Sei sulla pagina 1di 6

https://capitalibre.

com/2015/06/globalizacion

¿Qué es la globalización y qué impacto tiene sobre nosotros?


Muchas veces hemos oído esa típica frase de “es que vivimos en un mundo
globalizado”, normalmente en el contexto de las telecomunicaciones. Hace unos
años salieron las primeras plataformas o aplicaciones informáticas de
videollamadas y sencillamente parecía increíble hablar con otra persona que
vivía en la otra cara del mundo, a tiempo real viendo su cara como si
estuviéramos frente a frente. Este ejemplo y muchos más entran en lo que se
conoce como “globalización”.
Una definición formal de globalización podría ser la que nos proporciona la
misma Wikipedia, la cual refiere que es un proceso económico, tecnológico,
social y también cultural a escala planetaria que consiste en la creciente
comunicación e interdependencia entre los distintos países del
mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de
transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.
Es aquí donde entra el ejemplo anterior de las videollamadas y “la escala
planetaria”; que, aunque no lo parezca es muy relevante, ya que tanto éstas como
todo lo referente a las tecnologías de la información y comunicación son las
que respaldan la globalización, sobre todo la interacción e integración entre
las personas, las empresas y los gobiernos de diferentes naciones. La
globalización se basa en el comercio y en invertir en el ámbito internacional, por
eso son tan importantes los avances en lo tecnológico.
La globalización afecta principalmente a la economía de los países y a la sociedad
en general.
Impacto en la Economía
La globalización desde un principio afectó más fuertemente en el ámbito
económico, ya que globalizar la economía es uno de los aspectos más influyentes
en el desarrollo de un país actualmente, por la única razón de que si cierto país
quiere que sus bienes o servicios entren en el mercado internacional no le
quedará más remedio que relacionarse con el resto y así hacer más sencillo el
proceso de comercialización de estos bienes y servicios. Tantos son los países
que están en el comercio internacional que durante los últimos cincuenta años, el
comercio ha crecido de tanto que se puede afirmar que cerca del 40% del volumen
total de producción es exportada.
Aparentemente todo son ventajas en la relación globalización-economía, pero, el
tendón de Aquiles de esta relación no es otra cosa que he hecho de que cada
vez haya una brecha mayor entre ricos y pobres. ¿Cómo es posible esto en un
mundo globalizado habiendo crecido tanto las exportaciones e importaciones?
todo se debe simplemente al no acceso que tienen los países subdesarrollados a
la tecnología. Esto es causado por las “pequeñas y aparentemente inocentes”
características de la economía globalizada: las barreras arancelarias y la
explotación de los países subdesarrollados, leyes de protección de patentes
y propiedad intelectual.
Por tanto cabe destacar que globalizar la economía no la hace más equitativa, ya
que los ricos se van haciendo cada vez más ricos y los pobres cada vez más
pobres.
Impacto en la Sociedad
El proceso de globalización social y sus efectos está estrechamente relacionado
con globalización económica, comentada anteriormente y también con la política.
Todo esto es debido a que internacionalizar la política y la economía ha
generado interconexión, interdependencia e interrelación entre los estados
del planeta de manera muy rápida, haciendo que se construya una sociedad
global en la que cada vez las fronteras entre lo internacional y lo nacional sean
más pequeñas.
El problema, como hemos reflejado anteriormente, es que no todos los países
entran en esta sociedad globalizada y esto hace que se queden atrás totalmente
sino empiezan a gestionar políticas exteriores e integrarse en el mundo
globalizado, ya que por ejemplo, un simple teléfono móvil puede tener piezas de
muchas partes del mundo, dado que cada país se dedica a hacer lo que mejor
sabe hacer y al final se crea un producto que tiene lo mejor de cada sitio, haciendo
que los países que “no entran dentro del globo” no puedan hacer productos
tecnológicos de ese calibre y por lo cual, se queden atrás.
En conclusión, la globalización a nuestro entender, es positiva, pero tiene un lado
oscuro, que es el de que como no puedas acceder a ella, estás condenado a la
pobreza, y si eres pobre pues más pobre todavía, porque el resto continuará
enriqueciéndose. Desde un punto de vista no ético, en nuestro mundo
desarrollado, la globalización nos ayuda en nuestro día a día cada vez más, ya
sea con mejoras en la tecnología con las videollamadas, con mejoras económicas
entre países para que cada vez sea más sencillo obtener bienes y servicios del
extranjero y exportarlos, como en lo político, para que las fronteras entre países
sean cada vez menores y pasemos poco a poco, en grosso modo a ser una
única nación de naciones.
https://elpais.com/economia/2019/08/14/actualidad/1565797452_130413.html

Europa ante la globalización sin reglas


La UE es el gran contrapoder del autoritarismo, del uniteralismo y de la ley
del más fuerte

Europa está hecha de sueños pero funciona con reglas e instituciones, los
materiales con los que se apuntala lo onírico desde la política. Con la constitución
del nuevo Parlamento Europeo el 2 de julio en Estrasburgo ha comenzado una
legislatura en la que la defensa del modelo europeo y de las reglas y acuerdos
democráticos sobre los que reposa van a centrar su actividad política.
Un modelo de libertad y derechos individuales plenos fundamentado en la
economía social de mercado, de competitividad compatible con el respeto de los
derechos sociales y con el desafío de la sostenibilidad en todas sus dimensiones.
El gasto social europeo equivale al 30% del producto total de la Unión Europea
(UE) y, aunque solo somos el 6,6% de la población del planeta, representa el 50%
del gasto social mundial. Los grandes retos a los que se enfrenta Europa están
más vinculados que nunca a las consecuencias de una globalización que no solo
se está acelerando sino mutando. Una Europa que en su interior no es inmune a
las grandes tendencias centrípetas.
Podría parecer que asistimos al ocaso de un orden internacional con reglas
comunes e instituciones que asignan derechos y límites al ejercicio del poder,
basados en un consenso que fue global de normas y valores. Pero no es así. El
multilateralismo, al margen de su salud, constituye una absoluta necesidad.
También lo es un ordenamiento que promueve el cumplimiento del derecho
internacional y que servía, y debe servir además, como red de seguridad común y
como sistema de solidaridad en caso de emergencia. Lo mismo puede decirse del
establecimiento de un marco que supo identificar al verdadero enemigo y trabajar
conjuntamente, como ha recordado con clara nostalgia Máriam Martínez-
Bascuñán con motivo del 75º aniversario del desembarco de Normandía. La
soledad de la UE ante la deriva de EE UU es más que preocupante.
El Brexit y auge del populismo, el desplazamiento hacia el Pacífico del centro de
gravedad de la geopolítica y economía globales, y el debilitamiento del espacio
Atlántico son solo parte de las amenazas que acechan al proyecto de Europa.
La guerra comercial y tecnológica entre EE UU y China ha devenido ya en un
enfrentamiento comercial global que se libra desde el unilateralismo y el combate
cuerpo a cuerpo. La creciente disputa energética global se adivina similar. Y lo
más grave es que a los enemigos del sistema el recurso a la amenaza les sirve,
como demuestra el éxito logrado por Donald Trump en México, mientras que, por
ejemplo, la lucha contra el cambio climático se estanca por la debilidad
multilateral.
En el ámbito económico, la crisis de 2008 generó una profunda recesión que ha
transformado el sistema productivo global. Sin embargo, el nuevo unilateralismo
irresponsable se ha marcado como objetivo atajar las limitadas medidas
desplegadas coordinadamente desde entonces para corregir los desequilibrios
generados por la desregulación financiera, el riesgo de nuevas burbujas y la
inestabilidad provocada por la financiarización de la economía.
Lo más grave de la crisis y guerras comerciales y económicas ha sido la
deslegitimación de las instituciones democráticas, tanto como la del orden
multilateral que surgió tras la II Guerra Mundial. Parece increíble pero China, EE
UU y Rusia reman ahora en esa dirección. Para Europa la destrucción de las
reglas es doblemente grave. En primer lugar, porque Europa solo tiene una
manera de entender y de relacionarse con el mundo: desde el multilateralismo y el
respeto y cumplimiento de las leyes y reglas internacionales.
Europa corre el riesgo de quedarse sola defendiendo el cumplimiento de las
reglas, cuando claramente depende de ese marco. Destruir el multilateralismo y
las reglas es destruir Europa. No en vano, el incumplimiento de las reglas es el
mejor método de aniquilación de cualquier democracia. Han bastado dos años de
viraje estadounidense para que un nuevo e inquietante panorama global comience
a reconocerse.
Europa es el gran contrapoder del autoritarismo, del unilateralismo y de la ley del
más fuerte. El delicado equilibrio europeo basado en reglas es también el sueño
de la igualdad en libertad y democracia, y el de una sociedad abierta. Esa es la
única identidad por la que merece la pena luchar.
En segundo lugar, porque Europa desea sostener su modelo de bienestar, seguir
erradicando la desigualdad y garantizar oportunidades para todos. Para ello, con
sus reglas y desde sus instituciones, aspira a seguir defendiendo el comercio
internacional, regular las actividades de las multinacionales y combatir la evasión
fiscal, por ejemplo.
En este contexto, mientras se resquebrajan las reglas, la sociedad europea no es
plenamente consciente de la dimensión y profundidad de las implicaciones
tecnológicas y energéticas que ha adquirido la globalización. Y no solo porque
puede resultar heroico acometer determinados retos como el climático con
herramientas tan devaluadas como el multilateralismo. La transición hacia una
economía verde va a ser muy difícil si Europa no recupera parte del liderazgo
perdido en materia de digitalización y transformación tecnológica
—inteligencia artificial, computación cuántica— y energética —captura de carbono,
baterías y acumulación— e innovación sin discriminación de tecnología alguna. Y
ello exige más y mejores políticas europeas. Europa se está quedando atrás en
capacidad innovadora frente a China, Asia e incluso EE UU, perdiendo
competitividad mientras la productividad languidece.
La profundidad de las transformaciones y el cada vez más evidente retraso de la
UE en algunos campos no son compatibles con el mantenimiento del modelo
europeo. La disrupción tecnológica en el mercado de trabajo lo va a transformar
totalmente, obligando a repensar los sistemas de prestaciones sociales, y a
desplegar políticas radicalmente diferentes para garantizar los niveles de igualdad
y bienestar conforme a los cánones europeos.
La destrucción de las reglas multilaterales, el totalitarismo y debilitamiento de la
democracia, la digitalización y globalización en todas sus dimensiones —
tecnológica, energética—, la pérdida de competitividad y el auge económico de
Asia, y lo que Manuel Muñiz y José María Lassalle han calificado respectivamente
como “autocracias tecnológicas” y “ciberleviatán”, así como una vecindad cada vez
más inestable —Rusia, norte de África, Oriente Próximo— dibujan un porvenir
alarmante que solo podremos afrontar, y quizás liderar, si lo hacemos
conjuntamente desde los principios y valores de una Unión Europea que debe
reaccionar.
Taller Globalización

A partir de lo visto en clase y de las lecturas anteriores, responder las siguientes


preguntas:

1. ¿Es posible hablar de un mundo globalizado? Explique

2. ¿Qué ha ocasionado la globalización en la vida de las personas?

3. ¿Es posible retroceder y evitar la globalización?

Potrebbero piacerti anche