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ORIGEN Y

RENOVACIÓN
AUTOR: Guillermo Manuel Torres Ruiz

Y llegó desde el oriente, sin hacer ruido,

la invisible pandemia del coronavirus,

dejando a su paso tanto afligido,

que ruega que la ciencia encuentre el antivirus.

Y ante la cruz que soporta nuestros cuerpos,

los gobernantes se acordaron de nosotros

y nos confinaron para no ser tantos los muertos

ante los virus que cabalgan como potros.

Pero Cuando llegó el día del entierro,

la sombra nos miró de frente,


secó nuestros ojos en aquel encierro

Y los hombres juntaron sus manos resignadamente.

Recorre los campos la oscura noche,

las puertas sin ser teñidas esperan,

con su rústico vestido sin un broche,

sólo con el augusto dolor de los que cooperan.

Todos arrastran su piedad ambigua,

orando de rodillas tantas avemarías,

y un hombrecito pregona con voz antigua

que la bendición llegará los próximos días.

Están todas las mujeres agotadas

con la elegante diferencia de su vestido albo,

mirando como las tierras, con el tiempo azotadas,

Se han quedado sin cabello, sólo con su primer ralbo.

La calle ha dibujado su figura,

abandonada, triste y quebrada,

con la voz del corazón que sólo murmura

¿Por qué en la agitación del miedo quedó varada?

A lo lejos la lluvia canta en las alturas

como horadando la tierra para las semillas,

mientras artesanos enseñan la danza de las floriculturas,

otros esperan ser trasladados en camillas.

Es tiempo de renovar nuestra energía de cubitos,


que la pacha mama cargue menos aflicción,

que en los hogares, los niños cambien sus hábitos

y con la fraternidad, juntos escribamos una canción.

LA GUERRA CRECE

AUTOR: Guillermo Manuel Torres Ruiz

Hasta cuando la guerra durará

en este siglo XXI tan quebrado,

en donde el poder económico

impera presuroso y nuestros hijos

mueren con sus estómagos vacíos,

con su fiebre a su costado,

con sus estornudos y sus miedos.

Hasta cuando la ambición

reinará en sus pálidas memorias,

creando bacterias para destruir humanos,

infectando a las aguas o matando pueblos

y hasta generaciones de ancianos

perseguidas para no ser más vistas.

Por qué el mal crece en silencio,

haciendo que bárbaros modernos

se erijan como reyes del mal,

para en desigual competencia

hacer morir a los pueblos

y ampliar su reino de ambición.


Hasta cuando soportaremos este poco camino

que nos queda por andar,

Viendo sufrir al mendigo,

auscultando la ira de los sin patria

o llorando por los que agonizan sin dignidad.

Ya es hora de cambiar el ritmo de la historia,

de hacer crecer a la razón,

de enarbolar al pensamiento crítico

en nuestras memorias,

de tener a la reflexión en nuestras manos,

como poderosa armadura,

de alimentar nuestra mente

con pensamientos de altura.

Entonces la maldad se esfumará de nuestra existencia,

la justicia prevalecerá en la sociedad

y la humanidad gritará a voz unísona,

como un coro de palomas,

hasta cuando las guerras frías durarán.

ENTRE LA TEMPESTAD Y EL INFORTUNIO

AUTOR: Guillermo Manuel Torres Ruiz

¿Quién prendió la fogata esta noche?

En la solitaria estancia me río a puro carcajada,

Subiendo y bajando por mis escaleras de niño.


Mi alegría crece en los rincones

al ver llegar a tantos burlones que critican sin cesar

Y mi cuaderno de normas se decolora,

entre tanto el enemigo me mira de reojo .

Sólo el silencio me asalta en este sol que muere

entre pequeños hilillos de calor

que sin hacer ruido penetran entre las sombras,

entre los agujeros del pequeño cuarto oscuro

y a pesar de tener frío ,

escribo para los que imploran,

para los que esperan la muerte resignados,

para los indolentes que quebrantan las reglas,

para los que no miran las campanas,

para los que no leen y revientan sus palabras

en tantos juicios injustos.

Y el policía toca su silbato como triste alarma

de ser confinados de nuevo.

Al día siguiente llega el panadero

tocando su corneta de lata

con su enorme triciclo acuesta

Y todos se alborotan, sólo uno compra el pan

y todos miran,

luego la frutera airea su voz

y caminan apresurados a pedirle el fruto

que alegra su paladar,

con el poco sencillo que guarda su bolsillo.


Transcurre el día y la hermosa tamalera

aparece con su tambor de tarde,

entonces, Jonás, el peoncito de la quinta,

zambo enorme que padece de artritis,

consume tres tamales y sonríe.

Y después de este desorden,

nuevamente se hace el silencio

Y la calma penetra como saeta

en la mente de aquellos hombres,

que se guardaron como reclusos

en sus propias viviendas, esperando

que se termine su obligado exilio.

NOSTALGIA Y MUERTE

AUTOR: Guillermo Manuel Torres Ruiz

Y una nueva pandemia se anunció en el presente siglo,

reventando el corazón de la madre tierra,

sin previo aviso, sin dar tregua a la humanidad,

sin compasión para los más humildes

Y para aquella generación que creció

multiplicando valores , dividiendo al egoísmo

y en dónde la palabra era su norma de gobierno.

Los países adinerados que someten al mundo

guardan en sus manos una vacuna como llave

Y que aún no existe para todos,


disputándose la medida salvadora

entre Norte y oriente, con estrategias no contadas,

con carros de fuego que esfuman a sus muertos

en ardientes lenguas.

Y los respiradores se ausentaron para los indigentes,

en tanto, en los silenciosos cuartos de hospital

no alcanza el espacio para los difuntos,

y escasean los cajones para un decente entierro.

¡Oh! Nostalgia que cruzas el aire

observando en algún espacio del universo,

como tantos hermanos son arrojados de sus hogares,

sin esos cuatro cirios encendidos de costumbre,

cuando se aísla ,para siempre, de este mundo

Y el sufrimiento como corcel siniestro

se desboca en las miserables buhardillas

por falta de alimento, por falta de bondad,

por el abandono de algunos que coronados

para ser gobernadores de tantos creyentes de la democracia,

abandonaron sus ideales ,sin planificar una salud preventiva

para tantos hermanos que no esperaban su calvario.

¿ En qué momento la oración se ahogó en nuestros labios?

¿En qué momento surgieron las sombras

como haces fúnebres en el lodo?

¿Por qué la economía se fracturó en las arcas

de unos pocos indolentes?

Ha nacido un nuevo COVID por la negligencia

de unos hombres sin escrúpulos.


Ha llegado en silencio,

como un ventarrón que asfixia,

como nuevo prototipo de muerte

que se erigió en mitad de la moderna ambición,

desparramando el terror,

en países que cuidan el crecimiento de sus hijos

con recesión y castigo.

¡Hasta cuándo este exilio!

nos protegerá de la oscura noche,

que arrastra debilidad y acrecienta dolencias

por falta de compromiso.

Han crecido los rostros graves, macilentos

en estos espacios cóncavos,

en donde el oro o la falsa moneda se derrite con el frío

con los pocos árboles que crecen en la tierra.

Y así nuestra vía crucis está hecha,

para morir tantos, por sólo morir,

sin encender hogueras de cariño.

¿Necesariamente tenemos que partir

para que crezca el mundo con sus candados de siempre?

Quizá por esto escribo

para hacer surgir la bandera de la paz

en el corazón de la humanidad

Y tal vez algún día en mi defensa,

coloque un protector de guerra


en el batallón que me acompaña

para con el tiempo construir una llave común

que abra todas las puertas de nuestro camino.

¡Ojalá! dejemos de sufrir

y no arrastremos más a la sociedad

hacia las ojeras de un nuevo huracán

o quizá ya no matemos de rabia a los hermanos

y así por fin nos demos cuenta de los marginados,

para descubrir nuestras mordazas y liberar nuestra letras

y hacer protestar a las estrofas con su escritura enorme,

con sus versos llenas de hipérboles

o sus extrañas figuras dibujadas con palabras.

¡Ojalá! seamos algún día bajados de nuestras cruces

Y dejemos de sufrir a la espera de una migaja de redención

o ya no veamos a los días descascarándose

o sin manchas a los resúmenes de nuestros cuadernos

o a las semanas viajando con voces multiétnicas

o los rostros arrugados en sus lienzos

con el placer de engreírse en las cavernas.

Y al final seguro despertaremos sin zapatos

encogidos en el cajón de un poema

o fingiendo morir en una antítesis

con la vergüenza de un golpe en el ojo izquierdo

atizado por una dama engreída

que anda cabizbaja con su muerte al hombro

o con una madera a la cadera y la alegría de un violín


entre las cuerdas de un cajón sonoro

cantando semanas o lloviendo estaciones inconclusas.

EXILIADOS

AUTOR: Guillermo Manuel Torres Ruiz

Y se quedaron confinados ,

cada uno en sus hogares,

ante la terrible amenaza

de un espíritu invisible.

Y sus puertas y ventanas fueron clausuradas

porque el temor invadió sus mentes.

Sólo el sonido de los goznes del viejo portón

se escuchaba en la silenciosa estancia

para recibir el alimento que llegaba de los campos.

Y la ciencia descubrió que la bacteria tenía forma de corona

nombrándola coronavirus

Y en los laboratorios descubrieron su debilidad,

encontraron el remedio para someter al mal,

iniciando el ataque contra la atroz pandemia,

entre oriente y occidente,

entre norte y sur.

Entre tanto las grandes cadenas del mundo

comunicaron el caos: gravedad en el cuerpo,

muerte, escasez ,hambre, falta de respiradores.


Y muchos, ocultos en sus nuevas guaridas

vivían compartiendo una migaja de pan,

y otros, orando a su creador con alabanzas

que tocaban el corazón.

Y al fin las perdices pudieron dialogar

en sus nuevas estancias de cariño

porque les hacía falta compañía,

la naturaleza descansada había florecido

y las aves cruzaron los espacios amando su libertad.

Mientras indolentes se burlaban de la existencia,

especulando su economía,

y escondiendo sus productos.

Las autoridades empezaron a poner orden;

Pero el negro espíritu desquicio la mente

de algunos que con alma envenenada

maltrataban a sus bellas mujeres y castigaban a sus hijos.

La voces firmes de los periodistas se escucharon

Y entrevistaron a tanto predictor que decía conocer la verdad

Y recordaron al médico Francés Nostradamus que predijo:

“surgirá una reina del oriente

que extenderá su plaga de los seres de la noche

a la tierra de las siete colinas

que contagiaría y exterminaría

parte de la nueva humanidad.

En pleno siglo XXI se vivió el apocalipsis

Y tantos lloraron a sus muertos,


en frías salas, con hornos eléctricos

incineraron los cuerpos

y muchos cremados como antaño

en enormes piras de leña.

Y en esta historia de encierro,

la contaminación bajo sus niveles

porque las máquinas silenciaron sus ruidos industriales

Y la ecología disfrutó su producción,

la vegetación se volvió inmensa,

el mar trajo mucho alimento para nuestra mesa

y Dios con su enorme sonrisa

repobló el inmenso campo.

¡Oh! Cuanta falta nos hace tomar conciencia

de la destrucción y la paz del universo.

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