de la fal-
les falta en cuanto a experiencia nada respecto de és­ sedad, el odio a ésta y la inclinación a la ,,erdad.
tos, ni tampoco les van a la zaga en cuanto a la excelen­ -Probableroeore.
cia en ,:iioguno de sus aspectos? -No sólo es probable, querido amigo, sino también
-Sería absurdo -dijo Glaucón- escoger a otros, si completamente necesario que quien es amoroso por na­
no les falta oada en las restantes cosas. ya que los tu raleza ame a todo lo que es congénere y emparentado
sobrepasan en cuanto a lo que es prácUcamente más con las cosas que ama.
1.mportante, como el conocimiento de lo que es cada -Correcto.
cosa. -Pues bieo: ¿hallarás algo más emparentado con la
485a -Y Jo que tenemos que decir ahora es de qué modo sabiduría que !a verdad?­
podrán alcanzar las restantes cosas a la vez que la -Claro que no.
principal. -En tal caso, ¿puede una misma naturaleza filoso-
-Completamente de acuerdo. far y amar a la falsedad? d
-Como decíamos al comenzar esta argumentación, -De ningún modo.
en primer lugar es necesario aprehender su naruraleza; -Por consiguiente, es necesario que el que ama ver-
y pienso que, si oos ponemos de acuerdo súficientemen­ daderamente aprender aspire desde muy temprano a la
te sobre ella, concordaremos también en que tales hom­ verdad íntegra.
bres pueden alcaniar esas cosas, y en que no deben ser -Absolutamente.
otros que éstos los jefes de Estado. -Pero además sabemos que, cuando a alguien lo
-¿De qué modo? arrastran fuertemente los deseos hacia una sola cosa,
-Hemos de convenir -afirmé-, con respecto a las se le tornan más débiles las demás, como una corriente
b naturalezas de los filósofos, que siempre aman aquel que es canalizada hacia allí.
estudio que les hace patente la realidad siempre exis- -Es cierto.
298 DIÁLOGOS REPÚBLICA VI 299
-Y en aquel en que han fluido los deseos hacia el -También esto: al observar el alma del filósofo y
conocimiento, y hacia todo lo dt esa índole, éstos con­ la del que no lo es, examina si ya desde temprano es
ciernen aJ placer del alma misma y por sí misma y aban­ justa y mansa, o iosociable y salvaje.
e donan los placeres corporales, si es que ha de ser filó­ -Completamente de acuerdo.
sofo verdaderamente y no de modo artificial. -Pero pienso que tampoco dejarás de lado lo si- e
-Completarneni.e necesario. guiente.
-Un hombre semejante será moderado y de ningún -¿Qué cosa?
modo amante de las riquezas, pues las cosas por las -Si aprende fácilmente o con dificultad. ¿O esperas
cuales se pone celo en conseguir las riquezas, con todo que alguna vez alguien puede querer como es debido
su derroche, hacen que a él menos que a ningún otro lo que hace, si al hacerlo se mortifica y peoosameore
convenga esforzarse en obtenerlas. alcanza magros resultados?
-Así es. -No.
�&6a - Y aún hay que examinar lo si gu iente, si vas a -Y si no pudiera retener nada de lo que aprendió,
discernir la naturaleza del filósofo de la del que no olvidándose de todo, ¿sería posible que oo quedara
lo es. vacio de conocimientos?
-¿Qué cosa? -No sería posible.
-Que no se re oculte nada que tenga parte en lo -Y sí trabaja en vano, ¿no piensas que necesaria-
servil; porque la mezquindad es, sin duda, lo más opues­ mente terminará por odiarse a sí mismo y a semejante
to a un alma que haya de suspirar siempre por la totali­ trabajo?
dad íntegra de lo divino y lo humano. -¡Claro!
-Una gran verdad. -Por consiguiente, no debemos admitir el alma d
-Y aquel espíritu al que corresponde la contempla- olvidadiza entre las debidamente filosóficas, sino que
ción sublime del tiempo todo y de toda la realidad, ¿pie.n­ hemos de buscar una dotada de buena memoria.
s.as que puede creer que la vida humana es gran cosa? -Completamente de acuerdo.
-Es imposible. -¿ Y no dí riamos menos que la naturaleza que es
b -¿ Y acaso semejan re hombre considerará que la extraña a la Musa y a la buena forma no empuja hacia
muene es algo temible? ninguna otra parle que a la desmesura?
-Ni en lo más mínimo. -Sin duda.
-Entonces, a una naturale2.a cobarde y servil no le -¿Pero la verdad es congénere de la desmesura o
corresponde tomar parte, según parece, en una verda­ de la mesura?
dera filosofía. -De la mesura.
-Creo que no. -Buscaremos, por consiguiente, un espfrilu que, ade-
-En cuanto al varón ordenado que no ama las ri- más de las otras cualidades, esté naturalmente dotado
quezas y no es servil oi jactancioso ni cobarde, ¿puede de mesura y gracia y que, por su propia naturale:ta, se
llegar a ser difícil de tratar o injusto? deje guiar fácílmente hacia el aspecto de lo que es cada
-No. cosa.
REPÚBLICA V1 301
300 DIÁLOGOS

tas, pero que en los hechos se ve que cuantos se abocan


-No podría ser de otro modo.
a la filosofía, no adhiriéndose simplemente a ella con
e -Bien. ¿ Y no crees que estas cualidades que hemos
miras a estar educados completameote y abandonán­
descrito son necesarias y se siguen u.na de otra para
dola siendo aúo jóvenes, sino prosiguiendo en su ejer- d
el alma que va a aprehender de modo sufü;:ientemente
cicio largo tiempo, en su mayoría se convierten en indi­
perfecto lo que es?
viduos extraños, por □o decir depravados, y los que pa­
4S7a -Si, son necesarias al máximo.
recen más tolerables, no obstante, por obra de esta
-¿Has de censurar entonces a una ocupación que
ocupación que tú elogias, se vuelven inútiles para los
no se puede practicar como es debido si no se está por
Estados.
oatura.l eza dotado de memoria, faciLldad para aprender,
Y una vez que lo escuché, dije:
grandeza de espíritu y de gracia y no se es amigo y con­
-¿ Y piensas que los que hablan así mienten?
génere de la verdad, de la justicia, de la valentía y de
-No sé, pero con gusto oiría tu opm1on.
la moderación?
-Oirías, pues, que me parece que dicen la verdad.
-No, ní Momo' censuraría algo por el estilo.
-¿Cómo, entonces, ha de estar bien dícho que no e
-¿ Y no es sólo a estos hombres, una vez perfeccio-
cesarán los males para los Estados antes de que en ellos
nados por la educación y por la edad, que encomenda­
gobiernen los filósofos, cuando venin10s a reconocer que
rás el Estado?
les son inútiles?
b En ese punto intervino Adimanto.
-Para conlestc.1r la pregunta que haces necesito cle
-Nadie, oh Sócrates -dijo-, podría contradecirte.
una comparación.
Pero a los que escuchan en cada ocasión lo que· dices
-¡Y claro, tú no acostumbras, creo, a hablar con
les pasan cosas como ésta: estiman que es por su inex­
imágenes!
periencia en interrogar y responder por lo q_ue son des­
-Bueno, te burlas iras haberme arrojado en un asun-
viados un poco por obra del argumento en cada pregun­
to difícü de demostrar. Escucha ahora la imagen, para 4S8a
ta, y, al acumularse al final de la discusión estos peque­
que puedas ver cuánto me cuesta hacer UJ1a compara­
ños desvíos, el error llega a ser grande y aparece con­
ción. Tan cruel es el trato que los Ese.arlas iníligen a
tradiciendo lo primero que se dijo. Y así como en el
los hombres más razonables, que no hay ningún otro
juego de fichas los expertos temúnan por bloquear
individuo que padezca algo semejante. Por eso. para po-
e a los inexpertos, que no tienen dónde moverse, así tarn­
der compararlos y defenderlos, deben reunirse muchas
bié� ellos acaban por quedar blcx.¡ueados, sin tener qué
cosas, a la manera en que los pintores mezclan para
�ec1r, por obra de este otro juego de fichás que no se retratar ciervos-e.abríos y otros de esa índole. Tmagína-
Juega con guijarros si□o con palabras, aunque la ve1·­
le que respecto de muchas naves o bien de una sola
dad no gane más de ese modo 1. Oigo esto mirando al
sucede esto: hay un patrón, más alto y más fuerte que
caso presente_; pues ahora podría decirse que de pala­
todos los que están en ella, pero algo sordo, del mismo b
bra no se puede contradecirte en cada cosa que pregun-
modo corto de vista y otro tanto de conocimientos náu­
1
ticos, mientras los marineros están en disputa sobre el
Momo era el dios del repro�he, l:1 ceosura y la burla.
l Cf. nota 7 al libro l.
gobierno de la nave, cada uno pensando que debe pilotar
302 DJÁLOGOS REPÜBUCA VJ 303

él, aunque jamás haya aprendido el arte del timonel y -Por lo tanto, has de enseñar la imagen a aquel que
no pueda mostrar cuál fue su maestro ni el tiempo en se asombraba de que los filósofos no sean honrados en
que lo aprendió; declarando, además, que no es un arte los Estados, e intenta convencerlo de que mucho más b
que pueda enseñarse, e incluso están dispuestos a des- asombroso sería que los honrasen.
e cuartiwr al que diga que se puede enseñar; se amonto­ -Se la enseñaré.
nao siempre en derredor del patrón de la nave, rogán­ -Y también convéncelo de que dice la verdad al afir-
dole y haciendo todo lo posible para que les ceda el ti­ mar que los filósofos más razonables son inútiles a ta
món. Y en ocasiones, si no lo persuaden ellos y otros muchedumbre, pero exhórtalo a que eche la culpa de
sí, matan a éstos y los arrojan por la borda, en cuanto eso no a los hombres razonables sino a quienes no recu­
al noble patrón, lo encadenan por medio de la mandrá­ rren a ellos. Porque no es acorde a la naturaleza que
gora, de la embriaguez. o cualquier otr.a cosa y se ponen el piloto ruegue a los marineros que se dejen gobernar
a gobernar la nave, echando mano a todo lo que hay por él. ni que los sabios acudan a las puertas de los
en ella y, 1 rns beber y celebrar, navegan del modo que ricos. Miente aquel que idee tal ingeniosidad. Lo que
es probable hagan semejantes individuos; y además de verdaderamente corresponde por naturaleza al enfermo
d eso alaban y denominan 'navegador', 'piloto'y 'entendi­ -sea rico o pobre- es que vaya a las puertas de los e
do en náutica' al que sea hábil para ayudarlos a gober­ médicos, y a todo el que· tiene necesidad de ser gober­
nar la nave, persuaclicnclo u obligando aJ patrón en tan­ nado ir a las puertas del que es capaz de gobernar; no
to gue al que no sea hábi.l para eso lo censuran como que el que gobierna ruegue a los gobernados para po­
inútil. No percibt:n que el verdadero piloto -necesaria­ der gobernar, si su gobierno es verdaderamente prove­
mente presla atención al momento del año, a las esta­ choso. Pero si comparas a los politicos que actualroenrc.:
ciones, al cielo, a los astros, a los vientos y a cuantas gobiernan con los marineros de que acabamos Je ha­
cosas conciernen a su arte, si es que realmente ha de blar, y a los que aquéllos decían 'inútiks' y 'charlatanes
ser soberano de su nave; y. respecto de cómo pilotar de las cosas que están en lo alro' con los verdaderos
e con el consentimiento de otros o sin él. piensan que no pilotos, no te equivocarás.
es posible adquirir el é\rle del timonel ni en cuanto a -Correcto.
conocim.ienlos técnicos ni en cuanto a la práctica, Si -De aquí y en estas circunstancias no es fácil que
suceden tales cosas en la nave, ¿no estimas que el ver­ la ocupación más excelente sea tenida en alta estima
dadero piloto será llamado 'observador de las cosas que por los que se ejercitan en sentido contrario; pero la d
489a están en lo alto', 'charlatán' e 'inútil' por los tripulan­ mayor calumnia y la más violenta hacia la filosofía so­
tes de una nave en tal estado? breviene por obra de quienes dicen ocuparse de ella,
-Ciertamente -respondió Adimanto. y que, según lo que afirmas, hacen decir .:11 que acusa
-Y no pienso que debas escrutar mucho la compa- a la filosofía que la mayoría de los que se ocupan de
ración para ver que tal parece ser la disposición de los e)\a son depravados, y que los más razonables son in­
Estados hacia los verdaderos filósofos, ya que entien­ útiles, cosa en que yo convine contigo que era verda­
des lo que digo. dera.
-Así es. -Sf.
304 DIÁLOGOS REPÚBLICA VI 305

-¿Hemos expuesto entonces la causa de la inut..ili­ -Pero si la verdad es la que lo conduce, pienso, no
dad de los filósofos razonables? podremos decir que la sigue un coro de males.
-Por cierto que sL -¡Claro que no!
-¿ Quieres que, a con ti.nuación de esto, expongamos -Más bien lÜremos que la sigue un carácter saoo
que es forwsa la perversión de la mayor pane de ellos, y justo, al cual se acopla también la moderación.
y que tratemos de mostrar, en cuanto nos sea posible. -Y lo diremos correctamente.
e que la culpa no es de la filosofía? -; Qué necesidad hay entonces de poner en el orden
-Completamente de acuerdo. íorw;o, nuevamente desde el principio, el resto del co­
-Ahora hablemos y oigamos recordando aquel pun- ro correspondiente a un alma filosófica? Recuerda que
to en que describiamos cómo debe ser necesariamente encontramos que le convenía la valent.ía, la facilidad de
la narurale¿a del que va a ser un hombre de real vaüa. aprender, la memoria; y cuanto objetaste que cuaJquiera
-t90a Si lo recuerdas, en primer lugar, debía ser conducido se verla forzado a estar de acuerdo en lo que declamas, d
por la verdad, a la cual tenía que buscar por todos la­ pero que, si dejábamos de lado las palabras y dirigía­
dos y en todo sentido, salvo que fuera un impostor que mos la mirada a la gente sobre la que versaba el discur­
no tuviera parte alguna en la verdadera filosofía. so, podría decirse que se ve que de ellos unos son inúti­
-As{ era, en efecto, lo que decíamos. les y la mayoría perversos de toda perversión; hemos
-¿ Y no es eso completamente conrrario a la opinión arribado ahora, en el examen de la causa de esta ca­
que generalmente se tiene de él? lumnia, a la pregunta de por qué la mayoría sen perver­
-Sin duda. sos; y es en vista a eso que retomamos nue\'amea.te la
-¿ Y no nos defenderemos razonablemente si deci- tarea de delimitar la naturaleza de los verdaderos filó­
mos que el que ama realmente aprender es apto por sofos.
b naturaleza para aspirar a acceder a lo que es, y no se -Así es.
queda en cada multiplicidad de cosas de las que se opi­ -Debemos entonces observar la corrupc1on de se-
na que son, sino que avanza sin desfallecer ni desistir mejante naturaleza tal corno se produce en la mayoría,
de su amor anies de alcanzar la naturaleza de lo que y a la que escapan pocos, los cuales no son llamados
es cada cosa, alcan'l..ándola con la parte del alma que. 'perversos' sioo 'inútiles'; y, después de eso, observar
corresponde a esto (y es la parte afín la que corresponde), cuál es la naruralez.a de las almas que imitan la natura-
por medio de la cual se aproxima a lo que realmente lew filosófica y se abocan a tal ocupación, ar-ribando 4910
es y se funde con esto, engendrando inteligencia y a una ocupación que las sobrepasa y de la que no son
verdad, y obtiene conocimiento, nutrición y verdade­ dignas, por lo cual cometen equivocaciones por doquier
ra vida, cesando entonces sus dolores de parto, no y así por doquier y entre todos los demás hombres en­
antes? dosan a la filosofía la reputación de la que hablas.
-Serla la defensa más razonable. -¿A gué clase de corrupción te refieres?
-Bien; ¿y será parte de su naturaleza amar lamen- -Trataré de explicártelo, si soy capaz d� ello. Pien-
tira, o, todo lo contrario, odiarla? so que todos estarán de acuerdo en este punto: una na­
e -Odiarla. turaleza de tal índole, dotada de todo cuanto acabamos

94. - 20
306 DIÁLOGOS REPÚBLICA Vl 307

b de prescribir a quien haya de convertirse complelamen­ se vuelven especialmente malas. ¿ O piensas acaso que
te en un filósofo, surge pocas veces entre los hombres los mayores delilos y la más extrema maldad provienen
y en pequeño número. ¿No piensas así? de una naturaleza mediocre, y no de una vigorosa que
-¡Claro que sí! ha sido corrompida por la nutrición, y que la naturale­
-Examina ahora cuántas cosas y de qué magnitud za débil es alguna vez causa de grandes bienes o gran­
llevan a estos pocos a su perdición. des males?
-¿Cuáles? -No; es así como dices.
-Lo más asombroso de escuchar es que cada una -En consecuencia, si la naturaleza filosófica que no- 492a
de las cualidades que hemos elogiado en su naturaleza sotros planteábamos se encuentra con la enseñanza ade­
corrompen al alma filosófica que las posee y la arran­ cuada es necesario que crezca hasta acceder íntegramen­
can de la fiiosofía. Me refiero a la valentía, a la modera­ te a la excelencia; pero si tras ser sembrada y plantada
ción y todo lo demás que hemos descrito. crece en un sitio inadecuado, será todo lo contrario,
-Resulta insólito al oírlo. a menos que algún dios acuda en su auxilio. ¿ O tú crees
e -Más aún; todos los llamados 'bienes' corrompen lo que la mayoría, a saber, que hay algunos jóvenes co­
al alma y la arrancan de la filosofía: la belleza, la rique­ rrompidos por sofistas y algunos sofistas que corrom­
za, la fuerza corporal, las conexiones políticas influyen­ pen privadamente de modo digno de mención, y no que
tes y todo lo afín a estas cosas. Ya cuentas con una quienes dicen tales cosas son ellos mismos los más
pauta de aquello a lo que rne refiero. grandes sofistas, que educan de la manera más comple- b
-Sí, aunque con gusto escucharía una exposición ta y conforman a su antojo tanto a jóvenes como a an­
más minuciosa. cianos, a hombres como a mujeres?
-Aprehéndelo entonces correctamente de modo ge­ -¿ Y cuándo sucede eso?
neral, y te resultará luminoso y dejarán de parecerte -Cuando la multitud se sienta junta, apiñada en la
insólitas las cosas que he dicho. asamblea, en los tribunales, en los teatros y campamen­
-No entiendo qué es lo que me pides. tos o en cualquier otra reunión pública, y tumultuosa­
d -Toda semilla vegetal o retoño animal, si no encuen- mente censura algunas palabras o hechos y elogia otras,
tra el alimento, la estación y el lugar que conviene en excediéndose en cada caso y dando gritos y aplaudiendo,
cada caso, sabernos que, cuanto más fuerte, tanlo más de lo cual hacen eco las piedras y el lugar en que se e
sufre la falta de lo que requiere; pues sin duda lo malo hallan, duplicando el fragor de la censura y del elogio.
es más opuesto a lo bueno que a lo no bueno. En semejante caso, ¿cuál piensas que será su ánimo,
-¿Cómo no habría de ser así? por así decirlo? ¿Qué educación privada resistirá a ello
-Hay razón, entonces, pienso, en que la mejor natu- sin caer anonadada por semejante censura o elogio y
raleza, sometida a una nutrición que no le corresponde, sin ser arrastrada por la corriente hasta donde ésta la
salga peor parada que una mediocre. lleve, de modo que termine diciendo que son bellas o
-Sí, hay razón en ello. feas, las mismas cosas que aquéllos dicen, así como ocu­
-Digamos, por consiguiente, Adimanto, que las al- pándose de lo mismo que ellos y siendo de su misma
mas bien dotadas, si tropiezan con una mala educación, índole?
308 DIÁLOGOS .REPÚBUCA V1 309

,1 -Es de toda necesidad, Sócrates. fuerte, conociera sus impulsos y deseos, cómo debería b
-Pero no hemos hablado aún de la mayor coacción. acercársele y cómo cocarla, cuándo y por qué se vuelve
-¿Cuál es? más fero1.. o más mansa, qué sonidos acostumbra a emi­
- Aquella que imponen estos educadores y sofistas tir en qué ocasiones y cuáles sonidos emitidos por otro,
si no pueden persuadir con palabras. ¿O no sabes que a su vez, la tornan mansa o salvaje; y tras aprender to­
al que no pueden convencer lo castigan con privación das estas cosas duraot.e largo tiempo en su compañía,
de derechos políticos, multas y pena de muerte? diera a esto el nombre de 'sabiduria', lo sístematiz.ara
-¡Claro que lo sé! como arte y se abocara a su enseñanza, sin saber verda­
-¿Y qué otro sofista y qué discursos privados opues- deramente nada de lo que en estas convicciones y apeti­
tos a ellos piensas que podrán aspirar a prevalecer? tos es beUo o feo o bueno o malo o justo o injusto; y e
e -Pienso que nínguno. aplicara todos estos términos a las opinjones del gran
-Ciertamente que no, ya que el intentarlo es pura animal, deoominando 'buenas' a las cosas que a éste
locura. Pues no hay ni ha habido ni habrá un carácter regocijan y 'malas' a las que lo oprimen, aunque no pu­
diferente en cuanto a excelencia que haya sido educado diese dar cuenta de ellas, sino que llamara 'bellas' y
con una educación diferente a la de ellos. Hablo de un 'justas' a las cosas necesarias. sin advenír en cuánto
carácter humano, amigo mío, ya que del divi.oo hay que difiere realmente la oatw-aleza de lo necesario de la de
descartar la mención, como dice el proverbio. Debes sa­ lo bueno, ni ser capaz de mostrarlo. ¿No te parece, por
ber bien, en efecto, que, si algo se salva y Uega a ser Zeus, que semejante educador es insólito?
49:i., como se debe, en la actual constitución de la organiza­ -A mi sí me parece.
ción política, no hablarás mal si dices que se salva por -¿ Y acaso te parece que difiere en algo de éste aquel
una intervención divina. que titme por sabiduría la aprehensión de los impulsos y d
-Creo que no es de otro modo. guslos de la abigarrada multitud reunida, ya sea res­
-Juzga aún, ndemás de esas cosas, la siguiente. pecto de pintura, ya de música. ya cienarnen1e de polí­
-¿Qué cosa? tica? Porque, en efecto, si al gu ien se dirige a ellos para
-Cada uno de los que por un salario educan priva- someterles a juicio una poesía o cualquier 01ra obra de
damente 1, a los cuales aquéllos llaman 'sofistas' y tie­ arte o servicio público, convirtiendo a la muchedumbre
nen por sus competido res, no enseñan otra cosa que las en autoridad para sí mismo más allá de lo necesario,
convicciones que la multitud se forja cuando se congre­ la llamada necesidad de Diomedes • lo forzará a hacer
ga, y a lo cual los sofistas denominan 'sabiduría'. Es
como si alguien, puesto a criar a una bestia grande y • El escolias!" (GREEN!!, 239) cuenla una leye11d.a según la cunl Dlo­
niedcs cvi16 una muerlé segura a manos de Ulises -cuando ambos
re�r<!saban al campamento tras robar en Troya una estatua Je Palos
l Es <líflc!I ofrecer una traducción que dé la idea exacta de lo que At.-nca-, y, atándole las manos, lo obligó a caminar delante de Ü
Platón tiene en mente con esta expresión. No critica, ciertamenre. la J-C y ADAM mencionan también una explicación dada e11 un escolio
educación privada, ya que la Academia misma era privada; más bien a Ecc/esiawsae 1029 de AR!STóFANBS, que habla de otro Diomcdes, el
hay aquí una contraposición lmpllclta entre berieíicio privado y bien tracio, quien, te11iendo esclavas prostitutas, obligó II unos ex1ranjeros
común, en la cual lo primero es equiparado al lucro. que pasaban a· fornicar con ellas.
R.EPÜllUCA V[I 339

otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en


la parte de la caverna que tienen frente a s(?
-Claro que no, si toda su vida están forzados a no b
mover las cabc::1..as.
-¿ Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan
los que pasan del otro lado del tabique?
-lndudablemen te.
Vil -Pues entonces, si dialoga nm entre sí, ¿ no te pare-
ce que entenderían estar nombrando a los objetos que
pasan y que ellos ven? 1•
-Necesariamente.
514" -Después de eso -proseguí- compara nuestra na- -Y si la prisión contara con un eco desde la pared
turaleza respecto de su educación y de su fa Ita de edu­ que tíeoen frente a sf. y al gu no de los que pasan del
cación con una expedencia como ésta. Represéntate 01 ro lado del tabique hablara, ¿ no piensas que creeriat1
hombres en una morada subterránea en forma de a­ que Jo que oye□ proviene de la sombra que pasa delante
verna, que tiene la entrada abierla, en toda su ex.Len­ de el.los?
sión, a la luz. En ella están desde niños con las pierna -¡Por Zeus que sí!
y el cueUo encadenados, de modo que deben permane­ -¿Y que los prisioneros no tendrian por real otr.i e
cer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cade- cosa que las !iombras de los objetos artificiales trans­
b nas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba portados?
y mas lejos se hatla la luz de un fuego que brílla detrás -Es de toda necesidad.
de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un cami­ -Examina ahora el caso de una liberación de sus
no más alto, junto al cual imagínate un tabique cons­ cadenas y de una cur ación de su ignorancia, qué pasa­
truído de lado a lado, como el biombo que los titirite­ ría si naturalmente' les ocurriese esto: que uno de
ros levantan delante del público para mostrar. por enci­ ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente,
ma del biombo. los muñecos. volver el cuello y marchar mirando a la luz y. al hacer
-Me lo imagino. todo esto, su.friera y a causa del encandilamieo10 fuera
-Imagínate ahora que, del ocro lado del tabique, pa- incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había
c san sombras que llevan toda clase de utensilios y fig.uri- visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dije e d
5150 llas de hombres y otros anjmales. hechos en piedra y que lo que había visto antes eran fruslerías y que aho-
madera y de ruversas clases; y eotre los que pasan unos
1 O sea, los objetos tnosportados del otro lado del tabique, cu­
hablan y otros callao.
ya sombras, proyectadas sobre el fondo de la caverna. ven los pri ·io­
-Extraña comparación haces, y extraños son esos neros.
prisioneros. 1 No se tratad<: que lo que les sucediese fuiora naturnl -el mis­
-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, mo Platón dice que ol>rarlan •forzados,,-, sino acorde con la natura­
¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, leza humana.
340 DIÁLOGOS REPÚBLICA vn 34]

ra, en cambio, está más próximo a lo real. vuelto hacia -Después de lo cual concluiría, con resl?ecto al sol,
cosas más reales y gue mira correctamente? Y sl se le que es lo que produce las estaciones y los años y que
mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo e
lado de tabique y se le obligara a contestar preguntas es causa de las cosas que ellos habían visto.
sobre lo que son, ¿ no piensas que se sentirá en difi­ -Es evidente que, después de todo esto, arribaría
cultades y que considerará que las cosas que antes a tales conclusiones.
veía eran más verdaderas que las que se le muestran .:.....Y si se acordara de su primera morada, del tipo
ahora? de sabiduría existente allí y de sus entonces compañe­
-Mucho más verdaderas. ros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del
e -Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no cambio y que los compadecería?
le dolerían· los ojos y trataría de eludirla, volviéndose -Por cierto.
hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar -Respecto de los honores y elogios que se tributa-
que éstas son realmente más claras que las que se le ban unos a otros, y de las recompensas para aquel que
muestran? con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos
-Así es. que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor
-Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente
y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta _; antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese d
516a la luz del sol, ¿ no sufriría acaso y se irritaría por ser capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿ te parece que
arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más
de fülgores que le impedirían ver uno solo de los obje­ honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no
tos que ahora decimos que son los verdader,os? le pasaría como al Aquiles de Homero, y «prefiriría ser
-Por cierto, al menos inmediatamente. un labrador que fuera siervo de un hombre pobre» 3 o
-Necesitada acostumbrarse. para poder llegar a mi- soportar cualguier otra cosa, aates que volver a su an­
rar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con terior modo de opinar y a aquella vida?
mayor facilidad las sombras, y después las figuras de -Así creo también yo, que padecería cualquier cosa e
los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, antes que soportar aquella vida.
luego los hombres y los objetos mismos. A continuación -Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocu­
contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo para su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos
b mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fá­ por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
cilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol. -Sin duda.
-Sin duda. -Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas som-
-Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya bras, en ardua competencta con aquellos que han con­
en imágenes en el agua o en otros lugares que le son servado en todo momento las cadenas, y viera con­
extraños, sino contemplarlo cómo es en si y por sí, en fusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese 517a
su propio ámbito.
-Necesariamente. J En Od. XI 489-490.
342 D11.LOCOS RePÚBUCA VU 343

estado .y se acostumbraran en un 1iernpo nada breve. parlase desmañadamente y quedara en ddículo por ver
¿ no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, de modo confuso y, no acostumbrado aún en forrna su­
por haber .subido hasta lo alto, se había estropeado los ficiente a !as tinieblas circundantes, se viera forzado,
ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar en los tribunales o en cualquier otra parte, a disputar
hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos ha­ sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las
cia la luz, ¿ no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus cuales hay sombras, y a reñir sobre esto del modo en "
manos y mr1tarlo? que esto es discutido por quienes jamás han visco la
-Segúra mente. Justicia en sí.
-Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar i.nte- -De ninguna manera sería extraño.
;, gra esta eJegoría a lo que anteriormente ha sido dicho. -Pero si algwen tiene sentido común, recuerda que sisa
comparando la región que se manifiesta por medio de los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de per­
la vista con la_ morada-prisión, y la luz del fuego que turbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla,
hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, y otro de la tiniebla a la luz; y al considerar que esto
el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracio­
d camino del alma hacía el ámbito inteligible, y no te nalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mi­
equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que rar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es:
es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cier­ sí es que al salir de una vida I uminosa ve confusamente
!O; en todo caso, lo quea mí me parece s que Jo�en- por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor igno­
<; tro de Jo cognoscible se ve al fi.nal, y con dificultad, rancia hacia lo más luminoso, es obnubiJada por el res­
es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse plandor. Así, en un caso se felicitará de Jo que le sucede b
que es ]a causa de todas las cosas rect.as y bellas, que y de la vida a que accede; mientras ea el otro se apiada­
en el ámbito visible ha engendrado !a lur. y al señor de rá, y, si se quiere 1·ejr de ella, su risa será menos absur­
ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y produc­ da que sí se descarga sobi:-e el alma que desciende des­
tora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario de la luz.
tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto -Lo que dices es razonable.
en lo privado como en lo público. -Debemos considerar entonces, si esto es verdad,
-Comparto tu pensamiento, en la medida que me que la educación no es como la proclaman algunos. Afir­
es posible. man que, cuando la ciencia no está en el alma, ellos e
-Mira también si lo compartes en esto: no hay que la ponen, como si se pusiera la vis1a en ojos ciegos.
asombrarse de que quienes han llegado aJlí no estén dis­ -Afinnan eso, en efecto.
puestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus -Pues bien, el presente argumento indica que en el
á almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natu­ al.ma 9e cada u.no hay el poder de aprender y el órgano
ral, si la alegoría descrita es corre<:t.a también en esto. para ello, y que, así como el ojo no puede volverse ha­
-Muy natural. cia la luz y dejar las tinieblas si no gira todo el cuerpo,
-Tampoco sería extraño que alguien que, de con- del mismo modo hay que volverse uesde lo que liene
templar las cosas divinas, pasara a las humanas, se com- génesis con toda el alma, hasta que llegue a ser capaz

Potrebbero piacerti anche