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Rastros del español de antaño en nuestros barrios


Domingo,26 Diciembre 2010

elsuralavista.com
Blog Barrios del Sur
Por Rafael Torrech San Inocencio
torrech.rafael@gmail.com

http://www.elsuralavista.com/periodico/?p=31543

“Al estudiarnos nosotros mismos, nos encontramos necesariamente los unos con los otros”
Tomás Navarro Tomás

En 1927 el profesor español Tomás Navarro


Tomás recorrió el País en busca de pistas para
develar las características del español de Puerto
Rico. La labor de este famoso especialista de la
fonética fue crucial para el desarrollo de los
estudios hispánicos en la Universidad de Puerto
Rico.

En su búsqueda del español más genuino de


Puerto Rico, Navarro Tomás recorrió decenas de
barrios rurales, convencido de que “los barrios,
no obstante la vaguedad de su configuración
entre arboledas y plantaciones, representan Tomás Navarro Tomás – (La Roda, 1884 –
entidades de límites más estables y definidas”. Cambridge, 1979) Filólogo y ensayista español.

Navarro Tomás se hizo eco de Eugenio María de Hostos al señalar que en Puerto Rico “el
sentimiento de vecindad se refiere especialmente al barrio en que cada uno reside”. Utilizando
setenta y tres barrios de referencia, Navarro Tomás desarrolló una obra clásica sobre nuestra
lengua que resultó pionera no sólo para Puerto Rico, sino para todos los países hispanoparlantes.

A Navarro Tomás le pareció muy singular que: “el fondo de la población rural, sobre todo en
los barrios montañosos del interior de la isla, está formado por descendientes de las mismas
familias que han residido en estos lugares desde hace muchas generaciones”. Señaló que esta
permanencia también se manifestaba en su español, mediante la preservación de usos muy
antiguos, tanto en la fonética como en el vocabulario del jíbaro puertorriqueño.

Décadas después, el Dr. Manuel Álvarez Nazario refirmó y documentó esta tendencia arcaizante,
analizando los nombres de lugar (topónimos) de nuestros barios. En sus obras identificó muchos
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de estos topónimos como palabras antiguas del español medieval, ya en desuso en España y en
otros países donde se habla español.

Muchas de estas palabras antiguas, o arcaísmos, aún persisten en los nombres de los barrios de
Puerto Rico. Aunque los barrios no se formalizaron hasta principios del siglo XIX, los orígenes
de sus nombres son mucho más antiguos. Muchos de los topónimos de los barrios nos vienen de
la cultura indígena (ver El legado indígena en los nombres de nuestros barrios, elsuralavista.com
del 10 de octubre de 2010 http://www.elsuralavista.com/periodico/?p=28324).

Otros orígenes de topónimos fueron los nombres originales de los antiguos “sitios” de la
colonización, o de los “pasos” en dónde se franqueaban los ríos. Pero la mayoría de estos
topónimos provienen de los nombres originales de los antiguos hatos –extensas propiedades para
la ceba de todo tipo de ganado– una de las principales formas de propiedad territorial en Puerto
Rico en los primeros tiempos de la colonización.

Por ejemplo, los residentes de Camuy, en la zona del karso, aluden cotidianamente a su barrio de
Abra Honda sin saber que el topónimo “abra” es un antiguo descriptor topográfico proveniente
de Las Canarias que significa una abertura ancha y despejada entre dos montañas: una imagen
típica del mogote.

Asimismo, en Arecibo y Añasco, los residentes del Barrio Carreras tal vez desconozcan que una
carrera es un uso anticuado del español que significa camino o sendero, especialmente uno
amplio. En la antigua España, las carreras eran los caminos reales; y en Francia las carreires
eran los pasos o senderos que eran separados de las áreas de cultivo para mover los rebaños
trashumantes.

En las Actas del Cabildo de San Germán consta que la palabra carrera se utilizó en Puerto Rico
para denominar caminos o veredas de ganados trashumantes. En 1735, las Actas señalan que
entre los meses de abril y agosto “tienen las crianzas sus carreras en busca de sustento“.

El Barrio Carrera de Arecibo es un barrio muy alargado a lo largo del cauce entre montañas del
Río Grande de Arecibo, en su ruta norte hacia el mar. En Añasco, el Barrio Carreras, ubicado
justo al este del casco urbano y en la transición entre el llano y las elevaciones llamadas Las
Cadenas de San Francisco, posiblemente haga referencia a un camino antiguo.
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Es de esperarse que al mirar su entorno, los primeros colonizadores reconocieran los rasgos
topográficos peculiares de las comarcas y los utilizaran para denominar y distinguir unas de
otras. Este pudo ser el origen de los topónimos de los Barrios Corcovada (Añasco) y Corcovado
(Hatillo), vinculados a “corcova”, una palabra antigua que significa una curva. Por ejemplo
“corcovear” es una curvatura o un bulto que altera una forma. Entre nuestros campesinos, el uso
ha persistido en la “corva”, un machete pequeño en forma de hoz.

Es probable que los habitantes de Cejas, un barrio montañoso en Comerío, se pregunten qué
tiene que ver su barrio con el pelo sobre la cuenca del ojo. Sin embargo, en el español medieval
una ceja era también las bandas de nubes que se posan sobre las cumbres de los montes, o la
cumbre propiamente de un monte. Con este referente no es difícil visualizar la imagen de la ceja
de nubes en la altura de Comerío como el origen del topónimo del Barrio Cejas.

Otro topónimo con referente montañoso es el nombre del


Barrio La Pica en Jayuya (ver Historia del Barrio La
Pica de Jayuya en elsuralavista.com del 28 de marzo de
2010 http://www.elsuralavista.com/periodico/?p=16174).
La Pica también es el nombre de un alto cerro que sirve
de encuentro entre la Cordillera Central con el Mar
Caribe entre Maunabo y Yabucoa. En Puerto Rico la
palabra pica es sinónimo de picacho y de camino en
pendiente. Su origen medieval es una lanza larga y aguda
en su extremo superior, similar a la punta de una
montaña.

El origen del barrio Furnias de Las Marías es posiblemente un uso antiguo proveniente de Las
Canarias que alude a las simas que penetran en dirección vertical en terreno peñascoso,
localmente conocidas como sumideros. Los barrios de Alto Sano de Las Marías y San Sebastián
pueden estar vinculados con antuzano, un uso muy antiguo que significa atrio o plazuela,
posiblemente aplicado a una descripción topográfica.

El Barrio Apeadero de Patillas no necesariamente se refiere a un embarcadero, particularmente


cuando este no es un barrio costero, sino uno mayormente montañoso. En el Siglo XVI hacer un
“apeado” era reconocer, señalar o deslindar una o varias fincas, usualmente para propósitos de
censo o derecho real. Se sabe que los barrios de la altura de Patillas permanecieron por mucho
tiempo como tierras “realengas” o sin dueño determinado, por lo que el apedado pudiera aludir a
su eventual deslinde.

El nombre de los dos barrios Perchas San Sebastián y del barrio Perchas de Morovis no tienen
que ver con ganchos para colgar ropa, sino con una antigua palabra de origen francés. “Perche”
o “perchee” fue una antigua medida agraria francesa, y en España, “perchas” eran los lomos de
tierra entre surco y surco, y las formaciones rocosas alrededor de una cima de forma cónica.
Esta última definición es particularmente pertinente a la condición sumamente montañosa de los
tres barrios Perchas.
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El nombre del Barrio Lapa de Salinas, (ver Historia del Barrio


Lapa de Salinas en elsuralavista.com del 26 de diciembre
2010 http://www.elsuralavista.com/periodico/?p=4642), es el
barrio más grande de Puerto Rico, tiene un origen en un uso
medieval relativo a piedras y riscos, de posible referencia a la
topografía de la región.

Los arcaísmos no se limitan a los barrios, sino también denominan a algunos de los miles de
sectores de Puerto Rico, algunos de ellos con topónimos que se remontan a los primeros siglos
de la colonización. Un ejemplo es el sector de Certenejas de Caguas, que alude a una palabra
medieval española que significa pozos o embalses de agua. Asimismo el Sector La Trocha en
Vega Baja debe su nombre a un uso muy antiguo que significa vereda, atajo o camino estrecho,
que posteriormente se aplicó en América del Sur al espacio entre los dos rieles de una línea
férrea.

En el caso de Ponce, dos barrios pudieran hacer referencia al español medieval. Uno de ellos es
el barrio Vayas, de posible vínculo a una palabra del Siglo XV (“vaya o vayo”) que denominaba
algo de color amarillento, una posible alegoría al color de la tierra árida de la costa sur. Hoy nos
queda la palabra “bayo” para denominar a un caballo o yegua que tiene el pelo de color
amarillento. La otra instancia es el nombre del barrio Cana, de posible relación a “canas”, una
antigua medida territorial, “como de varas”, usada en Cataluña y otras partes.

Los nombres de algunos de los barrios de Puerto Rico son un registro permanente de las formas
más antiguas en que se manifestó el español en Puerto Rico. Por tanto, son un rastro de la forma
de hablar de nuestros colonizadores, que por medio de los barrios, persisten aún hoy en nuestra
vida cotidiana.

Bibliografía Mínima:

Tomás Navarro Tomás (El español de Puerto Rico: contribución a la geografía lingüística
hispanoamericana, 1948) Manuel Alvarez Nazario (El habla campesina del País, 1992) Martín
Alonso (Diccionario medieval español, 1986) Julio Cejador y Fraura (Vocabulario medieval
castellano, 1929) Joan Corominas y José Pascual (Diccionario crítico etimológico castellano e
hispánico, 1984) Joan Corominas (Breve diccionario etimológico de la lengua española, 1994)
Carlos Gaztambide Arrillaga (Vocabulario básico del idioma español en Puerto Rico, 1986)
Rubén del Rosario (Vocabulario puertorriqueño, 1965) Augusto Malaret (Diccionario de
Provincialismos de Puerto Rico, 1917) Anita Navarrete Luft (Términos anticuados y en desuso,
1973) María Vaquero y Amparo Morales (Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico,
2005) Rafael Torrech San Inocencio (Los barrios de Puerto Rico, 1999; y Orígenes,
configuración y toponimia de los barrios de Puerto Rico, 1994)

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