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LAS HERMANAS QUE SIRVEN EN LA

VIDA DE IGLESIA
Lectura bíblica: Ro. 16:1-2, 3-4, 6, 12b
La palabra divina contenida en la revelación de Dios es siempre exacta; en todos los
casos, no existe ni siquiera una sola palabra que sea desperdiciada. Cada página, cada
línea, incluso cada palabra de este santo Libro es valiosa y necesaria. Basándonos en
este principio, debemos darle la misma importancia a Romanos 16 que a Romanos 6.
Todos valoramos muchísimo Romanos 6 y conocemos lo que allí se nos revela. Sin
embargo, son muy pocos los que entienden claramente Romanos 16. Romanos 16 no es
un capítulo corto, pues contiene veintisiete versículos.

Romanos 16 tampoco es un capítulo que trata de doctrinas, esto es, no se nos habla de
justificación, redención, reconciliación, santificación, glorificación ni de algún otro
“ción”. Por el contrario, en este capítulo abundan muchos nombres, uno tras otro. Esta
noche seleccionaremos expresamente cinco nombres en este capítulo.

FEBE Y PRISCA
El primer nombre es Febe, el cual se destaca como el mejor de entre todos los nombres
femeninos. El segundo nombre es Prisca, equivalente griego del nombre Priscila; éste es
un nombre muy querido. Amo estos dos nombres. Nombré a mi primera hija con el
primero, pues sabía que era un buen nombre. El segundo, Priscila, fue el nombre dado a
mi esposa. El nombre de alguien no es sólo un nombre; la realidad del nombre es la
persona.

El tercero es el nombre de un hermano, Aquila, el esposo de Prisca o Priscila. Según el


principio bíblico, el nombre del esposo siempre se cita antes que el de la esposa. Pero en
este caso, opuesto al principio divino, el nombre de la esposa figura primero.
Aparentemente, aquí se ha violado este principio.

Cuando se habla por primera vez de esta pareja en Hechos 18, Aquila es mencionado
primero y luego Priscila. Cuando yo era joven, al leer Romanos me preguntaba:
“¿Quién es el esposo en esta pareja?”. Incluso pensé que debía haber un error en el
manuscrito. No obstante, existe un motivo específico por el cual la Palabra lo dispuso
así.

MARÍA Y PÉRSIDA
El cuarto es un nombre muy conocido: María. El Nuevo Testamento nos presenta al
menos seis Marías, y la que se menciona en Romanos 16 es la sexta. María es la forma
neotestamentaria del nombre Miriam, un nombre antiguotestamentario.

María, la madre del Señor Jesús, es la primera de las Marías. Otra de ellas es María
Magdalena; ella había sido poseída por siete demonios, los cuales fueron echados fuera
por el Señor Jesús. Ella fue puesta en libertad, y a partir de ese momento se convirtió en
alguien que buscó genuinamente al Señor y que lo amó mucho. Además, en Hechos 12
vemos a otra María, que es la madre de Juan Marcos.

Aquí tenemos a cuatro Marías: la María mencionada en Romanos 16, María la madre de
Jesús, María Magdalena y, en Hechos 12, la madre de Juan Marcos. En adición a éstas,
hay dos Marías más.

Estas seis Marías abarcan toda la trayectoria de la vida cristiana y de la vida de iglesia,
empezando por la encarnación de Cristo y terminando en la vida práctica de iglesia. Así
pues, la encarnación de Cristo se inicia con la primera María, la madre de Jesús, y la
María mencionada en Romanos 16 representa la consumación de la vida práctica de
iglesia. Desde el punto en que se menciona a la primera de las Marías hasta llegar a la
última de ellas, vemos la trayectoria de toda la vida cristiana y de la vida de iglesia.

María es el cuarto nombre que hemos escogido, y el quinto nombre, Pérsida, se


menciona en el versículo 12. Probablemente ninguno de ustedes se ha fijado en este
nombre; muchos tampoco saben que Pérsida es un nombre femenino. En Romanos 16
vemos que el apóstol deliberadamente saludó a una hermana llamada Pérsida.

En este capítulo se incluyen muchos otros nombres además de los cinco que hemos
seleccionado. Debido a que no hay ninguna palabra superflua en la santa Biblia,
debemos ver que el hecho de que se mencionen estos nombres en los saludos del apóstol
Pablo, hace referencia a algo muy práctico.

UN CAPÍTULO CRUCIAL
Debemos darle a Romanos 16 la misma importancia que le damos a Romanos 6, a
Romanos 8 y a Romanos 12. Sí, Romanos 6 es un capítulo del libro de Romanos, al
igual que Romanos 8 y Romanos 12, pero no debemos olvidar que este libro tiene
dieciséis capítulos. Si usted conoce Romanos 6, también necesita conocer Romanos 16;
si conoce Romanos 8, también debe conocer Romanos 16; y si conoce Romanos 12,
necesita también conocer Romanos 16. Por lo visto, el libro de Romanos que muchos
cristianos conocen, aun los que buscan más al Señor, no tiene dieciséis capítulos, sino
que sólo abarca catorce capítulos, y quizás incluya algunos fragmentos de los capítulos
15 y 16.

El hecho de que el libro de Romanos tenga dieciséis capítulos debe causarnos una
profunda impresión. Todos debemos conocer el capítulo 16 de Romanos. Sin embargo,
si no tenemos la debida experiencia, cuando lo leamos nos será difícil ver lo que
Romanos 16 abarca, lo que nos revela. En este sentido, Romanos 16 es parecido a
Romanos 8. Para profundizar en Romanos 8 y entenderlo, necesitamos experiencia. Aun
más, sin la experiencia será imposible que entendamos Romanos 16.

LA VIDA PRÁCTICA DE IGLESIA


La mayoría de los lectores cristianos quizás considere que Romanos 16 es meramente
un capítulo que consta de saludos. Aparentemente de eso se trata. Pero yo afirmo que
éste no es el caso. De manera concreta y práctica, este capítulo es mucho más que una
lista de saludos.

El libro de Romanos es un esbozo claro y completo de la vida cristiana y de la vida de


iglesia. En ningún otro libro se presentan de forma tan completa estos dos asuntos como
en Romanos. No es un esbozo detallado, pero sí es completo; este libro es un esbozo, un
bosquejo completo, de la vida cristiana y de la vida de iglesia.

Nos resulta fácil ver que tanto Romanos 6 como Romanos 8 nos revelan la vida
cristiana, y que Romanos 12 nos revela la vida de iglesia. No obstante, no es tan fácil
ver la revelación contenida en Romanos 16. Por ser el último capítulo de este libro,
Romanos 16 nos revela la vida práctica de iglesia.

La vida práctica de iglesia no es revelada en Romanos 15; el punto principal que vemos
allí es la comunicación que existe entre las iglesias, o sea, la comunión en el Cuerpo que
existe entre las iglesias. No podemos ver la vida práctica de iglesia en ninguno de los
primeros quince capítulos de Romanos, en los cuales ni siquiera aparece el término
iglesia o iglesias. Pero en este capítulo, Romanos 16, los términos la iglesia y las
iglesias se mencionan cinco veces. Por tanto, este capítulo nos presenta la vida práctica
de iglesia.

No debemos pensar que Romanos 16 consta únicamente de saludos; éste es un capítulo


que trata sobre la vida práctica de iglesia. En este capítulo podemos ver que la vida
apropiada de iglesia depende, en primer lugar, de las hermanas.

Antes de que Pablo saludara a los santos, de una manera muy significativa les
recomendó a cierta hermana. Por lo general, una recomendación de tal naturaleza se
deja a lo último, pero Pablo le dio prioridad. Además, después de esa recomendación
saludó a una pareja, pero mencionó primero el nombre de la esposa.

Luego, Pablo saludó a María, una hermana, así como a otras dos hermanas más que no
mencionamos, y también saludó a Pérsida, otra hermana.

Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo extendió su recomendación y sus saludos en este
orden con el propósito de mostrarnos que las hermanas ocupan el primer lugar en la
vida práctica de iglesia.

UN ESPÍRITU DE SERVICIO
Ahora debemos profundizar en los detalles relacionados con estas cuatro hermanas y un
hermano.

Si leemos detenidamente, veremos que los asuntos relacionados con estas cuatro
hermanas abarcan todos los aspectos que atañen a la vida práctica de iglesia. Primero,
Febe es una persona que sirve, una diaconisa. El vocablo diaconisa es el femenino de
diácono, que es la traducción al español de la palabra griega que significa servidor. Así
que, Febe representa el espíritu de servicio en la vida práctica de iglesia.

En la vida práctica de iglesia, lo primordial no es la doctrina sino el servicio. La persona


que fue recomendada no era un pastor ni una ministra, sino una diaconisa, una
servidora, una persona dedicada al servicio. La santa Palabra es exacta, y Pablo, al
recomendar a esta amada hermana, emplea dos largos versículos para mostrarnos la
forma en que ella rendía su servicio: “Os recomiendo nuestra hermana Febe, la cual es
diaconisa de la iglesia que está en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno
de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque
ella ha sido protectora de muchos, y de mí en particular” (Ro. 16:1-2). En primer lugar
Pablo la llama diaconisa, y luego protectora, un término de dignidad que denota una
persona que ayuda, sustenta y suministra; esto indica que Febe era tenida en alta estima.

Quizás la mejor enfermera de un hospital americano nos sirva de ejemplo respecto al


servicio de una protectora romana. En los tiempos de Pablo, una protectora era alguien
que siempre estaba al lado de una persona, acompañándola, cuidándola, supliendo toda
escasez, sobrellevando toda carga y resolviendo todo problema, es decir, satisfaciendo
toda necesidad. Pablo les encargó a los santos que estaban en Roma que cuidaran de
Febe ya que ella había servido a muchos de esta manera. Con su servicio ella proveía
todo lo que uno necesitaba. Por muy grande o pequeña que fuera la necesidad, ella de
inmediato proveía lo que uno necesitaba. El servicio de la mejor enfermera quizás sirva
para ilustrar solamente un tercio de lo que era el servicio de esta protectora.

Es menester que muchas hermanas sean adiestradas a ser “enfermeras” en la iglesia. En


cierto sentido, la iglesia es un hospital, un refugio donde muchos enfermos reciben
atención médica. Debemos recibir a los enfermos y atenderlos. Los hermanos son los
doctores, y las hermanas y algunos de los hermanos deben ser los enfermeros.

Si ustedes, hermanas, realmente aman al Señor y desean entregarse en serio a la iglesia


en el recobro del Señor, deben considerarse a sí mismas servidoras, las que cuidan a
otros, así como una enfermera en un hospital. Con todo, este servicio de enfermería
equivaldría tan sólo a un tercio del servicio que rendía una protectora en Roma.

El vocablo que hace referencia al Espíritu Santo y se tradujo Consolador, proviene de la


palabra griega parakletos. A cualquier traductor le resulta difícil encontrar un vocablo
equivalente; la palabra que significa protector romano sería nuestra mejor sugerencia. El
Espíritu Santo es el Protector, y las hermanas que sirven son las protectoras. Además, en
1 Juan 2:1 dice que el Señor Jesús está hoy ante el Padre como nuestro Protector. Por lo
general, en este versículo el vocablo parakletos es traducido abogado, pero la mejor
traducción sería protector, esto es, alguien llamado al lado de uno y que se encarga de
suplirnos todo lo que necesitamos. Un protector romano se encargaba de toda situación,
todo caso legal, problemas legales, y también se encargaba de toda necesidad financiera.

UN GRUPO DE HERMANAS QUE SIRVEN


La idea implícita en la recomendación que Pablo hace de esta hermana es la siguiente:
en cada iglesia local existe la necesidad de que haya un grupo de hermanas dedicadas al
servicio, como lo hacía esta hermana, esto es, un grupo de hermanas que sirven
cuidando a los santos. Yo he visto los resultados prácticos generados por el servicio de
las hermanas en la iglesia en Shanghai, que era la iglesia más grande en China. Esa
iglesia fue edificada en un noventa por ciento por las hermanas que servían. Si bien el
ministerio del hermano Nee estaba presente allí, solamente representaba una décima
parte de la edificación que se llevaba a cabo en esa iglesia.
El número era considerable, no una o dos, ni diez o veinte, sino que allí en Shanghai
había un grupo numeroso de hermanas que servían a los santos, que servían a los
apóstoles, a los siervos del Señor. El servicio que ellas desempeñaban abarcaba más de
lo que hacía una enfermera. La iglesia en Shanghai surgió en 1926. Desde que el
hermano Nee empezó a ministrar en 1927 hasta que se casó siete años después, en 1934,
él fue cuidado principalmente por estas amadas hermanas, quienes por lo general eran
mayores que él. Esa iglesia fue edificada en gran manera por las hermanas que servían.
Ellas se encargaban de gran parte de los asuntos prácticos en la iglesia.

En la primera ocasión que fui a Shanghai en 1933, vi que cada sábado las hermanas iban
a limpiar el local y todas las sillas. Muy pocos hermanos estaban libres los sábados, y
los pocos hermanos que se encontraban allí eran los colaboradores de tiempo completo.
Ya que la mayoría de los hermanos tenían que trabajar seis o siete días a la semana, casi
toda la limpieza estaba a cargo de las hermanas.

Lo mismo sucedía en otros lugares de la China. No obstante, había sitios que hubieran
marchado mucho mejor de haber contado con un grupo de hermanas dedicadas al
servicio. En ciertos lugares, había deficiencia en la edificación de la iglesia,
especialmente por el hecho de que escaseaba el servicio de las hermanas. Por esta razón,
sentimos la urgencia de que las hermanas sean entrenadas a fin de que surja un grupo de
hermanas servidoras dadas a la edificación de una iglesia sólida.

El primer cuadro de la vida de iglesia en miniatura se presenta en Juan 12 y es una


familia de tres personas, a saber, un hermano y dos hermanas: Lázaro, Marta y María.
En este cuadro vemos a Lázaro, quien habiendo resucitado de los muertos daba
testimonio de la vida divina. Pero también era necesario el servicio que Marta
desempeñaba. No piense que Marta era mala; al contrario, ella era muy buena. La
iglesia necesita de muchas Martas dedicadas al servicio. Incluso María estaba sirviendo,
aunque de otra manera. Lázaro era el único que no estaba sirviendo; él estaba allí
sentado como un testimonio vivo, ya que había resucitado de entre los muertos. Este
cuadro nos muestra que el servicio no les corresponde a los hermanos, sino a las
hermanas.

En la recomendación de Pablo, aunque de forma casi imperceptible, se presenta el


primer aspecto práctico de la vida de iglesia. En dicha recomendación está implícito el
espíritu de servicio característico de las hermanas. Primero, las hermanas deben ser
entrenadas para que sean “enfermeras” en la iglesia.

EN LA IGLESIA Y POR EL BENEFICIO DE LA


IGLESIA
El segundo aspecto vital implícito en la recomendación que Pablo hizo acerca de Febe,
la hermana mencionada en Romanos 16:1, es que ella estaba cien por cien relacionada
con la iglesia. Ella era una hermana que estaba en la iglesia; fue recomendada como
alguien que servía en la iglesia, que servía por el beneficio de la iglesia y que servía
directamente a la iglesia. Ella servía a muchas amadas personas desenvolviéndose
únicamente en la esfera de la iglesia, y no en otro ámbito. Era una hermana que estaba
cien por cien en la iglesia.
Siempre y cuando ustedes, hermanas, sirvan en la iglesia, habrá algo valioso ante el
Señor. Todo lo que se hace en la iglesia es valioso. Todo lo que se hace fuera de la
iglesia no significa gran cosa. En mi vida cristiana he visto a muchas hermanas buenas
que aman a los demás y cuidan de ellos, pero hicieron todo eso fuera del ámbito de la
iglesia. Finalmente, lo que ellas hicieron se tornó en algo digno de lástima porque se
llevó a cabo fuera del ámbito de la iglesia. El Señor desea que sirvamos en la iglesia,
que sirvamos en beneficio de la iglesia y que sirvamos directamente a la iglesia. Éste es
un punto crucial.

Febe, la hermana mencionada en Romanos 16:1, era una servidora, una enfermera que
servía, una enfermera en la iglesia, una protectora que servía a otros y alguien que
estaba cien por cien en la iglesia. La recomendación de Pablo es muy buena.

PRISCA Y AQUILA
La segunda hermana que se menciona en Romanos 16 es Prisca, o Priscila. Tengo la
certeza de que en cuanto a la vida de iglesia, esta hermana era más sólida que su esposo;
y en cierto sentido, ella tomó la delantera respecto a cuidar de la iglesia. Dondequiera
que ellos iban, ella y su esposo cuidaban de la iglesia al tener las reuniones de la iglesia
en su casa. Cuando estuvieron en Éfeso, la iglesia se reunía en su casa. Asimismo,
cuando estuvieron en Roma, la iglesia también se reunía en su casa.

Pablo dijo que los dos arriesgaron su vida, no sólo por causa de él sino también por las
iglesias. Por tanto, el apóstol Pablo les estaba muy agradecido, y también las iglesias les
estaban muy agradecidas.

En una familia, si la esposa no toma la delantera en cuanto a llevar la vida práctica de


iglesia, el esposo siempre se verá frustrado. La mejor manera y la manera más excelente
para que una familia participe de lleno en la vida de iglesia, es que la esposa tome la
delantera. En ningún otro asunto debe la esposa llevar la delantera; pero con respecto a
que la familia ponga en práctica la vida de iglesia, la esposa puede tomar la delantera.
No me refiero a que las hermanas tomen la delantera en asuntos tales como la
enseñanza, decisiones administrativas o dar dirección; pero con respecto al servicio de
la iglesia, las hermanas pueden llevar la delantera.

LA FAMILIA ENTREGADA
INCONDICIONALMENTE
A LA VIDA DE IGLESIA
Si en cada familia la esposa tomara la delantera para poner en práctica la vida de iglesia,
será muy fácil introducir a toda su familia en la vida de iglesia. Pero si la esposa no
toma la delantera en este asunto, sino que es el esposo el que lleva la delantera, será
muy difícil que esa familia se entregue incondicionalmente a la vida de iglesia. Las
frustraciones se originan siempre que la esposa se rehúse a tomar la delantera en cuanto
a la vida de iglesia.

Le pido a los hermanos que me perdonen por estar animando a todas las hermanas a que
sean valientes y tomen la delantera en relación con la vida práctica de iglesia, pues todo
Aquila debiera seguir a Prisca en cuanto a este asunto. Quizás parezca que las hermanas
estén quebrantando el principio de la autoridad, pero ellas no deben permitir que la
legalidad o la religión sean obstáculos que impidan que ellas tomen la delantera en este
asunto particular. En cada iglesia local existe la necesidad de que haya un grupo de
hermanas valientes que tomen la delantera en cuanto a la vida práctica de iglesia. Algún
día, el Señor nos mostrará que esto es precisamente lo que está en Su corazón.

LAS HERMANAS TOMAN LA DELANTERA


EN ARRIESGAR SU VIDA
POR LA IGLESIA
Únicamente en un solo aspecto se les está permitido a las hermanas llevar la delantera.
Romanos 16 nos revela que las hermanas pueden tomar la delantera en arriesgar su vida
por la iglesia. Debido a esto, Aquila es mencionado después de Prisca. El Señor no les
permite a las hermanas que tomen la delantera en ningún otro asunto, ya sea su propia
espiritualidad, su gusto espiritual o alguna otra cosa. Si ellas lo hicieran, esto
constituiría una verdadera violación del principio establecido, y las hermanas nunca
deberían hacer eso. Pero, entre miles de asuntos, en este aspecto único las hermanas sí
pueden tomar la delantera por el beneficio de la vida práctica de iglesia. Las hermanas
deben ser valientes únicamente en pro de la vida de iglesia, y no en beneficio de su
propia espiritualidad. La espiritualidad no tiene gran importancia; lo único que tiene
importancia es la vida de iglesia. No necesitan pedirle al Señor que las excuse o las
perdone por llevar la delantera en practicar la vida de iglesia, ya que el Señor las
animaría a que lo hicieran. Él estaría muy complacido si viese que una hermana lidera
en este asunto, pues en esta era son muy pocas las familias que, en la práctica, se han
entregado a la vida de iglesia. El Señor estaría muy contento si viese que una esposa
tomara la delantera para que su familia practique la vida de iglesia.

Las esposas deben ser animadas a que lleven la delantera en sus familias por causa de la
vida de iglesia, mas no por causa de la enseñanza, ni por su espiritualidad ni tampoco
por causa de la predicación del evangelio. Si las hermanas no llevan esto a cabo, no
podrán ceñirse a la norma, no serán aprobadas delante del Señor. Aun aquí en la iglesia,
las hermanas deben tomar la delantera por causa de la vida de iglesia y ser como Prisca.

LABORAR EN LA VIDA DE IGLESIA


Pablo, en los versículos 6 y 12, dice que María trabajó mucho por los apóstoles y que
también Pérsida había trabajado mucho. Esta labor era un servicio.

Hemos señalado lo que tiene que ver con las hermanas en la vida práctica de iglesia:
servir, laborar y llevar la delantera por causa de la vida de iglesia.

Si llevamos a la práctica estos asuntos, de inmediato nos daremos cuenta de que nuestra
situación no concuerda con la revelación presentada en Romanos 16. Entre las hermanas
escasea dicho espíritu de servicio. Si me dan la libertad de hablar franca y sinceramente
sin que ustedes se ofendan, quisiera señalarles este defecto. Entre las hermanas hay más
plática que servicio. No hay necesidad de que ustedes hablen acerca de doctrinas, pero
sí es menester que ustedes sirvan a las personas.
PALABRAS QUE SIRVEN VIDA A OTROS
Hay dos maneras distintas de hablarles a las personas acerca de las verdades o doctrinas.
Una manera consiste en hablarles doctrinalmente, pero la otra consiste en ministrarles la
verdad porque uno ha percibido que ellas necesitan cierta verdad específica que las
ayudará a crecer en la vida divina. Al hablarles así, aunque parezca que se les está
hablando de doctrinas, en realidad se les está sirviendo, se les sirve al hablarles
conforme a lo que ellas necesitan para crecer en vida. Al hablarles a ustedes, debo
servirles algo específico.

NINGUNA PALABRA OCIOSA


Muchas veces las hermanas hablan sobre ciertas doctrinas, pero ante los ojos del Señor
lo que ellas hablan viene a ser sólo chismorrería, puesto que no implica servicio alguno.
Ya que ninguna de ellas necesitaba que se hablara de esos asuntos para ser ayudada en
cuanto al crecimiento en vida, esa plática llegó a ser chismorrería. Pablo usó esta
palabra en 1 Timoteo 5:13, al decir: “Y a la vez aprenden a ser ociosas, andando de casa
en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo
que no debieran”. Las personas entremetidas interfieren en los asuntos ajenos. Las cosas
a las que nos referimos quizás sean buenas doctrinas, incluso muy celestiales y
espirituales, pero no existe necesidad alguna de que hablemos sobre ellas.

Si todas las hermanas se sintieran urgidas a conducirse conforme a este espíritu de


servicio, ninguna de ellas tendría el tiempo, la fuerza, la energía, la dedicación ni el
deseo en su corazón de hablar sobre algo a menos que sirva para ministrar vida a otros.
Las hermanas deben estar totalmente ocupadas con este espíritu de servicio.

En un hospital, las mejores enfermeras no son buenas conversadoras. Todo su tiempo y


energía lo dedican por completo al servicio. Sólo a las ociosas les gusta conversar.
Quiera el Señor entrenar a todas las hermanas de modo que sean las debidas
“enfermeras” en la iglesia.

Si ustedes, hermanas, desean seriamente servir en la iglesia, primero deben aprender a


no hablar, a no conversar. Muchas de ustedes piensan que el chisme se compone sólo de
palabras ociosas y que no incluye una conversación vana sobre doctrinas. Pero yo les
afirmo que toda conversación vana sobre doctrinas también es chismorrería. Lo que uno
hable a los demás debe ministrarles algo para que ellos crezcan en la vida divina.
Debido a que usted percibe que el oyente necesita recibir un punto particular de la
verdad, usted se lo “sirve” a fin de que esa persona crezca en vida. Si esa persona no
necesita recibir ese aspecto de la verdad y, a pesar de ello, usted todavía le habla sobre
ese tema, dicha conversación constará de palabras ociosas. El que sus palabras sean
ociosas no lo determina el tema en sí, sino la necesidad de la persona con que usted
hable; si no existe necesidad alguna en la otra persona, todo lo que le hable a ella será
una palabra ociosa. La Biblia llama a esto “toda palabra ociosa” (Mt. 12:36), ya que uno
está ocioso, no tiene nada que hacer ni se ocupa de ningún servicio. De ahí que tenga la
energía, el corazón y el tiempo para hablar palabras ociosas.
El servicio incluye tanto las cosas materiales como las espirituales. Las hermanas deben
servir la vida espiritual a los más jóvenes. Deben ministrarles a todos los amados santos
el crecimiento espiritual.

Si la iglesia ha de crecer y ser edificada, es primordial que las hermanas aprendan a no


hablar. Ésta es una gran lección. Las hermanas deben saber tanto lo que deben hablar
como lo que no deben hablar. Hay muchos asuntos buenos de los cuales las hermanas
no tienen necesidad de hablar. Simplemente no hay necesidad de hablar sobre tales
asuntos.

En estos días hemos compartido mucho sobre Romanos 8 en cuanto al hecho de que
debemos andar conforme al espíritu. Estoy convencido de que muchas de las
conversaciones de los santos no son conforme al espíritu. No me refiero a
conversaciones acerca de ir de compras o sobre bodas, sino a conversaciones ociosas
acerca de doctrinas. Hermanos y hermanas por igual deben aprender a ser restringidos
primordialmente no en lo que piensan, sino en lo que hablan. No debemos pensar que
andar con forme al espíritu se refiera sólo a la manera en que usamos nuestros pies.
Andar conforme al espíritu se aplica primeramente al uso que le damos a nuestros
labios. Debemos aprender a hablar conforme al espíritu.

SERVIR AL ORAR
El hecho de servir a otros algo específicamente incluye el asunto de orar por ellos.
Quizás una hermana se percate de que cuatro hermanas jóvenes necesitan que alguien
les rinda el servicio de orar por ellas, sin que les hable personalmente o les haga saber
que está orando por ellas. Ella únicamente necesita servirles valiéndose de sus oraciones
e intercesiones, incluso intercediendo por ellas con urgencia. Esta oración es también
una especie de servicio.

En Shanghai, las hermanas de mayor edad servían de esta manera. Ellas solían orar
mucho, no sólo por las hermanas más jóvenes, sino también por un gran número de
hermanos. Por ejemplo, en varias ocasiones un hermano se puso de pie durante la
reunión y expresó algo indebido. Estas hermanas no hicieron ningún comentario, sino
que tomaron la carga de ir a sus casas y orar por él, sirviendo así con sus oraciones al
hermano. Después de cierto tiempo, este hermano testificó de cómo el Señor lo había
cambiado. La oración de las hermanas fue un servicio rendido a este hermano, puesto
que le brindó al Señor la oportunidad de hacer algo en él.

Estas hermanas servidoras también notaron que había un grupo de hermanas más
jóvenes que necesitaban ser servidas por alguien que orase por sus matrimonios. Hubo
casos en que todas colaboraron en oración por el matrimonio de un hermano. En esto
consiste el servicio.

En repetidas ocasiones, las hermanas invitaron a comer a los santos por los cuales ellas
estaban orando. Durante la comida no había palabras ociosas, ni chismes ni
conversaciones vanas sobre temas superfluos, ni tampoco vanas palabrerías sobre
asuntos de la iglesia; antes bien, rendían un servicio que redundaba en la edificación de
los santos. Hoy día existe mucha habladuría vana con respecto a los asuntos de la
iglesia, pero no hay mucho servicio. Todas las conversaciones vanas acerca de tantos
asuntos así como todas las conversaciones vanas acerca de personas, son ante los ojos
de Dios chismorrería y un desperdicio de nuestro tiempo. Las hermanas deben dedicarse
al servicio y deben aprender a servir.

Si alguien desea servir, primeramente debe cesar de hablar. Debe conocer aquello de lo
cual no debe hablar, o dicho en palabras sencillas, debe aprender a no hablar. Sin
embargo, es necesario que tengan comunión unos con otros en un espíritu de servicio.
Si realmente se conducen conforme a este espíritu de servicio y sobrellevan esta carga,
se mantendrán ocupadas día y noche. Hay muchos hermanos que necesitan de su
servicio; necesitan que usted ore por ellos. Hay muchas hermanas que necesitan de su
servicio. Y los ancianos también necesitan de su servicio. La obra, el ministerio,
necesitan del servicio de ustedes.

Si las hermanas toman en serio al Señor, estarán muy ocupadas con el servicio. Con
seguridad, tal comunión despertará en todas ustedes un deseo de dedicarse al servicio.
Es necesario que sean las que laboren, que sirvan y que sean buenas protectoras. Y todo
esto debe ser realizado en la iglesia y por el beneficio de la iglesia.

Como producto de esta comunión, tengo la certeza de que el Señor depositará esta carga
en todas las hermanas y que Él abrirá sus ojos para que vean cuántos asuntos necesitan
ser atendidos por el servicio de ustedes.

La mejor manera de servir es orar. En casa de María, según Hechos 12, había una
reunión de oración con el fin de orar por Pedro, quien estaba preso. Las Escrituras no
hacen mención de ninguna otra casa de oración. Esta reunión de oración en casa de
María era un servicio.

Cuando ustedes, hermanas, se den cuenta de que existe alguna necesidad en la vida de
iglesia, no digan nada sino que tomen la carga de orar por ello. Cuando miren que existe
la necesidad de que haya verdadero quebrantamiento, no deben decir nada. Ustedes
deben llevar la carga reuniéndose en grupos de cuatro o cinco, de ocho o diez, para orar
y así servir por causa de este propósito. Oren para que se produzca el verdadero
quebrantamiento.

Cuando noten que un hermano se ha convertido en un problema para la iglesia, o que


una hermana tiene problemas en su vida, no digan nada. Tomen la carga de orar con dos
o tres hermanas más, a fin de servir por causa de este propósito. Si ustedes se
condujeran de esta manera, muchas de ustedes serían las Febe de hoy. Entonces la
iglesia contará con el servicio más excelente.

Todos debemos aprender a servir a la iglesia y a los santos, tal como lo hacía la hermana
Febe, quien fue recomendada por Pablo en Romanos 16. Ésta debe ser la carga de las
hermanas y, de hecho, ellas tienen la posición para servir de esta manera. Lo que las
hermanas podrán hacer, si toman la carga y son fieles al Señor en cuanto al servicio, es
algo que los hermanos nunca podrían lograr. Hay una necesidad muy grande con
respecto a las hermanas. Quiera el Espíritu Santo interpretar estas palabras para
nosotros.

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