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Ambrosius Benson, maestro de Segovia

La subasta en Londres, por la Casa Sotheby, el pasado día 9 de julio, del tríptico “La
lamentación de Cristo” del pintor Ambrosius Benson, ha puesto de actualidad a este artista
flamenco, del cual se conservan en Segovia algunas obras de calidad igual o superior a la
adjudicada.

Antes de hablar de sus obras segovianas conviene decir algo sobre este maestro de origen
lombardo, nacido entre 1490 y 1500. De su vida es poco lo que se conoce con certeza. Parece
que hacia 1518 se estableció en Brujas y que, junto con otro pintor flamenco también
representado en España, Adrian Isenbrant, fue discípulo y colaborador en el arte de Gerard
David. En agosto de 1519 figura como maestro en la Gilda de San Lucas y en 1536 era director
del gremio en la misma ciudad donde murió en 1550 o 1551.

Como artista integrado en la pintura flamenca cultivó temas religiosos y retratos que tuvieron
un éxito comercial considerable, lo que le permitió tener su propio taller. Las figuras de Benson
– dice Wikipedia- se reconocen por su tez ligeramente rojiza, la nariz recta y los dedos largos.
Matías Díaz Padrón[2], crítico e historiador de arte, le califica de “pintor exquisito”, “de técnica
fabulosa y pura”, advirtiendo matices italianos en sus obras tal cual la “utilización de sombras
oscuras y un sombreado más negro que el de los demás artistas flamencos”. También es
característica suya propia los tonos intensos en las telas de las vestiduras que las hacen
semejantes a terciopelo. No hay duda de que nos hallamos ante uno de los mayores
exponentes de la pintura flamenca del XVI.

Ambrosius Benson fue muy conocido en España, sobre todo en Segovia, debido a los
intercambios que se daban entre la ciudad castellana y Brujas derivados del comercio de lanas
y tejidos, hasta el punto de que son mas las obras que se encuentran en Segovia (o de allí
proceden) que las existentes en su propio país. Parece probado que un tal Sancho de
Santander ejerció de intermediario para el envío de sus obras a España.

Obras de Ambrosius Benson conservadas en Segovia.

Un buen número de pinturas de Ambrosius Benson se conservan todavía en Segovia, ciudad


donde, en opinión del Marqués de Lozoya, su principal investigador en España, pudo llegar a
residir temporalmente. Otras, en cambio, procedentes originariamente de Segovia fueron
trasladadas a Madrid debido a los acontecimientos históricos. Pasando revista a estas últimas,
a fin de concentrar nuestra atención sobre las conservadas actualmente en esta ciudad
castellana, tenemos que citar, en primer lugar, aquellas que formaban parte del retablo del
Convento de Santa Cruz la Real, perteneciente a la Orden fundada por Santo Domingo de
Guzmán. Estos cuadros, tras la Desamortización de Mendizábal, pasaron junto con otras obras
procedentes de los conventos segovianos suprimidos, al Museo de la Trinidad y luego al
Museo del Prado, donde hoy se guardan.

Según el Catalogo de las Pinturas del Museo del Prado de 1996, dichas obras son las
siguientes:
· 1303. Santo Domingo de Guzmán 1

· 1933. Santa Ana, el niño Jesús y la Virgen 2

· 1304. Santo Tomás y un donador 3

· 1935. El abrazo ante la Puerta Dorada

· 1927. La Piedad

· 1928. El entierro de Cristo

· 1929. El nacimiento de la Virgen

Las actualmente conservadas en Segovia capital son varias y todas ellas valiosas. Sin duda la
más notable y por ello la más conocida y reproducida es el gran tríptico del Descendimiento
(que se guarda actualmente en la Capilla de San Andrés de en la catedral segoviana, la segunda
a la derecha según se entra por la puerta de San Frutos (antes estuvo durante muchos años en
la anterior Capilla llamada de la Piedad o del Santo Entierro). Según cuentan las crónicas este
tríptico procede del convento de la Merced de donde pasó a la iglesia de San Miguel, donde en
1787 la visita Ponz, y de ahí a la Catedral.

El tríptico esta compuesto por una tabla central y dos laterales. En la parte central se
representa el Descendimiento y se considera como una interpretación libre del centro de un
tríptico desaparecido pintado por Robert Campin, el Maestro de Flemalle. La escena adopta
una disposición triangular, moderna y renacentista, y está formada por once figuras
sabiamente dispuestas. Su centro lo ocupa la figura exánime de Cristo cuyo cuerpo, en
posición diagonal, descienden, con ayuda de una larga escalera, José de Arimatea y
Nicodemus, que es el ceñudo personaje que deposita el cuerpo de Cristo en el sudario. Al pie
de la cruz se ordenan las figuras de la Pasión: la Virgen, transida de dolor, a quien rodean y
consuelan Juan y otras santas mujeres, entre las que descuella la Verónica, atenta al
descendimiento. En la parte derecha tres personajes, de aspecto regio, vestidos lujosamente.
Dos de ellos, uno negro, contemplan piadosamente la escena sin participar en ella, mientras
que el tercero deja en el suelo los chapines para ayudar a la santa tarea con mayor comodidad.
Son dignos de observación los colores intensos rojos y azules de los vestidos y lo acabado de
sus pliegues que los asemejan a las calidades del terciopelo, así como los puntos de luz de los
lienzos blancos que permiten destacar el color marfileño del cuerpo de Cristo. En la tierra,
elemento quizás simbólico de los infiernos, por donde no pasó Cristo después de muerto, una
babosa. En mitad del lienzo una franja luminosa permite destacar el tema en primer plano a la
vez que acentúa la sensación de lejanía. En el cielo, a uno y otro lado, sendos coros de ángeles.
Más al fondo, arquitectura urbana plenamente flamenca de la ciudad de Jerusalén.

En los laterales San Miguel y San Antonio de Padua en posición escultórica y en el reverso de
ambas portezuelas una Anunciación en grisalla sobre fondo rojo.

La obra se data hacia 1532-6, según G. Marlier, especialista en Benson y no hay duda de que se
trata de la obra maestra de este pintor y una de las más sobresalientes del arte flamenco.
Pero no es esta la única obra de Benson que se conserva en la ciudad. Las descripciones
antiguas de la Catedral nos informan que en el propio Museo interior se expone otro tríptico,
de menor tamaño que representa a la Virgen y al Niño, en el centro y dos santas, a los lados,
atribuido a este artista, pero no he podido hallarle y ninguna guía me ha sabido dar razón de
su existencia (posiblemente se trate del tríptico atribuido modernamente al maestro de la
Santa Sangre). De otra parte, en el flamante Museo Provincial, en la Casa del Sol, hay otras dos
tablas atribuidas a Benson, un Ecce- Homo y una Santa Faz. Otra tabla con esta misma
representación se guarda en la iglesia románica de la Santísima Trinidad en la que el
naturalismo del rostro de Cristo contrasta con los rasgos gotizantes de los dos ángeles que
sostienen el paño.

Por último en el Ayuntamiento de la ciudad, sito en la Plaza Mayor, en el propio despacho


del Sr. Alcalde, allí guardado por razones de seguridad, dado su valor, hay otro tríptico de
Ambrosius Benson, la Adoración de los Pastores que representa un Nacimiento, en la tabla
central, con San Jerónimo y San Antonio de Padua en las laterales. Cerrado el tríptico
presenta la Anunciación en grisalla. Esta pintura procede, al parecer, del Sancti Spiritus y fue
expuesta, al igual que las otras obras mencionadas de Benson, en la exposición de "Arte
flamenco en Segovia", celebrada en el Torreón de Lozoya, alla por el año de 1980.

Para finalizar el artículo citaremos el retablo plateresco de cinco cuerpos de la iglesia


parroquial de San Juan Bautista de Carbonero el Mayor, restaurado en 1991, y cuyas tablas
de la parte baja, atribuye el marqués de Lozoya al taller de Benson o, a un discípulo
extremadamente fiel, siendo difícil distinguir que parte del retablo de estilo bensoniano sea
atribuible a los pintores Baltasar Grande y Diego Rosales que trabajaban en el retablo al
tiempo de su terminación.

Retablo de Santa Ana, Convento de Santa Cruz la Real, Segovia, Algunas obras

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