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Día 2 Un corazón con pensamientos sanos

El corazón se utiliza en la Biblia a menudo como sinónimo de mente. Y en la mente es donde se incuban las
razones, justificaciones, imaginaciones y deseos que dan lugar a las acciones. Por tal razón necesitamos cuidar
nuestros pensamientos, porque todo pecado se incuba primero en la mente.

Tal como lo expresó Jesús en Mateo 15:19: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”. Jesús con esta aseveración
pone de manifiesto que primero se peca en la mente, aun antes de cometer la acción pecaminosa. De modo
que si queremos vivir una vida santa, integra y recta, necesitamos primero - en lo interno: en nuestros
pensamientos - ser santos, íntegros y rectos.

Un corazón sano requiere pensamientos sanos. De allí el énfasis que hace la palabra de Dios: “Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que
es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Nuestros pensamientos definen la persona que somos


Nuestras actitudes y comportamientos están altamente influenciados por nuestra forma de pensar. Somos lo
que pensamos. Acertadamente dice el autor de Proverbios: “Porque cual es su pensamiento su en corazón
(mente), tal es él (ese hombre)” Proverbios 23:7. Eso es así porque nos comportamos en congruencia con la
forma en que pensamos. Detrás de los comportamientos y actitudes está una creencia o paradigma. Los
pensamientos también influencian cómo nos sentimos. De modo que si se quiere cambiar la conducta o los
estados de ánimo, se necesita cambiar la forma de pensar.

Para tener un corazón sano necesitamos renovar la mente


Más aún, un corazón sano, requiere de una mente renovada. Por eso en Romanos 12:2 leemos: “No os
conforméis (darse una forma, adaptarse) a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento (mente), para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta”. Dios nos transforma de adentro hacia afuera y comienza con nuestra mente…hasta tener la mente
de Cristo (1 Corintios 2:16b); pero el creyente requiere abrazar la transformación. Dios es quien hace la obra
de transformación de nuestra mente, pero para que esto suceda el creyente no puede estar pasivo, sino que
necesita colaborar con Dios en este proceso.

La palabra renovación no habla de reformar o ajustar la forma de pensar, sino de cambiar por una nueva y
diferente forma de pensar. Si no cambias de mentalidad, no puedes avanzar en la vida espiritual, porque
cambiar la mentalidad es fundamental para generar cambios en la conducta, porque las personas actúan de
acuerdo a como piensan.
La transformación es el método para renovar la mente y generar una mente sana. La palabra transformaos
(Romanos 12:2) viene de la palabra griega metamorfo que significa cambio de forma – un cambio total de
naturaleza. La palabra griega que ha sido traducida aquí como transformaos, se utiliza habitualmente en el
estudio de los insectos, y es metamorfosis. Esto da la idea de un proceso de transformación a una nueva
forma, como de oruga a mariposa.

Hay un contraste entre las dos palabras usadas en el libro a los Romanos (12:2): conformarse y transformarse.
Conformarse es acomodarse a un diseño o modelo. Todos crecemos bajo la naturaleza con la cual se maneja
el mundo (cultura del mundo). El mundo nos impone sus diseños, sus paradigmas (modas, filosofías,
ideologías, estilos de vida, formas de pensar); pero la palabra de Dios nos dice que tenemos que cambiar la
forma o modelos del mundo, por una nueva forma, a través de renovar nuestra mente. Esa renovación opera
al entrar en contacto con la palabra de Dios.

Necesitamos llenar nuestra mente con la palabra de Dios


La palabra de Dios nos es dada para renovar y corregir nuestra forma de pensar. ¿Qué hay en tu mente? Si tu
mente está llena de la cultura del mundo (modas, filosofías, estilos de vida) tu mente será controlada por las
tendencias del mundo, altamente in- fluenciadas por Satanás. Pero si tu mente se llena de la palabra de Dios,
tu mente se va a renovar. Para ello el creyente requiere estudiar y meditar la palabra de Dios, ya que ésta es
dada para corregir y transformar la forma de pensar; para desarrollar una mente espiritual. Dice el libro de
Romanos que “la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

La palabra de Dios nos es dada para corregir y transformar nuestra manera de pensar. Al leer la carta a los
Hebreos (4:12-13) lo comprobamos: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia;
antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. 2
Timoteo 3:16-17 reafirma esa verdad: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra”. Necesitamos dar cabida, pues, a la palabra de Dios en nuestra vida, para
renovar nuestra mente y, por ende, albergar pensamientos sanos.

Para reflexionar:

1. ¿Con qué pensamientos ocupas habitualmente tu mente?

2. ¿Ocupan los estatutos, dichos, proverbios y enseñanzas de la Biblia un lugar en tu mente?

3. ¿Estás enfocado en renovar tu mente?

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