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LA LEGITIMIDAD PARA PLANTEAR LA

PRODIGALIDAD DEL CÓNYUGE

LEGITIMACY IN MARRIAGE TO SET UP THE


SPOUSE PRODIGALITY

Manuel Bermúdez Tapia1

Resumen

El manejo de una sociedad de gananciales en un matrimonio poco se evalúa en un


proceso judicial, especialmente porque no implica un proceso de divorcio.

En el ámbito de la realidad económica de los matrimonios, hay situaciones que no


logran ser expuestas diligentemente por la defensa legal de la parte perjudicada o no
logran ser evaluadas correctamente por los jueces debido a la elevada subjetividad de
los elementos probatorios presentados en el expediente judicial.

En la sentencia se podrá apreciar algunas condiciones vinculadas a la gestión


patrimonial de la sociedad de gananciales como los alcances de la prodigalidad.
(Bermúdez-Tapia & Belaúnde, 2007).

Palabras clave

Sociedad de gananciales. Manejo patrimonial en un matrimonio. Matrimonio.


Convivencia. Concubinato. Prodigalidad. Abuso de derecho. Conducta de mala fe.

Abstract

The analysis of the management of a community of property in a marriage constitutes a


reference that is little evaluated in a judicial process, especially since it does not imply
a divorce process.

In this way, situations that are commonly evidenced in the realm of the economic
reality of marriages, fail to be diligently exposed by the legal defense of the injured
party or fail to be correctly evaluated by the judges because the high subjectivity of the
evidentiary elements presented in the judicial file constitutes a situation that widens the
negative margin of those who feel injured, because they will be able to see it in the
sentence that can be issued.

In this way, it is assumed that some conditions related to the property management of
the community of property owners do not constitute referential elements to be
evaluated in judicial proceedings because it is assumed that these correspond to the

1
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Magister en Derecho, Doctorado en Derecho
por la Pontificia Universidad Católica de Argentina. Profesor investigador de la Universidad Privada
San Juan Bautista y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Documento de investigación vinculado al proyecto “Análisis de la institucionalidad
democrática en el Perú” desarrollado en la Facultad de Derecho de la Universidad Privada San Juan
Bautista.

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context of crisis and are not autonomous, without taking into account the scope of
lavishness.

Keywords

Community society; Wealth management in a marriage; Marriage, Coexistence,


Concubinage; Prodigality; Abuse of law; Bad faith conduct.

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Introducción

Cuando se evalúa un divorcio en el ámbito judicial, los cónyuges no suelen tomar en


cuenta el contexto económico negativo que una de las partes ha generado respecto del
patrimonio común.

Este contexto presenta una serie de situaciones que resultan muy complicadas de poder
identificar, en particular porque los hechos y las situaciones se van modificando de
modo constante. Las parejas que no disponen o no pueden evaluar el modo en el cual
se hace la gestión económica del patrimonio familiar sólo conocen de las condiciones
negativas cuando los efectos ya son evidentes.

La razón de esta situación parte del hecho de que en muchos hogares sólo uno de los
dos cónyuges ejecuta las actividades de suministro de recursos económicos para el
sostenimiento de la familia mientras que la pareja se dedica a la gestión del hogar.

Sin embargo, cuando surgen los conflictos familiares, uno de los aspectos que
provocan las mayores situaciones de violencia es el manejo económico previo a la
etapa del conocimiento del factor que generó las desavenencias. Dado que este punto
es sumamente referencial, a nivel judicial se debe evaluar aspectos puntuales que por
lo general no son correctamente manejados en el ámbito judicial, como por ejemplo el
“cierre contable de las actividades financieras de quien dispone de primera mano del
patrimonio familiar”.

Este problema sustancial involucra necesariamente la evaluación de lo que fue


“autorizado” en la sociedad de gananciales o eventualmente fue a “favor” de la misma.
Las acciones de carácter financiero no son analizadas diligentemente por las partes en
conflicto ni por los jueces, porque se trata de un aspecto inusual en el ámbito de la
práctica judicial en la especialidad (Carrión, 2007).

Cuando se plantea la evaluación de las facultades en la actividad contable, bancaria o


financiera de un cónyuge no se toma en cuenta el manejo diligente del mismo, ni los
hechos negativos que generan un problema en el manejo de los intereses en una deuda
social que deriva de una actividad individual o eventualmente el daño que pudiera
provocar una indebida gestión financiera.

Gastos que no suelen ser identificados como “daño” en el ámbito de las relaciones
familiares en crisis provocan un mayor efecto negativo en las partes débiles de la
relación y en la liquidación de la sociedad de gananciales.

Entre los problemas se pueden enumerar los siguientes:

a) La gestión indebida del patrimonio familiar cuando la familia ha constituido


una sociedad anónima, generalmente una Pyme o una Mype.

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b) La adquisición de bienes a favor de una empresa familiar (Pérez, 2007, p. 314),
la que que luego es derivada para uso personal o a favor de terceras personas
sin que genere un efecto positivo en la economía familiar.

c) Los gastos asumidos por un cónyuge a favor de una persona con la que
desarrolla una relación adúltera, convivencial o concubinal.

d) La generación de deudas en tarjetas de crédito mancomunadas cuando la pareja


se encuentra acreditadamente separada o eventualmente en el trámite de un
divorcio.

e) La manipulación de los estados financieros de la sociedad de gananciales que


incluyen empresas familiares, cuando no existe la obligación de informar sobre
la gestión de estas a la cónyuge.

f) La gestión y disposición de los fondos de la CTS o de la AFP sin que tenga


conocimiento el cónyuge. En una época de crisis esta situación provocará un
análisis mucho más delimitado y especializado, por cuanto involucra áreas
jurídicas interdisciplinarias (derecho laboral, derecho de familia, derecho civil,
derecho bancario)

Este punto debe ser diferenciado de la disposición de bienes. Esto último


constituye un problema tan significativo que el Pleno Casatorio que debió
haberlo delimitado aún no se publica y, por tanto, merece otro tipo de
interpretaciones especiales, propias del derecho civil (Vargas, 2018: p. 87)

Como se puede apreciar, surgen una serie de situaciones en las cuales se debe evaluar
cada “acto contable, bancario o financiero”, así como la gestión total de la economía
familiar para poder evaluar si existe un daño que deberá ser resarcido o si se trata de
una situación que no genera un daño patrimonial por estar vinculada a un “riesgo de
mercado”.

Es necesario, por lo tanto, detallar una metodología hermenéutica de tipo cualitativo


con un enfoque sistémico para llevar a cabo una multiplicidad de métodos de
interpretación, con el objetivo de dar una hipótesis definitiva en función al problema
analizado: “¿Un cónyuge perjudicado por actos discrecionales de mala fe de la pareja
puede plantear la prodigalidad de esta para cambiar el régimen de la sociedad de
gananciales o plantear el divorcio?

El presente trabajo se ejecuta conforme a los objetivos propuestos en el proyecto de


investigación Nº PI0042 “Análisis de la institucionalidad democrática en el Perú” de la
Universidad Particular San Juan Bautista, que procura evaluar el nivel de funcionalidad
y legitimidad en el país de la especialidad familiar en el sistema judicial.

I. Delimitaciones conceptuales preliminares

El presente texto está relacionado a un contexto particular y específico en el ámbito del


matrimonio, excluyéndose las situaciones que podrían presentarse en el ámbito de las
relaciones convivenciales y concubinarias.

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Esta delimitación conceptual responde al análisis de una liquidación de la sociedad de
gananciales en la que la convivencia (sin impedimento matrimonial) genera las mismas
condiciones positivas y negativas que el matrimonio. Por eso, corresponde detallar las
diferencias entre las tres situaciones que se presentan en el ámbito afectivo:

a) La relación matrimonial determinada en el ámbito de lo dispuesto por el


Código Civil.

b) La relación convivencial conforme al artículo 5 de la Constitución Política de


1993, que le otorga equivalencia con el matrimonio, de acuerdo con los
parámetros familiares y económicos que determinan sus integrantes.

Aunque se les reconoce como equivalentes, la naturaleza jurídica de ambas


instituciones es diferente. En el matrimonio las partes generan condiciones
públicas establecidas en función a la legalidad de sus actos jurídicos.

En el ámbito convivencial la condición es privada y sólo cuando se generan


condiciones públicas, como el registro de la convivencia luego del
cumplimiento de los requisitos de ley, es posible pasar a una condición
diferenciada, la cual otorga mejores condiciones de tutela a los convivientes.

La regulación de la convivencia genera tres subcategorías que son autónomas


entre sí:

i. La convivencia (propia) que tiene por característica especial el que las


partes no tienen impedimento matrimonial y podrían plantear la
regulación de sus derechos y obligaciones luego de cumplir un período
de relación constante, pública, con cohabitación de dos años.

ii. La convivencia impropia, en la cual una de las dos partes genera una
condición negativa para la propia convivencia no generando derechos a
la pareja.

Generalmente, en estos contextos la parte perjudicada desconoce el


comportamiento de su pareja y la tutela de sus derechos en el ámbito
judicial se ejecuta en una situación sumamente limitativa por no poder
acreditar su buena fe en el desarrollo de la relación de pareja.

iii. La convivencia en la que los dos conocen las condiciones negativas de


la pareja, pero aún así optan por generar una convivencia a sabiendas de
que la relación no generará ninguna condición positiva para las dos
partes en caso se dé una división o separación o uno de los dos fallezca.

Otro elemento de referencia está vinculado al destino o condición que las partes en
conflicto puedan plantear sobre su propio matrimonio, en función a que existen dos
alternativas que pueden postular en una demanda: o una demanda que implique un
divorcio o una liquidación de la sociedad de gananciales.

En ambos sentidos, las partes no toman en cuenta que el contexto de crisis implicará
necesariamente una división complicada de superar, la que no genera necesariamente

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una condición que involucre el divorcio, porque en el Código Civil está previsto el
perdón entre la pareja y con ello la posibilidad de que retornen a la relación
matrimonial sin ningún tipo de consecuencia negativa, tanto en lo personal como en lo
procesal.

En el presente texto se analizará el caso de una pareja matrimonial que no dispone de


patrimonio como sociedad de gananciales, por lo que no podría evaluarse la
prodigalidad a que hace referencia el título (Madruga, 2006: p. 61).

Finalmente, cabe señalar que la casuística judicial en estos ámbitos es sumamente


limitada, principalmente porque está involucrada en acciones judiciales más complejas
en las que se evalúa el destino de la pareja y la evaluación del régimen económico
familiar (Bermúdez-Tapia, 2019).

II. Alcances de la prodigalidad en el ámbito práctico

En los casos de prodigalidad se debe evaluar los actos ejecutados sin consentimiento
del cónyuge (Toribios & Velloso, 2010: p. 305). La conducta desarreglada,
irresponsable, habitual y perjudicial del otro cónyuge, sin implicar necesariamente una
evaluación del comportamiento como moral/inmoral (Lacalle, 2013: p. 251).

Este ámbito excluye de toda evaluación cualquier contexto vinculado al análisis de los
plenos casatorios VII [Casación Nº 3671-2014-Lima, propiedad no inscrita vs.
embargo inscrito] y VIII [sin publicación a marzo 2020] de la Corte Suprema de
Justicia de la República. En ambos ámbitos se analiza un patrón especial: el aspecto
económico propio de familia con un régimen económico de sociedad de gananciales.

Se debe tener en cuenta que toda condición que provoque prodigalidad no es


permanente y estará sujeto a una condición evaluable en el ámbito judicial. Esta
condición de la sociedad de gananciales consiste en determinar el ámbito temporal
sujeto a la discrecionalidad de quien se siente afectado por los actos pródigos
ejecutados.

Finalmente, corresponde detallar que las consecuencias que genera un pródigo se basa
en el perjuicio de la parte afectada, que puede ser la “familia (en su conjunto)” o “un
integrante de la familia (o varios sin ser todos)”, conforme lo siguiente:

a) En la gestión de la economía de la sociedad de gananciales.

En este ámbito se afecta a la familia en forma integral, identificándose un daño


directo al cónyuge y un daño indirecto al resto de la familia por medio de la
ejecución de un acto irresponsable, inútil o desproporcional (Lledó y Sánchez,
2011: p. 417). Este daño puede condicionar:

i. La prestación de las obligaciones económicas a favor de los


dependientes.

Téngase en cuenta que estas situaciones pueden extenderse a un ámbito


en el cual los progenitores ya se encuentran en una situación de

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separación o divorcio, porque la relación jurídica entre el “prestador de
alimentos” y los “alimentistas” es autónoma (La Ley, 2007, p. 142).

ii. El cumplimiento de las obligaciones económicas, bancarias o


financieras que sostienen algunas condiciones de la familia.

En este ámbito pueden ser el abono de servicios básicos o un crédito


hipotecario inmobiliario, por dar algunas referencias.

iii. El cumplimiento de obligaciones económicas contraídas con terceras


personas, sean producto de la atención de necesidades de la familia o
no.

Se debe detallar que el control de los gastos personales cuando se es el


administrador del patrimonio familiar es usualmente desconocido por la
pareja.

b) En la atención del derecho de alimentos a favor de los dependientes

En este punto se debe detallar la obligación que un familiar tiene respecto de


“hijos mayores de edad siguiendo estudios universitarios”, “progenitores en la
tercera edad”, “ex cónyuge”.

Como puede observarse, el panorama no resulta muy específico y las variables


en toda evaluación de este tipo de circunstancias provocan el hecho de que se
relativice y se ponderen otros elementos con una mayor referencia a elementos
objetivos en los elementos probatorios presentados en un expediente judicial.

En ambas condiciones, el factor que legitima la acción procesal que plantea la


prodigalidad estará en función al daño que se produce a consecuencia de lo ejecutado
por quien administra el patrimonio familiar.

En un contexto general, en la mayoría de casos el otro cónyuge será el legitimado para


ejecutar una acción judicial, pero ello no condiciona negativamente para que otros
sujetos en la familia puedan plantear un recurso. En tal sentido, los hijos mayores de
edad podrían plantear este recurso si observan una situación que podría perjudicar a
uno de sus progenitores a consecuencia de la mala fe del otro.

III. Las referencias negativas en los actos de mala fe en la gestión


económica de la sociedad de gananciales

Tomando en cuenta que la evaluación de la prodigalidad requiere una perspectiva


sumamente particular y muy casuística, es necesario detallar algunas referencias que
suelen presentarse en el ámbito de lo cotidiano para que así se observe el punto en
evaluación.

a) La dirección económica de la sociedad de gananciales sin generar beneficios


económicos a favor de la misma

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El patrimonio familiar cuando es administrado sólo por un cónyuge genera
determinadas obligaciones en esta persona como son el actuar diligente.

Sin embargo, esto tiene un límite natural en las propias competencias y


experticia del sujeto por cuanto no se le puede condicionar a un actuar
extraordinario.

Se debe evaluar el comportamiento de quien está a cargo del patrimonio


familiar, se debe excluir toda situación en la cual el acto de disposición no
genera un beneficio al matrimonio (Villanueva, 2018, p. 1185), como pueden
ser gastos personales desproporcionales a las necesidades del sujeto o el gasto
derivado de actividades ajenas al sostenimiento de la familia.

Queda excluida toda situación que implique una condición económica a la


familia cuando la razón de la medida responda a elementos de evaluación
superiores; por ejemplo, en situaciones de atención de emergencias sanitarias o
de salud, en las cuales el manejo económico del patrimonio familiar queda
ubicado en un tercer o segundo nivel de prioridad (Álvarez y De Montalvo,
2010, p. 68).

b) La generación de deudas personales para que sean asumidas por la sociedad de


gananciales

Esta situación es muy frecuente en las parejas que se separan pero no se


divorcian y que recién en el trámite del divorcio exponen el contexto en el cual
se generaron las deudas sociales, las cuales en esencia son gastos personales.

Pese a la acreditación de las fechas de los consumos y las referencias


particulares de los hechos, los jueces suelen considerar la deuda social como
obligatoria para ambas partes y no logran diferenciar el perjuicio económico de
quien debe asumir una parte de la deuda a pesar de no haberla provocado.

c) La generación de empresas paralelas o derivadas con fondos de la sociedad de


gananciales que no son registradas en la sociedad de gananciales.

Esta condición es muy frecuente en el ámbito de las familias con un patrimonio


considerable. A este respecto no se ubican referencias particulares en el ámbito
judicial familiar porque la doctrina no suele abordar estos temas y porque esto
se evalúa en el ámbito judicial civil-comercial (Sánchez-Calero & Guilarte,
2004: p. 502).

Una referencia que eventualmente puede ser significativa en este ámbito es el


caso de César Acuña Peralta, cuando comenzó a crear nuevas universidades
para así poder extender un negocio individual pese a tener la condición de
casado y a que su esposa no aceptaba el divorcio.

La división del patrimonio de la sociedad de gananciales dividió el consorcio


universitario de la Universidad César Vallejo, Universidad Señor de Sipán y la
Universidad Autónoma, conforme fue difundido en los medios periodísticos.

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d) La disposición del patrimonio de la sociedad de gananciales para atender
motivos excluyentes a la sociedad de gananciales.

Particularmente, en el caso de las parejas adulterinas o concubinales por cuanto


el egreso o daño económico que se ejecuta afecta directamente al patrimonio
familiar.

Sin embargo, en estos contextos una persona casada suele mantener a la pareja
concubina o la familia complementaria en función al juego de intereses que el
matrimonio pondera y esto permite detallar una de las razones por las cuales los
magistrados no suelen observar estos casos con objetividad. Esta razón es que
el contexto personal y familiar resulta tan complicado de evaluar que los
tiempos pueden generar condiciones diferentes y eventualmente una acción
judicial puede quedar sumamente disfuncional, a pesar del compromiso del juez
de atender el caso.

IV. El problema probatorio

Cuando uno de los cónyuges solicita la evaluación financiera del patrimonio familiar,
sea en un divorcio o en una liquidación de sociedad de gananciales por lo general no
puede probar los elementos que provocan el daño que está asumiendo y que se
considera “parte” del conflicto familiar.

En este sentido, si un cónyuge detalla que la pareja ha estado ejecutando una


dilapidación del patrimonio familiar a consecuencia de la atención de una tercera
persona (pareja adúltera), por lo general los gastos detallados en los egresos
consignados en las disposiciones bancarias o financieras no son admitidos por el
juzgado porque esto resulta sumamente complicado de evaluar.

Así, por ejemplo, la compra de insumos propios de la atención personal (ropa,


utensilios, alimentos, etc.) no califican como “elementos negativos” que pudieran
constituir una referencia objetiva respecto de la evaluación que plantea la parte
perjudicada.  

Situación muy diferente es cuando el “nivel de gastos” constituye una situación muy
particular y especial, generalmente cuando el costo generado es significativo. Así
regalos como joyería, accesorios de alto valor económico o bienes inmuebles con un
elevado costo constituyen “referencias” que sí podrían ser tomadas en cuenta en la
evaluación judicial, pero para ello se requiere que se pruebe la relación entre el
documento probatorio, los hechos y la argumentación que fundamenta la acusación
expuesta por quien está siendo perjudicado.

Complementariamente esta situación resulta evaluada en un período de tiempo


posterior a la acusación y las consecuencias económicas de una incorrecta evaluación
pueden significar un daño irreversible para el perjudicado.

El contexto subjetivo y las posiciones dramáticas condicionan la propia defensa de la


parte subjetiva y por ello los magistrados suelen relativizar estos elementos
probatorios, descartándolos en la evaluación y fundamentación de la sentencia.

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Otra referencia muy común que no suele ser tomada en cuenta en el ámbito de la
práctica judicial familiar está relacionada con los gastos excesivos que ejecuta un
cónyuge cuando es ludópata o eventualmente comprador compulsivo, adicto a
sustancias alucinógenas o alcohólico (Acedo, 2013: p. 91).

En el ámbito nacional no existen referencias estadísticas que evalúen estas condiciones


y tampoco existen procesos judiciales vinculados temáticamente a estos puntos porque
la defensa legal de la parte perjudicada no logra exponerlas en forma autónoma en una
demanda. Estos casos de producen porque el cliente no logra identificar una pretensión
principal: o el divorcio o la liquidación de la sociedad de gananciales.

Consecuentemente, el análisis de la prodigalidad de un cónyuge resulta ser sumamente


complicado de evaluar y corresponderá a casos particulares y puntuales, donde el daño
patrimonial entre lo “gastado” y el “patrimonio familiar” constituya una situación
referencial ineludible para la evaluación del juez.

En este aspecto inclusive es posible registrar situaciones en las cuales el cónyuge


dilapidador no accede a la pretensión de divorcio de su esposa, pese a ser identificado
como adúltero, porque la propia relación matrimonial pondera favorablemente el
mantenerse unidos.

En el ámbito familiar el juez se ve condicionado a lo que se le presenta en el


expediente judicial, pero también tiene mecanismos procesales para aproximarse a una
verdad objetiva y real en el ámbito de las relaciones familiares en crisis y podría
plantear una mejor tuición a las partes perjudicadas, conforme el alcance del III Pleno
Casatorio Civil de la Corte Suprema, Casación Nº 4664-2010 Puno, que detalla la
obligación de los jueces de flexibilizar los parámetros normativos aplicables a la
evaluación del expediente para así garantizar la tutela de derechos de quienes no logran
identificar un daño, perjuicio o situación negativa en función a los alcances objetivos
del conflicto familiar judicializado.

V. Nuestra posición

En la atención al problema propuesto inicialmente: “¿Un cónyuge perjudicado por los


actos discrecionales de mala fe de la pareja puede plantear la prodigalidad del mismo
para así poder o cambiar el régimen de la sociedad de gananciales o plantear el
divorcio?” La respuesta a esta interrogante es positiva.

Sin embargo, el modo en el cual pueda ejecutar dicha facultad resulta ser amplio y
dependerá de las circunstancias del caso (Gete-Alonso, 1984), principalmente porque
la prodigalidad es un elemento temporal que es determinado por el juez y dada la
elevada temporalidad en la cual se atienden los procesos judiciales en el país este
factor podría provocar un contexto sumamente negativo para la familia. Por ello
dependerá de ejecutar una proyección de resultados y de situaciones en la parte
legitimada para formular una demanda con un petitorio de determinación de
prodigalidad.

En estas situaciones sería conveniente incluir la demanda de prodigalidad como una


pretensión accesoria en un recurso procesal paralelo (medida cautelar) para que se
formule el pedido de un divorcio con la pretensión complementaria y subordinada de

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cierre contable de las finanzas de la sociedad de gananciales. De esta manera se
autonomiza cada condición económica particular sin generar un daño a las partes
afectadas por la mala fe o comportamiento negligente del pródigo.

Referencias bibliográficas

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