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HH
Pero nadie podía imaginar, hasta qué punto el año 2020 se convertiría en una de
las catarsis más agudas de la historia económica, política y social de las últimas
décadas.
Y en qué medida, la crisis sanitaria, social y económica generada por la pandemia
del COVID-19 dibujará un escenario sobresalientemente diferente en el mundo del
trabajo, en la gestión de las organizaciones y, por lo tanto, en la gestión de las
personas en el presente más inmediato.
En el momento de escribir esta reflexión aún resulta difícil imaginar en qué medida
nuestra realidad tanto personal como profesional será diferente en los próximos meses,
en algunos aspectos probablemente durante en los próximos años, y en algunos otros,
quien sabe si para siempre.
¿Qué estamos experimentando?
Muchas personas están experimentando un quiebre vital a golpe de confinamiento, que
quizás los lleve a replantear sus escalas de prioridades personales y también
profesionales tras el regreso a “la normalidad”.
Habrá personas que durante el pico de la crisis y en la fase posterior pierdan su identidad
profesional, cuyas actividades pasen a ser relegadas a un segundo plano, se
transformen o incluso desaparezcan.
Las habilidades o capacidades que llegaron a ser suficientes en un contexto normal
(pre-COVID) quizás ahora sean insuficientes para seguir manteniendo el mismo nivel
de rendimiento.
Los hábitos de comportamiento en un contexto presencial no generan el mismo impacto
en un contexto de trabajo remoto o virtual. Las personas están aprendiendo a configurar
un nuevo orden de comportamientos necesario para generar valor en un contexto de
relación virtual obligatorio.
La forma de construir relaciones y de ponerlas en práctica está sufriendo una profunda
alteración. Se está produciendo en muchas ocasiones una selección natural para definir
el círculo de confianza de cada uno de nosotros.
La obsolescencia del conocimiento se ha puesto más de manifiesto que nunca. Hemos
tenido que aprender cosas que no sabíamos o que nos resistíamos a aprender por pura
comodidad. De una u otra forma se está despertando nuestro instinto de aprendizaje
por necesidad e instinto de adaptación.
Los niveles de autonomía que se están experimentando para muchos profesionales,
incrementarán en promedio el nivel de responsabilidad personal durante esta etapa,
alejados del micromanagement y del locus of control habitual.
Y de esta manera podríamos elaborar una larga lista de nuevas situaciones, estados o
emociones que esta crisis social, emocional y ética generará en millones de personas a
nivel global.
El regreso definirá una nueva normalidad quizás con otras necesidades que atender:
• Rediseño de habilidades o capacidades para aportar valor en contextos más
virtualizados que antes – inculcar y dotar mayor capacidad de autonomía y auto-
gestión.
• La necesidad de ayudar y dar soporte a las personas para redefinir objetivos vitales
tanto personales como profesionales.
• La necesidad de consolidar el long-life Learning (que ha dejado de ser una opción)
ayudando a que las personas estén mejor preparadas para reaccionar a situaciones
imprevisibles que impacten en su vida profesional.
• Ayudar a que otros lideren personas en un escenario de mayor libertad, construyendo
vínculos de confianza que conduzcan a la obtención de resultados en una realidad
con menos presencia física.
• La necesidad de facilitar el trabajo de otros con y desde la tecnología adecuando la
generación de valor a este nuevo orden profesional.
Es bien sabido que en una crisis siempre se generan nuevas oportunidades. Y es en
esta crisis donde está la gran oportunidad (y responsabilidad) de los profesionales de
RR.HH. La ocasión de tener un impacto positivo en todas las personas de la
organización bien directamente o bien a través de aquellos que ostentan la condición de
líderes o responsables de personas.
Hoy más que nunca los profesionales necesitan una función de RR.HH empática,
que se interese por sus auténticas preocupaciones, que escuche proactivamente,
que construya con ellos los procesos y las soluciones que necesitan, que ofrezca
soluciones reales a problemas reales.
Es la oportunidad de poner la atención en las inquietudes y emociones que tienen
las personas en esta situación atípica, extraña e incierta (y en el tiempo que está
por venir). La hora de diseñar escenarios, marcos y procesos que atiendan a sus
– con seguridad – nuevas prioridades y realidades.
Generar la mejor experiencia de empleado era, según las predicciones, una de las
realidades del futuro de los profesionales de gestión de personas, pero no éramos
conscientes de hasta qué punto, el año 2020 se convertiría en el auténtico
momento de la verdad para RR.HH.