Sei sulla pagina 1di 4

1

Emociones controladas por el Espíritu


En el principio, Dios hizo al hombre y la mujer diferentes, funcionando en
armonía perfecta para trabajar Su creación. Como parte de su buena
creación, el Señor nos dotó de emociones para disfrutar de Su obra.

Antes de Génesis 3, la mente y las emociones funcionaban en armonía. Con


la caída, no solamente el cuerpo físico comenzó a morir, sino que el
equilibrio entre la mente y el corazón desapareció, y las emociones
comenzaron a alterar significativamente nuestra forma de pensar. Como
mujeres, podemos ver esto de manera clara; muchas veces nuestras
emociones son como una montaña rusa en la que nos dejamos llevar.

Cuando el mundo funcionaba de manera perfecta no había necesidad de


emociones negativas, y por ende las hormonas estimulaban la mente para
disfrutar al máximo al Señor. Sin embargo, el pecado produjo un corazón
engañoso y una mente entenebrecida, y el resultado final es que las
emociones muchas veces nos llevan a obrar contrario a la santidad.

Las emociones, la ciencia, y la Biblia

A través de estudios realizados con resonancias funcionales, la ciencia está


probando varias cosas con relación a nuestras emociones.

Primero, que la Biblia tiene razón en que el hombre y la mujer fueron


creados diferentes. Cada sexo emplea diferentes áreas cerebrales para
realizar las mismas funciones, y en su forma de experimentar las emociones.
Segundo, que la percepción masculina difiere totalmente de la cosmovisión
femenina desde el nacimiento, lo que suele resultar en confusiones y
malinterpretaciones en cada sexo.

El Señor había mandado a Adán y Eva a multiplicarse para llenar la tierra y


hacer dominio sobre ella, obrando juntos y en armonía (Génesis 1:28). Sin
embargo, por el pecado, cada uno comenzó a incluir al otro en su dominio,
rompiendo la armonía de ser una sola carne (Génesis 2:24).
2

Con el castigo por su pecado, el hombre perdió el deseo de ser una sola
carne, y el énfasis de su vida cambió a su trabajo y a las dificultades que
tiene para realizarlo (Génesis 3:17-19). La perspectiva del hombre es
sojuzgar la tierra.

Por otro lado, la perspectiva femenina es retener la unidad sin ser capaz de
lograrla. La mujer está programada para la conexión, para mantener la
armonía. Como leemos en Salmos 144:12, “…que sean nuestras hijas como
columnas esculpidas (zavith en hebreo) para adornar un
palacio”. Zavith significa “piedra de esquina”, que conecta una con otra.
Para las mujeres, el regalo del Señor — mantener la conexión con su familia
y relaciones— ahora será más difícil por el castigo dado por la
desobediencia (Génesis 3:16).

Vivir en un mundo imperfecto, con un corazón


engañoso y una mente entenebrecida, combinado
con los cambios de las emociones defectuosas, es una
receta segura para el pecado.

Finalmente, los estudios también están demostrando que las áreas cerebrales
que forman las emociones son más grandes en la mujer y tienen más
conexiones con las otras áreas del cerebro; por ende, producen emociones
mayores y más frecuentes. También hay diferencias en la secreción de las
hormonas que estimulan las emociones; por ejemplo, en el hombre la
producción de testosterona es estable, mientras que la mujer tiene una
labilidad (cambios abruptos) en la producción del estrógeno que produce el
ciclo menstrual y los cambios emocionales.

Vivir en un mundo imperfecto, con un corazón engañoso y una mente


entenebrecida, combinado con los cambios de las emociones defectuosas, es
una receta segura para el pecado, a menos que las emociones sean
gobernadas por el dominio propio. Pero no estamos sin esperanza. El
evangelio tiene el poder de corregir este sistema que ha sido dañado por el
pecado y traerlo de nuevo a la armonía en Cristo.
3

Encontrando gozo en nuestras emociones

¿Qué podemos hacer para regresar y tener gozo al vivir de la manera en la


que el Señor nos diseñó? Aquí algunos consejos:

1. Necesitamos que el Espíritu Santo more en nosotros, por el


arrepentimiento de nuestros pecados y el reconocimiento de Cristo
como único Señor y salvador. Solo el Espíritu trabajando en nuestro
corazón y mente nos da el poder para vivir como Dios quiere que
vivamos.
2. Necesitamos caminar en el Espíritu. Gálatas 5:16-18 nos enseña que al
caminar por el Espíritu, no cumpliremos los deseos de la carne,
porque estos se oponen el uno al otro. Si andamos de esta manera,
nuestras emociones serán manejadas de manera agradable a Dios,
porque no estaremos buscando satisfacer los deseos de nuestra carne.
3. Necesitamos arrepentirnos y pedir perdón por nuestras acciones
pecaminosas, por nuestras reacciones emocionales que nos llevan a
pecar. De no hacerlo, estamos conformándonos al mundo, cuando lo
que debemos hacer es transformar nuestra mente (Romanos 12:2).
4. Es de gran ayuda conocer los cambios que nuestro cuerpo
experimenta una vez al mes. Durante este tiempo nuestras emociones
suelen alterarse, y podemos dejar que nuestra mente vaya a
pensamientos y sentimientos errados. Por supuesto, debemos
reconocer que el pecado nunca tiene justificación, por lo que cada
pensamiento debe ser llevado a la obediencia de Cristo, sin importar el
día del mes.
5. Debemos identificar las mentiras que llegan a nuestra mente causando
emociones equivocadas y reemplazarlas con la verdad, con las cosas
que agradan a Dios (Filipenses 4:8). La meta del Señor es formarnos a
la imagen de Cristo (Romanos 8:29), y Él usará nuestra lucha para
cumplirla.
6. Aunque haya días en los que sintamos que la tarea es imposible,
debemos confiar en la promesa de transformación del Señor. Dios es
quien hace la obra en nosotros, y Él seguirá trabajando hasta el día de
Cristo Jesús (Filipenses 1:6).
4

7. Ora continuamente por la obra que Dios está haciendo en ti


(Filipenses 2:13), para que tu corazón esté en el lugar correcto para ser
transformada y puedas disfrutar de lo que Él hace en ti.
8. Reconoce que mientras estamos obedeciendo, Dios está desarrollando
el dominio propio en nosotras (Gálatas 5:23), y esto nos ayudará a
controlar nuestras emociones y en todas las demás áreas de nuestras
vidas. Pero recuerda que el dominio propio es fruto del Espíritu, que
separadas de Él nada podemos hacer.

Cada pensamiento debe ser llevado a la obediencia de


Cristo, sin importar el día del mes.

Solamente viviendo en obediencia a Cristo y caminando por fe en el


Espíritu Santo seremos capaces de tener de nuevo la armonía entre la mente
y el corazón, para que podamos comportarnos como zavith en nuestras
relaciones y glorificar a Cristo en nuestras vidas.

Mi oración para cada una de nosotras es 1 Tesalonicenses 5:23-24, “Y que


el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Aquél que los llama, el cual también lo
hará”.

Potrebbero piacerti anche