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1. ESTRUCTURA SOCIAL: CONCEPTO. DEFINICIÓN
El término estructura ha sido asumido por casi
todas las ramas del saber científico, aunque el
contenido que se le da es bien distinto según sea la
disciplina. En el ámbito de las ciencias sociales, y
más concretamente en la Sociología, fue Spencer el
primero en utilizar el término estructura en su obra
Los principios de la Sociología, (1876), según el cual
la evolución de los organismos vivos (animales o
humanos) se opera mediante una diversificación e
integración creciente de las partes. El símil
organicista le llevó sin más a identificar la noción de
“estructura biológica”, aplicada a los organismos
vivos, con la noción de “estructura social”.
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Por grupos sociales se entiende un
conjunto de individuos que se relacionan
entre sí según los status que ocupan y los
roles que desempeñan.
2. STATUS Y ROL
Status y rol son dos conceptos
interdependientes. Son como las dos caras de una
moneda, de una misma realidad. El estudio de los
mismos nos permite conocer cómo los individuos
actúan en los grupos humanos y cómo queda
conformada su conducta social por ambos
elementos.
2.1. Status
2.1.1. Concepto
El término status significa “posición social”,
“lugar” que se ocupa en el entramado de las
diversas posiciones sociales que se dan en la
sociedad y en sus grupos. Es el puesto que cada
persona ocupa en la estructura social, tal como lo
evalúa, lo considera, la propia sociedad. Nos
integramos en la sociedad por el status que
ocupamos: padre, madre, esposa, hijo, director,
jefe de personal, etc. El status hace referencia a
una posición social, esto es, a las responsabilidades,
privilegios y expectativas que acompañan a esa
posición. Ciertamente, podemos decir que hay
posiciones, unas más que otras, que confieren más
poder y prestigio a las personas que las ocupan,
pero no podemos, sin más, identificar status con
prestigio social, ni tampoco identificar status con el
concepto de clase social.
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A cada status le corresponde un repertorio de pautas y normas de
comportamiento que prescribe la sociedad a la persona que lo ocupa,
es decir, le señala cómo ha de actuar en cada situación y qué es lo
que razonablemente ha de hacer en virtud del lugar que ocupa.
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a) Status adscrito: es la posición social que ocupa
una persona al nacer o se le adjudica
independientemente de su voluntad. Son los
status que derivan de factores sobre los que el
individuo carece de control: edad, sexo,
estamento social y continuidad patrimonial. En
las sociedades tradicionales, la jerarquía de los
status tenía un sólido fundamento en la edad, el
sexo y muy principalmente en el estamento
social.
b) Status adquirido: es la posición social que una
persona adquiere por sus propios esfuerzos. Son
los que dependen, como sucede en las
sociedades modernas, de dos factores o
paradigmas operantes: la meritocracia, (el
talento y el esfuerzo personal), y la posición
personal que se tenga dentro de la trama de la
relaciones de producción, la estructura
profesional y ocupacional. Dicho de otra forma, el
status adscrito de las personas determina en
mayor o menor medida (y según el tipo de
sociedad al que nos referimos) el estatus que esa
persona puede llegar a conseguir en virtud de su
esfuerzo personal, es decir, el status adquirido.
Las políticas de igualdad de oportunidades tienen
como objetivo procurar que las personas puedan
alcanzar el status deseado sin que su raza,
género, salud u otras características adscriptivas
intervengan en ello o les determinen.
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2.2. Rol
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colegio, a los padres de los alumnos.
El rol es también una realidad social compleja porque en torno a un rol
se genera diversos subroles que se reclaman entre sí.
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para convertirse a sí misma en dueño del YO.
El rol, en definitiva, es una alienación del hombre que se convierte
en mero actor en una sociedad-escenario.
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de los comportamientos.
3. INSTITUCIONES SOCIALES
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En torno a cualquier institución social (la familia, la
educación, la religión, la economía...) se organiza un
conjunto de costumbres, tradiciones, relaciones sociales,
procedimientos comunes, orientados todos a la satisfacción
de necesidades básicas de la sociedad.
Las instituciones no tienen miembros, tienen seguidores.
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b) Facilitar las relaciones sociales y la cooperación de
todos, pues los individuos no pueden afrontar de forma
particular el amplio capítulo de necesidades que tienen en
cualquier nivel de organización humana, y menos aún en las
actuales sociedades desarrolladas.
Características:
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encuentran con las instituciones ya dadas.
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Es en los grupos humanos donde se realizan las instituciones y
las relaciones sociales, por ello los grupos humanos constituyen la
unidad básica del análisis sociológico. En el seno de los mismos se
establecen las relaciones sociales según los status y los roles, que se
ocupan y se desempeñan respectivamente, y estructuran la vida de
cualquier sociedad humana.
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— Objetivos, valores y actitudes compartidas.
— Estabilidad y duración relativa.
— Identificación social: el reconocimiento por parte de los
demás.
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4.2. Tipologías de los grupos
Gurvitch: presenta una clasificación muy amplia, basada en
15 criterios, pero tal clasificación es muy exhaustiva y difícil
de manejar. Otros autores prefieren clasificaciones más
manejables, como las siguientes:
1. Comunidad y asociación.
2. Grupos de pertenencia y referencia.
3. Grupos primarios y secundarios.
El primer tipo se da cuando los miembros del grupo aceptan las normas
del grupo al que dicen o manifiestan pertenecer, y orientan sus acciones
según aquellas.
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4.2.3. Grupos primarios y grupos secundarios
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4.3. Los grupos pequeños
Un estudio aparte merecen los grupos pequeños. Los rasgos
que definen a los grupos pequeños son los mismos que
definen a los grupos primarios, en los que predominan las
relaciones primarias, por ello, nos remitimos a las
características que los definen, ya explicados en el punto
4.2.3. Dada la importancia que tienen estos grupos
pequeños en la construcción de la personalidad de los
individuos y en la vida cotidiana, profundizamos algo más en
su identidad y en sus funciones.
Nuestra sociedad actual se caracteriza por la erosión de las
relaciones primarias entre las personas, debida, entre otros
factores, al fuerte incremento de la urbanización, al
individualismo imperante, al racionalismo de la vida, y,
como consecuencia, el anonimato.
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seguridad, amistad y reconocimiento.
— Proporcionan al individuo un status básico, otorgándole
de esta forma una especie de capa protectora dentro de
la sociedad global. La ausencia de ello genera en el
individuo una situación psico-social de anomía.
— Ofrece al individuo una imagen de sí mismo y de los
demás como actores sociales, lo que le facilita el
desempeño de sus roles.
— Homogenizan las actitudes de los miembros del grupo.
Para ser aceptado por el grupo es necesario acomodarse
a las pautas generalmente aceptadas por los demás
miembros.
— Protegen física y socialmente a los miembros del grupo,
adaptándose a sus limitaciones y a sus desventajas.
— Generan e interiorizan el sentimiento primario de
pertenencia, proporcionando a los individuos seguridad,
defensa, compañía, lealtad, así como la expansión hacia
otras vinculaciones más societarias, como la familia
extensa, el pueblo, la ciudad, la región, la nación, etc.
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5. LA CULTURA
La cultura es otro de los elementos básicos que conforman
la estructura de la sociedad en general y de cualquier
sociedad en particular. Si olvidamos en el análisis de
cualquier sociedad o fenómeno social a la cultura, nuestro
análisis quedaría gravemente incompleto. Son varios los
aspectos que vamos a desarrollar al respecto, comenzando
por estudiar la relación entre cultura y naturaleza y hacer
una referencia al término cultura.
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Las preguntas cruciales que surgen son: ¿Qué es lo que
distingue a los seres humanos de los animales? ¿De dónde
proceden nuestras características típicamente humanas?
Precisemos esta cuestión: la relación entre cultura y
naturaleza, desarrollando las siguientes consideraciones y
precisiones:
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Es evidente que tenemos una serie de necesidades
biológicas (comer, beber, sexo, nivel de la temperatura del
cuerpo, etc.), pero las formas de satisfacerlas varían entre
las diversas culturas.
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El término cultura tiene un origen latino: colere: cultivar.
Cicerón lo aplicó al “cultivo del espíritu”, de donde surgió el
sentido humanista y clásico de la palabra cultura,
predominante hasta hace poco.
Juan F. Mira (1985) hace un estudio del término cultura
muy ilustrativo que nos permite conocer sus diversos usos.
Veamos algunos de ellos.
Cultura es un término comodín, de multiusos, polisémico.
Cultura ha sido utilizado como sinónimo de persona
ilustrada, cuyo significado hunde sus raíces en la tradición
humanista de raíz clásica y esencialmente europea, que ha
transmitido un patrimonio de ideales de superación moral,
personal y colectiva, así como un patrimonio de
conocimientos sobre las artes y las letras. Asimismo ha
sido utilizado como sinónimo de civilización, de origen
alemán, procedente de la etnología clásica alemana, según
la cual se distinguía entre pueblos civilizados de pueblos
“naturales” o “primitivos”, carentes de cultura.
En ambos casos del término cultura subyace un sentido
etnocéntrico y de superioridad, pudiéndose extender a
otros significados que continúan usándose, aunque las más
de las veces de forma mecánica o inconsciente, como son
las siguientes: cultura popular, como cultura no “culta”,
propia de las manifestaciones de sectores rurales o
urbanos periféricos. También se habla de subculturas,
considerándolas como propias de sectores no dominantes
en el interior de una sociedad; así pues habrá la subcultura
de los grupos marginales étnicos, o sociales, como los
drogadictos, los delincuentes, o la subcultura de los
jóvenes, etc.
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La cultura aparece pues como un constitutivo ontológico, esencial
al ser humano. Es lo que radicalmente le distancia, le separa, le
diferencia de la naturaleza. Es la cultura lo que al ser humano le
convierte en un “ex-animal”, por ello no existe pueblo o grupo
humano a-culto, es decir, fuera de la cultura.
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La cultura impregna toda la vida humana. Nada humano queda
fuera de la cultura. Gracias a la cultura, todo lo referido al hombre se
convierte en humano, en tanto en cuanto todo alcanza la dimensión
de significación. De esta forma, los seres humanos creamos
realidades propias transformando todos los elementos de la
naturaleza y de la vida social en elementos significantes (cosas
materiales, los gestos, las miradas, etc).
Desde la capacidad de dar y recibir significados a todo lo que hace
y dice el ser humano es a lo que Geertz entiende y define lo que es
cultura:
“La cultura es un sistema ordenado de significados y de símbolos
en términos de los cuales, y muy especialmente a través del
lenguaje, los individuos definen su mundo, expresan sus sentimientos
y realizan sus juicios” (Geertz, citado por Mira, 1984, cp. át, pág.
125). La cultura es pues la capacidad de dar significado a todo lo que
el ser humano crea y hace.
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Resumiendo: Los sociólogos definen la cultura como el conjunto de valores,
creencias, actitudes y objetos materiales (artefactos), que constituyen el
modo de vida de una sociedad. En esta definición se incluyen los modos de
pensar, de actuar, de relacionarse con otros y con el mundo exterior. Como
se observa en el análisis de las definiciones anteriores, cada autor subraya
un aspecto que el otro no tiene en cuenta explícitamente.
5.4.1. Valores
Los valores mantienen la unidad y la cohesión social y
facilitan al investigador su incursión científica en las
entrañas de una sociedad o de una época. Los valores son
una “pieza” fundamental de toda cultura, cuyo estudio y
análisis nos permite comprender en gran medida el interior
de cada sociedad, la aparición, el mantenimiento o el
cambio de los fenómenos o comportamientos sociales.
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Los valores son también considerados como preferencias
colectivas, que aparecen en un contexto institucional y al
mismo tiempo lo regulan. Las preferencias colectivas
obligan y comprometen a quienes se adhieren a ellas. Los
valores aparecen como sabias mezclas de creencias y
preferencias con un halo emocional distintivo.
Dada la importancia del estudio de los valores para conocer
las interioridades de cualquier cultura y sociedad
señalamos a continuación dos aspectos fundamentales de
los mismos: los rasgos y las funciones, lo que haremos
siguiendo los estudio de Rocher (1977. op. át).
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las restantes soluciones no preferidas subsisten sin
embargo en el seno de la sociedad a título de valores
variantes o sustituyentes. Valores dominantes son
aquellos que están muy ligados a las creencias
fundamentales del grupo, mientras que los no
dominantes son aquellos que participan en un menor
grado.
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5.4.2. Conocimiento y creencias
Los conocimientos: son nociones e informaciones sobre
hechos, procedimientos, lugares, personas, situaciones.
Las sociedades se diferencian culturalmente entre sí por el
desarrollo de los conocimientos adquiridos. En las
sociedades modernas los conocimientos tienen cada vez
más una dimensión y orientación instrumental, es decir,
tienen carácter técnico-práctico. Las sociedades modernas
están acumulando conocimiento a un paso fantásticamente
rápido. El control sobre este conocimiento acumulado es
central para una “sociedad de la información”, por eso, los
conocimientos son considerados como “poder”. Los
conocimientos son poder y están más concentrados en los
grandes circuitos del poder económico-productivo, político
y cultural, sobre todo en los mass-media. La información
es poder.
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Sea cual fuere la clasificación que se haga de las creencias,
o del nivel al que re refieran, natural o religiosa, en cuanto
que son constitutivos de actitudes y predisposiciones,
tienen tres componentes:
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Las normas sociales pueden presentarse bajo las siguientes
formas: costumbres, tradiciones y leyes:
5.4.4. Símbolos
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Los símbolos permiten a las personas entender y construir
sus vidas y entender su propia sociedad así como las de
otras culturas. Los símbolos son fundamentales para
conocer cualquier cultura. La semiótica es la disciplina que
tiene por objeto estudiar los símbolos y los signos. Esta
disciplina sugiere que no hay significados inherentes a
los objetos, sino que los significados se construyen a
través de una serie de prácticas. El filósofo
norteamericano Peirce, el lingüista francés Saussure y el
filósofo francés Barthes, entre otros, han estudiado las
formas en que un signo puede tener diferentes significados
en distintos contextos.
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SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO Según Saussure, el significado es el contenido mental que le es
dado a este signo lingüístico. Es decir, es el concepto o idea que se asocia al signo en todo tipo de
comunicación, como es el contenido mental. Éste depende de cada persona, ya que cada una le asigna
un valor mental al significado, pero por convención este significado debe ser igual para realizar una
comunicación óptima. El significante corresponde a la palabra (aspecto material, en este caso un
sonido) que designa el objeto (ventana en español, window en inglés, fenêtre en francés…), y el
significado es el concepto al que se refiere el significante, similar en cualquier idioma. En el caso de
ventana: uno de sus significados es: «abertura, practicada en la pared de una construcción, para dar
luz o ventilación», pero esta palabra tiene otros significados que podemos determinar al observarla en
su contexto. Ej. “Una ventana hacia el futuro”. La relación inseparable entre significante y significado es
arbitraria. No existe razón por la que un significante se asocie con determinado significado, y esta
realidad es demostrada por la diferencia entre las distintas lenguas: un arma de fuego al disparar
produce “pum” en español y “bang” en inglés. La única razón por la cual el significante evoca el
significado es la existencia de una relación convencional, regidas por reglas acordadas.
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5.4.5. El lenguaje
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En este sentido apuntado, cabe destacar el gran poder de
los medios de comunicación al enunciar y calificar una
noticia. Por ejemplo, cuando se describían los bombardeos
de las incursiones aéreas de las naciones aliadas en la
guerra del Golfo Pérsico, los periodistas hablaban de los
“efectos colaterales” en la población civil de Irak, obviando
de esta forma la muerte de los civiles y la cadena de
tragedias consecuentes. Con los citados términos la
realidad era percibida y configurada de otra forma,
permítasenos la expresión, más “benigna” o más
“tolerante”.
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II PARTE. LA SOCIALIZACIÓN
1. CONCEPTO DE SOCIALIZACIÓN
La conducta de otras especies distintas a la del ser humano está
determinada por mecanismos biológicos; los seres humanos, por el
contrario, basan su supervivencia en el aprendizaje de la cultura en la que
viven. El aprendizaje cultural es una tarea que dura toda la vida y que
exige estar en contacto permanente con personas de esa cultura. La
cultura, aunque también está sometida al cambio, tiende a ser similar de
una generación otra. Esta continuidad se logra a través del proceso de
socialización, llamado también aculturación, enculturación o trans-
culturación.
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2. DEFINICIÓN
— “Proceso por el que la persona aprende e interioriza los elementos
socioculturales de su medio ambiente, los integra en su personalidad,
bajo la influencia de experiencias y agentes sociales significativos y se
adapta así a su entorno social” (Guy Rocher, 1977, op. át., pág. 133).
— “El conjunto de experiencias que tienen lugar a lo largo de la vida de un
individuo y que le permiten desarrollar su potencial humano y aprender
las pautas culturales de la sociedad en la que vive” (Macionis, 1999, op.
át., pág. 132)
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3.2. Integración de la cultura en la personalidad
Algunos elementos de la sociedad y de la cultura pasan a ser parte
integrante de la personalidad psíquica, como son los status, los roles, los
valores, las normas, formas de ver las cosas, estilos de vida, hasta
convertirse en parte del contenido de dicha estructura de la personalidad.
Una vez integrados dichos elementos en la personalidad, pasan a
convertirse en reglas de conducta, que de manera inconsciente y mecánica
actúan a modo de imperativos y conforman la personalidad social.
Socialización y personalidad están íntimamente unidas. Desde un punto de
vista sociológico, la personalidad no es otra cosa que el conjunto de todos
los roles que el individuo ha aprendido a desarrollar. Construimos nuestra
personalidad interiorizando el entorno social que nos rodea, participando en
la sociedad en que vivimos, asimilando su cultura. Sin el contacto social es
absolutamente imposible desarrollar la personalidad.
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— Mental: la socialización proporciona, al nivel del pensamiento, unas
categorías mentales, unas representaciones, unas imágenes, unos
conocimientos, unos prejuicios, es decir, “unas maneras de pensar”.
Gracias a esta adaptación mental, las facultades intelectuales
(inteligencia, memoria e imaginación) se desarrollan y pueden crear a su
vez nuevos elementos culturales. Incorporando los elementos de la
cultura, las facultades intelectuales se desarrollan y pueden crear a su
vez nuevos elementos culturales.
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La estabilidad emocional de los hijos depende cada vez más de la familia.
La familia se ha convertido en una agencia especializada de socialización
primaria, en una “fábrica” de personalidades humanas.
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Tras un fracaso escolar, tras una drogadicción, tras un resentimiento social,
suele haber un conflicto familiar mal resuelto. De otra parte, las
aspiraciones sociales de los individuos, el nivel de sus motivaciones, son
resultado de su identificación, (o rechazo), cuando eran niños, con los
modelos que encarnaban sus padres. Los valores más básicos e íntimos de
la personalidad son siempre adquisiciones que se producen en las fases
más tempranas de la infancia, cuando la influencia de la familia de
orientación es muy poderosa y casi exclusiva.
Así pues, el destino futuro de los niños se decide en gran medida en el seno
de su familia, no sólo a través de los medios de ascensión social que les
brindan a través de las estrategias de sus padres, sino por medio de los
valores que se les transmiten y que resultan determinantes en su porvenir
como personas adultas. Paradójicamente, las funciones cada vez más
psicológicas de la familia tienen efectos sociales aún más primordiales, en
la medida en que de ellas depende la futura ubicación social de los
individuos. (Lluis Flaquer, 1993, págs. 65-66).
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b) La coacción: es esta otra característica de la socialización familiar, que
es producida por el miedo a dejar de ser amado, pues como dice
Goethe, “saberse amado da más fuerza que saberse fuerte”.
c) La persuasión: lo que se aprende en la familia tiene una gran fuerza
persuasiva, que puede llevar al acrisolamiento de principios moralmente
estimables, que resistirán más tarde las tempestades de la vida, o a
arraigar prejuicios que luego serán casi imposibles de extirpar.
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