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HOSPITALIZADOS/AS
En función del apoyo que se le ofrezca al menor ante las situaciones que se generan por la
enfermedad y hospitalización, éste afrontará de una mejor manera todas esas situaciones,
evitando así que las vivencie de forma traumática.
Por todas estas razones, el juego, entendido en su más amplio concepto, es fundamental
para el desarrollo del niño enfermo. De esta forma, las relaciones personales y la utilización
de la animación y el juego, serán uno de los factores fundamentales para la recuperación del
menor y su posterior inserción en la vida cotidiana, a la vez que se incide en la mejora del
ocio creativo de los pacientes ingresados, sus acompañantes y los trabajadores del centro
hospitalario.
Como educadores/animadores infantiles y juveniles, debemos de tener en cuenta una serie
de cuestiones fundamentales a la hora de enfrentarnos al juego como actividad lúdico-
educativa. Antes de nada, debemos ser conscientes de que somos agentes educativos, y que
educar supone establecer una relación interpersonal intencional en un proceso de enseñanza
y aprendizaje continuos que nos lleve a favorecer un desarrollo integral del individuo, de
los grupos y colectividades. Nuestra intervención a través del juego va más allá del hecho
de organizar, dirigir, coordinar, adiestrar y controlar actividades de personas y grupos. Con
nuestra intervención, a través del juego, podemos ayudar a formar y asumir hábitos
positivos y beneficiosos para la persona y los grupos; conformar sentimientos, actitudes
solidarias y participativas y crear espíritus críticos positivos, predispuestos al cambio
personal y social.
Desde esta perspectiva, el juego se convierte en una valiosa intervención, que nos permitirá
acceder al individuo y trabajar su disfrute en el tiempo libre desde una perspectiva
educativa, participativa, social, crítica y transformadora, haciendo a la persona partícipe de
sus propios procesos de enseñanza y aprendizaje, tanto a nivel individual como a nivel
grupal.
- En la actividad lúdica no hay que buscar siempre un rendimiento o resultado final. De este
modo, debe aceptarse como un proceso, no necesariamente con un resultado, pero capaz de
tener alguno si lo desea el participante.
- Sin embargo, una actividad adecuadamente dirigida asegurará al niño un aprendizaje a
partir de su estado actual de conocimientos y destrezas.
- Las actividades no han de afectar a la integridad física, psíquica o afectiva de los niños.
- La actividad ha de adaptarse al grupo de niños que la realiza. Por este motivo hay que
conocer las experiencias lúdicas que ya han tenido los niños, sus disposiciones, sus
motivaciones y sus características.
Vivir el grupo, participar de él, conocer sus leyes de funcionamiento, tener la capacidad de
interpretar lo que sucede y la habilidad para lograr el comportamiento que conviene en él,
implica para el animador/monitor preocuparse por el grupo, por todos sus miembros y por
las relaciones que él mantiene con el mismo.
Existen diversas definiciones acerca de lo que se puede entender por grupo, pero en general
podemos definir al grupo como un conjunto de personas, que se reúnen y establecen
relaciones a partir de unos objetivos comunes, más o menos compartidos, y que interactúan
en base a un sistema de pautas y normas establecido.
¿Cómo debo elegir la actividad más adecuada para cada grupo y cómo tengo que aplicarla?
Ninguna actividad lúdica puede aplicarse en toda circunstancia. Es de gran importancia
elegir la actividad más adecuada en cada caso, recordando que trabajamos con personas y
que éstas tienen intereses, motivaciones, deseos y sentimientos.
A la hora de elegir una actividad, o diseñar una sesión de intervención, debemos de tener en
cuenta una serie de factores:
- Cada actividad que queramos desarrollar debe tener un objetivo claro y concreto.
- Asegurarnos, a la hora de su explicación que los participantes comprendan las normas
básicas de funcionamiento de cada actividad.
Debemos hacer a todos partícipes activos, y saber cómo se han sentido los niños y niñas, si
les ha gustado, si le pueden dar una utilidad más allá de la actividad y el rato que han
compartido.