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¡Honor y gloria a ti, Rey de la Gloria! ¡Amor por siempre a ti, Dios del
amor! ¡Bendito, bendito, bendito sea Dios!
Los Ángeles cantan y alaban a Dios. Yo creo, Jesús mío, que estás en
el Altar oculto en la Hostia y te vengo a adorar.
Iniciamos esta Hora Santa En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
TODOS. Amén.
LECTOR. Señor Jesucristo, otro día más nos congregamos junto a ti en esta
audiencia que nos concedes.
LECTOR. Creemos, Señor, que Tú eres el camino único que conduce al Padre.
Pero son muchos los hombres, hermanos nuestros, que andan perdidos sin saber
que han sido creados por Dios y para Dios. Ignoran que Tú los has rescatado con
el precio de tu Sangre. No atinan a dar sentido a su vida, y no aspiran a ocupar el
lugar que Tú les tienes preparado en tu gloria. Por nosotros, los creyentes, y por
los que no te conocen, venimos a rogarte, Señor.
LECTOR. Venimos a adorarte, Jesús, porque eres el Hijo de Dios, Uno con el
Padre y el Espíritu Santo. Vives desde siempre y para siempre. Posees la plenitud
de la gracia y eres la Sabiduría y la Verdad. Junto con el Padre creaste todas las
cosas y te ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Eres digno de
adoración, gloria y alabanza por siempre.
TODOS. Por eso te agradecemos que te hayas hecho hombre; que estés formado
de nuestro mismo barro; que conozcas nuestras 11 angustias, depresiones y
miedos; que hayas saboreado nuestras mismas alegrías, ilusiones y éxitos.
— Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás noche y
día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando,
llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la
persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió
en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e
irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan
generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los
pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para
con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Este es el plan que
había proyectado realizar por Cristo, cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
ACTO DE REPARACIÓN
— Perdón, Señor, perdón. Por los que se oponen y se enfrentan al avance del
Reino. Por los que obstaculizan la labor de tu Iglesia. Por los ateos que te niegan y
combaten. Por las sectas secretas que siguen obstinadamente promoviendo el
mal. Por los catedráticos que conscientemente o por cobardía siembran el error.
— Perdón, Señor, perdón. Por los que dividen a tu Iglesia con las sectas. Por los
que siguen oponiéndose a la unión de los cristianos. Por nuestros hermanos que
abandonan la Iglesia Católica y apostatan de la fe.
— Perdón, Señor, perdón. Por las injusticias sociales, causa de las guerras
fratricidas. Por los asesinatos, secuestros y robos que nos quitan toda paz. Por los
abusos y corrupción de muchos gobernantes.
— Perdón, Señor, perdón. Por los que voluntariamente cierran los ojos a la fe y
no creen. Por los cristianos que viven alejados de ti y no rezan. Por los que
desesperan y no te aman. Por el odio y la falta de amor entre muchos cristianos.
Por las blasfemias que se profieren contra ti.
— Perdón, Señor, perdón. Por los padres descuidados y por los hijos rebeldes.
Por las familias que viven divididas y no se tienen amor. Por los atentados contra
la vida. Por los que son víctimas del alcohol y de la droga. Por tanto infanticidio
con el aborto abominable.
Por los Difuntos Señor Jesucristo, Tú lloraste ante la tumba del amigo
difunto, como habías llorado antes la muerte de José, en tu casa de
Nazaret. Así te unías a nuestro dolor por nuestros seres queridos. Y, con tu
propia pasión y muerte, ofrecías al Padre tu Sangre para la remisión de
nuestros pecados y la purificación de nuestras almas. Te pedimos ahora por
nuestros Difuntos. Por todos los de nuestras familias. Por todos los hijos de
la Iglesia, que murieron en la esperanza de la resurrección. Por todos los
que, sin haberte conocido, han muerto en la paz de Dios. Todos ellos han
participado ya el misterio de tu muerte y han de participar también la gloria
de tu resurrección. Por tu Cuerpo y tu Sangre, ofrecidos en el Altar, y
adorados ahora por nosotros, acelera la purificación de nuestros hermanos
difuntos, a fin de que contemplen ya sin velos tu gloria en el seno de Dios.
Así sea.
PARA CONCLUIR LA BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
(Incensación)
- Les diste el pan del cielo.
- Que contiene en sí todo deleite
Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu
Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados
misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros el fruto de tu Redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Alabanzas finales:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima sangre.
Bendito sea Jesús
en el santísimo sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo consolador.
Bendita sea la excelsa madre de Dios,
María Santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada concepción.
Bendita sea su gloriosa asunción.
Bendito sea el nombre de María, virgen y madre.
Bendito sea san José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.