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THOMAS PAINE

T homas Paine (Thetford, Norfolk, 29 de enero de 17371-Nueva York, 8 de julio de 1809) fue un político, escritor,
filósofo, intelectual radical y revolucionario estadounidense de origen inglés. Promotor del liberalismo y de la
democracia. Es considerado uno de los Padres fundadores de los Estados Unidos.

Nacido en Thetford, en el condado inglés de Norfolk, Paine emigró a las colonias británicas en América en 1774
para participar en la revolución americana. Sus contribuciones principales fueron el tan leído ensayo Common
Sense (1776), donde abogaba por la independencia de las colonias y The American crisis (1776 -1783) una
serie de escritos a favor de la revolución.

En 1789 visitó Francia y allí vivió durante casi toda la década siguiente. Se vio envuelto profundamente en los
primeros años de la Revolución francesa. Escribió Rights of Man (1791), en parte una defensa de la Revolución
francesa contra sus críticos, en particular el hombre de estado británico Edmund Burke. En Gran Bretaña, fue
juzgado y declarado culpable en ausencia por el crimen de libelo sedicioso. A pesar de no hablar francés, fue
elegido para la Convención Nacional en 1792. Los girondinos le vieron como un aliado por lo que los
montañeses, en especial Robespierre, lo consideraron su enemigo. En diciembre de 1793, fue arrestado y
encarcelado en París y liberado en 1794. Se hizo notorio por La edad de la razón (1793-94), libro que aboga
por el deísmo, promueve la razón y el librepensamiento, argumenta en contra de la religión institucionalizada y
las doctrinas cristianas. También escribió Justicia agraria (1795), discutiendo los orígenes de la propiedad e
introduciendo el concepto de renta mínima garantizada.

Pensamiento social

Por influencia del jacobinismo y del movimiento de los sans-culottes reivindicó, como otros radicales británicos,
no solo la democracia política sino también la democracia social, centrándose especialmente en la cuestión de
la propiedad de la tierra. Por esta razón ha sido incluido en el grupo de los «socialistas agrarios»,1 junto con
Thomas Spence y William Ogilvie de Pittensear. Sin embargo, Paine se mostró más moderado que estos dos
últimos pues no cuestionó el derecho de propiedad, aunque fue uno de los precursores del laborismo y del
Estado de bienestar al proponer la redistribución de la renta por medio de un impuesto sobre las grandes
haciendas y la implantación de un sistema público de pensiones, entre otras medidas.2

Expuso su pensamiento social en Los derechos del hombre (Rights of Man, 1791-1792) y, sobre todo, en
Justicia Agraria (Agrarian Justice, 1795-1796). En estas obras defendía que para alcanzar la democracia plena
había que abandonar las «miserias» de la civilización, sobre todo en Europa, y volver a la organización
económica de la comunidad primitiva propia del estado de naturaleza o, cuando no fuera posible, establecer un
impuesto progresivo que limitara los bienes que cada miembro de la sociedad podía poseer y que dotara al
Estado de los recursos necesarios para que proporcionara a los más desfavorecidos los medios que les
permitieran llevar una vida digna. Paine no cuestionaba el derecho de propiedad pero lo subordinaba a la
satisfacción de las necesidades sociales y para ello propugnaba un Estado democrático que interviniera en la
vida económica.3 Así, en Justicia Agraria, escribió lo siguiente sobre su forma «social» de entender la propiedad:

La propiedad personal es un efecto de la sociedad; es tan imposible que un individuo adquiera


propiedades personales sin ayuda de la sociedad, como lo es que cree las tierras. Separad a un

1 Bravo, 1976, pp. 194-195. "Los primeros ingleses que se plantearon como objeto de estudio el problema social, se interesaron más bien por el campo e
imaginaron [...] sociedades ideales agrícolas, modeladas sobre las más conocidas utopías del pasado, por lo que pudieron ser definidos a posteriori como
«socialistas agrarios»"
2 Bedarida, 1984, pp. 363-364; 366-367
3 Bravo, 1976, p. 195.
individuo de la sociedad, dadle la posesión de una isla o de un continente, y no podrá adquirir
propiedades personales, no podrá hacerse rico. 4

Religión

Sobre la religión afirma en La Edad de la Razón:


No creo en el credo profesado por la iglesia judía, por la iglesia romana, por la iglesia griega, por la
iglesia turca, por la iglesia protestante, ni por cualquier otra iglesia que conozca. Mi mente es mi
iglesia. Todas las instituciones eclesiásticas nacionales, ya sean judías, cristianas o turcas, me
parecen nada menos que invenciones humanas creadas para horrorizar y e sclavizar a la humanidad,
y monopolizar el poder y el lucro.

Aunque no existe ninguna evidencia de que fuera masón, Paine también escribió "Un ensayo del Origen de la
Masonería" (1803-1805), sobre la Biblia siendo un mito alegórico describiendo astrología:
La religión cristiana es una parodia de la adoración del sol, en la cual se puso a un hombre al que
llamaron Cristo en el lugar del sol, y le ofrecieron la adoración que originalmente se ofrecía al sol”.

Se describió a sí mismo como deísta, diciendo:


¡Qué diferente es esto a la simple y pura profesión del deísmo! El verdadero deísta tiene una sola
deidad; y su religión consiste en contemplar el poder, la sabiduría y la benignidad de la Deidad en
sus obras, y en su esfuerzo por imitarlo en toda cuestión moral, científica y mecánica.

Y de nuevo, en La Edad de la Razón:


Yo creo en un Dios y no más; y tengo la esperanza de la felicidad después de esta vida. Creo en la
igualdad del hombre, y creo que los deberes religiosos consisten en hacer justicia, amar la
misericordia y esforzarse por hacer feliz a nuestro prójimo.

LOS DERECHOS DEL HOMBRE DE THOMAS PAINE

A principios de año, Atlantic Monthly Press empezó a publicar una serie de obras sobre “libros que cambiaron
el mundo”. Ahora le toca el turno a Los derechos del hombre de Thomas Paine, un análisis a cargo del periodista
y polemista Christopher Hitchens (Portsmouth, 1949-Houston, 2011).

Paine no hizo grandes cosas antes de dejar su Inglaterra natal en 1774, a la edad de 37 años, para dirigirse a
Filadelfia. Un nuevo mundo con sus afanes políticos liberaron su genio para el periodismo. El sentido común
reclamaba la independencia seis meses antes de la Declaración. La primera entrega de la serie de ensayos La
crisis americana tiene la mejor introducción de la historia: «Estos son tiempos que ponen a prueba las almas
de los hombres». La caída de la Bastilla en 1789 cogió a Paine por sorpresa (estaba en Europa viajando entre
Inglaterra y Francia en busca de patrocinadores para un puente de hierro que había diseñado), pero él interpretó
que esta revolución era una gloriosa consecuencia de la estadounidense.

La Revolución francesa alarmó a los conservadores europeos, que pronto contaron con un potente defensor.
Edmund Burke, un miembro del Parlamento del partido Whig, antiguo nombre del Partido Liberal de Reino
Unido, había sido un defensor de los más desfavorecidos, entre los que se incluían los estadounidenses, los
irlandeses católicos y los esclavos, pero en 1790 publicó Reflexiones sobre la revolución en Fran cia, un feroz
análisis de los acontecimientos franceses y una defensa de las instituciones tradicionales como fuerzas
humanizadoras. Paine respondió con Los derechos del hombre, publicado entre 1791 y 1792. Supuestamente

4 Bravo, 1976, p. 196


avisado por William Blake de que el Gobierno inglés estaba a punto de detenerlo por sedición, Paine huyó a
Francia, donde fue elegido para la asamblea legislativa revolucionaria.

La disquisición que hace Hitchens del libro de Paine en realidad analiza dos libros: el de Paine y el de Burke.
«Este clásico intercambio entre dos maestros de la polémica», asevera el autor, «se considera con justicia el
antecedente de todas las polémicas modernas entre tories y radicales». Hitchens está en el rincón de Paine,
pero, como buen entrenador, conoce los puntos fuertes del otro luchador. Burke entendió que el contrato social
era complicado. «El Estado», escribía, es «una asociación… entre los vivos, los que han muerto y los que están
por nacer». En estos argumentos Paine solo veía mistificación y alegatos falaces. A él le preocupaban los
problemas del día a día: «Es a los vivos, y no a los muertos, a los que hay que atender». Burke desconfiaba de
las fórmulas abstractas y desdeñaba la Declaración de los Derechos del Hombre promulgada por Francia
calificándola de «hojas de papel insignificantes y confusas». Paine elogiaba las constituciones escritas «como
una ley de control al gobierno». Burke se mofaba del estilo declamatorio de los radicales y los comparaba con
insectos: «Media docena de saltamontes debajo de un helecho hacen resonar el campo con su molesto
chirrido». Los aristócratas europeos hacían pensar a Paine en otros insectos diferentes: «Los zánganos, que ni
recogen la miel ni construyen la colmena, sino que existen solo para el disfrute ocioso».

Burke fue mejor profeta a corto plazo al predecir que la primera oleada de revolucionarios franceses serían
gobernantes incompetentes, y que un general los sustituiría. La trayectoria francesa de Paine confirmó sus
predicciones: después de que lo encarcelasen y estuviese a punto de ser guillotinado, conoció a Napoleón, el
victorioso general. Después volvió a Estados Unidos, donde murió en 1809.

¿Qué ocurre hoy en día con el gran debate? Hitchens dedica su libro a Yalal Talabani, presidente de Irak hasta
2014, al que llama “líder de una revolución nacional y de un Ejército popular”. El autor pone a Paine en el rincón
de Talabani. En cambio, algunos radicales modernos del multiculturalismo consideran a los mulás y a los
terroristas la vanguardia revolucionaria de Oriente Próximo. A ellos se les unen, en una siniestra perversión de
Burke, los “realistas”, que sostienen que la tradición cultural es tan poderosa y maligna que hay que dejar a la
región a su suerte. Paine y Burke son agudos, elocuentes, y, por desgracia, están pasados de moda.

1. En que consiste la justicia agraria y como se aplica


2. Cuáles son las características del pensamiento social de Paine
3. Cuál es la postura del pensador estadounidense frente a la religión
4. Realiza un escrito tomando una postura positiva o negativa frente a la lectura LOS DERECHOS DEL
HOMBRE DE THOMAS PAINE

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