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CUANDO OTROS NO TE PERDONARAN

Programa 1 de 4
Después de Que lo Has Echado a Perder

Parece que el conflicto es inevitable. Inclusive si no hacemos nada malo, alguien por allí siempre
está listo para hacernos algo malo a nosotros...
Resolver los conflictos resultantes pueden ser tan dolorosos como sea necesario. Debemos
extender el perdón inclusive cuando cada emoción en nosotros nos dice que "nos venguemos." Hoy:
más consejos prácticos sobre la reconciliación: hacer las cosas correctas con Dios y con el hombre.
Quédate con nosotros.
Desde la Iglesia Moody en Chicago, esto es Correr para Ganar con el Dr. Erwin Lutzer, cuya
enseñanza clara nos ayudará a cruzar la línea de llegada.
Hoy continúa la serie del Pastor Lutzer sobre lo que sucede "Después de Que lo Has Echado a
Perder: Reconectándote con Dios y con los Demás." Aquí tenemos el sexto y último mensaje, uno
que señala el camino desde el pecado al perdón y a la reconciliación...
Quisiera que te unas a mí en oración. ¿Lo harías?
Padre, en el nombre de Jesús pedimos que mientras estas verdades son compartidas. Aunque
muchas pueden ser dolorosas y la obediencia puede ser difícil, te pedimos, oh Padre, que
cualquier cosa que nos digas, nos concedas la capacidad, el ánimo y la fortaleza para hacerla.
Y oramos para que hoy no escuchemos por otros, sino escuchemos por nosotros mismos. Te lo
pedimos en el bendito nombre de Jesús, de quien dependemos, y Aquel a quien amamos, Amén.
Hemos aprendido en las últimas semanas que hay dos conexiones. Y todos nosotros nacemos con
un deseo (Yo debería decir un deseo indistinguible y agotador.), una sed por Dios y por otros. De
hecho, todo el mundo está buscando a Dios, inclusive aquellos que van de cabeza al placer, y
quienes intentan esto y lo otro. Ellos no saben que es lo que están buscando, pero están buscando
a Dios porque "Tú nos hiciste para ti mismo," dijo Agustín, "y nuestros corazones están inquietos
hasta que encuentren todo en Ti."
Pero también estamos buscando conexiones significativas con otras personas. Fuimos creados
como seres sociales, y Dios dejó muy claro que no es bueno que el hombre esté solo. Y no es bueno
que el hombre esté solo, ni que la mujer esté sola. Todos deseamos que haya otros quienes de
alguna manera compartan sus vidas con nosotros. El problema es que el pecado siempre rompe
las relaciones humanas. El pecado destruye nuestra relación con Dios, y destruye nuestra relación
del uno con el otro. En consecuencia, hemos estado hablando sobre el tema titulado Después de
Que lo Has Echado a Perder: Reconectándote con Dios y con los Demás."
Tres de los mensajes particularmente tenían que ver con la conexión con Dios. Hoy vamos a estar
hablando acerca de la conexión del uno con el otro. Vamos a estar hablando acerca de la
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reconciliación, el perdón y la unicidad, la unidad y el amor a medida que hablemos de nuestras
diferencias, y discutamos cómo ellas se pueden dejar a un lado.
Ahora bien, sabes que en el mensaje anterior de esta serie te hablé de siete principios, pero
solamente te di tres. Hoy vamos a hablar de los últimos cuatro, con el fin de proporcionar algún
tipo de continuidad. Pero tengo que decirte que es muy importante que consigas el mensaje que
precedió a este sobre este tema en particular de la reconciliación. Simplemente repasaré dónde
estábamos. Mencionamos, en primer lugar, que a veces la reconciliación es imposible, y te di
algunos ejemplos en los cuales la reconciliación simplemente no funciona.
¡Pero bueno, ahora los principios!
En primer lugar, debemos confesar nuestras faltas y fracasos a aquellos a quienes hemos
agraviado. Y enfatizamos que inclusive si nuestra parte es sólo, digamos el 20% y la de otra
persona es el 80%, tratamos el 20% como si fuera el 100%. Nos encargamos de nuestro lado de
la balanza.
El segundo principio del cual hablamos es que la confesión debe ser tan amplia como la ofensa.
Todos aquellos que están involucrados en nuestra ofensa deben estar involucrados en nuestro
perdón, en nuestra restauración y en la unidad que debe ser alcanzada como resultado de ese
perdón y restauración.
En tercer lugar, y eso tú recordaras llegó a ser muy difícil en el último mensaje, la reconciliación,
siempre que sea necesaria, implica la restitución. La restitución debe hacerse siempre que haya
una deuda que pueda ser pagada, una deuda que ha ocurrido debido a nuestro propio pecado,
debido a nuestra propia negligencia y a nuestra propia ofensa.
¡Esta es una historia verdadera! Se trata de un hombre que trabajaba para la Compañía Ford,
y cuando él regresaba a casa en la noche él traía algo más que una cesta vacía para el almuerzo.
También traía algunas herramientas con la insignia de Ford, y las usaba en su casa. Y entonces el
Espíritu Santo de Dios empezó a hablarle y él comenzó a orar sinceramente – no con esas
oraciones pequeñas como "Oh Dios, bendice a todos." Sino que él realmente quiso tener poder
con Dios y con los hombres. Y de verdad se sintió desesperado, y Dios le dijo: "No te preocupes.
Échale una ojeada a las herramientas que están en tu mesa de trabajo en el sótano."
En este caso él tenía que tomar una decisión. ¿Él podía simplemente decir?, "Está bien, acepto
el perdón de Dios" Bueno, él aceptó el perdón de Dios, pero para tener una conciencia que
estuviera sin ofensa ante Dios y el hombre, él tenía que regresar al lugar donde trabajaba, y
tenía que decir: “Tomé estas herramientas." Tal vez digas, "Bueno, eso podría traer consecuencias
terribles." Sí, podría traerlas, pero de nuevo vuelve la pregunta, "¿Cuánto estás dispuestos a
pagar para estar completamente bien con Dios y el hombre?"
Probablemente digas, "Bueno, para las cosas que he hecho, no podría haber ninguna
restitución." Tal vez tú has estafado tanto dinero el cual no hay posibilidad de pagarlo. Bueno, en
un caso así tienes que confiarle el asunto al Señor. Y a veces tal vez inclusive puede haber una
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manera de hacerlo correctamente. En el Nuevo Testamento hay una historia interesante acerca de
un hombre llamado Onésimo quien era esclavo y huyó de su amo, y el Apóstol Pablo dijo: "Todo
lo que se haya llevado, yo lo pagaré." Así que Pablo hizo la restitución por Onésimo. Aquí es
donde necesitamos sabiduría. Te dije la última vez que esto que estoy compartiendo contigo es
un consejo bíblico, esperemos que sea con dosis enormes de buena sabiduría. Y tú tienes que
buscar al Señor.
También tenemos el caso de una mujer que escribió un ensayo en la universidad y recibió varios
cientos de dólares porque su ensayo fue el mejor, el cual, a propósito, ella no escribió. Ya no hay
manera de volver atrás y corregir esto porque el concurso donde presentó el ensayo pasó hace
mucho tiempo, y la organización que lo patrocinó ya no existe. ¿Entonces qué hizo ella? Ella tomó
el dinero que recibió ilegalmente y lo colocó en el plato de la ofrenda como un dinero de
conciencia, porque lo que ella quería hacer era asegurarse de que había hecho todo lo
humanamente posible para tener las cosas bien con Dios y con los demás.
Y la última vez te conté la historia de un hombre para quien la restitución significaba prisión
posiblemente por el resto de su vida, pero valía la pena porque no hay nada tan importante
como vivir para agradarle a Dios.
Bueno, todo esto a modo de repaso. Ahora llegamos al cuarto principio. El perdón debe ser
concedido inclusive si es buscado o no. Ahora bien, tú y yo sabemos que el perdón es muy difícil.
Quizá tú me puedes decir: "Pastor Lutzer, ¿por qué es tan difícil perdonar?" Bueno, hoy estoy aquí
para decírtelo. El perdón es muy difícil porque el perdón es muy injusto. Ese es el problema con
el perdón, porque el perdón dice: "No estoy exigiendo lo que se me debe." El perdón dice: "A
pesar de que he sido agraviado, soportaré el error, y ya no te culparé de haber hecho el mal.
Dejaré que Dios se encargue de eso," tal como lo veremos en un momento. “Pero te he dejado
libre. Dejé a un lado lo que se me debe y renuncio a que mis demandas sean pagadas." Oh, eso
duele, pero es la única forma de libertad, y es la única forma bíblica.
Ahora bien, hay algunos de mis amigos que no están de acuerdo y dicen: "El perdón siempre
significa la reconciliación." No lo creo. Si tuviéramos más tiempo, repasaría todas las Escrituras y
les mostraría por qué no estoy de acuerdo con algunas personas quienes tienen que decir muchas
cosas buenas sobre el perdón, pero en este punto tenemos un desacuerdo. Lo que estoy diciendo
es que es posible perdonar a alguien que ya ha muerto, a algún familiar tuyo que abusó de ti.
Allí no hay posibilidad de reconciliación, pero tú puedes perdonar. Tú puedes escoger entre dejar
a un lado tu amargura y confiarle el asunto al Señor, tal como lo explicaremos hoy.
Tú puedes perdonar a alguien que ni siquiera te pide perdón. Si tú has sido agredido por
alguien, si tú has sido abusado, y esa persona no viene y te pide perdón (¿Y podría agregar que
rara vez lo hacen?), lo que puedes hacer es elegir ante Dios renunciar a esa amargura, y decir:
"Señor, esto es tuyo. No puedo lidiar con esto. Me está arruinando." ¿Acaso esa persona ya no ha
hecho suficiente daño contra ti? ¿Debe él también envenenar el resto de tu vida cargando tú ese
resentimiento y esa amargura? No, tú perdonas en el sentido de que les entregas ese
resentimiento, amargura y venganza a Dios.
Serie Lo que Nosotros Creemos - Erwin Lutzer Correr para Ganar 3
Y entonces inclusive tú puedes perdonar a aquellos que te piden perdón. Pero ahora préstale
atención a esto. Tú puedes retener la reconciliación. Ahora esto se vuelve sensible porque no quiero
que me malentiendas, pero ¿recuerdas a aquel hombre del que hablé que era mujeriego, que
pensaba que su esposa tenía que perdonarlo cada vez que salía con otra mujer, y no importaba
cuántas veces saliera él pedía perdón? ¿Qué fue lo que dijo Jesús? Setenta veces siete. Sí, ella
debía perdonarlo. Sí, por supuesto, ella podía perdonarlo, pero la reconciliación es otro asunto.
Continuaré con más de este mensaje la próxima vez.
El mensaje que hemos compartido hoy puede tener gran valor para muchos de ustedes que
luchan con el asunto del perdón. ¡Qué difícil es darle nuestros sentimientos a Dios! El pastor Lutzer
recuerda una vez que alguien le había hecho daño y pensó que estaban siendo tan injustos con
él. Estaba lleno de ira y no podía dormir. Se levantó de la cama. Extendió sus manos ante Dios.
Las abrió. Y dijo: "Señor, así como estas manos están abiertas, de la misma manera estoy abriendo
mi corazón para darte los sentimientos que no puedo manejar." A pesar de que, en ese momento,
el mal no era tan grande en comparación con lo que algunos de ustedes han soportado, Dios lo
liberó de esa amargura y esa atención constante que su mente le estaba prestando a lo que esa
persona había hecho. Tú sabes cómo es – simplemente no puedes apartar tu mente de eso. Tal
como lo dijo la mujer de quien hablamos anteriormente: "Hay una piedra que está en mi corazón."
¡Amigo hoy dale a Dios esa piedra! Ya sea que esa persona haya pedido perdón o no, entrégale
esos sentimientos a Él. Deja a un lado toda esa amargura, así como lo dice la Escritura. Y cuando
haces eso, Dios es capaz de liberarte. Y Jesús te dice: "Serás verdaderamente libre.”
Esta fue la primera parte del mensaje final de la serie “Después de Que lo Has Echado a Perder:
Reconectándote con Dios y con los Demás." La próxima vez, aprenderemos cómo manejar esas
situaciones perturbadoras que pueden hacer la reconciliación difícil o inclusive imposible.
Correr para Ganar es un ministerio para ayudarte a encontrar y a seguir el plan de Dios para
la carrera de tu vida. Te presentamos la enseñanza bíblica para que puedas conocer a Jesús y
seguirlo, ¡en cada paso del camino!
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