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Universidad Nacional de Rosario

Facultad de Humanidades y Artes


Escuela de Filosofía

PARCIAL DOMICILIARIO

Tema: Immanuel Kant, “Analítica de lo bello” y/o “Analítica de lo sublime” en: Crítica del
juicio, Madrid, Espasa-Calpe, 1984.

Materia: Estética
Prof.: Anabel Henández
Prof.: Pablo Rivas
Martina Mazzoli
Legajo: M-2182/2
Julio de 2019
Consigna: Desarrollar el carácter “desinteresado” de lo bello y su diferenciación con otras
categorías que guardan relación con el interés.

El desinterés como característica de lo estético es un tópico que ha ocupado la atención


de los pensadores del siglo XVIII. No obstante, la noción de desinterés tiene un largo desarrollo,
cuyo origen ha de remontarse más allá del siglo de las Luces; pudiendo encontrarse, por
ejemplo, una similitud de significado con la expresión alemana Gelassenheit en el sentido
técnico que la utilizó el maestro de Turingia, Johannes Eckhart. Circunscripta al pensamiento
del místico alemán, la expresión refiere que el hombre debe despojarse de su voluntad y evadir
los juicios sobre el bien y el mal para alcanzar un estado de indiferencia ante los criterios del
mundo y, por ende, un desprendimiento que es idéntico al amor desinteresado.1
En aproximación al planteamiento místico eckhartiano, la estética del siglo XVIII pone
de relieve el uso de unas capacidades cognoscitivas libres –o desligadas– de todo interés
centrado en el sujeto. Tal será el alma de la estética de Kant, pues en su Kritik der Urteilskraft
(1790) pueden reconocerse las ideas estéticas del Iluminismo. En este contexto, resulta esencial,
dentro de la teoría kantiana del gusto, la concepción de una «satisfacción desinteresada»
(uninteressiertes und freies Wohlgefallen), muy distinta de aquella que va unida con interés y
que está, por lo tanto, en relación con la facultad de desear. En efecto, la originalidad de la
propuesta estética del filósofo prusiano radica en el carácter desinteresado que posee el juicio de
gusto o la experiencia de lo bello; tal carácter lo deja explícito en la “Analítica de lo bello” al
deducir la primera definición de «bello».2
Para dilucidar qué significa «desinteresado» en relación con el juicio kantiano de gusto
es necesario que nos refiramos al primer momento del análisis (según la categoría de cualidad)
de la sección anteriormente mencionada; en dicho lugar, Kant sostiene que el juicio de gusto es
estético (i.e., no es lógico y no se apoya en conceptos) y que su fundamento de determinación es
subjetivo, es decir, que tal juicio no se refiere a objetos sino sólo al sujeto y al modo como éste
se siente (sentimiento) a propósito de una representación dada. Tal sentimiento de placer que
experimenta el sujeto referido a lo propiamente bello es desinteresado porque, al juzgar al
objeto, el sujeto se encuentra en un estado de indiferencia respecto de su existencia (es decir,
que prescinde de la existencia del objeto), juzgando únicamente por la mera contemplación –sin
1
v. Meister Eckhart, Von der Abgeschiedenheit, en Schriften. Düssendorf- Köln: Eugen Diederich, 1959.
2
Como corolario del primer momento de la “Analítica de lo bello” y a continuación del § 5, Kant da la siguiente
definición: “Gusto es la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un
descontento, sin interés alguno. El objeto de semejante satisfacción llámase bello”. v. Kant, Immanuel, “Analítica
de lo bello” en: Crítica del Juicio, trad. Manuel García Morente, Madrid, Espasa-Calpe, 1984, p. 214. Es menester
señalar que, para Kant, la categoría de lo sublime también genera satisfacción desinteresada. Sin embargo, el
estudio de esta categoría no será emprendido en el presente escrito.

1
intervención de la voluntad y sólo por intuición o reflexión– para que su juicio sea considerado
un juicio puro de gusto y no interesado.
Cabe señalar que al modo de satisfacción libre y desinteresada que produce el gusto en lo
bello Kant lo denomina «complacencia», la cual distingue de otros modos de satisfacción como
la inclinación (Neigung) o la estimación (Achtung) por ser libre de ajustarse a fines y, en
definitiva, porque es a modo de gracia (Gunst). En consecuencia, se puede afirmar que el juicio
de gusto es «libre» porque no supone ningún interés y, por ende, «desinteresado» ya que es
independiente de toda necesidad moral y de toda necesidad proveniente de la naturaleza
sensitiva.
Kant diferencia la complacencia como satisfacción desinteresada en lo bello de otras
categorías como lo «agradable» y lo «bueno», cuyas satisfacciones están vinculadas con el
interés. Define como agradable a lo que place –deleita– a los sentidos. 3 De modo que, cuando un
objeto es declarado agradable expresa un interés mediante la sensación. La satisfacción
proporcionada por lo agradable presupone, entonces, la relación de su existencia con la
afectación que pueda dar semejante objeto a quien le agrada. Expresado en otros términos, el
estado de satisfacción subjetiva que se obtiene por medio del agrado se relaciona con la
existencia del objeto en la medida de que el sujeto es afectado por aquél. Por lo tanto, lo
agradable se distingue de lo bello porque supone un interés y produce una inclinación
(Neigung).
Respecto de lo bueno, el filósofo de Königsberg lo define como aquello que place por
medio de la razón y por el simple concepto; y lo clasifica de dos maneras: como útil y bueno
para algo, cuando place como medio y como bueno en sí, cuando place en sí mismo. 4 En ambos
casos existe un fin o un interés, ya que lo bueno siempre establece una relación de la razón con
el querer; así como también, una satisfacción en la existencia del objeto. En tal sentido, lo bueno
se diferencia de lo bello porque para juzgar si algo es bueno se debe tener un conocimiento del
objeto, es decir, hay que tener un concepto del mismo; mientras que lo bello no requiere tal
conocimiento. Por requerir conocimiento, Kant denomina «bueno» al objeto que es «apreciado»,
«aprobado» y que produce en el sujeto una estimación (Achtung).
En síntesis, tanto lo bueno como lo agradable se relacionan con el interés y con el deseo.
En ambos casos, no sólo la representación del objeto genera satisfacción sino también su
existencia; en tanto que en el juicio de gusto únicamente incumbe la contemplación

3
Cf. Kant, I., op. cit., §3, p. 211.
4
Cf. Kant, I., op. cit., §4, p. 212.

2
desinteresada, sin interesar si el objeto representado existe o no; pues sólo importa la
complacencia que genera.
Sólo resta añadir que es en el análisis según la cualidad donde se sitúa la función
determinante del desinterés en la complacencia de lo bello; tal momento proporciona, asimismo,
el criterio básico sobre el cual se vuelven comprensibles las principales características del juicio
de gusto y de la contemplación de lo bello.
Kant afirma en la Crítica5 que para juzgar los objetos bellos se exige gusto, mientras que
para la creación de tales objetos se requiere genio. Su concepción de genio, como sujeto ideal
capaz de una comprensión directa de una realidad no conceptual, es de características
semejantes a la experiencia de la Divinidad de un Meister Eckhart. Si para crear se requiere
genio y para contemplar gusto; el desinterés, como mirada libre de expectativas, es condición de
posibilidad tanto de la creación como de la contemplación.

5
v. Kant, I., op. cit., §48, p. 217 y ss.

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