Docente UNAMBA En los libros oficiales de filosofía de Perú no existe un capítulo que se llame algo así como filosofía andina, o pensamiento andino, en los centros universitarios también ocurre lo mismo. Lo que se conoce es principalmente filosofía desarrollada en otros países o continentes a lo largo del tiempo. Cuando se desarrolla el tema de la historia de la filosofía inmediatamente se refiere al pensamiento que se originó en Grecia y Roma. ¿A qué se debe esta situación? ¿Será que realmente no exista un contenido llamado filosofía andina? ¿O, será que se está obviando ese campo del conocimiento? Las explicaciones pueden ser varias, polémicas, beligerantes, pasivas, etc. Lo cierto que esto tiene una explicación histórica. Efectivamente no existe un texto que diga esto es filosofía andina. Sin embargo, a partir de la ausencia de un libro hay quienes concluyen que no existe filosofía ni ciencia que se haya desarrollado en la época prehispánica. Esto es algo equívoco. No podemos concluir a partir de textos la ausencia o presencia de un pensamiento, mucho menos de una civilización. Lo real es que existe una polémica entre partidarios andinistas y europeístas sobre la existencia de una filosofía andina. Esta polémica resulta muchas veces abstractas debido a las argumentaciones presentadas: carencia de escritura, carencia de condiciones históricas de una civilización, carácter universal de la filosofía, carácter particular de la cultura, etc. Para ventilar este problema podemos recurrir a los cronistas del siglo XVI quienes nos podrían dar alguna pista sobre este tema. Felipe Guamán Poma de Ayala, y su NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO, escrito durante más de 30 años, y en condiciones muy difíciles, resulta un libro histórico que nos ayuda a tener conciencia sobre nuestra cultura andina de ese tiempo. En este libro nos presenta a un AMAUTA como sinónimo de filósofo, llamado Juan Yunpa, conocedor del trayecto de las estrellas, del movimiento del sol y de la luna, experto en el diagnostico del tiempo, especialista en el manejo de la contabilidad y registro (Quipu y Yupana). Además, por historia sabemos que, por lo menos los Incas, construyeron grandes obras: hidráulicas, caminos, andenería para la agricultura, ciudades arquitectónicas al borde de los montes, diagnosticaron los futuros trastornos naturales; crearon una ganadería de camélidos adecuada al medio donde vivían, una agricultura extraordinario en cuanto a productos para consumo humano, la domesticación de plantas como medicamentos para preservar la salud, etc. Toda esta creación es fruto de un conocimiento altamente sistematizado y científico. Las culturas humanas no sólo con la escritura han manifestado su forma de pensar, sino también en sus manifestaciones artísticas. El filósofo alemán Jorge Guillermo Federico Hegel decía: “en las obras de arte, los pueblos han depositado sus pensamientos más íntimos y sus más fecundas intuiciones. Muchas veces las bellas artes son la llave única que nos permite penetrar en los secretos de su sabiduría y en los misterios de su religión”. Así podemos constatar en las obras artísticas y arquitectónicas plasmadas una concepción del mundo. La oposición y unidad hembra-macho, en las relaciones humanas inmediatamente naturales, también se da en la sociedad andina en la oposición de un sector comunal A con otro sector comunal B; ambos sectores son una unidad, su existencia es única. Esta oposición de dos sectores en una comunidad campesina actual, no es una simple oposición, sino una oposición de relación dinámica, de trabajo conjunto; un sector inicia una faena comunal, el otro sector inmediatamente sigue la faena con gran esmero. Sin la conjunción de los dos sectores, la faena comunal es imposible que se realice. Esta relación de opuestos nos hace recordar lo que se conoció entre las dinastías incas: hanan Cusco y hurin Cusco; huayna picchu y machupicchu, o lo que actualmente se conoce en las comunidades: huichay jaran y huray jaran. Es decir, los de arriba y los de abajo. Esta forma de concebir el mundo, ¿acaso no es filosofía? Si en la milenaria China es considerada como concepción filosófica la relación del ying y el yang; lo mismo ocurre en la India. Todas las culturas de la humanidad tuvieron su singular manera de concebir el mundo, desde sus condiciones materiales de existencia. Particularmente, la cultura andina la tuvo. La pronta invasión al continente americano no permitió que esa concepción filosófica perdurara y desarrollara en escritos o libros.