Que tus ramas son miradas Cientos de direcciones, de día, Al atardecer, por la noche exploradas
Firme, recto y erguido,
Sin dudar que tu verdad exclamas, Si en tu tronco un cuchillo han clavado Lloras savia, callas para siempre Aunque te hallan malherido
Arbol triste, árbol vivo
Que te alzas a las estrellas altivo Toma para mi una de ellas Y dime que te cuenta cada noche En medio de un silencio de olvido
Arbol hueco, árbol noble,
Como podré yo clavar mis pies En la tierra, como brotar de mí Corazón, varas llenas de miel en rama, Como cicatrizaran mis heridas, Dime algo, dime lo que entre vientos exclamas
Arbol mío, árbol amigo,
Sujeta por momentos mi cargada espalda, Déjame que contemple el río y las amapolas aladas, la tenue ribera vestida de juncos y ranas encantadas
Arbol silente, árbol hueco,
Tú que eres el gran testigo, A ti que se te abraza el eco, Cuéntanos, dinos, llóranos nuestra indiferencia, Esa fría mirada que te ignora y no sabe De tus sueños, de tus esperanzas y anhelos
Arbol desnudo, árbol de musgo,
Te imaginas pórtico de templo, Coraza de navío noble, surcando las aguas, Llenas tus tripas de joyas y piedras preciosas O sillón de reina rozándote a flor de piel sus enaguas
Arbol fuerte, árbol viviente,
Acógeme en tu tronco Y cuando me halla dormido Tiende en mi piel tu verde musgo Trénzame lleno de tus enredaderas Y mis manos serán tus manos, Y mi boca tu boca sincera, De mi corazón surgirá tu poesía, Y de mis estancos pies tu eterna firmeza
No me mires así, árbol compasivo,
Mis lagrimas no son cosquillas a tu vera, Mira que lloro enamorado como tú, de la tierra, De los campos, de los ríos, de los valles y la sierra, No es acaso esta tu verdadera conquista, Tu expresión más sincera?