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EL MUNDO

DEL TRABAJO URBANO:


AGENTES SOCIALES E
INSTITUCIONALES

595
596
LEYES Y PROYECTOS
SOCIOLABORALES REFORMISTAS
DE LA SEGUNDA REPUBLICA
María Luz Arroyo Vázquez
UNED

INTRODUCCIÓN
La presente comunicación aborda el tema de la legislación sociolaboral que afectó a los
trabajadores en el mundo urbano durante la Segunda República, mostrando aquellos proyectos y
leyes que algunos políticos y agentes sociales reformistas impulsaron durante una etapa concreta,
el primer Bienio, con el fin de crear una nueva conciencia proletaria.
La reforma laboral fue uno de los aspectos que más influyeron en la sociedad, economía
y política de la Segunda República.1 Cabe preguntarse si ésta significó la mejora de las
condiciones de trabajo, de la jornada, de los salarios y si, realmente, se experimentaron cambios
significativos. Los políticos y los sindicatos aspiraron a unas transformaciones moderadas, a un
programa modesto que aliviara la situación laboral, adquiriéndose unos derechos sindicales y
laborales. Se establecieron los jurados mixtos, jornada máxima, salario mínimo, y se regularon
los contratos de trabajo y los convenios colectivos.
En el primer bienio, Azaña pactó con socialistas y se produjo una importante legislación
laboral que intentó ofrecer un proyecto renovador y reformista. Francisco Largo Caballero, líder
sindical de la U.G.T. con casi dos años y medio al frente del Ministerio de Trabajo fue, sin duda
alguna, uno de los artífices más claros de esas reformas y, como la mayor parte de los socialistas,
aspiró a llevar a cabo cambios, que explicó, por ejemplo, en su discurso en el Cinema Europa.
Para él, no se podía concebir la República sin reformas. Por este motivo, cuando Largo Caballero
percibía que se las bloqueaban, atacaba y manifestaba que la República corría un grave peligro.2

1
Martín Aceña, P.: “Problemas económicos y reformas estructurales” en Juliá Díaz, Santos (ed.). Política en la
Segunda República. Monográfico de Ayer, 20 (1995), pp. 173-192, p. 184.
2
“Largo Caballero pronuncia un discurso de trascendencia histórica.- Prefiero la anarquía y el caos al fascismo”. El

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Los socialistas se identificaron con la República desde su origen. Sin embargo, la República en
la que creían era consustancial con sus reformas. Al desvanecerse las reformas, se resintió su
identificación con la República.3

LARGO CABALLERO, ARTÍFICE E IMPULSOR DE UNA LEGISLACIÓN


SOCIOLABORAL REFORMISTA.
La legislación en materia social de cierta entidad y aplicación no apareció en España
hasta el s. XX. Así, de 1900 databa la legislación de Eduardo Dato sobre el trabajo de mujeres y
niños y accidentes laborales; en 1902 se creó el Instituto de Trabajo, denominado después el
Instituto de Reformas Sociales; en 1904 apareció la “ley de descanso dominical”; en 1908, por la
ley de 27 de febrero se creó el Instituto Nacional de Previsión; en 1919 se estableció la jornada
máxima de ocho horas y en 1926 los Comités Paritarios. No obstante, sólo se habló del Derecho
del trabajo a partir del final de la primera guerra mundial. El contrato de trabajo no se reguló
hasta 1926.
Durante el primer Bienio de la Segunda República española se elaboró un corpus
legislativo sociolaboral que se llevó a cabo en su mayoría en un espacio temporal corto, en los
primeros cien días de gobierno. Los Decretos anunciados por el Ministerio de Trabajo se
aprobaron como leyes obligatorias por las Cortes Constituyentes de la República a principios de
septiembre de 1931,4 y se intentó que los acuerdos sobre trabajo se adaptasen a una misma
legislación nacional laboral.
La obra legislativa del primer bienio surgió, ante todo, por iniciativa socialista,
principalmente, por el impulso de Largo Caballero y, además de tratar de mejorar la condición
del obrero y las relaciones laborales existentes, tuvo, según señala Santos Juliá, un objetivo
político claro que consistía en “marginar a la C.N.T. y reforzar, fortalecer a la U.G.T. como
representante de la clase obrera y alcanzar la paridad entre sociedades obreras y organizaciones
patronales con objeto de resolver sus diferencias por mutuo consenso”, es decir, “ampliar el
poder y la responsabilidad sindical como vía hacia el socialismo”.5

Socialista, M 3-10-1933, p. 6.
3
Macarro, J. M.: “Sindicalismo y política”, en Juliá Díaz, Santos (ed.). Política en la Segunda República.
Monográfico de Ayer, 20 (1995), pp. 142-171, pp. 158 y 161.
4
Aróstegui Sánchez, J.: “Largo Caballero, Ministro de Trabajo”. En: Tuñón de Lara, Manuel (dir.). La
Segunda República española: el primer bienio. III Coloquio de Segovia sobre Historia Contemporánea de
España. Madrid: Siglo XXI, 1987, pp. 59-74, p. 67.
5
Juliá Díaz, S.: “Objetivos políticos de la legislación laboral”. En: Tuñón de Lara, Manuel. (dir.). La Segunda
República española: el primer bienio. III Coloquio de Segovia sobre Historia Contemporánea de España.
Madrid: Siglo XXI, 1987, pp. 27-47, pp. 32, 34, 37 y 44. Véase también: J. Aróstegui, 1987, p. 68.

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En esa misma línea, el historiador Juan Avilés Farré afirma que la política social
legisladora del bienio azañista no sólo fue respuesta a un ideal de justicia, sino que también
respondió a un intento de desarmar la amenaza revolucionaria de marxistas y anarquistas.6
Entre las leyes laborales claves que se promulgaron durante este período destacan
importantes normas sobre regulación del trabajo que afectaban a los trabajadores del mundo
urbano: la Ley de 21 de noviembre de 1931, “Contrato de Trabajo”; la Ley de 27 de noviembre
de 1931, “Creación y organización de los Jurados Mixtos profesionales”; la Ley de 27 de
noviembre de 1931, “Colocación obrera”; “Proyecto de ley sobre intervención obrera en la
gestión de las industrias” sometido a deliberación de la Cámara de Representantes, autorizado
por Azaña a ser presentado a las Cortes el 20 de octubre de 1931, se propuso para su aprobación
en febrero de 1932; una ley sobre organización: la Ley de 8 de abril de 1932, “Asociaciones
profesionales de obreros y patronos”. Asimismo, se reorganizó el Ministerio de Trabajo y se
crearon delegaciones provinciales de trabajo, delegados e inspectores de trabajo en todas las
provincias.
En la Segunda República se revisó y se aprobó la Ley de 21 de noviembre de 1931:
“Contrato de Trabajo” por las Cortes Constituyentes.7 Era una ley reformista e intervencionista
que alcanzaba una gran perfección jurídica, “una norma de carácter conciliador, que pretende
colocar en un plano de diálogo e igualdad los intereses obreros y patronales”.8 Según Alfredo
Montoya Mengar, esta ley era “la pieza fundamental de la legislación laboral republicana [... ]
[que] lejos de ser derogada, es objeto de refundición, que va a perpetuar su vigencia durante todo
el régimen de Franco, subsistiendo en algunos aspectos hasta el día de hoy”.9 Este autor señala
que esta ley se basó, en gran parte, en un Proyecto alemán de Heinz Potthoff de 1923.10
De este modo, se posibilitaron las contrataciones colectivas donde intervinieron los
sindicatos en la búsqueda de relaciones más justas, y poco a poco se fue configurando la
extensión de la práctica de la negociación colectiva en las industrias españolas.
La negociación colectiva mejoraba las condiciones de trabajo del obrero, sustituyendo
poco a poco a la individual donde el obrero se veía totalmente desvalido. En la Segunda
República se la concedió “un marco legal propio”, aunque anteriormente se reconociera la

6
Avilés Farré, J.: La izquierda burguesa en la Segunda República. Madrid: Espasa-Calpe, 1985, p. 332.
7
Ley de 21 de noviembre: Contrato de Trabajo. Gaceta de Madrid. D 22-11-1931, pp. 1130-1138.
8
González Gómez, S. y Redero San Román, M.: “La Ley de Contrato de Trabajo de 1931”. En: Tuñón de Lara,
Manuel. La II República española: el primer bienio. III Coloquio de Segovia sobre Historia Contemporánea de
España. Madrid: Siglo XXI, 1987, pp. 75-93, p. 80.
9
Véase: Montoya Melgar, A.: Ideología y lenguaje en las leyes laborales de España: 1873-1978. Madrid:
Civitas, 1992, pp. 218 y 219.
10
Ibidem, 1992, p. 218.

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validez de los “pactos colectivos”.11 Los contratos colectivos se realizaban por escrito y debían
tener una validez mínima de dos años. Este tipo de regulación guardaba relación con la
normativa escandinava, con la de la República de Weimar y con el New Deal de Franklin Delano
Roosevelt.12
En el Contrato figuraban las condiciones, y las obligaciones de trabajadores y patronos,
que parecían impedir que el obrero saliera perjudicado.13 Se limitaban las posibilidades de
despido y en el artículo 91 se estipulaba que “las huelgas o los “lock-outs”, en general, no
rescindirían el contrato de trabajo”.14
Esta ley afectaba a toda clase de patronos, incluyendo al Estado, Diputaciones
Provinciales y Ayuntamientos cuando realizasen obras propias. El artículo 66 exigía el
cumplimiento de los Reglamentos de trabajo en todos los lugares que diesen trabajo a más de
cincuenta trabajadores, y, a veces, se autorizaba aunque hubiese un número menor. Esta norma
abarcaba a la mayoría de los trabajadores. La excepción la constituían los funcionarios públicos
que poseían una regulación especial, y los altos directivos.15
Otra de las leyes más relevantes de este período fue la Ley de 27 de noviembre de 1931:
“Creación y organización de los Jurados Mixtos profesionales”, que tenía un precedente en los
comités paritarios de la Dictadura de Primo de Rivera. Estos jurados tenían como objetivos
principales la resolución de la conflictividad entre obreros y patronos, el establecimiento e
inspección de las condiciones de trabajo, de los contratos laborales colectivos, de las leyes
sociales, de los acuerdos adoptados por los mismos jurados y de cuestiones de propiedad rústica.
Los miembros, seis vocales, obreros y patronos, se elegían cada tres años por las asociaciones
patronales y obreras. Los presidentes eran nombrados por los vocales, o de no haber unanimidad,
por el Ministerio.16
La derecha y la patronal se sintieron amenazadas y ofrecieron resistencia a esta
institución, que se vio modificada por una ley en julio de 1935, reformando y limitando sus
funciones.17 Pocos meses después con el Gobierno del Frente Popular se derogó la ley de 16 de

11
Soto Carmona, Á.: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936). Barcelona: Anthropos,
1989, p.251.
12
Payne, S.G.: La primera democracia española. La Segunda República, 1931-1936. Barcelona: Ediciones
Paidós, 1995, pp. 132 y 134.
13
S. González Gómez y M. Redero San Román, 1987, p. 88.
14
Ley de 21 de noviembre: Contrato de Trabajo. Gaceta de Madrid, nº326, D 22-11-1931, p. 1138.
15
Véase: Ley de 21 de noviembre: “Contrato de Trabajo”. Gaceta de Madrid, nº 326, D 22-11-1931, p. 1136.
16
Ley de 27 de noviembre de 1931: “Creación y organización de los Jurados Mixtos profesionales”. Gaceta de
Madrid. S 28-11-1931, pp. 1251-1262.
17
Léase, por ejemplo: “Decreto aprobando el texto refundido de la legislación sobre Jurados Mixtos”. Gaceta de
Madrid. D 1-9-1935, pp. 1728-1738.

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julio de 1935 y se restableció la de noviembre de 1931.18
La Ley de 27 de noviembre de 1931: “Colocación obrera” y el Decreto de 6 de agosto de
1932: “Reglamento de colocación obrera” instituyó las Bolsas de trabajo que orientaban al
obrero y le ponían en relación con el mundo laboral.19
Mediante la Ley de 8 de abril de 1932: “Asociaciones profesionales de obreros y
patronos” regulaban el sindicalismo, estableciendo el derecho a la huelga. Declaraba el carácter
voluntario de la pertenencia a este tipo de asociaciones (Artículo 2º) y especificaba la edad
mínima requerida (artículo 4º).20
Otras normas y disposiciones fundamentales dictadas por Largo Caballero que afectaron
a los trabajadores del mundo urbano fueron: el “Seguro obligatorio de maternidad” y la “Ley de
Accidentes de Trabajo” de 1932.
La regulación de la Jornada laboral se estableció el 9 de septiembre de 1931 mediante
una ley que limitaba, en general, la jornada máxima laboral a ocho horas, pudiéndose tener otro
cómputo, pero siempre, sin sobrepasar las nueve horas. Se autorizaban horas extraordinarias, un
máximo de 240 anuales o de 50 en un mes.
En 1933, en la Conferencia Internacional del Trabajo, se solicitó la reducción de la
jornada laboral de 48 horas a 40 horas, pero se rechazó su aplicación pues los delegados
patronales no aceptaron el convenio.21 A pesar de ello, se siguió luchando y se redujo la jornada
de manera paulatina en los distintos sectores.22
En el ramo de la metalurgia después de tres meses de huelga, el Jurado Mixto accedió a
establecer la semana de 44 horas.23 En las minas la jornada de trabajo en superficie es de ocho
horas y para el trabajo subterráneo de 7 ó 6 horas. En los telares era de 66 horas semanales,
durante ocho semanas, pagándose como extraordinarias las que excedieran de 48 horas
semanales.24
Con respecto a la jornada máxima de trabajo de los niños, la Ley del 1 de julio de 1931
establecía que los menores de 16 años, fuera del ámbito agrícola y del taller familiar, no podían
trabajar horas extraordinarias.
18
Ley derogando la de 16 de julio de 1935 y las disposiciones dictadas para cumplimiento de ella, y restableciendo
en su vigor la de 27 de Noviembre de 1931. Gaceta de Madrid. M 2-6-1936, p. 1940.
19
Léase: Ley de 27 de noviembre de 1931: Colocación obrera en: Gaceta de Madrid. S 28-11-1931, pp. 1262 a
1264 y Decreto de 6 de agosto de 1932: Reglamento de colocación obrera. Gaceta de Madrid. S 13-8-1932, pp.
1156 a 1166.
20
Ley de 8 de abril de 1932: Asociaciones profesionales de obreros y patronos. Gaceta de Madrid. J 24-4-1932, pp.
330-334.
21
“La semana de cuarenta horas”. Heraldo de Madrid, J 15-6-1933, p. 3.
22
“Dos nuevas victorias del proletariado”. Mundo Obrero. Madrid, V 17-7-1936, primera página.
23
“Las cuarenta y cuatro horas”. El Sol. Madrid, S 2-6-1934, primera página.
24
Á. Soto Carmona, 1989, pp. 588 y 589.

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La regulación de los salarios se estableció según la ley de 21 de noviembre de 1931, por
Jurados Mixtos mediante la negociación entre patronos y sindicatos obreros que intentaron llegar
a un acuerdo, a un pacto colectivo, que si no se alcanzaba provocaba el uso de la huelga y el
lock-out. El estado no reguló los salarios hasta 1939.
Durante el Bienio Conservador se reformó la obra legislativa impulsada por Largo
Caballero, así, por ejemplo, la ley de los Jurados Mixtos del 27 de julio de 1931 para poner
“orden”, entre otros aspectos, en las industrias españolas.25 Destaca la nueva redacción del
apartado IV en el que la nueva ley, en su artículo nº 23 dice que:

“No podrán ser designados Presidentes ni Vicepresidentes de Jurados mixtos, aun cuando
reuniesen las condiciones señaladas, los que sean miembros de Sindicatos u
organizaciones patronales u obreras, o estén al servicio regular de las mismas, salvo si
hubiesen sido dados de baja en ellos cuatro años antes de su nombramiento”.26

De una manera soslayada se intentó reducir el poder sindical, que tanta influencia tenía
en las huelgas en España, por el temor a una posible revolución social. Este miedo se puso de
relieve en el proyecto de ley reformando la legislación de Jurados Mixtos. Así, podemos ver, que
unos diputados someten al dictamen de la Comisión de Trabajo sobre dicho proyecto, el
siguiente artículo:

“No podrán figurar en ningún Jurado Mixto elementos de agrupaciones que nieguen el
principio de colaboración social y propugnen la lucha de clases”.27

La nueva ley del 16 de Julio de 1935 y las disposiciones dictadas para su cumplimiento
se derogó mediante una ley del 30 de mayo de 1936 que restableció la ley de 27 de noviembre de
1931.28
Igualmente, se advertía a los trabajadores españoles de que ciertas huelgas pueden ser
causa de despido. Por consiguiente, se decretó:

“Causa legítima de rescisión de los contratos de trabajo, toda huelga declarada por
cuestiones ajenas al trabajo o sin someterse a los plazos fijados en el artículo 39 de la Ley
25
Léase: Orden de 16 de octubre de 1934 disponiendo el alcance de la rescisión de contratos de trabajo individuales
como consecuencia de huelgas ilegales. Gaceta de Madrid, nº291, 18-10-1934, pp. 439 y 440; Decreto de 1 de
noviembre de 1934: Causas legítimas de despido por huelga. Gaceta de Madrid, nº307, S 3-11-1934, pp. 964 y 965.
26
Léase: Decreto de 29 de agosto de 1935 aprobando el texto refundido de la ley sobre Jurados Mixtos del 16 de
junio de 1935: Régimen de los Jurados Mixtos profesionales y supresión de los Tribunales Industriales. Gaceta de
Madrid, nº244, D 1-9-1935, p. 1730.
27
Enmienda del Sr. Ruiz Alonso al dictamen de la Comisión de Trabajo sobre el proyecto de ley reformando la
legislación vigente de Jurados mixtos. Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados. Apéndice 21 al num.218.
Archivo del Congreso de Diputados. Madrid. Legislatura de 1933-1935. Legajo 581, nº11.
28
Ley para la derogación de la ley de 16 de julio de 1935 sobre Jurados Mixtos y restablecimiento en su vigor la de
27 de noviembre de 1931. Gaceta de Madrid, nº 154, 2-6-1936, p. 1940.

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27 de Noviembre de 1931, o en los determinados en otras leyes”.29

Los plazos para que los obreros declarasen a los jurados mixtos la huelga o los patronos
el paro de sus explotaciones, establecidos en la ley de Jurados Mixtos del 27 de noviembre de
1931, se respetaron en la ley en el artículo 47 de la ley de Jurados Mixtos del 16 de julio de 1935
y eran de: ocho días, cinco días ó 48 horas, según los casos.30
Dentro de la legislación protectora de los trabajadores destaca la relativa a los seguros
sociales. No obstante, una de las carencias sociales más graves del período republicano fue la
inexistencia de un seguro público de desempleo.
En la etapa de la II República se intensificaron las medidas de previsión social dadas
hasta entonces y se proyectaron nuevas leyes, pasándose a abordar un tema muy importante para
la Previsión, el proyecto de “unificación de los seguros sociales”.
Como resume Mercedes Samaniego, durante el quinquenio 1931-1936, se dió un
tratamiento privilegiado a la cuestión de unificación de los seguros, y sobre todo a partir de 1932,
momento en que ya se había consolidado el retiro obrero obligatorio, se habían puesto en marcha
tanto el seguro de maternidad como el de accidentes de trabajo”.31
En la orden ministerial de 10 de mayo de 1932, el Ministerio de Trabajo pidió al Instituto
Nacional de Previsión que preparase un proyecto de Ley de Seguro de Vejez, Invalidez y
Muerte, la unificación de éstos junto con el de Enfermedad y Maternidad, y su coordinación con
los de Accidentes de Trabajo en la Industria y en la agricultura.32
Respecto al alcance del proyecto, se especificaba que abarcaba “el Seguro de Maternidad
y el de Enfermedad, por un lado, y los de Invalidez, Vejez y Muerte del trabajador, por otro, e
implicaba la implantación de tres nuevos Seguros: los de Enfermedad, Invalidez y Muerte, y la

29
Decreto de 1 de noviembre de 1934: “Causas legítimas de despido por huelga”. Gaceta de Madrid, nº 307, S 3-
11-1934, p. 964. Véase también: Orden de 16 de octubre de 1934 disponiendo el alcance de la rescisión de contratos
de trabajo individuales como consecuencia de huelgas ilegales. Gaceta de Madrid, nº 291, 18-10-1934, p. 439.
30
Decreto de 29 de agosto de 1935 aprobando el texto refundido de la ley sobre Jurados Mixtos del 16 de junio de
1935: Régimen de los Jurados Mixtos profesionales y supresión de los Tribunales Industriales. Gaceta de Madrid,
nº244, D 1-9-1935, p. 1733.
31
Samaniego Boneu, Mercedes. “Hacia la unificación de los seguros sociales: el intentos integrador de la II
República”. Studia Historica: Hist. Contemporánea. Salamanca. Vol. II (1984), nº 4, pp.103-121, pp.107-108
Véase además: Decreto-ley de 26 de mayo de 1931: “Seguro obligatorio de maternidad”. Gaceta de Madrid, nº 147,
27-5-1931, pp. 963 y 964; “Retiro Obrero.- Reglamento de procedimiento para la imposición y efectividad de
sanciones por incumplimiento de las leyes de Seguros Sociales”. Gaceta de Madrid, nº 342, 8-12- 1931, pp. 1527-
1529; Seguro Obligatorio de Accidentes de Trabajo; y el Decreto de 8 de octubre de 1932: Texto refundido sobre
accidentes de trabajo. Gaceta de Madrid, nº 286, 12-10-1932, pp. 218-224.
32
Ibidem, 1984, pp. 108.
Véase además: Decreto-ley de 26 de mayo de 1931: “Seguro obligatorio de maternidad”. Gaceta de Madrid, nº 147,
27-5-1931, pp. 963 y 964; “Retiro Obrero.- Reglamento de procedimiento para la imposición y efectividad de
sanciones por incumplimiento de las leyes de Seguros Sociales”. Gaceta de Madrid. Nº 342, 8 de diciembre de
1931, pp. 1527-1529. “Seguro Obligatorio de Accidentes de Trabajo”; y el Decreto de 8 de octubre de 1932: “Texto
refundido sobre accidentes de trabajo”. Gaceta de Madrid, nº 286, 2-10-1932, pp. 218-224.

603
Reforma, con notables mejoras, de los de Maternidad y Vejez”.33
Por su parte, Rafael Cruz Martínez hace referencia a la “frustración de un sistema
unificado de seguros sociales”, señalando que pese a que durante el período republicano se
“darían todos los pasos necesarios (bases, proyecto de ley, etc.) para poner en práctica el seguro
integral [... ] justo en 1936 las circunstancias que cercenaron la obra republicana en todos sus
aspectos hicieron inviable su aplicación”.34
A pesar de todo, durante la II República, el Instituto Nacional de Previsión acordó
importantes medidas entre las que destacan las siguientes:
Mediante el decreto de 25 de mayo de 1931, se creó “un servicio para el fomento y
régimen de la previsión social contra el paro involuntario de trabajo, servicio centrado en el
Instituto Nacional de Previsión, que podía actuar flexiblemente en todas las regiones, gracias a
sus veinte Cajas colaboradoras y que se titulaba “Caja Nacional contra el Paro forzoso””.35 Las
bases para ejecución de este decreto aparecían desarrolladas en un decreto de 30 de septiembre
de 1931, en cuyo artículo 2º se establecían las funciones de esta Caja, entre las cuales cabría
destacar el apartado 5º: “Estudiar la organización definitiva de un régimen de seguros contra el
paro y de cualquier medio adecuado para prevenirlo, atenuarlo o corregirlo y aplicarlo, en su
caso”. En el artículo 11, se exponen los recursos que posee para afrontar el problema del paro
forzoso. En el artículo 20 se menciona que los beneficiarios del Régimen de Previsión serían “los
asalariados de más de dieciséis años y menos de sesenta y cinco, cualquiera que sea su sexo, se
patrono, la clase de su trabajo y la forma de su remuneración, siempre que ésta no exceda de
6.000 pesetas anuales, que el momento de quedar sin trabajo lleven seis meses inscritos o
afiliados en una entidad primaria reconocida”. En cuanto a la indemnización por paro
involuntario, el artículo 27 aclaraba que la cuantía no podría exceder el 60 por 100 del jornal
ordinario. Por último, en el artículo 31 se especificaban las razones que pueden llevar a la
pérdida de los beneficios otorgados por la Caja Nacional contra el Paro forzoso.36
Otra norma importante fue el Decreto-ley de 26 de mayo de 1931, que implantó el seguro
obligatorio de maternidad con el fin de proteger a las madres obreras. La aplicación del citado

33
Consúltese: “El Proyecto de Unificación de Seguros Sociales Visto en su conjunto”. Hojas divulgadoras del
Instituto Nacional de Previsión.- Número nº 19, Publicaciones del Instituto Nacional de Previsión, nº 479, 1935, s.p.
34
Cruz Martínez, R.: “La frustracción de un sistema unificado de seguros sociales: la República y la guerra
civil”. En: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (ed.). Historia de la acción social pública en España:
beneficencia y previsión. Madrid: Centro de Publicaciones, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1990, pp.
361-394, p. 369.
35
Decreto de 25 -V-1931: “Previsión social contra el paro forzoso”. Gaceta de Madrid, nº 147, 27-5-1931, p. 961.
36
Decreto de 30 de septiembre de 1931: “Reglamento para la ejecución del decreto de 25 de mayo de 1931 creando
la Caja Nacional contra el Paro forzoso”. Gaceta de Madrid, nº275, 2-10-1931, pp. 29-32.

604
seguro comenzaría el primero de octubre de 1931.37
Pocos meses más tarde, se amplió el régimen de retiro obrero obligatorio mediante el
decreto de 16 de octubre de 1931 sobre la concesión de bonificaciones por parte del Estado, tanto
del fondo general para afiliados en el “Régimen de Libertad subsidiada y en el fondo de retiro
obligatorio, como de los Fondos especiales de Invalidez de pensionados, de Previsión infantil y
de Protección a la ancianidad”.38 El decreto de 4 de diciembre de 1931 estableció como seguro
obligatorio en España: el de “Retiro Obrero” e implantó “normas reguladoras de procedimiento
para sancionar los actos de obstrucción al Régimen de retiro obrero obligatorio”. Según el
artículo 1º, “son actos imputables al patrono y determinantes de sanción: I. La falta de afiliación
o cotización, no obstante el previo requerimiento de los Inspectores; II. La ocultación de obreros
por quienes se deba cotizar;... VI. El despido o la no aceptación de obreros que reclamen su
afiliación o su cotización en cualquiera de las formas reglamentarias; VII. La coacción obrera
para que trabaje durante el plazo legal de descanso”, etc. El artículo 2º explica que “las sanciones
consistirán en multas por infracción, por reincidencia y por obstrucción”, y el artículo 12 señala
que el importe de dichas multas sería enviado al Instituto Nacional de Previsión.39
Con fecha de 7 de abril de 1932 se aprobó el “Reglamento general de Patronatos de
Previsión Social y de la Comisión Revisora Paritaria Superior”. El artículo 1º del mencionado
reglamento explicaba que “los patronatos de Previsión social son organismos constituidos
reglamentariamente por el Instituto Nacional de Previsión para que en el territorio de su
respectiva jurisdicción actúen como entidades de previsión popular, secunden las iniciativas del
Instituto y cooperen a la preparación, difusión y funcionamiento de los seguros sociales a aquél
encomendados; intervengan con su informe en los planes de inversiones sociales que formulen
las Cajas colaboradoras, y, de un modo especial, sean los órganos de la jurisdicción contenciosa
del régimen legal de los Seguros sociales”.40
Respecto al caso de los Accidentes de Trabajo en la Industria, durante la II República se
modificaron e implantaron nuevas medidas para paliar las consecuencias de los accidentes,
haciéndose el seguro obligatorio ante los casos de incapacidad permanente y de muerte. De este
modo, el 4 de julio de 1932 se sancionó una ley por la que se modificó el artículo 168 del Código

37
Decreto-ley de 26 de mayo de 1931: “Seguro obligatorio de maternidad”. Gaceta de Madrid, nº 147, 27-5-1931,
pp. 963 y 964.
38
Decreto de 16 de octubre de 1931: “Percepción de bonificaciones en el Régimen de Retiro Obrero y en otros
mecanismos de protección”. Gaceta de Madrid, nº 290, 17-10-1931, pp. 322-325.
39
“Retiro Obrero.- Reglamento de procedimiento para la imposición y efectividad de sanciones por incumplimiento
de las leyes de Seguros Sociales”. Gaceta de Madrid. Nº 342, 8-12-1931, pp. 1527-1529.
40
Decreto de 7 de abril de 1932: “Reglamento general de Patronatos de Previsión Social y de la Comisión
Revisora Paritaria Superior”. Gaceta de Madrid, 9-4-1932. Véase: Aranzadi, E. de.: Repertorio cronológico de
Legislación 1932. Pamplona: Aranzadi, 1932 (2ªedición), pp. 343-353.

605
de Trabajo sobre accidentes de trabajo en la Industria para adaptarlo al Convenio de la O.I.T. de
1929. Asimismo, se decretó el texto refundido sobre accidentes de trabajo en la industria (8 de
octubre de 1932) y su Reglamento (31 de enero 1933).41 En el artículo 1º de la ley se recogía el
concepto de accidente de trabajo: “toda lesión corporal que el operario sufra con ocasión o por
consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena”.42 Igualmente, se debe destacar el artículo
38 del capítulo V, “Del Seguro contra accidentes de trabajo”, que representa el texto principal de
la ley :

“Todo patrono comprendido en esta Ley tiene obligación de estar asegurado contra el
riesgo de accidente de sus obreros que produzca la incapacidad permanente o la muerte
de los mismos. Todo obrero comprendido en esta Ley se considerará de derecho
asegurado contra dicho riesgo, aunque no lo estuviera su patrono. En el caso de que este
no indemnizare al obrero o a sus derechohabientes en el plazo que señale el Reglamento,
la indemnización será abonada con cargo al fondo de garantía”.43

Otro aspecto importante lo constituyó la fundación de la Caja Nacional del Seguro de


Accidentes del Trabajo en la industria por el I.N.P., en virtud a lo dispuesto por el artículo 45
(capítulo V) de la Ley de 8 de octubre de 1932 y el 140 de su reglamento del año siguiente,
donde se especificaba que sólo se cubrían los casos de muerte o incapacidad permanente. Los
estatutos se aprobaron por Decreto de 22 de febrero de 1933.44

UNA PROPUESTA SINGULAR: “EL CONTROL SINDICAL OBRERO”


EN LA GESTIÓN DE LAS INDUSTRIAS
Una de las propuestas reformistas más destacadas que afectaba al mundo urbano fue el
“Proyecto de ley de Intervención Obrera en la gestión de las Industrias” de Francisco Largo
Caballero y de la Comisión permanente de Trabajo que se sometió a la deliberación y
aprobación de las Cortes Constituyentes en febrero de 1931.45 Largo Caballero explicó a las
Cortes que “la idea del “control sindical obrero” no era nueva”, y señaló que él pidió en la
Conferencia Internacional del Trabajo celebrada en Washington en 1919 que se reconociese a
los trabajadores “su debida participación en la administración de la industria”, y que más

41
Decreto de 8 de octubre de 1932: “Texto refundido sobre accidentes de trabajo”. Gaceta de Madrid, nº 286, 12-
10-1932, pp. 218-224.
42
Ibidem, p. 218.
43
Ibidem, p. 222.
44
Véase: Jordana de Pozas, Luis. “La Caja Nacional de Seguro de Accidentes de trabajo y sus primeros
resultados”. Madrid: Publicaciones del Instituto Nacional de Previsión, nº 398, 1933, pp. 1-21.
45
Véase: Dictamen de la Comisión permanente de Trabajo sobre el proyecto de ley de Intervención obrera en las
industrias. Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes de la República Española. Apéndice 4º al número 114,
pp. 1-3. Archivo del Congreso de los Diputados. SG 475, carpeta nº 26.

606
tarde, el 22 de noviembre de 1922, él planteó una “fórmula jurídica” para llevar a cabo dicha
intervención obrera ante el Instituto de Reformas Sociales. El 20 de octubre de 1931, el
Ministro de Trabajo y Previsión propuso de nuevo dicho proyecto ante las Cortes, poniendo
como ejemplo a otros países entre los que mencionaba a Austria, Alemania, Checoslovaquia,
Noruega e Inglaterra. También hizo referencia a que en países como Francia, Holanda,
Bélgica y los Estados Unidos existían ejemplos de tal práctica en empresas particulares.46
El proyecto de Largo Caballero constaba de quince artículos y pretendía la intervención
de Comisiones de obreros en todos los centros industriales y de comercio que empleasen a más
de 50 obreros (artículo 1º) que se elegirían en las empresas por los trabajadores de los sindicatos
industriales. El número de miembros de estas Comisiones interventoras no sería menor de tres ni
excedería de 15 (artículo 2º). Las principales funciones de esas Comisiones serían: vigilar la
admisión y despido de los obreros; garantizar la aplicación de las leyes sociales y contratos de
trabajo justos; estudiar las medidas administrativas; asegurar el derecho de asociación; sugerir
normas para aumentar la producción y analizar las relaciones y cambios entre producción y
salarios (artículo 9º). Así, por ejemplo, la Comisión Interventora podría verificar si se cumplían
los contratos en relación al tema de salarios (artículo 14). Con el fin de aliviar el tema del paro,
en cada lugar de trabajo existiría un registro de solicitudes de trabajo y las comisiones
interventoras tendrían derecho a estar informadas de los motivos de admisión o rechazo de un
obrero (artículo 12). Otro aspecto importante es el tema de las sanciones disciplinarias ya que no
podrían ser impuestas por los patronos sin que la Comisión Interventora fuese informada y, en el
caso de disentir, el asunto sería sometido al Jurado Mixto correspondiente (artículo 13). La
duración del cargo de delegado sería de dos años, pudiéndose ser renovado (artículo 7º).47
Finalmente, este proyecto de ley no llegó a prosperar en la Segunda República debido, en
gran parte, al rechazo de la patronal que se resistía a que se estableciese el control obrero en las
empresas. No estaban dispuestos a perder el poder que tenían pues como advirtió Largo
Caballero a las Cortes: “los patronos verán disiparse, acaso amargados, su concepción de amos
por derecho divino, para compartir con sus servidores la responsabilidad de una empresa ahora
verdaderamente “constitucional”48
Así, por ejemplo, Francisco Junoy, Presidente de la asociación Patronal “Estudios
sociales y Económicos” trató de desalentar al Presidente del Consejo de Ministros acerca de esta
46
Véase “Decreto autorizando la presentación a las Cortes de un proyecto de Ley sobre Intervención Obrera en la
Gestión de las Industrias”. Madrid, 20-10-1931, p. 3. SG IEG 475 nº 26 Archivo Congreso de los Diputados.
Madrid.
47
“Decreto autorizando la presentación a las Cortes de un proyecto de Ley sobre Intervención Obrera en la Gestión
de las Industrias”. Madrid, 20-10-1931, p. 5-8. SG IEG 475 nº 26 Archivo del Congreso de los Diputados. Madrid.
48
Ibidem.

607
ley en los siguientes términos:

“Ni son circunstancias adecuadas, ni es el momento propicio para pretender una


intervención obrera en la gestión de las industrias, cuyo alcance y resultados... es muy de
temer que sean funestos”.49

Como se puede apreciar por las palabras de Francisco Junoy, a pesar de que Largo
Caballero manifestó ante las Cortes que el proyecto no debía alarmar a nadie, la consecución del
control obrero y su participación en los beneficios, aunque sólo afectase a las grandes empresas y
el comercio, si que consiguió preocupar a la patronal que, no estaba dispuesta a que esta ley
entrase en vigor.

LAS RELACIONES LABORALES:


EL PAPEL DEL ESTADO, DE LOS SINDICATOS Y DE LA PATRONAL.
Como consecuencia de la depresión económica de los años treinta se originó una crisis en
el sistema liberal. El Estado dejó de ser un mero espectador, pasando a desempeñar un papel
intervencionista. Sobre el control que ejercía el Estado, Álvaro Soto Carmona afirma que el
Gobierno “siempre se reserva la última palabra en cuanto a las prácticas sindicales” y cita como
ejemplo la Ley Wagner en Estados Unidos (1935) y la Ley de Defensa de la República española,
(1931).50
Con respecto a la acción del Estado durante la Segunda República española, puede
observarse que el Estado era altamente intervencionista, avanzando en el Derecho al trabajo en la
regulación de la negociación.51 El Estado del primer Bienio se preocupaba por la cuestión social,
ejercía de árbitro en los conflictos entre obreros y empresarios y jugaba un papel clave en la
elaboración de la legislación de la actividad laboral con una administración centralizada,
exceptuando a Cataluña que se reserva algunas competencias propias.
El Ministerio de Trabajo se creó en 1920, y durante la Segunda República, por decreto de
3 de noviembre de 1931 se componía de una subsecretaría, una dirección de Trabajo, órgano
ejecutivo y el Consejo de Trabajo, órgano consultivo de la política social.52 Durante el Primer
Bienio actuó bajo el influjo de la Unión General de Trabajadores, “su programa era el de la

49
Véase, por ejemplo, la Carta que dirige Francisco Junoy Rabat, Presidente de la Asociación Patronal “Estudios
Sociales y Económicos” al Presidente del Consejo de Ministros el día 15-2-1932. Madrid. Archivo del Congreso de
los Diputados. SG legajo 475, carpeta 26.
50
Á. Soto Carmona, 1989, p. 296.
51
Á. Soto Carmona, 1989, p. 256.
52
J. Aróstegui J, 1987, p. 73.

608
U.G.T. y su objetivo político también”.53
El Ministerio de Trabajo creó delegados provinciales y reformó el cuerpo de inspectores
provinciales, que podían sancionar a los patronos sin previo aviso. Se fortalecieron órganos
como el Ministerio de Trabajo para poder ejercer un mayor control y poder en tareas como la
inspección.
Asimismo, en la Segunda República, se establecieron organismos como los Jurados
Mixtos y la Sala de lo Social en el Tribunal Supremo. Los Jurados Mixtos actuaron con una
función conciliadora entre los obreros y la patronal. En 1933, los Jurados Mixtos intervinieron en
3.559 conflictos que afectaron a 700.000 obreros. De ellos, se resolvieron por conciliación 2.627
conflictos de trabajo y 203 por arbitraje.54
Respecto al derecho a la sindicación, éste quedaba reconocido en ll artículo 39 de la
Constitución de 1931. Reza así:

“Los españoles podrán asociarse o sindicarse libremente para los distintos fines de la
vida humana, conforme a las leyes del Estado”.55

Hasta 1932 los sindicatos españoles se rigieron por la “Ley de Asociaciones” aprobada
por la Cortes el 30 de junio de 1887, que, aunque no es una ley sindical, representaba un claro
reconocimiento del derecho a asociarse. El 8 de abril de 1932 se promulgó la primera ley sindical
española: “Asociaciones profesionales de obreros y patronos”, que establecía que la sindicación
era voluntaria y no obligatoria, era un derecho y no un deber.56 La intervención del Estado se
reducía a garantizar el buen régimen interior del Sindicato. Sin embargo, el Estado intentó
controlar los sindicatos mediante el control de sus publicaciones. Igualmente, se podían
suspender Asociaciones por orden de un Delegado provincial o la autoridad judicial competente
(artículo 39).57
La Segunda República fue un período clave en el movimiento obrero. Colin M. Winston,
al comparar la clase obrera española con la de otros países, sostiene que aunque aquélla no era
“nada especial”, España sí era una nación muy diferente a las demás al vivir inmersa en una gran
polarización política y social.58 Existía una relación entre las fuerzas sindicales y políticas en
España. Mientras que en otros países como en los Estados Unidos, el sindicalismo se caracteriza

53
S. Juliá Díaz, 1987, p. 31.
54
“El Estado ante el problema social. La conciliación en los conflictos de trabajo y la acción directa”. Heraldo de
Madrid. V 25-1-1935, primera página.
55
Constitución de la República Española. Gaceta de Madrid, nº extraordinario 343. X 9-12-1931, p. 5.
56
Ley 8 de abril de 1932: “Asoc. profesionales de obreros y patronos”. Gaceta de Madrid. J 24-4-1932, pp. 330-334
57
Ley 8 de abril de 1932: Asoc. profesionales de obreros y patronos. Gaceta de Madrid. J 24-4-1932, pp. 334.
58
Winston, C. M.: La clase trabajadora y la derecha en España, 1900-1936. Madrid: Cátedra, 1989, p. 315.

609
por una unidad sindical -hasta 1935-, en España no encontramos dicha unidad sino una
pluralidad sindical que causó una debilidad de negociación frente a los empresarios.
En este período se podían distinguir asociaciones obreras y organizaciones patronales, que se
vieron impulsadas por el desarrollo de la sindicación y el aumento de su capacidad negociadora,
lo cual repercutía en la manera de ejercer la negociación.
Dentro de las Asociaciones obreras destacan la C.N.T. (“Confederación Nacional de
Trabajo”: anarcosindicalistas) y la U.G.T. (“Unión General de Trabajadores”: socialistas).
La C.N.T. se fundó en noviembre de 1910 en Barcelona y ejerció una gran influencia en
la industria textil. De 1923 a 1931 la C.N.T. se encuentraba en la clandestinidad y en su seno no
tardó en aparecer la división entre los ácratas puros y los moderados. La F.A.I. (“Federación
Anarquista Ibérica”) se creó en 1927, pero no alcanzaba el millar de afiliados.
Según estimaciones de Manuel Tuñón de Lara, el número de afiliados a la C.N.T. entre
1931 y 1934 osciló entre 600.000 y 1.200.000 afiliados siendo en Cataluña y Levante donde
tiene la mayoría de sus miembros.59 En 1931, se situó la cifra en 535.565 afiliados y en verano
de 1932, en 1.200.000 afiliados, 300.000 de ellos en Cataluña.60 En Sevilla y Málaga la clase
obrera estaba orientada por comunistas y cenetistas”.61 En 1934 y 1935 hubo una decadencia
anarcosindicalista.
En el bienio azañista, la C.N.T. rechazó la política reformista que se llevaba a cabo,
existiendo en la C.N.T. cierto temor hacia la U.G.T., porque ésta se desarrolló protegida por los
organismos de arbitraje y por el hecho de que los trabajadores pudieran afiliarse al sindicato
rival. El problema radicaba en que “los socialistas eran para la C.N.T. competidores sindicales y
miembros del Estado” y en que “la defensa del Gobierno de su propia legislación siempre fue
comprendida por la C.N.T. como un ataque consciente de la República, manejada por el P.S.O.E.
para acabar con ella. Pero no es que el Estado buscase gratuitamente el enfrentamiento con la
C.N.T. Es que ese Estado tenía derecho a legislar sustentándose en la mayoría parlamentaria que
lo apoyaba, derecho que la C.N.T. nunca reconoció”.62
Por todo ello, la C.N.T. se enfrentó al Estado y se negó a admitir la legislación social
dictada por el Parlamento,63 pues si “la C.N.T. quería seguir siendo, y no ser otra cosa, no podía
ceder ante el reformismo socialista, no podía admitir que la legislación republicana contuviese

59
Tuñon de Lara, M.: La Historia del siglo XX. Barcelona: Laia, 1977. 3 vols., p. 139.
60
Ibidem, pp. 135 y 139, y 1978, p. 403.
61
Ibidem, 1978, p. 403.
62
J. M. Macarro, 1995, p. 151.
63
Azaña y Díaz, M.: Memorias políticas y de guerra. 1931-1939. Barcelona: Crítica (Grijalbo Mondadori),
(1978) 1996, 2 vols. vol. II, p. 596.

610
bondad alguna”.64 Esto a su vez originó ciertas represalias por parte del gobierno.65 Los diarios y
revistas anarquistas denunciaron al Gobierno formado por republicanos y socialistas, por
considerar que no defendían la causa obrera. Uno de los sucesos que tuvo más eco es la represión
anarquista en Casas Viejas (Cadiz).66
La C.N.T. se manifiestó contraria al intervencionismo estatal y al sistema de relaciones
laborales impuesto por Francisco Largo Caballero y la U.G.T. La actitud de la C.N.T. contribuyó
a deteriorar el orden social y el clima esperanzado con que se había sido acogido la República.
Con respecto a la participación de los anarquistas en las elecciones, en las de noviembre
de 1933 la C.N.T. se abstuvo, pero en 1936, no pidió la abstención.
El otro sindicato mayoritario, la U.G.T. se fundó en 1888. En los años veinte la U.G.T.
contaba con 200.000 afiliados. En junio de 1930 tenía 287.333 afiliados, en octubre de 1932,
1.058.451 afiliados67, y en 1933, 1.500.000.68
En cuanto a la evolución del sindicato U.G.T., se observa que el XII Congreso de la
U.G.T. (1932) venció la línea moderada que amparaba las reformas del gobierno azañista
mientras que los anarcosindicalistas y comunistas se resistieron a esa política conciliadora. En
una reunión el 27 de enero de 1934 se vió la evolución hacia la izquierda: se nombró una nueva
ejecutiva quedando como secretario Largo Caballero.69
La U.G.T. influyía en las zonas agrícolas, en la construcción, minería, metalurgia,
transporte y muy poco en la industria textil. Su área geográfica principal se sitúa en Madrid,
Asturias, Valencia, Badajoz, Jaén, Vizcaya, zonas mineras de Andalucía como Sevilla, Toledo y
Murcia.70
A pesar de las diferencias, en 1934 se unen la U.G.T. y la C.N.T. debido a “una actitud
defensiva, de temor a las derechas y a los patronos”.71 Tras la revolución viene una etapa de
represión y José María Gil Robles defendió la disolución de los sindicatos. Además, “en la
práctica, importaba poco la existencia legal de los sindicatos, puesto que los patronos podían
tomar todo tipo de represalias contra los trabajadores dado que la detención de los líderes

64
J. M. Macarro, 1995, p. 152.
65
“Anoche ha sido clausurado el local de los sindicatos de la C.N.T.”. Ahora. Madrid, X 8-11-1933, p. 3.
66
“CNT” en Casas Viejas.- Después de los sucesos.- Cómo fue ametrallado el pueblo desde las ventanas de la
fonda y el cuartel.- La Choza del compañero “Seisdedos””. CNT, M 24-1-1933, primera página; “Consecuencias de
la represión”. CNT. Madrid L 30-1-1933, primera página.
67
Preston, P.: La destrucción de la democracia en España. Reacción, reforma y revolución en la Segunda
República. Madrid: Turner, 1978, p. 99.
68
Gil Pecharromán, J.: La Segunda República. Madrid: Historia 16, 1989, pp. 111 y 112.
69
Tuñón de Lara, M.: La España del siglo XX. De la Segunda República a la Guerra Civil (1931-1936). Vol.II.
Barcelona: Laia, 1978, p. 401.
70
Ibidem, 1978, p. 403; Á. Soto Carmona, 1989, p. 306.
71
J. M. Macarro, 1995, pp. 162 y 163.

611
sindicales había dejado desamparadas a las organizaciones sindicales”.72
Para la U.G.T. y la C.N.T. “la concepción sindical, obrerista, del Estado y del poder
político acabó revelando que los sindicatos españoles nunca habían tenido teoría del primero ni
ejercicio del segundo, sino sólo una cultura de la subsidiaridad o de la resistencia a ambos”.73
Con respecto a los sindicatos católicos, éstos no llegaron nunca a experimentar un gran
avance.74 Son organizaciones con menor relevancia que la U.G.T. y la C.N.T. “Un dirigente
sindical se lamentaba en 1933 de que sólo cinco de cada 1.000 obreros españoles estaban
afiliados a alguna de las diversas organizaciones sindicales católicas existentes, y de que la
Confederación Nacional de Obreros Católicos poseía la insignificante cifra de 36.000 miembros
en un momento, durante la II República, de movilización masiva de los trabajadores y en el que
las confederaciones socialista y anarcosindicalista rivales se jactaban de contar con más de
1.000.000 de afiliados cada una.”75
Con respecto al asociacionismo patronal, en 1933 existen 4.642 asociaciones
profesionales con 267.067 socios, que emplean a 2.842.431 obreros, y 765 “sociedades”
mercantiles con 315.784 trabajadores empleados.76
En el bienio azañista las organizaciones patronales estaban muy divididas y con intereses
muy dispares. Normalmente, las grandes patronales industriales: Unión Económica, Fomento del
Trabajo Nacional, Confederación Patronal, adoptaron una actitud crítica hacia el reformismo,
mientras que las organizaciones de la pequeña empresa, como la Unión gremial, mantuvieron
una actitud más favorable hacia el republicanismo moderado.77 Los socialistas se entrometieron
en la organización de las empresas, debilitando la posición de los patronos y buscando mejorar la
del gobierno y la del obrero.78

CONCLUSIÓN
Las medidas reformistas de Largo Caballero buscaban mejorar las condiciones laborales
del obrero, poniendo especial énfasis en aspectos como los contratos y la negociación colectiva,
la regulación del sindicalismo y el derecho a la huelga, tratando de evitar represalias de la

72
P. Preston, 1978, p. 249.
73
J. M., 1995, p. 171.
74
C. M. Winston, 1989, pp. 14 y 15.
75
C. M. Winston, 1989, p. 16.
76
“Censo electoral social del 31 de diciembre de 1933: sección patronal” en Boletín del Ministerio de Trabajo y
Previsión Social, nº 44, Madrid, 1934, pp. 334-347.
77
J. Gil Pecharromán, 1989, p. 113.
78
S. Juliá Díaz, 1987, p. 44.

612
patronal. Cuando los contratos de trabajo intentaban ser desvirtuados por algunos patronos, el
Ministerio de Trabajo actuaba. Además, aunque los patronos podían rescindir los contratos
debido a las huelgas ilegales, se trató de que respetasen los pactos colectivos.
No obstante, las leyes reformistas del Ministro Francisco Largo Caballero suscitaron una
oposición patronal, financiera y política. El programa de reformas caballerista representó una
amenaza para el patrono, que no permaneció callado sino que trató de transmitir su ideología
mediante la creación de opinión que difundió, entre otros medios, a través de la prensa,
ejerciendo así una presión indirecta sobre el Estado y la sociedad.
En definitiva, el programa de medidas sociolaborales presentado e impulsado por Largo
Caballero fue en “potencia” reformador, aunque no se consiguió aplicar todas las reformas
necesarias o, a veces, éstas sólo se llevaran a la práctica en una mínima parte.

613
614
ORIGENES Y PRIMEROS PASOS
DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA
EN GUIPÚZCOA (1871-1921)1.
Pedro Barruso Barés
Delegación Provincial de Educación (Guadalajara)

Desde comienzo de la década de los años 60 del siglo XIX, y a raíz de la creación de
la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en 1864, el movimiento obrero dio
comienzo a un proceso de organización y desarrollo que, con altibajos, ya no se detuvo y se
fue expandiendo por los distintos países de Europa. En lo que se refiere a España los albores
del internacionalismo obrero se sitúan en 1868 cuando las libertades de la revolución que
derrocó a Isabel II permitieron el desarrollo del asociacionismo obrero la de la mano de
propagandistas de la Internacional que comenzaron a desarrollar su labor de proselitismo en el
Levante español y tuvo como consecuencia la creación, en 1869 en Barcelona, de la primera
sección de la AIT. Como consecuencia de la actividad de los enviados de la Internacional, en
junio de 1870, tuvo lugar el primer congreso obrero español y como consecuencia del mismo
se creó la Federación Regional Española de la AIT. En 1871, en el transcurso de la
“Conferencia Secreta de Valencia”, se impusieron definitivamente las tesis antiautoritarias y
colectivistas frente a las propuestas por el marxismo alienando, de este modo, al incipiente
movimiento obrero español con los planteamientos de los seguidores de Bakunin.
Fue en este contexto cuando el 14 de septiembre de 1871 se hizo público en San
Sebastián un manifiesto dirigido por “La Comisión Organizadora de la Asociación
Internacional de Trabajadores de San Sebastián” a “sus hermanos los obreros de esta localidad
y su provincia2. De la lectura del manifiesto de septiembre podemos pensar en el alineamiento
de los autores de mismo junto con la corriente marxista de la AIT ya que en el texto se

1
Esta comunicación forma parte del proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Educación y
Ciencia “Diccionario Biográfico del socialismo español hasta 1939” (HUM2005-01102/HIST).
2
Archivo General de Gipuzkoa-Fondo Duque de Mandas (AGG-DM), ss-59.

615
reclama claramente la participación de los trabajadores en la política como medida para la
conquista del poder político. Sin embargo esta reivindicación se puede referir a un plano más
inmediato al hacer referencia a la posibilidad de ser electores –algo que se reconocía en el
artículo 16 de la Constitución de 1869- pero que en la realidad era un derecho limitado a
“aquellos que declarasen un determinado patrimonio o que por vía impositiva, así lo
demostrasen”3. Esto suponía, en palabras de Tuñón de Lara que “pequeños comerciantes y
empresarios maestros de taller… quedaban fuera de la participación en el sistema”.4
Pese a que no tenemos demasiada información sobre los firmantes de este primer
manifiesto, a los que podemos considerar como el núcleo inicial del socialismo guipuzcoano,
podemos suponer que se trataba de personas que estaban directamente afectadas por esta
norma lo que pudo ser, junto con otras razones, el motivo para la publicación el mencionado
documento.. Según el padrón municipal de 1871 y el Estado Industrial de 18735 los firmantes
son todos obreros cualificados –la mayor parte de ellos mencionan un oficio más o menos
especializado pero ninguno es propietario de un negocio propio- de mediana edad (la edad
media de los firmantes es de 38 años) y dos tercios de los mismos son nacidos fuera del País
Vasco, en el que llevan residiendo una media de seis años y medio. De los firmantes tan solo
uno es natural de San Sebastián y otro guipuzcoano de modo que el 66% de los firmantes es
foráneo mientras que un 33% de los que firman el Manifiesto de 1871 son de origen
guipuzcoano. En lo que se refiere al origen geográfico de los foráneos se pone de manifiesto
la importancia que, para la inmigración al País Vasco, tuvo la construcción del ferrocarril.
Desde 1865 las ciudades de Burgos y San Sebastián estaban unidas por ferrocarril lo que
facilitó la comunicación con el resto de la meseta castellana y la movilidad de la población
que vio en la naciente industria vasca una posibilidad de empleo lejos de las duras
condiciones del campo castellano6. Desde el punto de vista laboral todos eran trabajadores por
cuenta ajena cuyos únicos ingresos son sus salarios, ninguno posee negocio propio y
posiblemente se vieron afectados por el descenso de salarios que se dio en ese momento en
toda España. Esto unido al aumento de las contribuciones podemos suponer que sitúo a los
trabajadores donostiarras de fines del siglo XIX en una difícil situación.
Del igual modo, y en relación con la publicación del manifiesto de septiembre,
podemos indicar un dato que, pese a parecer estrictamente coyuntural, pero que pudo tener
3
Tuñón de Lara, Manuel: Historia del socialismo, Conjunto, Barcelona, 1989. T.I, p.43.
4
Tuñón de Lara, Manuel: Historia del socialismo, T.I, p.43.
5
Archivo Municipal de San Sebastián (AMSS). Padrón de Habitantes de 1871 y Estado Industrial de San
Sebastián de 1873.
6
Tortella, Gabriel: “La economía española 1830-1900” en Tuñón de Lara, Manuel (Dir.): Historia de España,
vol.VIII, pp.11-167.

616
una importancia determinante a la hora de redactar el manifiesto de 1871; nos referimos a la
presencia en San Sebastián de Paul Lafargue, quien casado con Laura Marx, huyó de Francia
como consecuencia de su papel en la Comuna de París y se dirigió a España (posiblemente
por su conocimiento del idioma pues había nacido en Cuba7), donde fue detenido y
encarcelado en Huesca el 11 de agosto de 1871. El Gobierno francés solicitó su extradición al
Gobierno Español, presidido por Manuel Ruiz Zorrilla, el cual se negó a concederla y puso en
libertad a Lafargue el día 21 de agosto de 1871. Tras su puesta en libertad se trasladó a San
Sebastián donde es de suponer que tomó contacto con el grupo organizador de la sección de la
AIT en la capital donostiarra y donde permaneción hasta diciembre, fecha en la que se
trasladó a Madrid.
El manifiesto de septiembre de 1871, y los términos en los que se expresa, podemos
suponer que equivale a un alineamiento con las tesis defendidas por Marx como se deja
traslucir en varias afirmaciones de este documento. A modo de ejemplo podemos mencionar
que se cita expresamente la intención de “celebrar reuniones políticas donde discutiremos
sobre asuntos que nos convengan” a la vez que manifiesta que las cuestión de “la conducta en
la que nos hemos de colocar con los partidos políticos este punto será tratado con más
presencia por su gravedad en el estado actual”. Esta frase deja entrever la importancia que
para el grupo fundador de la AIT en San Sebastián suponía la controversia entre “autoritarios”
y “libertarios” cuando ya se había celebrado la “Conferencia Secreta de Valencia” en la que
triunfaron los postulados antiautoritarios y colectivistas y que supuso la reafirmación de la
Federación Regional Española a los postulados de Bakunin
Poco sabemos de la actividad y de la vida de la sección de San Sebastián de la AIT.
Sabemos que algunos de los firmantes del manifiesto de septiembre de 1871 formaban parte
de las organizaciones republicanas, en concreto Dionisio García, como veremos más adelante.
Del mismo modo podemos constatar la actividad de la sección de representantes de la sección
de San Sebastián en las reuniones de la AIT y del mismo modo la primera crisis que se
produjo en el seno de la misma. Según se desprende de la lectura de las actas de la AIT, en
mayo de 1872, Dionisio García, uno de los firmantes del Manifiesto de 1871, daba cuenta de
la disolución de la Federación Local debido a las críticas que le dirigen diversos afiliados a la
vez que anuncia la suspensión de la publicación de “El Eco de los Trabajadores” aparente
órgano de expresión de la federación local8. Las actas citadas no mencionan la razón de las

7
Paul Lafargue nació en Santiago de Cuba en 1842 y falleció en París en 1911.
8
Actas de los consejos y Comisión Federal de la Región Española (1870-1874). Trascripción y estudio
preliminar por Carlos Seco Serrano. Universidad de Barcelona, Barcelona, 1969. En adelante para referirnos a

617
diferencias en el seno de los internacionalistas de San Sebastián pero podemos pensar que las
críticas estuviesen relacionadas con la actividad política de Dionisio García. Éste, era vocal de
la directiva del Partido Republicano Federal en enero de 18729, lo mismo que Vicente
Álvarez, que aparece mencionado en las actas de la AIT en la sesión celebrada el 1 de octubre
de 187210 aunque parece que la crisis tuvo también un componente de tipo económico.
A los pocos días de recibir la carta de Dionisio García, concretamente en la sesión del
31 de mayo de 1872, nueve miembros de la Federación Local de San Sebastián comunican a
la dirección del Consejo Federal la disolución de la federación de San Sebastián de la cual
responsabilizan a Dionisio García11. Sin embargo parece que la federación local siguió
funcionando ya que en julio de 1872 se informa de los trabajos de organización que se estaban
llevando a cabo en San Sebastián y en septiembre parece que se ha solventado la crisis ya que
se pone al frente de la federación otro de los firmantes del Manifiesto de 1871, Isidro Boada,
un confitero que solicita que la correspondencia le fuese enviada a su negocio la “Pastelería
Mallorquina” de la céntrica calle Garibay de San Sebastián12.
En octubre de 1872 tuvo lugar una reunión de la Federación Local de San Sebastián en
la cual, además de reprobar la actuación del presidente de la misma y del tesorero, se nos
informa de la existencia de un núcleo de la AIT en Tolosa, ya que una de las acusaciones que
se formularon en contra de Dionisio García fue la de no haber entregado el importe de la
cuotas de esa localidad a la sección de San Sebastián. Pero, del mismo modo, en el acta se
deja entrever que los problemas también son de índole político puesto que varios de los
presentes acusan al presidente de no haber defendido en el congreso de Zaragoza (abril de
1872) la postura adoptada por la federación local13. Pese a que no conocemos cual fue la
actitud del delegado donostiarra podemos suponer que su postura se situase a favor de la
intervención política, algo que él ya hacía al formar parte de la directiva del Partido
Republicano Federal de San Sebastián frente a la, supuesta, oposición a la política del resto de
los integrantes de la Federación Local. Sea cual fuera la actuación de Dionisio García
sabemos que este fue expulsado en octubre de de 1872 de la sección donostiarra de la AIT la
cual continuó con sus actividades organizativas.

esta obra lo haremos con la fórmula abreviada. Actas de la AIT, 28 de mayo de 1872. Tomo 1, p. 134.
9
“La Justicia. Periódico Republicano Democrático Federal”. La composición del Partido Republicano Federal
aparece en el único número, correspondiente a enero de 1872, que se conserva en la Biblioteca del Archivo
Histórico de la Fundación Pablo Iglesias.
10
Actas de la AIT, 1 de octubre de 1872.
11
Actas de la AIT, 31 de mayo de 1872.
12
Actas de la AIT, 1 de octubre de 1872.
13
Actas de la AIT, 1 de octubre de 1872.

618
Sin embargo la coyuntura bélica que se abatió sobre el País Vasco como consecuencia
de los levantamientos carlistas de abril de 1872 y febrero de 1873, con el consiguiente
abandono del ejército liberal de gran parte de la provincia. Esto propició que San Sebastián
quedase prácticamente aislada y debiera organizar su propia defensa. Las actas de la AIT
recogen este hecho al referir que

“Los burgueses, para que los obreros defiendan con las armas en la mano sus intereses
y monopolios han suspendido toda clase de trabajo.
Muchos obreros que por falta de recursos no pueden trasladarse a otra población se
ven precisados, contra su voluntad, a empuñar el fusil para defender los privilegios de
sus ladrones”14

A pesar de que las dificultades en la capital donostiarra fueron cada vez mayores las
actas de la AIT siguieron reflejando la actividad de las secciones de Tolosa y San Sebastián
hasta enero de 1874. A partir de ese momento, y debido a la decisión de la Federación
Española de pasar a la clandestinidad no tenemos más noticias de las agrupaciones de San
Sebastián ni de Tolosa. Si a lo anterior unimos que la capital donostiarra fue asediada por los
carlistas a partir de septiembre de 1875 hasta febrero de 1876, fecha en que se levantó el sitio
cuando ya los carlistas se batían en franca retirada, es de suponer que las circunstancias no
eran demasiado favorables para el desarrollo de la actividad política de los círculos obreros.
Por tanto es de suponer que debido a la complicada coyuntura interna, a la debilidad
organizativa y a la compleja situación de la propia AIT la sección de San Sebastián
desapareciese, sin que podamos precisar cuando, dando paso un paréntesis de casi veinte años
para poder volver a contar con presencia documentada de organizaciones de tipo socialista en
Guipúzcoa.
El sistema político de la Restauración, que emergió de la coyuntura bélica, en el caso
de Guipúzcoa supuso el traslado a las urnas de la larga pugna entre carlistas y liberales sin
dejar resquicio para otras fuerzas políticas. Por otra parte la industrialización del territorio, sin
la creación de grandes industrias ni, por lo tanto, grandes concentraciones de trabajadores, no
eran condiciones favorables para el desarrollo del obrerismo que no reaparecería hasta finales
del siglo XIX en los principales núcleos industriales (Tolosa, papeleras y Eibar, industria
armera) así como en San Sebastián, principal población de la provincia y en la que las obras
del ensanche de la ciudad y de su transformación en ciudad de veraneo dio empleo a muchos
trabajadores.

14
Actas de la AIT, 10 de noviembre de 1873.

619
CREACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL SOCIALISMO GUIPUZCOANO (1891-1901)
La última década del siglo XIX supuso un importante impulso en el desarrollo del
movimiento obrero en el País Vasco debido a una serie de razones diversas. Desde el punto de
vista organizativo la llegada a Bilbao, en 1885, del toledano Facundo Perezagua fue
determinante. Tras su llegada a Bilbao Perezagua entró en contacto con las asociaciones
existentes y comenzó una labor de organización y propaganda que culminó con la creación de
la Agrupación Socialista de Bilbao en julio de 1886. Desde el punto de vista laboral las duras
condiciones de trabajo en las minas y en las empresas vizcaínas hicieron que los trabajadores
buscasen una forma de hacer frente a esta situación y que se plasmó en la huelga de mayo de
1890. Este conflicto, resuelto de manera favorable para los trabajadores, que consiguieron
parte de las reivindicaciones, tuvo una serie de repercusiones destacadas en el ámbito político
y organizativo.
Tras la huelga de 1890 el PSOE, como es sabido, celebró en agosto su II Congreso en
Bilbao en el que se rechazó la política de colaboración con los republicamos y se adoptó la
postura de concurrir a los comicios en solitario. Pese a los pobres resultados obtenidos en las
elecciones legislativas de 1890, en las que Pablo Iglesias se presentó como candidato por
Bilbao, la situación fue diferente en las municipales de 1891. En las mismas fueron elegidos
cuatro candidatos socialistas en Bilbao –Facundo Perezagua, Leandro Carretero, Dionisio
Ibañez y Manuel Orte- mientras que en La Arboleda era elegido Facundo Alonso. Este éxito
de los socialistas vizcaínos tuvo su repercusión en Guipúzcoa y dio origen a una intensa
campaña de propaganda que tuvo como resultado la creación de las primeras agrupaciones
socialistas en Guipúzcoa
Como ya hemos dicho desde la desaparición de la sección local de la AIT movimiento
asociativo en Guipúzcoa había caído en una fase de letargo en el que a pesar de la existencia
de diversas sociedades de oficio éstas carecían de una organización que les permitiera ejercer
influencia en la sociedad guipuzcoana. Sin embargo será por iniciativa de una de ellas, la
Sociedad de Tipógrafos de San Sebastián, que tuvo lugar la convocatoria de una reunión de
obreros, el 26 de abril de 1891, con el fin de preparar el mitin que se iba a celebrar el domingo
3 de mayo como conmemoración de la Fiesta del Trabajo y que iba a tener lugar en el Teatro
Principal de San Sebastián15. Como consecuencia de la reunión del Principal se creo la
Agrupación Socialista de San Sebastián cuyo primer presidente fue Romualdo Pérez16. El 31

15
Sanchez Blanco, Pedro: “Apunte histórico de la Agrupación Socialista Donostiarra, 1891-1936” en
Socialismo donostiarra. Cien años de historia. Fundación Alzate, San Sebastián, 1992, p.11.
16
La dirección de la primera Agrupación Socialista de San Sebastián estuvo formada de la siguiente manera:

620
de julio de 1891, tras un mitin de Facundo Perezagua se creó la Agrupación Socialista de
Tolosa, presidida por el vizcaíno José Beascoechea que en agosto de ese mismo año fue
despedido de la fábrica en la que trabajaba lo que supuso que la agrupación tolosarra
prácticamente desapareciera17. La agrupación donostiarra no corrió mejor suerte y entró en
una especie de letargo que no podemos aclarar por la ausencia de fuentes y que supuso
prácticamente la desaparición del socialismo en Guipúzcoa hasta 1897.
1897 supuso la reaparición definitiva del socialismo en Guipúzcoa con la refundación
de la Agrupación Socialista de San Sebastián y la creación de la Agrupación Socialista de
Eibar. El renacimiento del socialismo en Guipúzcoa puede relacionarse con los resultados de
las elecciones municipales de 1897 y las maniobras de Víctor Chavarri para anular la elección
de los socialistas. En las mencionadas elecciones municipales resultaron elegidos tres
concejales socialistas en Bilbao –Felipe Carretero, Felipe Merodio y Toribio Pascual- y un
concejal en Gallarta (Cándido Lucio Vicario). A instancias del industrial vizcaíno Víctor
Chavarri se anuló la elección de los mencionados alegando que no pagaban contribución,
condición que exigía la ley electoral para ser elegido. Esta maniobra dio origen a una amplia
campaña de los socialistas que llegó incluso a Guipúzcoa.
Según recoge Sánchez Blanco, en su historia del socialismo donostiarra, el 31 de julio
de 1897 llegó al puerto de San Sebastián un barco procedente de Bilbao a bordo del cual
venían militantes socialistas. Ese mismo día se celebró en el Círculo Federal de San Sebastián
un mitin en el que intervinieron José Aldaco, Felipe Carretero, Francisco Perezagua y el
propio Pablo Iglesias. Tras el mitin se reactivó la actividad de la Agrupación Socialista de San
Sebastián que, sin embargo, siguió teniendo una actividad y una vida política reducida hasta
los primeros años del siglo XX siendo su primer presidente el socialista vizcaíno Luciano
Carretero. Pero 1897 fue también el año de la creación de una de las agrupaciones socialistas
más importantes de Guipúzcoa, la de Eibar. Según Luis Castells para la creación de la
asociación eibarresa fue determinante la huelga en la empresa “Hermanos Quintana” que
propició la creación de la Federación de Gremios que fue pronto controlada por los
socialistas18. Esta organización de oficio dio paso a la creación de la Agrupación Socialista

Presidente: Romualdo Pérez; Vicepresidente; Francisco Urgoiti; Secretario Primero: Juan Lestao; Secretario
Segundo: José Cobos; Tesorero: Celedonio Roel; Contador: Mariano Aparicio; Vocales: Ramón García,
Joaquín Campo, Guillermo Miguel y Pedro Tarragó. “El Socialista”, 15 de mayo de 1891.
17
Barruso Barés, Pedro: “El origen del socialismo en Guipúzcoa (1871-1932)” en Barruso Barés Pedro-
Blazquez Brimez, Manuel- Villanueva Tellería, Josemari: Cien años de socialismo en Tolosa, Agrupación
Socialista de Tolosa, Tolosa, 1991, p-24.
18
Castells Arteche, Luís: Modernización y dinámica política en la sociedad guipuzcoana de la Restauración,
1876-1915. Ed. Siglo XXI-Universidad del País Vasco, Madrid, 1987, p.330.

621
que fue presidida por José Beascoechea, que había sido igualmente el primer presidente de la
Agrupación Socialista de Tolosa, y que se había trasladado a Eibar donde abrió una taberna, o
Valentín Hernández Aldecoa, propagandista bilbaíno y director de “La Lucha de Clases” que
por un pleito con el todo poderoso empresario vizcaíno Víctor Chavarri tuvo que residir a más
de treinta kilómetros de Bilbao, motivo por el cual se estableció en Eibar. Hérnández Aldecoa
fue encarcelado en 1897 y finalmente, tras enemistarse con Unamuno , expulsado en 1899 del
PSOE. Pero el socialismo eibarrés pronto contó sus líderes locales como fue el caso de
Aquilino Amuátegi19, uno de los primeros líderes socialistas en emplear el euskera en sus
intervenciones públicas, o Marcelino Bascarán, armero de profesión, cofundador hacia 1898
de la Agrupación Socialista y de la U.G.T. de Eibar, donde ocupó cargos directivos y trabajó
en la organización de cooperativas o el doctor Madinabeitia que procedente del nacionalismo
hizo causa con el socialismo teniendo una gran repercusión su labor social y asistencial en la
localidad armera20
Para Castells la razón del desarrollo del socialismo en la villa armera respondió a la
concentración de los trabajadores y a que la mayor parte de ellos se dedican a la misma
ocupación, la industria armera. Es indudable que la industrialización de la provincia, con
escasos núcleos industrializados, y con empresas de tamaño medio o pequeño no eran el
campo más propicio para el desarrollo de las ideas socialistas que se desarrollan allí donde
podemos encontrar un elevado número de trabajadores y una actividad económica es la
predominante. Para avalar esta tesis podemos mencionar que en las localidades donde
podemos situar las primeras organizaciones obreras (Tolosa, Eibar, Irún, Placencia) se dan
estás circunstancias con una actividad industrial predominante (papel en Tolosa, el ferrocarril
y las actividades relacionadas con la aduana en Irún y la fabricación de armas en Eibar y

19
Aquilino Amuátegui Acha (1877-1919). Natural de Eibar. Líder socialista que destacó como orador en
euskera . Concejal durante doce años fue uno de los impulsores de la construcción de la carretera al santuario
Arrate, realizada en 1913 para aliviar el paro obrero motivado por la crisis que atravesaba la industria armera.
Murió en 1919 como consecuencia de la enfermedad contraída durante el exilio en Francia al que se vió
obligado por su actuación en la huelga revolucionaria de 1917. Narbaiza Azkue, Antxon: Akilino Amuategi
(1877-1919) XX. Mende hasierako mitinlari sozialista euskalduna. Eibar, 2002.
20
José Madinabeitia Ortíz de Zárate (1870-1923): Nacido en Oñate en el seno de una familia acomodada
estudió medicina y ejerció en Bilbao donde se inició en política frecuentando los medios del primer
nacionalismo. A comienzos del siglo XX ingresó en el Partido Socialista lo que motivó un ataque en la prensa
de Sabino Arana, el cual le acusó de socavar la moral distribuyendo libros de Zola, Marx o Tolstoi. Abrió una
consulta en Eibar donde creó el “Jardín de Convalecientes” en la Sociedad de Socorros Mutuos. Durante la
huelga minera de 1903 organizó la recogida de los hijos de los huelguistas a los que alojaba en casa de
simpatizantes. En 1905 asistió al congreso del PSOE en representación de la Agrupación Socialista de Eibar y
colaboraba frecuentemente en “La Lucha de Clases”. En 1918 fue uno de los fundadores de la Sociedad de
Estudios Vascos=Euzko Ikaskuntza. Tras la muerte de Aquilino Amuátegui, en 1919, se estableció en Madrid y
murió en Bilbao el 2 de enero de 1923 alejado de toda actividad política

622
Placencia) y se encuentran entre las más pobladas de la provincia a principios del siglo XX21.
Según los datos de Castells en las mencionadas localidades se localizan un total de 242
centros industriales que dan empleo a 8.326 trabajadores, siendo el porcentaje de trabajadores,
en municipios como Eibar el 30% de la población y en Tolosa el 24% del total del
municipio22. Lo mismo podemos mencionar para el caso de San Sebastián, el municipio es el
más poblado de Guipúzcoa y que cuenta con una presencia industrial importante que
concentra una importante presencia de trabajadores que sin embargo, dada la orientación
terciaria de la ciudad, no juega un papel determinante. A pesar de ello se producen
importantes concentraciones de trabajadores como consecuencia de las obras del ensanche de
San Sebastián y sobre todo de la construcción del Palacio de Miramar, residencia de la familia
real en la capital donostiarra y cuyos trabajadores protagonizaron una huelga en 1901. Tras la
creación de las agrupaciones de San Sebastián y Eibar el socialismo guipuzcoano comenzó
una fase de expansión moderada que le permitió estar presente, de manera orgánica, en las
principales localidades guipuzcoanas. Sin embargo, como veremos más adelante, incluso en la
II República, la presencia más destacada del socialismo en Guipúzcoa no correspondió al
Partido Socialista sino a la organización sindical, la Unión General de Trabajadores (UGT).
A pesar de lo dicho, posiblemente los primeros años del siglo XX fueron los más
activos, en lo que a la creación de agrupaciones se refiere, del socialismo guipuzcoano. A la
consolidación de las agrupaciones ya existentes tenemos que unir la refundación de la
Agrupación Socialista de Tolosa y la creación de la de Irún, ambas en 1902 ya que el resto de
las agrupaciones socialistas que existían en Guipúzcoa al proclamarse la II República se
fundaron con posterioridad al período que ahora nos ocupa23. Dos fueron, por tanto, las
agrupaciones socialistas que surgieron en Guipúzcoa hasta 1914 tras la creación de las de San
Sebastián y Eibar. La primera de ellas, la de Tolosa, se intentó reconstituir en 1901 mediante
la creación de una sociedad de Oficios Varios, extremo en el que participó quien llegaría a ser
uno de los más importantes dirigentes del socialismo guipuzcoano, Guillermo Torrijos
Goyarzu tras su salida de Vizcaya. La sociedad obrera tuvo una actividad muy reducida y en
1902 se refundó la agrupación socialista24. En 1901, como ya hemos mencionado, llegó a
Guipúzcoa el que sería uno de los dirigentes socialistas más destacados de la provincia;

21
La población de los cinco municipios con agrupaciones socialistas creadas antes de 1905 suponen, según el
censo de 1900, el 33% de la población de Guipúzcoa.
22
Castellls: Op. Cit., p.30.
23
Las fechas de creación de las agrupaciones socialistas en Guipúzcoa son las siguientes: San Sebastián: 1891-
1897; Tolosa: 1891-1902; Eibar: 1897; Irún: 1901; Mondragón: 1927; Placencia: 1901; Pasajes: 1928 ;
Rentería:1928
24
“La Lucha de Clases”, 1 de febrero de 1902.

623
Guillermo Torrijos Goyarzu25.
En 1901 se creó igualmente la Agrupación Socialista de Irún tras un mitin celebrado
en la localidad fronteriza en el transcurso del cual se eligió el primer comité local presidido
por Luís Perujo26, quien según Jesús Eguiguren había pertenecido al Comité Local de la
Agrupación Socialista de Bilbao entre 1897 y 190027. Sin embargo el proceso de
consolidación de la agrupación irunesa, tal como se señala Puche, fue largo ya que en 1906 se
puede documentar la solicitud al Ayuntamiento de Irún para constituir una asociación legal y
en 1910 se denegó la inscripción en el registro de asociaciones por existir otra con el mismo
nombre28. Tenemos, igualmente, noticia de la creación de otras agrupaciones socialistas
creadas en los primeros años del siglo XX, como fueron las de Bergara y Beasain, ambas
creadas en 1901 pero su vida fue efímera ya que desaparecieron al poco tiempo y no
reaparecieron hasta 1931, una vez proclamada la II República.
Por tanto, como se puede apreciar, las bases de la implantación territorial del
socialismo en Guipúzcoa se establecieron en unos pocos años, los que transcurren entre 1897,
año en el que se refunda la Agrupación Socialista de San Sebastián, y 1902 en el que
reaparece la de Tolosa, curiosamente las dos primeras organizaciones socialistas que
existieron en Guipúzcoa. La Agrupación Socialista de Eibar, verdadero buque insignia del
socialismo guipuzcoano, comenzó en 1901 la publicación de su propio periódico –
“Adelante”- y en 1903 lograron el primer concejal socialista de Guipúzcoa. A las anteriores
les debemos sumar, en 1901, las agrupaciones de Irún y Placencia. A estas se unirían, ya en
los años veinte las de Mondragón, Pasajes y Rentería, localidades que, pese a contar con una
destacada presencia obrera y una fuerte implantación sindical no contaron con presencia
organizada del PSOE hasta los años veinte. Tras estas creaciones no se produciría ninguna
25
Torrijos, afiliado desde muy joven al Sindicato de Obreros de la Madera de la UGT, ingresó en la
Agrupación Socialista de Bilbao en 1895. Se trasladó a Guipúzcoa en 1901 y fue el fundador de la Federación
Local de Sociedades Obreras de San Sebastián, núcleo del movimiento obrero en San Sebastián. Colaborador
de Tomás Meabe contribuyó al desarrollo de las Juventudes Socialistas en San Sebastián, cuyo núcleo se puede
documentar ya en 1909, y entabló una estrecha amistad con Pablo Iglesias e Indalecio Prieto. Concejal
socialista en San Sebastián desde 1920 fue primer teniente de Alcalde durante la II República. Y tomó parte en
la comisión que debía redactar la el anteproyecto de Estatuto de Autonomía para el País Vasco Procesado por
la sublevación de octubre de 1934 fue encarcelado hasta la victoria del Frente Popular en las elecciones de
1936. Durante la Guerra Civil presidió la Comisaría de Trabajo de la Junta de Defensa y Delegado Militar del
Gobierno Vasco en Eibar. Tras la caída del norte se trasladó a Barcelona y de allí, al final de la contienda salió
a París, con la esperanza de poder ir a México. Sin embargo debido a su grave estado de salud no pudo
abandonar la capital gala donde murió el 29 de agosto de 1942.
26
Según Puche Martinez, Aitor: Unidad y Cultura. Cien años de Socialismo en Irún, Boletín de Estudios del
Bidasoa, Irún, 2001, p.43 el primer comité local de Irún estaba formado por Presidente: Luís Perujo;
Vicepresidente: Bernabé Ruiz; Secretario del Interior: Emilio España; Secretario del Exterior: Simón Arsuaga;
Tesorero: Julián Velasco; Vocales: Emeterio Quintana e Ildefonso Echaide.
27
Eguiguren, Jesús: El PSOE en el País Vasco. Haranburu Editor, San Sebastián, 1984.
28
Puche: Op. Cit., p.44.

624
más hasta la II República, cuando se crearon otras seis agrupaciones socialistas que
completaron el exiguo mapa del socialismo guipuzcoano29.
De manera paralela al desarrollo del partido desde principios del siglo XX fue
tomando cuerpo una embrionaria organización socialista juvenil que hasta el traslado de sus
órganos de dirección a Madrid, en 1910, fue una organización casi exclusivamente vasca. De
este modo el origen del movimiento juvenil de carácter socialista es España se puede
considerar que nació algunas fechas antes, concretamente el 12 de septiembre de 1903,
cuando se publicó en “La Lucha de Clases” un artículo de Tomas Meabe30 titulado
“Derroteros”, que Antonio González Quintana considerar como “la carta fundacional de las
Juventudes Socialistas de España”31 para posteriormente ese mismo mes de septiembre de
1903 crearse la Juventud Socialista de Erandio y en enero de 1904 la Juventud Socialista de
Bilbao contando en estos primeros momentos con un núcleo de las Juventudes Socialistas en
San Sebastián.
Entre el 14 y el 17 de abril de 1906 tuvo lugar en Bilbao el Congreso Constituyente de
la Federación de Juventudes Socialistas de España en el que estuvieron representadas
diecinueve agrupaciones de las que dos –San Sebastián y Eibar eran guipuzcoanas- siendo
representadas por Ramón Romanillo y Aquilino Amuátegui respectivamente32. En 1906.
según un informe que se envió por parte de las Juventudes Socialistas al Secretariado
Internacional que estaba organizando la Internacional Juvenil, que celebró su congreso
constitutivo en 1907, se daba cuenta que las organización española contaba con más de mil
miembros organizados en veinte secciones siendo la sección más numerosa la de Bilbao (332
miembros) seguida de las de Eibar (124 afiliados) y San Sebastián con 11033.

29
Ya en la II República se crearon los agrupaciones de Elgoibar, Hernani, Beasain y Bergara (1931); Ordizia
(1932) y Deba (1934). Cfr. Miralles Palencia, Ricardo: El socialismo vasco durante la II República, Servicio
Editorial de la Universidad del País Vasco, Lejona, 1988.
30
Tomás Meabe Bilbao (1879-1915) Político vizcaíno fundador de las Juventudes Socialistas nacido el Bilbao
el 15 de octubre de 1879 en el seno de una familia muy religiosa de clase media. Su padre, que participó en la
defensa de Bilbao durante la Segunda Guerra Carlista fue concejal nacionalista en 1899. Sus inicios políticos
fueron en el nacionalismo y cuando Sabino Arana le encargó un estudio sobre el marxismo, con el fin de
combatirlo, se adhirió al socialismo al descubrir el aspecto humanista de éste. En 1902 comenzó a colaborar en
“La Lucha de Clases” de la que se convertiría en su director en 1903. En julio de 1904 se exilió en Francia tras
haber sido condenado a ocho años de cárcel, regresando al año siguiente y estableciéndose en Eibar donde
colaboró en “Adelante”, desde donde partió de nuevo al exilio está vez a París y Londres. Casado con Juan
Iruretagoyena, hija del alcalde republicano de Irún León Iruretagoyena, tuvo un hijo –León- que murió en el
frente de Madrid durante la Guerra Civil. Regresó del exilio enfermo de tuberculosis y murió el 4 de noviembre
de 1915.
31
González Quintana, Antonio-Martín Nájera, Aurelio-Gómez Bravo, Gutmaro: Juventudes Socialistas. 100
años protagonistas del cambio. Fundación Tomás Meabe, Madrid 2006, p.27.
32
González Quintana, Antonio-Martín Nájera, Aurelio-Gómez Bravo, Gutmaro Op. cit., p.34.
33
González Quintana, Antonio-Martín Nájera, Aurelio-Gómez Bravo, Gutmaro Op. cit., p.35.

625
LA ACTIVIDAD POLÍTICA DE LOS SOCIALISTAS
GUIPUZCOANOS HASTA 1910
El siguiente punto de atención debe ser la labor política llevada a cabo por el
socialismo vasco en sus primeros años de actividad, una vez consolidadas las agrupaciones de
San Sebastián, Eibar, Tolosa e Irún que conformarán el núcleo del socialismo guipuzcoano.
Para analizar la actividad política de los socialistas, debido a la escasez de documentos, nos
vamos a centrar fundamentalmente en su actividad electoral, tanto en las elecciones
legislativas como provinciales y locales, siendo estas últimas donde el socialismo
guipuzcoano cosechó algunos éxitos en los primeros años del siglo XX y tras la
conformación, en 1910 de la alianza electoral con los socialistas. Pero esto no quiere decir que
la actividad política se limitase a la concurrencia a los comicios sino que otras cuestiones
también atraían la atención del incipiente partido socialista de Guipúzcoa.
Uno de los aspectos que podemos destacar es el anticlericalismo de los socialistas
guipuzcoanos, los cuales convocaron un mitin “antimonástico” en San Sebastián en
septiembre de 1899. Pese a que el “meeting” no pudo llegar a celebrarse finalmente los
“comités federal y socialista de San Sebastián”34 dirigieron un manifiesto a sus
“correligionarios de España” en el que abogaban por “que el estado salga de la tutela de la
Iglesia” solicitando que se restablezcan las leyes sorbe la supresión de las órdenes religiosas.
Las demandas de los republicanos y de los socialistas, que al parecer reeditan una
colaboración que ya habíamos apreciado en los primeros momentos de la AIT en San
Sebastián, piden medidas enérgicas contra la reacción y contra los

“conventos y seminarios, focos de donde sale el espíritu del carlismo buscando terreno
abonable para sus fratricidas guerras. Obsérvese sino de donde surgen esos corazones
de Jesús que hacen las delicias de las huestes de don Carlos” 35

Este manifiesto nos delata que la cuestión de una posible sublevación carlista, pese a
la incontestable derrota de 1876 seguía siendo una realidad y la influencia del carlismo en
Guipúzcoa seguía siendo casi hegemónica en la provincia como se ponía de manifiesto en
cada convocatoria electoral.
En esta coyuntura política el socialismo español en general, y el vasco en particular,
acordó en el II Congreso del PSOE celebrado como ya hemos dicho en Bilbao en 1890, la
participación de los socialistas en las elecciones aprovechando la reciente ley de Sufragio

34
El comité socialista estaba formado por: Félix Martín, Antonio Bueno, Aurelio Pérez, Cipriano Pérez, José E.
Arce, Julián Caballero, Julio Sánchez y Arturo Rodríguez. Archivo General de la Guerra Civil Española
(AGGCE), PS. Bilbao, caja 164, exp. 2.
35
AGGCE, PS. Bilbao, caja 164, exp. 2.

626
Universal aprobada por el parlamento español. Del mismo modo se acordó la creación de
candidaturas obreras y se reforzó la política aislacionista negándose a cualquier colaboración
con otras fuerzas políticas, adoptando de este modo la línea defendida por Perezagua. En 1890
los socialistas presentaron sus primeras candidaturas en Vizcaya. Perezagua y Pablo Iglesias
concurrieron a los comicios sin ningún resultado ya que el control ejercido por Víctor
Chavarri y los industriales del grupo de “La Piña” hacían casi imposible cualquier
movimiento electoral sin que ellos lo controlasen36.
Ante esta situación el socialismo vizcaíno cambio de estrategia y dirigió su atención a
Bilbao, donde los manejos de Chavarri eran más fáciles de eludir. Prueba de ello fue la
elección, en los comicios municipales de 1891, de cinco concejales socialistas, cuatro de ellos
por Bilbao uno por La Arboleda, si bien como hemos dicho tan solo uno de ellos, Manuel
Orte, podría ocupar finalmente su cargo. En Guipúzcoa, donde como hemos visto los éxitos
de 1890 y 1891 dieron origen a las primeras organizaciones socialistas, la primera
concurrencia electoral no se produjo hasta las elecciones generales de 1898 en las que el
PSOE logró treinta votos en San Sebastián y 12 en Eibar. Entre 1890 y 1914 a las elecciones
generales concurrieron cuatro candidatos socialistas todos ellos por el distrito de San
Sebastián que no lograron ser elegidos lo mismo que los candidatos a la Diputación
Provincial.
Donde si obtuvieron representación los socialistas guipuzcoanos fue a nivel municipal.
El primer concejal socialista elegido en Guipúzcoa fue Esteban Barrutia en los comicios de
1903 en la localidad de Eibar, al no poder confirmase documentalmente la elección de dos
concejales en 1901 en la localidad de Cegama pese que así lo recoge “La Lucha de Clases”37.
Tras el lapso de 1905 a partir de 1909 los socialistas eibarreses contarán con una presencia
constante en el consistorio y, en San Sebastián ese mismo años fueron elegidos los dos
primeros concejales socialistas de la capital (José Aldaco y Cástor Torre) al concurrir los
socialistas en coalición con liberales y republicanos en una candidatura denominada
“Conjunción democrática”. La conjunción con los republicanos debió ser importante ya que
en 1911, cuando los socialistas se presentaron en solitario quedaron sin representación en la
capital logrando, sin embargo, un concejal en Irún (Jacinto Martínez Horcajo) que se unió a la
representación de Eibar que ya contó con presencia socialista ininterrumpida en el consistorio
de la villa armera. En 1913, al restablecerse la colaboración entre socialistas y republicanos en

36
Ibañez Ortega, Norberto- Pérez Pérez, José Antonio: Orígenes y desarrollo del socialismo en el País Vasco
(1890-1936). Número monográfico de la revista Bilduma, Ayuntamiento de Rentería, Rentería, 2005, p.43.
37
“La Lucha de Clases”, 22 de febrero de 1902.

627
la capital, los primeros volvieron a contar con dos concejales.
Quedaba demostrado, por tanto, que el único camino viable al socialismo vasco era la
alianza con los republicanos, algo a lo que se oponía con decisión Facundo Perezagua y que
fue necesario su exilio en Santander, en 1905, para que la Agrupación Socialista de Bilbao
acordase la formación de una candidatura conjunta con los republicanos para derrotar a la
candidatura católica en Vizcaya. En Guipúzcoa la situación era diferente. Liberales y
republicanos formaban coalición con la intención de derrotar al carlismo, solidamente
implantado y con una amplia base social en la provincia. A pesar de ello la coalición
consiguió controlar la provincia durante algunos años, entre 1888 y 1904, y la colaboración se
mantuvo hasta las elecciones generales de 191038.
La reducida implantación de los socialistas y la estructura política de la provincia
dejaba a los socialistas guipuzcoanos, con independencia de las directrices del partido, pocas
posibilidades de poder influir en el mapa político provincial. Tan solo en Eibar, donde por las
especiales circunstancias de la villa el PSOE contaba con la fuerza suficiente como para
lograr concejales en solitario, su peso era mayor. Para lograr mayores cuotas de poder y una
mayor presencia política en la provincia era necesario llegar a un acuerdo con los
republicanos, algo que había puesto de manifiesto su eficacia en las elecciones municipales de
1909 y que supuso la elección de los primeros concejales socialistas de San Sebastián39.
Pero para llegar a un acuerdo global con los republicanos era necesario cambiar la
orientación de la política socialista, dejando a un lado la política de confrontación preconizada
por Perezagua, para poder aumentar la base social mediante unos buenos resultados
electorales y, de éste modo, poder avanzar en el desarrollo organizativo. El líder de esta nueva
tendencia del socialismo vasco será Indalecio Prieto, y que daría origen al “prietismo”
caracterizando éste por la adopción de “una política reformista de transformación social desde
el poder institucional, que tan solo creía posible en un estado republicano”40. La adopción de
esta línea y el desarrollo de la misma será el eje central de la actuación de los socialistas
vascos hasta 1919, en que se rompió la coalición con los republicanos, pero imprimió el
carácter principal del socialismo vasco hasta la Guerra Civil.
Finalmente decir que en este período inicial del siglo XX, y desde el punto de vista
interno, las agrupaciones socialistas de Guipúzcoa estuvieron representadas, durante el

38
Castells, L. Op. cit., p.264 y ss.
39
Sobre la alianza entre el PSOE y los republicanos cfr. Robles Egea, Antonio: “La Conjunción Republicano-
Socialista, una síntesis de liberalismo y socialismo” en Forcadell Alvarez, Carlos (Ed.): A los 125 años de la
fundación del PSOE. Las primeras políticas y organizaciones socialistas. Ayer, nº54, Madrid, 2004, pp.97-127
40
Ibañez Ortega, Norberto- Pérez Pérez, José Antonio: Op. cit., p.50.

628
período 1899-1905, en los siete congresos que celebró el PSOE en dicho periodo. En el V
Congreso, celebrado en Madrid en septiembre de 1899 estuvieron representadas las
agrupaciones de San Sebastián (Aurelio Pérez) y Eibar (Felipe Merodio)41. En el IV
Congreso, que tuvo lugar en Gijón en septiembre de 1902, las agrupaciones de San Sebastián
y Eibar estuvieron representadas por Guillermo Torrijos42. En este congreso se presentó la
moción impulsada por el dirigente madrileño García Quejido quien propugnaba una alianza
electoral con los republicanos. Pese a que la moción fue derrotada en el congreso y que la
mayoría de las agrupaciones vascas votaron en contra y solo tres de ellas –Erandio, Ortuella y
San Sebastián- se mostraron favorables a la alianza. En septiembre de 1905 se celebró el VII
Congreso del PSOE en el que las agrupaciones guipuzcoanas representadas fueron San
Sebastián (Tomás Álvarez Angulo) y Eibar (José Madinabeitia). A finales de esta etapa se
produjo otro de los elementos claves para el desarrollo del socialismo en Guipúzcoa como fue
la llegada a Tolosa, en 1909, de Enrique de Francisco43 que se convertiría en una de las
figuras de referencia del socialismo guipuzcoano hasta 1931 ocupando después importantes
responsabilidades en el PSOE hasta su muerte en 1957.

EL AUGE DEL SOCIALISMO GUIPUZCOANO (1910-1921)


La “Semana Trágica” de 1909 en Barcelona propició los acontecimientos y favoreció
la formación de la “conjunción republicano socialista” como medio de forzar un cambio de
régimen en España que permitiera la aplicación del programa de reformas sociales propiciado
por los socialistas. En el caso vasco la adopción de esta política por parte de los socialistas
supuso la “muerte” política de Facundo Perezagua44 que culminaría con su expulsión del
PSOE en 1915. Esto puso al socialismo vasco en manos de Indalecio Prieto y para cuya
consolidación contó con la colaboración de los dirigentes socialistas guipuzcoanos como

41
Eguiguren: Op. cit., p.124.
42
Eguiguren: Op. cit., p.127.
43
Enrique de Francisco Jiménez (Getafe, 1878-México, 1957) ingresó en el PSOE en 1896 y desde muy pronto
comenzó a trabajar en cuestiones sindicales en el ramo de la aguja. Precisamente fue su actividad sindical la
que le llevó, por la presión de los patronos, a abandonar Madrid para dirigirse al País Vasco. Instalado en
Tolosa fue el líder indiscutible de los obreros tolosarras y concejal en el Ayuntamiento de Tolosa a lo largo de
8 años liderando algunos de los conflictos laborales más importantes de la villa. En 1924 se trasladó a Eibar,
lugar del que era su esposa, y comenzó a trabajar en la cooperativa socialista Alfa. En 1931 fue elegido
diputado socialista por Guipúzcoa. Sobre De Francisco cfr. Villanueva Tellería, José Mari: “Enrique de
Francisco Jiménez, 1878, 1957” en Barruso Barés, P.-Blazquez Brimez, M.-Villanueva Telllería, J.M.: Cien
años de socialismo en Tolosa, Agrupación Socialista de Tolosa, Tolosa, 1991, pp.
44
El estudio más detallado con que contamos sobre Facundo Perezagua es el de Ibañez, Norberto- Pérez, José
Antonio: Facundo Perezagua. El primer líder obrero de Bizkaia (1860-1935). BBK, 2003.

629
Torrijos, De Francisco o Amuátegui y facilitaba el acuerdo con los republicanos. La línea
inspirada por Prieto se sustentaba en el republicanismo pero también, y de manera especial, en
el antinacionalismo como medio de frenar la expansión del nacionalismo que, en palabras de
Jesús Eguiguren45, podía ser un freno al desarrollo del socialismo. Esto, que quizá pueda
resultar sorprendente, debe ser analizado desde la perspectiva de la creación de una alternativa
viable a los partidos dinásticos, formaciones de notables con escasa base social, y desde el
punto de vista de la competencia por un espacio social (desde 1911 el sindicato Solidaridad de
Obreros Vascos era una alternativa católica y moderada a la UGT) y de ser la fuerza popular
en la que se viese representada la población del País Vasco sin planteamientos rupturistas
como los que podían plantear republicanos o socialistas. Que el nacionalismo era visto como
una amenaza incluso por los partidos tradicionales se puso con la creación, en 1919, de la
Liga de Acción Monárquica cuyo principal objetivo era hacer frente al PNV en Vizcaya,
reforzando la idea mantenida desde tiempo atrás por socialistas y republicanos. En
Guipúzcoa, y más concretamente en Eibar, los ataques de los socialistas se dirigían
fundamentalmente contra los republicanos pese a que, como señala Jesús Eguiguren, se
trataba de “una especie de isla liberal donde las opciones republicanas habían conseguido
arraigar profundamente”46. Sin embargo el nacionalismo vasco iba adquiriendo una
importancia destacada47 y el tradicionalismo seguía siendo hegemónico en determinadas
zonas de la provincia.
El auge experimentado por el socialismo guipuzcoano en esta década se debió, en gran
parte a la presencia de Enrique de Francisco en Tolosa. De Francisco fue elegido concejal en
1915 y reelegido en 1919 en Tolosa y fue determinante en el impulso que recibió el
socialismo en la segunda década del siglo XX. A su llegada a la villa papelera ya tenía
experiencia organizativa en el seno del sindicato de Obreros de la Aguja de Madrid, ciudad
que tuvo que abandonar ante las presiones de los patronos para trasladarse a Guipúzcoa. En la
localidad guipuzcoana siguió manteniendo una intensa relación epistolar con Pablo Iglesias el
cual le orientaría en el proceso organizativo en Tolosa. La figura de Enrique de Francisco fue
determinante en la primera gran huelga que tuvo lugar en Guipúzcoa, la de los obreros
papeleros de Tolosa en 1912. Hasta ese momento la calma había sido la característica
principal de las relaciones laborales en la provincia pese a que se produjeron algunos
45
Eguiguren: Op. cit., p.157.
46
Eguiguren, Jesús María: El PSOE en el PaísVvasco (1886-1936), Haranburu Editor, San Sebastián, 1984,
pp.117.
47
Para el nacionalismo vasco en Guipúzcoa en esa época cfr. Aizpuru, Mikel: El Partido Nacionalista Vaco en
Guipúzcoa (1893-1923). Orígenes, organización y actuación política. Servicio Editorial de la Universidad del
País Vasco, Lejona, 2000.

630
conflictos como los de 1902 y 1907 ambos en Tolosa. El conflicto del verano de 1912
comenzó en la sección de “couché” de la “Papelera Española” al reclamar los operarios la
desaparición del trabajo a destajo y la instauración de un sueldo fijo. El conflicto, que se
prolongó a lo largo del todo el verano y en septiembre, tras una reunión celebrada en el
Centro Obrero de Tolosa, y presidida por Enrique de Francisco, se acordó declarar la huelga
general, medida apoyada por Pablo Iglesias quien, en una carta que remitió al líder tolosarra,
señalaba que

“Comprendo que tengas que generalizar la lucha para ver si se alcanza la victoria que
por el otro síntoma no se percibe. Pero si la gente, que ha de carecer de fondos, no
resiste el tiempo necesario la derrota será total. No veo, sin embargo, tal y como están
las cosas otro remedio”48

El triunfo logrado por los socialistas supuso un importante incremento en la afiliación


al Centro Obrero, que pasó de cien a quinientos afiliados y que la Agrupación Socialista
comenzase a publicar el diario “Avante” de cuya dirección se ocupó el propio Enrique de
Francisco49. Del mismo modo la victoria de los socialistas supuso un importante impulso para
el desarrollo del PSOE en Guipúzcoa. De ese modo en el X Congreso del Partido Socialista
comparecieron veinticuatro agrupaciones del País Vasco de las que cinco eran guipuzcoanas
(Eibar, San Sebastián, Tolosa, Irún y Placencia de las Armas) mientras que los efectivos
socialistas ascendían a 216 afiliados lo que suponía el 22% de la afiliación al PSOE en el País
Vasco.
A partir de este momento el socialismo guipuzcoano se caracterizó por el liderazgo de
Enrique de Francisco, de quien recuerda Toribio Echevarría era

“el orador de las grandes circunstancias y de su frecuentación en nuestra tribuna llegó


a conocer nuestros problemas como nosotros mismos, antes aún de que terminada su
etapa de Tolosa se trasladó a Eibar con su familia para ponerse al servicio de la
Cooperativa Alfa”50

Del mismo modo el socialismo guipuzcoano se caracterizó por su posicionamiento a


favor de los planteamientos de Indalecio Prieto y en el rechazo de toda política extremista lo
cual no fue óbice para que participase en las huelgas de diciembre de 1916, donde el paro fue
casi total en localidades como Rentería, Pasajes Andoain y Tolosa, donde –salvo en el caso de
la última- no existían agrupaciones socialistas pero si nutridas representaciones de la UGT, lo

48
AGGCE, P.S. Bilbao, caja 23, exp. 2.
49
Barruso Barés, Pedro: Op. cit., p.26.
50
Echevarría, Toribio: Viaje por el país de los recuerdos, Ayuntamiento de Eibar-Caja de Ahorros Municipal
de San Sebastián, San Sebastián, 1990, p.196.

631
que se convierte en otro de los rasgos determinantes del socialismo vasco, la hegemonía del
sindicato, tanto en fuerza numérica como en implantación, frente al partido, pese a que en la
mayor parte de los casos -como ocurría en San Sebastián con Guillermo Torrijos, líder
indiscutible de la Federación Local de Sociedades Obreras de San Sebastián (FLSO), o el
propio De Francisco en Tolosa- los líderes de ambos coincidían.
El socialismo guipuzcoano participó, igualmente, de manera decidida en la huelga
general revolucionaria de 1917 en un momento en el que, como señalan Ibañez y Pérez, la
confluencia entre lo político y laboral llevaba a que la moderación sindical defendida por
destacados “prietistas” como Constantino Turiel51, líder del Sindicato Minero de Vizcaya, y
Juan de los Toyos52, del importante Sindicato de Obreros Metalúrgicos, reclamaran un nuevo
sistema de gobierno, postura que era compartida por Enrique de Francisco53.
La huelga de agosto de 1917 tuvo una desigual repercusión en la provincia. Mientras
el paro duró tres días en Tolosa y tenía una amplia repercusión en Irún en el resto tenía escasa
incidencia pese a que se produjeron paros en Eibar, Beasain, Rentería y Pasajes. Tras el
fracaso de agosto y el exilio de algunos destacados dirigentes socialistas de Guipúzcoa se
impuso el talante negociador de Guillermo Torrijos y Enrique de Francisco que propició el
“Convenio Colectivo de Trabajo” acordado entre el Sindicato Papelero de Tolosa y Nicolás
María de Urgoiti en representación de la “Papelera Española”54 aunque la sociedad
guipuzcoana se vio sacudida por la convulsión huelguística de mayo de 1920 que se extendió
por las principales localidades industriales de Guipúzcoa55 .
Desde el punto de vista electoral el período 1910-1921 tuvo una valoración desigual.
Los socialistas, pese a su alianza con los republicanos, seguían teniendo una fuerza muy
escasa en las elecciones generales. Tan solo en 1910 un republicano –Tomás Berminghan -

51
Constantino Turiel fue dirigente de la Federación de Obreros Mineros de Vizcaya que en 1917 se transformó
en el Sindicato Minero de Vizcaya y al cual dirigió hasta 1921. Ese años, como consecuencia de la crisis
provocada por la pretensión de algunos sectores de unirse a la III Internacional el sindicato paso a la órbita
comunista siendo dirigido por José Bullejos que llegaría a ser secretario general del Partido Comunista
52
Juan de los Toyos González (1890-1965). Nacido en Baracaldo (Vizcaya) ingresó en el PSOE en 1908 y
desde 1917 ostentó la secretaria del Sindicato Obrero Metalúrgico de Vizcaya. Tras la huelga de 1917 se tuvo
que exiliar en París. A la vuelta del exilio se estableció en Eibar ocupando desde 1921 hasta 1934 la secretaría
del Sindicato de Obreros Papeleros. Concejal electo en Eibar en 1931 formó parte durante la II República de la
Comisión Gestora de la Diputación de Guipúzcoa. En 1934 se exilió nuevamente como consecuencia de la
“Revolución de Octubre”. Al comenzar la Guerra Civil fue nombrado presidente de la Junta de Defensa de
Eibar y en octubre de 1936 fue nombrado consejero del primer Gobierno Vasco. Exiliado en México en 1942
falleció en ese país en 1965.
53
Ibañez Ortega, Norberto- Pérez Pérez, José Antonio: Op. cit., p.77.
54
El texto de convenio se recoge en Barruso Barés, P.-Blazquez Brimez, M.-Villanueva Telllería, J.M.: Cien
años de socialismo en Tolosa, Agrupación Socialista de Tolosa, Tolosa, 1991, pp.99-105.
55
Sobre la huelga de mayo de 1920 cfr. Barruso Barés, Pedro: Conflictividad obrera en la crisis de la
Restauración. El caso de Rentería. La huelga de 1920"en Bilduma, nº8 , Rentería 1994, pp. 33-48.

632
estuvo a punto de ser elegido diputado por el distrito de San Sebastián pero en el resto de lo
comicios la conjunción no supuso ninguna amenaza para la derecha guipuzcoana, lo que
motivó a los republicanos a tratar de incluir a los liberales en la coalición, algo que contó con
la oposición del PSOE, y que supuso que a partir de 1918 los socialistas volvieran a concurrir
en solitario en las elecciones. Donde los socialistas guipuzcoanos si lograron algunos triunfos
fueron en las elecciones municipales que se celebraron entre 1910 y 1921. Sin embargo el
comienzo de la década fue desalentador ya que en las elecciones municipales de 1911 solo
lograron tres concejales en Eibar y uno en Irún, donde fue elegido Jacinto Martínez Horcajo56,
lo que no revalidada los buenos resultados de 1909. En 1919 la representación se volvió a
reducir a los municipios del Eibar, San Sebastián y Tolosa mientras que y, en 1922, tras el
traslado de Enrique de Francisco a la villa armera, tan solo hubo representación socialista en
las dos primeras
En otro orden de cosas debemos mencionar que en las primeras décadas del siglo XX
se inauguraron dos de las más emblemáticas casas del pueblo de Guipúzcoa, la de Eibar y la
de Tolosa, que se convirtieron en verdaderos símbolos del socialismo guipuzcoano57. La Casa
del Pueblo de Eibar nace del acuerdo, adoptado en 1912, de dotar a las organizaciones obreras
de la localidad de una nueva sede. Para lograr este objetivo se adquirieron varios edificios y
terrenos que permitieron a los obreros eibarreses contar una parcela de 748m2 para la
realización de la misma. El proyecto fue encargado a Ramón Cortázar, arquitecto responsable
del ensanche de San Sebastián y la construcción dio comienzo en 1915 inaugurándose la
primera planta –de las dos previstas y que solo se realizó- el 29 de octubre de 1916. En 1925
los obreros papeleros de Tolosa adquirieron una casa en la calle Pablo Gorosabel que se
convirtió en la sede de la agrupación socialista y de los sindicatos de la UGT en la villa
papelera. En la misma se encontraba la redacción y la imprenta del diario “Avante” y, al igual
que la de Eibar, contaba con un café. La inauguración oficial fue el 19 de abril de 1930 pero
fue clausurada en diciembre de 1930 reabriéndose con la llegada de la II República.
El final de la primer etapa del socialismo guipuzcoano, que hemos hecho arrancar en
1871, consideramos que finaliza con la crisis de 1921. Pese a que las principales agrupaciones
(Eibar, San Sebastián y Tolosa) delegaron en Enrique de Francisco, opuesto a la III
Internacional, en el congreso de 1919, la crisis no se solventó hasta 1921 y generó no pocos
problemas en el seno del socialismo guipuzcoano. Esto supuso un retroceso que se agudizaría

56
Puche: Op. Cit., p.58.
57
Cfr. Barruso Barés, Pedro: “La socialibilidad de los espacios en el País Vasco (1900-1936). Casas del Pueblo
y Círculos Oberos” en VII Jornadas de Historia Local. Espacios de sociabilidad en Euskal Herria-Vasconia, nº
33, San Sebastián, 2005, pp.207-222.

633
con la implantación de la Dictadura por parte de Primo de Rivera, lo que reduciría al PSOE
guipuzcoano a una situación de casi letargo del que solo saldría en 1931 cuando consiguió
veintisiete concejales en los municipios de Irún (3), Fuenterrabía (1), Mondragón (2),
Placencia de las Armas (1), San Sebastián (8), Pasajes (1), Eibar (10) y Tolosa (1). Es decir,
casi el mismo esquema de implantación que se podía apreciar a comienzos del siglo XX. Sin
embargo, de manera paralela, y desde los primeros años del siglo XX la UGT fue alcanzando
un grado de desarrollo e implantación muy superior al del partido convirtiéndose en el
verdadero eje de la política socialista en Guipúzcoa. El Sindicato Obrero Metalúrgico y la
Federación Local de Sociedades Obreras de San Sebastián, dos ejemplos del proceso de
cambio estructural de la UGT, fueron los verdaderos pilares de la acción socialista en
Guipúzcoa a lo largo de las primeras décadas del siglo XX quedando el Partido Socialista
relegado a un segundo plano debido a la debilidad de su implantación y al escaso peso
electoral, salvo en Eibar, debido a las especiales circunstancias políticas de Guipúzcoa
durante la Restauración.

634
REACTIVACIÓN
DEL MOVIMIENTO OBRERO
EN LOS AÑOS SESENTA EN LA
PROVINCIA DE MURCIA
Gloria Bayona Fernández
Universidad de Alicante

MOVIMIENTO SOCIAL EN EL MUNDO LABORAL


Las transformaciones socioeconómicas que se van a producir a partir de la década de
los años sesenta, van a engendrar sin duda importantes cambios en las actitudes políticas de
los españoles. La sociedad comienza a movilizarse desde diversas manifestaciones y será
ahora cuando la conflictividad y oposición desde distintas vertientes, vaya creciendo de forma
continuada, hasta convertirse en un factor decisivo en la vida española.
El movimiento huelguístico obrero iniciado a principios de esta década y consolidado
en los setenta, constituye un fenómeno de máxima relevancia en la crisis del régimen
franquista y si bien hubieron pluralidad de formas de acción colectiva y también variedad de
participantes, lo cierto es, que de, entre esas diversas acciones colectivas, las huelgas de los
trabajadores fueron las más llamativas, tanto por el alto número de participantes, como por su
repercusión en la vida económica. En este sentido en el terreno laboral y relacionado con los
cambios que se estaban produciendo en el proceso económico, se estaba necesitando de una
nueva regulación en el mundo del trabajo y ello fue la promulgación de La Ley de Convenios
Colectivos de 1958, que dejaba en manos de empresarios y trabajadores la negociación
colectiva de los convenios laborales a través de los jurados de empresa y los enlaces
sindicales.
Ahora bien esta ley al multiplicar la acción negociadora de la clase obrera y los
empresarios, multiplicó igualmente la posibilidad de diferencias entre ambas partes,
provocando una espiral de conflictos laborales.
En este nuevo marco legal, la clase obrera intentará paralelamente al aumento de

635
productividad exigido, conseguir un aumento de sus salarios y mejorar sus condiciones de
trabajo, siendo determinante para el desarrollo del sindicalismo de clase, puesto que a pesar
de las diversas formas de represión y de control esta ley dio a los trabajadores un medio de
canalizar sus luchas con nuevos instrumentos y métodos. Militantes de distintas
organizaciones políticas se presentarán a enlaces sindicales en sus empresas, convirtiéndose
en verdaderos representantes de los trabajadores que utilizarán al sindicato vertical (entrismo),
y junto a las asambleas clandestinas resultará un mecanismo de lucha muy eficaz para obtener
sus reivindicaciones en general de carácter económico. Relacionado con esto último existe
diversas teorías que priorizan bien lo económico o bien el carácter político de las protestas. En
este sentido José Mª Maravall considera que la conflictividad laboral no adquirirá una
progresiva impronta política hasta 1967. A ello responde Álvaro Soto que si efectivamente las
huelgas tuvieron un origen económico dado que los obreros no intentaban con su actitud hacer
saltar al régimen parando la producción, las consecuencias eran políticas porque el mismo
régimen reprimiendo, politizaba las movilizaciones y protestas habidas. Realmente no existe
una visión clara en cuanto al debate entre los investigadores que afirman la existencia de una
movilización de carácter político y los que analizan de forma excluyente las causas
económicas. Se construye de este modo un binomio que en un extremo de la línea se
encuentra el polo económico y en el otro el político; después cada autor lo hace ir para una
parte según su concepción y análisis, pero sin poder negar los argumentos del otro; para unos
las huelgas tenían un contenido político pero no pueden negar la causa económica; para otros
su origen es económico y tan sólo las consecuencias eran políticas. En la práctica, ambas
dimensiones están presentes y se entrecruzan siempre de forma estrecha.
En cuanto a las fuentes suministradoras de datos respecto al número de participantes
en las huelgas hay que señalar que el Ministerio de Trabajo no es un agente neutral en la
recopilación y si esto es aplicable a cualquier forma de régimen, todavía lo es más en el caso
de una dictadura, dado que podría suponer o bien la magnificación de las huelgas de carácter
político al no reconocer la diversidad de un conflicto social que quiere eliminar o a la inversa,
minimizar en sus informes aquellos conflictos que ponían en cuestión al régimen para
esconder el grado de descontento político. En el caso de que la fuente utilizada sea la OSE
(Organización Sindical Española) tampoco el análisis se ajusta a la realidad dado que se
elimina la categoría de conflictos políticos, difícil de determinar, ya que no explica que es lo
que se entiende como tales, y se integran en la conflictividad extralaboral, concretamente las
huelgas de solidaridad. Xavier Doménech señala que la solidaridad no expresa una conciencia
política, pero sí que expresa la existencia de una conciencia de clase como el reconocimiento

636
colectivo de pertenencia a un grupo propio con intereses, valores y culturas que lleva a sus
miembros a solidarizarse con aquellos que se identifican como iguales; y en la formación de
esa identidad obrera aparecen nuevos códigos y algunos anteriores se reformulan, no apelando
a una racionalidad económica estricta, sino a una identidad compartida que guía las acciones
de aquellos que forman parte de ella. Este autor resalta que estos códigos aparecen a veces de
forma sorprendente en contextos inesperados como es el caso de la huelgas asturianas de 1962
y en ellas se retorna a viejos símbolos de identidad obrera que operan en el terreno de las
actitudes, más allá de la racionalidad económica individual.1
Este tema de la conflictividad obrera, ha sido muy trabajado por los historiadores, que
han utilizado no sólo las fuentes generadas por los diversos aparatos del poder franquista
como los indicados del Ministerio de Trabajo o sindicatos oficiales a los que hay que añadir
fuentes policiales, tribunales… sino también de oposición obrera como prensa, archivos,
fuentes orales… que demuestra que a partir de los años sesenta por primera vez en la España
de la postguerra se produjo una conflictividad laboral continuidada de muy alto nivel.
Globalmente por provincias, las más conflictivas fueron Barcelona, Madrid, País
Vasco y Asturias y por sectores, en primer lugar la minería, siguiéndole la industria
metalúrgica y la construcción.
En este ambiente huelguistico de creciente malestar hay que destacar el conflicto
iniciado y desarrollado en la minería asturiana a partir de 1962 que ejerció una importante
influencia en todo el país señalando entre otros entornos geográficos la conflictividad
generada en la empresa naval de Bazán y minería en Cartagena, produciéndose desde aquí una
auténtica reactivación del movimiento obrero prioritariamente en el ámbito laboral-industrial
de la provincia de Murcia.

CONFLICTIVIDAD INDUSTRIAL EN MURCIA


En esta provincia en los años sesenta existe un cambio socioeconómico fundamental
que generó a su vez una transformación evidente. Si esto lo derivamos al proceso conflictivo,
en las relaciones laborales varios son los agentes que hay que tener en cuenta a la hora de
entender como una provincia identificada en los parámetros institucionales como pacífica,
desemboca en una situación de protestas imparables y que como una constante permanecerá
durante toda la década, siendo la base empírica de la proliferación de todo tipo de crisis y

1
Doménech, X.: “El problema de la conflictividad bajo el franquismo: saliendo del paradigma”, Historia
Social, 42 (2002), pp. 123-143.

637
conflictos posteriormente en los setenta. Los factores o agentes iniciales de que parte la
realidad murciana en estos años en principio no son los favorecedores y agilizadores del
proceso conflictivo. Entre otras cuestiones hay que destacar el carácter agrario de la provincia
durante la década de los cincuenta, y durante la cual no había existido un tejido industrial
conformado, en comparación con otras zonas. Esta situación va a cambiar en el momento que
se produzca una reactivación en el sector industrial, con un trasvase de mano de obra
procedente del campo, dando lugar a otra realidad distinta a la tenida hasta entonces, con
niveles importantes de movilizaciones y protestas a pesar del marco de dictadura en el que se
desarrollan. Los conflictos obreros significaban la trasgresión de la legalidad que
indudablemente era objeto de medidas penalizadoras tanto por parte de los empresarios, como
por las autoridades políticas. Por ello cuando los trabajadores no disponían de la fuerza
necesaria para realizar acciones más contundentes como el paro o el bajo rendimiento cuyas
consecuencias se sabía que podía conllevar el despido, echaban mano de otras formas de
protesta, que no llevara consigo dañar la producción, como eran hacer concentraciones a las
horas de entrada o salida del trabajo, boicot a la comida… entre otras medidas.
Todos estos hechos constituirán un desafío continuado para el régimen franquista y la
quiebra de la “paz social”, que se pretendía presentar como uno de los logros más importantes
conseguidos en esta provincia, convirtiéndose en el barómetro que acusa los cambios sociales
de los años sesenta. La causalidad de todo este tipo de conflictos se basaba en
reivindicaciones de carácter laboral, que se politizaban irremediablemente al transgredir la
legalidad vigente y no existir ningún derecho de manifestar el desacuerdo. En esa búsqueda
de percepción de cambios y dentro del marco descriptivo de la panorámica provincial
murciana, se debe destacar la impresión que de esos cambios tienen las instituciones del
régimen como era el Gobierno Civil, máxima autoridad provincial, permitiéndonos
profundizar significativamente en la sociedad murciana de esos años.2
En cuanto a la localización de la conflictividad laboral industrial, hay que resaltar
Cartagena que lo convierte en el referente industrial de forma unívoca a nivel provincial. Y lo
es por la situación que se encuentra la industria naval de Bazán, que por agravios
comparativos salariales con otros centros de igual naturaleza será la primera en movilizarse,
pudiéndose afirmar que aquí se inicia el movimiento obrero murciano. Desde Bazán se
irradiará numerosos conflictos en el entorno minero de la zona motivados por un lado por sus
propias problemáticas y de forma adicional por los sucesos ocurridos en la minería asturiana

2
Memorias del Gobierno Civil de Murcia de 1962-1979 (A.G.C.M.).

638
en 1962. Destacaremos los conflictos mineros vividos por los obreros en la empresa Eloy
Celdrán en La Unión (minas Brunita y Balsa), la empresa minera “La Galera”, la factoría
Española de Zinc, y fuera ya de la esfera de influencia de Cartagena, la Mancomunidad de
minas de hierro en Cehegín.
En el resto de la provincia y en otros sectores, hay que señalar “Hortícola del Segura”,
“Joaquín Meseguer”, “Fraymon”, “Cerámica Diego Miñarro” en Lorca, “Géneros de Punto”
en Cieza, y “Cauchos de Levante” en la pedanía cercana a la capital de Guadalupe.
Todo esto en referencia al año de 1962, y a partir de aquí no sólo habrán conflictos en
estas industrias, sino que se irán sumando más sectores y más empresas como la “Refinería de
Petróleos de Escombreras”, que desde 1963 hasta 1968 mantendrá una constante conflictiva
muy importante en relación a la política de convenios e igualmente ocurrirá en “Española de
Zinc” y en la industria conservera donde la mano de obra era preferentemente femenina y
cuya precariedad laboral conllevará a protestas y búsqueda de ayuda extrasindical para
atender sus demandas laborales, salariales y de dignificación en el trabajo.
Desde el principio de los años sesenta que surge el fenómeno de la conflictividad los
obreros, contarán con el sostén y respaldo de un sector de la iglesia, la de los movimientos
apostólicos dentro de la Acción Católica, HOAC y JOC, (no de la jerarquía) que se enfrentará
no sólo a las instituciones sino al propio obispado, convirtiéndose en la alternativa
extraoficial, demostrativa de la falta de representatividad del cauce legal del sindicalismo
franquista.
La HOAC y la JOC se convertirán en la base estratégica organizativa del sindicalismo
de clase, como fueron USO, OSO y CC.OO, además de ser en parte plataforma del
resurgimiento del Partido Comunista (1964-1965) que a pesar de maniobrarse en
clandestinidad se reorganiza en varias células obreras industriales y agrarias agrupadas en
comités que funcionaban en Murcia capital, Cartagena, Lorca y Yecla dependientes y en
conexión con el Comité Central radicado en Francia, cuya acción estaba coordinada por la
agrupación de Levante, con sede en Valencia.
La opción socialista también se reorganiza en 1964 (socialismo del interior)
preferentemente en Cartagena de gran arraigo con jóvenes intelectuales y obreros de nivel
cultural medio (especialistas, administrativos…) que miraban hacia el socialismo europeo,
junto a los hombres de la vieja escuela del socialismo de Prieto y Largo Caballero.
Por último hay que destacar la percepción del ambiente que se estaba viviendo en esta
provincia desde las instituciones del régimen, hecho éste de máxima relevancia, ya que así se
puede evaluar el impacto del ascenso del disentimiento habido y los esfuerzos realizados con

639
diversas estrategias y recursos para neutralizarlos. Las medidas que se toman dan cuenta de la
importancia que va adquiriendo la conflictividad y canalización de las protestas y que
repercutían en la alteración del orden público.
Desde el principio el Gobierno Civil en esa búsqueda de causalidad del fenómeno
conflictivo, destaca la necesidad de hacer un control exhaustivo respecto a las corrientes
migratorias concretamente en las campañas de la vendimia y arroz en el sur de Francia, al
considerar que existía desde allí, una contaminación ideológica de captación, aleccionando a
los trabajadores en contra del régimen, y en segundo lugar se ejerció un estricto control
interno a través de contar con colaboradores en los núcleos de trabajo vigilando cualquier tipo
de anomalía en las empresas.
Por otra parte, desde esta misma esfera de poder se pedirá una estrecha vinculación de
los organismos del Estado y Movimiento, en especial los Sindicatos y la Delegación de
Trabajo con los medios policiales.

El proceso conflictivo en Bazán: Inicio del movimiento obrero


Las empresas de construcción naval en los años 60, se vieron afectadas en el
desarrollismo por un importante incremento de demanda tanto en lo referente a la
construcción de barcos de pesca, como petroleros de mediano y gran tonelaje con agotadoras
jornadas laborales, racionalización del proceso productivo (introducción de diferentes
elementos de carácter taylorista y fordista), medición de tiempos con cronometrajes, rotación
de turnos, organización del trabajo…tal y como ocurría en otros complejos industriales.3
Desde la empresa de Bazán en Murcia se van a iniciar diferentes formas de presión
ante esta nueva situación económica con huelgas de hambre, brazos caídos…, que
desestabilizaron el orden público, a pesar de la capacidad de control desde las instancias
gubernativas. 4
El malestar se inicia en 1961 motivado en un principio porque la gerencia de la
empresa no propuso el pase a zona 1ª que por Orden Ministerial se había otorgado a iguales
complejos industriales a nivel nacional, con el perjuicio salarial correspondiente.5
En general, la panorámica de salarios estaba caracterizada por bajos niveles,

3
Babiano Mora, J.: Emigrantes, cronómetros y huelgas. Un estudio sobre el trabajo y los trabajadores durante
el Franquismo. (Madrid, 1951-1977). Madrid, Ed. siglo XXI, 1995.
4
AGA, Sección de Sindicatos (4796). 1953/61. Sobre los problemas laborales en la empresa Bazán de
Cartagena (Murcia).
5
Informe del Delegado Provincial de Sindicatos al Presidente Nacional del sindicato del metal en Madrid (20-
3-61), dando cuenta del ambiente de tensión vivido en la Empresa Nacional de Bazán en Cartagena. AGA.
Sección de Sindicatos (4796) 1953-1961.

640
disparidades en las remuneraciones medias del personal administrativo y obrero por hora
trabajada, diferenciación de carácter sectorial y categoría profesional, que marcaba una
estructura salarial compleja, debido a la multiplicación de diferentes conceptos
complementarios que junto al sueldo base configuraban la retribución finalmente percibida
(primas, pluses, ayudas, incentivos,…).
En los menguados salarios según categorías profesionales la dirección de Bazán
llevaba a cabo descuentos de 16 a 25 ptas. dirigidos teóricamente al Montepío, hecho que los
obreros comprobarían el falseamiento de esta situación.6
Desde el inicio del conflicto de la empresa Bazán el Gobernador fue consciente del
problema planteado y las consecuencias que podría acarrear la actitud cerrada a las propuestas
de los trabajadores.7
Pese a ello se intentó imputar la culpabilidad de esta problemática a acciones
individuales y errores administrativos en un proceso de minimización del asunto.
La respuesta en abierta confrontación con el colectivo laboral por parte de la empresa
fue la supresión del régimen de horas extraordinarias que se venían realizando trayendo
consigo una mengua sensible de los ingresos que regularmente venían percibiendo los
trabajadores a pesar del esfuerzo de 15 horas suplementarias, jornada verdaderamente
agotadora e ilegal pero a la vez necesaria para completar los insuficientes salarios e ingresos.
Solo la autorización para devengar horas extraordinarias recayó en el personal de talleres de
forma exclusiva trayendo ello la disconformidad del resto del colectivo trabajador de la
empresa.8
En verano la empresa planteó un expediente de crisis con intencionalidad de despedir
a 38 empleados (incluyendo al sector administrativo). Conversaciones entre la parte
económica y social redujo el despido a 30, jubilando de forma forzosa al resto.
Las protestas, reclamaciones y movilizaciones no se hicieron esperar máxime que el 1

6
La cantidad descontada (de 4.100 obreros) ascendía a 8 millones (31-5-61). La dirección reconoció el
descuento en dichas cantidades desviando la responsabilidad a error administrativo del personal encargado que
había descuidado dar cumplimiento del decreto de 21 de Marzo de 1958 que disponía que las primas y demás
incentivos por rendimiento del personal no cotizara a Seguros Sociales.
7
Escrito de Soler Bans al Presidente del Consejo de Administración de la Empresa Nacional Bazán Jesús Mª
Rotaeche Rodríguez, aconsejando la aplicación a la industria siderometalúrgica de Cartagena las mejoras que
implicaba el pase a zona 1ª (23 de Marzo de 1961). En los mismos términos se dirigió al Presidente del
Sindicato Nacional del Metal (Amador Villa Marín) y al Delegado Provincial de Sindicatos (Carlos Iglesias
Selgas).
8
Nota informativa sobre gestiones realizadas por el Jurado de la Empresa Nacional Bazán en relación con el
régimen de horas extraordinarias (9-8-61). El Delegado Provincial de Sindicatos alertaba al gobernador de la
conflictividad. El informe policial daba cuenta de la confrontación obrera habida entre los dispuestos a
secundar la orden de la empresa acusados de esquiroles: Pedro Carmona Raja, Fernando Tomaseti Muñoz entre
otros y los que no lo estaban.

641
de septiembre entraba en vigor el nuevo Convenio Colectivo cuyas peticiones habían sido
sistemáticamente desestimadas por la empresa, en especial las referentes a las modificaciones
solicitadas del Reglamento de Régimen Interno uno de los puntos relevantes del convenio
constituyendo un claro ejemplo de disconformidad dentro del enmarcamiento general en el
que se encuadraba la Ley de Convenios Colectivos.
La empresa se opuso a la aprobación del convenio colectivo con fuerte resistencia a
alcanzar acuerdos de remuneraciones más en consonancia con el coste de vida de aquel
momento, e igualmente el tema de la reforma de los Reglamentos del Régimen Interno.9
Se temía la expansión desde Bazán a otras empresas respecto a las medidas de presión
ejercidas desplazándose personalmente el Gobernador Civil, al objeto de abortar la huelga de
hambre planteada tras el abucheo realizado al Delegado Sindical y al Inspector de Trabajo,
siendo finalmente desalojada la fábrica por la fuerza pública, deteniendo a los obreros de
talleres de monturas como inductores de las movilizaciones.
Se estaba produciendo la pérdida de legitimidad de los organismos oficiales al ser
incapaces de satisfacer las expectativas económicas básicas deseables, condiciones laborales y
seguridad en el trabajo.10
Las protestas y tensiones volvieron a repetirse a comienzos del año siguiente (huelga
de hambre, brazos caídos…) encaminadas a corregir la arbitrariedades internas en la
organización de la empresa, pidiendo el cese del director de la factoría, al cual de forma
personal se hacía responsable de crear el malestar reinante desde que el 1 de Agosto del año
anterior suprimiera las horas extraordinarias, acusándole de incompetencia e inmoralidad. Así
derivaba y se transformaba la causa primitiva del conflicto de agravio comparativo de distinto
tratamiento con otros centros hacia la mala gestión empresarial.
Existía una situación de desequilibrios salariales en Cartagena en una población
eminentemente militar en donde los Cuerpos Armados habían tenido una subida salarial del
133 al 250%, hecho éste que produjo de forma inmediata el impacto y repercusión en el alza
de precios en artículos de consumo.
En contraposición, la mayoría del colectivo de Bazán con bajos salarios (no
sobrepasaban las 1.800 mensuales) y diferenciación entre trabajadores del mismo oficio

9
La empresa de Refinería de Petróleos de Escombreras igualmente en Cartagena había solicitado con
anterioridad al Mº de Trabajo en su convenio la modificación del Reglamento (informe del Delegado Sindical
Provincial al Gobernador Civil, 2-1-61).
10
Escrito dirigido por Carlos Iglesias Selgas al Presidente de la Sección Social del Sindicato del Metal (26-8-
61) aconsejándole canalizar la defensa de las reivindicaciones de los obreros a través de medios legítimos por
el “peligro de torcerse hacia otras tendencias dadas las circunstancias que concurren en este tipo de empresas
de defensa Nacional”.

642
dentro de la factoría (arbitrariedades constantemente denunciadas), daban la sensación de
estar sometidos a un doble juego. Por una parte, el ser considerados como un establecimiento
de Marina a unos efectos pero en cuanto a remuneraciones no estar equiparados como tales.
El 5 de Febrero, los obreros no acudieron al comedor, permaneciendo en sus
dependencias de forma pacífica, queriendo resaltar con ello el día de ayuno decretado por la
iglesia (simbiosis entre un día simbólico de carácter general religioso y unas reivindicaciones
socio-laborales concretas).
Al día siguiente, la participación en la huelga de hambre fue unánime, adhiriéndose el
cuerpo de Ingenieros, personal administrativo, maestros especialistas, y peritos (solidaridad
en las distintas cualificaciones laborales), enviando toda la manutención a un centró benéfico
y ampliando el boicot en el día festivo a los actos de carácter lúdico (cine y fútbol).11
Las teorizaciones y acusaciones de desviacionismo político no diluyó ni hicieron
desaparecer las verdaderas razones que en esta empresa naval habían motivado el descontento
de los trabajadores, cuyas cuestiones específicas y peticiones concretas habían sido: la
supresión del sistema de quinquenios y su conversión en trienios sin limitación de tiempo,
aumento de porcentajes de gratificaciones en concepto de trabajo especial (sucio, peligroso,
tóxico,…) y el establecimiento de un Plan de Asistencia, entre otras demandas.
A Bazán llegó un teletipo con carácter de urgencia ofreciendo algunas mejoras,
jugando la empresa para abortar las pretensiones y presiones de los trabajadores, con la
desunión interna, calificando el Presidente del Convenio de Bazán de “intransigente y tenaz
oposición de los trabajadores que decía perjudicaba a los más humildes y honrados…”
(discurso de disgregación).12
Paralelamente la nueva actitud combativa y crítica de los obreros motivó una serie de
reflexiones desde el ámbito institucional gubernativo preocupado no por la resolución de las
peticiones obreras, sino por la reactivación del propio funcionamiento organizativo obrero
para poderlo definitivamente neutralizar acusando de “intencionalidad de adverso signo
nacional”…13 denotándose de forma clara el temor por parte de las instituciones provinciales
de que comenzaran a aparecer conflictividades en cadena. En Febrero ya la policía armada

11
El alcalde de Cartagena hizo manifestaciones amenazantes que en el caso de que el conflicto se radicalizase
tenía dos compañías de Infantería de Marina preparadas para “limpiar taller por taller la factoría de rojos”…
(Manifestaciones recogidas por el Servicio de Información de Policía de Cartagena, 6 de Febrero de 1962).
12
Cuantiosas multas fueron impuestas a Luis Garrido Domingo, Francisco Martín Sáez, Antonio Abellán
González y Antonio Leal Rodríguez entre otras sanciones como mecanismos utilizados de neutralización en la
unidad de acción obrera. Informe al Gobernador Civil (22-5-62), éste a su vez lo hará al Mº de la Gobernación.
Acta nº 696 (24-5-62).
13
Informe gubernativo del 9-4-62. Nº 187.

643
había disuelto una concentración de peritos que se negaban a ausentarse de la puerta principal
de Bazán en apoyo de los trabajadores y que al ser desalojados irrumpieron con ovaciones y
gritos de ánimo.14 La respuesta institucional se materializó en numerosas investigaciones con
informes exhaustivos de los considerados cabecillas15 los cuales se pusieron a disposición del
Tribunal de Orden Público.
Desde la élite política la visión y conexión generalizada de los acontecimientos
desencadenados estaba clara. Se trataba de sectores marxistas y masones perfectamente
dirigidos, organizados y ocultados tras la pantalla de las organizaciones de Acción Católica a
fin de llevar a feliz término sus propósitos revolucionarios con acusaciones concretas de
“minar la moral obrera y el consiguiente desprestigio en el sindicato y Delegación de
Trabajo” (esfuerzo de desnuclearizar el conflicto). A partir de entonces el gobernador pidió al
obispo la toma de medidas precisas contra consiliarios, militantes de HOAC y la JOC y
sacerdotes parroquiales, contando en todo momento con la colaboración de la diócesis en
arrestos domiciliarios, traslados y prohibición del ejércicio pastoral (trasbordo del proceso
represivo civil al eclesial).
Todas estas persecuciones y sanciones gubernativas o eclesiales confirman el
incremento del papel en el mundo laboral de estas organizaciones en Murcia sobre todo en el
campo industrial y el temor por el alza y desarrollo en la provincia de la conflictividad desde
la trayectoria y dinámica reivindicativa inicial de la empresa naval de Bazán en Cartagena.
Los ejercicios de desviacionismo de la protesta (acusación de intoxicación y dirigismo
político con inculpación directa a sectores de la iglesia militante en apoyo al mundo obrero) y
el propio control eclesial-institucional no evitó que las organizaciones cristianas HOAC-JOC
y sus consiliarios dieran respaldo a los diversos colectivos de trabajadores en distintas
empresas iniciándose en Cartagena en primer lugar en Bazán y desde allí a otras industrias.
El 15 de Septiembre de 1961 en el templo de Santa Mª la Vieja y presidido por el
sacerdote Andrés Valero consiliario de HOAC y antiguo aprendiz de Bazán, había tenido
lugar la primera reunión de obreros de la empresa naval (en un total de 45) que expusieron sus
problemáticas: supresión de horas extraordinarias, agravios comparativos, falta de
representatividad, el tema sobre rendimientos y curvas de productividad… en donde los

14
Servicio de Información del Movimiento 10-Febrero-1962.
15
“Juventud Obrera” (27 de Abril 1962), informaba de los incidentes laborales de la empresa naval, F.E.T.
calificaría de subversiva la publicación.
En cuanto al informe facilitado por la policía local en la misma fecha, sobre los considerados cabecillas
figuraba Ramón Lafuente, con apelativo de “rojo venido a Cartagena con la brigada comunista de Galán y
perteneciente a su servicio de información, con mala reputación en Barcelona, donde el ambiente es propicio
para cualquier campaña contra el Régimen”.

644
obreros mostraron su disconformidad con la empresa. Como acuerdo final tras las largas
exposiciones y planteamientos se previó la necesidad de la creación de una comisión obrera
(nacimiento de la primera Comisión Obrera) encabezada por militantes católicos.
Las razones iniciales de estas reuniones fueron fundamentalmente laborales pese a que
las descripciones institucionales político-sindicales y la parte empresarial las calificaran de
connivencia y carácter político acusando de forma directa las acciones de la HOAC como
“organizaciones responsables verdaderas de los conflictos que quieren engañarnos haciendo
que los obreros asistan en ropa de trabajo a misa para hacer constar su alejamiento de la
política…”
Otras veces y en relación con la Encíclica Mater et Magistra defendida en homilías
sobre la justicia social su opinión era igualmente desfavorable, considerando en todo
momento como desviacionismo pastoral que seguían directrices del comunismo internacional
y cuya intencionalidad manifiesta era el derribo final del Régimen.16
La huelga desatada en 1962 puesta en conocimiento del Ministerio de la Gobernación
por su parte dejó libertad a la empresa de requerir la intervención de la fuerza pública en caso
de considerar lesiva la actitud de los trabajadores dentro de la factoría, convirtiéndose en un
modelo más en cuanto a evolución y aplicación de prácticas de anulación de la propia
conflictividad.17 Conflictividad laboral por otra parte que en Bazán se prolongaría años
posteriores (63,64…) con denuncias nuevamente por las negociaciones de convenios
colectivos.

Expansión de la conflictividad en el sector minero


En cuanto al sector minero murciano, mantuvo un alto nivel conflictivo a partir de
1962 y en la primavera de ese año, se iban a iniciar toda una serie de protestas y
movilizaciones provinciales en cadena en una coincidencia cronológica general de este sector
(enfrentamientos mineros del Norte).
Estimaciones oficiales definían como “muy preocupante” la “tensa calma” que se
vivía en la minería y en especial en Cartagena, alertando de la posibilidad de hacerse
extensivo a toda la cuenca.18

16
Informe político-social sobre la Empresa Nacional Bazán de Cartagena (7-2-62), conteniendo en él opiniones
sobre procedimientos de desgaste del Régimen (formación de un gobierno social-demócrata cristiano amparado
en la Encíclica Mater et Magistra defendida por socialistas, republicanos, comunistas y un sector de la iglesia
murciana en clara referencia a HOAC).
17
Informe del Capitán Jefe de la 3ª circunscripción 33ª Bandera de Cartagena (5-2-62); Informe desde el Mº de
la Gobernación sobre Bazán (7-2-62).
18
Informe de 11 de Mayo de 1962 de la Dirección General de Seguridad al Mº de la Gobernación.

645
En solidaridad a la conflictividad desencadenada desde la factoría naval de Cartagena
de Bazán (primera en la provincia en movilizarse) en el sector minero tomará la iniciativa la
empresa “Eloy Celdrán” en La Unión con una serie de reivindicaciones y peticiones laborales,
en respuesta a la negativa empresarial de revisar la prima por rendimientos productivos,
considerado por los obreros que esa postura lesionaba sus intereses económicos.
Las medidas de presión comenzaron en el pozo denominado “Socavón” en “Mina
Brunita”, donde ocho trabajadores lo harán a rendimiento mínimo en el interior de la mina,
otros optaron por la huelga produciéndose incidentes graves en mina “Julio César” y “Mina
Rosa” (pozo Yecny) con imputación directa a Alberto Pagador procedente de Río Tinto,
conocedor de la lucha social y según las informaciones institucionales con ascendiente entre
sus compañeros Diego Casquet López y Alfredo Marín Buitrago.19
Las reclamaciones estaban perfectamente delimitadas y perfiladas en seis puntos
describiendo de forma pormenorizada todo tipo de carencias, además de las económicas:
malas condiciones en el trabajo, sobre cronometrajes de tiempos, imperfecto sistema de la
empresa para el transporte, sobre higiene y aseo, la falta de estímulo e incumplimiento de
horas de descanso…20
En la cuestión del arranque del mineral por el sistema de incentivo, los trabajadores no
contaban con ninguna garantía en lo referente al establecimiento de la cantidad mínima de
mineral a sacar por jornada, no fijado por la empresa antes de que el trabajo se realizara, sino
a posteriori al quedar la fijación del referido mínimo a merced de la empresa, sin poder por
tanto los trabajadores tener una idea aproximada de las retribuciones que habían de obtener
(indefensión laboral e improvisación en cuanto a la producción). Ello implicaba una evidente
falta de estímulo y la inseguridad en el cálculo de ingresos determinados semanalmente, dado
que la empresa podía y hacía elevar el tope mínimo de forma arbitraria según que jornada.
La percepción de salarios que correspondía a la interrupción de la labor para efectuar
la comida cuando se realizaba jornada continuada, era otra de las cuestiones demandadas por
los obreros, siendo así que en la mina realizaban jornada de ocho horas y media, no
computando el descanso de treinta minutos establecido reglamentariamente dentro de la
jornada de trabajo.

19
Informe del Delegado Provincial de Sindicatos Carlos Iglesias Selgas (5 de mayo 1962). El Secretario
provincial Juan Parejo de la Cámara informaba del desplazamiento del Inspector de Trabajo (sólo figura el
apellido Arnao) a la factoría.
20
Acusación a la empresa de incumplimiento del art. 20 de la Orden de 8 de Mayo de 1961 y de las
resoluciones de la Dirección General de Ordenación del Trabajo de 22 de Enero y 14 de Febrero de 1962 que
establecían que formaba parte de la jornada laboral a efectos de percepción del salario, el correspondiente a la
interrupción de la labor para efectuar la comida al realizar jornada continuada.

646
Se añadía a todo esto el imperfecto sistema de transporte, incumpliendo lo
contemplado en el apartado del art. 6º de la Orden de 10 de Febrero de 1958, según el cual, si
el tiempo de espera o transporte superaba a media hora en cada uno de los viajes de ida o
vuelta al centro de trabajo, el exceso se abonaría a prorrata del salario base o sería computado
como jornada laboral a elección de la empresa, que una y otra vez incumplía la legislación a
través de mecanismos de régimen interno.
El Reglamento Nacional de Trabajo de Minas contemplaba el abono del tiempo
transcurrido que tardaba el trabajador en desplazarse desde la bocamina al tajo, incumplido
igualmente al ser computado estrictamente el tiempo de permanencia en el tajo.
Finalmente se comienza a denunciar la carencia de servicios mínimos de higiene y
aseo, deficiencias en los servicios médicos que no funcionaban con regularidad dada la
necesidad de reconocimientos periódicos en esta tipología laboral, sobre todo en materia de
silicosis en cuyo campo el abandono era prácticamente total, así como el hecho de permanecer
largo tiempo durante el trabajo en lugares inundados, motivo igualmente de problemáticas
usuales de enfermedades infecciosas.
El 25 de Mayo apareció una nota informativa con los puntos concretos de reclamación
de los obreros de la empresa Eloy Celdrán Conesa de La Unión y dentro de ella la denuncia
del abandono que existía en materia sanitaria y relaciones humanas poniendo de manifiesto la
falta de comunicación, inutilidad e ineficacia que a los ojos de los trabajadores representaba la
organización sindical correspondiente (desmarque y distanciamiento de los trabajadores en la
representación sindical institucional).
Llegado el tiempo de las elecciones de enlaces sindicales y la firma del convenio
colectivo, encuadrado en ese ambiente de “calma tensa”, se presentaron para ser elegidos
candidatos no deseables por la empresa, que emitió sobre ellos informes desfavorables
calificándoles de agitadores políticos. Pero al final los elegidos fueron: enlace en el pozo
“Cartagenera” a José Salcedo Fernández, en “Aries” Alfredo Marín Buitrago, en “Centinela”
Juan Cánovas Álvarez y en el de “Socavón” Cosme Conesa Celdrán, que obtuvo la
unanimidad de los votantes.
La tensa situación y la actitud adoptada por los obreros de permanecer en la fábrica,
después de la jornada laboral, llevó a la dirección de la factoría Eloy Celdrán a prohibir la
estancia incluso en las horas de descanso amenazando con tomar medidas represoras
disciplinarias.
La Delegación Sindical de La Unión convocó una reunión extraordinaria con
asistencia del Vicesecretario de Ordenación Social, el Inspector de Trabajo, mandos sindicales

647
de la Delegación en Cartagena y el Jurado de Empresa que por primera vez se incorporó
personal del interior de la industria.
Como en la exposición anterior de Bazán los representantes del sindicalismo vertical
por su parte acusaban de existir en la sombra de forma paralela un asesoramiento y dirigismo
sobre los mineros con intencionalidad política de desgaste, afirmaciones dirigidas de forma
directa hacia los militantes de la HOAC, que denunciaban las injusticias sociolaborales
habidas en este sector, como el cura párroco de El Garbanzal consiliario de la HOAC, Andrés
Valero García, que cuando se inició la conflictividad en las cuencas mineras del Norte, se
habían manifestado de la siguiente forma “En el caso que la cuenca minera de La Unión se
sumara a las reivindicaciones del Norte, estaría suficientemente justificado…”21
Otros sacerdotes trabajaban como obreros en las propias empresas mineras ejemplos
de ello fueron Juan López Bermúdez que lo hacía en la nave de residuos en la fábrica
“Española de Zinc” y algún jesuita en la empresa de la Refinería de Petróleo (REPESA), así
como Pedro Castaño, Juan Ros, Francisco Clemente Rodríguez…, denuncian despidos
improcedentes, intimidaciones, bajos salarios y condiciones laborales considerados de
naturaleza infrahumana.
El Vicesecretario de Ordenación Social amenazó con romper las posibilidades de
diálogo y dejar en suspenso el convenio colectivo en marcha, si los obreros se mostraban
intransigentes en sus demandas que pueden resumirse en los siguientes puntos: Derogación
del Reglamento de Régimen Interno en vigor, (verdadero mecanismo de control empresarial,
sin tener en cuenta las opciones del factor trabajo); subida salarial según el coste de la vida y
revisión de escalafones dado que la antigüedad en las plantillas databan de 1946 y todavía no
habían sido revisadas.
Los demás empresarios de la cuenca mientras tanto, presionaban al propio Eloy
Celdrán, con el objeto de no hacer concesiones de forma unilateral hasta haberse finalizado el
convenio colectivo, para que no se realizaran las subidas salariales solicitadas, ni obtuvieran
la parte social cambios significativos, por lo cual, y ante este talante seguiría la misma actitud
de trabajo mínimo de los obreros mineros como al principio de la conflictividad.
A pesar de todos estos intentos de taponamiento se produjo un proceso en cadena de
crisis, el ambiente de protesta tenía lugar igualmente en otros centros productivos, teniendo
como marco reivindicativo el convenio colectivo, que en “Española de Zinc” no había
supuesto cambios significativos (de 325 a 350 pts.). El plante de esta empresa se tradujo de

21
Memoria G. Civil 1962, en relación a los “conflictos laborales” y las imputaciones a miembros de la
organización apostólica HOAC.

648
forma inmediata en despedida masiva de obreros.22
En número de 409 obreros también en la empresa Sociedad minero-metalúrgica de
Peñarroya, manifestaron el descontento y malestar por el convenio colectivo suscrito ante la
negativa por parte empresarial de incentivar el trabajo.23
Un modo de presión en Dyresa consistió en la negativa de los obreros a subir a los
camiones que les conducirían a la factoría y cuya reacción fulminante y desmesurada de la
dirección de la empresa fue el despido de 56 trabajadores considerados promotores de tal
iniciativa (eliminación de liderazgo). De forma adicional a la no aceptación del convenio en
este caso hay que apuntar la falta de cartillas del Seguro de enfermedad, plus familiar y
carencia de relaciones humanas.
En el Llano del Beal en mina “Santa Florentina” junto a la denuncia de forma
personalizada al capataz Diego López Martínez de malos tratos verbales la conflictividad
estallaría por la exigencia de la empresa de mayor rendimiento, con una producción de 26
cunas o vagonetas de mineral a todas luces excesiva.24
En otros centros mineros fuera ya del entorno cartagenero la situación de protesta y
movilizaciones también tuvieron lugar en ese año.
En los pozos denominados “Copo” y “Coloso” en la Mancomunidad de Minas de
Cehegín, por semejante causa se produjeron desórdenes sociales incoando expediente
disciplinario a varios trabajadores. Más de 200 obreros dejaron de trabajar, informándose
inmediatamente de la huelga a las autoridades.25 Sin embargo en los pozos “Soledad” y
“Teresa Panza”, 84 obreros no participaron en el conflicto, actitud dividida adoptada dentro
de la empresa por los obreros.
Juan Parejo de la Cámara, Delegado Provincial de Sindicatos, tuvo que desplazarse a
la localidad junto al Vicesecretario de Ordenación Social e inspector de Trabajo, poniéndose
en contacto con el representante de la empresa. El Gobernador en último término sería el
encargado de zanjar el conflicto asumiendo la función negociadora además de la de control
que denota una manifiesta falta de representatividad, pero al igual que en Cehegín en otras
22
Memoria G. Civil 1962.
23
Inf. de la Comisaría de Policía al Gobernador Civil sobre incidentes en la Sociedad Minero-Metalúrgica de
Peñarroya (30-8-62).
24
La sustitución del capataz por Fulgencio Angosto Jiménez no evitó la confrontación obrera, negándose a
entrar en el trabajo si no se rebajaba la cantidad de mineral exigido (18 vagones) extraídos con anterioridad
(Inf. De 28 de Agosto de 1962 de R. Luis Pascual de Riquelme Presidente de la Diputación al Gobernador Civil
en relación a la actitud de los obreros en la empresa de José Pelegrín Roig en el Llano del Beal en Cartagena).
25
Inf. Comandancia de la Guardia Civil y del Ayuntamiento al Gobernador (18 de mayo 1962) con expediente
disciplinario a varios obreros entre los que figuran Enrique Jesús Muñoz Durán acusándole de incitador del
conflicto; a un vocal jurado de empresa facultativo se le suspendió de empleo y sueldo y otros dos de los pozos
“María” y “El Copo” fueron represaliados (J.S.F. del puesto de capataz fue pasado a barrendero).

649
localidades como Bullas, Caravaca e Isla Plana de Mazarrón las manifestaciones públicas de
descontento en esos años se hicieron patentes en especial cuando existían despidos,26 así
como numerosas carencias destacando:
- Retraso en el pago de salarios y otros devengos, exponiendo comprobantes los
trabajadores de vivir a expensas del crédito de los tenderos que les expedían géneros
malos y de alto costo.
- Determinación unilateral y falta de claridad en las primas de trabajo. Dada la forma de
trabajo en algunas minas, el material había de moverse hasta siete veces por el mismo
obrero desde el tajo a la bocamina.
- Trasiego de personal minero a explotaciones agrarias. Se enviaba mineros a trabajar en
la agricultura, con el mismo salario base de la minería, infringiendo el convenio
colectivo agrario existente y defraudándose a la Seguridad Social, ya que sin renovación
contractual, se seguía cotizando por ellos por la rama industrial como mineros.
A todo lo anterior hay que agregar la no entrega de recibos salariales, plus de distancia
y plus familiar, falta de seguridad e higiene en el trabajo.
Los trabajadores aludían en este informe las pésimas condiciones en que se
desenvolvía el trabajo en el interior de las galerías, exigiendo “El Copo” y “Mina María” la
provisión de cascos a todo el personal y de botes a los que trabajaban en sitios encharcados e
inyecciones de agua en las perforaciones para evitar ambientes pulvígenos.27
La falta de auxilios sanitarios junto con la ausencia de vestuarios para el personal e
incluso de duchas y aseos, completan el panorama expuesto en el que se desenvolvían los
obreros en esta factoría acusando igualmente de falta de relaciones humanas al no
permitírseles descanso alguno en la jornada continuada de siete horas para tomar alimento.
Desde 1962 van a ser numerosos los obreros perecidos en accidentes mineros,
resaltando el que tuvo lugar en la empresa “Montesoria” en La Unión, falta de seguridad que
continuó existiendo incrementándose las estadísticas de víctimas mortales. En 1968 ocurrió la
muerte de varios mineros por accidente laboral produciéndose enfrentamiento con la policía

26
72 obreros en Mazarrón fueron despedidos en mina “La Galera, S.A.” (26 de Junio 1962). En esta localidad y
durante este mismo año cerró en su totalidad el grupo minero “Santa Ana”.
27
El 21 de Enero de 1959 en el B.O. E. se publicaba una Orden de Presidencia de Gobierno, por la que se
dictaban normas de prevención contra la silicosis en las minas de la rama del plomo. A raíz de ello se puso en
marcha desde la Dirección General de Sanidad y el Patronato de lucha contra la silicosis medidas preventivas
contra esta enfermedad laboral. El Secretario Técnico del mencionado Patronato visitaba Cartagena (Dr.
Hernández-Pacheco) para poner en marcha la campaña de profilaxis sanitaria minera (Inf. del Director General
de Sanidad al Gobernador Civil, Febrero 1959). La situación y condiciones infrahumanas continuaron
denunciándose por sacerdotes de la HOAC como Andrés Martínez Valero y Pedro Castaño en 1962,
posteriormente lo seguiría haciendo Antonio Sicilia junto a otros.

650
durante el entierro de las victimas, volviéndose a repetir la situación un año después28. En ese
mismo dramático año de 1968 se produjo una reducción importante de producción de plomo
(13’04%) y como consecuencia una reducción de mano de obra en un 63’82%, lo que supuso
el despido de 2.029 obreros, incrementándose al año siguiente con 1.630 más, incluso con
expulsión de sus viviendas en algunas localidades como ocurrió en el Llano del Beal y en
Alumbres.
Tras el estado de excepción en 1969 fue suscrito un documento en el entorno de
Cartagena por numerosos sacerdotes respaldando las reivindicaciones laborales y los motivos
estructurales de las protestas en la minería exhortando a los responsables implicados a poner
fin a la problemática socio-laboral minera.

Ruptura del silencio y primeras protestas en la industria conservera


La industria agroalimentaria se configura como el primer sector de la industria
regional a partir de los años sesenta y estará caracterizada por diversas y heterogéneas ramas
fabriles. Entre las más dinámicas, destaca, en primer lugar, la importancia de la industria de
conservas vegetales con fuerte vinculación de los recursos locales, calidad de la materia
prima, bajo coste del factor trabajo predominantemente femenino y marcadamente estacional.
Entre las distintas localidades dedicadas a la conserva hay que destacar Molina de
Segura con la industria de Hernández Pérez Hnos.29 junto a otras como “Espallardo S.A.” e
“Hijos de J.A. Prieto”y “Antonio Gil” (fundada en 1961) que seguirán de forma progresiva
invirtiendo y ampliando sus respectivas factorías.
A la dinamización de la industrialización conservera en estos años intervinieron varios
factores entre otros la mayor facilidad en las licencias de importación con la política
liberalizadora, disponibilidades de divisas, inputs tecnológicos, lo que no significa que en su
totalidad se llegara alcanzar el nivel óptimo deseable.
La factoría pionera provincial hispano-suiza Hero de Alcantarilla S.A. fue un ejemplo
de industria en expansión además de Molina de Segura, municipio que permaneció unido a la
agricultura, formando una unidad homogénea junto a otros pueblos de la Vega Media
(Alguazas, Torres de Cotillas, Lorquí, Ceutí) teniendo con el desarrollismo una
industrialización acelerada.
Paralelamente a esa proliferación empresarial cuantitativa y de beneficios, las

28
A.G.A. 568.1969.
29
A.G.A. Sección Sindicatos, L-23. 1958-77. Murcia. Asuntos Generales y expedientes conserveros.
Anteproyectos “Acción Concertada” Hernández Pérez (3245-3247).

651
condiciones laborales conserveras estaban de forma urgente necesitada de mejoras salariales y
de infraestructuras, produciéndose peticiones generalizadas y reivindicaciones desde el propio
sector obrero y en el marco de la canalización extrasindical de HOAC a las que se negaron los
empresarios invariablemente.
Por otra parte se sumó a las circunstancias de precariedad laboral los inconvenientes
de definición y delimitación del papel que como mujer tenía asignado la trabajadora en este
tipo de industria (hogar, familia), propios de la mentalidad de la época.
Como muestra de este talante y el papel asignado a la mujer, tuvo lugar en Murcia en
una fábrica de conservas la distribución de unas hojas cuyo contenido produjo entre las
trabajadoras un fuerte malestar, dado que se les imputaba que el hecho propio del trabajo
llevaba implícito el abandono de las obligaciones innatas de su condición de mujer.

“Con este calor se vuelve uno más desmemoriado… salimos de casa y raro es que no se
nos olvide algo. Siempre nos dejamos lo más importante, el pañuelo, la cartera, el
carnet de identidad, la vergüenza…”
“Pero los padres, novios y hermanos… ¿qué hacen? o es que son ellas las que mandan
y se ponen el pantalón en la casa…30

En contraposición con esta actitud y dentro de las organizaciones cristianas de apoyo


obrero, se crearán ramas específicas según sexo asumiendo en un principio la diferenciación
de tratamiento y reivindicaciones laborales admitiéndose lo que ya era una realidad: la activa
participación de la mujer en el mundo del trabajo.
Contrasta con la restringida y constreñida visión de los sectores más inmóvilistas de
ACE en Murcia la JOC y la HOAC dependientes de la propia ACE, que recogían en el caso
de la industria conservera murciana las reivindicaciones laborales de las mujeres, dando
prioridad a las cuestiones puramente de trabajo sin condicionamientos excluyentes y
apoyando así sin interferencias la dinámica laboral conservera femenina.
El medio utilizado para poner fin a tanto tiempo de silencio fue la realización de
encuestas que de forma pormenorizada daban una visión global de la problemática específica
dentro del sector, esto es informes que desde dentro salían al exterior a través de estas
organizaciones.
Las condiciones en que se desenvolvía el trabajo en la industria conservera tenían unas
características peculiares que hacían que este tipo de industria fuera distinto a las demás en

30
Hojas tituladas de la Moda “NODO”, al pie había un sello en tinta violeta que se leía Juventud Masculina de
Acción Católica. Molina de Segura.

652
materia de relación de trabajo, por su eventualidad.31
La encuesta que la JOC de Murcia hizo llegar a las trabajadoras constaba de tres
apartados: los dos primeros, encaminados al conocimiento de los problemas de trabajo y
cultura así como en el tercero y último se les invitaba a una contestación que suponía una
reflexión personal sobre las respuestas dadas anteriormente.
Se repartieron más de siete mil. No en todas las fábrica pudo ser difundida y mucho
menos contestada ya que hubo presión por parte de las empresas advirtiendo “que a la chica
que cogieran repartiendo o contestando la hoja verde sería despedida”. Varias de las encuestas
que se recibieron iban en blanco con la siguiente coletilla: “Tengo miedo de contestarla por si
me pasa algo”. En total de esas siete mil encuestas se les envió a la Juventud Obrera Católica
(JOC), 1.131 válidas, 99 desechadas por venir incompletas… Por parte de la Comisión
Diocesana se indicaba que el tanto por ciento recogido era de gran importancia, si se tenía en
cuenta que según los sociólogos lo normal en la recogida de encuestas no superaba el 2 ó 3
por ciento.
Fechada el día 3 de Agosto y remitida a la Delegación Provincial de Sindicatos
alrededor del día 10, sería publicada por los periódicos “Juventud Obrera”, “El Correo
Catalán”, “Madrid” y en el periódico francés “Le Monde”, hecho que le daría una mayor
difusión.
En las reseñas de prensa citadas se hacía mucho hincapié, que la encuesta no había
podido hacerse con libertad ya que había habido presiones por parte de las empresas.
Por otra parte una nota informativa de L’Unitá de Roma, descubría que existían
10.000 trabajadoras españolas empleadas en la fábricas de conservas alimenticias de Murcia
que estaban sometidas a condiciones inhumanas de explotación, semejantes a las que existían
en Europa hacía un siglo.
Según los datos publicados por el semanario católico “Signo”, las obreras de Murcia
trabajaban de 9 a 18 horas al día, y sólo el 60% de ellas llegaba a recibir un salario de 10 ptas.
hora. En algunos casos, una hora de trabajo se pagaba solamente a 3’50 ptas. durante jornadas
laborales prolongadas durante 18 horas. La publicación, advertía que el 70% de las
trabajadoras de conservas de Murcia no tenían ninguna hoja de paga y esto significaba que
estaban absolutamente privadas de cualquier forma de previsión social. A la vez desconocían
31
Bayona Fernández, G.: “Un ejemplo de trabajo de la mujer durante el franquismo: la industria conservera de
los años 60 en Murcia”. Historia de la familia. Una nueva perspectiva sobre la sociedad Europea. Universidad
de Murcia. Murcia, 1997. pp. 413-424 y “Utilización del documento escrito-administrativo como marco
metodológico de la fuente oral: reconstrucción de la memoria histórica de la industria conservera en Murcia en
los años 60”. IV Jornadas Historia y Fuentes orales. Historia y memoria del franquismo, 1936-1978. Ávila,
Fundación Cultural Santa Teresa, 1997. pp. 259-274.

653
lo que era un sindicato, ignoraban los reglamentos de trabajo y apenas el 58% sabía leer y
escribir correctamente.
Otros medios como la REI daba cuenta en sus emisiones de la existencia de malestar
de cómo estaba la situación en la industria conservera murciana.32
En los meses de Junio y Julio, este tipo de industria crecía desmesuradamente debido a
que durante dichos meses se elaboraba productos típicos y abundantes en la provincia que
necesitaban ser manipulados con una gran rapidez por su dificilísima conservación en fresco.
Ello hacía que durante dichos meses se precisara una extraordinaria concurrencia de mano de
obra, hasta el punto de que si en un mes cualquiera del año solían emplearse unos dos mil
trabajadores eventuales (150 hombres y 1.850 mujeres), en el punto culminante de la campaña
de albaricoque y melocotón, se llegaba a la cifra aproximada, de diecisiete mil (1.500
hombres y 15.500 mujeres), datos correspondientes a la campaña de 1964.
La aglomeración extraordinaria de personal,33 daba lugar a problemas tales como:
alojamiento, organización de trabajo en el interior de las fábricas, el trato a los trabajadores, la
falta de higiene…
La mayoría de los casos, los empresarios se encontraban con un exceso de oferta de
mano de obra, pudiendo amenazar constantemente con el despido, legalmente factible por el
carácter de eventualidad, todo lo cual creaba un ambiente de desamparo y de inseguridad en el
trabajo de todo el personal contratado.
La gran cantidad de mano de obra procedía, en su mayoría, de las zonas más
deprimidas de la región y provincias limítrofes (Jaén, Granada, Albacete y Almería).
A veces, al objeto de que les fuera más económica su estancia en la localidad, se
aglomeraban en número superior a la capacidad de la habitación tomada, e incluso
aprovechando el buen clima de la región en los meses de la campaña llegaban a pernoctar al
aire libre.
La enorme cantidad de fruto que frecuentemente afluía a las empresas conserveras,
especialmente en la culminación de la campaña, y lo perecedero de aquella, traía consigo la
precisión de la realización de un muy elevado número de horas extraordinarias por parte del
personal, y era frecuente que esas horas extraordinarias se abonaran en idéntica cuantía a las
de carácter normal, es decir, sin el incremente legal correspondiente que, concretamente para
el personal femenino, equivalía al 50% del importe de aquellas horas normales, horas que en

32
Archivo del P.C.E. Madrid 28 de Mayo de 1962.
33
Delegación Provincial Organización Sindical Murcia. Mayo 1969. Informe sobre la campaña conservera
vegetal de ese año se decía que en número aproximado podía cifrarse en 30.000 obreros/as.

654
un 65’6%, se pagaban a 10 ptas. El 42’4% se les abonaban igual que las normales, y según
datos recogidos en el Sindicato, las horas extras deberían de pagarse a 16’09 ptas. En el caso
de no cubrir una hora extra exacta, este tiempo trabajando no lo pagaban en el 76’5% de los
casos, es más un 71’1% no firmaban nómina.
Otro hecho denunciado era el trabajo en los domingos. La mayor parte de las empresas
realizaban el abono de la retribución de tales días no considerándolas como festivos, con el
consiguiente perjuicio para el personal que, además de no descansar, no percibían el
incremente legal para los mismos establecido.
La Reglamentación Nacional de Trabajo en la industria conservera preceptuaba que
habría de incrementarse en un 20% el importe de las horas que, con el carácter de nocturnas,
eran prestadas en dicha actividad. No obstante ello, y pese a que la jornada laboral se
prolongaba muchas veces hasta las once, doce o una de la madrugada, no se conocía caso en
que tal incremento hubiera sido realmente abonado.
Igualmente existía en determinadas zonas de la provincia, el abono de los jornales, una
vez finalizadas las campañas, es decir, con un retraso de cinco a seis meses, no como estaba
preceptuado con carácter semanal debido al desconocimiento de la Reglamentación (el 64%
desconocía la reglamentación de su trabajo).
La existencia de normas jurídicas no garantizó, por si misma, unas condiciones
mínimas de higiene y seguridad y, por tanto, estas fueron susceptibles de erigirse en motivo
de enfrentamiento entre capital y trabajo. Allí donde se había originado concentración de
mano de obra, existían mayores posibilidades de acción colectiva para tratar de corregir
situaciones y reducir la accidentalidad. Esta sería, en último extremo, la razón de mayor peso,
según la cual los trabajadores de las pequeñas plantillas solían cargar con la peor parte, por lo
que respecta a esa seguridad e higiene.
Hay que destacar en el contexto religioso un cambio importante respecto a las
opiniones y posturas de la propia iglesia oficial en relación con esta problemática, y ello es el
reconocimiento institucional-eclesial de la mala situación en cuanto relaciones laborales. El
nuevo obispo Don Miguel Roca Cabanellas así se expresaba:

“De todos es conocida la singular importancia que en la economía regional y nacional


incluso, representa la industria conservera murciana, que es en nuestra provincia una
de las fuentes más poderosas de riqueza. Riqueza llamada a repartirse ampliamente en
los distintos sectores de la producción, desde la empresa hasta los agricultores,
pasando por los numerosos trabajadores que hacen posible esta promoción industrial y
económica”.
(…) “Voces autorizadas denuncian una situación intolerable desde el punto de vista

655
humano y cristiano, que afecta a gran número de trabajadores y en no pocas industrias
de nuestra región. Se han comprobado, en efecto, condiciones de trabajo inaceptables y
lesivas de la dignidad humana: trabajo a pie firme durante diez, doce, catorce y más
horas (con sus consecuencias fatales para la salud física); carencia de higiene y de
seguridad en el trabajo; impune infracción de la ley de salarios y de seguros sociales;
arbitrariedad e incertidumbre en la fijación de horarios de salida del trabajo; falta de
atención a la moralidad y respeto debidos a la mujer (que es la que aporta el mayor
porcentaje en esta mano de obra); admisión de menores de doce y trece años de edad
en trabajos sólo aptos para personas mayores; condiciones poco dignas para los
trabajadores procedentes de la inmigración…”34

Por todo ello las demandas laborales siguieron produciéndose en un período dilatado
de tiempo incidiendo directa e indirectamente en la economía local. Entre los numerosos
ejemplos hay que destacar la fábrica “Cobarro”, en Alcantarilla, por la no aplicación del
salario mínimo con plante de los obreros que abandonaron el trabajo o en Molina de Segura
donde se produjeron tensiones y conflictos relacionados directa e indirectamente con la
industria conservera.
Todavía en los años 70 se hacían promesas de normalización del cumplimiento de la
normas laborales y de seguridad social en determinados sectores, muy especialmente en la
conserva vegetal que afectaba a unos 30.000 trabajadores en su mayoría mujeres cuyo salario
seguía siendo un 25% inferior al de sus compañeros.
La mujer a la altura de 1975 seguirá siendo objeto de discriminación y de hecho
incluso se encontraban formulaciones legales sobre las que apoyarse. La reivindicación “a
trabajo igual, salario igual” venía limitada por las Ordenanzas laborales sobre coeficientes
reductores y las diferentes categorías profesionales entre hombres y mujeres sancionadas por
los reglamentos interiores de las empresas.35
En definitiva toda esta problemática vivida en los años sesenta en el sector conservero
murciano, se convirtió en la base reivindicativa y conflictiva en la década posterior de los
setenta donde la situación laboral no se había modificado sustancialmente, materializándose
en numerosos conflictos.36

34
Pastoral del obispo coadjutor y administrador apostólico, Miguel Roca Cabanellas. (1 de Julio de 1968).
Estas declaraciones escandalizaron a empresarios conserveros y responsables políticos.
35
A.G.A. G.E. 640.
36
Iglesias Pageo, Mª J.: Historia de Molina en letra pequeña, Molina de Segura, Ayto. de Molina de Segura,
1994. En la localidad de Molina de Segura, cercana a la capital tuvo lugar una importante huelga en 1976.

656
UN PUEBLO MINERO PIDE AGUA:
LOS SUCESOS DE PENAGOS
(CANTABRIA) EN 1911
Gerardo J. Cueto Alonso
Universidad de Cantabria

El 9 de septiembre de 1911 los vecinos del pueblo de Cabárceno se dirigieron,


alentados por la agrupación socialista local, en manifestación hasta el ayuntamiento de
Penagos a fin de solicitar de sus ediles un acuerdo para el abastecimiento de agua hasta el
pueblo. A su llegada al consistorio se produjo un enfrentamiento entre los manifestantes y los
números de la Guardia Civil que custodiaban el edificio; a consecuencia del tumulto cuatro
manifestantes y un guardia civil resultaron muertos, así como un gran número de
manifestantes contusionados. La protesta popular fue conocida en la prensa local de la época
como “los sucesos de Penagos”.

ANTECEDENTES
A comienzos de la última década del siglo XIX comenzó la moderna explotación del
mineral de hierro en la Bahía de Santander y, por tanto, en Cabárceno. Este retraso en
comparación con otras cuencas ferríferas como la vizcaína no significaba que se desconociera
la existencia de mineral en estos montes, de hecho en tiempos de los romanos ya se habían
explotado las minas de la Bahía de Santander y más recientemente habían surtido de materia
prima a las fundiciones de cañones de Liérganes y La Cavada, sino que no se había
descubierto un método eficaz y económico para la separación del mineral de las arcillas que lo
envolvían. Este avance tecnológico se produciría a finales de los años ochenta gracias al
lavado de las tierras en trómeles deslodadores, lo que atraería a inversores incluso de otras
latitudes para comenzar la explotación a gran escala del mineral santanderino.
Si bien en los años setenta José Mac Lennan había puesto en explotación dos minas en

657
Cabárceno, el verdadero despegue de la minería en este pueblo se produciría de la mano de la
compañía San Salvador Spanish, constituida en Londres en 1889. A lo largo de la década
siguiente se fueron formando otras compañías mineras con intereses en esta zona. En 1897 se
constituyó en Rotterdam la Compañía Minera Herrero, que poseía un gran número de
concesiones mineras diseminadas por la falda Sur de la Sierra de Cabarga, las más
occidentales en el pueblo de Cabárceno; en 1906 pasaría a denominarse Minas de Cabarga,
manteniendo el capital holandés una posición mayoritaria en el accionariado. En 1899 se
constituyó en Bilbao la Comisión Explotadora de las Minas de Cabárceno, que comenzó la
explotación de dos minas en el pueblo en 1906. Finalmente, en 1900 se constituyó la sociedad
anónima Minas Complemento, que entraría en producción dos años más tarde. Estas
compañías fueron las responsables de la transformación del pueblo de Cabárceno, no sólo
desde el punto de vista paisajístico, ya que la extracción de mineral era a cielo abierto, sino
también social, “de un pueblo de labradores se convirtió en un pueblo de obreros”1, ya que la
actividad minera relegó a un segundo plano a cualquier otra actividad económica, de manera
que prácticamente la totalidad de sus habitantes pasaran a depender del jornal de la mina, ya
que la actividad agrícola tan sólo era desempeñada por las familias de los mineros que por
edad o género no podían trabajar en la mina2.
Así, mientras en 1890 no consta que hubiera ningún trabajador en las minas del
municipio de Penagos, a mediados de la década la compañía San Salvador Spanish daba
empleo a unos 2003. En 1909, dos años antes de la manifestación que nos ocupa, la compañía
San Salvador Spanish tenía en sus listas a 605 obreros, Minas Complemento a 589, Minas de
Cabarga a 373 y Minas de Cabárceno a 924, desde luego no todos residían en el municipio, ya
que las compañías tenían algunas de sus instalaciones (lavaderos, talleres u otras minas) en
otros puntos de la cuenca minera, pero aquellos que se dedicaban al arranque del mineral, los
más numerosos, serían vecinos de Cabárceno o de otros pueblos del municipio de Penagos.
El crecimiento de la demanda de mano de obra en las minas no pudo ser absorbido, ni
mucho menos, por los antiguos pobladores del pueblo sino que se produjo una importante
corriente migratoria procedente de otros lugares de Cantabria e incluso de las provincias
limítrofes, principalmente desde Castilla. Así, el municipio de Penagos pasó de 1.315

1
El Cantábrico, 10-IX-1910.
2
Cueto Alonso, G.J.: La minería del hierro en la Bahía de Santander, 1841-1936. Un estudio de geografía
histórica. Santander, Consejería de Medio Ambiente, 2006.
3
Coll y Puig, A.M.: Guía consultor e indicador de Santander y su provincia. Santander, Impr. La Voz
Montañesa, 1896, pp. 108-109.
4
DIRECCIÓN GENERAL DE COMERCIO, INDUSTRIA Y TRABAJO: Estadística Comercial e Industrial
de Santander correspondiente al año 1909. Madrid, Impr. Artes Gráficas, 1911.

658
habitantes de hecho en 1887 a 1.974 en 1910; buena parte de este crecimiento demográfico
vino propiciado por la presencia de población transeúnte que trabajaba temporalmente en las
minas y retornaba a Castilla en los meses de verano para ocuparse de sus labores agrícolas; de
hecho, mientras en 1887 apenas se apreciaba población transeúnte en el municipio (tan sólo
seis individuos), en 1910 ya suponían 219. Estas consideraciones en el ámbito municipal se
acentuaban en el pueblo de Cabárceno, que en 1900 contaba con 472 habitantes de hecho,
aunque tan sólo 295 de derecho (hemos de suponer que la diferencia correspondería a este
contingente de temporeros), mientras en 1910 había crecido hasta situarse en 725 habitantes
de hecho.
Muy ilustrativo del fuerte contingente de obreros foráneos nos lo proporciona un
listado de obreros de varias compañías mineras de la cuenca santanderina en octubre de
19075. De las compañías con intereses en Cabárceno disponemos de información acerca de
Minas Complemento y la Comisión Explotadora de las Minas de Cabárceno. Así, en la
primera trabajaban 322 obreros de los que 207 habían nacido en la provincia, pero tan sólo 63
lo habían hecho en la cuenca minera y, por tanto, hemos de entender que eran residentes en
ésta desde su nacimiento. Por su parte, en la segunda trabajaban 122, de los que únicamente
32 habían nacido en Cantabria y sólo 11 en la cuenca minera. En definitiva, 370 de los 444
trabajadores que pertenecían a estas compañías eran foráneos, a los que habría que sumar los
que trabajaban en las minas de San Salvador Spanish y Minas de Cabarga, si bien hemos de
entender que en éstas que comenzaron la explotación más tempranamente la presencia de
trabajadores del país sería más cuantiosa, por cuanto fueron las primeras en proletarizar a los
labriegos de la comarca.
Paralelo al crecimiento demográfico se produjo un incremento del censo de edificios
habitados, que pasó de 57 en 1887 a 98 en 1910; estas nuevas viviendas, construidas en mayor
medida por la iniciativa privada que por las compañías mineras, se caracterizaban por su
pequeño tamaño y por la escasez de medidas higiénicas, en las que se apiñaban el obrero, su
familia y, llegado el caso, hasta algún huésped o familias enteras.
No obstante, este aumento de la edificación no vino acompañado de los
correspondientes equipamientos y servicios básicos, como era la dotación de un mayor
volumen de agua para el pueblo. Para el reducido vecindario anterior, las dos fuentes que
existían en el pueblo eran suficientes para su abastecimiento, aunque en los momentos en que
acudía un mayor número de personas al pueblo, generalmente coincidiendo con romerías o

5
Este listado me ha sido proporcionado gracias a la amabilidad de José Ajuria y José Antonio Gutiérrez
Sebares.

659
fiestas, la falta de agua y su baja calidad se dejaba sentir, lo que había provocado, en alguna
ocasión, cólicos a varios visitantes. A medida que la población aumentó, sus necesidades
también crecieron, y el agua empezó a escasear, en parte porque la mejor de las fuentes había
sido tomada por una compañía minera para surtir de agua a su maquinaria, mientras que la
otra en épocas de sequía solía agotarse. Como consecuencia de esta falta de agua, los dos
lavaderos de ropa apenas podían cumplir unas mínimas condiciones higiénicas, con el riesgo
que ello suponía para la población, como vaticinaba el socialista Ramón Belmonte: “el día
que aquí se desarrolle una enfermedad contagiosa no se va a salvar ni una rata”6. El
vecindario había solicitado repetidas veces el establecimiento de nuevas fuentes, pero no se
había obtenido ninguna respuesta favorable.
Este panorama de insalubridad era el perfecto caldo de cultivo para que se desarrollase
cualquier enfermedad infecciosa, tal como había ocurrido en el vecino pueblo de Heras en
junio de 1900, cuando el desabastecimiento de agua facilitó la propagación del tifus, causando
la muerte de siete vecinos. Una vez que se erradicó la enfermedad, las compañías mineras
responsables de la falta de agua se comprometieron a construir dos lavaderos en el pueblo en
contraprestación por el perjuicio que le causaban7. A comienzos de 1902 se produjo un primer
aviso sobre los problemas de salud que podrían suceder si no se solucionaba la falta de agua,
cuando se desarrolló una epidemia de peste sarnosa en Cabárceno, si bien no habría de
producir víctimas mortales.
Durante el verano de 1910, la estación de menor pluviosidad y mayor trabajo en las
minas y, por consiguiente, de mayores necesidades de agua en las minas, se desarrolló un
nuevo episodio infeccioso. En junio comenzaron a darse casos de varicela entre la población
infantil de Cabárceno, que con prontitud se extendieron también a la población adulta. En
estos días las mujeres del pueblo, las más sensibles ante la falta de agua, organizaron una
manifestación para pedir un lavadero destinado exclusivamente al lavado de las ropas de los
infectados y exigir la adopción de medidas enérgicas para combatir la epidemia8.
A primeros de julio el Gobernador Civil dio instrucciones al alcalde de Penagos para
atajar la enfermedad, ya que la varicela era el prólogo de la viruela y existía un fundado temor
a que se produjera una epidemia más virulenta. Las medidas adoptadas por el mandatario
local se mostraron totalmente ineficaces: prescribió que se lavara la ropa de los afectados en
un regato particular, esta medida molestó a su propietario que dio suelta al agua al poco

6
La Voz del Pueblo, 27-VII-1901.
7
El Cantábrico, 8-X-1900.
8
El Socialista, 20-IX-1912

660
tiempo; asimismo dio orden de vigilar las casas de los enfermos para impedir su salida y
evitar la propagación de la enfermedad, pero, dado el gran número de habitantes en las casas y
a que las labores de vigilancia eran realizadas por los propios vecinos, los enfermos podían
salir libremente y aumentar el peligro de contagio. Ante la falta de diligencia de las
autoridades, la varicela se propagó con facilidad en el pueblo de Cabárceno y prontamente
también afectó a los pueblos vecinos debido al contacto de los trabajadores en las
explotaciones mineras, incluso la epidemia llegó a Castilla de la mano de la población flotante
que regresaba a sus hogares para la cosecha del trigo.
Aún con todo, lo más grave estaba por producirse; tal como se presagiaba la varicela
se convirtió en una epidemia de viruela negra que comenzaría a cobrarse sus primeras
víctimas durante los primeros días de septiembre, en un momento en que los obreros
castellanos retornaban a Cabárceno y el hacinamiento e insalubridad de la zona alcanzaba
proporciones desaforadas. De nuevo las medidas cursadas por las autoridades resultaron
estériles, por ejemplo el Ayuntamiento de Liérganes adoptó sanciones a todos los posaderos
que tuvieran obreros alojados en sus casas obligándoles a su expulsión inmediata, lo que
propició que ante la ausencia de un alojamiento fijo, la población vagara por el pueblo
facilitando el contagio. Por otra parte, el Gobernador Civil tuvo noticias de que los concejales
de Penagos se negaban a facilitar los recursos necesarios para combatir la enfermedad, por lo
que fueron advertidos de la suspensión de sus cargos si no cambiaban de actitud. La única
medida efectiva resultó la imposición dictada por el Gobierno Civil a varias compañías
mineras en la que se obligaba a las empresas a no admitir en el trabajo a ningún obrero que no
hubiera sido vacunado recientemente y presentara un certificado de haber cumplido con este
requisito.
La epidemia causó cerca de 40 muertes y afectó a más de 200 vecinos, no sólo de
Cabárceno, sino también de los pueblos más cercanos, principalmente de Pámanes, ya que,
como hemos visto, se pudo propagar con facilidad gracias a las escasas medidas higiénicas y a
la facilidad del contagio en el trabajo en la mina.
Los estragos causados alarmaron a las autoridades provinciales, que intentaron poner
en práctica todos los medios para que se pudiera producir otro suceso similar en un futuro. El
27 de septiembre el Gobernador Civil citó en su despacho a los representantes de varias
compañías, al alcalde de Penagos, al Inspector Municipal de Sanidad, que era un concejal de
Cabárceno y al Inspector Provincial de Sanidad doctor Morales. En la reunión se trataron las
medidas que requería acuciantemente la cuenca minera de Cabarga y especialmente el pueblo
de Cabárceno; el gobernador buscaba la cooperación de las empresas mineras en varias

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materias, como la construcción de alcantarillado, alumbramiento y conducción de agua en
Cabárceno, y la construcción de hospitales para infecciosos en Liérganes, Penagos y otros
puntos de la cuenca minera en caso de que volvieran a reproducirse hechos como el del
verano pasado. Finalmente, la autoridad provincial exhortó a las compañías mineras a que
construyeran viviendas para sus obreros, tal como estaba haciendo San Salvador Spanish, a
fin de paliar el hacinamiento que padecían los mineros. En esta primera reunión las empresas
mineras dieron su apoyo y concurso necesario para llevar a buen puerto estas medidas,
encargándose el representante de Minas Complemento del estudio de la traída de aguas y el de
Minas de Cabarga de todo lo referente a la construcción de hospitales en Cabarga.
Durante los meses siguientes apenas se logró algún avance significativo, por lo que de
nuevo el Gobernador Civil, en vista de los informes médicos que culpaban de la epidemia a la
carencia absoluta de higiene en Cabárceno y toda la cuenca minera como un efecto lógico de
la falta de agua, envió una citación a las empresas mineras. El 27 de marzo de 1911 se
reunieron en Gobierno Civil el Inspector Provincial de Sanidad, el alcalde de Penagos y los
representantes de las compañías Minas Complemento, Minas de Cabarga y San Salvador
Spanish con “el objeto de escoger los medios más rápidos y eficaces para higienizar la zona
minera de Cabárceno, a fin de impedir que vuelvan a desarrollarse las enfermedades
contagiosas e infecciosas que allí se han presentado […] por la falta de aguas y alcantarillado,
insuficiencia e insalubridad de las viviendas y hacinamiento de los obreros”9. En la reunión
no se llegó a un acuerdo satisfactorio entre las partes implicadas, especialmente sobre el
asunto de quien debía sufragar los costes de la higienización, ya que ni el Ayuntamiento tenía
recursos, ni las compañías mineras hicieron ofrecimiento alguno para contribuir a los gastos
generales de la traída de aguas, cuyo presupuesto ascendía a 40.000 pesetas. El Ayuntamiento
entendía que no podía hacer frente por su cuenta a una obra tan costosa, ya que
responsabilizaba a las compañías mineras de la falta de agua en el vecindario, no sólo por su
consumo para las labores propias de la extracción minera, sino también porque eran los
obreros de sus explotaciones quienes con su estancia en la localidad contribuían a la
disminución del caudal de agua, aumentando las malas condiciones de habitabilidad e
higiene10. El único compromiso adoptado fue la realización de un estudio por parte de José
Ruiz Valiente, ingeniero de Minas Complemento, a fin de realizar sondeos en diversos puntos
del pueblo en busca de agua, resultando positivos los realizados en su parte alta. Sin embargo,
ante la referida falta de financiación, al asunto quedó aparcado indefinidamente.

9
El Cantábrico, 28-III-1911.
10
Véase una carta escrita por la corporación de Penagos publicada en El Cantábrico, 22-IX-1911.

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En este estado llegó el caluroso verano de 1911 que acentuó la sequía, propiciando el
recrudecimiento de las protestas vecinales ante al temor de una nueva epidemia, que
desembocarían en la manifestación del 9 de septiembre. “Nunca el pueblo había tenido tanta
escasez de agua”, los vecinos tan sólo podían surtirse de agua de las fuentes públicas durante
cuatro horas por la noche, mientras la mayor parte de los pozos particulares se habían secado.
En este ambiente cobró un creciente protagonismo en las protestas vecinales la
Agrupación Socialista El Nivel de Cabárceno; aunque anteriormente también habían jugado
un papel destacado en la solicitud de dotación de servicios de higiene para el pueblo, fue
durante los meses previos a la manifestación cuando mayor significación alcanzaron sus
protestas.
El Nivel se había formado en 1903 para contribuir a la difusión del ideario socialista
en las minas, haciéndose eco de todas las reclamaciones de los obreros, y vecinos en general,
ante las compañías mineras y el Ayuntamiento. La constitución de esta agrupación socialista
había sido un hito en la historia del movimiento obrero de Cantabria, puesto que era una de
las primeras que se constituían fuera de la capital y la segunda en la cuenca minera de la
Bahía de Santander, ya que anteriormente el movimiento obrero en las minas había sido
dirigido desde la agrupación de Astillero11. A pesar de los obstáculos puestos en el camino
por parte del ayuntamiento de Penagos, El Nivel consiguió una gran aceptación entre los
obreros de las minas gracias a la constancia de sus fundadores convocando mítines, poniendo
en práctica conferencias instructivas, estableciendo clases gratuitas para los hijos de los
mineros, constituyendo su propio orfeón y su Juventud Socialista con grupo de teatro, y, sobre
todo, celebrando desde 1904 la festividad del Primero de Mayo en Cabárceno. Su labor
propagandística no se limitó a este pueblo sino que sus dirigentes fueron los elementos
indispensables para la constitución de otras agrupaciones socialistas en pueblos limítrofes,
como Obregón, Liaño o Pámanes. Asimismo, tuvo una destacada actuación durante las
huelgas generales de 1906 y 1910. Estas actividades convirtieron Cabárceno, como señalaba
un militar de la época, “en un foco del socialismo”12, y, por tanto, en uno de los más
peligrosos a la hora de una hipotética declaración de huelga o convocatoria de manifestación.
Tras la epidemia, El Nivel comenzó a denunciar el abandono en materia sanitaria en
que las autoridades habían sumido al pueblo de Cabárceno. Los socialistas no comprendían la
11
Véase Cueto Alonso, Gerardo J.: “Conflictividad laboral en las minas de la Bahía de Santander. 1898-1914”, en
Campesinos, artesanos y trabajadores. Actas del IV Congreso de Historia Social de España. Lleida 12-15 de
diciembre de 2000. Lleida, Ed. Milenio, 2001, pp. 583-595.
12
Quesada y Yañez, Antonio de: Zona minera e industrias fabriles de la provincia de Santander. Considerada
como riqueza y bajo el punto de vista militar en caso de huelga de obreros. 1907, Biblioteca Menéndez Pelayo,
manuscrito.

663
falta de recursos para realizar la traída de aguas al pueblo, por cuanto con el auge minero se
habían vendido montes y terrenos comunales, pero los beneficios no habían revertido en el
pueblo, que continuaba abasteciéndose de las mismas fuentes y lavaderos que antes del
despegue minero.
La campaña desplegada a favor del agua propició un gran respaldo popular, lo que
posibilitó que en las elecciones parciales de concejales dieran los sufragios suficientes para
que por primera vez la candidatura socialista obtuviera un acta en la persona de Buenaventura
Iglesias13. Sin embargo, posteriormente y con “malas artes” ésta fue anulada. Sin duda, los
ánimos de los asociados a El Nivel se enervaron a causa de esta vileza, de manera que durante
los meses siguientes se intensificaron los mítines y manifestaciones por este motivo contra el
Ayuntamiento de Penagos. De esta manera se estaban concatenando dos asuntos: el problema
del agua y la anulación del acta de concejal.
A principios de 1911 El Nivel organizó una campaña para requerir la adopción de
medidas higiénicas, como alcantarillado, limpieza de callejas y blanqueo de las casas, y el
establecimiento de dos nuevas fuentes y un lavadero. En esta campaña se responsabilizaba al
Ayuntamiento de los problemas higiénicos de la cuenca minera y de la anulación del acta de
concejal a Iglesias.
Durante los primeros días de septiembre se produjeron varios hechos que
desembocarían en la convocatoria de la manifestación. Por una parte, la vuelta a la cuenca
minera de los obreros castellanos, una vez cumplidas sus labores estivales, acentuaba el
hacinamiento en el reducido caserío de Cabárceno. Por otra parte, se producía el aniversario
de la epidemia de viruela y buena parte del vecindario recordaba a sus muertos, momento en
que también les hacía ver que las condiciones higiénicas eran incluso peores a las del verano
anterior, por lo que perfectamente podía reproducirse una epidemia. Nuevamente las mujeres
del pueblo comenzaron a hablar sobre la realización de una protesta similar a la del año
anterior, esperando que El Nivel se pusiera al frente de la reivindicación y fijara el día y hora
de la manifestación14.
El 7 de septiembre de 1911 en la reunión ordinaria de los jueves, los asociados, que en
esos momentos ascendían a unos 350, siendo unos 160 vecinos de Cabárceno, trataron, a
instancias de Ambrosio Llanes, el tema del agua. El comité declinó encabezar la protesta, tal
vez por temor a nuevas represalias, de manera que en el acta de la sesión no quedó reflejada
esta posibilidad. Muy probablemente el tema se trataría una vez concluida la reunión de

13
El Socialista, 20-IX-1912.
14
El Socialista, 20-IX-1912.

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manera informal, determinándose que el sábado día 9 por la mañana se formara una
manifestación hasta el Ayuntamiento aprovechando la sesión ordinaria que se celebraba en
sus salones.

LA MANIFESTACIÓN Y SUS CONSECUENCIAS INMEDIATAS


Sea como fuere, la manifestación carecía de autorización, por lo que el alcalde y los
concejales, a cuyos oídos habían llegado rumores de su preparación, temerosos de cualquier
alteración del orden público, reclamaron la presencia de la Guardia Civil en el Ayuntamiento,
personándose a primera hora de la mañana el cabo del puesto de Cabárceno acompañado de
tres números de la Benemérita.
A las 9 de la mañana los trabajadores de las minas de Cabárceno abandonaron sus
trabajos y se dirigieron hacia el pueblo, en donde se les unieron sus mujeres e hijos
dirigiéndose pacíficamente hasta el Ayuntamiento. La manifestación se componía
aproximadamente de un millar de individuos, algunos de los cuales enarbolaban banderas
rojas y los menos exhibían palos y otros instrumentos amenazadores. En torno a las 10,30 de
la mañana alcanzaron las puertas del consistorio, haciendo públicas y visibles sus peticiones
de agua y el arreglo de las fuentes del pueblo. Una comisión formada por Buenaventura
Iglesias, Mateo Valverde, Ambrosio Llanes y Victoriano Moreno, todos ellos dirigentes de la
Agrupación Socialista, se destacó de la manifestación y penetró en el Ayuntamiento. El
teniente de alcalde, que ejercía de alcalde en funciones por ausencia de éste, salió a su
encuentro y, tras unas breves negociaciones en las que quedó claro que no se permitiría la
entrada de los manifestantes al salón de sesiones, decidió salir hasta la puerta para preguntar
al pueblo sobre los motivos de la manifestación. A los gritos de ¡agua!, y tras un silencio
prolongado por parte del alcalde accidental, la muchedumbre se amotinó, arremolinándose en
las puertas, donde la Guardia Civil trató de impedir su entrada al Ayuntamiento. Unas fuentes
señalaban que fueron los comisionados quienes enardecieron a las masas, ya que parece que
surgieron voces que gritaron ¡a ellos, que son pocos!, si bien otras fuentes indicaban que
fueron Iglesias y Llanes quienes trataron de calmar los ánimos de la muchedumbre.
Los exaltados manifestantes comenzaron a arrojar piedras contra la fachada del
consistorio y se abalanzaron sobre los guardias civiles, logrando desarmar al cabo benemérito.
Los otros tres guardias, ante el temor de correr la misma suerte, cargaron sobre los
manifestantes. Al cabo de unos veinte minutos, una vez disuelta la manifestación y
restablecida la calma, se pudieron apreciar los resultados del enfrentamiento: aparte de los

665
destrozos en el edificio consistorial, se contabilizaron cinco muertos: el desarmado cabo de la
Guardia Civil y cuatro manifestante, todos ellos mineros, si bien uno retirado, y un número
indeterminado de heridos, varios de ellos por arma de fuego.
En cuanto se tuvo noticia en Santander de los sucesos, el capitán de la Comandancia,
acompañado del teniente y unos treinta hombres, se dirigió a Cabárceno, donde realizaron las
pertinentes pesquisas y deteniendo y tomando declaración a unos setenta manifestantes, de los
cuales 36 serían encausados en un juicio que se celebraría al año siguiente, asimismo, catorce
de ellos también serían juzgados en un Tribunal de Guerra, acusados de ser los responsables
de la muerte del cabo de la Guardia Civil.
Desde un primer momento, las fuerzas del orden tuvieron claro quienes habían sido los
instigadores y organizadores de la manifestación: los socialistas de El Nivel que, con sus
malsanas doctrinas, habían engañado al pueblo sobre el asunto del agua, ya que la única
pretensión de la agrupación era realizar un acto de venganza contra el Ayuntamiento por la
referida anulación del acta de concejal a Buenaventura Iglesias. De ahí que en los días
siguientes se efectuara un registro del local donde estaba establecida la agrupación socialista,
incautándose de diversa documentación, así como de una pistola y un revólver. Estos
hallazgos permitieron que el Gobernador Civil cursara una orden de clausura del local. Otra
prueba de que habían encontrado al culpable fue la detención de todos los miembros de la
junta directiva de la sociedad, algunos hasta tres meses después de los sucesos,
independientemente de su presencia o no en la manifestación. Como se argumentaba desde las
filas socialistas “era mucho más importante el destruir el foco de infección socialista, que el
foco de infección epidémica”15. En los interrogatorios se intentaba sonsacar a los socialistas, y
mineros en general, que la agresión había sido premeditada y que la idea de los manifestantes
era quemar el Ayuntamiento; también el fiscal incidía en la presencia de Buenaventura
Iglesias en el Congreso de la UGT, ya que entendía que a su regreso había hablado de
acuerdos revolucionarios y aquella manifestación era el primero de ellos.
Aunque las autoridades defendían que la manifestación había sido una venganza
socialista, también entendían que las reclamaciones de los vecinos de Cabárceno eran justas y
era necesario acabar con el problema de la falta de agua en el pueblo. El día 12, tan sólo tres
días después de la manifestación, se celebró una reunión en el Gobierno Civil convocada por
el gobernador civil interino, a la que asistieron representantes de las compañías mineras de
Cabarga San Salvador Spanish, Minas Complemento, Minas de Heras, Sociedad Cabarga San

15
El Socialista, 20-IX-1911.

666
Miguel y Orconera, el alcalde de Penagos, el ingeniero José Ruiz Valiente y el inspector
provincial de Sanidad Doctor Mariano Morales, únicamente se excusó el representante de la
Comisión Explotadora de las Minas de Cabárceno. El ingeniero expuso el estudio que había
realizado durante la mañana de ese mismo día para ejecutar rápidamente el abastecimiento de
agua a Cabárceno. El proyecto consistía en recoger las aguas de varias fuentes y aprovechar
las que se perdían de noche en un depósito, cuyo coste sería de tan sólo 3.000 pesetas. El
gobernador propuso que las compañías mineras costearan por su cuenta las obras, aceptando
todos los representantes esta sugerencia. Al día siguiente comenzaron los trabajos
preparatorios de las obras16.
Paradójicamente la resonancia obtenida por la manifestación y la subsiguiente
represión policial habrían de impedir que se registraran otros disturbios posiblemente mucho
más graves en los días siguientes con motivo de la llamada por parte del Comité Nacional de
UGT a un paro general de 48 horas a partir del 18 de septiembre como protesta por las duras
medidas represivas con que el Gobierno de Canalejas reprimía una huelga de carreteros en
Bilbao17. Este paro dio pie a la suspensión de las garantías constitucionales por parte del
Gobierno, se encarceló a los líderes obreros, se clausuraron casas del pueblo y centros obreros
y, finalmente, se enviaron tropas a Marruecos18. En Cantabria, y especialmente en la cuenca
minera de Cabarga, el paro no fue secundado, aun cuando era, como hemos visto, una de las
zonas de mayor raigambre socialista; el Gobierno Civil, inquieto tras los incidentes de días
precedentes, desplegó en estas zonas conflictivas a la guardia civil y las tropas necesarias para
impedir cualquier incidente19. Gracias a ello, la cuenca minera continuó en calma, incluso en
los días siguientes no hubo problemas para la organización de una asociación de obreros
mineros y similares en Liaño bajo el nombre de La Necesaria20 y la inauguración de una casa
del pueblo en Escobedo por iniciativa de la Sociedad de Obreros Mineros y Oficios Varios de
Camargo21, mientras en otros puntos del país los locales obreros estaban siendo clausurados.

16
El Diario Montañés, 13-IX-1911.
17
Gutiérrez Lázaro, Cecilia y Santoveña Setién, Antonio: U.G.T. en Cantabria (1888-1937). Santander,
Servicio de Publicaciones de la Univ. de Cantabria, 2000, pp. 107-108. En esta paro subyacía el rechazo del
sindicato al envío de tropas a Marruecos, véase Castillo, Santiago: Historia de la Unión General de
Trabajadores. Volumen I. Hacia la mayoría de edad (1888-1914). Madrid, Publicaciones Unión, 1998, pp.
175-176.
18
Morato, Juan José: El Partido Socialista Obrero. Madrid, Ed. Ayuso, Biblioteca de textos socialistas, 1976,
pp. 193-194.
19
Gutiérrez Lázaro, Cecilia y Santoveña Setién, Antonio: op. cit., p. 108.
20
Reglamento de la Sociedad de resistencia de Obreros Mineros y Similares La Necesaria de Liaño.
Santander, Impr. La Ideal, 1911.
21
El Cantábrico, 18-IX-1911.

667
LOS JUICIOS
El 12 de octubre de 1912 comenzó en el Audiencia Provincial de Santander la causa
civil que se había encargado de instruir el Juzgado de Santoña en la que se entenderían los
delitos que podrían desprenderse de la alteración del orden público a consecuencia de la
manifestación no autorizada del 9 de septiembre de 1911. En un principio, los procesados por
los hechos fueron 36, si bien tan sólo se juzgaría a 31, dado que se levantó previamente al
juicio el procesamiento de dos y por haberse declarado en rebeldía otros tres, uno de ellos
Ambrosio Llanes, probablemente el principal instigador de la manifestación.
En el juicio se trataba de esclarecer quienes habían promovido y dirigido la
manifestación y en qué grado la actitud de éstos y los restantes manifestantes había provocado
el tumulto a las puertas de la casa consistorial dando como resultado la interrupción de la
sesión ordinaria que en aquellos momentos se celebraba en el interior. Como se observa, se
obviaba que la concurrencia a la manifestación había sido a consecuencia de la falta de agua,
ya que se entendía que el propósito de los convocantes era la realización de un acto de
venganza contra la Corporación Municipal de Penagos.
Esta apreciación convirtió a la vista en un juicio político contra la sociedad El Nivel,
en el que el ministerio fiscal trataba de demostrar que la agrupación socialista había ido
urdiendo esta venganza desde la anulación del acta de concejal de Buenaventura Iglesias. De
ahí, que sus preguntas a los acusados y testigos se centraran en las presuntas coacciones que
los dirigentes socialistas ejercían sobre los trabajadores de las minas, obligándoles a asociarse
y a unirse a una manifestación que tenía tintes políticos y no los admirables fines de solicitar
agua para sus vecinos. Los acusados defendieron su inocencia alegando que El Nivel no se
encontraba detrás de manifestación, y mucho menos en esos términos, como lo demostraba el
hecho de que no hubiera una cabecera en la que se reconociera a ninguno de los más
significados dirigentes de El Nivel.
La defensa trató en todo momento de desvincular a los manifestantes de estas
connotaciones políticas. Su argumentación se basó en que ninguno de los procesados ni
testigos aludiera a otra motivación que la falta de agua, tal como también afirmaron el
Secretario y el Alguacil del Ayuntamiento, testigos de la acusación. En su informe final
reiteró que la manifestación fue un movimiento espontáneo, ya que en los pueblos había
costumbre de acudir los días de sesión a presentar las reclamaciones al Ayuntamiento, si bien
la idea de la protesta pudiera haber surgido de los asociados a El Nivel; por otra parte,
abundando en el mismo asunto, destacó su carácter pacífico, ya que de otra manera no se
entendía la nutrida presencia de mujeres y niños entre los manifestantes. Finalmente, tampoco

668
podía ser la agrupación socialista su convocante dado que la selección de los comisionados
que entraron en el salón de plenos fue realizada por su propio portero, que franqueó el paso a
quienes creía eran los más representativos del pueblo.
Durante el juicio el fiscal retiró la acusación contra Antonio Caballero, tesorero de El
Nivel (única razón de su procesamiento), ya que quedó demostrado que durante el día de
autos no se encontraba en Cabárceno.
Por tanto, la sentencia afectó a los otros 30 encausados, encontrando el Jurado a ocho
de ellos culpables de diversos delitos. El 15 de octubre la Sala dio lectura a la sentencia en la
que se condenaba a Buenaventura Iglesias, Mateo Valverde y Victoriano Moreno a un año y
nueve meses de prisión correccional y una multa de 500 pesetas, como promotores de la
manifestación; a Eduardo Ávila a un año y nueve meses de prisión correccional, por su actitud
de violencia y hostilidad ante el alcalde y los concejales portando un arma de fuego; a Félix
García Tejedor, Gregorio Benavides y Mariano Hernández a dos meses y un día de arresto
mayor, por su actitud de violencia y hostilidad ante el alcalde y los concejales; y a Simeón
Sanz a dos meses y un día de arresto mayor y una multa de 125 pesetas por uso público de un
nombre supuesto. Finalmente, la sentencia determinaba que no había lugar para decretar la
disolución de la sociedad El Nivel, dejando sin efecto la suspensión y clausura de dicha
sociedad, devolviendo los efectos que fueron ocupados.
El 1 de marzo de 1913 se celebró el Consejo de Guerra en el cuartel de María Cristina
en Santander para esclarecer quienes fueron los responsables de la muerte del cabo de la
Guardia Civil. En este consejo fueron encausados catorce de los procesados en el juicio civil,
aquéllos que estuvieron en el patio del Ayuntamiento y presuntamente forcejearon con el cabo
hasta desarmarle y, por supuesto, los tres dirigentes de El Nivel que entraron en el salón de
plenos.
Todos los procesados fueron encontrados culpables en diferente grado de la muerte del
guardia civil; sobre Félix García Tejedor recayó la pena de cadena perpetua, la más elevada
de las condenas, ya que durante su forcejeo con el cabo se disparó el mausser que le hirió
mortalmente. El Consejo de Guerra agravó aún más las penas solicitadas por el fiscal, dando
lugar al disentimiento del capitán general de la región, y en consecuencia la causa hubo de
verse nuevamente ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina.
La causa se vio en julio de 1913; el nuevo Tribunal revocó las penas impuestas por el
Consejo de Guerra, ya que consideraba que el hecho de forcejear con el guardia civil con
objeto de apoderarse de su arma constituía un delito de ofensa de obra a la fuerza armada, no
pudiendo imponerse una pena superior a la prisión correccional, con independencia de las

669
circunstancias de los hechos.
La sentencia del Supremo condenó a Francisco Sedano y Gregorio Benavides a doce
años y un día de reclusión temporal; a Félix García Tejedor, Mateo Valverde, Victoriano
Moreno y Buenaventura Iglesias22 a seis años de prisión correccional; y a Mariano Hernández
y Eduardo Ávila a cuatro años de prisión correccional, absolviendo de los delitos a los otros
seis procesados por falta de pruebas.

CONCLUSIONES
A finales del siglo XIX y durante los primeros años del siglo XX la minería se
convirtió en la actividad económica preponderante en gran parte de los pueblos de la comarca
de la Bahía de Santander; fueron los años de los mejores negocios y, por tanto, de los
beneficios más sustanciosos para las compañías mineras. La demanda de mineral santanderino
por la siderurgia europea alcanzaba grandes proporciones, por lo que las compañías se
preocuparon únicamente de intensificar la extracción dejando a un lado las necesidades de sus
trabajadores y de los pueblos sobre los que se asentaba la actividad. Un ejemplo de esta
dejadez se manifestó con motivo de los problemas de aterramiento de la Bahía de Santander a
consecuencia de la devolución al cauce de las rías de las aguas procedentes del lavado del
mineral sin haber efectuado una correcta decantación de los sólidos en suspensión. Esta
práctica supuso un grave quebranto a otras actividades económicas que se desarrollaban en la
comarca, especialmente a la pesca y la ganadería, e incluso al incipiente turismo
santanderino23. Fueron años en que cualquier actividad se supeditaba a la minería, las
compañías mineras se eran favorecidas por las autoridades, gracias a la declaración de utilidad
pública, a la hora de obtener concesiones de abastecimiento de agua, de marismas para la
decantación de lodos o de construcción de infraestructuras de transporte. Cuando la
circunstancia era adversa, las compañías no dudaban en apropiarse subrepticiamente de bienes
de interés común, como era, en el caso que nos ocupa, el agua de los pueblos mineros. Lo que
ocurría en la Bahía de Santander no era un hecho aislado en el contexto de la minería

22
Su estancia en la cárcel no menoscabó su militancia socialista, a su salida continuó con la lucha, en 1932
presidió el congreso de reorganización del sindicato minero montañés, para terminar sus días siendo paseado
en septiembre de 1937 en Penagos como otros compañeros socialistas, Mateos, A.: La contrarrevolución
franquista. Una aproximación microhistórica a la represión contra la UGT y al nacionalsindicalismo desde la
Cantabria rural, 1937-1953. Madrid, Asociación de Historiadores del Presente, 2003, p. 57.
23
Véase Cueto Alonso, Gerardo J.: “Minas y lodos: el primer conflicto medioambiental en la Bahía de
Santander, 1897-1906”, en Pre-actas del II Encuentro sobre Historia y Medio Ambiente. Huesca, 2001, pp.5-
14.

670
española, en muchas cuencas los conflictos por cuestiones medioambientales, sociales o
higiénicas entre las compañías mineras y las gentes del país eran frecuentes, y también
provocarían conflictos como el de Penagos. Un suceso muy similar a éste fue el ocurrido en
febrero de 1888 en Riotinto con motivo de una manifestación popular solicitando la
prohibición de la calcinación de las piritas al aire libre en teleras, que también acabaría en
tragedia24.
Se pueden establecer ciertos paralelismos entre ambos sucesos, aunque siempre hemos
de entender que lo ocurrido en Riotinto fue a mayor escala y tuvo una mayor repercusión que
el de Penagos, no en vano la mano de obra empleada en las minas era muy superior, los
manifestantes fueron varios miles y, sobre todo, el poder ejercido por la Rio Tinto Co. Ltd. En
el municipio era casi absoluto, ya que no era una simple concesionaria de minas sino también
era la propietaria del suelo y, a través del salario, también de los propios habitantes.
En ambos casos, la manifestación fue el punto final de una serie de protestas contra los
abusos de las compañías mineras. Como hemos visto, en Cabárceno tras la epidemia de
viruela las protestas se generalizaron, realizándose incluso una manifestación de mujeres; en
el caso onubense, en 1886 los vecinos de Calañas se manifestaron ante el Ayuntamiento por el
perjuicio que las teleras ocasionaban en las cosechas. A raíz de estos hechos, en Cantabria el
inspector provincial de Sanidad dictaminó que la causa de la epidemia fue el
desabastecimiento de agua, mientras en Riotinto el doctor Rafael Morales elaboró un informe
en el que se señalaban los perjuicios para la salud que ocasionaban los gases.
En los años precedentes, y como consecuencia de la proletarización de la población, el
movimiento obrero había adquirido un gran desarrollo, si bien de diferente signo, en el Sur el
anarquismo fue preponderante, mientras en el Norte fue el socialismo. Los meses previos
fueron de gran agitación, en las minas de la Bahía de Santander se habían sucedido desde
febrero cinco huelgas parciales, se habían multiplicado los mítines, con presencia incluso de
Pablo Iglesias y Facundo Perezagua, y se habían organizado cuatro sociedades de resistencia
en otros tantos pueblos mineros; en Riotinto, Maximiliano Tornet fue el encargado de
canalizar el descontento de los trabajadores y tres días antes de la manifestación habían

24
Sobre este conflicto hay abundante bibliografía: desde el punto de vista de la compañía, Avery, David:
Nunca en el cumpleaños de la Reina Victoria. Historia de las minas de Río Tinto. Barcelona, Labor
Universitaria, 1985; una revisión más objetiva del conflicto, Ferrero Blanco, María Dolores: Capitalismo
minero y resistencia rural en el suroeste andaluz. Río Tinto, 1873-1900.. Huelva, Universidad de Huelva,
1999, también de la misma autora una versión sintética, “Los humos de Huelva: rentabilidad minera frente a
salubridad, en Pérez Cebada, Juan Diego, (Ed.): Minería y medio ambiente en perspectiva histórica. Huelva,
Universidad de Huelva, 2001, pp. 145-182; e incluso ha dado pie a dos versiones noveladas, Moreno, Rafael:
1888. El año de los tiros. Huelva, 1998 y Cobos Wilkins, Juan: El corazón de la tierra. Barcelona, Ed. Plaza &
Janés, 2001.

671
declarado una huelga general en las minas. Esta labor propagandística fue necesaria para que
se encontrara apoyo en los trabajadores para la celebración de las respectivas manifestaciones,
ya que sin el respaldo obrero no hubieran sido posibles. En este sentido hay un aspecto que
diferencia ambos movimientos: en Riotinto, la causa anarquista se alió con enemigos
naturales, como los terratenientes y los caciques locales, mientras en Cabárceno no fue
necesario dado que prácticamente todo el pueblo era proletario.
El desarrollo de los hechos el día de la manifestación se produjo de una manera casi
calcada. A primera hora de la mañana un numerosos grupo de personas, unas mil en Penagos
y varios miles en Riotinto, entre las que se incluían mujeres y niños, se dirigió pacífica y
festivamente hacia el Ayuntamiento, en cuyos salones se encontraba reunida la Corporación
protegida por la Guardia Civil, en Riotinto se sumarían también las compañías del Regimiento
de Pavía. Una vez frente al consistorio, una comisión formada por los convocantes o
representantes de la manifestación se destacó para conferenciar con los ediles. En ningún caso
se llegó a un acuerdo, así que, tras una tiempo de debate, la más alta autoridad presente en la
reunión se presentó ante los manifestantes con la intención de calmar a las masas, pretensión
que no conseguirían ni el Gobernador Civil de Huelva ni el Alcalde Interino de Penagos. Con
su salida al balcón o la puerta consistorial lo único que lograron fue encender a la
muchedumbre y que seguidamente se formara un tumulto. No queda claro en ninguna de las
dos manifestaciones de donde partió la agresión, pero lo cierto es que al poco tiempo las
fuerzas de orden cargaron contra la multitud, que huyó despavorida, dejando un reguero de
cadáveres en la plaza y aledaños: en Penagos tan sólo cuatro, por el contrario en Riotinto
oficialmente fueron trece, si bien la memoria popular eleva la cifra a más de un centenar.
En los días siguientes los acontecimientos fueron muy similares. En ambos casos, las
autoridades acusaron a los manifestantes de ser quienes causaron los desórdenes ya que,
aparte de las piedras que lanzaron a la casa consistorial, exhibían armas de fuego y
amenazaban con usarlas. Sin embargo, los hechos parecieron demostrar lo contrario: en
Riotinto, todos los cadáveres presentaban heridas de bala, en ningún caso de perdigones, y las
únicas armas que podían poseer los mineros eran escopetas; en Penagos, tan sólo se incautó
un arma de fuego y los muertos cayeron por disparos de mausser.
La presencia de los sindicalistas hizo que las autoridades y las compañías mineras
insistieran en que las manifestaciones no tuvieron ninguna connotación medioambiental o
higiénica, sino laboral o política: en Riotinto se achacó a las reivindicaciones laborales de los
anarquistas, mientras en Cabárceno a un acto de venganza de la agrupación socialista.
Pese a estas acusaciones, una de las consecuencias inmediatas fue la consecución de

672
las reivindicaciones de los manifestantes: para solucionar el problema de las teleras el 29 de
febrero de 1888 se promulgó un Real Decreto para la supresión de las calcinaciones al aire
libre, aunque sería derogado dos años más tarde; en Cantabria, como hemos visto, al cabo de
dos días de los hechos se produjo una reunión en el Gobierno Civil para dotar de agua al
pueblo de Cabárceno, cuyas obras habrían de tener un presupuesto sensiblemente inferior al
estimado meses antes.

673
674
DE LA PROTESTA ESPONTÁNEA A LA
ACCIÓN COLECTIVA FEMENINA
ORGANIZADA:
PROTESTAS POR EL PAN
EN MADRID EN TORNO A 1915
Marta del Moral Vargas
Universidad Complutense de Madrid

Durante los años de la Primera Guerra Mundial tuvieron lugar en Madrid, al igual que
en otras ciudades españolas1, una serie de protestas contra el elevado precio, la mala calidad y
la escasez del pan, elemento fundamental en la dieta de las clases populares. Como es bien
sabido, este tipo de protestas no constituían una novedad en absoluto, sino que eran una
herencia que se remontaba, al menos, hasta el Antiguo Régimen. No voy a detenerme aquí a
estudiar las causas que motivaron tales conflictos, ya que han sido analizadas
pormenorizadamente por otros autores2 y, además, no constituyen el objetivo de esta
comunicación. Me limitaré a decir que el desabastecimiento derivado del conflicto, las
subidas de precios de los productos de primera necesidad, el mantenimiento de los salarios en
niveles muy bajos, entre otros factores, agravaron la situación durante la guerra.
En lo que sí me gustaría detenerme es en valorar una nueva forma de expresión de ese
descontento que se desarrolló como estrategia alternativa a la protesta espontánea ya habitual,
comparándola con ésta. Entre todas las protestas por el pan que se sucedieron a lo largo de los
años de la contienda, en agosto de 1915 asistimos a la primera que, desde mi punto de vista,

1
Ramos, Mª D.: “Realidad social y conciencia de la realidad en la mujer: obreras malagueñas frente a la crisis
de subsistencias (1918)”, en García-Nieto Paris, Mª C. (Ed.): Ordenamiento jurídico y realidad social de las
mujeres: siglos XVI a XX. Actas de las IV Jornadas de Investigación Interdisciplinaria, Madrid, SEM de la
UAM, 1986, pp. 299-310; Ramos, Mª D.: “¿Madres de la Revolución? Mujeres en los movimientos sociales
españoles (1900-1930)”, en Duby, G. y Perrot, M.: Historia de las mujeres en Occidente, vol. 5, El Siglo XX,
Madrid, Taurus, 1993, pp. 657-658;
2
Elorza, A.: “Socialismo y agitación popular en Madrid (1908-1920)”, en Estudios de Historia Social, Núms.
18-19, jul.-dic. 1981, pp. 241-258; Sánchez Pérez, F.: La protesta de un pueblo. Acción colectiva y
organización obrera 1901-1923, Madrid, Cinca, 2006; Sánchez Pérez, F.: "Intervencionismo público y
municipalización: pan y subsistencias en Madrid (1898-1923)", Anales del Instituto de Estudios Madrileños,
XXXV, 1995, pp. 403-421 y "De las protestas del pan a las del trabajo. Marginalización y socialización del
fenómeno huelguístico en Madrid (1910-1923)", Historia Social, 19, 1994, p. 53-54.

675
podríamos calificar como moderna, por las novedades organizativas que introduce.
Tradicionalmente, las protestas de esta clase solían ser espontáneas y exteriorizaban el
descontento social de forma desorganizada, sin líderes ni programas. En cualquier caso hay
que decir que, años atrás, esta inexistencia de organización se debió en parte a que el campo
de las oportunidades políticas se encontraba cerrado para la mayoría de la población, y
concretamente para la que sufría las consecuencias de la carestía. Es más, a las mujeres,
protagonistas clave de estas acciones, les estaba vetada la participación política
institucionalizada. De este modo, opino como ciertas autoras, que el motín de consumos no
debe ser considerado una forma de protesta anacrónica que necesariamente remite a épocas
arcaicas. Al contrario, el motín de consumos debe valorarse como una importante forma de
acción política colectiva, ejercida por mujeres de las clases populares para elevar demandas
relacionadas con las subsistencias ante los poderes locales o estatales, ante la imposibilidad de
hacer oír su voz por otros canales.3
Un periodo prolongado de escasez, mala calidad o elevados precios del pan, o todos
estos factores combinados constituían el caldo de cultivo de la cólera popular. Cualquier
pequeño aumento de la presión en este sentido, una subida del precio de un día para otro, por
ejemplo, se convertía en el detonante que facilitaba la expresión del descontento.
Los motines iniciados por esta causa solían tener en las mujeres, los niños y niñas, sus
principales protagonistas. A las mujeres les correspondía la tarea de encargarse de la
alimentación del núcleo familiar. Eran ellas las que cada día acudían a los mercados, a los
despachos de pan,... para tratar de adquirir los víveres necesarios para dar de comer a su
esposo, hijos y, en ocasiones, a otros parientes, a partir de las escasas aportaciones salariales
de cada miembro de la casa. Por lo tanto, no es de extrañar que sean ellas, acompañadas de su
prole, las que invariablemente inicien este tipo de acciones de protesta colectiva, aunque,
tradicionalmente, no se haya hecho especial hincapié en la cuestión de su protagonismo4.

3
Radcliff, P.: “Women's Politics: Consumer Riots in Twentieth-Century Spain”, en Enders, V. L. y Radcliff, P.
B.: Constructing Spanish Womanhood, Female Identity in Modern Spain, NY, State University of New York
Press, 1999, pp. 301-302.
4
Se suele mencionar de pasada su participación, sin descender a un análisis más profundo de su papel en los
acontecimientos: Elorza, A.: “Los movimientos sociales en el Madrid de Galdós: del pueblo en armas a la
organización obrera”, en Madrid en Galdós, Galdós en Madrid, Madrid, CAM, 1988, p. 103 y “Socialismo...”,
art. cit., pp. 245-246; Sánchez Pérez, F.: “Tipología de la conflictividad social en Madrid, 1914-1920”, en
Castillo, S. (Coord.): La Historia Social en España. Actualidad y perspectivas, Madrid, Siglo XXI, 1991, p.
533; "De las protestas...", art. cit., p. 55 y nota 13. También hay estudios que rompen con esta tendencia: GIL
Andrés, C.: "Mujeres en la calle. Trabajo, condición social y protesta de la mujer. La Rioja, 1885-1910", en
Castillo, S. (Coord.): El trabajo a través de la historia, II Congreso Asociación Historia Social, Madrid, Centro
de Estudios Históricos de UGT, 1996, pp. 373-382.

676
Las mujeres, especialmente, se distinguieron por su valentía. Eran las primeras en
penetrar en las tiendas y apoderarse de las piezas de pan.
Una vez estas en poder de las asaltadoras se regocijaban diciendo:
-Ya llevamos pan para nuestros hijos. (...)
El núcleo principal de estos grupos lo formaban, como ya decimos, mujeres, muchas de
ellas con niños en brazos, que, denodadamente, penetraban en los establecimientos de
venta de pan para saquearlos.5

Durante el siglo XIX, en España se había ido imponiendo progresivamente la teoría de


la domesticidad por la cual, se establecía una radical línea divisoria entre los espacios público
y privado. El ideal de las dos esferas reservaba a las mujeres el cuidado del hogar y de la
familia, como únicas funciones en la vida, mientras que los hombres se convertían en dueños
del espacio público, y por lo tanto del trabajo fuera del hogar y de la expresión abierta de sus
ideas. Sin embargo, las protestas colectivas por el pan, secularmente protagonizadas por las
mujeres, siguieron teniendo lugar a pesar del desafío que planteaban al nuevo modelo. Las
mujeres tomaban la calle, alzaban su voz y hacían uso de la violencia para imponer su
opinión, conquistando el espacio público reservado ahora a los varones. Se trataba de una
trasgresión al sistema de género vigente, a las normas sociales que se habían terminado
imponiendo en aquellos años. Una trasgresión en la forma, pero no en sus contenidos. Las
mujeres elevaban su protesta porque los altos precios, la mala calidad o la escasez del pan no
les permitían cumplir con su misión de conservadoras de vida, una misión que les ha sido
asignada en virtud de esa teoría de la domesticidad, es decir, actúan de acuerdo con su
conciencia femenina6. Lo que la sociedad espera de ellas es que cuiden de su familia, de sus
hijos, lo cual implicaba alimentarles a diario. Al no poder llevar a cabo su labor como
encargadas de dar y mantener la vida, su misión como madres y esposas, inician un
movimiento de protesta colectiva. De ahí que clasifique los motines por el pan como acciones
parcialmente transgresoras con el sistema de género vigente, ya que lo desafían en su forma,
pero no en sus contenidos o motivaciones.

Nos referimos al hecho necesario, alentador, de que intervengan las mujeres activa y
resueltamente en estas campañas de agitación popular. (...)
Precisamente porque se trata de intereses que caen de lleno en su esfera propia, en la
esfera del hogar doméstico, de la plaza, del fogón, de esas cien cosas caseras, de las
que el hombre apenas sí se preocupa; y que son, no obstante, uno de los principales
fundamentos de la existencia.7
5
El País y El Socialista, 30-VI-1914, respectivamente.
6
Kaplan, T.: “Conciencia femenina y acción colectiva: el caso de Barcelona, 1910-1918”, en Amelang, J. S. y
Nash, M. (Eds.): Historia y género: las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Valencia, Alfons el
Magnànim, 1990, pp. 267-295.
7
El Socialista, 12-III-1916.

677
La visión de la sociedad española que nos revela este fenómeno es mucho más
compleja que el ideal basado en la separación tajante entre la esfera de lo público, donde se
dirimen las cuestiones políticas, reservada a los varones, y la esfera de lo privado o
doméstico, reservada a las mujeres. Los motines de consumo ilustran una interacción más
compleja entre las mujeres, que hacen públicos los asuntos domésticos que les atañen y las
autoridades políticas masculinas, que usan la política pública para reforzar su identidad
masculina (privada). Las mujeres salen a la calle porque los hombres no han cumplido
adecuadamente con su labor de gestores de los asuntos públicos, -no se han comportado como
verdaderos hombres-. Su identidad como varones queda de este modo cuestionada. De ahí las
expresiones “mujeres varoniles” con las que las amotinadas suelen ser calificadas en la
prensa, alabando su comportamiento.8
Como ya he afirmado más arriba, clasifico los dos casos que me propongo analizar
como acciones parcialmente transgresoras. Lo que las diferencia, en realidad, es su grado de
organización, que me permite hablar de una forma de protesta que pertenece al repertorio
antiguo, frente a otra que se revela ya moderna. Se trata de un fenómeno a destacar porque
constituye el caso representativo del abandono paulatino de las viejas formas de acción
colectiva y su sustitución por otras nuevas que incorporan la planificación y la organización,
frente a la antigua espontaneidad en el desenvolvimiento de este tipo de estallidos del
descontento popular.9 Sin embargo, la constatación de este hecho no supone la consideración
de los clásicos motines de subsistencia como formas arcaicas e infravaloradas. Al contrario,
estos seguirán siendo utilizados durante los años siguientes debido a que, sus promotoras, los
percibían como una forma mucho más eficaz que la protesta institucionalizada y formal
adoptada progresivamente por la clase obrera, a través de sus representantes en los
ayuntamientos.10
Volviendo a la descripción de las características del motín clásico, hay que decir que
solía extinguirse con la adopción, por parte de las autoridades, de medidas que apaciguaban
los ánimos, o tras llevarse a cabo el asalto de tahonas y despachos de pan, que solían ser
8
Radcliff, P.: “Women's Politics:...”, art. cit., p. 302 y 305-308.
9
Sobre el concepto de acción colectiva que aquí se maneja y la modernización de sus repertorios: Mcadam, D.,
Mccarthy, J. y Zald, M. N.: Movimientos sociales: perspectivas comparadas, Madrid, Istmo, 1999; Tarrow, S.:
El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Madrid, Alianza Editorial,
2004; Tilly, Ch., Tilly, L. y Tilly, R.: El siglo rebelde, 1830-1930, Zaragoza, Prensas Universitarias de
Zaragoza, 1997; Tilly, Ch.: Las revoluciones europeas, 1492-1992, Barcelona, Crítica, 1993; Tilly, Ch.: From
Mobilization to Revolution, New York, McGraw-Hill, 1978. Sobre los movimientos sociales: Hobsbawm, E. J.:
Rebeldes primitivos, Estudios sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX,
Crítica, Barcelona, 2001.
10
Radcliff, P.: “Women's Politics:...”, art. cit., p. 303-304. Coincido también con esta autora en el análisis de
las fases del motín de consumos.

678
saqueados y destruidos, calmando la ira popular durante algún tiempo. O bien, gracias a
ambas soluciones combinadas.
Las protestas que dan comienzo a partir del 28 de junio de 1914 y que se generalizan
el día 29, responden adecuadamente a este esquema. Una subida por sorpresa del precio del
pan provocó el arranque de la protesta entre un grupo de mujeres de Latina, que recorrieron
las calles del vecindario y, fueron aplaudidas a su paso por los vecinos del distrito, que, en
muchos casos se unieron al grupo. Los dueños de las tahonas y despachos de pan cerraban sus
establecimientos ante el temor de que se sucedieran los asaltos que, efectivamente terminaron
produciéndose. El Socialista del día 30 de junio, describe pormenorizadamente los
acontecimientos:

Por la mañana. En los mercados.


A poco de abrirse los mercados, comenzó a observarse gran agitación entre los
compradores.
Comentaban animadamente la escandalosa subida que ha sufrido el precio del pan. De
todos los labios salía el mismo vocablo dirigido a los tahoneros:
¡Ladrones! ¡Ladrones!
En el mercado de la Cebada la agitación fue mayor.
A medida que la gente fue afluyendo a este mercado, la protesta se exteriorizó en
términos de mayor violencia.
-no basta con llamarles ladrones- hay que hacer algo práctico.
La idea tomó cuerpo y se organizaron los primeros grupos. (...)

Los grupos recorrieron varias calles de los alrededores de la plaza de la Cebada,


apedreando algunas tahonas y dando más de un susto.
La fuerza pública impidió que los tahoneros sufrieran el castigo a que se han hecho
acreedores por su desvergüenza.
Sin embargo, no pudo impedir que fueran rotas las lunas y cristales de varias tahonas,
y que en alguna se llevara el público el pan que había en el despacho.
A un repartidor que iba por la calle de Calatrava le alcanzaron quitándole todo el pan
que llevaba en la cesta.11

La protesta popular acabó, como era habitual, en las sedes del poder político en
demanda de soluciones eficaces “contra los abusos de los tahoneros”. En Madrid, debido a su
condición de capital de la nación, las manifestantes no sólo acuden al Ayuntamiento, que
representa la autoridad local, sino también al Ministerio de Gobernación, símbolo del poder
del Estado12.

11
El Socialista, 30-VI-1914. También en El Heraldo, 29-VI-1914.
12
Gil Andrés, C.: "Los ecos del motín: percepción del Estado y de otros símbolos de poder en la España del
primer tercio del siglo XX", en Castillo, S. y Ortiz de Orruño, J. Mª (Coords.): Estado, protesta y movimientos
sociales, Bilbao, Asociación de Historia Social, UPV, 1998, pp. 264.

679
Llegados los protestantes a la plaza de la Villa, una comisión de mujeres subió al
despacho del Alcalde, siendo recibidas por este.
Las mujeres expusieron en frases sinceras y sentidas el gran perjuicio que ocasionaba
en sus hogares -modestos hogares de obreros- la enorme alza habida en el precio del
pan.
En nuestras casa -dijeron- el pan es la base de la alimentación. Nuestras criaturas
apenas comen otra cosa; si nos suben el pan es tanto como reducir la ya escasa
alimentación de nuestros pequeñuelos, y antes que esto todo, el desorden, la muerte,
todo, absolutamente todo, señor alcalde. (...)

Desde la plaza de la Cebada, en donde se formó la primera manifestación, fueron unas


cuatrocientas mujeres con una bandera negra dirigiéndose al Ayuntamiento y gritando:
'¡Abajo los panaderos ladrones!' '¡Que se cierren las tahonas!' (...)

Una de las mujeres se adelantó y dijo:


-Venimos a ver a usted, señor alcalde, para pedirle protección, pues los pobres no
podemos vivir y, como usted sabe, la base de nuestra alimentación es el pan, y si lo
suben, tan exageradamente, moriremos de hambre. La mayor parte de nosotras somos
viudas con hijos, y ellos y nosotros moriremos de hambre si los tahoneros continúan
dándonos el pan falto de peso, mal cocido y carísimo.(...)

Desde la plaza de la villa, dirigióse el grupo que era ya muy numeroso, a la Puerta del
Sol, frente al Ministerio de la Gobernación. (...)

Una comisión de mujeres subió a conferenciar con el ministro. Como el Sr. Sánchez
Guerra se encontraba en aquel momento conferenciando con el alcalde, las recibió el
subsecretario.
El Sr. Sáez de Quejana procuró calmar los ánimos de las manifestantes, excitándolas a
ser moderadas con la protesta para evitar la intervención de la fuerza pública,
dándolas toda clase de seguridades de que el Gobierno y las autoridades se preocupan
del asunto, como lo demostraba el que en aquel momento estaban conferenciando el
ministro y el alcalde sobre este conflicto.13

En los días sucesivos continúan las protestas de las mujeres, sofocadas por el ejército.
Mientras, las autoridades tratan de buscar una solución, los acontecimientos ocupan los
titulares de la prensa y el Partido Socialista convoca un mitin en contra de los tahoneros, que
sólo surtirá cierto efecto entre los obreros panaderos asociados. La presión ejercida por los
grupos de mujeres que patrullan las calles de la ciudad consigue mejoras momentáneas,
provocando el descenso de los precios en los establecimientos que visitan. Sin embargo, la
estrategia se vuelve ineficaz pasadas unas horas, gracias a la defensa de las fuerzas de orden
público:

Un grupo de mujeres del barrio de la Prosperidad recorrió ayer, por la mañana,


aquella barriada para pedir, la rebaja del precio del pan y las patatas, pues todavía

13
Respectivamente El Socialista, El País y el Socialista, 30-VI-1914.

680
seguían allí los mismos precios.
En algunas tiendas y tahonas, en la mayoría, al verlas llegar, colocaron un cartelito
diciendo que las vendían más baratas. (...)

En la tahona de la calle de López de Hoyos, núm. 48, al verlas llegar pusieron el


cartelito anunciando la venta del pan a 0,40 el kilo.
En consecuencia enviaron a varias niñas a comprar sendos kilos de pan, y la tahonera,
además de negarse a vendérselos, las empujó hacia la calle.
Volvieron otra vez las mujeres para que se respetase lo que decía el cartelito que a
primera hora habían conquistado.
Llegar las mujeres y aparecer un piquete de Guardia Civil, al mando de un teniente
todo fue una misma cosa.
Entonces la tahonera insultó groseramente a las mujeres, quienes la contestaron que se
aprovechaba de que la Guardia Civil estaba en la tahona.
Después el teniente de la Guardia Civil, hecho un héroe, desenvainó el sable y dio unos
cuantos sablazos a algunas jóvenes, amenazándolas, además, con matarlas si no se
iban en seguida. (...)

Las bocacalles cercanas a la de López de Hoyos han estado tomadas militarmente por
guardias de orden público, Guardia Civil y de la ronda secreta, todo ello creyendo que
los vecinos incendiasen la tahona antes mencionada.14

En sus incursiones, los grupos de mujeres portan banderas y estandartes, como


símbolos de los motivos de su descontento:

El dueño de una tienda de tejidos les entregó un gran lienzo rojo, el cual fue puesto en
un palo a guisa de bandera y adornado con varios panecillos. (...)

Una mujer agitaba una bandera nacional de percalina con el lema de: ¡Abajo el pan!
Hubo una pequeña lucha y el teniente de seguridad arrebató a las mujeres una a modo
de bandera que llevaban en la que se leía: ¡Abajo las patatas! ¡Abajo el pan!
Las mujeres no se arredraron y de sus propias manos volvieron a quitar la bandera al
teniente.15

Finalmente, la protesta termina agotándose sin que se llegue a una solución eficaz del
problema. Las acciones se han desarrollado durante el transcurso de una semana, en la que la
ira inicial ha ido cediendo paso al agotamiento. La inexistencia de un programa bien
planificado y de líderes, que encabecen la protesta, contribuyen a su disolución. Como vemos,
el esquema de su desarrollo se diferencia poco de los motines clásicos que venían
produciéndose décadas atrás.
Sin embargo, en 1915, tuvo lugar un cambio sustancial en la forma de organizar estas
protestas en la capital debido a la intervención de unas cuantas “mujeres del pueblo”. Este

14
El Socialista, 2-VII-1914.
15
El Socialista, 30-VI-1914 y 2-VII-1914, respectivamente.

681
grupo supo canalizar el descontento inicial de las mujeres en una campaña bien planificada
contra los tahoneros, mediante la interposición de denuncias diarias contra aquellos
establecimientos que defraudaban en el peso y/o en el precio a los consumidores.
El campo de las oportunidades políticas ya se encontraba parcialmente abierto para las
trabajadoras, al tener reconocido el derecho de asociación y existir ya, desde finales del siglo
anterior, varias asociaciones políticas y profesionales femeninas como las sociedades de
librepensadoras, la Agrupación Femenina Socialista Madrileña (AFSM) o ciertas sociedades
de oficio, como la Sociedad de Lavanderas y Planchadoras, la Sociedad de Sastras, entre
otras.16 Sin embargo, esta es la primera ocasión en que se aprovecha la corriente asociativa
femenina para protestar decididamente por la cuestión del peso del pan. Es decir que, por
ejemplo, en el caso anterior de 1914, la AFSM y las sociedades de oficio femeninas ya
existían y a pesar de ello, la expresión del descontento discurrió por las sendas
acostumbradas, habituales en épocas de ausencia de oportunidades. Este hecho constituye una
nueva prueba de que la incorporación de nuevas estrategias constituye un proceso de
aprendizaje y aplicación lenta, yuxtapuesto al mantenimiento de formas muy bien conocidas.
La campaña de denuncias debió iniciarse hacia el 11 de Agosto de 1915, apareciendo
en la prensa socialista desde el día siguiente, y se prolongó durante meses obteniendo notables
resultados. La estrategia debió ser planificada por un pequeño grupo de mujeres, que en su
mayoría militaban en la Agrupación Femenina Socialista de Madrid17 o en algunas sociedades
de oficio de la Casa del Pueblo, aunque no descarto que se sumaran a ellas obreros u obreras
no militantes. De las sociedades de la Casa del Pueblo, precisamente, debieron proceder los
fondos con los que se sufragó la campaña. Estos fondos debieron ser considerables teniendo
en cuenta que la campaña se desarrolló intensamente durante más de un mes, como veremos
más abajo, y se prolongó de forma más relajada durante al menos un año18. Una de las

16
Fagoaga, C.: “De la libertad a la igualdad: laicistas y sufragistas”, Nielfa, G. y Segura, C. (Eds.): Entre la
marginación y el desarrollo: mujeres y hombres en la Historia. Homenaje a María Carmen García-Nieto,
Madrid, Ediciones del Orto, 1996, pp. 171-198; Fagoaga, C.: La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en
España, 1877-1931, Barcelona, Icaria, 1985. Ramos, Mª D.: “La cultura societaria del feminismo librepensador
(1895-1918)”, en Bussy Genevois, D.: Les Espagnoles dans l´histoire. Une sociabilité démocratique, (XIXe-
XXe siècles), Presses Universitaires de Vincennes, Saint-Denis, 2002, pp. 103-124; Ramos, Mª D.: “La
construcción de la ciudadanía femenina: las librepensadoras (1898-1998)”, Fagoaga, C. (Coord.): 1898-1998.
Un siglo avanzando hacia la igualdad de las mujeres, Madrid, CAM, 1999, pp. 91-116; Capel, R. Mª: El
trabajo y la educación de la mujer en España, (1900-1930), Madrid, Ministerio de Cultura, Instituto de la
Mujer, 1986, 2ª edic; Del Moral Vargas, M.: “Los orígenes del sindicalismo católico en Madrid: el Sindicato
obrero femenino de la Inmaculada (1910-1918)”, comunicación al XIII Coloquio AEIHM, 2006; Del Moral
Vargas, M.: “El Grupo Femenino Socialista de Madrid (1906-1914): pioneras en la acción colectiva femenina”,
Cuadernos de Historia Contemporánea, Vol. 27, 2005, pp. 247-269.
17
Del Moral Vargas, M.: “El Grupo Femenino Socialista...”, art. cit.
18
Más de un año después, El Debate sigue dando cuenta de las denuncias interpuestas contra los tahoneros, 13-

682
representantes de la Agrupación Femenina Socialista reconocía en el primer mitin convocado,
tras un mes de lucha:

Otilia Solera (...)

Nos ha costado, aparte de trabajar, mucho dinero, que hemos tenido que pedir prestado
a varias Sociedades.
No podéis calcular el pan que hemos comprado y que está en las Comisarías y
Juzgados.19

La estrategia consistía en acudir, como cada día, a los despachos de pan y exigir que,
delante de un guardia, se pesara el pan para descubrir a los tahoneros que defraudaban en el
peso. En el caso de que se desvelara el fraude, las consumidoras acudían a la comisaría para
interponer una denuncia contra ese tahonero, que días después sería juzgado y condenado al
pago de la multa correspondiente:

Esta mañana, por ejemplo, en la panadería establecida en la casa número 2 de la calle


del Carmen, se negó a pesar el del mostrador: la mujer que compraba requirió el
auxilio del guardia número 50; el tendero pesó entonces el kilo de pan, pero exigió y
cobró, en presencia de aquel, 50 céntimos en vez de 44, y no se contentó con ello, sino
que a poco no se come cruda a la que se resistió a ser robada; el escándalo fue
mayúsculo, y la cliente y el guardia fueron a la Comisaría del Centro, donde
denunciaron los hechos.
Ante los jueces de instrucción han comparecido los acusados del fraude, procesados
están los que deben estarlo, no están presos preventivamente, sin duda, esos acusados
de robo, porque es justo que no se abuse de la prisión preventiva, y esperamos que los
Tribunales impongan al final las penas que según el Código deban imponerse. Un buen
juez, el Sr. Domenech, y unas mujeres, han dado lección ejemplar de ciudadanía y
humanitarismo.20

La prensa de todas las tendencias se pone de acuerdo al alabar la campaña y publicar


las denuncias periódicamente. El católico El Debate, da cuenta de la nueva forma de plantar
cara a los tahoneros, aplaudiendo el carácter pacífico de la campaña de las mujeres que no
hacen sino dar una lección de ciudadanía a la población. El País elogia la labor de estas
mujeres patricias:

El pueblo madrileño -las mujeres principalmente- por segunda vez ha intentado


resolver con su actuación propia y directa el problema del pan. Felicitémonos de que
en la presente ocasión haya escogido procedimientos correctos, legales y pacíficos (...)

A nosotros la iniciativa popular que comentamos nos complace por bien dirigida,

IX-1916.
19
El Socialista, 12-IX-1915.
20
El Socialista, 14-VIII-1915 y El País, 21-VIII-1915.

683
porque revela una actuación de nuestra dormida ciudadanía (...)

Unas pocas mujeres, verdaderamente beneméritas y ciudadanas de primera clase, se


han impuesto la ardua misión de concluir con el fraude en el peso del pan. (...)
Estas mujeres dan ejemplo; sin rótulos rimbombantes defienden el pan de sus hijos y de
los hijos de las demás. Son mujeres patricias que saben educar a sus conciudadanos.21

Analizando, a modo de muestreo, la ubicación de las tahonas denunciadas durante los


primeros quince días de campaña, a partir de las señas publicadas diariamente en la prensa,
podemos observar que el grupo de mujeres se coordinaba para recorrer, una a una, todas las
tahonas de la capital, con el fin de disuadir al mayor número posible de vendedores en el
fraude del pan, como podemos observar en el mapa adjunto22. Todo parece indicar que la
acción ha sido meditada y planificada sin dejar ningún detalle a la improvisación. De hecho,
existen denuncias en todos los distritos y, además, los distritos de origen de la mayoría de las
militantes de la AFSM son los que acumulan más denuncias.

21
El Debate, 20-VIII-1915 y El País, 21-VIII-1915, respectivamente.
22
El cuadro y el mapa han sido elaborados a partir de la información publicada en El Socialista desde el 12 de
agosto. En algunos casos no se han podido localizar los distritos, porque no se indica la ubicación exacta de la
tahona (casos en los que falta el número de la calle, la dirección completa o existe confusión entre dos vías
urbanas).

684
685
También podemos realizar algunas observaciones en cuanto a la identidad de las
denunciantes durante esos primeros quince días de campaña, ya que sus nombres aparecen
publicados en los diarios de la capital. Su examen nos permitirá contrastar las informaciones
aparecidas en la prensa acerca de la existencia o no de afiliación política socialista por parte
de las responsables de la campaña.

Anoche, una comisión, de la que formaban parte varias mujeres de las beneméritas que
estos días se dedican a hacer repesar el pan y formular denuncias, se presentó en la
Casa del Pueblo.
Deseaban hablar con el comité de la Agrupación Femenina Socialista, entidad a la cual
pertenecen la mayoría de las aludidas ciudadanas, para informarle de todo lo
relacionado con la campaña del pan (...)23

Durante los primeros días de campaña, concretamente entre el día 11 y el día 31 del
mes de agosto, se interpusieron, según la prensa socialista, 234 denuncias en total, de las que
desconocemos la identidad del o de la denunciante en 135 casos. Sólo sabemos los nombres
de 54 personas que tomaron parte en la campaña, de las que 34 son mujeres y 20 varones. De
entre esas 34 mujeres, al menos 12 pertenecían a la Agrupación Femenina Socialista de
Madrid24, y por lo tanto, a la sociedad de su oficio, si es que ejercían alguno. Desconocemos
si alguna de las restantes militaba únicamente en los sindicatos con sede en la Casa del Pueblo
o si se sumaron a la campaña a título individual. Lo que llama la atención es que son
precisamente estas 12 militantes las que interponen denuncias en varias ocasiones, sin
limitarse a la denuncia testimonial que llevan a cabo los no militantes. Así, entre las mujeres
no militantes, sólo Jenara Vera Carrascosa interpone 7 denuncias. El resto de las no militantes
denuncian sólo una vez. En cuanto a los varones, denuncian sólo en una ocasión, excepto
Vicente Campos Jiménez, que denuncia en dos ocasiones a la misma tahona situada en la
Calle del Espejo, 12, con un intervalo de dos días. Además sabemos que otro de los
denunciantes varones, Antonio Genoveva, sólo alcanza los diez años de edad, lo que revelaría
la posibilidad de que varios de ellos fueran niños o niñas, que no figurarían aún en las listas
de las asociaciones.
Entre las doce socialistas suman 50 denuncias (de las que se desconoce la ubicación de
la tahona en tres casos). A la cabeza se sitúan Faustina González, -secretaria del Comité de a
AFSM-, Josefa Pérez, planchadora, y María Merino, -miembro del Comité y corbatera-, con
siete denuncias cada una. Les siguen, Elena Norabuena, -miembro del Comité-, Herminia

23
El Socialista, 8-IX-1915.
24
AFSM: Registro de asociadas, 1906/1927, Fund. Pablo Iglesias, Alcalá de Henares, [FPI/AASM-LVIII-1].

686
Fanego, camisera, Isabel Díaz Sánchez, con cinco; Otilia Solera, sombrerera y Andrea Moya,
guarnecedora de calzado y miembro del Comité, con cuatro; Juana Taboada, miembro del
Comité, y Virginia González, guarnecedora de calzado, con dos; la estudiante, Ángeles
Martínez y María Rueda, con una denuncia cada una. Como vemos, entre ellas se encuentran
dirigentes y fundadoras (Juana Taboada y María Ruedas) de la AFSM, así como importantes
oradoras (Virginia González y Otilia Solera)25.
A la vista de los datos, parece claro que a pesar de la insistencia de las fuentes en la
composición mixta del grupo de mujeres que puso en marcha esta campaña, la predominancia
de las militantes es manifiesta. El hecho de que fuera la Casa del Pueblo, como vimos, la que
sufragó gran parte de la campaña, no hace sino insistir en esa dirección. El Socialista es la
principal caja de resonancia de sus acciones, con reseñas casi a diario, si bien es verdad que
son noticia en toda la prensa con mayor o menor asiduidad. Parece como si las mujeres
socialistas hubieran decidido asumir, en esta ocasión, el liderazgo de los motines por el pan y,
como afirma Tarrow: “Los líderes inventan, adaptan y combinan distintas formas de acción
colectiva para estimular el apoyo de gente que, en caso contrario, podría quedarse en casa.”26
Hay un intento por extender la acción a otras localidades y lo consiguen en Chamartín
de la Rosa, a través de su Casa del Pueblo.27 En los manifiestos firmados por “unas mujeres
del pueblo”, exponen las motivaciones que les han llevado a emprender esta acción contra los
dueños de las tahonas y razonan la ineficacia de las protestas llevadas a cabo en ocasiones
anteriores, tratando de difundir las pautas de la acción contra los tahoneros para contagiar su
labor a la población:

La experiencia nos ha demostrado que esas explosiones de indignación no tienen sino


efectos inmediatos; nosotras los necesitamos permanentes.
¿Cómo producirlos?
Sencillamente convirtiéndonos en vigilantes, en guardadoras de nuestros intereses.
Hay que pesar siempre el pan, y como existen tahoneros que tienen pesas falsas, aun
después de pesado, será útil que en una tienda de confianza, o en casa, los que tengan
balanza se pese de nuevo para reclamar al tahonero y hasta para denunciarle ante la
Comisaría del distrito, siempre que se compruebe la existencia y uso de las pesas
falsas.28

Y no sólo utilizaron la prensa para tratar de ganar adeptas a su campaña sino que, ya
25
Sobre la composición sociodemográfica de las militantes de la AFSM: Del Moral Vargas, M.: ”Análisis
sociodemográfico de las militantes de la Agrupación Femenina Socialista de Madrid: una aproximación a
través del Padrón Municipal (1906-1914)” en Congreso Modernizar España 1898-1914, Facultad de Geografía
e Historia, Universidad Complutense de Madrid, 20-22 de Abril de 2006.
26
Tarrow, S.: El poder en..., op. cit., p. 47.
27
El Socialista, 9-IX-1915.
28
El Socialista, 21-VIII-1915 y 30-VIII-1915. También El País, 21-VIII-1915.

687
en septiembre, se dedican a repartir hojas informativas entre la población, motivo por el que
varias serán detenidas:

Mujeres detenidas esta mañana por los guardias de orden público, por repartir hojas
invitando al vecindario a que exija el pan pesado:
María Menéndez, en la calle de Santiago, esquina a Espejo.
Herminia Fanego, en la costanilla de los Ángeles esquina Arenal.
Elena Norabuena, en la calle de Bailén, frente a las caballerizas.
Todas fueron llevadas a la comisaría del distrito, que era la del distrito de Palacio, y
desde allí conducidas por guardias a la Dirección General de Seguridad.
Cerca de la una fueron puestas en libertad. (...)

Como ayer decíamos las cuatro ciudadanas detenidas por repartir hojas fueron
conducidas a la Jefatura de Policía, donde por ausencia del Sr. Méndez Alanis, estaba
en funciones el Sr. Blanco.
Cuando las detenidas, entre las que había compañeras de la AFS-entidad hermana que
tanta parte ha tomado y con tanto entusiasmo ha luchado en esta campaña honrosísima
de las mujeres madrileñas- justificaron su derecho a repartir las hojas, puesto que estas
estaban debidamente legalizadas, se nos dice que el Sr. Blanco reconoció que
legalmente tenían razón, pero añadiendo que, no obstante se había dado la orden de
recoger las hojas autorizadas, a fin de evitar que se excitaran las pasiones con su
lectura y ocurrieran los sucesos como los del día de San Pedro (...)29

Y esas detenciones y dificultades con las que tropiezan en su campaña son las que
motivan que las organizadoras soliciten la ayuda de la AFSM y de las sociedades de oficio de
la Casa del Pueblo en las que militan trabajadoras (Sastras, Planchadoras, Lavanderas,
Modistas, Guarnecedoras, Paragüeras y otras varias), para la organización de un mitin
multitudinario en favor de la campaña. Se convoca una junta extraordinaria para el día 7 de
septiembre, casi cuatro semanas después de comenzada la campaña, en la que por vez primera
se trata de este asunto. Las actas de la AFSM consignan la visita de la comisión sin aclarar de
quiénes se trataba exactamente:

El compañero Saborit propone que por lo que se refiere a la campaña del pan
conbendría [sic] dar un mitin pues así lo desea una comisión de mujeres del pueblo,
para protestar contra los abusos de los tahoneros. La compañera Moya dice que la
compañera Taboada (que no a [sic] acudido por estar algo enferma) pero que
manifestó tomar parte en esos asuntos y lo defiende diciendo que debemos hacerlo
como particulares.30

Llama la atención comprobar cómo en ninguna de las actas anteriores del Comité o de
las Juntas generales de la AFSM se mencione la preparación de esta campaña, cuando, cada

29
El Socialista, 2 y 4-IX-1915.
30
Actas del Comité de la AFSM, 28-II-1911/26-I-1916, Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares,
[FPI/AASM-LXXV-4], 7-IX-1915.

688
vez que este grupo ha organizado alguna actividad de la clase que fuera (contra la guerra,
contra la redención a metálico,...) ha quedado constancia escrita de todo lo discutido y
planificado, así como de la colaboración de la Casa del Pueblo o de otras sociedades. En este
caso no es así. Tampoco se recoge nada al respecto en las actas de la Agrupación Socialista
Madrileña, de la que dependía el grupo. Únicamente se da cuenta en ellas de un donativo
realizado en un momento posterior, cuando la campaña ya ha sido asumida por la AFSM:

Un donativo de diez pesetas al Círculo Socialista del Sur y otros diez a la Agrupación
Femenina Socialista para ayuda de la campaña del pan, y aprovecha la ocasión para
recomendar a los compañeros asistan a una velada teatral que dichas compañeras
organizan a fin de arbitrar recursos para esta campaña.31

Además, Juana Taboada, declara, a través de Andrea Moya, “tomar parte en esos
asuntos”, como ya comprobamos más arriba, pero es aquí cuando se menciona este hecho por
primera vez, a pesar de ser ella la presidenta del Comité de la AFSM. Según todos estos datos,
pienso que esta campaña fue organizada por un grupo de mujeres, la mayoría de ellas
militantes socialistas, pero no en calidad de militantes, sino como ellas mismas declaran ser,
“mujeres del pueblo”. Sus años de militancia y su elevada experiencia política en relación con
otras trabajadoras, hizo que prefirieran una acción planificada y pacífica, utilizando el marco
legal a su alcance, en lugar del clásico motín. El repertorio de acción colectiva asumido y
empleado por estas mujeres en los últimos nueve años fue aplicado en la estrategia, haciendo
uso de la prensa y el reparto de propaganda, para tratar de extender su acción. Finalmente,
cuando la situación se complicó con detenciones y reticencias por parte de las autoridades,
terminaron solicitando la ayuda de las demás compañeras de la AFSM y de otras sociedades,
aunque insistiendo en que lo hicieran de forma particular y no en nombre de la asociación.
Pero, ¿por qué esa insistencia en la protesta a título personal? A lo largo de los primeros años
del siglo XX, las trabajadoras habían aceptado el apoyo de los sindicatos y las asociaciones
obreras masculinas en sus motines de subsistencia. Sin embargo, el cauce institucional
utilizado por ellos se revelaba bastante ineficaz en comparación con sus métodos de protesta.
Además, en los motines en los que intervenían sólo mujeres y niños, las autoridades se
mostraban más reticentes a emplear la violencia en su represión que cuando participaban los
trabajadores. Por último, cuando las mujeres se aliaban con las asociaciones obreras corrían el
peligro de perder el estatus especial del que disfrutaban en el trato con las autoridades, en
función de su condición de madres y esposas que exigen el correcto cumplimiento de su deber

31
Actas Asamblea de la ASM 30-IX-1905/18-XI-1917, Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares, [AASM-
LXX-2], 30-IX-1915.

689
32
a las autoridades (masculinas) en la administración de la cosa pública. Asociadas con el
movimiento obrero dejaban de ser esas madres responsables para convertirse en
revolucionarias que debían ser contenidas. Esa insistencia de Juana Taboada para que la
protesta no se institucionalice como una campaña oficial de la AFSM, tal vez se deba a este
motivo. En cualquier caso, las socialistas terminaron haciendo suya la campaña y, a partir de
aquí su eficacia disminuyó, como veremos más abajo.

El Comité aprueba que sea en la Casa en el salón de actos, y sea femenino, son
nombradas como oradoras V. González, Vega, Posadas y Otilia Solera por la comisión,
por Modistas, Herminia Fanego, por Planchadoras, la Hurtado, por Paragüeras, A.
Abajo, por las Guarnecedoras, Moya y Carolina Esteban y también se acuerda invitar a
la María Maeztu, Violeta y la Señora de Martínez Sierra.33

Lo convocan mediante la publicación de un manifiesto en la prensa en el que las


oradoras se dirigirán especialmente a las mujeres. Se colgarán “grandes carteles rojos en las
esquinas”, adornarán el salón con las banderas de las sociedades adheridas al acto y
reservarán las butacas a las mujeres que asistan. Además, en él tomarán partido las oradoras
socialistas.
Durante el mitin multitudinario, revelan que la campaña ha servido para tratar de dar
ejemplo a las demás mujeres, pero, durante el acto, también aprovechan para tratar de
favorecer la asociación entre las trabajadoras:

Otilia Solera (...)

Hemos conseguido, hasta aguantando insultos, que respondieran a esta campaña otras
mujeres.
Excitó a todas las mujeres para que secunden la labor por ellas iniciada hace más de
un mes. (...)

Virginia González (...)

Prefiero a los aplausos el que vengáis a asociaros con nosotras, y así nos daréis más
fuerza. (...)

Debéis venir aquí todos los días, y así cuando nos vean unidas, nos tendrán respeto
debido.34

32
RADCLIFF, P.: “Women's Politics:...”, art. cit., p. 312-316.
33
Actas del Comité de la AFSM, 28-II-1911/26-I-1916, Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares,
[FPI/AASM-LXXV-4], 7-IX-1915.
34
El Socialista y El País, 12-IX-1915. También da cuenta del “mitin feminista”, El Heraldo de Madrid, el
mismo día.

690
La campaña no terminó aquí, las denuncias continuaron y se celebraron dos mítines
más durante ese mes, en los que intervienen socialistas como Lucio Martínez, García Cortés,
Torralba Beci o Besteiro. Las denuncias, como ya vimos, se suceden en los meses siguientes,
tratando de establecer el sistema como práctica habitual. La AFSM sigue sosteniendo la
campaña hasta el 13 de Septiembre de 1916, fecha en la que el Comité decide interrumpirla
por escasez de fondos, a pesar de lo cual sigue motivando la organización de actos periódicos
por su parte. Durante 1916, UGT, que ya había llevado a cabo campañas de este tipo
anteriormente, la retoma con otras estrategias, pidiendo la colaboración de la AFSM en
octubre.35
Sin lugar a dudas, la nueva estrategia había obtenido mejores resultados que los
estallidos ocasionales y espontáneos contra los tahoneros, revelándose como una táctica más
eficaz. Sus resultados, a corto plazo, fueron la obtención del peso justo para las consumidoras
que así lo exigían. Este éxito es más simbólico que real ya que el pan que completaba el peso
era incomestible,36 pero servía para obtener un triunfo a medio plazo, con la imposición de
multas a los infractores, en una primera fase. Como vimos, la campaña continúa,
desembocando en otra de mayor envergadura, convocada por UGT y cuyo análisis rebasa con
mucho los objetivos de la presente comunicación. Además, esta experiencia se suma al
repertorio de acción colectiva ya acumulado entre las mujeres, y entre la clase obrera en
general, que seguirá desarrollándose y poniéndose en práctica en años sucesivos y que supuso
la actualización de los motines de subsistencia a los nuevos tiempos, que, sin embargo,
seguirán siendo usados por las trabajadoras de todo el país.37

CONCLUSIONES
Como hemos podido comprobar, esta acción renueva la clásica forma de protesta en la
lucha por el precio y la calidad del pan, con una campaña organizada y no violenta. Las
trabajadoras, de acuerdo con el rol que se les asignaba, fueron las encargadas de modernizar
un tipo de protesta, -la protesta por las subsistencias-, que tradicionalmente habían
protagonizado. Aunque, en el pasado, las mujeres habían llevado a cabo revueltas espontáneas
por este motivo, esta es una de las primeras ocasiones en las que su descontento se concentra
en una acción planificada y ejecutada por ellas mismas.

35
Actas del Comité de la AFSM, 29-I-1916/15-V-1919, Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares,
[FPI/AASM-LXXVI-1], 30-VIII-1916, 6-IX-1916, 13-IX-1916, 4-X-1916 y 9-X-1916.
36
Sánchez Pérez, F.: La protesta de..., op. cit., p. 62.
37
Ramos, Mª D.: “Realidad...”, art. cit., pp. 299-310 y Radcliff, P.: “Women's Politics:...”, art. cit., p. 301-316.

691
En cualquier caso, estos acontecimientos no supusieron el abandono de las estrategias
tradicionales, sino que las formas viejas y nuevas se yuxtaponen, conviven, siendo las
mismas mujeres las que pasarán de uno a otro modelo, en función del éxito obtenido con cada
estrategia.38 Esta nueva pauta de movilización constituye un ejemplo más para sostener la
Tesis de que es durante los años de la Primera Guerra Mundial cuando podemos situar la
adopción progresiva de las modernas formas de acción colectiva, por parte de las trabajadoras
de la capital, y por lo tanto, de la clase obrera en general, en la que se incluyen39.
Los acontecimientos de 1915 constituyen el primer ejemplo de una acción emprendida
por unas cuantas mujeres a título individual, pero con una cultura política considerable que
ponen en práctica, y el posterior aprovechamiento de las asociaciones femeninas para
protestar por la cuestión del pan. Los otros síntomas de modernización del repertorio de
acción colectiva son su carácter meditado y planificado; la persecución de ciertos objetivos
políticos (el precio del pan para la subsistencia de las clases populares; la militancia política
de las trabajadoras de la capital); la utilización del mitin y el reparto de hojas informativas; y
el intento frustrado de que la campaña supere el marco local de Madrid.
Además, esta campaña constituye uno de los primeros hitos en los procesos de
movilización femenina organizada que mantiene a las mujeres como protagonistas de
acciones parcialmente transgresoras con el modelo de género vigente. Supone una toma de
poder organizada, -moderna-, por parte de las trabajadoras que, sin embargo, no desafía el
orden establecido en cuanto al reparto de roles entre hombres y mujeres.

38
Ramos, Mª D.: “¿Madres...”, art. cit., pp. 657-658.
39
Gil Andrés, C.: "Los ecos...”, art. cit., pp. 263-268 y Pérez Ledesma, M.: Estabilidad y conflicto social.
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694
LA COMISIÓN DE SILICÓTICOS:
MOVILIZACIÓN Y REDES
DE SOLIDARIDAD EN LA MINERÍA
ASTURIANA DURANTE EL
FRANQUISMO
Irene Díaz Martínez
Universidad de Oviedo

Entre 1962 y 1965 fallecen en España, aquejados de silicosis, 2.000 trabajadores. Las
estadísticas correspondientes al año 1958 señalaban que el 10% de los mineros asturianos
estaban aquejados de la misma y, todavía en 1972, HUNOSA tenía entre el personal activo a
1628 silicóticos declarados desde 1964. Estos datos, con ser reveladores de la elevada
incidencia de la silicosis entre los mineros, no permiten calibrar el impacto social, psicológico
y aún económico de una dolencia de carácter progresivo e irreversible a que indefectiblemente
estaban abocados los trabajadores del sector y que en el mejor de los casos impedía
laboralmente a un minero a una edad media de 45 años y en el peor conducía a una muerte
agónica y dolorosa a los 541.
El elevado porcentaje de enfermos silicóticos en Asturias respondía no tanto a la
concentración de explotaciones mineras en la región como a la nula política preventiva
aplicada durante los primeros años del franquismo. El periodo autárquico contribuyó al
notable incremento del uso del carbón, ello conllevó la proliferación de centros extractivos y
consecuentemente el empleo masivo de mano de obra que había de desempeñar el trabajo en
condiciones infrahumanas2.
La política industrializadora del Régimen primaba la explotación del carbón
coquizable como fuente de energía, ello hizo de Asturias el principal productor en España y
arrojó un saldo trágico de miles de afectados no solo de silicosis en diferentes grados sino de
nistagmus y otras lesiones pulmonares derivadas del contacto reiterado con ambientes

1
Benito del Pozo, Carmen: La clase obrera asturiana durante el franquismo, Madrid, Siglo XXI, 1993, p. 317.
2
Santullano, Gabriel: Historia de la minería asturiana, Gijón, Ayalga, 1978, p. 182-186.

695
pulvígenos tóxicos3. Si bien es cierto que las enfermedades asociadas al trabajo en la mina
eran conocidas desde mucho antes, éstas, y en especial la silicosis, adquirieron carácter de
endémicas durante el franquismo. A la escasa mecanización e inversión en seguridad e
higiene había que añadir una política productiva basada en la generalización de los sistemas
de destajos y de las primas de autoestímulo que no dejaban de ser sino la forma más sibilina
de control y explotación4.
Con todo, no deja de resultar paradójico que el primer seguro de silicosis sea del año
1941. Este seguro, que obviaba cuestiones relativas a la prevención y se limitaba a cubrir de
forma insuficiente y precaria las necesidades más perentorias de los enfermos, se enmarcaba
plenamente dentro de la cacareada revolución social en un intento por atraerse a un sector
altamente combativo y rebelde a los principios del Glorioso Movimiento Nacional5. Pese a la
demagogia con que se proclaman mejoras de orden social y económico, los constantes
incumplimientos de las normativas por parte del empresariado, en un contexto de armonía
entre las partes impuesto a golpe de decreto, contribuyeron a reforzar entre la comunidad
minera, fuertemente cohesionada, unas redes primarias de solidaridad basadas principalmente
en aportes económicos ante contingencias como enfermedades de larga duración o pensiones
exiguas y desde los años sesenta, al socaire de la revitalización del movimiento obrero,
acciones de carácter reivindicativo articuladas en torno a comisiones de obreros en el marco
de un extenso y en parte espontáneo movimiento sociopolítico6.
La dureza que entraña el trabajo en el interior de una mina y la proliferación de
enfermedades derivadas del mismo son factores de indudable relevancia para entender el
carácter un tanto arisco del minero7. En parte sabedores del destino que les espera, los
mineros desarrollan actitudes de rebeldía e indiferencia ante la vida y fomentan redes de
solidaridad conscientes de la necesidad de apoyo mutuo ante una trágica realidad compartida8.

3
García Fernández, Carlos, “La siniestralidad laboral de los mineros asturianos durante el franquismo
(1937/1975). Una aproximación a su estudio”, en V Encuentro de Investigadores del Franquismo, Albacete,
Universidad Castilla La Mancha/ Fundación Primero de Mayo, 2003. Editado en CD-ROM.
4
García Piñeiro, Ramón: “La minería del carbón en Asturias: un siglo de relaciones laborales” en Cuadernos
de relaciones laborales, nº 3, Madrid, Editorial Complutense, 1993 y Los mineros asturianos bajo el
franquismo (1937/1962), Madrid, Fundación Primero de Mayo, 1990, pp. 88-96.
5
Molinero, Carme: La captación de las masas. Política social y propaganda en el Régimen Franquista,
Madrid, Cátedra, 2005, p. 93.
6
Vega García, Rubén, “La historia de Comisiones Obreras” en V Encuentro de Investigadores del Franquismo,
Albacete, Universidad Castilla La Mancha/ Fundación Primero de Mayo, 2003. Editado en CD-ROM. La
comunicación viene acompañada de un extenso listado de referencias bibliográficas sobre las comisiones
obreras desde su nacimiento como movimiento sociopolítico hasta su consolidación como sindicato de clase
durante la Transición.
7
Martin Angulo, Francisco, Los mineros… ¡acusan¡ Las Huelgas, Madrid, Sedmay, 1977, pp. 77-106.
8
García Piñeiro, Ramón, “Solidaridad de base. Acciones primarias y plataformas unitarias de resistencia al

696
No es de extrañar que con la agudización extrema de las condiciones de trabajo, carentes de
los otrora potentes mecanismos de defensa de sus intereses, los mineros desarrollen vehículos
primarios de canalización de solidaridad y, cuando despegue lo que se ha dado en llamar
Nuevo Movimiento Obrero, definan cauces de reivindicación que, como se relatará más tarde,
desatan de un intensa movilización a partir de la utilización de estrechos cauces de acción
bordeando la legalidad. Que ello se haga prevaliéndose del aparato vertical, instrumento del
Régimen y albacea simbólico de la revolución pendiente, muestra el escaso éxito del
verticalismo y cuestiona las bases mismas de su funcionamiento9.
La actualización normativa aplicada desde los años sesenta en materia de seguridad y
enfermedades profesionales generó entre los trabajadores un profundo malestar al no verse
recogidas demandas en cuanto a prevención y cobertura médica y económica y en última
instancia facilitaron que comisiones de obreros organizados a nivel local y provincial
promovieran escritos a las autoridades sindicales y gubernamentales y ocuparan la primera
fila organizativa en la huelga desencadenada en el año 196410. Ello venía precedido no ya de
una incesante campaña movilizadora iniciada el año anterior sino de la escasa confianza
depositada por los trabajadores en las estructuras sindicales. Efectivamente, la necesidad de
atraerse a un sector tan reacio como el minero y las condiciones extremas en que se
desarrollaban los trabajos de extracción no dejaban de ser fuente de constante preocupación
entre los miembros del aparato vertical. Bien por mantenerse fieles a los ideales que definían
los principios verticalistas de tutela y control obrero, bien por arrogarse un éxito sin
precedentes, desde los años cuarenta se promueven una serie de medidas de prevención e
indemnización por silicosis11, que no obstante van a chocar con las trabas constantes del

franquismo en Asturias”, en Castillo, S. y Ortiz, J. M., Estado, protesta y movimientos sociales, Bilbao,
Asociación de Historia Social/ Universidad País Vasco, 1998, pp. 463-475.
9
García Piñeiro, Ramón, Los mineros asturianos bajo el franquismo… pp. 325-339. El escaso alcance de las
medidas sociales dictadas para paliar las penurias de los trabajadores enfermos propició que se articulasen
iniciativas que, aunque bajo la tutela del Sindicato Vertical, no hacían sino evidenciar la necesidad de buscar
alternativas para que, aquellos imposibilitados para trabajar pudieran al menos disponer de un subsidio a partir
de la aportación económica de los compañeros, en “Acta de constitución de la Asociación Obrera denominada
“Asociación pro enfermos pozo Sotón”, 28/12/1956”, Fondo AISS, c.27608, Archivo Histórico de Asturias, en
adelante AHA.
10
Hasta la entrada en vigor de la Orden de septiembre de 1966, que, aunque parcialmente, recogía las
demandas más sentidas, los Reglamentos que regulaban las enfermedades profesionales eran sistemáticamente
cuestionados por el escaso alcance de las medidas. Así, en 1961 se fusionan el Seguro de Accidentes de
Trabajo y el de Enfermedades Profesionales, organizándose el Fondo Compensador del Seguro de Accidentes y
Enfermedades Profesionales; en 1962 se reforma el Reglamento de Enfermedades Profesionales y un año más
tarde, en 1963 se acomete nuevamente otra tímida reforma del mismo. Hasta 1964, fruto de las presiones de los
trabajadores, no se dicta un nuevo Reglamento, que como se verá no termina de cumplir las expectativas de los
mineros, en Benito del Pozo, Carmen, La clase obrera asturiana…pp. 338.
11
En 1941 por disposición del Ministerio de Trabajo se crea el Seguro de Enfermedad Profesional denominada
Silicosis. En 1942 se aprueba el Reglamento del Seguro de Enfermedad Profesional. En 1946 se completan

697
empresariado hullero, en última instancia quien debía hacerse cargo económicamente de los
gastos que un enfermo ocasionaba, alicortando con ello el alcance de las medidas adoptadas y
evidenciando la escasa capacidad de reacción de una estructura sindical viciada por la presión
de los grandes señores del carbón12. Así pues, la realidad de unas medidas ineficaces iba
macerando entre los mineros un malestar ante la indefensión que suponía no ya la merma de
su capacidad profesional sino de reconocimiento de unos derechos que económicamente eran
constantemente reducidos apelando a una normativa que dejaba en manos de una Junta
Administrativa la decisión de declarar a un minero silicótico, siendo su dictamen unilateral e
inapelable.
A lo largo de los años cincuenta, se asiste, de forma paralela al aumento de los
enfermos silicóticos, a un intento por parte de los verticalistas de llamar la atención ante una
realidad a la que no era posible sustraerse, promoviendo escritos que frenasen los abusos que
se estaban cometiendo sobre todo en relación al mantenimiento de los silicóticos de primer
grado en puestos de arranque o la pérdida de capacidad adquisitiva cuando éstos eran
trasladados al exterior. Más malestar aún despertaban las revisiones de incapacidad
promovidas por el Seguro a pensionistas de cincuenta años, en lo que se consideraba un
atentado a los derechos recogidos en el mismo, sin que sirvieran de acicate las enérgicas
protestas de las jerarquías sindicales, que finalmente se quedaban en meras declaraciones de
intenciones13.
Cuando desde los años sesenta el contexto de las relaciones laborales altere la
correlación de fuerzas, ya es demasiado tarde. Los años dorados de la explotación del carbón
han terminado, verificándose la irreversibilidad de una crisis para la que no hay una respuesta
alternativa, una legión de enfermos, que en activo, parados o pensionados exigen derechos y
promueven conflictivas movilizaciones y un sindicato necesitado de reconocimiento cuando

algunos puntos recogidos en disposiciones anteriores apareciendo el Reglamento Refundido del Seguro de
Enfermedad Profesional y finalmente por decreto de 1947, se crea el Seguro de Enfermedades Profesionales
donde se consignan las diferentes dolencias ocasionadas por el desempeño de una actividad laboral,
incluyéndose entre las mismas la silicosis y en 1948 por decreto del Ministerio de Trabajo se disponen las
medidas para la reclamación administrativa y la calificación de incapacidades, en Estudio monográfico sobre la
silicosis, año 1972, Fondo AISS, libro 1344, AHA.
12
En una reunión de la Delegación Local de Sama de Langreo en 1962, los vocales hacen alusión al
“…menosprecio de la norma o lo que es peor, su conducta omisiva, – de los patronos- una auténtica traba para
el desarrollo de una futura legislación…”, Fondo AISS, c. 9299, AHA. “Escrito de los obreros cristianos que
ocupan cargos sindicales en Asturias”, en el documento, se hace hincapié en que “…no ha existido cauce de
diálogo entre empresarios y obreros…” amén de atacar la nefasta actuación de la patronal tras las huelgas de
1964, Documentación personal cedida por José Rodríguez “Marchena”, militante de Apostolado Obrero y
activo integrante de la Comisión de Silicóticos.
13
“Problemas que la Junta Sindical del Combustible de Sotrondio somete a la consideración del Jefe Nacional
del Sindicato en reunión celebrada en Sama de Langreo el 30 de agosto de 1954”, Fondo AISS, c.9455, AHA.
“Actas de la Sección Social Provincial del Combustible”, año 1958, Fondo AISS, Libro 1115, AHA.

698
su capacidad está siendo abiertamente cuestionada dibujan el mapa en el que la Comisión de
Silicóticos comienza su andadura.
La citada Comisión Provincial dio sus primeros pasos en 1963 al socaire de una
actualización normativa que no respondía a las expectativas de los mineros. Esta comisión
acabó por erigirse en la valedora de los intereses y derechos de los silicóticos asumiendo el
protagonismo en una labor que hasta entonces y con escaso éxito había correspondido al
Sindicato del Combustible. Las elecciones sindicales de 1963 facilitaron el camino para
aquellos trabajadores que, conscientes de los abusos y carencias de una legislación sembrada
de ambigüedades, aprovecharon la relativa lenidad previa a una convocatoria electoral para
estrechar contactos y poner en común los problemas más acuciantes14. Todo ello de cara a la
promulgación de una nueva Ordenanza Hullera que habría de entrar en vigor en 196415.
Reunidos pues al calor de la preparación de los listados de candidatos en dependencias
sindicales o más discretamente en bares y chigres comenzaron a perfilarse una serie de
demandas tendentes a considerar al silicótico como enfermo en activo, a reclamar puntos
compatibles exentos de riesgo, la revalorización de las pensiones y, con especial énfasis, a
exigir revisiones periódicas para detectar lo más pronto posible los síntomas de la
enfermedad. Se apelaba con ello a una ética que durante casi veinte años había sido obviada
manteniendo al minero en zonas con alto contenido pulvígeno o impidiendo, con grave
merma económica para el trabajador, que se actualizaran las retribuciones que les
correspondían16.

14
Diaz Martinez, Irene: “Entre el entrismo y la abstención consciente. La postura de los comunistas asturianos
ante las elecciones sindicales de 1963”, en I Congreso de Historia del PCE, Oviedo, 2004. Entrevista a Manuel
Rodríguez Rodríguez Lito Casucu, comunista de Turón, minero en Santa Bárbara.
15
“Hoja de orientación e información”, Organización Sindical Sama de Langreo, Marzo de 1964, AE, 607/10,
Fundación Pablo Iglesias, en adelante FPI. Benito del Pozo, Carmen, La clase obrera asturiana…pp. 242-245.
16
“Los productores mineros de la provincia de Asturias, afectados por Enfermedades Profesionales y
Accidentes de Trabajo, previo el cambio de impresiones y como conclusión, tienen a bien elevar el presente
escrito a los organismos e Instituciones correspondientes a fin de formular sus aspiraciones:
…Que los silicóticos afectados por un 1º grado, sean trasladados obligatoriamente al exterior de la empresa o
dependencia anexa a la misma. Que de ninguna forma el productor afectado por silicosis quede cesante en el
trabajo, motivado por expediente o reducción de plantilla u otras formas análogas. Que los reconocimientos
sean periódicos y obligatorios semestralmente. Que los fallos sean emitidos por un tribunal médico en el cual
exista uno nombrado por los trabajadores. Que tanto en la empresa o dependencia donde preste sus servicios
perciba el 70% del promedio exclusivamente del destajo con independencia de otras remuneraciones que estén
en función de su nuevo trabajo. Que las explotaciones con riesgo pulvígeno sean inyectadas todas y
eficientemente, a fin de cortar de raíz la silicosis. Que se revaloricen las pensiones en función de los salarios
reales y periódicamente. Que se establezca un mínimo de pensión suficiente para vivir. Que las viudas perciban
el 60% de la pensión asignada. Considerar Gran Inválido a los silicóticos en 3º grado. Que se estudie con
REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA DE TRABAJADORES una eficiente LEY de Enfermedades Profesionales
y Accidentes de Trabajo… En las Cuencas de Asturias, 24 de febrero de 1964”. En “Escrito presentado por los
enfermos silicóticos de Asturias ante el Gobernador Civil en febrero de 1964” , Archivo de la Juventud Obrera
Católica, JOC, 168 1.1.1.facilitado por Rubén Vega.

699
Aunque de forma paralela y a instancias de las máximas autoridades sindicales se
inició una carrera contrarreloj para, sino frenar al menos coartar las acciones de la comisión17,
ésta llegaba en un momento en que el descrédito del aparato oficial y la táctica del “entrismo”
estaban siendo plenamente asumidas por obreros conscientes. En adelante, las tensiones
inherentes a la presencia en los organismos verticales de trabajadores considerados agitadores,
pertenecientes a comisiones de obreros en los pozos mineros y militantes de organizaciones
clandestinas y de apostolado obrero, acabará por cristalizar, no sin frecuentes llamadas de
atención por parte de las jerarquías sindicales, en importantes medidas ejemplificadas en la
orden del 29/9/1966.
Aprovechando al máximo los estrechos cauces de acción, desde finales de 1963 y
sobre todo en los primeros meses de 1964 la Comisión de Silicóticos despliega una inusitada
actividad de forma tal que en el mes de febrero fuerza una improvisada Asamblea en las
dependencias de la Casa Sindical de Oviedo Aunque fracasó el intento de incorporar al
Arzobispo, un miembro de la Comisión expuso las zozobras del colectivo ante la máxima
autoridad, el Gobernador Civil Mateu de Ros18.
La orden de 8/4/1964 que modificaba el reglamento del Seguro de Enfermedades
Profesionales recogía algunos de los puntos presentados ante los organismos oficiales, pero
dejaba sin resolver importantes cuestiones, de forma tal que el malestar latente acabó por
cristalizar en conflicto abierto pocos días después de la entrada en vigor de la tan esperada
normativa19.
La utilización de los limitados cauces legales habilitados para la defensa de los

17
“Actas de la Sección Social de la Delegación Local de Laviana”, febrero y diciembre de 1963, Fondo AISS,
c. 9482, AHA. “Informe del Grupo Nacional de Hulla para estudiar los problemas de la Acción Concertada”,
Fondo AISS, c.5135 y c. 9282, AHA. “Acta de la Delegación Comarcal de Mieres”, 29 de octubre de 1963,
Fondo AISS, c. 10059, AHA.
18
El coloquio con el Gobernador Civil, Mateu de Ros, en “Actas de la Sección Social del Sindicato Local del
Combustible de El Entrego”, 20 de abril de 1964, Fondo AISS, AHA. “Impresiones recogidas por esta
Delegación Local de Sindicatos de la asamblea de silicóticos de primer grado celebrada en la Casa Sindical
Provincial el 24 de febrero de 1964”, Sotrondio, 25 de febrero de 1964, Fondo AISS, c. 27610, AHA.
“Problema de obreros silicosos de las minas de Asturias”, AE 607/10, FPI. Entrevista a José Rodríguez
“Marchena”.
19
Entre las medidas consignadas en la orden de 1964, se recoge taxativamente los casos en los que habrá de
entenderse obligada la remoción de los silicóticos en primer grado aunque los afectados pueden seguir
trabajando en zonas de arranque siempre que el ambiente tóxico sea debidamente anulado o atemperado, se
garantiza al trabajador una percepción mínima equivalente al 75% de los haberes globales por conceptos
ligados directamente a la producción y en cualquier caso, al salario base del puesto anterior se acumularían los
aumentos periódicos por años de servicio y la totalidad conceptos retributivos asignados al nuevo puesto. El
complemento que se concediese para alcanzar ese 75% dejaría de percibirse a los cinco años. Las carencias o
deficiencias de la reforma en “Acta de la Sección Social Provincial del Sindicato del Combustible”, nº118, año
1964, Fondo AISS, libro 1115, AHA. La huelga de 1964 en Fondo Gobierno Civil, Sección Orden Público,
c.22626, AHA.

700
intereses de los trabajadores que partían del aprovechamiento de cargos sindicales, utilización
de dependencias oficiales, o escritos a las máximas autoridades del país va a ser definitorio en
la forma de actuación de la Comisión Provincial20. Ello no sólo era molesto para la
Organización Sindical, que se veía de este modo desplazada en su “propia casa”, sino que será
fuente de temor por parte de la Autoridad Gubernativa que, no sin razón, veía con
preocupación la creciente presencia de subversivos en las filas sindicales. Los intentos por
asumir el protagonismo en una cuestión que despertaba gran simpatía en las cuencas serán
una constante a lo largo de los años siguientes, generándose un conflicto soterrado tendente a
deshacerse de los miembros más hostiles. Pero si la característica definitoria de la Comisión
de Silicóticos pasaba por el “entrismo”, forzando reuniones con los presidentes de las
secciones sociales locales y comarcales, ésta dinámica de actuación no excluía el recurso a
medidas más drásticas que tenían en los plantes en los pozos o, aún más, en las huelgas en el
sector, la expresión meridiana de un descontento que iba más allá de la reivindicación
inmediata de promesas incumplidas y atacaba a la propia esencia del Régimen al exigirse
sindicatos libres y auténticos representantes de los trabajadores21. La doble vertiente de acción
desarrollada por la Comisión entre 1964 y 1966 mostraba sin tapujos un movimiento
sociopolítico definido en torno a una Comisión Obrera estable y muy activa donde
comunistas, algún socialista y sobre todo cristianos asumieron todo el protagonismo22.
La demagogia con que la OSE respondía a la incesante campaña de escritos,
manifestaciones y reuniones así como la articulación de comisiones en los pozos, se
combinaba con el doble recurso de desprestigiar a los miembros de la Comisión propagando

20
“Escrito de los silicóticos de primer grado de Hulleras de Turón a los Delegados Provinciales de Trabajo y
Sindicatos, 23 de octubre de 1964” “Escrito de los silicóticos al Ministro de Industria, 16 de noviembre de
1964”, documentación personal facilitada por José Rodríguez “Marchena”. “Acta de la reunión extraordinaria
del Jurado de Empresa de la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera”, 14 de abril de 1964, Sección Minas,
Archivo Duro Felguera.
21
La huelga de 1964 paralizó la actividad extractiva ente los meses de abril y junio, el conflicto, planteado en
solidaridad con los enfermos silicóticos fue la respuesta unánime de los trabajadores del sector a los abusos y
carencias de las Reglamentaciones sobre Enfermedades Profesionales, pero no fue el único, plantes o paros
puntuales fueron constantes desde entonces en centros extractivos. Así los documentos recogen las tensiones en
Mina La Camocha o Hulleras de Turón en los últimos meses de 1964 y a lo largo del año 1965 en Fábrica de
Mieres y Duro Felguera, motivadas por la no aplicación de las normativas vigentes y los constantes
incumplimientos de las mismas por parte de la patronal, en SIGC (Servicio de Información de la Guardia
Civil), partes confidenciales de 1964 y 1965, Fondo Gobierno Civil, Sección Orden Público, c. 22626, AHA.
22
Entre los miembros de la Comisión se encontraban Arsenio García Velasco, José Martínez “Peleyu”,
comunistas. Activos miembros de organizaciones de Apostolado Obrero como José Rodríguez “Marchena”,
Jesús Expósito Iglesias “Bata”, Ángel Vázquez, José María Velasco Castro o Pío Amigo. Los socialistas, por
su parte contaban con Arturo Mori. Otros activos militantes articulaban comisiones de pozo que canalizaban las
demandas más sentidas, tal sería el caso de las empresas mineras ubicadas en la Cuenca del Caudal- Aller, que
designa dos delegados por centro, así como en La Camocha/ Gijón y en las explotaciones de la cuenca del
Nalón donde comisiones como la Pumarabule o la del Pozo Sotón mantienen una intensa actividad.

701
bulos o llamando a la intervención de la fuerza pública para que actuara sin miramientos
contra los agitadores que, en opinión del delegado provincial de sindicatos no hacían sino
coartar unas medidas que, como siempre, “estaban siendo debidamente canalizadas por la
estructura sindical”23. Desde la instalación de una clínica especializada en el tratamiento de la
silicosis “que debe ser en exclusiva obra de la Organización Sindical” a los titulares de prensa
anunciando una “píldora milagrosa” que curaba la enfermedad, pasando por reiteradas y
eternas juntas donde se acordaba “someter a la consideración de…” medidas de delimitación
de puestos compatibles, incrementos retributivos o eficacia y honestidad en los diagnósticos
médicos, mantendrá la jerarquía sindical su particular cruzada para erradicar el mal de la
silicosis24.
La huelga de abril de 1964 planteada en solidaridad con el personal silicótico era la
respuesta al descontento reinante por las limitadas reformas introducidas en la orden de
febrero, que pasaba por alto gran parte de las exigencias recogidas en el escrito que la
Comisión había presentado ante el Gobernador. El reparto de octavillas firmadas por el
presidente de la Sección Social llamando al sentido común y a la paciencia y el saldo de
cientos de obreros despedidos por solidarizarse con una demanda que era hondamente sentida
no hizo sino reforzar a la Comisión que a lo largo de los años siguientes va a intensificar las
movilizaciones añadiendo a la reiterada revisión de la normativa, la defensa del colectivo
enfermo despedido en 196425.

23
En las notas de circulación interna entre las jerarquías sindicales se llama la atención sobre “…posibles
maniobras de algún que otro agitador de los que pretenden alzarse con la bandera de una causa que a
nosotros nos corresponde defender…” en “Oficio circular nº166 del Delegado Provincial al Delegado Sindical
de Moreda”, documentación personal facilitada por José Rodríguez “Marchena” y “Circular del Delegado
Provincial al Delegado Sindical de Gijón”, 7 de marzo de 1966, documentación facilitada por Rubén Vega.
Además de prevenir sobre la presencia de subversivos, desde las altas instancias gubernamentales se
propagaron bulos tendentes a desprestigiar a los más conocidos activistas, así a propósito de un altercado en un
bar de Ciaño, Langreo, se pretendió implicar a los comunistas en el robo de un dinero destinado a paliar las
necesidades de los huelguistas y sus familiares durante el conflicto de 1964. Con posterioridad se comprobaría
que quienes provocaron los destrozos y difundieron la noticia, infundada, de la desaparición del fondo de
solidaridad, habían sido falangistas, en “Carta de Gobantes”, mayo de 1964, Fondo UGT en el exilio,
c.354/001, Archivo Fundación Largo Caballero (AFLC)
24
La Nueva España, 14 de Abril de 1966 y Pueblo, sin fecha pero de 1966, Fondo AISS, c.25920, AHA. “Acta
de la Sección Social Provincial del Combustible”, nº123, 7 de mayo de 1965, Fondo AISS, libro 1115, AHA.
25
Octavilla firmada por Noel Zapico, presidente de la Sección Social del Sindicato del Combustible, Oviedo,
21 de mayo de 1964, Fondo AISS, c.3396, AHA. Las consecuencias de la huelga en MIGUELEZ, Faustino, La
lucha de los mineros asturianos bajo el franquismo, Barcelona, Laia, 1977, pp. 121-127. El colectivo de
mineros despedidos tras la huelga de 1964 constituyó una Comisión de Despedidos para presionar y llamar la
atención a las autoridades sobre su delicada situación. Junto a los silicóticos y los pensionistas, estos
comisionados mantendrán en jaque a las jerarquías sindicales y las fuerzas de orden, por cuanto desempeñaban
una gran actividad pública de reivindicación que venía a suplantar de facto las atribuciones de la Organización
Sindical. Las Comisiones de Despedidos y Pensionistas en García Piñeiro, Ramón y Erice Sebares, Francisco,
“La reconstrucción de la nueva vanguardia obrera y las comisiones de Asturias (1958/1977), en RUIZ, David
(dir.), Historia de Comisiones Obreras (1958/1988), Madrid, Siglo XXI, 1994, pp. 141-165.

702
Fruto de las presiones, se obtuvo de la OSE una subvención para los enfermos de
silicosis despedidos y para los mayores de 45 años quienes, debido a su estado de salud, no
eran admitidos en ningún centro de trabajo y en julio de 1965 una comisión de silicóticos es
recibida por el Ministro Secretario General del Movimiento de quien arrancan la promesa de
promover una nueva legislación sobre silicosis26. Ello venía precedido de una incesante
campaña de agitación donde la dignidad de los enfermos, la tensa situación creada con los
despidos y las exigencias económicas, en un contexto de crisis profunda del sector, habían
desembocado en el asalto a la comisaría de Mieres27. En los meses que siguieron a la visita
del Ministro a Asturias, la Comisión, lejos de permanecer a la expectativa de unas promesas
que ya habían escuchado muchas veces, mantuvo constantes encuentros y junto a la Comisión
de Despedidos, formada a raíz de la huelga de 1964, participó en la gestión de un fondo de
solidaridad tendente a paliar las necesidades de los afectados por despido o enfermedad28.
Fieles a unos principios que tenían en la ayuda económica su más básica expresión,
promovieron colectas y no bien confirmaron que se habían iniciado los primeros estudios para
una modificación de la Reglamentación sobre silicosis, se personaron en las delegaciones
locales y comarcales solicitando la autorización para celebrar reuniones y discutir los
problemas más acuciantes, mientras de forma paralela las comisiones formadas en los pozos

26
“Informe sobre actividades de mineros despedidos, 26 de octubre de 1965” Fondo AISS, c.17075, AHA.
“Miembros de la comisión para visitar al Ministro”, julio de 1965, Fondo Gobierno Civil, Sección Orden
Público, c.22626, AHA. Entre las medidas reclamadas al Ministro Secretario General del Movimiento se
recogen , entre otras, las siguientes demandas: la equiparación de los silicóticos en primer grado con
intercurrencia a silicóticos de 2º grado, la creación de un centro de formación profesional, reducción al mínimo
del índice de peligrosidad, consideración de antigüedad en el promedio a percibir, respeto escrupuloso de los
periodos de observación manteniéndose mientras tanto el 75% del promedio, escrupulosidad en los
reconocimientos médicos, exigiéndose que en el tribunal médico haya uno designado por la comisión de
silicóticos, representación obrera auténtica y que los promedios de los silicóticos en 1º grado sean revalorizados
anualmente o cuando el promedio de los de su categoría vaya en aumento, en “Propuesta informe de los
silicóticos en 1º grado al Ministro Secretario General del Movimiento”, Fondo Gobierno Civil, Sección Orden
Público, c. 22626, AHA.
27
El día 12 de marzo de 1965 está planeada una gran manifestación para llamar la atención de las autoridades
estatales sobre el problema de los despidos y de la silicosis. Gran parte de la población de Mieres se encuentra
en las inmediaciones de la casa sindical a la hora convenida, hay también gente de otros lugares de Asturias
como Gijón o Langreo. La fuerza pública comienza a movilizarse y las personas concentradas reaccionan
intentando acceder a las dependencias sindicales. Al producirse la primera detención los ánimos se crispan aún
más y esta vez la muchedumbre se dirige a la Comisaría de Mieres. En el trayecto recaban la solidaridad de los
estudiantes de minas, produciéndose el primer enfrentamiento violento entre policía armada y la multitud
concentrada que se saldará con numerosos detenidos y heridos de diversa consideración. Es la primera vez,
después de la Guerra Civil, que los mineros recurren de forma colectiva al uso de la violencia y lo hacen
dirigiéndose hacia la Casa Sindical y la Comisaría, los espacios que simbolizan el control de los trabajadores y
la represión, en Gomez Fouz, José Ramón, Clandestinos, Oviedo, Pentalfa, 1999, pp. 98-104.
28
“Colecta para sufragar gastos de reclamaciones de silicóticos”, 20 de julio de 1965. “Actividades de
directivos de una supuesta hermandad”, SIGC, 241 Comandancia de la Guardia Civil, Fondo Gobierno Civil,
Sección Orden Público, c. 22626, AHA.

703
recogían el sentir de los trabajadores29. La dinámica de actuación de las comisiones de
obreros, venía a suplantar de facto las competencias de la OSE, celebrándose concurridas
asambleas en diciembre de 1965, sin que las trabas impuestas por los delegados sindicales y
las constantes citaciones en comisaría de los principales promotores frenasen la capacidad de
movilización y amedrentara a los comisionados firmemente secundados por cientos de
silicóticos30.
Esta ofensiva, más que el conflicto abierto, molestaba al Régimen de forma tal que al
socaire de las gestiones realizadas para que una comisión de mineros silicóticos fuera recibida
en Madrid, se intentó neutralizar a los miembros más activos de la Comisión designando a
unos representantes que no contaban con el beneplácito de los trabajadores31. A pesar de las
cautelas los comisionados plantearon las reivindicaciones elaboradas por la Comisión
Provincial32. De la reunión celebrada en marzo del 66 la prensa dio cuenta alabando el trabajo
de sistematización realizado, aunque ello no fue óbice para que apenas un mes tarde cientos
de silicóticos manifestaran su reprobación en una multitudinaria manifestación celebrada en
las proximidades del campo de fútbol de Moreda, o incluso se encerrasen durante 24 horas en
33
las dependencias sindicales . Aunque las propuestas más radicales fueron rechazadas, la

29
El 30 de junio de 1965, José María Velasco Castro, miembro de la Comisión, se persona junto a mineros
enfermos de Turón, Mieres, Sotrondio, Nueva, Pumarabule y Mosquitera ante las dependencias de la
Delegación de Trabajo para formalizar una entrevista con José Solís, Secretario General del Movimiento, en
“Acta de declaración de José María Velasco Castro”, 4 de julio de 1965, Fondo Gobierno Civil, Sección Orden
Público, c. 22626, AHA.
30
“Reunión en Moreda de Silicóticos”, 25 de diciembre de 1965, Dirección General de Seguridad, Fondo
Gobierno Civil, Sección Orden Público, c.22626, AHA. La reunión en Mieres celebrada el 8 de diciembre de
1965 en documentación personal facilitada por José Rodríguez “Marchena”. “Acuerdos alcanzados por 250
silicóticos reunidos en la casa sindical de Moreda, que se suma a las propuestas aprobadas en Mieres, ante la
presencia de los presidentes de las Juntas Sociales de Mieres y Moreda el día 25 de diciembre de 1965” en
documentación personal cedida por José Rodríguez “Marchena”.
31
A la reunión celebrada el 23 de marzo de 1966 acudieron, junto al Presidente de la Sección Social, Noel
Zapico, y el Delegado Provincial, Martínez Galán, una comisión de 23 mineros silicóticos y los presidentes de
las Secciones Sociales del Combustible de Moreda, Mieres, El Entrego, Laviana así como otros representantes
de Sama, La Felguera y Sotrondio. La comisión designada por Moreda, finalmente no acudió debido a la
negativa de las autoridades a reconocer como comisionado a “Marchena”. Las denuncias recogidas por mineros
en relación a la escasa representatividad de algunos comisionados se ejemplifican en los nombrados para
representar los intereses de los mineros de Langreo toda vez que entre los designados para ir a Madrid, sólo tres
eran representativos y contaban con el respaldo de los trabajadores, insistiéndose en que, al igual que ya había
ocurrido en 1964, la Organización Sindical había abortado una acción trascendental para los obreros, en Fondo
AISS, c. 17075, AHA. Entrevista a José Rodríguez “Marchena”.
32
Los principales objetivos en “Peticiones elevadas al Ministro por los silicóticos asturianos”, documentación
personal facilitada por José Rodríguez “Marchena” y “Asturias, Boletín de Información de la Delegación
Provincial de Sindicatos, 1966”
33
La Comisión de Silicóticos pretende comentar las conclusiones alcanzadas en Madrid y contrastarlas con las
propuestas aprobadas en diciembre de 1965 por la Comisión, sin embargo ante la gran afluencia de personas,
entre setecientos y novecientos mineros, y prohibido el acceso a las dependencias sindicales, acaban
concentrándose en la explanada próxima al campo de fútbol de Moreda, donde numerosos comisionados son
detenidos. La concentración celebrada el 3 de abril de 1966 no fue el único acto de descontento toda vez que

704
orden del 29 de septiembre de 1966 se hizo eco de las principales peticiones desactivando
parcialmente uno de los colectivos de resistencia laboral más estable y activo34.
Aunque con esta medida se atendían demandas reclamadas durante años y ello
conllevó la relajación de las enérgicas posturas que la Comisión había defendido con
anterioridad, ello no supuso el cese del malestar35. Bien porque la patronal se mostraba reacia
a aplicar una normativa que le resultaba costosa, bien porque la ambigüedad en algunos
puntos de la misma ofrecía diferentes lecturas, el descontento y sobre todo el temor
mantuvieron a lo largo del año 67 la llama encendida, haciendo un último acto de fuerza en
Mieres al reunirse unos doscientos despedidos, silicóticos y pensionistas exigiendo se
solucionasen de forma definitiva los problemas de estos colectivos36.
La creación de HUNOSA y la integración en la empresa estatal de los centros
extractivos marcó el inicio de un período donde, anulada la presión patronal, la normativa
legal podía ser aplicada. El Régimen había elegido comprar paz social y aunque el porcentaje
de enfermos silicóticos siguió siendo elevado, al menos se contaba con una legislación que
reconocía derechos y anteponía, a costa de cuantiosas inversiones, la prevención. Todo ello no
era sino fruto de años de luchas y constancia en las reivindicaciones. Las sustanciales mejoras
conseguidas en el año 1966, con no cumplir las expectativas, representaban un éxito notorio

apenas unos días después, se presentan ante las dependencias sindicales en Oviedo, en documentación personal
facilitada por José Rodríguez “Marchena”. El encierro de los silicóticos en Moreda en La Nueva España y
Región, 29 y 30 de abril de 1966.
34
Entre los motivos de descontento se señalan que en las conclusiones alcanzadas en Madrid no están
recogidas las aspiraciones fundamentales para la solución del problema pues el planteamiento y discusión de
las propuestas no debió radicar en reivindicaciones sino en soluciones factibles y que pese a las buenas
intenciones de las normas jurídicas dictadas se chocaba constantemente con los argumentos recurrentemente
utilizados por la patronal, como la descapitalización, la falta de utillaje o la racionalización de los trabajos,
presentándose al obrero como causante de todos los problemas y justificando así los defectos estructurales del
sector, en “Escrito elevado por la Comisión al Delegado Provincial de Sindicatos”, 15 de abril de 1966,
documentación personal facilitada por José Rodríguez “Marchena”.
35
Tras la entrada en vigor de la orden de 29 de septiembre de 1966, algunos de los principales puntos de la
normativa encontraron cierto rechazo o cuando menos dificultades para su aplicación. Uno de los extremos más
conflictivos radicaba en computar, una vez declarado el minero silicótico en primer grado, desde cuando las
mejoras comenzaban a aplicarse, si desde la entrada en vigor de la normativa o bien con carácter retroactivo no
bien el enfermo fuese declarado como tal. Los dos años establecidos para eliminar de los puestos de arranque a
los silicóticos de primer grado presuponían que en 1968 ya no habría enfermos trabajando en el interior; ahora
bien, ello redundaba negativamente para aquellos mineros que declarados silicóticos con anterioridad a 1966,
habrían de permanecer en el interior más del doble que los compañeros que se acogieran a la reforma de la
normativa. En la misma medida, la salida al exterior de los trabajadores más experimentados pasados dos años
desde su declaración como silicóticos de primer grado dejaba en una delicada situación a los empresarios que
se encontraban sin mineros y sin suficientes puntos compatibles en el exterior en “Actas de reunión de la Junta
Social del Sindicato Provincial del Combustible”, año 1967.Fondo AISS, libro 1116. “Memoria de actividades
del Sindicato Provincial del Combustible del año 1967”, Fondo AISS, c.19083 AHA.
36
“Nota informativa sobre la reunión de despedidos, pensionistas y silicóticos en Mieres”, 4/1/1967, Fondo
AISS, c. 17075 AHA.

705
en lo que a reconocimientos médicos, medidas profilácticas y retribuciones económicas se
refiere, éxitos que intentó arrogarse, con escaso éxito, la OSE.

706
DEFINICIÓN POLÍTICA INTERNA
DEL PARTIDO SOCIALISTA.
DISCIPLINA Y EDUCACIÓN
DEL PROLETARIADO COMO
INSTRUMENTOS POLÍTICOS PARA
LA CONSOLIDACIÓN Y CONSECUCIÓN
DEL PODER: 1930-1931
Mª Cruz Galindo López
Historiadora

A finales de la Dictadura de Primo de Rivera, el panorama político español dejaba


traslucir, no sólo la proximidad del fin de dicho Régimen sino el de la misma Monarquía. Para el
Partido Socialista se presentaba la oportunidad única de intentar alcanzar el poder y, de esta
forma, poder desarrollar su programa socialista. Dirigentes del Partido, bases, sindicato, prensa
afín… se movilizaron para estar preparados si un posible Régimen Republicano les brindaba esta
oportunidad.
Pero la clave principal que el PSOE tuvo en estos años para lanzarse de lleno en busca de
dicha victoria política fue la clase trabajadora. Ella parecía ser la única esperanza posible para un
partido todavía esencialmente obrero en estas fechas. El Socialista exhortaba una y otra vez a la
necesidad de que los trabajadores tomasen una postura política definida. Para ello, bien a través
de comunicados oficiales del partido, bien a través de las declaraciones de los mismos dirigentes,
se incidía en tres aspectos fundamentales: cómo las Juventudes Socialistas eran órgano clave
para propagar la necesidad de afiliación de los obreros al PSOE y a la UGT, lo decisivo de la
disciplina y fidelidad a las entidades socialistas para conseguir unos óptimos resultados
electorales, y por último, que el pueblo debía de terminar con el sistema existente a través del
ejercicio de sus derechos en las urnas.
El trabajador, imbuido de la doctrina socialista, debía romper las tradicionales estructuras
establecidas por una burguesía conservadora, iniciando un proceso político de transición que
culminaría en un nuevo orden económico y social. Según señaló Araquistáin una vez ganadas las
elecciones del 12 de abril: "Por primera vez en España y en el mundo un pueblo realiza una
revolución en las urnas, votando contra la forma de Gobierno y anteponiendo el derecho al

707
hecho revolucionario, caso único en la historia de las grandes revoluciones"1.
Sin embargo, frente a los buenos augurios que el panorama político parecía prometer, el
camino que debía recorrer el Partido Socialista no estaba exento de ciertas dificultades. Varios
parecían ser los temores. De una parte, verse sobrepasados en número en sus distintos
organismos: dentro de las mismas filas socialistas había cierto miedo a que en un momento
político tan propicio para el PSOE se produjese una afluencia masiva de personas que requiriesen
la afiliación, bien al partido, bien al sindicato con carácter ocasional. Que ante la presencia de la
importante afluencia de afiliados, la estructura del partido y la UGT no fuese capaz de dar cabida
y solución a las nuevas necesidades y problemas que se planteasen; y por último, y
probablemente lo más importante de todo, el PSOE temía configurarse artificialmente y sin base
sólida en un momento de expansión numérica, lo que podría originar una llegada al poder
cuando todavía no estuviesen verdaderamente consolidados, provocándose una estrepitosa caída
y un daño irreparable al partido2.
El ya mencionado gran miedo de los intelectuales y dirigentes del partido era que el
número de afiliados y sus principios poco consolidados desvirtuara los objetivos a alcanzar por el
PSOE. Desvirtuación que ellos creían provendría principalmente de opciones políticas y
sindicales tradicionalmente enfrentadas al partido y que moverían a los trabajadores con
exigencias y deseos de resultados inmediatos y brillantes que no podrían obtenerse a corto
plazo3. Luis Araquistáin se refirió en una ocasión a tres elementos perturbadores del panorama
socialista "... fuerzas centrífugas, latentes en toda agrupación política, (que) se complican con el
ambiente mesiánico o caudillista... No hay que olvidar que el Partido Socialista Español se ha
nutrido de masas procedentes, unas del anarquismo y, otras del republicanismo, (...), dos
procedencias reacias a las normas de disciplina democrática propia del Socialismo"4.

1
Araquistain, Luis, "La urna de Pandora", El Socialista, 14 de abril de 1931. Artículo tremendamente
interesante en el que el autor hace un acertado análisis de la significación de las elecciones y del valor de su
resultado: se producía un cambio de Régimen a través de unos Comicios Municipales.
2
Como señalaré posteriormente, uno de los grandes debates internos que se originaron entre los distintos
miembros del PSOE (y muy especialmente entre sus intelectuales como minoría dirigente), fue sobre la
conveniencia o no de que el Partido Socialista entrase a formar Gobierno. Las divisiones se produjeron entre
aquellos que creían que una fuerte oposición sería la mejor forma de llegar a un futuro Gobierno Socialista
mayoritario, y los que pensaban que el PSOE debía participar activamente desde el primer momento.
3
En 1930 los intelectuales del Partido Socialista no dudaban en referirse a que un cambio de régimen no era la
"panacea" para España, que había una gran labor que realizar y muy especialmente para el PSOE que, una vez
conseguida la democracia, buscaría "una democracia socialista. Y tenemos entonces dos labores. Sostener la
democracia política e ir realizando la ordenación socialista de la economía", De Los Rios, Fernando,
"Fernando de los Ríos pronuncia un magnífico discurso", El Socialista, 2-VI-1931. Uno de los grandes errores
que llevó al desastre a la II República, y que la bibliografía actual coincide en señalar, fue la exigencia de la
población de unos resultados inmediatos.
4
Araquistain, Luis, "Anécdota y principio", El Socialista, 6-IV-1930. Es curiosa la alusión al republicanismo
como fuerza política no afín al Socialismo en un momento en que el posible pacto con dicha opción quedaba

708
Si el republicanismo aparece citado en este momento como enemigo potencial del PSOE,
los sindicatos y organizaciones que en 1930 eran identificados como el mayor peligro de
desintegración del partido fueron los anarquistas y comunistas, para los que los intelectuales no
escamotearon duros términos descalificadores. Las acusaciones que se vertían sobre ellos eran su
carencia de objetivos (al menos políticos) y/o sus métodos.
La enemistad con el Partido Comunista provenía de su pasado común: socialistas y
comunistas se apropiaban las doctrinas de Marx tratando de ser cada uno el partido que las
llevase a cabo. Cordero fue quien denunció una posible amenaza burguesa, pero también la
comunista. En uno de sus artículos consideraba acerca del Socialismo que, "en cuanto a las
soluciones prácticas en beneficio del proletariado, nadie irá más lejos que nosotros...
Corresponde al Partido Socialista evitar los males de una táctica de apariencia radical..."5.
Según Luis Araquistáin y otros intelectuales del momento, el comunismo caía en graves utopías
que no serían fáciles de realizar sin la existencia de elementos de los que evidentemente carecía:
conductores eficaces, una masa de seguidores fieles y numerosa, y un Estado poco dado a las
transformaciones políticas y sociales.
Los métodos anarquistas y comunistas fueron objeto de duras condenas porque eran el
peligro más inmediato para la "población" socialista. Julián Zugazagoitia, Manuel Cordero, Luis
Araquistáin, o Fernando de los Ríos, señalaron la violencia y la protesta desorganizada como
medios principales de movilización de los trabajadores que debilitaban al PSOE y la UGT (sobre
todo esta última era objetivo prioritario de dichas organizaciones): "Carecen de educación y de
fina sensibilidad para una actuación serena, sensata y ecuánime. Ellos son revolucionarios y
confunden el vocablo revolución con el de perturbación... Van a interrumpir a los oradores
socialistas y a procurar desorientar y desbaratar las organizaciones que pertenecen a la Unión
General de Trabajadores"6.
Fueron principalmente los intelectuales, desde las tribunas que tuvieron a su alcance para
llegar a los diferentes sectores de la población, los que mayor hincapié hicieron siempre en la
necesidad de perfilar claramente la línea del Partido Socialista: eran conscientes de que de la
pureza de la organización dependía su fuerza; de que, según Zugazagoitia, "Hay que formar un

todavía como uno de los grandes temas pendientes.


5
Cordero, Manuel, "¡Alerta Socialistas!", El Socialista, 27-VI-1931.
6
Cordero, Manuel, "¡Socialista a defenderse!", El Socialista, 8 de julio de 1930. La lucha de los socialistas
contra el anarquismo y el comunismo fue una constante, no sólo en la fase preelectoral donde la lucha por la
captación de votos podría haberlo hecho comprensible, sino también una vez el PSOE participaba ya en el
Gobierno. Para Manuel Cordero, al igual que para Saborit, el peligro que suponían estas organizaciones se hizo
presente en numerosos artículos de tono exaltado y premonitorio. En 1932, en la obra Los socialistas y la
revolución, Cordero exponía una vez más la necesidad del pueblo de actuar siempre bajos los dictados del
PSOE y la UGT. ( CORDERO, Manuel: Los socialistas y la revolución, Madrid, Ed. Torrent, 1932)

709
grupo suficientemente fuerte para que, cuando se vuelva a iniciar otro 15 de diciembre, no haya
que venir aquí después a pedir... amnistía, y que en todo caso tengamos que pedírsela nosotros
porque el movimiento haya triunfado"7; de que el trabajador debía optar por la "solución"
socialista pero siendo conocedor de lo que esto representaba; de que era, según Manuel Cordero,
"...necesario huir de esas manifestaciones esporádicas y parciales que dan placer al sentimiento,
pero que no tienen la eficacia de la acción. Es necesario que todos los trabajadores procuren
agruparse en las sociedades de su oficio e ingresen en las filas del Partido Socialista para
impulsar la obra revolucionaria presente y futura"8.
La lucha contra comunistas, anarquistas, e incluso llegó a considerarse a los mismos
republicanos, pasaba por la definición clara y rotunda del ideario socialista. Durante el año y los
meses anteriores al 12 de abril de 1931 el PSOE necesitó ir definiendo de forma cada vez más
precisa y excluyente sus principios básicos para, de esta forma, atraerse a los sectores de
población más favorables ideológicamente. A medida que las elecciones se aproximaban y que la
victoria socialista se hacía efectiva, el partido, y con él los intelectuales, se definirían en aspectos
concretos del momento político: colaboración con los republicanos, participación/abstención en
las elecciones, continuación o no en el Gobierno...
Durante el período previo a las elecciones de 1931, El Socialista recogió numerosas
reflexiones acerca de la naturaleza y planteamientos fundamentales del PSOE. Fue posiblemente
Besteiro (junto con Pablo Iglesias anteriormente) el que en mayor número de ocasiones hizo
referencia a aspectos puramente doctrinales y teóricos de la ideología socialista,
independientemente de los problemas puntuales que estuviesen produciéndose en ese momento.
Para uno de los más puros socialistas del partido, continuador del liderazgo que en su día detentó
Pablo Iglesias, los puntos claves que destacaba eran: la necesidad de mantener la pureza doctrinal
y la lucha de clases como una de las reivindicaciones prioritarias del partido.
Para Julián Besteiro, tanto el momento político que acababa de abandonarse (la Dictadura
de Primo de Rivera) como la nueva euforia que la evidencia del fin de la Monarquía traía al
ánimo de los partidos y los españoles, eran igualmente peligrosos a la hora de originar la
desvirtuación de la línea política que hasta entonces había seguido el Socialismo español.
Besteiro proponía como solución rotunda "...la necesidad de conservar los principios del
Socialismo científico como garantía de acierto en nuestra actuación.

7
Zugazagoitia, Julián, "En la Casa del Pueblo se celebró un grandioso mitin para reclamar la libertad de todos
los presos políticos y sociales", El Socialista, 24-III-1931. El día 15 de diciembre al que Julián Zugazagoitia
hace referencia en su discurso correspondería a la fecha del "Levantamiento de Jaca", para cuyos presos se
pedía en este mitin la amnistía.
8
Cordero, Manuel, op. cita. Ambos intelectuales participaron en el mismo mitin del día 24 de marzo.

710
Fueron esos principios los que constituyeron el contenido ideológico de la propaganda
realizada por Pablo Iglesias y por el grupo poco numeroso de camaradas que le acompañaron
primeramente en el trabajo de agrupar a los obreros... y más tarde en la tarea de fundar y
consolidar el Partido Socialista Obrero Español"9.
Una de las actuaciones cumbres de Julián Besteiro en la teorización de los principios del
Socialismo con el objetivo de formar a los miembros del Partido fue recogida por El Socialista:
la conferencia "Filosofía y Socialismo" pronunciada en la Universidad Complutense de Madrid.
Como buen catedrático de Lógica que era, Besteiro analizó la importancia que la
fundamentación Filosófica tenía en el Socialismo: frente al peligro de la preeminencia de
disciplinas prácticas como la Economía y el Derecho, la Filosofía aparecía como la base
configuradora de la estructura primaria y fundamental del pensamiento socialista; la que elevaba,
orientaba y daba sentido a la acción política, económica, social, y jurídica del PSOE: "La
Filosofía sirve para dar estímulo y calor, para ayudarnos a descubrir nuevos horizontes...
constructora de ideas, andamiaje de la ciencia, alas del espíritu, adorno de la vida..."10. Besteiro
reivindicaba una vez más la preparación, fidelidad y disciplina de los miembros del partido a los
principios más elementales de éste.
Pero no debemos de olvidar que la realidad era muy distinta dentro del partido. La gran
afluencia de los intelectuales en los últimos tiempos, la libertad política hacia la que se estaba
avanzando y las nuevas dificultades que se presentaban agudizaban enormemente las diferentes
tendencias dentro del PSOE. Besteiro no dudaba en apelar a la necesidad de "discutir" como
medio para aclarar posiciones, para asentar esos principios que él consideraba básicos: los
Congresos, prohibidos desde 1923, eran un buen medio para ello11. En 1933, en el prólogo a El
programa de Efurt, Besteiro señalaba: "El día en que en un Partido Socialista se cegaran las
fuentes de la crítica, de la crítica de sus propias ideas y de sus propias actuaciones, tanto como
de la crítica de los hechos y de los principios de los adversarios, ese día el Partido habría

9
Besteiro, Julián, "Hacia la libertad y la democracia", El Socialista, 6-IV-1930.
10
Besteiro, Julián, "Conferencia de Julián Besteiro sobre Filosofía y Socialismo", El Socialista, 17-V-1931.
Posiblemente sea ésta una de las conferencias más importantes recogidas por el diario socialista en el período
1930-31 acerca de aspectos filosóficos del Socialismo. Besteiro señaló la importancia de tener una base teórica
sólida como medio para poder llevar a cabo una fuerte y precisa acción política. Para ello, y ante una audiencia
principalmente universitaria, hizo un recorrido desde los orígenes del Socialismo con Saint-Simon, Owen y
Benthan pasando por las diferentes ramificaciones en América y Europa hasta la situación del Socialismo en
España en ese mismo momento.
11
El 31 de diciembre de 1930 El Socialista recogía un artículo de Besteiro titulado significativamente "Hace
mucha falta discutir", donde se señalaba que la discusión debía ser utilizada como medio de educación al
obrero en los sindicatos, Casa del Pueblo... Era el único instrumento que prevenía al Partido Socialista de
posibles enfermedades y debía ejercerse libremente, algo que la Dictadura de 1923 había impedido.

711
perdido su propio carácter y se habría convertido en una secta de apasionados doctrinarios"12.
Los principios fundamentales a los que se refiere Besteiro eran de marcado corte
marxista. Él mismo señaló: "…de ese marxismo de Marx yo soy marxista"13, pero en ese
momento su discurso general sobre el PSOE no difería de forma radical del realizado por otros
intelectuales como Cordero, Saborit, Llopis o Araquistáin, por citar algunos de ellos. No me
atrevo, sin embargo, a incluir a Fernando de los Ríos, hombre de talante mucho más liberal que
chocó desde el primer momento con la férrea disciplina del partido y que, según Virgilio
Zapatero, quiso reformar al PSOE desde dentro14.
En general, los intelectuales socialistas proclamaban el republicanismo del partido, o al
menos, su radical oposición al régimen monárquico; su enfrentamiento con la burguesía como
clase social y política de la que en este momento más que nunca pretendían separarse o
diferenciarse para atraerse a los trabajadores aplicando fielmente su conciencia de partido de
clase ("...hablarles de nuestros ideales socialistas, de nuestro concepto de la democracia y de la
libertad, diferenciándolo del burgués, hasta del republicano burgués..."15); su proyecto de
régimen democrático previo a un futuro régimen socialista que nunca terminó de quedar
perfectamente matizado en estos años si sería desarrollado "dentro de" o "independientemente
de" dicha democracia. Y por último, uno de los conceptos a los que mayor referencia se hizo
siempre: el Partido Socialista en 1930 y 1931 mantenía como principio clave, y posiblemente
como uno de los mejor definidos frente a las ambigüedades que se originaron en otros términos
ante las dificultades políticas del momento, el de ser un partido de clase. Llopis señalaba que
"...nosotros somos un partido de clase... lo más esencial de nuestro programa, y de nuestro
ideario... (es) que no exista más que una clase trabajadora, productora"16. Saborit, en un mitin
socialista a finales del año 30, proclamaba que "...somos un partido de clase, la expresión
política de la clase trabajadora, y tenemos que impedir que se desorganice el movimiento
obrero..."17, y Cordero reivindicaba frente a la debilidad del Socialismo en Cataluña que "El

12
Saborit, Andrés: El pensamiento político de Julián Besteiro, Barcelona, Ed. Seminarios y Ediciones, 1974, pág.
43 (Prólogo de Emiliano M. Aguilera). El texto citado está tomado del prólogo realizado por Julián Besteiro a El
programa de Efurt de Carlos Kautsky.
13
Saborit, Andrés, ibidem.
14
A pesar de los grandes esfuerzos de Fernando de los Ríos por seguir las directrices oficiales del Partido
Socialista, no puede dejar de apreciarse un fuerte individualismo en su pensamiento que, alguna que otra vez,
tuvo su proyección en acciones de minoritaria aprobación socialista. De ahí que aunque él también señale en
este momento la necesidad de realizar la revolución, impulsar al proletariado como grupo social clave, etc., las
diferencias manifiestas con buena parte de los intelectuales de este estudio me impidan incluirlo dentro de esta
referencia.
15
Cordero, Manuel, "Primero el contenido, luego el objetivo. Socialistas antes que republicanos", El Socialista,
17-X-1930.
16
Llopis, Rodolfo, "El acto fue una solemne afirmación de fe socialista", El Socialista, 23–XI-1930.
17
Saborit, Andrés, "El acto fue una solemne afirmación de fe socialista", El Socialista, 23-XI-1930.

712
Socialismo es el ideal que mueve e impulsa las masas obreras del mundo entero"18.
Ser un partido de clase significaba para el PSOE tener una base mayoritariamente
trabajadora, obrera, por la que reivindicaban, principalmente, toda una serie de reformas sociales
y políticas que terminarían con el fin de la existencia de las clases sociales. El único medio para
poder conseguirlo era, según los socialistas, a través de mantener viva la conciencia de clase en
los trabajadores gracias a la agrupación obrera en las principales instituciones: en el PSOE y
UGT.
Fue Besteiro uno de los que más abogó por la defensa del proletariado e incidió en su
importancia determinante, no sólo como elemento clave para el progreso del Partido Socialista,
sino como sector decisivo a la hora de traer la II República y realizar la revolución socialista. De
ahí su constante defensa por mantener la pureza de las bases sociales del PSOE, consistentes,
según Saborit, en grupos principalmente provenientes del taller, del pueblo o del sindicato. Pero
si la UGT era para Besteiro el elemento clave para mantener la pureza social e ideológica del
partido, los intelectuales desempeñaban un papel secundario, a su modo de ver y a pesar de su
misma condición de intelectual. Sus argumentos son claros: "El alma del Socialismo no es el
alma de la Universidad, es el alma del taller"19.
Otra de las claves para conseguir una afiliación y una actuación firme y constante la
estableció el PSOE siempre en la disciplina, pero mucho más en momentos como el que estoy
analizando. Buena parte de los intelectuales apelaron a la obediencia como arma eficaz. Saborit
fue posiblemente uno de los que en los años 1930-31 remarcó con mayor énfasis la necesidad de
comprometerse fielmente, tanto con la UGT como con el PSOE, y acatar sin ningún tipo de
objeción su disciplina. Son numerosos sus discursos exhortando a la urgencia de asegurar a las
masas en el aprendizaje y cumplimiento de los objetivos del programa socialista para que, una
vez en el poder, pudieran ser defendidos y llevados a cabo. Para este gran sindicalista, la UGT
debía ser el centro principal de educación de la masa.
Por último, junto con la definición de principios del partido y la disciplina, otro de los
medios más eficaces a que los intelectuales y miembros del Partido en general apelaron fue la
educación, bien a través de la UGT (opción defendida por hombres como Cordero o
Zugazagoitia como medio de lucha y educación), bien a través de las Juventudes Socialistas a las
que Rodolfo Llopis o Fernando de los Ríos (ambos educados o con importantes contactos con la
ILE de la que recogían un nuevo concepto de formación y preparación cultural y humana)

18
Cordero, Manuel, "Primero el contenido, luego el objetivo. Socialistas antes que republicanos", El Socialista,
17-X-1930.
19
Saborit, Andrés, op. cita, pág. 31.

713
apelaban como fuente de configuración de las nuevas bases del partido, a la vez que como medio
de unión con los sectores más deprimidos de la población que eran miembros reales o
potenciales del PSOE. Si el 1 de enero de 1930 Rodolfo Llopis daba una conferencia en la Casa
del Pueblo titulada significativamente "La juventud como aprendizaje", en donde señalaba que
los jóvenes que ingresaban y se formaban en las Juventudes Socialistas eran la clave para la
lucha contra el nacionalismo y la Dictadura, un año más tarde, Fernando de los Ríos les pedía a
estos mismos jóvenes la intervención en la política y que salieran "...por las provincias de
España a decir lo que es Socialismo y emoción socialista, y es preciso crear conciencia"20.
No hay que olvidar que durante los años 1930-31 (así como antes y después de esta
fecha) la educación fue esgrimida como reivindicación de uno de los derechos fundamentales de
cualquier individuo. La desastrosa situación social y económica en que se encontraba España, y
con ella las de las clases menos privilegiadas, fue duramente denunciada por los intelectuales
socialistas. La educación era considerada a la vez como causa y consecuencia de esa situación.
Causa porque, en un país donde a pesar de los esfuerzos el nivel de analfabetismo continuaba
siendo verdaderamente elevado, era lógico que la situación política y social se encontrase
estancada y deprimida. Manuel Cordero analizaba crudamente como en España "...las fuerzas
del Régimen se han pasado la vida embruteciendo el alma nacional. Ha habido dinero para todo
menos para la enseñanza; se trata mejor a los policías y a la Guardia Civil que al profesor, que
ha de forjar la conciencia futura del pueblo español. Es necesario advertir todo esto porque
creemos que la nación necesita una profunda reacción transformadora"21.
La consecuencia que la profunda crisis que vivía España a finales del Reinado de Alfonso
XIII tuvo sobre la educación fue la marginación de los grupos sociales más deprimidos de lo que
era un derecho social. El Estado era incapaz de cubrir la demanda justa que toda nación hacía en
materia educacional, pero sin embargo los sectores sociales verdaderamente afectados eran los
mismos que sufrían la marginación de la vida política activa y las graves consecuencias
económicas. De esta forma, el PSOE convirtió la educación en materia de reivindicación social,
clasista y más concretamente proletaria. Frente a que "...no hay solución ministerial al problema
de la cultura, lo mismo debe pasar a la clase obrera con la cuestión social... el régimen nuestro
es aquél en que el pueblo dejara de sufrir hambre y necesidades materiales y espirituales,
transformando de raíz la sociedad burguesa"22. La educación de la clase proletaria era
considerada por Besteiro como elemento fundamental para que el proletariado pudiera acceder a

20
De Los Rios, Fernando, "Fernando de los Ríos pronuncia un magnífico discurso", El Socialista, 2-VI-1931.
21
Cordero, Manuel, "Los mítines del Domingo en el Teatro Fuencarral", El Socialista, 16-IX-1930.
22
Ovejero, Andrés, "Pronunciaron interesantes discursos Regina García, Manuel Cordero, y Andrés Ovejero",
El Socialista, 12-IX-1930.

714
los distintos organismos de poder y conseguir el triunfo socialista.
Este objetivo era compartido por la mayoría de los intelectuales del partido, conscientes
de la necesidad de tener unos cuadros de inteligencia capaces de dar a los grupos proletarios una
preparación cultural que les permitiera acceder a los diferentes ámbitos de la vida política y
social de la España del momento. Nos encontramos pues, ante uno de los temas de mayor interés
y preocupación entre aquellos intelectuales que de forma numerosa habían accedido al Partido
Socialista en los primeros años del siglo XX con unos claros objetivos de reforma interior: la
educación de la clase trabajadora. Dicho objetivo ya se estaba perfilando en este momento a gran
escala entre las bases socialistas que proyectaban la reforma de la enseñanza que sería aplicada
durante la II República, y cuyo objetivo principal era la ampliación de la cultura
institucionalizada a grupos sociales tradicionalmente desfavorecidos.
En general, todos los intelectuales socialistas del momento aludían de una u otra forma a
la necesidad de culturizar al proletariado como medio para conseguir el triunfo del cambio
político y del nuevo régimen republicano que debía ser instaurado. La misma participación en
mítines, conferencias organizadas en instituciones próximas a los trabajadores o las
publicaciones periodísticas, fueron parte decisiva a la hora de colaborar en la formación de la
principal base constitutiva del Partido Socialista. Pero fueron figuras como Rodolfo Llopis,
Fernando de los Ríos, Manuel Cordero o Jiménez de Asúa, los que de una forma constante
trataron el tema en profundidad, concediéndole gran relevancia. La ILE, el Krausismo y las
nuevas influencias pedagógicas y psicológicas del momento estuvieron presentes en cada uno de
estos intelectuales y en su nuevo proyecto social y educativo. Más adelante, durante el primer
bienio republicano, el Partido Socialista definió de forma explícita su proyecto educativo
particular, pero en este momento (año 1930) los socialistas se limitaban a proyectar sus teorías
generales sobre la educación, su necesidad y sus consecuencias.
Únicamente Luis Araquistáin aparece en oposición radical a la hora de valorar como
positiva la labor de las élites culturales dentro del Partido Socialista. Según manifestaba en un
artículo en la revista "Leviatán": "El Socialismo en España debe muy poco a los intelectuales
indígenas... unos se acercaban meteóricamente a él y luego desaparecen de su órbita,
vilipendiando más tarde a los que habían sido sus compañeros de ruta... Otros intelectuales no
son tan efímeros en el Socialismo español, pero tampoco aportan nada, o muy poco, a su teoría.
Creen que por proceder de la burguesía, ser catedráticos, abogados o cualquier otra profesión
de las llamadas liberales, nada tienen que hacer en el Partido Socialista más que dejarse
admirar y encumbrar de la clase obrera por sus simples títulos académicos... Durante muchos
años ha habido una especie de fetichismo ante el hombre que llegaba con un diploma de algún

715
centro de enseñanza superior, creyéndole depositario de la sabiduría"23.
Ahora bien, es necesario señalar que entre los intelectuales partidarios de una
intervención educativa directa había también diferencias. La concepción pedagógica, así como
los principios sociales sobre los que la misma se asentaba, distaban y se contradecían en
ocasiones con las líneas generales del PSOE y de aquellos que seguían estos principios de forma
más fiel. E incluso la interpretación del proyecto educativo variaba entre hombres como De los
Ríos, Saborit o Llopis.
Fernando de los Ríos fue, ante todo, el socialista humanista por excelencia para el que la
libertad y la razón del individuo adquirían una dimensión única y esencial primando por encima
de la opción ideológica por la que cada persona pudiera decantarse. Según señala Virgilio
Zapatero en Fernando de los Ríos: los problemas del Socialismo democrático24, la trayectoria de
este político se inició en 1913 con su pertenencia a la "Liga para la Educación Política
Española", afín al partido de Melquíades Álvarez. A partir de ese momento, el objetivo de De los
Ríos fue la búsqueda del reformismo de los grupos sociales menos privilegiados de acuerdo con
buena parte de la tradición krausista. La trayectoria de este socialista hacia una opción político-
ideológica que le permitiera el acercamiento al proletariado fue gradual pero incuestionable hacia
el Partido Socialista, donde creyó se le daría la oportunidad de reconstruir regenerativamente
España. Pero su concepción educativa era, al igual que el resto de sus principios ideológicos,
profundamente liberal e independiente para un partido que, como he señalado antes, vivía un
período en el que la disciplina y la homogeneidad eran decisivas. Según señala Mª Dolores
Gómez Molleda, el Socialismo humanista con principios culturales y pedagógicos de la ILE no
tuvo buena acogida en el Partido Socialista.
Fernando de los Ríos optó por hacer elementos claves de todo su pensamiento la razón y
la libertad, que encontrarían su plasmación pedagógica en la denominada "Escuela Única",
también defendida por Llopis. La escuela y la universidad constituían los centros neurálgicos
para la preparación de lo que el autor consideraba como un pueblo agrario y de analfabetos25. La
primera, formaría al pueblo para que pudiera llevar a cabo la revolución socialista, la segunda

23
Araquistain, Luis: Marxismo y Socialismo en España, Barcelona, Ed. Fontamara, 1980, págs. 137-138.
(Compilación de artículos escritos en "Leviatán" entre 1934-36). Cuando Araquistáin habla de los intelectuales
que llegaban "meteóricamente" para luego desaparecer, se está refiriendo a Unamuno. La crítica a Unamuno
estuvo presente en muchos miembros del PSOE por lo que se consideró como una actitud de "traición" para
con el partido. No hay que olvidar que Araquistáin se mostraba ya escéptico ante la labor a realizar por los
intelectuales en la política en 1920. En 1934-36, después de la experiencia política del PSOE en el poder, la
opinión de Araquistáin no parece haber cambiado en absoluto.
24
Zapatero, Virgilio: Fernando de los Ríos: los problemas del Socialismo democrático, Madrid, Ed. Cuadernos
para el Diálogo, 1974.
25
De Los Rios, Fernando: Escritos sobre la Democracia y el Socialismo, Madrid, Ed. Taurus, 1974.

716
sería "...indispensable que en un plazo próximo de tal suerte aparezca unida la suerte de la
nueva España con la importancia interna de lo que significa la Universidad, que aparezca ésta
como condicionante del Estado"26. Fernando de los Ríos señaló significativamente que las vías
del Socialismo eran tres: el desarrollo de la Democracia, la educación y la función revolucionaria
del Derecho.
Una línea bastante menos altruista parecían seguir hombres como Rodolfo Llopis,
Saborit, Cordero u Ovejero. El pragmatismo marcó buena parte de los discursos que todos ellos
pronunciaron (y de los que tampoco sería justo excluir de forma absoluta a De los Ríos) en los
años 1930-31. La educación era concebida por estos intelectuales como el instrumento que
permitiría al proletariado traer la democracia, alcanzar el poder y, por último, realizar la
revolución socialista. Pero es necesario señalar que, junto con esta misión, la cultura y la
educación para el Partido Socialista eran el medio a través del cual acceder a una nueva
concepción de la sociedad basada en la igualdad y la justicia, en definitiva, en el reconocimiento
de unos mínimos Derechos Humanos.
En lo referente al primero de los objetivos que querían conseguir, en el PSOE hay una
conciencia generalizada de que un pueblo inculto es un pueblo a la merced, tanto de los
Gobiernos tradicionales y dictatoriales de la España del siglo XIX, como de aquellos
movimientos radicales que desestabilizaban a la clase obrera en función de comportamientos
anarquizantes que impedían la realización del ideario socialista. Para ello era necesario que,
simultáneamente a la configuración de una disciplina de partido, se educase firmemente a sus
miembros. Como Tuñón de Lara ha señalado, "para moldear la conciencia ciudadana, para
autentificar la democracia y para generar pautas de comportamiento"27. Sólo de esta forma, los
intelectuales del partido, los que debían actuar como intermediarios entre la cultura y el pueblo,
eran conscientes podría llegarse a que la tradicional estructura del poder pasase a manos de
aquellos grupos para los que hasta entonces había permanecido vedada. Sería así como podría
alcanzarse un sistema verdaderamente democrático.
Figuras tan diferentes como Cordero (autodidacta vinculado al movimiento sindical en su
formación y preparación, y más concretamente al Sindicato de Artes Blancas28) o Rodolfo Llopis

26
De los Rios, Fernando, "Declaraciones de Fernando de los Ríos. Las fiestas del centenario de Mariana Pineda
han revestido especial importancia política", El Socialista, 29 de mayo de 1931.
27
Tuñon de Lara, Manuel: <<La política cultural del primer bienio>>, en VVAA: La II República Española. El
Primer Bienio, Madrid, Ed. Siglo XXI, pág. 267.
28
Manuel Cordero, asiduo colaborador de El Socialista en los años 1930-31, fue como Ramos Oliveira y él
mismo señalan en la obra Los socialistas y la revolución, un autodidacta que no fue a la escuela. Su primera
preparación personal la realizó en estrecha vinculación con el movimiento sindical y, posteriormente, su
actividad profesional la realizó como profesor y Director del Sindicato de Artes Blancas. Cordero fue siempre

717
(el gran planificador del proyecto educativo socialista y republicano con fuertes influencias de la
ILE y movimientos pedagógicos del siglo XIX), señalaban que la radical diferencia entre los
Gobiernos hasta ese momento existentes y el Partido Socialista era el interés de este último por
hacer políticamente libres a los individuos a través de su educación. "Nuestros adversarios",
señalaba en un mitin Manuel Cordero, "pueden gobernar a un pueblo analfabeto con una
minoría: nosotros tenemos que cultivar el entendimiento de las muchedumbres españolas y
despertar sus energías hacia nuestra acción e implantar un sistema democrático de gobierno en
el que intervengan todos los ciudadanos"29. El mismo Álvarez del Vayo, ya en 1931, en una
conferencia en la Universidad de México donde analizaba el proceso "revolucionario" español,
no dudaba en señalar lo fundamental de la formación de la población en todo proceso político de
progreso. "España", señalaba "es un país cuyo desarrollo sólo depende de una dirección
clarividente y de la capacitación de las masas para abordar por sí mismas el problema de la
reconstrucción nacional"30.
Sin embargo, la Democracia no era el último fin del PSOE y, en los planes del Partido, la
educación se orientaba a la consecución de la revolución socialista. Pero para la consecución de
este fin la preparación exigida a las clases proletarias iba más allá de lo puramente pedagógico:
era necesario unir a la formación personal, el dominio de los ya mencionados conceptos básicos
de la doctrina socialista y la disciplina. Es ante este objetivo donde la línea tradicional del
partido, representada por hombres como Besteiro, tomaba más fuerza. Saborit, discípulo y fiel
defensor de los principios esgrimidos por su maestro, reivindicó en sus participaciones públicas
la educación de la clase obrera, pero siempre a través del Partido Socialista o los sindicatos. Así,
la preparación "en" o "a través" de los principios socialistas era elemento clave del proyecto
pedagógico.
El concepto de culturización para los sectores más radicales del partido, como es el caso
de Saborit o Araquistáin, debía estar al servicio de los intereses de la agrupación socialista, ser un
instrumento a través del cual se preparase el proletariado, no sólo en la cultura general, que era
indispensable, sino en la cultura política y social del momento. Sólo a través de la educación

uno de los grandes defensores de la labor sindical dentro del socialismo, concretamente con el proletariado,
cuyos derechos defendió y reivindicó constantemente a través de las páginas del anteriormente citado diario.
Cordero, Manuel: Los socialistas y la revolución, Madrid, Ed. Torrent, 1932. Prólogo de Ramos Oliveira.
29
Cordero, Manuel, "Pronunciaron interesantes discursos Regina García, Manuel Cordero y Andrés Ovejero", El
Socialista, 12 de septiembre de 1930. En este mitin socialista (en una fecha en la que las elecciones no eran reales
todavía), la preocupación por la necesidad y el derecho a la educación por parte de aquellos grupos sociales menos
privilegiados fue el tema central de la intervención de Cordero y Ovejero. En ambos discursos, en los que se llevó a
cabo un análisis de la situación a que había llegado España durante el reinado de Alfonso XIII, los dos socialistas
destacaron el olvido sufrido por la educación durante esos años.
30
Alvarez del Vayo, Julio, "El primer embajador de la República Española en Méjico, camarada Julio Álvarez del
Vayo, refiere en una conferencia como se hizo nuestra revolución", El Socialista, 25-VIII-1931.

718
socialista de la población en los conceptos de Democracia, lucha de clases, derechos universales,
progreso... podría llegarse a conseguir una verdadera concienciación y preparación de las clases
trabajadoras para la vida en un nuevo sistema político que se pretendía fuese, al menos en un
primer momento, el republicano. Por lo tanto, para hombres como Saborit, defensor a ultranza
del carácter proletario del PSOE, el valor del interés educativo del Partido Socialista radicaba
esencialmente en su practicidad31.
Para el gran admirador de Besteiro, la importante contradicción que existió en la sociedad
española en vísperas de la República de "amor-odio" a la clase intelectual y lo que ella
representaba32, se manifestó al clamar por la necesidad de unas élites capaces de preparar a la
población en una nueva mentalidad y conciencia, a la vez que les marcaba claramente unos
límites de actuación: los principios básicos del Partido Socialista que debían ser
incuestionablemente respetados. Saborit señalaba significativamente en un mitin socialista: "Hay
que ir a la creación de Círculos socialistas y crear en la mujer una conciencia nueva, un espíritu
que asimile nuestra idealidad... Hace falta intelectualidad para orientarnos y adoctrinarnos,
para que en España, como en todo el mundo, lleve el timón de la masa socialista, fundiéndose
con ella para arrancar los prejuicios burgueses".33
Como ya he señalado anteriormente, la primera medida que los sectores intelectuales del
PSOE tomaron para la preparación de los sectores socializantes y politizados fue la Escuela
Nueva en 1910. Hombres como Araquistáin, Besteiro u Ovejero colaboraron en un proyecto
educativo que cada vez tuvo un mayor tinte político. Años más tarde, la solución práctica al
problema procedente de las filas socialistas más preparadas en materia pedagógica, fue la
Escuela Única a la que Fernando de los Ríos concebía como "...la única posibilidad de que todo
hombre capaz, todo niño inteligente, independientemente de la situación de su familia...pueda
llegar a donde su talento le lleve, costeado por el Estado, por las instituciones públicas, quienes
habrán de respetar su vocación"34. Los elementos señalados por De los Ríos son de una enorme

31
Saborit fue el autor de la afirmación de que "Realmente, nosotros, no hemos sufrido una decepción más porque
nada esperábamos de él, como nada esperábamos de los de su casta. No borramos la frase: los de su casta. La
casta intelectual española es incapaz de nada generoso, su corazón no late al unísono con el pueblo porque no
tiene corazón", Saborit, Andrés: <<Ortega y Gasset monárquico>>, Acción Socialista, 28 de Marzo de 1914,
pág. 3, en Aubert, Paul: Elitismo y "anti-intelectuales” en la España del primer tercio del siglo XX, Espacio,
Tiempo y Forma, Madrid, Ed. Universidad Nacional a Distancia (1993), pág. 130
32
En su análisis de la proyección social que la labor de la intelectualidad española tuvo en los primeros treinta
años de nuestro siglo, Aubert señala la existencia de una desconfianza o "anti-intelectualismo" tanto por parte
de los sectores dirigentes de la derecha, como de la izquierda. De esta forma, a la vez que se reconocía la
necesidad de educar y preparar a "un país minado por el caciquismo y el analfabetismo... se vive en España
una evidente polarización político-cultural en torno a la revolución y a la contrarrevolución". Aubert, Paul,
Op.cita, pág. 137
33
Saborit, Andrés, "El acto fue una solemne afirmación de fe socialista", El Socialista, 23-IX-1930.
34
De los Rios, Fernando, op. cita, pág. 273.

719
claridad: rechaza el determinismo social o económico a la hora de recibir el derecho de la
educación (como al parecer de los socialistas estaba ocurriendo en España), para lo cual la
solución era la independencia de la enseñanza respecto del Estado. Igualmente, hay una clara
alusión a la presencia de la Iglesia en la materia educativa; presencia que fue considerada
siempre por el PSOE como uno de los mayores enemigos del partido por lo que ellos
consideraban como la "manipulación de la conciencia" de la población.
Los mismos aspectos formaron la conciencia educativa de Rodolfo Llopis, quien ya en la
década de los 20, durante su estancia en la Unión General de Maestros consideró como puntos
claves de cualquier proyecto pedagógico la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza para todo
el mundo, el carácter laico de ésta como medio de evitar la manipulación de las conciencias, y la
creación de una enseñanza para adultos que erradicara el elevado analfabetismo existente.35Para
Rodolfo Llopis, la influencia de los sistemas pedagógicos liberales que pudo conocer existían en
Europa a través de sus numerosos viajes fueron decisivos en la concepción de su propio proyecto
educativo. Concretamente, el sistema soviético imperante en la URSS durante su visita en 1929
le impactó de forma decisiva hasta el punto de estudiarlo para aplicarlo en España, según afirma
Bruno Vargas. Sin embargo, hay que señalar que Llopis nunca comulgó con la idea de la
enseñanza al servicio de un único partido, a pesar de que en una ocasión afirmara que "...ninguna
experiencia como la rusa... ver como trabaja la juventud rusa para apoderarse de la infancia.
Cuando yo les decía en Moscú que eso era negar la libertad y abogaba por una enseñanza libre
de toda presión política, ellos respondían que lo mismo hace el Capitalismo"36.
Así pues, y para terminar, se puede afirmar que los elementos de lucha del PSOE en este
momento son claramente: la definición y pureza de principios socialistas frente a la amenaza
doctrinal de opciones políticas como la anarquista, comunista o republicana; la disciplina como
medio de control de las masas a la vez que como forma de asegurarse la fidelidad al Partido, y
por último, la educación y la cultura que pasaron de ser el privilegio de unos pocos que las

35
Rodolfo Llopis fue el artífice del programa educativo llevado a cabo durante la II República. Sin embargo, la
concepción del mismo tuvo lugar durante la década de los 20 a través del estudio de los diferentes modelos
educativos europeos vigentes en ese momento. Según señala Bruno Vargas, "Las influencias de Rodolfo Llopis
en materia de pedagogía no se reducen a los postulados institucionistas, derivados del Krausismo y de la
pedagogía inglesa", sino que además estuvo influido por los diferentes postulados de Decroly, Ferriere,
Kerchensteiner y modelos como el establecido en Austria. VVAA, "Rodolfo Llopis: (1895-1983)", Alicante,
Instituto de Cultura Juan Gil-Albert y Fundación Cultural CAM, 1994. Pág.7.
36
Llopis, Rodolfo, "La juventud como aprendizaje", El Socialista, 1-I-1930. El artículo, que corresponde a una
conferencia dada por Llopis en la Casa del Pueblo, versa sobre la necesidad de preparar educativa y
políticamente a la juventud para conseguir el cambio político. Aunque Llopis rechazó el servicio de la
educación a un único partido y defendió la libertad de conciencia como elemento clave y primordial en la
preparación de individuos, es innegable la admiración que sintió por el sistema pedagógico soviético y así se
trasluce en este artículo. La preparación de la juventud desde las aulas iba unida a la idea del derrocamiento del
sistema burgués y todo lo que éste traía consigo.

720
utilizaron para dominar política y socialmente al pueblo, a convertirse en el derecho y el
instrumento de una diferente clase social que va a ser protagonista del nuevo momento político
que se anuncia. "Y estos mismos que nos niegan la posibilidad de educar al pueblo son los que
después dicen que el pueblo no está preparado para gobernar, no tiene capacidad para elevarse
en las esferas del poder, es incompetente e inculto... y si la masa española no tiene la capacidad
que debe, no es por su culpa, sino por los que han cultivado su ignorancia para seguir
disfrutando de sus privilegios"37.
La educación se esgrimió como “arma” de lucha social fundamental por el Partido y sus
intelectuales. Aunque entre unos y otros, y entre los mismos intelectuales, no hubo unidad de
criterios total, sí hubo consenso en el fin último: conseguir la preparación, primero cultural y
segundo política, de las bases sociales que eran fundamentales para el Partido Socialista a la hora
de traer la Democracia a España, ayudar al Partido a alcanzar el poder y, por último, permitir a
más largo plazo el triunfo de la revolución socialista. Sin olvidar que, además, la educación junto
con la obediencia y la disciplina, eran elementos indispensables en el proceso paralelo y también
decisivo que estaba protagonizando el PSOE en este momento: su consolidación como partido y
su fortalecimiento como fuerza política que debía de protagonizar los ya citados procesos
políticos en la España del momento. Un PSOE fuerte y unido nada debía temer de sus enemigos
tradicionales: el comunismo, el anarquismo, la burguesía, y ¿los republicanos?.
Posteriormente, en 1931, la concepción de la educación como instrumento para
consolidar y asegurar el régimen democrático en España, como medio de preparación de todos
los ciudadanos rompiendo antiguos privilegios y sus consiguientes desigualdades, y como
reconocimiento de uno de los más fundamentales derechos humanos, sería aplicado a raíz de su
regulación en el Artículo 48 de la Constitución y llevado a la práctica a través de los más
ambiciosos e importantes proyectos de la II República: la Reforma de la Enseñanza.

37
Llopis, Rodolfo, "El importante mitin del Domingo en el Salón Olimpia", El Socialista, 14-X-1930.

721
722
GETAFE PARALIZADO.
LA HUELGA GENERAL
DE DICIEMBRE DE 1975
Julio Antonio García Alcalá
Universidad Carlos III de Madrid

En las primeras semanas que siguieron a la Dictadura la población de Getafe


protagonizó una amplísima huelga en la que confluyeron las demandas puramente
económicas (rechazo a la congelación salarial) con otras políticas (exigencia de amnistía,
demanda de derechos políticos y sindicales…). Los paros se sucedieron durante semanas por
las fábricas y los pequeños talleres generando un extenso movimiento de solidaridad que llegó
a los centros educativos, asociaciones ciudadanas o instituciones religiosas. La amplitud de
las huelgas, las manifestaciones o las asambleas fue tal que, a pesar de que no se produjo
ningún incidente violento, José María López de Letona exageradamente llegó a definir
aquellas movilizaciones como de <situación prerrevolucionaria>.1 Esta comunicación
pretende analizar aquel conflicto haciendo especial hincapié en los factores en que se gestó: el
explosivo entorno urbano y la fuerza que había alcanzado el movimiento obrero local.

UNA POBLACIÓN INDUSTRIAL


CON FUERTE Y DESARTICULADO CRECIMIENTO.
Para 1975 Getafe, una ciudad industrial cercana a Madrid, había tenido un enorme
desarrollo en los últimos veinticinco años. El aeródromo y la escuela nacional de aviación
habían ido transformando el pequeño pueblo de principios de siglo al propiciar la instalación
de diversas industrias del ramo, entre la que destacaba la factoría de Construcciones
Aeronáuticas. En 1930 el pueblo contaba con unos 8.200 habitantes cifra que, aunque
resultara no espectacular, suponía casi el doble de los que había a principios de siglo. La

1
Cit. en Soto Carmona, Á., Historia de la transición 1975-1986, Madrid, Alianza Universidad, 1996, p. 379.

723
guerra y la autarquía supusieron un freno al crecimiento, que sólo volvería a tomar impulso a
partir de mediados de los años cincuenta.
En 1960 había ya 21.895 habitantes en Getafe, diez años más tarde eran 69.424 y en
1975 pasaban a ser 117.472 personas, que en buena parte constituían una población bastante
joven.2 La población se había quintuplicado sobradamente en quince años debido a la
inmigración. En 1970 sólo 7.864 personas habían nacido en la localidad, mientras que 41.261
procedían de otras provincias, 19.828 de otros municipios de Madrid y 450 del extranjero.3 La
ciudad ofrecía claras posibilidades de trabajo y para algunos de los que llegaban, la opción de
conectar con la oposición antifranquista pues el municipio se había convertido en una
referencia habitual en las publicaciones clandestinas o en Radio España Independiente.4
La economía local gravitaba en torno a la industria del metal. El año en que moría
Francisco Franco casi la mitad de la población activa, 11.024 personas, trabajaba en empresas
de este tipo, algunas de gran tamaño como Ericsson, Construcciones Aeronáticas (CASA),
Kelvinator, John Deere o Uralita, en las que un conflicto podía generar una fuerte repercusión
en todo el municipio. Getafe era también sede de un extenso partido judicial que incluía más
de veinte municipios, entre los que estaban Leganés –donde por ejemplo se encontraba otra
gran factoría, Intelsa-, Parla o Fuenlabrada. El área conformaba así, en palabras de la Cámara
Oficial de Comercio e Industria de Madrid, <la zona más industrializada de la provincia>, y
sus más de 5.200 contribuyentes industriales representaban el 11,2% del total de la provincia.
5

Como sucedía en gran parte de la nueva corona urbanística cercana de Madrid, este
crecimiento se había efectuado a base de grandes costes. La especulación generó un
entramado urbano muy deficiente, con enormes bloques de edificios que no dejaban apenas
espacio libre entre ellos y que terminaban bruscamente ante el campo totalmente despejado.6
Las empresas constructoras tenían sus ventas aseguradas por la incesante llegada de
inmigrantes y la ausencia de controles públicos, así que en un corto espacio de tiempo
consiguieron enormes beneficios a base de construir viviendas de ínfima calidad. Los
equipamientos eran casi inexistentes, las zonas verdes escasas y las necesidades sanitarias o
educativas palpables.7 Las primeras asociaciones ciudadanas, que surgieron precisamente para

2
Instituto Nacional de Estadística.
3
Estructura del comercio y la industria de Getafe, Cámara oficial de Comercio e Industria de Madrid, 1978,
pp. 19 y sig.
4
Entrevista con Arturo Arévalo el día 8 de mayo de 2006.
5
Estructura del comercio y la industria de Getafe.., p. 34.
6
Castells, M. , Ciudad, democracia y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 58.
7
La propia Unión de Trabajadores y Técnicos de la localidad hablaba de graves problemas como “escasez de

724
exigir mejoras en el entorno urbano o hacer frente a las pretensiones de rapiña más
descaradas, impulsaron la conciencia democrática de sectores más amplios de la población. 8
En 1968 apareció en Getafe la Asociación de Amas de Casa, en la que personas sin
adscripción política, socialistas o comunistas promovieron reivindicaciones relacionadas con
el consumo, la carestía de la vida y los derechos de las mujeres.9 La Asociación de Vecinos
Centro de San Isidro apareció algo más tarde con el impulso del partido comunista, si bien al
no conseguir la inscripción en el registro de asociaciones optó por colocar en la puerta el
cartel “en trámite”.10 Independientes junto a militantes de la ORT y de USO preferirían
utilizar los cauces legales que proporcionaba la Asociación de Cabezas de Familia las
Margaritas, en la que desarrollaron una actividad ligada a las necesidades cercanas de los
vecinos.11 Como veremos, la unión del movimiento ciudadano con las organizaciones obreras
y políticas fue en uno de los rasgos esenciales de las fuertes movilizaciones de los años
setenta en la localidad.
La alta concentración industrial y el crecimiento urbanístico no había acabado
totalmente con ciertos rasgos de “pueblo grande” y sus habitantes mantenían una intensa vida
social en los bares o las calles del centro, en buena parte centrada en la situación laboral de las
empresas.12

viviendas, altas cifras de paro, insuficiencia de centros de enseñanza, elevación del coste de la vida,
insuficiencia de los servicios públicos…”, Informe de la Delegación Sindical Comarcal de Getafe, mayo de
1970, Archivo General de la Administración (en adelante AGA), Fondo Sindicatos. Las deficiencias sanitarias
y educativas fueron señaladas muchas veces por Asamblea, la publicación unitaria del movimiento obrero de
Getafe. Véase por ejemplo el número de agosto de 1972, en el que el redactor se quejaba del estado en que se
encontraba el “cuchitril” del ambulatorio, de la mala salud laboral en las fábricas y de la falta de puestos
escolares, Archivo Histórico del Partido Comunista de España (en adelante AHPCE), Sección Hemeroteca.
Esta situación no era, evidentemente, privativa de Getafe pues en la capital por entonces el 75% de las
viviendas eran inadecuadas y la enseñanza primaria sólo alcanzaba al 63% de los alumnos, Castells, M.,
Ciudad, democracia…, p. 40.
8
Molinero, C., e Ysas, P., <Movimientos sociales y actitudes políticas en la crisis del franquismo>, en Historia
Contemporánea, nº 8, pp. 169-279, p.275.
9
La Asociación tuvo primero como presidenta a Carmen Ferrero, militante de la USO y posteriormente a
África García Ortega, del PCE. Entrevista con Araceli Paredes el 9 de mayo de 2006 y con Dolores Sancho
Silvestre el 18 de mayo de 2006. Véase también AA.VV., Salgo de casa. Puede que vuelva tarde…, material
multicopiado, Ayuntamiento de Getafe, 2004.
10
El responsable del PCE en la cárcel me dijo que montara la asociación para ocupar el espacio social con los
vecinos. Intentábamos meternos en todos los resquicios legales, entrevista con Críspulo Nieto Cicuendez el 4
de mayo de 2006.
11
Las Asociaciones de Cabezas de Familia tenían autorización de la Secretaría General del Movimiento y en
sus orígenes eran muy manipulables por las autoridades. La situación cambió con la llegada de los nuevos
miembros, Castells, M., Ciudad, democracia…, pp. 89 y sig., y entrevista con Javier Angulo el 23-junio-2006.
12
“Incluso si vas a un partido de fútbol a ver al Getafe, allí se está hablando de la situación política o de la
situación conflictiva que puede haber en tal empresa”, EQUIPO EIDA, Getafe, lucha obrera bajo el
franquismo, Madrid, Comisiones Obreras, 1977, p. 68.

725
LOS ORÍGENES DE LA OPOSICIÓN ANTIFRANQUISTA
Desde la primera postguerra existió en Construcciones Aeronáuticas una organización
dedicada en parte a boicotear los aviones que se preparaban con destino a la Alemania nazi o
a montar artefactos para los combatientes antifranquistas. Más tarde, tras las caídas de los
años guerrilleros el partido comunista se reorganizó a partir de las grandes fábricas del metal,
el sector de la construcción y las Juventudes Comunistas.13 Parte de su labor se dedicaba al
contacto regular con el comité provincial y a labores de propaganda en las industrias de la
zona o en el <Tren Obrero> diario que terminaba en Getafe. Esta situación se terminó el 29 de
enero de 1959 cuando la policía desmanteló el grupo.14 Los condenados fueron enviados a la
prisión de Burgos que fue para muchos una verdadera “escuela de la vida”:

En la cárcel nadie se aburría. Todo el tiempo estaba muy organizado y planificado, con
muchas cosas que hacer. Lo primero que hacíamos era apoyar al que viéramos hundido
como cuando veíamos a alguien hablando sólo, entonces inmediatamente nos poníamos
a hablar con él. Yo ya sabía leer y escribir pero allí aprendí a redactar y escribir, a
expresarme. Había gente muy cualificada y aprendimos mucho. 15

En ese tiempo volvió a Getafe tras una larga estancia del exilio Pascual Dorrego,
cuadro comunista que ayudó a recomponer la estructura local contactando con los camaradas
que se habían salvado de la caída anterior y desarrolló la coordinación con la dirección
madrileña vía Julián Grimau.16 Como en el pasado, una parte importante de la actividad
comunista se localizaba en CASA donde los militantes más jóvenes centraron su activismo en
los problemas laborales de sus compañeros, como la mala alimentación en los comedores de
la empresa o el malestar ante la diferencia entre lo que cobraba la empresa en concepto de
horas empleadas en arreglar los aviones y lo que recibían los trabajadores por el mismo
concepto.17
Esta situación se alteró en la primavera de 1962, cuando se recibió de la dirección del
partido la consigna de movilizar a los trabajadores y unirse al movimiento iniciado en

13
Acción en Getafe. El PCE: Historia, Presente y Futuro, Comité Local del PCE de Getafe, Material
multicopiado, octubre, 1995, pp. 39 y sig.
14
Entre los condenados por la Causa nº 123/1959 del Juzgado de Actividades Extremistas se encontraban
Samuel Heras, Antonio Menchén y dos de los hermanos Nieto, Edmundo y Pascasio Nieto. También sufrieron
detenciones otros militantes como Eugenio Ruíz, Arturo Arévalo y Críspulo Nieto, para el que la policía no
presentó pruebas tras los quince días de interrogatorios en la Dirección General de Seguridad, aunque esto no le
libró de ser expulsado de CASA por “falta injustificada al trabajo”, entrevista el día 29 de marzo de 2006.
Véase también Sentencia del T.O.P. nº 342, del 12/12/1969, Archivo Dolores Sancho Silvestre (en adelante
ADSS) y EQUIPO EIDA, Getafe…, p. 30.
15
Entrevista con José Luis Nieto Cicuendez el día 27 de abril de 2006.
16
Entrevista con Arturo Arévalo el día 8 de mayo de 2006.
17
EQUIPO EIDA, Getafe…, p. 32 .

726
Asturias. Como es habitual, los comunistas locales siguieron disciplinadamente estas
instrucciones:

Recibimos la consigna de sacar a CASA a la huelga. Y nosotros decíamos: ¿Cómo se va


a hacer eso? Para nosotros llevar a la fábrica a la huelga era de locos. Pero la huelga
la tuvimos que hacer por narices. Habíamos visto que Víctor Díaz Cardiel se había
subido a una mesa en Euskalduna y había movilizado la empresa, así que hablamos con
la gente de los aviones y les movilizamos. Pero decían: <si van los otros vamos
nosotros.> Y les decíamos que no, que para que vinieran los otros tenían que empezar
ellos. 18

Finalmente se consiguió parar la fábrica tres cuartos de hora pero una nueva
movilización preparada para los días siguientes quedó truncada por el despido de sus
organizadores, Arturo Arévalo y Eugenio Ruíz.19 Después del verano hubo intentos de
organizar otra huelga en Construcciones pero esta acción tampoco pudo llevarse a cabo ante
la oleada represiva desencadenada tras el estado de excepción y la detención en septiembre de
trece militantes, muchos de ellos destacados miembros del comité local.20

EL DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO.


LA UTILIZACIÓN DE LOS CAUCES LEGALES
En el sector del metal madrileño la actividad sindical se impulsó a partir de las
elecciones sindicales de 1963, las reuniones en la Escuela Sindical de La Paloma y, ya en
septiembre de 1964, la formación de la primera Comisión de Enlaces y Jurados. En CASA,
fortalecida tras numerosos conflictos por mejorar las condiciones de trabajo (por ejemplo el
boicot a los comedores en 1963 o el llamado “conflicto de los puntos” dos años más tarde) la
candidatura de Comisiones obtuvo buenos resultados en las elecciones sindicales de 1966.
Ante estas buenas posibilidades en noviembre de ese año Francisco Torres Pérez y Donato
García Gutiérrez, dos miembros del comité de empresa de CASA y militantes de Comisiones

18
Entrevista con Arturo Arévalo el día 8 de mayo de 2006.
19
Antes ambos fueron llamados al Ayuntamiento donde el alcalde les advirtió en tono paternalista que si
continuaban las huelgas el gobierno norteamericano enviaría sus aviones a otros lugares para ser reparados,
entrevista a Arturo Arévalo. Según EQUIPO EIDA, Getafe…, pp. 34 y sig. hubo otros paros en Ericsson, Ildea,
Siemens y Lanz Ibérica.
20
La autoría del texto de CASA fue aportada por Arturo Arévalo en su entrevista, mientras la cifra de detenidos
de Getafe aparece en Del Aguila, J.J., El TOP. La represión de la libertad (1963-1977), Barcelona, Planeta,
2001, p. 46 y en Informe de (3), septiembre de 1962, Archivo Histórico del Partido Comunista (AHPCE),
JACQ296, Fondo Nacionalidades y Regiones, Madrid. José Luis Nieto y Pedro Patiño escaparon de esta caída
y pasaron a la clandestinidad gracias a la documentación proporcionada por Domingo Malagón. El primero se
mantuvo así su detención en 1970 mientras que su compañero pudo salir a Francia meses más tarde. Pedro
Patiño fue declarado en rebeldía según resolución 29/5/1962 del Juzgado de Actividades Extremistas, véase
Sentencia del T.O.P. nº 342, 12/12/1969, ADSS.

727
Obreras presentaron su candidatura en las elecciones al tercio familiar del Ayuntamiento
contando con el apoyo de la organización comunista local, que para ello tuvo que vencer la
resistencia del comité provincial del partido. El pueblo se llenó de carteles pidiendo el voto
para la <Candidatura Obrera y Democrática> y una caravana electoral de varios coches con
altavoces recorrió las calles de la localidad. Ante el desconcierto de las autoridades los dos
trabajadores arrasaron en las elecciones a pesar de la llegada de violentos falangistas armados
y de practicarse numerosas presiones. No obstante, como hubo que convocar nuevas
elecciones en tres mesas tras la sospechosa desaparición de los votos, el alcalde aprovechó
para insistir en que los dos trabajadores desistieran de su actitud argumentando que podría
producirse un baño de sangre si mantenían su lista. Donato y Torres retiraron entonces su lista
con el orgullo de haber vencido moralmente mientras las organizaciones sindicales y
políticas, que habían logrado una movilización popular sin precedentes, se prepararon para las
siguientes acciones.21
El 27 de enero de 1967 la negociación del convenio del metal generó una huelga
prácticamente general en fábricas y talleres de la localidad, boicot a los transportes y una
masiva manifestación en la plaza Palacios (la plaza Roja, en la particular “geografía de la
protesta” de Getafe) en la que varios enlaces y jurados fueron detenidos. La respuesta fue
masiva y se materializó en un paro de solidaridad hasta que los compañeros quedaron en
22
libertad. La sentencia del Tribunal Supremo de marzo de ese año declarando ilegales las
Comisiones Obreras no desbarató en un primer momento el movimiento obrero local ya que
la convocatoria del día 27 de octubre volvió a tener un amplio seguimiento e incluso una
manifestación de miles de personas por la calle Madrid no llegó a ser reprimida por la

21
Para este tema, tan interesante como en gran parte desconocido, puede verse el Archivo Personal de
Francisco Torres Pérez, que ha guardado toda la documentación de aquellas elecciones, incluyendo los
resultados de las mesas que pudieron computarse. El análisis de los resultados aparece Sanchez del Pozo, J.L.,
CASA y Getafe. Un ejemplo de desarrollo del “Nuevo Movimiento Obrero” bajo el franquismo (1963-1976),
Trabajo de investigación inédito presentado en la UNED, Madrid, 2000, pp.25 y sig. La organización de la
campaña se refleja en la entrevista a Francisco Torres Pérez el día 28 de marzo de 2006, y la decisión del PCE
local de participar en la entrevista a Arturo Arévalo el día 8 de mayo. Ambos han relatado el miedo que
pasaron ante la actuación armada y violenta de los falangistas que llegaron a la localidad. En 1973 el PCE local
rechazaría la participación en las elecciones municipales recordando el ejemplo anterior: “Ya tenemos la
experiencia de la tradición “democrática” del Régimen cuando en el año 1966 trajo al pueblo una banda de
pistoleros que se dedicaron a romper urnas y a golpear a votantes cuando el pueblo entero daba su voto a dos
obreros de CASA (Torres y Donato) que se presentaron en el ayuntamiento”, “A los trabajadores y a todo el
pueblo de Getafe”, octubre de 1972, AHPCE, Fondo Nacionalidades y Regiones. Madrid, Caja 169, carp. 2/2.
22
Entrevista con Francisco Torres -uno de los detenidos en enero de 1967- el día 28 de marzo de 2006, y a
Arturo Arévalo el día 8 de mayo de 2006. La “geografía de la protesta” aparece en Babiano, J., Emigrantes,
cronómetros y huelgas: un estudio sobre el trabajo y los trabajadores durante el franquismo (Madrid, 1951-
1977), Madrid, Fundación 1º de Mayo, 1995. En las grandes fábricas del metal hubo movilizaciones similares
esa jornada. Por ejemplo en Barreiros los trabajadores se encerraron todo el día en la factoría para exigir la
libertad de los compañeros detenidos, entrevista a Antonio López Megía el 1 de junio de 2006.

728
Guardia Civil ante la magnitud de la protesta.23
En 1968, en un ambiente de contracción coyuntural de la presión obrera debido al
aumento de la represión, hubo nuevas movilizaciones en Getafe por el primero de mayo -
huelgas de una hora en numerosos centros de trabajo, dos mítines en la Iglesia Vieja, cargas
policiales hasta la noche y cinco detenidos- así como otros paros a finales de octubre, esta vez
esta vez contra el decreto de congelación salarial.24
Finalmente fue el estado de excepción de 1969 el que provocó el desmantelamiento
temporal de la estructura de Comisiones Obreras en el municipio. Numerosos cuadros
sindicales y políticos como Pedro Patiño, o Francisco Torres fueron detenidos, sufriendo
duros interrogatorios, y en una fábrica emblemática como CASA gran parte del entramado
quedó desarticulado. 25
Hacia 1970 se recuperaron, aunque con algunos retrocesos, los niveles de
movilización anteriores y la provincia ocupó el quinto puesto nacional en la conflictividad
laboral. José Babiano ha señalado cómo ya en ese primer trimestre hubo en Madrid tantas
huelgas como en todo el año anterior. Especialmente destacada fue la que paralizó el
suburbano en la capital o la que se desarrolló en el sector de la construcción. Una gran parte
de las huelgas tuvieron como eje el sector del metal, consiguiéndose en buena parte de ellas
mejoras laborales, ya fuera en los salarios, en los días de vacaciones o en las condiciones de
trabajo. 26
En 1971 USO, ORT y UGT apoyaron el boicot a las elecciones sindicales, en las que
se renovaban la mitad de los cargos electos. Comisiones mantuvo su estrategia de infiltración
en el aparato de la OSE y tuvo éxito en las grandes empresas del metal, como fue el caso de
CASA y en otras fábricas de la comarca. Un trágico suceso aumentaría ese año de forma
significativa el nivel de la protesta social. El 13 de septiembre falleció Pedro Patiño, yesero y

23
Según la documentación comunista la marcha alcanzó las diez mil personas y fue decisión personal del
teniente coronel de la Guardia Civil al mando retirar las fuerzas policiales del centro de la localidad, en El 27
de octubre en Madrid, noviembre 1967, AHPCE, JACQ 247, Sección Nacionalidades y Regiones, Madrid.
24
El paro afectó entre otras fábricas a Kelvinator, Ericsson, Siemens, Electromecánica de Precisión, ingeniería,
Talleres Navarro, Ildea y Talleres Reunidos. En Ericsson la policía intentó entrar en la factoría pero el director,
sueco, “se opuso alegando que en su país cuando había conflictos en las empresas la policía no entraba a
intimidar a los trabajadores”, “Acciones de los días 30 de abril, 1 de mayo y dos de mayo”, 1968, AHPCE,
JACQ 280, Fondo Nacionalidades y Regiones. Madrid. Véase también Sánchez del Pozo, J.L., , CASA y
Getafe…, p. 76 y sig.
25
Tras recobrar la libertad varios miembros del Comité de Empresa de CASA fueron despedidos de la empresa,
como fue el caso de Francisco Torres Pérez. Entre 1968 y 1973 perdieron así su trabajo más de 2000
representantes sindicales en Madrid, Maravall, J.M., Dictadura y disentimiento político. Obreros y estudiantes
bajo el franquismo, Madrid, Alfaguara, 1978, pp. 86 y sig.
26
Molinero, C., y Pere, Y., Productores disciplinados y minorías subversivas. Clase obrera y conflictividad
laboral en la España franquista, Madrid, Siglo XXI, 1998, pp. 180 y sig., y Babiano, J., Emigrantes,
cronómetros y huelgas…, pp. 293 y sig.

729
activista de comisiones obreras, mientras formaba parte de un piquete durante la huelga de la
construcción. En Getafe, donde había vuelto tras pasar seis años huido de la justicia, hubo
marchas desde las grandes fábricas así como una amplia huelga y cierre de comercios. Ese
domingo en las iglesias de la ciudad se leyó una homilía que pedía aclaraciones sobre la
muerte, situación que se repetiría en el otoño de 1974 y en enero de 1976.27 La guardia civil
se empleó contundentemente tanto en el entierro –donde hubo una durísima carga contra los
familiares y conocidos que esperaban infructuosamente en la tapia exterior la llegada de la
viuda, Dolores Sancho- como en las numerosas manifestaciones, especialmente contra la
asamblea silenciosa que intentó llegar al Ayuntamiento o la que más tarde se formó frente a la
vivienda del difunto, en la calle Serranillos. 28
La muerte de Pedro Patiño generó una amplia huelga local que fue repetida con mayor
intensidad en los años siguientes29 e incentivó la entrada en las organizaciones clandestinas de
varios enlaces sindicales, como fue el caso de Fidel Alonso Plaza.30 Además favoreció la
unidad de acción de Comisiones Obreras y USO en el llamado “Movimiento Obrero de
Getafe”, que pronto publicó la revista Asamblea.31 La denominación era una forma de
reconocer el funcionamiento de este movimiento, que comenzaba en las amplias reuniones de
las fábricas, pasaba por un pleno de quince representantes de las industrias y terminaba en una
coordinadora de unos seis miembros de las diversas formaciones.
Comisiones Obreras se estaba recuperando de la crisis anterior al contar ya con un
buen grupo de enlaces sindicales y, desde 1967, un bufete de abogados laboralistas ligado al
partido comunista. En este despacho de la calle Madrid habían comenzado a trabajar tres
letrados -Jaime Sartorius, José Miguel Martínez-González y José Luis Núñez Casal- para

27
La descripción más completa de la muerte de Pedro Patiño proviene del escrito que envió el 15 de octubre el
abogado Jaime Miralles Álvarez a los Ministros de Justicia y del Ejército, así como al Fiscal del Tribunal
Supremo tras fracasar las gestiones judiciales que había emprendido hasta el momento, ADSS. Según un
informe comunista la huelga no llegó a convocarse en CASA, Electromecánica de Precisión y Metalinas,
“Carta de (23)”, 10 de octubre de 1971, AHPCE, JACQ 498, Fondo Nacionalidades y Regiones. Madrid. No
obstante, el PCE incluyó en otra publicación a las dos últimas fábricas junto a Siemens y Ericsson entre las
afectadas por los paros, Hora de Madrid, nº 41, septiembre de 1971, ADSS.
28
Sobre estas manifestaciones véase LUCHA OBRERA, “La huelga de la construcción no ha terminado”, 24 de
septiembre de 1971, Archivo de la Fundación Rafael Campalans (en adelante AFFLC) Fondo Antonio Díaz
Yagüe, signatura 1701-009.
29
Otro ejemplo de “huelga general local” fue la que tuvo lugar en Vigo en el otoño de 1972 y afectó a unos
treinta mil trabajadores, Fundación 10 de marzo, “Conflictividad laboral y oposición antifranquista en Vigo: la
huelga general de septiembre de 1972”, en Tercer encuentro de investigadores sobre el franquismo y la
transición, Sevilla, 1998, pp. 263-271.
30
Entrevista con Fidel Alonso Plaza el día 19 de abril de 2006.
31
“No tiene por qué hacer sombra a ninguna publicación y menos sustituir a las existentes”, Asamblea, nº 1,
octubre de 1971, AHPCE. Esta no fue la primera revista específica de la comarca, pues la Delegación Sindical
informaba pocos meses antes que los “elementos extremistas” publicaban Getafe Obrero, “Informe de la
Delegación Sindical de la Comarca de Getafe”, mayo de 1970, AGA, Fondo Sindicatos.

730
descentralizar el local de la capital, saturado por exceso de trabajo, y situarse en una zona
estratégica con vistas a futuras movilizaciones.32 USO asistía a un proceso de crecimiento
similar gracias a unos activistas curtidos en las organizaciones católicas que pronto asumirían
un papel importante en las movilizaciones del metal.33 Contaban con el apoyo de varios
sacerdotes de Getafe, lo que les daba la posibilidad de utilizar las multicopistas (“churreras”)
de la Iglesia o encontrar con facilidad locales de reunión. Se fiaban más de nosotros que de
Comisiones Obreras porque procedíamos del mundo católico, recordaba Jesús Neira, opinión
refrendada por Augusto Carnicer, sacerdote en la iglesia Juan de la Cierva y asesor nacional
de la JOC: Más que afinidades ideológicas eran afinidades de afecto. Los conocíamos a
todos, y cuando conoces a una persona sabes lo que tiene detrás.34 No obstante conviene
señalar que, aunque pudiera sintonizar más con USO, buena parte de la iglesia local llevaba
tiempo prestando apoyo a la generalidad del movimiento obrero:

En el centro de la JOC de Hospitalillo había un local que también lo utilizaba


clandestinamente Comisiones Obreras y la USO. También dejaba mi propia casa para
reuniones pequeñas, y otros encuentros se hacían gracias a las monjas ursulinas de
Ntra. Srª de Loreto, en la calle Madrid, o la Escuela Social que montamos en los
Escolapios y que dejaban las aulas con el pretexto de hacer una reunión de debate
sobre el mundo del trabajo. 35

Este tipo de funcionamiento unitario fue defendido constantemente tanto por los
militantes locales de USO como de Comisiones Obreras:

Intentamos obviar el sectarismo partidista. Aquí Asamblea Obrera era más que un
boletín, era la unidad sindical de la comarca de Getafe. Además estábamos
convencidos de que la única forma de poder abordar la lucha sindical con eficacia era
a través de un movimiento unitario (…) Las directrices de Getafe las decidíamos en las
asambleas, dijeran lo que dijeran las organizaciones por arriba36
Nos unimos todos en algo que llamamos Unidad del Movimiento Obrero, que es tan
genérico que abarca todo. CCOO que teníamos la mayoría en CASA –el motor
indiscutible por entonces- y en las demás fábricas, no jugamos a imponer mayorías,
sino a lograr un consenso. Y la relación con USO fue una relación buena y de

32
Entrevista a José Luis Núñez Casal el 8 de mayo de 2006. Más tarde la ORT montaría otro despacho
laboralista en la calle Sierra con el abogado Manuel Fernández, entrevista a Javier Angulo el 23-junio-2006.
33
Por ejemplo Jesús Neira Salazar había formado parte del Movimiento Apostólico Seglar, organización
vinculada a los jesuitas, mientras Antonio López Megía había sido responsable de la JOC en la diócesis de
Madrid. El primero sería nombrado ese mismo año Secretario Provincial del Metal de la USO y su compañero
pasó a ser el líder del sindicato en CASA, entrevista con Jesús Neira Salazar el 15 de mayo de 2006 y con
Antonio López Megía el 1 de junio de 2006.
34
Entrevista con Jesús Neira Salazar el 15 de mayo de 2006 y con Augusto Carnicer San Juan el 4-mayo-2006.
35
Entrevista con Augusto Carnicer San Juan el 4 de mayo de 2006.
36
Entrevista con Antonio López Megía el 1 de junio de 2006. Antonio López era militante de USO y enlace
sindical de CASA, donde había entrado a trabajar en 1970.

731
colaboración. 37

La colaboración táctica entre los dos movimientos sindicales no parece que provocara
grandes tensiones en USO pero en Comisiones los militantes tuvieron que lidiar con los
recelos de la comisión provincial, que puso ciertas trabas al abandono de las siglas. Por su
parte los cuadros de Getafe acusaron a los dirigentes provinciales de mantener planteamientos
demasiado generales y proclives a provocar detenciones masivas, como fue el caso de las
manifestaciones convocadas para el 1º de mayo de 1972.38

LA AGONÍA DE LA DICTADURA
Las huelgas continuaron en un contexto económico de contracción provocado por el
aumento de los precios del petróleo, situación agravada en el caso español al no haber tomado
antes unas duras medidas de ajuste tanto por la inestable situación política como por la
creencia de que se trataba sólo de una fase coyuntural.39 En la comarca la conflictividad
culminó en el último trimestre de 1974 al coincidir la renovación de los convenios colectivos
de Uralita, Siemens, Kelvinator y CASA. En esta última las movilizaciones comenzaron el día
23 de octubre con un paro de dos horas, seguido en los siguientes días de marchas desde la
factoría al centro urbano, distante unos cinco km. El día 30 hubo una huelga total en la planta,
contestada con el cierre de la factoría de Getafe, la rescisión de contratos a más de mil
ochocientos trabajadores y la detención de los principales líderes. Paralelamente en Siemens,
Kelvinator y John Deere comenzaron otras movilizaciones en defensa de la negociación de
sus propios convenios y en solidaridad con los despedidos de Construcciones. Los días 5 y 12
de noviembre hubo nuevas manifestaciones, seguidas el día 15 de una homilía conjunta del
Obispo Vicario del Sur y de los sacerdotes de la ciudad.

37
Entrevista con Fidel Alonso Plaza el 19 de abril de 2006. En 1975 sería el presidente la UTT comarcal del
metal y de la VI Asamblea del Metal de la Organización Sindical Española. Con la legalización fue el primer
secretario de la Unión Sindical de Madrid de Comisiones Obreras.
38
“En aquel momento no era correcto hacer un llamamiento a la huelga general y preveíamos que el 1º de
mayo iba a fracasar (…) Sin embargo no boicoteamos la acción. Lo único que ocurrió, eso sí, es que el
Movimiento Obrero de Getafe hizo un llamamiento que podríamos calificar de confuso”, Comisión Obrera.
Boletín Informativo de las Comisiones Obreras de Madrid, 2ª Época, nº 2, julio de 1972, AHPCE. En este
mismo boletín los militantes de Getafe asumieron ciertos errores propios –“quizás hemos dado excesiva
importancia a la cuestión unitaria y a la organización formal”- pero reiteraron que lo fundamental era “ligarse
auténticamente a las reivindicaciones de los trabajadores”. Sobre este tema puede verse también el “Informe
del Comité de Getafe”, octubre de 1972, AHPCE, Fondo Nacionalidades y Regiones. Madrid.
39
Ramos Cuenta, A. <Contexto económico, político y social (Transición política), en De la VILLA, GIL, L.E.,
(dir.), La transición política y los trabajadores. Anuario de las Relaciones Laborales en España. 1977,
Madrid, Ediciones de la Torre, 1978, pp 21-32, p. 21.

732
Finalmente la empresa readmitió a la inmensa mayoría de los despedidos salvo a un
pequeño núcleo de dirigentes que pretendía mantener en la calle. Pero la negativa a realizar
horas extra, las persistentes asambleas, la posición firme de los sancionados en no admitir
soluciones parciales - El jefe de personal me ofreció la readmisión pero yo le dije que no
entraba a trabajar si no entraban también los detenidos. Sólo al día siguiente, cuando ya
habían soltado a Fidel Alonso y a otro compañero, me volvieron a presentar el papel y firmé
la readmisión-40 y la amenaza de una huelga general lograban a comienzos de diciembre el fin
del conflicto. Para entonces todos los detenidos estaban en libertad, los despedidos fueron
readmitidos –incluso algunos que llevaban sancionados desde marzo-, y se firmó un acuerdo
que mejoraba las condiciones que ofrecidas inicialmente por la empresa. La movilización
había sido un éxito gracias a la persistencia de la presión y a la amplitud de la solidaridad que
había generado. El PCE, que catalogó a la localidad como “uno de los cuatro núcleos
conflictivos de la provincia” -junto a los cargos sindicales, la construcción y Standard-
vislumbró la posibilidad de aplicar este ejemplo a una futura “Huelga Nacional”. Uno de sus
informes resumía así la situación: “El <O todos o ninguno> ha funcionado como hasta aquí no
lo había hecho en toda la historia del movimiento obrero madrileño”.41
El último año de vida del dictador hubo ciento treinta y seis conflictos laborales en
Madrid, que pasó a ocupar el tercer puesto en las provincias más conflictivas según el
Ministerio de Trabajo. Las reivindicaciones estaban también más politizadas, mezclándose en
muchos casos las demandas laborales con la exigencia derechos de reunión y de huelga, la
libertad sindical, la amnistía o la solidaridad con los sancionados y detenidos, como la
movilización que tuvo lugar en febrero ante la vista en el Tribunal Supremo del Proceso
1001.42 Pero muchas de las reivindicaciones eran, evidentemente, puramente laborales. Por
ejemplo, el metal madrileño estaba inmerso en la revisión del convenio provincial. Más de
treinta mil de ellos firmaron el escrito de la plataforma negociadora rechazando la subida del
veinte por ciento impuesta por un laudo, campaña refrendada en Getafe con una asamblea de
más de doscientos enlaces y jurados en los locales sindicales.43 Ante la crisis económica y la

40
Entrevista con Antonio López Megía el 1 de junio de 2006.
41
“Sobre el movimiento huelguístico en Madrid”, JACQ 722, “Reunión p. con c.s. del movimiento obrero”,
diciembre de 1974, AHPCE, JACQ 691, “Informe sobre el movimiento obrero madrileño”, AHPCE, JACQ
691, “Carta de (50)”, 2/12/1974, AHPCE, JACQ 693, todos ellos en Sección Nacionalidades y Regiones.
Madrid. Véase también Sanchez del Pozo, J.L., CASA y Getafe…, pp. 100 y sig.
42
Babiano, J., Emigrantes, cronómetros y huelgas…, pp. 315 y sig., y Molinero, C., y Pere, Y., Productores
disciplinados…, p. 230. Un debate sobre este tema puede seguirse en Soto Carmona, A., “Huelgas laborales-
consecuencias políticas”, Historia Social, nº 30, 1998, pp. 39-61, y Domènech Sampere, X., “El problema de la
conflictividad bajo el franquismo: saliendo del paradigma”, en Historia Social, nº 42, 2002, pp. 123-143.
43
Gaceta de Derecho Social, Separata al nº 44-45, febrero-marzo/75, Carta a Marcelino, 13/4/1975, AHPCE,

733
inflación aumentaron las exigencias de control de los precios y el mantenimiento de la
capacidad adquisitiva de las familias. Así, en Getafe el día 20 de marzo hubo un boicot
masivo a los mercados convocado por las asociaciones ciudadanas. La movilización fue un
éxito y animó a los comunistas de la localidad a ir preparando una próxima huelga general
basada en el problema de la carestía de la vida y en la constitución de una amplia plataforma
con personas que no fueran militantes del partido, organismo que tiempo más tarde se
formaría e incluiría al sacerdote Augusto Carnicer.44
El 4 de junio las Comisiones Obreras apoyaron la Jornada convocada por la Junta
Democrática a pesar del temor a quedarse descabezados a los pocos días de las elecciones
sindicales. Si en Madrid participaron más de cien mil huelguistas, en Getafe el seguimiento
fue tan masivo que llegó a ser calificado como de una verdadera “Huelga General”. La
mayoría de las grandes y medianas empresas pararon, algunas fábricas como Kelvinator
fueron desalojadas por la policía y se llevó a cabo un boicot a mercados y colegios.45
En las elecciones sindicales de ese año hubo una importante participación. El
programa de la oposición consistía en la demanda de 40 horas semanales, salario mínimo de
750 ptas. al día, sueldo íntegro en casos de enfermedad y jubilación, 30 días vacaciones al
año, 3 pagas extra al año, readmisión despedidos, derecho de reunión, de asociación y huelga,
libertad sindical y amnistía. <Triunfo del movimiento obrero>, tituló Gaceta de Derecho
Social su información sobre el resultado. En Madrid fue elegida la Comisión Asesora del
Convenio del Metal –en la que estaban dos trabajadores de CASA, Fidel Alonso y Emilio
Martín- mientras en Getafe la oposición lograba la mayoría de los enlaces y jurados. En
CASA ésta obtuvo 75 puestos frente a 26 de la oficial y en Kelvinator la relación fue de 100 a
20.46 En la segunda fase de las elecciones USO y Comisiones Obreras formaron una

JACQ 1230, Fondo Represión, y “Huelga General de Getafe. Las Comisiones Obreras informan”, enero de
1976, AHPCE, Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carpeta 004/2.
44
“Tenemos que ir a la huelga general de todos los trabajadores de Getafe en los que se incluyen los polígonos
(Fuenlabrada, Pinto, Leganés, Los Ángeles). Tenemos que comprender que no es la huelga solamente de
CASA, Kelvinator, Siemens, Uralita, etc., sino de muchos más trabajadores, hasta los que ahora no llegamos”,
primavera de 1975, AHPCE, Serie Nacionalidades y Regiones. Madrid., caja 169. El boicot del 20 de marzo
en Hora de Madrid, Órgano del Comité de Madrid del PCE, nº 83, marzo de 1975, Archivo de la Fundación
Pablo Iglesias (en adelante AFPI). Sobre la plataforma cívica, la entrevista con Augusto Carnicer el 4 de mayo
de 2006 y con José Luis Núñez Casal el día 1 de junio de 2006.
45
El Partido del Trabajo de España (PTE) habló de “verdadera huelga general”, El Correo del Pueblo, nº 7,
10/06/1975, AFPI. Véase también “Huelga General de Getafe. Las Comisiones Obreras informan”, enero de
1976, AHPCE Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carpeta 004/2, Hora de Madrid, junio de 1975, AFPI, así
como Babiano, J., y De Mingo, J.A., <De la Comisión de Enlaces y Jurados del Metal a la Unión Sindical de
Madrid: las Comisiones Obreras Madrileñas durante el franquismo>, en RUIZ, D., (dir.) Historia de
Comisiones Obreras (1958-1988), Madrid, Siglo XXI, 1994, pp. 191-214, p. 209.
46
Cambio 16, nº 187, 3/7/1975 y Gaceta de Derecho Social, Separata nº 48-49, mayo-junio 1975. Como es
sabido, la UGT continuó con el boicot y el rechazo a los resultados: “no reconoce ni reconocerá a estos

734
candidatura unitaria que tuvo que enfrentarse a numerosas presiones y a la impugnación de
los resultados por parte del sector oficialista. Sólo tras las asambleas en los centros de trabajo
y la recogida de siete mil firmas de apoyo finalmente se reconoció la victoria. La candidatura
obtuvo diecinueve de los veinte puestos en liza y la presidencia de la Unión de Trabajadores y
Técnicos (UTT), que recayó en Fidel Alonso: “Hemos penetrado en las entrañas del
verticalismo y comenzamos a desmoronarlo por dentro –declararía este trabajador de CASA-
Los locales se abren, porque cogemos las llaves, porque tenemos esa Agrupación del metal,
con el presidente a la cabeza, que coge las llaves y las puertas de los locales son abiertas para
todos los trabajadores. El Sindicato empieza a ser utilizado totalmente.”47 El nuevo reparto de
poder, simbolizado en la colocación de carteles de Comisiones Obreras y USO, tendría una
enorme importancia en la huelga de diciembre. En la UTT provincial a José Bañales Novella,
procurador en Cortes que llevaba veinte años en el cargo, la reelección le costó más que de
costumbre: sólo cuarenta votos le separaron de la candidatura de oposición liderada por
Adolfo Piñedo.48

LA HUELGA Y LA REFORMA.
Con la muerte del dictador se asistió a un enorme desarrollo de las huelgas, ahora
decididamente ofensivas.49 Los ánimos estaban muy caldeados por la decisión del ministro de
economía Villar Mir de paralizar los incrementos salariales para frenar la inflación, una
decisión muy problemática pues el decreto de congelación salarial se aprobaba sólo seis días
antes de la muerte del dictador y afectaba a numerosos convenios que se estaban
negociando.50 El rechazo a esta normativa se convertiría en la bandera de las movilizaciones
que sacudirían las fábricas en las siguientes semanas. Un factor que influía también de forma
decisiva era la crisis que atravesaba el sector del metal por la mala situación de la industria del
automóvil y de las producciones auxiliares de la construcción.51 Además estaba pendiente la
revisión de los convenios de importantes industrias de la zona como Kelvinator, Siemens,

pretendidos representantes obreros la menor legitimidad ni autenticidad (…) y desde luego no va a admitir
como representantes de base más que a aquellos compañeros que resulten elegidos en auténticas asambleas de
fábrica”, Boletín de la UGT de España, nº 365, Toulouse, diciembre de 1957, AFPI.
47
EQUIPO EIDA, Getafe…, p. 65.
48
Informaciones, 1 de noviembre de 1975.
49
Soto Carmona, Á., Historia de la transición…, p. 379.
50
En abril de ese año ya se había aprobado un decreto anulaba la aplicación de la Ley de Convenios Colectivos
e impedía subidas salariales por encima del coste de vida y sólo excepcionalmente de tres puntos arriba. La
norma de noviembre de 1975 prorrogaba el decreto de abril para todo el año siguiente. Cambio 16, nº 207,
30/11/1975.
51
Gaceta de Derecho Social, nº 44, enero 1975 y Cambio 16, nº 198, 28/9/75.

735
Uralita y CASA, en la que el descontento aumentaba por la diferente interpretación del salario
debido por las horas extras ya trabajadas. El Ministerio de Trabajo había dado la razón a los
trabajadores pero la empresa reclamó ante los tribunales pues la diferencia rondaba unos
cuatrocientos millones de pesetas. 52
Como era previsible teniendo en cuenta el incremento de las expectativas por el
cambio de régimen, el elemento político fue asimismo fundamental en todo el proceso. De
hecho, la vanguardia del movimiento obrero ya participó por entonces en una manifestación
ante la cárcel de Carabanchel exigiendo la amnistía, movilización en la que cuatro de los
detenidos eran de la comarca: “El pueblo pide y lucha por la amnistía general desde hace
tiempo y no valen demagogias de reconciliación nacional si no se acompaña de verdad con
hechos (…) Las calles de Getafe han aparecido llenas de pintadas de amnistía general”. 53
Para José Luis Núñez Casal la huelga estuvo directamente incentivada por el PCE –
Fue una huelga claramente política que el partido planeó conscientemente con el propósito
de tumbar al gobierno Arias Navarro- . No obstante, para Antonio López, dirigente de USO,
las demandas políticas fueron secundarias al priorizar los trabajadores el rechazo del decreto
de congelación salarial y el objetivo de conseguir mejoras laborales. En una síntesis, Fidel
Alonso ha argumentado que hubo una conjunción de elementos políticos y de demandas
puramente laborales:

El tema de las reivindicaciones económicas y sociales había calado mucho en la gente.


Claro que se le daba el contenido político porque inmediatamente llegaba la represión.
Huelga-manifestación-represión, esa serie nos daba facilidad para plantear un cambio
de sistema político sin el que no era posible avanzar en las conquistas de los
trabajadores. No era algo inventado por el PCE sino una realidad en las fábricas y en
la calle. Ahora bien, lo que se planteaba era si había condiciones para hacer una
huelga general política que de una vez cambiara esto e instaurara un sistema
democrático o lo que había que hacer era dar un paso importante en las
reivindicaciones muy sentidas y al alcance de la mano, salariales y sociales. Las
condiciones que se daban facilitaban lo segundo, no para una huelga general política,
que era lo que algunos planteaban, sino para una huelga civil generalizada, como la
llamábamos.54

En todo caso, los dirigentes locales de Comisiones Obreras apoyaron un


enfrentamiento frontal con el nuevo sistema, contando para ello con la fortaleza del
52
Cambio 16, nº 207, 30/11/75 y y Santos, F., Arija, J.M. y Crespo, S., Trabajadores en huelga, Madrid, enero
1976, Madrid, Editorial Popular, 1976, pp. 18 y sig.
53
“Huelga general en Getafe. Comisiones Obreras informan”, enero de 1976, AHPCE, Serie Movimiento
Obrero, Caja 84, carp. 004/02. La formación comunista señalaría en enero que “ni aunque el partido quisiera
podía darse una tregua al Régimen”, Carta de <Carlos> (Víctor Díaz Cardiel)”, enero 1976, AHPCE, Serie
Activistas, Caja 93, carp. 42.
54
Entrevista con José Luis Núñez Casal el 8 de mayo de 2006 y con Antonio López Megía el 1 - junio - 2006.

736
movimiento obrero en la ciudad, la experiencia adquirida en los anteriores años de lucha y el
control de la UTT local. Sus objetivos iban más allá de las simples demandas económicas:

“Cuando un régimen está en crisis es el elemento político en el que se pueden


conseguir de hecho, unas zonas de libertad y unos avances que difícilmente luego se
van a poder cortar. Si no lo hacemos, y permitimos que el régimen se consolide, a
quienes les va a ser difícil avanzar es a nosotros. Y para conseguir movilizar a las
masas, para impedir la consolidación del régimen, nada es mejor que unir las
necesidades más imperiosas de las masas con la situación política, es decir, haciendo
comprender que si la situación política no cambia nuestra situación económica y social
va a seguir igual o peor”.55

El mismo día de la muerte del dictador se reunió la UTT de la comarca en la Casa


Sindical y allí se exigió la derogación del decreto de congelación sindical, un sindicato
democrático, unitario e independiente del Estado y la amnistía para los presos políticos y los
sancionados laborales.56 Seis días más tarde la UTT convocó una jornada de lucha simultánea
al comienzo de las protestas en Standard. Hubo numerosas asambleas en fábricas y paros de
varias horas en CASA y en Siemens, éxito que afianzó la decisión de preparar una amplia
campaña para los días 10 y 11 de diciembre. El lunes 1 se organizó una huelga en CASA que
duró unos tres cuartos de hora, seguida en las siguientes jornadas de acciones en Siemens,
Intelsa y Electromecánica. El jueves en una reunión de doscientos cincuenta representantes de
las fábricas más importantes y de los pequeños talleres en el sindicato comarcal se acordó
tomar medidas para ir “yendo a la huelga general”. Los siguientes días hubo reuniones en las
fábricas y paros de varias horas en Construcciones, Uralita, Kelvinator, Electromecánica de
Precisión, Siemens e Intelsa.57
La nueva detención de Marcelino Camacho o Francisco García Salve para muchos
demostrada la falsedad de las medidas aperturistas e incrementaba la amplitud de la protesta.
El martes 9 de diciembre estaba prevista una nueva asamblea en la sede del sindicato en
Getafe pero el local fue cerrado por orden de la OSE y efectivos de la policía político-social
vigilaban el exterior para impedir la concentración. La clausura no desanimó a la vanguardia,
que reunió a unos trescientos enlaces y jurados en la plaza José Antonio con objeto de
analizar la situación y preparar las siguientes jornadas, en una forma de legitimar las acciones

55
“Huelga general en Getafe. Comisiones Obreras informan”, enero de 1976, AHPCE, Serie Movimiento
Obrero, Caja 84, carp. 004/02.
56
“Acta de la reunión celebrada por la Agrupación del Metal de la Unión de Trabajadores y Técnicos”,
20/11/1975, AHPCE, Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 001.
57
“Huelga general en Getafe. Comisiones Obreras informan”, enero de 1976, AHPCE , Serie Movimiento
Obrero, Caja 84, carp. 004/02 y entrevista con José Luis Núñez Casal el día 1 de junio de 2006. Véase también
Informaciones, 6 de diciembre de 1975. La reunión también aparece en “Información”, Getafe, 3/12/75, AFPI,
Fondo ORT, Secretaría Sindical, Informes y notas informativas de la Sec. Sindical del CC, 1975-76, Sig. 12-19

737
mediante reuniones abiertas de vecinos y trabajadores en las plazas y calles, que fue llamado
por aquel entonces como el “sindicato ambulante”.58
El miércoles 10 la comarca se vio afectada por paros de varias horas en Siemens,
CASA, Intelsa, Wafios, Kelvinator y Electromecánica, siendo las dos últimas desalojadas por
la policía hacia al final de la mañana. Esa tarde tenía lugar la primera gran manifestación del
conflicto en la calle Madrid –que ocasionó las primeras detenciones- con lo que volvían a
combinarse todas las formas de movilización practicadas en los años precedentes.59 En
Madrid los conflictos se extendían en las fábricas del metal –como Standard-ITT- por el
rechazo al decreto salarial y las negociaciones del convenio colectivo. La tensión social
afectaba también a otras zonas del Estado alcanzando cuotas de conflictividad absolutamente
desconocidas hasta entonces al implicar, según la OSE, a más de tres millones y medio de
huelguistas.60 La publicación oficial del sindicato oficial, Vida Laboral, se hizo eco de la
dimensión de la protesta y lanzó constantes llamamientos a la calma:

<El panorama laboral se ha visto involucrado más o menos ingenuamente, con las
posturas de aquellos que más que la reivindicación laboral han pretendido la ruptura,
el conflicto por el conflicto, como creación de un ambiente propicio para hacer saltar o
destruir los buenos propósitos, y en definitiva, para buscar la ruptura de un programa
que hoy más que nunca aparece como sugerente y prometedor. El ciudadano, la gente
de la calle, seriamente preocupada (…) se pregunta ¿hasta donde pretenden llegar?>61

El jueves 11 otras empresas importantes como John Deere, Limicalor, Uralita o


Ericsson se unieron a un conflicto que empezaba a repercutir en los pequeños y medianos
talleres. El viernes mil cuatrocientos trabajadores de CASA eran desalojados por la policía
mientras en Leganés la dirección de Intelsa cerraba la fábrica una semana. Una buena parte de
los dos mil trabajadores que se quedaban así sin trabajo marcharon por los polígonos e
incentivaron nuevas interrupciones del trabajo en Kelvinator, John Deere, Siemens, Limicalor
o Ericsson. Por la tarde una asamblea en la plaza Canto Redondo refrendaba la táctica seguida
hasta la fecha.62 Al día siguiente se repitieron las reuniones masivas en la calle Madrid y en la

58
Véase VEGA GARCÍA, R., “Los contextos de la Acción Sindical, del franquismo a la transición”, en Tercer
encuentro de investigadores del franquismo, Universidad de Sevilla, 1998, pp. 346-354. El caso de Getafe está
tratado también por F. Alonso en Tribuna Socialista. Revista de Crítica Marxista, nº 3, abril-junio 1976, AFPI.
59
Cambio 16, nº 212, 29/12/1975. En Kelvinator ese día primero hubo un paro de 9 a 10,15 horas tras el cual se
dio a la empresa un nuevo plazo para la revisión del convenio colectivo. Al no recibir contestación a media
mañana los trabajadores volvieron a la huelga hasta ser desalojados por la policía, Hora de Madrid, diciembre
de 1975. El hijo de un miembro del jurado de empresa de Intelsa fue amenazado expresamente en un folleto
firmado por una autodenominada “Vieja Guardia de Franco”. Informaciones, 10 de diciembre de 1975.
60
MOLINERO, C. e Ysas, P., Productores disciplinados…, p.233.
61
Vida Laboral, nº 48, enero 1976.
62
“Íbamos acercándonos a la Huelga Nacional”, “Huelga general en Getafe. Comisiones Obreras informan”,

738
calle Palacios al tiempo que se convocaba una nueva asamblea de representantes sindicales en
la plaza de la Magdalena. Para entonces el conflicto ya había salido de las fábricas y se
extendía por todo el entramado urbano aprovechando la conexión anterior del movimiento
ciudadano. Así lo comentaba la publicación de los comunistas madrileños: “Cuando empiezan
a desalojar las fábricas y a cerrar el Sindicato es cuando la lucha salta a la calle. Piquetes de
hasta quinientos obreros de las fábricas en look out van recorriendo las fábricas llamando a la
huelga. Asambleas en plazas y bares coordinan la lucha. La huelga es general por las
tardes…”.63
El lunes 15 los trabajadores pararon varias horas en Electromecánica, Siemens,
Kelvinator y CASA, en la que veintidós trabajadores –dieciséis de ellos cargos sindicales-
fueron sancionados con suspensiones de empleo y sueldo de uno a dos meses. De acuerdo con
el diario Informaciones el martes la localidad se encontraba “prácticamente paralizada” por
los paros en las grandes industrias y muchos pequeños talleres. La conflictividad se extendía
por toda la comarca y afectaba a los polígonos industriales de Parla, Fuenlabrada y Leganés,
donde Intelsa seguía cerrada.64 En Getafe una asamblea de los cargos sindicales en la plaza de
Fátima decidía, bajo la lluvia, continuar la huelga general, conseguir la anulación de todas las
sanciones y negociar con los empresarios de la Agrupación del Metal.
El miércoles 17 eran desalojadas CASA y Electromecánica de Precisión. Al día
siguiente las unidades de la Guardia Civil y de la policía armada, que actuaban diariamente en
la comarca, disolvían en Leganés una concentración de los trabajadores de Intelsa ante la
puerta de su fábrica y luego una marcha por el polígono industrial. El viernes eran ya más de
diez mil los trabajadores de la comarca que secundaban la huelga. En Kelvinator los obreros
fueron desalojados por la policía y la empresa cerrada por cuatro días. La misma medida tomó
la dirección de CASA, respondiendo los trabajadores con marchas masivas hacia el centro del
pueblo y los polígonos industriales hasta que fueron frenados por contundentes cargas de la
Guardia Civil en el barrio de la Alhóndiga. La mayoría de las grandes empresas estaban
afectadas. John Deere paraba en solidaridad por el desalojo de Kelvinator, Siemens estuvo
todo el día en huelga y una asamblea de los trabajadores de Uralita decidió hacer lo mismo la
jornada siguiente si no terminaban las sanciones y conseguían la libertad cuatro compañeros
detenidos. Para entonces en la provincia había más de ciento cincuenta mil trabajadores

enero de 1976, AHPCE, Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 004/02. Sobre este tema otro documento
también afirmaba que “En Madrid se va encontrando la vía propia, específica, hacia la Huelga General, que
pasa porque no haya despidos, que se logren las conquistas salariales…”, “Carta de Mercedes”, AHPCE, Serie
Activistas, Caja 93, carp. 45.
63
Hora de Madrid, nº 97, diciembre de 1975.
64
Cambio 16, nº 211, 22/12/1975 e Informaciones, 17 de diciembre de 1975.

739
movilizados en el metal (Standard, Chrysler, Boetticher…) la construcción, la banca, los
seguros o telefónica. Esa tarde una enorme manifestación en la calle Madrid dio el pistoletazo
de salida a numerosos saltos en distintos puntos de la localidad. La represión fue en aumento
e incluyó disparos al aire y el desalojo de todos los bares en la Plaza Roja, como señalaba un
informe interno de la ORT:
“La calle estaba hasta los topes, todo el mundo con sus familias, paseando, andando y
en un estado de ánimo fuera de lo normal, se decide dar el salto (…) Se ve como todo el
mundo está viviendo los momentos conflictivos de la zona, se ven mujeres, niños,
ancianos, gente del pueblo, se salta a partir de ese momento en el centro del pueblo, da
la impresión de estar en estado de guerra por la forma salvaje de reprimir la policía,
no respetan nada y se crea una situación tensa, se dispersa la gente, se vuelven a
aglutinar y se vuelve a saltar otra vez en la calle Madrid”.65

El viernes 19 los paros afectaban a <prácticamente la totalidad de la población laboral


de Getafe> y contaban con el apoyo de los sindicatos suizos.66 La situación en la comarca
seguía la tónica anterior. El cierre patronal terminaba en Intelsa pero continuaba en CASA y
se iniciaba en Eletromecánica de Precisión. Los despidos afectaban ya a Wafios y a John
Deere, mientras Uralita era desalojada y los trabajadores de Kelvinator formaban dos grandes
piquetes que marchaban por el polígono industrial. En Construcciones la carga policial contra
los trabajadores concentrados en la puerta de la factoría dejaba a uno de ellos con el cráneo
fracturado.67 Esa tarde continuaron las manifestaciones –en las que “los efectivos de orden
público se emplearon a fondo por espacio de varias horas”68- y comenzó la negociación entre
la Agrupación del Metal y los empresarios locales. Como se preveía, el encuentro fue
complicado y tan sólo se consiguió fijar una nueva reunión para el siguiente lunes con un
escueto orden del día: estudiar las opciones de salida del conflicto, la situación de los
sancionados y el decreto de congelación salarial.
Durante los siguientes días continuaron los paros (por ejemplo Intelsa volvía a la
huelga al día siguiente del terminar el look out) y el cierre de fábricas, que ya afectaba a
CASA, Eletromecánica, Kelvinator, Wafios y John Deere. El día 22 de diciembre se celebró
la segunda reunión con los empresarios locales en la que los trabajadores plantearon la

65
“Información”, Getafe, 3/12/1975, AFPI, Fondo ORT, Secretaría Sindical, Informes y notas informativas de
la Secretaría Sindical del CC, 1975-1976, Sig.12-19.
66
“Getafe estuvo de nuevo al borde de la huelga general, esta vez abiertamente política, por la democracia y
contra los topes salariales del Gobierno. Haya que resaltar el hecho de que, en esta localidad la organización
del PCE respondió a las demandas y deseos de la clase obrera”, El Correo del Pueblo, Órgano Central del PTE,
20/12/1975, AFPI. Véase también Cambio 16, nº 212, 29/12/1975.
67
“Información”, Getafe, 3/12/1975, AFPI, Fondo ORT, Secretaría Sindical, Informes y notas informativas de
la Secretaría Sindical del CC, 1975-1976, Sig.12-19
68
Informaciones, 19 de diciembre de 1975.

740
negociación de un Convenio Comarcal y el fin de las represalias, pero los delegados de la
parte económica argumentaron que no podían hacer ningún compromiso sin una autorización
de la OSE, así que la reunión terminó fijando únicamente un nuevo encuentro para el día 7 de
enero. Por parte de la UTT comarcal se decidió al día siguiente la vuelta al trabajo para
mostrar la buena disposición.

“FELIZ AÑO LIBRE” 69


El titular de Cambio 16 mostraba el optimismo que se vivía en el país en los
comienzos de la Transición. Todo por lo que se había luchado antes parecía al alcance de la
mano si se daban las condiciones necesarias, un estado de ánimo que tal vez influyera en la
decisión de mantener la presión tras casi un mes de conflicto. La dinámica volvía a repetirse.
El 2 de enero John Deere volvió a la huelga y la empresa cerraba otra vez la factoría. El día 7
la reunión de los delegados de la Agrupación de Metal con la Unión de Empresarios no dio
ningún resultado pues mientras los primeros insistían en la previa readmisión de despedidos,
Santiago Alonso Mostaza, el presidente de la unión de empresarios y jefe de personal de John
Deere, exigía la vuelta a la normalidad. Reaparecieron de nuevo los paros de solidaridad y el
desalojo policial en Kelvinator, Electromecánica y Mayercord. Para entonces ya había cinco
despedidos en Electromecánica, otros cinco en John Deere, dos en Anguimacar, uno en
Uralita y nada menos que ciento veintiocho en Wafios debido al paro del pasado 18 de
diciembre, por lo que un punto básico en las demandas pasó a ser la readmisión de todos los
despedidos.70 Un grupo de trabajadores de John Deere se encerró en la empresa y otros en la
iglesia de San Sebastián, donde se unieron los obreros de Wafios. La red de ayuda volvió a
funcionar y numerosos vecinos respondieron a las llamadas a la solidaridad de los encerrados
y enviaron al templo mantas y comida. Esa misma jornada unos doscientos cincuenta
representantes volvieron a reunirse y lanzaron un llamamiento para que Madrid se lanzara a la
huelga general.71 Mientras tanto en el pleno ordinario del Ayuntamiento dos concejales,

69
Cambio 16, nº 212, 29/XII/1975. Este titular se oponía al que había elegido la revista para comenzar ese año:
“Feliz año peor”, Cambio 16, nº 163.
70
Gaceta de Derecho Social, nº 56-57, enero-febrero 1976. En la documentación conservada se aprecia una
mayor radicalización en las peticiones de Comisiones Obreras, que incluían claras demandas políticas (ruptura
democrática, gobierno provisional), mientras que las de la Agrupación del Metal de la localidad continuaban
más centradas en objetivos laborales y económicos, véase “Huelga general en Getafe. Comisiones Obreras
informan”, enero de 1976, AHPCE, Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 004/02, e “Informe de la
Agrupación del Metal de Getafe”, 7 de enero de 1976, AHPCE, Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 001.
71
“Exigimos a todas las Comisiones Obreras de Madrid se muevan en extender la lucha para acercarnos a la
huelga general”, “Huelga general en Getafe. Comisiones Obreras informan”, enero de 1976,AHPCE, Serie

741
Ramón Luis Montoso y Jesús Vaquero González intervinieron “acerca de la situación política
del país” antes de que el alcalde Angel Arroyo Soberón cortara sus palabras argumentando
que el tema no estaba en el orden del día. Ese mes el boletín municipal publicaba una editorial
del regidor en la que bajo el título <No derribemos la torre> hacía un alegato paternalista
advirtiendo de las consecuencias que podrían acarrear unas movilizaciones a las que los
ciudadanos de la localidad habían sido arrastrados: “Nuestro pueblo no ha ido a la huelga,
nuestros obreros han sido empujados a ella; el problema laboral es una cosa y la lucha por
traer a nuestra patria antiguas y bien conocidas políticas es otra”.72
El jueves día 8 el paro era prácticamente general en el municipio. Las principales
industrias como Casa, Siemens, Uralita, o Ericsson estaban en huelga o afectadas por cierres
empresariales. Los trabajadores de Kelvinator, Electromecánica, Mayercord y Limicalor se
encerraron en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en el barrio de la Alhondiga mientras
los de John Deere y Wafios seguían en la iglesia de San Sebastián. La policía rodeó desde la
mañana los centros religiosos para impedir que los vecinos volvieran a llevar alimentos y
finalmente los desalojó hacia las siete de la tarde. Para entonces había más de trescientos mil
huelguistas en Madrid, destacando el metal, la construcción, sanidad, banca, seguros,
telefónica, artes gráficas o enseñanza. 73 Especialmente importante por su efecto multiplicador
fue la paralización del metro del 5 al 9 de enero ya que generó enormes atascos en la ciudad e
imposibilitó la apertura normal de muchas empresas. En estos meses cruciales del
postfranquismo la oposición estaba llevando la iniciativa y desbaratando los intentos de
imponer una reforma limitada. En palabras del que fuera entonces Ministro de la
Gobernación, se trataba de <un desafío político frontal>. 74
El viernes en Getafe aumentaron las huelgas de solidaridad y se sumaron al paro
obreros que no estaban negociando convenios ni tenían conflictos inmediatos, como Siemens
o Limicalor.75 Por la mañana, tras impedir la policía entrar a las fábricas a los trabajadores
afectados por el cierre patronal se celebraron varias asambleas masivas en el centro urbano y
ante la amplitud de la movilización fue autorizada una concentración a la una de la tarde en la

Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 004/02.


72
Pleno del Ayuntamiento de Getafe, 7 de enero de 1976, Archivo del Ayuntamiento de Getafe (en adelante
AAG) y Getafe. Centro y corazón de España, nº 13, enero de 1976, AAG.
73
Santos, F., Arija, J.M. y Crespo, S., Madrid en huelga…, p. 27. Una publicación poco dada a exagerar estas
cifras como era Vida Laboral, (nº 48, enero 1976) señaló que eran mil los trabajadores encerrados en las
iglesias de Getafe,. Informaciones aumentó esta cifra en otros cinco mil ( 8 de enero de 1976).
74
Fraga Iribarne, M., En busca del tiempo servido, Barcelona, Planeta, 1987, p. 30. Sobre el factor político de
estas movilizaciones véase Maravall, J.M., La política de la transición, Madrid, Taurus, 1981, pp. 24-26. Véase
también Domènech Sampere, X., “El Cambio Político (1962-1976). Materiales para una perspectiva desde
abajo”, en Historia del Presente, nº 1, 2002, pp. 46-67.
75
Declaraciones de Adolfo Piñero en Gaceta de Derecho Social, nº 56-57, enero-febrero 1976, p. 41.

742
plaza de España. Allí se aprobó la entrega de un escrito al Ayuntamiento para que fuera
tramitado al rey y éste interviniese paralizando el decreto de congelación de salarial e
impulsando la amnistía. Pero el alcalde no estaba en el consistorio por lo que sólo pudieron
dar el escrito a la policía:

Yo había redactado el documento, que firmó todo el que pudo, y lo entregué


personalmente al jefe de la policía local, porque nadie quería cogerlo, aunque yo lo
que quería realmente era entregarlo y salir corriendo. Aquello ya era más político,
pedíamos la libertad sindical y la amnistía. Los que firmamos la huelga éramos del
movimiento obrero y del movimiento ciudadano, por ejemplo yo representaba a la
asociación de vecinos Centro San Isidro.76

A las siete la calle volvía a ser ocupada en la mayor manifestación del conflicto. Diez
mil personas marcharon desde la plaza del Generalísimo con gritos a favor de la amnistía o
contra del decreto de congelación de salarios, y al llegar a la plaza General Palacios intervino
el abogado Luis Núñez antes de ser brevemente detenido.77 Con objeto de intentar frenar la
conflictividad el gobierno optó por un giro represivo y esa noche fueron detenidos numerosos
dirigentes del metal de la provincia, algunos en sus casas y otros en una reunión que
transcurría en los locales que la HOAC tenía en la calle Silva de Madrid -podíamos ser unas
ciento veinte personas allí-.78 Entre los detenidos estaban Fidel Alonso, Antonio López y
Rosa María Roldán –de CASA- , Julián Sánchez –de Electromecánica-, Críspulo Nieto –de la
Agrupación de Empresarios- , Antonio Galán y Manolo Alarcón –jurados de Siemens- Julián
Abad, Gerardo Díaz y Bautista Pérez -jurados de Electromecánica- y Diodoro Fernández –
jurado de Kelvinator-.79
En la capital finalizaba la huelga del metro, clave para una hipotética extensión del
conflicto, tras haber alcanzando los trabajadores sus principales reivindicaciones y la garantía

76
Entrevista con Críspulo Nieto Cicuendez el día 29 de marzo de 2006.
77
La comisión estaba formada por Críspulo Nieto, Vocal de la Agrupación de Empresas de la UTT, Fidel
Alonso, presidente de la Agrupación del Metal de la UTT, África García Ortega, maestra y presidenta de la
Asociación de Amas de casa, así como por el abogado José Luis Núñez. La cifra de asistentes varía entre los
dieciocho mil proporcionados por Informaciones el día 10 de diciembre y los diez mil que dan F. Santos, J.M.
Arija y S. Crespo ( SANTOS, F., ARIJA, J.M. y CRESPO, S, Madrid en Huelga…, p. 29.) La concentración
aparece también en el periódico Ya del día 10 de diciembre de 1975 y en Gaceta de Derecho Social, nº 56-57,
enero-febrero 1976. El alcalde Angel Arroyo Soberón se negó dar entrada al escrito en el Registro del
Ayuntamiento al considerar que se trataba de una petición puramente política. El regidor todavía citaría en el
otoño de 1976 a José Antonio Primo de Rivera (“esto no es sólo una tarea económica, esto es una alta tarea
moral”) para pedir el voto afirmativo en el referéndum de la reforma política, Boletín del Ayuntamiento de
Getafe, noviembre de 1976, AAG.
78
Entrevista con Antonio López Megía el 1 de junio de 2006.
79
Gaceta de Derecho Social, nº 56-57, enero-febrero 1976. La relación de detenidos apareció también en la
prensa de la época. Véase por ejemplo el diario Ya, 13 de enero de 1976. Nuevo Diario incluyó también entre
los detenidos a Luis Manglano, trabajador de Kelvinator,15 de enero de 1976.

743
de que no habría represalias. En el metal la intensidad de la protesta y, posiblemente, el deseo
de intentar desmarcarse de su pasado político con vistas a futuras opciones hizo que fuera el
presidente de la UTT provincial el que liderara una propuesta de encierro en los locales del
Sindicato de la calle Ferraz. Allí se convocó una hora diaria de paro hasta el sábado 17 en
protesta por el decreto de congelación salarial y se exigió además la libertad de los detenidos,
la amnistía y la modificación de las leyes de huelga, manifestación y reunión, actitud que
provocó <ironía y sonrisas entre los trabajadores> sin evitar la total inoperancia del
entramado oficial. Los paros, ahora impulsados por la propia estructura vertical, fueron
seguidos por más de cien mil metalúrgicos de la provincia, incluyendo pequeños y medianos
80
talleres que hasta el momento no habían sido afectados. Hubo cierres patronales en
Standard y Chrysler, manifestaciones en Atocha, Villaverde o Legazpi y encierros en varias
iglesias de la zona sur. Las movilizaciones afectaron también a otros sectores –por ejemplo
Correos fue militarizado el día 13- y a zonas del área metropolitana como Leganés, Móstoles,
Torrejón, Alcorcón, Coslada, San Fernando, Alcalá o Aranjuez.
En Getafe el domingo por la tarde tuvo lugar una gran manifestación en el campo de
fútbol aprovechando que se disputaba un partido de liga. Los rebeldes fueron reprimidos
mediante fuertes cargas de la policía, que detuvo allí mismo a veinticinco personas.81 Poco
más tarde le sucedía lo mismo al abogado José Luis Núñez Casal:

Teníamos un plan para salir en masa del campo. Pero cuando ya había empezado el
partido entró la policía. Hubo muchos gritos de “fuera, fuera!” y entonces se lió todo.
Luego vino la policía a buscarme a mi despacho. La detención estaba posiblemente
relacionada con que sabían que habíamos hecho una apuesta política muy fuerte. La
huelga superaba el límite de la fábrica.82

En el Colegio de Abogados de Madrid se recogió una colecta para pagar la multa de


Núñez mientras un grupo de letrados y varios actores (a los que Núñez había defendido en su
huelga el año anterior) solicitaban la intervención del Presidente del Consejo General de la
Abogacía, Pedrol Ríus.
Desde el lunes 12 de enero se generalizaron en la comarca las muestras de solidaridad
y la exigencia de la libertad para los detenidos. La UTT envió telegramas al Ministro de
Relaciones Sindicales y al Gobernador Civil, los profesores y alumnos del último curso de

80
SINDICATO PROVINCIAL DEL METAL. Unión de Trabajadores y Técnicos, 12 de enero de 1976,
AHPCE , Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 001 y Cambio 16, nº216, 28/1/76.
81
Entre ellos se encontraba Edmundo Nieto, cuadro comunista de la localidad, y Longinos, miembro del jurado
de Siemens.
82
Entrevista con José Luis Núñez Casal el 8 de mayo de 2006.

744
EGB del colegio San José de Calasanz entregaron al fondo de solidaridad las tres mil cien
pesetas que habían recogido para su prevista excursión de fin de curso83 y la Asociación de
Amas de Casa convocaba un boicot y cierre de comercios en protesta por la carestía de la
vida. Pocos días más tarde esta misma asociación advertía que debido a la huelga muchas
familias no podrían pagar muchos recibos hasta que no se normalizase la situación laboral. 84
La Agrupación del Metal de Trabajadores y Técnicos de Getafe hizo público un documento
en el que recordó los principales objetivos de estas semanas: la anulación del decreto de
congelación salarial, la amnistía, el sindicato democrático, la libertad para los detenidos y la
anulación de las sanciones. 85
En las jornadas siguientes la mayor parte de los detenidos fueron puestos en libertad
tras pagar las multas gubernativas con el dinero que en casi todos los casos pagó la UTT
mediante colectas en las fábricas.86 La comisión negociadora del metal madrileño –en la que
estaban Fidel Alonso y Luis Fernández, principales responsables de la UTT de Getafe-
negoció con el delegado provincial del Sindicato Vertical y con el ministro de Relaciones
Sindicales con objeto de intentar una salida al conflicto, pero Martín Villa rechazó la
posibilidad de acuerdos globales.87

Nos tuvieron que soltar con una multa de cien mil ptas. - que se recogieron en las
fábricas- porque el movimiento huelguístico no cesaba. A mí me llevaron a un despacho
y estaba interrogándome Conesa con la gente de la Político-Social, metiéndome mano
cuando llegó la llamada del ministro dando orden de que me soltaran inmediatamente.
El tío se resistía: “Excelencia, este pájaro se nos va a escapar otra vez”, pero Martín
Villa mantuvo la orden. De allí me estaban esperando en la puerta compañeros de
Comisiones para ir a negociar con el ministro, porque el movimiento que había en las

83
“… sacrificando parte de ello para alentaros a vosotros, trabajadores en la lucha constante para la
consecución de una España más unida, libre y democrática”, 12 de enero de 1976, AHPCE, Serie Movimiento
Obrero, Caja 84, carp. 1.
84
“Incluso los comercios y mercados han cerrado sus puertas a partir de las 12 de la mañana. Las pocas
empresas que permanecen todavía abiertas en la zona se encuentran paralizadas ya que la totalidad de los
trabajadores han observado una inactividad total”, Informaciones 12 de enero de 1976. Véase también el Libro
de Registro del Ayuntamiento de Getafe, 16/1/1976, AAG. Esta asociación ya había enviado a las autoridades
varios telegramas el mes pasado exigiendo las libertades y los derechos ciudadanos, “Información”, Getafe,
3/12/1975, AFPI, Fondo ORT, Secretaría Sindical, Informes y notas informativas de la Secretaría Sindical del
CC, 1975-1976, Sig.12-19.
85
“De la Agrupación del Metal de Trabajadores y Técnicos de Getafe a la Opinión Pública”, 13/1/1976,
AHPCE, Serie Movimiento Obrero, Caja 84, carp. 001.
86
Entre los empresarios estaban también haciendo otra colecta para sacarme a mí, pero al final faltaban ya
quince días para salir y les dije “no deis un duro, yo me chupo aquí el mes y no deis dinero a esta gente. Se
devolvió el dinero a los que habían dado, como talleres Caballero o talleres Uceda, talleres auxiliares que
trabajaban para las grandes empresas, entrevista con Críspulo Diego Cicuendez el día 29 de marzo de 2006.
87
Gaceta de Derecho Social, nº 56-57, enero-febrero 1976 y BABIANO, J., y DE MINGO, J.A., “De la
Comisión de Enlaces y Jurados del Metal a la Unión Sindical de Madrid: las Comisiones Obreras Madrileñas
durante el franquismo”, en Historia de Comisiones Obreras, (1958-1988), RUIZ, D., (direc.), Madrid, siglo
XXI, 1994, p. 191-214, p. 209.

745
fábricas era que o nos soltaban o la huelga se extendía más. Yo recuerdo que salió
Martín Villa muy ofuscado, diciendo que él no se reunía con Comisiones Obreras y que
sólo me había llamado como presidente de la VI Agrupación del metal y de la UTT de
Getafe. Yo le di una salida al comentarle <llámalo como quieras, estos son mis
compañeros y venimos a verte, pero si tú no quieres poner que no venimos como
miembros de Comisiones sino como representantes sindicales, pues hazlo>. Y así
hicimos la reunión, pero los que estábamos éramos parte de la dirección de CCOO de
Madrid.88

Todavía el martes Siemens era cerrada y al siguiente tomaba la misma decisión


Uralita, con lo que sus empleados pasaban a encontrarse en la misma situación que los de
John Deere, CASA, Intelsa o Kelvinator. Ese día las asociaciones vecinales solicitaron al
Ministro de la Gobernación una autorización para poder abrir una cuenta de ayuda a las
familias de los parados.89
El jueves día 15 de enero, mientras la policía detenía a la “Comisión de los ocho” de
correos, los vocales provinciales del metal se constituyeron en asamblea permanente desde las
8 de la mañana hasta las 10 de la noche, cuando fueron desalojados por la policía. Ese viernes
Ya informaba que continuaba el “paro total en la industria de Getafe”, por entonces agravado
por el cierre patronal de Limicalor, y persistían las manifestaciones en el centro de la
localidad.90 El domingo los sacerdotes leyeron en las iglesias un comunicado de solidaridad
con los huelguistas que recogía las siguientes palabras: <Como cristianos creemos que cuando
es el hombre lo que anda en juego no cabe andar con medias tintas. Jesús, ante un mundo
dividido y en conflicto, no es neutral, hace una opinión y toma partido>. 91

UN FINAL COMPLICADO.
El cansancio hacía mella en los huelguistas. En la capital varios sectores, como la
banca o la construcción fueron llegando a acuerdos y, aunque continuaría la conflictividad (el
día 18 RENFE era militarizada) poco a poco se asistió a una lenta reincorporación al trabajo.
Aún así todavía el día 20 la comisión negociadora de Madrid intentó mostrar su fuerza al
emitir un comunicado que ofrecía el fin de las huelgas si las empresas abrían las fábricas,

88
Entrevista con Fidel Alonso Plaza el día 19 de abril de 2006.
89
Enviaron el telegrama Carmen Ferrero por parte de las Amas de Casa y Javier Angulo de la Asociación de
Cabezas de Familia Las Margaritas, Ya, 14-enero-1976. Véase también Informaciones, 13 y 14-enero-1976.
90
Ya, 16 y 17 de enero de 1976.
91
Fue el propio Augusto Carnicer quien junto al obispo José Manuel Estepa redactó la homilía que se leyó en
todas las iglesias de Getafe si bien en el templo de La Magdalena el sacerdote, opuesto a esta medida,
desconectó el sonido mientras cumplía la orden de su superior, entrevista a Augusto Carnicer San Juan el día 4
de mayo de 2006. La cita de la homilía aparece en AA.VV., Madrid en huelga. Enero 1976, Madrid, Ayuso,
1976, p.118.

746
readmitían a los despedidos, indicaban los plazos para iniciar negociaciones y se
desmilitarizaba correos y los ferrocarriles. En Getafe la dirección de algunas empresas, como
Siemens y Electromecánica, plantearon la vuelta a la normalidad ofreciendo una salida
acordada, pero las asambleas de trabajadores exigieron que previamente tuviera lugar el
reingreso de todos los despedidos de la localidad. 92
En el final del conflicto en el metal fue decisiva la actitud de Standard, que abrió
escalonadamente sus factorías desde el día 22. Cinco días más tarde una asamblea aceptaba la
propuesta del jurado de empresa de volver al trabajo hasta que llegase la sentencia del laudo
de obligado cumplimiento. <No hubo más remedio, porque pocos seguían la huelga>,
declararía Adolfo Piñedo. En Getafe los trabajadores fueron reincorporándose al trabajo tras
el compromiso de que no habría despedidos y de que se negociaría posteriormente las
demandas salariales. Muy pocas empresas continuaron las movilizaciones a pesar de los
llamamientos de grupos como la ORT, descontentos del giro moderado que parecía estar
imprimiendo el partido comunista.93 Todavía en febrero seguirían cerradas John Deere y
Limicalor, mientras CASA era militarizada al peligrar el contrato con las fuerzas aéreas de los
Estados Unidos tras cuarenta días de alteraciones laborales.94
El largo conflicto hacía difícil mantener las movilizaciones. En las asambleas los
partidarios de continuar la lucha a ultranza fueron quedando en minoría porque, como
recordaba Antonio López: Las huelgas tienen un tiempo definido, una caducidad, llevábamos
más de 40 días en conflicto y ninguna caja de resistencia aguanta tanto. La gente tenía que
comer.95 Otro factor que apareció fue la decisión política de frenar el conflicto ante el callejón
sin salida a que se estaba llegando y el rechazo a imprimir al conflicto un giro mayor. Un
poco antes un informe del PCE madrileño había planteado la posibilidad de mantener los
paros hasta que se convocara una huelga general en la provincia pero para ello, advertía, había
que tener muy presente la respuesta del resto del Estado y la reacción de las fuerzas sindicales
y políticas. Según este documento USO, por ejemplo, temía la posible reacción del ejército –
“esto puede obligar a seis o siete generales a sacar los tanques a la calle”96- Todo parece

92
Cambio 16, nº 216, 28/1/76 y Manifiesto de la Comisión Asesora de la Construcción, Asamblea Permanente
de la UTT-Metal de Madrid, Presidentes de las UTT locales de Getafe, Pinto, Alcobendas, Alcalá y Torrejón,
Comisión Gestora de banca, jurados de empresa de metro y telefónica, y Comisión de los 50 de artes gráficas,
Gaceta de Derecho Social, nº 56-57, enero-febrero76
93
“Sigamos luchando hasta conseguir nuestras reivindicaciones salariales y por descontado la vuelta inmediata
de todos los despedidos al trabajo y el levantamiento de las sanciones”, “Adelante, obreros de Getafe”, AFPI,
Fondo ORT, Madrid-Getafe, Manifiestos y convocatorias (XII/1975-26/1/1976), sig. 8-15.
94
Cambio 16, nº 217, 2/2/1976.
95
Entrevista con Antonio López Megía el día 1 de junio de 2006.
96
“Carta de <Carlos> (Víctor Díaz Cardiel)”, enero 1976, AHPCE, Serie Activistas, Caja 93, carp. 42.

747
indicar que, como han recordado una buena parte de las fuentes orales, hubo instrucciones
para poner fin a las movilizaciones. En palabras de José Luis Núñez, El partido tomó la
decisión de terminar la huelga, y terminarla bien, de forma ordenada para que no cayera la
moral ni la capacidad de lucha. La huelga ya no tenía salida, ya no podíamos aguantar más
tiempo. Había que replegarse para tener capacidad de seguir pues el éxito político ya se
había logrado, habíamos demostrado la fuerza del movimiento obrero y del PCE. Pero luego
ir a las fábricas y decirles que había que parar, sobre todo a los que se habían unido hacía
poco, era la leche.97 Esta forma de acabar las movilizaciones ocasionó tensiones en
Comisiones Obreras:
Ahí es donde empiezan luego los problemas de los duros y los blandos, de los radicales
y los menos radicales. Algunos somos entonces víctimas de mantener una opinión que
hasta ese momento había sido absolutamente mayoritaria y que era la línea política del
partido: movilizar y movilizar para que esto cambiara. Y querer dar un frenazo en seco
y sin la debida reflexión creó problemas a los que estábamos en las fábricas porque a
los trabajadores no se les encandila y luego se les dice: “ahora te paras”, no sólo por
honradez sino porque la gente se pone en marcha y si no ve un objetivo cumplido dice
que por qué vamos a terminar. Todo aquello se pactó desde las alturas y no se supo o
no se quiso explicar al movimiento obrero, protagonista indiscutible e imprescindible
de los cambios que ha habido en este país.98
También surgieron críticas entre las formaciones de oposición minoritarias. La ORT
lanzaba continuos dardos al revisionismo que había mostrado el partido comunista mientras,
por parte de USO, Antonio López acusaba a Comisiones Obreras de haber frenado las luchas
de la comarca y Antonio Neira calificó de inoperante al Comité de Huelga de Getafe.99
El final llegó sin haber conseguido romper los topes salariales ni, de momento,
alcanzar mejoras económicas o laborales. Pero el conflicto había logrado paralizar una
importante población durante semanas, ocupar el espacio público en combinación con las
asociaciones ciudadanas y mantener una organización asamblearia y no violenta (“no se ha
roto ni un cristal”), en contraposición a otros conflictos laborales de la transición. Como
señalaron Javier Tusell y Genoveva Queipo de Llano, Getafe había sido una especie de “zona
liberada” en la que la realidad social había estado al margen de la autoridad política. En ese
sentido se había conseguido un destacado éxito político y táctico. “Getafe es un caso aparte”,
resumía por entonces un documento comunista de la época.100

97
Entrevistas con José Luis Núñez el 8 de mayo de 2006. Similares impresiones han comentado Fidel Alonso
Plaza y Antonio Neira en sus testimonios.
98
Entrevista con Fidel Alonso Plaza el 19 de abril de 2006.
99
.AA.VV., Madrid en huelga…, pp.131 y 158.
100
Tusell, J., y Queipo de Llano, G., Tiempo de incertidumbre. Carlos Arias Navarro entre el franquismo y la
Transición (1973-1976), Barcelona, Crítica, 2003, p. 293; Carta de <Carlos> (Víctor Díaz Cardiel)”, enero
1976, AHPCE, Serie Activistas, Caja 93, carp. 42.

748
LA PROYECCIÓN DE LAS
ASOCIACIONES DE AMISTAD CON LA
URSS EN ESPAÑA: DE LA LUCHA
ANTIFASCISTA A LA DEFENSA
DE LA PAZ Y DISTENSIÓN
DURANTE LA GUERRA FRÍA*
Magdalena Garrido Caballero
Universidad de Murcia

INTRODUCCIÓN
La Revolución Rusa generó un nuevo tipo de Estado lleno de luces y sombras. La
consigna de todo el poder a los Soviets, llevada a efecto en las jornadas revolucionarias de
octubre de 1917, puso fin al obsoleto autoritarismo zarista, constituyéndose progresivamente
la dictadura del proletariado. El proceso de institucionalización de la Rusia soviética daría
paso a la aplicación de una política de urgencias para poner fin a la participación rusa en la I
Guerra Mundial y cambiar el panorama político y socioeconómico precedente. No obstante,
no todos percibieron por igual el Estado soviético, para algunos era un faro de humanidad
mientras que para otros representaba una amenaza. En efecto, Estados temerosos de su
propagación intervinieron en la guerra civil rusa a favor de la causa blanca. Lo que motivó
una reacción de solidaridad con el primer Estado proletario entre obreros, intelectuales e
incluso influyó junto con la Internacional Comunista en la formación de los partidos
comunistas. Los movimientos de apoyo acabarían sujetos a los dictados del Kremlin y de su
política exterior.
Esta comunicación tiene por objetivos: analizar los movimientos de apoyo a la Rusia
Soviética, bajo la forma de asociacionismo en España,1 y la riqueza de mensajes de la que

*
La presente comunicación versa sobre la tesis doctoral “Las relaciones entre España y la Unión Soviética a
través de las Asociaciones de Amistad durante el siglo XX”, bajo la dirección de la profesora Encarna Nicolás
Marín de la Universidad de Murcia.
1
El asociacionismo con la URSS, en sus primeros tiempos, guarda semejanzas con los movimientos sociales
tradicionales, por un lado, comparten con éstos la estructura centralizada, y sus ideales revolucionarios de una
sociedad más justa e igualitaria. Por otro lado, la Asociación España – URSS, más próxima en el tiempo,
pretende ensanchar los cauces de participación efectiva de la sociedad, y comparte más similitudes con los
denominados Nuevos Movimientos Sociales (NMS). En los que se amplía sustancialmente el abanico temático.

749
fueron portadores a lo largo del pasado siglo XX.
Las fuentes utilizadas proceden de los fondos del Archivo Estatal de la Federación
Rusa, junto a documentación de archivos españoles, nacionales y particulares. Asimismo,
cuenta con testimonios de antiguos asociados españoles y las publicaciones de la Sección
Española de los Amigos de la Unión Soviética (AUS) y la Asociación España – URSS, que
junto con obras traducidas del ruso, proyectaron la política soviética en la sociedad española.

LOS ORÍGENES DE LOS AMIGOS DE LA UNIÓN SOVIÉTICA:


DE MOVIMIENTO SOCIAL A ASOCIACIÓN BAJO EL CONTROL DE LA URSS.
Los sucesos revolucionarios en Rusia fueron seguidos con gran interés a escala
mundial. Cuando se hizo evidente que las tropas británicas se unirían junto a las de otros
países en contra de la Revolución rusa, la defensa de la misma se materializó, no sólo en
Reino Unido, sino internacionalmente, en movilizaciones bajo el lema de “Hands off Russia”.
Así, desplegaban campañas contra la intervención extranjera en la guerra civil rusa, que se
tradujo en mítines y recaudaciones a favor de la causa bolchevique. Esta solidaridad, de
amplia base social, contó con hechos simbólicos, prueba de ello fue la negativa de los
estibadores del East London a cargar un buque de municiones, el “Jolly George”, destinado a
Rusia en 1918.2
El papel de la Internacional Comunista, constituida en marzo de 1919, es relevante en
este sentido, como medio de apoyo para la subsistencia de la Rusia soviética y, a su vez, de
los posibles gobiernos revolucionarios que pudieran gestarse. No obstante, la emulación
bolchevique en diferentes países se saldó con el fracaso. El intento de la insurrección
espartaquista en Alemania no logró sus propósitos, ni tampoco en otros países europeos. El
fracaso revolucionario en los países occidentales se debió, entre otros motivos, al imparable
desencadenamiento de la contrarrevolución en todo el continente europeo de los años veinte y

Aunque el pacifismo sustentado por los socios, como se verá en estas páginas, no constituye una novedad, lo
cierto es que adquirió mayores dimensiones ante el peligro de guerra nuclear. Los NMS han sido definidos
como una “revuelta de los acomodados” primero por la sociedad en que viven, más desarrollada, y porque son
las clases medias de esas sociedades las protagonistas de las reivindicaciones. Sus reivindicaciones no son
clasistas sino globalizadoras (Núñez, R.: Sociedad y política en el siglo XX. Viejos y nuevos movimientos
sociales. Madrid, Síntesis, 1993). En efecto, los movimientos de defensa de la paz y distensión reciben apoyo
de un grupo socialmente difuso de individuos que comparten fines (entre los que se encontrarían los socios de
la Asociación España – URSS). De ahí también que la participación de sus miembros sea muy fluida en
función del contexto o las circunstancias personales (Dalton, R. J. y Kuechler, M. (comp.): Los nuevos
movimientos sociales: un reto al orden político. Valencia, Edicions Alfons El Magnànim, 1992).
2
Davis M.: Comrade or Brother?: The History of the British Labour Movement 1789-1951, Pluto Press, 1993.

750
treinta, los efectos combinados del II y III Tercer congreso de la Internacional Comunista,3 y
el fracaso en la construcción de grandes partidos revolucionarios de masas, de organizaciones
amplias, de espaciosos foros democráticos de variadas tendencias y tradiciones obreras
populares, comúnmente atraídas y galvanizadas por el impacto del Octubre Rojo y la evidente
quiebra de legitimidad de las plutocracias imperialistas.4
En 1920, persistían las movilizaciones sociales de apoyo a los bolcheviques, aunque
bajo un nivel mayor de organización. Así, se establecieron “los consejos de acción” para
intentar parar la intervención extranjera en la guerra civil rusa. En agosto de 1920, alrededor
de 350 consejos fueron establecidos en todo Reino Unido. Los cuales, con el apoyo de los
Sindicatos y el Partido Laborista, movilizaron a las masas. La presión ejercida influyó en la
retirada de las tropas extranjeras que participaron en la guerra civil rusa, aunque también
existían razones de peso: una serie de carencias en el apoyo internacional recibido por el
Ejército Blanco, que evidenciaba a su vez los objetivos difusos, ejércitos mal pertrechados
para las duras condiciones climáticas de Siberia, diferencias de intereses de los aliados en el
Extremo Oriente ruso, y una financiación que permitió desencadenar campañas contra el
Ejército Rojo, aunque no la victoria.5
En 1922, ante la grave situación de la población rusa motivada por los efectos
devastadores de la guerra civil así como la escasez de productos derivada de la sequía, se
organizaron comités de ayuda a Rusia. El comité ejecutivo internacional estuvo dirigido por el
noruego Fridtjof Nansen. En España, el interés en el País de los Soviets se evidencia no sólo
entre los sectores progresistas y en obras artísticas, sino en la creación de la Comisión
Española de Socorro a favor de los hambrientos de Rusia, a mediados de 1922, y otros
comités de ayuda, sobre todo obreros, que recaudaban fondos en solidaridad con el pueblo
soviético.6
Las necesidades de defensa de la causa soviética no finalizaron en movimientos
puntales, ni acabaron con el fin de la Internacional Comunista. En el transcurso del I
Congreso Internacional de los Amigos de la Unión Soviética se sentaron las bases para las
3
El II Congreso de la Internacional Comunista se establecían las 21condiciones de obligado cumplimiento para
que los partidos fueran admitidos y se acentuaba una línea política antireformista. El III congreso apeló a la
unidad con los socialdemócratas, debido a un cambio táctico para ejercer mayor influencia. HÁJEK, Milos:
Historia de la Tercera Internacional. Barcelona, Crítica, 1984.
4
Domènech, A.: El eclipse de la fraternidad: una revisión republicana de la tradición socialista. Barcelona,
Crítica, 2003, p. 314.
5
Figes, O.: La revolución rusa (1891-1924). La tragedia de un pueblo. Barcelona, Edhasa, 2000. (1ª edición en
inglés en 1996).
6
VV. AA.: España y el mundo. Moscú, Nauka, 1990; Egea Bruno, P.: “El eco de la Revolución Rusa”, en Egea
Bruno, P.: El distrito minero de Cartagena en torno a la I Guerra Mundial. Murcia, Universidad de Murcia,
1986, pp. 349-350.

751
Asociaciones de Amistad. El congreso tuvo lugar durante los actos de celebración del X
Aniversario de la Revolución de Octubre, la iniciativa de éste partió de Comité Nacional
Británico, que contó con el consentimiento de diversas delegaciones y de los Sindicatos
Soviéticos para su organización.
Los participantes aprobaron la política exterior de la Unión Soviética, y entendieron
que debían actuar en defensa de la URSS frente a cualquier ataque y falsa acusación. Cada
comité nacional de los Amigos de la Unión Soviética, tras la celebración del I Congreso
Mundial de 1927, quedaría encargado de organizar en sus respectivos países las actividades
adecuadas para desarrollar su labor de difusión de los logros de la experiencia soviética y
hacerlos accesibles a las masas. Seis meses después, en Colonia, se reunieron distintos
comités nacionales de los Amigos de la Unión Soviética para analizar la situación de las
asociaciones y el panorama internacional. Entre sus resoluciones, apelaron a todos los
pacifistas y defensores de la URSS a movilizarse el 4 de agosto de 1928, y organizar así una
campaña de apoyo a la Unión Soviética a escala mundial.7
Desde la URSS se organizaron institucionalmente organismos coordinadores de las
relaciones con el exterior, y en el caso que nos ocupa con los Amigos de la Unión Soviética.
Así, desde 1925 estaba constituida la Sociedad de Relaciones Culturales con los Países
Extranjeros (VOKS), ante la demanda de información exterior sobre cuestiones diversas de la
URSS. Este organismo dependía de la Agencia del Comisariado del Pueblo de Asuntos
Exteriores (Narkomindel). De tal manera que la VOKS fue una institución encargada de
fomentar las relaciones culturales y contactos de índole artístico, científico y social con el
exterior. Puesto que la cultura se constituyó en el mejor vehículo para difundir el ideario
soviético y conseguir adhesiones. Así, la VOKS creció como organización uniendo las esferas
científica, cultural, gubernamental y organizaciones públicas de la URSS en sus relaciones
con países extranjeros.
El VOKS builetén, órgano de expresión de la institución que le daba nombre y editado
en diversos idiomas, representó un papel clave en la defensa de la causa antifascista,
denunciando las atrocidades cometidas por los nazis en territorio soviético. En la posguerra,
rentabilizó la victoria frente al nazismo. La nota característica de los números publicados
durante la guerra y posguerra era mostrar el sufrimiento causado por la invasión nazi,8 las

7
Entre otras movilizaciones pacíficas, hay que señalar las periódicas concentraciones en Trafalgar Square por
parte de la Asociación de Amistad Británico-Soviética. Así, el 14 de noviembre de 1948, se leyó una carta de la
Unión de Sindicatos de Moscú a favor de la paz y se consiguió recaudación destinada a esta causa y para la
asociación británica, por medio de la distribución y venta de Russia Today.
8
VOKS Bulletin, 3-4 (1943), pp. 5-9.

752
pérdidas humanas y la destrucción del patrimonio artístico durante la Gran Guerra Patriótica.9
La reconstrucción y normalización de todos los sectores fue la tarea prioritaria de los años de
posguerra, a este fin se destina el V Plan Quinquenal. Los contenidos quedan subsumidos en
el VOKS Biuletén al estrecho marcaje político y refrendan los postulados en la política
exterior soviética. Así, el antiguo aliado norteamericano es el principal antagonista de la
guerra fría.
Desde 1958, la Unión de Sociedades Soviéticas de Amistad y Relaciones Culturales
con los Países Extranjeros (SSOD) sustituiría a la VOKS. Una característica compartida por
ambas instituciones sería su centralismo y su contribución en la política exterior, a través de
sus publicaciones oficiales (Voks Builetén, y en un momento posterior, Cultura y Vida y
Novedades de Moscú). Así, la revista Cultura y Vida, creada en 1957, en plena
desestalinización, serviría de baza para la coexistencia pacífica. En efecto, desde sus páginas
se reprodujeron continuos llamamientos a las Asociaciones de Amistad con la Unión
Soviética, y a la opinión pública de otros países, en el que se exponían las líneas directrices de
la política exterior soviética del momento estrechamente ligadas a la paz y el desarme, así
como sus logros culturales.10 Desde 1962 se publicó Novedades de Moscú, periódico
quincenal editado por la Agencia de Prensa Novosti y la SSOD. Reafirmándose así la difusión
de la política exterior soviética a la vez que se completaba la labor de Cultura y Vida.
Novedades de Moscú dio cobertura a las muestras de amistad de las asociaciones y las
marchas por la paz, como la acaecida en 1982, en distintas ciudades europeas: Moscú-Kiev-
Budapest-Bratislava-Viena, y paralelamente se desarrolló otra marcha por la paz que unía
Estocolmo-Helsinki-Leningrado-Moscú-Minsk. Estas movilizaciones quedaron definidas en
el periódico en tales términos:

“La marcha por la paz es una misión, y las personas que emprendieron el camino son
unos auténticos misioneros. El sentido de la misión no disminuye por cuanto su mensaje
es simple al extremo, sino que parece cobrar envergadura y adquiere el carácter de
exhortación a toda la humanidad.
Quieren llevar a la gente –sencilla como ellos, al máximo número posible de personas,
preferiblemente a cada persona en Occidente y Oriente- la idea de que lo inconcebible
se ha hecho, factible, de que la muerte nuclear de veras se encuentra en los umbrales
de nuestras casas y puede irrumpir en cualquier momento; de que el bienestar de la
vida de hoy, tan entrañable y tan difícilmente conseguido, puede derrumbarse en un
instante; de que, en efecto, no hay otro asunto más apremiante que las medidas para
refrenar y aniquilar el arma nuclear”.11

9
Tumarkin, Nina: “The Great Patriotic War as myth and memory”, European Review, 4 (2003), pp. 595-611.
10
Cultura y Vida, 4 (1978), p.22
11
“La marcha de la Paz- 82. Una misión de la humanidad”, Novedades de Moscú, 31 (julio 1982), en portada.

753
A estas marchas se unirían otras, así como las movilizaciones anti - OTAN
desarrolladas en España a las que se prestará especial atención más adelante.

GÉNESIS DE LOS AMIGOS DE LA UNIÓN SOVIÉTICA EN ESPAÑA.


La constitución de las asociaciones de Amistad con la Unión Soviética no fue un logro
inmediato para muchas de las delegaciones que estuvieron presentes en el I Congreso de
Amistad en la Casa de los Sindicatos de Moscú, sino una lucha contra las barreras políticas y
prejuicios de las naciones que tenían una visión peyorativa de la URSS. En este sentido hay
que señalar el caso de España, donde era inviable mantener una infraestructura de los Amigos
de la Unión Soviética y desplegar actividades propagandísticas durante la dictadura de Primo
de Rivera. No obstante, este contexto dictatorial no fue óbice para que hubiera un delegado
español en el Congreso fundacional, que manifestó el entusiasmo de los trabajadores por la
Unión Soviética y apoyó el frente unido de todos los no comunistas que simpatizaran con la
URSS, así como el establecimiento de una asociación internacional amplia y estable.12
El marco propicio para la constitución de los AUS se encontraría durante la II
República, reconocida por la Dirección General de Seguridad el 24 de abril de 1933. La
República abría un periodo democrático, con garantía de libertades, y la posibilidad de
difundir aspectos variados de la URSS en la sociedad española. Los AUS se dieron a conocer
por medio de su manifiesto fundacional, en el que aludían su intención de canalizar la
curiosidad y simpatías de los españoles hacia la Unión Soviética, y ofrecer una base
documental para aclarar y mostrar todo lo que allí sucedía, al tiempo que se incluían en un
movimiento internacional de apoyo a la URSS:

“En casi todos los países del mundo (Francia, Inglaterra, Alemania, Estados
Unidos, Japón, etc.) funcionan ya Asociaciones de Amigos de la Unión Soviética,
cuyo cometido es poner claridad en el tumulto de las opiniones contradictorias,
pasionales, y no pocas veces interesadas, sobre la URSS. España no podía seguir
manteniéndose aislada de este gran movimiento internacional. Era necesario
recoger todo ese ambiente difuso de curiosidad y de simpatía hacia la Unión
Soviética, organizarlo y darle una base de documentación seria y actual; estudiar y
exponer a la luz del día, sin ocultar ni desfigurar nada, los éxitos, las dificultades,
los problemas de esta magnífica experiencia que supone para el mundo la
construcción de una sociedad nueva. La Asociación de Amigos de la Unión

12
Friends of Soviet Russia. International Congress. November, 1927, London, Published for the British
National Committee of Friends of Soviet Russia by the Labour Research Department, 1928.

754
Soviética, situándose por entero al margen de los partidos y por encima de las
tendencias y formaciones políticas, aspira a reunir a cuantos creen que el mundo
no puede colocarse hoy de espaldas a lo que pasa en Rusia. Nuestra Asociación no
tendrá más programa ni más bandera que decir y ayudar a conocer la verdad sobre
la URSS, combatiendo con las armas de la verdad la mentira, la calumnia y la
deformación”. 13

La Asociación contaba con intelectuales, militantes de sindicatos y organizaciones


políticas, que formaron parte, junto con una amplia base social obrera, de un proyecto cultural
para una sociedad futura, sentando las bases desde el presente. Los miembros más destacados
son aquellos que por su posición o cargo desempeñaron tareas vitales en la organización de
los AUS. El primer presidente sería Ramón María del Valle Inclán, formaban también parte
de la Asociación Antonio Machado, entre otros.
Los alegatos de la Asociación sobre su independencia política fueron continuados.
Pero lo cierto es que la Asociación entra en la dinámica de la estructura de la Komintern, y de
los partidos en ella integrados, para el caso español el PCE, dentro de sus organizaciones
auxiliares, por lo que recibían ayudas externas para su financiación. Los AUS quedarían bajo
el control de la VOKS, con sede en Moscú, y, a su vez, del Comité Internacional de los
Amigos de la Unión Soviética, situado en Ámsterdam y dirigido por Albert Ikpin, tras haber
funcionado previamente en Berlín hasta la implantación del régimen nazi. Estos organismos
estaban sujetos a la influencia del Comisariado de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética
El órgano de expresión de los AUS era Rusia de Hoy que también se publicó con el
nombre Hechos, en momentos en los que había que escapar a la censura. En efecto, al
comienzo del denominado bienio negro la publicación no salió a la luz por suspensión de tres
meses, situación que persistiría sobre todo tras octubre de 1934.14
Los mensajes que difundieron las distintas publicaciones de los AUS estaban
conectados a los logros sociales, económicos y científicos de la URSS. En efecto, Margarita
Nelken, miembro de los AUS, conoció de primera mano la situación de las mujeres en la
Unión Soviética y transmitió una imagen favorable de la URSS como Estado avanzado e
igualitario. Puesto que las mujeres vivían conforme a sus aptitudes, necesidades y su propia
inteligencia, de manera que podían estudiar la carrera que decidiesen y la familia no constituía
una carga para ellas, en contraposición a la etapa zarista precedente. Así, la igualdad de
derechos de las mujeres quedaba reconocida en la Constitución soviética de 1936 ( artículo

13
“Manifiesto de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética”. Madrid, 11 de febrero de 1933. El
Catoblepas, 19 (septiembre 2003), p. 20 (enlace).
14
San Román, A.: Los amigos de la Unión Soviética (AUS): Propaganda política en España (1933-1938).
Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, p. 178.

755
122).15
Los Amigos de la Unión Soviética difundieron términos como koljóz en la sociedad
española, para que los sistemas de producción y organización soviéticos fuesen entendidos.
Así, un koljóz es definido como una asociación colectiva de campesinos por medio de la
producción en común y también del trabajo, con el fin de formar una entidad económica
“contra los explotadores”, diferenciada de los modelos occidentales.16
Pero sobre todo se prestó atención a los avances técnicos, organizativos y militares,
que en una España en guerra cobraban especial interés. Así, el folleto: “Los Jefes del Ejército
Rojo” era un claro homenaje a los principales militares, cuyas biografías reflejaban, en la
mayoría de los casos, su procedencia humilde y constituían ejemplos de superación y
proceder revolucionario.17 En este folleto de 1937 no aparece ninguna mención a Trostki,
artífice del Ejército Rojo, puesto que ya había quedado defenestrado y se hallaba en el exilio.
Representantes de la cultura como Máximo Gorki eran una referencia ineludible de
intelectual comprometido con la revolución, cuyos escritos ejemplificaban tanto la lucha
proletaria como “el hombre nuevo”, y los principios de la cultura del régimen soviético. Por
este motivo en la semana de homenaje del XX aniversario de la Unión Soviética no podía
faltar su biografía entre las insignes figuras del pueblo soviético.18
Una de las actividades que fomentaban los contactos directos era la organización de
delegaciones de trabajadores que visitaban la URSS, a través de estos testigos “in situ” de las
transformaciones operadas en la Unión Soviética, se pretendía difundir los avances de la
URSS, para que el testimonio fuera más creíble. Así, se intentaba que las delegaciones fueran
variadas en cuanto a la composición y adscripción ideológica de sus integrantes, por lo que no
se trataba de comitivas exclusivamente compuestas por militantes comunistas. De la misma
manera se organizaron mítines, muestras de cine y todo cuanto pudiera mostrar la
superioridad del modelo soviético.
No obstante, no dejó de ser una asociación limitada que acabó por convertirse en una
organización de masas durante la guerra civil, con más de cien mil socios.19

15
Nelken, Margarita: La mujer en la URSS y en la Constitución Soviética. Conferencia pronunciada en
Valencia el 4 de junio de 1937 en los Amigos de la Unión Soviética. Valencia, Publicaciones de los AUS,
1938, p. 7 y ss.
16
Koljos. Madrid, Publicaciones AUS, 1937, p. 5
17
Los jefes del Ejército Rojo. Valencia, Ediciones de Amigos de la Unión Soviética. Valencia, 3ª edición,
1936, pp. 3 y 4.
18
Madrid: Semana de Homenaje a la Unión Soviética, 1917- 1937. Madrid, Tipográfica Stajanov, 1937.
19
Kowalsky, Daniel: La Unión Soviética y la guerra civil española. Barcelona, Crítica, 2004, p. 136

756
La lucha antifascista de los Amigos de la Unión Soviética en la guerra civil española.
Los AUS tuvieron que reorganizarse durante la guerra civil para proseguir con las
labores ya emprendidas, pero intensificándolas, dado que había cobrado un nuevo sentido el
movimiento popular de adhesión y simpatía a la URSS, que se sumaba a la lucha antifascista
librada en territorio español. Estas circunstancias debían ser aprovechadas por los AUS para
difundir los avances soviéticos y sus enseñanzas, aunque siempre proclamaron que no se
guiaban por fines partidistas, lo cierto es que su posicionamiento en la guerra civil tuvo un
claro componente político al apoyar al Frente Popular y, por tanto, la legalidad del régimen
republicano. Así, antes de la celebración del II Congreso Nacional que dio lugar a la
constitución de una nueva ejecutiva, un informe recogía cuál era la difícil situación de las
secciones de los AUS y las medidas paliativas:

“La causa esencial de esta anormal situación procedía de que los primitivos miembros
del Comité Nacional, los que habían sido fundadores de la Asociación en España y
realizado trabajos de divulgación y propaganda de la realidad soviética luchando con
grandes dificultades, al estallar el movimiento Insurreccional de los militares traidores,
se incorporaron a diversos servicios en el frente o en la retaguardia. Por ello desde
julio del año anterior, nuestra Asociación había visto reducido su Comité Nacional a
dos miembros, que no era posible que asumieran la tarea que a la Asociación
correspondía realizar. La actuación quedó disminuida, limitándose a algunos actos
aislados en diversas provincias y a la organización de la delegación obrera.
Los primeros intentos de organización.- La primera tarea consistía en crear un aparato
central de donde irradiara normas de trabajo y de iniciativas para movilizar a todos los
organismos provinciales y locales. No era conveniente ni político constituir un Comité
Nacional llamando a él a algunas personas de distintos partidos, sin que existiera un
mandato de la base que así lo autorizada. Por eso el propósito firme fue desde el
primer momento, preparar la celebración de una conferencia nacional que designara
democráticamente un Comité Nacional, formado por personalidades de todos los
partidos, haciendo desaparecer la hegemonía del nuestro (Partido Comunista). Que
absorbía hasta entonces la dirección de los AUS en contra de la línea política de la
Asociación. Y por tanto de la trascendencia y extensión de su actuación pública y de su
misma labor proselitista. (...) Con tal fin se dirigió una circular. En la que se daban
instrucciones precisas para el trabajo de nuestros organismos provinciales, y sobre
todo se proclamaba la existencia de un organismo central, en marcha, que estaba
dispuesto a comunicarse con todos a resolver sus dudas y ayudarles en sus trabajos.
(...) Reanudar la publicación de la Revista “Rusia de hoy” en suspenso desde el
comienzo del movimiento insurreccional. Comenzamos los trabajos de preparación de
materiales, se inició la propaganda y se comenzó la gestión acerca de talleres
tipográficos (...) Un curso de conferencias (...) Sesión semanal de radio que nos
autorizó el Ministerio de Propaganda dedicada a radiar por la emisora de la Unión
Radio Valencia, informaciones sobre la vida de la URSS, noticiario soviético, música
popular rusa y (...) carteles, octavillas, anuncios por radio e informaciones y reseñas

757
publicadas en toda la prensa diaria”.20

Los AUS no sólo funcionaron meramente como asociación cultural, sino que estaban al
servicio de la lucha contra el fascismo:

“ (Los AUS) contribuyen a la victoria, cooperan al triunfo de nuestras armas, somos un


combatiente más en nuestra lucha... hemos de reconstruir España después del triunfo, hemos de
crear un nuevo pueblo libre de injusticias, de opresiones e incultura”.21

Los componentes de los AUS se posicionaron en el contexto bélico del momento y se


implicaron en la crítica a los países democráticos, que permanecieron neutrales ante un
conflicto en el que el ejército sublevado intentaba subvertir el orden legalmente establecido,
en tanto que la Unión Soviética, como reconoce públicamente esta Asociación, ofrecía ayuda
a la causa republicana y servía de ejemplo:

“La lucha del pueblo soviético como ejemplo para nuestra lucha... adapta su trabajo y
sus actividades a las necesidades de nuestra guerra de independencia”.

La ayuda se materializó en:

“Ropa, alimentos, calzado e incluso juguetes y dulces para nuestros niños. La URSS
nos alienta con su solidaridad, siente nuestra causa como propia, desean sin excepción
en su pueblo que triunfemos, que derrotemos al fascismo”.22

En la crítica hacia la actitud pasiva de las potencias democráticas occidentales no se


encontraron solos, puesto que Iván Maiski desarrolló una labor de apoyo a la causa
republicana en el Comité de No Intervención. Creado con la intención de evitar que el
conflicto se extendiera y garantizar la neutralidad de las naciones que se integraron en dicho
Comité, con sede en Londres, al que se sumaron un total de 27 países.23
Ante el manifiesto suscrito por representantes de la cultura soviética, de la ciencia y
técnicos de la URSS denunciando la invasión de España por las dos mayores potencias
fascistas, los intelectuales españoles mostraron su adhesión y gratitud a través de un
manifiesto en el que se indica:

20
Archivo de la Guerra Civil (AGC). Fondo Político Social - Barcelona 87. Informe sobre la situación de los
AUS. Valencia, 1937.
21
AGC. Fondo Político Social - Barcelona, caja 87. “Que son los AUS”. Documento emitido por el Comité
Provincial de los AUS de Valencia.
22
Rusia de Hoy (julio 1938).
23
En los que la Unión Soviética a través de I. Maiski se pronunciaba contra la hipocresía de los restantes
miembros. MAISKI, Ivan: Cuadernos españoles. Moscú, Progreso, (sin fecha).

758
“La sociedad de Naciones digámoslos con todos los respetos no ha estado, hasta la
fecha a la altura de su misión. Nosotros apelamos, como vosotros sabios de la URSS, a
un más alto tribunal de justicia, nos dirigimos también a la conciencia universal (...) la
guerra que hoy ensangrienta España no es una contienda interior, como otras muchas
que perturban los pueblos y que pudiera ser ahogada por presión externa (...) en
España hay un pueblo libre que defiende, atendiendo a las normas de la civilización su
presente y su provenir (...) Pelea por su independencia, por la integridad de su
territorio (...) Uniendo su voluntad a nuestra voz cuando gritamos: ¡Basta!”.24

Sin embargo, el propio transcurso de la guerra civil hizo que paulatinamente la


Asociación, a la par que sus miembros, fueran debilitándose hasta hacerse prácticamente
testimonial su existencia en el segundo semestre de 1938.

“Fueron los últimos meses del funcionamiento de los AUS, meses que transcurrieron
entre el caos y una escasa actividad. A medida que la República iba perdiendo terreno,
las actividades de los AUS disminuían y languidecían. En Madrid se mantenía el
espíritu de lucha que habían tenido durante toda la vida. (...)
Desde Barcelona aún se llevaron a cabo preparativos para la Delegación a enviar a las
celebraciones del XXI aniversario de la Revolución. La delegación no se llevó a cabo.
Con el avance del ejército de Franco hacia Barcelona, los AUS desaparecieron, al
menos documentalmente. La guerra, para la AUS, Sección española, había
terminado”.25

Para entonces ya se había producido el pacto de Munich y el interés soviético en


España había finalizado, de tal manera que la URSS dejaba a su sino a la República española.

El eclipse de los Amigos de la Unión Soviética.


Antes de 1939, las zonas controladas por el bando franquista primero, pero, sobre
todo, la dictadura de después, constituyen “los años en blanco del asociacionismo hispano-
soviético”, pero también fueron los años de primacía del antisovietismo.
La equivalencia entre delincuente común y marxista, la negativa percepción de todos
aquellos que habían pertenecido a partidos políticos republicanos y de izquierda, deja
constancia del mal recuerdo que tenían los garantes del Nuevo Estado de la gestión realizada
durante la II República.
La legislación acompañó la tarea represiva de posguerra que habría de segregar de la
sociedad a los vencidos y extirpar de forma contundente lo que para ellos representaba un
cáncer: el marxismo - leninismo.26 Muchos de aquellos que habían pertenecido a los AUS se

24
Archivo Estatal de la Federación Rusa (GARF). F. 5283, op. 7, d. 84. Encabeza las firmas el redactor de la
respuesta al manifiesto, Antonio Machado. Abril, 1937.
25
San Román, Antonio: Los amigos de la Unión Soviética (AUS)..., op. cit., pp. 404-405.
26
Sevillano Calero, F.:: Exterminio: el terror con Franco. Madrid, Oberón, 2004; VV.AA.: Morir, matar,

759
vieron alejados de su país embarcados en un largo exilio, o tratando de sobrevivir a la
represión franquista.27 En el caso de Wenceslao Roces, uno de los promotores de la
asociación, exiliado, pudo volver a España en 1977 y tras una corta estancia regresar a
Méjico, donde moriría un año después de la caída de la Unión Soviética.
El antisovietismo, sostenido por propagandistas afines a los principios de la dictadura,
caso de Comín Colomer, afectó a los integrantes de la Asociación de Amigos de la Unión
Soviética y otras asociaciones que sobrevivían a la Komintern:

“La famosa MOPR, letras iniciales que significan Ayuda de los Revolucionarios, y de
la que depende el citado Socorro Rojo; así como se ha conservado, igualmente, la
VOKS, o Sociedad Internacional para las Relaciones Culturales con el Extranjero, que
tiene, como exponentes, a la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, a los Amigos
de la URSS, al Círculo de relaciones intelectuales ruso-belga; a la Sociedad de
aproximación ruso-sueca; y a otras muchas entidades filiales, como fue la Sociedad
para el estudio de la Rusia Contemporánea.

Y conste que solamente mencionamos, como “modelos” de las internacionales


auxiliares, a aquéllas que más lograron “familiarizarse” la Internacional Juvenil Comunista, y
su apéndice Pioneros Rojos, a la IRF o Internacional Roja Femenina, la de Escritores y
Artistas revolucionarios, que lograron el Teatro Obrero y El Cine Club (que llegaron a tener,
como en nuestra Patria, publicaciones propias); a los grupos de Librepensadores y Sin Dios; a
la Internacional de los Mineros, a la Krestintern, que era la de los Campesinos, y así hasta un
total de catorce agrupaciones internacionalistas, encargadas de influir, en sentido comunista
en las más diversas ramas de la actividad social”.28
En efecto, los vencedores impusieron su visión de los hechos: La República y sus
aliados soviéticos eran “culpables” de movilizar fuerzas para crear un ejército de brigadas
internacionales, nutrir de consejeros rusos las fuerzas republicanas y recibir la casi totalidad
de las reservas de oro del Banco de España, para cambiarlas por armas, pero no como
consecuencia coyuntural de la guerra sino del proyecto de la KOMINTERN para apoderarse
de España. De ahí el mito de “España vendida a Rusia” que tantos réditos procuraron a la
dictadura, sobre todo, durante la guerra fría.

sobrevivir: la violencia en la dictadura de Franco. Barcelona, Crítica, 2002.


27
González Martínez, Carmen: “Sobrevivir a la represión franquista: condiciones de vida y trabajo de los
represaliados murcianos”. Actas de las IV Jornadas de “Historia y fuentes orales”, Historia y memoria del
Franquismo. 1936-1978. Ávila, Octubre, 1994.
28
Comín Colomer, Eduardo: Ensayo crítico de la doctrina comunista: de las Leyes de Minos en Creta a la IV
Internacional. Madrid, Subsecretaría de Edición Popular, 1945, p. 267

760
El resurgir del asociacionismo con la Unión Soviética. La Asociación España – URSS:
la proyección del pacifismo y la distensión en tiempos de guerra fría (1979-1991).
Desde la formulación de la coexistencia pacífica, las Asociaciones de Amistad y los
foros mundiales de paz auspiciados por la URSS se hicieron eco del viraje de la política
soviética, transmitiendo un mensaje pacifista y fraternal al resto de países. Otros aspectos
destacados de este contexto fueron los planes de reconstrucción económica, la extensión de
tratados comerciales entre Este y Oeste, y la difusión del incremento del nivel de vida de los
ciudadanos soviéticos.
La cuestión armamentística unía a comunistas y pacifistas que estaban en contra de las
implicaciones de la política de la administración norteamericana hacia guerras nucleares
limitadas y los planes para emplazar en Europa Occidental nuevos cohetes estadounidenses de
alcance medio en los años ochenta, que no beneficiaban a la distensión entre los dos bloques.
Las diferencias conceptuales y políticas entre comunistas y pacifistas, señaladas por Y.
Basmanov son las siguientes:

“Los marxistas afirman que dichas causas se originan en la naturaleza del capitalismo
con su propiedad privada sobre los medios de la producción, la caza de beneficios y el
dominio de otros estados y pueblos.
Los comunistas consideran inadmisible enfocar la política militar de los países
socialistas con el mismo rasero que la militarización de los estados capitalistas, pues,
en aquellos no existen planes ni grupos sociales interesados en la guerra o en la
carrera armamentística”.29

Ante estas diferencias, los comunistas consideraban que eran más las cosas que les
unían que las que les separaban en la lucha por la paz, aunque en la retrospectiva histórica de
Basmanov los comunistas quedasen mejor parados como pacifistas que los propios pacifistas.
A partir de la transición, España pudo incluirse en el movimiento asociativo con la
URSS, cuya trayectoria había sido sesgada en la dictadura. Así, tras el restablecimiento de
relaciones diplomáticas en 1977, no hubo cortapisas legales para que una asociación como la
España – URSS fuese prohibida o considerada subversiva. En 1979 se daría a conocer
públicamente a través de su presidente, el científico Faustino Cordón. Sus objetivos eran
similares a los defendidos por los AUS, pero acentuándose la faceta de defensa de paz en un
contexto de guerra fría. En efecto, así queda definida por el presidente de la delegación
murciana, Pérez - Espejo, comprometido en la lucha por las libertades durante y después de la
dictadura franquista:

29
Basmanov, Mijaíl: “Comunistas y pacifistas en los años ochenta”, Novedades de Moscú, 52 (XII / 1982), p. 7

761
“Lo que nos movía a nosotros en el momento de crear la Asociación España - URSS
era intentar poner nuestro granito de arena, nuestro mínimo granito de arena en la
llamada coexistencia pacífica considerábamos que la Guerra fría tenía que terminarse,
que era bueno que coexistieran dos sistemas, el sistema de socialismo real y el sistema
capitalista, que ambos se impregnaran que el llamado socialismo real se
democratizara, desde el punto de vista formal y que el sistema capitalista se socializara
en cuanto a las bases reales del reparto social de la riqueza. Y queríamos, que bueno,
estableciendo esos lazos, esos nexos, ligazones, entre el mundo socialista y capitalismo,
contribuiríamos a la paz, a la distensión, a la cultura, y así nació la Asociación
España-URSS, que en Madrid estuvo liderada por Faustino Cordón de parte española y
por el profesor Anatoli Vinogradov de parte soviética. Posteriormente, cuando
Faustino Cordón dejó la Asociación, se hizo cargo de ella el fiscal Chamorro, Jesús
Vicente Chamorro, un gran luchador también contra el franquismo, un hombre de
profundas ideas socialistas, y bueno yo formé, digamos yo fui elegido presidente entre
el grupo de fundadores de la Asociación (en Murcia). Fui el primer presidente de la
Asociación España-URSS, aquí, en el año 1984 hasta el año 1986. Pero seguí
colaborando después con la Asociación como miembro activo”.30

En efecto, la paz era un principio inspirador, de ahí que el lema de la Asociación


España – URSS en Murcia, constituida en 1984, fuese: “El diálogo y la convivencia entre los
pueblos es el camino hacia la paz”.
Los activistas de la Asociación, no fueron sólo comunistas, sino curiosos,
simpatizantes, entre los que destaca la alta participación de estudiantes universitarios e
incluso empresarios que se esforzaron en romper con los estereotipos. Muchos de sus
integrantes participaron abiertamente en las campañas contra la inclusión española en la
OTAN, caso de Jesús Vicente Chamorro, presidente electo de la Asociación desde 1986. 31 De
hecho, el problema de la integración en la OTAN provocó la división en la opinión pública
española, con clara oposición por parte del PCE, entre otros grupos de izquierda y
organizaciones, que dio lugar a manifestaciones pacifistas.32 El pacifismo antinuclear sirvió
de apoyo, justificación y retaguardia para la campaña anti - OTAN desplegada entre 1982-
1986, sobre todo a raíz del referéndum de 1986 en el que se dirimía la permanencia. En este
sentido hay que recordar la vinculación de los movimientos pacifistas de tendencia comunista
y socialista existentes a favor de la distensión y contra la amenaza nuclear, que coincidían con
la propaganda soviética.33

30
Entrevista a M. A. P-E., en Murcia, octubre de 2001 (Presidió la Asociación en Murcia entre 1984 y 1986.
Fue activista del movimiento MIR e integrante del PCE).
31
“Intelectuales y profesionales defienden en Madrid el 'no'”, El País, 17 de febrero de 1986.
32
Pastor Verdú, Jaime, “El movimiento pacifista (1977-1997)”, en Ortiz, Manuel; Ruiz, David y Sánchez,
Isidro: Movimientos Sociales y Estado en la España Contemporánea. Cuenca, Universidad de Castilla - La
Mancha, 2001, p. 457 y siguientes.
33
En el ámbito historiográfico, el historiador E. Thompson planteó la teoría sobre el “exterminismo”, concepto
en el cual se designaban todos aquellos factores económicos, políticos e ideológicos que abocaban a una

762
De tal manera que 1986, con la inclusión española en la OTAN y la CEE,
representaría un año clave que marcaría el fin del proceso de transición española en la esfera
internacional. Lo que implicó la normalización de las relaciones con países del bloque
soviético e inclusión en foros militares y económicos como miembro de derecho. No obstante,
contravino las expectativas soviéticas de una España neutral. Este proceso, seguido con
atención por la URSS fue calificado por Yuri Vladimirov de “resbaloso y peligroso”.34 Puesto
que España tenía la oportunidad de haber permanecido independiente en su política exterior.
La Asociación fue blanco de críticas por parte de la prensa, donde habitualmente
aparecía vinculada a sectores pro-soviéticos. Así, desde Cambio 16 se aseguraba en función
de las fuentes de Defensa que la apertura de locales del Partido Comunista de los Pueblos de
España y la campaña anti-OTAN respondía a financiación soviética; y, además, señalaban que
la apertura de nuevas sedes de la Asociación España - URSS coincidía con el despliegue de
fuerzas norteamericanas en España y con las instalaciones estratégicas del Ejército Español.35
En este sentido, algunos socios también apuntaban la integración en la Asociación de pro-
soviéticos, que era percibida por los militantes del PCE de la siguiente manera:

“Se pone en marcha el Partido Comunista de los Pueblos de España, pro soviético, era
un partido muy así, no estalinista pero era un partido de orientación de “Moscú faro de
la humanidad”, y nosotros decíamos que Moscú no era el faro de la humanidad. Y eso
nos hizo bastante daño. Esta Asociación, en parte, no es que sea del todo, fue un
refugio donde se inscribieron (los pro-soviéticos), y vaya llevaron una vida muy activa,
gente que estaba en el PCPE (...). No utilizó la Asociación para hacer partidismo
político, era una muestra de la cultura, de la música, de la creación artística en todos
los órdenes, venían aquí distintos grupos, y era poner énfasis en los logros artísticos y
culturales que un sistema socialista conseguía, y eso estaba muy bien. Pero claro, por
otro lado estaba, con esa excusa, por parte de los de aquí, no de la Unión Soviética que
se portó muy bien, sí que reivindicaron la primacía o el mantenimiento de las posturas
políticas que justificaban que la Unión Soviética era la única posibilidad frente a
Norteamérica, porque lo que nosotros decíamos era que: frente a ese enfrentamiento de
bloques propugnábamos por un papel autónomo, propio tanto de Europa como del
pensamiento comunista europeo, español”.36

dirección y ésta era de masacre de multitudes. Aunque no estuvo exenta de críticas, así, M. Davis consideró
que reducía a un único proceso lo inercial, irracional y simétrico de los bloques antagonistas, en tanto que
Halliday apuntaba lo racional de las tácticas empleadas por la URSS y Estados Unidos y la responsabilidad
compartida de sus efectos adversos. Aguirre, Mariano: “Pacifismo”, en Mardones, José Mª (Director): 10
palabras clave sobre movimientos sociales. Estella, 1996, pp 49-51.
34
Vladimirov, Yuri: “Stanovlenie i razvitie sovetsko-ispanskij otnoshenii” (Proceso de formación y desarrollo
de las relaciones hispano-soviéticas), Mezhdunar zhizn’, (Vida internacional), 1984, 11, pp. 19-27 (Trad. del
ruso).
35
Cid, Rafael: “Un amigo de la URSS en la UNESCO”, Cambio 16 (2 de noviembre de 1987), pp. 18-26.
36
Entrevista a Pedro Marset, en Espinardo, diciembre de 2002 (Integró la Asociación España – URSS,
miembro del PCE y catedrático de Medicina de la Universidad de Murcia)

763
El I Congreso de la Asociación celebrado en Zaragoza, en noviembre de 1987,
precisaba las directrices a seguir por medio de la Declaración de Zaragoza, en la que se
incitaba al activismo social y se posicionaba a favor de la política soviética en la esfera
internacional. En este sentido se escogía el papel desempañado por el bloque soviético en aras
a una pacificación y desarme en un contexto internacional que seguía marcado por la guerra
fría:

“Las actuales delegaciones territoriales no pueden ser organismos estáticos que


interioricen toda su vivacidad. Hay que salir a la calle, a los barrios y a los pueblos y
llevar nuestro cálido mensaje de paz y amistad.
En esa tarea, la Asociación España-URSS va a tener la ayuda inapreciable de la actual
política exterior e interior soviética que han convertido la URSS en un país donde los
derechos humanos son algo más que el mero formulismo de otros Estados y en el que la
política de paz es reconocida por las inmensas mayorías de todos los pueblos del
mundo. Hoy, cuando se cumple el 70 aniversario de la Revolución de Octubre que
alumbró el primer Estado obrero y campesino de la Historia, la Unión Soviética sigue
teniendo la iniciativa en el concierto mundial de las naciones (...).
Paz en tanto que las más siniestras fuerzas sociales azuzan el fuego de la tensión, de la
confrontación y de la guerra, la Unión Soviética y sus amigos plantean las ideas
contrarias.
El I Congreso de la Asociación España-URSS llama a todas las personas de buena
voluntad a luchar por la paz y la amistad entre los pueblos.
Por la Paz y la Amistad.
¡Viva la amistad de los pueblos de España y de la Unión Soviética!”.37

Las muestras efectivas de los lazos de solidaridad y amistad conseguidos se evidencia


en la atención brindada a las tripulaciones soviéticas, en las ciudades portuarias, destinando a
tal efecto una suma de sus recursos para organizar encuentros y visitas guiadas.38 Otras
actividades como el hermanamiento entre ciudades consolidaba lazos institucionales al más
alto nivel. Aparte procuraba mayores facilidades para todo tipo de contactos, que, sin
embargo, no fueron entendidos por los grupos conservadores que imponían barreras al
acercamiento con la URSS, caso de Alianza Popular en Murcia, que prefería desdeñar los
beneficios de la apertura hacia el Este por motivos ideológicos, y desprestigiar a la asociación
España-URSS, calificándola de partidista. La prensa se hacía eco del cruce de acusaciones y
se tildaba irónicamente de “frenesí soviético” desde La Verdad el interés en ampliar las

37
Al Congreso asistieron representantes de las organizaciones territoriales de Alcoy, Alicante, Bilbao,
Córdoba, Gijón, Granada, Madrid, Murcia, Sevilla, Trebujena, Valencia y Zaragoza reunidos junto a diversas
personalidades de la política, la cultura y la jurisprudencia con motivo de la celebración del I Congreso de la
Asociación España – URSS. Tuvo lugar en Zaragoza, del 29 de octubre al 1 de noviembre de 1987 y supuso un
coste de tres millones de pesetas.
38
Memoria de actividades de la Asociación España – URSS en Asturias, 1986. Centro de Cultura Soviética de
Pinto.

764
relaciones con la URSS por parte de la delegación murciana. Por lo que nuevamente aparecían
los prejuicios.39 Además de los hermanamientos, se desplegaba una amplia gama de
actividades: conmemoración de efemérides, exposiciones de libros, muestras de cine y
artesanía, coloquios y conferencias que aproximaban múltiples facetas de la compleja realidad
soviética.
Respecto al perfil de los integrantes de la Asociación España – URSS, la muestra de
testimonios de asociados recogida apunta a un pasado común antifranquista.40 No obstante,
estas fueron las personas más implicadas con la Asociación, aquellas que ocuparon cargos
directivos y desarrollaron una vida pública, además, muchas personas anónimas fueron el
mejor respaldo para la Asociación.41 No obstante, sus integrantes también fueron críticos con
la URSS, en el seno de las organizaciones confluyeron miembros de distintas agrupaciones
políticas, con concepciones diferenciadas, que se pusieron de manifiesto en la recepción del
discurso soviético sobre la perestroika. Los socios procuraron no hacer de la Asociación una
correa de transmisión de ningún partido político, en momentos en los que muchos de sus
activistas participaban en variadas organizaciones sociales y políticas. Con todo, los socios, a
través de sus propias experiencias, derivadas de la toma de contacto con la realidad soviética
en los viajes realizados, obtenían una imagen diferenciada de la misma. Así, Mariano
Hormigón manifestaba:

“Yo procuraba no quedarme en los escaparates, había que entrar en profundidad,


porque eso que se dice que el tipo de vida que había en la Unión Soviética..., desde
luego, para los occidentales que íbamos por allí, a mí, personalmente, me parecía un
paraíso”.42

Por otro lado, mientras que para algunos becados por la Asociación (mayores de 18
años, con buen expediente académico y a su vez socios de la Asociación) estudiar en la URSS

39
Serrano, J. M.: “Frenesí soviético”, La Verdad, 30 de mayo de 1986.
40
Han sido entrevistados 29 integrantes de la Asociación España - URSS (16 de Murcia, 5 de Madrid, 2 de
Granada, 1 de Málaga, 5 de Zaragoza, dos de ellos -Niños de la guerra), aparte de varios representantes de la
SSOD en España, diplomáticos, etc.
41
Destaca la participación en la Asociación de: estudiantes, profesores, actores, aviadores republicanos,
obreros, etc. En esta Asociación los Niños de la guerra tuvieron una marcada presencia en aquellas
comunidades autónomas en las que residieron, aunque tanto en España como en la ex URSS prefirieron su
propia forma de asociacionismo. La Asociación de Madrid contó con un total de 2.746 miembros en marzo de
1987. Datos recogidos en el Registro de socios de la Asociación España - URSS en Madrid, 20 de marzo de
1987. La Asociación España - URSS de Murcia contó con 276 socios, según consta en fichas (Archivo
particular de E. Hernández). Las distintas capitales autonómicas contaron un número similar o mayor a la de
Murcia, caso de Zaragoza.
42
Entrevista realizada a Mariano Hormigón, en Zaragoza, abril de 2002 (Profesor Titular, desde 1986, de
Historia de la Ciencia en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, presidente de la Asociación de
Amistad España – URSS en Aragón (1985-1991), fallecido en el 2001).

765
supuso una formación profesional y una experiencia enriquecedora en todos los sentidos, para
otros llegó a ser traumática porque su idealismo chocó con realidades no previstas. Desde las
limitaciones al estudio, por censura de autores, hasta sufrir la restricción en la movilidad
geográfica, que también padecían los propios soviéticos o las secuelas policiales de permisos
de estancia en la URSS caducados.43
No obstante, la mayoría de los intercambios juveniles fueron positivos y dieron lugar a
manifestaciones sobre lo que había significado para españoles y rusos en las páginas del
Boletín Minsk (delegación de la Asociación en Aragón):

“Tuvimos suerte de que hablaran español, con ellos hemos intercambiado impresiones,
ellos ¡claro! Decían que España es maravillosa pero que Rusia era su patria, fue algo
que me chocó mucho, aunque también había otros que no opinaban lo mismo porque la
verdad es que les gustó mucho España y decían que no les importaría vivir en España.
Ha sido fantástico convivir con ellos y lo más espectacular es ver como en un principio
parecen ser fríos, cerrados pero en el momento que conviven y cogen confianza son
dulces y cariñosos”.44

Asimismo, las Asociaciones llegaron a constituirse en plataformas de ayuda solidaria


con motivo del terremoto sufrido en Armenia, en 1988, y también en la ayuda de material
médico para Chernóbil, inclusive años después del suceso.
Por su parte, en la Unión Soviética se desarrollaron asociaciones de amistad como la
Asociación URSS-España, constituida en 1978, de carácter estatal.45 Tenía la consideración
de una organización social, jerarquizada (dependía de la SSOD) y difusora de la política
exterior soviética, pero al mismo tiempo cumplía la misión de dar a conocer la cultura
española en la URSS y establecer lazos interprofesionales. Los socios que participaron en ella
lo hacían en función de sus actividades profesionales e interés particular, caso de los
presidentes y vicepresidentes, pero en mayor medida, ingresaban colectivos de trabajadores.
Estar dentro de las sociedades soviéticas de amistad implicaba formar parte del movimiento
antibelicista, ayudar a otras asociaciones de amistad homólogas en el extranjero, organizar el
trabajo de las escuelas y cursillos de idioma ruso, actos de amistad y desempañar otras
actividades como programar conferencias sobre la guerra y la paz.46 En los últimos años de la
Unión Soviética este organismo no contó con los medios adecuados para proseguir con su
activismo y pendió de un hilo su existencia.
43
Entrevista a Miguel Alcázar, en Murcia, marzo 2002 (Becario y profesor de ruso de la Asociación en Murcia)
44
Minsk, 4 (noviembre – diciembre 1989), p.16
45
Garf. F. 9576, op. 20, d. 1879. Rezoliutsia. Sobrania predstavitelei obshestvennosti, posviashennovo
uchrezhdeniiu v Sovetskom Coiuze obshestva “SSSR – Ispania””. (Resolución de la reunión para el
establecimiento de la Asociación Soviética URSS - España), 1978.
46
Anuario URSS´88. Moscú, Agencia de Prensa Novosti, 1988, p. 153.

766
El faro moscovita quedó en la penumbra a principios de los noventa. La URSS otrora
poderoso gigante, quedó sumida en problemas económicos y sociales internos, y a la deriva,
lo que motivó la imposibilidad de ayudar a resistir a estas asociaciones aquejadas de escasez
de fondos y desarticulación. A pesar de los intentos por proseguir de sedes como la de
Zaragoza, activa en 1991, lo cierto es que tanto el fin de la guerra fría como del Estado
soviético, hizo que las asociaciones de amistad tuvieran que readaptarse a la Rusia
postsoviética, pero no todas lo hicieron. Aún cuando este tipo de asociacionismo persiste en
Rusia bajo otra institución denominada Roszarubezhcentr (Centro Ruso de Cooperación
Internacional Científica y Cultural), dependiente de las directrices de su Ministerio de
Exteriores, no tiene el mismo impacto que en tiempos de la Unión Soviética. No obstante,
comparte los ideales de internacionalismo y pacifismo de la SSOD, y se manifiesta en contra
de la globalización.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Las Asociaciones de Amistad con la URSS como movimientos organizados tuvieron
una gran versatilidad y durabilidad. En efecto, adecuaron su mensaje tanto a las
peculiaridades nacionales como a la problemática internacional. Las publicaciones de las
asociaciones criticaron el ascenso de los fascismos y concentraron sus esfuerzos en la lucha
antifascista. Durante la II Guerra Mundial fructificaron los comités pro-soviéticos y mejoró la
imagen exterior de la URSS entre los aliados. En la posguerra, mostraron las atrocidades
perpetradas por los nazis y en los años marcados por la guerra fría, los discursos políticos
como las publicaciones soviéticas con eco entre los amigos de la URSS ofrecieron la imagen
de una Unión Soviética conciliadora, baluarte de la coexistencia pacífica. De ahí su
vinculación a los movimientos pacifistas de desarme y a las “marchas por la paz”. No
obstante, otros aspectos quedaban ocultos, o no interesaba resaltar, caso de la represión
interior de los disidentes.
“El modelo de amistad” más acabado era el de los países socialistas de Europa del
Este, pues los lazos de amistad reforzaban los vínculos, por otro lado, más estrechos en todos
los ámbitos que les relacionaban con la URSS (COMECOM y Pacto de Varsovia). Uno de los
ejes de la amistad sostenida era la liberación de Europa del Este del yugo fascista a cargo del
Ejército Rojo. Para el caso español, la solidaridad con la II República y apoyo a los disidentes
y exiliados. Lo que, sin duda, generó el mito de la ayuda soviética, pero, por otro lado, en la
transición española, las Asociaciones permitieron normalizar las relaciones con la URSS y ver

767
a sus ciudadanos de una manera totalmente diferente a los prejuicios con los que habían sido
retratados durante casi cuarenta años de dictadura. Además, mientras las asociaciones
existieron propiciaron los encuentros entre soviéticos y españoles, y con ellos lazos de
amistad perdurables, no sólo en la faceta profesional. Asimismo, las asociaciones ofrecieron
todo tipo de facilidades para formarse en la Unión Soviética a través de becas, que ayudaron a
la formación de especialistas en diversas materias, principalmente en el ámbito de la filología
eslava y en carreras técnicas.
Las asociaciones aglutinaron a quienes abrazaban el sueño igualitario y se sentían
próximos al ideario comunista, pero también a simpatizantes, organizados o no en partidos
políticos. A lo largo del tiempo generaron espacios para el debate y la defensa de los logros
que la Revolución había traído consigo y del pacifismo y la distensión. A pesar de reconocer
que la sociedad soviética no era perfecta, tenían en ella un espejo en el que reflejarse y la
consideraban superior en múltiples facetas, sobre todo, en la cultural y asistencial, a las
sociedades capitalistas. El trabajo activista de los socios probó que las relaciones entre
regímenes diferentes en un mundo bipolar eran posibles y que tenían mucho que aprender de
las experiencias del otro. Aparte de lo que unía a los socios, de su propia heterogeneidad se
infiere distintas percepciones de la Unión Soviética (desde la defensa incondicional a la
desilusión absoluta). De ahí que existan diferentes lecturas, llenas de matices y
contradicciones, y de luces y sombras como las derivadas de la propia experiencia soviética.

768
LA CLASE OBRERA:
OBJETO REPRESENTADO,
SUJETO NEGADO
EN EL TEXTO FÍLMICO
Isadora Guardia
Universidad de Valencia

¿Juráis que no filmaréis un solo fotograma que no sea como el


pan fresco, que no grabaréis un solo milímetro de cinta
magnética que no sea como el agua limpia?
¿Juráis que no desviaréis vuestros ojos, que no os taparéis
vuestros oídos frente a lo real maravilloso y lo real horrible, de
la tierra de América Latina y el Caribe, África y Asia, de la cual
estáis hechos, y de la cual sois fatalmente expresión?
¿Juráis que fieles a un sentimiento irrenunciable de liberación
de la justicia, la verdad, la belleza, no retrocederéis frente a la
amenaza de los fantasmas de la angustia, de la soledad, de la
locura, y seréis fieles antes que a nadie a vuestra voz interior?
Si así no lo hiciereis, que el tigre y el águila devoren el hígado
de vuestros sueños, que la serpiente se enrosque en el chasis de
vuestra cámara, que ejércitos de luciérnagas chisporroteen
cortocircuitos e interferencias en vuestras grabadoras
electrónicas.
Si así no lo hiciereis, que tu ojo ensordezca y que tu oído
enceguezca.
Si así lo hiciereis, como confiamos, que el colibrí os proteja
brindándoos con la delicada coraza de un arco-iris que dure
tanto como vuestra vida y más allá, en vuestras obras.1

A partir de esta cita se pretende dar introducción a la postura y el lugar que ha


ocupado el cine en su relación con la clase obrera.
No se trata tanto de hacer un repaso a la Historia del Cine y de las ocasiones en las que
se ha reflejado el mundo obrero en la multitud de films producidos desde los orígenes hasta la

1
Birri, F.: Fernando Birri. Por un nuevo nuevo nuevo cine latinoamericano 1956-1991, Madrid, Cátedra,
1996., pp. 9-10.

769
actualidad,2 como sí de prestar atención a de qué manera se ha hecho esta representación y si
son posibles otros modos de hacerlo.
El fragmento anteriormente citado pertenece al Acta de Confirmación de la entrega de
diplomas a la primera promoción de la Escuela Internacional de Cine y TV para América
Latina y el Caribe, Asia y África, sobrenombrada de Tres Mundos y afincada en San Antonio
de los Baños, Cuba.
Pronunciado el 9 de julio de 1990, recoge de una manera cuando menos vehemente a
la vez que poética el sentir de una serie de cineastas que desde el llamado Tercer Mundo
lanzan una llamada de atención a un hecho sobre el que cabría más de una reflexión. Como el
mismo Fernando Birri aseguraba en un Seminario en Mannheim en 1985,3 los cineastas del
Primer Mundo han estado mirando desde arriba hacia abajo, es decir, en picado, a los
intelectuales, cineastas, del Tercer Mundo hasta el boom del 68.
A partir de ese momento y durante unos cuantos años, el Primer Mundo mira desde
abajo hacia arriba al Tercer Mundo, es decir, en contrapicado. Y según las palabras de Birri lo
hace con admiración indiscriminada y mistificadora. Esto, tristemente, convertirá esa mirada
en moda, simplificando por tanto la importancia del hecho y sobre todo haciendo que se
esfume con la misma rapidez que con la intensidad con que se la recibió.
La petición que hace Birri es la de que la mirada se iguale. A nivel de ojos. Humanos.
Mecánicos. Y esta petición se debe extrapolar a la relación cine-clase obrera no ya
Latinoamericana o de Tres Mundos sino también del llamado Primer Mundo.
Para este breve análisis se ha escogido un número muy limitado de films a la vez que
heterogéneo desde la forma, siempre con un contenido o temática semejante, que a nuestro
modo de ver permiten la posibilidad de observar desde unas ópticas distintas la posición del
cine y del cineasta frente a una realidad social concreta y su clase trabajadora. Además, la
decisión de tomar diferentes muestras en determinados contextos históricos y en distintos
lugares del mundo, puede ayudar a tener una visión más global a la vez que demostrativa de
cómo ciertas posturas postmodernas no son del todo ciertas y la realidad no ha dejado de
existir del mismo modo que aquellos que la componen también permanecen.
Antes de entrar en el análisis de los diferentes films y del lugar del discurso que ocupa
la clase trabajadora dentro de él, haré una brevísima introducción histórica de los orígenes del
cine y de cómo es asimilado rápidamente por una emergente sociedad capitalista.

2
Para ello dirigirse a Monterde, José Enrique. La imagen negada: Representaciones de la clase trabajadora en
el cine, Valencia, Filmoteca de la Generalitat Valenciana, 1997.
3
Ibid., p. 49.

770
El cine nace en el seno de una sociedad contemporánea, urbana e industrial. Nace en
Europa, lejos de esos llamados Tres Mundos anteriormente citados.
En sus inicios, a finales del s. XIX, el cine está mucho más cerca del ejemplo de una
sociedad que avanza en lo tecnológico que en el propio concepto de arte. Asegura Walter
Benjamin que:

Sería posible exponer la historia del arte como una disputa entre dos polaridades
dentro de la propia obra de arte, y distinguir la historia de su desenvolvimiento como
una sucesión de desplazamientos del predominio de un polo a otro de la obra de arte.
Estos dos polos son su valor ritual y su valor de exhibición.4

De hecho, el cine comienza teniendo un valor ritual entendido como una exhibición
casi privada, casi de experimento que una vez comprobada su eficacia pierde en pos de su
valor de exhibición. Un valor de hondo calado en el imaginario colectivo y social que crea la
imagen en movimiento como paso siguiente a la fotografía y como expresión máxima de la
realidad5 que a partir de ahora ya no será estática ni inmóvil y no será extraño, por tanto,
que el cine adopte un modelo organizativo propio de unas sociedades capitalistas emergentes
donde se establece el siguiente orden: producción, distribución, exhibición. Se trata por tanto
de la decisión de ordenar la realidad en función de su productividad.
En esta “fábrica” en la que se convierte la industria del cine, la clase trabajadora como
agente de cambios sociales no se verá justamente representada salvo honrosas excepciones.
El cine adquiere su condición de dispositivo económico y social y se convierte en un
disparador de la llamada por Adorno y Horkheimer “Industria Cultural”. Ahora bien, este
dispositivo en sí mismo independiente no es capaz de concretar la naturaleza global del Cine
ahora con mayúsculas. Son necesarios otros dispositivos, tecnológico, visual, sonoro, artístico
y espectacular y aquí es dónde se desarrolla el espacio reservado al espectador-público que
sólo es objeto receptor, objeto consumista de cultura, una cultura homogeneizada
precisamente para que se mantenga ese dispositivo espectacular a un público masivo y por
tanto heterogéneo.
La imbricación de todos estos dispositivos generará un nuevo arte que al tiempo
surgirá como industria y por tanto como mercancía. Y tal como pretenden los mecanismos de

4
Benjamin, W.: La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, México, Ítaca, 2003, p. 52.
5
“Como que la Fotografía es contingencia pura y no puede ser otra cosa (siempre hay algo representado) -
contrariamente al texto, el cual, mediante la acción súbita de una sola palabra, puede hacer pasar una frase de
la descripción a la reflexión , revela enseguida esos detalles que constituyen el propio material del saber
etnológico. Cuando William Klein fotografía El primero de mayo de 1959 en Moscú, me enseña cómo visten
los soviéticos (lo cual, después de todo, ignoro).” Para ver el tratamiento de la realidad a través de la fotografía,
véase: Barthes, R.: La cámara lúcida, Barcelona, Paidós, 1992, p. 68.

771
la industria cultural, el arte se verá separado de la vida real, no contaminado de las
dificultades y problemas de la vida cotidiana. Dicho de otro modo, uno de los objetivos de la
industria cultural es la diversión acompañada de evasión y no de reflexión.
Es en 1895 cuando los hermanos Lumière efectúan en París en el Grand Café del
Boulevard des Capucines la primera exhibición de una serie de películas de corta duración
entre las que, y no será por casualidad, se encuentra Sortie des usines Lumière à Lyon (Salida
de los obreros de la fábrica Lumière).
La presencia obrera en la mirada cinematográfica no se ha hecho esperar. No será la
única vez que los hermanos Lumière retraten la cotidianidad de los obreros. En otras
ocasiones filmarán Les forgerons (Los herreros), Démolition d´un mur (Demolición de un
muro), etc. Sin embargo se trata únicamente de eso. De un retrato.
La mirada de los Lumière sobre lo que ocurre a la salida de una fábrica, en este caso,
su fábrica -no está claro aquí qué versión fue la que se proyectó ya que al parecer existían dos
y en una de ellas el final era la salida de los dueños de la fábrica en coche de caballos, con lo
que se podría establecer diferentes significados según las versiones- es un primer intento de
abordar la existencia de una clase social determinante en el desarrollo de las nuevas
sociedades industriales. Es decir, ¿por qué filmar obreros? ¿Qué se buscaba? ¿Qué se
pretendía?6
Es posible que esa mirada todavía esté exenta de interrogantes, de reflexiones.
Simplemente se trata de mostrar y enseñar. Pero para ello se ha de existir y eso es lo que tiene
de maravilloso esa mirada. La demostración de la existencia. Ahora bien, la mera muestra no
conlleva la elaboración de un discurso por lo que esos obreros aún cuando figura física
existente son borrados en cuanto a su condición de clase. Afirma Benjamin que la mirada
desde fuera, en este caso serviría la de los hermanos Lumière, conforma al proletariado en
mera masa compacta, la representación que de él se construye no lo lleva a la acción.7 Es
decir, el hecho de filmarlo no significa que adquiera la existencia con conciencia.
No será hasta la llegada de cineastas o, como diría Marx, personas que entre otras
cosas hacen cine, como Medvedkin, Vertov, Eisenstein, desde un eje cronológico, en el
contexto revolucionario ruso surgido a partir de 1917 cuando las masas proletarias se funden

6
“Nos encontramos ante un film publicitario de la mayor empresa fotográfica europea del momento mucho
más que ante un mero documental, aunque evidentemente desde una mirada historizadora como la
nuestra esas imágenes se documentalizan.” Monterde, J. E.: La imagen negada: representaciones de la clase
trabajadora en el cine, Valencia, Generalitat Valenciana, 1997.
7
“En consecuencia, por más decisiva que sea la masa para el líder revolucionario, el mayor logro de éste no
consiste en atraer las masas hacia sí, sino en el dejarse involucrar una y otra vez en ellas para ser una y otra vez
para ellas uno más entre cientos de miles.” Ibid., pp. 107-108.

772
eliminando una oposición no dialéctica entre el individuo y la masa y el cine es elemento
sustancial en ese cambio. Medvedkin, sobre su propia experiencia narra que:

Comencé a trabajar en cine hace cincuenta años, en mayo de 1927, es decir, hace más
de medio siglo. Mi propósito fundamental consistía en buscar nuevas formas
revolucionarias de trabajo que me permitiesen utilizar el cine para la causa de la
Revolución, para la lucha política. Creo que el cine es un medio muy eficaz para la
educación del pueblo.8

Sin embargo, frente a esta afirmación y el trabajo realizado a bordo del tren
cinematográfico que recorre kilómetros de revolución soviética se pueden observar ciertas
carencias respecto al discurso de la clase obrera que no deja de ser manipulado en pro del
adoctrinamiento y la enseñanza del trabajo al proletariado siendo éste objeto de aprendizaje
para otros trabajadores en las que el cineasta llega incluso a ejercer una “figura acusatoria”.
Al tiempo, el cine en Francia crece como un gigantesco negocio monopolístico.
Fabrica aparatos, produce, distribuye, exhibe a escala mundial. En este torbellino capitalista la
clase obrera no tiene cabida más que como objeto en por ejemplo, Les victimes de
l´alcoolisme de 1902 de Ferdinand Zecca.9
Son diversas las adaptaciones al cine argumental que se efectúan de obras como las de
Zola pero sin embargo el sujeto de cada historia es un sujeto pasivo en cuanto que no dispone
del discurso como propio. Es tratado para reflejar penurias, incluso peligros, pero peligros
amenazantes desde una clase obrera descontenta pero sin razón y en la que en la mayoría de
los casos se reconcilia con una patronal comprensiva y paternalista.

LA NARRACIÓN NATURALISTA ESTÁ EXENTA DE TODA CRÍTICA


Y SE AFIANZAN LAS EMOCIONES FRENTE A LAS REFLEXIONES.
Al mismo tiempo que este cine argumental o de ficción, también se desarrollará el cine
documental y será sobre todo en este terreno donde más se planteará la función del cine como
un arma que por si misma no apunta en ninguna dirección y que es responsabilidad del
cineasta realizar una visión crítica o no de la realidad.
El documental llamado etnográfico propone, como ocurre en el caso de Mano of Aran
del británico Robert Flaherty y realizado en 1934, una visión de la realidad, en este caso
concreto de una comunidad de pescadores frente a las adversidades de la naturaleza y el día a

8
Medvedkin, A. I.: “El tren cinematográfico” en Romanguera, J. y Alsina, H. (eds.): Textos y manifiestos del
cine, Madrid, Cátedra, 1998.
9
Gubern, R.: Historia del cine, Barcelona, Lumen, 2001, p. 49.

773
día de un duro trabajo, pero sin embargo lo hace bajo una mirada alejada de cualquier
conciencia de clase, donde los problemas se analizan de forma individual y el único enemigo
son las causas naturales.
Otro caso distinto será el que proponga Grierson y su escuela británica de documental
al pretender alejarse un tanto del individuo para: “…Encontrar los honores en el torbellino de
las fuerzas sociales creativas.”10
Y es aquí donde cobran sentido de nuevo las palabras de Fernando Birri en su
pronunciamiento ante los estudiantes.
La realidad, la bella y la fea, inunda los objetivos de cineastas dispuestos a no sólo
enseñar una realidad construida para todos los gustos (públicos) sino una realidad en la que
aflore el concepto de verdad. Es el caso de los films a continuación propuestos para su
análisis.
Por orden cronológico, aunque lo importante es cómo precisamente es el paso del
tiempo el que queda relegado a un segundo plano porque los contenidos demuestran la
actualidad permanente de los conflictos de una clase, son los siguientes:

La sal de la tierra, dirigido en 1953 por Herbert Biberman (EEUU)


Tout va bien, dirigido por Jean-Luc Godard y Jean-Pierre Gorin en 1972 (Francia)
The Navigators (La cuadrilla), dirigido por Ken Loach en 2001 (Gran Bretaña)
La mano invisible, dirigido por Isadora Guardia en 2003 (España)
Memoria del saqueo, dirigido en 2003 por Pino Solanas (Argentina)

A través del análisis de los diferentes films se pretende diferenciar el uso dentro del
texto fílmico de la clase obrera como sujeto histórico también convertida en sujeto fílmico o
por el contrario, objeto sobre el que elaborar un discurso pero sin la posibilidad de enunciarlo
propiamente.
La clase obrera es desde el momento en que es consciente de su propia existencia.
Tratada como objeto (re)presentador de historias, protagonista de una narración en la que
quien dice es otro, no es clase por sí misma. El propio mecanismo de narración clásica del
cine borra las marcas de una enunciación que aborta también la relación posible y dialéctica
entre enunciador y enunciatario.
El cine de Hollywood, tal y como se entenderá y nombrará al cine comercial, instaura
unos mecanismos lingüísticos que hacen invisible el discurso pero no por ello inexistente. Sin

10
Romanguera, Joaquim; Alsina, Homero (Eds). Textos y manifiestos del cine. Madrid, Cátedra, 1998. Pág 144

774
embargo una vez ocultado, el espacio para las clases proletarias se minimiza casi hasta
desaparecer o convertirse en contexto donde se relatan otras historias.
Podríamos entonces hablar de un cine ideológico desde un punto de vista marxista del
término, frente a otro tipo de cine, político, que sí hace explícito su discurso y por tanto hace
surgir y convertir en protagonistas, no de relato sino de discurso a la clase obrera.
Dentro del campo del documental el fenómeno cinematográfico ha hecho de la
representación de la realidad y de la representación explícita de lo político dos constantes en
su devenir. La primera observa la realidad tal y como es, la segunda tal y como debería ser.
Siguiendo a Jean Rouch en 1969:

Hacer un film es contar una historia. Un libro etnográfico cuenta una historia; los
malos libros etnográficos y las malas tesis son acumulaciones de documentos. La buena
etnología es una teoría y una exposición brillante de esta teoría- y en eso consiste un
film. Esto es, en tener algo que decir. Yo viajo en el subterráneo y lo veo sucio y a la
gente aburrida- y eso no es un film. Viajo en el metro y me pregunto: ¿Por qué esta
gente está aburrida? ¿Qué está pasando? ¿Por qué están aquí? ¿Por qué lo aceptan?
¿Por qué no revientan el metro? ¿Por qué se sientan aquí y siguen la misma ruta todos
los días? En ese momento puedes (empezar a) hacer un film.11

En la voluntad de intervención sobre la realidad social se abre la vía para otorgar un


lugar, más bien, el lugar que le corresponde a la clase obrera. Y surge aquí una oportunidad
más y la que realmente centra su campo de acción en el proletariado. La siguiente pregunta
que correspondería a las palabras de Rouch. ¿Por qué no intervenir?
Es el paso más allá del cine político. El cine militante. Aquél que parte de subvertir el
orden de producción en su misma base de elaboración para poder después acercarse de “altura
de ojos a altura de ojos”, como mencionaba Birri, a la clase obrera.
Tan sólo en el instante que se produce una dialéctica entre el objetivo de la cámara y el
espacio profílmico, aquél en el que la clase se sabe existente y ya es de manera independiente
al dispositivo mecánico del ojo que la observa, es posible generar un discurso fílmico pero
también de clase, donde el objeto hasta ahora representado se convierte en sujeto activo
elaborador de su propio discurso.
Si el Cine hubiera pretendido tener una relación sincera con la realidad, la actividad
laboral representada por la clase obrera hubiera ocupado metros y metros de película a lo
largo de la breve Historia del Cine, sin embargo sucede al contrario. Se trata de encontrar la
excepción en un mundo que sin embargo se ha desarrollado gracias a esta clase social.
El cine de ficción se ha valido de la actividad humana del trabajo para elaborar

11
Ruffinelli, Jorge. Patricio Guzmán. Madrid, Cátedra, 2001., págs 10-11.

775
narraciones en las que esta actividad formaba parte de la vida del personaje pero sin embargo
no lo delimitaban, no lo definían. Son contados los films donde la clase obrera es protagonista
per se.
Si retrocedemos unas cuantas líneas y reparamos en la incorporación del cine como un
engranaje más del proceso de producción de las sociedades capitalistas, es obvio que
precisamente aquello que posibilita el funcionamiento de la máquina nunca debe ser
reconocido como esencial, lo que importa es el producto y sus beneficios.
Por tanto, la clase obrera como elaboradora de su propio discurso dentro del cine
quedará relegada a una marginalidad.
Otra cosa bien distinta y que es importante resaltar, es el individuo obrero como
protagonista de una narración. Ahí sí el cine ha dedicado más tomas.
Una vez planteada la cuestión a debatir es necesaria una explicación del porqué y la
finalidad de la elección del material práctico de trabajo.
La sal de la tierra es un film revolucionario en varios aspectos. Realizado después de
la II Guerra Mundial y todavía con la caza de brujas depurando cineastas, incluido Biberman
al que se condenó a cárcel por su silencio ante el Comité de Actividades Antiamericanas unos
años antes de la realización del film, La sal de la tierra utiliza la narración clásica
hollywoodiense para por el contrario, entrar de lleno en la situación de la clase obrera
(mineros en Nuevo México) frente a además de la situación de precariedad laboral,
reivindicar las diferencias respecto a los “anglos” o norteamericanos mineros.
Sin embargo la propuesta no termina ahí. El papel de las mujeres de los mineros es
definitivo para que se pueda llevar a cabo una huelga para conseguir la igualdad respecto a los
trabajadores “anglos” así como en la vida cotidiana.
El film, con una estructura clásica de planteamiento de un conflicto y presentación de
sus personajes principales en su vida privada, desarrollo del conflicto agravado por las
diferencias en este caso de género que afectan al matrimonio protagonista y resolución del
conflicto en este caso con un final feliz, es, en principio, el tipo de narración donde los
mecanismos de enunciación imposibilitarían que el discurso emergiera hasta plantearse en
primer término. Por el contrario, así es.
El hecho de que se recurra a la voz narradora de la mujer protagonista para elaborar el
discurso de clase y también de género y se contenga el valor dramático. El hecho de que aún
habiendo protagonistas se refuerce, tanto en el desarrollo de la propia historia como en la
construcción de cada escena, la importancia de lo colectivo frente a lo individual y por último,
la actuación de actores profesionales y no profesionales como mineros, sindicalistas, mujeres

776
de mineros, etc. otorga una dimensión más cercana al documental en cuanto representador de
la realidad.
Por otro lado, la historia que recrea el suceso real de una huelga de mineros donde las
mujeres se unieron a sus maridos para luchar por sus derechos, es tratada en la profundidad
del conflicto. No se trata de buenos y malos, no se trata del simple enfrentamiento entre
patrón y obrero sino en toda una reflexión hecha desde la clase obrera y para la clase obrera,
apoyada por otro de los movimientos sociales clásicos como es el feminismo.

¿QUÉ OCURRE SIN EMBARGO EN EL FILM TOUT VA BIEN?


Godard y Gorin, o el también llamado Grupo Dziga Vertov surgido en Francia como
otros como SLON y en el que se realizaron los films más radicales a propósito del impacto
sufrido del mayo del 68 en los cineastas, (Tout va bien ya pertenece de nuevo a un cine más
“godardiano” de su etapa de cine de autor) realizan una propuesta absolutamente formal del
film que es en parte consecuencia del contexto en el que está realizada.
Es la década en la que se piensa que hay que hacer la revolución en el cine, cuando
quizás, lo más beneficioso para una clase tan necesitada de un respaldo cultural es hacer un
cine revolucionario.
El sistema de narración de Tout va bien es diametralmente opuesto a La sal de la
tierra y eso no tendría inconveniente si no acabara afectando también al contenido. La forma
se instala de tal manera, la evidencia de la existencia está tan presente que acaba
imponiéndose, convirtiendo en auténticas marionetas de teatro a la clase obrera allí
representada.
Ambos directores exponen al comienzo de la película las necesidades para conseguir
la producción de un film. Se necesita dinero y se necesitan estrellas. Y efectivamente se trata
de una producción perteneciente a la industria y con dos estrellas como Yves Montand y Jane
Fonda, estandartes por otra parte de intelectuales enfrentados al sistema, antiguerra,
antiimperialismo.
Toda esta mostración del artificio que resulta el cine, la muestra del rodaje, las tomas
cantadas, no dejan de ser una especie de justificación para en realidad contar una historia
convencional en la que finalmente los problemas los tiene una pareja burguesa, de profesión
liberal cansados de su monotonía.
El hecho de contemplar lo que ocurre dentro de una fábrica en huelga donde
trabajadores y sindicato están enfrentados en las maneras de llevar a cabo la lucha obrera sirve

777
para que ellos se replanteen sus vidas. Y esta mirada es ajena a los problemas reales de una
clase convertida en representación de ella misma pero que deja de serlo al serle impuesta la
interpretación del director.
En este contexto, un grupo surgido también alrededor del 68 y anterior al Dziga
Vertov es el grupo SLON donde cineastas como el propio Godard, Chris Marker, Alain
Resnais, Agnes Varda, entre otros se lanzan a un cine militante en su producción y en su
contenido que habla entre otras cosas de las masacres sufridas por el pueblo vietnamita como
es Loin de Vietnam que ellos mismos considerarían un fracaso porque realmente no existía
una intencionalidad clara y reflexiva del film.
Sin embargo y de la mano del documentalista Chris Marker surge una experiencia
importante que es A bientôt j´espere. Documental rodado en 1967 recoge la huelga en la
factoría Rhodiaceta, fábrica que daba trabajo a unos 3.000 trabajadores de Besancon. ¿Qué
tiene de importante este film?
Algo que por otra parte en Latinoamérica se lleva haciendo desde los años cincuenta.
La proyección a los trabajadores de su propia acción.
Cuenta Marker en una entrevista realizada a Guy Hennebelle12, crítico
cinematográfico, que una vez proyectada y ante la aceptación ya de por sí del film, los
trabajadores no estaban del todo satisfechos ya que pensaban que el enfoque seguía siendo el
de una persona ajena a ellos. Entonces Marker les propone dotarles de las armas, las cámaras,
para que ellos mismos formen un colectivo para rodar y partir de sus propias experiencias.
Este tipo de experiencia es el que hace posible que el cine en su relación con la clase
trabajadora protagonista que a su vez se convierte en espectador crítico alcance sus máximas
posibilidades. El cine por tanto, no termina una vez finalizados los créditos, la película está en
permanente relectura ya que con cada proyección se reinterpreta, se analiza y se actualiza
aquello mostrado. Se rompe la exhibición clásica e institucionalizada del film. La sala oscura
donde el espectador se encuentra solo ante la pantalla y sin posibilidad de réplica, desaparece.
Volviendo a Tout va bien, el único sujeto que habla de sus propias experiencias a
través de la figura de Yves Montand es el propio Godard que de una manera constante expone
sus propias preocupaciones y posicionamiento respecto a la clase obrera, el papel del
sindicalismo y los partidos de izquierdas. En definitiva, sigue siendo un film de intelectuales
burgueses para intelectuales burgueses (empleando los términos del momento histórico) que
juega a entrar en una fábrica para cuestionarlo todo.

12
Entrevista recogida y trad. al castellano: Linares, Andrés. El cine militante, Madrid, Castellote, 1976. Pag. 54

778
Por otro lado, el uso de ciertos mecanismos otorgados al documental como la mirada a
cámara, la repetición de planos, una interrupción del ritmo “natural” en beneficio de un
montaje visible sí hacen posible que el espectador sufra un extrañamiento y por tanto un
alejamiento de la narración y así ser capaz de realizar una lectura más analítica.
En cualquier caso, Tout va bien se trata más de un ejercicio teórico que una puesta a
disposición de la clase obrera de las herramientas cinematográficas para llevar la lucha de
clases a un encuentro con la cultura.
The navigators es junto a Rif-Raf uno de los films que más de lleno entra en la
cuestión de la clase trabajadora dentro de la filmografía del británico Ken Loach. Producida
en 2001 y bajo una narración clásica, sin sobresaltos estéticos, Loach propone algo más allá
que la discusión teórico-política de qué es lo que corresponde a la clase obrera como hiciera
Godard. Han pasado más de treinta años desde mayo del 68 y ahora la globalización y la
transnacionalización han dejado a los trabajadores más desprotegidos que nunca.
El cine de Loach bebe en cierta manera de un neorrealismo italiano que propone
temáticas de la vida cotidiana, problemáticas de las clases más desfavorecidas, ambientes
naturales, actores desconocidos incluso no profesionales para realizar desde lo argumental un
acercamiento lo más verdadero posible a la realidad.
El argumento es el siguiente:
Un grupo de trabajadores de ferrocarriles británicos sufre la privatización y la
auténtica extorsión.
Acorralados entre un despido con indemnización o eventuales subcontratados
perdiendo todos los derechos adquiridos durante cuarenta años, deberán elegir. En esa
elección es donde se muestra un aspecto muy importante que no existía en los films anteriores
con tanta presencia. La cada vez más ausente conciencia de clase.
Sea como fuere, en el caso de La sal de la tierra la conciencia, sobre todo la de las
mujeres, es incorruptible, de hecho podríamos decir que todavía está en proceso de
crecimiento. Frente a las amenazas, mayor es la fuerza del colectivo que no tiene
prácticamente nada que perder. Hay un detalle que cobra mucha más importancia al hacer una
lectura del film en la actualidad y por ejemplo compararlo con The Navigators.
La mujer del minero, Esperanza, (no es casualidad el nombre) ha comprado a plazos
una radio, el único bien material que poseen. Frente a la posibilidad del despido de su marido
ella puede perder la radio. El marido responde que lo que mata y esclaviza al obrero son los
plazos. Es el año 1953.
En el año 2001 los protagonistas de la cuadrilla del ferrocarril viven a plazos. Ahora sí

779
tienen mucho que perder, no tienen la fuerza suficiente para seguir unidos, los problemas
individuales, las necesidades de cada uno se imponen al colectivo que no es capaz de resistir.
Tan sólo el más viejo, un joven en el momento que Godard rodaba Tout va bien, mantiene el
discurso de clase.
Asistimos pues al triunfo del neoliberalismo más salvaje que conlleva directamente a
la muerte. La ideológica y la real. Y es así. Un pequeño grupo ahora ya contratado por una
empresa de trabajo temporal, asiste a la muerte de un compañero por falta de medidas de
seguridad por el ahorro de costes.
Sin embargo la intencionalidad del film es precisamente hacer una llamada de atención
a toda esa sociedad despolitizada, sea de clase media o trabajadora, de que es cierto que los
tiempos han cambiado, sí, pero a peor.
Una constante que se refleja en los tres films es el papel de los sindicatos como
agentes sociales. Y asombra contemplar cómo los trabajadores en momentos de lucha se han
visto desprotegidos mientras se pactaba a sus espaldas desde La sal de la tierra hasta The
Navigators pasando por Tout va bien.
Loach, desde un modelo clásico de narración, propone la vulgaridad de lo cotidiano, lo
feo, la muerte. Algo rompe la lógica de esta narración convencional y es la ausencia de final
feliz. Y este es el momento en el que realmente no se traiciona un discurso enunciado por él,
irguiéndose como altavoz de la clase trabajadora.
Y el espectador tendrá que asumir y digerir o más bien, enfadarse con lo que ve. Si
hubiera elegido la no muerte estaría dejando de nuevo desprotegida a una clase que ya no
suscita, en términos generales, la atención real del cine si no es para realizar un retrato de la
realidad social muy dulcificado, incluso bello, encorsetado en un modelo para todos los
públicos.
El hecho de que cada vez haya más “cine social” y sobre todo que al público en
general le atraiga significa, como al principio de estas páginas recordaba el cineasta Fernando
Birri, que se trata pues de una moda y como tal, se esfumará.
El siguiente film, La mano invisible, se trata de un documental realizado entre 2001 y
2003. Fuera de todo circuito comercial desde su preproducción hasta su exhibición, discurre
por un recorrido muy semejante al propuesto por Loach en su film. El neoliberalismo.
En este caso concreto se trata de la lucha de los trabajadores de Sintel, empresa filial
de Telefónica que es descapitalizada obteniendo beneficios y lleva a la calle entre estos dos
años a 1400 trabajadores.

780
¿CUÁL ES LA PROPUESTA FORMAL?
Bien, ésta se encuentra supeditada al propio devenir de los acontecimientos. Como
diría Hennebelle, lo que importa y se decide es lo que se quiere contar y las formas y
lenguajes cinematográficos surgirán de esas premisas.
El trabajo que iniciamos con los trabajadores de Sintel tiene que ver con la mirada
sobre un conflicto, en este caso, socio-laboral; la mirada, no como mera espectadora de un
acontecimiento, sino totalmente posicionada en una realidad que se declara objetiva sólo
cuando es proyectada por los medios de comunicación de masas a través de un discurso
institucionalizado.
Este juego entre ventana y paisaje rompe el cristal que separa una de otro y propone la
posibilidad de saltar las distintas orillas hasta que la mirada se constituya como una sola.
El trabajo del documental La Mano Invisible no se basa en un guión que anticipa y
ordena los futuros hechos, sino que espera pacientemente el devenir. Los protagonistas no son
actores que preparan su papel en un lapso de tiempo que termina a la orden de "corten", pero
sí cuando la cámara se muestra ante ellos se convierten en actores permanentes. Actores en
cuanto portadores de la acción y transformadores del discurso. ¿Es la cámara la que
condiciona con la toma de un lugar a los actores o son los actores los que condicionan con sus
acciones el lugar de la cámara?
El trabajo realizado pretende demostrar la relación dialéctica entre la cámara y los
actores-protagonistas, la necesidad mutua de la existencia del otro para la posibilidad de ser
de uno mismo. Expresión máxima de esta búsqueda en el cine del sujeto histórico también
sujeto fílmico enunciador de su propio discurso.

Y EN ESTE CASO A DIFERENCIA DE LOS ANTERIORES


SE CONSIGUE AL MARGEN DE LA FICCIÓN.
Los trabajadores de Sintel no "aparecen" sin la presencia de la cámara, lo que es
sinónimo de invisibilidad, la no existencia; mientras que la cámara no es nada si no tiene a
quién seguir, sobre quién reposar su mirada mecánica.
Al igual que la fotografía deja constancia permanente de la inmediatez tal como
explica Barthes, de lo que una vez existió, la cámara encuadra y mira aquello que sucede, lo
observa desde la ubicación que sugiere el plano general hasta la curiosidad del plano detalle y
asiente junto a los trabajadores.
En este proceso de construcción de la realidad, trabajadores y cineasta comparten y

781
discuten el cómo contar, por tanto, el discurso está en permanente reconstrucción y como
apuntaba Marker no termina al ser objeto de discusión en cada proyección.
De hecho y a diferencia del resto de los films hasta ahora propuestos, La mano
invisible no tiene final. Porque lo que cuenta no tiene final. Porque sus actores no tienen fin
de jornada, se llevan su papel de Sintel a casa. Las 24 horas. Y esa diferencia respecto al cine
argumental otorga de una rotundidad al discurso prácticamente inapelable.
El documental es en sí marginal, por su contenido, por su elaboración. Se encuentra en
el mismo lugar que los trabajadores, o sea, fuera de.
Y es aquí donde entronca de alguna manera con la siguiente película a comentar.
Memoria del saqueo, realizada también en 2003, en Argentina habla precisamente de
las consecuencias que tiene ese expolio permanente, entre otras empresas internacionales
como la propia Telefónica, en Argentina.

EL RESULTADO ES DESPLAZAR A LA POBLACIÓN FUERA DE


Memoria del saqueo, también documental, está realizada por Pino Solanas cineasta
reconocido entre otros films por La hora de los hornos, realizada treinta años atrás.
En el film actual se realiza una memoria, como el propio título indica, desde la época
de la dictadura hasta el famoso corralito donde la falsa democracia ha robado
sistemáticamente al pueblo argentino hasta que en este caso la afectada ya no es la clase
obrera únicamente sino toda una clase media, profesionales liberales, intelectuales, etc.
Consecuencia de todo esto el documental pretende contar como surge y muere en vida
una nueva clase, la de los nadie, los sin nombre, los que nunca han tenido trabajo, los que en
otro momento histórico se les habría llamado lumpen.
Una vez desgranado de forma breve el contenido del documental es necesario abordar
la manera en la que se elabora el discurso.
Solanas opta por las voces autorizadas, la suya, narradora, la de abogados, senadores,
jueces, médicos… que explican qué ha sucedido en el país y cómo viven los nadie.
Quizás aquí se nota la ausencia del discurso de los sin voz, Solanas se permite hablar
por ellos y lo hace de una manera justa pero su discurso resulta demasiado complicado para
ese espectador del que a la vez se habla dentro del documental.
Por otro lado se debe reparar en que en este caso se parte de que los afectados son
todos menos los que roban, por lo tanto esa clase media que cacerola en mano, aquella que
tiempo atrás servía para servir comida, golpea por las ciudades y se enfrenta al muro

782
infranqueable de los bancos es también protagonista y espectadora.
Hay un instante, recogido por el cineasta y entendido en su verdadero sentido ya que
se convierte en la portada o cartel de la película, que es el gesto irreverente, descarado de un
niño que juega y busca en medio de un gran estercolero. Se acerca a cámara y con ambas
manos saca sus dedos corazón, dejando claro cuál es su opinión respecto al mundo.
Podríamos llegar a decir que ese instante es el de la apropiación del discurso, sólo
durante unos segundos pero ahí está. Es su lenguaje, es su discurso y lo expresa porque
aunque nadie lo crea todavía tiene algo que decir.
A modo de conclusión, el repaso por estas excepciones, existen muchas más, para
demostrar cómo el cine es capaz de servir de herramienta a la clase obrera y otorgar la voz a
un sujeto negado por los mecanismos propios de un sistema capitalista instalado en la
producción cinematográfica como en todas las parcelas de la vida, sirve también para
contemplar diferentes posibilidades de narración y construcción del discurso.
Desde el instante en el que un cineasta o grupo de cineastas deciden narrar o mostrar la
realidad corren el riesgo de apropiarse del discurso y acomodarlo a su propia visión de mundo
y esto no es peligroso siempre y cuando se explicite y no se oculte la existencia de esa visión
propia. Sin embargo el objetivo último de muchos cineastas no es el de compartir las
herramientas de trabajo con las clases trabajadoras y frente a esta postura, la más extendida, es
necesario otro cine, aquel que como decía Birri mire de altura de ojos a altura de ojos.

783
784
ENTRE EL OPORTUNISMO
Y LA RESISTENCIA.
EL FRACASO DE LA ORGANIZACIÓN
CORPORATIVA NACIONAL
DURANTE LA DICTADURA
DE PRIMO DE RIVERA
Cecilia Gutiérrez Lázaro
Universidad de Cantabria

Una de las metas políticas que persiguió la Dictadura de Primo de Rivera desde su
instauración el 13 septiembre de 1923 fue el solucionar los problemas vinculados a la
denominada “cuestión social”. Y aunque sus esfuerzos en ese orden se repartieron entre varios
frentes: legislación laboral, previsión social y reorganización de la administración del Estado,
no hay duda de que el proyecto más ambicioso puesto en marcha desde el Ministerio de
Trabajo a tal fin fue el que pretendió establecer un modelo corporativista de relaciones
laborales, primero de carácter nacional y aplicación obligatoria en la historia de la España
contemporánea, que fue conocido como Organización Corporativa Nacional. El sistema
propuesto lejos de alcanzar los objetivos previstos en su diseño suscitó muy pronto el rechazo
de aquellos hacia los que estuvo dirigido. Así que, en nuestra comunicación abordaremos en
primer lugar el análisis del modelo para a continuación tratar de establecer los motivos que
condujeron a una parte de las organizaciones, tanto patronales como obreras, a rechazarlo.

EL POSIBILISMO SINDICAL COMO BASE DEL PROYECTO LABORAL


CORPORATIVISTA DE LA DICTADURA.
EL PENSAMIENTO SOCIAL DEL MINISTRO DE TRABAJO EDUARDO AUNÓS
Eduardo Aunós creía que uno de los hechos que más había contribuido al desarrollo de
la crisis social española era que la Ley de Asociaciones de 1887 "en vez de establecer normas
especiales para las organizaciones obreras, otorgándoles una mayor autoridad dentro de las
cuestiones de trabajo, a cambio de exigirles estrechas responsabilidades", había venido a
equipararlas "de hecho y a modo de burla, aunque con la más estúpida seriedad, a las

785
asociaciones recreativas, artísticas o científicas... como si de la función sindical no emanasen
problemas vitalísimos, que afectan por igual a la economía, a la justicia y a la paz públicas,
incomparablemente más trascendentales que los juegos o pasatiempos de un círculo político,
académico o recreativo"1.
De tal manera que esa ausencia de reconocimiento jurídico- asociada a la del de
carácter social que propiciaron los empresarios en las mesas de negociación- había favorecido
tanto la aparición de los mecanismos básicos de lucha obrera- huelgas y boicots- como los
comportamientos sindicales más violentos- sabotajes y atentados- que pusieron en práctica
esas sociedades en la defensa de los intereses de los trabajadores; así como, las respuestas
igualmente agresivas que ejercieron los patronos a medida que fueron perdiendo capacidad
para imponerse a los obreros. Por otro lado, consideraba que en aquel momento, también, se
había frustrado la oportunidad de haber promovido un sindicalismo exclusivamente
profesional, alejado de cualquier actividad política, orientado "en torno al ideal de producir
riqueza"2 y por tanto, plenamente vinculado la consecución del bien común.
Con todo, durante su mandato y desde una perspectiva eminentemente pragmática y
posibilista, Eduardo Aunós3 defendió la idea de que el sindicalismo de clase español, a pesar
de sus graves deficiencias, podía llegar a ser un "elemento de gran valor y eficacia" social
porque creía que, al menos, había servido "para que muchos hombres que vivían
desorganizados, muchos hombres que no creían en la fuerza de la unión y de la disciplina,
muchos hombres que se resistían a toda cooperación social, aprendieran... a unirse, a
conocerse, a encontrar intereses humanos y económicos similares a los suyos propios e
igualmente dignos de defensa; y así logró disciplinar a una serie de hombres y masas que, de
otra forma, hubiesen quedado inconexas con la actividad, que es apta para desarrollar el
Estado, social y humana, por excelencia"4. Aunós planeaba corporativizar las relaciones
laborales y necesitaba que los dos grupos sociales implicados en su proyecto estuviesen
organizados; así que, para ponerlo en práctica, estaba dispuesto a no desdeñar a aquellas
asociaciones que se habían desarrollado al amparo de un tipo de sindicalismo que, sin

1
Aunós Pérez, Eduardo, Itinerario Histórico de la España Contemporánea: (1808-1936), Barcelona, Bosch,
pág.292.
2
Aunós Pérez, Eduardo, La Organización Corporativa del Trabajo, Madrid, Publicaciones del Consejo
Superior de Trabajo, Comercio e Industria, 1927, pág.13.
3
Eduardo Aunós Pérez (1894-1967), Lérida. Había sido diputado por la Lliga y secretario político de Cambo
durante el Gobierno de Concentración de 1921. Formado en la Universidad de El Escorial, era un profundo
conocedor de la ideología social de la iglesia católica y de las corrientes de pensamiento de la derecha radical
francesa. Poseía una visión tecnocrática y elitista de la práctica política.
4
Aunós Pérez, Eduardo, La organización corporativa y su posible desenvolvimiento. Conferencia pronunciada
el 3 de Mayo en el Ateneo de Madrid, Madrid, Ministerio de Trabajo y Previsión, 1929, pág.13.

786
proponérselo, también había contribuido a preparar "la obra corporativa"5.
Desde otra perspectiva, a pesar de que asumía el postulado defendido por la doctrina
social de la Iglesia Católica de que era una obligación irrenunciable de la sociedad propiciar la
pacífica convivencia de ambos colectivos a través de algún tipo de organización de carácter
interclasista, Eduardo Aunós rechazó en todo momento la idea de promover la aplicación de
dicho axioma al nivel sindical porque entendía que las experiencias que habían surgido a su
amparo por toda Europa desde finales del s. XIX, sindicatos confesionales mixtos o libres,
habían sido un fracaso también debido a que tanto patronos como obreros, "vivían recelosos
dentro de ellos; los patronos, por sospechar que, entrando a formar parte de un mismo
sindicato con los obreros, la fuerza numérica de éstos produciría un predominio obrerista; y
los obreros, por su parte, porque veían la posibilidad de que los patronos, por su mayor
influencia y poderío económico, convirtieran tales asociaciones en órganos de defensa de su
clase"6.
En su lugar lo que Eduardo Aunós va a hacer, tras aceptar la participación de los
sindicatos de clase en su proyecto, es reinterpretar la solución planteada por la sociología
católica e identificar la idea de organismo interclasista con el concepto de Corporación- en
lugar de con el de sindicato como había sucedido hasta entonces-, de tal manera que el
deseado acuerdo entre trabajadores y empresarios pudiera llegar a producirse sin violentar la
confianza de ambos agentes sociales en los procesos de negociación ya que, a su entender, la
Corporación era la única "Asociación mixta" que tenía posibilidades de existir porque, como
vimos anteriormente, en su funcionamiento intervenía un elemento imparcial y de máxima
garantía, "el Estado"7.
Resulta evidente que lo que valoraba de las organizaciones de clase, por lo que iba a
permitir su participación en la Organización Corporativa Nacional, no era su demostrada
capacidad para realizar una defensa férrea y sistemática de las posturas de sus representados
sino su potencial para "formar la conciencia de la clase ante los problemas del trabajo, saber
que es lo que piensan y sienten los hombres de un mismo oficio, tanto patronos como obreros,
y preparar a unos y a otro para que puedan desempeñar la función que les corresponde en
defensa de sus legítimos intereses"8; es decir, para conducirse como organismos de carácter
exclusivamente profesional al amparo de ella: estructurando a ambos grupos sociales y
sometiéndolos a la disciplina de una organización; fomentando el debate y la discusión entre

5
Ídem.
6
Aunós Pérez, Eduardo, Estudios de Derecho Corporativo, Madrid, Reus, 1930, pág.66-67.
7
Ídem.
8
Aunós Pérez, Eduardo, Estudios de..., op. cit., pág.195.

787
sus afiliados sobre las cuestiones que afectaban al mundo del trabajo; así como, promoviendo
unos portavoces competentes y representativos a los que el Estado, dentro del nuevo marco
legal, habría de reconocer capacidad para negociar y firmar acuerdos laborales en igualdad de
condiciones.
Aunós entendía que dentro del sindicato se resolvía un primer nivel de conflicto
social- el que se producía en el seno de los colectivos que habrían de sustentar el sistema- si
se permitía a los agentes sociales elaborar de manera independiente una serie de propuestas
consensuadas que, más tarde, habrían de servir de base para negociar y llegar a un acuerdo
sobre las normas que habrían de regir el funcionamiento de las relaciones laborales en su
conjunto. Y entendía que la libertad sindical era una condición insoslayable para conseguirlo
puesto que si lo que el gobierno pretendía para alcanzar los fines colectivos era gestionar de
un modo ordenado las expectativas reales- no otras, supuestas o interpretadas- que estos
grupos perseguían, ese objetivo sólo podía cumplirse aceptando la tendencia espontánea a
organizarse en torno a ellas demostrada por ambos y aprovechándose de esa circunstancia
cuando se cumplía en el estricto marco de la Ley, porque "sindicación libre no quiere decir
apartada de la acción del Estado; es libre la iniciativa, pero ha de someterse a las leyes que la
regulan; ha de discurrir dentro de los cauces legales establecidos"9.
En la práctica ese último requisito se tradujo políticamente en una rigurosa exigencia
de cumplimiento del Reglamento de la Ley de Asociaciones de 1923 a los sindicatos durante
todo su mandato y consecuentemente en la exclusión del sistema de los representantes de
aquellas organizaciones que no fueran capaces o estuvieran dispuestas a asumir las
obligaciones incluidas en él para su legitimación. De tal modo que todas las estipulaciones del
Decreto, al condicionar profundamente tanto el régimen de funcionamiento interno como el
modelo organizativo que debían de asumir los sindicatos para cumplir con ellas, contribuyen a
explicar la relativa facilidad con la que algunas de las organizaciones españolas se
acomodaron en el sistema corporativo y las dificultades a las que otras se enfrentaron cuando,
en principio, el sistema parecía tolerante y abierto frente a la participación de cualquier tipo
de organización.
El Real Decreto de 10 de marzo de 1923 por el que se dotaba de reglamento a la Ley
de Asociaciones de 188710, obligaba a los sindicatos a elaborar y someter al visado
gubernamental de forma periódica un registro de socios que debía de ser actualizado
mensualmente, a controlar sus actividades económicas dentro de parámetros contables y a

9
Aunós Pérez, Eduardo, La organización corporativa y su..., op. cit., pág. 44.
10
Gaceta de Madrid, 11 de marzo de 1923.

788
sostener un archivo - libros de actas, estatutos, memorias... - sobre las actividades realizadas
por los afiliados y sus órganos de dirección, pero además, a través de esas exigencias, a
normativizar, jerarquizar y centralizar su funcionamiento pues sólo de esa manera podían
responder a ellas; en este sentido la libre concurrencia estimada por Aunós quedaba limitada a
aquellas organizaciones que ideológicamente hubiesen aceptado la legitimación que el Estado
les podía ofrecer a cambio de someterse a la ley y desarrollado, aún en un grado mínimo,
procesos de liderazgo y burocratización en su gestión y toma de decisiones, así como,
sistemas de control de sus bases.
La realidad sindical española presentaba un panorama de difícil encaje frente a esas
exigencias porque, aunque, sólo la CNT se oponía por principios ideológicos a cualquier tipo
de injerencia estatal en su funcionamiento11; al nivel orgánico, la mayoría de las
organizaciones obreras del país presentaban problemas estructurales para cumplir con la
burocracia demandada por la ley- anarquistas12, libres13, católicos14, agrarios15-, de tal manera
que únicamente los sindicatos socialistas integrados en la UGT se encontraban en plena
disposición de asumir la representación de sus afiliados dentro de los esquemas propuestos en
virtud del importante desarrollo orgánico a escala nacional del que disfrutaba a comienzos de
los años veinte, circunstancia que a la postre contribuyó de un modo definitivo a que sus
líderes coparan casi en exclusiva la representación obrera en la organización paritaria que ideó
Aunós para regular las relaciones laborales. En cuanto a las organizaciones empresariales, el
desarrollo y consolidación de sus estructuras en ese período, así como, su favorable
disposición ante la posible práctica de políticas intervencionistas les situaba, al menos a
priori, dentro del marco de legalidad propuesto para su libre participación en el modelo16.
Por otro lado este panorama sindical asimétrico, en el que algunos de los llamados a
participar se vieron abocados a permanecer ajenos al sistema, propiciaría la coexistencia
durante la Dictadura de dos actitudes políticas, una de carácter represivo frente a aquellas

11
Bar Cendón, Antonio, La C.N.T. en los años rojos, del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo
(1910-1926), Madrid, Akal editor, 1981, passim.
12
Elorza, Antonio, "El anarcosindicalismo español bajo la Dictadura (1923-1930)" en Revista de Trabajo, nº
39-40, Madrid, Ministerio de Trabajo, 1972. Barrio Alonso, Ángeles, El sueño de la Democracia Industrial,
Santander, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria págs. 89-125.
13
Winston Collim, M., "Apuntes para la historia de los sindicatos libres de Barcelona (1919-1923)" en Estudios
de Historia Social, nº2, Madrid, 1977, págs. 119-140.
14
Castillo, Juan José, El sindicalismo amarillo en España. Aportación al estudio del catolicismo social (1912-
1923), Madrid, Cuadernos para el Dialogo, 1977, passim.
15
Ídem, Propietarios muy pobres: sobre la subordinación política del pequeño campesino en España. La
C.N.C.A. (1917-1942), Madrid, Servicio de Publicaciones Agrarias, 1979, passim.
16
Rey Reguillo, Fernando del, Propietarios y Patronos. La política de las organizaciones económicas en la
España de la Restauración (1914-1923), Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1992, passim

789
organizaciones que pretendieron seguir funcionando fuera de la legalidad y promovieron
conflictos laborales- léase sindicatos anarquistas fundamentalmente- que fue llevada a cabo
por el Ministerio de Gobernación, a cuyo frente se encontraba Severiano Martínez Anido17, y
otra de tolerancia con aquellas que aceptaron los cauces legales propuestos y la vía
negociadora para alcanzar sus objetivos- primordialmente ugetistas, sindicatos católicos y
libres allí donde alcanzaron la afiliación suficiente como para participar en la organización
paritaria e incluso algunas sociedades anarquistas- que fue practicada desde el Ministerio de
Trabajo18.
Unas intervenciones del Estado que se produjeron en el segundo nivel de conflicto
posible, el que nacía de la confrontación entre los agentes sociales en defensa de sus
objetivos- pues de hecho aún incumpliendo las disposiciones legales no se prohibió
oficialmente el funcionamiento de ninguna organización- y que, obviamente, se justificaban
en la obligación que tenía el régimen de hacer prevalecer la paz social haciendo uso de todos
los medios que estuviesen a su alcance y porque si bien la Dictadura se hallaba dispuesta "a
ganar a su política a las organizaciones obreras" tampoco se le había ocultado Aunós la
intención que siempre tuvo el Directorio de obstaculizar "el desarrollo de las que se animaban
con propósitos separatistas y locos"19.
Para poder cumplir con la vertiente integradora de esa tarea Eduardo Aunós concibió
un espacio institucional para el diálogo social en el que el Estado siempre habría de estar
presente: la Organización Corporativa Nacional. El Real Decreto Ley por el que se
institucionalizaba en todo el territorio español un sistema de relaciones laborales
corporativizado se hizo público el 26 de noviembre de 1926.

LA ORGANIZACIÓN CORPORATIVA NACIONAL


Eduardo Aunós no deseaba elaborar un arquetipo, lo que pretendía era pergeñar un
modelo que se atuviera lo más posible a las características y problemas específicos de la
sociedad española- "la organización corporativa tiene la obsesión de la realidad"20 llegaría a
afirmar tras la publicación del Real Decreto- y para ello, en primer lugar, consideró necesario

17
Apuntes biográficos en Gómez Navarro, José Luis, El Régimen de Primo de Rivera. Reyes, Dictaduras y
Dictadores, Madrid, Cátedra, 1991 págs.160-162.
18
Ben-Ami, Shlomo, La Dictadura de Primo de Rivera, (1923-1930), Barcelona, Planeta, 1984. Gómez
Navarro, José Luis, El Régimen de Primo…, op. cit., págs.412-413.
19
Aunós Pérez, Eduardo, La Política Social de la Dictadura, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y
políticas, 1944, pág. 33.
20
Aunós Pérez, Eduardo, La Organización Corporativa..., op. cit., pág.29.

790
realizar un exhaustivo ejercicio de análisis comparativo de las distintas prácticas reguladoras
que se habían ensayado en el mundo hasta aquel momento para determinar cual era el
esquema que había obtenido mayores éxitos y por similitud se pudiera adaptar al contexto
español. Nuevamente Aunós, muy influenciado por el positivismo-sociológico21, no dudaba
en depositar su confianza en la idea de que era posible, tras la observación y el estudio de los
hechos sociales, llegar a determinar un modelo de organización social concreto con capacidad
para resolver de un modo adecuado los problemas suscitados por la cuestión social en
cualquier país. De tal modo que es innegable que para él el análisis sociológico tenía un
carácter evidentemente terapéutico en cuanto a que era capaz de proporcionar al que lo ponía
en práctica una idea clara sobre las causas que originaban los males sociales y los posibles
remedios que se debían aplicar en cada caso.
Así concluyó que en todos los países, incluso en España, existía una tendencia común
en favor de soluciones de carácter corporativista22, y que los diferentes modelos estudiados
respondían sucintamente a tres tipos de respuestas frente al conflicto laboral, la primera de
arbitraje voluntario en la que los organismos corporativos sólo llegaban a funcionar cuando
las partes enfrentadas lo demandaban, la segunda de arbitraje obligatorio, en la que el Estado
obligaba a los protagonistas de la contienda a que, una vez declarada, se sometieran
obligatoriamente a la conciliación y la tercera de conciliación y arbitraje permanente, en la
que el sistema sometía al control de los organismos corporativos el desarrollo de cualquier
tipo de negociación entre los agentes sociales, existiese o no enfrentamiento.
En España se habían aplicado los dos primeros modelos de regulación a través de la
ley de Consejos de conciliación y arbitraje industrial de 1908 y de un Real Decreto de marzo
del año 1919, por el que se sometía el establecimiento de la jornada máxima de ocho horas de
trabajo en el ramo de la construcción a una Comisión mixta y en el que se ordenaba que en "el
término de ocho días, oído el Instituto de Reformas Sociales, se crearán por Real Decreto en
Toda España los consejos paritarios que han de entender en los problemas relacionados con el
capital y el trabajo"23. Pero, según Aunós, ambos intentos habían fracasado estrepitosamente.
El primero porque aunque hasta la Guerra Mundial permitió al "poder público ir haciendo
frente a los conflictos sociales", a partir de ella no consiguió frenar al terrorismo sindical y el
segundo porque en puridad no llegó a ponerse en práctica "bien porque no estuviese el
21
Durkheim, Emile, Las reglas del método sociológico, Madrid, Akal, 1978. passim.
22
Eduardo Aunós incluyó en el libro Estudios de Derecho Corporativo, Madrid, 1930, un apéndice documental
en el que quedó recogida de forma comentada la legislación laboral y sindical aplicada con el objetivo de
regular las relaciones laborales en un total de veintidós países.
23
La legislación Social en la Historia de España: de la revolución liberal a 1936, Madrid, Congreso de los
Diputados, 1987, págs.364-366 para la Ley de Consejos de 1908 y 107-109 para el Real Decreto de 1919.

791
ambiente preparado, bien porque las dificultades de estructuración precisaban mayor madurez
y al propio tiempo una estabilidad en la obra de gobierno, que no se lograba entonces"24.
En cuanto a los antecedentes españoles de conciliación y arbitraje obligatorio, Eduardo
Aunós valoraba positivamente el funcionamiento de las Comisiones Mixtas del Comercio en
Barcelona pero estimaba que el fracaso de esta iniciativa se había producido en el ámbito de
las responsabilidades del Estado al no haber considerado los últimos gobernantes de la
Restauración el efectivo desarrollo de un sistema homogéneo de relaciones laborales a escala
nacional a partir del esquema de organización paritaria que fue implantado en Cataluña por
solicitud de una serie de instituciones sociales en 1920 y por haberse limitado a legislar la
posibilidad de que fuesen creados otros comités paritarios, permanentes o circunstanciales25,
en función de lo que al respecto acordaran los sindicatos patronales y obreros.
Eduardo Aunós sumó a todas esas reflexiones la perspectiva histórica para cimentar la
virtualidad de las soluciones corporativistas en el marco de la sociedad española y defendió la
idea, tras ahondar en los estudios realizados por varios especialistas, de que el referente básico
del concepto corporativo que estaba siendo aplicado en Europa en el siglo XX, los gremios
medievales, encajaba correctamente en nuestra tradición institucional puesto que dichas
organizaciones socio-económicas habían existido en España también. Por supuesto, no se
trataba de encontrar en ellas un correlato exacto de la idea corporativa contemporánea sino de
asimilar el espíritu que propició su buen funcionamiento durante muchos años y de establecer
los principios que habrían de informar a la nueva organización, que según él eran el "triunfo
de los ideales del oficio, el perfeccionamiento de éste y también el deseo de dirimir las
contiendas posibles entre los agremiados, siguiendo criterios de equidad y de justicia"26.
Así pues, en atención a todo lo visto, Eduardo Aunós llegó a la conclusión de que el
proyecto para solucionar los problemas que afectaban a las relaciones industriales en España
básicamente debía respetar el principio de sindicación libre, proponer un modelo de
conciliación y arbitraje obligatorio de ámbito nacional y plantear su régimen de
funcionamiento de un modo similar al adoptado por la Comisión Mixta del Comercio de
Barcelona, ya que era el antecedente organizativo español de mayor éxito en ese campo.
Además que para su diseño contaba con el concepto de Corporación, como herramienta
jurídica en la que apoyar su desarrollo teórico, y con el sistema productivo español, como
esquema a partir del cual disponer su estructura.

24
Aunós Pérez, Eduardo, Estudios de Derecho..., op. cit., págs.78-79.
25
Real Decreto de 5 de Octubre de 1922 de Creación de Comités Paritarios para resolver los conflictos entre el
Capital y el Trabajo, Gaceta de Madrid 6 de Octubre de 1922.
26
Aunós Pérez, Eduardo, La Organización Corporativa..., op. cit., pág.23.

792
Efectivamente el modelo de relaciones laborales, recogido en el Real Decreto por el
que se hizo público el proyecto de Aunós de Organización Corporativa Nacional, se articuló a
partir de un sencillo esquema de clasificación por sectores de producción y tipos de industrias
asociadas a ellos que trataba de ser el reflejo del tejido económico español pero del que, en
principio, fueron excluidas la agricultura, el trabajo a domicilio, el servicio doméstico y
aquellas actividades económicas realizadas por cuenta del Estado porque, según Aunós, "Era
evidente que cada una de estas categorías de trabajo, distanciadas del vértice industrial para el
que se creó la organización paritaria, requería especiales disposiciones que regularan en cada
caso la posible educación paritaria"27.
El Real Decreto distinguía tres grandes sectores de producción: producción primaria
que englobaba a la industria minera y a la actividad pesquera; producción secundaria en el que
estaban incluidas las industrias de transformación de materias primas- siderometalúrgica,
químicas...-, de elaboración de productos de consumo- vestido y tocado, mueble, artes
blancas...- y la construcción; y el tercer sector denominado servicios, comercio, varios que
regulaba a las industrias del transporte, de las comunicaciones, espectáculos públicos y la
hotelera entre otras. En total la clasificación establecía veintisiete grupos de industrias y cada
uno de ellos constituía una Corporación.
La Corporación era una estructura paritaria compleja y jerárquica en relación con la
jurisdicción graduada que regía el funcionamiento de los distintos tipos de organismos que
debían configurarla, Comités Paritarios y Consejo de Corporación, o que podían formar parte
de ella, Comisiones paritarias menores y Comisiones Mixtas. Para su constitución, paso
previo, la ley exigía que todos los posibles Comités Paritarios, locales o interlocales, de la
rama industrial correspondiente debían de haber sido creados en todo el territorio nacional y
estar en funcionamiento porque su máximo órgano rector, el Consejo de Corporación, era
elegido directamente por ellos y por tanto, según interpretaba Aunós, debía de ser "la
expresión más ponderada, más completa de la vida del trabajo en los distintos gremios" y no
la "de uno o algunos grupos parciales"28. El Comité Paritario era, por ese motivo, la unidad
organizativa básica y la más importante de todo el sistema puesto que de su correcta
implantación dependía el desarrollo del resto de la estructura paritaria pero, sobre todo, la
legitimidad representativa de la organización en su conjunto.

27
La Organización Corporativa se hizo extensiva al sector de la Agricultura por Real Decreto-ley del 12 de
mayo de 1928 y al del trabajo a domicilio a través de la elaboración de un Reglamento para la aplicación del
Real Decreto-ley de 1926 que se aprobó el 20 de octubre de 1927. Entrecomillado en AUNÓS PÉREZ,
Eduardo, La Política Social..., op. cit., págs.69-70.
28
Aunós Pérez, Eduardo, La Organización Corporativa..., op. cit., págs.43-44.

793
Teóricamente la Corporación adquiría esa legitimidad de un modo autónomo puesto
que la elaboración de las candidaturas que optaban a cubrir la representación patronal u obrera
dentro de ella y el resultado de las votaciones por las que eran elegidas dependían en
exclusiva, según afirmaba Aunós, del criterio favorable que le hubiese otorgado a cada una su
cuerpo electoral constituido en virtud del principio de libre sindicación; sin embargo, en la
práctica, cada paso del proceso que llevaba a su constitución era intervenido por el Estado a
través de una larga serie de requisitos burocráticos y varios mecanismos de sanción pública
que habían sido estimados precisamente en la ley en ese mismo sentido.
Los primeros entraban en funcionamiento en la etapa del proceso que daba lugar a la
formación del cuerpo electoral que habría de designar a los representantes tanto de los obreros
como de los empresarios. A los requisitos exigidos para la legalización de las asociaciones-
presentación de libro de registro de socios, reglamentos, actas... - que, como ya sabemos,
estaban sometidos al visado del Gobernador Civil de cada provincia; se unía la libre aunque
necesaria inclusión en el Censo Electoral Social del Ministerio de aquellos sindicatos que
desearan presentar candidaturas para optar a las vocalías, lo que se conseguía previa solicitud
y con el envío de un nuevo juego de documentación a la Subdirección General de Trabajo en
el que debía aparecer un ejemplar de los Estatutos o Reglamentos de la asociación, un listado
de socios actualizado y un certificado del Gobernador Civil en el que se consignara la
constitución legal de la entidad; una vez revisada y aceptada en el Censo, la asociación debía
realizar una nueva solicitud, en este caso, la de constitución del comité paritario de su
industria en su localidad y esperar a que se hubiesen verificado todas las peticiones que, en el
mismo sentido, debían de ser presentadas por el resto de los sindicatos del país en aquellos
lugares donde estuviesen funcionando empresas de ese mismo ramo antes de que formalmente
diera comienzo la siguiente fase del procedimiento.
Cumplidos los trámites en todas las ciudades, el Ministerio era el encargado de poner
en marcha el proceso electoral de todos los comités previstos en el territorio nacional con la
emisión de una Real Orden circular dirigida a los Gobernadores Civiles en la que se disponían
los plazos, el tipo de comité que debía de ser elegido- local o interlocal- en cada sitio y cuales
eran las asociaciones autorizadas a participar en su creación. Las propuestas de candidaturas
para cubrir las vocalías y la elección de compromisarios de las asociaciones con derecho a
voto se realizaban en las sedes de cada organización, por el sistema de votación universal
secreta de sus afiliados pero bajo la supervisión de un representante del poder civil que acudía
para certificar el cumplimiento de todos los requisitos legales exigidos.
Después se presentaba el acta de los resultados ante la Delegación Local de Trabajo,

794
que era el organismo encargado de controlar la parte final del proceso, de registrar las
candidaturas, de señalar el lugar, día y hora en la que los delegados sindicales con derecho a
voto debían de elegir a aquellos candidatos que habrían de ocupar las vocalías y de presidir la
celebración del acto electoral. También, a esa institución le correspondía enviar el acta- en el
que debían quedar recogidos el computo de la votación y el informe de constitución
provisional del comité- al Ministerio que era, en última instancia, donde se reconocía
legalmente a los vocales, se nombraba al presidente y secretario- figuras encargadas de asumir
la representación del Estado en el mismo- y se aprobaba su definitiva constitución.
Para aquilatar aún más, si cabe, la legitimidad de aquellos que asumían la
representación de los agentes sociales y, de forma indirecta, la del organigrama del sistema,
entre uno y otro paso el Ministerio abría períodos de información y reclamación pública que
contribuyeron a elevar notoriamente los niveles de control administrativo a los que estaba
sometido, a ralentizar su desarrollo y, finalmente, a pervertir el proceso de su creación a causa
de la acumulación de reclamaciones y denuncias que se produjeron, por ejemplo, en cuanto a
la elaboración del Censo, a la inclusión y clasificación de algunas asociaciones y empresas
dentro de una Corporación determinada o a la existencia de vicios de nulidad en las
votaciones.
En su afán por articular un sistema representativo, en el que no quedara un resquicio
que permitiese poner en duda su legitimidad, Aunós cayo en un exceso de prevención
tecnocrática, de burocratización y centralismo, que si en primer lugar nos habla de un fracaso
estrepitoso en su intención de racionalizar y agilizar el funcionamiento de la administración
del Estado; en segundo lugar, no menos importante, nos informa de su firme creencia en un
tipo de intervencionismo estatal profundamente estructuralista en el que la construcción del
sistema que ha de canalizar la solución de un problema, siguiendo de un modo estricto los
parámetros establecidos a priori en su diseño, llega a imponerse a la consecución de los
beneficios sociales que igualmente, a priori, se estimó podía llegar a proporcionar el modelo
una vez en funcionamiento.
Establecidos todos los comités paritarios de una Corporación en concreto, o de varias,
en una provincia, el Real Decreto ofrecía la posibilidad de que fuese articulado otro tipo de
unidad organizativa de rango superior: la Comisión Mixta del Trabajo. Este organismo
paritario era de implantación voluntaria y, por tanto, su creación dependía de que se produjera
un acuerdo de colaboración entre los representantes de varios Comités Paritarios de una
misma Corporación o de más de una, en razón de su pertenencia a una unidad económica que
presidiera "desde la extracción del producto hasta la consecución de los subproductos o

795
derivados"29.
En este aspecto la Comisión Mixta reproducía tanto razones de horizontalidad, basadas
en el principio de solidaridad que informaba en conjunto al sistema de relaciones paritario de
la Organización, como de verticalidad, en virtud de los complejos vínculos económicos de
interrelación y dependencia que subyacían entre las diferentes ramas industriales en el sistema
de producción capitalista y que según Aunós desempeñaban "un gran papel en la vida
moderna" porque "si una de las industrias convergentes, por un movimiento de obreros o por
la acción patronal logra gravamen o mejora en su economía, resultarán inferidas todas las
industrias concordantes"30.
Las Comisiones Mixtas del Trabajo creadas a partir de la unión de comités de una
misma industria no participaban en la elección de los Consejos de sus respectivas
Corporaciones aunque formaban parte de ellas; en ese sentido, tanto éstas como las que
agrupaban a comités de ramos diferentes, debían ser entendidas como un órgano de
coordinación del sistema que servía para homogeneizar criterios y evitar contradicciones de
funcionamiento entre unidades del mismo rango. Así, sus funciones eran entender "a los
efectos de su aprobación y eficacia, en todos los acuerdos de los Comités paritarios de su
grupo respecto a la reglamentación del trabajo... en la infracción de estos acuerdos ó su
inobservancia... velarán también por el cumplimiento de las disposiciones generales relativas
al régimen de trabajo de su respectiva profesión... procurarán que tengan un término amistoso
las discordias... haciendo efectivos los laudos de conciliación que las partes se hallan
comprometido a aceptar"31.
Las atribuciones de las comisiones mixtas eran las mismas que las de los comités
paritarios sin embargo el entorno de su jurisdicción era, evidentemente, mayor. De tal manera
que esa diferencia jurisdiccional, asociada a la capacidad para imponer sanciones económicas
a aquellos que incumpliesen los acuerdos adoptados por cualquier organismo paritario de su
ámbito- que también les otorgaba el Real Decreto- y al compromiso de respetar su criterio que
asumían los comités que decidían formar parte de ellas, constituía en esencia el conjunto de
elementos que les permitía distinguirse del resto de las entidades paritarias y cumplir con su
carácter coordinador.
La estructura orgánica de cualquiera de las veintisiete corporaciones en las que estaba
articulado el sistema culminaba, como ya hemos visto, con la elección de un Consejo de

29
Aunós Pérez, Eduardo, Estudios de Derecho..., op. cit., pág.87.
30
Ídem, pág.88.
31
De las Comisiones Mixtas del Trabajo, artículo 21 del Real Decreto-ley de Organización Corporativa
Nacional de 26 de noviembre de 1926, Gaceta de Madrid. 27 de noviembre de 1926.

796
Corporación cuya función primordial era "la regulación de los contratos de trabajo, cuyas
cláusulas obliguen a industrias extendidas en más de una localidad o región y unificar las
condiciones de trabajo para evitar que haya diferencias en el régimen de salarios, jornadas,
etc., que no estén fundamentadas en los hechos, la realidad y en la justicia"32, es decir, la de
elaborar, a partir de la información proporcionada por los acuerdos firmados por los comités
paritarios, las normas generales que habrían de regular el contrato colectivo de trabajo de la
rama industrial correspondiente y sí procedía las condiciones de su excepción.
Finalmente, sí la comisión mixta relacionaba a las unidades básicas del sistema, la
Comisión Delegada de Consejos era el organismo diseñado para vincular a las Corporaciones
entre sí y con el Ministerio de Trabajo, vértice de la Organización Corporativa Nacional. La
Comisión Delegada de Consejos era una entidad paritaria colegiada en la que cada uno de los
veintisiete grupos de industria estaba representado por dos vocales, uno patronal y otro
obrero, y en la que la representación estatal era asumida por el propio Ministro y el Director
General de Trabajo. Actuaba, según Aunós, como "supremo organismo de arbitraje y, al
mismo tiempo, entidad de consulta para el Ministerio"33 ya que estaba encargada de
proporcionar, en última instancia, solución a aquellos conflictos que el resto de los
organismos paritarios no hubiesen sido capaces de resolver y de asesorar al Ministro e incluso
al Gobierno sobre cuestiones de política laboral.
En atención al desigual desarrollo industrial que presentaba el panorama económico
español y a la ubicación dispersa de alguna empresa importante, se estimó necesario incluir
dentro del esquema general del proyecto dos tipos de entidades paritarias más: la Comisión
Mixta Provincial y la Comisión Paritaria Menor. Las comisiones mixtas provinciales fueron
ideas para ser implantadas en aquellos lugares donde la actividad industrial fuera escasa y
donde, en principio, las relaciones laborales podían quedar perfectamente reguladas con la
existencia de un sólo comité paritario provincial por cada Corporación y una Comisión mixta
con el encargo de coordinar el funcionamiento de todos ellos. En sí mismos, tanto los comités
provinciales como su órgano de enlace, poseían carácter transitorio en cuanto a que se
esperaba que el futuro crecimiento industrial de esos territorios indujera su incorporación al
esquema organizativo general; pero, mientras tanto, disfrutaban de las mismas atribuciones
que las concedidas al resto de organismos paritarios.
Las Comisiones paritarias menores diseñadas para su creación "en aquellas localidades
donde existían minas, fábricas o establecimientos industriales que comprendan más de 1.000

32
Aunós Pérez, Eduardo, La Organización Corporativa..., op. cit., pág.45.
33
Ídem, págs.47-48.

797
obreros" no aparecían en el Real Decreto de noviembre de 1926 porque, como el propio
Aunós reconoció, fue un tipo de organismo impuesto "por la práctica" y regulado, a posteriori,
en el Real Decreto de 22 de julio de 1928 por el que se introdujeron varias modificaciones en
algunos de los "preceptos del Decreto Ley de 26 de noviembre de 1926 referidos a los comités
paritarios..."34.
Las Comisiones paritarias menores carecían de autonomía y autoridad para regular las
relaciones laborales, por tanto, su tarea fundamental era la de tutelar la aplicación de las
normas de trabajo aprobadas para su industria en una empresa en concreto. Dentro de su
Corporación dependían del Comité Paritario Interlocal más próximo a su lugar de
funcionamiento, ante el cual tenían que someter cualquier situación de conflicto o de pacto
que se produjera en la factoría sometida a su tutela. Además, con carácter excepcional, era la
única entidad paritaria en la que los nombramientos de su presidente y secretario dependían
del acuerdo de sus representantes sindicales y la que se constituía con el número de vocalías
más pequeño de todos, solo dos por cada parte.
Eduardo Aunós pretendía, a través de la estructura burocrática que acabamos de
describir, racionalizar el funcionamiento de las relaciones laborales con el fin de que,
garantizada la estabilidad social, los índices económicos del país pudieran crecer de modo
sostenido. En ese sentido el fuerte intervencionismo de Estado que exigía su puesta en
funcionamiento estaba al servicio del sistema de producción capitalista, no sólo procurando
evitar las situaciones de conflicto sino mejorando las condiciones del mercado de trabajo; ya
que, además de las obligaciones que hemos señalado, a los distintos organismos paritarios les
correspondía promover acciones educativas que favorecieran los niveles de calificación
profesional de los obreros españoles y elaborar censos profesionales o constituir bolsas de
trabajo para que los empresarios pudieran gestionar adecuadamente sus necesidades de mano
de obra.
Indudablemente la normalización que propiciaba el sistema también atendía a los
intereses de los trabajadores pero, sólo, a los estrictamente profesionales y a cambio de
renunciar a las conquistas políticas postuladas en su ideario- de transformación de la sociedad
de clases y superación del sistema capitalista- que implícitamente conllevaba su participación
en él. Así, la Organización Corporativa fue concebida además de como un instrumento para la
inmediata pacificación social del país, también, como un mecanismo de desmovilización
política a largo plazo de ese colectivo; carácter del proyecto del que el propio Aunós,

34
Gaceta de Madrid 5 de agosto de 1928.

798
retóricamente, se hizo eco en uno de sus textos “)no puede llegar un momento, ciertamente
lejano, en que el Estado, garantizando plenamente estos derechos, haga desaparecer del todo
la autodefensa de clases que es, en definitiva, la razón de ser del Sindicato...?"35.

DE LA CRÍTICA AL RECHAZO. EL FRACASO DEL MODELO


El funcionamiento de la Organización Corporativa Nacional fue criticado
intensamente por algunas organizaciones sociales sobre todo por las patronales, pues
entendieron que suponía una grave intromisión del Estado en la regulación de las condiciones
de trabajo de las empresas y en cierto sentido una socialización de su gestión, y por los
sindicatos católicos, ya que consideraron que el modelo favorecía exclusivamente la
participación de los sindicatos socialistas y por tanto el crecimiento de los niveles de
afiliación de una organización obrera revolucionaria36. Ante esa situación, Eduardo Aunós no
dudó en acudir a diferentes foros para defender la virtualidad del proyecto y tratar de rebatir
algunas de ellas, con argumentos de buena voluntad en unas ocasiones y estadísticas en mano
en otras.
A las acusaciones de injerencia respondió por ejemplo, durante el acto de constitución
de la Federación Nacional de Entidades Comerciales Libres en 1928, que los comités
paritarios no habían sido "una invención del Gobierno" sino el fruto de una experiencia de
éxito promovida en sus primeras manifestaciones por los propios agentes sociales y que si la
obra de los comités consistía en determinar las condiciones de trabajo era porque "los excesos
de los industriales más duros- los menos- provocan huelgas, malestar general, ruinas de
industrias, en perjuicio de todos" pero especialmente de "la mayoría... de los que examinan
los problemas con altas miras; los que ven en el obrero a un hombre y le tratan con las
consideraciones debidas", de tal manera que para superar ese sentimiento animaba a los
empresarios a crear organizaciones de patronos ya que a través de ellas podían marcar "las
directrices de la actuación de sus representantes en los comités" y por tanto participar
activamente en la determinación de las condiciones laborales37.
En cuanto a las críticas realizadas por los sindicalistas católicos de que el sistema
favorecía a los socialistas porque primaba a aquellas organizaciones que representaban a la

35
Aunós Pérez, Eduardo, Las Corporaciones de trabajo en el Estado Moderno, Madrid, Juan Ortiz, 1928,
pág.38.
36
José Luís Gómez Navarro profundiza en las reacciones y críticas que suscitó la implantación del modelo en
su libro El Régimen de Primo..., op. cit., Cáp. IX y X.
37
"Los patronos y los comités paritarios" en Revista de Política Social, Madrid, octubre 1928.

799
mayoría de los obreros afiliados de una industria; Eduardo Aunós sostenía que en un país
donde los niveles de afiliación de los trabajadores eran escasos resultaba del todo absurdo
estimar proporcionalmente la representación sindical sí lo que se buscaba era que los vocales
de los comités representaran al mayor número posible de los obreros de una rama industrial,
más teniendo en cuenta que las posibles minorías existentes en aquellos momentos en España
encarnaban "intereses demasiado pequeños" que "podrían oscurecer el interés conjunto de la
profesión"38.
Por si fuera poco argumentaba que existían ejemplos- Comité de la Industria Hotelera
de Madrid- en el que aún siendo mayoritaria la representación de los ugetistas, por acuerdo
entre éstos y el sindicato católico, era un representante de esa última organización el que
había ocupado la vocalía y que sí no se llegaba a otros pactos similares o tenían dificultades
para alcanzar la afiliación suficiente era sin duda porque los obreros entendían que los
sindicatos católicos "no representan el verdadero sentir profesional, sino que han surgido,
esporádica y circunstancialmente, para favorecer intereses patronales o políticos"39, en clara
referencia al amarillismo que había presidido la fundación de la mayoría de los sindicatos
católicos españoles hasta la fecha.
Por otro lado en respuesta a una carta del Jefe Provincial de la Unión Patriótica de
Barcelona en la que se quejaba de que los sindicatos socialistas tenían en sus manos a la
organización corporativa y que por ese motivo los obreros miembros del partido se estaban
afiliando masivamente a la UGT en detrimento de sus propias filas, Aunós señalaba que no se
tenía "preferencia en estos asuntos por ningún sector social" aunque en la práctica pudiera
parecer lo contrario, que esa situación la motivaba "la propia estructura de la legislación" y
que no era labor social del Ministerio el "ir organizando a la clase obrera en sectores ajenos a
toda política de partido para que en los repetidos organismos no prevalezca más que el interés
que como clase trabajadora pueda importarles"40.
A pesar de que estas actitudes fueron in crescendo con el paso del tiempo y de que era
imposible que desconociera "que muchos y muy poderosos elementos sociales tachaban de
funesta a su política"41- según manifestaciones de Gabriel Maura-, en el verano de 1929

38
Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid, el 3 de mayo de 1929 y publicada bajo el título de La
organización corporativa y su posible desenvolvimiento, Madrid, Mº de Trabajo y Previsión, 1929, pág.46.
39
Ídem, pág.47.
40
Archivo Histórico Nacional, Madrid, Fondos Contemporáneos, Directorio Militar de Primo de Rivera,
Presidencia. Legajo 137/1, expediente 2968, Carta del Ministro de Trabajo al Jefe Provincial de la Unión
Patriótica de Barcelona, 14 de febrero de 1929.
41
Maura Gamazo, Gabriel, Al Servicio de la Historia.Bosquejo histórico de la Dictadura.Tomo II, Madrid,
Javier Morata, 1930, pág.317.

800
Eduardo Aunós dejaba constancia escrita de su satisfacción al respecto del grado de
implantación del modelo y de lo conseguido a través de su funcionamiento al asegurar que ya
se podían "observar resultados maravillosos y fructíferos, demostrativos de que el concepto
corporativo va arraigando en la conciencia de todos"42.
A tal conclusión había llegado después de estudiar detenidamente varias series de
datos estadísticos recogidos por el Ministerio en los últimos diez años y que, al ser
comparadas, proyectaban una imagen de la realidad socio-laboral española en la que los
índices de conflictividad, preocupación principal de Aunós y fin último del sistema
corporativo, habían caído drásticamente; la tramitación y creación de los comités paritarios se
llevaba a cabo a buen ritmo y en la que el funcionamiento de los ya implantados se producía
dentro de los parámetros establecidos por la ley43.
Resulta evidente que pletórico de triunfalismo Aunós había decido dejarse llevar por
las cifras y obviar en el momento de elaborar sus conclusiones cualquier factor que pudiera
distorsionar la idea de que al menos su gestión estaba alcanzando el éxito esperado. Y
decimos al menos porque, tras seis años de gobierno dictatorial, no era sólo la política
diseñada por su Ministerio la que estaba siendo fuertemente contestada44.
Los razones aducidas en contra de la Dictadura por parte de la oposición eran de
variado carácter pero algunos de los colectivos más críticos coincidían en que el excesivo
intervencionismo sobre el que pivotaba en conjunto la acción del gobierno en vez de
coadyuvar al desarrollo del país estaba estrangulando su crecimiento en todos los órdenes. Es
indudable que esa afirmación era cierta- incluso uno de los Ministros afectados por las críticas
reconocería años más tarde que el exceso de intervencionismo había lastrado el desarrollo de
su labor45- pero tampoco es menos cierto que ese argumento fue aducido en contra del
Gobierno por todos ellos, únicamente, a partir del momento en que las decisiones adoptadas
empezaron a entrar en contradicción con las expectativas depositadas en ella y en ningún
caso, a pesar de las constantes manifestaciones que realizaron al respecto, esas críticas
respondieron a convicciones ideológicas liberalizadoras46.
En ese sentido y en lo que respecta al ámbito laboral lo que viene a demostrar la fuerte
corriente de oposición que se desató frente a la Organización Corporativa es que los
empresarios esperaban que el modelo aprobado les permitiera controlar y someter
42
Aunós Pérez, Eduardo, Estudios de Derecho..., op. cit., pág.231.
43
Ídem., págs.230-238.
44
Gómez Navarro, José Luis, El Régimen de..., op. cit., passim.
45
Calvo Sotelo, José, Mis servicios al estado: seis años de gestión. Apuntes para la historia, Madrid, galo Sáez,
1933, págs.176-177.
46
Ben-Ami, Shlomo, La Dictadura de…, op. cit., 1983, passim.

801
completamente a sus dictados a los trabajadores y que frente a ese deseo se encontraron con
que, en la práctica, el Ministro responsable del proyecto estuvo durante todo su mandato
dispuesto a obligar a los industriales a respetar los derechos adquiridos por la clase obrera y a
asumir los costes que suponía la regulación y cumplimiento de una legislación que en el
fondo esperaban quedase en papel mojado; que tanto los Sindicatos Católicos como los Libres
a falta de afiliación esperaron cooptar el sistema de manera arbitraria por afinidad ideológica
con la Dictadura y al no recibir el apoyo institucional esperado y verse obligados a aceptar el
sistema de elección por mayoría prefirieron posicionarse en contra; y que, finalmente, la
colaboración de los sindicatos socialistas fue una estrategia de supervivencia y conservación
de la Unión General pues al primer indicio de crisis del Régimen no dudaron en situarse
también al lado de los que le criticaban aunque nunca dejaran de participar activamente en los
órganos de conciliación.

802
COMEDORES DE PATATAS (FRITAS)
LA FORMACIÓN DE UNA
NUEVA CLASE TRABAJADORA.
Katia Juncks
Universitat Autònoma de Barcelona
Universidade Federal de Santa Catarina (Brasil)

Este artículo es resultado de una investigación antropológica y sociológica durante un


año y medio en un Centro Comercial de Barcelona, el objetivo era de escribir una Biografía
del Trabajo, y desde ella reflexionar sobre la historia del trabajo.
Básicamente la pesquisa fue a través de la historia oral, y con la ayuda de apuntes
diarios sobre servilletas que me servían de cuaderno de campo, ya que yo también era
trabajadora en el Centro.
Algunas frases y palabras de los trabajadores están entre comillas y entre paréntesis
esta registrado el nombre del trabajador. Todos los nombres de trabajadores y locales son
ficticios.

BARCELONA
Por el hecho de lo que se ha venido a llamar globalización, que diseña patrones
comerciales y de trabajo iguales en todas partes, el núcleo geográfico de la investigación
podría ser cualquier ciudad del mundo occidental, o incluso de cualquier otra latitud. Pero es
Barcelona, Cataluña. La Barcelona del diseño, de aire mediterráneo y metropolitano, abierta
al mundo, la de “canviar el món des de Barcelona” como rezaba uno de los eslóganes del
Fòrum. El “Fórum universal de les cultures”, el último “invento” para situar esa ciudad en el
mapamundi, el “ingenio” con el que se pretende conciliar inversiones inmobiliarias,
infraestructuras para la ciudad, generar una marca registrada para las siglas BCN, dar una
respuesta de paz y solidaridad en un mundo fasciscistado, discutir las grandes cuestiones de

803
este siglo con las grandes figuras de este momento, aderezado con la presencia de las
“Oenesgés” –que escrito así parece un personaje de teatro griego al cual nos faltaría saber
exactamente su papel: neocolonialismo con rostro humanitario?, evolución de la caridad
cristiana?, expresión de la evolución del progresismo de izquierdas?, chi lo sa- y mucho
teatro, mucho espectáculo y mucha música, sobretodo mucha música. Un ejemplo de cómo el
sistema canibaliza las palabras multiculturalidad, tolerancia, sostenibilidad, multiracialidad,
solidaridad, paz...
En esta Barcelona hay el territorio físico de nuestro trabajo. Como flotando en el mar,
El Centro es un fruto o una realidad de las transformaciones de lo que se conoce como
“Barcelona 92”, la Barcelona olímpica. La unión de un vago proyecto de un alcalde joven,
Narcís Serra, con las ganas de J.A.Samaranch, presidente del COI, de que se olvide
definitivamente su pasado falangista, con la reunión de empresarios con Carlos Ferrer Salat a
la cabeza y un Pasqual Maragall, substituto de Serra al ser nombrado ministro del gobierno
socialista de Felipe González, que recoge el vago proyecto y lo hace posible 1.
La celebración de las olimpiadas en la ciudad condal supuso la suma de muchas
actuaciones que, con la necesidad de creación de instalaciones deportivas, acompañaron a una
transformación urbanística de la ciudad. “Barcelona s’obre al mar”, lema cuya realidad fue la
de convertir el litoral de la ciudad en un lugar de ocio. En Barcelona, su franja de playa había
sido ocultada por fábricas, edificaciones..., por la sencilla razón que su modelo de urbanismo
con el que había crecido desde la mitad del siglo XIX llevaba un desinterés profundo por el
mar. La ciudad se había expandido a sus lados y hacia el interior, hacia las pendientes de la
sierra de Collcerola. Acostumbrada a ser una ciudad cerrada en sus murallas y ciertamente
muy densamente poblada, cuando estas se abaten y se proyecta el ensanche, las nuevas clases
pudientes, la nueva burguesía construye sus edificios hacia cotas más altas, de aire más limpio
y menos contaminado. La orilla del mar era solo un espacio para pescadores y, estos, eran
generalmente pobres. La zona del puerto, evidentemente, siempre había sido importante para
una ciudad que ya en la edad media fue una potencia comercial.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX se ampliaría el puerto para reconvertirlo en
una instalación adecuada para el tipo de navíos y el volumen de carga existentes una vez se ha
generalizado el vapor. Pero la escenografía de una ciudad se llena de aquello que es
representativo de la época o de aquellos símbolos que son programáticos socialmente,

1
Hay una biografía curiosa de Pasqual Maragal donde se explican todas las vicisitudes de su apuesta olímpica
y muchos de los entresijos de cómo se fue ganando y llevando a cabo el proyecto. Mauri, Lluís; Uria, Lluís. La
gota Malaia. Edicions 62, Barcelona, 1998.

804
políticamente o artísticamente. La monumentalidad, los edificios, el nombre de las calles, los
perfiles urbanísticos son como páginas elocuentes de la historia de la ciudad. Barcelona
conoce unos cambios urbanísticos notables durante el siglo XIX fruto de su crecimiento
demográfico resultado del cambio económico con la industrialización.
En 1881, el ayuntamiento de Barcelona había convocado un concurso para adornar
con una escultura la remodelación de un paseo marítimo una vez desaparecida la antigua
muralla de mar. Este monumento se debía emplazar en la zona baja de la Rambla y tenía que
ser dedicado a Cristóbal Colón2. El motivo esgrimido oficialmente era que Colón había vuelto
de su primer viaje a América a Barcelona donde lo recibieron los Reyes Católicos. Ganó el
concurso Gaietá Buïgas que hizo una memoria del proyecto cuyo lema era “Honrando a
Colón, Cataluña honra a sus hijos predilectos”. La intención simbólica del monumento era,
pues, bien clara: se trataba de reivindicar la presencia catalana en la aventura del
descubrimiento, una presencia que la historia oficial de España siempre le había negado.
El monumento a Colón se convierte en el monumento más grande de Barcelona del
momento y su imagen responde perfectamente a un plan ideológico. Cien años más tarde,
delante de esta estatua del almirante se erigiría El Centro, unido precisamente a la base de este
monumento por una pasarela que también pretende dar una imagen y una monumentalidad
determinada. Esta querría representar, “la proa de Barcelona”, como decía una propaganda del
El Centro y un ejemplo de edificio de ocio abierto al mar, con perfiles escultóricos, que
sintetiza el urbanismo y la arquitectura de la ciudad de finales del siglo XX y también
respondiendo a un plan ideológico. El monumento a Colón, acabado en 1888, formó parte de
las transformaciones de la ciudad a raíz de la Exposición Universal de 1888, primera
utilización por parte de la ciudad de un evento de tipo internacional para intervenir
urbanísticamente y mostrar, como se había hecho en todas las Exposiciones Universales desde
la primera de Londres de 1851, la modernidad de la ciudad, de su sociedad y de sus clases
dirigentes económicas. Lo que muchas veces no se sabe es que en el eje Ramblas y paseo de
Colón, el almirante descubridor de América era acompañado por dos monumentos más
dedicados a dos personajes muertos pocos años antes de la Exposición universal: Antoni
López y Joan Güell. El primero un comerciante y financiero y el segundo un industrial. Los
dos representantes de la nueva burguesía, los dos de origen mes bien humilde, los dos
ejemplos del self-made man típicamente capitalista, los dos habían amasado una
extraordinaria fortuna y los dos la habían hecho en poco tiempo y evidentemente en América,

2
La información es de Juan José Lahuerta, “ Verdaguer, Gaudí, i la producció sombòlica d`una burguesía
catalana.” En Juan José Lahuerta (ed). Gaudí i el seu temps. Barcanova, Barcelona, 1990. Pp. 103-116.

805
en Cuba -Antonio López, el primer marqués de Comillas, fundamentalmente con el comercio
de esclavos-. Eusebi Güell, hijo de Joan Güell, y Isabel López, hija de Antonio López, se
casarían en 1871, formando el caso más elocuente del proceso endogámico que daría forma al
reducido grupo de familias de la alta burguesía barcelonesa. Familia que pagaría las nóminas
de los constructores ideológicos de los proyectos del país, de los artistas, de la modernidad
creativa, del arte. Vayan dos ejemplos, el poeta nacional catalán Jacint Verdaguer y el
arquitecto universal Antoni Gaudí. Intereses económicos, grandes proyectos urbanísticos,
modernidad artística, imagen simbólica de un tiempo y de una ciudad, todo ello se conjuga en
1888, y en 1929 –cuando Barcelona también organiza una Exposición Universal- y en 1992 y
en el 2004.
Mi trabajo también se sitúa en dichos parámetros. Será micro histórico, sus
protagonistas solo pueden verse con las lentes microscópicas que utilizo, pero se mueven en
unos edificios, en un nicho ecológico cuyas fronteras son los complicados procesos
económicos que caracterizan el sistema capitalista y su evolución. Los que pagan pueden ser
familias, grandes empresas, el Estado o la iniciativa municipal. Pero en todos los grandes
proyectos hay el trasfondo del negocio y de la inversión. Y, naturalmente, hay su corolario: el
mundo del trabajo, el mundo de los trabajadores, los que construyen los monumentos a Colón,
los que construyen las instalaciones olímpicas y la pasarela hasta el Centro, donde habrá otros
trabajadores que hornearán las pastas y servirán bebidas: mis protagonistas, los protagonistas
de la Historia –aunque resulte muy de Bertolt Bretch- y de mi historia.
Hace ya muchos años que Pierre Vilar en su Catalunya dins l’Espanya moderna3 nos
dio las claves de las transformaciones económicas que tanto incidieron en que la Cataluña
actual sea hija de los cambios acaecidos durante los siglos XVIII y XIX. Durante el
setecientos el Principado dobló su población en menos de setenta años, las transformaciones
agrícolas fueron profundas, el comerció interior y exterior se incrementó notablemente y, a
raíz del capital resultante, se iniciaron innovaciones profundas en la producción artesanal, de
las cuales significamos el estampado de tejidos de algodón –“Indianes”-, algo que nos remite
a los irreversibles cambios económicos que en la Gran Bretaña representa la revolución
industrial. Como sucedía en otros lugares de Europa se asistía al paso de la nueva economía
capitalista4. Catalunya, desde el primer tercio del siglo XIX se convertía en la “fábrica de
España”. Los cursos de los rios Ter i Llobregat i la zona litoral de Barcelona y alrededores

3
Vilar, Pierre. Catalunya dins d´Espanya moderna. Edicions 62, Barcelona, 1964-68.
4
Fontana, Josep. La fi de l´antic règim i la industralització 1787-1868, Vol V de la Història de Catalunya,
dirigida por Pierre Vilar, Edicions 62, Barcelona 1988.

806
conocieron el ruido ensordecedor de la maquinaria textil y, con ello, los cambios sociales.
Hundimiento paulatino de un mundo antiguo y emergencia de uno de nuevo, con nuevos
protagonistas. El incendio provocado de la fábrica Bonaplata –el primer gran vapor en
Barcelona-, en 1835, por parte de luditas, nos indica de que modo la clase trabajadora va
cambiando. Los luditas, artesanos que ven como la nueva estructura productiva acabará con
sus puestos de trabajo, recurren al fuego para parar el futuro. Pero el futuro no se para. A
partir de ahí, explotación y más explotación. Y muchos observadores que retratan la realidad,
como por ejemplo Joaquim Salarich que en su monografía La higiene del tejedor5, publicada
en 1858, nos explica las condiciones durísimas y sus consecuencias en los trabajores textiles.
Pero Salarich como Dickens es un filántropo, ve lo injusto de la situación pero no atina a
como cambiarla porqué tiene miedo a la revolución. La revolución!, utopía para todo el
entramado de organizaciones sindicales y políticas que van surgiendo, expresión tabú y
demoníaca para los propietarios de las fábricas. El miedo a la revolución hará que Barcelona
esté prácticamente en estado de excepción, de ocupación militar, durante buena parte del siglo
XIX y XX. Los cañones que hay en el castillo de Montjuic, defensores en teoría de un ataque
marítimo, sirvieron repetidas veces para acallar con bombas las protestas o los anhelos de las
clases populares de la ciudad.
Exposición Universal de 1888, cambios urbanísticos, crecimiento de la ciudad,
demanda de mano de obra y trabajo.
Primera Guerra Mundial, y España neutral, trabajo y demanda de mano de obra. Y a
raíz de esto la primera venida de inmigrantes a Barcelona y Catalunya, con campesinos de
Aragón, Valencia y Murcia. El tren de Murcia a Barcelona conocido como el
“transmiseriano”.
Exposición Universal de 1929, durante la dictadura de Primo de Rivera, demanda de
mano de obra y trabajo. Soterramiento del ferrocarril, urbanización de la plaza de España y de
Montjuic, etc. La ciudad en obras y un hormigueo de trabajadores pululando.
“Boom” económico de la década de los sesenta en pleno franquismo. Demanda de
mano de obra i trabajo. Segunda ola de emigrantes a Catalunya, básicamente andaluces.
Malas condiciones de trabajo y de vida. No hay problemas de papeles, los hay de sueldo, de
vida y de vivienda, sobretodo de vivienda. Solo hay algún problema de papeles para los
muchos españoles que emigran a Europa occidental.

5
Salarich, Joaquim. Higiene del tejedor, ó sean: medios físicos y morales para evitar las enfermedades y
procurar el bienestar de los obreros ocupados en hilar y tejer el algodón. Imprenta y librería de Soler
hermanos. Vich, 1858.

807
Barcelona 92, las olimpiadas, demanda de mano de obra y trabajo. Muchas obras y
transformaciones. Crecimiento económico sostenido des de 1996, demanda de mano de obra y
trabajo. Tercera ola migratoria en Catalunya, esta vez de fuera de las fronteras españolas, esta
vez los denominados en los papeles oficiales los “extracomunitarios”.
Un ejemplo de los últimos números de Barcelona, actual: La habitan en torno de 340
mil pobres; un 15% de sus niños lo son6; unos 180 mil pensionistas barceloneses cobran por
bajo del salario mínimo interprofesional; un numero difícil de calcular de extranjeros – se
calcula en torno de 160 mil - que viven escondidos; por ellos Barcelona es una ciudad que
está bajo toque de queda y su espacio público es un territorio peligroso; tres mil sin techo,
duermen en las calles cada noche.7

EL CENTRO COMERCIAL
El Centro Comercial tenía por reclamo su arquitectura marítima y sus servicios
modernos. Cafeterías, heladerías, tiendas abiertas todos los días del año, discos y bares en
atractivas terrazas soleadas, con vistas al mar y a lindos barcos.
Un micromundo económico que dialogaba con la macro economía mundial. Ofrecía
puestos de trabajo de bajos sueldos, captaba trabajadores para cubrir sus puestos de trabajo,
trabajadores con formaciones muy diversas, algunos con un nivel educativo alto, universitario
o con oficio, y otros que apenas estaban escolarizados. La gran mayoría eran mujeres. De
entre las trabajadoras había las autóctonas, barcelonesas, españolas, residentes y “sin
papeles”.
Los bajos sueldos eran aceptados básicamente por tres motivos.

1. La fascinación por la ubicación geográfica del local de trabajo, cerca de mar.


2. Por la competencia, ya que muchas de las trabajadoras no se veían preparadas
para competir en un mercado laboral más exigente.
3. Por motivos personales.

Particularmente las autóctonas eran las que menos reclamaban y que tampoco
negociaban con la empresa, ya que muchas solamente trabajaban sin contrato en temporadas

6
La información es de la Fundació Un Sol Món, La pobresa a Catalunya. Pobresa monetária i privació a
Catalunya a principis del segle XXI. Informe 2003, Caixa Catalunya, Barcelona, 2003. En Manuel Delgado.
Elogi del vianant: del model Barcelona a la Barcelona real. Edicions 1984, Barcelona, 2005. P.p 23.
7
La información es de M. Pajares (dir). Inmigración irregular en Catalunya. Análisis y propuestas, CERES-
CCOO, Barcelona, 2004, P.p 13 En Delgado, obra ya citada, P.p 23,24.

808
de fiestas y durante el verano. Cobraban 6 euros la hora, a diferencia de las fijas que cobraban
menos. Se dividían en dos grupos: uno, estudiantes y el segundo las que cobraban el paro.
Del grupo de plantilla fija estaban las europeas, las legales y las ilegales. Sus quejas
sobre los bajos sueldos no eran resueltas con un aumento de salario sino, casi siempre, la
“sincera docilidad” de la encargada con la trabajadora ya resolvía el problema, como también
era considerada una recompensa financiera la aceptación del gerente para resolver un
problema personal de la familia de la trabajadora.

EL LOCAL
El establecimiento era una heladería y cafetería que ofrecía un surtido de “pastas
españolas frescas”, porque eran descongeladas y horneadas delante de los clientes. La jornada
de trabajo para toda la plantilla era de ocho horas, más horas extras, con un día de descanso
semanal en el verano, y en las demás estaciones dos a tres días de descanso, a la semana.
Ninguna de las trabajadoras era portadora de un contracto laboral que realmente
especificase las horas que trabajaba, o la función desempeñada o el sueldo. Siempre había
algo que difería bastante de la realidad laboral. El mismo principio de “equivocarse al hacer
los contratos” y el “no poder arreglarlos más”, se daba con las trabajadoras comunitarias, las
extra-comunitarias con residencia y con las “sin papeles” en regla.
Para resolver los problemas de gestor estaba la encargada, que muy pocas veces estaba
disponible para hacerlo, y cuando lo hacía, o “el gestor estaba enfermo o de vacaciones, o ya
era uno nuevo, que no se enteraba de nada en la empresa”. El gestor para todas las
trabajadoras era un personaje misterioso y que constantemente se equivocaba en su trabajo.
Como era un desconocido para todas, él se transformó en una especie de fantasma, que era el
“culpable” de muchos problemas en la empresa.
Particularmente sobre el dinero había un descontrol muy grande sobre las cuentas en
las cajas, lo que alimentaba muchos problemas entre trabajadoras y trabajadoras; trabajadoras
y encargada y entre trabajadoras y socios.
Sobre el cuidado con el dinero (que se cobraba y que se pagaba) y los precios de los
alimentos ofrecidos, había un caso que muestra bastante bien el concepto de dinero en la
empresa y un poco el descontrol sobre él, tanto a nivel de sueldos, como en los precios de los
alimentos.
Con la entrada del euro en el 15 de diciembre del 2001, hubo un aumento de los
precios en los productos del local, aumento “calculado” por la encargada. Cálculos que ni

809
siempre tenían “conocimientos” sobre él, ni el gerente financiero, y por supuesto ni los socios.
“Lo que Raimunda (encargada) cobraba 100 pesetas antes, con el euro pasó a cobrar 1 euro.”
(Amelie, Helena)
Mirando los números en la caja registradora, que todavía seguía en 2004 con los
precios de 2001, solamente en el teclado, veo que un helado que valía en 14 de diciembre del
2001, 60 Pesetas, en agosto del 2004, valía 1.50 Euro. Convirtiendo, el mismo helado valía en
2001, 36 céntimos de Euro y los 1.50 Euro son 250 Pesetas. Una ganancia extra de 1.14
Euros. Un agua de medio litro, valía en el verano del 2003, 0.90 Euro, y en el verano del
2004, pasó a valer 1.30 Euro para catalanes y 1.50 Euro para extranjeros.
La hora extra de trabajo valía en abril del 2002, 750 Pesetas, eso es 4.51 Euro. En
agosto del 2004, valía 6 euros, 998 pesetas. Pero la hora trabajo en nomina seguía siendo muy
baja, la media era de 4.50 Euros la hora. Menos 01 Euro que la hora extra en 2002. Con el
cuidado que a partir del 2003 la encargada controlaba la cantidad de horas extras limitándolas.
El Euro trajo para la empresa muchas más ganancia, pero el mismo Euro para el
trabajador, ya le faltaba en el bolsillo, mucho más pronto que la Peseta.
Los trabajadores hacían comparaciones de “los años anteriores al atentado a las torres
gemelas y aseguraban que antes de ellos, no se podía moverse en el local, por la cantidad de
turistas que había. Hasta nos dejaban de propina 100 pesetas, por la noche a David le daban
hasta 500 pesetas. Era otro tipo de público.” (Amelie)
El Centro ya no estaba de moda, la ciudad va cambiando sus sitios de ocio. Con
problemas de público la empresa y el Centro empezaran a entrar en una “grande crisis
financiera, de la cual todavía en 2004 no habían salido.” (Joan - Gerente) Irónicamente, El
Centro hizo durante los años 2003 y 2004 grandes reformas estructurales y arquitectónicas, y
el gerente financiero del establecimiento felicitó a las trabajadoras en el mes de diciembre del
año 2003, alegando que en aquél año hubo un record de ventas en la empresa. Y en 2004 los
socios compraran tres locales más, mientras tanto, cerraron otros por “problemas financieros
hasta para cubrir nominas.” (Joan)
Todas las contratadas recibían sueldos muy bajos, y en determinados momentos de
crisis en la empresa, que podían durar un mes, dos o tres, casi siempre en el invierno, las
trabajadoras solamente podían cumplir las horas de la nomina, pero las horas de la nomina no
eran las horas que, cuando la empresa no estaba en crisis, hacían todas las empleadas.
Se trabajaban de ocho a diez horas diarias o más, en épocas y temporadas en que la
empresa consideraba conveniente. Así ahorraba en pagos extras y el empleado no mejoraba su
promedio anual de sueldo. La hora extra era la manera encontrada “para subir el salario en el

810
fin de mes y pagar las deudas que quedaran de la tarjeta del invierno”.(Amelie)
La importancia del papel de la encargada, era fundamental para equilibrar las
peticiones de todas las trabajadoras para hacer más horas extras, o más horas de las que
estaban firmadas en el contracto/nomina.
La nomina tenía siempre errores por “culpa del gestor”, y los errores eran de menos
sueldo y menos horas contratadas. Era perfecta para la empresa cuando le interesaba. La
empresa solamente la utilizaba como negociable en los meses de pocas ventas; y que ya no
era considerada válida en los meses de grandes ventas. Por ejemplo, una trabajadora ya muy
cansada pedía para hacer solamente las horas de nomina y nada más, por problemas de
cansancio, ya que en los meses de verano se trabajaban más de 12 horas, a un ritmo de ventas
muy alto. Con diferentes turnos, una semana nocturno y la siguiente diurno. En este momento,
cuando era la trabajadora que quería utilizar los errores de contrato/nomina para cambiar su
horario la nomina no era considerada por la empresa un elemento valido en una negociación.
Era la empresa quien decidía cuando y con qué se negociaba.
La encargada funcionaba como una especie de juez donde era ella quien decidía, cual
trabajadora haría y cuando haría más horas extras. Por ejemplo, “una chica que para ella era
más que una trabajadora era una amiga” (Raimunda), trabajaba las horas extras que le hiciera
falta. Pero ser protegida de la encargada también tenía su precio. La amistad con ella. La
trabajadora que “no estaba a gusto en la empresa, que no la vivía como su empresa”
(Raimunda), la considerada mal agradecida, y esta trabajadora era la que hacía horas extras en
domingos festivos, navidades, pascua. Y la trabajadora “tiene la obligación moral de estar
muy agradecida a ella”. (Helena)

EL PAPEL DE LA ENCARGADA
Parto de determinadas historias laborales particulares, porque ellas explican en su
transcurso, como y porqué la trabajadora tomaba determinadas decisiones individuales que
influenciaban directamente en el laboral de todas. De cómo se pierden las conquistas laborales
y a la vez se van creando vínculos afectivos con la empresa.
Un sindicato no era tan importante como la confianza de la encargada. El sindicato
está muy alejado de sus problemas personales, de sus vivencias, y la encargada lo conoce
todo, es ella quien toma el puesto para “defender su trabajadora” (Raimunda), aquí también se
marcaba bastante bien, las actitudes de la empresa hacía los trabajadores de que ellos son de
propiedad de alguien. Era bastante revelador y limitaba a las trabajadoras a reclamaren sus

811
derechos solamente dentro del mismo ambiente de trabajo. No habían los sindicatos ni de
trabajadores ni los patronales (amarillos), pero sí funcionaba una especie de hermandad
coordinada por la encargada, que quería estar siempre al tanto de todo que acontecía en las
vidas privadas y laborales de “sus chicas”. La trabajadora que no pactaba y no participaba de
la hermandad, era marginalizada en el trabajo, haciendo las tareas que nadie quería hacer, y
haciendo menos horas extras y cobrando un valor menor por hora trabajada.
La encargada era la que se responsabilizaba de que la trabajadora estuviera bien con su
tarea, en su sueldo, y en sus “derechos” de los cuales los más importantes y “sagrados” eran
los de la amistad.
Eran muy fuertes los juegos con las emociones. Había un equivalente de cuanto más
intima amiga y más confidente de la encargada era la trabajadora, más manipulada y
manipuladora la misma trabajadora se tornaba. Un peligro para el colectivo, ya que muy de
espacio se van anulando los diferentes mecanismos de unión del equipo y su acceso
normalizado a las conquistas laborales ya históricas, y se reforzaban los de individualidad.
Para comprender mejor determinadas conductas que envolvían los derechos de las
trabajadoras y la aparente negativa hacia ellos, primeramente se investigó sobre las diferentes
trayectorias y fundamentalmente sobre las perspectivas de vida social y laboral de algunas de
ellas, y el caso es que eran exactamente las trabajadoras que negaban una mejor calidad de
trabajo y de mejora de sueldos las que más necesitaban de la empresa, cambiaban sus
derechos laborales por favores personales, como por ejemplo, la promesa de la empresa por la
regularización de algún familiar, extra-comunitario, con contracto en origen o la
regularización aquí mismo en Barcelona. O por parte de las autóctonas la necesidad de una
“nomina más alta”, para posibles prestamos bancarios y contractos de alquiler; o el empleo de
un pariente… los motivos eran los más diferentes, algunos muy sencillos y otros ni tanto.
Como por ejemplo, la oferta de trabajo para un pariente con antecedentes penales. Sencillos o
no, todos los motivos que levaba a una trabajadora a vender o cambiar sus derechos por un
favor de la empresa hacía ella eran muy importantes. Lo que impresionaba era que ellas
pagaban un precio bastante alto a la espera del favor, que muchas veces ellas tardaban años en
saber algo sobre su andamiento, pero que en ninguno de los casos, en los años estudiados y
considerando las memorias de algunas trabajadoras que explicaran que desde el año 2001
estaban esperando, todavía con mucha esperanza, un determinado favor de la empresa, que
nunca se cumplía.
Quedaba evidente que un lado cumplía con el acuerdo, mas por la misma dinámica del
trabajo y su caos constante, el no tener acceso a saber realmente lo que estaba pasando al otro

812
compañero, eran maneras de frenar las posibles dudas de una trabajadora hacía la empresa.
En medio del caos, cada una reflexionaba sobre su mundo y desde dentro de él. De
esta manera estaba asegurada la ignorancia sobre el otro, y luego el desencanto al enterarse de
que con nadie la empresa cumplía con sus promesas.
El papel de la encargada aquí también era fundamental, ya que ella aseguraba a la
trabajadora, su amiga, que ella debería seguir esperando, ya que todo “era culpa del
gobierno”, sino “del gestor”. (Raimunda)
De esta manera aparentemente muy sencilla, se van anulando los antiguos derechos
laborales y se van creando otros espacios de negociación. Que van desde la más ciega
persistencia, la suerte y terminan en el fracaso. Y cuando había el fracaso inminente la
trabajadora se dimitía, el caso de Heloísa, que esperó 4 años.

LA MEDIA DE LOS SUELDOS, AÑO 2004.


Paula: Inmigrante. Alquilaba el DNI de una española. Contracto de 6 horas diarias,
con un día de descanso entre semana. Cobraba 3 euros la hora. Tenía a su cargo un hijo de
diez años, un hermano “sin papeles”, su marido también “sin papeles”, llegado en el 2004, y
una hermana que trabajaba en el 2003 de limpieza en oficinas, y en el 2004 cobraba el paro.
Cambiaban constantemente de piso/habitaciones, entre la zona alta de la ciudad, el Casc Antic
y afueras de Barcelona.
Laura: Europea. Contracto de 6 horas diarias, con un día de descanso entre semana.
Cobraba 5 euros la hora. Cobraba un sueldo superior a las demás por ser española. Madre de
un niño de dos años y una niña de 6 meses (junio de 2004) abandonada por el padre (europeo)
de sus hijos, a los 7 meses de embarazo. Sin dinero para alquilar un piso, vivían en una
habitación, en un piso compartido en Badalona.
Ema: Inmigrante legal. Contracto de 6 horas diarias, con un día de descanso entre
semana. Cobra 3 euros la hora diurno, y 4.50 euros nocturno. Tenía a su cargo su hijo
estudiante de 19 años. La madre con permiso de estadía en España por 8 meses como turista.
Un piso alquilado en Barcelona. Amueblado, TV a cable, teléfono, Internet.

COMEDORES DE PATATAS FRITAS

813
El MC Donald´s era para todos los trabajadores del Centro el ejemplo del
“restaurante”, más limpio, más organizado, luego el más exquisito. Un “Ferran Adriᔠen sus
vidas. Pero no siempre podían elegir donde ir a comer, y el MC Donald´s no participaba del
programa de intercambio entre los trabajadores del Centro.
En los diferentes locales los trabajadores comían gratis. El programa estaba basado en
que cada local intercambiase alimentos entre los trabajadores, para que ellos no tuviesen de
comer siempre de la misma dieta y de su local de trabajo. Nadie sabía explicar las normativas,
ni que tipo de razones se aplicaban al programa, razones que incluían y excluían personas.

Grupo trabajadores: Todos los trabajadores de los locales que participan del
intercambio. Trabajadores que están en su día de trabajo, en su momento de descanso,
comida, merienda o cena. Muchos preparaban una comida diferenciada para los que
trabajaban en su local. Los locales que no participaban del programa, hacían un
descuento a los trabajadores hasta el 10 % en los platos. Un “avanzo” a que nadie
participaba, porque la comida seguía siendo mala y cara.
1. Amigos trabajadores: Los familiares y/o amigos de los trabajadores que venían a
comer en el Centro sin pagar. Si preparaban raciones más grandes y frescas. Habían
grupos que venían para comer todos los días y otros solamente los fines de semana o
cuando iban al cine. Los dueños no conocían esa política alimentaria de solidaridad que
se armó dentro del comedor. Un ejemplo, Paula que traía a su niño todos los días para
comer, porque según ella en la escuela del niño solamente le ofrecía en el menú: tortilla
o cerdo.
2. Los jefes, los dueños, los socios y sus familias. Los alimentos eran los que se
presentaban al público. Muchos eran del día anterior y las raciones eran las mismas de
las presentaciones de los carteles. Un boicot a los jefes.

Es un programa donde los dueños ahorraban en vale alimentación en un sistema de


caos, ya que un día se podía comer un plato caliente y en otro día para sorpresa de todas
estaba suspenso temporalmente el intercambio.
El número de trabajadores con problemas de obesidad era superior al de trabajadores
con un peso normal. Todos habían subido de peso después que empezaran a trabajar en el
Centro.
La cultura de comer y como comer se divide en 3 puntos básicos.
1. La oferta de menús: Comida Paquistaní rápida; pizzas; fritos variados

814
acompañados de lechuga, dos tiritas de tomate y tres olivas o ensaladas con mayonesa;
bocatas de Frankfurt; crepes y gofres; pastas dulces y saladas; helados.
2. Del lunes al viernes tenían derecho a 30 minutos para salir a comer. Sábado y
domingo también, pero no lo hacían porque se trabajaba mucho y mientras hubiera
clientes para despachar no se podía salir. Eso significaba que en los fines de semana no
se comía de tenedor solamente se picaba y lo que entraba en os menús gratis eran los
fritos: croquetas y patatas.
3. La calidad de los alimentos era muy baja. Primero porque los productos
comprados eran siempre de los más baratos que ofrecían el mercado. Segundo, que se
mezclaban comidas de días anteriores con las recién hechas. Todos los locales
congelaban o guardaban en la nevera los alimentos que sobraban. Un ejemplo:
ensaladilla rusa. Que causaba muchos problemas de salud en el personal que a menudo
se intoxicaba.

Una posibilidad era que los trabajadores preparasen sus comidas en casa. Luego no
tendrían tantos problemas de intoxicación, ni una dieta tan rica en grasa saturada. Pero era
muy difícil ver una compañera con un taper. Los motivos: falta de tiempo. Muchas doblaban
turno. Otras trabajaban en otros locales fuera del Centro. Y el ahorro en la economía
doméstica. Comer y cenar en el Centro era no comer ni cenar en casa, menos una boca para
alimentar. No hacer su propia comida en casa, era ahorrar en la hora de hacer el
supermercado, comprando menos, pagando menos.
Supuestamente, la breve cita de abajo, pertenece a otro contexto histórico, a otra
región y a otra clase de trabajadores, pero aunque parezca todo demasiado diferente las dos
historias tienen en común la regulación alimentaria. Donde R.N. Salaman citado por E.
Thompson, “ve en la patata un estabilizador social”:

“…el empleo de la patata…permitió de hecho a los trabajadores sobrevivir aun con los
más bajos salarios. Hasta podría pensarse que la patata sirvió para prolongar y
estimular durante otros cien años el empobrecimiento y la degradación de las masas
inglesas; claro que la alternativa no era sino una revolución sangrienta. Que Inglaterra
escapase a semejante conmoción violenta en las primeras décadas del siglo XIX hay
que ponerlo en buena parte en el haber… de la patata.”8

SUPERMERCADO

8
Thompson E. In; R.N.Salaman, The History and Social Influence of the Potato, Cambridge, 1949,
pp480,495,506 y 541-542

815
El establecimiento tenía unos almacenes, que eran de libre acceso a sus trabajadoras y
a sus invitados, ya que no había un control severo de llaves.
Algunas trabajadoras entendían que “hoy voy hacer el super” era realmente para
ahorrar el dinero que no tenían, en un segundo caso, era para mantener el nivel de vida que se
había alcanzado.
Sobre el supuesto “control” (Joan) que la encargada hacía sobre los productos que
“desaparecían de los almacenes” ella no los hacía, era su manera de trabajar, los intuía. Jamás
hizo inventario ni levantamiento de géneros guardados, solamente hacía pedidos de los
géneros que faltaban, las trabajadoras sí que los hacían y así controlaban los pequeños robos
diarios. Robos que se daban en los momentos que la trabajadora “plus valía” tenía que bajar al
almacén para terminar su cambio de turno.
Para engañar las cámaras de seguridad, algunas subían los productos “extras” como
uno más para recargar las estanterías de la tienda, y una vez allí recargando, se los guardaban
en sus bolsos o mochilas. Siempre con la complicidad de una compañera de turno, que “ni en
todas se podía confiar, pero que todas lo hacían igual, en menor o más alto grado.” (Yasmini)
El concepto de “robo” (en pequeña o grande escala) nunca estuvo muy claro. Habían
días que la encargada o el socio gerente, invitaba a una botella de coca cola o a una pasta,
entonces era considerado un derecho, pero jamás las trabajadoras deberían hacer lo mismo as
escondidas. Entonces, lo que era a las escondidas era considerado robo, lo que era delante de
los ojos de los jefes, derecho, que rozaba a la amistad o camarería. Y estaba controlado. No se
ha podido aclarar si eran conceptos nacidos desde la perspectiva del trabajador o del
empleador.
El montante final de dinero ahorrado “haciendo el super” era bastante importante para
la economía domestica de las trabajadoras, e “imperceptible” para la empresa. En los tres
casos, citados arriba, con el sueldo que cobraban y para cubrir tantos gastos y sustentar a
tantas personas (menores de edad, paro, ilegal). Por ejemplo Paula. Mayo del 2004.

Sueldo (432 Euros salario base + 23.15 pro extras (432+23.15 = 455.15) – 4.70%
descuento Seguridad Social (deducciones = 21.39 euros / (432+23.15 = 455.15) – 1.65%
descuento accidente (deducciones = 7.51 Euros) + 46.28 plus transporte )
Sueldo total: 472.53 euros.

Paula comentaba que había meses en que o no pagaba la luz o no pagaba el alquiler.
Otra estrategia era cambiar de piso/habitación, sin pagar. Constantemente se mudaba, lo que

816
era un ahorro para la economía doméstica, hasta que los propietarios los echaban por las
deudas, era justamente el dinero de estas deudas que hacían con que ella tuviera alguno dinero
ahorrado. Los cálculos de abajo son de gastos aproximados de su último piso. Un Estudio que
ella había podido alquilar a buen precio, porque el propietario era un conocido de su país.

Gastos año 2004:


Alquiler del estudio: 250 euros – gas 8 euros – luz 30 euros - agua 20 euros–
alimentación 92.53 euros (23 euros de super por semana para alimentar a 5 personas) -
transporte familia 72 euros.

La calidad de los productos comprados en el super y la cantidad dependía del dinero


que ella tenía para gastar. Eso significaba, baja calidad y poca cantidad. Y las carnes eran
artículos de lujo en su casa. Lo que confirmaba las frecuentes visitas de toda su familia al
establecimiento y a los demás locales de propiedades de los mismos socios. Locales que
hacían intercambio de menús entre los trabajadores de diferentes locales pero de la misma
empresa.
Los familiares jamás entraban todos juntos, entraba uno, comía, salía, solo entonces
entraba otro… mientras tanto Paula salía a pedir los menús.
Citando a E. Thompson.

“Ciertamente, la carne sería un indicador sensible de los niveles materiales, puesto que
era uno de los primeros artículos a consumir tras cualquier aumento real de salarios.
Los trabajadores estacionales o eventuales no podían planear su consumo de forma
meticulosa para los cincuenta y dos domingos, sino que, más bien, preferían gastar el
dinero que tenían cuando estaban empleados y consumir lo que podían el resto del
año.”9

La carne solamente hacía parte de la dieta de la familia de Paula, si su familia iba al


Centro a participar del programa de intercambio de menús. Para la trabajadora era un
programa perfecto, justamente porque no funcionaba, porque el programa consistía en
solamente dar de comer a los trabajadores y no a sus familias, pero es justamente aquí, que
entre las trabajadoras se ha notado una cooperación entre todas. Había un pacto de silencio al
servir los familiares unas de las otras. Se no fuera así, sería imposible por ejemplo para Paula,

9
Thompson. Edward P. La formación histórica de la clase obrera. Inglaterra: 1780-1832.Vol. 2 Barcelona,
1977. Pp. 177

817
poder alimentar con proteínas, tan a menudo, a toda su familia.
Thompson, cita el problema de la dieta de la carne, en los sujetos del siglo XIX,
trabajadores estaciónales o eventuales, Paula, sujeto del siglo XXI, sufría el mismo problema
en su dieta, pero no era trabajadora estacional ni eventual, y sí contratada con “todos sus
derechos” y con un sueldo fijo a más de dos años. Tantas luchas y tantas conquistas sociales,
pero ¿por qué justamente a ella no le ha tocado esta historia? ¿Que fenómeno traspasa su
existencia para que Paula no comparta del mismo pastel, aunque sea trabajadora salariada y
pobre?
Ella era una sobreviviente, justamente sobrevive en un mundo en que se están
estructurando otras posibilidades de tener acceso a la calidad de vida y laboral, solo por ser
trabajadora ya no la garantiza de poder pagar su alquiler y comprar en un supermercado. Ella
sobrevive de la caridad de sus compañeras de trabajo, que tampoco se preocupan con el bien
estar del grupo, con el social, la primera preocupación de muchas era guardar su
individualidad, no quemarse delante de la empresa, pero son justamente ellas las que luchan
por su individualidad, las que alimentaban a toda una familia básicamente desconocida.
Hay matices en esa historia que son todavía incomprensibles. Seguramente la historia
los va aclarar, pero aquí se necesita un poco más de tiempo, pausa y reflexión.
¿Por qué Paula trabajaba y vivía tan miserablemente? La respuesta podría ser: Porque
es inmigrante. Lo que tampoco explicaría que la misma miseria que pasaba Paula ocurría con
Laura, española y conocedora de sus derechos. Seguramente la diferencia que cobraba Laura
en hora trabajo de menos de 2 euros más sobre la hora trabajo de Paula era un factor mucho
más moral que económico, porque ambas seguían siendo miserables
Thompson.

“1830. En cincuenta años de Revolución Industrial, la participación de la clase obrera


en el producto nacional casi seguro disminuyó en comparación con la participación de
las clases profesionales y propietarias. El trabajador medio permaneció muy cerca del
nivel de subsistencia en una época en que le rodeaba la evidencia del aumento de la
riqueza nacional, gran parte de la cual transparentaba el resultado de su propio
trabajo; obviamente el trabajador se dio cuenta de que el producto había pasado a
manos de sus patronos por vías igualmente transparentes. En términos psicológicos,
esto se sintió muy especialmente como una deterioración de sus niveles de vida. Su
participación en los beneficios del progreso económico consistió en más patatas, unos
pocos artículos de vestir más para su familia, jabón y candiles, un poco de té y azúcar,

818
y gran cantidad de artículos en la “Economic History Review”.10

No importaba quien era el trabajador, lo que valía era que un alguien estuviera
produciendo, pero no cobrando por lo que realmente valía su trabajo.

10
Thompson, Pp. 194-195.

819
820
EL MOVIMIENTO DE JACA
Y CUATRO VIENTOS:
HISTORIA, MEMORIA Y
MOVILIZACIÓN
María Losada Urigüen
Universidad del País Vasco

UN AÑO DE CONSPIRADORES
Como afirmaba el título de una obra de Eduardo de Guzmán, la historia de 1930 es, sin
duda, la historia de un año decisivo. El sistema caciquista de la Restauración y los años de
dictadura impidieron el establecimiento en España de unas costumbres democráticas que
terminasen con la historia de conspiraciones en la clandestinidad1. En 1930, abandonada ya la
vía insurreccional por el colectivo constitucionalista, los grupos republicanos, obreros y
algunos militares favorables al cambio de régimen quedaron solos en la lucha insurreccional
contra la Monarquía.
La unión de los diversos sectores republicanos en torno al Pacto de San Sebastián
evidenciaba lo habitual de la actividad clandestina y el hecho de que el insurreccionalismo se
contemplaba como una forma no sólo legítima, sino también viable para lograr el cambio de
régimen. Muchos de los grupos integrantes del proyecto llevaban años conspirando solos o en
conjunción de otras fuerzas políticas a favor de sus intereses e ideologías particulares. Así
pues, uno de los principales problemas con los que se encontraría el Comité Revolucionario
Nacional sería, precisamente, limar las diferencias entre ellos: animar a los sectores más
pasivos y frenar las ansias de los más revolucionarios e intentar convencerlos a todos de
agruparse en torno a un programa común firme.

1
Existen varios trabajos fundamentales para el estudio del insurreccionalismo en España que tratan de
caracterizar, a su vez, la clandestinidad política en los años veinte. Se trata de la monografía: González Calleja,
J.I.: El máuser y el sufragio, Madrid, CSIC, 1999; y de los artículos: Ucelay-Da Cal, E. y Tavera García, S.:
“Una revolución dentro de otra: la lógica insurreccional en la política española, 1924-1934”, Ayer, nº 13, año
1994 y Ucelay-Da Cal, E.: “Buscando el levantamiento plebiscitario: insurreccionalismo y elecciones”, Ayer,
nº 20, año 1995.

821
Se unían a esta empresa tres sectores principales: los políticos republicanos, los
militares y los obreros. Si bien, este esquema tampoco corresponde completamente a la
realidad, pues podemos dividir al menos en dos subgrupos cada uno de los citados, nos
referiremos sólo a uno de ellos. Así, cuando hablamos de políticos, podemos distinguir a
aquellos políticos de extrema izquierda, como a Eduardo Barriobero; cuando hablamos de
militares, podemos distinguir a aquellos más radicales de la ARM; y cuando hablamos del
movimiento obrero, podemos separar a los obreros cenetistas –anarquistas y sindicalistas-, a
los civiles revolucionarios, los estudiantes madrileños y del Ateneo científico y literario.
Todos estos sectores, que se integraban en el movimiento de diciembre, compartían similares
concepciones de la República y del proceso revolucionario que debía ser el levantamiento de
diciembre. Esta concepción sería lo suficientemente ambigua como para que todos ellos
pudieran colaborar en un movimiento insurreccional común.
Aparte de las relaciones entre estos colectivos y el Comité Revolucionario Nacional- o
de manera solapada a éstas- se conectaban entre ellos y se comunicaban sus planes,
circunscritos en el movimiento que capitaneaba el Comité Revolucionario, pero utilizando
éste sólo como vehículo para encauzar sus ansias revolucionarias. Decimos que lo hacían de
manera solapada, si bien a nadie en el Comité Revolucionario se le escapaba la tensión
constante y el apremio con el que vivían los más extremistas. Ellos mismos no cesaban de
presionar al Comité y, en el caso de Fermín Galán, éste se había presentado ante el Comité
con un plan revolucionario concreto, pidiendo apoyo –sobre todo material- para llevarlo a
cabo. Más evidente se hacía su postura cuando desde Jaca se había planteado apoyar a los
anarcosindicalistas catalanes en noviembre del año 30, como explicaremos más adelante.
Fermín Galán se había formado como militar en Marruecos. Conocida la barbarie de la
guerra y despertando su preocupación por la cuestión social participó en el frustrado
movimiento de la “Sanjuanada”, por el que fue encarcelado en el castillo de Montjuich. Allí
se encontraban también sus compañeros: el teniente Rubio, el capitán Perea, el teniente
coronel Bermúdez de Castro y el coronel Segundo García. Se encontraba muy alejado
ideológicamente de ellos. Así se lo hizo notar al anarcosindicalista de la CNT catalana
Antonio Leal al conocerlo en diciembre de 1927. Le previno especialmente del
comportamiento variable de Segundo García quien, a pesar de ofrecer garantías
revolucionarias, no dudaría en echarse atrás en cualquier compromiso con los
anarcosindicalistas. Las relaciones de Galán con Rubio y Perea eran especialmente enconadas,
debido a sus discrepancias políticas. Durante su estancia en Montjuich Galán preparó todo un
movimiento que pretendía dar al traste con la Monarquía. Bien relacionado con el Comité

822
Revolucionario de París y con los anarcosindicalistas catalanes –aunque receloso por el
reformismo de Ángel Pestaña- sólo necesitaba colocar a un oficial superior al mando de sus
fuerzas y conseguir el dinero suficiente para llevar a cabo su plan. Llegado el momento,
ninguna de estas necesidades fue cubierta, por lo que el movimiento fue abortado. Los
anarcosindicalistas de Pestaña terminaron por negar su apoyo, no sin la disconformidad de los
más radicales. Tampoco se consiguió financiar el movimiento y los militares que pudieron
haber liderado el levantamiento de Montjuich se echaron atrás. De todo ello Galán obtuvo
unas enseñanzas que puso en práctica en 1930.
En febrero de 1930, ya en libertad, las ansias revolucionarias de Galán no tenían freno.
Comenzó por publicar su libro Nueva Creación –que había escrito en Montjuich- y ponerse en
contacto con Graco Marsá y sus compañeros para proponerles un nuevo plan revolucionario.
Pensó inicialmente abandonar el Ejército, pero comprendió que sería más fácil conspirar
permaneciendo dentro y esperó nuevo destino, con preferencia a Barcelona. Pero fue enviado
a Jaca, donde no abandonó su compromiso revolucionario, sino que lo afianzó más buscando
alternativas de acción.
A finales de octubre el Comité Revolucionario Nacional había decidido adoptar un
nuevo plan revolucionario, el “Plan Maura”, fruto del esquema insurreccional planteado por
Fermín Galán y Alejandro Sancho y que contaba con el apoyo del Comité Político
Revolucionario catalán. La fecha prevista se sitúa entre el 18 y el 20 de noviembre, pero los
incidentes en el entierro en Madrid de varios obreros fallecidos en el derrumbe de una obra en
la Calle Alonso Cano obligaron a retrasarlo, a pesar de los apremios a Miguel Maura para
adelantar el movimiento. El día 17 la CNT proclamaba en Cataluña la huelga general en
solidaridad con el Sindicato de Construcción madrileño. Esto terminó de trastocar los planes
de Maura y el Comité madrileño –que se reunió con Feliciano Benito y otros
anarcosindicalistas-, de modo que se envió a Rafael Sánchez Guerra a Barcelona a convencer
a los cenetistas de que depusiesen su actitud revolucionaria. Sánchez Guerra en su labor de
enlace del Comité había tenido ya contacto con los anarcosindicalistas catalanes y, como
suponía, Bernardo Pou y Magriñá tratarían de impedir que la huelga se desconvocase2.
Durante su conversación los anarcosindicalistas se levantaron varias veces anunciando que
todos sus compromisos con el Comité Revolucionario quedaban rotos. Sin embargo, no sin
2
Sánchez Guerra lo recordaba así: “Mi “papeleta”, aunque a simple vista parecía fácil, no lo era. Yo me figuré
en seguida lo que había pasado. Los de la Confederación, hartos ya de esperar inútilmente a que se les diese
desde Madrid la fecha del movimiento, se habían lanzado ellos solos a la aventura, creyendo que nosotros, los
republicanos, les secundaríamos en el resto de España”, Sánchez Guerra, R.: Proceso de un cambio de régimen.
Historia y murmuración, Madrid, CIAP, 1932, p. 27. De hecho, en Jaca estaban preparados para el
levantamiento aquel viernes, sólo a la espera de la confirmación de otros lugares.

823
muchas dificultades, consiguió su objetivo y el movimiento fue frenado. Jaca y otras
localidades lideradas por cabecillas revolucionarios tuvieron que aplazar también el
levantamiento acordado.
Resuelto ya el problema con los anarcosindicalistas se fijó una nueva fecha: el 26
noviembre. Pero la sonada fuga de Ramón Franco de prisiones militares para encabezar el
movimiento alertó al Director General de Seguridad, Emilio Mola. Éste tomó entonces una
serie de medidas de prevención. Primero, el 27 de noviembre, envió una carta personal al
capitán Galán instándole a abandonar sus proyectos revolucionarios que eran por todos
conocidos. Este hecho resalta y extraña. Lo lógico, si existía ese conocimiento de los planes
de Galán, era precisamente haberlo detenido y no se comprende tampoco la sorpresa que
invadió al Director General de Seguridad en el momento del levantamiento de Jaca.
Levantamiento que no sólo lo sorprendió, sino del que no tuvo conocimiento hasta muy
avanzado éste y en circunstancias irregulares. Siguiendo con las resoluciones del DGS, el 30
de noviembre éste envió una circular a los Gobernadores Civiles para ponerlos en guardia
frente a la Confederación Nacional del Trabajo, su principal preocupación. Con varios de
ellos se entrevistaría el 7 del mes siguiente para prevenirlos igualmente sobre la agitación de
la CNT. Ese mismo día Berenguer solucionaba el conflicto con los artilleros, quienes
constituían uno de los principales apoyos del futuro levantamiento3. Un conflicto abierto
desde el año 26 y que garantizaba la adhesión de los artilleros al movimiento.
A fines de noviembre, recibida ya, presumiblemente, la carta del general Mola, Galán
escribía a un amigo, el anarquista Antonio Leal, que pronto podrían abrazarse en Barcelona.
Si seguimos a Leal: "Su intención, bien conocida hoy, de extender el movimiento hacia
Barcelona confirma la mostrada en su carta. Sin embargo el Comité Revolucionario -que
había de ser Gobierno provisional le había ordenado dirigirse hacia Castilla la Vieja, zona
más reacia para la acción rebelde, a fin de anularle políticamente porque experimentaban
cierto temor ante su decisión, audacia y el género "sospechoso" de sus ideas políticas"4. El día
27 el periodista Graco Marsá -con quien tenía contacto desde su salida de la cárcel de
Montjuich - se había personado en Jaca para hablar con Galán del último atraso del

3
“Para colmo, el día 30, mientras que Mola ponía de nuevo en alerta a los gobernadores civiles, Berenguer
restablecía en todo el Ejército el derecho de renuncia los empleos otorgados por razones que no fueran de
antigüedad. Esta medida, que suponía el mantenimiento de la escala cerrada a todos los efectos, mejoró el
estado de ánimo de los artilleros, quienes además se vieron beneficiados con un decreto de amnistía que
pretendía alejarles de las tentaciones golpistas. Las medidas del Gobierno surtieron efecto, ya que las continuas
defecciones militares acentuaron la confusión de los conjurados en las semanas siguientes”, González Calleja:
op. cit., p. 558.
4
Leal, A. y Rodríguez, J.A.: Lo que no se sabía de Fermín Galán, Barcelona, 1931, p. 78.

824
movimiento. Existen diversas versiones acerca de la nueva fecha fijada, aunque todas ellas se
mueven aproximadamente entre el 5 y el 15 de diciembre, no más tarde.
El día siete los primeros civiles, ateneístas y estudiantes de Madrid llegaban a Jaca y
Galán avisaba a Madrid que sus tropas se levantarían el día 12. Su contacto en Madrid era el
propio Marsá. Éste le dio el plácet, pero más tarde llegaban a Jaca nuevas noticias del Comité
de Madrid: era preciso atrasar una vez más el plan. Esto puede deberse a un cambio de
opinión del Comité o, probablemente, a que el mensaje inicial respondiera más a los deseos
de los ateneístas madrileños y otros compañeros de Marsá que al de los republicanos. De
cualquier manera, se decidió que en caso de tener que abortar el levantamiento del 12, un
delegado del Comité acudiría a Jaca la noche del 11 al 12 antes de las cinco de la madrugada,
para dar nuevas instrucciones.
El delegado del Comité madrileño fue enviado, pero varias fueron las razones que
impidieron que el mensaje llegase a Galán. Por una parte, la poca prisa con la que emprendió
el viaje éste –Santiago Casares Quiroga-, quien decidió pararse a cenar antes de llegar a Jaca,
tranquilizado, quizás, por un enigmático telegrama que anunciaba que en Jaca se había
pospuesto la movilización en un día. Por otra parte, el propio interés de Galán por no
entrevistarse con el emisario del Comité (sí con el de Lérida) y la falta de insistencia por parte
del confiado Casares. Y, finalmente, la confirmación dada por los compañeros de Galán,
Gallo y Salinas, de que Zaragoza los apoyaría declarando la huelga general revolucionaria lo
disuadió de cualquier interés que pudiera tener por escuchar los motivos de Madrid5.
Salvador Sediles, compañero de Galán, descarta la más que evidente idea de que en
Jaca existiera la intención de pasar por encima del Comité Revolucionario Nacional –Galán
era delegado del Comité Revolucionario en Aragón- y sostiene que fue la negligencia de
Casares al “irse a dormir” antes de encontrarse con los capitanes lo que permitió que la
insurrección se precipitase. Ésta fue la versión aceptada y difundida por los
anarcosindicalistas y los republicanos más radicales durante la República, junto con la de
Graco Marsá y otros testimonios menores como el de Luis Lumpuy, publicado en La Tierra.
5
Podemos observar que la falta de interés era compartida por igual por madrileños y aragoneses. Las noticias
que llegaron de Lérida aquella noche eran las de aplazar el movimiento, pero sabiendo ya que contaban con la
huelga general en Zaragoza el movimiento era imparable. Sabiendo que otras provincias estaban implicadas, lo
normal por parte del comité (temeroso de que su delegado no llegase a tiempo a Jaca) sería enviar otros
delegados a esos lugares. Igual que, a pesar del imperativo de Galán de enviar su mensaje únicamente por
medio de un delegado, la lógica indica que el Comité debería haber intentado comunicarse por otros medios,
aunque sólo fuera por avanzar su negativa a Galán. Respecto a la Dirección General de Seguridad, queda claro
por su sorpresa el 13 de diciembre que no era un problema para las comunicaciones internas del Comité. Más
bien estas comunicaciones eran deficientes. Corrobora esto el hecho de que las primeras noticias del
levantamiento encontrasen a Queipo de Llano –cabeza del Comité Revolucionario Militar- el 13 de diciembre
despreocupado y desinformado.

825
Según Sediles, en Jaca se encontraban en disposición de aceptar un aplazamiento siempre que
éste se limitase a unos días. La realidad es bien distinta. Primero, porque el proyecto de
Galán, ya desde noviembre, contaba con que el levantamiento se desarrollase en viernes, y
segundo, porque tanto el tiempo como las fechas hacían que un aplazamiento terminara con
las posibilidades de acción en Jaca. Por un lado, la llegada de las nieves entorpecería el
levantamiento, por otro, temían la llegada de los reemplazos y permisos, que ya comenzaban
a complicarles la movilización de efectivos sin levantar sospecha. Sediles se escuda en que
aquellos que no fueron capaces de levantarse el día 12 no lo habrían sido tampoco tres días
más tarde. Se trataría de que el Comité quería alcanzar una mayoría revolucionaria mientras
que anarcosindicalistas y militares revolucionarios defendían por igual que un golpe de fuerza
podría ser la chispa que encendiese la lucha de todas las provincias.
El desarrollo de las insurrecciones es ya conocido6. El 12 de diciembre de 1930,
cansado del ir y venir de mensajes contradictorios del Comité Revolucionario madrileño, el
capitán Galán sublevó a diversos oficiales y a la tropa de Jaca. Adelantaba en unos días el
movimiento preparado por el Comité, al no haberse comunicado con el delegado del Comité,
Casares Quiroga, quien a esas horas descansaba en su habitación de hotel. El miedo a la falta
de compromiso revolucionario por parte de los líderes republicanos y el ansia de Galán por
liderar un movimiento que llevase a toda España sus ideales de una república social lo
empujaron a encabezar un levantamiento que debería culminar con la toma de la ciudad de
Huesca. Si bien, sus relaciones con los delegados de otras capitales, como Lérida, Zaragoza y
Barcelona deberían responder a la convocatoria. De este modo, la premura de los de Jaca
serviría de primer empujón a otras regiones donde un movimiento obrero poderoso, como el
anarcosindicalista catalán, hiciera posible la derrota final de la Monarquía. Contaban a su vez,
aunque sin saber la fecha fija, con el próximo levantamiento anunciado por el Comité
Revolucionario madrileño, al que pretendían animar con este gesto. El resultado fue el
contrario. El movimiento, sin suficiente respaldo debido a la falta de apoyo popular,
desorientados los civiles madrileños que se habían desplazado a Jaca por tanta orden y
contraorden del comité, fracasó en su empeño. La muerte innecesaria de dos carabineros y un
guardia civil de manos de los sublevados, la tardanza en la requisa de camiones y gasolina, la
constitución del ayuntamiento Republicano en Jaca y la organización de una milicia civil en
los pueblos que iban abandonando, junto con las malas condiciones metereológicas y otra

6
Existen diversas monografías al respecto, aparte de los testimonios de sus protagonistas. Destaca, por la
cantidad de datos ofrecida, la de Gómez, E.: La insurrección de Jaca. Los hombres que trajeron la República,
Barcelona, Escego, 1996. Encontramos un excelente estudio dentro de un análisis global del insurreccionalismo
en España en la citada obra de González Calleja.

826
serie de percances retrasaron considerablemente el paso hacia Huesca. A su vez, el
sorprendente encuentro de frente con los artilleros en Coronas de Cillas la mañana del 13
terminó de desconcertar a los sublevados de Jaca, pues los creían comprometidos con su
proyecto. Para comprobarlo, o más bien para recordárselo y convencerlos, Galán envió a los
capitanes Salinas y García Hernández. Desplegaron una bandera blanca, pues, si no había
imprevistos, marchaban como parlamentarios. Trataron de hablar con la tropa para sublevarla,
pero al llegar lo que les esperaba el arresto sin posibilidad de comunicarse. Los artilleros
comenzaron a hacer fuego sobre los hombres de Galán, quienes llevaban horas sin dormir,
sufriendo la inclemencia del tiempo y las constantes averías. El efecto psicológico de la
escena fue casi inmediato y pronto comenzó la desbandada que Galán no supo ni quiso frenar.
Consciente de la suerte que podían correr sus compañeros García Hernández y Salinas y
creyendo que con su declaración podría salvarlos terminó por entregarse.
De la necesidad de Alfonso XIII por solucionar la crisis con un castigo ejemplar
surgieron dos “mártires”: Fermín Galán y Ángel García Hernández. El fusilamiento de este
segundo obedeció más al deseo de reforzar el castigo que a su responsabilidad real en la
insurrección. Su pena de muerte tuvo lugar el domingo 14 –sin respetar la fecha ni la tregua
no escrita de dilatar estos procesos hasta la vuelta de las fiestas navideñas-, aprobada por el
Gobierno Berenguer por expreso deseo del monarca. En algunos ámbitos el castigo surtió el
efecto deseado., abortando el movimiento planeado para el día siguiente por el Comité
Revolucionario de Madrid. La revolución había perdido el factor sorpresa con el adelanto de
los de Jaca y sus propios retrasos a la hora de cumplir los plazos que habían marcado su plan.
Los dirigentes del Comité, incluidos los socialistas, no estaban dispuestos a lanzarse a la calle
por una República como la que propugnaban Galán y sus compañeros, una República que
superaba por la izquierda los intereses cimentados en la esperanza del advenimiento de la
futura República burguesa. El mismo miedo que los había movido a aplazar el movimiento al
15 actuaba ahora de freno para unos y otros, justificándose en la creencia extendida de que el
movimiento ya no tenía posibilidad de éxito después de que los sublevados de Jaca alertasen a
las autoridades. Los enlaces de los Comités y sus delegados estaban ya aislados por la acción
de la policía, pero sobre todo por el pánico a exponerse y por el pesimismo con el que la
mayoría veía ya la lucha violenta contra la Monarquía.
Conocidos los sucesos de Jaca en Madrid la noche del 12, los militares del entorno de
Queipo de Llano y Ramón Franco se reunieron, con la insistente propuesta de Franco de
secundar el movimiento aquella misma noche o, como muy tarde, al día siguiente. Esto
resultó imposible, pues todos los elementos de acción se encontraban ocultos o detenidos. A

827
su vez, según Franco, el Comité había ordenado el día 12 que Cádiz, Lérida y Valencia
secundaran la sublevación. O bien no recibieron esta orden, o bien decidieron no cumplirla,
dando por hecho el fracaso. Lo mismo que sucediera, es probable, con los socialistas.
El levantamiento de Cuatro Vientos el día 15 pretendía protestar contra la muerte de
los capitanes y reafirmar la validez de la lucha insurreccional contra la Monarquía. La misma
desorganización que en Jaca junto con la falta de apoyo obrero y civil llevó al traste este
levantamiento. Dejando a un lado el intercambio de responsabilidades entre Ramón Franco y
Gonzalo Queipo de Llano pasados los hechos, cada uno señala unas distintas causas del
fracaso del movimiento de diciembre. Franco se refiere a la salida prematura de los de Jaca,
porque alarma al Gobierno y permite adelantarse al levantamiento en otras provincias y
elaborar una defensa escalonada, trasladando tropas de unos a otros lugares. Otro factor
importante fue la falta de dinero y armas. Pero como principal causa acusa a los socialistas
por su pasividad la madrugada del sábado. Ésta será la teoría que predomine en los círculos de
extrema izquierda durante los años republicanos. Por su parte, Queipo de Llano no fue tan
benévolo con Fermín Galán: para él éste fue el principal responsable de la desarticulación del
Comité Revolucionario e imposibilitó cualquier otro movimiento revolucionario posterior.
Sin embargo, ambos coinciden en afirmar que fue el levantamiento de Cuatro Vientos
el que posibilitó el advenimiento de la República en abril. Aunque lo defienden por diferentes
razones. Mientras Queipo de Llano afirma que Cuatro Vientos fue la única salida para arreglar
lo que se había descompuesto con el adelantamiento de Jaca, Franco lo ve como una respuesta
al fusilamiento de los dos capitanes. Una ejecución ejemplar que, de no ser contestada,
terminaría por años con la posibilidad de una República española.
Sorprende el hecho de que el levantamiento de Cuatro Vientos se llevara a cabo
también sin el conocimiento de muchos de los republicanos. Aunque en este caso este hecho
puede justificarse por el miedo de los implicados de una u otra forma en el movimiento
general quienes, a partir de la noche del día 13 rompieron sus redes de comunicación para
esconderse de la policía. Tan sólo algunos quisieron hacer frente a su responsabilidad
permitiendo su detención. Permitiéndola, pues a pesar de las órdenes de Emilio Mola, la labor
policial de seguimiento de estos políticos se redujo a la mínima actividad o, al menos,
mínimos fueron sus resultados.
Conocidas las sublevaciones de Jaca y Cuatro Vientos encontramos diversas
diferencias que nos indican que, si bien el grupo de Franco y Rada era el más próximo
ideológicamente al de Galán, se trataba de dos proyectos distintos, con distintas motivaciones.

828
A diferencia de Galán, Ramón Franco no ha desarrollado un pensamiento político7. Que
Franco no es un verdadero político lo demuestra muy bien su labor como diputado
republicano. Tanto Ramón Franco como Fermín Galán tienen un compromiso político y
revolucionario con anarcosindicalistas, ateneístas, etc., y hay una confluencia de intereses en
cuanto a la transformación radical de la sociedad –sólo de una forma superficial- pero el papel
de Franco en el levantamiento de Cuatro Vientos es más el de un militar revolucionario. El de
un aventurero metido a revolucionario. El caso de Fermín Galán es similar, pero diferente. Se
trata de dos personajes de mucho carácter, con un elevadísimo concepto de sí mismos. Ambos
quieren destacar sobre el resto de los hombres. Lo que los hace tan diferentes es la convicción
de Galán de que él es, sin ninguna duda, el hombre que traerá a España la revolución. En un
momento u otro, por sus acciones o por sus omisiones, por su triunfo o por su fracaso o,
incluso, por su muerte.
En el levantamiento de Cuatro Vientos estuvieron implicados oficiales de mayor
graduación, aunque sus motivaciones no eran en absoluto revolucionarias. La táctica de Galán
–ensayada en el frustrado movimiento de Montjuich de 1928- era precisamente aprovecharse
de esas figuras de primera fila siempre que fuese posible para conseguir cobertura, más fácil
movilización de las tropas, relaciones, armamento, etc. En resumen, utilizar a los militares del
mismo modo que utilizaba a los políticos para establecer redes de información y para
conseguir dinero y armas para la revolución. Aunque el fracaso de aquella empresa lo llevó a
plantearse la necesidad de disolver el Ejército por su incapacidad. La implicación de Queipo
de Llano -únicamente crispado por el mal trato que había recibido de la Dictadura8 y enrolado
en el lance del 15 de diciembre de forma casual, a pesar de ser el responsable del comité
militar- obedece a la necesidad de contar con un mando superior para dar fuerza al
levantamiento. Queipo de Llano, al frente del levantamiento de Cuatro Vientos, sin ser su
inspirador, es ante todo un militar. Por el contrario, Galán hace tiempo que ha perdido la
confianza en el Ejército y tan sólo permanece en él como medio de mantener el contacto con
la tropa y poder influir en ella.
El compromiso de la tropa de Jaca, aunque no de toda ella, resultó mucho más firme
que el de los madrileños. En ambos casos los soldados se vieron seducidos por la fuerte

7
A pesar de no tratarse de un pensamiento integrado, sí podemos hablar de un intento por parte de Fermín
Galán de hilar una serie de ideas con respecto a la historia, la sociedad y la política que conforman un
pensamiento político estructurado, aunque débil. Actualmente nos encontramos haciendo un estudio de Nueva
Creación y el pensamiento político de Galán.
8
Queipo de Llano, G.: El movimiento reivindicativo de Cuatro Vientos, Madrid, Yagües, 1933, pp. 21-22. Una
de las principales razones de la publicación de esta obra es el alejar de sí cualquier tipo de especulación en
torno a su honradez derivada de las obras de Emilio Mola o Ramón Franco.

829
personalidad del líder- Galán y Franco-, no obstante, en Jaca la movilización tanto de los
soldados como de la población civil fue más clara que en Cuatro Vientos. Aunque allí, ni
siquiera quienes se oponían al levantamiento, muy superiores en número, se enfrentaron a los
aviadores. Muy al contrario, la oposición interna al movimiento de Cuatro Vientos se redujo a
una suerte de apatía e indiferencia con un mínimo de reprobación pasiva. No compartían los
deseos de Queipo y Franco, pero tampoco tenían intención de movilizarse para defender una
Monarquía al borde del derrumbe.
Por otra parte, es necesario destacar la importancia que Galán daba al elemento civil
(obrero) y a su integración en el movimiento que él capitaneaba. El plan de Jaca era dejar la
revolución asentada en la retaguardia. A su paso, los hombres de Jaca dejaban a civiles
encargados del mantenimiento del nuevo orden republicano en los pueblos. Algo que Galán
ya contemplaba en su obra Nueva Creación cuando trataba la cuestión del Ejército y la
seguridad. Optar por esta táctica retrasó mucho el avance hacia Huesca, dando tiempo
suficiente a las fuerzas del Gobierno a organizarse y marchar sobre ellos. En realidad, al igual
que sucedería con el comunismo libertario y la gimnasia revolucionaria, el hecho de
proclamarlo en los pueblos, aunque posteriormente fuesen reprimidos, demostraba la
viabilidad del proyecto social. Sin embargo, demasiados imprevistos -muchos de ellos
derivados de la “espontaneidad” del levantamiento, muy intuitivo- impidieron que Galán y
sus hombres llevaran hasta el final su proyecto. Quizás porque el margen de transición que
otorgaba Fermín Galán fuera mayor que el de los anarquistas o porque, precisamente, él se
veía obligado a actuar como militar y no como ideólogo en aquella revolución.
Fermín Galán logró conformar un pensamiento político, plasmado en el citado libro
Nueva Creación. Refleja las lecturas compulsivas de Galán en sus periodos carcelarios. Se
trata de un conjunto de lecturas desordenadas y a las que no dio tiempo a la reflexión. De ellas
surgió la amalgama de la Nueva Creación, una obra de pensamiento político que pretende
abarcarlo todo y por el contrario deja el apartado de las soluciones inconcluso, cuando no
vacío o lleno tan sólo de críticas a las ideologías obreras, más o menos asumidas. Su intención
con éstas no es tanto desvincularse de las principales tendencias obreristas como demostrar
que lo que propone es un nuevo plan revolucionario. Un guiño más a su vanidad que algunos
de sus amigos anarcosindicalistas, como Antonio Leal, le permitían de buen grado. La
realidad es que el gran abismo que separaba a Galán del entorno cenetista era, antes que nada,
su soberbia. También lo alejaba la mala opinión que le merecían algunos de los líderes

830
sindicalistas, a quienes consideraba igual de “telefónicos”9 que el resto de los políticos
republicanos. Pero esa opinión, compartida por muchos dentro de la Confederación, no era un
impedimento para incorporarse a la CNT; la cuestión es más bien si Galán habría sido capaz
de formar parte de una organización cualquiera. Mucho más difícil de responder en el caso de
una organización libertaria, en la que habría sido si no un militante más, sí al menos uno de
entre tantos otros hombres con ideas.
Las discrepancias entre los hombres del Comité Nacional de la CNT y Galán databan,
al menos, del frustrado intento insurreccional en Montjuich, proyecto al que Leal y Galán
habían dedicado muchos esfuerzos para verlo después abandonado (ellos dirían traicionado)
por un CN10 demasiado reformista para ellos. En diversas ocasiones se refiere Galán a Ángel
Pestaña en estos términos, si bien es cierto que esto no le preocupaba, se conformaba con
saber hasta dónde eran capaces de llegar los sindicalistas y confiarles sus proyectos en
consecuencia. También hablaba de él en una de sus cartas a Antonio Leal. Galán creyó
reconocer una clara inspiración de Nueva Creación en un artículo reformista de Ángel
Pestaña, e incluso agradeció que Pestaña no indicase la supuesta procedencia. Reformista o
no, resulta divertido que Galán no sólo se comparara con Pestaña, sino que pensase que éste
necesitaba de su obra para expresar sus propias ideas.
Al igual que en el levantamiento de Montjuich, para la sublevación de 1930 fue
Fermín Galán quien se acercó al Comité (en este caso el Comité Revolucionario Nacional, en
1928 al Nacional de la CNT) con un plan ideado por él mismo. Y al igual que entonces, este
Comité se limitó a hacer pasar el tiempo aplazando sine die la propuesta con unas y otras
excusas. Los amigos de Galán en la Confederación eran precisamente aquellos que pugnaban
por el control revolucionario de la misma, en detrimento de Pestaña y Peiró. Los mismos que
criticaban los manejos de éstos con los políticos republicanos11. Sin embargo, eran también
los mismos que en Cataluña compartían y apoyaban la prisa de los de Jaca, quienes
supuestamente formaban parte de ese mismo movimiento. Visto de otra forma, los cenetistas
revolucionarios compartían con Galán de muy atrás la idea de que era posible el acercamiento
a militares y republicanos, pero sólo con la intención de obtener de ellos todo aquello que les

9
“Telefónicos” e “ineptos” eran los apelativos que Fermín Galán usaba para referirse a los políticos. Decía de
ellos que implicaban a militares y sindicalistas en sus proyectos insurreccionales pero luego no eran capaces de
llevarlos adelante por miedo a que éstos los superasen implantando una revolución.
10
"(...) a causa del reformismo que ya elaboraban sus líderes en el seno del Comité Nacional y que hoy inicia
una visible relajación en la moral de clase y aptitud combativa de la magnífica masa sindical, poniéndola ya al
alcance de las manos de la burguesía, del mismo modo que ha sido puesta la Unión General de Trabajadores”,
Leal, A. y Rodríguez, J.A., op. cit., p. 22.
11
Sobre las relaciones de Peiró con los republicanos se puede consultar: González Calleja, op. cit., y Pou, B. y
Magriñá, J: R.: Un año de conspiración (1930). Antes de la República, Barcelona, Rojo y Negro, 1933.

831
fuese necesario para hacer triunfar un levantamiento de carácter obrero y obrerista. Así,
mientras durante la República fue constante la acusación a políticos como Miguel Maura o
Rafael Sánchez Guerra de haber usado a los hombres de Jaca como carne de cañón, la verdad
es que el compromiso de éstos tampoco era incondicional, ni gratuito.
No es sólo en esto en lo que los revolucionarios cenetistas tomaron la misma postura.
Encontramos también algunas similitudes con los proyectos insurreccionales anarquistas de la
crisis del primer bienio republicano. En su libro Voy a decir la verdad Salvador Sediles
explica la “teoría del mantel”, de Galán, quizás inspirado por su lectura de Keyserling. Según
ésta, sólo era necesario que uno de los grupos implicados en la conspiración se sublevase para
arrastrar a los demás con él. Lo mismo se impuso, como decisión orgánica, en el movimiento
insurreccional anarquista de enero de 193312. Un movimiento inspirado por la misma idea de
Galán de que un golpe que no triunfase tenía un valor en sí, de una u otra manera. En el caso
de Juan García Oliver y la insurrección de enero de 1933 éste sería el valor mismo de la
gimnasia revolucionaria; en el de diciembre de 1930, la posibilidad de crear un mártir (Galán
siempre pensó que sería el único ajusticiado y en realidad la muerte de Ángel García se debió
más a la necesidad de la Monarquía de dar un castigo ejemplar a los sublevados). Aunque la
realidad es que hasta la trágica derrota sólo hubo un momento en el que el optimismo del
capitán flaqueó. Fue en el comienzo, en Jaca, cuando se causaron las primeras bajas. Las
muertes de dos carabineros y un guardia civil -imprevistas e indeseadas- trastocaron por
completo los planes y minaron los ánimos de Galán. Éste tardó varias horas en devolver las
aguas al cauce revolucionario, un precioso tiempo que se convertiría en el principal enemigo
de los militares de Jaca. Aparte de esta pérdida de tiempo, la responsabilidad de esas muertes
ya sólo dejaba dos opciones a Galán y éste lo sabía: triunfar o convertirse en mártir.
Este último suceso nos dirige de nuevo al ciclo insurreccional anarquista. A la máxima
de no subvertir lo insubvertible, de no cometer actos que ensuciasen el proceso
revolucionario13. Así, igual que los campesinos de Casas Viejas pagaron con dinero y con
vales cuanto requisaron de la taberna del pueblo en enero de 1933, los hombres de Jaca

12
El 29 de diciembre de 1932 el Comité Nacional de la CNT, en sus preparativos del movimiento del enero
siguiente, envió una circular a todas las regionales de la Confederación explicando que si una sola de las
regionales se rebelaba, todas las demás deberían secundarla.
13
Se refiere también a ello Graco Marsá: “Nosotros pudimos fusilar, y no fusilamos; pudimos juzgar en
Consejo sumarísimo, y no juzgamos a nadie; pudimos coger al general Las Heras al querer cruzar el Gállego, y
le dejamos huir. ¿Dónde está nuestra crueldad, dónde la falta de justicia del republicanismo español? Si de algo
pecamos fue de ingenuos, de confiados, de caballerosos. ¡Y que vengan a acusarnos de injustos gentes que
estuvieron complicadas en aplicaciones de la ley de fugas, gentes que veían con simpatía la política del general
Martínez Anido en Barcelona!”.Marsá,G.:La sublevación de Jaca. Relato de un rebelde, Madrid,
Zeus,1931,p.20

832
requisaron cuanto necesitaron con la promesa de pago o con vales. También es cierto que
muchos de los dueños de los camiones rogaron a Galán que no se los llevase, por miedo a
perderlos, como así terminó sucediendo en muchos casos. A Ramón Franco le sucedió esto
mismo con su negativa a bombardear el Palacio de Oriente al verlo lleno de niños jugando.
Franco no quería que el recuerdo que se tuviese de ese intento (frustrado ya) de implantar la
República fuese el de un conjunto de asesinos de niños.

LA TIERRA Y LA CREACIÓN DEL MITO DE LOS MÁRTIRES DE LA REPÚBLICA


La tarde del 16 de diciembre de 1930 salía a la calle por primera vez el periódico La
Tierra. Economía, Agricultura, Política. Aunque el levantamiento de Jaca había sorprendido
a toda España el periódico comenzaba su andadura con un número especial dedicado al
movimiento de diciembre. Se publicaba con un breve en la primera página, indicando que el
curso de los acontecimientos había obligado a modificar el número que tenían preparado.
Aquella noche las plazas madrileñas estaban iluminadas y nutridos grupos de fuerzas del
Ejército, de la Seguridad y la Guardia Civil patrullaban las calles. Los cafés estaban cerrados,
incluso aquellos que habitualmente permanecían abiertos toda la noche. Félix Paredes,
redactor de La Tierra, recorrió la capital toda la noche preparando un reportaje sobre la
repercusión del levantamiento de Cuatro Vientos. Salvados los primeros problemas, como la
dificultad para encontrar personas que se prestasen a hacer declaraciones, y libre ya del
peligro de ser detenido llevó sus notas a la redacción. Allí vería, horas más tarde, cómo la
censura tachaba hasta la última línea de su artículo. Pronto aquello se convertiría en la
cotidianidad del periódico14.
La tarde del 14 de diciembre la Redacción de La Tierra se había reunido por primera
vez. Corrían las noticias de la suerte de los dos capitanes y se acusaba la ausencia de varios
redactores, implicados en los hechos de Jaca. La sombra de los hombres de Jaca persiguió al
periódico durante su existencia. Muertos Galán y García Hernández el diario utilizó la figura
de los “mártires de la República” para defender un proyecto de República alternativo. Una
República social de corte filoanarquista15. Con una defensa a ultranza de la “República de

14
Recuerda Eduardo de Guzmán de los comienzos de La Tierra durante la Monarquía: “Vino, tras unos meses
de censura, una nueva etapa de relativa libertad. Tornamos a la lucha con inigualados bríos. Cada número de La
Tierra era un dardo a la Monarquía; cada artículo, un grito revolucionario. Las masas se aglomeraban en las
calles próximas, esperando la salida del periódico. Todos los días había manifestaciones, escándalos,
cargas…”, Gómez Fernández, R.: 137 anécdotas políticas y de la revolución, Madrid, 1932, p. 165.
15
La Tierra, surgió como idea del periodista Salvador Cánovas Cervantes, quien había sido director del
periódico La Tribuna. De aquel proyecto anterior incorporaría a varios periodistas a La Tierra. Se trataba de un

833
diciembre” y la revolución española el diario hacía las veces de aglutinador y portavoz de
diversas corrientes ideológicas. Sus columnas estaban igual de abiertas para un federal como
Eduardo Barriobero, que para un militar venido a político como Ramón Franco o un
controvertido faísta como Jacinto Toryho. Cualquier representante de la extrema izquierda
republicana o el anarcosindicalismo encontraba un espacio libre en La Tierra,
autodenominada “órgano de la revolución española”16. No se trataba sólo de un lugar de
encuentro para políticos o intelectuales de la izquierda revolucionaria, sino también de un
proyecto que trataba de intervenir en el día a día de sus bases sociales, intentando articular
una protesta -insurreccional o política- contra los Gobiernos de la República17.Para esto se
hacía imprescindible la creación y la representación constante de unos símbolos comunes, los
levantamientos, junto con la celebridad de algunos de sus protagonistas, ofrecieron a Cánovas
Cervantes y sus compañeros mucha materia prima con la que trabajar.
Frustrado el movimiento de diciembre de 1930 la construcción del mito de los
“mártires de la República” de manera generalizada y extendida a todo el espectro político
republicano no llegaría hasta los albores de la Segunda República. Su formulación anterior a
estas fechas se vería reducida a grupúsculos libertarios o de extrema izquierda, articulada en
torno al concepto de la “República o la revolución de diciembre”. Como hemos dicho, La
Tierra se constituía en portavoz y animador de estos colectivos. Su postura con respecto al
movimiento de diciembre del treinta resulta, por lo tanto, paradigmática. Para analizarla
podemos dividirla en tres ejes de actuación diferentes: los homenajes, aniversarios y

periódico de tarde cuyo primer número apareció 16 de diciembre de 1930. El último, del 8 de junio de 1935,
contaba ya por el número 1.375. Su tiraba fue diferente en sus diversas etapas, pero alcanzaba regularmente
unos 10.000 ejemplares. Tanto en su redacción como entre sus lectores se nutría de los entornos de los
federales barrioberistas, sectores de extrema izquierda revolucionaria (cercanos a Blas Infante, la Izquierda
Republicana y Antimperialista de César Falcón, el Partido Social Revolucionario de José Antonio Balbontín…)
y anarcosindicalistas de diversas tendencias. Sus relaciones con la CNT, aunque complicadas, eran estrechas,
afianzadas por vínculos personales y que comprendían el apoyo de La Tierra a la Confederación en sus
movilizaciones y del diario para publicar sus notas, manifiestos y convocatorias cuando a Solidaridad Obrera o
CNT les resultase imposible. También se utilizaban sus columnas como punto de encuentro de militantes y
simpatizantes para debates sobre la Confederación.
16
“El odio a La Tierra. Somos el órgano de la revolución española”, La Tierra, 16-VI-1931.
17
La relación de La Tierra con sus lectores era muy estrecha y bidireccional. La Tierra afianzó su relación
mediante la convocatoria de un concurso de cuentos proletarios en el que uno de los premios consistía en poder
colaborar como redactor para el periódico. También permitía el envío de originales e informaciones, habría
suscripciones para diversas campañas (el monumento a los “mártires de la República”, la ayuda a los niños de
Casas Viejas, cajas de resistencia para huelgas…). Su espacio “tribuna libre” se encontraba abierto a cualquier
lector, y en él se intercambiaban opiniones de desconocidos con otras de figuras de primera fila en el ámbito
confederal. Durante las primeras andaduras del diario sus lectores crearon unas peñas para defender su salida
de la recogida y la censura. Estas peñas, con el tiempo, se fueron convirtiendo en tertulias de debate ideológico,
casi en grupos de afinidad donde existía una preocupación revolucionaria que comprendía tanto la política
como el Arte, etc. Estos colectivos terminaron por confundirse en muchas ocasiones con los de militantes y
simpatizantes del Partido Social Ibérico, íntimamente ligado a la redacción del periódico.

834
suscripciones en torno al levantamiento; la crítica al olvido en el que deja la República a los
“hombres de Jaca”, la represión, la idea de complot republicano contra Ramón Franco y el
uso partidista de la memoria de los mártires; y la pugna entre dos conceptos de República.
Respecto a los aniversarios y homenajes podemos marcar diversos hitos y fechas
fundamentales. Los aniversarios principalmente se desarrollaron en números especiales
dedicados a los dos levantamientos. Estos números corresponderían a los días 12, 13, 14 y 15
de diciembre. Sin embargo, si bien durante los primeros tres años la efemérides ocupaba casi
la mitad del total de los artículos, el interés por los revolucionarios del treinta fue decayendo a
partir de 1934. Coincidiendo con la etapa ideológicamente más posibilista del diario. La línea
editorial estaba cada día más cercana a otras vías como la unión del proletariado o dejándose
seducir por el proyecto de Martínez Barrio; y acusando la censura que sufría por su apoyo al
levantamiento de octubre de 1934. La Tierra sufría por igual la frustración del ciclo
insurreccional de la CNT y la evidencia de la incapacidad que tenían los políticos y militantes
de su entorno para captar el voto por igual de anarquistas y republicanos de izquierda
revolucionaria. El derrumbe de la Alianza de izquierdas o la incapacidad de la candidatura de
La Tierra por el Partido Social Ibérico sumados a la mella que la censura hacía en el proyecto
social del diario -que terminó por desaparecer un año después por dificultades económicas- no
dejaban espacio al optimismo a ese respecto. No sólo se trataba de Galán y García, sino que el
diario fue perdiendo buena parte de su identidad, no sólo ideológica, sino también formal.
Antes de desaparecer, La Tierra cambió la maqueta, aumentó el número de páginas, la
introdujo nuevas informaciones internacionales y nuevos espacios, varió la publicidad e
incluso llegó a cambiar su director, nombrando por poco tiempo a Eduardo de Guzmán, en un
intento por reenganchar lectores sin tener que responder por la controvertida figura de
Cánovas Cervantes.
Los especiales de los aniversarios recogían artículos de reafirmación republicano-
revolucionaria, otros de sus protagonistas contando sus recuerdos (no podían faltar las firmas
de Salvador Sediles y Ramón Franco, habituales colaboradores), loas a los mártires y sus
compañeros, etc. Si los aniversarios de diciembre eran, sobre todo inicialmente, muy potentes
como afirmación revolucionaria, poco a poco –sobre todo, conocido ya el proyecto político de
la alianza republicano-socialista-, fueron creciendo en su crítica al nuevo régimen y
fomentando la idea de que los hombres de Jaca y Cuatro Vientos habían sido traicionados y
utilizados por los gobernantes republicanos. Muy importante para reforzar la idea de la
existencia de dos proyectos contrapuestos -el de los revolucionarios de diciembre y el de la
coalición republicano-socialista- resultaron otros aniversarios, como el 12/14 de abril o el, ya

835
casi olvidado, 11 de febrero.
Como hemos señalado, algunos de los protagonistas de los levantamientos de
diciembre fueron colaboradores asiduos del diario. Es el caso de Franco, Sediles o Piaya. En
el caso de Ramón Franco su relación con La Tierra fue muy intensa. El periódico apoyó y
defendió al aviador durante el espinoso asunto de Tablada18 y su coqueteo con la política,
tanto como le fue posible, también publicó sus reportajes de Villacisneros, reseñas muy
favorables y publicidad de sus libros y conferencias. Celebraron diversos banquetes en los que
unos y otros se homenajeaban por su valor revolucionario19. El propio regreso a España de los
militares de Cuatro Vientos en abril del 31 tuvo el siguiente recibimiento: “Llegan los buenos.
Regreso de Queipo de Llano, Franco y otros emigrados”20. Seducido Franco por el
Lerrouxismo en el año 33, la despedida no pudo ser más elocuente: “Un “adiós” definitivo a
la revolución. Franco vuelve a ser quien fue. Triste epílogo de un “revolucionario””21.
No podemos olvidar tampoco la fluida relación de La Tierra con la madre de Fermín
Galán y la viuda de Ángel García, seguramente afianzada por una de las campañas de
suscripción del periódico. Esta suscripción, inicialmente planteada para erigir un monumento
a los mártires, se anunció por primera vez el 27 de abril de 1931, recién proclamada la
República. La idea habría surgido de dos niños, Maruja y Paquito Domínguez, al día siguiente
de proclamarse la República: “El propósito está en el ambiente, anida en el alma de toda la
democracia española, es el fervoroso deseo nacional y fue sentido por la ternura de los niños
Maruja y Francisco Domínguez22”. Como en sus otras campañas, el periódico incluía el

18
Los sucesos del aeródromo de Tablada, en Sevilla, el 27 de junio de 1931 constituyen uno de los primeros
pulsos de los extremistas revolucionarios contra el poder republicano. Los planes que tuvieran los
revolucionarios andalucistas en conjunción con los anarcosindicalistas, guiados por Pedro Vallina fueron
abortados por la intervención del general Sanjurjo, enviado de Maura a Sevilla. Sanjurjo ejerció la autoridad en
Sevilla entre el 27 y el 29 de junio, sin tener que repeler ningún enfrentamiento grave. Durante los siguientes
meses se debatió sobre si se trataba de un complot comunista (como acusaba Maura, en referencia a la supuesta
responsabilidad de José Antonio Balbontín) o de un ataque personal al héroe del Plus Ultra, Ramón Franco,
quien había intentado, según su propio testimonio, depurar el mando de Tablada, donde mandaban muchos
militares antirrepublicanos. La Tierra tomo la defensa de Franco como bandera aquel verano ya que la
controversia que levantaba el suceso les otorgaba argumentos para protestar contra la política republicana y
hablar de la existencia de un complot contra los militares que se levantaron en diciembre de 1930 a la vez que
se premiaba a militares de dudosa fidelidad a la República, como Sanjurjo.
19
Fue Franco quien se acercó por primera vez a la redacción del periódico, a fines de julio de 1931, para
agradecerle su defensa ante Miguel Maura y Ángel Galarza. Es importante señalar aquí que, aparte de la
simpatía que sentía por Franco, La Tierra tenía una lucha abierta con Maura y Galarza al menos desde los
sucesos de mayo en Madrid, tras lo cuales los dos políticos comenzaron un fuerte ataque al diario acusándolo,
entre otras cosas, de estar pagado por March.
20
La Tierra, 17-IV-1931.
21
La Tierra, 29-IX-1933.
22
“A los mártires de la libertad. LA TIERRA recoge la iniciativa de los niños Maruja y Francisco Domínguez e
impulsa una suscripción nacional para erigir en Madrid un monumento a los gloriosos capitanes Galán y García
Hernández”, La Tierra, 27-IV-1931.

836
nombre de cada donante y la cantidad con la que colaboraba. Así podemos saber que la
cantidad total recogida fue de 1,275,05 pesetas, dinero insuficiente para tal empresa, de modo
que (después de ser acusado de lucrarse con la suscripción) el diario entregó, sin dejar espacio
a suspicacias, la cantidad a las familias de los mártires23. Sabemos también que unos de los
que más colaboraron fueron, precisamente, sus redactores, como podemos ver en la tercera
lista publicada.
Dentro del apartado de anécdotas producidas por el optimismo inicial con el que La
Tierra recibió a la República destacamos la propuesta del periódico de que el nuevo régimen
adoptase como himno una composición del maestro Torralba dedicada a Ramón Franco,
quien la habría encargado durante los días que los revolucionarios de Cuatro Vientos se
refugiaron en Lisboa. Se trataría de un himno revolucionario cuyos derechos de autor
servirían para erigir un monumento a Galán y García Hernández.
En cuanto a las otras dos estrategias que Cánovas Cervantes y sus redactores usaron
para imprimir fuerza al mito de los mártires, resultaría realmente difícil analizarlas como si se
trataran de compartimentos estanco. Sin duda se trata de dos cuestiones entrelazadas que se
retroalimentan. De un lado, la crítica al Gobierno republicano y al propio régimen (entendido
como un proyecto hegemónico de Azaña y los socialenchufistas, a quienes a partir de enero
del 33 denominarían “los hombres de Casas Viejas”) son constantes al menos desde la
temprana fecha de mayo de 1931. De otro, la existencia de un proyecto alternativo, que se
presenta como el proyecto de Jaca -aunque sea necesario alterar un tanto la historia para
adaptarlo a lo que La Tierra se refería- rompería con la idea de una única República posible
formada por la conjunción de los diversos sectores republicanos. Las décadas de represión de
libertades que habían forjado la esperanza republicana24 entre los políticos republicanos
hacían que ésta se entendiese no como un régimen, como un sistema político aséptico, sin
ningún condicionamiento ideológico fijo, sino como una edad de libertades y respeto de la
voluntad popular. El diario no sólo contaba con las tropelías del gabinete de Azaña en materia
de represión obrera y campesina25 y después con la aún mayor represión de las derechas, sino
que también podría reforzar su idea de desconexión del Gobierno con el pueblo si lograba
demostrar la existencia y viabilidad de una alternativa revolucionaria.
Entendido esto, el maltrato de los nuevos gobernantes a los “héroes” de diciembre de

23
“¿Dónde está ese dinero? El monumento a Galán y García Hernández”, La Tierra, 17-XI-1931.
24
Duarte, Á.: “La esperanza republicana”, en Cultura y movilización en la España contemporánea, Madrid,
Alianza, 1997.
25
Especialmente centradas en contra de los anarcosindicalistas, cuyas bases sociales conformaban el grueso de
los lectores de La Tierra.

837
1930 no puede ser tratado más que como un punto de ataque como otros tantos. Si bien es
cierto que el mito de los “mártires de la libertad” fue una de las principales señas de identidad
del entorno de La Tierra. Por ello es importante que consignemos aquí algunos ejemplos de lo
que decimos. El mal entendimiento del periódico y el Gobierno se muestra evidente y sin
marcha atrás hacia mayo del 31. Comenzaba la República con mal pie para los periodistas
revolucionarios, apoyándose en hombres de dudosa fidelidad al régimen y apartando a
aquellos que ellos creían más útiles. Del mismo modo, abandonaba en el peor de los olvidos a
los colaboradores directos de los levantamientos de diciembre26. Desde muy temprano el
periódico que se ocupó de criticar de forma contundente esa conducta: “Los hombres que
gobiernan España odian y temen a la revolución. Fueron a la República para impedirla. Y
ahora que están en el Poder tratan de eliminar a todos los que pueden hacerla triunfar. Así
destituyen a Franco, olvidan a los de Jaca, vuelven la espalda o persiguen a cuantos
contribuyeron al advenimiento de la República”27. Sintomático el hecho de que se refiera a
“los que pueden hacerla triunfar”, frase que denota que la República no se ha constituido del
todo con las elecciones del 12 de abril y aún queda una senda revolucionaria por recorrer.
Incomprensible, también, el olvido y la despreocupación del Gobierno republicano por el
primer aniversario de los mártires. Olvido que “revela un divorcio, un aspecto más del
divorcio entre la opinión republicana de España y los hombres que encarnan la República
existe”28.
No obstante, hubo quienes no olvidaron este aniversario, como el sindicato Único de
Huesca, que organizó una manifestación en el “campo de los mártires” encontrándose de
frente con los disparos sin aviso previo de nueve números de guardias del orden. El periodista
Ezequiel Endériz cubrió el suceso, según sus datos, el 13 de diciembre más de 9.000 personas
visitaron las tumbas, con representaciones de Huesca y Zaragoza y un único diputado en
representación del Gobierno. Durante el acto hablaron el capitán Sediles y el diputado del
Partido Radical Socialista Francisco Barnés. Al día siguiente, varias mujeres llevaron flores
desde los pueblos del Pirineo a Francisco Galán, hermano del capitán Galán. Las tumbas de

26
Basaban su crítica en que si bien era cierto que muchos políticos republicanos al comienzo del nuevo
régimen sí se apoyaron en la sombra de los mártires, las figuras menores de los levantamientos sufrían un
incomprensible abandono cuando no ostracismo. La Tierra denunciaba este hecho como un hipócrita e
interesado uso del recuerdo de diciembre. Recuerdo del cual se consideraban la única legítima heredera.
27
“La ingratitud de la República. Franco destituido”, La Tierra, 26-VI-1931. Existen múltiples ejemplos más,
militares en prisión, molestados injustamente por las fuerzas de seguridad, taxistas al borde de la indigencia por
haber perdido sus coches en la aventura de Jaca… Cualquier demanda cabía en las columnas de La Tierra, que
se apresuraba a criticar la demora con la que el Gobierno resolvía debatir la concesión de indemnizaciones.
28
“Ingratitud e incomprensión. El Gobierno y el Parlamento en el aniversario de una fecha gloriosamente
trágica”, La Tierra, 14-XII-1931.

838
los mártires se llenaron de carteles de protesta por aquellos políticos que no apoyaron la
insurrección de diciembre y “las paredes del cementerio católico fueron asaltadas por el
pueblo que las derrumbó, secularizando así, una vez quitada la divisoria que lo aislaba, ya que
las autoridades se mostraban remisas en ese sentido”29. Este acto era muy importante porque
significaba honrar el deseo de Galán, que no abandonó su ateísmo ni en los últimos momentos
de su vida. Así, el 15 de diciembre aparecía una radical repulsa en La Tierra a un acto en
Palacio, unas misas en sufragio del alma de Galán.
También el compromiso que la República pareció mostrar en sus inicios con la
conmemoración de Jaca terminó en frustración. Salvador Sediles, compañero de Fermín
Galán y diputado de izquierda federal, recordaba en las Cortes el 31 de julio de 1931 varias
promesas incumplidas, a la vez que reclamaba la libertad para todos los presos sociales y
políticos. La República había anunciado que los nombres de los capitanes muertos se
esculpirían en letras de oro. Sediles pedía ahora que en esa promesa a los de Galán y García se
añadieran los de Layret, Sancho y Ferrer, como padres de la revolución que entendía en curso.
Especialmente frustrante parece que ser que fue el problema del traslado de los restos
de los dos capitanes a Madrid. Dicho traslado lo había ofrecido la empresa Pompas Fúnebres
a finales de abril de 1931, el Consejo de Ministros no tomó una decisión al respecto hasta el
mayo de 1934. El diario acogió la noticia con interés, pero sin ocultar sus reservas y
añadiendo que lo necesario en ese momento era más bien divulgar el pensamiento y la obra de
Galán30. Todo estaba preparado para que Madrid recibiera los restos el 15 de septiembre. La
Tierra pedía que aquel día se convirtiese de forma espontánea en fiesta nacional, ya que el
Gobierno no lo había fijado así. El mero acto de la petición hacía perder valor a la
espontaneidad del acto pero, la realidad es que, tanto el homenaje como el traslado quedaron
inconclusos debido al difundido rumor de que la extrema izquierda utilizaría el momento de
agitación para lanzarse a un movimiento revolucionario. La noticia contrarió a las familiares
de Galán, que enviaron varias cartas a la redacción del periódico planteando sus quejas y
alternativas. El resultado final fue que las tumbas de los dos capitanes continuaron en Huesca,
donde se celebró el cuarto aniversario de su muerte con guardias de asalto custodiándolas día
y noche. No ocurrió lo mismo, denunciaba La Tierra, en abril del año siguiente, cuando

29
“La efemérides de hoy. Ante la tumba de los mártires”, La Tierra, 14-XII, 1931.
30
Conscientes del potencial de movilización de del mito de los “mártires de la República”, La Tierra utilizó su
figura como bandera de cambio. Sin embargo, a pesar de su insistencia en que el Gobierno republicano
difundiese el pensamiento político de Galán, ellos mismos no lo hicieron de manera exhaustiva y pedagógica,
precisamente porque la ambigüedad del mito de los mártires, que se refería a una serie de ideas preconcebidas
repetidas machaconamente año tras año en el diario, era la que posibilitaba la adhesión a él de tantos
colectivos.

839
amparándose en la madrugada un grupo de hombres -varios de ellos militantes de la Falange,
según se supo tras sus detenciones- atacaron las tumbas arrojándoles cemento y colocando
sobre ellas un cartel: “Viva España digna. Muera la República y muera el marxismo”. El
suceso obtuvo un cierto eco, el mismo José Antonio Primo de Rivera se vio obligado a
publicar una nota en la que decía reprobar el acto y lo desvinculaba de la Falange.
En el primer aniversario de la insurrección de Cuatro Vientos Mariano Sánchez Roca,
subdirector de La Tierra, explicaba en un artículo sus relaciones con la joven República: ”Ya
está implantada la República. Ahora hay que hacer la revolución. ¿Qué ocurre luego? (…)
Que la República de los que la gobiernan no es la República de Franco, como no es la de
muchos con él aportamos a la causa de la revolución todo nuestro entusiasmo y nuestro
fervor”31. La candidatura revolucionaria de Franco había supuesto para ellos el primer
enfrentamiento contra el modelo de República instaurado por la coalición del primer bienio,
que se pretendía hegemónico. Un enfrentamiento que comenzaba en la lucha electoral, pero
prometía una posterior movilización violenta si la revolución se veía frenada32. Para los
simpatizantes de la extrema izquierda la República de abril no era “su República”. Y no
dudaban en afirmarlo en todo momento. Una República sin revolución no les servía, sentían
como referente la insurrección de Jaca y tomaban de la historia y el pensamiento de Fermín
Galán aquello que les servía para construir un mito movilizador, de esperanza, que les hacía
creer que el cambio revolucionario era no sólo posible, sino legítimo. También los
anarcosindicalistas tomaban nota de la oportunidad perdida y terminaron por optar por la vía
insurreccional. La frustración era evidente, como se ve en la siguiente escena de la novela
Índice Rojo, de Ricardo Peña:
“¡Valiente parodia! Si Galán no hubiese sido traicionado por los políticos y los
militares, no se estaría dando ese vergonzoso espectáculo en la calle. ¡Qué vergüenza!
Hasta los hombres de la Confederación se han dejado llevar por esa burda pantomima,
y después de lanzar aquel asqueroso manifiesto del día 15 de diciembre, todavía dejan
perder este precioso momento.
-Se han sacado los presos.
-Sí. Pero habéis dejado la cárcel”33.

31
“Los que supieron luchar por el régimen. La República española y Ramón Franco. Vejaciones e injurias por
todo pago”, La Tierra, 15-XII-1931.
32
En una serie de artículos titulada: “Lo que simbolizó la candidatura de Ramón Franco”, Blas Infante,
inspirador y organizador de la candidatura revolucionaria, explicaba esto mismo de la siguiente manera: “La
candidatura de Franco ha simbolizado la “primera y enérgica expresión”, la primera y firme protesta contra el
ineditismo al cual habían relegado los hombres del Gobierno a los principios animadores de la revolución: la
“primera viril” manifestación heterodoxa organizada, en contraste con la pasividad gubernamental de la fuerza
de los imperativos contenidos en esos genotipos de sociedad y Estado puramente españoles que preñan la
revolución de nuestro país, actuando por unos hombres de su raza y de su tiempo”.
33
Peña, R.: Índice Rojo (novela histórica), Barcelona, Cooperativa obrera de Artes Gráficas, 1933, p. 32.

840
MEMORIA E HISTORIA DEL
SOCIALISMO ESPAÑOL HASTA 1939.
EL PROYECTO DE
DICCIONARIO BIOGRÁFICO
DEL SOCIALISMO ESPAÑOL1.
Aurelio Martín Nájera
Director del Archivo y Biblioteca, Fundación Pablo Iglesias
Pedro Barruso Barés
Delegación de Educación, Guadalajara

El 2 de mayo de 2004 se cumplió el 125 aniversario de la fundación del Partido


Socialista Obrero Español (PSOE) dando comienzo a la presencia de organizaciones de corte
socialista en España siguiendo las ideas marxistas de la Internacional. El proceso fundacional
del socialismo español proseguiría años después con la fundación, en 1888, de la Unión
General de Trabajadores (UGT) y en 1903 de las Juventudes Socialistas de España (JJSS). Sin
embargo el desarrollo de las tres organizaciones fue dispar. Mientras la UGT se convertiría en
una de las principales organizaciones sindicales, siendo la de mayor implantación en la
geografía española hasta el final de la Guerra Civil, el desarrollo del PSOE fue diferente. La
implantación y del crecimiento del Partido Socialista fue lento y no logró sus primeros éxitos
electorales hasta el año 1910, cuando como consecuencia de la alianza entre los partidos
republicanos y el PSOE, fue elegido diputado su fundador Pablo Iglesias. Eso no quiere decir
para esas fecha no hubiese representación socialista en las instituciones pero esta presencia se
limitaba a los ayuntamientos, como el de Bilbao, donde tras la huelga minera de 1890, en las
elecciones municipales del año siguiente fueron elegidos cuatro concejales socialistas si bien,
debido a las restricciones de la Ley Electoral, tan solo uno de ellos pudo ocupar el cargo
concejil.
El PSOE tras sortear situaciones complicadas como la crisis de 1921 propiciada por el
intento de un sector del partido de ingresar en la III Internacional, y que dio origen a la

1
Esta comunicación forma parte del proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Educación y
Ciencia “Diccionario Biográfico del socialismo español hasta 1939” (HUM2005-01102/HIST).

841
creación del Partido Comunista de España (PCE), pasó a convertirse en el principal partido de
la oposición a la monarquía de Alfonso XIII y formó la minoría parlamentaria mas numerosa
tras las elecciones de junio de 1931. Una vez iniciada la Guerra Civil, en septiembre de 1936,
un socialista –Francisco Largo Caballero- llegó por primera vez a la presidencia del Gobierno,
cargo en el que sería sucedido por otro socialista, Juan Negrín, que permaneció en el cargo
hasta el final de la contienda.
Es fácil suponer que dada la importancia numérica y política del PSOE que éste haya
sido objeto de numerosas investigaciones históricas en los últimos años tras la restauración de
la democracia en España. Sería larga de citar la nómina de autores que se han ocupado de la
historia del socialismo español pero entre otros podemos citar a Víctor Manuel Arbeloa y sus
estudios sobre el sindicalismo socialista2, los estudios de Santos Juliá, Andrés de Blas, Marta
Bizcarrondo o Antonio Elorza entre otros3. La UGT en concreto ha sido objeto de numerosos
estudios entre los que podemos destacar algunos realizados por los propios protagonistas,
como es el caso de Amaro del Rosal, que publicó una historia del sindicato socialista en 19774
sin dejar de mencionar la “Historia de la UGT” dirigida por Santiago Castillo desde el año
19985 o la del socialismo español dirigida por Manuel Tuñón de Lara6. Del mismo modo el
socialismo español ha ocupado un espacio destacado en las historiografías regionales surgidas
en los últimos años y en especial en aquellas regiones donde el peso de la ideología socialista
ha sido más destacado. A modo de ejemplo podemos mencionar los casos del País Vasco (con
las obras de Miralles, San Feliciano y más recientemente de Ibáñez y Pérez7) o Andalucía
(Diego Caro, Manuel Morales…8por mencionar algunas ejemplos.

2
Aisa, Javier- Arbeloa , Víctor Manuel: Historia de la Unión General de Trabajadores, Bilbao, Ed. Zero, s.a.
1975.
3
Entre las numerosas obras de estos autores podemos mencionar JULIÁ, Santos: La izquierda del PSOE
(1935-1936), Madrid, Siglo XXI, 1977 y del mismo autor Los socialistas en la política española, 1879-1982,
Madrid, Taurus, 1997. Blas Guerrrero, Andrés de: El socialismo radical en la II República, Madrid, Túcar,
1978; Bizcarrondo, Marta: Araquistain y la crisis socialista en la II República, Madrid, Siglo XXI, 1975.
Ralle- Michael- Elorza, Antonio: La formación del PSOE, Barcelona, Crítica, 1989.
4
Rosal, Amaro del: Historia del UGT de España, Barcelona, Grijalbo, 1977.
5
Castillo, Santiago (Dir.); Historia de la UGT, Madrid, Publicaciones Unión, 1998.
6
Tuñón de Lara, Manuel (dir.): Historia del socialismo español, Barcelona, Conjunto Editorial, 1989. Los
volúmenes que se refieren al período objeto del presente proyecto son Castillo, Santiago: Historia del
socialismo español (1870-1909); Termes, Josep y Alquezar, Ramón: Historia del socialismo español (1909-
1931) y Juliá, Santos: Historia del socialismo español (1931-1939).
7
Miralles, Ricardo: El socialismo vasco durante la II República. Organización, ideología, política y elecciones
1931-1936. Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Lejona, 1998; Sanfeliciano, Mari Luz: UGT
Vizcaya 1931-1936, Unión General de Trabajadores de Euzkadi, Bilbao, 1990; Ibañez, Norberto- Pérez, José
Antonio: Orígenes y desarrollo del socialismo en el País Vasco (1890-1936), Bilduma, nº 19 (número
monográfico), Ayuntamiento de Rentería, Rentería, 2005.
8
Caro Cancela, Diego: La II República en Cádiz: elecciones y partidos políticos, Diputación Provincial de
Cádiz, Cádiz, 1987; Morales Muñoz; Manuel: Ugetismo y socialismo en la España rural: Teba: Un siglo de

842
Un apartado importante dentro de la historiografía del socialismo español está
ocupado por las memorias y biografías de los principales líderes socialistas de la II República
siendo estas obras de obligada consulta para los historiadores que quieran analizar el
socialismo en la citada época y periodos posteriores. Las memorias de Largo Caballero,
Indalecio Prieto o Julián Zugazagoitia9 entre otros forman parte de elenco más importante de
obras que es necesario tener en cuenta. En un segundo plano, pero no menos importantes, son
las biografías de los líderes socialistas, de las que siguen faltando algunas de los líderes más
importantes, pero que contamos ya con importantes estudios sobre personalidades como Juan
Negrín, Indalecio Prieto, Julián Besteiro, Rodolfo Llopis o Facundo Perezagua por citar las
más recientes10. Del mismo modo en los últimos años, y desde la Fundación Pablo Iglesias y
la Fundación Francisco Largo Caballero, se están publicando las obras completas de Pablo
Iglesias y de Francisco Largo Caballero11 que se unen a los diversos catálogos y guías de
fuentes sobre los fondos conservados en el Archivo Histórico de la Fundación Pablo Iglesias.
Se parte, por tanto de un importante, bagaje tanto historiográfico como documental.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en otros países, no existe una obra de referencia
que permita situar, aunque sea mínimamente, a los responsables del socialismo español a lo
largo de la historia como ocurre en Francia con el “Dictionnaire biographique du mouvement
ouvrier français” por citar el ejemplo más cercano12. Esto nos llevó a plantarnos la necesidad
de llevar a cabo una obra que permitiera servir de guía a los investigadores y a la vez viniera a
cubrir una laguna importante en la historiografía española, pero esto planteaba una serie de
problemas de partida, que planteamos a continuación, y a los que tratamos de dar solución a
lo largo del proyecto y a los que nos vamos a referir a continuación.

Historia, UGT-Andalucia, Sevilla, 2004.


9
Largo Caballero, Francisco: Escritos de la República: Nota históricas de la guerra en Espala (1917-1940),
edición, estudio preliminar y notas de Santos Juliá. Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 1985; Prieto, Indalecio:
Convulsiones de España: pequeños detalles de grandes sucesos, Oasis, México, 1967-1969; Zugazagoitia,
Julián de: Guerra y vicisitudes de los españoles. Prólogo de Santos Juliá, Tusquets, Barcelona, 2001.
10
Ordenados por años de publicación podemos citar las biografías de Gibaja, José Carlos: Indalecio Prieto y el
socialismo español, Editorial Pablo Iglesia, Madrid, 1995; Vargas, Bruno: Rodolfo Llopis (1895-1983): Una
biografía política, Ed. Planeta, Barcelona, 1999.; Miralles, Ricardo: Juan Negrín, la República en guerra, Ed.
Temas de Hoy, Madrid, 2003; Ibañez, Norberto- Pérez, José Antonio: Facundo Perezagua. El primer líder
obrero de Bizkaia (1860-1935). BBK, 2003.
11
Martin Nájera, Aurelio: Obras completas de Pablo Iglesias, Instituto Monsa de Ediciones, S.A. Sant Adriá
del Bésos, 12 volúmenes: Martín Nájera, Aurelio-Garrigós Fernández, Agustín: Obras completas de Francisco
Largo Caballero, Instituto Monsa de Ediciones, Sant Adriá del Bésos, 7 volúmenes.
12
Maitron, Jean (Dir.) Dictionnaire Biographique du Mouvement Ouvrier Français. 1ere partie : 1789-1864, de
la Révolution Francaise a la fondation de la Premiére Internationale (1965) ; 2eme partie. 1864-1871 : La
première internationale et la Commune (1968) ; 3eme partie : 1871-1914 : De la Comunne a la Grande Guerre
(1995), 4éme partie :1914-1939. De la Première a la Seconde Guerre Mondiale (1981).

843
EL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Y LA PLANIFICACIÓN DEL TRABAJO.
El primer problema que debimos afrontar fue la extensión cronológica del proyecto.
Era evidente que no podíamos abarcar en este proyecto la totalidad de los 125 años de historia
del socialismo español sobre todo teniendo en cuenta que tras la Guerra Civil se produjo un
largo periodo de clandestinidad y que luego siguió un periodo de intensa actividad durante la
Transición. Para solventar este problema se optó por dividir el proyecto en fases, cada una de
las cuales correspondería a un proyecto individual pero con el fin de completar un corpus
común. Las etapas que se han establecido inicialmente son las siguientes:

1. De la fundación del PSOE al final de la Guerra Civil (1879-1939)


2. La Dictadura Franquista y la clandestinidad (1939-1976)
3. La Monarquía parlamentaria (1977-2006)

Como se puede observar este proyecto se ocupa de la primera de las etapas que hemos
señalado, desde la fundación del PSOE en 1879 hasta el final de la Guerra Civil en 1939.
Planificar una cronología más amplia hubiera supuesto complicar enormemente la realización
del trabajo debido a una serie de razones:

1. La excesiva amplitud cronológica que hubiera hecho poco operativo el poder


desarrollar el proyecto.
2. La amplitud de las fuentes a consultar. Si bien éstas, a medida que avanzamos
en la cronología están más localizadas y conocidas hubieran restado peso a la época
inicial.
3. El período que transcurre entre la fundación del PSOE y la proclamación de la
II República presenta grandes dificultades por la escasez de fuentes en algunos casos y
la diversidad de las mismas.

Por tanto, el principal objetivo de esta etapa es poder identificar y documentar a los
primeros cargos del PSOE desde el período de su fundación hasta el final de la II República
que pese a ser un número sensiblemente inferior al de otras etapas es también numeroso. Por
ello era necesario un criterio de selección que permitiera ir incorporando los cargos socialistas
al proyecto. Por este motivo hemos establecido una serie de tipologías que permiten situar a
los personajes identificados en una escala de modo que el número de personas a considerar no
se incremente de manera desorbitada. Los grupos que hemos establecido responden a una

844
doble perspectiva, los cargos en el partido y los cargos en la Administración del Estado
estableciendo una relación jerárquica. La relación de cargos es como sigue:

Cargos en el PSOE Cargos en la Administración


Presidente del partido Presidente del Gobierno
Núcleo Fundacional / Fundadores Ministro
Miembro de la Comisión Ejecutiva Diputado a Cortes
Miembro del Comité Nacional Diputado Provincial
Delegado a Congresos Compromisario elección de presidente de la República
Directivo de Agrupación Socialista Alcalde
Otros cargos en el partido Concejal
Candidato Elecciones Generales Otros cargos en la Administración
Candidato Elecciones Municipales Vocal Instituto de Reformas Sociales
Candidato Elecciones Provinciales

Establecemos, como se puede apreciar, una gradación paralela entre los cargos en el
PSOE y los cargos en la Administración de modo que unos no “oculten” a otros. Es decir, si
tomamos por ejemplo el caso de Largo Caballero, si establecemos una única jerarquía su ficha
aparecería encabezada por el cargo más elevado que ostentó en el PSOE –presidente de la
Comisión Ejecutiva- mientras que quedaría “oculto” el cargo de Presidente del Gobierno.
Operar de esta manera nos permite localizar a una persona bien por sus cargos en el partido o
por sus cargos en la administración estableciendo jerarquías diferenciadas y paralelas a la hora
de analizar los datos.
Otra de las cuestiones relevantes es la referida a la distribución geográfica de las
personas a analizar. Para solventar este problema, en primer lugar, se trató que el equipo de
investigación cubriese la mayor parte del territorio nacional. De este modo los miembros del
estudio cubren, de manera directa las comunidades de Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla
La Mancha, Madrid, Navarra y País Vasco tratando cada uno de los investigadores de
regiones limítrofes. De este modo la relación entre los investigadores y los territorios, de
manera provisional, es la siguiente:

Investigador Entidad Región Área limítrofe


Baleares, Canarias, Castilla
Aurelio Martín Fundación Pablo Iglesias Madrid
y León
Diego Caro U. de Cádiz Andalucía Occidental Extremadura
Manuel Morales U. de Málaga Andalucía Oriental Murcia
Manuel Requena U. de Castilla La Mancha Castilla La Mancha Valencia
Ángel García-Sanz U. Pública de Navarra Navarra La Rioja
Enrique Bernard U. de Zaragoza Aragón Cataluña
Adolfo Fernández F. José Barreiro Asturias Galicia
Pedro Barruso C. de Educación de CLM País Vasco Cantabria

845
De este modo tratamos de cubrir la mayor parte del territorio nacional, si bien somos
conscientes de no poder abordar, en esta primera fase, con igual profundidad todas las
regiones por eso hemos concebido el proyecto como un proyecto abierto al que se podrán ir
incorporando investigadores bien por la vía de las becas de formación de personal
investigador tanto del Ministerio de Educación como de las comunidades autónomas
respectivas. Del mismo modo cada investigador va a ir configurando una red de colaboradores
en las zonas en las que trabaja con el fin de ir incorporando, como redactores del diccionario,
a diversos investigadores y estudiosos de las distintas zonas de España.

LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN HISTÓRICA. UNA COMPARACIÓN


Uno de los retos que presenta el presente proyecto es la necesidad de manejar gran
número de datos e información de diversos tipos. Para poder afrontar con garantías y poder
ofrecer la información es necesario el empleo de las nuevas tecnologías de la información y
de la comunicación (TIC). A la hora de planificar el proyecto del Diccionario Biográfico
éramos conscientes de que no era operativo el diseño de una mera base de datos en la que se
acumulase más o menos información pero que podía no trascender del mero almacenaje de
datos. Por ello, dadas las especiales condiciones del proyecto y el desarrollo de las nuevas
tecnologías se optó por el desarrollo de un Sistema de Información Histórica (SIH) que fuese
a la vez una fuente y un recurso que pudiera ser empleado por los investigadores.
Un SIH, según Romero y Genet13, tiene como función integrar de manera operativa
textos, bases de datos y resultados que se deriven de la investigación que sirvan al
investigador para su trabajo y permitan pasar de uno a otro de una forma sencilla. Ello implica
la capacidad de integrar la información, ordenarla y ser capaz de ofrecerla al investigador en
respuesta a unas cuestiones concretas. Pero, también debe ser capaz de ofrecer una
información que el propio investigador reelabora en función de sus intereses. Por estos
motivos, a la hora de planificar el desarrollo de nuestro proyecto consideramos la necesidad
de analizar una serie de herramientas históricas, accesibles en este momento por Internet y
que presentan una serie de características destacadas; se trata de las compilaciones de datos
del profesor Ortíz de Zárate, del diccionario de ministros del profesor Urquijo, las bases
documentales de Euzko Ikaskuntza, el proyecto “Todos los nombres” y la base de datos del
Holocausto. Veamos brevemente cada una de ellas.

13
Romero, Giulio-Genet-Jean Philippe: « Des bases de donneés aux systémes d´information historique » en
Congreso internacional sobre sistema de información histórica, Vitoria 1997, p.28.

846
1. La compilación de datos de Ortíz de Zárate14 es una fuente destacada de
información. En la misma podemos encontrar la composición de los gobiernos
españoles desde 1931 hasta la actualidad sino también biografías de líderes políticos,
obituario político…Sin embargo se trata de una información estática que solo es
ofrecida y con la que no podemos interactuar. Es, a pesar de todo, un recurso destacado.

2. El “Diccionario Biográfico de Ministros” de Juan Ramón Urquijo Goitia15 es el


resultado de una serie de proyectos de investigación que han permitido elaborar la
nómina de ministros y personas integradas en órganos de gobierno en España (Juntas
Revolucionarias, Directorio de Primo de Rivera, Junta Técnica del Estado…) durante
los siglos XIX y XX. Se ofrecen los datos básicos de cada personaje (Gobierno u
organismos a los que ha pertenecido y fecha de nombramiento y de cese). En la
actualidad, y siguiendo el esquema empleado en el “Diccionario biográfico de los
parlamentarios de Vasconia”, se están desarrollando las biografías de los diferentes
personajes incluidos en la web. La información ofrecida es de una gran importancia y
calidad pero es estática, es decir no permite interactuar con la misma ni realizar
búsquedas para lo que es necesario desplazarse manualmente o emplear la función
buscar del navegador.
3. Por su parte la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza ofrece en su
apartado de información documental una amplia información que va desde las noticias
relacionadas con la cultura vasca en la presa al cancionero vasco. Se trata de páginas
interactivas de alta calidad que ofrecen gran información. En esta ocasión nos vamos a

14
www.terra.es/personal2/monolith/ [Consultado : 29 de abril de 2006].
15
www.ih.csic.es/lineas/jrug/diccionario/ministros/index_dic.htm [Consultado: 29 de abril de 2006].

847
centrar en la edición digital de la Enciclopedia Auñamendi16, una gran fuente para el
conocimiento de la Historia del País Vasco. La posibilidad e búsquedas avanzadas
seleccionando diversos criterios (toponímicos, onomásticos, institucionales, texto
libre…) la convierten en una herramienta de consulta de primer orden y que se
culminará a comienzos del año 2007 con lo cual se dispondrá de un corpus documental
de gran importancia no solo para la historia del País Vasco.
4.

5. La web “Todos los nombres”17, ambicioso proyecto impulsado por la


Asociación Memoria y Justicia de Andalucía y por el sindicato CGT-Andalucía, nos
ofrece el análisis de bases de datos de represaliados por el franquismo en Andalucía.
Este sistema de información, que está previsto incorpore datos de otras comunidades,
permite realizar una consulta selectiva en función de los datos libremente elegidos por
la persona que consulta la base de datos. De este modo podemos obtener información
bien de tipo personal, local o provincial. Pese a que ésta es esquemática responde
perfectamente las necesidades del proyecto, nacido del importante revulsivo que ha
experimentado la recuperación de la memoria histórica en los últimos años.
Desarrollada por una amplia red de colaboradores la pretensión es cubrir toda la
geografía española y poder disponer de la mayor información sobre la represión en la
posguerra. Quizá sería necesaria una mayor ordenación y una más detallada relación de

16
www.euskomedia.org/euskomedia/SAunamendi?idi=es&op=1 [Consultado: 29 de abril de 2006].
17
www.todoslosnombres.org/ [Consultado: 29 de abril de 2006].

848
fuentes. Al tratarse de un recurso de reciente creación su desarrollo debe ser observado
con atención

6. La base de datos del Holocausto judío18 es posiblemente el mejor ejemplo de


Sistema de Información Histórica de los que disponemos. En la web se ofrece una
variada gama de posibilidades de buscar información con diversos criterios en la base
de datos. En no pocos casos la información de la base de datos se acompaña de
fotografías o documentos, muchos de ellos en alemán o hebreo, informes sobre las
personas que murieron en el Holocausto e informaciones diversas sobre el episodio
histórico al que se dedica. Está claro que la riqueza de medios materiales y humanos
con los que cuentan los responsables de la web no está al alcance de todos pero es un
ejemplo de los más destacados que podemos mencionar.

18
http://www.yadvashem.org/ [Consultado: 29 de abril de 2006].

849
UN HORIZONTE TEÓRICO. LOS OBJETIVOS DEL PROYECTO.
Una vez que hemos hecho referencia al estado de la cuestión y nos hemos referido al
equipo de investigación y a una serie de ejemplos que podemos consultar hoy en día en
Internet, es necesario que hagamos referencia a cuales son los principales objetivos de este
proyecto que ahora presentamos.
En primer lugar la constatación de la no existencia de una obra de referencia referida
al movimiento obrero español no lleva a plantearnos como primer objetivo a la revisión de los
fondos existentes en la propia Fundación Pablo Iglesias y, en primer lugar, “El Socialista”
como una de las fuentes más importantes a la hora de biografiar el movimiento socialista
español. Las relaciones de dirigentes, de integrantes de la Comisión Ejecutiva, del Comité
Nacional, de los compromisarios de los congresos, de los candidatos en los diferentes
procesos electorales a lo que podemos unir las múltiples necrológicas publicadas en gran
número durante el exilio, nos permite disponer de un punto de partida importante que ya se ha
ido recopilando a lo largo de los años. Partiendo de estos datos iniciales, que están siendo
informatizados y sistematizados, trataremos de lograr el resto de los objetivos que componen
el horizonte teórico del presente proyecto.
En primer lugar se pretende completar el conocimiento de fondos documentales
referidos al socialismo español y que hayan permanecido inéditos o cuyo conocimiento sea
relativo o reducido. De este modo, conjugando la información de la que ya disponemos con la
nueva documentación que vayamos conociendo, iremos completando el SIH que hemos
diseñado para el desarrollo del proyecto y al que hacemos referencia en el punto siguiente.
Del mismo modo, dada la amplitud de la investigación, se contemplan una serie de
objetivos que tienen como fin la difusión de las investigaciones que se prevén llevar a cabo y
a la vez sirvan como nexo de unión y de intercambio de información entre los miembros del
equipo de investigación y el resto de la comunidad científica. Por otra parte se pretende que el
proyecto sirva de estímulo para poner en marcha investigaciones sectoriales o regionales
referidas al estudio del socialismo español.
De este modo, con el fin de potenciar el intercambio de información entre los
integrantes del equipo de investigación y el resto de la comunidad científica se planifican dos
tipos de actuaciones. Una, de ámbito más reducido, coincide con las jornadas de coordinación
semestrales que celebra el equipo de investigación. De modo paralelo a las mismas se
contempla la celebración de una reunión científica abierta a los investigadores. Del mismo
modo, cuando el período de investigación se encuentre en el ecuador del periodo de vigencia
del mismo está prevista la celebración de una reunión científica de mayor amplitud en el

850
transcurso de unos cursos de verano o un evento similar.
De manera paralela a las labores de difusión se contempla el desarrollo de acciones de
investigación y análisis sectoriales del movimiento socialista español al amparo del presente
proyecto de investigación. Estas actuaciones serán de dos tipos; o bien mediante el desarrollo
de investigaciones realizadas al amparo de becas predoctorales vinculadas al proyecto o por
investigaciones sectoriales, desarrolladas por los integrantes del equipo de investigación. En
todo caso está previsto que la difusión de los resultados del proyecto se lleve a cabo tanto por
vía telemática como mediante la publicación de artículos o estudios relacionados con el
proyecto.

EL SIH DEL DICCIONARIO BIOGRÁFICO DE SOCIALISMO ESPAÑOL


Como hemos dicho a lo largo de las páginas anteriores lo que pretendemos con el
presente proyecto es, por una parte elaborar un estudio detallado de quienes han sido los
dirigentes más destacados del socialismo español hasta la Guerra Civil a la vez que ofrecemos
un recurso de investigación a la comunidad científica.
Para ello hemos diseñado un sistema que se fundamenta en una base de datos
desarrollada inicialmente con el programa Microsoft Access, en el que se ha diseñado un
formulario de entrada de datos en el que se recogen los más significativos. Se hace referencia
a sus datos personales (lugar y fecha de nacimiento, lugar y fecha de fallecimiento) a su
actividad política. Del mismo modo en la ficha de registro de datos se dispone de tres
submenús en los que se recoge la información sobre sus cargos dentro del PSOE o en la
Administración, su biografía y otro submenú en el que se recogen observaciones y las fuentes
empleadas para redactar la ficha de registro. Del mismo modo se contempla la inclusión de
una fotografía de la persona referenciada y de algunos documentos importantes como por
ejemplo sentencias de consejos de guerra u otros procesos represivos seguidos contra la
persona biografiada y que han sido recuperados de diversos archivos.

851
Esta estructura de base de datos se facilita a los investigadores del proyecto, junto con
un manual de empleo de la misma, en formato MDB para su trabajo local, es decir, sin
necesidad de compartir la información con otros investigadores mientras esta no esté
elaborada completamente. En este primer año está previsto, con la colaboración de Microsoft
España, el disponer de la base en SQL para que pueda ser “subida” a Internet y manejada
desde la web del proyecto.
Esta, como es fácil suponer, dispondrá de dos áreas. Una pública a la que se accederá
libremente y en la que se podrán consultar todos los datos disponibles en la base de datos y
que serán actualizados de manera constante. De mismo modo en la web se dispondrá de una
zona restringida a los investigadores del proyecto que serán los encargados de “subir” a la red
los registros elaborados por ellos mismos o por los colaboradores con los que cuenten una vez
supervisadas las biografías. Tras comprobar posibles duplicidades o informaciones parciales
ubicadas en distintos registros se procederá a la publicación definitiva de la biografía en la
web acompañada de la fotografía, en caso de que se disponga de la misma, o de documentos
relevantes sobre la persona biografiada si es el caso.
De manera paralela a la publicación en web, al final del trienio de investigación se
procederá a la publicación impresa del “Diccionario biográfico del socialismo español” que
en función del volumen y del nivel al que se descienda irá publicando sucesivos tomos. Del
mismo modo el proyecto que ahora se presenta es, como hemos dicho, la primera etapa de un
recorrido que esperamos que sea largo y nos permita llegar casi hasta la actualidad.

852
En conclusión podemos decir que es un proyecto amplio y abierto al que invitamos a
sumarse a todos los investigadores del movimiento obrero para que colaboren en el mismo
aportando informaciones y datos de dirigentes locales o provinciales, que hayan sido objeto
de sus investigaciones o a los que hayan identificado a lo largo de las mismas para de este
modo poder disponer de una herramienta de referencia lo más completa posible y elaborada
entre todos aquellos que investigan o han investigado la historia política y del movimiento
obrero español hasta el final de la Guerra Civil.

853
854
SOCIALISTAS
EN EL MADRID JORNALERO:
LA CONQUISTA
ELECTORAL SOCIALISTA
EN EL CHAMBERÍ DE 1905*
Rubén Pallol Trigueros
Universidad Complutense

En Noviembre de 1905 el PSOE obtenía en Madrid su primera conquista electoral:


Pablo Iglesias Posse, Francisco Largo Caballero y Rafael García de Ormaechea lograban ser
elegidos como concejales en unas elecciones municipales, los tres por el mismo distrito,
Chamberí. Un éxito de alcance limitado, pues poco significaban tres concejales en un
Ayuntamiento de veintiocho y que, una vez más, había sido ganado por los “candidatos
ministeriales”, bien es cierto que por estrecho margen. Los candidatos liberales se habían
hecho con dieciséis concejalías, frente a unas fuerzas de oposición que se repartían entre
republicanos (5 concejales), conservadores (3), villaverdistas (1) y los mencionados
socialistas (3). Por otro lado, no era la primera vez que los socialistas accedían a un
Ayuntamiento: ya en 1895, tres socialistas habían entrado en el Ayuntamiento de Bilbao, y
con un representante se habían hecho visibles en Mataró y El Ferrol2; en esas mismas
elecciones municipales de 1905 se atribuían el triunfo de 39 candidaturas en el conjunto de
España3. De hecho, el nombre de los protagonistas de esta conquista electoral socialista

*
"Este texto ha sido posible por la concesión de tres proyectos de investigación: “De la sociedad industrial a la
sociedad de servicios. Cambio social y económico en un espacio metropolitano. Alcalá de Henares, 1868-
2000.” MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA. PLAN NACIONAL DE I + D + I. (BHA2003-02543).
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. Investigador principal: Luis Enrique Otero Carvajal. “De la
sociedad industrial a la sociedad de servicios. Cambio social y económico en un espacio metropolitano. Alcalá
de Henares, 1868- 2000” COMUNIDAD DE MADRID. PLAN REGIONAL DE I + D + I. Ref.:
06/HSE/0373/2004. Así como por las discusiones mantenidas por el grupo de investigación UCM Historia de
Madrid en la edad contemporánea, nº ref.: 941149, compuesto por Luis Enrique Otero Carvajal, Gutmaro
Gómez Bravo, José María López Sánchez, Rubén Pallol Trigueros, Rafael Simón Arce, Fernando Vicente
Albarrán, Borja Carballo Barral y Nuria Rodríguez Martín".
2
Gómez Llorente, Luís: Aproximación a la historia del socialismo español (hasta 1921), Cuadernos para el
Diálogo, Madrid, 1971. Castillo, Santiago: Historia del socialismo español . Vol. 1, 1870-1909. Barcelona:
Instituto Monsa,.1997.
3
El Heraldo de Madrid, 14 de Noviembre de 1905 señalaba 21 candidaturas socialistas triunfantes; sin

855
ensombrece el acontecimiento por sus carreras políticas posteriores y deja el episodio como
un renglón más dentro de la historia del crecimiento y desarrollo del Partido Socialista, en su
avance hacia el protagonismo y hegemonía que alcanzará decenios más tarde. Sin embargo,
conviene rescatar la relevancia que aquellas elecciones tuvieron en su momento, tanto para los
propios candidatos triunfantes como para los socialistas madrileños y el partido en su
conjunto. En primer lugar, tanto para Pablo Iglesias como para Largo Caballero supuso la
obtención de un primer cargo político en unas elecciones, que en el caso del fundador del
PSOE ponía fin a una larga serie de decepciones y frustraciones en la contienda electoral4.
Que el triunfo se produjera en Madrid añadía más importancia al logro, por ser el lugar de
nacimiento del PSOE y residencia de sus máximos dirigentes. Además, aunque los
republicanos hubieran obtenido cinco concejales, los resultados tuvieron que producir una
honda satisfacción a unos dirigentes del partido empeñados en aquellos años en el
establecimiento de una línea política de exclusivismo obrerista5. Línea política que en la
capital muchas veces parecía centrarse, sobre todo, en marcar distancias frente al poderoso
republicanismo madrileño y que en el distrito electoral se saldó con una gran victoria: los tres
candidatos socialistas superaron a todas las candidaturas republicanas presentadas, que no
obtuvieron ninguna concejalía. Finalmente, que Pablo Iglesias, Largo Caballero y García de
Ormaechea se abrieran paso electoralmente en un sistema político tan escrupuloso en el
recuento interesado de votos, como el de la Restauración, representa un acontecimiento
histórico que hace necesario un examen más detallado.
Y es precisamente en este punto en el que se centrará el presente texto, más que en el
rescate de una página más o menos olvidada de la historia del socialismo español: analizar las
condiciones concretas en que se produjo esta conquista electoral socialista y las formas que
adquirió la pugna política concreta de la que resultaron vencedores. Para ello nos
adentraremos en la historia concreta de uno de los distritos del Madrid de principios de siglo e
intentaremos observar los detalles de lo que era un proceso electoral de la época. Con ello no
sólo se pretende contribuir al conocimiento de lo que, más allá de los discursos programáticos
y las resoluciones en congresos, suponía la práctica política de un partido socialista aún en sus
primeros balbuceos. También se quiere avanzar en el conocimiento del sistema político de la

embargo, El Socialista, días más tarde (24 de Noviembre de 1905), aumentaba hasta 39 los socialistas electos,
destacando aparte de los 3 en Madrid, los 6 de Bilbao, los 3 de Oviedo, los 2 de Mieres y los 2 de Salamanca.
4
Así, Pablo Iglesias habría visto anulada su elección como diputado (por Bilbao y por Madrid) en 1898,
considerada por los periódicos progresistas como el robo de un acta electoral. Gómez Llorente, Luís:
Aproximación… Op. Cit.
5
Ralle, Michel: “Cultura obrera y política socialista. Los primeros decenios del PSOE” en Ayer, nº 54, (2004),
pp. 49-70.

856
Restauración e indagar en la forma en que se insertaba esa práctica política concreta del
partido socialista, desafiando los condicionantes y los impedimentos a su participación en una
vida política que pretendía ser monopolizada por los partidos del turno. Más allá de los
clichés sobre el caciquismo y el fraude electoral, bucear en el funcionamiento de las
instituciones municipales tradicionalmente olvidadas por una historia política demasiado
atenta a los procesos de evolución general, puede presentarnos los matices de una
Restauración en que, al margen de las intenciones de control social de los gobernantes, existía
la posibilidad de aprovecharse de las fisuras del sistema6. Y eso es lo que hicieron los
socialistas en Madrid en el otoño de 1905.

LAS ELECCIONES MUNICIPALES EN TERRENO VIRGEN: CHAMBERÍ EN 1905


En el otoño de 1905 la capital no es que vibrara precisamente con las elecciones que se
habían de celebrar el 12 de noviembre para renovar el Ayuntamiento. Puede que fuera el
cansancio electoral, pues acababan de celebrase unas generales que habían llevado a los
liberales a la dirección del país y aún coleaban en la prensa las disputas sobre las actas de los
diputados. Puede que, como no se cansaban de denunciar los periódicos de la capital, en lo
que ya era un lugar común en todos ellos independientemente de la adscripción política, el
clima de fraude y manipulación que sobrevolaba sobre todo proceso electoral hubiera
empujado a los ciudadanos hacia la apatía política. O puede simplemente que fuera el interés
de la masa lectora y de directores de publicaciones por otros asuntos. El caso es que en
octubre y principios de noviembre de 1905, la prensa madrileña no habló más que tangencial
y escuetamente de los comicios que se avecinaban. Las primeras planas fueron ocupadas por
Loubet, el presidente de la República Francesa, en el viaje de Estado que realizó a Madrid y
en el que fue objeto de un agasajo multitudinario; por el joven rey Alfonso XIII en viaje a
Austria en su periplo por las distintas casas reales europeas en búsqueda de reina consorte; y,
como no, por la multitud de sucesos y crímenes que una prensa en eclosión se dedicaba a
airear como cebo para las nuevas masas lectoras urbanas. Ni tan siquiera El socialista dedicó

6
Carasa Soto, Pedro (coor.): Élites: prosopografía contemporánea. Valladolid, Universidad de Valladolid,
1994. Carasa Soto, Pedro (dir.): Ayuntamiento, Estado y Sociedad: los poderes municipales en la España
Contemporánea. Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2001. Carasa Soto, Pedro: “Castilla y León” en
Varela Ortega, José (dir.): El poder de la influencia: geografía del caciquismo en España (1875-1923). Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001, pp. 175-235. Carasa Soto, Pedro (dir.): Elites
castellanas de la Restauración, 2 vols, Valladolid, Conserjería de Educación y Cultura de Castilla y León,
2004. Carasa Soto, Pedro (dir.): El poder local en Castilla: estudios sobre su ejercicio durante la Restauración
(1874-1923). Valladolid, Universidad de Valladolid, 2004.

857
demasiada atención en un principio a la contienda; en parte por la falta de espacio de una
publicación que por aquel entonces seguía siendo semanal, en parte porque debían ocuparse
de asuntos de mayor trascendencia, como el darle publicidad al VII congreso del partido que
acababan de realizar en Madrid.

Plano del Ensanche Norte y del distrito


electoral de Chamberí en 1905.
El distrito electoral de Chamberí no
respondía exactamente al conjunto de
terrenos englobados en la zona Norte de
Ensanche. En la creación del distrito de
Chamberí a principios del siglo XX se
agruparon dos barrios del casco histórico
(los de alrededores de la calle Malasaña),
la zona de Ensanche comprendida entre
Bravo Murillo –San Bernardo y Almagro-
Castellana y el barrio del extrarradio de
Tetuán de las Victorias.

Aquí se dibuja una de las


posibles claves de la elección de
los tres concejales socialistas: el
relativo desinterés por las
elecciones municipales. Y sin
embargo, y muy especialmente en el caso de Madrid, los comicios del 12 de Noviembre de
1905 presentaban determinados aspectos novedosos que los hacían atractivos. La capital
acababa de ser objeto de una reorganización administrativa de sus distritos, que había alterado
sustancialmente el mapa electoral: la modificación más importante fue el surgimiento del
nuevo distrito de Chamberí, que se desgajaba del de Hospicio y que veía reconocido su peso
demográfico en el conjunto de la ciudad con la elección de cinco concejales de los veintiocho
de los que se componía el concejo. La aparición de este distrito electoral nuevo, en el que
quizá aún no funcionaran las redes clientelares y la manipulación del voto, hicieron de
Chamberí un terreno propicio para los que se quisieran lanzar a la aventura de la contienda
electoral. Los periódicos llegaron a contar hasta 34 personas que un momento u otro habían
presentado su candidatura para concejal por Chamberí: desde los socialistas hasta los
conservadores, pasando por republicanos de todos los matices, villaverdistas y un puñado de
industriales e independientes.

858
La composición social de Chamberí también ayudó a que cualquier aspirante, viniera
de la opción política que viniera, se sintiera con posibilidades de obtener éxito en el nuevo
distrito. Chamberí era un espacio urbano de reciente creación que había surgido como barrio
de la ciudad con la aprobación del Ensanche en 18607. Durante la segunda mitad de siglo se
convirtió en el barrio con el crecimiento demográfico más intenso de toda la capital8,
La segregación socioespacial en el Ensanche Norte acogiendo en sus calles recién trazadas a
las clases populares y parte de la clase
media que se venía a instalar en esta zona
del Ensanche de Madrid. La zona del
Ensanche Norte, en la que se encontraba el
recién creado distrito de Chamberí, se
distinguía claramente del Ensanche Este o
barrio de Salamanca de matiz más burgués
y aristocrático y del Ensanche Sur, espacio
de establecimiento de las principales
industrias madrileñas y de residencia de su
población trabajadora más descualificada9.
En este plano se han incorporado todos los barrios del
Ensanche Norte, independientemente de si Frente al antagonismo entre un Sur obrero
pertenecían o no al distrito de Chamberí; con ello se
y un Este burgués, el Ensanche Norte se
puede obtener una visión más amplia del proceso de
segregación socioespacial en el conjunto de la ciudad. presentaba como una zona en que la ciudad

7
Bonet Correa, Antonio (ed): Plan Castro, COAM, Madrid, 1978; MAS, Rafael: El barrio de Salamanca.
Planeamiento y propiedad en el Ensanche de Madrid. Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid,
1982; Díez de Baldeón, Clementina: Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX, Siglo XXI,
Madrid, 1986; Brandis, Dolores: El paisaje residencial en Madrid, Madrid, MOPU, 1983.
8
Para una historia de Chamberí desde su creación hasta comienzos del siglo XX, véase Pallol Trigueros,
Rubén: "Chamberí, ¿un nuevo Madrid? El primer desarrollo del Ensanche Norte madrileño, 1860-1880.",
Cuadernos de Historia Contemporánea, 2004, nº 26, Servicio de publicaciones Universidad Complutense;
Pallol Trigueros, Rubén: El distrito de Chamberí 1860-1880. El nacimiento de una ciudad, E-PrintsUCM:
oai:www.ucm.es:6237. Canosa Zamora Elia: “La periferia norte de Madrid en el siglo XIX: cementerios y
barriadas obreras” en Anales de Instituto de Estudios Madrileños, tomo XXIV 1987, pp. 515 – 533; Rodríguez
Chumillas: “Un desarrollo tardío del Ensanche Norte: el sector occidental del distrito de Chamberí”, Anales del
Instituto de Estudios Madrileños, tomo XXIV, 1987, pp. 499-513
9
Vicente Albarrán, Fernando: “El nacimiento de un nuevo Madrid. El Ensanche Sur: Arganzuela en 1860”,
Actas de la VII Jornadas de Castilla La Mancha sobre Investigación en Archivos, Junta de Comunidades de
Castilla La Mancha, Guadalajara 15-18 noviembre de 2005, ANABAD-Asociación de Amigos del AHPGU,
Vol. 1, Toledo, 2007, pp. 287-310.Vicente Albarrán, Fernando: Los albores del nuevo Madrid: el distrito de
Arganzuela (1860-1878). E-Prints Complutense, oai:www.ucm.es: 6238, 2006. Carballo Barral, Borja: “El
nacimiento de un nuevo Madrid. El Ensanche Este (1860-1878). El distrito de Salamanca”, Actas de la VII
Jornadas de Castilla La Mancha sobre Investigación en Archivos, Junta de Comunidades de Castilla La
Mancha, Guadalajara 15-18 noviembre de 2005, ANABAD-Asociación de Amigos del AHPGU, Vol. 1,
Toledo, 2007, pp. 193-212. Carballo Barral, Borja: Los orígenes del Moderno Madrid. El Ensanche Este
(1860-1878), E-PrintsUCM: oai:www.ucm.es: 6336

859
de Madrid crecía manteniendo esa cierta mixtura de clases sociales que caracterizaba a la
ciudad del Antiguo Régimen.
Tabla I Alquileres en el Ensanche Norte en 1905 Si se observa el precio medio de los
distrito barrios Alquiler
medio alquileres de los distintos barrios del Ensanche
mensual Norte que quedaban integrados en Chamberí,
Buenavista Fernando el Santo (10) 157,35
Alfonso X (9) 50,82 observamos como éstos arrojaban un alquiler
Hipódromo (11) 19,66
medio mensual moderado respecto a los
Balmes (4) 20
Chamberí Luchana (8) 53,02 vecindarios vecinos. Así, el barrio de Fernando
Cardenal Cisneros (6) 31,48
Trafalga (7)r 32,05
el Santo, en el que precio de las viviendas
Sandoval (5) 39,91 superaba en 1905 las 150 pesetas quedaba
Vallehermoso (3) 19,05
Universidad Guzmán el Bueno (2) 23,21 integrado en el barrio de Buenavista, al que
Lozoya (1) 17,27 pertenecía la aristocrática Castellana y el
Total 37
Elaboración propia a partir del padrón municipal burgués barrio de Salamanca. Los barrios de
de 1905; AVM Estadística.
Lozoya, Guzmán el Bueno y Vallehermoso, del
distrito de Universidad, tenían todos alquileres medios por debajo de las 25 pesetas, y ofrecían
una estructura residencial apropiada para los trabajadores sin cualificar y los estratos sociales
más bajos, que se materializó en abundantes casas de vecindad y de corrala. Los barrios del
Ensanche Norte integrados en Chamberí, en cambio oscilaban en sus precios de alquiler entre
las 20 y las 50 pesetas mensuales, en una oferta diversificada que comprendía tanto edificios
modernos de vecindad para las clases medias como casas bajas de uno o dos plantas a lo
sumo, vestigio del Madrid del XIX, y pobladas por artesanos y pequeños comerciantes10.
Además, en Chamberí se mantenía la vieja estratificación social en el interior del edificio, que
hacía convivir en el mismo inmueble a todos los representantes de la gama social
distribuyéndolos en viviendas de distinta calidad, según su poder adquisitivo: los pequeños
comerciantes y artesanos en las tiendas y talleres de los bajos, el burgués y la clase media de
empleados en el principal más lujoso y espacioso, los jornaleros y trabajadores manuales en
los pisos altos y buhardillas11.
Sin embargo sería un error considerar que el crecimiento de Madrid en su Ensanche se
produjo perpetuando su composición social tradicional. Si en la distribución de sus habitantes
en los nuevos barrios que surgieron en la segunda mitad del XIX se mantenía la convivencia
entre miembros de las clases más acomodadas con las más desfavorecidas, al tiempo se había

10
Díez de Baldeón, C.: Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX, Siglo XXI, Madrid, 1986.
11
Un ejemplo de estratificación vertical en Pallol Trigueros, Rubén::"Chamberí, ¿un nuevo Madrid?...”, Op.
Cit..

860
ido produciendo una transformación de los elementos que componían la aristocracia y las
clases populares de la capital. No se trataba de la eclosión de una sociedad de clases que
opusiera burguesía capitalista y clase obrera, ya que en el Madrid de comienzos de siglo no se
había producido la transformación económica de tipo industrial que permitiera tal
conformación social12. Si nos atenemos a la información que nos proporcionan los padrones,
al menos el retrato socioprofesional que obtenemos del Ensanche Norte en 1905 es el de una
población en la que a la desintegración y descomposición lenta del mundo de los oficios no
había sucedido la concentración fabril. Madrid era una ciudad esencialmente de elites y
jornaleros, en el que mantenía un importante peso el pequeño comercio y el artesanado
(aunque este último en franca retirada)13.

TABLA II: CLASIFICACIÓN SOCIOPROFESIONAL DE LA POBLACIÓN ADULTA DEL ENSANCHE NORTE DEL
DISTRITO ELECTORAL DE CHAMBERÍ EN 1905
Varones % Varones distrito Mujeres % Mujeres distrito
E. Norte electoral E. Norte electoral
SIN OFICIO 934 5,13 737 5,85 87 0,38 72 0,46
SIN DETERMINAR/SUS 1523 8,37 991 7,87 17.963 79,03 12347 78,96
LABORES
TRABAJADORES SIN 7149 39,3 4685 37,21 184 0,81 162 1,04
CUALIFICAR/JORNALEROS
LABORES 13 0,07 8 0,06 1 0 2 0,01
AGROPECUARIAS
ARTESANOS, OFICIOS Y 2652 14,58 2016 16,01 362 1,59 275 1,76
TRABAJO CUALIFICADO
SERVICIO DOMÉSTICO 484 2,66 205 1,63 2.999 13,19 1752 11,20
PEQUEÑO COMERCIO 882 4,85 646 5,13 111 0,49 108 0,69
SERVICIOS, EMPLEADOS Y 2754 15,14 2048 16,26 144 0,63 170 1,09
DEPENDIENTES DE
COMERCIO
INDUSTRIALES 135 0,74 75 0,60 3 0,01 3 0,02
PROFESIONES LIBERALES 653 3,59 331 2,63 73 0,32 14 0,09
IGLESIA Y MILITARES 498 2,74 493 3,92 0 0 57 0,36
PENSIONISTA JUBILADOS 295 1,62 216 1,72 609 2,68 551 3,52
Y RETIRADOS
PROPIETARIOS Y 217 0,86 141 1,12 193 0,64 125 0,80
RENTISTAS
TOTAL 25338 100 12592 100,00 29946 100 15638 100,00
En el cuadro se ofrecen las cifras del Ensanche en su conjunto como de los barrios y desgajadas la del conjunto de barrios que
pertenecían al distrito electoral de Chamberí; Elaboración propia a partir de AVM, Estadística, padrón de 1905.

El principal grupo de trabajadores lo constituía la masa de jornaleros y trabajadores sin

12
Juliá, Santos: “En los orígenes del gran Madrid” en García Delgado, José Luís. (ed.): Las ciudades en la
modernización de España. Los decenios interseculares, Madrid, 1992. García Delgado, José Luís “Factores
impulsores de la industrialización de Madrid” en Bahamonde Magro, Ángel, y Otero Carvajal, Luis Enrique
(eds.): La sociedad madrileña durante la Restauración (1876-1931), Alfoz-Comunidad Autónoma de Madrid-
Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1989, vol,. I, pp. 329-335. García Delgado, Jose Luis: “La
economía de Madrid en el marco de la industrialización española” en Nadal, Jordi y Carreras, Albert (dir. y
coor.): Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX y XX), Barcelona, Ariel, 1990, pp. 219-
256. Bahamonde Magro, Ángel y Fernández García, Antonio: “La transformación de la economía” en
Fernández García, Antonio (dir.): Historia de Madrid, Editorial Complutense, Madrid, 1993. Capella, M.: La
industria de Madrid. Ensayo histórico-crítico de la fabricación y artesanía madrileña, Madrid, 1962.
13
Bahamonde Magro, Ángel y Fernández García, Antonio: “La transformación…” Op.cit.

861
cualificar, que no clase obrera: se trataba en su mayoría de trabajadores no pertenecientes a un
oficio concreto (o que desempeñaban un poco todos) y que tenían su campo de colocación
habitual en la construcción de inmuebles particulares y las obras públicas. En buena medida
de origen inmigrante, los jornaleros presentes en el Madrid del cambio de siglo eran el
resultado de las intensas riadas migratorias que habían sustentado el crecimiento de una
ciudad que atraía población pero que no había conocido una transformación de sus estructuras
productivas de signo industrializante que la acogiera. La población Madrid creció de forma
vigorosa en la segunda mitad del XIX a pesar de sus saldos vegetativos negativos por la
llegada de todos estos inmigrantes atraídos por la multiplicidad de trabajos y empleos que
ofrece la capital: un día en las obras de desmonte del Ensanche, otra en la construcción del
Canal de Isabel II, al siguiente como mozo de cuerda y con suerte al fin contratado en alguno
de los pequeños empleos que florecían de la concentración de instituciones y administraciones
que se producía en la capital14. Madrid asistió así a un proceso de jornalerización de sus clases
populares como consecuencia de su particular crecimiento urbano en ausencia de
industrialización. Bien es cierto que existía un grupo importante de trabajadores cualificados
y artesanos y que dentro de ellos algunos tenían un peso destacado: los mayores grupos los
representaban los carpinteros (309), albañiles (287), zapateros (229), pintores (193),
cerrajeros (154), ebanistas (113), canteros (90), panaderos (69), tipógrafos (62) y vidrieros
(55). En buena medida se trataba de oficios que vivían al calor de la construcción, que ya se
afirmaba como el principal foco de desarrollo del sector secundario madrileño y que marcó
profundamente a las clases populares tanto en sus experiencias de clase como en sus
comportamientos políticos.
La propia naturaleza del trabajo en la construcción, en la que aún no existían grandes
empresas constructoras ni grandes promociones inmobiliarias que generaran concentraciones
de obreros, conducía a un mundo de cuadrillas de albañiles en que la relación entre maestro,
oficiales y peones era más o menos cercana15. El resto de los trabajadores cualificados, que se
hacen presentes en el padrón, confirman las descripciones ya hechas de la débil
14
Bahamonde Magro, Ángel.: “El mercado de mano de obra madrileño (1850-1874)” en Estudios de Historia
Social, 15, 1980, pp. 143-175 Pallol Trigueros, Rubén: "Ciudad e identidad en el siglo XIX - El proceso de
urbanización como proceso de fondo en la creación de nuevas identidades: jornaleros e inmigrantes en el
Ensanche Norte de Madrid”, actas del VII Congreso de Historia Contemporánea: "Memoria e identidades"
Santiago de Compostela - Ourense, 21-24 de Septiembre de 2004; Byrne, Justin: “La construcción durante el
primer tercio del siglo XX” en Ruiz, David y Babiano, José: Los trabajadores de la construcción en el Madrid
del siglo XX. Akal, Fundación 1º de Mayo, Madrid 1993, pp. 25-58.
15
Juliá, Santos: Madrid, 1931-1934. De la fiesta popular a la lucha de clases. Madrid, Siglo XXI, 1984.
Sánchez Pérez, Francisco: La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-
1923. Madrid, Cinca, 2005. Ruiz, David y Babiano, José (eds.): Los trabajadores de la construcción en el
Madrid del siglo XX. Madrid : Akal : Fundación 1º de Mayo, 1993.

862
industrialización madrileña. en que no se daba tanto la fábrica como la multiplicidad de
pequeños talleres de fundición, tahonas y obradores de pan de uno o dos hornos, imprentas de
a lo sumo 20 trabajadores y numeroso trabajo a destajo y en el domicilio para el acabado y
guarnición de los zapatos. Madrid había crecido a lo largo de la segunda mitad del XIX
manteniendo ese halo de ciudad laboriosa y artesana, más industriosa que industrial,
absorbiendo en el mundo de la construcción a las masas de población inmigrante que habían
llegado como solución autóctona al aumento de la población trabajadora sin cualificación.
Aunque en términos cuantitativos es el aumento de los jornaleros en la composición
social madrileña lo más sobresaliente, no conviene perder de vista otros fenómenos. En los
datos que nos ofrece el empadronamiento de vecinos del Ensanche Norte, llama la atención la
importancia que mantenía el servicio doméstico, especialmente como sector de empleo para
las mujeres. Existían en el Ensanche Norte de comienzos del siglo XX más criadas y
trabajadoras del servicio doméstico entre las mujeres (2.999) que artesanos y trabajadores
cualificados entre los hombres (2.652). Sin entrar ahora en el análisis del mercado laboral
femenino que la estadística sólo retrata de una manera muy imperfecta16, que el servicio
doméstico fuera el primer sector de empleo femenino nos apunta a la importancia de las clases
medias en el Ensanche Norte. Con ser la más numerosa, la inmigración jornalera no fue la
única que hizo crecer y transformarse al Madrid del XIX: también se produjo un movimiento
constante de elites y miembros de clases intermedias a un Madrid al que a la condición de
sede de la corte regia se le había añadido la de capital del Estado Liberal17. Y no fue sólo la
gran burguesía y la aristocracia la que vino a asentarse a un Madrid que era el centro de
decisión política y económica del país. También lo hizo mucho aspirante a los numerosos
empleos de la creciente de administración tanto estatal, como provincial y municipal, así
16
Pallol, Rubén: “Mujer, familia y trabajo en el Madrid de la segunda mitad del XIX” comunicación
presentada al XIII Coloquio Internacional de la AEIHM, Barcelona (celebración octubre del 2006). Arbaiza,
Mercedes (2000): “La “cuestión social” como cuestión de género. Feminidad y trabajo en España (1860-
1930).” En Historia Contemporánea, 21, 395-458.; Camps, Enriqueta (1999): “De ocupación sus labores. El
trabajo de la mujer en los albores del siglo XX (Sabadell, 1919-1920) en González Portilla, Manuel y Záraga
Sangroniz, Karmele (eds.): IV Congreso de la Asociación de demografía histórica – Historia de la población,
Universidad del País Vasco, Bilbao, pp. 549-562.; Pérez-Fuentes, Pilar (2004): “Ganadores de Pan” y “Amas
de Casa”. Otra mirada sobre la industrialización vasca. Bilbao, UPV-EHU.
17
Bahamonde Magro, Ángel y Otero Carvajal, Luis Enrique: “Quietud y Cambio en el Madrid de la
Restauración” en Bahamonde Magro, Ángel y Otero Carvajal, Luis Enrique (eds.): La sociedad madrileña
durante la Restauración 1876-1931. 2 Vols. Madrid, Comunidad de Madrid – Alfoz, 1986, pp. 21-26;
Bahamonde Magro, Ángel y Otero Carvajal, Luis Enrique: “Madrid, de territorio fronterizo a región
metropolitana”, en Fusi, Juan Pablo (dir): España. Autonomías Madrid, Espasa, 1989, pp.517-613; Bahamonde
Magro, Ángel y Otero Carvajal, Luis Enrique: “La reproducción patrimonial de la elite burguesa madrileña en
la Restauración. El caso de Francisco de las Rivas y Ubieta, marqués de Mudela. 1834-1882.” en Bahamonde
Magro, Ángel. y Otero Carvajal, Luis Enrique: La sociedad madrileña durante la Restauración, 1876-1931.”
Comunidad de Madrid, 1989. Vol. I, 523-594.; Bahamonde Magro, Ángel: El horizonte económico de la
burguesía isabelina. Madrid 1856-1866. Madrid, UCM

863
como los que buscaban trabajo en una empresa privada en crecimiento18. A los que hay que
añadir a la multitud de pequeños propietarios, rentistas y pensionistas junto a los intelectuales,
profesores y artistas que desembocaban en Madrid atraídos por las oportunidades
profesionales y de distracción que ofrecía la vida de la que, al fin y al cabo, era la urbe más
grande de España.
Madrid en 1905 era también una ciudad de clases medias: de empleados de la
administración, de escribientes y trabajadores de los tribunales con un salario a veces exiguo
pero seguro; de pequeños comerciantes y tenderos de barrio; de escritores, periodistas y
profesores. Unas clases medias que aún se conocen escasamente frente una gran burguesía,
aristocracia y elite intelectual mucho mejor descritas por la historiografía y en la que
abundaba el empleado mediano, con un sueldo más seguro que el trabajador manual y el
artesano, pero que muchas veces no distaba demasiado de las condiciones de vida de estos
últimos, a pesar de la apariencia externa que daba la vestimenta, una casa de alquiler de mejor
calidad y la criada para todo19. Es en este Madrid transformado de 1905, de jornaleros en
crecimiento, de raigambre del artesanado y de proliferación de empleados y del que Chamberí
era una buena síntesis, el contexto en que se produjeron las elecciones municipales que
llevaría a tres socialistas a obtener sus concejalías. En un distrito de composición social
heterogénea, sin grandes distancias entre el trabajador más humilde y el empleado de clase
media, que aún se cruzaban diariamente en la calle; en que el patrón de taller y el oficial
mantenían relaciones de cierto tinte familiar que remitían al viejo mundo de los oficios, donde
muchos dependientes de comercio aún vivían con los propietarios de la tienda y dormían en
las propias viviendas de éstos; en un distrito que mantenía no pocos rasgos de la vida en
amalgama de la vieja ciudad preindustrial, triunfaba la candidatura de tres socialistas que se
alzaban en representantes de la clase obrera concienciada. Conquista electoral que no debe ser
entendida únicamente como consecuencia natural e ineluctable de la evolución
socioeconómica madrileña, sino también, y seguramente sobre todo, de la acción política
concreta de sus protagonistas.

18
Es lo que se observa en la lista de las principales profesiones que componían la rúbrica de “servicios,
empleados y dependientes de comercio” de nuestra clasificación socioprofesional en el Ensanche Norte en
1905. Si bien la encabezan unos dependientes de comercio (455) minusvalorados por una estadística en la que
no afloran los numerosos hijos, sobrinos y demás familiares que trabajaban en los establecimientos de los
comerciantes, les siguen, en este orden: los empleados del Estado (396), empleados sin especificar (185),
cocheros (161), empleados particulares (147), guardias civiles (145), empleados de Correos (95), porteros (91),
empleados del Ferrocarril (85), escribientes (67) y empleados de tribunales (64).
19
Una aproximación a las condiciones de vida y muy especialmente de los empleados, Pallol Trigueros, Rubén:
El Distrito de Chamberí 1860-1880. Op cit.

864
VECINOS DIVIDIDOS, CANDIDATOS MULTIPLICADOS:
LA OFERTA ELECTORAL EN CHAMBERÍ
Si no había mucho interés en las elecciones municipales de 1905 por parte de la prensa
y la ciudadanía en general, no cabe decir lo mismo de las diferentes fuerzas políticas y
partidos, al menos en lo que respecta a Chamberí. En el nuevo distrito se llegaron a barajar
hasta 34 candidatos diferentes, de los que se presentaron efectivamente 24. Quizá fuera el
número elevado de concejales adscritos al distrito que ofrecía más posibilidades de ser
elegido (en Chamberí se elegían 5 de los 28 en aquellas elecciones), quizá fuera la novedad
del distrito electoral que sugiriera una lucha más abierta. El caso es que se presentaron
candidaturas de una amplia gama política, con una diversidad mayor que en cualquier otro
distrito electoral de Madrid en que la pugna se reducía generalmente a las tres opciones
básicas: liberales (ministeriales), conservadores y republicanos. En Chamberí en cambio,
aparte de los candidatos del turno, se presentaron republicanos de todos los matices y sin
matiz, socialistas, villaverdistas y varios candidatos a título individual que se proclamaban
como independientes o industriales.
Abundaban entre los candidatos los que tenían su residencia en el mismo distrito por el
que se presentaban, especialmente los republicanos, de los que al menos tres no sólo
habitaban en Chamberí, sino que tenían también comercio abierto, lo que les proporcionaba
una cierta popularidad entre los electores. Al fin y al cabo, y como se verá después, bastaba
menos de un millar de votos para ser elegido por el distrito; y en este sentido, unas elecciones
municipales hacían posible (al menos en teoría) que un simple vecino optara a la concejalía.
Los retratos de los candidatos que residían en Chamberí20 (aparte de los socialistas) nos
esbozan un perfil de pequeño o mediano comerciante, madrileño o de la larga estancia ya en
la capital, que residía en una vivienda más o menos acomodada, con servicio doméstico:
propietario e industrial, el candidato solía pertenecer a esa clase media madrileña laboriosa a
medio camino entre el artesanado (José Moirón, de Unión Republicana, era maestro
carpintero) y el pequeño comercio que aún habitaba en la misma vivienda que sus empleados
(véase el caso de Evaristo Fernández que vive en el mismo lavadero que regenta junto a
cuatro de sus trabajadores).
Los partidos del turno en cambio marcaban una cierta diferencia en su modo de
confeccionar listas de candidatos: con toda la herencia que pudieran tener de partido de elites
y notables, su presencia a lo largo de Madrid y del país les hacía abstraerse de consideraciones
más locales. Los conservadores, en aquel momento en la oposición en el gobierno del país, se

20
Para el retrato de los candidatos a concejal por Chamberí, véase la tabla IV incluida en el apéndice.

865
limitaron a presentar tres únicos candidatos, sabedores de que con un gobernador civil y un
alcalde liberales, el triunfo de sus candidaturas era difícil. Los liberales presentaron cinco,
optando pues a todas las concejalías aunque en cada papeleta sólo pudieran incluirse tres
nombres. Un importante golpe de efecto fue hacer el estandarte de su candidatura en
Chamberí a Luís Mazzantini y Eguía, uno de los toreros más famosos de finales del XIX y
que con estas elecciones hacía su presentación en el mundo de la política. Para un distrito de
extracción trabajadora y clase media, los liberales presentaban a una de las figuras más
populares del momento entre el pueblo de Madrid y que gozaba de un cierto respeto entre las
elites21.
Los socialistas parecieron jugar una baza intermedia entre este recurso a la
popularidad amplia de un candidato como Mazzantini y la proximidad vecinal a la que
acudían los republicanos. Al margen de la figura y fama de Pablo Iglesias, como cabeza
visible del PSOE desde su fundación, Largo Caballero representaba a uno de los más jóvenes
dirigentes del socialismo español del momento, con una importante carrera sindical a sus
espaldas que le había aupado a uno de los puestos de vocal del Instituto de Reformas Sociales.
A ello unía su condición de vecino del barrio; nacido en la misma plaza de Chamberí, en la
zona más antigua del arrabal que se había acabado conformando en distrito de la capital.
Salvo las necesarias migraciones vinculadas a su trabajo, había residido toda su vida en el
barrio, lo que debía proporcionarle un conocimiento seguro del campo de contienda electoral
y una cierta popularidad necesaria entre los electores. El tercero de los candidatos socialistas,
García de Ormaechea, era también vecino y representaba un complemento perfecto para
cubrir todo el espectro social del distrito de Chamberí. Abogado, habitando en una de las
calles más elegantes y distinguidas del barrio, el paseo – boulevard de Luchana, Rafael García
de Ormaechea se acercaba por su extracción social al tipo de candidato que presentaban los
republicanos. Además simbolizaba a esos miembros de la intelectualidad y de las profesiones
liberales que, tímidamente y siguiendo el camino que ya emprendiera Jaime Vera,
comenzaban a engrosar las filas de un socialismo madrileño hasta entonces monopolizado por
tipógrafos y demás miembros de la aristocracia del artesanado. A todo ello unía su condición
de vocal obrero, junto a Largo Caballero, en el Instituto de Reformas Sociales, lo que le
permitía presentarse como un representante legítimo de las clases trabajadoras madrileñas22.

21
Luís Mazzantini y Eguía (1856-1926), aparte de su labor en el Ayuntamiento de Madrid, desarrollaría una
carrera política como gobernador en Ávila y Guadalajara.
22
Castillo, Santiago: Historia del socialismo español . Vol. 1, 1870-1909. Barcelona: Instituto Monsa,.1997.
Ralle, Michel: “Socialistas madrileños” en Elorza, Antonio y Ralle, Michel: La formación del PSOE. Crítica,
Barcelona, 1989, pp. 244-298, Largo Caballero, Francisco: Mis recuerdos. Cartas a un amigo Ediciones

866
En fin, Francisco Largo Caballero, Rafael García de Ormaechea y Pablo Iglesias Posse
conformaban una candidatura que combinaba eficientemente el arraigo y el conocimiento
personal en el barrio y distrito electoral por el que se presentaban con su prestigio como
representantes políticos obreros, con una carrera ya consolidada en el ámbito de la ciudad y en
el conjunto del país. Pero no sólo esto debió influir en la decisión de los socialistas de elegir
el distrito de Chamberí como el propicio para presentar sus candidaturas a concejales, pues
recordemos que no presentaron candidaturas en ningún otro distrito de la capital. El
conocimiento de la debilidad en Chamberí de sus principales adversarios en la contienda,
también ofrecía un aliciente añadido. Los republicanos, que en el resto de los distritos de
Madrid o presentaban candidaturas únicas bajo la Unión Republicana o evitaban la
confrontación entre las distintas facciones23, comparecían en Chamberí en una extrema
atomización de propuestas y candidatos. Como los mismos republicanos reconocerían tras las
elecciones, el triunfo socialista en Chamberí se había debido en gran parte a la división y
descoordinación de la que habían hecho gala los propios republicanos. Así lo retrataba El
País, que a pesar de su apoyo a Unión Republicana, hacía autocrítica una vez resueltas las
elecciones y elogiaba la práctica política de los socialistas:

“Lo han merecido por su unidad, por su disciplina, por su actividad, por su entereza,
por su acierto en elegir en antevotación sus candidaturas y, sobre todo, por fiar en sí
mismos y no en un general mesiánico, en la revolución llovida del cielo, sin poner nada
para lograrla y en el dictador Bum Bum que les saque del Limbo.
Su triunfo es para los republicanos de Chamberí (Cisnes y saguntinos24), y para todos
los de Madrid una lección y un peligro.
Una lección, porque si han triunfado, lo deben a la inercia y a la inepcia de nuestros
correligionarios que el domingo dejaron de cumplir con su deber, a las divisioncillas
de comité a comité, y a otra porción de faltas y errores consignados en cuanto hemos
escrito en elogio de los socialistas.”25

Los republicanos, pues, percibían que tras la victoria de los socialistas se escondía una
nueva forma de hacer política y de concurrir en las elecciones, en la que la disciplina y la
organización del partido habían sido la clave. En buena medida, el triunfo electoral socialista

Unidas, S.A., México D.F., 1976.


23
En el distrito de Centro había tres candidatos republicanos para cuatro concejalías, en el de Hospicio cinco
para cuatro, en el de Buenavista dos para tres, en el de Congreso cuatro para cuatro, en el de Hospital uno para
dos, en el de Inclusa uno para uno, en el de Palacio uno para uno, en el de Universidad tres para tres y en el de
Latina no presentaban candidato para un concejal en disputa. La lista de los candidaturas está tomada de
Heraldo de Madrid, 11 de Noviembre de 1905.
24
El nombre de Cisnes y saguntinos hace referencia a las sedes de reunión de las principales fuerzas
republicanas en el distrito. En la calle Sagunto 13 se encontraba el Centro de Fraternidad Obrera y Casino
republicano del distrito, adonde acudían las Juventudes Republicanas y desde se apoyó a los candidatos
federales. En Cisne 7 se encontraba la sede de Unión Republicana en Chamberí.
25
El País, 14 de Noviembre de 1905.

867
había respondido, al menos esta vez, a las pautas que solían seguir en sus otras actuaciones
públicas, y muy especialmente a su intervención en huelgas. Definición de objetivos
concretos, actuación sólo en circunstancias probables de obtener la victoria y decisión en el
momento de actuación. Veamos de qué manera lo hicieron en las elecciones municipales en
Chamberí26.

MOVILIZACIÓN Y PROPAGANDA SOCIALISTA EN CHAMBERÍ:


EL APOYO SOCIAL DE LOS JORNALEROS
El primer requisito para que un candidato pudiera concurrir a las elecciones a concejal
por un distrito determinado exigía la presentación de la firma de al menos una vigésima parte
de los electores de dicho distrito apoyando a la candidatura. En el caso de Chamberí, que
contaba con unas 11.500 personas con derecho a voto, suponía la recolección de unas 580
firmas de vecinos del distrito.27 El Partido Socialista calculaba a finales de 1905 que en las
elecciones legislativas de ese año había obtenido unos 2.000 votos en la ciudad de Madrid,
incluyendo todos los distritos28. Michel Ralle calcula que para el 1 de Enero de 1905, la
Agrupación Socialista Madrileña podía contar con entre 640 a 670 militantes que un año
después oscilarían entre 680 y 710, repartidos por todos los distritos de Madrid y, por lo tanto,
sin que pudieran todos suscribir la candidatura para Chamberí29. En definitiva, los socialistas
si querían concurrir por el distrito de Chamberí se veían obligados a ir más allá de sus propias
bases movilizadas y militantes del partido para reunir el aval que les permitiera ser incluidos
en las candidaturas a las elecciones.
Sin embargo cabe pensar que la reunión de esas casi seiscientas firmas no debía
suponer mayor problema. Largo Caballero presentó su candidatura con el apoyo de 589
vecinos de Chamberí en los que constaba sólo su firma, sin indicación ni del domicilio ni la
cédula personal de identidad que pudiera permitir su autentificación. A pesar de que existían
posibilidades bastante altas de suplantación en esta recogida de firmas, del contraste entre una
muestra de las firmas presentadas por Largo Caballero y los datos incluidos en el
26
La descripción de las tácticas y estrategias socialistas en Castillo, Santiago: Historia del socialismo español .
Vol. 1, 1870-1909. Barcelona: Instituto Monsa,.1997.
27
Conocemos aproximadamente el número de personas incluidas en el censo electoral por las actas electorales
de las elecciones de Noviembre de 1905, conservadas en el Archivo de Villa de Madrid, AVM, 17-120-1. En
las actas de cada sección, exceptuando la 1ª sección, se indica un número de electores, arrojando la cifra de
11.080 en 23 de las 24 secciones en las que se dividía el distrito. Siendo siempre muy similares las cifras,
podríamos calcular que en total se trataba de unos 11.562 electores, cuya vigésima parte era 578.
28
El Socialista, 20 de Diciembre de 1905.
29
Ralle, Michel: “Socialistas madrileños” en Elorza, Antonio y Ralle, Michel: La formación del PSOE. Crítica,
Barcelona, 1989, pp. 244-298.

868
empadronamiento de habitantes del Ensanche Norte, se obtienen resultados que apuntan a que
se trataba en general de una porción del electorado que podía ser simpatizante o proclive a los
socialistas30.
Las firmas fueron recogidas por Manuel Guijarro Moreno, repartidor de periódicos de
El Imparcial, y Pedro Maeso, carpintero que trabajaba en La Eléctrica por un sueldo diario de
4 pesetas; ambos residentes y votantes en Chamberí, tal y como estipulaba la ley. Sus perfiles
son los de trabajadores en condiciones un poco superiores al de la media, en un tiempo en que
el jornal habitual era de 2 pesetas y era raro indicar un lugar de trabajo fijo y más habitual
señalar que se desempeñaba el oficio “donde le llaman” y “cuando hay”31. En contraste, los
firmantes de la proporción de Largo Caballero como candidato ofrecen un retrato más o
menos repetitivo: se trataba en general de un jornalero (lo son 23 de los 35 firmantes
identificados, junto a dos cesantes, que en la época quiere decir parado), casado y cabeza de
familia, habitando en una vivienda barata y que, en su mayoría inmigrante, residía sin
embargo desde hacía varios años en la ciudad. También hay algún zapatero, e incluso un
pequeño industrial que da muestra de que no existía esa distancia entre patronos y
trabajadores, en un Madrid cuya organización económica giraba más en torno al pequeño
taller que a la gran fábrica y en que no se habían producido extremos antagonismos de clase.
De la identificación y retrato de estos firmantes de la candidatura de Largo Caballero
no se puede colegir que fuesen votantes efectivos socialistas, ni mucho menos militantes o
miembros activos del partido ni de las sociedades de resistencia asociadas a él. Un simple
vistazo general a las direcciones de sus domicilios nos indican la manera en que Manuel
Guijarro y Pedro Maeso se lanzaron a la recogida de apoyos por el barrio; llamando de puerta
en puerta, pidiendo a veces la firma de varios miembros de una familia, consiguiendo que en
algunos edificios como el de la Calle Viriato nº 6, en Cardenal Cisneros 75 (edificio contiguo

30
Los datos de los suscriptores de la candidatura de Largo Caballero se han incluido en el apéndice, Tabla V.
De los 589 firmantes que suscribían la candidatura de Largo Caballero se buscaron en la base de datos del
Padrón del Ensanche Norte las 100 primeras firmas, resultando 35 hallazgos fiables. El padrón utilizado fue el
de 1905, que es el que más garantías ofrece para este rastreo, pues el anterior es del año 1900. El
empadronamiento se realizó el 31 de Diciembre de 1905, con lo que algunos de los antiguos vecinos de
Chamberí que apoyaban a Largo puede que hubieran abandonado el barrio en un tiempo en que las mudanzas
eran constantes entre las clases populares. Por otra parte, la base de datos utilizada, responde únicamente al
territorio del Ensanche Norte de Madrid (o sea, el distrito de Chamberí tal y como está limitado en la
actualidad), cuando el distrito de Chamberí, tal y como quedó conformado en 1905, incluía otras zonas del
interior del casco viejo – barrios de Dos de Mayo y Divino Pastor – y del extrarradio (el barrio de Tetuán de las
Victorias, al Este de la Carretera Mala de Francia –hoy Bravo Murillo- pasados los Cuatro Caminos). Además
se ha sido especialmente escrupuloso en la identificación de los firmantes, obviando aquellos nombres
repetidos en el padrón por excesivamente comunes – del tipo Francisco Martínez – salvo en casos claros de
identificación. Con ello, el resultado de un 35/100 de firmas autentificadas parece bastante elevado.
31
Tal y como lo consignan en el Padrón de 1905, AVM padrón Estadística.

869
al que habitaba Manuel Guijarro por otra parte) o García de Paredes 15, los vecinos firmasen
prácticamente en masa. No podemos saber el signo de los votos efectivos de estas personas
pero sí al menos que eran el tipo de público al que se dirigían los socialistas a la hora de
recabar apoyos.
De hecho puede que el Partido Socialista no estuviera especialmente articulado en
Chamberí, ni que contara con demasiados miembros entre sus vecinos. Eso explicaría que
Largo Caballero en su proposición de interventores para las 24 mesas electorales (una por
cada sección) que se levantaron en el distrito el día de la elección, sólo incluyera a tres
vecinos de Chamberí (a pesar de que la ley en un principio, sólo reconocía el derecho a
intervención a los votantes del distrito electoral, con los que los otros 21 de Largo Caballero
serían rechazados)32. Al final, el partido socialista sólo obtuvo un interventor.
De todas maneras la lucha por el control de los interventores parece que estuvo fuera
de los objetivos o de las posibilidades de los socialistas. Y eso que era un paso fundamental
para obtener el éxito electoral. Hasta tal punto que la no obtención de un número de
interventores y de presencia en el control de las mesas, podía empujar a algunos de los
candidatos a retirarse de la contienda, para evitar el ridículo en los resultados electorales. Esto
es lo que debió suceder con Francisco Cantero, republicano radical, que el mismo 12 de
Noviembre, día de la elección, incluía una carta en El Liberal haciendo pública su renuncia a
la candidatura, “porque en dicho distrito no hay contienda honrada posible”. Denunciaba que
los cargos de concejales ya estaban adjudicados previa compra y que no estaba dispuesto a
competir a tan alto precio, “pues una pareja de interventores legítimos, pues los hay con
nombre supuesto, cuesta el precio aproximado de una ternera, 150 pesetas.”33
La designación de interventores era clave e incluso decisiva en el resultado de las
elecciones, pues de su actuación podía muy bien depender el grado (y el origen político) del
fraude electoral que se produjera en cada urna. Los presidentes de mesa eran elegidos desde
arriba, por el Alcalde y sus subalternos entre alcaldes y ex - alcaldes de barrio y otros
servidores del municipio: los interventores, en cambio, dependían de los pactos acordados en
el seno de la Junta del Censo electoral entre los distintos candidatos. En el caso de las
elecciones municipales madrileñas de 1905, la designación de interventores no supuso en
general gran problema: la segunda reunión de la Junta del Censo Electoral se desarrolló sin

32
Estos eran, el ya nombrado Manuel Guijarro, repartidor de periódicos de El Imparcial; Francisci Fernández
Viña, jornalero domiciliado en la Calle Raimundo Lulio y Jerónimo Carnicero Escribano, que no aparece en el
padrón de habitantes del Ensanche Norte de 1905, a pesar de haber residido a la altura de Noviembre de 1905
en García de Paredes 10.
33
El Liberal, 12 de Noviembre de 1905.

870
más incidentes con el reparto de mesas entre los distintos candidatos hasta que se llegó al
distrito de Chamberí, en el que la pugna se producía entre 24 candidatos de 11 matices
políticos distintos y fue imposible llegar a un acuerdo. Se hubo de recurrir al sorteo por
insaculación en todas las secciones del distrito, con lo que fue el azar más que el pacto lo que
decidió quien controlaría la corrección del voto en cada mesa electoral. Un procedimiento de
designación de electores que era excepcional en las elecciones y rompía la posibilidad de
pacto previo entre los candidatos concurrentes y que dejaba en la incertidumbre al distrito de
Chamberí34.
Los socialistas, sin embargo, como hemos visto, ni se esforzaron ni obtuvieron
resultados en este paso previo a la elección. Pero sí que en cambio se volcaron de forma
destacada en otro aspecto específico y novedoso respecto al resto de las candidaturas: la
propaganda electoral. El común de los candidatos se limitaba (o al menos es lo que nos
muestra la prensa) a realizar un mitin previo a la celebración de las elecciones, a lo largo de la
semana anterior a los comicios. A lo sumo, alguno abrió una oficina electoral en el barrio para
informar a los ciudadanos del lugar donde les correspondía depositar su voto. Los socialistas
en cambio, irrumpieron en los días anteriores con un detallado programa electoral, hecho
público en El Socialista bajo el epígrafe de A los obreros de Chamberí, único artículo en toda
la publicación dedicado a una candidatura concreta. En él se incluía una detallada lista de los
objetivos que se proponían los socialistas en el caso de entrar en el consistorio:

“Abolición de todos los impuestos que perjudiquen a la clase trabajadora.


Fijación de un salario mínimo para los empleados y obreros del Municipio que los
permita satisfacer sus primeras necesidades. Este salario se determinará todos los años
por el Ayuntamiento de acuerdo con las Sociedades obreras de resistencia.
Jornada máxima de ocho horas para todos los trabajos y servicios del Municipio.
Cantinas escolares donde se dé gratuitamente una comida sana a los hijos de los
trabajadores en el tiempo que media entre la clase de la mañana y de la tarde.
Dar todos los años a esos niños ropa y calzado, un traje y un par de botas o zapatos a
la entrada del invierno, y otro traje y otro par de botas a la entrada del verano.
Asistencia médica y servicio farmacéutico gratuito.
Creación de asilos para los ancianos y los inválidos; de asilos de noche y distribución
de víveres para los viandantes y los que buscan colocación sin tener residencia fija; de
casas de maternidad para los niños cuyas madres tienen que abandonarlos durante el
día o la noche para ir al taller o a la fábrica; de casas de baños y lavaderos públicos
gratuitos.
34
Y así lo destacaba un diario tan poco interesado por el proceso electoral como ABC, 7 de Noviembre de
1905, que indicaba tras la reunión de la Junta del Censo electoral que “Las elecciones del distrito de Chamberí
será la primera elección verdadera que se efectúe en muchos años, si es que no se hace alguna modificación o
hay alguna sorpresa a última hora”. Siempre y según este diario, el reparto de interventores había resultado de
esta manera en Chamberí: los liberales con intervención en 18 de las 24 secciones, con dos interventores en 11;
los conservadores con 17 interventores; los republicanos (sin distinguir matices) 22 interventores.

871
Abolición de las subvenciones de carácter religioso.
Creación de bolsas de trabajo o edificios donde tengan domicilio gratis y local para
celebrar reuniones las Sociedades obreras que se proponen mejorar la condición de sus
individuos o de su clase.
Retribución de las funciones municipales con arreglo al salario máximo que perciben
los trabajadores, a fin de que los concejales obreros puedan desempeñar el cargo.
Exigir el exacto cumplimiento de las Ordenanzas municipales en todo cuanto favorecen
a los trabajadores y principalmente en los que se refiere a la higiene de las
habitaciones, análisis de los artículos alimenticios, derribo de las casas denunciadas y
andamiajes de las obras.”35

Salvo la exigencia de retirar las subvenciones de carácter religioso, el programa


elaborado por los socialistas y dirigido a los habitantes de Chamberí se basaba en una serie de
propuestas concretas que pretendían la resolución de los problemas más alarmantes de la
barriada. Llama especialmente la atención la importancia otorgada al buen funcionamiento del
sistema de Beneficencia, que en Madrid había conocido tiempos mejores con la existencia de
una red profusamente capilarizada de asistencia médica domiciliaria y de reparto gratuito de
medicamentos y que desde inicios de la Restauración languidecía, producto del desfase entre
un rápido crecimiento demográfico e inmobiliario de la ciudad y otro más lento y siempre a
rebufo de sus infraestructuras36. Pero sobre todo, y lo más importante, lo hacían dirigiéndose
al grupo de trabajadores con mayor presencia en esta zona de Madrid: los jornaleros. Al
margen de las referencias al papel que habían de jugar las Sociedades de Resistencia en la
mediación con la autoridad y ese deseo expresado de creación de una especie de casa del
pueblo como centro de reunión, lo que destaca es el encabezamiento del programa con
propuestas de reducción de la jornada laboral y aumento de salario de los trabajadores del
municipio: precisamente esa masa de trabajadores sin especial cualificación y que encontraba
su colocación natural en las diversas obras públicas que el Ensanche y transformación urbana
habían generado en Madrid. No era el artesanado y el trabajador especializado – esos grupos
profesionales de los que había surgido la clase obrera consciente en Madrid y que estaban
35
El Socialista, 10 de Noviembre de 1905.
36
Respecto al desarrollo de la Beneficencia en el Madrid de la segunda mitad del XIX y principios del XX,
véase Pallol, Rubén: “La ciudad frente a la pobreza: la acción social del municipio madrileño a través de las
juntas parroquiales en 1860” comunicación presentada al congreso Los Sierra Pambley y su tiempo. Las ideas
reformistas en la España del siglo XIX: de la Ilustración a la crisis de la Restauración. León, 3-6 de Mayo de
2005 (actas en prensa). Pallol, Rubén: “Marginación, pobreza y delincuencia en el Madrid de la segunda mitad
del XIX: una aproximación microhistórica.” comunicación presentada al Vº Congreso de Historia Social “Las
figuras del desorden: heterodoxos, proscritos y marginados”, 2005 (actas en prensa). Pallol, Rubén: “De la
caridad entre vecinos a la asistencia social de las masas urbanas: avances y límites en la modernización del
sistema benéfico madrileño, 1850-1910”; Carballo Barral, Borja: “La Beneficencia Municipal de Madrid en el
cambio de siglo: el funcionamiento de las casas de socorro” y Vicente Albarrán, Fernando: “Pauperismo,
pobres y asistencia domiciliaria en el Ensanche Sur de Madrid” (1878-1910) comunicaciones presentadas al
Congreso Internacional: Modernizar España 1898-1914 (20-22 de Abril, Departamento de Historia
Contemporánea, Universidad Complutense de Madrid).

872
detrás del despegue del PSOE – los principales destinatarios de las propuestas socialistas; sino
los obreros sin cualificación, el peón de albañil, el trabajador de obras publicas y que
representaban la parte cuantitativamente más importante de la particular conformación social
madrileña, surgida en la brecha de un crecimiento urbano intenso en ausencia de
industrialización. Con ello los socialistas se dirigían a una masa electoral abundante que, si
recogía sus propuestas, podría auparlos a las concejalías. Pero conquistar los votos no era
ganar las elecciones en tiempos de la Restauración, en que el desarrollo de la jornada
electoral, con sus abundantes incidentes y denuncias de fraude, era decisivo.

ARDIDES Y ESTRATEGIA DE LOS SOCIALISTAS CONTRA EL FRAUDE


ELECTORAL: EL 12, 13 Y 14 DE NOVIEMBRE DE 1905 EN CHAMBERÍ
La jornada electoral del 12 de Noviembre de 1905 se desarrolló en Madrid sin
excesivos sobresaltos más allá de los incidentes propios de unos comicios de principios de
siglo. Lo más subrayado por los diarios al día siguiente fue el desapego a las urnas de la
ciudadanía y el clima de fraude que había presidido una jornada en que había habido hasta 70
detenidos conducidos ante el juzgado de guardia por incidentes en los colegios electorales.37
En todo periódico, fueran los que fuesen sus candidatos predilectos, se ponía el acento en la
existencia de falsos electores, de numerosos “embuchados” y del funcionamiento de ruedas
volantes desde primera hora de la mañana38. Así, por ejemplo describía El País el desarrollo
de la votación en el conjunto de la ciudad de Madrid:

“La desanimación en los colegios ha sido grande: Republicanos votaron pocos y


monárquicos poquísimos. ¿Quiénes entonces mediaron las urnas las papeletas? Las
cuadrillas de falsos electores. (…) Esas Rondas llevan copias de los electores cuyos
votos han de suplantar. Entran en la sección, dan la contraseña, que a veces consiste en
sacar el pañuelo o en hacer un gesto convenido y votan por quien los paga. (…) Las
elecciones en Madrid se han encanallado. Son una juerga tabernaria, una chulapería
de mala ley, una broma de muy mala sombra.39”

Y sin embargo había primado la tranquilidad en comparación con otros lugares del país: en
Valladolid se había producido un muerto, en la provincia de Barcelona se registraron varios
incidentes con armas de fuego y fueron sonadas las violentas colisiones y los tumultos de
Valencia40.

37
La Época, 13 de Noviembre de 1905.
38
El Liberal, 13 de Noviembre de 1905.
39
El País, 13 de Noviembre de 1905.
40
La Época, 13 de Noviembre de 1905

873
El distrito de Chamberí, especial objeto de interés de la prensa por el amplio número
de candidatos, no desentonó en el cuadro general de Madrid. “Las cuadrillas de falsos
electores han trabajado desde las primeras horas de la mañana con gran actividad” señalaba
El Heraldo de Madrid, que por ser diario vespertino, ofrecía esa misma noche el primer relato
del desarrollo de la jornada electoral. En él destacaba la intensa actividad de diversos
contendientes en la disputa electoral sobre el fondo de apatía general de los electores: Luís
Mazzantini, liberal, había recorrido los diversos colegios electorales, al igual que el diputado
por Madrid Gálvez Holguín; los republicanos habían hecho recurso de un notario para
consignar varias faltas graves cometidas por los presidentes de las mesas electorales y
llegaron a presentar una protesta formal por varias secciones en las que los presidentes de las
mesas no cumplían con su deber, dejando votar a los guardias de orden público a los que la
ley impedía la participación. Los socialistas también se hicieron notar, no sólo por la visita de
sus tres candidatos a los colegios electorales, sino por la presencia de electores promotores de
esta candidatura en las mesas de todas las secciones de Chamberí, vigilantes para que se
cumplieran las normas a la hora de
realizar el escrutinio. Pero, no sólo por
CANDIDATURA PARA
su actuación como observadores fueron
CONCEJALES
noticia los socialistas, sino también por
Pablo Iglesias Posse
la aparición de unas papeletas Francisco Largo Caballero
favorables a su candidatura y en las que Rafael García Ormaechea
se confundían sus propios candidatos
41
Cfslvbrl fn Cstvn q
Asprmcx
con los presentados por el gobierno .
Con todo, los distintos diarios
recibieron más con sonrisas que con denuncias, lo que era “un ardid algo inocente, pero que
no deja de tener su gracia”42, mientras que se aprestaban a publicar los resultados electorales.

41
El relato más pormenorizado del desarrollo de la jornada electoral en el distrito de Chamberí en El Heraldo
de Madrid, 12 de Noviembre. El objetivo que supuestamente perseguían los socialistas con este reparto las
papeletas era la confusión entre candidatos liberales y socialistas; en caso de inclusión de más de tres nombre
en una papeleta (que era al que tenían derecho de votación los electores) sólo contarían los tres primeros. El
incidente fue recogido por todos los periódicos, salvo por El Socialista. Existen ejemplares de las papeletas
(algunas al menos fueron invalidadas) en las actas electorales municipales de Chamberí, AVM, 17-120-1.
42
El Heraldo de Madrid, 12 de Noviembre de 1905. ABC, 13 de Noviembre de 1905, quizá el periódico menos
entusiasta con la llegada de los socialistas al Ayuntamiento incluso declaraba que “Escenas inocentes las hubo,
como la de los socialistas que en Chamberí repartieron candidaturas con los nombre de sus correligionarios y
otros en ruso. Como si en el arte de dar pucherazos le sirviese a nadie ser políglota”. El País, 13 de
Noviembre de 1905, ofrecía otra interpretación de las intenciones de los socialistas al hacer circular estas
papeletas, como artimaña para que sus votos no fueran anulados: “Los socialistas, para contrarrestar los
embuchados apelaron a un ardid tipográfico muy ingenioso, que los acredita de grandes electores. (…) Al
trasluz parecían candidaturas ministeriales y el presidente de la Sección dejaba votar sin poner obstáculos,

874
El Heraldo de Madrid, en su edición de noche fue el primero en hacer saber los
resultados de todos y cada uno de los distritos, proclamando una vez más bajo la Restauración
la victoria de los candidatos a concejales más cercanos a la sensibilidad del gobierno. Para la
medianoche el Gobierno civil estaba en disposición de hacer llegar a las distintas redacciones
de los periódicos los votos obtenidos por los candidatos de todos los distritos, excepto en
Chamberí. Sin embargo, El Heraldo podía hacer un pronóstico seguro de la victoria de los
liberales Mazzantini, Larrea y Castro, del independiente Juan Rincón y del socialista Pablo
Iglesias. Aun así, las ediciones de los periódicos de la mañana siguiente aparecieron sin
resultados definitivos para Chamberí: La Época y ABC (ver tabla IV) modificaban el
resultado apuntado por El Heraldo de Madrid otorgando una concejalía más a los socialistas
(a Largo Caballero) en perjuicio de los liberales (Cristóbal de Castro), haciéndose además eco
de las protestas y reclamaciones del PSOE ante el Gobierno Civil y el Ayuntamiento.
Las variaciones entre los datos ofrecidos por unos y otros, parecen sugerir donde
estaba el posible origen del fraude electoral: una vez cerrado el escrutinio en las mesas
electorales, los resultados eran llevados al Ayuntamiento, desde donde eran conducidos al
Gobierno Civil, que se hacía cargo de publicarlos. Obviamente, al Alcalde, encargado de la
supervisión de las elecciones, se le ofrecía una oportunidad inmejorable para retocar aquellos
resultados menos favorables para poder componer un Ayuntamiento que le fuera cómodo.
Recordemos que las alcaldías no eran un cargo electo sino de nombramiento gubernamental,
con lo que las condiciones en que se realizara la gestión al frente de la corporación, dependían
mucho de la capacidad que cada edil tuviera de hacerse un concejo a su medida. El recurso
más habitual era ahogar a las candidaturas opositoras, falsificando las actas electorales e
incluyendo en determinadas secciones más votos favorables de los que realmente se habían
emitido. Los socialistas, conscientes de dónde residía el peligro de poder ser “ahogados”
plantearon un atajo en la publicación de los resultados electorales de Chamberí.
Por un lado, consiguieron establecer a algunos de sus electores en los escrutinios de
todas las mesas, obligando a que se hiciera ante el público y no a puerta cerrada, para evitar el
posible fraude a la hora del recuento. Para ello encontraron la colaboración de los
republicanos, también vigilantes en el mantenimiento de la limpieza electoral43.

cómo a los electores de oposición”.


43
Así, varios diarios se hacen eco de los incidentes ocurridos en la sección 10ª del distrito: “los candidatos de
oposición protestaron de la conducta del presidente, el cual dispuso que se verificara el escrutinio a puerta
cerrada, y los republicanos dispusieron que un notario levantase acta. El presidente pidió auxilio de la fuerza,
pero esta no tuvo para qué intervenir, y convencido de que era imposible proseguir en la actitud en que se
había colocado, hizo el escrutinio.” La Época, 13 de Noviembre de 1905.

875
TABLA III: actas electorales municipales de Chamberí 1905
resultados de los principales candidatos
Sección votos cuerpo % de Luis Cristóbal de Eduardo Juan Rincón Pablo Iglesias Francisco Rafael
participación
electoral emitidos electoral Mazzantini Castro Larrea Largo García
1ª 176 No consta No consta 50 28,41 38 21,59 39 22,16 38 21,59 20 11,36 17 9,66 17 9,66
2ª 283 495 57,17 50 17,67 30 10,60 44 15,55 152 53,71 41 14,49 34 12,01 34 12,01
3ª 162 500 32,40 55 33,95 35 21,60 40 24,69 49 30,25 13 8,02 11 6,79 12 7,41
4ª 178 473 37,63 32 17,98 19 10,67 25 14,04 57 32,02 28 15,73 27 15,17 23 12,92
5ª 179 482 37,14 54 30,17 26 14,53 36 20,11 42 23,46 39 21,79 35 19,55 36 20,11
6ª 170 487 34,91 39 22,94 23 13,53 30 17,65 46 27,06 32 18,82 30 17,65 32 18,82
7ª 157 497 31,59 46 29,30 35 22,29 37 23,57 24 15,29 27 17,20 23 14,65 23 14,65
8ª 217 478 45,40 94 43,32 55 25,35 67 30,88 30 13,82 20 9,22 17 7,83 18 8,29
9ª 189 494 38,26 42 22,22 23 12,17 26 13,76 25 13,23 42 22,22 38 20,11 38 20,11
10ª 282 496 56,85 108 38,30 81 28,72 86 30,50 18 6,38 37 13,12 34 12,06 33 11,70
11ª 200 432 46,30 76 38,00 51 25,50 67 33,50 15 7,50 36 18,00 31 15,50 30 15,00
12ª 196 484 40,50 43 21,94 23 11,73 27 13,78 42 21,43 43 21,94 42 21,43 42 21,43
13ª 181 485 37,32 33 18,23 17 9,39 25 13,81 16 8,84 32 17,68 33 18,23 32 17,68
14ª 212 489 43,35 35 16,51 20 9,43 32 15,09 27 12,74 64 30,19 60 28,30 60 28,30
15ª 174 486 35,80 34 19,54 20 11,49 26 14,94 28 16,09 35 20,11 33 18,97 33 18,97
16ª 222 482 46,06 27 12,16 11 4,95 12 5,41 8 3,60 44 19,82 43 19,37 43 19,37
17ª 202 488 41,39 27 13,37 11 5,45 12 5,94 8 3,96 44 21,78 43 21,29 43 21,29
18ª 153 486 31,48 29 18,95 12 7,84 41 26,80 16 10,46 34 22,22 34 22,22 34 22,22
19ª 175 482 36,31 41 23,43 24 13,71 24 13,71 15 8,57 27 15,43 27 15,43 27 15,43
20ª 229 486 47,12 101 44,10 91 39,74 94 41,05 13 5,68 57 24,89 52 22,71 52 22,71
21ª 288 492 58,54 79 27,43 62 21,53 60 20,83 40 13,89 54 18,75 52 18,06 48 16,67
22ª 206 493 41,78 29 14,08 16 7,77 24 11,65 20 9,71 82 39,81 80 38,83 79 38,35
23ª 193 488 39,55 45 23,32 17 8,81 22 11,40 18 9,33 39 20,21 38 19,69 37 19,17
24ª 161 405 39,75 33 20,50 13 8,07 21 13,04 24 14,91 43 26,71 43 26,71 43 26,71
total 4609 11080 41,60 1202 26,08 753 16,34 917 19,90 771 16,73 933 20,24 877 19,03 869 18,85
Datos publicados por La Época (13-XI-1905) 1202 - 755 - 953 - 786 - 928 - 845 - 782 -
-Datos publicados por ABC (13-XI-1905) 1202 - 755 - 953 - 786 - 928 - 835 - -
Datos publicados por El Socialista (17-XI-1905) 1212 - - - 873 - - - 930 - 886 - 887 -

Una vez garantizado el recuento público de votos en cada mesa, todos y cada uno de
los electores que habían dispuesto los socialistas a modo de observadores reclamaron, como
era derecho reconocido en los procesos electorales, la redacción de una certificación por parte
del presidente de mesa. En realidad se trataba de un acta de escrutinio duplicada, en que se
consignaban los resultados electorales y que contaba con la firma del presidente de la mesa y
los interventores. Los socialistas habían logrado así un documento oficial en cada una de las
veinticuatro mesas electorales, con las que se podían hacer públicos los resultados del
conjunto del distrito. Con estos documentos se dirigieron la misma noche electoral al
despacho del Gobernador Civil, Ruiz Jiménez, que les recibió y contestó “que en la Junta de
escrutinio estaría de su parte, siempre que sea reconocida previamente la autenticidad de los
documentos”44. El gobernador civil aún no había recibido los resultados del alcalde, con el
que tuvo una reunión momentos después de escuchar a los socialistas, y al que expuso “la
necesidad de que las certificaciones que poseían los socialistas concordaran con los datos

44
La Época, 13 de Noviembre de 1905.

876
que en la definitiva tuviera el Ayuntamiento.”45 El Alcalde hubo entonces de volver al
Ayuntamiento y celebrar reunión urgente con el teniente de alcalde de Chamberí.
Los socialistas, de esta manera se habían adelantado a toda posible maniobra del
Alcalde, haciendo valer sus resultados ante el gobernador civil. Pero no se pararon ahí: para
garantizar que sus esfuerzos tuvieran éxito, se dirigieron esa misma noche a las sedes de los
periódicos que les eran más proclives, pues:

“Aun así el alcalde quiso birlarles las actas (…) ¿Por qué no lo han hecho? Porque
los socialistas con sus prohombres a la cabeza fueron de redacción en redacción
demostrando su buen derecho, de las redacciones al Gobierno Civil y al Ayuntamiento,
y allí, sin amenazas pero con entereza, probaron su decisión a no dejarse robar
impunemente por los bandidos con insignias de autoridad. E hicieron más. El gobierno
reconoció desde luego que Iglesias había triunfado, creyendo con esto halagarlos y
calmarlos. No fue así, persistiendo en su noble propósito y desoían las insinuaciones de
que iban a perder algo, por quererlo todo. No nos satisface – decían- más que el
acatamiento de nuestro derecho.”46

Los mismos socialistas se encargaron el 17 de Noviembre de publicar en su propio


semanario, en primera página, los resultados que habían obtenido en los certificados firmados
por los presidentes de mesa y que obraban en su posesión. En el contraste entre las cifras de
los socialistas y las actas electorales municipales (tabla IV), se dan pocas variaciones,
reducidas a un puñado de votos en el caso de los contendientes del PSOE y a una rebaja de los
apoyos obtenidos por Eduardo Larrea, candidato liberal que obtenía con ellos la concejalía.
Pero lo más importante del análisis de los resultados no fue la lucha de cifras que en
un primer momento se entabló, sino comprobar cuál fue el comportamiento de los electores
que votaron socialista respecto de los apoyos recibidos por el resto de candidaturas.
Aceptando los datos de las actas municipales, Pablo Iglesias había obtenido 933 votos, Largo
Caballero 877 y García de Ormaechea 869. Escasa variación entre los apoyos a cada uno de
los tres, en la que sólo se destacaba el fundador del PSOE quizá por su mayor popularidad.
Descendiendo al detalle se observa como abundan las secciones en que García de Ormaechea
y Largo Caballero recogían idéntico número de votos: quienes habían votado socialista, lo
habían hecho a la candidatura en pleno, con verdadera disciplina. Por otro lado, la
movilización había surtido efectos similares a lo largo y ancho de todo el distrito, pues no
existían grandes diferencias en el porcentaje de los sufragios recibidos, más que las que se
pueden derivar de la composición social de cada zona. Así, los apoyos al PSOE habían sido

45
La Época, 13 de Noviembre de 1905.
46
El País, 14 de Noviembre de 1905.

877
menores en secciones como la 3ª o la 8ª que correspondían a la cara calle de Fuencarral, la
primera, y, al barrio de Luchana, el más caro de todo el distrito electoral, la segunda47. En
cambio en las zonas donde abundaban los precios baratos de la vivienda y, por lo tanto, donde
buscaban preferentemente su residencia las clases más desfavorecidas obtuvieron altas
proporciones de votos. Como en la sección 2248, donde Pablo Iglesias alcanzó casi el 40% de
los votos y que estaba compuesta por las zonas escasamente urbanizadas del extremo norte de
la zona de Ensanche y por las calles y casas de Tetuán de las Victorias, el barrio del
extrarradio que quedaba más allá de los Cuatro Caminos.
En comparación, los candidatos que encabezaron la lista liberal (Mazzantini, Larrea y
Castro) obtuvieron muy diferente apoyo de los electores (1.202, 917 y 753 votos
respectivamente). La popular candidatura del torero Mazzantini había surtido efecto, pero en
unas elecciones que se hacían con listas abiertas, no había conseguido arrastrar a su papeleta a
los que eran sus teóricos compañeros de viaje. Así Larrea sí obtuvo la concejalía, pero Castro
se quedó fuera. Por otro lado, existía una gran diferencia a la hora de afrontar la movilización
de los electores entre socialistas y el resto de los candidatos. Al establecimiento de una
estrategia detallada y uniforme para el conjunto del distrito de la que hizo gala el PSOE, los
candidatos de corte más tradicional oponían su confianza en el ciego e incierto reparto de
interventores en mesas electorales, lo que podía provocar muchas sorpresas en el reparto (o
recolección) de votos en el distrito. Es lo que le sucedió a Juan Rincón, candidato
independiente que se barajó en los días previos y hasta en la noche electoral como uno de los
que contaba con más posibilidades de obtener una concejalía. Apenas le faltaron un centenar
de votos para arrebatar el puesto a uno de los socialistas: habiendo conseguido intervención
en 18 de las 24 mesas electorales, el éxito parecía garantizado. Sobre todo si en algunas
secciones era capaz de alcanzar más del 50% de los sufragios, como ocurrió en la sección 2ª.
Sin embargo, la falta de votos en aquellas mesas en que no tenía representantes, condujo a
resultados ridículos, no superando el 4% de los sufragios.
La noche del martes, tras sendas reuniones con el Gobernador Civil, Ruiz Jiménez, y

47
La sección tercera estaba compuesta por la calle de Fuencarral del 97 y del 118 hasta el final y por la Glorieta
de Quevedo nº 1 y 2. La sección 8ª estaba compuesta por Alonso Martínez 4-7, glorieta de Bilbao 1-6,
Covarrubias, Eguilaz, Fernando Rojas, Manuel Cortina, Manuel Silvela, Nicasio Gallego, Sagasta, Santa
Engracia 1-3 antiguo, Zurbarán, todas ellas del barrio de Luchana en el que ya observamos (ver mapa) que el
alquiler medio de la vivienda era especialmente alto (53,02 pesetas mensuales), lo que lógicamente ahuyentaba
el establecimiento de las clases populares. Las divisiones por secciones de los distintos distritos electorales se
pueden consultar en Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid, 6 de Noviembre de 1905.
48
Calles de Alenza, Alonso Cano, Bretón de los Herreros, Cicerón, Cristóbal Bordiú, Don Quijote, edificios
aislados, Espronceda, Guadalajara, Jaén, Lambea Serra, Lugo, Málaga, María de Guzmán, Nueva de Guisot,
Ríos Rosas y Virtudes (números pares).

878
el Alcalde, Vicenti, los socialistas estaban en disposición de celebrar su victoria y los distintos
diarios de proclamarla, haciendo visible el último factor que había contribuido a que se
produjera: la existencia de una opinión pública receptiva y favorable a la entrada de los
socialistas en el municipio. No ya que los republicanos, enemigos directos del socialismo en
la lucha por los votos, lo reconocieran como lo hacía El País o El Heraldo de Madrid que
declaraba que “el Ayuntamiento de Madrid, gracias al advenimiento de los socialistas,
entra(ba) en una fase nueva” en la que se podría caminar hacia la conversión en una ciudad
europea49. Sino que los conservadores de La Época, nada entusiastas con el socialismo,
consideraba que “de la intervención de los socialistas podr(í)an derivarse algunas ventajas
en ciertos asuntos de interés general, como la cuestión de las subsistencias, la higiene de las
habitaciones, etc.”, aunque en su momento pudieran plantear cuestiones peligrosas respecto a
la religión o los impuestos. En definitiva, “no ha(bía) motivo para entusiasmarse, ni siquiera
para aplaudir la entrada de los tres concejales socialistas en el Ayuntamiento, pero tampoco
para alarmarse demasiado por ello. Ha(bían) ganado sus actas, y hubiera sido una iniquidad
y una torpeza impolítica escamoteárselas.”50

LARGO, IGLESIAS Y ORMAECHEA:


LA CONQUISTA DE UN PARTIDO DISCIPLINADO
En un tiempo en que las elecciones municipales eran la excusa para que en los diarios
se aventaran una buena colección de anécdotas y chistes sobre las burdas estratagemas de
manipulación electoral, la conquista de tres concejalías por los socialistas en Madrid apareció
como un episodio digno de elogio. Para los republicanos resultó una “lección” de práctica
política, decepcionados por el escaso éxito de sus propios correligionarios. Todos los diarios,
al margen de sus preferencias políticas, admiraban la hazaña de “un partido poco numeroso,
pero muy compacto y disciplinado”51 que había logrado alzarse con la victoria en un contexto
hostil, frente a un gran número de candidaturas competidoras, con muchas de las cuales
luchaba por el numeroso voto de las clases populares.
La entrada de Pablo Iglesias, Largo Caballero y García de Ormaechea en el
Ayuntamiento de Madrid, que significaba la primera conquista de tres cargos electos en la
capital y lugar de nacimiento del PSOE, no significaba únicamente, ni fundamentalmente, la
demostración del intenso avance de la concienciación de clase entre las masas obreras
49
El Heraldo de Madrid, 14 de Noviembre de 1905.
50
La Época, 16 de Noviembre de 1905.
51
La Época, 16 de Noviembre de 1905.

879
madrileñas. Principalmente porque Madrid no era una ciudad de fábricas, sino sobre todo de
tajos y obras y pequeños talleres y comercios. Y el Partido Socialista en Madrid, a pesar de su
discurso marxista, mantenía un importante poso de asociación gremial tanto en la filiación
profesional de sus integrantes como en sus prácticas políticas y sindicales. Más bien, la
victoria electoral socialista en Chamberí cabe interpretarla como la expresión de la madurez
de la práctica política de un partido que comenzaba a distinguirse en sus modos y formas de
intervención pública de los partidos políticos tradicionales.
Madurez en la elección del objetivo, bien ajustado a las posibilidades y capacidades de
un partido que como ya señalara Michel Ralle52, crecía en militancia, pero que mantenía a
principios de siglo en Madrid una base social aún escasa e insegura. El distrito de Chamberí
en el Ensanche Norte, a medio camino entre el mundo de pequeños talleres de artesanos del
Madrid del casco antiguo y el de masas de jornaleros inmigrantes ofrecía un cuerpo electoral
propicio para los socialistas, pero sobre todo planteaba una lucha abierta en la que se hacía
posible el triunfo por la atomización de las propuestas republicanas y la incertidumbre de un
distrito recién creado sin historia electoral previa, en que podía que aún no funcionasen
efectivamente las redes clientelares que garantizaban el control electoral en tiempos de la
Restauración. Pero madurez sobre todo en el diseño de una estrategia de partido que se
distinguía de las prácticas imperantes en la época y en la que fueron clave dos elementos.
Por un lado, la articulación de un discurso político específico para la masa electoral a
la que se dirigían. Desconocemos aún mucho de las prácticas corrientes y habituales de la
época y de las formas que adquiría la propaganda y campaña electorales antes de unos
comicios, pero la aparición en El Socialista de un programa electoral específico para “los
obreros de Chamberí” marca una diferencia respecto a los usos y modos de los partidos y
facciones coetáneos. Mientras los diarios republicanos se movían en una cierta ambivalencia
apoyando a unionistas y federales y los monárquicos se limitaban a desacreditar al partido
opuesto, el PSOE hacía explícito una lista de promesas electorales concretas y que pretendía
ajustarse al mayor número de electores posibles. Electores que además no coincidían
necesariamente con su principal fuente de alimentación en miembros del partido: si el PSOE
podía seguir siendo un partido de tipógrafos como Iglesias y estuquistas como Largo, en 1905
en Chamberí se dirigía a los jornaleros, que eran masa en Chamberí, aludiendo a sus
principales preocupaciones (las condiciones laborales, la vivienda y el funcionamiento de la
Beneficencia).

52
Ralle, Michel: “Socialistas madrileños” en Elorza, Antonio y Ralle, Michel: La formación del PSOE. Crítica,
Barcelona, 1989, pp. 244-298.

880
El otro punto en que la estrategia del partido fue novedosa fue la coordinación durante
la jornada de los comicios, logrando una capacidad de intervención electoral que le había sido
negada previamente. La actuación decidida ante el gobernador civil cogió por sorpresa a una
alcaldía necesariamente ocupada en la composición de un Ayuntamiento favorable. Más allá
de las loas ante esta “conquista de las actas” como fue calificada en esos días, lo que interesa
del episodio es que deja a la luz algunos de las fisuras del control de los procesos electorales
con que generalmente se caracteriza el sistema político de la Restauración. La dificultad de
poner en práctica las prácticas caciquiles en la gran ciudad eran en buena parte consecuencia
del número de electores y de las relaciones sociales particulares generadas en lo que ya
comenzaba a ser Madrid: una aglomeración urbana en que el rostro particular de cada vecino
se iba borrando tras la multitud. Pero también ayudaba la existencia de una prensa diversa
generadora de opinión y de la que los socialistas supieron servirse bien en el reconocimiento
de su triunfo ante las autoridades y la ciudadanía.
La entrada en el sistema político de la Restauración, aunque fuera discreto en
presencia (tan sólo tres concejalías en una capital de veintiocho) y por una puerta secundaria
(no dejaban de ser unas elecciones municipales) era posible. Y es pertinente plantearse en qué
medida esa capacidad de superación de barreras a través de la invención de respuestas
aprovechando las nuevas posibilidades que ofrecía una ciudad que caminaba más o menos
erráticamente hacia la sociedad de masas, contribuyó a la evolución de un sistema político, el
de la Restauración, en necesaria adaptación a una realidad social en transformación.

881
APÉNDICES
TABLA IV: candidatos a concejales de Madrid en Noviembre de 1905 por el distrito de Chamberí1
candidato adscripción política datos aportados por el padrón del Ensanche Norte de 1905
Pablo Iglesias socialista no reside en el Ensanche Norte
Posse
Rafael García socialista abogado de 35 años nacido en Madrid, reside en casa de su
de Ormaechea padrastro, Torcuarto Caballero Martín y su madre, Gregoria
Ormaechea, junto a su hermana y una criada, en la calle
Luchana 39. La vivienda es un principal de 52,50 ptas de
alquiler mensual. El padrastro es empleado de comercio en
la calle del Carmen 14, con un salario de 1.500 ptas.
anuales; García de Ormaechea no indica sueldo, pero sí
pagar una contribución industrial de 200 ptas.anuales.
Francisco socialista Estuquista madrileño, nacido en la plaza de Chamberí en
Largo 1869, figura como cabeza de familia en un quinto piso de
Caballero Eloy Gonzalo nº 10 de 10 ptas de alquiler mensual. Vive
con Isabel Álvarez Fernández, de 36 años, con la que tiene
un hijo de 14 años. Además comparten la vivienda con
Adolfo Chacón, oficial cerrajero de 37 años y Juan Iglesias
Hernández, albañil de 35 años. Largo Caballero señala
percibir un sueldo de 5 ptas que “no es seguro” y que cobra
“los días que trabaja”.
Luís Seguí villaverdista No reside en el Ensanche Norte
Luis liberal - ministerial No reside en el Ensanche Norte
Mazzantini
Cristóbal de liberal - ministerial No reside en el Ensanche Norte
Castro
Eduardo liberal - ministerial No reside en el Ensanche Norte
Larrea
Antonio liberal - ministerial No reside en el Ensanche Norte
Fernández de
la Cuadra
Enrique liberal - ministerial No reside en el Ensanche Norte
Martínez
José Moirón republicano - Unión Industrial carpintero de 48 años, vive en Trafalgar 28,
republicana donde tiene alquilado un bajo y el principal por 91,25
pesetas al mes. Al frente de un taller, paga una contribución
industrial de 80 pesetas, pero también una contribución
territorial de 143,50 ptas. Llegado a Madrid en 1874, reside
junto a su mujer y su cuñada.
Canuto republicano - Unión No reside en el Ensanche Norte
González republicana
Evaristo republicano - Unión Industrial de 47 años, nacido en la provincia de León y
Fernández republicana llegado a Madrid en 1875. Reside en la calle Santa
Engracia nº 30, donde tiene un lavadero. En su casa habita
su esposa, un hijo, un primo y un sobrino; además lo hacen
también cuatro trabajadores del lavadero. Evaristo
Fernández paga una contribución industrial de 456 ptas. y
una contribución territorial de 200 pesetas.
Luis Talavera republicano No reside en el Ensanche Norte
Francisco republicano radical no reside en el Ensanche Norte; director de El Censor (El
Cantero País, 30 de Octubre de 1905)
Fulgencio Republicano radical no reside en el Ensanche Norte. Médico y propietario,
González según El País (30 de Octubre de 1905).

1
Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM) 17-120-1 y Padrón de 1905 (estadística).

882
José María de republicano federal No reside en el Ensanche Norte
la Torre
Murillo
Manuel de la republicano federal No reside en el Ensanche Norte
Torre Eguía
Eduardo republicano federal industrial granadino de 60 años, habita en la calle Abascal
Vargas nº 14, en el bajo, con alquiler de 45 ptas mensuales. Viudo,
vive con un hijo estudiante y dos hijas dedicadas a sus
labores. Además tiene empleada en la casa una sirvienta.
No especifica el objeto de su comercio, pero indica el pago
de una contribución industrial de 80,40 ptas. y 207,80 ptas
por sus propiedades. Llegó a Madrid en 1854.
Eduardo conservador no reside en el Ensanche Norte
Morales
Ramón Sáenz conservador no reside en el Ensanche Norte
de Heredia
Juan Rincón independiente no reside en el Ensanche Norte
Pascual Ruiz industrial no reside en el Ensanche Norte
Salinas
Antonio independiente Industrial madrileño de 31 años, habita en Abascal 9
Rosado segundo junto a su mujer, un hijo de 3 años y una sirvienta
en una vivienda por la que paga 45 ptas al mes. No indica
el objeto de su comercio, pero sí poseer una tienda en los
bajos de la casa. Paga una contribución industrial de 180
ptas y 87,50 ptas por sus posesiones.
José María Partido socialista no reside en el Ensanche Norte - sin embargo su
Álvarez republicano candidatura publicita su profesión de cochero

TABLA V: suscriptores de la candidatura de Francisco Largo Caballero para concejal de Madrid


por el distrito de Chamberí en 1905 (muestra)2
Nombre dirección lugar de estado civil y profesión llegada
nacimiento posición en la a
familia Madrid

Enrique Oro Santa Engracia 85, 12,5 1852 Requena, Casado, familia nuclear jornalero 1854
1º interior Valencia
Victoriano Españoleto 3 2º 20 1846 Pinto, Madrid Casado, familia nuclear jornalero la 1875
Pingarrón fábrica
chocolates
Lorenzo Callejón del 7,5 1853 Vallecas, casado ,familia nuclear jornalero 1897
Arenas Alamillo 3 bajo Madrid
Vicente Fernández de los 10,5 1878 Madrid Casado, familia extensa jornalero, siempre
Tarazona Ríos 8, 2º interior sueldo 2
ptas
Pedro de la García de Paredes No 1879 Colmenar casado, familia nuclear jornalero 1887
Cal Sánchez 88 bajo portería indica viejo, Madrid
Juan Valdazo Jordán 1 y 3, 2º 15,5 1857 Olmedillo, Viudo, con la familia de jornalero 1878
int. nº 4 Burgos su hijo.
Manuel Zurbano 37 solar nada 1865 Madrid viudo con la familia del jornalero siempre
Berlanga cuñado
Hilario Eloy Gonzalo 17 12,5 1858 Móstoles, casado familia nuclear jornalero 1865
Hernández bajo Madrid
Gabriel Feijoo 2 principal 24 1862 Madrid Casado, familia nuclear industrial siempre
Grimalt ctro contribución
de 85 ptas
Antonio Feijoo 3 bajo 15 1864 La Solana, Casado, familia nuclear jornalero 1865
Barreda Ciudad Real

2
Elaboración propia a partir de AVM 17-120-1 y padrón de 1905, AVM Estadística.

883
Victoriano Cardenal Cisneros 15 1846 Hinojosos, Casado, familia extensa jornalero 1875
Martínez 75 1º Cuenca
Francisco Cardenal Cisneros 14 1843 Madrid Casado, su familia jornalero siempre
Menargez 75 1º int nº 4 comparte la vivienda
Joaquín Cardenal Cisneros 16 1863 Zaragoza yerno de Félix zapatero no se
Peñalva 75 2º nº 6 Butragueño, también sabe
firmante
Juan Pardo Cardenal Cisneros 12 1870 Palencia Casado, familia nuclear jornalero 1896
Ruiz 75 2º
Melchor Viriato 6 1º int 10,75 1875 Peñalva de Casado, familia nuclear zapatero no se
Martínez izda nº 13 Castro, Burgos operario de sabe
taller sueldo
2,25 ptas
Tomás Cardenal Cisneros 10 1875 Hortalea, casado sin hijos jornalero 1887
González 73 4º nº 5 Madrid
Domingo Viriato 6 1º 12 1847 Garganta de la viudo vive con un ama jornalero 1883
Cernan Sierra, Madrid de gobierno
Domingo Viriato 6 principal 11,25 1866 Garganta de la casado sin hijos jornalero 1879
González Sierra, Madrid
José González Viriato 6 2º nº 9 12,5 1874 Garganta de la Casado, familia nuclear No indica 1881
Sierra, Madrid
Salvador Viriato 6 2º 13,75 1861 Buñol, Casado, familia nuclear Jornalero 1895
Catalá Valencia
Saturnino Viriato 6 2º nº 1 18,75 1836 Villanueva de Casado, familia extensa jornalero 1861
Bernal la Torre,
Guadalajara
Alfonso Viriato 6 2º nº 8 11,25 1874 Madrid casado sin hijos jornalero siempre
Laponcada
Mariano Viriato 6 2º nº 6 11,25 1847 Tielmes, viudo, vive con sus hijos jornalero 1847
Salamanca Madrid
Dámaso Viriato 6 2º nº 9 12 1851 Grijota, Casado, familia nuclear jornalero 1865
Gómez Palencia
Fernando García de Paredes no 1856 Canalejas, Casado, familia nuclear zapatero 1865
Hernández 15 bajo indica Valladolid
León Ortiz García de Paredes nada 1841 Osma, Soria Casado, familia extensa jornalero, 1879
15 portería con sueldo
de 2,25 ptas
Jerónimo García de Paredes 15 1871 Linares, Jaén Casado, familia nuclear jornalero 1885
Alados 15 1º int con realquilados
Antonio Pérez García de Paredes 17,5 1869 Madrid viudo que vive con su oficial siempre
17 bajo madre carpintero
Agapito García de Paredes 10 1879 Pedernoso, Casado, familia nuclear jornalero 1881
Martín 30 patio nº 7 Cuenca sueldo 2,50
ptas
Isidoro Santa Engracia 80 15 1873 Madrid Casado, familia nuclear cesante siempre
Galindo 2º nº 1
Celedonio Eloy Gonzalo 13 12,5 1850 Codorni, Casado, familia nuclear cesante 1894
Gómez sótano Segovia
Tinajero
Ángel Ruiz Numancia 2 10 1872 Madrid Casado, familia nuclear cajista en el siempre
Gómez principal dcha negocio del
Sr. Velasco,
Antonio Bravo Cardenal Cisneros 22 1856 Faraján, Casado, familia extensa carpintero 1896
Rojas 75 tienda habitada Málaga
Manuel Cardenal Cisneros 20 1874 Fuentecén, Casado, familia extensa repartidor 1887
Guijarro 77 3º nº 5 Burgos de 11 miembros periódicos
Moreno El imparcial
elaboración propia a partir de AVM y Padrón de Habitantes de 1905

884
LA INFLUENCIA DE LAS IDEAS
ANARQUISTAS EN LOS ORÍGENES DEL
MOVIMIENTO OBRERO EN CANARIAS
(1900-1910)
Raquel Pérez Brito
Universidad de La Laguna

Introducir hoy una investigación sobre el movimiento obrero y el anarquismo puede


resultar a la vista de algunas/os una tarea estéril. Numerosas han sido las críticas que se han
hecho sobre ello, sobre todo a raíz de la posmodernidad. Tal y como afirma Pere Gabriel, “no
hay duda, ahora, y desde hace ya bastantes años, que la historiografía del movimiento obrero
tiene en España muy mala prensa”2, reconociendo a la vez que han sido los propios
historiadores/as los que han construido una imagen pesimista y defensiva del movimiento
obrero español. Una historiografía que en su mayor parte ha dejado intacta la metodología
utilizada para la historia tradicional. Para continuar abordando el análisis de los movimientos
sociales, se hacía pues necesario plantear nuevas orientaciones, nuevos enfoques y campos de
estudio.3 No obstante, es curioso como incluso las más férreas quejas hacia la concepción de
una historia única y lineal que, por lo general, toma a las sociedades occidentales como
modelo universal, han olvidado otra vez las realidades particulares. Y suscribo esto porque las
investigaciones en Historia Social, incluidas las elaboradas por personas procedentes del
movimiento anarquista, han marginado casi en su totalidad la realidad vivida en las Islas
Canarias. El centralismo político ha quedado de manifiesto también en lo cultural. Mientras
que el desarrollo del movimiento obrero y del anarquismo en la península constituye uno de
los temas que más interés y preocupación despertaron en una etapa determinada de la

Esta comunicación es un resumen del trabajo de investigación realizado para una tesina doctoral: El
Anarquismo y los orígenes del movimiento obrero canario (1900-1910): la influencia de las ideas libertarias
en la formación de la conciencia obrera. Defendido en la Universidad de La Laguna en junio de 2004.
2
Gabriel, Pere: “A vueltas y revueltas con la historia social obrera en España. Historia obrera, Historia popular
e Historia Contemporánea”, Historia Social, nº 22, 1995, p.43.
3
Álvarez Junco, José y Manuel Pérez Ledesma: “Historia del movimiento obrero. ¿Una segunda ruptura?,
Revista de Occidente, nº 12, 1982, pp.19-41.

885
investigación histórica, en Canarias esta atención ha sido más bien escasa. Tan sólo la obra de
Teresa González, Anarquismo y Educación en Canarias, aborda de una manera directa la
aportación que hace la ideología ácrata en el ámbito de la pedagogía. El resto de historiadores,
tales como Oswaldo Brito, Francisco Galván, Miguel Ángel Cabrera Acosta, Miguel Suárez
Bosa, Ricardo García Luis y Juan Manuel Torres Vera, Agustín Millares y Alberto Sánchez
de Enciso, han ido aportando información sobre la presencia y actividades de los anarquistas
en Canarias al hilo de sus investigaciones sobre el movimiento obrero. De manera que en
Canarias, la historiografía está aún dando sus primeros pasos en el estudio de este tema. Por
tanto el trabajo de investigación que he llevado a cabo, y del cual esta comunicación es un
resumen, ha pretendido cubrir este vacío.
Hasta ahora los pocos estudios que en Canarias se han hecho sobre el movimiento
obrero, han centrado su mirada de forma especial en la década de los años treinta.
Precisamente para reflejar el momento álgido de las protestas y reivindicaciones obreras. El
aspecto de la conflictividad laboral y el de la represión, monopolizan casi exclusivamente la
generalidad de los trabajos, dejando atrás otros aspectos no menos interesantes como la
participación de la mujer, los cambios en la mentalidad o el desarrollo de una cultura propia.
Para entender el proceso de consolidación que unos años más tarde adquiere el movimiento
obrero canario (a partir de la formación de las Federaciones Obreras en 1914) y
particularmente, para valorar en su justa medida el alcance que los sindicatos obtuvieron en la
década de los años treinta en las islas, es imprescindible remontarse a las asociaciones creadas
a comienzos del siglo XX. Ningún proceso social surge de la noche a la mañana, ni ninguna
ideología nace del empeño de pocas personas. Para que un movimiento social, como lo fue el
movimiento obrero, consiga impulsar cambios en las realidades y mentalidades, éste debe
conectar con el sentir general de un amplio grupo de población. Lo cual requiere de un
desarrollo de tiempo más o menos prolongado.
La finalidad de la presente comunicación es señalar la aportación que hizo el
anarquismo en el momento de formación de las primeras asociaciones obreras canarias y la
incidencia que tuvieron éstas en el conjunto social. El período cronológico estudiado parte de
la constitución de la Asociación Obrera de Canarias en el año 1900 hasta la aparición del
grupo editor de En Marcha en 1909, último núcleo anarquista, contrastado por ahora, que
existe durante la primera década del siglo XX. A partir del año 1900, hace su aparición un
nuevo hecho social que tendrá importantes repercusiones tanto en las relaciones sociales
como en las concepciones culturales vigentes. La creación de las organizaciones obreras en
los núcleos urbanos de Tenerife, La Palma, Gran Canaria y Lanzarote, va a marcar un antes y

886
un después en la realidad social isleña. Por primera vez en la Historia Social de Canarias:
fueron editados periódicos que redactaban y elaboraban las asociaciones obreras, fueron
convocadas las huelgas, fueron creadas las bibliotecas y centros culturales de y para la clase
trabajadora, fueron constituidos grupos de afinidad ideológica anarquista, fueron publicados
ensayos y análisis de la situación social escritos por trabajadores/as isleños, fue inaugurada
una escuela racionalista en Santa Cruz de Tenerife, etc. Aunque el asociacionismo de
principios de siglo en las islas tuvo un desarrollo limitado, tanto en número de trabajadores/as
asociados como en el ámbito geográfico, no puede ser catalogado de movimiento social
secundario ni siquiera de etapa continuadora del mutualismo propio de las anteriores
sociedades de socorro mutuo. En ninguna otra época previa de la Historia de Canarias, la
clase trabajadora había tenido la oportunidad de “engancharse” y sumarse a las luchas que el
movimiento obrero organizado estaba protagonizando en otras partes de occidente. Todo esto
necesita además del reconocimiento de unas características peculiares en la configuración
política, económica y social de las islas. Cuestiones que apuntaré en el recorrido de esta
exposición.
A comienzos del siglo XX la sociedad canaria continúa siendo una sociedad
eminentemente rural, con más de un setenta por ciento de la población dedicada a la actividad
agrícola. Son en su mayoría, jornalero/as o pequeños propietario/as que viven en unas
condiciones de extrema pobreza, con cuevas o pajares como vivienda única. El dueño de las
tierras, el cacique, mantiene el control no sólo de la economía sino también de la vida social y
política. El caciquismo, representativo de todo el período de la Restauración, fue en las islas
un fenómeno aún de mayor peso si cabe que en el resto del territorio estatal. Esto es así
porque la propia geografía insular facilitaba a los caciques la extensión de sus dominios. En
épocas de hambre, de desempleo o de miserias en general, la población trabajadora no
encontraba otra solución a sus problemas que la emigración. El alto porcentaje de hombres
jóvenes que emigran incluso para librarse del servicio militar obligatorio, provocó la
preocupación de las autoridades militares.4 Nos podemos imaginar las dificultades que
acarrearían cualquier tipo de enfrentamiento entre la población trabajadora y los caciques en

4
El reclutamiento de quintos siempre constituyó un motivo de malestar popular en Canarias. A partir de 1880
se aprecia un incremento en el número de prófugos: un12% en 1895, un 50 en 1897 y hasta un 61% en 1921.
Desde el gobierno central se proyectaron leyes para detener este flujo de emigración clandestina. Castellano
Gil, José M.: Quintas, prófugos y emigración. La Laguna, 1886-1935, Centro de la Cultura Popular Canaria
(CCPC), Santa Cruz de Tenerife, 1990. El número de prófugos alcanzó un tal volumen que el Mº de la Guerra
adoptó varias medidas legales para frenarlo: en 1903 indultó a los que ya estaban en América y en 1906 dictó
severas instrucciones para impedir que siguieran desertando. (El Progreso, nº 203 (7/5/1903) y nº 242
(21/6/1906).

887
un espacio tan limitado. Simplemente se podrían cerrar todas las puertas para obtener un
trabajo.
Si bien en las Islas Canarias no hubo un proceso de industrialización comparable al
modelo europeo o peninsular, sí se compartieron ciertas similitudes en los cambios objetivos
y materiales de las formas de vida. El aumento de las actividades productivas radicadas en las
ciudades de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, provocan una mayor
concentración de población trabajadora en las mismas. Hecho del que son muestras la
creación de los nuevos barrios obreros o la implantación de las ciudadelas como solución a
los elevados costes de las viviendas. Las pequeñas ciudades en crecimiento concentran la aún
escasa población dedicada al sector servicios o la minoritaria industria. Se trataba de núcleos
urbanos carentes de las infraestructuras mínimas de higiene y salubridad. Las deficiencias
médicas que sufría la población trabajadora y la pérdida de la autosuficiencia del campo,
hicieron crecer de forma considerable los índices de mendicidad y prostitución. En la prensa
oficial se publicaron constantes quejas sobre la cantidad de niños/as que vagan por las calles o
las sucesivas epidemias que azotan a los/as más pobres, dibujan un paisaje de indigencia entre
la población obrera de la ciudad. Lo que refleja el alto grado de mendicidad al que se vieron
abocados muchos trabajadores/as. Sirva de ejemplo la manifestación realizada en mayo de
1906 en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Un “grupo de hambrientos”, en su mayoría
mujeres, que fueron retiradas de las calles por las autoridades, se presentaron ante el
Gobernador Civil para exponerle su situación desesperada. Como solución le dieron cuatro
panes a cada una5. Sorprende que otra vez sea la mujer la más perjudicada en situaciones de
pobreza. En la prensa obrera se recoge la existencia de un amplio número de prostitutas en las
ciudades canarias que son consecuencia, según su visión, de las carencias y el hambre que
sufren estas mujeres. Sería imprescindible poder disponer de algún estudio en este sentido e
indagar en su incidencia social. A la espera de ello, podemos intuir que la prostitución afectó
a un sector considerable de la población femenina, a juzgar por las continuadas defensas que
de sus personas se hace desde los ámbitos libertarios isleños.
La instauración del régimen de Puertos Francos (1852) vino a confirmar al
Archipiélago como un mercado potencial para las compañías extranjeras. De su mano, en
especial de los ingleses, se emprenden las obras de infraestructuras básicas en las ciudades.
Dos ejemplos claves para el tema que nos ocupa, los puertos insulares son enlazados por
correillos de vapor en 1891 y el cable telegráfico es amarrado desde Cádiz a Santa Cruz de

5
El Progreso, nº209 (14/5/1906)

888
Tenerife en 1893. La dificultad de las comunicaciones no sólo con el exterior sino incluso en
el interior de las islas más montañosas, ralentizaba las opciones de encuentro y de difusión de
la información. El ir y venir de la actividad urbana también añadió otra novedad: la
posibilidad de contactar con los trabajadores/as de otros lugares y con ello, la oportunidad de
compartir y divulgar las nuevas ideologías que estaban siendo abanderadas por el movimiento
obrero en la Península, en América o en Europa.
En este contexto, se creó en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife la Asociación Obrera
de Canarias en el año 1900. Asociación que sirvió de ejemplo y modelo a imitar en otras islas.
Al año siguiente, se constituyeron dos nuevas asociaciones: la Asociación Gremial de Obreros
de Gran Canaria y la Asociación Gremial de Obreros de Santa Cruz de La Palma. También la
isla de Lanzarote se apuntó a esta iniciativa y en 1902 apareció la Sociedad de Obreros de
Arrecife. Estas agrupaciones establecen un cambio sustancial en la concepción social e
ideológica de la clase trabajadora urbana, con respecto a las primeras Asociaciones de
Trabajadores y Sociedades Católicas de Obreros formadas en las islas de Tenerife y Gran
Canaria tres décadas antes. El gran salto significativo que confirma el origen del movimiento
obrero en Canarias reside en el carácter que adquieren estas asociaciones. Al contrario de lo
que sucedía con las anteriores sociedades, a partir de aquí las asociaciones obreras dejan de
ser una herramienta exclusiva de socorro mutuo para convertirse en un medio de lucha con el
que obtener una mejora en la calidad de vida. Las nuevas organizaciones obreras quisieron
hacer frente a la explotación laboral y económica a la que eran sometidos los trabajadores/as.
Es decir, adquieren el significado de lo que más tarde serían los sindicatos.
El movimiento obrero canario surge con un paso pausado y aún permanecerá unos
años tomando posiciones ambiguas, pero no por ello se detuvo en la gestación de una
identidad propia. Y no parece inadecuado emplear el concepto de obrero cuando en la
configuración social canaria este elemento es minoritario.6 La razón es que el término
“obrero” empieza a ser utilizado por las organizaciones de trabajadores precisamente a raíz de
superar su carácter mutual, diferenciándolo del “artesano”. En este caso, “obrero” simboliza al
trabajador/a asalariado/a, que le sitúa en unas condiciones de explotación económica

6
Canarias cuenta en el año 1900 con una población total de 358.594 habitantes, con una distribución muy
desigual entre islas periféricas o capitalinas (por ejemplo: la menos poblada es El Hierro con 6.508 habitantes y
la más poblada Tenerife con 138.008). La población activa representa casi a un 50% y desglosada por sectores,
únicamente un 10.60% trabaja en la industria. Una década después empiezan a ser reflejados nuevos sectores
que superarían al de las fábricas: un 64% para la agricultura, un 12.24 % para la industria, un 4.93% para la
construcción y un 19.04% para el sector servicios. González Morales, Alejandro: “Dinámica y estructura de la
población”, y Alcaraz Abellán, José, Anaya Hernández, Luis, Millares Cantero, Sergio y Miguel Súarez Bosa:
“La tardía modernización de la sociedad”. Ambos en Morales Padrón, Francisco: Historia de Canarias, Prensa
Ibérica, 1991.

889
totalmente diferenciadas de las tienen sus opuestos, los patronos. Es entonces cuando
comienzan a ser utilizados expresiones como las de conciencia, combatir la explotación,
expropiación, lucha de clases, colectivismo, etc. Con anterioridad, el discurso ilustrado que
promovía la libertad, la igualdad y la fraternidad ya había sido utilizado por algunos
7
republicanos para “alentar las conciencias” de la clase más desfavorecida. Pero estos
mensajes no consiguieron calar en la mentalidad de los/as trabajadores hasta que no estableció
conexión con sus necesidades. El paso definitivo lo emprendieron los mismos trabajadores/as.
De una parte, las obras más influyentes en el movimiento obrero, estaban adquiriendo
una gran difusión. La mayoría de las divulgadas en las islas fueron de tendencia anarquista:
Proudhon, Kropotkin, Bakunin, Karl Marx, Emilio Zolá, Federico Urales, Fourier, Malatesta,
Ricardo Mella, Eliseo Reclús, etc. Ensayos sociales e ideológicos hasta ese momento
desconocidos para un sector de la población que no tenía acceso a la cultura, fueron
devorados con rapidez. En este sentido es significativo el giro otorgado al discurso ilustrado:
la emancipación de las clases trabajadoras no se lograría unilateralmente por la educación del
pueblo, además habría de erradicar los privilegios que ostentaban los grupos detentadores del
poder económico y político.8 Lo que no impide que se continúen entremezclando también, al
menos durante los primeros años, argumentos que recuerdan al proyecto ilustrado. No se trata
de la aplicación de ningún imaginario social liberal. El cambio producido no es una

7
Zerolo, Elías: Apuntes acerca de la emancipación de las clases trabajadoras de Canarias, S/C de Tfe, 1870.
La obra de Elías Zerolo quería ser una invitación a las clases trabajadoras para su asociacionismo. La
asociación es interpretada aquí como el instrumento necesario para mejorar la productividad en el trabajo, la
distribución y el consumo de la riqueza. Para el autor, la miseria es la consecuencia de la mala organización
económica no por parte de quienes detentan el poder sino por parte de quienes realizan la producción. Es decir,
las clases trabajadoras son directamente responsables, según este razonamiento, de su propia pobreza. En un
gran desconocimiento y confusión, Elías Zerolo cita a los socialistas utópicos como Owen, Cobet, Fourier e
incluso Proudhon, para justificar que la defensa que hacen estos autores de la emancipación de los más pobres
no debe ser relacionada nunca con la abolición de la propiedad. Directamente contrapone el concepto de
socialismo con el de comunismo, pues Elías Zerolo los considera antagónicos. Se trata en definitiva de un
proyecto ilustrado: la instrucción liberaría al pueblo de sus opresiones. No parte entonces de un planteamiento
de lucha de clases.
8
José Cabrera Díaz (Tenerife, 1875-Cuba, 1939), de profesión tipógrafo y periodista, fue uno de los activistas e
impulsores de la Asociación Obrera de Canarias. Durante el primero de sus exilios a Cuba en 1901 escribió las
memorias del primer año de la asociación. En el apartado dedicado a las huelgas que llevó a cabo esta
asociación, deja testimonio del aprendizaje al que llegaron los estibadores en su segunda huelga. “Así nos
gusta; lucha franca y declarada, en la podamos decir a los obreros: - Ahí tenéis a vuestros enemigos, son
republicanos, carlistas, liberales y conservadores: son patronos; todos iguales, todos dados al atropello para
someteros y explotaros. Jamás vayáis con ellos en lucha alguna; vuestros intereses son opuestos a los suyos;
obrad en consecuencia de esta verdad, que entra por los ojos; organizaos para pelear en todos los terrenos, y
auxiliad a los que valientemente luchen contra el atropello infame de un puñado de cínicos-“. Cabrera Díaz,
José: Un año de labor. Memoria de los trabajos realizados por la Asociación Obrera de Canarias en el primer
año de su existencia (1900-1901), La Habana, 1902. p.64. Los/as trabajadores/as van descubriendo no sólo las
ideologías de los diferentes grupos sociales, además reconocen que el poder económico une a muchos por
encima de los pensamientos.

890
consecuencia directa de la asimilación de un lenguaje, y con ello, de una actitud de
“consciencia” ante sus problemas. Lo que dotó de sentido a los planteamientos de lucha
obrera fue su propia convicción. Convicción que fue construyéndose a partir de unos análisis
sociales compartidos, de la experiencia colectiva de sus luchas, de las conquistas ganadas
gracias a la unión y solidaridad del movimiento obrero “universal”9 y de que se creyeron muy
próximos a alcanzar su modelo social soñado.
A comienzos del siglo XX fueron publicados los primeros periódicos portavoces de las
asociaciones obreras: El Obrero, Los Gremios Canarios, La Voz del Obrero, El Martillo del
Trabajo, El Rebelde, El Martillo, Luz y Vida, En Marcha. Se dio la oportunidad de acceder y
participar en la cultura a muchos trabajadores/as. Recordemos que estos periódicos, a pesar de
tener un equipo de redacción que se responsabilizaba de su elaboración, edición y
distribución, no se dotaba de profesionales del periodismo sino que se nutría de la
participación y colaboración voluntaria de los trabajadores/as cuyos oficios nada tenían que
ver con las labores intelectuales (cigarreras, picapedreros, panaderos, estibadores, mecánicos,
etc.) Es entonces cuando algunos/as aprendieron a leer y escribir, utilizando para ello los
propios locales de las asociaciones y haciéndose un hueco durante las horas nocturnas, tras su
jornada laboral. Allí escuchaban y debatían, allí reflexionaban y comentaban. Fueron creadas
bibliotecas y se organizaron conferencias. Claro que este patrón de “buenas conductas” o el
tan recurrido “obrero consciente” estuvo limitado a un reducido grupo dentro de la
generalidad isleña. Para una población de cuarenta mil habitantes, como tuvo la ciudad de
Santa Cruz de Tenerife en el año 1900, llegaron a asociarse unos 3000 trabajadores/as durante
el año de constitución de la asociación y hasta el doble en su segundo año. Aunque las cifras
se hubiesen inflado, si tenemos en cuenta que la población activa constituían algo más de la
mitad del total de los habitantes, el resultante medio de afiliación representaba entre un 25-
30%.10 Lo que supone una implicación importante y con influencias suficientes sobre el resto
de la ciudadanía. Al igual que comprobamos en la actualidad, los movimientos sociales que
llegan a convertirse en mayoritarios siempre parten de un núcleo reducido de “agitadores/as”.
Estos minúsculos grupos de activistas consiguieron contagiar a un amplio sector de la clase
trabajadora el ansia de saber, de comprender él por qué de las cosas. Trayectoria que no
habría de ser un camino de rosas pero que quedó atestiguada por la proliferación de

9
La obtención de la jornada de 8 horas gracias a las huelgas mantenidas en 1886 en Chicago se convirtieron en
un mito, sobre todo porque a consecuencia de ellas 8 anarquistas fueron ahorcados.
10
Las cifras de las afiliaciones son publicadas en el periódico El Obrero en su número 17 (29/12/1900) y 19
(12/01/1901). También José Cabrera Díaz en sus memorias del primer año de labor de la Asociación Obrera de
Canarias (op.cit.) aporta datos al respecto.

891
periódicos, la edición de libros, folletos y en general cualquier tipo de actividad divulgativa.
Se constata por ello que son sus criterios, sus planteamientos y sus inquietudes las que sirven
de base para analizar la problemática social de su contexto histórico.
De las diversas ideologías de las que se hace partícipe este despertar, es sin lugar a
dudas el anarquismo la que le aporta un cuerpo de ideas más profundas y firmes. La
trascendencia del anarquismo en las islas durante la primera década del siglo pasado, se mide
no tanto en su fuerza cuantitativa como cualitativa. Es decir, que aunque no llega en esta
época a crearse un movimiento anarquista (sino que se desenvuelven pequeños grupos o
individualidades en el conjunto del movimiento obrero), el pensamiento anarquista sí adquiere
una gran relevancia en las nuevas concepciones socioculturales de una parte de la clase
trabajadora isleña y sobre todo, en ciertas organizaciones obreras. Por tanto, la configuración
de una mentalidad contestataria por parte de los trabajadores, se nutre en gran medida de las
críticas y análisis sociales planteados por el anarquismo, bien fuera tomado directamente de
sus precursores en Canarias bien de autores foráneos con reconocido prestigio.
Entre 1900 y 1910 se convocaron en las islas de Tenerife, La Palma y Gran Canaria un
total de 14 huelgas en los sectores del puerto, el tabaco y el transporte. Si atendemos al tipo de
exigencias planteadas por las organizaciones obreras en las convocatorias de huelgas,
lógicamente nos vamos a encontrar con medidas que afectan a la mejora de sus condiciones
de trabajo. La primera huelga realizada en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife por los
trabajadores del carbón, en el mes de abril de 1901, reclama entre otras peticiones la supresión
de las labores nocturnas. Unos meses más tarde, también en Tenerife, los tabaqueros y
tabaqueras se manifiestan en huelga, entre otros motivos, por los bajos salarios que perciben
(una peseta por unos 2.000 cigarrillos diarios)11. Ejemplos irrefutables de que los logros
materiales e inmediatos ocupaban una parte significativa en la base de sus protestas y botón
de muestra para reconocer que los avances sociales en la calidad de vida de la clase explotada
eran bienvenidos. No excluye esta estrategia el convencimiento de los libertarios isleños de
que la transformación social que anhelaban pasaba por una reestructuración en todos los
aspectos de la comunidad. Uno de ellos era sin duda la obtención de la propiedad colectiva de
los medios de producción y de los productos de su trabajo. Razón por la que proponían
además que toda persona, en edad apropiada, tenía él deber de contribuir con su fuerza de
trabajo a la sociedad. Justificada por idéntico motivo, la clase trabajadora llegado el momento
en que pudiesen poner en marcha la sociedad anarquista expropiarían a la clase burguesa de

11
Brito, Oswaldo: Historia del movimiento obrero canario, Editorial Popular, Madrid, 1980, pp.115-132

892
sus pertenencias territoriales y bienes materiales pues la riqueza debía ser propiedad de toda la
comunidad y no de una minoría, fuente de privilegios por un lado y pobreza por otro. El
periódico El Rebelde de Las Palmas de Gran Canaria, dedica en su número 10 (29/1/1903) un
extenso artículo a desarrollar cómo habría de ser la actuación social “después de la
revolución” (epígrafe con el que encabezan el texto)12.
Es posible deducir por la aparición de artículos publicados en la prensa obrera canaria
de contenido e incluso firma anarquista, que es a partir del año 1900 aproximadamente
cuando se comienza a dar difusión a dichas ideas. El pensamiento anarquista surgido del
movimiento obrero en la Europa de fines del siglo XIX, constituye en el año 1900 un
movimiento de asociaciones, sindicatos y federaciones obreras organizado tanto en el marco
internacional (Europa y América) como en algunas regiones del estado español. No obstante,
en las Islas Canarias, es a partir de esta fecha cuando comienza la publicación y divulgación
de libros, folletos, periódicos, etc., y cuando la prensa entera se hizo eco de las actividades
que venían organizando las agrupaciones anarquistas. La inexistencia de documentación
interna de las propias organizaciones obreras o grupos libertarios, obliga a tomar como fuente
de sus actividades sus órganos portavoces: los periódicos. La prensa adquiere un valor
prioritario en la reconstrucción del movimiento libertario.
Las vías principales de asimilación de las ideas libertarias en las Islas Canarias
pudieron ser tres: la difusión escrita del pensamiento anarquista; la llegada de personas
migrantes que habían tenido contacto con movimientos anarquistas en el exterior (unos
llegados de la Península y Europa y otros, canarios retornados de Latinoamérica) y la relación
de estas ideas con un sector del movimiento obrero más radicalizado que evoluciona
progresivamente hacia el apoliticismo. No se puede afirmar si el pensamiento anarquista en
Canarias se dio a conocer primero a través de un periódico, un libro, por medio de la
participación directa de algún/os activista emigrado/desterrado a las islas o si, simplemente, la
propia reflexión y debate ideológico entre una parte del movimiento obrero fue conduciendo
hacia un acercamiento con los postulados libertarios. Lo que sí parece probable es que la
combinación de todos estos factores tuvo como consecuencia la aparición de simpatizantes y
seguidores del anarquismo, que cristalizó en la formación en 1902 de los primeros grupos

12
Los/as de El Rebelde consideran que el movimiento revolucionario no debe ser obra de un comité o de un
caudillo, sino que es espontáneamente iniciado por los desheredados, los expropiados del fruto de su fuerza de
trabajo, obrando cada uno por su propia voluntad sin obedecer ni mandar a nadie. Después de destruir todas las
instituciones que representan los valores sociales capitalistas y erradicar el dinero, es necesario articular la
nueva sociedad sobre la ley del trabajo. Archivos, juzgados, escribanías, oficinas, bancos, todos pasan al
recuerdo. Tras la revolución, todos/as tienen que trabajar. Es la constante afirmación desde las páginas del
periódico para indicar al obrero cómo ha de ser la nueva sociedad.

893
claramente definidos como libertarios. En ocasiones, estas agrupaciones componían una parte
de otras asociaciones obreras que sostenían una pluralidad ideológica (tal es el caso del Grupo
Libertario dentro de la Asociación Obrera de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife, o El Grupo
Libre dentro de El Centro Obrero, en Las Palmas de Gran Canaria). En otras, se constituyeron
como un colectivo independiente con fines y actividades propias, como por ejemplo lo fueron
los Centros de Estudios Sociales Luz y Vida o Salud y Progreso en Tenerife.
Observando y comparando los manifiestos emanados de las organizaciones obreras
isleñas, se descubre el recorrido seguido por un núcleo de sus integrantes que poco a poco se
acerca al anarquismo. Si bien en los inicios de la prensa obrera, los artículos publicados sobre
el anarquismo sólo daban cuenta de los atentados, y relacionaban de forma indiscutible la
violencia con esta ideología, pronto esta vinculación gira radicalmente. A raíz del intercambio
de prensa y propaganda de los periódicos obreros canarios con publicaciones ácratas de la
Península13, cambia el punto de vista. Las noticias acerca de otras luchas obreras provocan
sentimientos de solidaridad y empatía, al tiempo que despiertan nuevas inquietudes e
ilusiones. Saltar la barrera del aislamiento ayuda mucho a dar fuerza y confianza en la
búsqueda de soluciones. Inclusive, se transformó la misma apreciación del anarquismo. Poco
a poco se comprueba una mayor aparición de artículos proclamando el anarquismo,
definiendo su ideal o presentando soluciones libertarias aplicadas a problemas sociales
contemporáneos. Se abrieron en los periódicos secciones para el debate, con un llamamiento e
invitación expresa a los escritores/as más reconocidos del pensamiento libertario.14 Se
distribuyó la prensa local, peninsular e incluso internacional, principalmente de América y
Europa.15 Estos intercambios, habituales por otra parte en todos los grupos libertarios, no se

13
La primera y principal publicación anarquista que establece contacto con El Obrero, ya en los primeros
meses de su edición, es La Revista Blanca de Madrid.
14
Por ejemplo el periódico El Obrero en su número 128 (13/6/1903), destina una sección para la denuncia de
los “atropellos y arbitrariedades” que ejercían las autoridades o los patronos con la clase trabajadora y reclaman
la participación de personajes como: “Reclús, Grave, Urales, Mella, Prat, Bonafulla, Gustavo, Kropotkin,
Mármol, Gari, Ghiraldo, Claramunt, Lorenzo, Clariá, Mirbeau, Faure, Malato, Hamon, Apolo, Salvochea,
Luben, Cunillera, Pellicer, etc.” Debo hacer aquí mención especial de la originalidad del periódico El Rebelde,
órgano portavoz del Centro Obrero de Gran Canaria. En primer lugar, porque desde su primer número
publicado en noviembre de 1902, se declaró por principios anarquista. Y en segundo porque, mientras otros
rotativos recurrían a la copia repetida de artículos “reconocidos”, El Rebelde contó con escritores/as propios.
Los nombres de sus redactores corresponden a personas del lugar: Salvador Hernández Pérez, Domingo
Súarez, Cándido López, Gabriel Araceli, L.Betancor, Josefina Libertad, Camilo Ferrera, F.Ramos Rosa,
Manuel Cándido, Serafín Martín, etc.
15
El Centro de Estudios Sociales Luz y Vida llegó a poner en venta más de treinta cabeceras de periódicos y
revistas. En su número 9 (17/2/1906) relacionan los siguientes: Les Temps Nouveaux y L’Ere Nouvelle, de
París; A Humanidade y A Obra de Lisboa; A Vida y Luz e Vida, de Porto; Aurora de Sao Paulo; Il Pensíero, de
Roma; It Grído della folla, de Milan; La pace, de Genova; Doctrina Anarquista, de Paterson; El Despertar
gallego, La Protesta y El Sombrerero, de Buenos Aires; Nuevas brisas, de Rosario de Santa Fé; Tierra, de la
Habana; Revista pictórica, La voz del cantero, Tierra y Libertad, La Revista socialista y El metalúrgico

894
limitaban exclusivamente a los periódicos. Incluían también los libros y folletos, favoreciendo
además de la divulgación del anarquismo, las teorías o discusiones más generalizadas sobre
las diferentes estrategias.16 Era frecuente encontrar anunciada la venta de publicaciones
anarquistas, bien recibidas de la península para su distribución, bien editadas en las islas. Los
autores más divulgados coinciden nuevamente con los ya mencionados: Fourier, Zola,
Kropotkin, Malatesta, Bakounin, Reclús, Malato, R.Mella, etc17. Hubo pues, en los centros
urbanos isleños una amplia difusión de la prensa a pesar del alto índice de analfabetismo.18 A
falta de datos sobre la tirada que hacían los periódicos de las asociaciones obreras, podemos
reconocer la incidencia de su edición, al menos entre la clase trabajadora urbana, por la
continuidad y perseverancia de sus promotores, quienes en repetidas ocasiones fueron
denunciados y encarcelados por los artículos publicados. Desde su aparición en septiembre de
1900 hasta diciembre de 1905, El Obrero, periódico de considerable reconocimiento entre las
asociaciones obreras isleñas, publicó un total de 251 números19.
Otro factor que facilitó el acercamiento y conocimiento de otras realidades sociales
fueron las migraciones. El último tercio del siglo XIX y el primero del XX trajeron consigo
una nueva etapa de la emigración canaria definida por la complementariedad económica entre
ambos lados del Atlántico. Se trata de una migración individual con predominio de varones
solteros entre los 15 y 30 años, que trabajaban de forma intensiva durante varios años en las
labores agrícolas y que retornaban mayoritariamente a su tierra natal. La casi totalidad de este
contingente emigratorio se dirigió a Cuba. No obstante, este movimiento de ida y vuelta
presentó diferencias de unas islas a otras. Según estadísticas del año 1900, los embarcados

español, de Madrid; El Obrero, de Badajoz; La luz del obrero, de Mahón; Nueva vida, de Mararó; El martillo
del trabajo, de Las Palmas; La voz del esclavo, de San Fernando; Tiempos nuevos, de Gijón; Verdad, de
Lérida; El productor, Boletín de la Escuela Moderna y Buena Semilla de Barcelona; La voz del obrero del mar
y La Tribuna obrera, de Cádiz; Germinal, de Tarrasa; El Proletario; de San Feliú de Guixols; Horizonte nuevo,
de Mazarrón; Germinal, de Santa Cruz de La Palma; y, Boletín de la Federación Regional y Revista médico-
social, de la Coruña
16
Madrid Santos, Francisco: La prensa anarquista y anarcosindicalista en España desde la Primera
Internacional hasta el final de la Guerra Civil, Univ. Central de Barcelona, Tesis doctoral 1988-1989. p. 30.
17
El Obrero, nº25 (23/2/1901): “Dos nuevos folletos han venido a enriquecer la ya importante colección de
obras de propaganda libertaria y sociológica que poseemos: “El Espíritu Revolucionario” de P.Kropotkin y “A
los Indiferentes” de Adrián Patroni”. Este periódico también divulgaban algunas obras por fascículos, como las
de: “Evolución y Revolución” de E.Reclús, “La Conquista del pan” de P.Kropotkin, “El dolor universal” de
S.Faure, “El Capital” de K.Marx, “El colectivismo” de J.Guesde, “Dios y el Estado” de Bakunin, etc.
18
Ricardo Ruíz y Benítez de Lugo menciona, para Canarias, un nivel de analfabetismo del 75% en el año 1900.
La población infantil escolarizada se componía de 10.000 niños que se repartirían en un total de 250 escuelas,
de los cuales en Santa Cruz de Tenerife habría sólo 128 niños “pobres”. En 1903 la citada ciudad, con una
población de 40.000 habitantes, dispondría únicamente de siete escuelas. Galván Fernández, Francisco:
Burgueses y obreros en Canarias (del siglo XIX al XX), Servicio de Publicaciones de la Universidad La
Laguna, 1986, pp.426-429.
19
Yanes Mesa, Julio: Historia del periodismo tinerfeño (1758-1936), CCPC, Tenerife 2003, p.329.

895
desde La Palma representaban un 37.6%, ocupando un segundo lugar los de Santa Cruz de
Tenerife con un 35.7% y un 26.7% los de Las Palmas de Gran Canaria.20 Otros destinos de los
canarios en América fueron Venezuela y en menor medida, Argentina y Uruguay. Hoy, la
memoria colectiva de la sociedad canaria pretende ser tergiversada por quienes detentan el
poder económico y político. Quieren hacer olvidar que también la sociedad canaria fue
inmigrante en tierras ajenas y que para ello se valió de los medios que estuvieron a su alcance.
Cuando escuchamos las denuncias actuales que, tanto los gobiernos como los medios de
comunicación, plantean sobre las “mafias” que trafican con “inmigrantes africanos”, no nos
queda más que sorprendernos del silencio con el que se quiere ocultar la historia de Canarias.
A comienzos del siglo XX, diversos periódicos obreros incorporaban, generalmente en un
apartado de gacetillas, continuas noticias acerca de la partida o la llegada de canarios a
América. Comprobamos la asombrosa similitud del engaño y explotación que siempre se
emplea con los/as más empobrecidos.21 A la larga, la suerte que corrían no era la esperada y
en bastantes ocasiones se veían abocados al hambre. Pero la emigración a tierras americanas
no se detuvo a lo largo de la década estudiada.
En ocasiones, el grado de madurez ideológica y política supera con creces cualquiera
de las soluciones que ahora se aportan a este fenómeno. Ya lo afirmaba el periódico libertario
Luz y Vida en 1905: “Inútiles serán todas las trabas que se le ponga; la emigración es un
hecho perfectamente natural. Cada uno busca su mejor modo de vivir. Si se promulgan leyes
coercitivas, el que tienen propósito de abandonar el país, lo hará prescindiendo de las leyes,
valiéndose de sus medios propios, empleando todo el ingenio del preso”.22 Este grupo
libertario acusaba de falso humanitarismo a los empresarios y gobernantes porque los
catalogaba de directos responsables de su miseria, causa mayor de que quisieran abandonar su
tierra a todo riesgo. La exposición de sus argumentos evidencia que existió un análisis
reflexionado sobre sus problemas generales y particulares. No queda demostrado que subsista
ningún “imaginario colectivo” en este sentido. Al contrario, precisamente estas agrupaciones
intentan abrir un camino en una sociedad que hasta ese momento había tenido unas relaciones
casi feudales. La plasmación de sus ideales sobre el universalismo, el rechazo de las patrias o
las fronteras, les sitúa en una posición muy adelantada no únicamente a principios del siglo
XX, sino hasta en el día de hoy. Las ideas en abstracto no cambiaron nada. Fue cuando

20
Hernández Gonzalez, Manuel: Canarias: la emigración, Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de
Tenerife, 1995. Macías Hernández, A.M.: La migración canaria, 1500-1980, Júcar, Asturias, 1992.
21
Quejas y denuncias constantes “por obligar a los jóvenes a emigrar a América para trabajar” (El Obrero,
26/11/1904) y que desmentían “la buena vida nueva” (El Martillo del Trabajo, 30/11/1904)
22
Luz y Vida, n º2 (9/12/1905), “La emigración”.

896
quisieron llevar a la práctica, a la realidad vivida y compartida esas aspiraciones, cuando
cuestionaron las relaciones sociales predominantes, las que estaban justificadas sobre la
jerarquía y la opresión.
Es importante resaltar la aportación de las personas migrantes retornadas de América,
pues algunas de ellas conocieron allá el movimiento anarquista y luego continuaron
desarrollándolo en las islas. Trabajadores/as que antes de emigrar estuvieron participando en
las organizaciones obreras canarias y que establecieron contactos con grupos afines en los
lugares de destino. Tras su vuelta, algunas ponían en colectivo sus experiencias, contando la
situación social que allí se vivía y las luchas sociales que despuntaban. Siro Padrón, miembro
y en ocasiones representante en cargos organizativos en la Asociación Obrera de Tenerife
(1903), el Centro Obrero de Tenerife (1904) y el grupo libertario Luz y Vida (1905), fue un
ejemplo claro de las repercusiones que tuvo la emigración y retorno de canarios/as a tierras
americanas. En su migración a Argentina conecta con las ideas anarquistas y los elementos
que las difunden.23 También desde Cuba y Puerto Rico se dirigen comunicados expresos para
los trabajadores canarios, probablemente porque entre ellos figuren isleños emigrados24. No
obstante, en muy pocas ocasiones se confirma la llegada de anarquistas inmigrados o
desterrados a Canarias y de ninguna manera queda demostrada su relación con el desarrollo
de los primeros núcleos libertarios, tal y como se ha venido repitiendo por algunos
historiadores.25 El hecho de que algunos anarquistas asentados en las islas procedan de la
Península no da razones suficientes para considerar que el anarquismo se haya expandido aquí
por su influencia.26 En el caso de que su participación en las asociaciones obreras obtuviese
un importante crédito, es indudable que ya se había configurado una mentalidad favorable al
anarquismo entre los trabajadores que pusieron en marcha el movimiento obrero canario. Es
la evolución interna de éstos la que marca el proceso de crecimiento del anarquismo. El
influjo de las emigraciones no vino sino a reforzar unas bases ya creadas, y el refuerzo más
importante proviene de los emigrantes canarios retornados de América.
Los primeros pasos del anarquismo y la formación posterior de grupos libertarios se
23
El Obrero, nº152 (22/11/1903), artículo firmado por Siro Padrón, venido de la República Argentina, donde
expone que emigrantes llegados a Argentina desde Italia, Francia y España, propagan las ideas anarquistas.
24
Los trabajadores de carga y descarga en Puerto Rico anuncian a sus compañeros del muelle de Santa Cruz de
Tenerife, el éxito de la huelga que vienen emprendiendo (El Obrero, nº240, 30/9/1905). Un grupo anarquista en
Cuba quiere coordinar con Luz y Vida, la excursión de propaganda que tienen programada con Teresa
Claramunt y Leopoldo Bonafulla (Luz y Vida, nº13, 19/5/1906)
25
“La influencia de desterrados anarquistas, mayoritarios numéricamente, así como socialistas- en proporción
menor- provocará el desarrollo de núcleos de influencia ideológica (…)” cita Brito, Oswaldo en op.cit., p.76.
26
“Los anarquistas no alcanzaron el ascendiente de los santacruceros, quizás por una menor impronta de la
emigración o del destierro catalano-andaluz” cita Millares Cantero, Agustín: “Trabajadores y republicanos en
Las Palmas (1900-1908)”, Vegueta nº0, mayo 1992, p.124.

897
desarrollan directamente relacionados con el origen y formación del movimiento obrero
canario. El anarquismo no nace como una doctrina elaborada sino que sus exposiciones
teóricas y su proyección práctica van delimitándose con el curso de los acontecimientos
históricos y, sobre todo, con la constante y continua reflexión entre sus promotores. En cada
lugar, en cada rincón, los/as anarquistas ofrecen sus particular forma de concebir el mundo y
cómo ha de ser su lucha para alcanzarlo. Un ejemplo lo representó el debate abierto sobre la
conveniencia o no de la participación política de la clase obrera canaria. A finales de 1901 se
celebraron elecciones municipales en Santa Cruz de Tenerife. En el mes de mayo El Obrero
abrió un debate sobre la conveniencia o no de que la clase obrera participe en la política. Con
el título de “un concurso” fueron lanzadas varias preguntas a los trabajadores. Además de la
citada, interesa conocer la opinión de los obreros respecto al Partido Republicano y la
religión.27 Discusión muy interesante por varias razones: constata cómo se busca una
identidad colectiva en una organización que no tiene una filiación política única; demuestra
que en Canarias los trabajadores realizan sus reflexiones antes de adoptar una opción política
y estudian las implicaciones en su realidad cotidiana (por lo que no es factible afirmar que una
ideología es implantada por individuos que vienen de fuera); y, por último es el punto de
partida de una constante profundización en sus análisis. Éste fue además el inicio de la
separación y distanciamiento de las distintas corrientes ideológicas, en especial la separación
del movimiento obrero respecto del republicanismo y el acercamiento a los planteamientos
libertarios.
En el mes de octubre de ese año Secundino Delgado funda el Partido Popular
Autonomista, primer partido obrero de Canarias.28 Se empezaron a dar conferencias nocturnas
en el Centro Obrero. En la noche del 23 de octubre de 1901, en el local de la Asociación
Obrera de Canarias, se llevó a efecto una asamblea general que había sido convocada por la
Comisión organizadora del Partido Popular, al objeto de tratar sobre las elecciones
municipales que iban a celebrarse el domingo 10 de noviembre29. La asistencia a dicha

27
“Actualmente, una de las cuestiones que con más ardor se discuten en España es la de las relaciones que
deben existir entre los elementos republicanos, libre-pensadores, socialistas y ácratas (…) abrimos un concurso
con el objeto de recoger las opiniones de todos los compañeros (…): Primero.- ¿Debe hacer política la clase
obrera de Canarias? ¿En qué sentido?; Segundo.- ¿Debe aliarse al Partido Republicano? ¿En qué ocasiones?;
Tercero.- ¿Qué actitudes debe tener ante los problemas religiosos?” El Obrero, nº 33 (1/5/1901).
28
“Partícipe de la independencia cubana y cofundador de la revista caraqueña El Guanche (1897-1898), regresa
a su isla natal a finales de 1900 y en Santa Cruz conecta rápidamente con el asociacionismo gremial y coopera
con El Obrero, desde cuyas páginas traza el diseño de una agrupación autonomista y anticaciquil, fuertemente
crítica hacia el capitalismo extranjero imperante en Canarias. A principios de agosto emprendió sus tareas la
comisión promotora del Partido Popular”. Millares Cantero, Agustín: “Trabajadores y republicanos en Las
Palmas (1900-1908)”, Vegueta, nº 0, mayo 1992,pp.121-136.
29
Secundino Delgado (Tenerife, 1871-1912), ha sido considerado como el precursor en la reivindicación de la

898
asamblea, según El Obrero, fue muy numerosa, y acordó la formación de un partido nuevo
que representase al pueblo. La posibilidad de conseguir una autonomía política para las islas
fue la solución encontrada por los trabajadores/as para erradicar del caciquismo. La
asociación, cuyos componentes más activos en ese entonces eran partidarios del nuevo
partido, se decantó en un principio por una aceptación en la participación política de la clase
trabajadora.
En la primavera del año siguiente, coincidiendo con la vuelta de José Cabrera Díaz de
su huida a Cuba, el equipo redactor cambia radicalmente sus criterios. La editorial se desligó
de manera absoluta de cualquier tendencia partidista y recomendó a todos los trabajadores/as
poner sus energías, no en favor de los asuntos electorales, sino en la defensa de los derechos
de asociación, en la consecución de la libertad de pensamiento y expresión, en la igualdad
económica y social, en la justicia y en la revolución social. El rechazo a la autoridad política,
al Gobierno, es ahora evidente. Argumentaban que los gobiernos que habían surgido después
de las revoluciones se habían preocupado más de discutir y resolver los asuntos de sus
intereses particulares que de dar comida al pueblo. Razón por la que ahora desaconsejan la
participación política de la clase obrera. La serie editorial de cuatro capítulos que publicó el
periódico para dar respuesta al debate fue finalizada con un acuerdo ambiguo: como
asociación se apuesta por el apoliticismo y se defienden las ideas anarquistas; como
individuos, se admite la votación en las elecciones siempre que sea a un partido que resguarde
los intereses de los trabajadores.30 El apoliticismo característico de los anarquistas constituye
entonces la base para la transformación social. Los/as anarquistas eran ya activistas
destacados dentro de la asociación pero su influencia aún no alcanzaba los mismos éxitos en
el conjunto social. Y puesto que había un problema común para todos los trabajadores como
lo era el caciquismo, se toleraban aquellas soluciones que se encaminaran a su eliminación.
Las mujeres también se hicieron partícipes en la gestación del movimiento obrero
canario. En agosto de 1900 se constituyó el gremio de tabaqueros de ambos sexos, con un
total de 300 socios/as, que rápidamente se ampliaría. Al año siguiente un nuevo gremio sólo

independencia de Canarias. Varias veces autodefinido como libertario, siempre tuvo cercanías con la ideología
anarquista a pesar de haber sido impulsor del Partido Autonomista y de que no desechó la vía electoral como
una forma de combatir el caciquismo. Fundó varios periódicos: El Esclavo en Cuba, ¡Vacaguaré! en Tenerife y
El Guanche en Venezuela. Sufrió una tenaz persecución por parte de Valeriano Weyler (Capitán General en
Cuba durante la etapa de su independencia y Ministro de la Guerra en España a principios de s.XX). Detenido
en mayo de 1902 y encarcelado en la Modelo de Madrid hasta enero de 1903. Suárez Rosales, Manuel:
Secundino Delgado, vida y obra del padre del nacionalismo canario, Centro de la Cultura Popular Canaria,
Tenerife, 1986, pp.37-39.
30
El Obrero, nº81 (31/5/1902) editorial “A los obreros y al público IV”

899
de mujeres: el de las costureras, con 52 afiliadas.31 Y conocemos al menos dos mujeres que
fueron elegidas como representantes: Tomasa Gutiérrez Ara, portavoz de las cigarreras32 y
Antonia Pérez Cruz, una de las portavoces del gremio de sirvientes de ambos sexos.33 En todo
caso, resulta una tarea compleja cuantificar el progreso de sindicación de las mujeres en un
proceso que debió ser paralelo a su incorporación al trabajo asalariado. La integración de la
mujer en el mercado laboral se produce de forma tardía y muy paulatina; en el año 1930, de
un total de 31’7% de población activa, las mujeres ocupan tan sólo el 10’3%, siendo
aplastante la mayoría de varones, 89’7%.34 Para los años 1909-1910, en las islas se cifra el
número total de proletariado urbano en 2.806 obreros/as, concentrados mayoritariamente en
los sectores de transportes, tabaco, metalurgia e industrias químicas, siendo el porcentaje de
mujeres de un 9’83%, de las cuáles un 48’18% son menores de 23 años. La mano de obra
femenina era empleada sobre todo en el sector del textil y en el del tabaco. De las condiciones
de trabajo de estas últimas nos dan una idea los datos siguientes: sus jornadas se prolongaban
hasta altas horas de la noche, ya que solían incluir las faenas del hogar de los fabricantes
(tareas que se alternaban); cobraban por día una peseta y de ella el empresario descontaba
media a la semana para pagar a las empaquetadoras o cajetilleras; las encargadas de los
empaquetados no tenían más de 8 ó 10 años; etc.35 El activismo de las mujeres en las protestas
sindicales queda de nuevo confirmado en la manifestación del 1º de mayo de 1901, a la que
acuden unas 200 mujeres que marchan junto a las cigarreras, portando una pancarta con la
proclama de “¡Por la emancipación de la mujer!”36.
Bastante más infrecuente resulta la colaboración de la mujer en la prensa obrera,
justificada seguramente por los mayores obstáculos que tiene para acceder a la enseñanza y
por la carencia de un hábito para las contribuciones más teóricas. Si a estos datos le añadimos
que la mujer, una vez se ha incorporado al trabajo asalariado (con unas condiciones inferiores
a las del hombre, por ejemplo sus jornales son la mitad de los de aquel), debe además
encargarse de llevar la responsabilidad de las tareas del hogar y los cuidados de la familia
(dada la permanencia de una cultura patriarcal), es realmente sorprendente que la mujer
obrera o jornalera incluso extraiga un tiempo para destinarlo a fomentar sus capacidades
intelectuales. De los periódicos consultados conocemos a Juana González y Adela de la T. en

31
Brito, Oswaldo: op.cit. p.127 y p.84 respectivamente.
32
En Marcha, nº23, especial 1ºde mayo (1/5/1931) “Mirada retrospectiva.- Hace 31 años”
33
El Obrero, suplemento al nº2 (15/9/1900) “Manifiesto de la Asociación al pueblo de Canarias”
34
González Morales, Alejandro: “Dinámica y estructura de la población”, en Morales Padrón, Francisco:
Historia de Canarias, Prensa Ibérica, 1991, v.4, p.648.
35
Brito, O.: op.cit., p 93. Serie “Las cigarreras” publicadas en El Obrero durante primeros números en 1900
36
Cabrera Díaz, José: op.cit. , p.86

900
El Obrero; Josefina Libertad, Milagro Rodríguez y Mariana Benítez en El Rebelde; y por
último, Elvira Monteverde en Luz y Vida. Si tenemos en cuenta las colaboraciones de mujeres
de la Península, saltan los nombres de Soledad Gustavo, Belén Sárraga y Teresa Claramunt,
las dos últimas solicitadas para una gira de propaganda ideológica por las islas. Belén Sárraga
de Ferrero, activista del librepensamiento, es reclamada por el Partido Republicano de Santa
Cruz de La Palma en el verano de 1905 para impartir sendas conferencias en La Palma y
Tenerife. Teresa Claramunt, militante anarquista, es convocada con igual intención en fechas
similares por el grupo libertario Luz y Vida, gira que no llega a realizarse. Resulta difícil
formular conclusiones tajantes cuando se dispone de tan poca información, pero otras
acciones en las que son nombradas las mujeres, hacen pensar que su activismo aún no siendo
mayoritario fue decidido.37
Aún con todo, las asociaciones obreras canarias de principios de siglo XX estaban
compuestas mayoritariamente por hombres y en su concepción del género femenino dan
muestras de un pensamiento machista defendiendo patrones patriarcales en las relaciones
familiares. El Popular, periódico editado desde mediados de 1906 en Santa Cruz de Tenerife,
dedicado a defender los derechos del hombre y que tiene afinidades ideológicas con los
anarquistas, dedica algunos artículos a la conveniencia de abolir el trabajo de la mujer38.
Frente al hecho real de una mano de obra femenina creciente, esta actitud se flexibiliza,
introduciéndose entonces, la aceptación del trabajo extradoméstico en determinadas
circunstancias. Desde esta óptica, únicamente en una situación de absoluta necesidad
económica puede la mujer, de forma transitoria, desempeñar un puesto de trabajo. Cuando la
prensa obrera hacía sus críticas a la religión, las enfocaba también a la actitud de las mujeres,
pues consideraba que a través de ellas la religión conseguía ejercer su influencia en la
sociedad. Nuevamente la mujer es caracterizada por el desarrollo particular de la afectividad y
por su tendencia a las cuestiones emocionales. Recordemos que según los libertarios la fe
religiosa está basada en la ignorancia, en el desconocimiento de la lógica y la razón, por lo
que indirectamente están rebajando las capacidades intelectuales de la mujer al hacer estas

37
Josefa Mero organiza espontáneamente una recolecta de comida y dinero para un barco de inmigrantes
gallegos que fueron abandonados por las autoridades (en el mes de octubre de 1904 llegaron en el vapor Juan
Forgas 80 pasajeros entre los cuales habían niños de 12 y 14 años). Tras un mitin celebrado en marzo de 1903
en el Teatro de Santa Cruz de Tenerife para protestar por las palizas de policías a trabajadores, una anciana se
presenta ante el Gobernador Civil, como parte de la comitiva de la asociación, para denunciar que habían
matado a su hijo.
38
El Popular, nº11 (15/9/1906) “¿Debe abolirse el trabajo de la mujer?”, el artículo denuncia que desde que las
mujeres acuden a las fábricas o al taller, pueden tener más acceso al lujo y terminan dando rienda suelta a “su
instinto de coquetería” para ser más grata a la vista del hombre según creen que el hombre gusta de “perifollos
y arrumacos”, “muchas jóvenes falsean sus naturales instintos al contacto de sus compañeras de trabajo”.

901
asociaciones. Es frecuente -encontrar en las páginas de El Obrero o El Rebelde artículos que
critican el acercamiento de las mujeres a la iglesia haciendo recaer en ellas el peso de los
tradicionalismos religiosos.
No podemos saber si el componente femenino de las asociaciones obreras canarias
eran afines o no, y hasta qué punto, del pensamiento anarquista, si bien sería inevitable recibir
su influjo. Duda que queda algo más disipada para el caso del Centro Obrero de Las Palmas,
pues ya se presenta con una clara determinación libertaria. Llama la atención en el breve
período de tiempo de publicación de su periódico, El Rebelde (1902-1903), la colaboración de
tres mujeres entre sus redactores.
La geografía del anarquismo en Canarias se centró básicamente en las ciudades de
Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria en la primera década del siglo XX. Con
diferencia, es la isla de Tenerife donde esta ideología consigue crear unas bases más sólidas y
donde el seguimiento es mayor. En el año 1900 se constituye la Asociación Obrera de
Canarias en Santa Cruz de Tenerife. Su órgano portavoz será el semanario El Obrero, que
conservará la misma cabecera durante los sucesivos cambios que experimenta la Asociación:
en 1903 pasa a llamarse Asociación Obrera de Tenerife y en 1904 Centro Obrero de Tenerife.
Ya en el primer año de su constitución contaba con más de 3.000 asociados, cuya filiación
política es tan amplia que incluye a monárquicos, republicanos, socialistas y anarquistas.
Aunque este abanico se reduce cuando se hace referencia al “núcleo militante”, es decir, al
grupo que se responsabiliza de las tareas organizativas o simplemente de la edición del
periódico. Es aquí donde los elementos libertarios toman la iniciativa la mayor parte de las
veces y ejercen de dinamizadores del resto de la asociación obrera. Por eso las actividades
culturales estaban organizadas en buena medida por ellos. Se trata de actividades como la
fundación de la revista Justicia y Libertad (1902), la edición de un número extraordinario de
El Obrero destinado a la difusión de las ideas (1903), la creación del grupo de propaganda
Caballeros de la Idea (1903)39, que organiza excursiones al campo, la constitución de un
Centro de Estudios Sociales en el barrio de El Cabo (1903), la publicación de libros y folletos
o la celebración de conferencias en los locales de la Asociación. A medida que el núcleo
anarquista va creciendo aumentan también las tensiones ideológicas, como la generada en
1903 por el apoyo de la Asociación Obrera de Tenerife a las manifestaciones convocadas por
el asunto de los Puertos Francos. En cualquier caso, y a pesar de las diferencias de criterios
entre obreros o entre anarquistas, en Tenerife se aboga siempre por una unidad de acción de la

39
Del cual se conoce al menos una publicación escrita por José Cabrera Díaz: La educación jesuítica,
Biblioteca del grupo “Los caballeros de la idea”, La Laguna, 1903.

902
clase trabajadora. Los libertarios no cuentan aún con la suficiente cantidad de seguidores
como para iniciar un movimiento sindical de forma autónoma. Lo que explica, por una parte,
que la mayor parte de su actividad esté centrada en el terreno social y cultural y, por otra, que
promuevan continuas discusiones en el interior de la asociación obrera acerca de los
procedimientos de lucha.
La estructura orgánica que adopta la Asociación Obrera de Canarias copia el modelo
aprobado por la Federación Regional Española en su congreso fundacional en 1870: secciones
de oficio agrupadas en federaciones locales de distintos oficios y federaciones profesionales
de distintas localidades, todas las cuales confluyen a su vez en la Federación Regional
Española. La Asociación Obrera de Canarias se crea como resultado de la federación local de
los gremios por oficios previamente constituidos (albañiles, picapedreros, barberos, zapateros,
etc.) y que en años posteriores continuarán adhiriéndose con base en la profesión, como es el
caso del gremio de las costureras que se incorpora en 1901. Hubo intentos de configurar una
Federación Regional Canaria que agrupara a los obreros de Tenerife, Gran Canaria y Arrecife,
pero no llegó a realizarse. El modelo sindical de la Federación Regional Española, adherida a
la A.I.T., sirve de base no sólo en su estructuración interna sino también en cuanto a las
estrategias sindicales propuestas. Una de ellas había sido la de organizar cajas de resistencia y
crear cooperativas de ramos y de consumos. En 1901 se instala en Tenerife una Fábrica de
Pan Colectiva y en 1902 un Taller Colectivo de Zapatería en Las Palmas. La Asociación
Obrera de Canarias mantiene contactos regulares con la Federación Regional Española de
Sociedades de Resistencia (continuación de la FRE), como queda demostrado tanto por las
campañas de apoyos a presos que se coordinan como por las informaciones puntuales que se
indican sobre los Congresos (por ejemplo en Madrid, durante el mes de mayo de1903).
Los primeros grupos de afinidad anarquista aparecen con la creación de los Centros de
Estudios Sociales Luz y Vida y, Salud y Progreso, ambos fundados en 1905 en Santa Cruz de
Tenerife. Con ellos, el anarquismo alcanza en Tenerife su madurez ideológica y pasa de
figurar como corriente de opinión en la Asociación Obrera a inaugurar una andadura en
solitario. Luz y Vida se fue configurando en el seno del Centro Obrero de Tenerife durante el
verano de 1905. Entre ambas organizaciones brotan ciertas tensiones, como por ejemplo con
motivo de la celebración del 1º de Mayo. Editan desde diciembre de 1905 un periódico
libertario con su mismo nombre: Luz y Vida. A través de sus páginas divulga no sólo el
pensamiento ácrata, sino también las nuevas ideas que están surgiendo en la Península entre
los elementos revolucionarios: el naturismo y el neomalthusianismo. Luz y Vida es un grupo
con finalidad básicamente cultural: fomenta la lectura, la difusión de ideas, la reflexión y el

903
debate. Dispone de una amplia biblioteca de libros, folletos y periódicos procedentes de
diversos lugares de la Península y del extranjero. Intenta organizar, sin mucho éxito, una gira
de propaganda con dos conocidos anarquistas de la Península, Teresa Claramunt y Leopoldo
Bonafulla, para la cual recolectan una buena cantidad de aportaciones voluntarias. Realizó
otras campañas con mejores resultados, como fue la inscripción civil de parejas y nacimiento
de niños/as. Junto con el Centro de Estudios Sociales Salud y Progreso, cuya actividad se
centraba en la promoción de la educación racionalista, impulsa la fundación de una escuela de
obreros en Santa Cruz.
La escuela racionalista de Santa Cruz es inaugurada en los locales del Centro Obrero
de Tenerife en el mes de junio de 1906. A su labor contribuyeron todos los librepensadores,
sean socialistas, republicanos o anarquistas, que habían considerado a la enseñanza como un
elemento clave para la emancipación de los trabajadores. El autor formal es la Asociación
Trabajo y Voluntad que, con este fin, se constituye en enero de 1906 con la participación
mayoritaria de individuos procedentes del Centro Obrero y de Luz y Vida. De nuevo las ideas
revolucionarias se quieren traducir en actuaciones prácticas. La Asociación Trabajo y
Voluntad pretende dar la oportunidad de acceso a la cultura a las clases populares, impartir
una educación libre e integral de acuerdo al modelo de la Escuela Moderna de Barcelona y
enseñar al individuo a vivir en libertad para dar un paso a favor de la emancipación humana.
Hasta al menos 1907, los anarquistas en Tenerife compaginarían su participación en varias
organizaciones: el Centro Obrero, Luz y Vida, Salud y Progreso, y Trabajo y Voluntad.
El último grupo anarquista aparecido antes de que finalice la primera década del siglo
XX en Tenerife, es el grupo editor de En Marcha. En Marcha fue un semanario que comenzó
a editarse en junio de 1909 y del que únicamente se han conservado cuatro números. Algunos
de los fundadores de En Marcha provenían, posiblemente, del Centro de Estudios Sociales
Luz y Vida, cuya actividad se constata al menos hasta 1907. Coincide la inauguración del
semanario anarquista con el nuevo impulso del sindicalismo dado por Solidaridad Obrera en
Barcelona. En Marcha es una publicación anarquista de carácter sindical que pretende
reanimar la organización obrera, también interrumpida en 1906. Las constantes denuncias a la
prensa obrera habían conducido a la cárcel a un grupo de trabajadores, lo que unido a la dura
política impulsada por el Gobierno de Maura contra el movimiento obrero y en especial,
contra el anarquismo, provocó un paréntesis en el camino de las asociaciones obreras
canarias. En Marcha, nacería con la intención de cubrir este espacio y contagiados de la fuerza
que volvía a tener el sindicalismo en la Península, se proponían esta vez poner las bases de lo
que más tarde sería la organización anarcosindicalista C.N.T. No figura como portavoz de

904
ningún grupo porque seguramente pretendía aunar a antiguos y nuevos activistas obreros con
el fin de reorganizar la asociación.
En Las Palmas de Gran Canaria, el desarrollo que toma la corriente anarquista difiere
en bastantes aspectos del expuesto para la isla de Tenerife. Las primeras noticias encontradas
acerca de su existencia, salen a la luz pública justo con la constitución en 1902 del Centro
Obrero de Gran Canaria. Esta asociación nace en parte como una escisión y en otra parte
como una expulsión de un grupo de trabajadores/as de la Asociación Gremial de Obreros de
Gran Canaria. Constituida ésta última en 1901, no había mostrado desde sus inicios simpatía
por los ideales libertarios, como sí había sucedido en Tenerife con la Asociación Obrera de
Canarias. Al contrario, parece haber sido el pensamiento republicano el que obtuviera más
adeptos entre sus miembros. La línea ideológica de la Asociación Gremial de Obreros de
Gran Canaria posibilitó que sus cargos representativos los ocuparan personas procedentes de
profesiones liberales (su primer presidente, Luis Suárez Quesada, era periodista y el director
del periódico El Trabajo, portavoz de la Asociación, era abogado), quienes pronto
traicionarían al resto de la organización haciendo tratos particulares con la patronal. Estas
características provocaron, con bastante probabilidad, que los anarquistas no pudieran
desenvolverse con soltura dentro de la asociación. Esta es la razón por la que se escinden y
forman un grupo independiente. El Centro Obrero de Gran Canaria se presenta entonces como
una asociación obrera de tendencia anarquista. Si tenemos en cuenta que el anarquismo hasta
ese momento no había tenido una presencia pública en la sociedad canaria, y que además el
movimiento obrero en general apenas ha iniciado su trayectoria, resulta bastante arriesgado
intentar organizar a la clase trabajadora isleña directamente en una asociación obrera
anarquista. La labor del Centro Obrero de Gran Canaria se orientó de manera más exclusiva
hacia la movilización sindical, ocupando la actividad cultural un segundo plano. Su medio de
propaganda y portavoz de sus actividades fue el periódico, El Rebelde, inaugurado también en
1902. En apenas dos años que es publicado el rotativo y que, sin otras noticias que lo refuten,
permanece en activo el Centro Obrero, sus discursos y sus actos se sitúan en la misma línea
evolutiva que la mostrada por los anarquistas en Tenerife: prestan apoyo en las campañas por
la liberación de los presos sociales y llegan a organizar un mitin; fundan un Taller Colectivo
de Zapatería; publican por capítulos obras de temática social; etc. Otro aspecto que
rápidamente llama la atención es la línea editorial de El Rebelde. Si bien lo más frecuente en
cualquier medio de propaganda anarquista, isleña o peninsular, era reproducir textos de
autores/as libertarios reconocidos, sobre todo cuando el periódico comenzaba a editarse, la
redacción de El Rebelde, está elaborada casi en su totalidad por los propios componentes de la

905
asociación. Y en sus artículos puede encontrarse profusamente desarrolladas, propuestas tales
como la expropiación de los bienes privados o la organización social tras la revolución
libertaria.
No obstante, en el terreno de la conflictividad sindical no se podido constatar que
llevaran a cabo ninguna huelga o movilización laboral. Por un lado se dio la circunstancia de
que existía un núcleo anarquista muy polarizado en su actuación y por otro, no se había
puesto en marcha un trabajo de base que lograra llamar la atención y aunar a la clase
trabajadora. El hecho de que los anarquistas se distanciaran de la otra asociación obrera
tampoco contribuyó a difundir el pensamiento libertario. Mientras que en Santa Cruz de
Tenerife los trabajadores actuaban conjuntamente a la hora de afrontar las luchas sindicales,
en Las Palmas de Gran Canaria esta movilización se la disputaban dos asociaciones. A partir
de 1903, tanto el Centro Obrero de Gran Canaria como la Asociación Gremial de Obreros de
Gran Canaria, desaparecen de la vida pública, sus miembros se diluyen en otros proyectos
(algunos participan en la edición de El Martillo del Trabajo). En estos años el anarquismo no
consiguió crear unas bases sólidas entre la clase trabajadora en Las Palmas y la repercusión de
sus propuestas aún sería muy modesta.
Sobre las otras islas, tan sólo en La Palma se ha podido localizar un pequeño grupo de
simpatizantes que entabla contactos con los anarquistas. La Voz del Obrero, portavoz de la
Asociación Gremial de Obreros de La Palma, acoge con buen gusto las colaboraciones de
libertarios/as tinerfeños como Siro Padrón. Además, la prensa ácrata tinerfeña no olvida
enviarles sus ejemplares y sabemos que en La Palma se recibían, entre otros, las publicaciones
de Luz y Vida o En Marcha. Poco más se puede afirmar sobre la aproximación ideológica de
la clase trabajadora palmera al anarquismo en la primera década del siglo XX. Su contacto
con el movimiento libertario quedó reducido a algunas personas más que a la asociación en sí.
Un último aspecto que llama la atención durante el período estudiado es la ausencia de
violencia en los conflictos sociales. Mientras que desde finales del siglo XIX, en la península
se protagonizaron diversos atentados protagonizados por anarquistas, en las islas no se
produjeron actos violentos.
Para que una ideología pueda ser conocida, aceptada y defendida por un conjunto de
personas, sus análisis deben ajustarse a la situación social del momento. Y sus propuestas
deben aportar, en mayor o menor grado, una solución viable a los conflictos planteados. Por
tanto, el anarquismo consigue asentarse entre la población obrera, no únicamente por la
insistencia de su propaganda, bien escrita bien oral, sino además porque ofrecía a aquélla
respuestas posibles a sus problemas. En saco roto podría caer la publicidad de las ideas si

906
previamente no se establece una conexión con el sentir de los individuos a quienes se dirigen,
con sus inquietudes y sus realidades cotidianas. Ya ha quedado demostrada la incidencia del
anarquismo en la mentalidad social a través de la puesta en práctica de experiencias como: la
creación de una escuela racionalista, laica y popular; la inscripción civil de los nacimientos y
uniones de parejas; el fomento de la cultura con la puesta en marcha de bibliotecas y librerías;
la divulgación de corrientes de pensamiento transformadoras como lo fue la educación sexual;
el funcionamiento federativo de las asociaciones obreras; la fundación de grupos específicos
libertarios; la radicalización de los debates; la difusión del naturismo; etc. Su peso fue mayor
en Santa Cruz de Tenerife, pero también se presentó con fuerza en Las Palmas de Gran
Canaria. Aunque este movimiento quede interrumpido durante unos años, su capacidad de
influencia en la mentalidad de la clase trabajadora no se detendrá y renacerá con fuerza
cuando se crean las Federaciones Obreras en 1914.

907
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910
ASOCIACIONISMO Y MOVIMIENTO
OBRERO EN MURCIA:
LA MAESTRANZA
NAVAL DE CARTAGENA
Cristina Roda Alcantud
Universidad de Murcia

Dadas las peculiares características de Cartagena como ciudad naval, su historia ha


estado durante mucho tiempo íntimamente ligada a la de su Arsenal, debido al alto grado de
dependencia de la mayoría de los habitantes de esta ciudad-militar de una instalación naval de
la importancia del Arsenal Militar. La Maestranza Naval, como fuente fundamental de empleo
para la población durante muchos años, se constituyó pronto en un sector social especialmente
solidario y con un activo papel político demostrado en diversas ocasiones. Para entender el
significado de lo que fue durante mucho tiempo el binomio Cartagena-Arsenal, se debe
comprender en primer lugar el significado de un complejo de industrial de estas
características.

CREACIÓN DE LOS ARSENALES


Para buscar la etimología de la palabra “arsenal” hay que remitirse al término árabe
“ad-dár as- sina´a”, la casa de fabricación 1, y con posterioridad a las medievales “atarazanas”.
En un principio no tenían significado exclusivamente “naval”, sino de fábrica, maestranza, o
depósito de máquinas militares y pertrechos. Es decir, que la definición de esta palabra fue
variando en función de la evolución y especialización, eminentemente marítima, de este tipo
de instalaciones, a las que se definió como : “ un conjunto de edificios así en tierra como en el
agua propios para la construcción y carena de los viejos vajeles, para su mejor conservación y
resguardo, igualmente que de cuantos pertrechos, municiones, materiales y géneros se

1
Enciclopedia General del Mar. Vol. I, Barcelona, Garriga, 1957, p. 369.

911
necesitan para los mismos buques y demás fines de servicio de la Armada.” 2.
Paralelamente a los arsenales han existido otros establecimientos importantes: los
astilleros, que se dedicaban en exclusiva a la construcción y reparación de buques que no
pertenecían a la Armada. Tal es el caso de Mahón, Pasajes y principalmente Guarnizo; pues
aunque en todos los arsenales españoles hay un astillero, en teoría se trata de instalaciones
independientes.
Los objetivos estratégicos influyeron en la creación de los arsenales y, junto a razones
técnicas, definieron en parte su localización. Durante el siglo XVIII se produce el cambio en
su concepción, orientándose hacia la producción más eficaz y más rápida de buques
concebidos sólo para la guerra. No será tanto la carencia, cuanto la necesidad de
embarcaciones específicas, la que dictará la política de arsenales 3. Estos vinieron a
implantarse con frecuencia en zonas poco pobladas y dieron lugar a la aparición de ciudades
militares. Tal es el caso de Rochefort, Brest, Cheburgo, Portsmout, Cartagena, El Ferrol y
Cádiz 4.
En el caso de Cartagena, hasta bien entrada la Edad Moderna es difícil hablar de
“Puerto de Cartagena”. En ningún plano aparece obra civil alguna, ya que todo el
equipamiento se reducía a una amplia rada con varios varaderos 5. A fines del siglo XVI
existían dos varaderos: “ El Arenal” y la “Playa de Santiago”. El primero, el que reunía
mejores condiciones, era el conocido como “Varadero de Galeras”, situado en la costa
meridional del Mar de Mandarache, la desembocadura en él de la rambla de Benipila obligaba
a su continua limpieza y ahondamiento. Por su parte el primer espigón del puerto fue anterior
a 1540, y así se mantuvo hasta la construcción del Arsenal. Por consiguiente, en el lugar en
que sólo había un varadero de galeras y un pequeño espigón, pero cuya bahía natural había
sido utilizada desde la antigüedad desde el punto de vista comercial y militar, se construyó lo
que Merino ha denominado “gran arsenal del Mediterráneo español”.

CARTAGENA Y SU ARSENAL
La obras de construcción del Arsenal de Cartagena se enmarcaron en otras más

2
AHN. Leg. 3228. " Idea del Estado de la Marina Española".
3
Demangeon, A. y Fortiter, B.: Les vaisseaux et les villes .L´Arsenal de Chebourg, Bruselas, Ed. Pierre
Mardaga, 1978, p. 23.
4
Merino, J.P.: " Técnicas y Arsenales en España y Francia hacia 1800" en Cuadernos de Investigación
Histórica, nº 2, (1980), p. 175.
5
Andrés Sarasa, J.L.: " Dinámica espacial y comercial del puerto de Cartagena" en Los Caminos de la Región
de Murcia, Murcia, Ed. Comunidad Autónoma, 1989, pp. 481-482.

912
amplias, incluidas dentro de la creación de la Base Naval. Todo ello se correspondía con el
plan de Patiño, aprobado por Felipe V en 1726, consistente en estructurar la Península en tres
grandes Departamentos Marítimos. Las obras se prolongarían prácticamente a lo largo de todo
el siglo XVIII. Llevándose a cabo no sólo la construcción del Arsenal sino todas aquellas
obras referidas al amurallamiento y fortificación de la ciudad y a la intención de dotarla de las
instalaciones adecuadas a su categoría de capital del Departamento Marítimo 6.
En suma se trataba de construir un importante complejo naval, consistente en “ la
creación de gigantescas instalaciones industriales con miles de obreros especializados que
agrupaban en un sólo recinto las actividades comerciales, de sanidad, de fabricación y de
almacenamiento, burocráticas, financieras, etc.” 7.
El conjunto de todas las obras llevadas a cabo durante la construcción de la Base
Naval de Cartagena, cuya construcción estuvo tutelada por los técnicos más prestigiosos del
momento 8, marcarían, junto a las construcciones propias de la fortificación, el espacio urbano
de la ciudad definitivamente 9.
Durante el tiempo que duró la construcción del Arsenal, Cartagena vivió una intensa
actividad y excitación, acudiendo a ella operarios y constructores de la más diversa
procedencia. En ella se concentraron, a través de las instituciones oficiales, una parte de los
ingresos estatales de la zona levantina10, que serán de modo indirecto un factor de
incorporación de la Región al ritmo nacional. Arsenal y astillero serían un mercado
11
importante capaz de tirar de otros lugares . La construcción excedía de ser una obra de y
para la Marina, convirtiéndose en el nudo de la función básica de la economía urbana

6
Vid. AAC. M -I -a. Leg.1. Sobre la construcción tanto del Arsenal como de los diferentes edificios y
fortificaciones que compondrían el conjunto de la Base Naval podríamos citar numerosos trabajos, entre otros
pueden consultarse los trabajos de Pérez Crespo, Mª.T.: El Arsenal de Cartagena en el siglo XVIII. Madrid,
Editorial Naval, 1992. Ferrandiz Araujo, C.: Historia del Hospital de la Caridad de Cartagena, Murcia, Imp.
Provincial, 1981. Rubio Paredes, J.Mª.: Historia del Real Parque-Maestranza de Artillería de Cartagena,
Cartagena, Ayuntamiento, 1989. Ibidem: La muralla de Carlos III en Cartagena, Murcia, Academia de
Alfonso X el Sabio, 1991. Marzal, A.: " Las fortificaciones de Cartagena en el siglo XVIII" en Revista de
Historia Naval, (1976), Año XX, nº 41, pp .31-43. Ibidem: "Plan de defensa del puerto de Cartagena" en
Revista de Historia Naval , (1977), Año XXI, nº 43, pp. 119-139. Gómez Vizcaíno, A.: Castillos y fortalezas
de Cartagena, Cartagena, Afocar, 1997.
7
Merino Navarro, J.P.: " Cartagena. El Arsenal ilustrado del Mediterráneo español" en Áreas, nº 1,(1981), p.44
8
Vid. Entre otras Rubio Paredes, J.Mª. y Piñera Rivas, A. de la : Los ingenieros militares en la construcción de
la Base Naval de Cartagena (siglo XVIII., Madrid, Servicio de publicaciones del EME, 1988.
9
Andrés Sarasa, J.L.: " La función militar como factor configurador de la economía y el paisaje urbano: El
ejemplo de Cartagena" en Revista de Historia Naval ,(1989), p. 58.
10
Existe una conocida relación de caudales destinados a los pormenores de la construcción del Arsenal de
Cartagena, incluida en el Estado General de la Armada de 1848, que constituye el mejor ejemplo de la
importancia de las cantidades invertidas a lo largo de 32 años largos de trabajo. Vid. también AMNm. Ms.
1462. Miscelánea 4. Doc. 5. Caudales invertidos en el Arsenal entre 1749-1782.
11
Merino; J.P.: " Cartagena. El Arsenal ... ", p. 48.

913
cartagenera, y en cierta medida de buena parte del ámbito regional y extraregional. A su vez
12
representa la proyección regional del reforzamiento de la monarquía Borbónica , que
precisaba una Marina “respetable” para llevar adelante una mínima política exterior de
prestigio y poder 13 . El resultado fue que la construcción de la Base Naval, con su abundante
mano de obra, dio lugar a una demanda creciente y variada de productos que producirían un
tirón en la economía regional, afectando principalmente a la producción agrícola 14.
La ciudad se convirtió en centro de atracción y orientación de los intercambios,
surgiendo en ella una densa minoría de comerciantes-negociantes y comerciantes-asentistas,
lo que permite calificarla de “complejo industrial”. Pero si en el caso de Murcia la presencia
del Arsenal constituyó un factor netamente positivo, respecto a Cartagena la cuestión debe
considerarse en dos aspectos: A corto y a largo plazo. En el primero de ellos se aprecia una
clara expansión, pero en el segundo aparecen los puntos débiles. En el momento en que una
crisis se abata sobre el Estado, todo el edificio se vendrá abajo. Cartagena, falta de
autoabastecimiento agrícola a diferencia de otros puertos mediterráneos, se convirtió en una
isla durante el Antiguo Régimen, y en un enclave dependiente del exterior en el nuevo 15.
Las ciudades navales, como consecuencia de su relación con el Estado, han sido a
veces consideradas como especialmente frágiles. Las crisis estatales les afectan con más
16
profundidad que a otros sectores . Así, la situación del Arsenal de Cartagena durante las
primeras décadas del siglo XIX sería desesperada, pues sus condicionamientos la hacían
especialmente sensible a la crisis gestada desde finales del siglo XVIII. Cuando cesó la
función militar, y ya no interesaba el Arsenal, ni siquiera la estratégica posición del
Departamento, se hundió el desarrollo de Cartagena 17, que no en vano se había convertido en
modelo de las ciudades portuario-militares del siglo XVIII.
ORGANIZACIÓN INDUSTRIAL, ADMINISTRATIVA
Y LABORAL DE LOS ARSENALES
La subordinación de las funciones industriales al mando militar, fue la característica

12
Lemeunier, G.: " Conquista agrícola y feudalismo desarrollado" en Historia de la Región de Murcia, Tomo
VII , Murcia, Ed. Mediterráneo, 1980, p.19.
13
Rumeu de Armas, A.: " La Política Naval ". España y el mar en el siglo de Carlos III, Barcelona, Marivest,
1989, p. 21-51.
14
Vid. Pérez Picazo y Lemeunier: El proceso de modernización de la Región murciana (siglos XVI-XIX),
segunda parte, cap. I y V, Murcia, Ed. Regional, 1984.
15
Pérez Picazo, Mª.T. " El input del Arsenal de Cartagena en la economía murciana de fines del Antiguo
Régimen " en Homenaje al profesor Torres Fontes, Murcia, Universidad, 1987, pp. 1295-2002.
16
Merino, J.P.: "Cartagena. El Arsenal ... ", p. 49.
17
Andrés Sarasa, J.L.: " La función militar como factor configurador de la economía y el paisaje urbano: El
ejemplo de Cartagena"en Revista de Historia Naval, (1989), p. 58. Ibidem: "Procesos de estructuración del
espacio en torno a la bahía de Cartagena" en Nuestra Historia. Aportaciones al curso de Historia de la Región
de Murcia, Cartagena, Ayuntamiento, 1987, p. 356.

914
18
permanente de la organización de los arsenales españoles durante todo el siglo XIX , esta
subordinación que se basaba en la vigencia de la filosofía implantada por la Ordenanza
19
General de Arsenales de 1776 . Hasta esa fecha, el comandante general del Departamento
mandaba solamente sobre las armas, y del intendente del Departamento dependía la
administración de todo el Arsenal, astillero incluido, salvo en los aspectos de pura técnica
constructiva, de la que se ocupaba, hasta la creación del Cuerpo de los Ingenieros, el capitán
de Maestranza. Ambos, con sus respectivos subordinados, gobernaban esa institución militar.
Las nuevas normas de 1772 y 1776 dieron un cambio radical a la situación. Se
redujeron los poderes del intendente y se suprimió la figura del capitán de Maestranza. Las
atribuciones se repartieron entre tres jefes: el subinspector de pertrechos, el ingeniero director
y el comandante de Arsenal. El primero tenía a su cargo las recorridas de aparejos de los
navíos y el almacén general, además de disponer de la facultad de inspeccionar todas las obras
que se hacían en el Arsenal, con especial atención a los obradores de instrumentos náuticos,
de velamen, armeros etc 20.
El ingeniero director era, por su parte, responsable de la construcción, carena y
recorrida de navíos, arboladuras y composición de diques y demás obradores del
establecimiento y todas las fábricas de jarcias, así como de la construcción de edificios
21
hidráulicos y civiles . El comandante del Arsenal por último, como delegado del capitán
general del Departamento, asumía el gobierno político y militar del Arsenal 22.
Las líneas maestras diseñadas por la Ordenanza de 1776 permanecieron vigentes en lo
23
esencial durante casi un siglo, hasta ser reemplazada por la Ordenanza de 1870 . En ella,
con la nueva organización, el mando supremo residiría en el Almirantazgo. En las posteriores
Ordenanzas, publicadas en 1886 y 1893, lo haría en el ministro de Marina, apareciendo
inmediatamente después el capitán general del Departamento, y dependiendo de él, el
comandante general del Arsenal 24. Pero ninguna de ellas lograría alcanzar una organización
adecuada para los servicios industriales de los arsenales, y pese al esfuerzo por adaptarlos a

18
Lozano Courtier, A.: La organización industrial de los arsenales del Estado en el último tercio del siglo XIX,
Madrid, Fundación Empresa Pública, 1994, p. 19.
19
Vid. Ordenanza de S.M. para el gobierno militar y económico de sus Reales Arsenales de Marina, Madrid,
Imp. P. Marín, 1776.
20
Ibidem:. Tratado Primero: Título II, capítulos 8 al 60, Madrid, Imp. P. Marín, 1776.
21
Ibidem: Tratado Segundo: Título XIV, capítulos 417-428.
22
Ibidem: Tratado Primero: Título IX, capítulos 254 al 364.
23
En 1799 se publicó una Ordenanza económica. En 1802 se anuló y restableció la de 1776 para los arsenales.
En 1803 se aprobó una Real instrucción para el gobierno de los arsenales y de los gastos de Marina en los
Departamentos, que mantenía la vigencia de la de 1776 en lo que no afectaba a aspectos económicos. El 15 de
julio de 1870 se aprobaron nuevas Ordenanzas para arsenales.
24
Lozano Courtier, A.: Op. cit., p.28.

915
los nuevos tiempos 25, el Estado reconocería por fin su incapacidad al respecto y encargaba a
la empresa privada la gestión de las nuevas construcciones navales y de las reparaciones de
26
buques para la Armada . En 1909 con el arrendamiento de los astilleros a la Sociedad
Española de Construcciones Navales se iniciaba una nueva etapa en la historia de la industria
naval española, y por ende de la de Cartagena.
En esta compleja estructura industrial y administrativa de los arsenales ocupaba un
lugar especial el cuerpo de la Maestranza, o lo que es lo mismo el conjunto de los obreros
especializados que trabajaban bajo la dirección de un técnico en la materia. A lo largo del
siglo XVIII, se había ido consolidando un cuerpo especializado en cada Departamento27, cuyo
punto álgido podemos situarlo hacia 1800.
Bajo el nombre de Maestranza de Marina estaban incluidos a comienzos del siglo
XIX:: los carpinteros de ribera, los contramaestres de construcción y sus ayudantes, los
calafates, y otros individuos dedicados a construir y carenar barcos, junto a otros artesanos
que se empleaban también en los obradores y se regían por las distintas Ordenanzas 28. Este
término era extensible también a una amplia serie de trabajadores que se dedicaban a la
construcción o conservación de las instalaciones navales, ya fuera en tierra o en agua, es
decir, tanto en las obras civiles como en las hidráulicas.
Por Real orden de 23 de agosto de 1825 se redujo su número. En Ferrol, de 400 a 136;
y en Cartagena y en Cádiz de 300 a 132 y 161, respectivamente 29 . Por dicha disposición, se
modificaron además sus sueldos y se estableció su “eventualidad”. Es decir, trabajaban
mientras eran necesarios, quedando despedidos en el momento en que no hacían falta.
También se suprimieron diferentes obradores y destinos, y en septiembre del mismo año se
precisó que todas las obras de construcción y carena de buques, así como las civiles e
hidráulicas, se ejecutaran por contratas o convenios particulares. Por consiguiente, sería
responsabilidad de los asentistas, y no de la Real Hacienda, el pago a los maestros y operarios
de los respectivos talleres 30 .
Esto suponía una novedad respecto al sistema aplicado a las Maestranzas durante el
25
Vid. Rodríguez González, A.: Política naval de la Restauración (1875-78), Madrid, San Martín, 1988.
26
Vid. La Gaceta de Madrid, 21 de abril de 1908. Real decreto con las bases reguladoras del público concurso
a celebrar el 21 de agosto.
27
Vid. AMNm. Ms. 2169. Reales ordenes sobre Maestranza.
28
Ordenanza de S.M. para el gobierno militar y económico de los Reales Arsenales de Marina, Madrid, Imp.
P. Marín, 1776, título 23. Y también Ordenanza general de la Armada, Madrid, Imp.Vda. de Ibarra 1793,
tratado tercero, título VIII.
29
Huelga decir que esta drástica reducción fue una muestra más del período caótico de decadencia de
la Marina durante el reinado de Fernando VII.
30
Castillo Manrubia, P.: La Marina de Guerra española en el primer tercio del siglo XIX. Madrid, Ed. Naval,
1992, pp. 106-107.

916
siglo XVIII, en pleno apogeo de actividad en los arsenales. Aunque en ambos períodos, las
fluctuaciones respecto al número de operarios fueron en función de las propias necesidades de
cada ramo de la Maestranza o de las de reajuste de la propia Administración por problemas
económicos.
Por lo que respecta a las condiciones de trabajo a mediados del siglo XIX eran muy
duras. Las jornadas eran largas, “de sol a sol” en las tareas al aire libre, lo que equivalía a más
de 10 o 12 horas diarias en los meses mas largos del año (ver tabla 1). Esto ocasionaría no
pocos conflictos entre los trabajadores extranjeros, principalmente ingleses, acostumbrados a
jornadas más cortas, y los operarios españoles.

Tabla 1: HORARIO HABITUAL EN EL ARSENAL (1862)


MES HORAS MINUTOS
Enero 9 55
Febrero 9 57
Marzo 10 "
Abril 11 12
Mayo 11 42
Junio 12 14
Julio 11 29
Agosto 10 36
Septiembre 10 19
Octubre 9 12
Noviembre 9 10
Diciembre 8 47
Fuente: Elaboración propia a partir de AGM. Arsenales.
Legajo 3939.Oferta para desempeñar plaza de remachador, Cartagena diciembre 1862.

En cuanto a la legislación laboral, era casi inexistente, y aunque los primeros


conflictos conocidos se produjeron en el marco de la economía preindustrial, ninguno de los
textos constitucionales, anteriores a 1868, mencionaba entre los derechos individuales los de
reunión y asociación. Incluso se llegaron a prohibir toda clase de asociaciones obreras 31.
La respuesta del liberalismo a los conflictos sociales fue en gran medida puramente
pragmática. La ausencia de una ley de asociaciones no impidió sin embargo la creación de
mutualidades laborales La supresión en 1836 de las viejas organizaciones gremiales,
garantizaba la más completa libertad de empresa y trabajo. Pero la burguesía liberal negó el
derecho de asociación a los trabajadores. Su conquista llevaría casi medio siglo. En tanto que
surgían las asociaciones patronales por doquier.
Como contrapartida los trabajadores tratarían de lograr sus objetivos mediante la
31
Gonzalez Enciso, A.: ”Conflictos laborales en la protoindustria española” en Anales (1986), pp. 59-75.

917
constitución de mutualidades laborales, es decir, asociaciones de tipo benéfico, ya que una
sociedad obrera propiamente dicha no hubiera sido tolerada. Surgían en momentos de aguda
crisis económica para socorro de sus asociados y desaparecían en cuanto cesaban las
circunstancias excepcionales que habían provocado su creación. Su punto de partida fue una
Real Orden de 18 de febrero de 1839, que avalaba la constitución de asociaciones de manera
muy restringida. Así, bajo el molde exclusivo de los “socorros mutuos”, se mantuvo esta
situación durante medio siglo, hasta la Ley de asociaciones de 30 de junio de 1887 32 .
Los primeros signos de conflictividad se centraron en torno a las reivindicaciones
laborales de obreros especializados, como los del Arsenal de Cartagena. Frente a la desunión
y pasividad de los mineros, los obreros de la Maestranza Naval darán pruebas de una
solidaridad, espíritu asociativo y combatividad que los situará desde el principio a la
vanguardia del naciente movimiento obrero comarcano. Los primeros indicios organizativos
apuntan por tanto a los muros de la Maestranza naval, a mediados de la década de 1850, con
33
la creación en 1853 de la Sociedad de Socorros Mutuos del Arsenal , aunque no revestirá
importancia hasta el Sexenio. Una vez establecida en Cartagena una federación local de la
Internacional.
Los trabajadores urbanos de Cartagena, agrupados en torno a las asociaciones
laborales del Arsenal, influidos por la propaganda socialista y afectados por la aguda crisis
económica, se encontraban al final de la etapa isabelina preparados para captar el mensaje de
redención obrera, difundido por la Asociación Internacional de Trabajadores, establecida en
Londres en 1864 por Carlos Marx 34. Introducida la Internacional en España, meses después
de la caída de Isabel II, se menciona a la federación de Cartagena en diciembre de 1869,
aunque su constitución definitiva sería meses mas tarde, ya en 1870.
De todas formas, el espíritu asociativo entre los obreros estaba muy poco desarrollado.
Antes de 1870 no existieron, al menos de forma permanente, asociaciones de resistencia o
sindicatos, tan sólo de tipo benéfico, una sociedad propiamente obrera no hubiera sido
tolerada. A mediados del siglo XIX, al igual que en el siglo XVIII, el Arsenal sería de nuevo
la mayor fuente de empleo de la ciudad. No sorprende por tanto, que entre sus muros naciera
poco después el movimiento obrero murciano, con una serie de sociedades y oficios que en

32
Maza Zorrilla, E.: " El mutualismo y su polivalente papel en la España del siglo XIX (1839-1887)" en
Cuadernos de Investigación Histórica, nº 11, (1991), pp. 173-197. Ibidem:"La horizontalidad de la solidaridad.
El mutualismo en la España contemporánea" en Ayer, nº 25,(1997), pp. 73-102.
34
AMC. Leg. Reformas sociales y descanso dominical. AAC. P-I-C Personal de Maestranza.
35
Vid. Vilar J.B.: “Carthagéne et son distric minier aux origines du Mouvement ouvrier espagnol (1856-1870)
en Melanges de la Casa de Velázquez. Madrid-Paris, 1986.36 Cfr. VILAR, J.B.: " Los orígenes del movimiento

918
que adherirían a la Internacional Socialista 35.

APROXIMACIÓN A LA CONFLICTIVIDAD LABORAL


DE LA MAESTRANZA NAVAL CARTAGENERA
El espíritu reivindicativo y luchador de la Maestranza naval de Cartagena se había
puesto de manifiesto ya en los últimos años del siglo XVIII. El 7 de marzo de 1793 se
declaraba la guerra contra la Convención (1793-1795), y España e Inglaterra se aliaban contra
Francia. La difícil situación económica que se generó se dejó sentir en la Marina y en los tres
Departamentos Marítimos.
En el caso concreto del Arsenal cartagenero esta coyuntura reportaría no pocas
dificultades y penurias 36. La falta de caudales se reflejó de forma especialmente dramática en
los salarios de la Maestranza, a quien la falta de pago llevaba a perecer en la miseria tal y
cómo recogían los testimonio del momento : “ ... en esta ciudad tras pasar un mes sin salario
no encuentran quien les fíe lo necesario para subsistir, pasando hambre y debilitándose
físicamente”, o bien a abandonar el servicio, puesto que “movidos por la desesperación llegan
a veces a desertar, al ver que sus mujeres deben prostituirse, obligadas por la necesidad de
37
mantener a sus familias” . La principal consecuencia de esta desatención salarial sería la
escasez de operarios y la ralentización e incluso paralización de las actividades de
construcción de buques pendientes.
Tras la firma del tratado de San Ildefonso con el gobierno del Directorio, el 18 de
agosto 1796, se restablecía la amistad franco-española característica del siglo XVIII, los
términos en que estaba redactado el nuevo tratado, unidos a los frecuentes atentados contra las
posesiones hispanas en América por parte de Inglaterra, abocaron a un enfrentamiento militar
38
con esta última potencia en ultramar entre 1796 y 1801 . Esta guerra iba a culminar el
proceso de colapso de la Hacienda española, reflejada ya en la importante reducción de los
Presupuestos Generales de 1796.
Las deudas del Arsenal de Cartagena continuaban creciendo. La situación de la

obrero murciano. La I Internacional". Anales de Historia Contemporánea, 5 (Murcia, 1986), pp. 109-121.Vilar,
Egea, Victoria: El movimiento obrero en el distrito minero de Cartagena- La Unión (1840-1930), Murcia,
Academia de Alfonso X el Sabio, 1987. El desarrollo posterior del movimiento obrero en el sector naval ha
sido estudiado por Egea, P.Mª.: Apuntes para la historia del movimiento obrero en la industria naval de
Cartagena (1898-1923), Cartagena, Sección Sindical CC.OO., Bazán, 1988.
36
Vid. Roda Alcantud, C.:" La crisis del Arsenal de Cartagena durante el conflicto hispano- Francés (1793-
1795) " en Murcia y América. Murcia. J.B. Vilar (ed.), 1992, pp.165-179.
37
AAC. Acuerdos Junta Económica del Departamento. Tomo XXII ,3 de abril de 1794.
38
Vid. Martinez Mercader, J.: "La crisis del Arsenal de Cartagena durante el conflicto hispano-británico (1796-
1801)" en Murcia y América.. ., pp. 181-194.

919
Maestranza no mejoraba y la urgencia de los servicios hacía necesaria las contrataciones
eventuales de trabajadores para los ramos de mayor actividad 39 . Paralelamente, se procedía al
despido de igual número de trabajadores en obradores de menor actividad en aquellos
momentos. La situación llegó a ser tan grave, que por acuerdo extraordinario de la Junta
Económica del Departamento, se decidió paralizar una serie de obras de diversa consideración
y a imponer de un nuevo régimen laboral para la Maestranza: adoptar el trabajo por
quincenas40. Además de proceder a la sustitución de gran número de peones por presidarios.
No hay que olvidar que esta práctica venía siendo habitual desde siglos atrás y que la
legislación del siglo XVIII preveía con claridad que los reos a los que se reservaban estos
destinos fueran aquellos cuyos delitos hubieran causado mas daño efectivo a la sociedad41. Ya
en pleno siglo XIX, el Código Penal puntualizaba: “La pena de cadena temporal se sufrirá en
uno de los arsenales de Marina, o en las obras de fortificación, caminos y canales dentro de la
42
Península e islas adyacentes” . El empleo de presidiarios continuará por tanto siendo una
práctica habitual en el siglo XIX, y compartida tanto por las obras públicas como por los
arsenales, en los que aún se regulaba esta situación en 187943.
La protesta de los operarios del Arsenal cartagenero por esta grave situación, se
materializó en la redacción de instancias por parte de los distintos talleres y obradores. Pero
las cosas llegaron aún más lejos, y en los primeros días del mes de noviembre de 1800 se
produjo una huelga entre los obreros de la Maestranza naval, que se negaron a acudir al
trabajo. Durante tres días se amotinaron a fin defender su propia subsistencia, solicitando el
abono de sus salarios. El amanecer del día 3 de noviembre de 1800, la casi totalidad de los
obreros se situaron delante del astillero impidiendo el paso, increpando al capitán general y
protagonizando incidentes violentos. La represión de las autoridades se concretó en el despido
de todos los amotinados. Sin embargo, debido a las dimensiones que tomó días después el
conflicto, y ante la desobediencia de las tropas para proceder a la represión de los desórdenes,
se vieron obligadas a conceder la admisión general y el reparto de dos pagas 44 .
Poco después, en 1804, una nueva coyuntura agravaría aún más la situación, al
39
Vid. Roda Alcantud, C.:" La crisis del Arsenal de Cartagena como precedente del desastre naval de Trafalgar
(1801-1805)” en Repercusiones de la Revolución Francesa en España. Madrid, U Compl., 1990, pp.501-511
40
AAC. Acuerdos Junta Económica del Departamento. Tomo XXII, 7 octubre, 9, 22 y 27 noviembre, 4, 11 y
18 de noviembre de 1799.
41
Pragmática de 12 de mayo 1771. Novísima Recopilación de la Leyes de España. Tomo V. Libro XVII. Tit.
XL. Ley VII, p. 496.
42
Código Penal de 1848, Art. 95.
43
C.L.A.: R.O. de 4 de agosto de 1879 trasladando otra del Ministerio de la Gobernación relativa a los
confinados que prestan servicio en los arsenales. Esta medida afectaba a Cádiz y a Cartagena, puesto que en
Ferrol la utilización de este tipo de mano de obra se había abandonado ya años antes.
44
AAC. Acuerdos Junta Económica del Departamento. Tomo XXII,, 3,5 y 7 de noviembre de 1800.

920
desatarse una grave epidemia de fiebre amarilla que dejaría incomunicada la ciudad durante
siete meses. El balance global de muertos fue de 11.445 víctimas, y por lo que a la Marina
respecta de 57 Jefes y oficiales, 130 marineros, 500 operarios de maestranza y 23 Oficiales de
mar 45.
En este estado de cosas se produjo la derrota de la escuadra franco-española en aguas
de la bahía de Cádiz. A pesar del tremendo desastre que supuso Trafalgar, la Marina española
no murió, lo que sí se inició allí fue el hundimiento del espíritu de la corporación. El cuerpo
social de la Marina quedaría humillado y desmoralizado. Para España Trafalgar sería el fin del
poderío y del imperio.
La Hacienda Pública, dependiente en gran parte de las aportaciones de los virreinatos
de América, se encontraba en pleno colapso. Aunque Trafalgar suponía teóricamente para los
arsenales un aumento de sus actividades de carena, rehabilitación y construcción naval, la
práctica revelaría todo lo contrario y los astilleros estaban prácticamente parados. La precaria
situación del erario incidiría de lleno sobre la situación económica de los Departamentos
Marítimos, y la escasez de los materiales de trabajo de toda índole imposibilitaba la
realización de las obras pendientes 46 .
Durante la guerra de la Independencia la Marina quedaría algo desplazada, la
modalidad de la lucha en tierra trajo consigo numerosas expoliaciones en los arsenales,
depósitos, y hasta de los pertrechos de los buques. La realidad era dramática para la Armada,
sus Departamentos Marítimos y arsenales, que lejos de la actividad y pujanza de años atrás,
vivían sus peores años: “ Cádiz, Ferrol, Cartagena, puntos admirados en otro tiempo por sus
soberbios y suntuosos Arsenales en donde España representaba una idea exacta de su poder y
su riqueza, son actualmente en donde con propiedad puede afirmarse que la cruel desolación y
la espantosa miseria han fijado su lúgubre domicilio “ 47 .
Al finalizar la guerra de la Independencia y regresar Fernando VII la penuria reflejaba
el abandono de la institución: al personal de la Armada se le debían 33 meses de sueldo y en
los arsenales no quedaba prácticamente más que los edificios, ya que los almacenes de
pertrechos de todo tipo estaban totalmente vacíos. Se iniciaba así un reinado de casi 20 años,
que comportaría para la Armada, como para tantos otros estamentos nacionales, un período de
represión y depuraciones, con el consiguiente olvido y deterioro de sus instalaciones, material
45
Nadal, J.: La población española (siglos.XVI-XX), Barcelona, Ariel, 1973, pp.115-117. Soler Cantó,
J.:Cuatro siglos de epidemias en Cartagena, Cartagena, Caja de Ahorros del Sureste de España, 1967,pp.53-54
46
Martínez Mercader, J.: "La situación socio-económica del Arsenal de Cartagena entre Trafalgar y el inicio de
la guerra de la Independencia (1805-1808)" en Repercusiones de la Revolución Francesa en España. Madrid,
Universidad Complutense, 1990, pp. 513-524.
47
Exposición sobre el estado de la Marina. Expuesta por el ministro Vázquez Figueroa, Madrid, 20 – X - 1812.

921
y personal. La situación llegaría a tal extremo que por Real orden, de 31 de agosto de 1825, se
decidió que no quedara más Departamento Marítimo que el de Cádiz, con un capitán general
único. Oficialmente se reconocía la escasez de recursos que motivaban esta medida
“quedando los del Ferrol y Cartagena reducidos a la clase de unos meros apostaderos
marítimos a fin de conservar en cuanto fuere posible las muchas y preciosas obras que hay en
ellos “ 48.
A la muerte del “Deseado” quedaba una Marina arruinada y maltrecha que tenía en los
arsenales uno de los más tristes exponentes de su decadencia. Tras el triunfo del liberalismo,
un Real decreto, de 14 de abril de 1836, devolvería a Ferrol y a Cartagena su perdido rango de
Departamentos Marítimos. Sin embargo, habría que esperar unos años aún para que el
Arsenal de Cartagena retomara su protagonismo como principal fuente de empleo de la
ciudad.
Los primeros pasos al respecto se llevaron a cabo durante el paso por la cartera de
Marina de Mariano Roca de Togores, marqués de Molíns, hacía 1850. De su importante labor
cabe destacar la preocupación por la consolidación y preparación de la plantilla de Maestranza
de Cartagena afirmando que " la buena maestranza es de difícil reemplazo si llega emigrar por
falta de trabajo y tanto por esta razón como porque no está lejos el día en que pueda darse al
material de Marina todo el fomento y desarrollo que el gobierno desea, quiere S.M. que por
todos los medios posibles se procure conservar los operarios hábiles y experimentados,
despidiendo provisionalmente a medida que vayan concluyendo las obras aquellos menos
49
entendidos que sea fácil reemplazar o adquirirse de nuevo en circunstancias necesarias" ,
sin duda era consciente ya de las importantes obras que se acometerían poco después en dicho
Arsenal.
De todas formas, mediado el siglo XIX, el panorama económico de la comarca
cartagenera resultaba desolador. Durante el Bienio progresista se reformó la organización de
50
los talleres y de la Maestranza permanente de los tres arsenales . Se decidió que desde el
primero de julio de 1855 los talleres generales quedasen reducidos a nueve: de carpintería, de
blanco, de ajustaje de instrumentos náuticos, de pintura, de calderería, de herrería y cerrajería,
de fundiciones, de velamen y de obras hidráulicas 51.
Hay que señalar que durante la revolución- pronunciamiento de 1854, la insurrección
48
E.G.A. : 1828.
49
AAC. P- II - G. Comunicado de la Comandancia General del Departamento, trasladando Real orden de 6 de
septiembre 1849, Cartagena 10 de septiembre de 1849.
50
C.L.A. : R.O. 17 de abril 1855.
51
A.A.C. P -II -G. Leg. 92. Expediente instruido por la Dirección de Contabilidad de Marina sobre reforma de
la organización de los talleres y de la Maestranza permanente de los tres arsenales, Art.1º, Madrid 19–IV–1855.

922
fue dirigida y controlada en Murcia por los lideres progresistas, pero en Cartagena se perciben
ciertos atisbos democráticos y la participación activa de los obreros del Arsenal, que poco
después participarían activamente en la huelga de 1857 que terminaría con la declaración del
estado de sitio y el despliegue de las tropas. Una muestra evidente de su desarrollado espíritu
asociativo en tan temprana fecha, frente a la desunión y pasividad de los mineros 52 .
Por lo que se refiere a la composición de la Maestranza permanente, a partir de esa
fecha su distribución quedaba dividida en las siete clases siguientes 53 :

- Director de maquinaria.
- Maquinistas .
- Maestros mayores.
- Maestros primeros.
- Maestros segundos.
- Maestros terceros.
- Operarios.

En cuanto a los sueldos de los maestros y operarios se estipulaba lo siguiente 54 :

- Directores de maquinaria...................2.000 reales


- Maquinistas.......................................1.500 reales
- Maestros mayores................................700 reales
- Maestros Primeros.............................. 600 reales
- Maestros segundos..............................500 reales
- Maestros terceros................................400 reales
- Operarios de Cádiz .............................300 reales
- Operarios de Cartagena y Ferrol.........270 reales

Pero la principal muestra de la vuelta a la "normalidad" en los Departamentos,


coincidiendo con el período unionista, la tenemos en la publicación de un Real decreto por el
que los mandos de los mismos volvían a denominarse capitanes generales del Departamento,
y ostentarían el grado de jefe de Escuadra 55.

52
AAC. P-I-C Personal de Maestranza.
53
AAC. P -II -G. Leg. 92. Expediente instruido por la Dirección de Contabilidad de Marina sobre reforma de la
organización de los talleres y de la Maestranza permanente de los tres arsenales, Art. 6º.
54
Ibidem, Art. 10º.
55
C.L.A.: R.D. 4 de febrero 1857 que modificó la R.O. 31 de agosto 1825 y el R.D. 14 de abril 1836.

923
Durante el siglo XVIII Cartagena había cuadruplicado su población, fruto de la
demanda laboral que supuso la construcción, mantenimiento y aprovisionamiento del Arsenal.
Ahora bien, centrándonos en la historia contemporánea de la ciudad se pueden considerar
cuatro grandes ciclos económicos estrechamente ligados cada uno a las variantes
demográficas, cuyo elemento común será la subordinación respecto a las inversiones
foráneas56.
El XIX en concreto, se caracterizó en primer lugar por una etapa de inflexión
generalizada, que ocupó gran parte de su primera mitad, seguida de una etapa de despegue,
prolongada hasta los inicios del siglo XX, que se asentaría en el sector minero-metalúrgico.
Como consecuencia y en íntima relación, la ciudad conocería a lo largo de la centuria tres
distintas trayectorias demográficas.
Entre 1798-1819, se reflejó claramente la crisis económica desencadenada por el
57
colapso del Arsenal, y mermó considerablemente la población , ayudada por la serie de
epidemias que asolaron la ciudad en los primeros años del nuevo siglo. Los años que
transcurren entre 1826 y 1847 se caracterizaron por una relativa recuperación y estabilidad,
aunque la tasa de emigración continuaba siendo altísima ante la falta de solución de la crisis
naval. El final del período sería de franca recuperación económica, ya que la minería renacida
en los años 40 58, se convirtió en enorme polo de atracción laboral, hasta el punto de que se
enmascaró incluso el devastador efecto de las nuevas epidemias (1855-65) que afectaron a la
población 59.
En la segunda mitad del siglo, la ciudad levantina conocería ya un aumento
considerable de su población, debido a la corriente inmigratoria que generó el nuevo
60
desarrollo económico nacido al abrigo del auge de la minería . Aunque afectada por la
prolongada paralización de su Arsenal, empezaría a remontar de nuevo durante el gobierno de
la Unión Liberal, con la importante modernización que en el astillero se llevó a cabo en este

56
Egea Bruno, P. Mª.:" Los siglos XIX Y XX" en Manual de Historia de Cartagena, Cartagena, Varios
editores, 1996, p. 321.
57
Ibidem: " Bases sociales y económicas del liberalismo cartagenero " en Estudios Románicos , vol. 6º, (
Murcia, 1989), p. 1579.
58
Cfr. Vilar, J.B., Egea, P.Mª. y Victoria, D.:La minería murciana contemporánea (1840-1930), Murcia,
Universidad, 1990.
59
AAC. M - XII -F. Leg. 1. Diversos escritos de la Alcaldía al capitán general del Departamento pidiendo
datos sobre enfermos de cólera (1859-1860). AMC. Legs.nº. 200,202 y 203. Correspondencia años (1859-
1860). NADAL, J.:Op.cit. pp. 149-157. Guerra, A.: "Epidemias y sociedad en la Murcia del siglo XIX: El
cólera de 1854" en Nuestra Historia. Aportaciones al curso de Historia sobre la Región de Murcia. Cartagena,
Ayuntamiento, 1987, pp. 269-280.
60
Calvo García-Tornell, F.: Estudios de geografía de Murcia, Murcia, Academia de Alfonso X el sabio, 1982,
pp. 335-336.

924
periodo, consistente en la construcción de un varadero de plano horizontal y un dique flotante
de hierro 61. Estas nuevas obras pondrían a Cartagena a la vanguardia de la tecnología naval
internacional del momento y atraerían a numerosa mano de obra especializada tanto española
como extranjera.
Al iniciarse el montaje del dique de hierro (abril 1862), no existían en el
Arsenal de Cartagena operarios cualificados para llevar a cabo una actividad tan delicada y
específica. Por ello, se procedió a la contratación de varias parejas de remachadores ingleses
que se encargarían de adiestrar a la Maestranza en este oficio, actuando como capataces 62.
Transcurrido un tiempo y una vez incorporados plenamente al nuevo oficio los operarios
españoles, empezaron a producirse los primeros incidentes laborales motivados pos la
diferencias salariales y de horario.
Los ingleses se negaron a trabajar el número de horas establecidas en sus contratos,
acordes con la jornada vigente en el Arsenal por aquel entonces (ver tabla 1), sensiblemente
superior a la suya, que oscilaba entre la ocho y media y las nueve horas. También se quejaban
de la intención de las autoridades del Arsenal de ocuparlos en menesteres ajenos a su oficio,
cuando en su país era costumbre que ningún remachador trabajara en otro ramo que no fuera
el suyo 63.
Hay que señalar que cuando se producen estas reclamaciones, la situación de los
operarios ingleses ya no era de formadores y no permitía por tanto un trato favorable. Tanto
más cuando su salario diario era de 50 reales, frente a los 16 que percibían sus compañeros
españoles, lo que ya era de por sí una cifra alta para la época (la media salarial obrera estaba
entre los seis y los ocho reales), y cuando en ningún Tercio Naval se sobrepasaba de 20 a 32
reales por el oficio de remachador. Como prueba de ello señalaremos que los sueldos de los
calafates, como oficio mejor retribuido, oscilaban entre los 14 y los 16 reales diarios, seguidos
de los tejedores de velas y jarcias entre 12 y 14, y de los carpinteros de ribera, cerrajeros y
torneros con un promedio diario de ingresos entre 10 y 12 reales.
Esta dualidad entre trabajadores españoles y británicos permanecerá tras los muros del
Arsenal de Cartagena durante mucho tiempo, con los consabidos enfrentamientos y
rivalidades entre personas de culturas tan distintas y costumbres tan encontradas. Y no sólo a
lo largo del siglo XIX, sino también en el XX.
61
Vid. Roda Alcantud, C.: La modernización del Arsenal de Cartagena durante el gobierno de la Unión
Liberal (1857-1863), Murcia, Universidad, 2003.
62
AAC. M - I-g. Leg. 1 Comunicado de la Comisión de Marina en Inglaterra, Londres 13 de enero 1863.
Ibidem. Oficio del Ministerio de Marina al capitán general, Madrid 13 de enero 1863. Ibidem. Oficio de la
Ordenación de Marina la capitán general, Cartagena 22 de enero 1863.
63
AGM. Arsenales. Leg. 3939. Informe del director de ingenieros al capitán general, Madrid 3 de febrero 1863.

925
En torno a 1900, el trabajo escaseaba en el único establecimiento oficial enclavado en
la ciudad de Cartagena. Maestranza y población se resignaban a la presencia de un mal que se
creyó hijo legítimo del desastre de 1898. Los arsenales se vieron de nuevo sometidos a una
realidad obsoleta y decadente con progresivas reducciones serias de plantilla. En tan sólo 30
años la Maestranza vio reducida su plantilla a la quinta parte (ver tabla 2). Desde los años de
gran actividad, durante la construcción del varadero, a los finales de la política naval de la
Restauración, la reducción llevada a cabo era de la mitad. Pero no menor de la acaecida a
continuación, en tan sólo 11 años, inmediatamente después de la pérdida de nuestras últimas
posesiones ultramarinas.

Tabla 2: PROGRESIVAS REDUCCIONES DE PLANTILLA EN EL ARSENAL


AÑO Nº DE OPERARIOS
1861 5.424
1891 2.225
1902 1.318
Fuente: AAC. P -III -C. Nóminas del personal de Maestranza (1861-1902).

En 1904 se produjo una notable diferencia en la asignación del presupuesto para El


Ferrol y Cádiz frente a Cartagena. Esto desató en la ciudad departamental una intensificación
de la agitación obrera a lo largo de 1905. El 22 de septiembre, ante el anuncio del despido
provisional de toda la Maestranza por falta de créditos, los obreros pidieron la solidaridad de
propietarios y comerciantes: " corréis el peligro de no hayar quien os pague los artículos de
consumo y los alquileres, porque amenazada la clase obrera del Arsenal con el paro forzoso,
ésta no podrá atender a aquellas sagradas atenciones. La propiedad y el comercio si quieren
evitar el conflicto deben, pues, ponerse al lado de la maestranza y pedir justamente con ella la
concesión de créditos para las atenciones del Arsenal " 64 .La situación continuó a lo largo de
1906, 1907 y 1908 hasta el arrendamiento del astillero a la Sociedad Española de
Construcciones Navales.
Volviendo al que nos ocupa, y como una prueba más de la difícil convivencia de
trabajadores de dos culturas tan distintas como la española y la británica, hemos de señalar
que a las duras jornadas de lucha por mantener su puesto de trabajo, debían añadir los obreros
navales de las primeras décadas del siglo XX, las difíciles condiciones laborales a las que
estaban sometidos por parte de ingenieros y maestros ingleses. La problemática continuaba
más de medio siglo después, tal y como se hacían eco las organizaciones obreras:
" A ti pueblo cartagenero, único tribunal supremo que tienes derecho a reconocer
64
Cfr. EGEA BRUNO, P.Mª.: Apuntes para la historia... , pp. 22-23.

926
detalladamente los abusos, atropellos y provocaciones de que son víctimas los obreros, por
parte de esa epidemia de ingleses que padecemos en esta factoría ( que más bien pudiéramos
llamar colonia inglesa ), dirigimos el presente manifiesto, para que juzguéis el despotismo, la
soberbia, el ultraje y hasta el escupirle en la cara a los hombres y pegarles, son dones que
tienen esa gentuza para tratar a un personal obrero, que es digno cien mil veces más que
ellos65 .
Duras palabras, no cabe duda, que reflejan el malestar existente entre los operarios
españoles por la convivencia con los extranjeros durante la jornada laboral. Habían pasado los
años desde aquellos conflictos con los remachadores ingleses, y las asociaciones obreras eran
ya una realidad. No olvidemos que la Maestranza naval, frente a la pasividad de los mineros,
había dado pruebas de una solidaridad, espíritu asociativo y combatividad, que la habían
66
situado desde el principio en vanguardia del naciente movimiento obrero regional ; por lo
tanto su voz comenzaba a oírse, y las fricciones laborales transcendían claramente los muros
del Arsenal.

65
Manifestaciones de las organizaciones obreras publicadas en febrero de 1920. Cfr. Ibidem , p. 43.
66
Vilar, Egea, Moreno: El movimiento obrero ... ,p. 78.

927
928
SOVIET Y REPÚBLICA.
LA LÓGICA INSURRECCIONAL DE LA
EXTREMA IZQUIERDA REPUBLICANA
DURANTE EL TRIENIO BOLCHEVISTA( )
Jesús Ruiz Pérez
Instituto de Estudios Riojanos

INTRODUCCIÓN
La huelga general revolucionaria de agosto de 1917 constituyó un hito en la historia de
las relaciones de cooperación entre los republicanos y los anarcosindicalistas. La joven CNT
se prestó entonces a apoyar a los políticos burgueses en un movimiento insurreccional cuyo
objetivo manifiesto era instaurar un régimen republicano1.
Pocos meses después la revolución bolchevique de octubre de 1917 vino a ejercer un
fuerte influjo sobre los anarquistas y los anarcosindicalistas españoles. La CNT se adhirió a la
III Internacional, algunos de sus líderes llegaron a aceptar la existencia de una etapa (siempre
transitoria) de dictadura del proletariado y el ejemplo del triunfo obrero en Rusia funcionó
como estímulo, sobre todo entre el campesinado andaluz, para desplegar una intensa actividad
huelguística de 1918 a 1920, periodo conocido como "trienio bolchevista"2.

( )
Deseo expresar mi agradecimiento por sus sugerencias a Francisco J. Romero Salvadó, que accedió a revisar
una primera versión de este texto durante mi estancia en el Cañada Blanch Centre for Contemporary Spanish
Studies (London School of Economics); por supuesto, la responsabilidad de cualquier posible error me
corresponde en exclusiva.
1
Acerca del desarrollo de la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, y el contexto de profunda crisis
del sistema político de la Restauración en el que tuvo lugar, véase Romero Salvadó, F. J.: España, 1914-1918.
Entre la guerra y la revolución, Barcelona, Crítica, 2002, y MEAKER, G. H.: The Revolutionary Left in Spain,
1914-1923, Stanford University Press, 1974, pp. 62-91. Para la actitud de la CNT, dispuesta en un principio a
la instauración de un régimen republicano, pero sin renunciar a imprimir al proceso un sentido revolucionario,
Avilés Farré, J.: La fe que vino de Rusia. La revolución bolchevique y los españoles (1917-1931), Madrid,
Biblioteca Nueva y UNED, 1999, pp. 37-38, donde se apunta la influencia de la revolución rusa de febrero de
1917, y BAR, A.: La CNT en los años rojos. Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo (1910-
1926), Madrid, Akal, 1981, pp. 416-427.
2
Meaker, Gerald H.: The Revolutionary..., op. cit., BAR, A.: La CNT..., op. cit., y Avilés Farré, J.: La fe..., op.
cit. Sobre el "trienio bolchevista", también Díaz del Moral, J.: Historia de las agitaciones campesinas
andaluzas. Córdoba, Madrid, Alianza, 1984, y Rey Reguillo, F.: "El empresario, el sindicalista y el miedo", en
Cruz, R., y Pérez Ledesma, M. (eds.), Cultura y movilización en la España contemporánea, Madrid, Alianza,

929
En tal contexto tuvo lugar un nuevo acercamiento al anarcosindicalismo del sector
republicano más extremista, que intentó aprovechar la fortaleza de los sindicatos de la CNT y
el ímpetu revolucionario en el que se encontraban inmersos para alcanzar la instauración de la
República por la vía insurreccional.
Este fenómeno, cuyas expresiones, en particular las plataformas periodísticas El
Soviet, de Madrid, y República, de Sevilla, son el objeto del presente trabajo, tuvo un carácter
marginal. Pero su estudio permite poner de manifiesto las conexiones y vínculos de
cooperación entre republicanos y libertarios durante el periodo, y analizar la “lógica
insurreccional”, siguiendo el término acuñado por Enric Ucelay-Da Cal y Susanna Tavera,
que subyacía a estas relaciones3. De este modo podremos comprobar cómo empezó a tomar
forma al final de la Restauración, bajo el sistema parlamentario liberal, la estrategia de
intervención política adoptada más tarde, durante la Dictadura de Primo de Rivera y la
Segunda República, por un sector del anarquismo y de la extrema izquierda burguesa.

LAS IZQUIERDAS (1918)


Tras la victoria de la revolución bolchevique, parte de la opinión liberal española
quedó convencida de que el proyecto republicano debía añadir a las reivindicaciones políticas
tradicionales otras de índole social, a fin de incorporar a los trabajadores al proyecto
democrático. Personas como el doctor Simarro, presidente de la Liga Española para la
Defensa de los Derechos Humanos y Gran Maestre del Grande Oriente Español, quien a
mediados de 1918, en el marco de una campaña nacional para denunciar la represión ejercida
sobre los huelguistas en agosto de 1917, constataba "(...) la preponderancia que en todo el
mundo civilizado adquiere el nuevo principio de organización de las sociedades modernas
como democracias de trabajadores (con exclusión de elementos parásitos, dominación de
clases, servidumbres tradicionales e instituciones muertas hace tiempo) (...)"4. En la Europa

1997, pp.235-272
3
Ucelay Da-Cal, E., y Tavera, S.: “Una revolución dentro de otra: la lógica insurreccional en la política
española, 1924-1934”, en Aróstegui, J. (ed.): Violencia y política en España, Ayer, 13 (1994), pp. 115-146, y
Ucelay-Da Cal, E.: "Buscando el levantamiento plebiscitario: insurreccionalismo y elecciones", en Juliá, S.
(ed.): Política en la Segunda República, Ayer, 20 (1995), pp. 49-80.
4
Simarro, L.: “Prólogo”, en Torralva Becci, E., y Vivero, A. (eds.): Los sucesos de Agosto ante el Parlamento,
Madrid, LIF, 1918, pp. V-XVI; la cita, en pp. VI-VII. La presencia de Simarro como prologuista no era casual:
la editorial LIF, acrónimo del lema masónico “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, pertenecía al GOE (debo
agradecer este dato a Antonio San Román Sevillano, siempre erudito y amable), y esta Logia estaba a su vez
estrechamente vinculada a la Liga de los Derechos del Hombre, responsable de una suscripción nacional en
favor de las víctimas de la represión de agosto de 1917; Ferrer Benimeli, J. A.: “La masonería española y la
cuestión social”, en Estudios de Historia Social, Madrid, Nº40-41 (1987), pp. 7-47, aquí pp. 33-34.

930
de postguerra el progreso en las formas de gobierno parecía conducir irremediablemente al
aniquilamiento de monarquías y oligarquías y a la participación de los obreros en la dirección
de las naciones avanzadas.
Con el objeto de fomentar la colaboración entre republicanos y socialistas en contra el
régimen, en noviembre de 1918 apareció en Madrid el semanario Las Izquierdas, dirigido por
Ezequiel Endériz. En la declaración de intenciones el periódico establecía su alineamiento,
dentro de la coalición opositora constituida por ambos grupos en el Parlamento, "la alianza de
izquierdas", con la tendencia obrera y revolucionaria:

"(...) Aún más que republicanos y socialistas, somos lo que esos partidos tengan de
radicales, extremistas, revolucionarios... Creemos que las circunstancias actuales no
son para detenerse a mirar filiaciones secundarias... Por eso hemos creído en el pacto
de izquierdas que han hecho todos los partidos de oposición (...) Por eso titulamos
nuestro periódico LAS IZQUIERDAS"5.

También dejaba claro que su combatividad no se limitaría a las palabras, sino que
aspiraba, en última instancia, a la acción insurreccional:

"Los que van a hacer LAS IZQUIERDAS son jóvenes, recios, audaces y están decididos
a dejar huella con sus campañas y sus hechos en el cuerpo pudibundo y fétido de la
monarquía... Saben cuanto vale para una causa una pluma acerada, de buen temple, de
intención dura; pero saben también que a la palabra hay que acompañar la acción y
que a la pluma hay que ayudarla con la aventura, con el paso adelante..."6

No en vano prestaron su colaboración al semanario dirigentes socialistas y


republicanos implicados en la organización de la huelga general revolucionaria del año
anterior, como Indalecio Prieto7, Francisco Largo Caballero8, Marcelino Domingo9 y Ángel
Samblancat10. Y la iniciativa también contó con el apoyo del diputado Eduardo Barriobero, el
único de filiación republicana que, junto con Domingo, había denunciado en el Congreso las
extralimitaciones en el uso de la violencia cometidas por miembros del Ejército y de la
Guardia Civil durante la represión de la huelga11. Barriobero utilizó su inmunidad
parlamentaria para amparar a Las Izquierdas frente a un delito de lesa majestad,

5
"Fe de vida", Las Izquierdas, 15-IX-1918, p. 1. Tras la huelga general de agosto de 1917 el PSOE obtuvo
unos resultados electorales sin precedentes, consiguiendo llevar seis diputados a las Cortes, entre ellos los
cuatro miembros del Comité de Huelga; Romero Salvadó, F. J., España..., op. cit., pp. 187-188.
6
"Fe de vida", Las Izquierdas, 15-IX-1918, p. 1.
7
"Una interviú con Indalecio Prieto", Las Izquierdas, 15-IX-1918, p. 1.
8
"Palabras de Largo Caballero", Las Izquierdas, 15-IX-1918, p. 2.
9
Domingo, M.: "Las Izquierdas. Programas los hay; lo que no hay es espíritu de continuación", Las Izquierdas,
15-IX-1918, p. 2.
10
Entrevista de Casanova, M.: "Ángel Samblancat. Un cerebro rebelde", Las Izquierdas, 17-XI-1918, pp. 3-4.
11
Discurso reproducido en Torralva Becci, E., y Vivero, A. (eds.): Los sucesos..., op. cit., pp. 301-320.

931
autoinculpándose como autor de un editorial y una viñeta que habían sido denunciados por
presuntas injurias al Rey12.
Las Izquierdas combinó el apoyo a las iniciativas parlamentarias de coalición entre las
fuerzas opositoras al régimen con los diagnósticos acerca de una inminente revolución
popular que les otorgaría el poder. Así, celebró la formación de la Federación Republicana,
constituida, a iniciativa de Lerroux, por los diputados parlamentarios de dicha tendencia, con
el titular "Horas de revolución"13, al tiempo que dedicaba el editorial correspondiente a
amenazar al régimen con una explosión de violencia si volvía a reprimir la voluntad popular
de cambio, tal y como hiciera en la huelga general de agosto de 1917:

"El pueblo pide República solamente; pero si se le niega y le dan pólvora y plomo,
entonces ha de pedir República y sangre. Y ya no parará hasta que se sacie de ambas
cosas..."14

El director, Ezequiel Endériz, ya había invocado esta amenaza, la explosión de la ira


justiciera del Pueblo, en el primer número del semanario15. Y los colaboradores se ocuparon
de recordarla de modo recurrente al dedicar sus comentarios a la victoria del «bolchevikismo»
en Rusia, celebrada como modelo revolucionario y síntoma del inicio de una ola
emancipadora en toda Europa16.
Las Izquierdas convivió parte de su andadura, probablemente efímera17, con otro
semanario, El Soviet, con el que compartió recogidas policiales, firmas y orientación editorial,
aunque en este caso las admoniciones revolucionarias apelaban al respaldo de las masas
libertarias. Todo apunta a que ambas publicaciones mantuvieron vínculos entre sí, y de hecho
la última noticia de la salida de Las Izquierdas nos la proporciona El Soviet, cuando menciona
las crónicas sobre la revolución rusa escritas en aquel semanario por Waisbein, "socialista

12
Archivo del Congreso, Serie General, Suplicatorios (1919), Leg. 456, Nº7, donde se incluye, como prueba, el
ejemplar de Las Izquierdas recogido, el Nº10, de 17-XI-1918; constituían el objeto de la denuncia el artículo
"El ultimátum" y la viñeta "Buen viaje", alusivos ambos al deseo de que Alfonso XIII abandonara el trono y el
país.
13 "Horas de revolución. Por la noche, los parlamentarios republicanos acuerdan, en el Ateneo, la «Unión
Sagrada». A la salida, Lerroux habla a la multitud del próximo advenimiento de la República", Las Izquierdas,
17-XI-1918, p. 1. Más información sobre la Federación Republicana en Marsá Bragado, A. (dir.), Libro de oro
del Partido Republicano Radical, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, s.a. [1935], p. 98.
14 "Se volverán las tornas", Las Izquierdas, 17-XI-1918, p. 1.
15 Endériz, E.: "A los siete meses de ocupar el Poder. La obra del Gobierno Nacional", Las Izquierdas, 15-IX-
1918, p. 2
16 Graciani, A.: "Sociología barata. La ruta del socialismo", Las Izquierdas, 17-XI-1918, p. 1, anunciado como
una serie de artículos sobre el mismo tema, y, en el mismo número, Gabirondo, V.: "La aurora roja. El
despertar de la humanidad", p. 2, y Vidal y Planas, A.: "Prosas bárbaras. La mueca del «bolchevikismo»", p. 2.
17
Los únicos ejemplares de Las Izquierdas que se conservan son los ya citados Nº1, de 15-IX-1918, que se
encuentra en la Hemeroteca Municipal de Madrid, y Nº10, de 17-XI-1918, custodiado en: Archivo del
Congreso.

932
revolucionario" exiliado en España18.

EL SOVIET (1918-1919)
El Soviet, “periódico revolucionario, escrito para intelectuales, obreros y soldados”,
apareció en Madrid el 19 de diciembre de 1918. Sólo se conserva un ejemplar de esta
cabecera, el primer número, depositado en la Hemeroteca Municipal de Madrid19. No
obstante, gracias a un suplicatorio ante el Congreso, solicitando permiso para procesar al
diputado Eduardo Barriobero por un artículo publicado en El Soviet, sabemos que vio la luz al
menos su tercer número, aparecido el 2 de enero de 1919, y que tuvo carácter semanal20.
El contenido de los artículos de El Soviet permite identificarlo como entusiasta
admirador de la Revolución Rusa, pero también como periódico no marxista. El triunfo
bolchevique no se utilizó en sus páginas para confirmar los análisis del materialismo
histórico, y, de hecho, uno de los colaboradores lo esgrimió como triunfo de la voluntad y, por
lo tanto, demostración de la falsedad del "dogmatismo de Marx y de Engel con su
interpretación natural de la Historia”, que negaba la potencia del espíritu21.
El Soviet consagró sus páginas a ensalzar la victoria bolchevique, ejemplo de la
capacidad del pueblo para derrumbar el régimen de tiranía y explotación al que se encontraba
sometido, y a animar a los españoles a repetir la gesta rusa, incitándoles a la insurrección:

“Somos revolucionarios y por la revolución lucharemos denodadamente.


(...) No tenemos otra bandera que la causa del pueblo. Todo el que está dispuesto a
hacer la revolución nos tendrá a su lado.
(...) La perseverancia y tenacidad de los bolchevikis rusos dio al traste con todas las
injusticias del gran ex Imperio moscovita. Menos consistente el Imperio de los
borbones, no ha de resistir el empuje de los bolchevikis españoles.
A los intelectuales, a los obreros, a todos, en fin, que trabajan y sufren es a quienes
corresponde la obra de liberación”22.

La exculpación de la violencia rebelde, y la incitación a la misma, concebida como


paso necesario para la emancipación, fueron la tónica de los artículos de El Soviet. Así
Salvador Goñi, en el artículo que dedicó a exaltar a los asesinos del dictador portugués

18 M. B. [Miguel Biescas]: “La Jornada miente”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 4. Acerca de Wasbein,
y su amistad con Samblancat, Avilés Farré, J.: La fe..., op. cit., pp. 95-96.
19
Serrano Prieto, M.: “Catálogo de prensa obrera madrileña, 1910-1923”, en VV. AA.: Prensa obrera en
Madrid, 1855-1936, Madrid, Comunidad Autónoma de Madrid y Revista Alfoz, 1987, pp. 697-718, aquí pp.
716-717.
20
Archivo del Congreso, Serie General, Suplicatorios (1919), Leg. 456, Nº35.
21
Lagunas Alemany, A.: “La razón del «Bolchevikismo»”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 3.
22
"Lo que somos y a lo que venimos", El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 1.

933
Sidonio Paes, hacía una imprecación digna de Ravachol: “¡Dinamita quiere decir Justicia,
quiere decir redención! Es algo que viene a exaltar el poder de los pueblos y a afirmar que
todas las soberbias y todos los absolutismos son humo ante el humo de una leve explosión”23.
Y en el artículo atribuido a Barriobero, “Óyeme, paria”, correspondiente al tercer número, se
echaba en cara a los desposeídos, con acentos dramáticos, su pasividad y su postración, para
sugerirles a continuación un fácil remedio, atracar las casas de juego donde la burguesía
gozaba entre lujos, lugares menos protegidos que otras posibles presas, “los bancos”, “las
casas ricas”, “la Caja de cualquier Ministerio” o “cualquier iglesia”. No en vano la acusación
judicial contra Barriobero fue de “inducción al robo y asesinato”24. Los textos de El Soviet se
caracterizaron por la virulencia en el tono, en el lenguaje y en las ideas expresadas, y por un
estilo de fácil comprensión, que sobre los argumentos elaborados primaba las diatribas en
contra de las injusticias.
El periódico sintetizó las medidas supuestamente aplicadas por los bolcheviques desde
el poder en un "Idearium bolcheviki" de 13 puntos que venía a describir un proyecto muy
similar al comunismo libertario25. De acuerdo con el "Idearium", el poder era ejercido en
Rusia, tras la supresión del Estado, por los Soviets, asambleas de “soldados, obreros e
intelectuales” federadas entre sí y representadas en el Soviet Central, y la dictadura del
proletariado se dirigía únicamente contra “la burguesía” y “las clases plutocráticas”, de modo
provisional, hasta conseguir su desaparición. La propiedad de la tierra había pasado a manos
de los campesinos, y la de las fábricas a las de los obreros organizados en Comités, se habían
nacionalizado los transportes y la banca y se habían declarado gratuitas las “materias de
primera necesidad”. Además el Ejército y las fuerzas policiales habían sido disueltos y
reemplazados por una “Guardia Roja de voluntarios adeptos a la República social”, y se había
suprimido el clero26.
En vista de estas presuntas realizaciones, el director de El Soviet, el anarquista Miguel
Pascual27, no vaciló en afirmar que la posibilidad de poner en práctica “los principios de
emancipación anarquista”, la supresión de la propiedad privada, la autoridad, la religión, el

23
Goñi, S.: “Ha sido ejecutado otro tirano”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 3.
24
Archivo del Congreso, Serie General, Suplicatorios (1919), Leg. 456, Nº35.
25
Llega a una conclusión similar Serrano Prieto, M.: “Catálogo de prensa...", op. cit., pp. 716-717.
26
“Idearium bolcheviki”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 4.
27
Miguel Pascual desempeñó el cargo de redactor del periódico libertario Rebeldías, de Madrid (1915-1916);
Íñiguez, M.: Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español, Madrid, Fundación de Estudios
Libertarios Anselmo Lorenzo, 2001. Durante la I Guerra Mundial, y hasta principios de 1918, fue uno de los
dirigentes anarquistas cuyas actividades financió la Embajada de Alemania, con el objeto de estimular la
propaganda en favor de la completa neutralidad de España y boicotear las exportaciones a los aliados; Romero
Salvadó, F. J., España..., op. cit., pp. 197-198.

934
Ejército y las fronteras, quedaba plenamente probada “con la revolución bolcheviki de Rusia”.
Aunque, consciente de que allí se ejercía una dictadura, matizara: “No decimos esto por lo
que hoy, en período revolucionario, hacen, sino por lo que propenden a hacer los elementos
que en Rusia predominan”28.
Pese al indudable carácter obrero de la publicación, cabe señalar que ésta mantuvo la
ambigüedad respecto a una posible participación en el proceso revolucionario de los grupos
republicanos. Una ambigüedad patente en principio por la misma presencia de colaboradores
republicanos en El Soviet, y también en la heterogeneidad de los artículos, cuyos contenidos
llegaban a presentar contradicciones entre sí.
En los llamamientos a la insurrección se apelaba, contra el régimen monárquico y
burgués, al pueblo, de modo genérico, y a los obreros, a los intelectuales, a los soldados y
grados medios del Ejército, en particular, pero no se excluía por completo el concurso de “los
que están en la política de oposición”, es decir, los republicanos, a quienes la Redacción se
dirigió para advertirles que fiscalizaría su actuación, a fin de evitar que engañaran al pueblo29.
Por su parte el abogado y político Ángel Samblancat hizo desde El Soviet un
llamamiento expreso a sus correligionarios republicanos para que depusieran la actitud de
condenar la revolución bolchevique, porque ésta representaba un movimiento esencialmente
emancipador, y quienes se oponían a ella “se enajenan el cariño del proletariado, su aliado
natural”. “La ligereza de esta conducta la pagaremos. Los obreros nos retirarán su amistad y
los burgueses no nos prestarán su concurso”. Samblancat justificó el elemento más
contradictorio con el talante democrático republicano, “la dictadura del proletariado”, como
una necesidad para consolidar la revolución frente a los ataques de la reacción. “El terror en
Francia, como en Rusia, no aparece hasta que los revolucionarios no ven al mundo entero
conjurado contra sus teorías y contra sus obras”30.
Junto a Samblancat publicó un artículo en el primer número del periódico el director
de Las Izquierdas, Ezequiel Endériz, que se pronunció en contra de la desigual distribución de
la riqueza vigente en la sociedad capitalista31. Y, como ya se ha adelantado más arriba, hubo
un tercer republicano de renombre vinculado al equipo de El Soviet, Eduardo Barriobero.
Por lo que respectaba a la deseada cooperación del Ejército con los revolucionarios, se
plasmó en la propia publicación a través de la presencia entre sus redactores de Tomás de la
Llave, sargento expulsado del Ejército, próximo a las posturas anarcosindicalistas y

28
Pascual, M.: “Paso a la caravana”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 1.
29
“Lo que somos y a lo que venimos”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 1.
30
Samblancat, A.: “¡Que viene el coco!”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, pp. 1-2.
31
Endériz, E.: “Himno al sol”, El Soviet, 19 de diciembre de 1918, p. 2.

935
probablemente ya miembro de la CNT32. Además de colaborar en el semanario, De la Llave
sacó a la luz, en enero de 1919, otra cabecera, La Chusma Encanallada, explícitamente
vinculada a El Soviet. Los responsables del nuevo periódico, todos ex miembros de las Juntas
de Sargentos, expulsados del Ejército, en enero de 1918, por negarse a disolverlas, se
presentaron a la opinión pública como defensores del “Idearium bolcheviki” publicado en El
Soviet, definiéndose al mismo tiempo como republicanos y socialistas33.
Integraron El Soviet, además de los ya mencionados, Xavier Bóveda, poeta de los
marginados34, y los periodistas republicanos Alfonso Vidal Planas, también bohemio
radicalizado35 y reciente colaborador de Las Izquierdas36, Salvador Goñi37 y Antonio Lagunas
Alemany38. Una nómina en la que predominaban los republicanos de extrema izquierda que se
movían en ambientes próximos al anarquismo, corriente cuyos ideales, como hemos
comentado, pretendieron ver plasmados en la revolución bolchevique.

REPÚBLICA (1919)
La esperanza depositada por algunos republicanos en la movilización revolucionaria
de los obreros, a raíz del triunfo soviético, tuvo su expresión en otro proyecto periodístico
efímero, el diario República, de Sevilla, dirigido por Eduardo Barriobero. Los únicos
ejemplares que se conservan de esta publicación son aquellos que las autoridades judiciales

32
Tomás de la Llave asistió al Congreso de la Comedia como delegado por la Sociedad de Obreros y Obreras
del Ramo de la Juguetería y similares de Madrid, un indicio de su popularidad entre los cenetistas madrileños;
CNT.: Memoria del Congreso celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid, los días 10 al 18 de diciembre
de 1919, Barcelona, Tipografía Cosmos, [1932], p. 3.
33
Sobre La Chusma Encanallada, Serrano Prieto, M.: “Catálogo de prensa...", op. cit., p. 716. Para las Juntas
de Sargentos, o Unión de Clases de Tropa, Romero Salvadó, F. J.: España..., op. cit., p. 186.
34
Esteban, J., y Zahareas, A. N.: Los proletarios del arte. Introducción a la bohemia, Madrid, Celeste, 1998,
pp. 51-231
35
Escritor de vida difícil, Alfonso Vidal Planas dirigió los periódicos republicanos El Loco (1915) y España
Republicana (1917), y colaboró en España Nueva y El Parlamentario, donde coincidió en 1918 con
Samblancat y Barriobero; Esteban,J., y Zahareas,A.N.: Los proletarios..., op. cit., pp. 125-129, 153-155, 164-
168, 221 y 232.
36
Vidal y Planas, A.: "Prosas bárbaras...", op. cit., artículo desabrido de exaltación de la violencia
revolucionaria digno de El Soviet, en el que se profetiza que, cual "tigre rabioso", sobrevendrá la revolución de
los hambrientos y desposeídos, que asesinarán a los usureros y a los magistrados prevaricadores y violarán a las
bellas mujeres de los ricos.
37
Salvador Goñi dirigió el periódico Talión, de Huesca (1914), y colaboró en Los Miserables, de Barcelona, e
Ideal de Aragón, de Zaragoza, todos los cuáles contaron con Ángel Samblancat como colaborador habitual, y el
último también con Eduardo Barriobero. Junto con Samblancat promocionó en 1918 la candidatura republicana
de Pío Baroja por el distrito de Fraga; Dueñas Lorente, J. D.: Costismo y anarquismo en las letras aragonesas.
El grupo de Talión (Samblancat, Alaiz, Acín, Bel, Maurín), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses,
2000, pp. 64-94, 113-118 y 132-133 y 137-139.
38
Redactor de la revista republicana Rebeldía, de Alcañiz (1916); DUEÑAS LORENTE, J. D.: Costismo..., op.
cit., pp. 75-76.

936
adjuntaron como prueba a los suplicatorios que enviaban al Congreso para procesar a
Barriobero, un total de diez números completos más un fragmento39.
El primer número de República, “Órgano de la democracia andaluza, Diario
republicano-socialista”, apareció el 17 de enero de 191940. El último del que queda constancia
salió el 28 de febrero de 191941. Probablemente la responsabilidad de este final abrupto
correspondió a las frecuentes recogidas y denuncias de las que fue objeto el diario, a pesar de
la protección que le brindaba la calidad de aforado de su director. El pulso con las autoridades
ya consiguió mantenerlo suspendido varios días, a principios de febrero de 1919, y
probablemente el proyecto de fundar la Editorial República, financiada mediante la emisión
de acciones, constituyó un intento de salvar el diario de la bancarrota42.
Al igual que El Soviet, República se dirigió reiteradamente a los trabajadores para
pedirles que prestaran su concurso a un movimiento insurreccional a fin de instaurar un
régimen republicano de corte obrerista. E invocó, como modelo exitoso de movilización
popular, la revolución soviética, aunque situando junto a la transformación económica otro
objetivo extraño en principio a aquélla, el de la regeneración democrática.
La orientación expuesta quedó definida con claridad en el primer número. Respecto a
la República de contenido social, afirmaba la Redacción:

“Baste saber a quienes por el programa nos pregunten, que como nuestro título indica
sin ambigüedades venimos a difundir y propagar el ideal republicano, a defender la
República cuando esté instaurada y a sembrar democracia (...).
Que nuestra República, la que acariciamos en nuestra mente, la de la realidad tan
cercana, por fortuna para todos, tiene soluciones para el problema social, para el
problema económico, para el problema político y para el problema internacional
(...)”43.

Compartiendo primera plana junto a este manifiesto, el propio director Eduardo


Barriobero se encargó de elogiar a la revolución rusa como modelo a seguir, con un artículo
en el que hacía hincapié en la reforma económica emprendida por los bolcheviques, que
resumió en el lema, tópico entre socialistas y libertarios, “quien no trabaja, no come”, y
donde, tras un repaso a la agitación social que recorría Europa, auguraba la inminencia de una
revolución popular en España44.

39
Archivo del Congreso de Diputados, Serie General, Suplicatorios (1919), Legajo 456, Nº20, 30, 32, 36, 44,
45 y 47, y Suplicatorios (1921), Legajo 464, Nº15, 38, 120 y 132.
40
Archivo del Congreso de Diputados, Serie General, Suplicatorios (1919), Legajo 456, Nº30.
41
Archivo del Congreso de Diputados, Serie General, Suplicatorios (1921), Legajo 464, Nº132.
42
“Nuestro eclipse”, República, Sevilla, 15 de febrero de 1919, p. 3.
43
La Redacción: “Para todos. Al empezar”, República, 17 de enero 1919, p. 1.
44
Barriobero y Herrán, E.: “El bolcheviquismo”, República, 17 de enero de 1919, p. 1.

937
Hay que hacer notar que, dado que Barriobero residía en Madrid, donde atendía a su
cargo de diputado, la máxima responsabilidad del diario recayó sobre el redactor-jefe, Eladio
Fernández Egocheaga45. Egocheaga era uno de los dirigentes del PSOE de Sevilla, y había
sido elegido Secretario de la Casa del Pueblo, que agrupaba a las organizaciones sindicales de
tendencia socialista, en diciembre de 191746. En este caso la alianza republicana-socialista
quedó representada de forma cabal en el equipo de Redacción.
Entre los “distinguidos escritores” que el periódico anunciaba como colaboradores se
encontraban, además de Egocheaga, los socialistas Indalecio Prieto, Julián Besteiro y Luis de
Araquistáin, una representación tanto de dirigentes de la línea moderada como del sector
tercerista, y, junto a ellos, reconocidos republicanos, librepensadores y figuras de la bohemia
literaria: Marcelino Domingo, Emilio Carrere, Miguel de Unamuno, Mario Roso de Luna,
Manuel Marraco, Antonio Zozaya, Roberto Castrovido, Basilio Álvarez, Julio Milego,
Antonio Jaén, Lázaro Somoza...47 Plumas a las que se unió, también, la de Ángel Samblancat.
La alianza entre políticos republicanos y colectividades obreras quedó subrayada por
la Redacción poniendo desde el primer número a disposición de las sociedades obreras las
páginas de República, “para que desde ellas defiendan sus sacrosantos ideales”.

“Acaso, en alguna ocasión no estaremos identificados con las diversas teorías que
sustentan, pero ello no implica para convertir nuestro diario en tribuna libre de las
reivindicadoras exaltaciones populares. (...) Los trabajadores tendrán por lo tanto en
nosotros los más denodados paladines de sus justicieros ideales y en nuestras columnas
hallarán siempre eco las lamentaciones, las protestas, las aspiraciones y las rebeldías
proletarias, contra las demasías de los que se aprovechan de su fuerza de trabajo y de
su indefensión”48.

En coherencia con este ofrecimiento, República incorporó en todos sus números


noticias sobre los conflictos huelguísticos planteados por los trabajadores y se encargó de
denunciar los abusos cometidos por las fuerzas de orden público, las autoridades, los
empresarios y los terratenientes. Además reservó un espacio específico a recoger las notas
enviadas por las sociedades obreras, “La voz clamante de los oprimidos”49.
A mediados de febrero los promotores del diario anunciaron una nueva iniciativa que
aumentaba su compromiso con los sindicatos, la Editorial República, que prometieron dedicar

45
González Fernández, A.: Utopía y realidad. Anarquismo, anarcosindicalismo y organizaciones obreras.
Sevilla, 1900-1923, Sevilla, Diputación de Sevilla, 1996, p. 314, n. 165; también Díaz del Moral, J.: Historia...,
op. cit., p. 511.
46
González Fernández, A.: Utopía..., op. cit., p. 278.
47
República, 24 de enero de 1919, p. 1.
48
“República a las colectividades obreras”, República, 17 de enero de 1919, p. 2.
49
El apartado “La voz clamante de los oprimidos” apareció al menos desde el Nº9 de República, de 25-I-1919.

938
a la edición de “publicaciones obreras y societarias”50.
Como se ha adelantando más arriba, República compartió con El Soviet las frecuentes
llamadas a la sublevación, dirigidas a los trabajadores, en idénticos tonos de profundo
patetismo. A veces un suelto recordaba, de modo ominoso, el leit motiv:

“Las hoces, los picos, las palas y las hachas son en estos momentos de rebelión armas
que se alzan amenazadoras contra la plutocracia ancestral”51.

Un llamamiento a la insurrección de “los rebeldes, los trabajadores, los oprimidos”


que se desarrolló más por extenso en varios artículos52.
A las referencias continuas a los bolcheviques y a la oleada revolucionaria en Europa
hay que añadir algunos artículos que se ocupaban explícitamente de ellos, como la crónica de
Tasin sobre el “Congreso maximalista de Moscú”53, y el panegírico escrito por Ángel
Samblancat con motivo del reciente asesinato de Rosa Luxemburgo, “arcángel batallador y
guerrero del socialismo y del comunismo”, “rosa espartaca”, “bolchevikis”54.
El paralelismo con la revolución bolchevique necesitaba otro ingrediente, sumado a la
rebeldía de obreros y campesinos y al papel director de la vanguardia de políticos: el Ejército.
República dedicó uno de sus artículos de fondo a predecir el factible apoyo de los soldados a
la inminente revolución. Una revolución de matiz obrero, sí, pero, una vez más, republicana y
democrática, puesto que en el mismo texto se designaba como sus dirigentes a Marcelino
Domingo y a Lerroux, figura política cuyo conservadurismo era cada vez mas manifiesto55.

50
“Nuestro eclipse”, República, 15 de febrero de 1919, p. 3. La oferta de acciones de Editorial República
apareció anunciada en el periódico al menos desde el 20 de febrero de 1919.
51
República, 21 de enero de 1919, p. 1.
52
“Al márgen de la política. Se abren las Cortes el 22”, República, 18 de enero de 1919, p. 2, donde se
identifica como origen del próximo estallido revolucionario en España el avance del bolcheviquismo por
Europa y América, “Los dos problemas del proletariado andaluz”, República, 24 de enero de 1919, p. 1, “La
vieja y la nueva Andalucía”, República, 25 de enero de 1919, p. 1, de donde se ha tomado la cita, y Somoza
Silva, L.: “¡A ver qué hace un hombre!”, República, 21 de febrero de 1919, p. 1, artículo zahiriente que
recuerda al “¡Óyeme paria!” de El Soviet, y que acaba con esta imprecación a la Muerte: “Señora: Haceos
bolchevique y emplead vuestra guadaña en arreglar el mundo...” También, Egocheaga, E.: “La agitación
campesina. Ante un problema pavoroso”, República, 17 de enero de 1919, p. 2, donde se profetizaba la
próxima conversión de las protestas campesinas de Córdoba en un movimiento revolucionario.
53
Tasin, N.: “Lo que proponen los bolcheviques. Hacia la Internacional maximalista”, República, 13 de febrero
de 1919, p. 1, reseña informativa sobre los trabajos preparatorios de la III Internacional, y que omite la opinión
del autor sobre la dictadura del proletariado. Tasin era un menchevique exiliado, crítico con el carácter
dictatorial del régimen soviético, y este mismo año publicaría en España una obra en la que denunciaba el
terror político imperante en su país, La revolución rusa (1919); Avilés Farré, J.: La fe..., op. cit., pp. 69-75.
54
Samblancat, A.: “Rosa la Roja”, República, 26 de enero de 1919, p. 1.
55
“El Ejército en el momento actual”, República, 21 de enero de 1919, p. 1. Sobre el creciente perfil
conservador de Lerroux en los últimos años de la Restauración, Álvarez Junco, J.: Alejandro Lerroux. El
Emperador del Paralelo, Madrid, Síntesis, 2005, pp. 364-365. Tras la sublevación del Cuartel del Carmen, en
enero de 1920, Lerroux pronunció en el Parlamento su célebre advertencia "El Soviet ha llamado a la puerta de
los cuarteles", si bien vinculó el mantenimiento del orden a la urgente puesta en marcha de reformas sociales;

939
Resulta notoria en República la ausencia de colaboradores anarquistas, en favor de los
socialistas. No obstante, dado que el diario apareció en una Andalucía agitada por las huelgas
cenetistas, en pleno apogeo del “trienio bolchevista”, y en una ciudad donde la CNT
constituía la organización obrera mayoritaria, parece fuera de duda que el llamamiento a la
insurrección, una y otra vez repetido desde las páginas del periódico, no se dirigía sólo a los
socialistas, sino también a los anarcosindicalistas56. De hecho Egocheaga se mostró firme
partidario de la fusión entre la UGT y la CNT, en aras del objetivo común de implantar “la
República de los soviets rusos” a través de “procedimientos revolucionarios”, postura que
defendió desde las páginas del diario57.
Precisamente durante la breve vida de República tuvieron lugar en Sevilla algunas
acciones colectivas en las que confluyeron socialistas, anarcosindicalistas y republicanos, y
que demuestran la existencia de vínculos efectivos entre ellos, aunque también, en última
instancia, lo frágil que resultaba su cooperación.
El día 4 de febrero se inició en Sevilla una huelga general, en defensa de los derechos
sindicales, convocada por la Federación Local de la CNT, a la que se adhirieron al día
siguiente, tras la detención de varios dirigentes anarcosindicalistas y la clausura de la Casa del
Pueblo, los sindicatos de la UGT. En la negociación con las autoridades tuvieron
protagonismo Egocheaga, miembro del Comité de Huelga de “las sociedades no federadas”
(socialistas), y Barriobero, quien llegó desde Madrid el mismo 5 de febrero para, según sus
propias declaraciones, “buscar una solución que deje a salvo los intereses de la clase
trabajadora”. Tras la liberación de los detenidos, la noche del día 5, tuvo lugar un mitin
conjunto multitudinario (asistieron al acto unas 14.000 personas), con participación de
oradores socialistas y anarcosindicalistas. En él tomaron la palabra tanto Barriobero como
Egocheaga, quien incitó a la violencia revolucionaria e invocó el ejemplo de Rusia.
La unión duró poco: Egocheaga pactó el final del paro de los sindicatos bajo control
socialista dos días más tarde, mientras las sociedades de la Federación Local mantenían la
huelga general hasta el 10 de febrero. La gestión de Egocheaga provocó el rechazo de los
anarcosindicalistas, y originó una viva polémica entre éste y el líder anarquista José Sánchez

Boyd, Carolyn P.: Praetorian Politics in Liberal Spain, University of North Carolina Press, 1979, p. 135
(http://libro.uca.edu/boyd/chapter6.htm).
56
La Federación Local de Sociedades Obreras, adscrita a la CNT, decía contar con 17.842 afiliados en
diciembre de 1919, en tanto las sociedades obreras no federadas, entre las que había autónomas y adheridas a la
UGT, encuadraban a unos 10.000 obreros; González Fernández, A.: Utopía..., op. cit., pp. 280-281.
57
Egocheaga, E.: “La UGT y la CGT [por Confederación General de Trabajadores]. Hacia un pacto
trascendental”, República, 26 de enero de 1919, p. 1, artículo donde comenta el acuerdo en favor de la fusión
sindical con la CNT adoptado días atrás, durante un pleno nacional de representantes regionales de la UGT
celebrado en Madrid.

940
Rosa58.
No se conservan ejemplares de República correspondientes a los días en que se
desarrolló el conflicto en Sevilla, y probablemente la suspensión que sufrió por entonces
tuviera lugar al inicio de la huelga. Una vez reaparecido, el día 13 de febrero, recogió el
anuncio del fin de la huelga general por parte de "los federados" (anarcosindicalistas),
congratulándose de su decisión, que venía a ratificar el criterio de las sociedades obreras no
federadas, y anunciaba una próxima contestación a los ataques que en mítines recientes
habían dirigido contra Barriobero, Egochega y República varios oradores anarquistas, entre
ellos Sánchez Rosa: "(...) Con el tiempo hablaremos de qué clase de "políticos" son los que
han intervenido en la huelga"59.
A mediados de febrero República se unió a la campaña contra el cacique local, Pedro
Rodríguez de la Borbolla, animada por la Unión Comercial, entidad patronal regeneracionista,
y que culminó el día 15 en un entierro simulado del primate liberal al que asistieron cerca de
10.000 personas, incluyendo grupos de estudiantes universitarios y de obreros60.
Todo apunta a que República gozó de de influencia y capacidad de movilización entre
los trabajadores sevillanos, a los que prestó sus páginas. No obstante, la popularidad de sus
responsables entre los obreros libertarios quedó seriamente perjudicada tras la huelga general
de febrero.
Los días 14 y 15 de marzo de 1919 se celebró en Sevilla una asamblea regional para
unificar las fuerzas republicanas, con la presencia en la ciudad de Lerroux, Domingo, Giner
de los Ríos y Marraco, miembros del Directorio Nacional de la Federación Republicana. La
asamblea tuvo como resultado la constitución del partido Democracia Andaluza, que recogió
entre sus objetivos la colaboración con “la clase proletaria andaluza” para impulsar reformas
sociales. El mitin de clausura, celebrado en la plaza de toros de la Monumental, con asistencia
de 14.000 personas, en el que participaban como oradores Barriobero y los mencionados
Domingo, Marraco y Giner de los Ríos, fue reventado por grupos de anarquistas, que
interrumpieron los discursos con gritos de “políticos y farsantes”, y acabó en una pelea que se
saldó con dos muertos por heridas de bala61. La concordia buscada por los republicanos

58
González Fernández, A.: Utopía..., op. cit., pp. 342-350, y Gutiérrez Molina, J. L.: La tiza, la tinta y la
palabra: José Sánchez Rosa, maestro y anarquista andaluz (1864-1936), Ubrique - Madrid, Tréveris - Libre
Pensamiento, 2005, pp. 90-91.
59
"Los conflictos sociales", República, 13 de febrero de 1919, p. 3.
60
González Fernández, A.: Utopía..., op. cit., p. 314, y "RIPA. Bajará hoy a la tumba D. Pedro R. de la
Bambolla...", "La Chica y D. Pedro" y Egocheaga, E. F.: "Estudiantes rojos", los tres en República, 15 de
febrero de 1919, p. 1.
61
González Fernández, A.: Utopía..., op. cit., pp. 353-354.

941
contaba con firmes opositores dentro del movimiento libertario, aunque gozara también, como
veremos a continuación, de simpatizantes.

LOS EXTREMOS FLUIDOS: ACTIVIDADES DE LOS REPUBLICANOS


DE EXTREMA IZQUIERDA DENTRO DEL MOVIMIENTO LIBERTARIO
Barriobero, Samblancat y Endériz, y en particular los dos primeros, mantuvieron una
relación estrecha con la CNT durante el “trienio bolchevista”, a través de diferentes
plataformas y actividades, colaboración que se prolongó hasta el periodo de la Segunda
República y la Guerra Civil62.
Poco después de producirse el triunfo bolchevique, en los últimos días de 1917,
Ezequiel Endériz, periodista de El Liberal y literato, escribió La Revolución Rusa. Sus hechos
y sus hombres, que apareció en 1918 con prólogo de Ariquistáin. La carencia de información
precisa acerca del rumbo adoptado por la Revolución de Octubre no impidió al autor celebrar
con entusiasmo este acontecimiento político, “que con su ejemplo ayudará a la liberación de
los demás pueblos”63. Una actitud que, como hemos comprobado, se mantenía doce meses
después, cuando sacó a la luz Las Izquierdas y colaboró con El Soviet.
En abril de 1919 fue elegido Presidente del Sindicato de Periodistas de la UGT de
Madrid. No obstante meses después tuvo lugar su ingreso en la CNT, al parecer a raíz de las
conferencias impartidas en la capital por Salvador Seguí y Ángel Pestaña, a principios de
octubre de 1919, que decidieron a muchos periodistas a entrar en el Sindicato Único de Artes
Gráficas. A ello apunta el que Endériz, durante la huelga general de periodistas de Madrid,

62
Detallar la trayectoria completa de estos tres republicanos excede el marco del presente artículo. Para
Eduardo Barriobero, Millares Cantero, A.: Barriobero contra Franchy. Los federales de Pi y Margall en la
Segunda República española, Tesis Doctoral, UNED, 1994, de la que existe publicación parcial, Millares
Cantero, A.: Franchy Roca y los federales durante el bienio azañista, Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones
del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1997, Bravo Vega, J.: Eduardo Barriobero y Herrán (1875-1939). Una
nota sobre su vida y escritos, Madrid, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2002, y Ruiz
Pérez, J.: “República y Anarquía: El pensamiento político de Eduardo Barriobero (1875-1939)”, en Berceo,
144 (2003), pp. 177-202. Para Ángel Samblancat, Samblancat Miranda, N.: Ideario y ficción en la obra
novelística de Ángel Samblancat (1922-1945), Publicaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona, 1990,
Tesis Doctoral de la que exite publicación parcial, Samblancat Miranda, N.: Luz, fuego y utopía revolucionaria.
Análisis de la obra literaria de Ángel Samblancat, Barcelona, La llar del llibre, 1993, y Dueñas Lorente, J.D.:
Costismo..., op. cit. Para Ezequiel Endériz, García-Sanz Marcotegui, A.: “E. Endériz (1889-1951) y V.
Gabirondo (1884-1939). Dos exponentes del periodismo de la República y la Guerra Civil”, en Garitaonandia,
C., et al. (eds.): Comunicación, cultura y política durante la II República y la Guerra Civil, tomo I, País Vasco
(1931-1939), Bilbao, Universidad del País Vasco, 1990, pp. 268-281. Véanse también las reseñas biográficas
correspondientes en Martínez de Sas, M. T., y Pagés i Blanch, P. (coords.): Diccionari biogràfic del moviment
obrer als països catalans, Universidad de Barcelona y Abadía de Montserrat, Barcelona, 2000, y en Íñiguez,
M.: Esbozo de una..., op. cit.
63
García-Sanz Marcotegui, A.: "E. Endériz...", op. cit., p. 270.

942
convocada a principios de diciembre por la UGT y la CNT, y que llevó a varios grupos de
redactores a separarse de los diarios en los que trabajaban para formar otros nuevos, ocupara
en un primer momento el cargo de director de Nuestro Diario, periódico fundado por los
huelguistas del Sindicato Único de Artes Gráficas. A mediados de diciembre de 1919 pasó a
trabajar en La Libertad, otro diario creado por huelguistas, en este caso los periodistas que
abandonaron El Liberal64. Endériz inauguró sus colaboraciones en esta nueva empresa con un
artículo en el que reprobaba la decisión del PSOE de no adherirse a la Tercera Internacional,
adoptada en el Congreso Nacional que el partido estaba celebrando esos mismos días en
Madrid, de modo simultáneo al de la CNT65.
Ángel Samblancat, abogado y periodista, miembro fundador del Bloc Republicà
Autonomista en 1915, formó parte al año siguiente, junto con Francisco Layret y Gabriel
Alomar, de la candidatura de Reivindicación Republicana Autonomista, y se incorporó en
1917 al Partit Republicà Català. Colaborador habitual de la prensa republicana, se aproximó
al anarcosindicalismo tras la huelga general de agosto de 1917, momento a partir del cual
inició sus colaboraciones en Solidaridad Obrera66. En Madrid, a donde llegó en 1918 tras
imponérsele una pena de destierro por delitos de opinión, continuó sus colaboraciones con la
prensa republicana y liberal, en las cuáles mostró con frecuencia su apoyo a la revolución
bolchevique, que conciliaba de modo explícito con su militancia republicana67.
Entre sus muchas contribuciones periodísticas, colaboró de modo habitual con El
Comunista, periódico libertario de Zaragoza de tendencia probolchevique, dirigido por
Buenacasa, que se publicó de 1919 a 1920, y donde también aparecieron artículos de Ezequiel
Endériz y Eduardo Barriobero68. Buenacasa, por su parte, pidió a Samblancat que escribiera
un prólogo para su libro La Rusia roja, a finales de 1919, por las fechas en que, como
64
Comín Colomer, E.: Historia del anarquismo español, vol. 1, AHR, Barcelona, 1956, pp. 344-346 y 350-
351, García-Sanz Marcotegui, A.: "E. Endériz...", pp. 269-271, quien diverge del anterior al considerar que
durante la huelga Endériz seguía al frente del sindicato ugetista, aunque admite su acercamiento a la CNT en
fechas próximas, que no determina, y Molina Javierre, M. P., en Martínez de Sas, M. T., y Pagés i Blanch, P.
(coords.): Diccionari biogràfic..., op. cit., p. 494. También “La Libertad”, La Libertad, 13 de diciembre de
1919, p. 1, artículo de presentación publicado en el primer número del nuevo diario, del que ocupó la dirección
Luis de Oteyza. Poco después de su aparición, La Libertad recibió el patrocinio económico de Santiago Alba,
entonces al frente de Izquierda Liberal; Antonia Sagredo Santos, Franklin D. Roosevelt y la problemática
agraria: su eco en la prensa española, 1932-1936, Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, tomo
II, pp. 121-122 (http://www.ucm.es/BUCM/tesis/fll/ucm-t25284.pdf), y Romero Salvadó, F. J., España..., op.
cit., pp. 182-183, donde se da para el diario una fecha de inicio anterior, que corregimos aquí.
65
Endériz, E.: "Socialismo moderado", La Libertad, 13 de diciembre de 1919, p. 1.
66
Tavera García, S., en Martínez de Sas, M. T., y Pagés i Blanch, P. (coords.): Diccionari biogràfic..., op. cit.,
pp. 1253-1254.
67
Dueñas Lorente, J. D.: Costismo..., op. cit., pp. 119 y 223-224.
68
Dueñas Lorente, J. D.: Costismo..., op. cit., pp. 255-256, y, también, Madrid Santos, F.: La prensa anarquista
y anarcosindicalista en España desde la I Internacional hasta el final de la Guerra Civil, Barcelona,
Publicaciones Universitat de Barcelona, 1991, vol. I, tomo 1, pp 338-339.

943
Secretario General de la CNT, se encontraba organizando el Congreso Nacional donde se
acordaría, gracias entre otras intervenciones a la suya propia, la adhesión a la III
Internacional69. Durante la celebración de dicho Congreso, Samblancat publicó una célebre
crónica en el diario republicano España Nueva, por entonces portavoz oficioso de la
Confederación, en la que introducía su interpretación personal del anarcosindicalismo en
clave bolchevique, al emplear por dos veces como sinónimos “Sindicato” y “Soviet” y aludir
también a la propia asamblea como “Soviet de los Trabajadores”70.
La relación de Samblancat con Buenacasa tuvo una manifestación más en el proyecto,
anunciado desde España Nueva en junio de 1920, y al parecer nunca llevado cabo, de
constituir la Biblioteca “Antorcha Roja”, dedicada a distribuir libros sobre la Rusia
revolucionaria a precios económicos, empresa que contó también con el apoyo de otros
miembros del diario republicano, de la CNT y del Ateneo Sindicalista. Ese mismo año
Samblancat publicó su contribución personal al género, el libro La Revolución rusa71.
Eduardo Barriobero y Herrán, periodista, escritor y dirigente republicano federal, ya
tenía tras de sí, en el momento en que salió a la luz El Soviet, una larga trayectoria como
abogado defensor al servicio de la CNT, organización en la que llegó a ingresar en 1912.
Como político, expresó desde el principio de su carrera la esperanza de que el movimiento
libertario cooperara con los republicanos para instaurar un régimen democrático, concebido
como primer estadio hacia formas de organización social más avanzadas72. Y a pesar de
participar de forma regular en las elecciones, contempló desde los inicios de su carrera
política la posibilidad de acceder al poder gracias a una insurrección victoriosa73.

69
Buenacasa, M.: El movimiento obrero español (1886-1926). Historia y crítica, Madrid, Júcar, 1977, p. 222.
70
El artículo, "Congreso Rojo", aparece reproducido en Buenacasa, M.: El movimiento..., op. cit., pp. 60-61.
España Nueva constituyó, de mediados de 1919 a 1921, un portavoz oficioso de la CNT, papel reforzado tras la
clausura gubernativa de Solidaridad Obrera en enero de 1920; Madrid Santos, F.: La prensa anarquista..., op.
cit., vol. I, tomo 1, pp. 471-474. De hecho, los días previos al Congreso de la Comedia los cenetistas mediaron
para poner fin a la huelga de periodistas en sus talleres, y permitir así que el diario cubriera la convocatoria y el
desarrollo de la asamblea; Comín Colomer, E.: Historia..., op. cit., pp. 354-355. La equiparación entre soviets y
sindicatos preludiaba la buena acogida que Samblancat dispensó, a mediados de 1922, al folleto de Joaquín
Maurín, El sindicalismo a la luz de la Revolución Rusa, que proponía el desarrollo en España de una
adaptación similar del modelo soviético; Bonet, P., y Alonso, L.: “Joaquín Maurín Juliá”
(www.fundanin.org/jmaurin.htm)
71
Dueñas Lorente, J. D.: Costismo..., op. cit., pp. 220-221 y 225.
72
Se analiza el modo en el que Barriobero articuló en un discurso político coherente, a lo largo de toda su
trayectoria, la compatibilidad entre el régimen republicano y las aspiraciones revolucionarias anarquistas, en
Ruiz Pérez, J.: "República y Anarquía...", op. cit.
73
Acerca del “conspirativismo de corte zorrillista” de Barriobero a la altura de 1911, Millares Cantero, A.:
Barriobero contra Franchy..., op. cit., p. 263. Ya había expresado tal actitud en 1903, como director de
Germinal, cuando planteó el retraimiento electoral de los republicanos, apuntando en su lugar a la consumación
de un movimiento revolucionario; Barriobero Y Herrán, E.: “Nuestro triunfo”, Germinal, 23 de septiembre de
1903, p. 1.

944
Eduardo Barriobero salió elegido en 1918 y en 1919 diputado a Cortes por el distrito
de Valverde del Camino, gracias a los votos de los trabajadores de las Minas de Río Tinto, en
buena parte anarcosindicalistas74. En el Parlamento se integró en el grupo de diputados
aglutinado en torno a Lerroux, la Federación Republicana, aunque Barriobero no dudó en
declarar ante sus socios, en el Congreso de la Democracia Republicana, celebrado a la altura
de noviembre de 1920, que consideraba al régimen soviético un modelo a imitar en el terreno
económico, si bien lo condenaba en el político, por tratarse de una dictadura75.
Además de utilizar su condición de aforado para proteger a la plantilla de las
publicaciones con las que se vinculó durante el periodo, entre ellas, como hemos visto, Las
Izquierdas, El Soviet y República, Barriobero también la empleó para amparar un delito de
imprenta cometido por la CNT durante la celebración del Congreso Nacional de la Comedia
en diciembre de 1919. En esta ocasión el diputado republicano asumió la autoría de varios
pasquines firmados por la Federación Local de Barcelona, que habían sido impresos en
Madrid al final de la reunión. Las hojas de propaganda contenían proclamas relacionadas con
los acuerdos adoptados en el Congreso, del tenor del siguiente texto:

“¡Proletarios! ¡Mientras los políticos directores de la Unión General de Trabajadores


acordaban en un Congreso la continuación en la Segunda Internacional, guarida de los
asesinos de Rosa Luxemburg y Carlos Liebnek, la Confederación Nacional del Trabajo
acuerda únicamente el mantener intactos los principios revolucionarios que la
informan! ¡Obreros! ¡Paria! ¡Trabajador! Razona y juzga. Los políticos de la Nación
quieren someterte y sacrificar tus principios revolucionarios a sus bastardos apetitos.
La Confederación Nacional del Trabajo, organismo neta y eminentemente obrero y
revolucionario, se une a los revolucionarios rusos. ¡Trabajadores! ¡Con la Unión a la
esclavitud, con la Confederación al Comunismo! ¡Obrero! ¡Paria! Medita y escoge.
Federación Local de Barcelona”76.

LA ESTRATEGIA INSURRECCIONAL DE LA EXTREMA IZQUIERDA


TRAS EL TRIENIO BOLCHEVISTA
En 1921 remitió de forma generalizada el fervor por el régimen soviético entre los
anarcosindicalistas, actitud que acabó imponiéndose definitivamente en la Conferencia
Nacional de Zaragoza, celebrada en junio de 1922, donde se acordó que la CNT abandonara la
III Internacional. Pero no por ello cesó la relación con el mundo libertario de Endériz,
Samblancat y Barriobero, quienes siguieron una trayectoria política inestable, aunque

74
Millares Cantero, A.: Barriobero contra Franchy..., op. cit., p. 274.
75
Marsá Bragado, A. (dir.): Libro de oro..., op. cit., p. 107.
76
Archivo del Congreso, Suplicatorios (1921), Leg. 464, Nº41, de donde procede la cita, y Leg. 464, Nº78.

945
coherente, por cuanto no abandonaron nunca la militancia republicana ni el obrerismo, ni
tampoco sus vínculos con la CNT.
La vocación revolucionaria expresada durante el trienio bolchevista por los
republicanos de extrema izquierda no se tradujo en una acción efectiva; no obstante, la
tendencia insurreccional que representó, y el contexto de relaciones fluidas con el movimiento
libertario del que formó parte, supusieron un precedente para tentativas posteriores, y un
factor que contribuye a hacer comprensible que éstas pudieran llegar a gestarse.
En marzo de 1923, en la riera del Besós, los dirigentes de la CNT se reunieron para
planear una acción de respuesta al reciente asesinato de Salvador Seguí, y entre las opciones
barajadas, además del recurso a atentados personales contra figuras prominentes de la
represión, se debatió también la posibilidad de emprender un movimiento revolucionario con
el apoyo de los republicanos Lerroux y Marcelino Domingo, vía que quedó cerrada debido a
la negativa de estos últimos a secundar el proyecto77. Pedro Vallina cuenta en sus memorias
que dos meses antes el propio Lerroux, durante una visita a Sevilla, se entrevistó con él para
pedir el apoyo de los libertarios a una insurrección republicana, ante la eventualidad de que
los militares descontentos decidieran retirar su apoyo al rey; y que, pese a las reservas
iniciales, tanto el médico anarquista como varios de sus compañeros de confianza decidieron
adherirse al proyecto78. La existencia de tales negociaciones resulta sorprendente, e incluso
dudosa, debido al manifiesto carácter conservador de Lerroux por aquel entonces; pero no lo
es tanto si se tiene en cuenta que el dirigente radical nunca dejó de liderar el bloque político
en el que se encontraban integrados los republicanos de extrema izquierda, de lo que dieron
testimonio, como hemos visto, tanto Endériz en Las Izquierdas como Barriobero en
República.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, Barriobero fue el único republicano que
intervino en la conspiración preparada hacia 1925, en paralelo a la "Sanjuanada", por dos
figuras del movimiento libertario con las que había mantenido buenas relaciones, Manuel
Buenacasa y Tomás de la Llave. La trama, que acabó siendo cancelada, tenía por objetivo
implantar "una República federal, libertaria y social"79.
Una vez instaurada la Segunda República, tanto Barriobero como Samblancat y

77
García Oliver, J.: El eco de los pasos, Barcelona, Ruedo Ibérico, 1978, pp. 627-630, probablemente la fuente
seguida por González Calleja, E.: El máuser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la
crisis de la Restauración, Madrid, CSIC, 1999, p. 219, donde se afirma que Marcelino Domingo y Lerroux
asistieron de hecho a la reunión.
78
Vallina, P.: Mis memorias, Madrid - Sevilla, Libre Pensamiento - Centro Andaluz del Libro, 2000, pp. 200-
201, y González Fernández, A.: Utopía..., op. cit., pp. 430-431.
79
Buenacasa, M.: El movimiento..., op. cit., pp. 223-229.

946
Endériz estuvieron vinculados a la Alianza de Izquierdas y al diario La Tierra, plataformas
que pretendían impulsar en un sentido revolucionario el nuevo régimen, y que se
caracterizaron por la violencia verbal y por estar orientadas a reclamar el apoyo político de los
anarcosindicalistas80; una tendencia "ultrarrepublicana" que Ucelay da Cal y Tavera incluyen
entre las diversas manifestaciones de la lógica insurreccional en este periodo81.
Por último, durante la Guerra Civil, cuando se inició la revolución por tanto tiempo
invocada en España, los tres republicanos a los que hemos venido siguiendo la pista se
pusieron al servicio de la CNT: Samblancat y Barriobero para organizar el nuevo sistema
judicial, dependiente del Comité de Milicias Antifascistas82, y Endériz para integrarse en la
plantilla de publicistas del movimiento libertario83.

CONCLUSIÓN
El entusiasmo revolucionario que se extendió por Europa tras la revolución
bolchevique contó en España con fervientes admiradores tanto entre los anarcosindicalistas
como, en menor medida, entre los republicanos, atraídos por la nueva organización social que
se fraguaba en Rusia.
En el caso de unos y otros, no obstante, la adhesión se produjo en tanto creyeron ver
en esa distante revolución aquello que deseaban impulsar en su propio país: unos la
realización del comunismo libertario, otros la instauración de una república democrática
sensible hacia las demandas de los trabajadores. Aún reciente la confluencia de ambos
proyectos durante el malogrado intento revolucionario español de agosto de 1917, algunos
republicanos extremistas pretendieron aprovechar el nuevo clima de entusiasmo y la actividad
subversiva desplegada por los obreros anarcosindicalistas, que volvía a desafiar al deteriorado
sistema político de la Restauración, para conseguir la implantación de un régimen republicano
por la vía insurreccional. Este intento de atraerse a las masas cenetistas, y, en general, al
movimiento obrero, se plasmó en las plataformas de colaboración periodísticas que se han
analizado en el presente artículo, El Soviet y República, así como en unas relaciones de

80
Millares Cantero, A.: Franchy Roca..., op. cit.
81
Ucelay-Da Cal, E., y Tavera, S.: “Una revolución...", op. cit., y Ucelay-Da Cal, E.: "Buscando...", op. cit.,
lugares donde también se hace referencia a figuras como Ramón Franco o José Antonio Balbontín, que se
integraron en la Alianza de Izquierdas y que estuvieron así mismo vinculadas con La Tierra.
82
Barriobero y Herrán, E.: Memorias de un tribunal revolucionario, Barcelona, Hacer, 1986, Masjuan, E.:
"Eduardo Barriobero y Herrán y la justicia revolucionaria en la Barcelona de 1936", en BICEL, 14 (2003), pp.
33-39, y Samblancat Miranda, N.: Luz, fuego..., op. cit., p. 31.
83
García-Sanz Marcotegui, A.: "E. Endériz...", op. cit., pp. 275-276.

947
cooperación fluidas entre los libertarios y algunos republicanos de extrema izquierda, en
particular Ezequiel Endériz, Ángel Samblancat y Eduardo Barriobero.
Los periódicos El Soviet y República, y la colaboración que acompañó su andadura,
ofrecieron como aglutinante entre republicanismo y movimiento libertario la revolución en sí,
el objetivo representado por la destrucción del régimen de la Restauración. Tal y como
sucediera en agosto de 1917, se solicitaba el concurso de las fuerzas de los anarcosindicalistas
"en la calle", sin un programa definido, aparte del inequívoco matiz obrerista de los
convocantes. Tal indefinición en cuanto a los objetivos es la que permitía a República contar
entre sus potenciales aliados para la futura revolución con una figura tan conservadora en el
aspecto social como Lerroux, socio político de su director, Eduardo Barriobero. Y es que el
análisis ideológico de las plataformas periodísticas animadas por los burgueses de extrema
izquierda durante el trienio bolchevista, desde las que se defendieron a un tiempo la
regeneración democrática y las nuevas fórmulas sociales obreras, revela un único elemento de
coherencia interna: la fe en la inminencia de la revolución, y el deseo de protagonizarla. Su
discurso, presidido por la exaltación de la violencia revolucionaria y el continuo llamamiento
a la rebelión, estaba dirigido a suscitar un movimiento contra el sistema político vigente.
A pesar de que el fenómeno descrito tuvo carácter minoritario, y de que no logró
resultados efectivos en el terreno insurreccional durante el trienio bolchevista, su estudio pone
de relieve las relaciones que, en una situación de crisis del sistema y de esperanza
revolucionaria generalizada, se mantuvieron entre el ámbito libertario y el republicanismo84.
Así mismo pone de manifiesto el desarrollo en el seno de la extrema izquierda
burguesa de la lógica insurreccional descrita por Enric Ucelay-Da Cal y Susanna Tavera,
tendencia que cobró relieve e intensidad en el periodo inmediatamente posterior de la
Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República.

84
Constituyó otra vertiente de tales relaciones, en este caso electoral, el conocido proyecto de Francesc Layret,
abogado de la CNT de gran popularidad, de imprimir al Partit Republicà Català carácter obrero y formar
candidaturas conjuntas con socialistas y anarcosindicalistas, plan que impulsó durante la segunda mitad de
1920 y que truncó su asesinato a manos de pistoleros de la patronal; Avilés Farré, J.: La fe..., op. cit., pp. 190-
192, y Meaker, G. H.: The Revolutionary..., op. cit., pp. 334-336.

948
LA IMPLICACIÓN REPUBLICANA EN
EL DESARROLLO DEL TEJIDO
ASOCIATIVO Y EN LA MOVILIZACIÓN
DE MASAS. EL CASO DEL GIJÓN
DECIMONÓNICO
Sergio Sánchez Collantes
Universidad de Oviedo

INTRODUCCIÓN
El republicanismo gijonés decimonónico, desde sus primeras manifestaciones antes
del Sexenio y sobre todo desde 1868, fue eminentemente de raigambre federal, única rama
organizada políticamente en la ciudad hasta 1888. Es bien sabido que el federalismo fue la
tendencia republicana en la que la vocación obrerista afloró de modo más contundente, siendo
el reformismo social de sus formulaciones «muy acusado y consustancial»1; y el que Gijón
fuera entonces una villa que aceleraba imparablemente su proceso de industrialización basta
para explicar la fuerte implantación de este ideario en ella, teniendo en cuenta el predicamento
que alcanzó su discurso entre una población trabajadora que no paraba de crecer
porcentualmente. Al margen de que las propuestas del federalismo fueran reformistas, en el
sentido de que no atacaban la propiedad privada ni las relaciones sociales de producción, no
se pueden perder de vista las implicaciones que, con el tiempo, pudo haber tenido el hecho de
que el republicanismo se involucrara de modo perseverante, por ejemplo, en el fomento del
tejido asociativo local o en la convocatoria de algunas movilizaciones masivas cuya
composición fue eminentemente obrera, por más que sus fines muchas veces no lo fueran
tanto; y es que, conviene recordarlo, tales actividades contribuyeron a perfilar una identidad
colectiva popular que fomentaba los valores de resistencia y organización, a perfeccionar la
educación política del proletariado y a familiarizarlo con la responsabilidad de gestionar
intereses colectivos, lo que no pudo dejar de tener secuelas a medio plazo. En ese sentido,

1
Gabriel, P.: «Republicanismo popular, socialismo, anarquismo y cultura política obrera en España (1860-
1914)», en J. Paniagua, J. A. Piqueras y V. Sanz (eds.), Cultura social y política en el mundo del trabajo,
Valencia, Fundación Instituto Historia Social, 2000, p. 216.

949
precisamente, no es casual que en el seno del federalismo se educaran políticamente las
primeras generaciones del movimiento socialista y, sobre todo, anarquista de la ciudad.

REPUBLICANISMO Y OBRERISMO
La sintonía entre republicanismo y obrerismo fue meridiana desde que aquél se fue
configurando como opción política y cultural y fue alcanzando resonancia en los medios
proletarios. No podía ser de otro modo, ya que el republicanismo había incluido la cuestión
social como punto clave de su ideario y, de hecho, en su origen constituyó el principal factor
diferenciador con respecto a otros correligionarios liberales, tal y como ha recordado J.
Sisinio Pérez Garzón; hasta tal punto que antes de 1868 la simbiosis se dio también entre el
republicanismo y las primeras expresiones teóricas y prácticas del socialismo, solapándose
ambas ideologías2. La monumental Historia de las clases trabajadoras (Madrid, 1870) del
federal Fernando Garrido es un buen ejemplo del interés del republicanismo por la miserable
situación del proletariado, que es dada a conocer y, de paso, se denuncia.
Si al comenzar el Sexenio el partido republicano carecía de unidad de doctrina, lo
cierto es que tuvo lo más parecido a un programa económico-social, ya que existieron unas
bases firmadas por Pi, Castelar y Salmerón en las que, entre otras cosas, se comprometían a
procurar: reducir la jornada laboral, regular el trabajo de mujeres y niños, fomentar las cajas
de socorros mutuos y amparar a los inválidos del trabajo, mejorar las condiciones del crédito
y el arrendamiento, suavizar el conflicto capital-trabajo por medio de la organización de
jurados mixtos e, incluso, partir del principio de que la propiedad, por su doble carácter
individual y social, estaba subordinada a los grandes intereses humanos3. Asimismo, el
programa social ocupó un lugar importante en la Asamblea federal de 1871, que incluso
acordó pasar una comisión a París que felicitara a los comunalistas4; en esa reunión también
se presentaron una serie de puntos que serían recuperados y aprobados en la Asamblea de
Zaragoza de 1883, y que añadían a los ya señalados otros como dictar leyes severas sobre la
higiene y salubridad de los talleres y las viviendas, fomentar la construcción de casas de bajo

2
Pérez Garzón, J. S.: «El republicanismo, alternativa social y democrática en el Estado liberal», en J. URÍA
(coord.), Institucionismo y reforma social en España: el Grupo de Oviedo, Madrid, Talasa, 2000, pp. 26 y 31.
Respecto a ese periodo, recuérdese el clásico estudio de J. J. Trías y A. Elorza Federalismo y Reforma Social
en España (1840-1870), Madrid, Seminarios y Elecciones, 1975.
3
Albornoz, A. de: El partido republicano. Las doctrinas republicanas en España y sus hombres. La
Revolución del 68 y la República del 73. Los republicanos después de la Restauración la crisis del
republicanismo, Madrid, Biblioteca Nueva, s. f., pp. 61-62.
4
Vera y González, E.: Pi y Margall y la política contemporánea. Tomo II, Barcelona, Tipografía La Academia,
1886, pp. 229-230.

950
precio para los jornaleros o declarar libres las huelgas pacíficas donde no fuera posible –o
estuviera pendiente- el establecimiento de jurados5.
Por otra parte, en los debates habidos en el Parlamento acerca de la Asociación
Internacional de Trabajadores, tampoco existió entre los republicanos una postura unívoca
«en cuanto al fondo del problema», pero Albornoz señaló que «estaban todos conformes en
que era preciso defender los derechos individuales y la licitud de la propaganda de las ideas»,
ya se tratara de Salmerón, Pi y Margall o Castelar, quien buscó sus argumentos en el respaldo
de algunos de los derechos más elementales: «Lo que aquí se debate no es la Internacional, ni
su historia, ni su objeto, ni sus tendencias, ni sus principios, ni sus desarrollos, ni sus
aspiraciones; lo que aquí se debate es la libertad de pensar y de asociarse. Pues bien; precisa
que nosotros la defendamos a toda costa»6. Más significativo resulta que, en mayo de 1870, el
semanario gijonés La República Española, dirigido por el médico y líder federal Eladio
Carreño, invitara a los obreros a que se organizasen en la Internacional7.
Tradicionalmente se creía que las organizaciones obreras de clase –socialistas y
anarquistas- habían ido arrebatando apoyos populares al republicanismo desde 1873-74, de
manera que éste no habría dilatado su influencia sobre el proletariado más allá del Sexenio;
sin embargo, como recordaba no hace mucho Ángeles Barrio, los estudios de los últimos años
«han matizado considerablemente la cuestión de la fractura oficial en la relación
obrerismo/republicanismo, y apuntan a una persistencia mucho mayor de lo que se venía
afirmando de la cultura política republicana en el obrerismo»8. Las investigaciones sobre el
caso catalán ya señalaron hace años en esa dirección9, y lo mismo hicieron las de otros
ámbitos geográficos como el andaluz, donde se ha demostrado que el grueso de la base del
partido republicano lo formaba la clase obrera, a la que aquél pretendía captar con su
programa reformista; incluso puede emplearse la expresión de «clientela obrera», siguiendo a

5
El Fuete, Gijón, 3-V-1885.
6
Albornoz, A. de: op. cit., pp. 61-63.
7
Santullano, G.: «Algunas notas sobre la prensa obrera en Asturias en al siglo XIX (1868-1899)», en Boletín
del RIDEA, nº 88/89, Oviedo, 1976, p. 512.
8
Barrio, A.: «Culturas obreras. 1880-1920», en J. Uría (ed), La cultura popular en la España contemporánea.
Doce estudios, Madrid, Biblioteca Nueva, 2003, p. 113. Observaciones similares realizaba F. Arcas Cubero
hace un lustro, al subrayar cómo los nuevos trabajos habían «prolongado cronológicamente la etapa en que las
organizaciones obreras estuvieron bajo la influencia de las organizaciones democráticas», demostrando «que la
emancipación política de la clase obrera respecto del republicanismo no sólo no se había producido en 1873,
sino que la relación entre ambos se mantuvo en el tiempo, por lo menos hasta la crisis del sistema de la
Restauración»; véase Arcas, F.: «El republicanismo en Andalucía: un estado de la cuestión», en J. L. Casas
Sánchez y F. Durán Alcalá (coords.), El Republicanismo en la Historia de Andalucía. 1er Congreso sobre el
Republicanismo, Priego de Córdoba, Patronato Niceto Alcalá-Zamora y Torres, 2001, pp. 51-52.
9
Véase, por ejemplo, Duarte, A.: «Republicans i obreristes», en VV. AA., Col.loqui Internacional «Revolució i
Socialisme», Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 1989, vol. I pp. 71-87 (especialmente las
observaciones contenidas en las pp. 80-81).

951
Mª Ángeles González, que ha investigado las relaciones entre el republicanismo y las clases
proletarias en Sevilla durante la Restauración, y ha llegado a la conclusión de que en la
cultura política del obrerismo sevillano dejaron su impronta los referentes aportados por el
republicanismo más avanzado. Conviene finalmente recordar que, desde los años 90, los
republicanos celebraron el 1º de mayo, ya fuese organizando actos por su cuenta o asistiendo
a los socialistas10, como elocuente manifestación de un proceso de jalonados entendimientos
coyunturales que culminaría con la conjunción republicano-socialista ya en el siglo XX.
En lo que respecta al federalismo gijonés, también el elemento obrero era el más
numeroso en las reuniones o asambleas del partido, lo que ha llevado a J. Jerónimo Rodríguez
González a hablar de «verdadero control social e ideológico sobre los trabajadores de la
localidad»11. Todavía en 1885, el ingeniero Fernando García Arenal recordaba que en ese
partido militaba «la generalidad de los obreros de [la] villa»12. La aproximación de los
republicanos al universo obrero no fue sólo discursiva, sino también física. Ciertamente,
como ha recordado Mª Antonia Peña al estudiar el caso de Huelva, la estrecha conexión
existente entre la democracia republicana y el mundo del trabajo se hizo patente desde el
momento en que los republicanos convirtieron los barrios más populares en su teatro de
operaciones, a la vez que incrementaron su preocupación por los problemas que afectaban a
esas zonas, algo que rentabilizarían electoralmente tras la instauración del sufragio universal
masculino en 189013. Gijón no fue ajeno a esa realidad, como prueba la ubicación de un
subcomité federal en el Natahoyo14, que fue el primer barrio específicamente obrero formado
en la villa con la revolución industrial, en el sentido indicado por Ramón Mª Alvargonzález
de confundirse instalaciones fabriles y habitaciones proletarias15; también el federalismo
coalicionista, escindido en 1887 del pimargalliano, instaló un subcomité en Cimadevilla, otro
barrio popular –pescadores, obreras de la tabacalera…- que acentuaría su marginalidad y
homogeneidad social desde que las clases acomodadas lo abandonaron y crearon su espacio

10
González Fernández, Mª. A.: «Los trabajadores y la política en Sevilla. Una aproximación a la cultura
política obrera en la Restauración», en R. Sánchez Mantero (Ed.), En torno al 98. España en el tránsito del
siglo XIX al XX, Huelva, Universidad de Huelva, 2000, pp. 513-527. Rivas Lara, L.: «Las celebraciones del 1º
de Mayo en el Madrid de la Restauración (1890-1930)», en A. Bahamonde y L. E. Otero (eds.), La sociedad
madrileña durante la Restauración, 1876-1931, vol.II, Madrid, Comunidad de Madrid, 1989, pp. 460-462.
11
Rodríguez González, J. J.: La cultura sindical en Asturias 1875-1917, Oviedo, RIDEA, 2000, p. 73.
12
García Arenal, F.: Datos para el estudio de la cuestión social, Gijón, Silverio Cañada, 1980 (reed. del
original de 1885), p. 17.
13
Peña Guerrero, Mª. A.: «A la sombra de la corona. El republicanismo en Huelva durante la Restauración», en
J. L. Casas y F. Durán, op. cit., p. 288.
14
En 1881 estaba bajo la presidencia de Manuel Menéndez González (La Vanguardia, Madrid, 6-X-1881).
15
Véase Alvargonzález, R. Mª: Gijón: Industrialización y crecimiento urbano, Salinas, Ayalga, 1977, p. 120 y
ss; también Sendín, M. A.: Las transformaciones en el paisaje urbano de Gijón (1834-1939), Oviedo, RIDEA,
1995, pp. 185-191 y 237-238.

952
residencial en el ensanche16. El afianzamiento de la infraestructura organizativa en los
ambientes obreros ampliaría el respaldo social, a la vez que se mostraba como una evidencia
tangible del mismo, y estimularía el desarrollo de otros espacios de sociabilidad subsidiarios o
no de la red del partido.
En consonancia con lo dicho hasta aquí, el discurso obrerista –ocasionalmente
socializante- pobló las páginas de los portavoces republicanos en el estadio de la prensa,
aunque reviste mayor interés calibrar la proyección práctica de tales inquietudes, labor que
arroja un balance que, según los casos, oscila entre la consecuencia y la contradicción.
Ejemplo de la primera puede ser la nutrida presencia de republicanos en la comisión local
que, siguiendo las directrices de la Comisión de Reformas Sociales, se creó en la ciudad en
1884 para abrir una amplia «información oral y escrita sobre el estado y necesidades de los
trabajadores»17; también la participación desinteresada de muchos como profesores y
conferenciantes en el Ateneo-casino Obrero, centro que, por cierto, los mismos federales
pusieron en marcha18. Como botón de muestra de la segunda, sirva mencionar que, de los tres
republicanos que tuvieron en propiedad otras tantas ciudadelas -Tomás Zarracina, Justo del
Castillo y Juan Alonso-, dos fueron advertidos en 1892 por el Ayuntamiento de la necesidad
de introducir arreglos para convertir en habitables unas viviendas que se reconocían «como
insalubres»19.

16
Ese subcomité estuvo encabezado por José Margolles (El Grito del Pueblo, Gijón-Madrid, 7-IV-1888).
17
El Comercio, Gijón, 6-IX-1884. Los republicanos conocidos que figuraron en ella son el industrial Tomás
Zarracina, el abogado Manuel de la Cerra, el profesor del Instituto Jovellanos Justo del Castillo y los obreros
José Villanueva, José Hevia, Marcos González y Juan Alonso y Caicoya, presidente del Ateneo Obrero y
operario de la Fábrica de Vidrios. Además, no se puede descartar que también lo fueran otros cuya opción
política se nos escapa, pero en los que la confluencia de algunos indicios tienta a conjeturar, como sucede con
el industrial Casimiro Velasco, ya que un miembro de la familia, Ruperto Velasco, tuvo en propiedad El
Boletín Federal (según El Comercio, Gijón, 14-II-1883), y el propio Casimiro formó parte de la Junta
revolucionaria creada en la villa en 1868 y en la que se integraron numerosos republicanos (García Calzón, Mª
L.: «El Sexenio democrático en Asturias (1868-1875)», Memoria de Licenciatura inédita, Universidad de
Oviedo, 1983, p. 268); o con el obrero Pedro Rego, puesto que fue socio del Ateneo y, precisamente por aquel
entonces, García Arenal afirmaba que el grueso de sus socios eran republicanos (García Arenal, F., op. cit, p.
80). Pese a todo, no faltaron en el federalismo voces más avanzadas y críticas con la encuesta encargada por la
Comisión: «No bastan cuestionarios y fórmulas; no son suficientes asambleas y discursos para resolver el
problema, ya demasiado bien planteado y perfectamente conocido de la crisis obrera. No se trata del artesano
del porvenir; el trabajador de hoy (…) no se alimenta de esperanzas (…) y el hambre llama a sus puertas» (El
Fuete, Gijón 18-I-1885).
18
Sobre él, véase Sánchez Collantes, S.: Los republicanos en la villa de Gijón y los orígenes del Ateneo
Obrero, Gijón, Ateneo Obrero de Gijón, 2005.
19
Incluso la de Zarracina, que contaba con un «inusual» -al decir de Piñera- número de excusados: cuatro para
las seis viviendas; la otra era la de la viuda de Juan Alonso, ya fallecido, con una vivienda y un excusado
(véase Piñera, L. M.: Ciudadelas, patios, callejones y otras formas similares de vida obrera en Gijón, 1860-
1960, Gijón, Ayuntamiento de Gijón, 1997, pp. 29-30 y 88-90). Recuérdese que en la época muchas carecían
de excusados, según denunciaba incluso la prensa no republicana: sirvan para ilustrar las miserables
condiciones de habitación algunas referencias de El Comercio (27-VIII-1880; 23-IV y 16-IX-1881; 29-IX-
1884; 4-IV, 24-IV, 2-V y 15-VII-1885), en las que se llegaba a comparar esas viviendas con chiqueros.

953
LOS REPUBLICANOS Y EL ASOCIACIONISMO.
EL CASO DEL TEJIDO ASOCIATIVO GIJONÉS
Desde los tiempos de Espartero, cuando cobijaba las exigencias populares que no
encajaban en un Estado controlado por las clases propietarias, el republicanismo se fue
articulando como alternativa social, al identificarse con mecanismos de protesta novedosos
que iban desde la huelga hasta la extensión de la fórmula de las asociaciones de socorros
mutuos20. Tradicionalmente constituyó un foco de irradiación -entre otras cosas- de
creatividad cultural y vida asociativa, y las sociedades de socorros mutuos y de cooperación
venían a sumarse a esa larga relación de iniciativas que conformaban el denso tejido social del
republicanismo, desde el cual éste difundía sus modos de pensamiento y acción: casinos,
ateneos, círculos instructivos y recreativos, clubes políticos, sociedades corales, etc21. Junto
con la educación, la asociación fue el medio más recomendado por los republicanos para
mejorar la condición de las clases trabajadoras y contribuir al advenimiento de su
emancipación, y aun siendo el republicanismo un fenómeno eminentemente urbano, también
procuraron su fomento en el ámbito rural, como han demostrado, por ejemplo, los estudios de
J. Pomés para Cataluña o los de B. Fernández y J. Girón para la Asturias del primer tramo del
XX22.
En la provincia asturiana, ya en los últimos años de la etapa isabelina, instrucción y
asociación tuvieron un tenaz valedor en el periódico democrático ovetense La Joven Asturias,
que con frecuencia las consideró inseparables y primordiales entre las necesidades del
hombre23. Sus promotores elogiaban las sociedades de socorros mutuos londinenses
(sociedades amigas o friendly societies)24, considerándose «apasionados defensores de toda
suerte de asociaciones»25, a la vez que, partiendo de que el hombre era «sociable por
naturaleza», veían en el principio de asociación una «prueba de civilización» y una
manifestación de «la bella armonía social», en consonancia con las concepciones
interclasistas del republicanismo y dejando claro, eso sí, que aborrecían «de todo corazón la

20
Pérez Garzón, J. S.: op. cit., pp. 30-31.
21
Duarte, A. y Gabriel, P.: «¿Una sola cultura política republicana ochocentista en España?», en Ayer, 39
(2000), p. 16. Morales, M.: «El republicanismo ochocentista: escuela de ciudadanía», en Ayer, 45 (2002), pp.
308-309.
22
Pomés, J.: «Sindicalismo rural republicano en la España de la Restauración», en Ayer, 39 (2000), pp. 103-
133. Fernández, B y Girón, J.: «Aproximación al sindicalismo agrario en Asturias», en J. L. GARCÍA
DELGADO (Ed.), La cuestión agraria en la España contemporánea, Madrid, Edicusa, 1976.
23
A título de ejemplo, véase Navarro, E.: «La instrucción y la asociación deben ser hermanas del trabajo», en
La Joven Asturias, Oviedo, 13-V-1865.
24
«De la asistencia pública en Inglaterra», en La Joven Asturias, Oviedo, 22-II-1865; Fernández González, J.:
«Asociaciones obreras», en La Joven Asturias, Oviedo, 24 y 27-II-1865.
25
«Círculos instructivos y recreativos», en La Joven Asturias, Oviedo, 17-II-1865.

954
asociación de los socialistas», la cual juzgaban ahogadora de las libertades26. Las llamadas
para que el obrero se asociara adquirían ocasionalmente altos niveles de significación:
«Instruíos y asociaos, hermanos; que la santa máxima de libertad, igualdad, fraternidad sea un
hecho entre vosotros»27.
La vertiente instructiva, que era considerada fundamental para que el obrero conociera
sus derechos28, no se abordará en este trabajo; pero es obligado recordar que, en el Gijón del
último tercio del XIX, los tres principales centros nacidos con el objetivo de procurar el
perfeccionamiento intelectual de los trabajadores debieron en gran medida su aparición y
desarrollo a los republicanos de la localidad: ya durante el Sexenio, el Círculo de la
Revolución29; creado en las postrimerías de 1881, el Círculo de Instrucción y Recreo30; en fin,
con una existencia mucho más dilatada –aún funciona hoy- el Ateneo-casino Obrero31. En la
inauguración de la última sociedad citada, en agosto de 1881, el secretario Ángel Hevia –
republicano federal- explicitó en su discurso esa apuesta por el asociacionismo, al establecer
paralelismos –en términos de complementariedad- entre el propio Ateneo y las tres
asociaciones existentes en la villa32, lo que tampoco ha de resultar extraño si se tiene en
cuenta la afirmación de A. Mato de que «el movimiento ateneístico creció paralelamente al
societario en nuestro país y con una mayor fuerza y potencia en Asturias»33.
En las siguientes líneas, se tratará de calibrar la presencia republicana en esas tres
asociaciones principales aludidas por Hevia: la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos, la
Sociedad de Socorros Mutuos de Navegantes y la Sociedad Cooperativa de Consumos; pese a
sus diferencias en composición social y objetivos, se hará lo propio con la Liga de

26
«El principio de asociación» (por F. A.), en La Joven Asturias, Oviedo, 5-V-1865.
27
Navarro, E., op. cit.
28
Navarro, E., op. cit.
29
Sus profesores eran republicanos: Eladio Carreño, Marceliano Cuesta, Felipe Valdés, Apolinar Menéndez
Acebal, Andrés M. Fernández... (La República Española, Gijón, 1-I-1869).
30
Si en los otros dos citados dominó el elemento federal, la presidencia y secretaría de éste recayeron en dos
zorrillistas: respectivamente, el médico Octavio Bellmunt y el procurador Manuel Ceán Bermúdez; aunque
inicialmente el Círculo preveía clases para sus socios, éstas no llegaron a impartirse y se procuró la instrucción
a través de otras vías (véase Sánchez Collantes, S.: «El Círculo de Instrucción y Recreo de Gijón, 1881-1885», en
C. Cabrero et alii (eds.), Comunicaciones del I Congreso El Republicanismo en España. Política, Sociedad y
Cultura, Oviedo, Universidad de Oviedo, 2004).
31
La implicación republicana en sus orígenes y primeros momentos en Sánchez Collantes, S., op. cit., 2005,
pp. 43-50 especialmente.
32
«Invitamos a los Presidentes de las Sociedades de Socorros mutuos de Gijón, de Navegantes y Cooperativa,
por la analogía que con esta guardan, pues si ellas satisfacen las necesidades físicas del obrero, la que
instalamos satisfará las de su inteligencia, logrando así obreros perfectos; aptos para el trabajo y para
comprender los principios y reglas a que está subordinado» (El Comercio, Gijón, 16-VIII-1881); la función
adoctrinadora y de profilaxis social –en un sentido interclasista- aneja al proyecto se insinúa en las últimas
líneas, aunque existen testimonios más reveladores de la misma (véase Sánchez Collantes, S., op. cit., 2005, pp.
43-45).
33
MATO, A.: La lectura popular en Asturias (1869-1936), Oviedo, Pentalfa, 1992, p. 55.

955
Contribuyentes, en la que también se constata esa presencia.

La Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos


Las sociedades de socorros mutuos pueden definirse como «una forma de acción
colectiva al servicio de determinados fines», como genéricamente hace J. J. Rodríguez
González, o de modo más preciso como «grupos solidarios duraderos y uni-funcionales,
asentados sobre una base geográfica», tal como hace J. L. Guereña, que estima que en el
periodo 1875-1900 ocuparon una quinta parte del tejido asociativo. A grandes rasgos, este
tipo de asociación nacía de la previsión y la solidaridad, de modo que, con variaciones según
los casos, puede decirse que en líneas generales incluían asistencia médica, farmacéutica y
económica en caso de enfermedad temporal, además de la pensión de jubilación, pago del
entierro y pensión a la viuda del fallecido; declinaban su responsabilidad en caso de epidemia,
enfermedad venérea o heridas ocasionadas por una pelea. Algunas añadían otro tipo de
actividades, ensanchando el espacio uni-funcional hacia otros campos, como la educación, por
no mencionar las que ejercían de prestamistas para rentabilizar su capital. En todo caso, lo
importante es subrayar con Guereña que coadyuvaron «a perfilar la identidad colectiva
popular, contribuyendo a plasmar los sentimientos de comunidad (...) y a fomentar los valores
de resistencia y organización», a la vez que constituyeron «organismos integradores de la
clase obrera que entraban en las estrategias patronales», concebidas, según ha interpretado J.
Uría, como «estrategias de pacificación», con funciones similares a las de carácter católico o
a la que pretendía tener la cercana presencia de miembros de la burguesía bajo distintas
fórmulas (benefactores, socios protectores, etc)34. De la eventual instrumentalización
contrarrevolucionaria de las sociedades de socorros mutuos, en el sentido de atenuante de la
lucha de clases o elemento supletorio de la misma, eran bien conscientes algunos
contemporáneos, como prueban sus afirmaciones de que el desarrollo del mutualismo
contribuía a la decadencia de la Asociación Internacional de Trabajadores35.
La más antigua sociedad de socorros mutuos gijonesa era la de artesanos, que fue
creada el 6 de febrero de 1859, y al comenzar la Restauración siguió existiendo merced al
decreto del 7 de febrero de 1875, que autorizaba bajo control las asociaciones no políticas.

34
Rodríguez González, J. J.: «Las sociedades de socorros mutuos en Asturias, 1859-1900», en S. Castillo (ed.),
Solidaridad desde abajo, Madrid, UGT-Centro de Estudios Históricos, 1994, p. 189. Guereña, J. L.:
Sociabilidad, cultura y educación en Asturias bajo la Restauración (1875-1900), Oviedo, RIDEA, 2005, pp.
126-131. Erice, F.: Propietarios, comerciantes e industriales. Burguesía y desarrollo capitalista en la Asturias
del siglo XIX (1830-1885), Oviedo, Universidad de Oviedo, 1995, p. 203. Uría, J.: «Mutualismo y sociedades
de socorros mutuos en Asturias. Una visión de conjunto (1898-1936)», en S. Castillo, op. cit., pp. 237.
35
«Las Sociedades de Socorros Mutuos», en El Comercio, Gijón, 7-VI-1881.

956
Guereña ha documentado cómo mantuvo su afiliación prácticamente estancada en torno a los
300 socios. En la línea de lo explicado arriba, se benefició de importantes donativos
concedidos por algunos miembros de la burguesía local, como Anselmo Cifuentes, que donó
5.000 reales en 1878; aunque en menor medida, también habría recibido subvenciones
estatales, posibilidad abierta desde la Ley del 24 de junio de 1885 y que le permitió obtener
450 pesetas. En cuanto al perfil profesional de su composición, según datos aportados por
Guereña para 1885, dominaban los carpinteros (17´90 %), seguidos de los zapateros (8´11%),
dependientes (6´76%) y comerciantes (5´74 %)36.
En el caso de la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos de Gijón, la presencia
republicano-federal puede demostrarse, como se verá de inmediato, examinando algunos
nombres. Como presidente de su Junta directiva figuró muchos años Nemesio Sanz Crespo,
un histórico demócrata local fallecido en 1890; alcalde durante el bienio que siguió a la
revolución de 1854, de cuya Junta revolucionaria fue vicepresidente, luego presidió la que se
constituyó en la ciudad en el 68, tras el destronamiento de Isabel II, y en la que se integraron
acreditados republicanos ya citados, como Carreño, Zarracina o Cerra; además, el semanario
La República Española salió de su imprenta, en la que fue jefe de talleres el tipógrafo masón
y republicano Juan Arranz de la Torre, que impulsó otra en el mismo local de la que salieron
la mayor parte de los periódicos republicanos gijoneses del último tercio del XIX: El
Municipio, El Municipio Federal, El Boletín Federal, El Fuete, El Federal, La Región
Asturiana, etc. A pesar de todo, no nos consta que Sanz Crespo fuera conocido como
republicano37.
Sí lo fueron, en cambio, otros integrantes de las Juntas directivas de la Sociedad38. Por
lo pronto su vicepresidente, el federal Alejandro Blanco, había sido el candidato republicano
más votado por sus correligionarios gijoneses en las elecciones a Cortes Constituyentes de
1869, y fue el primer alcalde que tuvo Gijón en la I República, además de concejal a finales
de los 80; vicepresidente de la Junta revolucionaria local en 1868, lo era del comité gijonés
del Partido Federal al comenzar la Restauración, apareciendo con otros cargos en años
sucesivos; en fin, fue uno de los cuatro republicanos que se opuso a la instalación de los

36
Rodríguez González, J. J.: op. cit., 2000, p. 80. Guereña, J. L.: op. cit., pp. 120, 135-136 y 138. Uría, J.: op.
cit., 1994, p. 238.
37
Piñera, L. M.: Las calles de Gijón. Historia de sus nombres, Gijón, Trea, 1999, pp. 268 y 395-396. García
Calzón, Mª L.: op. cit., pp. 70 y 268. Mourenza, C.: Historia de la imprenta en Asturias, Salinas, Ayalga, 1977,
pp. 91-93 y 125-127. Guerra, V.: Aproximación a la masonería gijonesa de los siglos XIX y XX, Gijón, Ateneo
Obrero, 2001, p. 38. La República Española, Gijón, 1-VI-1869
38
Un botón de muestra de la estable composición de las Juntas directivas de la Sociedad en El Comercio,
Gijón, 12-I-1881, 11-I-1883 y 11-I-1884.

957
jesuitas en la villa en 188239. A la figura de Blanco debe añadirse la de los vocales Calixto
Meré, Francisco Javier Menéndez y Francisco del Castro: Meré también formó parte del
comité local del Partido Federal (incluso presidiéndolo, como en 1887-88) y Castro fue
concejal republicano del Ayuntamiento de 1873; por su parte, Menéndez secundó con su
firma un manifiesto redactado por Pi y leído en 1879 en una reunión en el teatro Tívoli de
Barcelona40. Huelga señalar que el hecho de que los citados repitiesen cargo en la Dirección
de la Sociedad durante varios años consecutivos debiera atribuirse a la satisfacción de los
socios electores con la gestión realizada. Respecto a otros miembros de las Juntas directivas,
sencillamente, se desconoce su comunión política.

La Sociedad de Socorros Mutuos de Navegantes


Esta sociedad nació prácticamente con la Restauración, ya que se creó en abril de
1876; cuatro años después sumaba 281 miembros, y 369 en 188541. Sobre ella pueden
localizarse dos valiosos escritos en el diario El Comercio debidos, respectivamente, a las
plumas de Concepción Arenal y Manuel Pedregal42, que había sido diputado por Gijón en las
Cortes de 1873 y Ministro de Hacienda bajo la República43. La pensadora ferrolana vivió en
Gijón en el lapso de 1875-188944; cercana a los círculos krausoinstitucionistas, apostó sin
ambages por el asociacionismo. En el citado artículo recuerda que, contra lo que podría
inferirse de su nombre, esta asociación no admitía sólo a los navegantes, sino «a cuantos
individuos de otras profesiones u oficios lo soliciten y reúnan las circunstancias requeridas
por el Reglamento (art. 25)». Concepción Arenal veía en esta cláusula varias ventajas: una
esfera de acción más extensa del pensamiento asociativo; el fin del exclusivismo derivado de
las colectividades que sólo fraternizan con personas de idéntica posición social (la apuesta por
el interclasismo es aquí palmaria); un paliativo frente al peligro al que se exponen los socios
que obtienen la subsistencia de la misma ocupación (una mala racha en la pesca, por ejemplo,
afectaría a todos por igual); el posible auxilio por parte de las clases más acomodadas

39
La República Española, Gijón, 22-I-1869; El Comercio, Gijón, 9-V-1879; Sánchez Collantes, S.:
«Reacciones frente al clero en Asturias en los primeros años de la Restauración. El protagonismo republicano»,
en C. Cabrero, op. cit.
40
La Republica, Madrid, 11-IX-1887; Libro de Actas del Ayuntamiento de Gijón, 1873, pp. 32 vuelta y 33. La
Unión, Madrid, 24-IX-1879 (la carta en Vera y González, E.: Pi y Margall y la política Contemporánea, Tomo
II, Barcelona, Tipografía La Academia, 1886, pp. 980-982).
41
El Comercio, Gijón, 26-I-1885.
42
Arenal, C.: «Sociedad de Socorros Mutuos de Gijón», en El Comercio, Gijón, 17-III-1879; Pedregal, M.:
«Sociedad de Socorros Mutuos de Gijón», en El Comercio, Gijón, 1 al 5-IV-1880.
43
Rodríguez Muñoz, J. (dir.): Diccionario Histórico de Asturias, Oviedo, Ed. Prensa Asturiana, 2002, p. 760.
44
Véase el breve trabajo Lacalzada, Mª J.: Desde Gijón horizontes de humanidad. Concepción Arenal (1875-
1889), Gijón, Ateneo Obrero, 1998.

958
asociadas. Consciente de «cuánto vale una peseta para el que tiene pocas», también lo era de
que «hay gastos superfluos que podrían suprimirse o disminuirse al menos y otros
perjudiciales en alto grado», lo que enlazaba con las frecuentes condenas del vicio y la
taberna lanzadas por los republicanos45. Por otro lado, hacía una llamada a la caridad de los
mejor situados, proponiendo varias fórmulas de ayuda que iban desde la posibilidad de
asociarse para contribuir, aunque no se estuviera necesitado de socorro, hasta el pago de la
cuota de un pobre, pasando por el convencional donativo para los que no pudieran o quisieran
comprometerse de modo permanente; en ese sentido, la mutua de navegantes también se
benefició del óbolo burgués, destacando cuantitativamente los 4.000 reales que fueron
legados, al fallecer, por Anselmo Cifuentes, que había presidido la sociedad durante años46.
Por su parte, el republicano Manuel Pedregal lamentaba genéricamente que «el buen
ejemplo» del asociacionismo «no cundiese con rapidez», y estimaba «muy corto el número de
sociedades de socorros mutuos en España», a la vez que tildaba de «insignificante el número
de cajas de ahorros y de sociedades cooperativas». Las apoyó y vio en ellas una palanca de
regeneración y la plasmación de principios genuinamente republicanos, como la fraternidad
universal, los sentimientos humanitarios y la solidaridad humana, de tal modo que el socorro
que el anciano y el enfermo recibían en su casa no era una limosna, sino resultado del ahorro,
la cooperación y la solidaridad universal. Ahora bien, en consonancia con su postura
librecambista, calificaba como «funestas» las secuelas de una eventual intervención
gubernamental en la constitución de las asociaciones, tildándola de «invasora»; esta opinión
la hacía extensible incluso a los países «en donde por excelencia impera[ban] los principios
del Self-gobernment», como Inglaterra o Francia, en la que veía una reglamentación
«meticulosa y excesiva»47.

45
Incluso el propio asociacionismo venía a enarbolarse como paliativo de la taberna; sentenciaba Garrido: «El
obrero aislado, agobiado por el trabajo y por la miseria, busca la compensación en los excesos de la embriaguez
y de otros vicios: asociado, no sólo ve mejorar su condición, sino nacer en su alma nuevas aspiraciones y
esperanzas (…). La asociación convierte en hombre libre al que aislado no puede ser otra cosa que un
instrumento pasivo, la res de un rebaño» (Garrido, F.: «La Cooperación», en La Unión, Madrid, 31-X-1879).
Un esquema dicotómico que opone las asociaciones, de un lado, y la ignorancia y los vicios, de otro, también
se plantea en «Círculos instructivos y recreativos», en La Joven Asturias, Oviedo, 17-II-1865.
46
Guereña, J. L.: op. cit., p. 135.
47
La crítica de la mano visible del Estado realizada por Pedregal no se hacía extensible a otras manos que
contribuyesen «a enderezar por ese camino los pasos del humilde trabajador», pues los que así procedían eran
«bienhechores de la humanidad» y merecedores de «las más sinceras alabanzas» (Pedregal, M.: op. cit.);
póngase esto en conexión con el patrocinio de algunos miembros de la burguesía del que se habló, la potencial
vertiente contrarrevolucionaria y profiláctica ya mencionada, el interclasismo subyacente en las concepciones
sociológicas del republicanismo y las constantes recomendaciones en pro de la tutela de las clases populares
por parte de las rectoras localizables en sus más reputados exponentes: «La masa por sí vale poco: necesita
directores, verdaderos directores», afirmaba Rafael Mª de Labra, alegando que «sólo así la democracia ha
conseguido sus grandes victorias» (véase Labra, R. Mª de: Una villa del Cantábrico, Gijón. Notas de un viaje,

959
Pulsar la presencia republicana en la Sociedad de Socorros Mutuos de Navegantes
requiere, nuevamente, manejar algunos nombres. La Junta directiva mantuvo varios años
algunos miembros48. Su vicepresidente, Oscar de Olavarría, militó en las filas del
republicanismo centralista49, mientras que el vocal Bernardo Lamar lo hizo en el federalismo
coalicionista50; respecto al vocal Juan Rodríguez, pueden localizarse dos republicanos con ese
nombre, aunque siendo éste tan común no se puede confirmar que se trate de la misma
persona. Más tentador resulta especular con la figura de Francisco Palacio(s), que solicitó en
1882 su ingreso en calidad de socio protector y que podría haber sido el mismo que en 1869
formó parte de la delegación asturiana que firmó en La Coruña el Pacto Galaico-Asturiano51.
Caso aparte es el del secretario Celestino Margolles, del que no se conoce un credo
republicano confeso pero sí un probable familiar federal –el mencionado José Margolles-, un
antijesuitismo incendiario52 y su integración en la masonería53, la cual compartió algunos
principios y objetivos con el republicanismo54, hallándose entre ellos el tema que nos ocupa,
ya que «desde sus talleres se va a demandar el asociacionismo obrero, la protección al trabajo,
con especial hincapié en las mujeres y niños, la jornada de ocho horas y el 1º de Mayo»; una
campaña que, aunque «apareció con más fuerza en 1890», lo cierto es que «tuvo importantes
repercusiones ya en 1886-87»55.

La Sociedad Cooperativa de Consumos


La Cooperativa de Gijón funcionó desde agosto de 1878, y era sólo de consumo, ya
que de producción -al decir de Arenal- no existía entonces ninguna en la villa. Se sabe que se
regía por una Junta directiva elegida anualmente por sufragio entre los socios, como era
habitual en este tipo de asociaciones, y que careció por bastante tiempo de local estable, por lo

Oviedo, 1877; reed. Gijón, Ateneo Obrero, 1997, p. 122).


48
Como botón de muestra, El Comercio, Gijón, 23-I-1884 y 29-I-1885.
49
Erice, F.: op. cit., p. 163.
50
Secundó con su firmael programa de su portavoz en el estadio de la prensa(Las Regiones,Madrid,11-II-1887)
51
El Comercio, 16-II-1886. Rodríguez Solís, E.: Historia del Partido Republicano Español, vol. 2, 1893, p.
636-637.
52
En una reunión de vecinos habida en el Ayuntamiento sólo se opusieron al asentamiento de los jesuitas
cuatro republicanos; Margolles lo hizo desde las gacetillas de El Comercio (Sánchez Collantes, S.: «Reacciones
frente…, op. cit.).
53
Guerra, V.: op. cit., p. 40.
54
Ruiz-Manjón, O.: «La cultura política del republicanismo español», en G. Gomez-Ferrer (coord.), Historia
de España Menéndez Pidal, Tomo XXXVI, Vol. II, La época de la Restauración (1875-1902). Civilización y
cultura, Madrid, Espasa Calpe, 2002, p. 189.
55
Cuartero, S.: «El republicanismo masónico a través del Boletín de Procedimientos. Análisis metodológico de
un grado capitular: El Real Arco», en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), Masonería, revolución y reacción. IV
Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española, vol. 1, Alicante, Instituto de Cultura «Juan
Gil-Albert», 1990, p. 178.

960
que se reunían en el local de las Escuelas públicas de la calle Cabrales y, algunas veces, en el
propio Ateneo Obrero, que desinteresadamente les cedía su espacio para las asambleas.
Sumaba 289 socios en 1885 y, tras lograr reunir 30.000 reales, instaló la tienda donde se
expedían los artículos y en la que se autorizaron adelantos, ya que en épocas de escasez de
trabajo algunos socios no podían seguir siéndolo si no se les permitía llevar los artículos
fiados. Al no poder practicar el contrabando de algunos comerciantes –por derechos de
consumo, gastos de administración…- fue incapaz de vender tan barato como en ciertas
tiendas56.
Por su directiva pasaron, en distintas épocas, Gaspar Sánchez y Vicente Álvarez como
presidentes y, como secretario, Justo Trabanco, personaje vinculado al Ateneo Obrero57. Lo
interesante es que J. J. Rodríguez González, basándose en las informaciones remitidas a
Madrid por la Comisión provincial creada para el estudio de la cuestión social, al analizar el
origen de las iniciativas detectó las «vinculaciones» existentes «entre cooperativas como la de
Gijón y el Partido Republicano Federal», ya que los informantes atribuían la rigidez del
reglamento a la impronta dejada por los pimargallianos, extremo criticado también en su día
por Arenal, quien al hablar de otras sociedades testimoniaba, de paso, la omnipresencia
federal en el tejido asociativo gijonés:

«El Reglamento, tiene como algunos otros de sociedades que existen en la localidad, un
artículo adicional que declara irreformables varias disposiciones en él contenidas; y es
digna de notarse esta particularidad porque indica la tendencia despótica de los jefes o
directores del partido republicano que blasona de más avanzado y radical, puesto que
por inspiración suya e invocando el pacto es cómo han sostenido y sostienen que, una
vez celebrado para declarar invariables ciertos artículos del Reglamento, deben estos
subsistir cualesquiera que sean las vicisitudes de la Sociedad y las opiniones de sus
individuos en lo sucesivo»58.

Lo que el célebre ingeniero juzgaba despótico, sin embargo, era el mecanismo legal
interno que preservaría en el futuro la gestión obrera de la sociedad. En efecto, lo mismo
sucedió –y con idéntica polémica- al elaborarse el reglamento del Ateneo Obrero, ya que los
federales -que eran mayoritarios- se cuidaron mucho de mantener irreformable el artículo 7,
que impedía el acceso a la directiva de cualquiera que no perteneciese a la clase «artesana» o
trabajadora, lo cual en una sociedad obrera, y habiendo sido un punto aprobado en origen de
manera democrática, era perfectamente legítimo, e incluso recomendable en una sociedad

56
García Arenal, F.: op. cit., pp. 14-17.
57
El Comercio, Gijón, 16-XII-1882; 11-IV-1885.
58
Rodríguez González, J. J.: op. cit., 2000, pp. 40, 94-95 y 104; GARCÍA ARENAL, F.: op. cit., pp. 16-17.

961
caciquil donde imperaban el mangoneo, el clientelismo y la corruptela59. Este criterio debió
reproducirse en todas las sociedades en las que los pimargallianos estuvieron en condiciones
de imponerse, y no perseguía otra cosa que encomendar a los obreros la dirección y
administración de sociedades que tan directamente les atañían, procurando que adquiriesen
hábitos de gobierno y conocimiento de la responsabilidad inherente a la gestión de intereses
colectivos.

La Liga de Contribuyentes
Aunque con distinto carácter que las anteriores, tanto por su composición social como
por su finalidad y mecanismos de actuación, en el conjunto de la sociabilidad formal existente
en este periodo debe mencionarse, siquiera a vuela pluma, la presencia republicana
perceptible en la Liga de Contribuyentes. En septiembre de 1879, la Junta de gobierno de la
Liga de Contribuyentes de Madrid celebró una sesión ordinaria con una notable concurrencia
de vocales, entre los cuales estuvo el presidente de la Liga de Cádiz, Bernardino de Sobrino,
al cual el diario El Tribuno consideraba como «iniciador e incansable propagandista de esta
asociación salvadora». Allí se acordó la necesidad de una reunión de delegados de todas las
ligas de España para dar unidad a sus trabajos y poder presentar al país un plan económico
que, sin desatender las obligaciones del Estado, aliviase a los contribuyentes. Apenas un mes
después, el federal gijonés Eladio Carreño acudió a Madrid en representación de la Liga de la
villa, la cual presidía, lo que obliga a recordar que la ovetense fue paralelamente presidida, y
durante varios años, por el republicano César Argüelles Piedra, que además fue director del
correspondiente Boletín, cuyo equivalente gijonés podría haber dirigido Carreño60.

LOS REPUBLICANOS GIJONESES Y LA MOVILIZACIÓN DE MASAS


La capacidad del republicanismo para movilizar a sectores crecientes de las clases
trabajadoras, incluso entrada la Restauración, está fuera de toda duda61; más aún en el caso del
federalismo, en el que, como quedó indicado, la vocación obrerista fue más acentuada y sus
propuestas de reforma más avanzadas, hallando importante resonancia en los medios
proletarios. Entre las distintas «modalidades de acción colectiva desarrolladas en nombre de

59
Sánchez Collantes, S.: op. cit., 2005, pp. 28-29.
60
El Tribuno, Madrid, 25-IX-1879; La Unión, 26-X-1879. Jove y Bravo, R.: «Un siglo de prensa asturiana.
1808-1916. (Apuntes para una historia del periodismo en Asturias)», en Boletín del RIDEA, 8 (1949), p. 67.
61
Ruiz-Manjón, O.: op. cit., p. 190.

962
la República»62, durante el Sexenio destacaron las manifestaciones contra las quintas, de las
que puede incluso documentarse alguna protagonizada por mujeres republicanas63. Desde el
momento en que las familias acaudaladas podían sacudirse el problema del reclutamiento
previo pago, y evitar a sus hijos el infortunio del servicio militar, adquiría cierta
homogeneidad social el grupo sobre el que las odiosas quintas se desplomaban con crudeza y
que el republicanismo se esforzaría en atraer a su causa.
Como en muchísimas ciudades españolas, también en Gijón los federales canalizaron
el descontento popular generado por las quintas convocando manifestaciones multitudinarias,
a fin de que se cumplieran los deseos expresados por las Juntas revolucionarias formadas a lo
largo y ancho del país. Como sucedió con la que en marzo de 1869 recorrió las calles de
Gijón para «protestar pacíficamente» al grito de «¡abajo las quintas y las matrículas de mar!»,
siendo publicitada la convocatoria por el semanario local La República Española, que dirigía
Carreño, entonces presidente del comité del partido64. Organizada por una comisión de
republicanos, partió del Paseo de Begoña en dirección al Ayuntamiento una concurrida
procesión encabezada por un cartel que rezaba «Manifestación pacífica» y con la banda
municipal al frente interpretando el Himno de Riego, pudiendo distinguirse tras ella el
estandarte de la Juventud Republicana, su Junta directiva, la del Círculo Republicano y el
Comité del Partido Federal; también portaron sus enseñas con lemas contra las quintas y las
matrículas de mar los zapateros, sastres y marinos. En la Plaza Mayor la comisión comunicó
al alcalde el objeto de la manifestación y acto seguido pronunciaron discursos federales como
Carreño, Cándido Menéndez Busto o Apolinar Menéndez Acebal, secretario del comité,
presidente de la Juventud Republicana y, en 1878-80, masón65.
Es posible constatar una participación activa de los republicanos gijoneses en otras
movilizaciones de composición obrera, aunque no tuvieran ese carácter sus objetivos, ajenos
tanto a reivindicaciones de tipo laboral como a la consecución de derechos políticos. Así
sucedió, por ejemplo, con una que tuvo lugar en la villa el 25 de marzo de 1881 contra la
variación del trazado del ferrocarril de Pajares, dos días antes de la histórica protesta que, por
el mismo motivo, se realizaría en Oviedo. Antes de su convocatoria, Anacleto Alvargonzález,
Joaquín Menchaca y los ya conocidos Zarracina y Olavarría convocaron a los gijoneses a una
reunión en el teatro de los Campos Elíseos, para designar una comisión que representase a la
62
Tomo la expresión entrecomillada de Duarte, A.: «La esperanza republicana», en R. Cruz y M. Pérez
Ledesma (eds.), Cultura y movilización en la España contemporánea, Madrid, Alianza Univ., 1997, p. 183.
63
Pérez Roldán, C.: El Partido Republicano Federal 1868-1874, Madrid, Endymión, 2001, pp. 126-127.
64
La República Española, Gijón, 12-III-1869.
65
La República Española, Gijón, 26-III-1869; la ausencia de altercados animó al periódico a referirse a los
manifestantes como «ejército de ciudadanos pacíficos». Guerra, V.: op. cit., p. 16.

963
ciudad en la marcha que una semana después tendría lugar en la capital de la provincia. En los
debates terciaron republicanos como Alejandro Blanco y Restituto Buylla. Finalmente, los
elegidos para llevar a Oviedo la representación de Gijón fueron Tomás del Río, probable
republicano que cinco años después sería presidente del Ateneo; Antonio Valle, un personaje
cuyas ideas políticas desconocemos, pero que recitó frecuentemente poesías en el Círculo de
Instrucción y Recreo; José Canosa, también vinculado al Círculo; y, además de Ulpiano Aza y
Serapio Acebal, cuya ideología se nos escapa, los republicanos Miguel Menéndez, Manuel
Sánchez y Alejandro Blanco. Asimismo, en la reunión tuvieron lugar algunos discursos y uno
de ellos corrió a cargo del federal Menéndez Acebal, que sería muy aplaudido66.
En este contexto, el día 25 tuvo lugar en Gijón la «manifestación de la clase obrera» a
la que nos referíamos, para protestar contra las modificaciones que pretendía introducir en la
construcción del tramo de Pajares la empresa de Donon. Esta marcha partió igualmente del
Paseo de Begoña –llamado de Alfonso XII tras la Restauración-, discurriendo luego por
Enrique III, Jovellanos y San Bernardo, con la banda de música a la cabeza, para acabar en la
Plaza Mayor. Se portaron estandartes con lemas expresivos y apropiados al acto: «¡Abajo las
pendientes!», «Los Artesanos de Gijón, rechazan los proyectos de Donon», «Cúmplase la
Ley», «¡18 años de espera!»… además de un elocuente «¡Viva Asturias con honra!» que
evocaba la Gloriosa. La «comisión de obreros» que subió a la casa consistorial estaba
presidida por Ángel Hevia, secretario varios años –incluido ése- del comité del Partido
Federal, y compuesta por ocho trabajadores de los que tres eran republicanos (Simón
Hernández, Marcos González y Manuel Álvarez), otro es bastante probable que lo fuera (el ya
referido Pedro Rego); a ellos se sumaba el masón Celestino Margolles, también aludido
anteriormente67. La misma comisión de obreros representó a la «clase artesana» de Gijón en la
manifestación que tuvo lugar en Oviedo. Aquellos días, como si el Sexenio no hubiera jamás
acaecido, el septuagenario Lorenzo Nicolás Quintana sentenciaba que no se veía mayor
agitación en Asturias desde 182068.
Independientemente de su alcance y efecto, también es obligado consignar cualquier
llamada a la movilización, más o menos explícita, dirigida a la clase obrera y realizada desde
las filas republicanas, como la del federal coalicionista que dirigió El Grito del Pueblo, Jesús
Espiniella, que en una reunión del partido en el teatro Jovellanos, tras declarar que antes que
republicano había sido, era y sería defensor de los obreros, espoleó a los presentes a promover

66
Erice, F.: op. cit., p. 163. El Comercio, 21-III-1881.
67
Desconocemos el credo político de los otros comisionados (Marcelino Rodríguez, Demetrio García y José Mª
Labarrera), lo que tampoco descarta su eventual matiz republicano.
68
El Comercio, Gijón, 26-III-1881. Piñera, L. M.: op. cit., pp. 75-76.

964
«una manifestación que, aunque respetuosa, [fuera] imponente hasta conseguir el propósito»
de abolir los consumos69. Por su parte, el semanario pimargalliano El Fuete llegó a publicar
en marzo de 1885 un suplemento de una hoja que, a modo de pasquín, se consagraba a un solo
artículo significativamente titulado Capital y Trabajo70; y justamente se difundió un año en
que el flamante obispo de Oviedo Martínez Vigil, en su tercera pastoral, insistía en la
necesidad de combatir las amenazas omnipresentes en «conversaciones, en discursos, hojas
sueltas, periódicos, folletos y libros»71. Sin detallar de momento el contexto local en que vio
la luz, sí debe señalarse que sus alusiones al partido obrero indican que la competencia que las
organizaciones obreras de clase empezaban a representar para los republicanos, en la tarea de
captar adeptos a la causa entre el proletariado, obligaba a acentuar el radicalismo discursivo y
la demagogia obrerista, incorporando expresiones como «capital sin entrañas», «ley fatal de la
oferta y de la demanda» etc. que, en todo caso, se procuraban compatibilizar con otros asertos
que probaban la inmutabilidad de las concepciones paternalistas e interclasistas del
republicanismo, que enlazaban con su idea de fraternidad universal: «la clase obrera (…) se
compone de hombres que deben ser iguales, libres y hermanos de las demás clases sociales».
En cualquier caso, lo significativo en el tema que nos ocupa es el colofón que remata la citada
hoja, impreso en caracteres mayores y resaltados, destacándose en negrita y por su tamaño las
cinco últimas y reveladoras palabras: «Ahora, pueblo obrero de Gijón, que has oído a tus
hermanos de toda España, medita, reflexiona, y después, si te parece, organiza y ejecuta
cuantas manifestaciones obreras tengas por conveniente».
En realidad, la salida del suplemento de El Fuete el 5 de marzo no fue casual, y tuvo
mucho que ver con un conato de manifestación obrera proyectada por aquellas fechas. Para
ese mismo jueves día 5 –sospechosamente El Fuete, que no iba a salir hasta el domingo, saca
entonces el suplemento extraordinario- se había convocado una reunión de obreros en los
bajos de la casa que Celestino Junquera tenía en la Plaza de San Miguel72, cuyo objetivo era
«la unión de todas las clases sociales» de la villa para que se llevaran a término «las obras en
proyecto, tan necesarias como urgentes para el engrandecimiento» de la población. Tras el
eufemismo «obras en proyecto» se ocultaba, en realidad, la ampliación del puerto de Gijón,
por la que apostaban los que se oponían a la construcción de uno nuevo en El Musel, mientras
que los partidarios de esta última alternativa atacaban aquélla, encontrándose entre ellos los
69
El Grito del Pueblo, Gijón-Madrid, 3-XI-1888.
70
El Fuete, Gijón, 5-III-1885.
71
Uría, J.: Una historia social del ocio. Asturias 1898-1914, Madrid, UGT-Centro de Estudios Históricos,
1996, p.161
72
No sabemos si se trata del indiano que especuló con solares del ensanche del Arenal y que se menciona en
Erice, F.: op. cit., p. 125.

965
federales pimargallianos en general y El Fuete en particular, lo que explica que éste
ridiculizara la reunión e instara a los trabajadores a reflexionar ante la previsible llamada a la
movilización, que interpretaba como un embaucamiento orquestado en su propio beneficio e
interés por la burguesía naviera contraria a El Musel y partidaria de la ampliación del
Apagador, nombre dado al puerto local, en el que aquélla tenía importantes inversiones que
resultarían lesionadas si el grueso del tráfico portuario se canalizaba por El Musel; no es
baladí que fueran invitadas a la consabida reunión una representación de El Comercio y otra
del Gijón, los dos valedores que la causa apagadorista tuvo en la oferta periodística del
momento73.
El caso es que los obreros reunidos acordaron imprimir un manifiesto, pero la
autoridad local prohibió su circulación, y cuando la comisión encargada de organizar la
manifestación solicitó licencia al alcalde para llevarla a término, éste la denegó por posibles
desórdenes y porque entorpecería el tránsito, alegando entonces los peticionarios que la
Constitución recogía el derecho de reunión pacífica y la ley de reuniones públicas lo regulaba,
y apostillando que el proyecto era ajeno «a todo espíritu de parcialidad y de bandería». El
decreto del alcalde se amparó en argumentos jurídicos tan peregrinos como sorprendentes, ya
que, comprobando las leyes a las que remitían, se observa que éstas hablaban, por ejemplo, de
manifestaciones políticas nocturnas o aquellas a las que concurrían ciudadanos «con armas de
fuego, lanzas, sables, espadas u otras armas de combate». En tales circunstancias, la junta
originaria fue sustituida por otra denominada «comisión ejecutiva de Manifestación pacífica»,
elegida por sufragio y con el encargo de elevar un recurso de alzada a la autoridad
inmediatamente superior, el Gobernador Civil74.
En la nueva comisión el ideario republicano estaba representado, que se sepa, por la
mitad de sus dieciocho miembros, presidente y secretario incluidos75: los vocales Román
Álvarez y José Blanco, así como el secretario Laureano García Busto, apoyaron el manifiesto
que Pi y Margall envió al Tívoli en abril de 1879; ese año, el vocal Dámaso de la Rubiera

73
El Comercio, Gijón, 6 y 12-III-1885; Gijón, Gijón, 8-III-1885; El Fuete, Gijón, 15-III-1885 (aquí la
ridiculización aludida, incluso cuestionando el carácter obrero de la asamblea: «A la tal reunión de obreros
asistieron un par de docenas por curiosidad, las otras dos docenas que componían el total de los allí reunidos,
eran todo menos obreros (…). Pronto enseñan la oreja los iniciadores de esa estupenda manifestación obrera,
porque la idea peregrina que se ha inventado para unir todas las clases de Gijón, sirviendo de instrumento la
clase obrera, es de lo más original que puede salir de cerebro humano. La clase obrera, haciendo
manifestaciones a fines del siglo XIX, para que se unan sus señores y para que la discordia que los devora (...)
termine (...) para que después unidos y compactos, se traguen al pueblo trabajador, es la simplicidad llevada al
colmo del delirio»).
74
El Comercio, Gijón, 6 y 12-III; 22-IV-1885.
75
No es posible definir ideológicamente a los vocales Bernardino Acedo, José Mª López, C. L. Cuervo, Blas
Muñiz, Armando Rúa, Demetrio García y Agapito Fornos, ni al tesorero Modesto Gutiérrez.

966
desempeñó el mismo cargo en el comité del partido; el presidente, Timoteo Martínez, además
de aportar su óbolo en 1880 para la erección de un monumento en memoria del federal José
Mª Orense, secundó el programa del federalismo coalicionista, manifiesto que también
rubricaron los vocales José Mª Menéndez, José Díaz, Adolfo Cadavieco y Baltasar Rodríguez
(que en su día también respaldó el del Tívoli); finalmente, está el caso de Fernando Vericúa,
no conocido como republicano pero muy ligado al Ateneo, con todo lo que ello implica,
según se dijo de otros76.
Al margen de lo que sucediera con aquella manifestación, ya se matizó cómo la
composición obrera de una movilización no tenía por qué implicar ese cariz para sus
objetivos, como de hecho sucedió muchas veces. Sin embargo, aquella primavera de 1885 sí
es posible documentar los preparativos de una marcha con reivindicaciones típicamente
obreras, que les concernían como clase, relativas al salario y la jornada laboral; incluso debe
manejarse la muy verosímil posibilidad de que fuera azuzada por los federales como respuesta
a la anterior, ya que la respaldaron abiertamente –la coyuntura, sobre todo por las críticas
vertidas sobre la otra, desaconsejaba revelar una mayor implicación-; y nada se sabe de que
hubiera llegado a consumarse, lo que encajaría con que se hubiese abandonado la idea al
prohibirse la otra manifestación. En todo caso, el hecho de que El Fuete hablara –
destacándolo en cursiva- de sus promotores como «verdaderos obreros» y del acto como
«verdadera manifestación obrera» enlazaba con su cuestionamiento del perfil obrero de los
congregados en la reunión citada arriba, y de esos complejos nexos también resultan
especialmente ilustrativas las dos últimas líneas del suelto, que reproducimos íntegro por su
valor documental77:

«Ahora sí que vamos creyendo que la manifestación obrera va a ser dentro de poco
tiempo una verdad, y una legítima aspiración de las clases proletarias. Parece que se
piensa presentar al Ayuntamiento una solicitud de verdaderos obreros, pidiendo el
permiso necesario para esa manifestación.
Hemos oído a muchos obreros manifestar, que siendo muy cara la vida en Gijón, que
hallándose los artículos de primera necesidad por las nubes, y no pudiendo con un
miserable jornal de cinco a seis reales, como se les paga en algunas fábricas y talleres,
atender a las más perentorias necesidades de ellos y su familia, creen justo promover

76
La Unión, Madrid, 24-IX-1879. El Comercio, Gijón, 9-V-1879; 29, 30 y 31-XII-1880. Las Regiones, Madrid,
11-II-1887.
77
Las piezas encajan más claramente si se tiene en cuenta que en esta época se aprecian en el seno del Partido
Federal gijonés disensiones internas relacionadas con la polémica portuaria; la postura «oficial» era abogar por
El Musel, pero en las bases se empezó a configurar un pequeño sector partidario de la ampliación del Apagador
que engrosaría las filas del grupo que se escindió en 1887 para formar su propio partido. Las polémicas locales,
como puede apreciarse, se imbricaron y mediatizaron el movimiento republicano gijonés al menos hasta 1889,
cuando el Gobierno falla a favor de El Musel.

967
una verdadera manifestación obrera pacífica, para pedir a los amos de esas fábricas y
talleres, que aunque no sea más que por compasión, aumenten ese mezquino jornal de
cinco o seis reales, al menos el doble, para poder atender al estado precario de sus
desgraciadas familias. También piensan pedir en esa manifestación obrera, que se les
rebajen algunas horas de trabajo; pues no tienen tiempo para descansar de sus rudas y
penosas tareas, ni menos para poder dedicar algunas horas al cuidado de su hogar
doméstico ni a su instrucción.
Para su conocimiento y efectos consiguientes, estas justas aspiraciones de la clase
obrera, se las trasladamos a nuestros colegas El Gijón y El Comercio»78.

REFLEXIÓN FINAL
El tema tratado en este artículo debe ponerse en conexión con algunos fenómenos
observables en la localidad en el cambio de siglo y subrayados por estudios como los de
Pamela Radcliff, que afirma que muchos de los dirigentes de organizaciones anarquistas y
socialistas posteriores se formaron con los federales, y que estos desempeñaron un papel crucial
«en la educación y politización de los obreros durante las últimas décadas del siglo XIX»79; o
los de Ángeles Barrio, que ha concluido que el pequeño grupo integrante de la «primera
generación» del anarquismo gijonés procedía del federalismo, e incluso que «la ruptura con las
referencias políticas del republicanismo» no implicó en la misma medida «el abandono de sus
referencias culturales»80.
Algo se dijo ya de que, independientemente de que el tono del republicanismo pudiera
tildarse de templado o reformista y de las intenciones últimas de sus más reputados ideólogos
y cabecillas, las actividades que patrocinaron contribuyeron a fomentar los valores de
resistencia y organización del proletariado, a emanciparlo de la ignorancia y perfeccionar su
educación política, a familiarizarlo con la responsabilidad de gestionar asuntos colectivos y a
perfilar una identidad colectiva popular, cuando no a robustecer su conciencia de clase. Desde
luego, a la luz de la evidencia de que el federalismo local fue –como en otras ciudades- el
zaguán en el que se educó políticamente una parte significativa de los cuadros del moviendo
obrero de clase, el asunto abordado en este trabajo adquiere nuevas connotaciones y matices,
y se impone una nueva vía de análisis o reinterpretación en las investigaciones del
republicanismo que discierna, por su potencial trascendencia, la eventual fractura o divorcio
existente entre la línea o doctrina oficial pregonada por los dirigentes y teóricos republicanos,

78
El Fuete, Gijón, 29-III-1885.
79
Radcliff, P.: De la movilización a la Guerra Civil, Barcelona, Debate, 2004, p. 58.
80
Barrio, A.: «Anarquistas, republicanos y socialistas en Asturias (1890-1917)», en B. Hofmann et alii (eds.), El
anarquismo español y sus tradiciones culturales, Frankfurt am main, Vervuert, 1995, p. 44; Barrio, A.: op. cit.,
2003, pp. 113-114.

968
por un lado, y la asimilación o reelaboración que de sus contenidos se operó en el imaginario
de las bases obreras de la militancia, por otro. Sirva para ilustrar este aserto la visible
contradicción existente entre las tesis interclasistas propugnadas de manera reiterada por los
dirigentes federales gijoneses en el Ateneo Obrero, de un lado, y el hecho de que, de otro, sus
socios proletarios, definiéndose como republicanos y evidenciando no compartir esos
supuestos, afirmaran a la vez y con la «unanimidad más absoluta» que sentían «profunda
antipatía» hacia «las demás clases sociales»81. En fin, extrapolando unas palabras de P.
Gabriel82 y aplicándolas a un grupo de correligionarios inscritos en el censo de un mismo
partido, no se trataría «ya de ver lo que decían algunos republicanos sobre los obreros sino
observar hasta qué punto la militancia obrera» se encontraba «inmersa y usaba el
republicanismo y su cultura radical democrática»; concretamente, hasta qué punto esas bases
asimilaron la axiomática relativa a la armonía social, el organicismo y la colaboración
interclasista; sobre todo de puertas afuera del propio partido, más que en lo tocante a
compañeros de filas de distinta extracción social.

81
García Arenal, F.: op. cit., p. 77.
82
Gabriel, P.: op. cit., p. 213.

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