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Avatares

del comunicador
complejo y fluido
Del perfil del comunicador social
y otros devenires

Prólogo: Jesús Martín-Barbero

FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA


YRELACIONES INTERNACIONALES
Massoni, Sandra
Avatares del comunicador complejo y fluido. Del perfil del comunicador social y
otros devenires .- 1a ed. - Ediciones CIESPAL 214 p. ; 21x15,5 cm. - (Comunicación)
ISBN 978-9978-55-141-7

1. Comunicación. I. Título.
CDD 302.2

Avatares del comunicador complejo y fluido


Del perfil del comunicador social y otros devenires
Sandra Massoni

CIESPAL
Centro Internacional de Estudios Superiores
de Comunicación para América Latina
Av. Diego de Almagro N32-133 y Andrade Marín • Quito, Ecuador
Teléfonos: (593 2) 254 8011
www.ciespal.org
http://ediciones.ciespal.org/

Abril de 2016
Quito, Ecuador
Primera edición
ISBN: 978-9978-55-141-7

Corrección de textos:
Ari Tomás Bussi
Ediciones CIESPAL, 2016

Los textos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

Reconocimiento-SinObraDerivada
CC BY-ND
Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando la obra
no se modifique y se transmita en su totalidad, reconociendo su autoría.
Prólogo
Cuando lo que importa es
la comunicación que construye la gente
“Los convoco a desplegar la comunicación. A descomprimirla.
A abordar su multidimensionalidad sin descartar su fluidez. A hacernos
cargo de su situacionalidad en tanto es en la comunicación dónde, y a
a la vez cuándo, emergen los acomplamientos dinámicos y evolutivos de la realidad y los
actores socioculturales”.
Sandra Massoni

Este libro recoge un conjunto de crónicas enramadas en las que se nos


cuenta y propone cómo sacar a “la comunicación” del agotado mundo de los
“medios y los mensajes” para reubicarla en los mundos de vida, la vida que
entreteje la gente en los múltiples y diversos nosotros. Pues sólo entonces se
hace posible reubicar el foco, tanto de la investigación como de la forma-
ción de los comunicadores, para asumir las complejas transformaciones que
atraviesan nuestras sociedades. Ya que donde suceden los verdaderos cam-
bios hoy no es en la tecnología sino en la sociedad, o mejor en la sensibilidad
(el sentir implica tanto los sentidos como los sentimientos) de la gente del
común. Se trata entonces de cambios-con-historia, como la historia trazada
por Walter Benjamin, un extraño intelectual cuyo oficio o profesión sigue
desafiando a los académicos. En crónicas, injertadas en ensayos, Benjamin
nos contó cómo, en los comienzos del siglo XX, esas gentes del común se
vieron confrontadas a dos cambios enormes. Uno, la transformación de las
ciudades por la apertura de grandes (anchas y largas) avenidas que posibilita-
ban el paso de los primeros automóviles particulares, de los autobuses y los
tanques de guerra, permitiendo a la vez el paso de la muchedumbre, de los
transeúntes que llenaron rápidamente los andenes de esas avenidas. Nunca
antes la muchedumbre había podido hacerse visible en su enorme y peligrosa
desigualdad social y en su desafiante diversidad sociocultural. Antonio Negri
y Michael Hardt han retomado a la multitud como el eje central para pensar
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hoy tanto la guerra como la democracia, la irrupción de la multitud como


nuevo sujeto/actor de la emancipación social. Y el otro cambio histórico fue
el producido por el cine: una tecnología que revelaba la aparición de la otra
cara de la multitud en la oscuridad de la sala, su empatía con el relato de las
imágenes que tornaban cercano lo que durante siglos estuvo muy lejos de la
gente común. Dice Benjamin como si estuviera hablando sobre los sentires
de hoy: “con la dinamita de sus décimas de segundo, el cine hace estallar el
mundo carcelario de las casas, de las fábricas, de las oficinas”.
La profesora Massoni logra llevar la compresión del cambio que atra-
viesa la comunicación al entramado de las conversaciones y los conflictos
sociales pues ahora es ahí donde la comunicación se produce y donde la in-
comunicación entra a jugar un papel estratégico, tanto social como cultural
y políticamente. De ahí su insistencia en plantear los desafíos que entrañan
tanto la multimensionalidad como la fluidez de comunicación-ahora dejando
obsoletas la retahílas positivistas que confundieron a la comunicación con la
transmisión de información. A quien se atrevió, hace ya casi cuarenta años, a
escribir un libro con el más abstruso de los títulos (De los medios a las media-
ciones), la radicalidad del pensamiento que articulan los textos de este libro
le afianzan en el camino compartido. Pues sólo desde esa mirada radical se
hacen visibles tanto la hondura y densidad de las transformaciones societales
como las vetas de la innovación que necesitamos explorar y “explotar”. La
amenaza que se cierne sobre las pistas que trabaja este libro es doble: de un
lado, los muy diversos reduccionismos que en el mismo acto de afirmar lo
que en él se dice lo adelgazan y livianizan pervirtiéndolo; y de otro lado los
eternos radicales que se dedican a desvalorizar las propuestas por “no llegar
al fondo” de los males-que-entraña-el-capitalismo. Frente a esas viejas posi-
ciones, o lastres, sería necesario hacer una versión llana y contrastada (en un
vocabulario menos docto y más accesible al común latinoamericano) de las
ideas-matrices de esta propuesta: tanto de la conceptualización como de su
encarnación en programas de formación profesional.
Pues el desafío reside en re-ubicar “la” comunicación en los muy di-
versos modos en los que la gente se junta, se asocia, comparte y colabora,
coopera y participa, ya sea con motivos claros u oscuros (que no están a la
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vista) o, incluso, sin motivos, pues la gente hereda lazos y tramas de las que
recibe unos derechos y unas obligaciones. Desde los viejos sindicatos a las
novísimas formas en que se asocian los montones de gente joven sin trabajo
pero que lo están buscando a-su-manera; pasando por la imaginación que
derrochan muchas mujeres al inventar asociaciones feministas cuyas claves
mezclan y revuelven lo del más adentro con los “afueras” laborales, sexuales,
intelectuales.
Y es ahí que se insertan las nuevas figuras del comunicador. Ya que más
que en saberes académicos, el comunicador de nuestros días se perfila en sus
capacidades de mediador, de habitante en las interfases y las hibridaciones,
las convergencias y las asociaciones. Y por tanto se cualifica también en un
tipo de investigación que da cuerpo a las preguntas que se hace la gente en
medio del tumulto más que las pretendidas criticidades que se autovalidan en
los meros discursos académicos.
Resulta bien revelador que la idea y el programa que dan cuerpo a la
“comunicación estratégica” se proclame explícitamente ligada al movimiento
que –desde el acuerpamiento de los medios comunitarios- desembocó en la
lucha por la Ley de medios y su demanda estratégica del derecho ciudadano
a la comunicación. Sobre ese eje gira realmente el cambio en el oficio del
comunicador.
Un cambio que –a mi manera- introduje en el debate al diferenciar fuer-
temente la figura del comunicador-intermediario de la del comunicador-
mediador. Pues mientras el intermediario se afirma a si mismo como el que
sabe y por tanto reduce al resto de la gente a ser beneficiarios de su saber (sea
en el campo de la cultura, del arte o de la información política), el mediador
se cualifica trabajando con los saberes y sentires de la gente del común. De
manera que la figura –y el cuerpo- del mediador introducen una “política del
lenguaje” que sitúa el proceso de comunicación del otro lado, del lado de las
políticas de reconocimiento que a fines del siglo pasado constituyeron uno de
los grandes debates filosóficos/políticos de ese siglo.
Y ese paso del otro lado le plantea al comunicador una transformación
cuyas claves se empiezan a nombrar en este libro al dibujarlo como “especia-
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lista en reconocer y promover encuentros en la diversidad”. Lo que, a su vez,


exige del nuevo comunicador una decisiva opción: la de olvidarse de la neu-
tralidad que se le ha exigido al periodista tanto en la academia como desde el
tramposo debate sobre los medios; la responsabilidad del comunicador pasa a
cualificar ese oficio por encima de la neutralidad. Que es la manera más clara
de apostarle a una comunicación democrática puesto que sus posibilidades
de existencia yacen en la diversidad sociocultural y en la multidimensionali-
dad de sus opciones y alcances.
Hay algo que deja bien claro este libro y es que la comunicación -a lla-
mar hoy así- no es la que pasa en los aparatos sino en las organizaciones que
implican a la gente, o sea que no sólo le permiten sino que le exigen “hablar”,
intervenir, decidir. Pues esos son los verbos en los que se juega hoy la comu-
nicación, muy lejos de la cansina lectura de periódicos, de la muy recargada
atención a la radio, de la masajeante atención a los noticieros de TV, e incluso
de no poca lectura (obligada) de libros, y mucho más cercana al ruido del
mundo que hoy se cuece y adensa en las redes.

Jesús Martín-Barbero
Bogotá, 14 de julio de 2015

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