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El capítulo resumido es el XIV de la obra Crítica literaria de Berrio: “Crítica de la

enunciación subjetiva. La poesía lírica y las modalidades correspondientes de la prosa


literaria”. Vamos a ir tratando los puntos que el autor utiliza para el desarrollo y
explicación de dicho capítulo.
En primer lugar nos encontramos con la identidad y la alteridad como punto de partida
en la división de los géneros.
La constitución básica de la Literatura distingue la identidad como conciencia de sí, y la
alteridad como experiencia sobre el mundo y lo real objetivo. En toda obra literaria, de
poesía o de narrativa, predominará un tipo de enfoque: el subjetivo o el objetivo. Y,
además, en algunas obras encontraremos la perspectiva directa del autor narrador y en
otras la voz enunciativa será la de los personajes.
El parámetro de universalidad más radical que opone la conciencia de identidad a la de
alteridad, aparece también en la problemática de los géneros como el criterio de
separación entre la poesía lírica, considerada expresión de la identidad, frente a la
épico-narrativa como ficción mimética de la alteridad.
La identidad del autor no se desvanece del todo en las modalidades genéricas
consideradas como objetivas, lo que ha fundamentado las objeciones a la legitimidad de
la distinción entre los géneros.
A la definición tradicional de la lírica, considerada como el género encargado de
expresar la experiencia subjetiva del poeta, se ha opuesto en numerosas ocasiones que el
sujeto lírico no corresponde exactamente al yo del autor, sino a un personaje en el que el
autor se desdobla. De esta manera, se objeta lo que era la característica principal de este
género, tal y como venía siendo desde la tripartición dialéctica de Hegel.
Para Hegel la poesía era la gran creación del Romanticismo, era la forma en la que
mejor se representaba la superioridad absoluta del Espíritu sobre la materia. Los géneros
didácticos, para Hegel se van vinculando a la prosa, cuya finalidad es el mundo exterior,
el mundo de lo real, de lo que nos rodea. Sin embargo, Hegel proclama la superioridad
del verso, de la creatividad, sobre la prosa.
Hegel divide los géneros literarios en:
-Épica. Para Hegel, la épica es lo objetivo, el retrato de la realidad exterior. La épica
puede representar el mundo de forme completa: puede representar una moral colectiva
de forma completa.
-Lírica. Para Hegel, la lírica representa la subjetividad, es la representación del mundo
interior. El poeta no se encuentra, según Hegel, fuera de lo narrado, sino que el poema
es la comparecencia de un yo en toda su amplitud.
-Drama. Es una síntesis entre la épica y la lírica: posee un carácter objetivo (acción
desarrollada la vista) y uno subjetivo (pensamientos de los personajes, su destino).
Ambos elementos se desarrollan en un mismo lugar, en el escenario del teatro.
Los poetas modernos como Baudelaire o Mallarmé manifiestan un sujeto
despersonalizado, absolutamente independiente del propio yo personal. En la lírica
clásica se ha repetido con frecuencia la paradoja de que autores con vidas amorosas
descarnadas cultivan el amor platónico en sus poemas. No debemos olvidar, pues, todos
los posibles casos en los que se produce el enmascaramiento del yo enunciador del
poema lírico, respeto al yo real del poeta.
Debido al debate crítico sobre los géneros literarios, la atribución diferencial entre
mímesis (como proyección objetiva de la experiencia del autor) y experiencia (como la
vivencia subjetiva y personal de la lírica) ha recibido numerosas objeciones.
A causa de la peculiaridad no mimético-ficcional de los contenidos de la poesía lírica,
varios críticos caracterización los contenidos de la experiencia de la lírica como
resultados de la memoria y no de la imaginación, reservándose la imaginación como la
productora de la mímesis ficcional de las obras literarias en los restantes géneros.
Debido a su contenido no mimético que se haya puesto en duda la condición literaria de
las composiciones líricas.
Junto a la experiencia subjetiva del autor, la intensidad en la concentración temática es
otra característica de la poesía lírica. La lírica está sometida a una limitación espacial
que otros géneros no poseen. La característica de la intensidad poética al considerarse la
más alta expresión de forma económica de la literatura, está referida a dos factores
distintos que concurren en ella:
1. Intensidad como tensión altamente productiva del lenguaje. La poética está en
todos los usos del lenguaje, pero encuentra en la poesía lírica su más alta
intensidad de representación.
2. Densidad como concentración conceptual y evolutiva del contenido. El
contenido es la propiedad determinante de la especial fisonomía genérica de la
lírica. Son incontables los momentos de la alta intensidad poética emotiva
recordados antológicamente.
Frente a la gran distención de las obras narrativas y teatrales, la lírica posee una
concentración intensa de la densidad. Esto es debido a la confidencia del sujeto
lírico.
La emotividad de la lírica y la energía sentimental del poeta provoca la conmoción
emotiva de los lectores.
Desde la Poética de Aristóteles la ficción ha sido regularmente elevada a rasgo
constitutivo de la ‘poiesis’ literaria. La mímesis para Aristóteles es el esfuerzo por
relatar las acciones que realizan los humanos, los hombres. La poesía trata de las cosas
como deberían haber sucedido, tiene un nivel utópico. La mímesis para Aristóteles debe
ser creíble. En la verosimilitud puede darse:
-Un imposible verosímil. Algo que en la realidad no puede suceder pero resulta creíble.
-Un posible inverosímil. Algo que sucede en la realidad pero es chocante.
Para Aristóteles, la literatura debe ser imposible verosímil.
Debido a que la lírica es un género no ficcional, los tratadistas hubieron de afrontar las
dudas de si debía o no ser considerada literatura aquella modalidad de las
composiciones líricas sin mito o fábula. Eso influyó en las vacilaciones acerca las
composiciones líricas. La duda acerca del estatuto literario del género de la poesía
(ficcionalidad o no) sigue presente.
La estilización en poseía designa el proceso de implicación espiritual del creador,
modificando en el sentido poético que le interese la condición real de las personas,
espacios, acciones y temas que aparecen en el poema. El procedimiento que produce el
efecto de la estilización es la focalización del efecto estético-sentimental de la empatía.
En Benito Pérez Galdós podemos encontrar procedimientos de estilización selectiva:
referentes reales. Galdós utiliza la cosificación en los retratos de personas, o bien la
personificación de las cosas.
En el poema de Francisco Brines, “La espera” aparece el efecto de estilización
focalizadora: en el entorno de Birnes, el escenario de su casa y los paisajes edénicos del
jardín de Elca, podemos ver la intensa liricidad emotiva del texto, conseguido gracias a
la selección del detalle sentimental en cada una de las figuras que utiliza.
La estilización conceptual como máxima y mejor característica de la poesía se ha
incrementado bajo varias perspectivas y versiones en la poesía moderna: en la lírica
moderna la poesía es considerada pura o ‘metafísica’.
La concepción unitaria del género poesía fue más incierta que la de a los otros dos
géneros: el épico y el dramático, que junto con la lírica constituyen la tríada dialéctica.
En la conciencia del mundo antiguo la opacidad del género lírico era mayor que la de
los otros géneros. Pero es cierto, sin embargo, que los ‘subgéneros’ líricos mantuvieron
un grado de entidad específica durante la Antigüedad grecolatina. Por ejemplo:
-El ditirambo, subclase hímnica, era consagrada a Dionisio como celebración. Era una
forma compleja entonada con acompañamiento de la flauta. Era una forma expresiva
solemne.
-El peán era otra subclase hímnica. Era consagrada a Apolo. Su contenido fundamental
era la acción de gracias ante ocasiones como victorias militares o solicitar ayuda divina
para solventar casos públicos.
-Epinicios. Era conmemorativo, pero también servía para elogios profano de
personalidades singulares.
- Algunas de las formas líricas de más duradera continuidad en la poesía de Occidente,
como la elegía o el epigrama, arrancan en plenitud de la práctica poética de los griegos.
-Oda. Modalidad lírica antigua que pasó a la modernidad clasicista y romántica. Fue
cultivada en Grecia, y tendrá continuaciones como clase estructural y temática
-Epístola. Cuidadosa simulación del estilo desordenado de las conversaciones familiares
sobre temas de contenido variado. Muy cultivada por autores clásicos latinos como
Horacio.
Con estos géneros, el soneto y la canción representaron la asimilación modificada de
otras tantas modalidades temático-estróficas clásicas.
El creciente desarrollo de la lírica europea en las lenguas vernáculas de las nuevas
literarias nacionales acuñó en nuevas formas métricas y temáticas, como las jarchas
mozárabes, los más antiguos ejemplos de poesía lírica castellana, equivalentes
fundacionales de las cantigas galaico-portuguesas.
La expresión más espontánea popular de lo poéticos inspiraba también formas sintéticas
de lírica semiculta como el villancico. Los romances épico-líricos representan una
importante manifestación límite del género.
Como resultado del romance elaborado culto y de contenido histórico en autores del
Romanticismo español como el Duque de Ribas o Zorrilla fue la balada como
modalidad lírica de gran difusión europea. Es una hibridación temática épico-lírica.
La mayor subversión de la Modernidad en lo que a la poesía lírica se refiere, vino con la
práctica extinción de los esquemas estróficos y versales clásicos a partir de la
generalización de la práctica versolibrista.
Frente a la prosa literaria, los tratados de Teoría de los géneros optan o bien por
ignorarla como no ficcional, y más frecuentemente por asumirla en bloque, sin otras
diferencias, en razón de la “voluntad de estilo” de la forma. Entre las modalidades
actuales de prosa no ficcional que se acostumbra a mantener en la opinión critica como
más cercanas genéricamente a la Literatura predomina la perspectiva subjetivista, que
las aproxima a la tonalidad de la lírica. De ahí que resulta una decisión razonable
incluirlas como modalidades de prosa literaria correspondientes a esa variedad
tradicional poética del esquema tripartito de géneros.

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