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1.1 Uso pre-cristiano
1.1.1 Uso helenístico
Según el testimonio más antiguo de su uso, era la recompensa que
recibía el mensajero () portador de alguna buena noticia dada (HOMERO
Od. 14,152-153.166-167). Luego sólo quedó con el significado de buena noticia
(CICERÓN, Att. 2,3.1). Así, en el helenismo, primero significaba la noticia feliz
con trascendencia social que a menudo se refería a victorias militares de los
ejércitos reales o imperiales y su consiguiente extensión a la ofrenda sacrificial
de agradecimiento a la divinidad de aquella polis o del Imperio 2. Luego, alcanzó
significado religioso: designaba un oráculo divino que prometía gracias al
demandante. Por último, en el contexto político del culto al emperador, tomó
1
Para este punto, cfr. L. COENEN – E. BEYREUTHER – H. BIETENHARD (eds.),
«Evangelio», Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, vol. II, Salamanca 1980,
147-153; R. FABRIS, «Evangelio» y V. FUSCO, «Evangelios», en Nuevo Diccionario de
Teología Bíblica, Madrid 1990, 588-607 y 608-620; L. H. RIVAS, ¿Qué es un
Evangelio?, 13-20.
2
Plutarco (45-120 aC) recoge la reacción del estratega Foción: "Como del ejército
llegaba, por escrito o de viva voz, una Buena Noticia tras otra, exclamó: Pero ¿no van a
terminar nuestras victorias?". Leóstenes consigue brillantes triunfos militares... "se dice
que entonces la ciudad, toda esperanzada, celebró las buenas noticias que le llegaban
con fiestas y sacrificios" (Vidas, Foción, 23,6). También narra que Pompeyo, cerca de
Petra, "estaba practicando equitación cerca del campamento, cuando llegaron a caballo
unos mensajeros procedentes del Ponto, trayendo buenas noticias ()... se
podía conocer con sólo ver las puntas de sus lanzas coronadas de laureles... (Vidas,
Pompeyo 41,4). Al tener noticia de la huída de César, algunos partidarios de Pompeyo
"se embarcaron espontáneamente para Lesbos, adonde Pompeyo había enviado a su
mujer, deseosos de anunciar a Cornelia la buena noticia de que la guerra había
terminado" (Vidas, Pompeyo, 42,3); cfr. ARISTÓFANES, Eq. 656.
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Dra. María Verónica Talamé INTRODUCCIÓN EVANGELIOS
SINÓPTICOS
gran auge y llegó a considerarse buena noticia todo aquello que se refería a la
persona del emperador3.
La palabra podía usarse, entonces, en contextos militares, religiosos o
políticos, indistintamente.
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verbo sólo en Mt (1x: 11,5) y Lc (10x: 1,19; 2,10; 3,18; 4,18.43;
7,22; 8,1; 9,6; 16,16; 20,1). Jn evita tanto el sustantivo como el verbo 7.
Jesús de Nazaret se presentó como portavoz y realizador de las esperanzas
mesiánicas (cfr. Lc 4,16-21; 7,22; Mt 11,5; cfr. Is 52,7; 61,1-2). Pues cuando
Jesús comenzó a predicar, la situación no era muy distinta a la del Destierro. Si
bien ya estaban en su tierra, tenían su Templo y podían rendir culto al Señor,
estaban, sin embargo, dominados por un rey pagano romano. Los israelitas de la
época de Jesús, también ansiaban la llegada del Reino de Dios.
Se ha discutido si en su predicación Jesús en persona utilizó o no el término
Evangelio (en griego o en arameo). Aunque no sería extraño (pues pertenencia al
vocabulario religioso-mesiánico de su época), no puede asegurarse con certeza
que haya usado el vocablo en su sentido técnico, ya que los textos en los que
aparece son redaccionales (cfr. Mc 8,35; 10,29; 13,10; 14,9; 16,5). Con todo, su
misión y su conciencia fueron inequívocamente evangélicas: su presencia (cfr.
Mc 1,14-15; Mt 4,17; 9,35), sus palabras (cfr. Mc 4,1-34; Mt 4,23; 9,35) y sus
acciones (cfr. Mt 11,3-5; Lc 7,18-22) estuvieron al servicio del anuncio del
reinado de Dios. El anuncio del reino constituye, pues, el Evangelio de Jesús.
a) Etapa pre-paulina
En el estadio más primitivo de la predicación apostólica, atestiguado por
algunas fórmulas de fe kerigmáticas (cfr. 1Cor 15,3-5; Rom 1,1-7; 4,25; 1Te 1,9-
10) como de himnos litúrgicos (Flp 2,6-11), los sucesos salvíficos se centran en
la muerte y resurrección de Jesús. El Evangelio ha dejado de ser anuncio de la
venida del reino, para centrarse en la acción de Dios que vive y actúa en Jesús y
repercute en la vida del cristiano.
La proclamación se entiende como transmisión a viva voz. Quien la lleva a
cabo es denominado . Término novedoso y raro de la segunda
generación cristiana (aparece 3x en todo el NT: Hch 21,8; Ef 4,11; 2Tm 4,5). No
designa al apóstol ni al misionero, sino a un colaborador que prolonga la tarea
apostólica (cfr. 2Tm 4,2). Sólo a finales del s.II empezará a tener el sentido
actual, escritor de un Evangelio canónico.
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Lc evita el sustantivo prefiriendo el verbo, debido a la influencia de los LXX, cuyo
estilo imita. Mt y Lc presentan también a Jesús cumpliendo los oráculos mesiánicos de
Is (ver Mt 11,2-5; Lc 7,20-22 e Is 61,1). Para Jn, su escrito, más que el anuncio de algo
nuevo, es el testimonio de una realidad ya presente (cfr. 1 Jn 1,1).
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b) Etapa paulina
Pablo es el testigo privilegiado de la etapa misionera, de la primera
generación cristiana, en la que el Evangelio era anuncio de Jesús, el Hijo de Dios,
y la proclamación del Evangelio una actividad esencial de la comunidad cristiana
(cfr. Hch 5,42; 8,25.35; 11,20; 17,18; Rom 1,15; 15,20; Gal 1,16.23). Pablo
utiliza 60x el sustantivo (48x en las cartas proto-paulinas) y 21x el verbo (de las
54x del NT). Contrasta con el escaso uso de los sinópticos.
Para Pablo el contenido esencial del Evangelio se reduce al Misterio Pascual
de Cristo. No se fija ni en la vida ni en la actividad de Jesús antes de Pascua.
Cuando Pablo usa el término Evangelio, todavía no se habían escrito los libros
que hoy llevan ese nombre. Para él tiene varias connotaciones:
Dios como autor (: Rom 15,26; 2Cor 11,7; 1 Tes
2,8-9).
Cristo como sujeto y objeto (: Rom 1,9; 2Cor
1,19; Gal 1,16; 4,4) que puede ser entendido como genitivo subjetivo (la
Buena Noticia predicada por Jesús) u objetivo (la Buena Noticia predicada
sobre Jesús).
Pablo implicado en el anuncio (su Evangelio [de Pablo]: Rom 2,16; 16,25;
2Cor 4,3; 2 Tes 2,14; 2Tim 2,8, es decir, el contenido del mensaje que él
anuncia, con las características propias que él le da) o bien, el hecho de
anunciar él el Evangelio (cfr. 1Tes 1,5; 2Cor 2,12; 8,18; 10,14). Él llama
“Evangelio” a su predicación, pero aclara que no consiste solamente en
palabras sino que también es manifestación de poder y acción del Espíritu
Santo. Es acontecimiento de salvación, porque es lo que sucedió en la
muerte y resurrección de Jesús, pero también lo que se produce en el
creyente cuando por la fe acepta ese anuncio (Rom 1,16; 1Tes 2,13).
Buena noticia para los incircuncisos/circuncisos (cfr. Gal 2,7).
c) Etapa post-paulina
En la segunda generación cristiana, Evangelio sigue siendo el plan de
salvación que, a través de Jesúcristo, Dios dirige a los hombres para establecer su
paz entre Él y ellos como entre los hombres entre sí -judíos y paganos. Pero
también es promesa y esperanza de una futura y definitiva salvación (cfr. Rom
16,25-26; Ef 1,13-14; 2,14-3,7). Porque es salvación prometida por los profetas y
realizada por Cristo (1Pe 1,22.23-25; 4,17; cfr. Gal 1,15-16; 1Cor 9,6), que se
vive como participación de su señorío universal (Col 1,5.23; Ef 6,19-20).
Más tarde, Evangelio pasará a ser la predicación apostólica, garantía y
criterio de autenticidad (2Tim 2,8). En esta etapa, la tradición sinóptica se
diferencia de la concepción paulina del término Evangelio:
Marcos es el evangelista que más se acerca al uso paulino. Aunque
presente a Jesús predicando la llegada del reino, para él Evangelio es el
anuncio de la salvación de Dios en la historia de Jesús (Mc 8,35; 10,29;
16,25). Luego, al contarla, escribirá su Evangelio (Mc 1,1).
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Mateo prefiere llamar Evangelio del Reino a la predicación que Jesús hizo
del reinado de Dios (Mt 4,23; 9,35; 24,14; 26,13), más que el anuncio de
su muerte y resurrección.
Lucas refleja el empleo cristiano y sólo lo usa en Hch 15,7; 20,24.
En esta etapa, con “Evangelio”, entonces, se designa la predicación sobre
Jesús como la misma salvación traída por él.
1.2.2 Documento escrito
El significado fundamental de Evangelio en el NT es, como hemos visto, el
de palabra predicada; jamás se denomina así a un documento escrito.
Pero, desde el momento en que la palabra es testimonio de Cristo, cualquier
escrito que contuviese elementos de su vida o de su predicación, podía
considerarse evangélico. En el período apostólico, en ambientes de misión, se dio
uso a estos escritos al servicio de la palabra proclamada. Estas colecciones de
escritos comenzaron a denominarse “Evangelios”, por cuanto contenían la
predicación del Evangelio oral. Así fue cómo se fue pasando de la predicación
evangélica a la literatura evangélica.
Este proceso de "literaturización" del Evangelio oral no fue perfecto: no toda
la tradición oral fue recogida; de ello eran ya conscientes los mismos evangelistas
(Lc 1,1-3; Jn 21,25); y, en efecto, a finales del s.I seguían circulando colecciones
de dichos de Jesús (ágrapha), algunos de los cuales aparecerán en citas de los
Padres, en algunos manuscritos de los Evangelios e, incluso, en evangelios
apócrifos8.
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d) Rasgos típicos
Presencia de la tradición de Jesús. Los evangelistas se nutren de
elementos previos a ellos. Se saben deudores de una tradición que se
remonta al predicador Jesús, y son responsables de ella ante la comunidad.
Las tradiciones evangélicas se encuadran en un marco narrativo
histórico común. A grandes rasgos, van desde la predicación del Bautista
hasta los acontecimientos pascuales (cfr. Hch 1,1-2; 10,37-40; 13,24-25).
Es bastante laxo: ofrece pocos elementos para la determinación
cronológica y biográfica de los hechos; pero ello no implica que no
debamos considerar los relatos evangélicos como fuentes seguras para la
reconstrucción de la vida de Jesús.
El Evangelio es básicamente predicación, anuncio de Cristo que busca
la conversión del oyente. Tienen un fuerte componente salvífico. Hay
que admitir como necesaria la actualización de esta predicación. La
predicación se hace en el momento presente, lo que lleva consigo atender
a una determinada comunidad o porción de Iglesia en una situación
concreta. La concepción subyacente es realmente novedosa: la comunidad,
que recuerda lo que hizo y dijo su Señor, no lo hace miméticamente ni
llevada por una curiosidad por sus orígenes; está proclamando lo que el
Señor resucitado está haciendo en el presente por su comunidad. La
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El Evangelio cristiano, como obra literaria, no muestra ningún interés por los orígenes,
la formación ni la psicología de Jesús. Falta caracterización de su persona, de sus
discípulos y familia; pero más decisivo aún, desde el punto de vista biográfico, tanto lo
cronológico como lo topográfico, despierta serias reservas. Comparado con los relatos
biográficos de los grandes taumaturgos de la antigüedad, el Evangelio se distingue por
su sobriedad narrativa y por la ausencia de esa tendencia a magnificar a sus héroes.
10
La historiografía antigua no seguía los criterios críticos de la ciencia histórica
moderna. El historiador antiguo veía sus personajes como modelos de virtud y
personificación de ideales, los personajes se convertían en héroes; no estaba interesado
en la veracidad de lo relatado, sino en su verosimilitud. Su preocupación era que el
relato fuera plausible, pues no buscaba la información de los lectores, sino su
edificación moral. La historia antigua estaba siempre reinterpretada y pretendía inculcar
modos de comportamiento que se consideraban útiles o encomiables.
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El testimonio unánime de la Iglesia del s.II reconoce sólo cuatro Evangelios como
canónicos y los atribuye a Mateo, Marcos, Lucas y Juan como autores explícitos. Por
medio de ellos se da a estos relatos un estrecho lazo con el grupo apostólico y la primera
generación cristiana de testigos del resucitado, de donde proviene su autoridad: "La
Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen
apostólico" (DV 18). Debido a su aceptación eclesial, los cuatro evangelios han
conseguido llegar hasta nosotros a través de una tradición textual manuscrita notable por
su cantidad y calidad. P52 (Rylands 457) es el más antiguo, del primer tercio del s. II,
pero sólo ofrece unos pocos versos de Juan (Jn 18,31-33.37-38). Del s. III., el más
famoso es el Ms P45 (Chester Beatty); contiene parte de los cuatro evangelios, aunque
incompletos (Mt 20; 21; 24-26; Mc 4-13; Lc 6,13; Jn 10). Los primeros manuscritos que
contienen toda la Biblia griega son de mediados del s.IV: el Sinaítico ( / 01) y el
Vaticano (B / 03); ambos códices de escritura uncial. Otros cuatro códices, del s.V,
también contienen los cuatro evangelios: el Alejandrino (A / 02), el Claromontano (C /
04), el Beza Cantabrigense (D / 05) y el Washingtoniano (W / 032). A partir del s. VI se
multiplican los Mss unciales con el texto completo de los evangelios. En el s.IX
aparecen los Mss minúsculos, de los que se conservan varios millares con el texto
evangélico completo.
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A veces, hasta niegan que en la producción de los Evangelios, hayan tenido algo que
ver las personalidades individuales. De los clásicos de la Escuela de la Historia de las
Formas, ver M. DIBELIUS, La historia de las formas evangélicas, Valencia 1984.
16
G. SEGALLA, Panoramas del Nuevo Testamento, Estella (Navarra) 1994 señala cuatro
tipos de adaptaciones: la lingüística, al ser necesaria la traducción al griego de las
palabras y relatos populares de Jesús en arameo; la social, al haber obligado la misión al
cambio de un ambiente rural galileo al urbano de las metrópolis grecorromanas; la
cultural, consecuencia de las anteriores, por trasvase del Evangelio a formas de
expresión y vida nuevas; la eclesial, al suceder al grupo apostólico los líderes y la
organización de las Iglesias locales.
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predicadores tenían por fuerza que atender a las exigencias de su público; siervos
de la Palabra (Lc 1,2; Hch 6,4). Predicaron con formas de expresión adaptadas,
pues se sabían "deudores de griegos y bárbaros, sabios e ignorantes" (Rom 1,4).
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Hay expresiones cronológicas como: [entonces][habiendo
atardecido][en aquellos días]y topográficas como: [al
monte][sobre el llano][en el camino][en
casa] [junto al mar].
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Pero también descubrimos una serie de diferencias con los discípulos de los
rabinos:
Los discípulos no se juntan con Jesús para convertirse a su vez en
maestros de otros discípulos; es Jesús quien se escoge sus discípulos.
Presenta unas exigencias extraordinarias: riquezas y familia por debajo del
seguimiento de Jesús hasta con riesgo de la propia vida (Mc 10,28; Mt
8,22; Lc 5,11; 9,61).
Da una profundidad única al "seguimiento": es Jesús quien llama; exige
adhesión total a su persona, más que a su doctrina. Le da color mesiánico
y pide al discípulo que se identifique con su destino (Mt 8,19; Mc 8,34; Jn
12,25); haciendo pasar el destino escatológico de la gente por la acogida
de su persona.
Entre todos sus admiradores, Jesús se escoge un grupo restringido: 72 (Lc
10,10), 12 (Mc 3,13-19 par). Mc 3,13-19 es un texto de composición
arcaica. Los escoge para que estén con él (discípulos) y para extender su
predicación del Reino de Dios (Mc 6,7-11; Mt 9,35; 10,42; Lc 9,1-5 y
10,1-6).
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embargo no sólo era una cuestión de ayuda memoria. Jesús también hablaba así,
usando el mismo estilo que tenían los maestros sapienciales21.
Además, si examinamos las palabras de Jesús transmitidas a nosotros, tienen
como característica común su concisión: "Hay más dicha en dar que en recibir"
(Hch 20,35). Ya se trate de palabras sapienciales, proféticas, apocalípticas,
legales, normas de la comunidad o palabras en primera persona, afloraban el
ritmo, rima, verso, estrofa, paralelismo, repeticiones...
Las comparaciones más amplias, también estaban pensadas para ser
aprendidas (ver paralelismos en Mt 7,7-11 y Lc 11,9-12). Otro elemento
importante del estilo oral era el recitado (cfr. Mt 6,19-21; 7,24-27) y las
parábolas (ambos mnemotécnicos usados por los rabinos).
Además, los discípulos de Jesús como los de los rabinos, no eran oyentes
pasivos; participaban activamente preguntando al maestro, quien la mayoría de
las veces estimulaba la discusión. El maestro solía concluir su discurso o su
enseñanza con una frase fácil de memorizar que contenía la síntesis de toda su
enseñanza. Podría ser el mismo maestro quien formulara la síntesis para sus
discípulos, pero podrían ser también los mismos discípulos los que retenían una
palabra o una acción del maestro que les impresionaba, o bien una síntesis de la
enseñanza escuchada. A veces, hasta podían ser las generaciones posteriores que,
llevadas por nuevos problemas, buscaban y valorizaban las enseñanzas o los
ejemplos antiguos dados por Jesús. Así, por ejemplo, numerosas sentencian
individuales que componen ahora el Sermón de la Montaña eran en su origen una
fórmula sintética y rítmica con las que Jesús habría resumido núcleos de
discusión de jornadas diversas.
En conclusión, Jesús enseñó según los métodos usados en su tiempo. En los
Evangelios, todavía podemos descubrir indicios de su estilo oral: las repeticiones
frecuentes, el recurso a palabras-clave, las sentencias rítmicas y los paralelismos,
las imágenes y los enigmas, las aliteraciones y las asonancias. Tanto por la forma
como por el contenido su enseñanza recuerda el de los rabinos, aunque no
siempre concuerda con ellos. Igual que ellos, él deseaba que el pueblo
comprendiese la voluntad de Dios con una fuerza vinculante. Jesús se sitúa en la
línea de los profetas, pero no refiere su enseñanza a Dios con las fórmulas “dice
YHWH” o bien “oráculo de YHWH”, sino con la atrevida fórmula: "Yo os digo".
Aunque apela, como los rabinos, a textos de la Escritura, no lo hace para
confirmar su opinión, sino para contradecir o convencer al contrario. Jesús se
pone a la par de Dios, lo que asombra a sus adversarios (Jn 7,15) y a sus oyentes
(Mc 1,27; Mt 7,29). Su enseñanza lo fue con autoridad (Mc 1,22.27; Mt 7,29) y
la comunidad primitiva recordó esas palabras no tanto como predicación del rabí
de Nazaret, cuanto como palabra normativa del Señor presente en la vida común.
21
Cfr. Prov 6,27-28: “¿Podrá uno llevar fuego en el seno sin que se le queme la ropa?,
¿Podrá uno caminar sobre ascuas sin quemarse los pies?” y Lc 6,39: “¿Podrá un ciego
guiar a otro ciego sin que caigan los dos en el pozo?”.
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4. Apotegmas
Un recurso frecuente en la literatura antigua, pagana y cristiana, es un breve
relato que sirve de cuadro a una sentencia ( = dicho). Los apotegmas en
los sinópticos son aquellas escenas que apuntan directamente a una palabra suya,
pasando todo lo demás a un segundo plano (cfr. Mc 2,15-17; 3,22-27; 10,17-22).
Originariamente, los apotegmas eran por sí solas ininteligibles; por eso era
probable que una sentencia aislada fuera recogida en un encuadre narrativo que
después se alargó en forma de escena (cfr. Mc 1,16-20; Mt 11,2-6).
Entre los apotegmas se distinguen el grupo de discursos polémicos y/o
didácticos, en los que Jesús queda confrontado por una pregunta de un
antagonista (Mc 2,1-12.15-17.18-20; 2,23-28; 3,1-6; 7,1-23) o responde a
problemas que, normalmente, acucian a la comunidad cristiana (Mc 9,38-40;
10,35-45; 12,28-34; Lc 12,13-14; 13,1-5). La ocasión puede proporcionarla un
milagro (Mc 3,1-6), o simplemente una pregunta dirigida a Jesús (Mc 10,17-22;
12,28-34). Y el grupo de los apotegmas biográficos que tienen como centro una
palabra de Jesús que desvela su persona, su misión, o propone el comportamiento
exigido a quien le sigue.
Son creaciones de la comunidad que expresan la idea que se hacían de su
Señor. Les falta verosimilitud histórica y dan una visión sumaria y simbólica de
la persona de Jesús (cfr. Mc 1,16-20; 2,14; 3,31-35; 6,1-6; 10,13-16; Lc 57-
60/Mt 8,19-22; Lc 11,27-28). Su contexto vital es la polémica, y su estilo y
parentesco con los diálogos rabínicos, apuntan a un origen palestino.
5. Palabras de Jesús
Los discursos de Jesús en los Sinópticos están constituidos por pequeñas
unidades que pueden extraerse tranquilamente del contexto sin turbar el sentido
del conjunto total23. En la comunidad cristiana circularon desde muy temprano
estas colecciones de sentencias del Señor, desprovistas de marco narrativo. Al ser
acogidas en la redacción de cada evangelista, tomaron su sentido actual en el
contexto narrativo en el que fueron insertadas (Mt 5,25-26; Lc 12,57-59). Que
fueron transmitidas sin mayor conexión entre sí, lo prueba el hecho de que
aparezcan en los Sinópticos las mismas palabras en contextos muy diferentes
22
Además, ver H. ZIMMERMANN, «Formas y géneros literarios en el Nuevo
Testamento», en J. SCHREINER (ed.), Introducción a los métodos de la exégesis bíblica,
Barcelona 1984, 299-334.
23
Por ejemplo Mt 6,9-13 respecto a 6,1-18. Las pequeñas unidades que componen los
largos discursos de Jesús, o que incluso se encuentran aislados, se suelen llamar logia.
Un célebre logion conservado fuera de los Evangelios está en Hch 20,35. Por logia
(logion en singular) entendemos dichos breves o sentencias de Jesús, fácilmente
aislables de su contexto.
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2. Dichos proféticos: Jesús también fue visto como Profeta (Mc 6,15; Lc
24,19; cfr. 4,16-30). Los relatos evangélicos lo presentan con la
conciencia de inaugurar el Reinado escatológico de Dios (Lc 11,20).
Mediante estos dichos, Jesús anuncia la venida inminente de la salvación y
urge a la conversión (Mc 1,15; Mt 12,28/Lc 11,20). Si bien no utiliza el
típico "así dice del Señor" de los oráculos proféticos, igual se le reconocía
la autoridad de su enseñanza (Mc 1,27; Mt 11,5-6; Lc 6,20-21; 10,23-24;
12,8-9). Son dichos concisos y breves, frecuentemente paradójicos. Los
hay de salvación (Mt 11,6; Lc 6,20-23) o de amenaza (Lc 6,24-25), de
exhortación (Mt 13,33-37) o simplemente apocalípticos (Mc 13,2; 14,58;
Lc 17,20-21.23-24)24. Algunas de estas sentencias pudieron provenir de los
profetas cristianos y ser atribuidas a Jesús (Mt 10,16; Lc 10,19-20); otras
completan frases auténticas de Jesús con adiciones que tocan directamente
la problemática comunitaria del momento (Mt 5,10-12; Lc 6,22-23). No es
raro que aparezcan dentro de composiciones literarias más amplias en las
que es evidente el aporte cristiano (Mc 13,5-27).
24
a) anuncio de salvación: macarismos (Mt 5,3-9 = Lc 6,20-23; Mt 13,16 = Lc 10,23-
24; Mt 11,5-6 = Lc 7,22-23); promete el 100% (Mc 10,29 par); b) amenaza: Ay! (ricos
[Lc 6,24-26], ciudades del lago [Mt 11,21-24 = Lc 10,13-15], escribas/fariseos [Mt 23ss
y par], Jerusalén [Mt 13,37-19 = Lc 13,34-35]); ¡Estad preparados! (Mc 1,15; Lc
12,35.38; 21,34-36; Mt 24,43-44); destrucción del Templo, de la ciudad, del mundo
(Mc 13 par); predice el retorno del Hijo del Hombre.
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otras que las tuvo que crear la comunidad, preocupada por su disciplina
interna y por regular la misión.
6. Controversias
Es un género muy conocido y cultivado por los rabinos: una discusión entre
especialistas, frecuentemente, en el marco de una comida.
En este caso el recurso a la Escritura es el elemento fundamental y se
introduce cuidadosamente. Jesús practica este género literario (cfr. Mt 22,41-46).
Algunas controversias han podido ser reagrupadas en la comunidad para mostrar
que Jesús conocía bien las reglas en uso. Jesús se enfrentó a menudo con sus
adversarios y manejó el argumento escriturístico con maestría. Sus discípulos,
enfrentados con los mismos adversarios, tenían interés en recordar y aprender la
lección. Los rabinos tenían la costumbre de plantear tres cuestiones a las que
respondían, y luego, ellos interrogar a sus discípulos. Tal es la secuencia que
encontramos en Mt 22,15-46.
7. Parábolas
En el primer siglo, las parábolas eran el modo usual de presentar el
pensamiento de los rabinos. Aparecen como comparaciones desarrolladas en
forma de historias. Normalmente, se pueden resumir en dos frases: “así como...
así también...” En el NT suelen comenzar con la fórmula: "se parece a...".
Jesús convirtió las parábolas en la forma más expresiva de su predicación.
Las parábolas relatan la imagen describiéndola como experiencia de vida y
pidiendo al oyente su asentimiento. Son, sin duda alguna, la parte más importante
25
BULTMANN coloca en esta categoría: a) las veces que Jesús habla de su venida; b)
cuando habla de su misión; aunque estas palabras estén expresadas en 3ra persona, o
referidas al Hijo del Hombre. Jesús aparece, no sólo como un profeta de Dios, sino,
sobre todo, como Mesías escatológico y Juez del mundo. En algunos casos la
experiencia de la resurrección tenida por la comunidad ha llegado a configurar
claramente la redacción de estas sentencias de Jesús: ver Mt 28,18-20; Mc 1,17; 9,19;
Lc 10,19-20; 22,28-30; 24,49.
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SINÓPTICOS
7.1.1 Relatos de milagros
Son aquellas narraciones cuyo exclusivo interés es el relato de la acción
milagrosa y no están finalizadas en una palabra reveladora de Jesús (Mc 1,23-
27.29-31.40-43; 3,1-6; 5,1-20; 7,24-30; 10,46-52). Abundan en detalles (Mc
1,30; 5,22; 7,26; 10,46). No están interesadas en edificar al oyente. Es normal
que sean los hombres quienes van hacia Jesús (Mc 1,30.40; 5,22; 7,25.32; 8,22;
9,17; 10,46-48). Buscan proclamar a Cristo, presentándolo cercano y compasivo
a marginados y enfermos. Jesús no es visto tanto como un taumaturgo más (Mc
1,23-28; 5,1-20; 9,14-27), sino como el Santo de Dios (Mc 1,24), su hijo (Mc
3,11), que tiene poder superior al de Satán (Mc 3,27). Califican más la persona de
Jesús y no se interesan tanto en el portento. Cuentan con paralelos muy cercanos
en la literatura contemporánea, sea judía como helenista. Los Evangelios ofrecen
29 ejemplos (5 exorcismos, 18 curaciones y sólo 6 milagros de naturaleza).
Poseen el siguiente esquema básico: 1) introducción: presentación de la
situación; 2) petición de la intervención: confianza del demandante; 3)
intervención de Jesús: palabras (+ gestos); 4) mención del efecto producido; 5)
reacción de los espectadores: temor / admiración.
Los relatos de milagros son, en su esencia, historias epifánicas,
demostraciones del poder y la autoridad mesiánica de Jesús. Muy pronto
aparecieron reunidos en ciclos (Mc 4,35-6,52; Jn 2,1-11; 4,46-54; 5,2-9; 6,5-
14.15-25; 9,1-7; 11,1-45). Se ha pensado que la propaganda cristiana, en plena
evangelización del mundo helenístico, pudiera haber adaptado tales colecciones a
las concepciones religiosas de su entorno (Mc 9,29), presentando a Jesús como
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7.1.2 Relatos cristológicos
Son aquellos relatos que están profundamente marcados por la fe comunitaria.
A pesar de aportar circunstancias verosímilmente históricas y presentarse como
verdaderas narraciones de lo sucedido, delatan la presencia de motivos
legendarios. Su intención es la de mostrar el carácter mesiánico de la persona de
Jesús.
Tales relatos serían el bautismo, la transfiguración, los relatos de la infancia y
los relatos pascuales en torno a la sepultura y a las apariciones. Estos relatos
contenían, además, actuaciones de Jesús que en sí mismas podían presentarse
como enseñanza para sus discípulos (Mc 10,13-16). También ofrecían,
ejemplarizadas en la vida del maestro, situaciones que se estaban viviendo en la
comunidad (Mc 6,1-6; 7,29-30).
7.1.3 Anunciaciones
Pretenden presentar una experiencia vocacional que dura toda la vida del
sujeto en un relato que concentra a un momento original el resultado del proceso:
vocación de María, de los Apóstoles, de Pablo, etc.
Siguen el siguiente esquema: 1. Presentación de la escena y de los
personajes. 2. Un enviado divino saluda al personaje. 3. Éste se extraña y
manifiesta su temor. 4. El enviado divino comunica su mensaje. 5. Pregunta del
interesado + nueva precisión del mensaje. 6. Signo. 7. El enviado divino se retira
Se puede comparar Jc 6,11-24 con Lc 1,26-38.
7.1.4 Relatos de la Pasión
Se puede admitir con seguridad que la narración de la Pasión, en su conjunto
(Mc 14,1-15,47; Mt 26,1-27,66; Lc 22,1-23,56; Jn 18,1-19,43), nació muy
pronto. Muy probablemente, es el relato más antiguo de toda la tradición
evangélica e incluso la base para su formación.
A la afirmación del hecho en sí mismo, siguió enseguida la narración de otros
sucesos históricos que explicaban el cómo de la afirmación de fe. Esos sucesos
fueron vistos, en consecuencias, siempre bajo una dimensión kerigmática, como
lo prueba el continuo recurso a textos del AT, especialmente el cuarto Cántico
del Siervo y los Salmos 22 y 69.
Los relatos de la Pasión se presentaban como una sucesión continuada de
escenas relativas todas a las últimas horas de Jesús, desde el prendimiento hasta
la confirmación de la sepultura vacía. Un primer esbozo puede verse en las
predicciones de la pasión (Mc 8,31; 9,31; 10,33-34 par). Más adelante se amplió
con los relatos de la Cena de despedida (Mc 14,22.24.25), de la unción en
Betania (Mc 14,3-9; cfr. Lc 7,36-50), de la entrada triunfal en Jerusalén (Mc
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11,1-11), del choque con sus adversarios (Mc 11,27-12,44) y del discurso acerca
de la proximidad del fin (Mc 13).
Llama la atención la homogeneidad del relato y su desmesurada extensión
con respecto al restante material tradicional, puesto que cubre tan sólo los
últimos días de la vida de Jesús. Esta tradición contiene, además, escasas
referencias a los milagros de Jesús (Mc 15,31) y casi ningún influjo de sus
palabras se puede detectar en ella (Lc 22,24-50). Lo que obliga a pensar que
experimentó una evolución independiente de la tradición sobre Jesús que ofrecía
lo sucedido antes de la Pasión.
7.1.5 Narración histórica
Es aquel pasaje que se refiere a algún hecho histórico, pero que procede de
fuente extra-cristiana. Fuera de la tradición evangélica estaría el relato del fin de
Herodes (Hch 13,20-23); en la tradición de Marcos sólo contamos con la
narración de la muerte del Bautista (Mc 6,17-19). La narración ha sido aceptada
por el redactor; lenguaje y estilo la diferencias; por su forma habría que
considerarla un relato corto, que se habría transmitido independientemente y que
narra con marcados matices legendarios la pasión del Bautista.
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9.1 Etapas secuenciales
El proceso de composición de los relatos evangélicos, podría resumirse
así:
Salvación Pasión - Resurrección + Anuncios de la Pasión + Disputas +
Transfiguración
Buena Noticia Milagros + Discursos + Ministerio del Bautista
Infancia De Jesús + Del Precursor
9.2 Etapa literaria
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IV. Nosotros HERMENEUTICA
Mc Mt Lc total
Mc tiene en común con - 600 v. 350 v. 661 v.
Mt tiene en común con 600 v. - 240 v. 1060 v.
Lc tiene en común con 350 v. 240 v. - 1149 v.
Material propio 35 v. 350 v. 548 v. -
Numerosas discrepancias:
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Mc Mt Lc otros
Padre Nuestro - 6,9-13 11,2-4 -
Palabras Ultima Cena 14,22-25 26,26-29 22,19-20 1Cor 11,13ss
Palabras en la Cruz 15,34 27,46 23,34.43.46 Jn 19,25-30
9.5 Propio de Mateo
Constituye 1/3 del material total del Evangelio. Entre otros, tenemos los
elementos de la infancia (1,18-25: 2,1-12.13-23), los del sermón de la Montaña
(5,17-24.27-30.33-37), de las parábolas de la cizaña (13,24-30.36-43), del tesoro
- perla (13,44-46) y los de la red (13,47-50).
9.6 Propio de Lucas
Constituye la 1/2 del material total del Evangelio. Entre otros elementos están
las escenas de la infancia (1,5-56), las parábolas del buen samaritano (10,25-37),
del amigo importuno (11,5-8), de la dracma perdida (15,8-10), del hijo pródigo
(15,11-32), del administrador infiel (16,1-13), del pobre Lázaro (16,19-31), del
juez inicuo (18,1-8), del fariseo-publicano (18,9-14). La narración de Marta y
María (10,38-42) y el milagro de los 10 leprosos (17,11-19).
9.7 Propio de Marcos
Constituye 1/10 del total del contenido del Evangelio. Entre sus elementos
propios tenemos la parábola de la simiente que crece sola (4,26-29), la curación
del sordomudo (7,32-37), la curación del ciego de Betsaida (8,22-26), el joven
que huye en el huerto (14,51-52), etc.
9.8 Mutua dependencia
San Agustín afirmaba que "primero fue escrito el Evangelio de Mateo,
después el de Marcos, y en tercer lugar el de Lucas; por último fue escrito el
Evangelio de Jn y aunque cada uno sigue su orden, no desconoce al anterior"27.
26
La primer Sinopsis fue publicada por J. J. GRIESBACH, Synopsis Evangeliorum
Matthaei, Marci et Lucae. Synoptic and text-critical studies 1776-1976, Cambridge
1978. Otras reconocidas posteriores fueron: X. LÉON-DUFOUR, Concordance des
Évangiles Synoptiques, Paris 1956; K. ALAND, Synopsis Quattuor Evangeliorum,
Stuttgart 1964; J. LEAL, Sinopsis de los cuatro evangelios, Madrid 19753; M. E.
BOISMARD, Synopse des quatre Evangiles en français, Paris 1972. Sobre las cuestiones
tratadas en este apartado, uno de los estudios más detallados es el de R. AGUIRRE
MONASTERIO – A. R. CARMONA, La investigación de los evangelios sinópticos y
Hechos de los Apóstoles en el siglo XX, 17-276.
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Según esta teoría, las semejanzas se explican por la mutua dependencia, y las
diferencias fueron vistas por las diversas personalidades de cada uno de los
evangelistas.
9.12 Prioridad de Marcos
J. KOPPE (1782) y G.C. STORR (1786) afirmaron que el de Marcos fue el
primer Evangelio y Mt y Lc dependen de él; debido a que
el 90% de Mc se encuentra en Mt y el 50 % de Mc en Lc
el orden narrativo de Mc es casi el mismo que Mt y Lc
el estilo de Mc es más arcaico y menos cuidado que Mt y Lc
Cada una de estas hipótesis explica las semejanzas o bien las diferencias, pero
no ambas al mismo tiempo
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según se tome un cómputo u otro (la dificultad estriba en precisar el inicio del
imperio de Tiberio, quien fue asociado al gobierno de Octavio en el 12 dC y
proclamado emperador el 14. Además, no se sabe qué calendario -romano,
hebreo, helenista- es el que utiliza Lc). También menciona a Poncio Pilato
(prefecto 26-36 dC), Herodes Antipas (virrey de Galilea 4 aC - 39 dC), Felipe
(virrey de Traconítide 4 aC - 34 dC), Caifás (Sumo Sacerdote 18 - 36 dC).
Queda por determinar cuándo comenzó Jesús su ministerio público. Según Lc
3,23, ya había cumplido los 30 años, la edad mínima en que los discípulos de los
rabinos podían recibir la imposición de manos (semikah) y comenzar ellos
mismos a enseñar.
En Jn 8,57 los fariseos echan en cara a Jesús su pretensión de haber visto a
Abrahán, cuando en realidad aún no había cumplido ni los cincuenta. Durante la
primera fiesta de pascua, los antagonistas de Jesús dan a entender que están en el
año 46 de los trabajos de mejora del Templo ordenados por Herodes (cfr. Jn
2,20), e iniciados el 20/19 aC.
Más difícil resulta establecer la duración de su ministerio. Los sinópticos
hacen retrasar el ministerio de Jesús a la encarcelación de Juan (Mc 1,14 par), y
suponen la duración de un año o menos. En cambio Jn hace coincidir la
predicación del Bautista con el inicio de la actividad de Jesús como maestro
(3,22-23) quien durante su predicación, presencia tres Pascuas (Jn 2,13.23; 6,4;
11,55; 13,1) y otras fiestas del calendario judío (Jn 5,1; 7,2; 10,22) que llevarían
a pensar en una duración de, al menos dos años, si no tres o cuatro años.
9.16 Año de la muerte
Los cuatro Evangelios canónicos, junto a Hechos, Josefo y Tácito coinciden
en afirmar que Jesús fue ajusticiado bajo Poncio Pilato (prefecto 26-36 dC). Jn
puntualiza que fue durante el pontificado de Caifás (18-36 dC).
Jesús murió y fue sepultado un viernes (víspera del sábado) antes de la puesta
del sol. Para los sinópticos, aquel viernes fue el 15 de Nisán, el día de la pascua
judía (Mc 15,42; Lc 22,14-15); para Juan, sin embargo, fue el 14 de Nisán, la
vigilia cuando se inmolaba y se comía el cordero pascual (Jn 18,28; 19,14.31.42;
cfr. Ex 12,6). O sea, la pregunta es si aquel jueves a la tarde, ¿el día de la última
cena coincidió o no con el banquete pascual que celebraban los judíos el 14 de
Nisán? Juan y los Sinópticos se separan en este punto.
La cena de despedida se celebró, pues, según la tradición evangélica, en jueves
(viernes, según el cómputo judío); la ejecución se realizó en viernes al igual que
la sepultura (ésta en la frontera del viernes y del sábado, según el cómputo judío).
Las discrepancias se dan respecto al día del mes en que cayeron esos días. La
cuestión no es indiferente, por lo que se refiere a la historia como a la teología (la
cuestión es si la cena de despedida de Jesús fue o no cena pascual). El 15 de
Nisán (sinópticos) cayó en viernes el año 27 dC. El 14 de Nisán (Jn) cayó en
viernes el 30 dC (el 7 de abril) y el 33 dC (el 3 de abril). La solución de este
problema histórico es compleja. Pero lo esencial es su significado: para los
sinópticos, Jesús sustituye un rito (banquete pascual) por otro rito: la cena se
convierte en la eucaristía cristiana, donde se celebra la pascua de Cristo; mientras
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para Juan, Jesús sustituye un rito (inmolación del cordero) por un acontecimiento
vivido: su muerte en la cruz (que los cristianos celebran en la eucaristía).
Puesto que los datos sinópticos dan una duración de un año al ministerio de
Jesús, algo poco verosímil, la mayoría de los comentaristas opta por preferir la
cronología joánica; según la cual, la vida pública de Jesús habría durado de dos a
cuatro años. Armonizando los datos del comienzo de la predicación pública de
Jesús antes mencionados, podríamos situar su ministerio del 27 al 30, como fecha
más temprana o del 29 al 33, como fecha más tardía.
9.18 La patria
Según la tradición más antigua, Jesús fue oriundo de Nazaret, una
insignificante aldea de la baja Galilea, a unos 20 kms al sur de Séforis, la capital,
por aquel entonces, cercana al monte Tabor. Vecinas eran Caná y Naín, también
pequeñas e insignificantes. En Jn se llega a esgrimir el origen galileo de Jesús
como prueba contra su pretendido mesianismo (7,40-42): es de todos conocidos
sus orígenes, sus padres (Mc 6,3; Lc 3,23; 4,22; Jn 6,42) y su patria (Jn 1,45;
7,25-31). Tal dato resulta difícilmente comprensible como invención de la
primera comunidad, dado el carácter escandaloso de la misma: la neo-convertida
Galilea era despreciada por el judaísmo centralista de Jerusalén.
La identificación de Belén (Judea) como lugar del nacimiento (Mt 2,5-7; Lc
2,4) es consecuencia de las afirmaciones cristológicas de la tradición post-
pascual. Mateo, a partir de la Escritura, relaciona el nacimiento de Jesús con
Belén (2,4-7), pero también señala que Jesús es conocido como "el nazareno"
(2,23). Lucas se vale del artificio del censo para hacer residir por un tiempo a los
padres de Jesús en Belén y para afirmar su pertenencia al clan de David (Lc 2,1-
52).
Ya que la afirmación de la ascendencia davídica de Jesús se halla atestiguada
por diversos estratos de la tradición cristiana (Rom 1,3-4; cfr. 2Tim 2,8; Mt 1,20;
Lc 1,27; 2,4; 3,31; Hch 2,25-31; 13,22-23), fue probablemente tal convicción la
que motivara que se identificase Belén como patria del Mesías Jesús (Miq 5,1).
Con todo, que una tal afirmación de fe (cfr. 2Sam 7,12-14) se base efectivamente
en un hecho histórico es algo improbable.
9.19 La familia
Las noticias que sobre su familia nos han llegado son escasas, pero, en
conjunto fiables. Conocemos el nombre de su padre adoptivo, José (Yosef; Lc
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9.20 Formación
Su lengua materna sería el arameo hablado en Galilea (Mc 5,41; 7,34; 14,36).
Dado el grado de helenización que había en Palestina, desde hacía tres siglos, es
verosímil que supiera algo de griego. Además, conocía el texto bíblico y por lo
tanto, el hebreo, a la perfección (cfr. Lc 4,16-17).
Los antagonistas de Jesús y sus discípulos reconocen en Él su capacidad
para argumentar a partir de las Escrituras (Mc 2,23-38; 3,16.22-30; 7,1-23;
10,2-12; 12,13-34; Jn 3,1-14; 5,16-7; 8,13-20; 9,40-10,39).
Su maestría en la narración y su contacto permanente con los maestros del
movimiento fariseo hacen pensar que no tenía nada de inculto; al contrario,
pertenecía a las capas religiosamente cultas de la región. Lo confirma el título
que le otorgan sus adversarios y discípulos, sin discutírselo: maestro y rabí.
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9.21 Situación social
Jesús es identificado como artesano () de la madera, la piedra o el
metal (ver Mc 6,3). Tal oficio, sin presuponer una posición social desahogada,
daba a la persona una independencia y un status superior al de un asalariado.
Las fuentes no dicen nada sobre el estado civil del Jesús adulto. La tradición
no esconde el hecho de que, durante su ministerio público, se dejara acompañar
por mujeres (Lc 8,2-3; Mc 14,20; Mt 20,20; 27,56), sin embargo, no menciona,
ni siquiera deja sospechar la existencia de una mujer y/o unos hijos propios.
Además recuerda que a sus discípulos Jesús les impuso la renuncia, temporal por
lo menos (1Cor 9,5), de la propia familia (Mc 10,29; Lc 18,29), lo cual supone,
sin absolutas certezas, que él tuviera que hacerlo.
9.22.1 Juan, el bautista
De la figura histórica de Juan tenemos suficientes fuentes de información.
Flavio Josefo lo presenta como un hombre de bien, predicador moralizante de
masas, que encontró la muerte, debido a la suspicacia de Herodes Antipas ante el
éxito de su predicación evangélica (cfr. Mt 14,6-12).
Es posible que Juan apareciera, y se entendiera a sí mismo, como el profeta
del juicio inminente, como el último predicador de la catástrofe final (Mt 3.7-
10.11-12; Lc 3,7-9.16-17). Dentro de la expectativa apocalíptica, Juan incluyó un
gesto significativo: su forma ascética de vestir y vivir, exiliado en el desierto (Mc
1,4-6). La praxis bautista era común con otros grupos religiosos (por ejemplo, la
comunidad de Qumrán) y procedía de las normas de purificación judías. Los
mismos discípulos de Juan se destacaban por una vida de ayuno y oración (Mc
2,18; Mt 9,14; Lc 5,23; 11,1). Dentro de la corriente apocalíptica de la época,
resulta verosímil que Juan Bautista esperara la aparición inminente de una figura
mesiánica: el "fuerte por venir", que tendría en su mano la tarea del juicio divino
(Mc 1,7-8; Mt 3,12; Lc 3,17).
Jn evangelista habla de un tiempo en el que Jesús bautizaba como Juan (Jn
3,22-23; 4,1); de hecho, sus primeros discípulos salieron del entorno de Juan (Jn
1,37-42).
A pesar de la reelaboración cristológica a que fue sometido el relato del
bautismo de Jesús por Juan, el dato aparece históricamente fiable (Mc 1,9-11
par). Posiblemente Jesús mantuvo una opinión favorable de Juan (Mt 11,1-9.12-
13; 21,23-27.32; Lc 7,18-35; 16,16). Pero Jesús rompió con Juan y con su
movimiento; dejó el desierto, prefiriendo las aldeas de Galilea como escenario de
su ministerio, dentro del marco del movimiento fariseo. Si es verdad que Jesús no
puso en duda la misión y la autoridad de Juan, no es menos cierto que no
continuó su obra. Habiendo visto en Juan la inminencia del juicio de Dios, una
vez encarcelado éste, se lanza a predicar por Galilea su Evangelio de la cercanía
del Reino, al que también los pecadores se hallan invitados.
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9.22.2 El desierto
Los relatos de las tentaciones de Jesús (Mc 1,12-13 par) se hallan fuertemente
“cristologizados”, como los de su bautismo. No obstante, dada la relación inicial
de Jesús con Juan, no podemos negar la posibilidad de una estancia de Jesús en el
desierto. En Lc 22,28, que pertenece a una etapa antigua de la tradición
evangélica, Jesús afirma la realidad de sus pruebas. Jesús conoció momentos de
duda e incertidumbre en su ministerio (cfr. Lc 4,13; Heb 4,15; 12,2). Los actuales
relatos de las tentaciones son la sistematización cristológica de ambos datos de la
tradición: las pruebas de Jesús y su estancia en el desierto, lugar de prueba en la
tradición deuteronomista del AT.
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9.24 La provocación
No sabemos cuánto tiempo permaneció Jesús en Jerusalén durante su última
estadía; ni es posible reconstruir el itinerario seguido para llegar a ella. Es
verosímil que, partiendo de Cafarnaún (Mc 9,33), se acercara por la ruta del
Jordán (Mc 10,1), siendo Jericó (Mc 10,32.46) y Betania (Mc 11,1.11.12)
estaciones obligadas en su camino. En Betania, a unos 3 kms de Jerusalén,
pernoctó durante su estancia en Jerusalén (Mc 11,11.19; 14,3; cfr. Jn 11,1).
La entrada de Jesús en Jerusalén (Mc 11,1-10 par; Jn 12,12-19) es un hecho
histórico, aunque la descripción de esta entrada es legendaria. Jesús habría
entrado en la ciudad mezclado en la multitud de peregrinos, algunos de ellos
enfervorizados por las expectativas escatológicas de aquellos años. Rodeado de
algunos de sus seguidores, sería reconocido y saludado por otros peregrinos
galileos. La noticia de la llegada de un predicador, más o menos apocalíptico,
venido de Galilea, con algunos de sus seguidores, más algún otro admirador
galileo, no podría sino levantar suspicacias entre las autoridades religiosas y
civiles de Jerusalén.
El relato de la purificación del templo (Mc 11,15-19 par; Jn 2,13-16; cfr. Zac
14,16-21) nos ha llegado revestido de una escenificación idealizada y con claras
interpretaciones mesiánicas; con todo, tiene visos de historicidad: un signo
profético realizado o, al menos, intentado por Jesús. La tradición sinóptica lo
sitúa en los días anteriores a su detención; la tradición joánica, sin embargo, lo
sitúa en la primera visita de Jesús a Jerusalén. Históricamente se comprende
mejor al final de su ministerio público.
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SINÓPTICOS
9.26 Prendimiento
La oración de Jesús en el Getsemaní es discutida, nadie la oyó. La escena del
prendimiento es legendaria. Con todo, la crudeza con que se narra el abatimiento
de Jesús no puede ser sino histórico por lo desmitificador que resulta. Aparece la
lucha de Jesús que se enfrenta sólo, tanto a su destino como a la tentación de
evadirlo. Históricamente, puede darse como verosímil que las autoridades (judías
en Mc 14,43.47 par; romanas y judías en Jn 18,3.12), queriendo evitar un tumulto
popular, detuvieran a Jesús cuando éste estaba sólo, y se ayudaran de alguno de
los suyos.
9.27 El proceso
Los relatos concuerdan en narrar un doble proceso de Jesús, ante el Sanedrín
primero (Caifás Mc 14,52-65 par; Anás, primero Jn 18,13-14.19-24) y ante el
Prefecto romano después (Mc 15,1-27 par; Jn 18,28-38). Sin embargo, no resulta
fácil asegurar la historicidad de los dos procesos, ni establecer su legitimidad
jurídica ni, incluso, reconstruir su posible desarrollo.
La narración del proceso ante el Sanedrín, en su estado actual, es una
confesión de la “mesianidad” de Jesús, que muy difícilmente puede tenerse por
verosímil. Más bien refleja la fe post-pascual de la comunidad (Mc 14,61 par).
No parece que fueran los testigos presenciales quienes transmitieron la narración
del proceso; ni éste, al desarrollarse de noche, se desarrolló judicialmente en
forma normal. Ni el delito de blasfemia era condenado con la muerte en cruz; ni
la pretensión mesiánica fue nunca objeto de la condena a muerte. Si no se puede
probar la historicidad de un juicio judío, sí que tuvo que darse alguna sesión de
algún comité de orden público tras ser detenido: la actuación pública de Jesús la
había provocado.
El interrogatorio ante Pilatos fue planteado en forma política: Jesús acusado
de pretensiones de realeza frente al poder romano. Ello hace más verosímil la
condena, pues sólo ante cuestiones semejantes actuaban los romanos. Podemos
pensar que Jesús fue entregado por los dirigentes judíos a Pilatos acusado de
sedición, y éste pronunció la condena a crucifixión de Jesús motivado por la
sospecha política de encontrarse ante un cabecilla de alguna sublevación
mesiánico-política (Mc 15,26 par; Jn 19,19). Las dudas de Pilatos sobre la
culpabilidad de Jesús y la escena de Barrabás no tienen visos de historicidad (Lc
23,18 lo silencia). El dato innegable es, no obstante, que Jesús murió condenado
en una cruz. Y sólo podían mandarla los romanos.
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9.28 Muerte en cruz
Es imposible reconstruir con certeza el camino recorrido por Jesús, desde la
residencia de Pilatos hasta el Gólgota (Mc 15,16.22). Primero habría que
determinar el lugar del interrogatorio romano de Jesús (¿la fortaleza Antonia, el
palacio Asmoneo, u otro lugar?).
La mención de Simón de Cirene, cuya familia es conocida por la comunidad
(Mc 15,21); la necesidad de ayuda por parte de Jesús, y el consiguiente estado de
debilidad del reo; las palabras de Jesús a las mujeres, teologizadas por la
tradición posterior (Lc 23,27-32), pueden entenderse en el contexto de un
encuentro con Jesús, motivado por la oferta a éste de los brebajes que, sabemos
por fuentes judías (Prov 31,6), solían prepararse para ayudar la agonía de los
condenados públicos: Jesús se negó a probarlos (Mc 15,23 par; Jn 19,29; cfr. Sal
69,22). Este dato, junto con el sorteo de las vestiduras (Mc 15,24 par; Jn 19,23-
24) fueron interpretados por la tradición cristiana a la luz de los Salmos (Sal
22,19; 69,22). Lo mismo habría que decir del cartel (titulus) fijado en la cruz,
costumbre romana atestiguada en otras fuentes (Mc 15,26; Jn 19,19). Su
historicidad podría verse en el hecho de que también a Jesús se le colgó la
sentencia condenatoria y que ésta fue de motivación política. La interpretación
cristiana veía en tal sentencia la proclamación paradójicamente profética de la
dignidad del Señor Jesús (Jn 19,19-22).
La crucifixión está narrada con la mayor sobriedad (Mc 15,24 par; Jn 19,23)
dado su carácter escandaloso. Las mujeres son testigos mudos de la muerte de
Jesús y de su sepultura, aunque sus nombres no coinciden en las diversas
tradiciones (Mc 15,40-41 par; Jn 19,25-26). A los dirigentes del pueblo y a los
ancianos les son puestas en la boca palabras contra el justo, tomadas del AT (Jer
18,16; Sal 22,8-9; Lam 2,15; Sab 2,19-20). Las palabras de Jesús en la cruz,
intentan expresar una comprensión teológica de la muerte del maestro, cada vez
más triunfalista (compárese Mc 15,34.37 con Jn 19,26.28.30). Más que ante una
crónica de los hechos nos hallamos frente a una interpretación de los mismos.
Las indicaciones sobre la hora de la muerte de Jesús no son seguras. Según Jn
19,14, Jesús fue condenado por Pilatos a la hora sexta; mientras que según
Marcos, a esa hora la tierra se cubrió de oscuridad, cuando Jesús llevaba ya un
tiempo crucificado. Los crucificados solían tener una larga agonía, incluso de
días. Jesús, al parecer, murió al cabo de unas horas. Sobre el día concuerdan los
evangelistas en que fue la víspera de sábado (Mc 15,42 par; Jn 19,31).
38
Dra. María Verónica Talamé INTRODUCCIÓN EVANGELIOS
SINÓPTICOS
9.29 Sepultura
Era costumbre romana que los ejecutados fueran abandonados en pública
exposición durante días. Eran enterrados sin cortejos fúnebres ni lamentos, en
fosas comunes la mayoría de las veces. Un entierro familiar era un verdadero
privilegio. Dada la abominación que suponía para la religión judía dejar un
cadáver sin enterrar a la puesta del sol (los crucificados eran malditos y una
abominación para la pureza de Israel, cfr. Dt 21,22-23), los romanos, en
Palestina, solían permitir el entierro de los ajusticiados el mismo día de la
defunción. La costumbre judía consistía en enterrar a los condenados en lugares
aislados para no contaminar a otros difuntos. En fuentes extra-bíblicas se constata
la existencia de hermandades fariseas cuya misión era la de procurar un entierro
a los cadáveres de los ajusticiados, a los que la familia y sus allegados no tenían
derecho29.
Respecto a la figura de José de Arimatea, al parecer en el momento de la
sepultura de Jesús, no es discípulo. Será la tradición posterior quien lo haga
discípulo. De momento es un miembro del Sanedrín "que aguardaba el reinado de
Dios". Esta expresión, Mc la aplica a los fariseos afines a Jesús (cfr. 12,34).
Posiblemente José de Arimatea era miembro de alguna de esas hermandades que
atendían a los condenados. Hace un acto de piedad hacia un difunto. Se han
encontrado cadáveres de otros condenados de aquella época, que también
recibieron sepultura, no en una fosa común, pero sí en una tumba común (por
ejemplo el crucificado hallado en Guivat-Hamivtar). José de Arimatea se arma de
valor porque su gesto podría ser interpretado como complicidad con el
condenado. Pero su situación de Senador (miembro del Consejo que ha acusado a
Jesús) le salvaguarda de tal sospecha.
Las mujeres-discípulas no participan en el entierro, se mantienen a distancia,
porque no se hallan en relación con el grupo de sepultureros. Quizá también por
seguridad personal, para no verse involucradas en el proceso contra Jesús.
Las prisas por enterrar a Jesús son verosímiles, en conformidad con la usanza
judía. La tradición evangélica tiende a dignificar la sepultura de Jesús: Mc 15,46
habla de una tumba; Mt 27,69 la califica como “nueva”; Lc 23,53 como aún no
usada y Jn 19,39 da a entender que el cuerpo de Jesús fue honrado
majestuosamente.
29
Otras hermandades, por ej., atendían la provisión de dote para las novias pobres o
huérfanas, otras la provisión de vino y de cabritos para la Pascua de los pobres, etc.
39
Dra. María Verónica Talamé INTRODUCCIÓN EVANGELIOS
SINÓPTICOS
por alguna/s mujer/es puede ser retenido como histórico, aunque la forma actual
del relato se halla muy teologizada.
ÍNDICE
I.- EL GÉNERO LITERARIO “EVANGELIO”........................................................................... 1
1. Significado y evolución del término “Evangelio”...................................................................1
1.1 Uso pre-cristiano..............................................................................................................1
1.1.1 Uso helenístico..........................................................................................................1
1.1.2 En el Antiguo Testamento.........................................................................................2
1.2 Evolución y uso cristiano.................................................................................................2
1.2.1 Un anuncio de salvación............................................................................................3
1.2.2 Documento escrito.....................................................................................................5
2. Los cuatro Evangelios canónicos............................................................................................8
II.- LA FORMACIÓN DE LOS EVANGELIOS ......................................................................... 9
1.- La comunidad: "lugar vital" del Evangelio...........................................................................10
1.1 La comunidad apostólica y las tradiciones................................................................10
1.2 Los ambientes comunitarios de la tradición..............................................................11
1.2.1 La liturgia comunitaria.....................................................................................11
1.2.2 La enseñanza apostólica...................................................................................12
1.2.3 La misión universal..........................................................................................13
2 La tradición oral acerca de Jesús de Nazaret......................................................................13
2.1 La tradición de las palabras.......................................................................................15
2.1.1 Jesús reúne un grupo de discípulos.......................................................................15
2.1.2 El método usado por Jesús....................................................................................16
2.1.3 Clasificación de las palabras de Jesús...................................................................17
2.2 La tradición de los hechos.........................................................................................20
2.2.1 Relatos de milagros...............................................................................................20
2.2.2 Relatos cristológicos.............................................................................................21
2.2.3 Anunciaciones......................................................................................................21
2.2.4 Relatos de la Pasión..............................................................................................21
2.2.5 Narración histórica................................................................................................22
3 Hacia la redacción de los Evangelios.................................................................................22
40
Dra. María Verónica Talamé INTRODUCCIÓN EVANGELIOS
SINÓPTICOS
3.1 Primeras colecciones de palabras..............................................................................22
3.2 La tradición oral........................................................................................................23
3.3 El kerigma apostólico................................................................................................23
4 La redacción de los Evangelios..........................................................................................23
4.1 Etapas secuenciales...................................................................................................24
4.2 Etapa literaria............................................................................................................24
4.3 Etapas históricas (Lc 1,1-4).......................................................................................24
4.4 Etapas del estudio......................................................................................................25
III.- LA CUESTIÓN SINÓPTICA ............................................................................................. 25
1.- La existencia del problema....................................................................................................25
1.1 Propio de Mateo........................................................................................................26
1.2 Propio de Lucas.........................................................................................................26
1.3 Propio de Marcos......................................................................................................26
2.- Principales intentos de solución............................................................................................26
2.1 Mutua dependencia...................................................................................................26
2.2 "Evangelio primigenio" (urevangelium)....................................................................27
2.3 “Teoría de los fragmentos” (Fragmentenhypothese).................................................27
2.4 “Teoría de las tradiciones” (Traditionshypothese)....................................................27
2.5 Prioridad de Marcos..................................................................................................27
2.6 Teoría de las 2 fuentes...............................................................................................27
3.- Juan y los Sinópticos.............................................................................................................28
IV.- APUNTES BIOGRÁFICOS DE JESÚS DE NAZARET ...................................................29
1.- Marco cronológico y datos personales..................................................................................29
1.1 Año del nacimiento...................................................................................................29
1.2 Los años del ministerio público.................................................................................29
1.3 Año de la muerte.......................................................................................................30
1.4 El nombre de Jesús....................................................................................................30
1.5 La patria....................................................................................................................31
1.6 La familia..................................................................................................................31
1.7 Formación.................................................................................................................32
1.8 Situación social.........................................................................................................32
1.9 Los comienzos de Jesús............................................................................................33
1.9.1 Juan, el bautista.....................................................................................................33
1.9.2 El desierto.............................................................................................................33
2.- La predicación de Jesús.........................................................................................................34
3. El fin de Jesús.....................................................................................................................35
3.1 La provocación..........................................................................................................35
41
Dra. María Verónica Talamé INTRODUCCIÓN EVANGELIOS
SINÓPTICOS
3.2 La cena de despedida................................................................................................35
3.3 Prendimiento.............................................................................................................36
3.4 El proceso.................................................................................................................36
3.5 Muerte en cruz..........................................................................................................37
3.6 Sepultura...................................................................................................................38
3.7 El hallazgo de la tumba vacía....................................................................................38
3.8 Los relatos de la resurrección....................................................................................39
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA................................................................................................58
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Dra. María Verónica Talamé INTRODUCCIÓN EVANGELIOS
SINÓPTICOS
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA30
30
Únicamente referimos en esta oportunidad el material bibliográfico fundamental.
Toda Bibliografía complementaria con la que también fue elaborado el presente apunte,
por no ser de consulta obligatoria, será consignada oportunamente en nota al pié de
página en cada una de las partes pertinentes.
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