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REFERENTES TÉCNICOS DE LA EDUCACIÓN INICIAL

La realidad actual evidentemente discurre en torno al proceso de


globalización, que demanda cada día seres competentes, poseedores de
habilidades y competencias correspondientes al mismo. La
contemporaneidad entonces, además de conocimientos rasos
acumulados, requiere de individuos con bases sólidas, aptitudes y
refuerzo en función al ámbito axiológico, es decir, ese perfil como
persona que hoy por hoy desea alcanzarse, debido a las brechas
sociales cimentadas por desigualad, falta de tolerancia, respeto hacia los
semejantes e inequidad, entre otros, que resquebrajan gradualmente el
tejido social.

Incuestionablemente, el vehículo por excelencia en relación a la


transformación social es la educación, pero, ¿de qué manera se da lugar
a un proceso educativo dinamizador que contemple las necesidades
coetáneas? Ciertamente, las niñas y los niños poseen un rol protagónico
en el acto educativo, en el desarrollo y promoción de su potencial reside
el futuro inmediato a nivel individual y comunitario. Ahora bien, para
potenciar dichas capacidades se hace necesario un ente orientador, que
regule eficaz y eficientemente la evolución del proceso, a nivel
educativo, el maestro, es decir aquella persona que mantiene
interacciones con las niñas y los niños, ejerciendo corresponsabilidad en
su desarrollo y aprendizaje.

En este orden de ideas, el maestro, como actor en pro de la niñez, debe


caracterizarse por ser un arquetipo de valores humanos, cuya incidencia
se expresa en el amor, acción pedagógica asertiva, inspiración,
mediación, valoración, promoción de la diversidad, y esencialmente,
concienciación de la trascendencia del rol que ocupa el contexto, las
particularidades y características inherentes a las niñas y los niños.

Reconocer a cabalidad el proceso de desarrollo que obedece a la


primera infancia (rango de edad comprendido entre 0 y 6 años) dará
lugar al despliegue de estrategias, metodologías, técnicas y seguimiento
de referentes para la obtención de aprendizajes significativos, que
ampliará y diversificará el mismo. Por consiguiente, el maestro enfocado
en orientar hacia la integralidad, comprende que la niña y el niño, como
ser humano, se desarrolla como totalidad, tanto su organismo
biológicamente estructurado, como sus potencialidades de aprendizaje y
desenvolvimiento, funcionan en un sistema compuesto de múltiples
dimensiones desde su propia individualidad, en donde se manifiestan las
condiciones del medio social y cultural al cual pertenecen.

En este sentido, cabe destacar, que el funcionamiento particular de cada


dimensión, determina el desarrollo posible del niño dentro de sus
distintas etapas y a su vez actúan de manera complementaria: la
dimensión comunicativa, concierne a la capacidad de expresarse de
manera verbal y no verbal; la dimensión cognitiva, correspondiente a la
resolución de problemas, construcción y resignificación de
conocimientos a partir de la interacción consigo mismo y el entorno;
dimensión corporal, direccionada a las habilidades motoras gruesas
(segmentos corporales grandes) que incluyen acciones como caminar,
saltar, sentarse, entre otras, y finas, que integra movimientos pequeños,
dirigidos por las manos; la dimensión socio-afectiva, que obedece a la
calidad de interacciones a partir de la comprensión de las emociones
propias y las del par: la dimensión estética, que contempla la
manifestación creativa de perspectivas, sentimientos e imaginación
respecto al arte a través de la libre expresión; la dimensión ética,
relacionada con la conciencia del papel como ciudadano de determinada
sociedad y el comportamiento frente a tal hecho; la dimensión espiritual,
que abarca el sistema de creencias profesadas con base a la cultura
perteneciente.

En consonancia, la ruta para dotar de identidad la primera infancia y,


por lo tanto, direccionar pertinentemente el proceso aprendizaje-
enseñanza, es basarse en los lineamientos estructurantes a partir de la
naturaleza de la niñez. Es conveniente entonces, referirse a las
actividades rectoras, expresadas en las interacciones que las niñas y los
niños establecen consigo mismo, con los demás y con el entorno de
acuerdo con el contexto al que haga parte y brindan al maestro la
posibilidad de proyectar experiencias que den lugar a la observación
guiada, perceptibilidad, y fluidez manifestada en la esencia de cada
niño,

Las también llamadas “cuatro pilares de la educación inicial y


preescolar”, al estructurarse con base en las características propias de
las niñas y los niños proporcionan la facultad de vivenciar transiciones
armónicas entre primera infancia, transición y primero de primaria,
resignificando dichos procesos, al ser miembros activos de cada uno.
Las actividades rectoras se constituyen en: El Arte, posibilitando manera
creativa de expresión de sentimientos y posturas, comprendiendo el
mundo de manera versátil; El juego, como actividad inherente a la
infancia, posibilita la construcción de la realidad, desarrollo global y el
vehículo de socialización; La Exploración del Medio, dada a través de las
interacciones dotadas de descubrimiento e Indagación dentro de
diversos contextos; y la Literatura, que además de facilitar la expresión
de concepciones, desarrolla habilidades cognitivas tales como la
creatividad, que transfigura la calidad de aprendizaje.
En efecto, las actividades rectoras marcan un hito en el desarrollo de la
primera infancia, ¿qué medio estratificación es pertinente para su
articulación, en pro de la calidad educativa de la niñez? Ciertamente, el
MEN plantea una serie de referentes técnicos, conceptuales,
pedagógicos y metodológicos que dotan de sentido las prácticas
pedagógicas de los maestros en relación a la organización curricular y
pedagógica de la educación inicial y preescolar, que marcan un
horizonte desde el plano general, hasta el particular.

Por lo anterior, el MEN , en el marco constitucional, considera a las niñas


y los niños como sujetos de derechos impostergables, la educación debe
velar, mínimamente por el cumplimiento pleno de ellos, de esta manera
en correspondencia al protagonismo y actividad del infante dentro de la
sociedad, debe contemplarse la consolidación de una serie de
competencias que permiten actuar como ciudadanos promotores del
bien para la patria y los disimiles entornos en los que se encuentre. De
esta manera, las competencias ciudadanas, científica comunicativa y
matemática se componen por una serie de habilidades y aptitudes
iniciadas desde edades tempranas.

Hablar de calidad educativa en relación a la obtención de competencias,


alude por tanto a planificación asertiva y sistematizada; siguiendo con el
MEN y línea de organización curricular y pedagógica, se encuentran los
Derechos Básicos de Aprendizaje, que orientan el proceso de
aprendizaje- enseñanza, en función de la planeación y ejecución,
traducidos en aprendizajes estructurantes compuestos por un
enunciado, unas evidencias de aprendizaje y un ejemplo, descriptores
de la evolución de las niñas y niños de acuerdo a su desarrollo, que
además, promueven experiencias idóneas mediante las actividades
rectoras. Estos se consolidan a partir de tres grandes propósitos de la
educación Inicial y Preescolar “Las niñas y los niños construyen su
identidad en relación con los otros; se sienten queridos, y valoran
positivamente pertenecer a una familia, cultura y mundo.”, “Las niñas y
los niños son comunicadores activos de sus ideas, sentimientos y
emociones; expresan, imaginan y representan su realidad.”, “ Las niñas
y los niños disfrutan aprender; exploran y se relacionan con el mundo
para comprenderlo y construirlo.” , materializados de acuerdo a las
particularidades del contexto.

Este medio de promoción de autonomía, identidad, pensamiento crítico


creatividad y curiosidad, sin duda, no sería por si solo el vehículo para la
integralidad. Por ello, es trascendental la implementación de los
Proyectos Pedagógicos de Aula, nacientes de una adecuada observación,
reconocimiento del contexto y las necesidades e intereses que cada niña
y niño trae consigo, caracterización. Los PPA, se conciben como el
mecanismo por excelencia para transformar la práctica pedagógica
conductista y mecanicista, preponderante en el sistema escolar, cuyos
resultados reflejan nulos procesos de motivación, aprendizaje y
desarrollo integral de la niña y el niño.

La construcción de PPA entendido como una sistematización del proceso


de integración de situaciones o problemas de la vida real, contextos
significativos en torno al cual es posible organizar una labor educativa
pertinente, conocimientos y experiencias de los disimiles campos
interdisciplinarios teniendo en cuenta los pilares de la educación y la
participación activa de los miembros de la comunidad educativa.
En congruencia cada fase y acción subyacente, debe estar íntimamente
ligada a cada elemento estructurante de la educación inicial y
preescolar. La planeación no es la excepción, cada plan debe
contemplar dichos principios inalienables, puesto que en ellos reposa el
soporte, la columna vertebral, del día a día de las practicas pedagógicas,
cuyo objetivo primordial es directamente proporcional al desarrollo
integral, calidad educativa y, por ende, social.

Por: Emily Jailine Sierra


Mena.

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