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Capítulo 7 Azcoaga: Las Oligofrenias

Introducción: Las alteraciones del lenguaje de origen psiquiátrico son manifestaciones de un


heterogéneo conjunto de afecciones psicológicas. En él se incluyen trastornos causados por
factores de variada naturaleza que comprometen en muy diverso grado el desarrollo y el
equilibrio del sistema nervioso, y por ende la integración armónica de la personalidad, y, que
difieren entre sí por su significación, las técnicas y criterios utilizados para su estudio y
diagnóstico, y los recursos destinados a tratamiento y prevención.

El primer rasgo característico de nuestro campo de estudio es que las perturbaciones


psiquiátricas del lenguaje no representan una alteración especifica o exclusiva del sistema
verbal, ni implican una falta concreta del aparato del lenguaje (audición, fonación, zonas
cerebrales especificas), sino que son consecuencia de un trastorno global del psiquismo, de un
déficit o perturbación de las funciones cerebrales superiores o de una disposición de la
personalidad que de alguna manera, afecta al proceso de adquisición del lenguaje o a su
posterior fruncimiento como medio de comunicación o expresión del pensamiento.

Causa o efecto (o ambas cosas) de alteraciones más generales, las perturbaciones del lenguaje
no deben considerarse, en principio como un síntoma aislado en un niño sano, aunque sea el
más visible e importante.

Un segundo rasgo que en líneas generales distingue a los trastornos de origen psiquiátrico,
cuando son referidos a la infancia, es que presentarse en organismos en permanente proceso
evolutivo y con fuerte relación de dependencia con el medio, especialmente con los padres,
sus manifestaciones son siempre cambiantes, versátiles y muy sensibles a las influencias
ambientales.

Es que el conjunto de los trastornos psíquicos infantiles resulta tan variado y extenso, tan rico
en matices y tan dispar en sus manifestaciones que pueden oscilar, con referencia al lenguaje,
entre su completa ausencia por retardo mental profundo (alalia idiótica), y un leve defecto en
la pronunciación o un imperceptible cambio en la significación de las palabras.

Nomenclatura de las enfermedades mentales infantiles: Terminología

- Congénito-adquirido: se entiende por “congénito” a las anomalías o malformaciones


transmitidas hereditariamente dentro del grupo familiar según las leyes de la herencia
o debidas a perturbaciones del código genético contenidas en el ovulo o el
espermatozoide original. Como “adquiridas” se designan las afecciones que
sobrevienen después de la concepción o fecundación del ovulo y, que según aparezcan
antes, durante o después del parto, se denominan:
prenatales/perinatales/posnatales.
- Orgánico-funcional: se consideran “orgánicas” a todas las enfermedades producidas
por lesión, destrucción o malformación del tejido nervioso, las perturbaciones
orgánicas cerebrales se caracterizan por su irreversibilidad y porque dejan secuelas
permanentes como parálisis, deficiencia mental, sordera, etc. Según su origen los
cuadros orgánicos pueden ser hereditarios o congénitos, y dar una gran variedad de
síntomas según sea el lugar, la extensión y la intensidad de la lesión.
- Endógeno-exógeno: esta división tiene en cuenta si el trastorno original es interno o
propio del organismo, llamado entonces endógeno (enfermedades genéticas,
metabólicas), o si se trata de una enfermedad ajena al organismo o sobreviene por un
agente patológico externo que irrumpe en un momento dado produciendo un daño en
el encéfalo, en cuyo caso se denomina exógena.
- Sistematizada- no sistematizada: las sistematizadas configuran una unidad por cuanto
obedecen a una misma causa (alteración genética o metabólica) y producen siempre el
mismo cuadro, por lo que son identificadas con cierta facilidad. La evolución también
es generalmente idéntica y con tendencia a ser progresivas.
Las llamadas encefalopatías no sistematizadas, difieren de las anteriores en que son
producidas por múltiples causas. Cualquier enfermedad que lesione el sistema
nervioso y que al cesar en su evolución deja un cuadro residual, con síntomas o
secuelas permanentes pero muy diversas según la zona que sea afectada, la intensidad
y la extensión de la lesión. Es el caso de los traumatismos craneales, meningitis,
tumores o problemas vasculares cerebrales que afectan a zonas diferentes, que dan
síntomas dependientes de la zona lesionada, y que persisten después de pasada la
enfermedad. Este grupo puede dar múltiples combinaciones de síntomas, como
parálisis con epilepsia, retraso mental con afasia, sordera con trastornos motores,
agresividad con dislexia.

- Psicógeno-ambiental: estos términos pueden considerarse como sinónimos y se


aplican cuando los síntomas o los trastornos de conducta son provocados en el niño
por factores provenientes del medio, familiares, educativos o culturales, es decir, por
causas provenientes del ambiente social que rodea al infante. Puede oponérselos a
encefalopatías, herencia u organicidad, pues son estados adquiridos que no lesionan el
cerebro, solo afectan las funciones o la conducta mayoritariamente de evolución
favorable. Los cuadros neuróticos, descriptos más adelante, corresponden casi
exactamente a estas características.

Deficiencia mental: concepto.

Bajo esta denominación genérica se incluyen todos los cuadros que como denominador
común presentan básicamente insuficiencia o retraso en el desarrollo y de las funciones
intelectuales. Este déficit, que puede afectar total o parcialmente a todas las
manifestaciones del psiquismo, se caracteriza por una deficiencia o debilidad de las
funciones cognoscitivas y la inteligencia que impiden o limitan la adquisición de
conocimientos y el desarrollo en plenitud del pensamiento y la conducta social del
afectado puede comprender que la deficiencia mental u oligofrenia se acompaña siempre
de un déficit lingüístico proporcional a un mayor. En la misma medida en que se halla
comprometida la inteligencia se hallara afectado el desarrollo y la integración del lenguaje;
de ahí que resulta imprescindible para el estudio del lenguaje oligofrénico el conocimiento
del déficit intelectual, su grado de intensidad y rasgos propios, y las alteraciones
neurológicas y físicas que, producidas por la misma causa, contribuyen a acentuar las
dificultades primarias.

División y grados: según la escala psicométrica que utiliza como unidad el llamado CI(IQ)-
relación entre la edad mental del examinado y su edad cronológica- se consideran deficientes
mentales las personas cuyo promedio es inferior a dos desviaciones tipo a la medida
establecida para la población de la que forman parte. Tomando a 100 como medida normal y
15 como una desviación estándar, se clasifica como deficientes las personas cuyo CI queda por
debajo de 70. Cuando el cociente oscila:
 89-50: se considera insuficiencia leve (débiles mentales)
 < de 50: se considera moderado-grave, severo o profundo según su intensidad.
(idiotez).

En los hechos de la división más útil, es la distinción entre deficiencia leve y moderada, ya
su vez, entre esta y la severa o profunda. La deficiencia leve se acompaña de una
detención de la adquisición lingüística, cosa que, si ocurre en la moderada y,
naturalmente, es constitucional en la profunda. La escolaridad y la adquisición de
conocimiento práctico es una opción para la deficiencia mental leve, que conlleva
limitaciones para la moderada pero que es inaccesible para la profunda. Estos niños
requieren protección y tutela permanente.

Etiología: el grupo de las oligofrenias ofrece un buen ejemplo de lo que son las
enfermedades orgánicas pues, cualquiera que sea su origen, se trata siempre de una
anomalía del tejido cerebral, sea malformaciones congénitas, atrofia, lesiones o simple
debilidad biológica de las estructuras nerviosas superiores. Suelen distinguirse dos tipos,
llamados respectivamente endógeno y exógeno.

Las del tipo endógenas, la deficiencia psíquica puede no acompañarse de síntomas


neurológicos-motores o sensorioperceptivo-. Habitualmente se trata de una debilidad
congénita familiar, de una variante de la recombinación genética o resultado de la
desnutrición infantil o el subdesarrollo cultural.

Las del tipo exógenas en cambio, obedece a cuadros patológicos orgánicos


(encefalopatías) que perturban el desarrollo del sistema nervioso con lesiones o anomalías
del tejido cerebral, por lo tanto, se acompañan de múltiples síntomas neurológicos como
parálisis, sordera, trastornos de la sensibilidad, epilepsia, afasia, etc. En ellos el
compromiso intelectual suele ser más severo o profundo.

Las causas más frecuentes responsables del retardo mental son:

 Las enfermedades hereditarias


 Las dificultades y accidentes del parto (perinatales)
 Las afecciones neuroinfecciosas de la primera infancia (meningitis, encefalitis, etc.)
 Ciertas enfermedades de la madre durante el embarazo
 Anomalías de los genes y cromosomas.

Algunas de estas afecciones se caracterizan por generar cuadros bien definidos cuyo
conjunto de síntomas es siempre idéntico y en los que la deficiencia mental es constante,
como en el mongolismo y el cretinismo. En el grueso de los casos, en cambio, no existe una
correlación estable entre causa y efecto, y los síntomas y su heterogeneidad dependen de
la magnitud y locación del daño cerebral. Ello explica que cuadros o deficiencias similares
sean provocadas por causas muy diversas y que un mismo agente causal sea capaz de dar
múltiples efectos y combinaciones de síntomas sin parentesco aparente.

El tipo más frecuente es el que hemos descripto como endógeno, constituido por niños
bastantes normales desde el punto de vista biosomático, que tienen congénitamente una
debilidad de sus funciones corticales por la herencia de múltiples genes defectuosos. La
influencia posterior de factores negativos como carencias alimenticias precoces
(especialmente de proteínas), enfermedades toxiinfecciosas, privación afectiva o familiar y
cultural, consolidan el déficit orgánico. En general se trata de retardos leves o moderados
en un 85% de los casos.

Características psicológicas:

- Deficiencia leve: representa el grupo mayor de retardos mentales y específicamente se


la denomina debilidad mental, corresponde en la escala psicométrica a la zona
comprendida entre los CI 89-50. Los débiles mentales tienen dificultad para abarcar al
mismo tiempo conocimientos y actividades del pensamiento de características
distintas.
la deficiencia del lenguaje comienza a manifestarse durante el primer nivel lingüístico
correspondiente al estadio preoperacional de la inteligencia, pero en los que
corrientemente son denominado “fronterizos” porque según el criterio psicométrico
expresado se hallan en la franja entre 70-85 de CI, las dificultades pueden hacerse
notorias en el segundo nivel lingüístico, vale decir, en la etapa de transición entre los
estadios preoperacional y operacional propiamente dicho, más allá de los 5 años.
En el sector de las deficiencias leves, cuyo cocientes y rendimientos se aproximan a los
limites inferiores de la normalidad, el desarrollo evolutivo alcanza la primera etapa
operacional concreta (entre los 5-7 años), y por lo tanto adquieren conocimientos
escolares básicos. Además, entre los rendimientos no verbales y aptitudes físicas
pueden igualarse a los normales, suelen presentar un mejor condicionamiento
ambiental y una adaptación social que puede perdurar o desequilibrarse con los años.
En el límite superior del grupo se ubican como dijimos los llamados “fronterizos”, pues
su desarrollo intelectual y sus rendimientos se confunden con los normales. Pueden
completar su ciclo primario escolar sin dificultades, especialmente si poseen buena
memoria y aun alcanzar ciclos superiores, pues su evolución intelectual alcanza el nivel
alto de la etapa de la operatividad concreta, que oscila entre los 7 y 12 años. Sus
limitaciones se revelan cuando se los somete a las pruebas de las operaciones
formales, abstracción, anticipación, reflexión, creatividad.
Poseen una inteligencia pasiva y conocimientos fijos y automatizados, que utilizan con
mayor o menor eficacia según sus otras aptitudes personales y el nivel exigencias de su
medio. En los niños débiles pueden encontrarse diversidad de reacciones respecto de
su carácter, su afectividad y su conducta, en dependencia de la confluencia de los
factores que determinan la mayor o menor armonía de la personalidad y a la inserción
social.
- Deficiencia mental moderada: en los casos en que el déficit es marcado (con CI entre
49-25), las limitaciones de las capacidades cognitivas se evidencian casi siempre por sí
mismos. Hay un franco retraso escolar o imposibilidad para la adquisición de la
escolaridad elemental, pues su evolución intelectual queda detenida en el primer nivel
lingüístico (antes de los 5 años). Las limitaciones se presentan en el aprendizaje
artesanal y en las tareas laborales de nivel medio, por lo que estos débiles moderados
poseen una capacidad de autoconducción restringida y un cierto tipo de invalidez
social permanente.
- Deficiencia severa y profunda: aquí no solo es deficiente la capacidad intelectual sino
el conjunto de las funciones mentales, y el impedimento es de tal magnitud que no
permite el aprendizaje. La vida de relación de estos seres está circunscripta a las
manifestaciones indispensables para la subsistencia. En los casos menos graves
(corresponde al grado de imbecilidad, con el CI entre 50-20) es posible la
comunicación a través de un lenguaje mímico y verbal rudimentario que permite la
enseñanza de hábitos personales y sociales compatibles con un discreto
desplazamiento dentro de la convivencia familiar. Cuando el déficit es profundo
(idiotas de CI por debajo de 20), se convierten en seres desprovistos de intelecto y de
razón, que vienen reducidos a las funciones vegetativas de sus necesidades corporales.
- Seudodebilidad mental: el concepto de Seudodebilidad mental ha ido tomando
consistencia en la medida en que se ha comprobado la existencia de factores de
diversa índole capaces de detener o dificultar el desarrollo intelectual y el aprendizaje
de niños cuya actividad nerviosa superior y la estructura de su pensamiento no se
hallan afectados. Por sus bajos rendimientos escolares –en la práctica equivalentes a
las deficiencias leves o moderadas-, puede resultar dificultosa su discriminación, pero
dadas sus mayores posibilidades y la factibilidad de los beneficios terapéuticos es
justificable que nos detengamos a considerar sus causas y algunas de sus
características.
Ante la relativa inferioridad, frente al medio o al grupo escolar suelen agregarse las
reaccione inhibitorias del niño, su aislamiento y sus sentimientos de frustración. Los
conflictos afectivos pueden también acentuar el bloqueo intelectual visible,
especialmente en el proceso escolar, por su mala disposición anímica, su escasa
receptividad y vivacidad, puerilismo y aun oposición y rechazo de la escuela. Otras
veces es una falla en las funciones específicas vinculadas con el aprendizaje, como la
percepción o la motricidad, que ocasionan dislexia, disortografía, disgrafias, dislalias o
tartamudez, defectos que dificultan el progreso escolar y que acomplejan al niño.

Lenguaje: se ha visto que hay una etapa en el proceso del desarrollo del lenguaje con
incidencia directa en a la organización del pensamiento, indispensable para la
compresión verbal y la elaboración de las respuestas. El desarrollo integral y pleno del
lenguaje requiere necesariamente un alto grado de eficacia de ese proceso interior,
que a través del ordenamiento dialectico de síntesis y categorías va estructurando el
pensamiento y el conjunto de la actividad racional.
En la oligofrenia, el lenguaje muestra un rasgo común y distintivo, independiente de
las alteraciones formales y expresivas que pueden matizarlo en cada caso: este rasgo
es el déficit evolutivo del lenguaje en consonancia con la más global hipoevolución
que caracteriza al retardo intelectual.
Naturalmente, el déficit lingüístico variara según la magnitud de la insuficiencia
psíquica global y según las lesiones encefálicas y las perturbaciones de las funciones
sensoriomotoras de la recepción y la expresión verbal que acompañan a la deficiencia.
Ya los en los primeros años de vida surgen hechos que harán sospechar la existencia
del trastorno: el retraso en la iniciación de la actividad verbal y la lentitud o
imperfección con que se opera la organización progresiva del lenguaje y las
funciones motoras generales, ya que es bien conocida la íntima correlación existente
entre el desarrollo del psiquismo y el de la motricidad en los primeros años de vida.
Este concepto explica la asociación que se observa habitualmente antes de los dos
años, entre las perturbaciones mentales y las motoras.
El atraso en el desarrollo y la organización del lenguaje, en la medida en que este va
adquiriendo posibilidades mayores de expresión, muestran también deficiencias en su
contenido con pobreza conceptual y semántica, limitaciones concomitantes con las del
propio pensamiento que se irán haciendo más notorias en la medida en que la edad, la
educación y las pautas sociales aumenten las exigencias y la complejidad de la
actividad intelectual.
Teniendo en cuenta que la magnitud del déficit lingüístico es siempre igual o mayor al
déficit intelectual global y ambos procesos interdependientes, sus síntomas y sus
posibilidades variaran según se trate de retardos profundos o leves.
En la descripción de Berta Derman se describen los trastornos lingüísticos según el
grado y tipo de la oligofrenia y las distintas combinaciones de la patología lingüística.
1- Retardo alálico: en las deficiencias mentales leves y moderadas de la forma endógena.
2- Retardo alálico-afásico: en deficiencias leves o moderadas de origen exógeno, (con
lesiones y perturbación de la neurodinámica cerebral).
3- Retardo alálico-anártrico y alálico-audiógeno: en deficiencias leves y moradas
endógenas asociadas al analizador motor verbal en el primer caso y en analizador
auditivo en el segundo.
4- Retardo alálico-anártrico-afásico y alálico-audiógeno-afásico: en deficiencias leves y
moderadas exógenas, asociadas a perturbaciones de los analizadores motor verbal o
auditivo respectivamente.
5- Retardo alálico con disartria y alálico-afásico con disartria : en las deficiencias leves y
moderadas endógenas y exógenas asociadas a trastornos neuromusculares orofaciales
(parálisis o incoordinación de los músculos fonadores).
6- Síndrome alálico, en deficiencias mentales severas y profundas .

Retardo alálico en deficiencias leves o moderadas: es un trastorno del desarrollo y


organización del lenguaje infantil que afecta a todos los aspectos de la compresión y la
elocución en forma paralela y uniforme.

El retardo ya comienza en el primer nivel lingüístico (pensamiento preoperacional), entre


los 2 y 3 años en los débiles y en los fronterizos en la etapa de transición preoperacional y
operacional, después de los 5 años. Estos fallos residen en la dificultad para incorporar los
significados de los elementos gramaticales más complejos y los sintácticos modificadores
del sentido en la integración semántica.

Los significados y el sentido gramatical reposan en los procesos neurofisiológicos que


denominamos “estereotipos verbales”.

En la esfera elocutiva hay perturbaciones fonológicas tanto en el habla egocéntrica como


conversacional, pero en menor grado en el habla imitativa o repetida que a veces aparenta
ser elocución intencional de nivel conversacional.

No suele afectarse la formación de fonemas y monosílabos (estereotipos fonemáticos).


Solo se perturba su pronunciación dentro de palabras polisilábicas, con dificultad
articulatoria o complejos consonánticos, en forma de transposiciones y omisiones de
fonemas. Estas son las dislalias no sistematizadas características del cuadro.

Cuando la fallas analítico-sintéticas, son más marcadas se perturban los fonemas y


monosílabos, lo que se manifiesta en la expresión espontanea o en la repetición por
imitación o en ambas. Son deformaciones, sustituciones u omisiones de fonemas o silabas
en forma permanente, llamadas dislalias sistematizadas.

En los débiles, el nivel de comunicación verbal y no verbal corresponde al de sus


necesidades, estados emocionales o representaciones de objetos y hechos, y a la
interpretación de algunos juicios simples en el nivel de pensamiento preoperacional.
En los fronterizos, la limitación de su pensamiento es más leve, pero no logran la etapa de
formación de conceptos abstractos, por deficiencias en la capacidad de generalización y
abstracción. En ambos casos, por lo tanto, los niveles de comunicación conceptual no se
alcanzan.

Teniendo en cuenta que el desarrollo gramatical insume los primeros 5 años se desprende
que los débiles mentales pueden desarrollar un lenguaje suficiente para el medio que los
rodea, pero con un valor comunicativo inferior a las pautas normales.

Pueden lograr el aprendizaje de la lectoescritura automática o elemental. Pero también


pueden presentar trastornos emocionales o conductuales reactivos a su incapacidad (más
común en los fronterizos).

Diagnóstico: las fallas sistematizadas en la compresión verbal y escrita, concordantes con


las fallas de compresión de situaciones no verbales de los retardos alálicos, permitan
diferenciarlos de los retardos afásicos y audiógenos, que conservan buena comprensión
delas situaciones no verbales.

En los casos severos de retardo alálico la deficiencia intelectual dificulta o impide el


aprendizaje escolar, ya veces es difícil diferenciarlos de fronterizos y débiles si no se
analizan los datos de los antecedentes.

en las deficiencias mentales severas y profundas se presenta el síndrome alálico, que


afecta gravemente y por igual a la elocución y a todos los niveles de la compresión.

En la deficiencia profunda (idiocia) no hay prácticamente posibilidades de aprendizaje y


formación de hábitos. Los trastornos de la comunicación se manifiestan desde los primeros
meses de vida, no alcanzan el nivel lingüístico y permanecen en el pre lingüístico con
balbuceo reflejo o juego vocal estereotipado y perseverativo.

En la deficiencia severa (imbecilidad) algunos niños alcanzan la etapa de comunicación


correspondiente al periodo lingüístico más primitivo, con una compresión muy limitada y
referida a sus necesidades. En la elocución se observan vocalizaciones o silabeos
intencionales, palabras sueltas difícilmente pronunciadas o frases de dos o tres palabras
yuxtapuestas.

En los niños mongólicos, tipo especial de oligofrenia de origen genético que posee rasgos
propios y cuya inteligencia oscila en la zona de la imbecilidad, el habla es confusa por su
dicción imprecisa (dislalia) y su hablar atropellado (tartajeo), la lengua desproporcionada y
proyectada hacia adelante acentúa la torpeza de la pronunciación. La mayoría se expresan
con voz gutural, grave y de baja intensidad.

Epilepsia: es la manifestación o consecuencia de la descarga bioléctrica de un sector


neuronal del sistema nervioso central. Cualquier zona cerebral puede ser el foco primario
desde el que se irradia la descarga nerviosa hacia otras zonas contiguas.

Cuatro fenómenos tipifican, fundamentalmente, a la epilepsia:

a) La descarga puede partir de cualquier zona cerebral (foco primario) e irradiarse parcial
o totalmente a las demás zonas.
b) La descarga paroxística (responsable de los síntomas), es generalmente brusca y breve
(segundos o minutos).
c) Las descargas paroxísticas son iterativas, es decir, se repiten con variada frecuencia y
casi siempre con las mismas características.
d) Los cuadros clínicos son similares (la convulsión epiléptica, por ej.) aunque los factores
causales sean de distinto origen y naturaleza.

Los síntomas epilépticos pueden aparecer a cualquier edad, desde el lactante a las personas
ancianas, aunque las causas originales sean distintas en la mayoría de los casos según la edad
de comienzo. De todos modos, la epilepsia es mucho más frecuente en el niño que el adulto.

Formas generalizadas de epilepsia: generalmente se describen tres formas o tipos de


epilepsias:

a) Gran mal: crisis comúnmente conocida como convulsión epiléptica, la más frecuente y
alarmante. Esta puede ser aisladas y separadas por meses o años de normalidad o muy
frecuentes hasta repetirse varias veces en un mismo día. A mayor frecuencia de las
crisis, mayor es el daño o deterioro psíquico que deja como secuela. Por eso toda
persona que presenta una convulsión debe ser sometida de inmediato a estudio y
tratamiento prolongado.
b) Convulsiones febriles: se presentan habitualmente como banales y desencadenadas
cuando el niño presenta un estado febril alto. Tienen lugar entre el primer y tercer año
de vida. Son ataques generalizados, breves y con rápida recuperación. Deben ser
consideradas peligrosas cuando se producen antes del primer año o después del
tercero, cuando los ataques son muy frecuentes o muy prolongados (más de 15
minutos).
c) Pequeño mal: afección típicamente infantil, que aparece en niños mayores de 4 años.
El síntoma más común es la ausencia que consiste en una súbita y brevísima
interrupción de la conciencia, de 5 a 30 segundos. El niño permanece inmóvil, con la
mirada fija y perdida. La ausencia puede pasar inadvertida, el niño dice “se me nublo la
vista”, “tuve un mareo”, o algo similar.
A veces la crisis de ausencia se combina con otras manifestaciones como movimientos
de los parpados o desviaciones oculares y otros automatismos motores como
movimientos de deglución, frotarse la cara, ponerse la mano en los bolsillos o emitir
palabras o frases automáticas.
Otras características del “petit mal”, consiste en que las crisis se suelen repetir con
gran frecuencia (a veces de 5 a 50 ataques diarios). En un 20 %s de los casos se
produce un deterioro psíquico y descenso del nivel mental con déficit leve.
d) Epilepsia psicomotora: es la forma más común en el adulto. La duración de la crisis es
muy variable, desde segundos hasta horas o días. Como todas las otras formas es de
comienzo brusco. Se caracteriza por comportamientos anormales, obnubilación de
conciencia y amnesia posterior a la crisis. Los síntomas más comunes son movimientos
masticatorios y actividad motora excesiva e injustificada, automatismos mímicos o
verbales repetidos y crisis psíquicas (alucinaciones o estados confusionales de la
mediana intensidad).
e) Epilepsia en el lactante: suelen tomar la mitad del cuerpo porque en general son
producidas por un foco cortical localizado en un hemisferio, pueden dejar una
semiparálisis de ese hemicuerpo que dura algunas horas y se recupera. Si hay una
hemiplejia anterior por lesión cerebral, los ataques acentúan el déficit motor.
Un cuadro típico de los lactantes es la epilepsia en flexión o hipsarritomia, con
espasmos masivos y generalizados de todo el cuerpo, de brevísima duración y,
generalmente en salvas o tandas de accesos muy seguidas entre sí. Es una súbita
flexión de toda la musculatura, que, por ser suave y pequeña, puede ser confundida
por temblores, cólicos, o estremecimientos nerviosos considerados benignos. Puede
producir una lesión encefálica irreversible en dos o tres semanas apenas.

Crisis parciales o focales: se trata de descargas neuronales que no se irradian a otras zonas de
la corteza, sino que se derivan por vías o circuitos específicos (motores, sensitivos, viscerales o
psíquicos), provocando los síntomas que corresponden solamente al sector afectado. Se trata
de crisis breves (menos de un minuto) y con conservación de la conciencia, en los casos que la
descarga se haga hacia el cuerpo. Las más comunes son las crisis motoras, con contracciones
irregulares que toman un sector del cuerpo, o con las llamadas crisis versivas, que consisten en
una lenta desviación conjugada de los ojos y la cabeza hacia un lado como si se padeciera de
una torticolis fugaz y se quisiera mirar para atrás y arriba con los músculos contracturados.

Otra modalidad de las crisis parciales consiste en descargas de larga duración que afectan a
funciones psíquicas como las percepciones (ilusiones o alucinaciones), la memoria (lagunas
mnésicas o bien falsos recuerdos), la ideación (ideas parasitas o delirantes) y la conciencia
(diversos grados de obnubilación).

Personalidad e inteligencia en epilépticos: respecto del nivel intelectual de los niños


epilépticos Kanner distingue cuatro grupos:

1) Debilidad y epilepsia asociados desde el comienzo.


2) Débil mental que luego se hace epiléptico en la adolescencia.
3) Niño primitivamente brillante que luego de la epilepsia se deteriora (pudiendo ser
progresivo).
4) De inteligencia normal o superior que no presenta modificaciones luego de la aparición
de la epilepsia.

Alteraciones del lenguaje epiléptico: las crisis del lenguaje hablado pertenecen a las llamadas
epilepsias parciales, excepto los casos en los que la enfermedad produce un deterioro o déficit
intelectual permanente. Entre las crisis verbales paroxísticas parciales o psicomotoras pueden
encontrarse los siguientes trastornos:

a) Vocalización iterativa o expresión repetida de una vocal o sílaba.


b) Repetición incontrolada de una palabra o grase intercalada en la conservación o
espontáneamente (vocalización paroxística).
c) Detención brusca de la elocución (por breves instantes) sin que se halle afectada la
compresión verbal o el pensamiento.
d) Anartría paroxística o habla defectuosa (jergafasia), con incapacidad para la
lectoescritura, pero con comprensión del lenguaje hablado. A veces es parcial
(dislálica) afectando solo la pronunciación, depende de la zona en que se localice el
foco epíleptógeno.

(Debe recordarse que en el grupo de epilépticos en que existe una lentificación de la ideación y
el pensamiento (bradipsiquia), la expresión oral también es lenta, pastosa, monótona y a veces
iterativa en su temática.

Tartamudez-concepto: consiste en una alteración del rito de la emisión oral que quita fluidez,
cadencia y limpieza a la dicción. El habla se hace vacilante, entrecortada e interrumpida por
repeticiones y persistencias de sonidos o fonemas que, agregados a un sinnúmero de gestos
mímicos y movimientos asociados, conforman el cuadro tan característico de la tartamudez.

Puede presentarse como síntoma único o asociado a otros trastornos del lenguaje de no
menor importancia. En el 50% de los casos se acompaña de trastornos del lenguaje como:
inadecuado uso terminológico, construcciones artificiales, lapsus, abusiva atención a las
palabras y fonemas aislados, hipertrofia de la conciencia verbal de tipo obsesivo, dificultades
en la coordinación y el orden en la formación del código lingüístico (dispersión mental en la
prosecución del discurso, laboriosa seriación de ideas, inapropiada sincronización ente el
pensamiento y el discurso).

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