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CAPÍTULO II
El velatorio de una persona recién fallecida, es un momento en que sus familiares y amigos
experimentan hondo dolor y con frecuencia se encuentran con su propia realidad y el sentido
último de la vida. Ante el misterio de la muerte humana, los Evangelios atestiguan que nuestro
Señor Jesucristo se conmovió y no ahorró sentimientos sinceros de dolor; al mismo tiempo Jesús
encamó el consuelo y él amor del Padre Dios, anticipando la liberación de las ataduras de la
muerte que consumaría con su propia muerte y resurrección. Por lo tanto, el momento del
velatorio de una persona es propicio para el anuncio evangelizador siempre en el marco del
respeto por el dolor de los presentes.
31.Esta celebración puede ser presidida por un sacerdote o por un diácono o guiada por un laico
designado por la autoridad eclesiástica (cf. Notas preliminares, n. 19).
Si el ministro es tín sacerdote o un diácono; se reviste con alba ó sobrepelliz y estola de color
exequial y también, si lo desea, con capa pluvial del mismo color. Algunos ayudantes pueden
portar la cruz y el agua bendita.
El ministro que preside o guía la oración en este momento debe generar un clima de reflexión y
oración, sin apuros, eligiendo para ello los mejores textos que se ofrecen a continuación o en el
apéndice, según las circunstancias.
1. Monición introductoria.
7. Padrenuestro.
8. Ritos conclusivos.
1. Monición introductoria
El ministro se dirige a los presentes con estas palabras u otras semejantes, como por ejemplo las
propuestas en las pp. 253-263:
En estos momentos en que la muerte deja de ser algo lejano y se convierte en una realidad que
nos golpea y duele muy hondo, surgen seguramente en nosotros muchos interrogantes. Por eso,
como comunidad creyente nos ponemos en oración y apelamos a nuestra fe cristiana.
Justamente, por nuestra fe creemos que la muerte no es el fin, sino un paso hacia la plenitud de
la vida. Y esto porque Jesús ha dicho: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás».
Creemos así, que la muerte ha sido vencida por la resurrección de Jesús y por eso celebramos el
triunfo de la vida sobre la muerte, al orar y poner en las manos misericordiosas de Dios a nuestro
hermano(a) N.
Los invito a unimos en la plegaria confiada junto a la comunidad de la Iglesia que intercede por
nuestros difuntos.
2. Saludo
R. Amén.
El Señor Jesús que es la Resurrección y la Vida, los conforte en la esperanza, y que su paz esté con
todos ustedes.
R. Y con tu espíritu.
O bien:
y yo los aliviaré».
R. Y con tu espíritu.
O bien:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
R. Y con tu espíritu.
O bien:
R. Y con tu espíritu.
Si el que dirige la celebración es un laico, dice alguna de las siguientes antífonas de la Sagrada
Escritura:
Ecli 2, 6
O bien:
Mt 11, 28
«Vengan a mí,
y yo los aliviaré».
O bien:
2 Col, 3-4
Luego, rocía el cuerpo con agua bendita y puede asperger también a los presentes.
El ministro invita a un momento de silencio para orar y éncomendar a Dios a quien ha tallecido;
luego dice una de las oraciones siguientes o alguna de las que se ofrecen en las pp. 217-224.
Oremos.
R. Amén.
O bien:
II
de la luz y de la paz.
y a su descendencia.
y de la retribución,
R. Amén.
O bien:
III
Señor,
te encomendamos humildemente,
a nuestro(a) hermano(a),
Imploramos tu clemencia
ni la angustia, ni el sufrimiento,
O bien:
IV
Oremos.
Te pedimos, humildemente,
R. Amén.
Oremos.
R. Amén.
VI
Oremos,
R. Amén.
Oremos.
concédenos, te suplicamos,
y ayúdanos en nuestra fe
R. Amén.
VIII
Oremos.
IX
Oremos.
muerto(a) inesperadamente,
a gozar de tu compañía.
R. Amén.
Oremos.
R. Amén.
XI
Oremos.
R. Amén.
*A estas oraciones se puede anteponer o añadir la siguiente oración por los familiares:
Oremos
Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
R. Amén
O bien:
Oremos.
Te pedimos, humildemente,
R. Amén.
El ministro invita a escuchar la Palabra de Dios y proclama una de las siguientes lecturas o algunas
de las propuestas en las pp. 169-214.
Después de haber recolectado entre sus hombres unas dos mil dracmas, Judas Macabeo las
envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. El realizó este hermoso y noble
gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos
en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos.
Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren
piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de
expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados.
Palabra de Dios.
O bien:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 6, 3-4.8-9
Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos
sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así
como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo,
después de resucitar, no muere más, porque la muerte no tiene poder sobre él.
Palabra de Dios.
O bien:
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: «No se inquieten. Crean en Dios y crean
también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera asi, se lo habría dicho
a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré
otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el
camino del lugar adonde voy».
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
Se realiza la Oración de Jos fieles con alguno de los formularios siguientes que se adapten mejor a
las circumstancias. Se puede omitir alguna de las intendones o agregar alguna otea que se adecúe
mejor a La situación. Para otros formularios ver pp.235-250.
Queridos hermanos: elevemos juntos nuestra oración confiada a Dios, que es Padre omnipotente y
ha resucitado a Jesucristo de la muerte.
- Para que nuestro(a) querido(a) N., que ha traspasado las barreras de la muerte, sea recibido(a)
en la gran familia de los santos. Oremos.
- Para que N. que en el Bautismo recibió el germen de la Vida eterna y en la eucaristía se alimentó
con Cristo, Pan de Vida, resucite con Él en el último día. Oremos.
- Para que nuestras familias encuentren el consuelo y la esperanza que nos da el Evangelio de
Jesús. Oremos.
- Para que todos nosotros, aquí presentes, crezcamos en la fe y nos ayudemos unos a otros
mediante la caridad. Oremos.
II
Queridos hermanos: con mucha esperanza, a pesar del comprensible dolor y la congoja, nos
animamos a suplicar con humildad de niños a Dios nuestro Padre.
- Por N. a quien ahora despedimos llenos de tristeza, para que el Señor lo reciba con los brazos
abiertos en el cielo. Oremos.
- Por su felicidad eterna, para que el Señor lo(a) colme con su amor y complete todas sus ilusiones.
Oremos.
- Por N. que se alimentó con el Pan de la Vida, para que ingrese en la fiesta del cielo a la que todos
nos encaminamos con esperanza. Oremos.
- Por el papá y la mamá de N., para que encuentren fortaleza y consuelo en el amor de Dios y la
compañía y aprecio de (sus otros hijos y de) sus familiares y amigos. Oremos.
- Por los amigos y amigas de N. a quien despedimos, para que, unidos entre sí, descubran la
amistad de Jesús que lloró a su amigo Lázaro y nos dio a todos el germen de la Vida eterna.
Oremos.
- Por todos nosotros, aquí congregados, para que el Señor nos ayude a vivir con fidelidad el camino
que nos propone en el Evangelio. Oremos.
III
- Por N. a quien ahora despedimos llenos de tristeza, para que el Señor lo reciba con los brazos
abiertos en el cielo. Oremos.
- Por su felicidad eterna, para que el Señor lo(la) colme con su amor y complete todas sus
ilusiones. Oremos.
- Por su papá N. y su mamá N., para que tengan la fortaleza de reemprender el camino de la vida
hasta la fiesta final del cielo. Oremos.
Si tenía hermanos:
- Por sus hermanos NN., para que puedan experimentar la cercanía de Jesús que conoce nuestros
sentimientos. Oremos.
- Por los amigos y amigas de N. a quien despedimos, para que, unidos entre sí, descubran la
amistad de Jesús que lloró a su amigo Lázaro y nos dio a todos el germen de la Vida eterna.
Oremos.
- Por todos nosotros, aquí presentes, para que el Señor nos anime en la esperanza y nos
comprometa en el amor fraterno. Oremos.
IV
- Para que Dios, que es Padre de misericordia, reciba en su casa a N. que nos ha dejado. Oremos.
- Para que su esposa N. que ha compartido con su marido ahora difunto el diario luchar de la vida,
experimente el consuelo y la fortaleza del Espíritu Santo. Oremos.
- Para que los hijos de N. conozcan la providencia de Dios que no deja nunca a los que ama.
Oremos.
- Para que todos nosotros, nos acompañemos con amor en nuestras dificultades y crezcamos en
solidaridad. Oremos.
Queridos hermanos: dolidos por la muerte de N. y unidos por la fe, recemos juntos y confiemos en
el amor de Dios.
- Por N. que ha dejado este mundo y cuya muerte nos llena de tristeza, para qué él Señor la reciba
con los brazos abiertos en el cielo. Oremos.
- Por su ingreso a la casa del cielo, para que la Virgen Santa la conduzca al lugar que Dios le
preparó. Oremos.
- Por su esposo N., para que el Señor le haga conocer su amor y su consuelo. Oremos.
- Por los hijos de N. que hoy lloran su ausencia, para que atesoren en su corazón los mejores
momentos vividos y confíen en el amor sin limites de nuestro Señor. Oremos.
- Por todos nosotros, para que vivamos con seriedad y compromiso la vida que nos da Dios y nos
ayudemos mutuamente en nuestras aflicciones. Oremos.
VI
A cada intención respondemos: Tú que eres nuestro camino, Señor, ten piedad.
- Para que N., muerto(a) inesperadamente, sea recibido(a) con misericordia por el Padre del cielo.
Oremos.
- Para que el germen de Vida eterna que el Señor sembró en N. el día de su Bautismo, florezca
ahora y se haga pleno en la casa de Dios. Oremos.
- Para que su familia, desconcertada por estas circunstancias, conozca por la fe, la presencia
segura del Señor que nos anima y levanta. Oremos.
- Para que todos nosotros, aquí presentes, valoremos la vida de cada día, y la enaltezcamos con
nuestra fe, esperanza y caridad. Oremos.
VII
- Por N. que ha compartido en el último tiempo la pasión de Jesús, para que liberado(a) ahora de
su cuerpo mortal, el Señor lo(a) reciba con enorme amor. Oremos.
- Por este hermano(a) nuestro(a) que ha conocido la pasión de Jesús, para que, como Él,
experimente la resurrección y la vida nueva. Oremos.
- Por su familia y sus amigos, para que después de haber acompañado a N. se sientan
especialmente amados y sostenidos por la providencia que Jesús asegura en su Evangelio. Oremos.
- Por quienes en el último tiempo han estado cerca de N. con su amor y su servicio, para que el
Señor les recompense su fiel generosidad. Oremos.
- Por todos nosotros, para que vivamos con perseverancia el camino que nos toca y se acreciente
nuestra fe y nuestra esperanza. Oremos.
VIII
Hermanos: Recemos unidos en el Señor, sabiendo que Él no quiere la muerte sino la vida.
- Por N. que vivió con sus ilusiones y esperanzas, para que el Señor perdone las faltas que hubiera
cometido y le conceda la paz y la alegría que no terminan. Oremos.
- Por su familia que llora y sufre por su pérdida, para que cada uno conozca el consuelo del amor
sincero del prójimo que es un reflejo del amor sin límites de Dios. Oremos.
- Por los amigos cercanos, especialmente los aquí presentes, para que puedan descubrir la cercaní-
a de Jesús y recorrer en su vida el camino del Evangelio. Oremos.
- Por todos nosotros, llamados a transformar nuestra vida con el bien y la verdad, para que el
Señor a quien apelamos con nuestra oración, nos ayude en esta misión. Oremos.
7. Padrenuestro
El ministro invita a rezar la Oración del Señor con esta u otras palabras:
El Señor nos enseñó a rezar y confiar. Hagámoslo como verdaderos hijos de Dios.
8. Ritos conclusivos
Oración
Oremos.
R. Amén.
O bien:
II
Oremos.
R. Amén.
O bien:
III
Oremos.
R. Amén.
O bien:
IV
Oremos.
R. Amén.
Aspersión
Enseguida se asperge el cuerpo del difunto o el féretro, según las circunstancias, con agua bendita
mientras el ministro dice:
Y todos responden:
Y todos aclaman:
Amén.
Si el ministro es sacerdote o diácono puede concluir con la bendición a los presentes del modo
acostumbrado.
Luego puede entonarse un canto de los indicados en las pp. 307-334 ú otro canto adecuado.
Si continúa la oración pueden rezarse algunos salmos tál como se indica en pp. 187-196.
33. Si es en este momento cuando se coloca al difunto en el féretro puede recitarse el Salmo 129,
o el 22, o el 113 (pp. 30-32), u otro salmo adecuado, con un responso rio conveniente, o
invocaciones bíblicas, o una breve lectura:
Col 3, 34:
Ustedes están muertos y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste
Cristo, que es nuestra Vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
Rom 6, 8-9
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después
de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él.
2 Co 4, 14:
Estamos seguros de que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él.
Oremos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
R. Amén.
Estas oraciones pueden recitarse también mientras se arregla el cuerpo del difunto.
Procesión
Durante la procesión pueden cantarse salmos tomados de las pp. 278-302 u otros cantos
adecuados.
http://curas.com.ar/Rituales/Exequias2.htm