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Benjamín Jorge Porto López.

Epistemología II.
5º Filosofía

Autoridad de primera persona: problemas y posibles soluciones desde una perspectiva


personal.

En este ensayo me propongo contestar a dos de las siguientes preguntas propuestas,


desde mi perspectiva personal:

¿Qué modelo de auto-conocimiento te parece más convincente y por qué? El mío propio
(aunque seguro que es el que más problemas tiene de todos). Aunque el expresivismo es
aceptable. O de otra manera: mi modelo es una especie de sendero intermedio entre el
expresivismo y el detectivismo.

¿Cómo podría fundamentarse la asimetría entre conocimiento de uno mismo y


conocimiento de los otros? Desde el modelo que propongo.

Es decir, quiero exponer cómo veo yo el problema y cómo lo soluciono enfrentándome


a la obra de Finkelstein La expresión y lo interno. Para ello, en un primer punto, expongo en
dónde reside el problema esencial del autoconocimiento y de la autoridad de la primera persona.
En este punto daré algunas pinceladas de los modelos que se han propuesto y de las críticas bien
fundadas que Finkelstein sostiene. En un segundo punto, expongo los presupuestos filosóficos a
partir de los cuales tienen significado las actitudes proposicionales. En tercer y último lugar,
propongo mi modelo de autoconocimiento y de autoridad de primera persona.

1. El problema de la autoridad de la primera persona.

Parece un misterio sin resolver el que cuando yo diga “creo (siento, deseo, pienso) que
p” tiene más verdad que si un tercero dice eso de mi creencia. Es decir, si alguien le pregunta a
mi amigo que yo creo tal y cual cosa, en principio, pensaremos que mi amigo dice la verdad.
Pero si luego me preguntas a mí y digo que mi amigo se equivocaba, entonces todo el mundo
pensará que mi amigo se equivocó y que yo llevo toda la razón cuando hablo de mi mismo. ¿Por
qué? Este es el problema de la autoridad de la primera persona. Es decir, tengo autoridad con
respecto a mis propios estados mentales, y el resto de las mentes, por fortuna, no tienen el
acceso que yo tengo a ellos. ¿Qué ocurre aquí? Este es un problema que ha dado lugar a grandes
debates y a mucha literatura escrita sobre el tema.

De hecho, se han propuesto muchos modelos. Unos han pensado que lo que me da
autoridad es que tengo una especie de sentido interno a partir del cual puedo detectar mi estado
mental e inferir “creo que p”. Otros, creen que decir “creo que p” es lo que constituye que eso

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sea verdadero. E incluso, otros han defendido lo que Finkelstein ha llamado “sendero
intermedio” entre estos dos modelos 1. Sin embargo, como siempre ocurre en filosofía, todos
tienen sus problemas. Nuestro autor sostiene “que el viejo detectivismo es fuerte en intimidad
(al menos, en tanto la reconoce) pero débil en naturalidad, mientras que el nuevo detectivista es
fuerte en naturalidad pero débil en intimidad” 2. Además, al constitutivismo se le puede objetar
el problema de la responsabilidad. Ante estas cuestiones, el problema de estos modelos queda
resumido por Finkelstein del modo siguiente: “el viejo detectivismo es fuerte en intimidad y
responsabilidad, pero débil en naturalidad; el nuevo detectivismo es fuerte en naturalidad y
responsabilidad, pero débil en intimidad; y el constitutivismo es fuerte en intimidad y
naturalidad, pero débil en responsabilidad” 3. De ahí, que algunos hayan postulado un sendero
intermedio que también tiene sus problemas, según nuestro autor. Y por ello, Finkelstein
sostiene su modelo expresivista que no voy a discutir aquí.

Este es el panorama al que se enfrenta la epistemología actual y al cual yo voy a


enfrentarme desde mi modelo, no sin antes exponer cuáles son mis presupuestos básicos sobre
filosofía del lenguaje, muchos de ellos compartidos con Finkelstein.

2. Mis presupuestos.

Aclararé varias cosas acerca de mi concepción del significado. En primer lugar, sobre el
tema del seguimiento de reglas y la cuestión de si hay o no hay un “abismo” 4 entre la regla y su
interpretación. Creo que no hay ningún abismo y siguiendo a Finkelstein, entiendo que entre lo
que dice una proposición y su interpretación no hay ningún tipo de abismo. Es decir, que “no
hay abismo alguno entre una instrucción así y lo que requiere: yo entiendo lo que requiere sin
necesidad de interpretación o explicación” 5, pero alguien siempre nos puede decir que las letras
no son nada más que tinta. Pues en mi opinión, y estoy de acuerdo con Finkelstein, esto no es
así. Desde mi modelo defenderé que las letras están vivas o, mejor dicho, las palabras están
dentro del llamado “mundo de la vida” (el famoso Lebenswelt de Husserl) con su contexto y es
ahí donde las palabras tienen sentido, dentro de su mundo. Por eso, las palabras son sólo
garabatos cuando las miramos “de reojo”. Pero si están “enmarcadas en nuestras vidas resulta
patente-en palabras de Finkelstein- que los abismos son excepcionales” 6. Solo hay abismo si
presupones que lo hay. Pero discutir acerca de intuiciones de sentido común, como dice Fodor 7,
1
Cf. FINKELSTEIN, David H, La expresión y lo interno, Oviedo: KRK, 2010. Cap. 1, 2 y 3.
2
Op. cit. Cap. 3.
3
Ibíd.
4
Op. cit. pp. 178-205. Esp. p. 190.
5
Ibíd.
6
Op. cit. p. 203.
7
FODOR, J, “La persistencia de las actitudes” en E. Rabossi, Filosofía de la mente y ciencia
cognitiva, Barcelona: Paidós, 1995, pp. 69-101

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es absurdo. Quizá para aquellos que defienden que hay abismo, el hecho de que lo haya es una
intuición de sentido común pero desde mi intuición, como desde la de Finkelstein, no hay
abismo, porque no se abre ningún tipo de abismo. Wittgenstein lo expresa en sus
Investigaciones §435 del modo siguiente:

“Si preguntamos «¿Cómo consigue la oración representar?» — la respuesta podría ser: «¿Acaso
no lo sabes?
Sin duda lo ves cuando la usas.» Pues no hay nada oculto.
¿Cómo lo consigue la oración? — ¿Acaso no lo sabes? Pues no hay nada escondido. [es decir, no
hay ningún abismo]
Pero a la respuesta «Sin duda sabes cómo lo consigue la oración, no hay nada oculto»,
uno quisiera replicar: «Sí, pero todo fluye tan rápido, y quisiera verlo expuesto con más detalle
[efectivamente, cuando quieres verlo con detalle el abismo parece abrirse]” 8.

Ahora veamos cómo esto se puede aplicar al conocimiento que tenemos de los demás.
Toda actitud proposicional tiene significado en su determinado contexto, es decir, en su mundo
de la vida, y por lo tanto es algo expresivo. Cuando un sujeto profiere algo o actúa de
determinada manera, su conducta “ES expresiva”. Ahora bien, ¿cómo sé realmente que es
expresiva? Cuando yo profiero algo de mí mismo o actúo de determinada manera, ya estoy
expresando mi conducta pero ¿cómo procedo a esto? ¿Y si la autoadscripción de estados
mentales se explica de manera expresiva cómo sabemos si es verdadero o falso? Es lo que voy
a explicar en el tercer y último punto. En todo caso, comparto con el expresivismo dos
elementos. El primero, y en palabras de Finkelstein, es que “es un error pensar que lo que
nuestra experiencia de la conducta de los demás nos proporciona son meros sonidos
desprovistos de relevancia psicológica: una expresión de dolor puede manifestar el estado
psicológico de una persona a los demás” 9 y el segundo es que “una de las maneras en que
expresamos nuestros estados psicológicos es autoadscribiéndonoslos con palabras: una persona
puede expresar su intención aseverando que eso es lo que tiene la intención de hacer” 10. Admito
que el expresivismo es aceptable, pero desde mi punto de vista es incompleto y trato de
completarlo con mi propio modelo que quizá sea detectivista y, en último término, dualista.

Por último, presupongo que toda proposición se funda en el principio de caridad que
según Quine reza así: “la estupidez de nuestro interlocutor, más allá de cierto punto, es menos

8
WITTGENSTEIN, L, Investigaciones filosóficas, traducción: Alfonso García Suárez y Ulises
Moulines, Altaya, Barcelona: 1999.
9
Op. cit. p. 231.
10
Ibíd.

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probable que una mala traducción11”. Es decir, que siempre estamos en un entorno compartido 12
en donde más o menos nos entendemos. Y esto es fundamental a mi modo de ver.
3. Mi concepción sobre el autoconocimiento y la autoridad de primera persona:

Estoy totalmente de acuerdo con la explicación de la autoridad de primera persona que


Finkelstein sostiene en tres parágrafos. Sin embargo, a mi entender, le falta explicar cuál es el
proceso por el que esa explicación es consistente. Y yo voy a explicar ese proceso. A mí no me
basta decir que lo que me adscribo, al ser como una expresión facial, con sólo que (me)
observes ya sabes lo que pienso y con solo expresarlo yo, ya tengo autoridad. ¿Cómo consigo
expresarlo y cómo consigo que tenga autoridad? Aquí va mi idea.

Un sujeto tiene autoridad sobre sus creencias porque es el único que puede desarrollar
un proceso de triangulación:

Tengo la capacidad de contrastar mi perspectiva de 1º persona con el mundo,


objetivando o abstrayendo esa creencia (“creo que p”), desde un sujeto neutro (o perspectiva de
3º persona, aunque me gusta más llamarla neutral). Gracias a esta comparación, me percato de
que “creo que p” y lo profiero (expresándolo) teniendo en cuenta el mundo que me rodea. Es
decir, la condición que hace posible que tenga autoridad de primera persona es que somos
capaces de distanciarnos de nuestra perspectiva de primera persona, accediendo a una
perspectiva neutral, que es capaz de contrastar la perspectiva de primera persona con el mundo,
y a partir de esa contrastación, nos autoadscribimos creencias que luego podemos proferir a los
demás e incluso a nosotros mismos. Esa neutralidad se parece al sentido interno que defiende el
detectivismo (en cierta medida desde esa perspectiva neutral soy capaz de detectar el estado
mental). Ahora bien, esa neutralidad no es infalible, uno puede equivocarse.

Yo le doy más autoridad a un sujeto que habla por sí mismo que a otro que habla por
éste porque el primero es capaz de contrastar lo que dice (yo creo que p) teniendo en cuenta que
puede tener una perspectiva de 3º o neutral (¿realmente creo que p?) comparando su perspectiva
de primera con lo que le dice el mundo (en el mundo estaría de algún modo el cuerpo, es decir,
las sensaciones como el dolor y, además, los estados mentales). Aquí creo que radica la
asimetría y donde se fundamenta. La autoridad de primera persona consistiría en todo esto a la
vez:

11
QUINE, W.V. Word and Object. Cambridge MA: MIT Press, 1960.
12
Cf. QUINTANILLA, P, “Comprender al otro es crear un espacio compartido. Caridad, empatía
y triangulación” en IDEAS Y VALORES, Nº 125 AGOSTO DE 2004 BOGOTÁ, COLOMBIA.

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MUNDO PERSPECTIVA DE 1º PERSONA.

PERSPECTIVA DE 3º PERSONA O NEUTRAL A PARTIR DE LA CUAL SE


PUEDE PROFERIR CON CERTEZA (EN PRINCIPIO): “YO CREO QUE P”.

AUTORIDAD DE PRIMERA PERSONA.

Lo intentaré explicar con otras palabras. Nosotros, como sujetos, tenemos la capacidad
de abstraernos de nosotros mismos. Separarnos de nuestro propio estado mental y mirar si es o
no es verdadero y luego expresarlo. Es decir, parece que realmente detectamos eso a partir de
algún sentido interno. Esto es, nosotros podemos subir a ese tribunal de la razón o sujeto
trascendental (del que hablaba Kant) que es neutral, y observar el mundo y mi creencia. Una vez
que miro al mundo y veo que mi creencia concuerda con él, la profiero desde ese tribunal.
Incluso parece que estoy siendo dualista porque estoy separando todo (mi cuerpo, mi creencia,
el mundo) de una especie de cogito a partir del cual detecto e infiero mis estados mentales
evidentes. Pues sí, esto es cierto, pero es obvio que de algún modo este es el procedimiento. Un
procedimiento que es naturalista, porque es mi aparato neuronal el que puede hacerlo. Es decir,
yo considero que esto es mi procedimiento cognitivo. Gracias a que es naturalista mi
concepción se salva de ser algo sobrenatural y estar expuesta a críticas como las del
materialismo eliminativista (del tipo Churchland). Además, gracias a que podemos subirnos a
esa especie de tribunal, somos responsables de todas nuestras creencias. Porque de algún modo
somos capaces de ver si nuestras creencias concuerdan con el mundo ya que somos seres
racionales, por lo menos en principio, que pueden acceder a tal procedimiento.

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4. Bibliografía.

FINKELSTEIN, David H, La expresión y lo interno, Oviedo: KRK, 2010.

FODOR, J, “La persistencia de las actitudes” en E. Rabossi, Filosofía de la mente y ciencia


cognitiva, Barcelona: Paidós, 1995
QUINE, W.V. Word and Object. Cambridge MA: MIT Press, 1960.

QUINTANILLA, P, “Comprender al otro es crear un espacio compartido. Caridad, empatía y


triangulación” en IDEAS Y VALORES, Nº 125 AGOSTO DE 2004 BOGOTÁ, COLOMBIA.
WITTGENSTEIN, L, Investigaciones filosóficas, traducción: Alfonso García Suárez y Ulises Moulines,
Altaya, Barcelona: 1999.

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