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SILVERIO BARRIGA.
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Como cualquier otra disciplina, la organización de los estudios de Psicología responde a una
demanda circunstancial del alumnado ayudado por la perspicaz intuición de profesores
provenientes en su mayoría de campos matriciales (Filosofía) o afines (Sociología, Políticas,
Pedagogía, Ingeniería organizacional, etc.). Y su crecimiento y afianzamiento, si bien se amparan
en modelos desarrollados en otro países, se ajustan a las peculiaridades del entorno social.
Por todo ello, en España no se puede decir que exista una Psicología. Pues existen varias. Cada una
con su idiosincrasia y respondiendo a las peculiares exigencias de unos modelos teóricos
determinados y a las expectativas de sus estudiantes.
El reciente desarrollo de la llamada Psicología Comunitaria (Martín y otros, 1988; Sánchez, 1988)
ha venido a esclarecer las vinculaciones de la Psicología con uno u otro modelo ideológico.
Y como el aire de los tiempos que corremos sopla en dirección de la sensibilidad social y de la
corresponsabilidad (pese al potente resurgir del individualismo postmoderno), pronto la naciente
Psicología Comunitaria fue reivindicada por diferentes áreas de conocimiento. Muchos psicólogos
quieren sentirse comunitarios, pues no se atreven a afirmarse individualistas (pese a que en ese
empeño y formulación están haciendo gala más de principios corporativistas que comunitarios).
Pero esa situación creo que es positiva, siempre que seamos capaces de explicitar los diferentes
modelos que subyacen a una u otra concepción de la intervención psicológica, sin pretensiones de
confusión expansionista.
El modelo individualista puede recibir también las calificaciones de modelo clínico, biológico,
médico, tradicional, estático, pasivo; y vamos a llamarlo modelo personalista,
El modelo comunitario puede llamarse igualmente ecológico, dinámico, activo; y vamos a llamarlo
modelo psicosocial.
Tal vez la mejor manera de resaltar las características de uno y otro modelo consista en
contraponer, según ciertas categorías, los elementos que los distinguen.
De acuerdo con el esquema propio de toda intervención, queremos resaltar los siguientes
elementos:
1. El interventor
Conscientes de que no sólo hemos de reconocer el derecho de todos a la diferencia, sino también
el derecho a la igualdad (Rappaport, 1977), es decir, la igualdad de acceso a los recursos sociales, y
dados los enormes desajustes sociales existentes por doquier, la tarea de los profesionales que
intervienen exigirá incrementar, por todos los medios, el máximo de recursos humanos. Y por
muchos que sean los profesionales sociales implicados en tal cometido, serán insuficientes si
siguen manteniendo una dedicación individualizada. De ahí la conveniencia de emplear a
paraprofesionales, voluntarios, miembros indígenas de la comunidad que formados
adecuadamente por los profesionales pueden hacer llegar a los más recónditos lugares una
intervención bien adaptada a las necesidades concretas de los demás.
Por otra parte, el hecho mismo de necesitar de otros mediadores permite incidir en el carácter
activo de los miembros de la comunidad. Pudiendo piramidalmente llegar a cubrir, mediante una
buena red organizativa, todas las necesidades complejas de la comunidad.
Y si de efectividad hemos de hablar, bastará con recordar que en el campo propiamente
terapéutico ha sido ampliamente valorada, en parangón con la propia acción de los profesionales
(Durlak, 1979).
De ahí que en este modelo psicológico, el verdadero agente interventor sea, ante todo, la propia
comunidad. El psicólogo social aporta su bagaje técnico, pero con la colaboración de los miembros
más capacitados. Entre todos elaboran el plan de acción. Se rehuye ese despotismo ilustrado en
que tan frecuentemente se apoyó la comodidad de los profesionales aislados en la torre de marfil
de su exótica elocuencia.
De ahí que quepa resaltar la necesaria sensibilidad para captar las situaciones sociales, la
flexibilidad de su talante para rehuir soluciones estereotipadas, la imprescindible formación
permanente de recursos humanos, etc.
Y más que en los aspectos reparadores del nivel individual, el psicólogo social centra su esfuerzo
en la potenciación (empowerment) de las capacidades psicosociales de la colectividad y de cada
uno de sus miembros en cuanto tales, preocupándose menos por el mantenimiento de las
situaciones heredadas, cuanto por la introducción de los cambios precisos, la negociación con las
instituciones sociales, la mediación entre las partes y la abogacía social (Glidwell, 1984; Knitzer,
1980) facilitando el acceso a los recursos y siendo catalizador del cambio social.
Entre las características diferenciales de uno y otro modelo cabe resaltar éstas:
- Profesionalidad............................... vs Interpofesional
- Acción individual .......................... vs
Acción indirecta
2. El contexto de la intervención
Ante la actitud pasiva de quien espera (psicólogo personalista) que le vengan a la consulta, el
psicólogo social va en busca de los problemas para ayudar a su solución. Este ir supone salir del
encierro de su consulta, para adentrarse en las incomodidades de la situación en que se encuentra
la comunidad. Como miembro de la misma, está en la comunidad y parte de su ubicación para
mejor captar el problema estudiado o la necesidad analizada, Lo natural es estar en el mundo
concreto. Lo artificial es el aislamiento.
Pero algo caracteriza la actitud del psicólogo social es la aceptación de la complejidad de los
problemas y necesidades estudiados. Muy pocas cosas reducen su perspectiva al mero contorno
individual. Necesariamente es situacional. Ya que, aunque sin exclusividad, el contexto es
elemento determinante de la conducta individual.
De ahí que el modelo psicosocial exija planteamientos en profundidad, capaces de en cuenta los
orígenes históricos, pero, todo, la complejidad del momento.
No se puede pretender resolver la situación personal de un sujeto, sin tener en cuenta las redes
sistémicas en que se halla engarzado. La mera resolución del síntoma sólo permita agravar aún
más la causa del mismo. Con otras palabras: la emergencia en el tratamiento no puede hacer
olvidar lo irrelevante del síntoma frente a la dimensionalidad de la causa.
El modelo psicosocial lleva a desarrollar una Psicología que resalta la importancia de relaciones del
individuo con su entorno socioambiental. De tal manera que la relación causal es más de tipo
exógeno que endógeno. Y en la perspectiva de quienes reniegan sociobiología al pretender ésta
(Wilson, 1975, 1978) hallar en la biología las razones explicativas del comportamiento social, se
afirman en la orientación de la psicofisiología social, resaltando cómo los comportamientos
sociales inciden en las características biofisiológicas de los individuos (Fernández, 1989).
La preocupación por los contextos de acción lleva igualmente a no hipostasiar las específicas
competencias de los diferente profesionales (base de los corporativismos más acérrimos que han
cantonado pétreamente su estudio y resolución), forzando, en cambio, a que las fronteras
profesionales respondan funcionalmente a un reparto de tarea teniendo en cuenta la peculiar
capacidad de cada profesional para mejor ejercer una u otra faceta de la tarea. El reparto
de roles se hace más posteriori que a priori: más en función de competencia real que de derechos
corporativos adquiridos. Sin negar, con ello, la diferencia preparación profesional de cada uno.
Pero como los problemas y las necesidades de la comunidad no pueden definirse de una vez por
todas, sino que han de tener en cuenta el contexto socio-histórico, de ahí que haya que mantener
unas relaciones deroles dinámicas, evolutivas, adaptativas a las diferente situaciones sociales. Lo
contrario es jugar a la compartimentación corporativa, a la inercia burocrática, a la ineficiencia y al
despilfarro social.
Psicosocial Personalista
- Actividad.......................................... vs pasividad
- Multiprofesionalidad........................ vs corporativismo
3. Intermediarios
Toda intervención implica la acción mediadora entre dos sujetos: individuales o comunitarios
(Barriga, 1987).
Ahora queremos referirnos a los intermediarios que conjuntamente con el interventor inciden en
la ejecución de la intervención. El que solicita o simplemente el que recibe la intervención. a su
vez, ejerce activamente durante el proceso, Y, por ello, se constituye en mediador. De ahí que el
cliente entre en negociación con el interventor de cara a responder a la demanda que le ha
realizado o a la oferta que se le realiza.
Y el propio interventor no es un experto que acude desde fuera, sino un técnico, miembro de la
comunidad que aporta su bagaje profesional para desde dentro resolver los problemas, satisfacer
las necesidades y, sobre todo, realizar una tarea de prevención primaria y de promoción de cara al
mejor bienestar de la comunidad y de sus integrantes.
En este modelo, los programas para prevenir y resolver necesidades o problemas se explicitan
desde dentro de la comunidad. La actitud activa de los miembros introduce una dinámica de
responsabilidad ineludible.
Así, pues, las características diferenciales de ambos modelos serían las siguientes:
Personalista Psicosocial
- Receptor............................................... Mediador
vs
comunidad
- Individuo .............................................
vs bidireccionalidad
actitud de búsqueda
- Unidireccionalidad ..............................
vs autonomía.
- Actitud de espera ................................ Simetría.
vs
Colaboración.
- Dependencia .......................................
vs Endógena.
- Egocentrismo ..................................... vs
4. Evaluación
La evaluación inicial será punto necesario de referencia tanto para valorar la eficacia (recursos
totales empleados para obtener el objetivo), como la eficiencia (mínimos recursos necesarios para
obtener el objetivo).
La evaluación inicial, pues, del modelo psicosocial en nada se reduce al mero diagnóstico individual
propio del modelo personalista.
La evaluación procesual supone que todo a lo largo de la intervención en cada una de sus
diferentes etapas (programación, organización, ejecución del programa ...) el modelo psicosocial
exige una reconsideración enfeed-back de los diferentes procesos que se desarrollan en el tiempo.
Frente al modelo personalista que se centra en el individuo, sin planificar sus servicios y en función
de las leyes del mercado en donde se paga por acto profesional, el modelo psicosocial exige la
planificación de los recursos comunitarios teniendo en cuenta los principios de: integración de
recursos, integralidad del servicio, atención continuada, igualdad de acceso y eficiencia
socioeconómica.
Y de acuerdo con esos principios la acción del profesional no necesariamente ha de ser directa,
sino que según la eficiencia y generalización del servicio se tiende a prestar atención indirecta a
través de paraprofesionales entresacados de la propia comunidad, con los que se multiplica
geométricamente el efecto educativo de la intervención.
En esta evaluación han de participar todos como protagonistas de la misma, y no sólo el experto,
como suele suceder en el modelo personalista.
La evaluación-final supone tener en cuenta los resultados obtenidos con la intervención
comparándolos con la posición inicial.
Sin evaluación final no puede desarrollarse bien ningún programa que se considere serio y
responsable. Intervenir sin esta evaluación es más activismo y demagogia política que ejercicio
responsable en el empleo de los recursos.
Ahora bien, una vez más, si no se sabe de dónde se viene, ni a dónde se va, sólo cabe el alegre
despilfarro social, la egoísta complacencia individual y la irresponsabilidad profesional del
interventor.
Urge, en este sentido, explicitar cuáles son las finalidades de la intervención. Pues el cambio por el
cambio no supone, a priori y necesariamente, ninguna mejora.
Y así, frente a una finalidad de corte reparador, terapéutico (modelo personalista), se propone
aumentar el bienestar de los miembros de la comunidad mediante estrategias de prevención y
potenciación de la competencia individual y del entorno.
Personalista Psicosocial
- Lo intrapsíquico.................................. vs lo socioeconómico
5. En conclusión
Nos hallamos, pues, ante dos modelos que suponen concepciones contrapuestas de los modelos
de vida social, de las relaciones que se establecen entre las personas, de las responsabilidades que
tiene cada cual en el entramado social, de la manera de enfocar la elaboración del currículum de
los psicólogos en formación.
Por todo ello, si hubiéramos de responder a la pregunta inicial de este artículo, habríamos de
optar por uno de los dos modelos.
Y no creo que podamos acudir a una alternativa de compromiso. La Psicología Social no está
capacitada para establecer un puente entre ambos, sino que necesariamente opta por el modelo
que le es propio: el modelo psicosocial.
Los estudiantes de Psicología, en los actuales planes de estudio, están prácticamente abocados a
desempeñar intervenciones ajustadas al modelo personalista. De ahí la fuerte demanda de
estudiantes que pretenden más tarde ejercer en el campo de la clínica individual, dentro de una
concepción de Psicología capitalista que ajusta su ejercicio profesional a las leyes de la oferta y la
demanda del mercado psicológico.
Ahora, cuando en todas las universidades se ha de rematar el proyecto de reforma de los planes
de estudios, disponemos de una ocasión adecuada para, por encima de intereses corporativistas
del profesorado, garantizar unos currículos plenamente adaptados a las exigencias
sociocomunitarias de la población y en consonancia con la sensibilidad solidaria del bienestar que
por doquier se expone en los foros internacionales.
Psicología ¿sí?, Psicología ¿no? No a una Psicología individualista, egocéntrica, pasiva, personalista.
Si a una Psicología ecológica, activa, solidaria, comunitaria, psicosocial.
En este momento de su publicación, ya ha sido aprobado por la CESS en su última reunión del mes
de noviembre y será aprobado por la Junta de Gobierno el próximo mes de mayo. Este documento
pretende ser la guía que nos permitirá afrontar con mayor seguridad las múltiples conversaciones
que debemos mantener con el sector universitario, con otros colegios profesionales, con la
administración pública y sobre todo, como guía para avanzar en la creación de las secciones o
asociaciones profesionales y las futuras acreditaciones.
INTRODUCCION
OBJETIVOS
En último término, el objetivo del Psicólogo de la Intervención Social es el cambio psicosocial que
pretende hacer a los colectivos y a las personas más capaces en su relación con lo que les rodea;
persigue reducir o prevenir las situaciones de riesgo social y personal y promover el bienestar de la
comunidad, ya sea solucionando problemas o promocionando la calidad de vida.
El principal objeto del Psicólogo de la Intervención Social es la interacción social, vista como un
continuo, con sus antecedentes o condicionantes previos, su situación actual y su dimensión de
futuro.
Toda interacción social se da siempre en una continua dialéctica donde las personas, los grupos,
las instituciones y las comunidades se encuentran más capacitados o más marginales frente a la
posibilidad de conseguir sus objetivos. La marginalidad supone una pérdida de poder y capacidad
para la autonomía del individuo respecto a los condicionamientos de su entorno. Es ahí, en la
capacitación y potenciación de los colectivos y las personas donde trabaja el Psicólogo de la
Intervención Social.
Ecología Social
Intervención Grupal
Tanto con clientes de servicios como con usuarios y profesionales en sus múltiples variedades y
objetivos. El Psicólogo de la Intervención Social trabaja frecuentemente con grupos para
desarrollar mejor las habilidades de trabajo en equipo, de ayuda mutua, de solidaridad social, de
participación ciudadana, etc.
Desarrollo Individual
Mediante todo tipo de instrumentos y técnicas de capacitación social, frente a los escenarios
sociales más importantes.
Atención Directa
Consiste en las acciones directas sobre los clientes de servicios públicos o privados, ya sea con un
fin de promoción, de prevención o reinserción.
Asesoramiento y Consultoría
Formación
Investigación y Evaluación
Supervisión
De las tareas de los Psicólogos de la Intervención Social, especialmente en las etapas iniciales de su
ejercicio profesional.
Planificación y Programación
Dirección y Gestión
Comunidad
Actuando en el desarrollo del bienestar social, calidad de vida y la capacitación colectiva para
promocionar y resolver problemáticas que les afectan o para una mayor autonomía de las
personas. Interviniendo sobre los factores que facilitan los fenómenos de exclusión,
discriminación, racismo y xenofobia.
Infancia
Desarrollando los derechos sociales que protegen al menor, potenciando su pleno desarrollo, así
como evitando y disminuyendo los impactos de situaciones de malos tratos, abusos y explotación
social.
Juventud
Mujeres
Avanzando de la igualdad jurídica a la igualdad real y trabajando para superar los obstáculos
psicosociales que impiden o dificultan este proceso.
Mayores
Colaborando en la definición y el proceso de construcción del nuevo rol que los mayores deben
jugar en los ámbitos sociales y económicos del futuro, así como atendiendo las necesidades del
proceso individual de envejecimiento desde la óptica de la máxima autonomía y convivencia
social.
Discapacitados
Drogodependientes
Minorias Sociales
Interviniendo en los problemas psicosociales que tienen las Minorías étnicas, los refugiados, los
transeúntes, los inmigrantes forzosos, las personas reclusas, etc, para su autonomía, su mejor
integración y su lucha por la igualdad y la no exclusión social.
Medio Ambiente
El Psicólogo de la Intervención Social actúa en esta área con el fin de mejorar los hábitos de
consumo, de participación social y de concienciación de los problemas ciudadanos.
Turismo y Ocio
CONSIDERACIONES FINALES
Esta breve definición del Rol del Psicólogo de la Intervención Social conlleva un marco de
referencia ético y de comportamiento profesional que va más allá del código estrictamente
deontológico de nuestra profesión.
Entendemos que el Psicólogo de la Intervención Social tiene que tener un fuerte compromiso con
los valores de la solidaridad entre personas, pueblos y razas, por encima de los valores ideológicos
partidistas.
Al mismo tiempo no está de más hacer notar la importancia de las relaciones interprofesionales en
la mayoría de casos en que este rol se desempeña. Ello lleva implícita la necesidad de que el
Psicólogo de la Intervención Social sepa desarrollar habilidades de diálogo, participación y respeto
por las demás profesiones que actúan sobre el cambio interpersonal y social.