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Título: Daño, culpabilidad y monto. Tres aspectos controvertidos en la aplicación de daños punitivos
Autor: Brun, Carlos A.
Publicado en: LA LEY 18/07/2019, 18/07/2019, 5
Cita Online: AR/DOC/1607/2019

Sumario: I. El fallo.— II. ¿Es necesaria la existencia de daño?— III. ¿Es necesario el factor subjetivo? La
tolerancia cero.— IV. Cuantificación.— V. Conclusión.
(*)
I. El fallo
Con fecha 25 de abril de 2019, la Corte Suprema de Justicia de Tucumán confirma la sentencia dictada por
la CCiv. y Com. Común, sala 2ª, de San Miguel de Tucumán de fecha 27/07/2017 (1), en la que se condenaba a
Cervecería y Maltería Quilmes SAICAG a abonar a la actora la suma de $500.000 en concepto de daños
punitivos, por haber encontrado dentro de una botella de gaseosa (elaborada por la empresa demandada) una pila
alcalina, tipo AAA, de color negro.
El recurso de la demandada se fundó en la arbitraria aplicación de los daños punitivos por no encontrarse
reunidos los requisitos para la procedencia de ellos (particularmente, la existencia de un daño individual o
colectivo y la presencia del elemento subjetivo: dolo o culpa grave), edificándose la sentencia recurrida en
hechos no probados, en una tergiversación de las reglas que rigen la carga de la prueba, y, por último, la
deficiente e infundada cuantificación del monto a pagar por tal concepto.
Lo resuelto por la Corte de Tucumán nos lleva, nuevamente, a reflexionar sobre tres de los aspectos más
debatidos por la doctrina y la jurisprudencia en torno de la aplicación de daños punitivos y que son: la necesidad
o no de un daño sufrido por el consumidor, la exigencia de un factor de atribución subjetivo y cuál debe ser el
criterio para la cuantificación de la multa.
II. ¿Es necesaria la existencia de daño?
Hemos definido los daños punitivos como la condena suplementaria que se aplica a quien causa un daño
injusto, cuando el autor denota un consciente o temerario desinterés hacia los derechos de los demás, que
constituye un extremado alejamiento de la conducta lícita, por encima del efectivo resarcimiento de aquel (2).
De tal manera, hasta por definición entendemos que el daño al consumidor es un elemento indispensable
para la aplicación de la multa prevista en el art. 52 bis de la ley 24.240.
Al respecto la doctrina no es uniforme: mientras que un sector (3) participa de la idea de que los daños
punitivos son autónomos, no requiriéndose la causación de ningún daño, otro (4) exige la producción de un
daño, aunque sea mínimo, para la procedencia de los daños punitivos, puesto que entiende que su naturaleza es
accesoria a la de los daños resarcitorios (5).
El texto legal es impreciso; en el art. 52 bis de la Ley de Defensa del Consumidor se habla de damnificado
en una oportunidad, de consumidor en tres y en ninguna de usuario. Entendemos que en todos los casos se debió
referir a la misma persona: consumidor/usuario que haya resultado damnificado. En rigor de verdad, claramente
el artículo dice "a instancia del damnificado", y se es damnificado (directo o indirecto) cuando se ha sufrido un
daño (arts. 1716 y 1737 Cód. Civ. y Com.). Entendemos que esta vaguedad terminológica (que termina
influyendo nada menos que en la persona del legitimado activo) es una inaceptable insuficiencia de la ley que
debe ser subsanada.
De tal manera, con esta interpretación de la ley estamos convencidos de que la causación de un daño es un
requisito imprescindible para aplicar la multa.
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En el caso resuelto, la actora acredita la existencia de un daño económico, el valor de la gaseosa ($8). Si bien
tal monto debe necesariamente ser considerado como un microdaño o un daño insignificante, teniendo en cuenta
que la finalidad de la aplicación de daños punitivos es solidaria y no individualista, pues persigue un ideal de
justicia, a fin de desmantelar los efectos de ciertos ilícitos que por su grave antijuridicidad son intolerables para
la sociedad, que es quien más interesada está en que dichos ilícitos no vuelvan a cometerse, la aplicación del
instituto en cuestión (y fundamentalmente su correcto destino: parte a la víctima y parte a una entidad de bien
público) es perfectamente procedente cuando se produce aun un microdaño.
También participamos de la idea de que el monto de la multa no tiene que estar relacionado con el del daño
resarcitorio, sino con la función disuasoria de aquella. Si bien las finalidades de los daños punitivos son
sancionar al autor del daño, prevenir la causación de daños y disuadir al autor (y a otros) de continuar realizando
las inconductas que pretenden evitarse, estamos convencidos de que la más importante finalidad es la última
indicada, es decir, la disuasión.
Si la aplicación de daños punitivos no es disuasoria, tal aplicación no ha sido eficaz, y la figura en estudio no
ha servido para nada. ¿Cómo se consigue tal disuasión? Mediante la fijación de un monto que logre convencer al
dañador de que le resulta más barato evitar el daño que repararlo (6).
Por supuesto, este sistema puede llevarnos a la fijación de montos muy elevados, lo que plantea otro
problema y es el del destino [que la ley 24.240 resuelve a favor del consumidor, decisión legal que no
compartimos (7)].
El problema anticipado en el párrafo anterior fue abordado por el anteproyecto de modificación a la Ley de
Defensa del Consumidor, elaborado, a instancia de los ministerios de Justicia y Derechos Humanos y de la
Producción y Trabajo del Poder Ejecutivo Nacional, por los Dres. Stiglitz, Blanco Muiño, D'Archivio,
Hernández, Japaze, Lepíscopo, Ossola, Picasso, Sozzo, Tambussi, Vázquez Ferreira y Wajntraub en el año 2018.
Así, el tercer párrafo del proyectado art. 118 prevé que "la sanción tiene el destino que le asigne el juez por
resolución fundada", norma que debe complementarse con el art. 27 que en su segundo párrafo prevé que
cuando el proveedor haya incurrido en prácticas abusivas, afectándose por ende derechos humanos o
fundamentales, el destino de la sanción punitiva deberá beneficiar aunque sea parcialmente al consumidor
afectado.
Estamos de acuerdo con la norma del proyectado art. 27, pero entendemos que la misma solución debió ser
extendida a los supuestos del art. 118.
Siempre sostuvimos que el destino de la sanción debería ser mixto (8), posición compartida por parte de la
doctrina (9). No adherimos a la opinión que expresa que el destino debe decidirlo en juez por decisión fundada.
En este aspecto, la disparidad de criterios que podrían existir entre los distintos jueces de nuestro país puede
hacer poco previsible el destino de la sanción al momento de promover la demanda, lo que daría como
resultado, quizás, el desaliento de consumidores que no pondrían en movimiento el aparato jurisdiccional, por
no saber si van a tener algún beneficio. Pensemos que por cada consumidor que demanda existen muchos que
no lo hacen, pero que directa o indirectamente se van a ver beneficiados por la iniciativa de aquel; por lo tanto,
es de estricta justicia que se vea beneficiado con una parte de la sanción que se aplique.
Por tal razón es que consideramos que en todos los supuestos, haya habido o no prácticas abusivas o
derechos fundamentales lesionados, parte del monto debe ser destinado al consumidor demandante.
En posición similar, el voto preopinante del Dr. Moisá cuando se resolvió el caso que comentamos, en la
CCiv. y Com. Común, sala 2ª, San Miguel de Tucumán de fecha 27/07/2017 (que en definitiva quedó en
minoría) sostiene que "no por razones de justicia sino de política legislativa, puede admitirse, a modo de
incentivo para la denuncia y represión de las conductas desaprensivas a las que nos venimos refiriendo, que una
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parte de la multa tenga como destino la víctima de las mismas".


En el mismo sentido, el voto del Dr. Pettigiani en el caso "Castelli" (10), resuelto por la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Ares, haciendo suyos los fundamentos del dictamen de la Procuración General, sostuvo
que "la finalidad de la multa contemplada en el art. 52 bis de la ley 24.240 trasciende el mero caso individual.
Su cuantificación (...) ha atendido a los eventuales reclamos que otros consumidores, afectados en forma
semejante al actor por las prácticas abusivas u obrar ilícito del accionado, podrían haber realizado y por diversas
razones no llevaron a cabo (...). En efecto, desvirtuándose la medida de la función social del instituto, se estaría
beneficiando al sujeto afectado con la percepción de una suma dineraria proveniente de la sanción, motivada no
solamente en el gravamen individual padecido, sino asimismo en la incidencia colectiva producida por tales
prácticas desarrolladas con absoluto menosprecio del prójimo". Concluye que "el destino de parte de los fondos
involucrados sea dirigido a medidas de fomento de los derechos de los consumidores en el ámbito provincial,
sea en acciones de educación, información y difusión del ordenamiento jurídico protectorio, de las prácticas
abusivas usuales, como de los mecanismos de defensa que se encuentran disponibles para su neutralización" (el
destacado me pertenece).
De todos modos, el criterio que surge del fallo en comentario es la no exigibilidad de daño resarcible para
que resulten procedentes los daños punitivos; en él se puede leer: "De la lectura de la norma citada (se refiere al
art. 52 bis de la ley 24.240) no se observa que el legislador haya establecido para la procedencia de la acción la
existencia de un daño o que el reclamo por daños punitivos deba deducirse en el contexto de una demanda por
daños y perjuicios". Más adelante expresa: "Por ello, debe concluirse —conforme a la naturaleza jurídica de
estas penas privadas y su finalidad— no resulta necesario para su aplicación la existencia de un daño resarcible
o que deba ser peticionado en un proceso principal de daños y perjuicios u otro diferente. Basta una conducta
objetivamente descalificable desde el punto de vista social, esto es, disvaliosa por inercia, indiferencia hacia el
prójimo, desidia, abuso de una posición de privilegio".
Reiteramos: en el estado actual de nuestra legislación, en atención a que el art. 52 bis de la Ley de Defensa
del Consumidor exige que la multa sea aplicada "a instancia del damnificado", la existencia del daño resarcible
deviene ineludible. Otra será la cuestión si se aprueba el anteproyecto de ley de reformas a la Ley de Defensa
del Consumidor referido más arriba.
Dicho anteproyecto no exige que el consumidor sufra daño; la sola conducta asumida ("grave menosprecio
hacia los derechos del consumidor") sería suficiente para la aplicación de la sanción.
No estamos de acuerdo con la norma proyectada en este aspecto, que sigue en lo sustancial al art. 1714 del
Proyecto de Código Civil y Comercial. Entendemos que necesariamente debe haber un daño causado, pues los
daños punitivos son una condenación suplementaria en los casos en los que el efectivo resarcimiento no ha
desbaratado los efectos del acto dañoso cometido.
De todos modos, nos preguntamos: ¿se puede actuar con grave menosprecio hacia un derecho sin dañarlo?
En un esfuerzo interpretativo, nuestra respuesta es negativa, por lo que, de sancionarse este proyecto, no sería
extraño que los jueces exijan la demostración del daño, para aplicar la sanción. La doctrina también se ha
postulado por exigir la causación de daño resarcible como presupuesto para la aplicación de la sanción punitiva
prevista en el anteproyecto en comentario (11). Además, la propia letra del anteproyecto nos hace sospechar que
los autores también serían partidarios de aplicar la multa solo cuando se ha causado daño, puesto que entre las
pautas que establecen para determinar su monto se encuentra "el patrimonio del dañador", lo que implica toda
una toma de posición al respecto.
Volviendo al fallo en análisis, es interesante el argumento que seguidamente transcribimos: "resulta
innegable la existencia de daño material (el valor de la gaseosa), y no obstante haberse rechazado en las
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instancias anteriores el daño moral, la 'damnificada' (para emplear la terminología de la LDC) es con claridad la
actora, Sra. Noelia Estefanía Esteban, resultando ese calificativo no solo por el daño sufrido al haber adquirido
una gaseosa que no pudo consumir (cuyo valor resulta mínimo e intrascendente), sino del daño potencial que
pudo causarle en su salud".
Es decir que para la Corte de Tucumán se es "damnificado", en los términos del art. 52 bis de la ley 24.240
no solo por haber sufrido un daño, sino por la posibilidad cierta de sufrirlo (daño futuro resarcible), si la víctima
hubiera consumido la gaseosa con el elemento contaminante en su interior (pila alcalina); colocando de esta
manera los daños punitivos directamente en la función preventiva del derecho de daños, hoy reconocida en
nuestra legislación a través de los arts. 1710 a 1715 del Cód. Civ. y Com., con lo cual, para el Alto Tribunal, los
daños punitivos no solo proceden cuando se causó un daño, sino también para evitar que estos ocurran,
argumentos estos que seducen y con los que no podemos menos que estar de acuerdo, por la decidida
orientación a la justicia que contienen.
III. ¿Es necesario el factor subjetivo? La tolerancia cero
Según la sentencia en estudio, "No caben dudas que tanto la letra del art. 52 bis de la ley 24.240, como el
espíritu del legislador no consideran necesario la presencia del 'factor subjetivo'". Por lo tanto, para el tribunal,
con cita de Chamatrópulos, solo se requiere un elemento objetivo que es el incumplimiento legal o contractual y,
dentro del incumplimiento legal, el magistrado preopinante asigna un rol muy importante a la obligación de trato
digno y equitativo prevista en el art. 8º bis de la misma ley.
No estamos de acuerdo con la interpretación que el tribunal realiza de la norma en cuestión, por las razones
que seguidamente apuntaremos.
El art. 52 bis de la ley 24.240, a pesar de su criticable redacción, con la interpretación que él ha hecho la
jurisprudencia, sortea con éxito las objeciones que se le formulan. ¿Por qué se considera que exigir que concurra
un reproche en la conducta del dañador, un desinterés o menosprecio por los derechos ajenos, un abuso de la
posición dominante para hacer procedente la aplicación de la pertinente multa es una interpretación forzada de
la norma? (12). ¿Por qué no puede legítimamente interpretarse que cuando la ley dice "Al proveedor que no
cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor", se refiere a un incumplimiento
reprochable?, ¿Por qué ineludiblemente hay que concluir que la ley exige solo un objetivo incumplimiento?
Interpretar el art. 52 bis bajo los mismos parámetros que el art. 40 (que establece la responsabilidad objetiva) no
nos parece correcto, puesto que ambas normas tienen finalidades diferentes: el art. 40 tiende a la indemnización
de los daños sufridos por el consumidor/usuario; en cambio, el 52 bis tiende a sancionar al proveedor y disuadir
conductas futuras similares; máxime si ordenamos (como lo hace la Corte de Tucumán en el fallo en crisis) este
último artículo con el 8º bis (directa consecuencia legal de la manda constitucional del art. 42, primer párrafo,
última parte de nuestra Carta Magna), que manda al proveedor a dispensar al consumidor/usuario un trato digno,
evitando desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o
intimidatorias, sancionando al proveedor que incurra en las conductas prohibidas con la posibilidad de que se le
aplique la multa civil prevista en el art. 52 bis. ¿No exige la ley, para estos casos un reproche en la conducta del
proveedor? ¿Cómo se puede avergonzar, vejar o intimidar a una persona si no es mediante una conducta
reprochable o aún dolosa? Pero, además, ¿no sería lícito interpretar el art. 52 bis de la ley 24.240 en consonancia
con el art. 1721 del Cód. Civ. y Com. (en virtud de la prelación normativa establecida en el art. 1709 del mismo
cuerpo legal) que dispone que si la norma nada dice, el factor que atribuye la responsabilidad es la culpa?
Es evidente que la jurisprudencia de nuestros tribunales, más que "reescribir" el art. 52 bis de la ley 24.240,
como pretenden Bueres y Picasso (13), lo que está haciendo es una interpretación que lleve a una justa
aplicación de la citada disposición legal, que es lo que el método interpretativo debe preocuparse por hacer,
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pues, como sabiamente ha dicho Llambías (14), "cuando legítimamente sea dable extraer de la norma dos o más
significaciones, entonces sí será ineludible optar por la interpretación que reporte el mejor resultado, o sea el
más justo y conforme con las exigencias de la materia social sometida al imperio de la norma en discusión" (15).
La jurisprudencia, en general, ha adoptado el criterio que exige un reproche subjetivo en la conducta del
dañador (16).
Y es en definitiva lo que la Corte de Tucumán (en el fallo en comentario) termina haciendo; es decir
exigiendo un reproche subjetivo, para que la sentencia que aplica daños punitivos no sea tachada de arbitraria.
Así, en el fallo claramente podemos leer_ "por los montos que estas penas pueden representar rozaría la
arbitrariedad aplicarla en casos de mera negligencia, y más aún, en situaciones basadas solamente en la
responsabilidad objetiva".
Sin embargo, en el caso en concreto, la Corte de Tucumán utilizó el "criterio de tolerancia cero", expresión
de Chamatrópulos (17), para aludir a un factor subjetivo de atribución de responsabilidad agravado, en los
siguientes términos: "en ciertas actividades, 'no hay margen para la falla'; el hecho de que un empresario decida
incursionar en una industria determinada lo obliga a asumir ciertas obligaciones, entre las cuales está 'la de no
equivocarse'. Esto porque en ciertos rubros, por lo que están en juego, no puede haber margen de error, pues si el
mismo acaece, los daños que se producen pueden ser gravísimos" (verbigracia en el campo de la salud).
Este criterio de "tolerancia cero" roza lo que los glosadores denominaron "culpa levísima", caracterizada por
la omisión de los cuidados de un "muy buen padre de familia", es decir de una persona muy atenta y cuidadosa
(18); de tal manera, la mínima falla lo responsabiliza. Tal es entonces la exigencia que en el caso en examen
requirió el máximo tribunal de Tucumán. Por lo potencialmente graves que pueden ser los daños a la salud de
las personas, la más ínfima falla de la empresa proveedora es suficiente para la aplicación de la multa, lo que
potencia su efecto disuasivo.
De todos modos, si bien estamos de acuerdo con el criterio de la "tolerancia cero" cuando está en juego la
salud de los consumidores, estamos convencidos de que tal criterio no es prudente ampliarlo a otros rubros
donde los daños puedan no ser tan graves. Podríamos concluir que cuanto más graves sean los daños reales o
potenciales, se requerirá una culpa más leve y a menor gravedad de los daños reales o potenciales, la culpa
exigida se acercará más al dolo.
El anteproyecto de reformas a la Ley de Defensa del Consumidor del año 2018 se refiere al "grave
menosprecio a los derechos del consumidor", lo que implica un claro criterio subjetivo agravado (culpa grave o
dolo) para la procedencia de la sanción punitiva (19), siendo por tanto superador del escueto "incumplimiento a
las obligaciones legales o contractuales" del actual art. 52 bis ley 24.240, que hizo necesaria una infatigable
labor interpretativa de la jurisprudencia, la cual en general se inclinó por el criterio subjetivo, con una excepción
de notable peso como es la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, que en el caso "Castelli"
sostuvo: "La norma (se refiere al art. 52 bis de la ley de Defensa del Consumidor) es clara en cuanto a que exige
para su aplicación un solo requisito: que el proveedor no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor. Esta disposición, apartándose de las sugerencias efectuadas a nivel doctrinario, no exige un grave
reproche subjetivo en la conducta del dañador ni un supuesto de particular gravedad caracterizado por el
menosprecio a los derechos del damnificado o a intereses de incidencia colectiva ni a los supuestos de ilícitos
lucrativos. Sólo dispone que procede cuando se incumplen obligaciones legales o contractuales" (20).
En una posición sutilmente distinta, Irigoyen Testa (21) entiende que la norma proyectada directamente
exige la configuración del dolo para que sea procedente la aplicación de la multa, entendiendo que el "grave
menosprecio por los derechos del consumidor" equivale a la "manifiesta indiferencia por los derechos ajenos"
del art. 1724 del Cód. Civ. y Com., configurativo del dolo eventual. Decimos que la distinción es sutil puesto
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que la caracterización de la culpa como "grave", indicativa de una grosera negligencia, ya desde el derecho
romano equivalía, en sus consecuencias, al dolo (culpa lata dolo equiparatur)" (22).
Coincidimos en este aspecto con la norma proyectada, puesto que la aplicación de una sanción punitiva
exige un comportamiento gravemente reprochable, con el propósito deliberado de obtener un rédito o beneficio,
extremadamente injusto, evidenciando el autor una conducta totalmente disvaliosa y altamente desinteresada de
la integridad y la dignidad humanas y no un mero incumplimiento legal o contractual, a excepción de aquellos
casos donde los daños pueden ser muy graves (defectos en productos alimenticios, farmacológicos, en la
producción de automotores, en la producción y transporte de energía eléctrica o combustibles, etc.), en los que
adherimos al criterio de la "tolerancia cero".
IV. Cuantificación
En diversos pasajes del fallo, fluye la idea de que la cuantificación del daño punitivo depende del arbitrio del
juez (dentro del máximo y el mínimo fijados por el art. 52 bis de la ley 24.240), debiendo tenerse en
consideración una serie de pautas que la misma ley proporciona (para las sanciones administrativas) en el art. 49
(cap. IV.2 de la sentencia).
No estamos totalmente de acuerdo con tal decisión; el monto debe coincidir exactamente con la finalidad
disuasiva; ni más ni menos.
¿Cómo se obtiene dicho monto? El art. 52 bis de la ley 24.240 lo fija, por la remisión al art. 47, inc. b), de la
misma ley, entre un mínimo de $100 y un máximo de $5.000.000. No estamos de acuerdo con la norma por las
siguientes razones: 1. Fijar montos con un límite máximo, en una moneda que viene perdiendo poder adquisitivo
de manera estructural implica que tal monto máximo sea siempre igual de conformidad con el valor nominal de
la moneda, pero represente cada vez menos, de acuerdo con su valor corriente o de cambio (cada vez se pueden
adquirir menos bienes y servicios con la misma cantidad de moneda). Basta con la siguiente comparación: en el
año 2008 (fecha de sanción de la ley 26.361) $5.000.000 = u$s 1.470.588; hoy (mayo de 2019) = u$s 107.000.
2. Pero por otro lado puede haber casos en los que, aun aplicando el máximo previsto en la ley, tal monto no sea
disuasivo: ¿qué representa $5.000.000 (o u$s 107.000) para una poderosa compañía multinacional, cuya
facturación asciende a varios cientos de millones de dólares anuales?
No estamos de acuerdo con la libre, discrecional y prudente fijación por parte del juez; ello deja supeditado
al criterio totalmente subjetivo de cada magistrado la fijación del monto, lo que puede implicar una diversidad
de criterios de alcances insospechados, que iría en contra de la certeza y la previsibilidad tanto de consumidores
como de proveedores, que recién se podrían ir develando cuando nuestro máximo tribunal federal analice el
tema, lo que a once años de la vigencia del instituto en estudio no ha ocurrido.
Tampoco participamos (como ya lo hemos adelantado) de la idea de que el monto debe ir enlazado con el
monto del daño material, en atención a que las finalidades de ambos son totalmente distintas, pudiendo llegarse
a la aplicación de montos irrisorios que de ninguna manera disuaden al demandado a abstenerse de seguir
dañando (23). En la causa de la cita, estableció el tribunal que "La multa impuesta no puede ser fuente de un
enriquecimiento desmedido del damnificado, dado que ello es violatorio de los principios de igualdad y de
razonabilidad de las leyes". Para evitar tal enriquecimiento, establece la Cámara que el monto de la multa no
puede ser superior al del daño efectivamente sufrido por el consumidor/usuario, fijando la multa en $4.000 (año
2016) a una empresa de la envergadura de Telecom Personal SA. ¿Dicho monto habrá disuadido a la empresa
citada para no incurrir en inconductas similares a la debatida? Creemos que no.
Tampoco estamos de acuerdo con la aplicación de fórmulas matemáticas (24). Si bien el tribunal (en el fallo
citado), en una postura con la que coincidimos, establece que el monto debe ser establecido en "una cantidad
(...) que no sea inferior ni superior a la suma necesaria para generar incentivos económicos suficientes en el
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infractor, como para disuadirlo de incurrir en conductas análogas", remarcando decididamente la finalidad
disuasiva de multa, la fórmula que aplica (25) contiene datos objetivos, surgidos del caso que está fallando, pero
también contiene datos subjetivos (el juez preopinante lo aclara, por falta de estadísticas) que le quitan
objetividad a la fórmula, predominando, en definitiva, el criterio subjetivo del juez, que hemos criticado más
arriba.
Entendemos en definitiva que las pautas a tener en cuenta para la graduación del monto, deben ser en
principio las establecidas por la misma Ley de Defensa del Consumidor (art. 49 previsto para las sanciones
administrativas) sin perjuicio de otras que el juez estime procedentes.
Creemos que la posición en el mercado del infractor, que necesariamente implica su capacidad económica,
es una de las pautas que más se deben tener en cuenta a fin de garantizar la —para nosotros— principal
finalidad de los daños punitivos, que es la disuasión. En tal sentido, se le debe permitir al consumidor (en la
relación sustancial) actor (en la procesal) producir las pruebas que demuestren (aproximadamente) el caudal
económico del proveedor/demandado y que informen al juez a cuánto deberá ascender el monto para que sea
disuasorio. No es lo mismo un proveedor, persona física titular de un pequeño polirrubro, que Coca Cola o Ford
Motors.
Por otro lado, en los supuestos de culpa lucrativa (cuando el dañador se beneficia económicamente con el
daño causado), participamos de la opinión de que el monto del daño punitivo debe coincidir con el de dicho
beneficio, de manera que queden absolutamente desbaratados los efectos del acto ilícito.
Por supuesto, el monto de la multa necesariamente debe ir enlazado con su destino y estamos convencidos
de que con la actual legislación —que determina que la totalidad del monto debe ir en beneficio del consumidor
— los jueces no se sienten seguros de aplicar montos elevados (que realmente disuadan al proveedor a
abstenerse en el futuro de realizar similares conductas real o potencialmente dañosas y que demuestran
desinterés por los derechos de los demás) porque entienden que, si los aplican, se produciría un enriquecimiento
sin causa a favor del consumidor.
De ninguna manera se puede entender que si la totalidad de la multa es destinada al consumidor este
obtendría un enriquecimiento sin causa (26); la causa es la acción que causó el daño evidenciando en el autor, un
total desprecio por los derechos ajenos, por lo que, aún con su deficiente redacción el art. 52 bis de la Ley de
Defensa del Consumidor supera holgadamente el filtro de constitucionalidad (27).
V. Conclusión
En definitiva, el fallo comentado continúa, en general, la línea trazada por la mayoría de la jurisprudencia,
en cuanto al factor subjetivo que se requiere para condenar por daños punitivos, a las pautas a tener en cuenta
para cuantificarlos, aplicando un criterio novedoso al exigir no necesariamente un daño sufrido por el
consumidor, pero sí que la conducta asumida por el proveedor sea potencialmente dañosa para aquel y para el
resto de la sociedad.
Falta aún abordar con decisión el tema del destino de la multa, que —estamos convencidos— no puede ser
otro que el sistema mixto, tal como surge del voto en disidencia del Dr. Moisá, en este mismo caso "Esteban", en
segunda instancia, del voto del Dr. Pettigiani, en el caso "Castelli" (SCBA) o del art. 27 del anteproyecto de Ley
de Defensa del Consumidor analizado supra. Este destino mixto (parte a la víctima y parte a una entidad de bien
público) seguramente hará que los jueces se sientan "liberados" para condenar a montos realmente disuasivos,
sin el temor de que sus sentencias sean tachadas de inconstitucionales por violación del debido proceso
sustantivo, que, a diferencia del debido proceso adjetivo (que atiende a las formas), exige que las sentencias y
las normas sean razonables, aludiendo al fondo o contenido de la decisión (28).
Hasta que lo señalado en el párrafo anterior no suceda, la aplicación de daños punitivos continuará siendo un
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híbrido, sin cumplir con la finalidad precisa para la que fue creada en los precedentes ingleses y
norteamericanos, y que es, reiteramos a riesgo de ser excesivamente recurrentes, disuadir al proveedor de
cometer similares conductas antijurídicas en el futuro.
 (*) Abogado de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Doctor en Derecho por la Universidad Nacional
de Mar del Plata, Docente Universitario de Derecho de las obligaciones (Univ. Nac. de Mar del Plata y
Universidad FASTA), Derecho de Daños (Univ. Nac. de Mar del Plata) y Derecho de la Comunicación
(Universidad FASTA)
 (1) En LA LEY, 2017-E, 367, con nota del suscripto, "Sobre los daños punitivos: a propósito del destino de
la multa".
 (2) BRUN, Carlos A., "¿Hacia un derecho de daños preventivo y sancionador? (especial referencia a los
llamados daños punitivos)", DJ 2004-3-1228; OWEN, David, "The Moral Foundations of Punitive Damages,
Ala. L.R., vol. 40, n. 3, spring 1989, p. 730.
 (3) COLOMBRES, Fernando M., "Los daños punitivos en la nueva Ley de Defensa del Consumidor", LA
LEY, 2008-E, 1159, sostiene que "haya o no daño, si se da una grave inconducta, se deben aplicar daños
punitivos..."; ÁLVAREZ LARRONDO, Federico M., "La incorporación de los daños punitivos al derecho de
consumo argentino", JA 2008-II-1246, quien enfáticamente expresa que "exigir como requisito de procedencia
la prueba de un daño sufrido contrariaría la finalidad de la misma norma".
 (4) LORENZETTI, Ricardo L., "Consumidores", Rubinzal-Culzoni Edit., Santa Fe, 2009, p. 563;
STIGLITZ, Gabriel A. - BRU, Jorge M., "Régimen de la responsabilidad civil por daños al consumidor", en
RUSCONI, Dante D. (coord.), "Manual de Derecho del Consumidor", Abeledo Perrot, Bs. As., 2009, p. 438.
 (5) CHAMATROPULOS, Demetrio A., "Estatuto del Consumidor - Comentado", Ed. La Ley, Buenos Aires,
2016, t. II, ps. 281 y ss., sostiene que "la multa civil es un remedio accesorio, que siempre va 'enganchado' de
una condena principal que ordena indemnizar los perjuicios causados". En igual sentido WAJNTRAUB, Javier
H., "El destino del monto derivado de la imposición de daños punitivos", RDD 2011-2, "Daño punitivo", p. 399,
quien sostiene que los daños punitivos "son un agregado, un plus a la indemnización por daños sufridos (...) es
un instituto jurídico siempre accesorio, o como lo ha dicho la jurisprudencia estadounidense: incidental. Es decir
que el daño punitivo no tiene vida por sí mismo. No existe acción autónoma para reclamar daños punitivos.
Siempre deber determinarse en el proceso principal una acción, casi siempre por indemnización común de daños
y perjuicios".
 (6) CALABRESI, Guido, "El coste de los accidentes. Análisis económico y jurídico de la responsabilidad
civil", Ed. Ariel, Barcelona, 1987.
 (7) BRUN, Carlos A., ob. cit.
 (8) BRUN, Carlos A., ob. cit., cap. 4.5; id., "Los llamados daños punitivos (A propósito de la incorporación
del art. 52 bis a la ley de Defensa del Consumidor)", DJ 04/06/ 2008; id., "Sobre los daños punitivos: a
propósito del destino de la multa", LA LEY, 2017-E, 367.
 (9) MOISÁ, Benjamín, "Los llamados daños punitivos en la reforma de la ley 24.240", RCyS, 2008
(agosto), p. 31. Ver disidencia de dicho autor en el fallo CCiv. y Com. Común, sala 2ª, San Miguel de Tucumán,
Tucumán, 27/07/2017, "Esteban, Noelia c. Cervecería y Maltería Quilmes", AR/JUR/44604/2017.
 (10) "Castelli, María Cecilia c. Banco de Galicia y Buenos Aires SA s/nulidad de acto jurídico",
AR/JUR/59568/2018.
 (11) GALDÓS, Jorge M., "La sanción punitiva en el anteproyecto de ley de Defensa del Consumidor", Sup.
Esp. Comentarios al Anteproyecto de LDC, p. 551, cita online AR/DOC/640/2019.
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 (12) BUERES, Alberto J. - PICASSO, Sebastián, "La función de la responsabilidad civil y los daños
punitivos", RDD 2011-2, "Daño Punitivo", p. 66.
 (13) Ibidem.
 (14) LLAMBÍAS, Jorge J., "Tratado de derecho civil. Parte general", Ed. Perrot, Buenos Aires, 1960, t. II,
p. 118.
 (15) BRUN, Carlos A., "El art. 52 bis de la Ley de Defensa del Consumidor no es inconstitucional", Revista
de Derecho del Consumo, 1, Ed. FIDAS, 2016.
 (16) CCiv. y Com. Mar del Plata, sala II, 27/05/2009, "Machinandiarena Hernández, N. c. Telefónica de
Argentina SA s/reclamo contra actos particulares", causa 143.790, LA LEY, 2009-C, 647, p. 11; CNCiv., sala F,
18/11/2009, "Cañadas Pérez, María c. Bank Boston NA s/daños y perjuicios", LLO (AR/JUR/34918/12012;
CCiv. y Com. Rosario, sala II, 29/09/2010, "Rueda, Daniela c. Claro AMX Argentina SA s/daños y perjuicios"
(expte. 32/10) LA LEY, 2010-F, 397; 29/05/2012, "Ayestarán, Juan Carlos c. AMX Argentina SA s/daños y
perjuicios", AR/JUR/32281/2012; C. 3ª Civ., Com., Minas, Paz y Trib. Mendoza, "Protectora Asociación de
Defensa al Consumidor y otros c. Instituto Provincial de Juegos y Casinos s/amparo", AR/JUR/41938/2012;
CCiv. y Com. Rosario, 07/08/2012, "Vázquez Ferreyra, Roberto c. Claro AMX Argentina y otro s/daños y
perjuicios", LA LEY, 2012-F, 13 - LLLitoral 2012 (octubre), 950, AR/JUR/40764/2012; CCiv. y Com. Jujuy,
sala II, 10/02/2014, "De los Ríos, Marta S. c. Autotransporte Andesmar SA s/acción emergente de la Ley del
Consumidor", LLNOA 2014 (abril), 333, AR/JUR/641/2014; CCiv. y Com. 3ª Nom. Córdoba, 17/04/2012,
"Teijeiro (o) Teigeiro, Luis M. c. Cervecería y Maltería Quilmes SAICAyG", RCyS 2012-V, 160 - LA LEY,
2012-C, 66, con nota de Demetrio A. CHAMATROPULOS - LLC 2012 (mayo), 433 - LA LEY, 2012-C, 433,
con nota de Florencia NALLAR - LA LEY, 2012-D, 209, con nota de Enrique J. PERRIAUX - RCyS 2012-VIII,
80, con nota de Matías IRIGOYEN TESTA - LLC 2012 (agosto), 705, con nota de Matías IRIGOYEN TESTA;
Enrique J. PERRIAUX, DJ 24/10/2012, 83 - Sup. Doctrina Judicial Procesal 2012 (noviembre), 27, con nota de
Ana VERARDO, AR/JUR/8275/2012; CCiv. y Com., Bahía Blanca, Sala II, 28-08-2014, "Castelli, María
Cecilia c. Banco de Galicia y Buenos Aires SA s/nulidad de acto jurídico", LA LEY, 2014-E, 495; CCiv. y Com.
N°6 Córdoba, 26/03/2015, "Raspanti, Sebastián c. AMX Argentina SA s/ordinario -otros - recurso de apelación",
LA LEY, 2015-C, 530, AR/JUR/3759/2015.
 (17) CHAMATROPULOS, Demetrio A., "Los daños punitivos en las normas de protección de la
competencia y de los consumidores: análisis comparativo", Sup. Esp. Com. Ley de Defensa 2018 (octubre),
12/10/2018, 457.
 (18) TRIGO REPRESAS, Félix A. - LÓPEZ, Mesa M., "Tratado de la responsabilidad civil", Ed. La Ley,
Buenos Aires, t. II p. 135.
 (19) Ver IRIGOYEN TESTA, Matías, ob. cit.
 (20) "Castelli, María Cecilia c. Banco de Galicia y Buenos Aires SA s/nulidad de acto jurídico", JUBA,
https://juba.scba.gov.ar.
 (21) IRIGOYEN TESTA, Matías, ob. cit.
 (22) REZZÓNICO, Luis M., "Estudio de las obligaciones", Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1957 ps. 85-86.
 (23) CCiv. y Com. Mercedes, 28/06/2016, "Lespade, Carlos M. c. Telecom Personal SA s/ds. y ps.", LA
LEY, 2016-F, 302, con nota de Carlos A. GHERSI.
 (24) CCiv. y Com. Bahía Blanca, sala II, 28/08/2014 "Castelli, María Cecilia c. Banco de Galicia y Buenos
Aires SA s/nulidad de acto jurídico", LA LEY, 2014-E, 495.

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 (25) Dicha fórmula está basada en la que a tal efecto creara IRIGOYEN TESTA, Matías, "Cuantificación de
los daños punitivos: una propuesta aplicada al caso argentino", en CASTILLO CADENA, Fernando - REYES
BUITRAGO, Juan (coords.), Relaciones contemporáneas entre derecho y economía, Grupo Editorial Ibáñez -
Universidad Pontificia Javeriana, Bogotá, 2012, ps. 27-61.
 (26) Tal como lo sostiene la CCiv. y Com. Mercedes, sala I, 28/06/2016, "Lespade", cit. Dice el camarista
preopinante que "Siendo que la ley ha optado por destinar la multa al actor entiendo que para que ello no
produzca un enriquecimiento sin causa desmedido, con violación del principio de igualdad ante la ley (dado que
otro consumidor ante la misma situación no podría recibir la misma suma toda vez que sería violatorio del non
bis in idem), el monto no puede ser superior al fijado por el daño efectivamente sufrido en el caso concreto en
juzgamiento".
 (27) BRUN, Carlos A., "El art. 52 bis...", ob. cit.
 (28) SAGÜÉS, Néstor P., "Elementos de Derecho Constitucional", Astrea, Bs. As., 2003, t. II, ps. 756-757.

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