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VIDA DE IGLESIA
Lectura bíblica: Ro. 16:1-2, 3-4, 6, 12b
La palabra divina contenida en la revelación de Dios es siempre exacta; en todos los
casos, no existe ni siquiera una sola palabra que sea desperdiciada. Cada página, cada
línea, incluso cada palabra de este santo Libro es valiosa y necesaria. Basándonos en
este principio, debemos darle la misma importancia a Romanos 16 que a Romanos 6.
Todos valoramos muchísimo Romanos 6 y conocemos lo que allí se nos revela. Sin
embargo, son muy pocos los que entienden claramente Romanos 16. Romanos 16 no es
un capítulo corto, pues contiene veintisiete versículos.
Romanos 16 tampoco es un capítulo que trata de doctrinas, esto es, no se nos habla de
justificación, redención, reconciliación, santificación, glorificación ni de algún otro
“ción”. Por el contrario, en este capítulo abundan muchos nombres, uno tras otro. Esta
noche seleccionaremos expresamente cinco nombres en este capítulo.
FEBE Y PRISCA
El primer nombre es Febe, el cual se destaca como el mejor de entre todos los nombres
femeninos. El segundo nombre es Prisca, equivalente griego del nombre Priscila; éste es
un nombre muy querido. Amo estos dos nombres. Nombré a mi primera hija con el
primero, pues sabía que era un buen nombre. El segundo, Priscila, fue el nombre dado a
mi esposa. El nombre de alguien no es sólo un nombre; la realidad del nombre es la
persona.
Cuando se habla por primera vez de esta pareja en Hechos 18, Aquila es mencionado
primero y luego Priscila. Cuando yo era joven, al leer Romanos me preguntaba:
“¿Quién es el esposo en esta pareja?”. Incluso pensé que debía haber un error en el
manuscrito. No obstante, existe un motivo específico por el cual la Palabra lo dispuso
así.
MARÍA Y PÉRSIDA
El cuarto es un nombre muy conocido: María. El Nuevo Testamento nos presenta al
menos seis Marías, y la que se menciona en Romanos 16 es la sexta. María es la forma
neotestamentaria del nombre Miriam, un nombre antiguotestamentario.
María, la madre del Señor Jesús, es la primera de las Marías. Otra de ellas es María
Magdalena; ella había sido poseída por siete demonios, los cuales fueron echados fuera
por el Señor Jesús. Ella fue puesta en libertad, y a partir de ese momento se convirtió en
alguien que buscó genuinamente al Señor y que lo amó mucho. Además, en Hechos 12
vemos a otra María, que es la madre de Juan Marcos.
Aquí tenemos a cuatro Marías: la María mencionada en Romanos 16, María la madre de
Jesús, María Magdalena y, en Hechos 12, la madre de Juan Marcos. En adición a éstas,
hay dos Marías más.
Estas seis Marías abarcan toda la trayectoria de la vida cristiana y de la vida de iglesia,
empezando por la encarnación de Cristo y terminando en la vida práctica de iglesia. Así
pues, la encarnación de Cristo se inicia con la primera María, la madre de Jesús, y la
María mencionada en Romanos 16 representa la consumación de la vida práctica de
iglesia. Desde el punto en que se menciona a la primera de las Marías hasta llegar a la
última de ellas, vemos la trayectoria de toda la vida cristiana y de la vida de iglesia.
En este capítulo se incluyen muchos otros nombres además de los cinco que hemos
seleccionado. Debido a que no hay ninguna palabra superflua en la santa Biblia,
debemos ver que el hecho de que se mencionen estos nombres en los saludos del apóstol
Pablo, hace referencia a algo muy práctico.
UN CAPÍTULO CRUCIAL
Debemos darle a Romanos 16 la misma importancia que le damos a Romanos 6, a
Romanos 8 y a Romanos 12. Sí, Romanos 6 es un capítulo del libro de Romanos, al
igual que Romanos 8 y Romanos 12, pero no debemos olvidar que este libro tiene
dieciséis capítulos. Si usted conoce Romanos 6, también necesita conocer Romanos 16;
si conoce Romanos 8, también debe conocer Romanos 16; y si conoce Romanos 12,
necesita también conocer Romanos 16. Por lo visto, el libro de Romanos que muchos
cristianos conocen, aun los que buscan más al Señor, no tiene dieciséis capítulos, sino
que sólo abarca catorce capítulos, y quizás incluya algunos fragmentos de los capítulos
15 y 16.
El hecho de que el libro de Romanos tenga dieciséis capítulos debe causarnos una
profunda impresión. Todos debemos conocer el capítulo 16 de Romanos. Sin embargo,
si no tenemos la debida experiencia, cuando lo leamos nos será difícil ver lo que
Romanos 16 abarca, lo que nos revela. En este sentido, Romanos 16 es parecido a
Romanos 8. Para profundizar en Romanos 8 y entenderlo, necesitamos experiencia. Aun
más, sin la experiencia será imposible que entendamos Romanos 16.
Nos resulta fácil ver que tanto Romanos 6 como Romanos 8 nos revelan la vida
cristiana, y que Romanos 12 nos revela la vida de iglesia. No obstante, no es tan fácil
ver la revelación contenida en Romanos 16. Por ser el último capítulo de este libro,
Romanos 16 nos revela la vida práctica de iglesia.
La vida práctica de iglesia no es revelada en Romanos 15; el punto principal que vemos
allí es la comunicación que existe entre las iglesias, o sea, la comunión en el Cuerpo que
existe entre las iglesias. No podemos ver la vida práctica de iglesia en ninguno de los
primeros quince capítulos de Romanos, en los cuales ni siquiera aparece el término
iglesia o iglesias. Pero en este capítulo, Romanos 16, los términos la iglesia y las
iglesias se mencionan cinco veces. Por tanto, este capítulo nos presenta la vida práctica
de iglesia.
Antes de que Pablo saludara a los santos, de una manera muy significativa les
recomendó a cierta hermana. Por lo general, una recomendación de tal naturaleza se
deja a lo último, pero Pablo le dio prioridad. Además, después de esa recomendación
saludó a una pareja, pero mencionó primero el nombre de la esposa.
Luego, Pablo saludó a María, una hermana, así como a otras dos hermanas más que no
mencionamos, y también saludó a Pérsida, otra hermana.
Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo extendió su recomendación y sus saludos en este
orden con el propósito de mostrarnos que las hermanas ocupan el primer lugar en la
vida práctica de iglesia.
UN ESPÍRITU DE SERVICIO
Ahora debemos profundizar en los detalles relacionados con estas cuatro hermanas y un
hermano.
Si leemos detenidamente, veremos que los asuntos relacionados con estas cuatro
hermanas abarcan todos los aspectos que atañen a la vida práctica de iglesia. Primero,
Febe es una persona que sirve, una diaconisa. El vocablo diaconisa es el femenino de
diácono, que es la traducción al español de la palabra griega que significa servidor. Así
que, Febe representa el espíritu de servicio en la vida práctica de iglesia.
En la primera ocasión que fui a Shanghai en 1933, vi que cada sábado las hermanas iban
a limpiar el local y todas las sillas. Muy pocos hermanos estaban libres los sábados, y
los pocos hermanos que se encontraban allí eran los colaboradores de tiempo completo.
Ya que la mayoría de los hermanos tenían que trabajar seis o siete días a la semana, casi
toda la limpieza estaba a cargo de las hermanas.
Lo mismo sucedía en otros lugares de la China. No obstante, había sitios que hubieran
marchado mucho mejor de haber contado con un grupo de hermanas dedicadas al
servicio. En ciertos lugares, había deficiencia en la edificación de la iglesia,
especialmente por el hecho de que escaseaba el servicio de las hermanas. Por esta razón,
sentimos la urgencia de que las hermanas sean entrenadas a fin de que surja un grupo de
hermanas servidoras dadas a la edificación de una iglesia sólida.
Febe, la hermana mencionada en Romanos 16:1, era una servidora, una enfermera que
servía, una enfermera en la iglesia, una protectora que servía a otros y alguien que
estaba cien por cien en la iglesia. La recomendación de Pablo es muy buena.
PRISCA Y AQUILA
La segunda hermana que se menciona en Romanos 16 es Prisca, o Priscila. Tengo la
certeza de que en cuanto a la vida de iglesia, esta hermana era más sólida que su esposo;
y en cierto sentido, ella tomó la delantera respecto a cuidar de la iglesia. Dondequiera
que ellos iban, ella y su esposo cuidaban de la iglesia al tener las reuniones de la iglesia
en su casa. Cuando estuvieron en Éfeso, la iglesia se reunía en su casa. Asimismo,
cuando estuvieron en Roma, la iglesia también se reunía en su casa.
Pablo dijo que los dos arriesgaron su vida, no sólo por causa de él sino también por las
iglesias. Por tanto, el apóstol Pablo les estaba muy agradecido, y también las iglesias les
estaban muy agradecidas.
LA FAMILIA ENTREGADA
INCONDICIONALMENTE
A LA VIDA DE IGLESIA
Si en cada familia la esposa tomara la delantera para poner en práctica la vida de iglesia,
será muy fácil introducir a toda su familia en la vida de iglesia. Pero si la esposa no
toma la delantera en este asunto, sino que es el esposo el que lleva la delantera, será
muy difícil que esa familia se entregue incondicionalmente a la vida de iglesia. Las
frustraciones se originan siempre que la esposa se rehúse a tomar la delantera en cuanto
a la vida de iglesia.
Le pido a los hermanos que me perdonen por estar animando a todas las hermanas a que
sean valientes y tomen la delantera en relación con la vida práctica de iglesia, pues todo
Aquila debiera seguir a Prisca en cuanto a este asunto. Quizás parezca que las hermanas
estén quebrantando el principio de la autoridad, pero ellas no deben permitir que la
legalidad o la religión sean obstáculos que impidan que ellas tomen la delantera en este
asunto particular. En cada iglesia local existe la necesidad de que haya un grupo de
hermanas valientes que tomen la delantera en cuanto a la vida práctica de iglesia. Algún
día, el Señor nos mostrará que esto es precisamente lo que está en Su corazón.
Las esposas deben ser animadas a que lleven la delantera en sus familias por causa de la
vida de iglesia, mas no por causa de la enseñanza, ni por su espiritualidad ni tampoco
por causa de la predicación del evangelio. Si las hermanas no llevan esto a cabo, no
podrán ceñirse a la norma, no serán aprobadas delante del Señor. Aun aquí en la iglesia,
las hermanas deben tomar la delantera por causa de la vida de iglesia y ser como Prisca.
Hemos señalado lo que tiene que ver con las hermanas en la vida práctica de iglesia:
servir, laborar y llevar la delantera por causa de la vida de iglesia.
Si llevamos a la práctica estos asuntos, de inmediato nos daremos cuenta de que nuestra
situación no concuerda con la revelación presentada en Romanos 16. Entre las hermanas
escasea dicho espíritu de servicio. Si me dan la libertad de hablar franca y sinceramente
sin que ustedes se ofendan, quisiera señalarles este defecto. Entre las hermanas hay más
plática que servicio. No hay necesidad de que ustedes hablen acerca de doctrinas, pero
sí es menester que ustedes sirvan a las personas.
PALABRAS QUE SIRVEN VIDA A OTROS
Hay dos maneras distintas de hablarles a las personas acerca de las verdades o doctrinas.
Una manera consiste en hablarles doctrinalmente, pero la otra consiste en ministrarles la
verdad porque uno ha percibido que ellas necesitan cierta verdad específica que las
ayudará a crecer en la vida divina. Al hablarles así, aunque parezca que se les está
hablando de doctrinas, en realidad se les está sirviendo, se les sirve al hablarles
conforme a lo que ellas necesitan para crecer en vida. Al hablarles a ustedes, debo
servirles algo específico.
En estos días hemos compartido mucho sobre Romanos 8 en cuanto al hecho de que
debemos andar conforme al espíritu. Estoy convencido de que muchas de las
conversaciones de los santos no son conforme al espíritu. No me refiero a
conversaciones acerca de ir de compras o sobre bodas, sino a conversaciones ociosas
acerca de doctrinas. Hermanos y hermanas por igual deben aprender a ser restringidos
primordialmente no en lo que piensan, sino en lo que hablan. No debemos pensar que
andar con forme al espíritu se refiera sólo a la manera en que usamos nuestros pies.
Andar conforme al espíritu se aplica primeramente al uso que le damos a nuestros
labios. Debemos aprender a hablar conforme al espíritu.
SERVIR AL ORAR
El hecho de servir a otros algo específicamente incluye el asunto de orar por ellos.
Quizás una hermana se percate de que cuatro hermanas jóvenes necesitan que alguien
les rinda el servicio de orar por ellas, sin que les hable personalmente o les haga saber
que está orando por ellas. Ella únicamente necesita servirles valiéndose de sus oraciones
e intercesiones, incluso intercediendo por ellas con urgencia. Esta oración es también
una especie de servicio.
En Shanghai, las hermanas de mayor edad servían de esta manera. Ellas solían orar
mucho, no sólo por las hermanas más jóvenes, sino también por un gran número de
hermanos. Por ejemplo, en varias ocasiones un hermano se puso de pie durante la
reunión y expresó algo indebido. Estas hermanas no hicieron ningún comentario, sino
que tomaron la carga de ir a sus casas y orar por él, sirviendo así con sus oraciones al
hermano. Después de cierto tiempo, este hermano testificó de cómo el Señor lo había
cambiado. La oración de las hermanas fue un servicio rendido a este hermano, puesto
que le brindó al Señor la oportunidad de hacer algo en él.
Estas hermanas servidoras también notaron que había un grupo de hermanas más
jóvenes que necesitaban ser servidas por alguien que orase por sus matrimonios. Hubo
casos en que todas colaboraron en oración por el matrimonio de un hermano. En esto
consiste el servicio.
En repetidas ocasiones, las hermanas invitaron a comer a los santos por los cuales ellas
estaban orando. Durante la comida no había palabras ociosas, ni chismes ni
conversaciones vanas sobre temas superfluos, ni tampoco vanas palabrerías sobre
asuntos de la iglesia; antes bien, rendían un servicio que redundaba en la edificación de
los santos. Hoy día existe mucha habladuría vana con respecto a los asuntos de la
iglesia, pero no hay mucho servicio. Todas las conversaciones vanas acerca de tantos
asuntos así como todas las conversaciones vanas acerca de personas, son ante los ojos
de Dios chismorrería y un desperdicio de nuestro tiempo. Las hermanas deben dedicarse
al servicio y deben aprender a servir.
Si alguien desea servir, primeramente debe cesar de hablar. Debe conocer aquello de lo
cual no debe hablar, o dicho en palabras sencillas, debe aprender a no hablar. Sin
embargo, es necesario que tengan comunión unos con otros en un espíritu de servicio.
Si realmente se conducen conforme a este espíritu de servicio y sobrellevan esta carga,
se mantendrán ocupadas día y noche. Hay muchos hermanos que necesitan de su
servicio; necesitan que usted ore por ellos. Hay muchas hermanas que necesitan de su
servicio. Y los ancianos también necesitan de su servicio. La obra, el ministerio,
necesitan del servicio de ustedes.
Si las hermanas toman en serio al Señor, estarán muy ocupadas con el servicio. Con
seguridad, tal comunión despertará en todas ustedes un deseo de dedicarse al servicio.
Es necesario que sean las que laboren, que sirvan y que sean buenas protectoras. Y todo
esto debe ser realizado en la iglesia y por el beneficio de la iglesia.
Como producto de esta comunión, tengo la certeza de que el Señor depositará esta carga
en todas las hermanas y que Él abrirá sus ojos para que vean cuántos asuntos necesitan
ser atendidos por el servicio de ustedes.
La mejor manera de servir es orar. En casa de María, según Hechos 12, había una
reunión de oración con el fin de orar por Pedro, quien estaba preso. Las Escrituras no
hacen mención de ninguna otra casa de oración. Esta reunión de oración en casa de
María era un servicio.
Cuando ustedes, hermanas, se den cuenta de que existe alguna necesidad en la vida de
iglesia, no digan nada sino que tomen la carga de orar por ello. Cuando miren que existe
la necesidad de que haya verdadero quebrantamiento, no deben decir nada. Ustedes
deben llevar la carga reuniéndose en grupos de cuatro o cinco, de ocho o diez, para orar
y así servir por causa de este propósito. Oren para que se produzca el verdadero
quebrantamiento.
Todos debemos aprender a servir a la iglesia y a los santos, tal como lo hacía la hermana
Febe, quien fue recomendada por Pablo en Romanos 16. Ésta debe ser la carga de las
hermanas y, de hecho, ellas tienen la posición para servir de esta manera. Lo que las
hermanas podrán hacer, si toman la carga y son fieles al Señor en cuanto al servicio, es
algo que los hermanos nunca podrían lograr. Hay una necesidad muy grande con
respecto a las hermanas. Quiera el Espíritu Santo interpretar estas palabras para
nosotros.