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¿TODOS LOS HOMBRES SON PERSONAS?

Desde que Boecio afirmó que “la persona es una sustancia individual de naturaleza
racional”, la filosofía ha intentado identificar las características que hacen reconocer a un
ente como persona. Así pues, se nacen dos líneas:
1. Enunciar las propiedades mentales, donde se permitiría definir a un ente como
persona; donde, por ejemplo, Max Scheler define a la persona como “sujeto de actos
intencionales”, o Strawson, que propone que lo esencial para la persona es el ser
sujeto de simultáneos predicados mentales y físicos.
2. Destacar el carácter relacional de la persona, donde se destaca que ninguna persona
puede existir aisladamente, sin el contacto con otras personas.
Según Boecio también, el concepto de individuo se refiere a la relación existente entre una
identidad numérica y una cualitativa.
Para que un individuo pueda ser poseedor de determinadas propiedades típicas de su
especie, y, para que pueda actuar de un modo típico de su especie, primero debe existir
como individuo de esa especie. “El obrar sigue al ser”.
Cuando se habla de ser humano (en un sentido genérico), se habla de una especie natural,
que define sus elementos por determinadas características. Por el contrario, cuando se habla
de persona, no se hace referencia a una especie, sino a elementos que la conforman, en
cuánto que cada individuo es único e irrepetible.

DERECHOS HUMANOS Y BIOÉTICA PERSONALISTA

Llegada a la conclusión de que todo ser humano es persona, solo por el hecho de existir
como miembro de la especie; se llega a la afirmación de que la dignidad humana no
depende de los consensos sociales, y, es esta dignidad la que se considera como
fundamento de todas las obligaciones morales y jurídicas de la persona.
Con Rodrigo Guerra, se puede afirmar que el derecho a la vida que prohíbe matar
intencionalmente, se debe aplicar incluso cuando, en un hipotético caso, un sujeto vivo no
muestre rasgos de lo humano.
La Bioética, encuentra que es la vida humana misma la que, en su experiencia más
íntima, no puede carecer de contenidos axiológicos moral y jurídicamente obligantes,
basándose en la justicia.
Guerra propone que para que una bioética se pueda llamar personalista, debe contener las
siguientes tesis: 1) Las cosas y las personas son realidades distintas e irreductibles. 2)
Afirmar a la persona por sí misma. La persona, por su valor intrínseco, debe ser tratada con
amor de benevolencia. 3) Distinguir la irreductibilidad de la vida humana a otras formas de
vida, donde hay una existencia y condición espiritual del alma humana, en diálogo con
ciencias biomédicas. 4) Reconocimiento de la persona como sujeto relacional. 5) La
concepción del personalismo como un compromiso existencial y práctico, en favor de las
personas, en especial de los más débiles.

Finalmente, un sentido de moralidad nos puede indicar que toda persona debe ser tratada
con respeto y dignidad, a pesar de que, en muchas ocasiones, esta respuesta no sea clara. Es
por esto que, tanto en la Bioética como en la práctica médica, es de menester tener presente
la norma personalista de la acción, la cual dicta que toda persona humana debe ser
respetada por sí misma y por su dignidad, en cada una de las etapas de su vida y en las
condiciones en las cuales esta se desenvuelva. Es este el núcleo del razonamiento moral,
planteado por la Bioética personalista.

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