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FONS: ARXII1
H7STO RIC CONC

JUAN GOYTISOLO:
entrevista politi
AGNES HELLER:
futuro de las relaciones e os
E. BALIBAR:
los partidos comunistas y el estado
. SAVATER: rousseau y la constituci
G. ALBIAC: ser marxista hoy en espaiia
ERE GINFERRER, FELIX DE AMA) JORDI uovEr
 EN UNA LINEA DE DENUNCIA PERMANENTE
PONE AL DESCUBIERTO LA REALIDAD

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más de treinta años y por lo tanto en una situación
N. • 1 borro de 1945 política profundamente diferente de la actual, creemos
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N.° 3 1 Toulouse Septiembre 1945
BANDERA desde la guerra civil, y en fechas posteriores
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iremos informando de nuestras ediciones que son parte
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4 El futuro de las relaciones entre los sexos,
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36 G. 'Albiac: ser marxista hoy en España. J. dadas cronologías.
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función de la crítica. A. Munne. contrará en su librería:
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t inah 1dd top,
OI II Editorial
4 4
i UZIS I Gustavo Gili, S.A.
 Daré a esta intervención, que sólo se refiere
a parte de los problemas suscitados por
Althusser y otros compañeros, una forma
deliberadamente abierta e interrogativa.( 1)
Las formulaciones de Althusser han produ-
cido un cierto estupor porque contradicen
las tesis sobre las que descansa la tentativa
"eurocomunista" de rectificar los efectos
de la desviación staliniana en los P.C. occi-
dentales: "partido de lucha y de gobierno'.
(P.C.I.), "partido de gobierno" (P.C.F.). A al-
gunos de nuestros camaradas se les anto-
on c f m ciones en adas a
compro e r n una regresión mo-
vimiento r dirección. a la vez, al es-
pontaneismo w, a la lucha estrictamente de-
fensiva ( ''reivindicativa') al atribuir la capa-
cidad dinámica de transformación de la rea-
lidad exclusivamente a un conjunto de
"movimientos" heterogéneos, y al vetarle
al partido revolucionario la posibilidad de ir
más allá de una función de oposición frente
al Estado. Al parecer, han dado la impresión
de que retrocedemos ante los riesgos del
poder, temerosos de las dramáticas desvia-
ciones que pudieran comportar.
Empezaré haciendo notar que en la lógica
de la intervención de Althusser, la idea de
partido de oposición" seria tan errónea
como la de - partido de gobierno". El par-
4
'
t de opo o pura pie
sio • e una resistencia popul
marco de una correlación de fuerzas socia-
es fijada de unay..tz por todas y dentro de
un - reglas del juego" políticas acordes
correlación, no es sino la otra
cara del •artido de gobierno". Y lo es por-
que perma e presa de la reproducción de
esa correlado de fuerzas, que se mantiene
fundamentalmente invariable. Es imposible
no evocar aquí lo que fue la situación euro-
pea en el período de existencia de la III In-
ternacional: pese 3 las virtualidades y ten-
dencias revolucionarias que contenian los
Frentes Populares y los movimientos de re-
sistencia, se mantuvo en todo momento
una perfecta simetría entre los partidos co-
munistas "de gobierno" (en el Este) y los
partidos comunistas "de oposición" (en el
Oeste), que compartían un mismo modelo
organizativo. una ideología y una "línea"
comunes (lo que no es lo mismo que decir:
sin co n tradicciones), De hecho bien podria
LOS PA
Y EL ES
OPOSI
ETIENNE BALIBAR
decirse que se trataba de dos variantes de
un mismo sistema, sistema que, es Justa re-
conocerlo, ha mantenido intacto el statu
quo de las formas de dominación estatal al
haber sufrido su "lógica" imperialista de
evolución. Por consiguiente cuando Althus-
s r critica la idea de "'partido de gobierno",
q está proponiendo es una búsqueda
de los e los para a y la trans-
formado efectivas del poder de Estado.
Lo que si suite problemático, tanto en
este texto co otras intervenciones re-
watilifirilimillibsecer Cf. Lo que no puede
rar en el Partido ceminunista francés," El
t XXI Editores) es, en
mi pidón, Nsss opunto, ,Qué quiere decir
"el partido deb antenerse en lo funda-
mental fuera del tado", aún precisando;
"mediante su actividad entre las masas"?
,Clué significa "arrebatar el partido al Es-
tado para devolvérselo a las masas", "reali-
zar la autonomía del partido en relación al
Estado ? " 1\ilci estaremos una vez más ante
la concepción ideal (e idealista) de un par-
tido que no sería más que el efecto de la
voluntad (revolucionaria) de sus miembros.
el producto de las reglas que se impone a sí
mismo en función de la meta final hacia la
que tiende (el comunismo = la extinción del
Estado) y que sería libre por completo a la
hora de elegir el lugar que ocupa en las re-
laciones sociales, llegando incluso a delimi-
tar su "interior" y su "exterior" ? ,No esta-
remos una vez más ante la aporía con la
MDOS COMUNISTAS
ADO: ENTRE LA
ON Y LA INTEGRACION
que el mismo Marx se estrelló una y otra
vez a propósito de la "autonomía" del par-
tido revolucionario, con la constante oscila-
ción entre las varias soluciones posibles,
todas ellas igualmente insolubles: el partido,
tan pronto se confunde con la "conciencia
de clase" de las masas, como representa,
en el extremo opuesto, el centro de organi-
zación y de dirección del proletariado; tan
pronto se basa en la "libre asociación" de
sus miembros tomados como individuos,
como se encuentra determiando por la
existencia y la forma de las instituciones es-
tatales (y particularmente por su dimensión
nacional). Puede suponerse que esta aporía
no es ajena a la curiosa ambivalencia que
caracteriza a las tesis de Marx acerca de la
transición revolucionaria, tesis que, como
ocurre en el Manifiesto y en los textos del
48, se centran en la iniciativa de una clase
directamente "organizada en partido polí-
tico", ignorando todo lo referente a las
transformaciones del Estado: o que, como
ocurre en los análisis acerca de la Comuna
de París, plantean el problema de la natura-
leza y funcionamiento de un "gobierno de la
clase obrera", sin mencionar para nada el
papel que pudiera corresponder al partido
revolucionario. Da la impresión de que estos
dos problemas (el Estado, el partido) no tu-
vieran ningún espacio en común en la teo-
ría, como si correspondieran a dos "puntos
de vista" incompatibles sobre el proceso
revolucionario. Pero también da la impre-
sión de que el concepto de "partido revolu-
cionario" y el de "Estado proletario - repre-
senten dos soluciones contrapuestas
para un único problema: el de la "transi-
ción" al comunismo (o, dicho de otro
modo, el de la autonomía y la hegemonía
histórica de los trabajadores), estando
siempre uno de ellos como de más a pesar
de que la experiencia de las luchas de clases
exige la presencia de los dos, Este "im-
passe - se ha presentado cada vez que el
"modelo de la Comuna de París" se ha
puesto de nuevo al orden del día: y de
modo muy particular en la Rusia soviética
en 1917-1918, y en la China de la revolución
cultural en 1966-1967.
PARTIDO Y "APARATO"
Acaso no es un lugar común de la sociolo-
gía burguesa (al menos desde Michels en
adelante) presentar a los partidos obreros
como "pequeños aparatos de estado",
construidos "sobre la base del modelo" del
Estado burgués y, por consiguiente, poten-
cialmente integrados en su funcionamiento
o destinados a asegurar su reproducción?
No es indiferente el hecho de que este lugar
común proceda de la crítica anarquista, e
incluso, en su momento, de las críticas que
los fundadores de los propios partidos co-
munistas dirigían a la socialdemocracia.
cuando toda su práctica de organización de
las luchas y su concepción del papel diri-
gente de la clase obrera eran completa-
mente distintas de las de los socialdemó-
cratas. El hecho de que esta crítica resurja
periódicamente y sin variaciones, por así
decir, en el propio seno del movimiento
obrero, es sin duda el síntoma de que existe
un problema real. Es también la prueba de
nuestra ignorancia: tanto de lo que es el Es-
tado como de lo que son efectivamente,
como formas y productos históricos, nues-
tros partidos obreros. Resulta, pues, sor-
prendente que Althusser —que criticó ex-
plícitamente la metáfora de la "máquina"
para referirse al Estado por considerarla
insuficiente— la reproduzca ahora para re-
ferirse al partido, cuando trata de explici-
tar la dependencia del partido respecto al
Estado.
, rnlo será esta critica el simple anverso de la
pretensión pregonada por el propio aparato
de los partidos? En Francia estamos bien si-
tuados para verificarlo: el punto de vista
oficial de la dirección del P.C.F. a propósito
del "centralismo democrático" (punto de
vista repetido hasta la saciedad después del
22 Congreso, y sobre el que Paul Laurent
acaba de publicar un libro) es el de que el
Estado es una cosa y el partido otra muy
distinta: que por esta misma razón sus "re-
glas de funcionamiento" son inversas y se
basan, en un caso, en el pluralismo y en
otro. en el centralismo: que en el "socia-
lismo que nosotros deseamos" (diferente
en eso del de la URSS) existiría una "inde-
pendencia entre el Estado y el partido" de
forma que cada uno de estas dos entidades
fuera "libre" para realizar las finalidades que
les son propias, etc... Supongo que las par-
ticularidades de la situación italiana en la
que la Constitución resultante de la Resis-
tencia permite presentar como una con-
quiste popular (conseguida de una vez por
todas o, por lo menos, recuperable) el reco-
nocimiento ideológico de los partidos anti-
fascistas como "trama asociativa" del Es-
tado, comportan un discurso diferente: ante
todo la idea de que el "pluralismo" (de los
grupos sociales, incluso de las clases) ha de
penetrar en cada uno de los grandes parti-
dos de masas, Por tanto, en vez de enfren-
tar mecánicamente el funcionamiento del
partido con el funcionamiento del Estado, la
democratización del partido con la demo-
cratización del Estado, se tenderá más bien
a identificarlos en un proceso de interacción
recíproca: el partido es el instrumento de
una democratización del Estado en la me-
dida en que, progresivamente, "se hace Es-
tado"; es decir, se democratiza a sí mismo
ampliando su base de masas y su capaci-
dad de "mediación" política entre los inte-
reses de las diferentes fracciones popula-
res. Pero ino es cierto que, en el fondo, esta
variante no introduce ninguna novedad?
No es cierto que se limita a desplazar, en el
plano de la comparación entre los partidos
que son asociados-competidores en el
seno del estado, la diferencia que en la
ideología del PCF descansa en la compara-
ción entre el partido y el Estado, (cf, esta
significativa tesis: "El Estado de los mono-
polios funciona como un partido único de la
burguesía") ? Y también: eio es cierto que
se limita a establecer una oposición entre
un "Estado bueno" (democrático) y un "Es-
tado malo" (corporativo), o entre un "par-
tido bueno" (que permite la iniciativa histó-
rica de las masas) y un "partido malo" (que
la reprime y la manipula)? Oposición abs-
tracta y moral que muestra bien a las claras
la incapacidad para analizar la génesis y los
efectos históricos de las contradicciones
reales que hoy en día "atraviesan" a los
partidos obreros, y en último extremo a la
misma clase obrera. 4 No es ésta la tarea ca-
pital que debe ser planteada a través de la
crítica que hacemos al "modelo estatal" de
los partidos comunistas ? ,No es ésta la
única forma de plantear el problema sin
caer en el idealismo?
LAS MASAS YA ESTAN
"DENTRO DEL ESTADO"
De todas formas, las masas no se encuen-
tran "fuera del Estado". Más bien se en-
cuentran dentro, atrapadas en una red de
relaciones estatales, es decir, de divisiones
institucionales (el código de "cualificacio-
nes" profesionales o el de origen nacional
pueden servir de ejemplos) a efectos de re-
presión y de sujeción ideológica que, en
unas condiciones históricas determinadas,
5
 son completamente indispensables para su
supervivencia y que constituyen la premisa
material de toda política. (Los que abriguen
dudas, que reflexionen acerca de lo que sig-
nifica, en términos de lucha política de cla-
ses. la participación de millones de trabaja-
dores argentinos en el ritual de la Copa del
Mundo de fútbol: ¿es casual que la única
"nota discordante" que se ha cedo haya
sido el grito silencioso de un reducido grupo
de mujeres?). En este sentido, fue evidente-
mente Lenin quien, con su crítica radical del
espontaneismo, crítica formulada en el
mismo momento en que reconocía la ca-
pacidad de ruptura revolucionaria que tiene
la iniciativa de las masas, sentó las bases de
una posición materialista, rectificando el
idealismo latente del "Manifiesto Comu-
nista" que se representaba al proletariado
revolucionario como una clase no sólo
"fuera del Estado", sino ajena incluso a las
mismas relaciones ideológicas, desde la fa-
milia y la patria hasta la religión y la moral.
Pero si las masas nunca están "fuera del
Estado", esto significa que el movimiento
obrero revolucionario tampoco está
"fuera del Estado", sino que se encuentra
también sometido, en su constitución y de-
sarrollo, a las formas y condicionamientos
de las relaciones estatales. A este respecto
considero totalmente errónea la represen-
tación que se hacen numerosos marxistas
sobre un movimiento obrero primitivo
"acampado fuera de la ciudad", frente a un
aparato de Estado radicalmente extraño y al
que, por esta razón, tendería a pensar en
términos de mera instancia coercitiva (por
supuesto que esta insistencia en el carácter
coactivo del Estado no es más que el efecto
de una situación primitiva, y provisional, del
movimiento obrero). La "revolución pasiva"
que se invoca para designar la instituciona-
lización del movimiento obrero a finales del
siglo XIX —suponiendo que éste sea un tér-
mino adecuado—, no es más que un mero
cambio de las formas de dependencia del
Estado y del movimiento obrero caracteri-
zado sobre todo por la cristalización de los
"roles" del partido y del sindicato). Señala
acertadamente la necesidad de analizar si-
multáneamente, en cada coyuntura histó-
rica, tanto la naturaleza de las relaciones
estatales sobre las que se basa la eficacia
de la centralización del poder de Estado,
como el grado de antagonismo (o el índice
de eficacia política) de las luchas de clases
que se desarrollan en este contexto. Dicho
de otra manera, no se trata de pensar en
términos de interior/ exterior al Estado,
es decir, de "pureza" de las posiciones an-
tagonistas (vieja tentación idealista ésta, ya
denunciada por Lenin en su momento) sino
en términos de contradicciones internas
del sistema de relaciones estatales. Lo que
hay de erróneo en las posiciones actuales
de ciertos P.C. (como el P.C. F.) no es el ha-
ber introducido la idea de contradicciones
en el Estado como dato fundamental de la
lucha revolucionaria, sino: 1) el haber pre-
sentado estas contradicciones como una
novedad absoluta (inovedad en la que cier-
tos teóricos "audaces" han creído encon-
trar las premisas objetivas para la "extin-
ción del Estado"!) 2) el haberles localizado
en los "aparatos" más estrictamente "polí-
ticos" en el sentido oficial del término (sen-
tido jurídico) definido por el Estado burgués
(preservando de este modo, aún hoy, una
6
imagen mítica y conservadora de la familia,
de la escuela y de la cultura, etc. Y, sobre
todo, esforzándose en aislar una "Crisis del
Estado" que, milagrosamente, no vendría
acompañada de ninguna "crisis" de los par-
tidos obreros y de sus correas de transmi-
sión sindicales, municipales, culturales); 3 1 el
haber subestimado, por consiguiente, la
desigualdad todavía enorme de la co-
rrelación de fuerzas entre las clases, hasta
el extremo de imaginar, en cada progreso
electoral, un Estado burgués al borde de la
ruina, una clase obrera con la hegemonía al
alcance de la mano, etc.
POLITICA BURGUESA
Y POLITICA PROLETARIA
La forma en la que la tradición marxista re-
volucionaria ha pensado la relación entre la
existencia de condicionamientos estatales
que determinan desde dentro el desarrollo
del movimiento revolucionario, la existencia
de contradicciones internas al Estado y la
iniciativa histórica de las masas, es la distin-
ción entre política burguesa y política
proletaria del movimiento obrero. Consti-
tuye un par teórico, una "unidad de contra-
rios" cuya traducción concreta debe bus-
carse en cada coyuntura a través de una ex-
perimentación permanente, puesto que, a la
luz de esta posición, cada tendencia política
"se divide en dos": por ejemplo, la indepen-
dencia organizativa de la clase obrera en
obrerismo y en hegemonía obrera, la lucha
de liberación nacional en nacionalismo y en
antiimperialismo, etc. Es justamente a esta
distinción de la que bien podría decirse que
constituye el auténtico núcleo de la unidad
"teoría-práctica" en el marxismo, a la que
se refiere Althusser.
Pero el reconocimiento de esta distinción se
ha visto acompañado históricamente de
enormes dificultades. Comenzó pensán-
dose como distinción entre política (bur-
guesa) y no política (proletaria), identifi-
cando toda forma de "política" con la re-
producción de las formas de dominación
del Estado existente (el de las clases domi-
nantes). En cierto sentido puede decirse que
el anarcosindicalismo ha representado la
versión más fecunda de esta concepción a
la vez que ha evidenciado sus límites más
estrictos. Con Lenin y Octubre del 17, la dis-
tinción se desplaza; en el nivel teórico, a la
oposición entre las formas institucionales
(la "democracia burguesa" y la "democra-
cia proletaria", en último extremo el Parla-
mento o los Soviet o Consejos obreros).
Esta nueva formulación estaba ligada al he-
cho de que por primera vez, la "dictadura
del proletariado" designaba realmente no
una mera táctica revolucionaria para la
toma y el ejercicio del poder, sino una fase
histórica de transición, con sus formas
específicas de lucha de clases y de trans-
formaciones sociales contradictorias, cuyo
desenlace era imposible de prever anticipa-
damente. Pero esta representación (que
vino acompañada, conviene no olvidarlo, de
una progresión sin precedentes de las lu-
chas de clases, bajo el impulso de los parti-
dos comunistas) tuvo también un doble
efecto negativo, cada vez más manifiesto a
medida que transcurría el tiempo. 1) Por una
parte, aisló rápidamente la cuestión del
- partido" como forma histórica, presentán-
dolo como definitivamente desgajado de la
contradicción de la (práctica) política bur-
guesa y proletaria, es decir como el lugares
que (a condición de poseer una "línea justa"
al abrigo de "desviaciones" de todo
signo...) esta contradicción quedaba defini-
tivamente resuelta. 2) Por otra parte, lo-
calizó lo esencial de la contradicción en una
antítesis de formas jurídicas. (Ya subrayé en
otra ocasión la importancia que, en mi opi-
nión, reviste, como "punto de no retorno"
de la desviación staliniana, la Constitución
soviética de 1936 que proclama de hecho
el "Estado de todo el pueblo". Por esta ra-
zón estoy en desacuerdo con la concesión
que hace Althusser cuando dice que en la
URSS "las reglas del juego" constitucional
han sido "suprimidas": cuando en realidad
han sido desplazadas y reforzadas hasta el
extremo de que se hace necesario repetir
periódicamente la sanción simbólica —se-
guramente por la gravedad de los antago-
nismos latentes—: de ahí el sorprendente
episodio de la Constitución de 1977 que,
por segunda vez en cuarenta años, pro-
clama oficialmente jel "fin de la dictadura
del proletariado"!).
Al desplazar y cristalizar de este modo la
contradicción fundamental entre la política
burguesa y la política proletaria, la ideología
comunista ha dado lugar, ineluctablemente,
a nuevas formas de "cretinismo parlamen-
tario" y de "cretinismo antiparlamentario"
en el seno del movimiento obrero. Nuevas
formas de las que no se sale buscando sen-
cillamente, de diferentes modos (iintelec-
tuales orgánicos, a trabajar!), "síntesis",
combinaciones o mezclas más o menos su-
tiles de democracia parlamentaria y demo-
cracia "directa" (o autogestión: cf esta
perla de la teoría que debemos a nuestro
partido comunista francés: "la autogestión
nacional global") a las que se quiere conver-
tir en fórmulas para la transición socialista.
Al mismo tiempo, esta ideología ha anulado
tendencialmente un elemento esencial de la
dialéctica revolucionaria del marxismo, que
podemos tratar de expresar del siguiente
modo, empleando el lenguaje de la estrate-
gia: al plantear la necesidad de la conquista
del poder de Estado (y por consiguiente de
la destrucción o del control de sus "órga-
nos" represivos) el marxismo señalaba el
hecho de que la política proletaria debe
oponer a los puntos fuertes de la domina-
ción de clase burguesa (los puntos en que
ésta se ''concentra'')el máximo de concen-
tración de sus propias fuerzas. Pero la
forma jurídica, o quasi—jurídica (devolución
de los "poderes", modalidad de "represen-
tación" de los ciudadanos, etc.), cualquiera
que sea su importancia real, no es más que
un punto relativamente débil del dispositivo
estatal. Y con ello queremos decir no sólo
que resulta fácilmente transformable inde-
pendientemente del conjunto. sino tam-
bién que su capacidad sólo proviene del
efecto acumulado de todos los aparatos de
dominación ideológica y política de clase
que la subyacen (escuela, derecho, fami-
lia, etc.)
LA REVOLUCION CULTURAL,
EL PARTIDO Y LA CUESTION
DE LOS "A.I.E." (APARATOS
IDEOLOGICOS DE ESTADO)
En este sentido, la Revolución cultural
china, que puede considerarse todavía

La revolución cultural china puede considerarse todavía como la más significativa
tentativa de rectificación desde dentro de la desviación staliniana,
como la más significativa tentativa de recti-
ficación desde dentro de la desviación sta-
liniana, nos ofrece una serie de lecciones
que es preciso tener en cuenta. En la me-
dida en que la conocemos —su propia opa-
cidad es una de las dimensiones de su fra-
caso actual— esta tentativa demuestra
también lo difícil que es deducir la elabora-
ción de una "política proletaria" del ¡ro-
passe precedente. Al plantear que la lucha
de clases (entre "dos vías") prosigue a lo
largo de toda la etapa de transición, sin
que la cuestión de: ejercicio real del poder
por parte de las masas se haya resuelto
nunca definitivamente, no se limitaba a de-
sarrollar una tesis leninista que hasta enton-
ces había sido puramente abstracta o equí-
voca; daba también un nuevo sentido a la
"transición", rectificando sus aspectos rne-
canicistas y finalistas (en efecto, la transi-
ción ya no era un programa de construc-
ción. con sus etapas económicas e institu-
cionales previsibles, si no calculables, sino
que era, como decía Marx, "una larga suce-
sión de luchas, una serie de procesos histó-
ricos", es decir, una tendencia contradic-
toria). Dejemos a un lado las dificultades
que suscita el modo en que la Revolución
cultural redujo la revolución en las relacio-
nes ideológicas a una transformación de la
"división entre el trabajo manual y el inte-
lectual" (y los limites muy estrechos en los
que esta transformación se vio confinada).
Lo revelador es, sobre todo, su actitud res-
pecto al partido.
z Qué es lo que revela esta actitud? Inicial-
mente, un doble cuestionamiento revolu-
cionario, ciertamente azaroso y contradic-
torio, pero que tenía el mérito de abordar
los problemas decisivos:
— La Revolución cultural planteaba que
nuevas etapas y nuevos aspectos de la lu-
cha de clases pueden exigir, en una coyun-
tura determinada, nuevas formas de organi-
zación (por ejemplo, deja juventud escolar u
obrera). Planteaba, pues, la revocación del
esquema kautskista, evolucionista, y en úl-
tima instancia apologético, esquema con-
servado por los partidos comunistas, según
tra" en él. Lo cual significa: hay que buscar
en el partido y sólo en él las "dos vías" y
resolver los conflictos que se dan entre
ellas. E igualmente: ninguna "fracción" par-
ticular del partido (Liu, Lin Piao, Teng, los
"Cuatro", Hua...) tiene garantizada la per-
manencia en el poder, pero el partido
como tal si tiene garantizado el hecho de
que la cuestión se resolverá en su inte-
rior. i"Seguro de vida" para el partido!
Mientras que las masas, en consecuencia,
son cada vez más utilizadas, manipuladas
para sostener a tal o cual tendencia. Con
una simple inversión formal de la práctica
staliniana (la unidad a toda costa de la "di-
rección colectiva" en el seno del partido se
convierte en "lucha de clases en el interior
del partido") el resultado es exactamente el
mismo.
Es preciso, pues, replantear la cuestión sin
apriorismos: es lo que falta funda-
mentalmente en la experiencia de la Revolu-
ción cultural, no sólo en términos de fuerzas
sociales y de condiciones históricas, sino en
términos de análisis y de teoría revoluciona-
ria?
Me siento tentado a añadir otra cuestión
paralela a propósito de los "Aparatos ideo-
lógicos de Estado" de Althusser, en la me-
el cual el partido representa la forma " fi dida en que en ellos se deja oír claramente
-nal"deitgrcó sluhaydeín- el eco de la Revolución cultural. El concepto
tesis teoría/práctica. De este modo, se asu- de "A.I.E" está obviamente destinado a
mía implícitametne el hecho de que esta analizar el desarrollo de las contradicciones
forma de organización y de la lucha, que es y de la lucha de clases en la red de las rela-
fuerte frente a determinado aspecto de la ciones estatales. Volviendo a la metáfora
dominación de clase (la centralización del estratégica que usábamos antes, se trata
poder político y económico), es débil frente de plantear el problema de una lucha revo-
a otro (al que yo llamaría —jugando con la lucionaria a largo plazo (pero que comporta
distinción de Marx y con el "concentrado también sus coyunturas "críticas") corres-
político" de Lenin— la concentración de pondiente no a los puntos (relativamente)
poderes por parte de la clase dominante: débiles del dispositivo de dominación ideo-
control económico, división del trabajo, su- lógica de clase, sino a sus puntos fuertes,
jeción ideológica). que no son necesariamente los más mani-
— La Revolución cultural planteaba que el fiestos, los que se revelan a una mirada di-
partido interviene en la lucha de clases, recta. Se trata, pues, de intentar analizar la
no como un término puro, como un "logro" complejidad de las condiciones de las que
definitivo (cf. la fórmula ritual en nuestro depende esta inversión tendencial de la
partido francés: "la gran baza de los traba- relación entre la iniciativa de las masas y su
jadores es la existencia de un partido comu- sujeción, incluso su manipulación, inversión
nista poderoso"), sino como un lugar y un que no es sino el otro nombre que recibe el
envite decisivos en esta lucha. No se tra- desarrollo de las contradicciones del Es-
taba, pues, de una reanudación, de una tado, y por lo tanto, la preponderancia de la
continuación de la revolución en el Estado "política proletaria" sobre la "política bur-
sin revolución (es) en el partido, sino de so- guesa".
meter al partido a la "contestación" crítica Se trata, al mismo tiempo, de comprender
de las masas y de transformarlo. Al mismo por qué, en la lucha de clases proletaria,
tiempo, la tesis de la "extinción del Estado" esta liberación de las posibilidades de la ini-
parecía clarificarse y concretarse: parecía ciativa de las masas puede verse malo-
escapar tanto a las imágenes mecánicas de grada —que es lo que pasó en mayo del 68
la "destrucción" pura y simple y de la "ta- en Francia, en el mismo momento en que se
bla rasa", como a las mistificaciones del estaba desarrollando un movimiento de
economicismo (según las cuales: extinción masas sin precedentes—, implicando al-
del Estado = gestión social racional, pura- mismo tiempo la ruptura entre el partido y
mente "técnica"): se configuraba así como las masas y la esterilización recíproca del
una lucha revolucionaria ininterrumpida en "movimiento" y de la "organización": por
el propio seno de los aparatos que materia- no haber sabido ver la existencia de una ar-
lizan la conquista del poder por parte de los ticulación —quizás indirecta— entre una
trabajadores y de las masas. estrategia de conquista del poder (al nivel
Ahora bien —si seguimos atentamente el de su concentración estatal) y una tenden-
escrupuloso análisis que propone Bettel- cia al derrumbamiento de la dominación de
heim en sus Questions sur la China après clase (al nivel de su concentración, materia-
la mort de Mao-Tse-Toung— parece (izada, entre otros, por los A.I.E.). El propio
como si esta tesis, prematuramente, hu- Althusser ¿ha conseguido, incluso a un nivel
biese sido invertida, convirtiéndose en su puramente teórico, descubrir esta articula-
contraria, es decir, en la tesis según la cual, ción, o bien se ha limitado a plantearla
bajo la dictadura del proletariado, la lucha como programa? De nuevo, la cuestión del
de clases se desarrolla ante todo (si no partido se convierte en un indicio perti-
exclusivamente) en el partido, se "concen- nente: hablar de ATE. sólo tiene sentido si
7
permite reconocer y analizar el lugar con-
tradic( orio del propio partido revolucio-
nario en el "juego" de los A.I.E., o si se
quiere decir así, si permite analizar la consti-
tución y las transformaciones del partido
revolucionario como tendencia antagónica
en los A.I.E. Es exactamente lo que nadie ha
hecho hasta ahora. Tal vez debido a que
falta un buen análisis histórico, materialista,
de la función exacta desempeñada por los
partidos y las organizaciones obreras en la
historia de las relaciones de clase capitalis-
tas (historia para la cual empiezan, sin em-
bargo, a existir los elementos). También
aquí nos vemos llevados a preguntarnos
por las carencias teóricas, para convertirlas
en un objetivo prioritario de nuestro trabajo
acerca (y en el marco) de la "crisis del mar-
xismo"
LAS CONTRADICCIONES
DE LA "FORMA PARTIDO"
Si queremos ser "historicistas", es preciso
(permítaseme apoderarme de esta idea de
Gramsci) serlo de modo absoluto. Esto sig-
nifica: no "relativizar" de diferentes mane-
ras la significación histórica de la forma
partido para atenuar sus contradicciones,
sino agudizadas para descubrir las condi-
ciones materiales de su transformación.
Esta tarea sólo es "destructiva - en aparien-
cia. Responde, en realidad, a la necesidad
imperativa de recuperar el tiempo perdido
por el movimiento obrero respecto a las
transformaciones del imperialismo (y por lo
tanto, de la relación social capitalista, de las
formas de explotación y de la "tecnologia"
estatal de la clase dominante). Es muy posi-
ble que lo que se ha llamado "eurocomu-
nismo . ' no haya sido más que un fenómeno
propio de una coyuntura muy breve, porque
no solamente correspondía a ciertas ilusio-
nes sobre la proximidad y los medios de la
- Revolución en Occidente - , sino porque
creía poder resolver las contradicciones de
la forma-partido sin plantearlas a fondo. Es
decir, sin descubrir ningún modo de superar
la oscilación entre el mantenimiento cris-
pado de unas estructuras stalinianas (ape-
lando a la función dirigente de la clase
obrera) y la asimilación a los partidos bur-
gueses (convirtiéndose el P.C. en - un par-
tido como los demás", ya sean "de go-
bierno - o "de oposición").
Por ello, es preciso al menos plantear la
cuestión, aunque sea de un modo todavía
abstracto: t se ha convertido la forma-par-
tido, tal como existe actualmente, al tér-
mino de un proceso de larga duración cuyas
- desviaciones" son tan esenciales como
sus principios iniciales y sus éxitos, en la
forma histórica de reproducción de ciertas
"contradicciones - en el seno del pueblo ? En
consecuencia, hay que hablar de una rup-
tura necesaria con esta forma, o más bien
en esta forma, al término de un trabajo y
de un proceso cuyas etapas y cuyos resul-
tados resultan todavía imprevisibles?
Quiero especificar que hablar de ruptura ne-
cesaria no significa —vale mas dejarlo
claro— la liquidación del movimiento
obrero y de las organizaciones existentes.
No se discute ni la existencia de un "logro.'
teórico marxista ni la de las fuerzas obreras
y populares, la de una corriente revolucio-
naria organizada. Sin estas fuerzas y esta
corriente, el actual problema ni siquiera po-
dría plantearse. Pero es preciso constatar
8
hoy que los límites en el interior de los cua-
les han logrado organizarse estas fuerzas y
las contradicciones que las atraviesan no
tienen nada que ver (si es que fue éste al-
guna vez el caso) con un simple desarrollo
desigual debido a las "condiciones naciona-
les" desigualmente favorables, ni con un
simple retraso en su desarrollo debido a la
lentitud de la toma de conciencia, a las difi-
cultades del trabajo político, a las manio-
bras del adversario, etc. Estos limites y
estas contradicciones han asumido un ca-
rácter estructural (que no es, precisa-
mente, lo mismo que "funcional") en la
evolución del capitalismo actual. Ya no es
posible contentarse por más tiempo con el
perezoso argumento que ve en la realidad
de las luchas de clase organizadas por los
sindicatos proletarios y los partidos comu-
nistas, y en los resultados que con ellas se
hayan podido conseguir (tanto al contra-
rrestar el alza de la tasa de explotación, y
contribuyendo a poner en crisis el "modelo
de acumulación" capitalista de los años 60,
como al conquistar "zonas de libertad"
para la iniciativa popular contra el Estado de
la clase dominante) la "prueba" anticipada
de su capacidad para conducir hasta el fi-
nal el proceso revolucionario.
Hay que ver a las organizaciones de clase,
con todas las aportaciones teóricas que re-
presentan para los trabajadores y todos los
seres oprimidos, tal como son hoy, y no tal
como podrían o tendrían que ser. Es un he-
cho estructural, que afecta desde dentro a
la "forma-partido" en tanto que forma his-
tórica, que el marxismo sólo sea hoy una
ideología revolucionaria de masas en algu-
nos paises de la Europa latina, del Extremo
Oriente y tal vez en Cuba ( y qué pasa con
Africa?), es decir, que no haya permitido fi-
nalmente, en su forma actual, ni la centrali-
zación de las luchas de clase en la mayoría
de los países imperialistas "desarrollados"
(y por lo tanto en los polos dominantes del
imperialismo), ni la continuación de la revo-
lución en los países del "socialismo reali-
zado - , ni la fusión verdadera del movi-
miento obrero y de los movimientos de li-
beración nacional (salvo rarísimas y - pre-
ciosas" excepciones...), ni la réplica prole-
taria al desarrollo de las empresas "multi-
nacionales". Es un hecho estructural que la
- forma-partido", tal como funciona hoy, no
sea la forma de la unidad del movimiento
comunista internacional, sino que se haya
convertido en la forma de su crisis y de su
división, en la que prevalece no la solidari-
dad de las luchas. sino (sobre todo desde
que finalizó la guerra del Vietnam) la oposi-
ción de los intereses nacionales de Estado,
es decir, en última instancia, la subordina-
ción a las tendencias del imperialismo y a
sus - reglas de juego". En una escala más
modesta, pero no por ello menos significa-
tiva, es un hecho estructural que, en Francia
y en Italia, aunque en grados diferentes, los
partidos comunistas sólo organicen a una
parte de la clase obrera y de sus luchas,
incluyendo en ello (con todos los problemas
que plantea) la organización indirecta que
pasa por los sindicatos, las municipalida-
des, los poderes regionales. Que esta limi-
tación haya sido —especialmente en Fran-
cia— en buena medida el resultado de lí-
neas políticas erróneas o contradictorias
no cambia para nada el hecho de que ahora
está materialmente inscrita en las relacio-
nes de fuerzas y en las relaciones estructu-
rales; y no es posible dar marcha atrás en la
historia. En Francia, el PCF no organiza, o
apenas organiza, a la clase obrera de las
"pequeñas y medianas empresas - (espe-
cialmente a la de las nuevas P.M.E. semi-
urbanas y semi-rurales que crea la "sub-
contratación"): no organiza, u organiza muy
poco, a los trabajadores inmigrados y a sus
luchas: tampoco organiza a las mujeres de
los obreros no asalariadas (confinadas en el
"trabajo doméstico") que, por ello, se man-
tienen al margen de toda actividad política.
En Italia, como han señalado Trenfin y otros
camaradas, las organizaciones existentes
(PCI y sindicatos) están casi completamente
inermes ante la fragmentación de la clase
obrera producida por el paro masivo, hasta
el punto de que el poder de control y de
contestación que habían adquirido en los
grandes centros industriales se convierte en
un arma de doble filo que no solamente
tiende a unir a los explotados, sino que
también puede llegar a desunidos.
Estos hechos, y otros que no he citado, po-
nen en entredicho, en sus principios, a la
"forma-partido" y plantean el problema de
su transformación, problema que caracte-
riza a todo un período histórico. Una trans-
formación que irá seguramente más allá de
la rectificación de las relaciones tradiciona-
les entre "partido" y "sindicato" estable-
cida por el marxismo de la Segunda y Ter-
cera Internacionales y expresada en su con-
cepción de la - primacía de la política". Una
transformación que, de inmediato, pone en
entredicho el "pluralismo - del partido y
de los "movimientos de masas" —y por
consiguiente de las organizaciones de
masas— mucho más fundamental que el
pluralismo de los partidos que, en sí
mismo, no contribuye en nada a eliminar la
subordinación de las masas a las formas de
la política burguesa. Al contrario (la derrota
de su política de las "organizaciones de
masas" es el gran fracaso histórico del par-
tido francés, ya que ha llevado a la absurda
conclusión de no sólo reprimir su desarrollo.
sino de paralizar totalmente la iniciativa de
los militantes comunistas en su interior).
Pues precisamente en la medida en que la
historia de las organizaciones de la clase
obrera no está aislada de la del Estado y la
sociedad burguesa, en la medida en que sus
"limitaciones" remiten bien a los aspectos
de la dominación burguesa que no hemos
podido ni controlar ni derrotar, bien a las
nuevas tendencias de la lucha de clases so-
bre las cuales no tenemos la menor influen-
cia, estas limitaciones se convierten en
contradicciones internas agudas que vie-
nen a - sobredeterminar- y a precipitar los
efectos de la crisis latente desde los años
30. Precisamente porque, en la lucha de cla-
ses, no hay ninguna correlación de fuerzas
estable, la superación de estas limitaciones
históricas del movimiento revolucionario
sólo será posible con una ruptura prolon-
gada: pero también es cierto que precisa-
mente porque las contradicciones estallan,
esta ruptura se hace posible en la teoría y
en la práctica.
1') El titulo original de este texto era Premiares
questions a propos du "partí hors Etat" Trad
M. Barroso y J. Sarret.
111 Cf L. Althusser: "La cesa teórica del marxismo:
el problema del Estado." El Viejo Topo. n ° 20 p. 4
 PUTURO
RELIICIOTTS
ttiTlit
L S
Agnes Heller fue ayudante y colaboradora- tema de valores). El autor de estas líneas es
de Lukäcs; es uno de los miembros mas marxista y ha optado por un futuro comu-
celebres de un grupo de filósofos marxis- nista, lo que implica una cierta actitud res-
tas húngaros disidentes, la "escuela de pecto a los valores que la humanidad se ha
Budapest" (F. Feher, G. Markus, M. dado hasta el presene. Así, al hablar del fu-
Valpda, etc.). Expulsada del partido co- turo de las relaciones entre los sexos y de
munista y de la universidad tras su de- las relaciones familiares, nos situaremos
nuncia de la invasión soviética a Checos- en el contexto de una sociedad comunista
lovaquia, ha publicado varias obras sobre en devenir, sistema de valores que hemos
la critica de la vida cotidiana. Sus escritos elegido porque representa, para nosotros,
han producido un gran impacto entre la la realización óptima del potencial de nues-
juventud contestataria italiana, de la que tro tiempo. Esto no significa que conside-
se ha convertido en uno de los autores pri- remos imposible una solución menos de-
vilegiados. seable o incluso una solución que nos re-
AGNES HELLER pugne, ni que nos neguemos a estudiar
Es imposible prever el futuro de las rela- esta posibilidad desde el punto de vista de
ciones entre los sexos y el de las relaciones la teoria y el análisis marxistas. Simple-
familiares, por varias razones, pero sobre mente, decimos que las soluciones posibles
todo porque dichas relaciones forman en la perspectiva del comunismo constitu-
parte integrante del conjunto de las relacio- yen la medida de nuestros juicios sobre el
nes sociales y, por consiguiente, no pueden futuro de las relaciones entre los sexos y de
ser analizadas aisladamente. La única ma- las relaciones familiares. En los límites de
nera de abordar el problema es pregun- este articulo, consideraremos sobre todo la
tarse que tipo de relaciones sexuales y fa- posibilidad óptima.
miliares son previsibles si postulamos para Ya en el Renacimiento, se conocía una
el futuro cierto tipo de relaciones sociales, gran diversidad de reglas y hábitos sexua-
lo cual es bastante dificil de prever tam- les y morales. En el siglo de las luces, las
bien. Hoy. más que nunca, la humanidad reglas de la moralidad sexual se utilizaban
se halla ante varias posibilidades sociales. a menudo como ejemplo del carácter cam-
Depende del hombre, de sus decisiones y biante y fortuito de las costumbres. Más
de sus actos, que tal o cual posibilidad se allá de esta diversidad, nos preguntaremos
realice. No es posible, pues, contestar a primero si existen, en el conjunto de estas
nuestra pregunta extrapolando simple- diversas costumbres morales, cienos valo-
mente las tendencias sociales actuales. Lo res inherentes que se manifiestan de modo
que sí es posible es partir de las condicio- constante a lo largo de un determinado pe-
nes y del potencial de la sociedad actual, en nodo histórico y, en caso de respuesta afir-
sus diferentes aspectos —económico, poli- mativa, cuáles, de entre estos valores, pue-
tico y social—, describir las variantes ópti- den considerarse como valores humanos
mas y las variantes menos deseables de la universales, es decir, como factores de de-
evolución social, y predecir la evolución sarrollo del "ser genérico" (Marx), como
probable de las relaciones sexuales y fami- valores no cerrados en sí mismos.
liares en función de estas variantes. A continuación abordaremos el problema
Esta descripción supone, evidentemente, de la significación y función de las costum-
una elección. El futuro que elijamos de- bres sexuales en general y nos preguntare-
penderá de nuestro sistema de valores y de mos de donde sacan su especificidad en el
nuestra actitud ante los conflictos sociales marco de las costumbres morales. Las res-
(actitud ligada, por supuesto, a dicho sis- puestas a estas preguntas determinarán ne-

9
 cesariamente la idea que nos hagamos del
futuro de las relaciones sexuales y familia-
res. Con anterioridad a la aparición de la
civilización y de las sociedades de clase, las
costumbres sexuales estaban más diversifi-
cadas. Seria demasiado prolijo analizar
aqui las razones de este fenómeno. Anote-
mos simplemente que esta riqueza apa-
rente oculta una pobreza real: expresa en
realidad la fusión social del grupo tribal.
Más que la universalidad, refleja la ausen-
cia de individualidad. De hecho, sólo uno
de los valores más o menos formulados en
las sociedades primitivas y adoptados en
las sociedades civilizadas, y que tiene una
incidencia sobre las relaciones sexuales, si-
gue en pie: el de la prohibición del incesto.
Con el tiempo, esta norma se ha vuelto
instintiva: el deseo, por lo menos en gene-
ral, ni siquiera aparece entre los miembros
de un mismo linaje. Con esta norma, la
humanidad ha reglamentado y codificado
en el plano social sus intereses como espe-
cie. Asi, el primer valor universal (es decir,
que tiene una constancia histórica), que ha
sido aplicado a las relaciones sexuales no
es simplemente un producto de la selección
natural, sino que también se debe a una in-
tención social, aunque sea una intención
plenamente consciente. De este modo co-
menzó, respecto al instinto sexual, el pro-
ceso que Marx denomina "retroceso de los
limites naturales" (Zurückwelchung der
Natursehranken). Comprobaremos que,
en este caso, el proceso ha sido muy limi-
tado.
A partir del nacimiento de la civilización,
que, repitámoslo, coincide históricamente
con la aparición de las sociedades de clase,
la diversidad de las reglas morales tomó
nuevas formas en el dominio de los con-
tactos entre los sexos. Se produjo una rela-
tiva diversidad entre las diferentes clases y
capas de una misma sociedad. Al mismo
tiempo, la institución del matrimonio ba-
sado en la propiedad privada hizo su apari-
ción, acompañada de la desigualdad social
entre el hombre y la mujer en las relacio-
nes sexuales y familiares. La influencia de
la propiedad privada sobre estas relaciones
determinó la aparición de características
permanentes —presentes en todo el ám-
bito de las costumbres— que, a pesar de su
persistencia, no representan valores huma-
nos universales, ya que están enraizadas en
el proceso de la alineación. La alineación es
la distancia entre la esencia del hombre y
su existencia, el desarrollo de los poderes
materiales de la humanidad en detrimento
de la esencia humana de individuos, capas
y clases sociales enteras. Este proceso se
expresa de múltiples formas en la evolu-
ción de las relaciones sexuales , formas que
varian históricamente. Toda formación so-
cial alienada se caracteriza por el siguiente
rasgo que, dicho sea de paso, no es propio
de las relaciones familiares: en el régimen
de la propiedad privada, la vida está orien-
tada hacia la posesión de bienes. Sólo lo
que está en nuestro poder puede ser consi-
10
derado verdaderamente nuestro. De este
modo, el deseo de poseer se convierte en
un impulso y una motivación fundamen-
tal, no sólo respecto a los objetos, sino
también respecto a las personas. Si una
persona es de mi propiedad, no puede per-
tenecer a nadie más, lo mismo que mi te-
rreno, mi rebaño, mi fábrica o mi casa.
Por consiguiente, la noción de apropiación
se insinúa también en la relación hombre/
mujer. Para evitar malentendidos, precise-
mos que la tendencia a la apropiación que
predomina en las relaciones sexuales y fa-
miliares no debe confundirse con la aspira-
ción —presente en toda relación amo-
rosa— a que la persona que yo deseo, que
yo amo, sea "mia". La confusión debe evi-
tarse aunque sólo sea por esta razón: que el
"instinto" de propiedad es independiente
del deseo y de la emoción. El hombre cas-
tiga a la esposa "culpable" de adulterio y a
su "seductor", aunque nunca la haya
amado ni deseado, simplemente porque es
"suya". Está en juego nuestro "honor"
cuando alguien quiere apoderarse de lo que
es nuestro, tengamos "necesidad" de ello o
no. y sea cual sea el grado de esta "necesi-
dad". Evidentemente, hay que añadir que
la voluntad de apropiación está estrecha-
mente ligada al deseo que inspira la per-
sona amada o codiciada. La motivación de
la apropiación se vuelve predominante en
este ámbito igual que en los demás e in-
fluye profundamente en el propio deseo. El
prestigio del macho exige que posea tantas
mujeres como sea posible, y este prestigio
no hace más que aumentar si dichas muje-
res son "difíciles"; inversamente, el presti-
gio de las mujeres depende del número, y
también del rango social, de sus admirado-
res y pretendientes.
En general, en una sociedad de clases, la
relación no es una relación entre un ser
humano y otro ser humano, sino entre una
persona que ocupa una posición en el sis-
tema ligado a la división social del trabajo,
y una persona que ocupa otra posición en
este sistema. Sólo hay igualdad tilos inte-
resados ocupan una posición análoga en
esta jerarquia socio-profesional. Se trata,
en todo caso, de una igualdad de desigua-
les, ya que no se basa en realidades o valo-
res humanos iguales. Ciertamente, es posi-
ble una igualdad real entre personas que
ocupen posiciones análogas en la escala so-
cial; con otras palabras, las relaciones váli-
das basadas en la igualdad son posibles in-
cluso en condiciones de alienación. Pero en
la inmensa mayoría de los casos, sólo son
posibles entre personas del mismo sexo, y
se trata sobre todo de relaciones de amis-
tad entre hombres. Las relaciones entre
personas de sexo opuesto son, como
hemos visto, desiguales por definición. De
entrada, la mujer no es juzgada según el
lugar que ella misma ocupa en la jerarquia
socio-profesional, sino según la situación
de su padre o su marido. Ha sido preciso
esperar al siglo XIX y al XX para que se
produjera en este campo un principio de
evolución. Las relaciones entre los sexos
están, pues, marcadas por la desigualdad y
reflejan con ello la alienación de la sustan-
cia genérica.
Esta desigualdad es evidente en todos los
aspectos de las relaciones entre hombres y
mujeres. Aparece en el plano propiamente
sexual, ya que la reciprocidad del placer
erótico sólo es un objeto expresa y univer-
salmente reconocido en periodos excepcio-
nales. Se manifiesta en el plano moral, ya
que al hombre se le permite lo que a la mu-
jer le está prohibido. Se perciben también
sus efectos en el plano intelectual y jurí-
dico: en este último caso, la prueba más
flagrante es la diferencia de status jurídico
entre el hombre y la mujer en la vida fami-
liar. El aspecto subjetivo de la alienación es
la aceptación de esta desigualdad; las rebe-
liones se producen generalmente con oca-
sión de revoluciones sociales generales o
como consecuencia de dichas revoluciones
(durante el Renacimiento, en el siglo de las
Luces, al principio del romanticismo, en el
socialismo utópico y, más tarde, paralela-
mente a la difusión del marxismo).
La alienación social general se extiende
también, con otras formas, a las relaciones
sexuales: por mediación de una moral alie-
nada.
Las actitudes centradas en la propiedad
presuponen una personalidad particula-
rista, un individuo que busca ante todo
mantener determinadas condiciones, en
detrimento de los demás si es preciso, un
individuo en el que predominan las emo-
ciones centradas en su propia persona,
como la envidia y los celos, la vanidad y el
egoísmo, el tipo de persona que es incapaz
de mirar las cosas con perspectiva para
considerarse a sí mismo objetivamente, y
que se identifica irreflexivamente con sus
emociones y sus intereses. Paralelamente a
la génesis de esta personalidad particula-
rista, se forma una moral cuya función es
la de canalizar las ambiciones particularis-
tas subordinándolas a exigencias e intere-
ses sociales más amplios. Los imperativos
morales no son puramente exteriores, de
lo contrario no serian morales. El indivi-
duo los interioriza, los adopta como parte
integrante de su sistema, de su código inte-
rior, aunque algunas personas interiorizan
más que otras. La conciencia, en tanto que
"juez interior", es la forma en que el "juez
exterior", es decir la opinión pública y su
juicio moral, se manifiesta en la personali-
dad.
Es evidente que los principios morales de-
sempeñan un papel excepcionalmente im-
portante, incluso en su forma alienada, en
el proceso de humanización en general, y
en la humanización de las relaciones entre
los sexos en particular. Del mismo modo,
es evidente que el antagonismo entre las
reglas morales y las tendencias particula-
ristas del individuo contribuyen por lo
menos tanto a conservar el particularismo
como a humanizarlo.
Nos ocuparemos aqui solamente de las re-
laciones sexuales. Las reglas de la moral
sexual no hacen más que humanizar par-
cialmente al individuo, al tiempo que man-
tienen viva la oposición entre los esfuerzos
particularistas y las reglas morales (que,
por otra parte, pueden ser particularistas).
El deseo de apropiación, los celos y el ego-
ísmo no son eliminados; son solamente ca-
nalizados hacia sectores en donde no en-
tran en conflicto con las reglas sociales o
en donde estos conflictos están más ate-
nuados. Por ejemplo, un hombre que no
puede pegar a su superior, encuentra qui-
zás una compensación golpeando a su mu-
jer. Muchas variedades de sadismo y de
masoquismo calificadas de perversiones
sexuales no son fundamentalmente más
que una salida que posibilita la realización
de un deseo particularista de apropiación
dentro de unos limites permitidos. (Evi-
dentemente, esto no es sólo aplicable a la
sexualidad; basta pensar en el sadismo de
guerra: contra el enemigo, todo está per-
mitido.)
La cuestión de la moral y de las relaciones
entre los sexos plantea, sin embargo, un
problema particular que conviene tratar
por separado. Cuando hemos afirmado
que el tabú del incesto aparece incluso
antes del nacimiento de la civilización,
hemos dicho también que era una manifes-
tación tendente a reducir la parte corres-
pondiente a la naturaleza. Sin embargo, en
las relaciones entre los sexos, este retro-
ceso de la naturaleza aparece de una forma
teóricamente diferente de la que reviste en Con anterioridad a la aparición de la civilización y de las sociedades de clases, las
costumbres sexuales estaban más diversificadas.
las demás formas de contacto humano.
simplemente porque esta relación es la por la represión de este instinto. Sin em- grado de humanización del contacto entre
única entre las relaciones humanas basada bargo, y dado que consideraba las relacio- los sexos reflejaba el grado de desarrollo
en un instinto biológico (natural). La nu- nes sociales alienadas como algo perma- moral, mientras que el mundo cristiano
trición, evidentemente, responde también nente, ni siquiera pensó en la segunda al- invirtió la relación: cuanto más fuerte era
a un instinto biológico, pero el contacto ternativa: la posibilidad de humanización. el poder moral, más se reprimia la sexuali-
humano sólo interviene en ella secundaria- Y sin embargo, algunos aspectos de esta dad. más se la consideraba ideológica-
mente. Por otra parte, por definición (por posibilidäd estaban ya presentes en la mente como algo "bestial". Aunque el acto
naturaleza), el instinto natural que se ma- prehistoria. sexual estaba permitido para la perpetua-
nifiesta en las relaciones entre una madre y Por haber sido durante más de mil años la ción de la especie, el goce erótico, el placer
un bebé pone en marcha una relación desi- principal ideologia rectora de la moral, el sexual y, en particular, el culto al placer,
gual. Más tarde, en las relaciones entre cristianismo ha jugado un papel particular era un pecado acompañado de un senti-
una madre y sus hijos adultos, la parte de en la humanización del contacto entre los miento de culpabilidad. En este sentido, la
la naturaleza es cada vez menos real. En sexos y, al mismo tiempo, en la simple re- moral burguesa ha tomado, al menos par-
nuestros dias, si los adultos se sienten vin- presión del instinto sexual. En este punto cialmente, el relevo de la moral cristiana,
culados a sus madres, ello se debe general- puede observarse claramente la doble fun- sobre todo respecto a las mujeres, al
mente a razones sociales y morales. Dicho ción de una moral alienada. Considere- tiempo que adoptaba, en oposición al cris-
de otro modo, construyen sus relaciones mos, en primer lugar, la humanización. El tianismo, el principio de la desigualdad de
con sus madres independientemente de la cristianismo aceptó y proclamó (aunque, los sexos. El burdel se convierte en una
relación física de parentesco. Y la madre es cierto, sólo ideológicamente) la igualdad institución burguesa, asociada a la mono-
hace lo mismo con sus hijos adultos. Por entre el hombre y la mujer, por lo menos gamia.
el contrario, el instinto sexual es una base ante Dios. Las mujeres son iguales a los No es, pues, casual, que lo que se ha dado
absoluta e inevitable del contacto entre los hombres en el conjunto de los fieles y, a en llamar "revolución sexual" sea una de
sexos. Imposible de eliminar, sólo puede pesar de estar excluidas del sacerdocio, las principales manifestaciones de rebeldia
ser humanizado. pueden acceder a la santidad. Las reglas contra la moral burguesa. La "revolución
Tal es la génesis de la función particular de morales son las mismas: para el hombre y sexual" ha conocido ya varias oleadas,
la alienación moral en la regulación de la para la mujer, la virginidad es una virtud y pero ninguna de ellas ha sido tan poderosa
relación entre los sexos. El hecho es que el adulterio un pecado. (Que esta moral como la que sacude hoy a los movimientos
las reglas morales o bien humanizan o bien apenas haya tenido aplicación práctica es estudiantiles de la Europa occidental. No
reprimen el instinto sexual; no hay una otra historia.) Sin esta igualdad ideal, el se trata, es cierto, de un movimiento unifi-
tercera posibilidad. Freud tuvo el gran me- amor moderno, el amor pasión, no habria cado, sino de la coincidencia entre varias
rito de reconocer el antagonismo entre las existido. Sin embargo, la actitud cristiana tendencias. Sin embargo, es posible distin-
reglas morales y el instinto sexual, y de es- hacia las relaciones sexuales es curiosa- guir dos orientaciones básicas. La primera
clarecer todas las aberraciones provocadas mente paradojica. En la antiguedad, el consiste en elevar al rango de principio

11
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I- J
1"' 14
ideologico lo que siempre ha sido practi-
cado en los periodos de disolución de las
reglas morales; identificación del hombre
con el individuo particularista y exigencia
para el de satisfacción sexual absoluta. De
este modo, las perversiones sexuales, con-
cretamente el sado-masoquismo, cuyo ca-
rácter netamente particularista ya hemos
mencionado, se convierten en ideales. Para
nosotros, sin embargo, la otra orientación
resulta más interesante. Sus representantes
consideran la revolución sexual como uno
de los medios de poner fin a la alienación,
lo que constituye su objetivo. No se con-
forman con proclamar el derecho al placer
de todos los seres humanos (tesis expuestas
por Marcuse en Eros y civilización), sino
que creen sinceramente en la igualdad en-
tre el hombre y la mujer en las relaciones
sexuales. Además, pretenden eliminar de
estas relaciones una de las principales ma-
nifestaciones de la alienación, es decir, la
voluntad de apropiación. Quienes tratan de
alcanzar este objetivo por medio de la re-
volución sexual están explorando las posi-
bilidades de una sociedad humanizada,
aunque su teoría y su práctica comporten
una gran dosis de ingenuidad y en ocasio-
nes de irracionalidad.
Ya hemos indicado que incluso en condi-
ciones de alienación, si bien en casos ex-
cepciones, pueden aparecer relaciones hu-
manizadas entre los sexos. El amor perso-
nal es, aqui, capital, lo mismo que la regla,
desde hace tiempo imperativa, según la
cual el matrimonio debe basarse en el
amor. Esta idea se relaciona con la del ero-
tismo cultivado, la camaradería y la amis-
tad de la pareja (cuyos miembros no son
idénticos), así como con los esfuerzos que
lleva a cabo el individuo para tratar de su-
perar su instinto de apropiación, especial-
mente para luchar contra los celos, de lo
que tanto en la vida como en la literatura
tenemos muchos ejemplos. (Basta pensar
en el Diario de Tchernichevsky: los esfuer-
zos que despliega contra los celos constitu-
yen un importante elemento de su actitud
revolucionaria global.)
Todos los elementos positivos que van en
el sentido del desarrollo del ser genérico
pueden evidentemente adoptar formas in-
humanas y tener, en otros sentidos, una
función destructora. Esto vale también
para la camaradería y la amistad: la cama-
raderia que impulsa a lady Macbeth a iden-
tificarse con su marido no es, evidente-
mente, un buen ejemplo moral. Tampoco
es raro que este género de degradaciones
acompañe al amor. El amor pasión barre a
menudo todos los obstáculos (incluidos los
seres vivos) que encuentra en su camino.
Sin embmbargo, no es la propia pasión,
sino las ideas preconcebidas y el sistema de
prejuicios enraizados en el espíritu hu-
mano, los culpables de interponer obstácu-
los en el camino de la pasión (por ejemplo.
en Racine, la razón de Estado en Bérénice,
o la naturaleza posesiva de la pasión en Fe-
dra). El amor tampoco es independiente
del marco social y humano en el que nace:
el individuo se enamora generalmente de
aquellas personas que pueden satisfacer
sus intereses. En una sociedad de clases, es
un hecho excepcional que el amor atra-
viese las barreras sociales. Un buen ejem-
plo de ello lo tenemos en la obra de Ber-
nard Shaw Widower's houses. Las relacio-
nes amorosas son inseparables de las fi-
nancieras, tanto en el matrimonio —en el
que la mujer generalmente es mantenida
por el hombre— como en la prostitución.
En el siglo XX, el amor se ha convertido
en un hábito social, en un elemento de las
"buenas costumbres" casi "obligatorio".
Con fines lucrativos, la prensa, el cine,
manipulan el amor de la misma forma que
la sexualidad.
El carácter profundo o superficial del
amor no es, evidentemente, más que una
manifestación más o menos profunda del
ser humano. La predominancia relativa del
amor pasión coincide históricamente con
el desarrollo de la subjetividad humana en
su sentido positivo, con el nacimiento del
individualismo burgués moderno (la poe-
sía amorosa moderna es la expresión más
hermosa de este cambio). Cuanto más vale
un individuo (en los planos afectivo, ético
y cultural), más rico es el amor de que es
capaz. Cuando más alienado y pobre es un
individuo, menos vale su amor, más su-
perficial e impersonal se presenta.
Sin embargo, no es posible considerar el
culto al amor y a la sexualidad propios del
siglo XX como el simple resultado artifi-
cial de una manipulación interesada. Lo
cierto es que, en un mundo en el que los
lazos comunitarios se relajan y se rompen,
en el que el individuo se encuentra solo e
indefenso, el amor (y la sexualidad) es el
único vínculo directo y humano que puede
unir a dos individuos. Incluso el amor más
misero tiene algo de la alegría que produce
encontrarse con el otro, alegría que atenúa
o hace desaparecer. al menos provisional-
mente, el sentimiento de soledad y aisla-
miento, lanzando un puente entre dos
almas. De este modo, incluso las relacio-
nes más mercantiles entre los sexos expre-
san una parte de la esencia humana y con-
tribuyen, en cierta medida, a preservarla.
Digamos ahora algo acerca de lo que se ha
convenido en calificar de "moral sexual".
A la pregunta: ¿es un valor duradero la
existencia de una "moral sexual" distinta?,
respondemos con un "no" categórico. Y
no porque la existencia de morales parcia-
les o limitadas (y esto vale tanto para la
"moral profesional" o la "moral política"
como para la moral sexual) sea una expre-
sión de alienación moral. Una gran parte
de la opinión pública sigue considerando
"inmoral" todo aquello que es contrario a
las costumbres sexuales dominantes. El
término "inmoralidad" sirve a menudo
precisamente para designar especifica-
mente la violación de las costumbres que
rigen la sexualidad. Si. por otra parte, exa-
minamos el problema desde el punto de
vista del desarrollo del ser genérico —y
aqui aparece el problema de las tendencias
futuras— resulta claro que, en las relacio-
nes entre los sexos, intervienen los mismos
factores que en los demás aspectos de la
moral, y solamente éstos atentan contra
los valores universales. Forzar la voluntad
de otra persona, inducirla deliberadamente
al error, considerar al otro como un simple
instrumento, anular la vida de los demás,
rechazar la reciprocidad y la igualdad, tales
son las actitudes y los actos que, en los
contactos entre los sexos, violan los valo-
res humanos del modo más irreperable.
Pero es evidente que estas actitudes y estos
actos no constituyen infracciones específi-
cas a las reglas particulares de la moral se-
xual, ya que las mismas violaciones res-
pecto al ser genérico se encuentran en los
demás aspectos de las relaciones humanas.
Nuestra primera afirmación relativa al fu-
turo es. pues, que el sistema particular de
normas que rigen la "moral sexual" desa-
parecerá y que los contactos entre los sexos
serán juzgados en función de los mismos
criterios morales que los demás aspectos
de las relaciones humanas.
Hemos postulado una sociedad futura en
la que no habrá alienación, y prevemos el
fin de la alienación en las relaciones entre
los sexos como en los demás campos hasta
ahora analizados.
¿Cómo vemos estas relaciones? ¿Qué pre-
visiones podemos hacer?
De entrada, la desigualdad social entre el
hombre y la mujer cesará. Esto no signi-
fica, evidentemente, que desaparecerán
todos los tipos de desigualdad, ya que la
desigualdad entre los seres humanos no
puede dejar de ser eliminada en los demás
ámbitos. Por fin de la desigualdad social
entendemos no solamente que la situación
social y las posibilidades que cada uno ten-
drá al comenzar su vida serán las mismas,
sino también que irán atenuándose y desa-
pareciendo poco a poco las diferencias rela-
tivas a caracteristicas que parecen "natura-
les" porque estamos habituados a ellas
desde hace milenios, pero que no son más
que el resultado de la división social del
trabajo, por ejemplo la desigualdad entre el
hombre y la mujer en lo que concierne al
placer sexual y a la elección de un parte-
naire, la actividad intelectual y también
atributos afectivos y morales como la ente-
reza y racionalidad "naturales" del hombre
frente a la dulzura y la afectividad "natura-
les" de la mujer, etc.
Al no estar ya centrada la vida en general
sobre el eje de la propiedad, la idea de
apropiación desaparecerá de las relaciones
entre los sexos. El "otro" no será ya un ob-
jeto de lujo, un trofeo o un medio de con-
seguir un fin. En las relaciones entre indi-
viduos realmente libres, el "otro" será
siempre un fin en si mismo. Una relación
amorosa sólo podrá terminar cuando uno
de los dos partenaires deje de considerarla
necesaria del mismo modo que sólo podrá
nacer cuando exista un deseo reciproco del
13

,Desaparecera la familia tradicional monogámrca, basada en la propiedad privada de
la mujer por parte del hombre? De hecho, su disolución es un fenómeno social del
que va somos testigos.
"otro". Es evidente que el sufrimiento no
va a desaparecer. El deseo y el amor no
compartidos o desigualmente vividos se-
guirán siendo fuente de dolor y, en ocasio-
nes, de tragedia. Pero lo que si desapge-
cerá es el traumatismo provocado por la
frustración del deseo de apropiación. El in-
dividuo abandonado sufrirá, pero su pena
será personal , no será vanidad herida, "ho-
nor" mancillado, sentimiento de haber
sido "desposeido". No habrá ya más catás-
trofes provocadas por una "moral sexual"
distinta, como tampoco existirá el pecado
ni el sentimiento de culpabilidad provoca-
dos por la supuesta transgresión de un có-
digo sexual particular. De este modo. la
14
dad, donde los instintos naturales no pue-
den ser progresivamente eliminados, sino
que deben ser o reprimidos o humaniza-
dos. El individuo no tendrá necesidad de
reprimir sus deseos físicos, los humani-
zará. Ya hemos mencionado los criterios
de esta humanización: igualdad, reciproci-
dad. libertad de opción y negativa a consi-
derar al otro como un simple medio. Así,
pues, incluso una atracción puramente se-
xual puede ser totalmente humana si res-
ponde a estos criterios, del mismo modo
que hoy. el amor más "espiritual" puede
ser inhumano si no responde a ellos. El li-
mite entre lo humano y lo inhumano no
es, pues, el que traza la moral tradicional
(sobre todo cristiana): no tiene nada que
ver con la demarcación entre lo "simple-
mente físico" y lo "espiritual".
Al decir que todos los seres humanos se-
rán capaces de humanizar sus emociones
no estamos afirmando, por supuesto, que
todos ellos amarán o desearán igualmente
y con la misma intensidad. Al contrario,
cada uno humanizará sus impulsos de
acuerdo con los criterios más arriba cita-
dos, y sus impulsos podrán ser muy distin-
tos. Los individuos plenamente desarrolla-
dos no necesitan para nada unas reglas de
-moral sexual" para dar a sus impulsos
una orientación humana. Cada uno sabe
mejor que nadie el tipo de relación o rela-
ciones que más le convienen. Hemos visto
que, antes del nacimiento de la civilización,
las relaciones entre los sexos se caracteri-
zaban por una diversidad extraordinaria.
Esta diversidad se desarrollaba en el marco
de clanes y tribus, por lo que no tenia nada
de universal. En la sociedad futura, esta di-
versidad renacerá, pero esta vez indivi-
dualmente, y con ello se hará enteramente
universal, el modelo individual integrará
directamente la universalidad de la especie
humana.
Hasta ahora sólo hemos hablado de la di-
versidad de los tipos de relaciones entre los
sexos. Conviene también decir algo acerca
del grado de profundidad de dichas relacio-
nes. Como hemos visto, la profundidad. el
valor de las relaciones entre los sexos de-
penden directamente de la profundidad y
del valor general de los seres humanos.
Cuanto más rica es la cultura afectiva, mo-
ral e intelectual, y más universal es el calor
decepción amorosa se convertira en un do- de las emociones, más se enriquecen y pro-
lor digno del hombre. fundizan las relaciones afectivas e intelec-
En un mundo no alienado, que ya no es- tuales en los contactos entre los sexos.
tará dominado por la tendencia a la apro- Las perspectivas que hemos apuntado im-
piación, los individuos dejarán de ser parti- plican, sin ningún género de dudas, la de-
cularistas. La personalidad individual, que saparición del matrimonio monogámico
no habrá sido más que una excepción, se marcado por la alienación, es decir. basado
expandirá por la sociedad. Las reglas mo- en la propiedad. Su versión monogámica
rales ya no le seran impuestas desde el ex- es la que, desde hace siglos, sanciona ofi-
terior a un individuo cerrado en sí mismo. cialmente la cohabitación de un hombre y
La personalidad será capaz de adecuar sus una mujer durante toda su vida. La disolu-
opciones a sus dones propios (aptitudes na- ción del matrimonio monogárnico es un
turales, talentos y emociones) y de huma- fenómeno del que ya somos testigos; es un
nizar sus impulsos en lugar de reprimirlos. hecho de nuestro tiempo. Pero la simple
Hemos visto que esto reviste una particu- disolución de la monogamia no significa
lar importancia en el plano de la sexuali- en absoluto que vayan a instaurarse nece-
sanamente unas relaciones nuevas y mejo-
res. Para lograrlo, se requiere un movi-
miento social que lleve a la supresión de
todas las formas de alienación. Mientras el
hombre y la mujer no sean realmente igua-
les, la disolución de la monogamia impli-
cará, al menos provisionalmente, grandes
inconvenientes para la mujer. A la espera
de que se forme una nueva colectividad
humana verdaderamente integrada, la di-
solución de la monogamia no hace mas
que explicitar, y por consiguiente hacer
más penosa, la soledad, aunque no la acre-
ciente. A pesar de los penosos conflictos
que engendra, consideramos la disolución
del matrimonio monogámico marcado por
la alienación como un proceso que anuncia
a largo plazo un porvenir mejor. Atenúa el
rol de las relaciones de apropiación y de las
relaciones financieras en la cohabitación de
los cónyuges y en las relaciones sexuales
extraconyugales, al tiempo que reduce la
prostitución (esto es particularmente cierto
en las sociedades socialistas). Es cierto que
mientras exista una "división espontánea
del trabajo" (naturwüchsig) [Marx], las
consideraciones ligadas a la propiedad y al
dinero no podrán ser eliminadas de las re-
laciones entre los sexos. Pero la potencia
de la motivación de estos factores puede
atenuarse y efectivamente se atenúa. Los
marxistas del siglo XIX (Engels, Bebe!)
previeron y aprobaron este aspecto de la
disolución de la monogamia alienada. Lo
que Engels y Bebel no previeron fueron los
conflictos y las contradicciones que acom-
pañan a esta disolución,. pues ellos conside-
raban el socialismo como un tipo de socie-
dad compuesto de grupos integrados desde Sólo uno de los valores más o menos formulados en las sociedades primitivas y
el primer momento. adoptados en las civilizadas sigue en pie' el tabú del incesto.
Hemos subrayado en varias ocasiones que
los hombres futuros elegirán las modalida- precio. De este modo, el juicio de la opi- parse de los demás, se abandona a sus pa-
des y la profundidad de sus relaciones indi- nión pública no tendrá como efecto la re- siones. Las charlatanerías seudo-científicas
vidualmente, sin estar obligados a ello y presión de los impulsos individuales, sino y literarias sobre la vida sexual, los conse-
sin que sus impulsos sean reprimidos por su humanización. jos "técnicos" y al mismo tiempo confor-
los tabús de una moral sexual. Esto no sig- Fourier y, después de él, Marx han dicho mistas que se basan en el principio "todo el
nifica evidentemente que el propio agente que las relaciones entre el hombre y la mu- mundo lo hace", degradan a la sexualidad
será el único juez de sus actos. Puede suce- jer son un índice del grado de humaniza- mucho más que el tormento de sentirse
der que el individuo más adelantado tome ción alcanzado por una sociedad. Nos culpable de un erotismo vergonzante.
decisiones erróneas, contrarias a los juicios hemos situado aqui en la perspectiva de (Para que no haya malentendidos, especi-
de valor universales, o que actué ocasiona- una sociedad humanizada que haga posible fiquemos que estas observaciones no se di-
mente contra lo que hay en el de más pro- ---por primera vez en la historia— la exis- rigen en absoluto contra la educación se-
fundamente humano; y por otra parte, tencia de relaciones humanizadas entre el xual!.) De hecho, esta especie de manipula-
nunca los individuos llegarán a estar igual- hombre y la mujer. Pero no negamos (ya ción falsifica a la individualidad, la más
mente adelantados. Habrá siempre, pues, lo hemos dicho al principio de este ar- preciosa de las cualidades en la relación en-
un juez y un juicio, el de la opinión pública ticulo) que es posible otra perspectiva. En tre los sexos, ya se trate de sexualidad, de
de las colectividades basadas en las relacio- un mundo abierto a todas las manipulacio- erotismo o de amor.
nes entre seres humanos . libres e iguales. nes, todo aquello que, hoy, tiende a crear Cuando adoptamos una postura entre los
Sin embargo, esta opinión pública diferirá valores, puede tener un resultado contrario conflictos sociales presentes, estamos op-
de todos los tipos de juicios públicos hasta y nocivo. Si, por ejemplo, la disolución de tando también al mismo tiempo por un de-
ahora conocidos, en la medida en que no se la monogamia o la "revolución sexual" terminado futuro de las relaciones entre
basará en normas particularistas hostiles pueden anunciar un porvenir más hu- los sexos. Optamos por una relación libre e
al individuo, sino que se basará única- mano, pueden también significar el inicio igual —posiblemente individual—, por
mente en la costumbre. Juzgará de acuerdo de una decadencia de los valores que la hu- una relación que, en todos los aspectos de
con cada caso y cada situación. Su único manidad se ha ido dando poco a poco. El la vida humana, esté libre de toda tenden-
criterio será el de considerar si la decisión individuo manipulado a partir de sus moti- cia a la apropiación y se caracterice por su
tomada afecta o no a los valores generales vaciones particularistas puede caer más riqueza, su profundidad y su sinceridad.
tal como se definen al nivel alcanzado en la bajo en sus relaciones con el otro sexo que ( . 1 Originalmente publicado en la Revue Internaba-
evolución del ser genérico, y si al individuo el asceta que reprime sus instintos o que el nat des Sciences sociales, vol. XXI. 1969. rd° 4 Tra-
le ha sido posible no transgredirlos y a que libertino que, ciegamente y sin preocu- duccion de lid.ep barrei

15
 MISERIA
DE NUESTRA
Las quejas de nada sirven. Las explosio-
nes verbales se quedan en ahogos indi-
vidualistas. Las críticas, por profundas y
meditadas que sean, no traspasan el
ámbito de la minoría que, por conven-
cida, de nada se espanta. Vivimos en el
reino del mutuo engaño, de los campos
paralelos y antagónicos, de los terrenos
parcelados que nunca se invaden el uno
al otro, de los consensos tácitos, de los
vergonzantes respetos y los silencios
cómplices. Cada equipo juega en un te-
rreno: todo, las más arriesgadas filigra-
nas están permitidas, siempre que no se
invada el del otro para intentar desalo-
jarle del mismo. Juan Cueto arremete
semanalmente contra TVE: a ésta, om-
nímoda, le resbala. Fernando Fernán
Gómez se queja de la situación que vive
el teatro: los Sancho Gracia, Kikko Led-
gard 1?), el Villamar ex-Fuerza Nueva, si-
guen estrenando. Barral, no es el único,
cierra: Vizcaino Casas anuncia nuevos
engendros. Se clausura por falta de fon-
dos la orquesta sinfónica de Málaga:
pero se inauguran lujosísimos Audito-
riums como ewf Granada donde una vez
al año se cumplirá el ritokial de la mú-
sica. Ya el mundo de las quinielas y el
marathon futbolístico centra conversa-
ciones en pueblos y ciudades mientras
personajes como Pablo Porta continúan
dirigiendo ese turbio negocio al servicio
de unos determinados intereses. En
asépticas y funcionales oficinas se pre-
para la moda de otoño, de invierno y de
la próxima primavera. Habrá que cam-
biar fisonomías en lavadoras, automóvi-
les, colonias, coñacs. A falta de sopas
de yerbabuena, truchas de corrientes
puras, pollos no engordados artificial-
mente, se multiplicarán las pastillas de
sabores múltiples, las hamburguesas y
salchichas de plástico, todo bajo el de-
leznable imperio de la coca-cola. Al tér-
mino de las vacaciones, quienes del Me-
diterráneo vuelven, comentan: este ve-
rano el agua parecía chocolate. El agua
de un mar aterrado que murmura inde-
fenso ante los gigantescos colosos de
cemento y ojos de pez sin vida que le
invaden y cercan. Llora hollín el aire de la
ciudad mientras por sus mil submun-
dos, como ratas acosadas, se esconden
quienes la habitan, deseosos tan sólo
de prolongar cada mañana su vida.
Nunca existió una civilización tan ego-
ísta, tan sin futuro, tan interesada en el
16
ClesioliYA
máximo beneficio personal al más corto
plazo posible aunque eso pueda supo-
ner la muerte no ya del hombre, sino del
propio Planeta. Incluso cuando investi-
gadores como Holger Strohm describen
nuestra asfixia vital, ya nadie se ator-
menta por su impotencia e indefensión
ante lo leido. Sabemos, sabemos que
los automóviles y demás vehículos de
motor de explosión producen el 60% de
la contaminación atmosférica, que un
coche para un viaje de 1.000 kms. pre-
cisa tanto oxígeno como una persona a
lo largo de toda su vida, que un Boeing
necesita 35 toneladas de oxígeno para
realizar un vuelo a través del Atláno. Y
porque sabemos, muchos pregun por
qué la izquieda política en vez de luchar
por la conquista del poder, único móvil
que la guía, no pone el acento en crear
condiciones para transformar esta vida,
para hacer una humanidad distinta...
Porque sabemos, también sabemos,
que una vez en el poder ella misma con-
tinúa alimentando este ciclo destructor,
alienante, rindiendo culto a valores
como los del Estado, Ejército, familia,
orden control ciudadano, dominio sobre
áreas de influencia, mientras sus ciuda-
danos continúan soñando con.., los
malditos bienes de esta sociedad de
consumo que en el fondo ellos aspiran,
un día, a establecer.
El poeta, Artaud, hace cabriolas ante la
puerta de los manicomios donde los
puros son encerrados: "Me gustan los
poemas de los hambrientos, de los
parias, de los envenenados". Y desa-
parece. La vida, mientras, continúa. Ya
se despacharon los rurios mensajes al
Nuevo Papa, salpican muros de ciuda-
des los anuncios contra la droga, se or-
ganizan cruzadas en defensa de la fami-
lia. Cubriendo el expediente de una mo-
ral agujereada, putrefacta, prolongando
—el tiempo que se pueda— la agonía
de nuestra civilización. ¿Qué hacer por,
en defensa, en proyección de la cultura?
Mejor: ¿qué es hoy la cultura...?
Nuestro lenguaje suena arcaico, pero
seguimos utilizándolo. Prolongando pa-
labras inútiles en conversaciones cada
vez menos ambitadas. Viendo como los
jóvenes recurren al ritual de un porro
para así aislarse mejor, olvidar las pala-
bras ya no necesarias, en una comunión
que puede terminar en risas, cantos,
besos o silencios, pero que nada tras-
cendentaliza porque ya nada se necesita
trascendentalizar, porque ese es el
único reducto de libertad que les queda,
impotentes, escépticos, abandonados
por un centralizado poder que sólo
piensa en explotarles o dirigirles, por
una oposición de izquierdas que sólo
desea utilizarles o dirigirles, reduciendo
su mundo a una roca, un trozo de playa
semiescondida, una habitación de esca-
sas luces, donde desnudos se tienden,
los ojos puestos en soñadores profetas
de caminos que a ninguna parte condu-
cen pero que al menos nada les han pe-
dido, hasta quedar dormidos a los
sones de una música, desgarradas
voces que hablan de vomitar las gue-
rras, buscar el amor en lejanas soleda-
des, guerrilleros de ninguna parte, ami-
gos que por encima de un mundo hostil
tienden sus manos... Sintiéndonos, al-
gunos, cada vez más aislados, indefen-
sos, retirándonos a los bosques más
impenetrables, aquellos que por des-
gracia, también sabernos, pronto serán
urbanizados. Nuestras lágrimas se dilu-
yen en el cemento que abraza las ciuda-
des. Nuestras quejas son apagadas por
motores siempre en funcionamiento:
imposible escuchar ya el silencio. Hui-
mos. Construimos nuestros búnkers
medievales, parapetados tras libros,
discos, cuadros, que arrancamos al
fuego de la imagen visual devoradora y
absorbente. A veces intentamos comu-
nicarnos. Un placer descubrir que aún
tenemos lenguaje. Hojas de arbustos,
grillos, existe todavía el camino de San-
tiago, luces parpadeando en montañas
de juguete, palabras, hartazgo de pala-
bras que nos acarician hasta el cansado
éxtasis de la plenitud. Allá en la corte,
en la ciudad, al volver, todavía es nece-
sario volver, en los parpadeos de agoni-
zantes luces preludiadoras del cáncer,
millones de personas, un vaso en la
mano, se atiborran en guiños de local
cerrado y preñado de humo denso a los
sones de una música atronante y enlo-
quecedora o se derrumban ante el ojo
mágico del televisor, sacerdote infalible
de nuestra época. Ni el canto de las me-
tralletas o los gritos populares de tu-
multuosas manifestaciones: sabemos
ya qué se esconde tras los mismos,
cómo serán, aún en el más que hipoté-
tico triunfo, reducidos al silencio, do-
mesticados. Sólo el viejo signo de la
cruz, de la media luna, de lo que sea,
signo al fin, sonde satisfecho, orondo
ante su constante renacer. Allí la iglesia
de Cristo donde el capitalista de traje
occidental, hijos a la mesa y prostituta
consentida y ocultada, esconde bajo la
Sagrada hostia leyes y magistrados or-
denados al mejor servicio del otro Dios:
"¡Oro!... He aquí bastante para convertir
lo negro en blanco, lo feo en bello, lo in-
justo en justo, lo vil en noble, el viejo en
joven, el cobarde en valiente... Este es-
clavo amarillo construye y destruye
vuestras religiones, sienta a los ladrones
en el escaño de los senadores y les da ti-
tu/os y homenajes... Ramera del género
humano..."
Timón de Atenas.
Allí la iglesia que ordena sus textos sa-
grados en el libro de los libros, donde
reyes del Petróleo bajo turbante y túni-
cas multicolores azotan con monedas
de oro a los esclavos que por miles be-
san el polvo levantado por el sagrado
arrastrarse de sus pies.
Allí la iglesia moderna, marxiana, en que
funcionarios eternos representantes de
sus pueblos, sientan las bases de nue-
vos potentes e inquisitonales Estados
buscando más allá de una más justa
distribución de la riqueza, el absoluto
cgml de la mente de súbditos uniforma-
dos para mayor gloria de una humani-
dad unidimensional.
bre se puede amar es que es un tránsito
y un ocaso.
¡Ved los buenos y justos! e A quién es al
que más odian? Al que rompe sus tablas
de valores, al quebrantador, al infractor:
—Pero ese es el creador".
Así hablaba Zaratustra.
Sería bueno despertar una mañana sin
miedo: con una sola creencia, un único
principio moral: Puesto que de todo
dudo, he decidido no mentir más. Más
si no transformo mi hecho cultural en
mercancía, ¿qué hago con él, a quién se
lo ofrezco, quién me va a permitir vivir
en esta naúsea que ahora habitamos?
Tal vez sería una solución: el comernos
la cultura, la heredada, la nuestra, la pa-
sada, la presente; tal vez, por abundan-
cia, nos empacháramos, y al vomitarla,
sirviera de corrosivo, un contaminante
más a mezclar con los que, procedentes
de los cuatro puntos cardinales, y que
del suelo, cielo, asfalto, fábrica, tierra,
mar, ascienden: tal vez el suicidio ur-
gente detuviera la muerte lenta con la
que día a día nos desayunamos, eso sí,
sin pensarlo, hablando de cadáveres
viejos o nuevos que por muertos nada
tienen que ver con la realidad presente.
Sin creer, nunca, en el suicidio.
Vomitando la razón, alumbrando el
sueño, partiendo por todas las carrete-
ras, defendiendo la locura, preludiando
nuevas épocas, gritando con Heine:
"¡Amigos, para vosotros quiero compo-
ner una nueva canción, una canción me-
jor!", insistiendo al joven: no, la solución
no es el suicidio: a quienes buscan e im-
ponen el genocidio colectivo, ofrezcá-
mosle otra alternativa, no encerrada en
manuales o catecismos dogmáticos ad-
ministrados por burócratas políticos
cretinizados y egoístas en el fondo. La
revolución está en vosotros, no tiene
fecha fija, nunca se termina, y tal vez
dentro de veinte años se haga necesa-
ria, huyamos del conformismo, la apa-
tía, el abandono o la violencia suicida,
busquemos la violencia revolucionaria,
hagamos que ésta encuentre un lugar
en la mente del hombre, hasta que sea
ésta la que arrastre a aquél y no a la in-
versa, como ahora ocurre, y el grito co-
lectivo, horrísono y poderoso, tenga
tanta fuerza que hasta los propios avio-
nes se derrumben ante su clamor, devo-
rados por los campos de margaritas, o
salgan disparados a cielos más altos,
donde perdido el control vaguen y va-
guen a ritmo de vals por los siglos de
los siglos.
La cultura no puede ser un texto
muerto. La cultura no puede ser el cadá-
ver en los labios que cada mañana es-
cupen los falsos profetas. La cultura es
la vida, y es precisamente la vida, la
amenazada.

"No me cansaré de oponer a la impe-

riosa necesidad actual que es la de cam-
biar las bases sociales sobremanera va-
cilantes y apolilladas del viejo mundo,
esa otra necesidad no menos imperiosa
que es la de ver en la Revolución veni-
dera un fin, que con toda evidencia seria
al mismo tiempo el de la historia".

Temblorosas escapan las palabras de

Breton desde los textos que pretenden
encarcelarle, reducirle a mera mercancía.
Y cuando alguno de estos viejos y mo-
lestos intelectuales, retirado a sus ceno-
bios medievales, muere, en cualquiera
de los monasterios individuales que co-
mienzan a diseminarse por países de los
cinco continentes, surge un hijo de puta
con el que encima jamás tuvo comuni-
cación y que escribe en retórica buro-
crática su epitafio. Y encima se permite
añadir: fue un combatiente por la justa
causa del pueblo del que era amado.

"El superhombre es el sentido de la tie-

rra.
Diga vuestra voluntad: ¡sea el super-
hombre el sentido de la tierra! ¡Yo os
conjuro, hermanos míos, permaneced
fieles a la tierra. Y no creáis a quienes os
hablan de esperanzas sobreterrena-
leseon envenenadores, lo sepan o no.

La grandeza del hombre está en ser un

puente y no una meta: lo que en el hom-

17
 Con cola,
todas las ginebras
son pardas.
Ahl, en la cola, las ginebras
pierden sus respetables nombres.
Hasta el punto que, para muchos,
cuba libre significa echar libremente
ginebra de la cuba.
Entonces, la cola da sabor
a la ginebra y se vuelve pardilla. (41»
er‘,
4e #
Sin embargo, en los
buenos cubas libres sucede todo lo
contrario: la ginebra da sabor a la cola.
Si tiene paladar para notar la
diferencia y se acuerda del nombre, pida
su próximo cuba libre de Plymouth.
PLYMOUTH
hace el cuba libre de marca.
eek
ROSSEAU Y LA
CONgITUCION
pirdri “t'llt . de, Olas, 1 ,C11110,0, pch,
1,117lb/fin Vlülle, fit, Dio, roda enfermedad. e ()em te
esto de., vs fr . prohrtmlo llamo, al erutbur,?''
Rousseau
Hay coincidencias que le hacen a uno sos
pechar que las coincidencias no existen,
como dice Borges, "algo que ciertamente
iro se nombra con la palabra azar" rige esos
encuentros chocantes entre los simbolos
del pasado, su conmemoración presente y
las consecuencias activas, casi olvidadas de
su ormen, que tienen lugar entre nosotros.
Este es el caso de la encrucijada secular que
ha avecinado en 1978 y en España el bicen
tenano de la muerte de Juan Jacobs) Rous
seau, con sus consiguientes y rituales cele
Inaciones estudiosas, y el nacimiento de
lina nueva Constitución para el Estado. No
es improbable que bastantes de los padres
de la patria que se han afanado Chlti11110
Intente digno do duradera admiración. Se
puede proclamar sin paradoja ni hipérbole
que los próceres atribulados cuya misión ha
sido decretar con minuciosa vaguedad, con
pactado recelo, con equívoco énfasis nues
tra voluntad general en tanto que ciudada
nos del Estado español, son auténticos y
verdaderos hijos de Rousseau, lo cual es un
honor y Fin riesgo pues, como se sabe, el
pedagogo autor de "Emilio" deposito
todos sus vástagos en la inclusa...
Vivimos una epoca en la que la crítica de las
grandes Ideas de la tradición occidental o
su puesta en relación con sus derivaciones
indeseables suele verse convertida en pro
F-esos de intención por la vieja guardia del
racionalismo progresista. ¡Rousseau padre
del totalitarismo y abuelo materno del Gu
lug! ¡Otra herejía de nuevos filósofos que no
son ni filósofos ni Inievosl 'Pero si Jean
Jacques era el alma más fraterna y liberta
oil, el menos autoritario de los hombres.. .1
s bien sabido que no sólo los ideales más
puros del parlamentarismo democrático,
sino también fórmulas mucho más subver
'ayas y radicales se han reclamado en su dia
ile Rousseau: no sólo inspiró a los padres
constituyentes de Estados Unidos, sino
también a Robespierre y a Greco Babeuf, a
Charles Fourier y a Karl Marx... De al pudo
decir en su día Gustave Lanson: "Desde Sll
muerte y durante más de un siglo, todos los
progresos hacia la democracia, la igualdad
y el sufragio universal.. , todas las reivindi
caciones de los partidos extremos que psi
Irían subvertir el futuro, la guerra contra la
riqueza y el privilegio, toda la agitación de
las masas obreras y oprimidas, todo ha sido
Oil cierto sentido obra de Rousseau". Des
pues de estas consideraciones, parece im
posible lanzar sobre Rousseau ningún ana
iistos ultimos meses chapoteando en el tema políticamente descalificador si no es
pantanoso consenso hayan reparado en la desde la extrapolación capciosa, la mala fe
coincidencia e incluso hayan vuelto de vez o la ignorancia. Parece que a nuestros dipu
en cuando sus ojos fatigados de dimitas' lados y senadores constituyentes no les
ciones hacia la silueta solitaria y soñadora Flueda sino felicitarse dala coincidencia que
del ginebrino, en buscado consuelo. No pu les ha propiciado tan Optimo santo del día:
sitian elegir mejor intercesor en el Elíseo ni quizá Franco, con su proverbial clarividen-
acogerse a más adecuado patronazgo. Si cia, programó su muerte de modo calcula -
las modernas asambleas constituyentes de dísimo para facilitar esta simbólica concor-
los Estados democraticos necesitasen el Fil dancia...
timo refrendo filosófico para su empeño y Y, sin embargo, la causa dista mucho de
Fina fuente de legitimidad para sus disposi haber sido sentenciada, por más que lo ore
i-ornes, más alfa de las justificaciones prag !elidan los herederos mil veces aguados de
mancas de cortísimo vuelo que son las que lui Ilustración enciclopedista (cuyos proto
habitualmente parecen contar, no podrían mártires, por cierto, detestaron cordial
remitirse a texto más autorizado e influ- monto al ginebrino). Sin internamos en los
yente que "El contrato social". Ahi se en más recónditos propósitos del pensador ni
cierra el ideal, debidamente inalcanzable, suponerle ninguna colusión consciente con
como corresponde a lo teóricamente per la 'irania y sus modos, que sinceramente
facto, frecuentemente traicionado, cual es aborreció, puede afirmarse y probarse do
suerte común do las nobles Ideas al caer en cumontalmonto quo: id "El contrato so
manos de los políticos, pero inequívoca dat" es el libro clave en el proceso de in
19
 teriorización racional del poder separado
que constituye el Estado moderno, y
b) en él se encuentran las claves no del
El gran drama español totalitarismo sin mes, sino del proceso
totalizador que lleva al reforzamiento e
hipóstasis fetichista del Estado, proceso
del que hoy vivimos fases avanzadas pero
EL VALLE probablemente todavía no las últimas. Por
cierto que todo parece indicar que las pre-
ferencias personales de Rousseau se orien-
DE LOS CAIDOS taban en dirección muy distinta, lo cual
puede servir de consuelo a los hagiógrafos
que tratan de salvar a los grandes hombres
de la ganga cruel e imprevisible que arras-
tran sus obras, aún a costa de mutiladas de
Carlos Rojas su riqueza. Y nuevo saludo a nuestros re-
presentantes parlamentarios, sumidos en
su fatigoso empeño legislador: la huella de
Rousseau no les llega a través de Babeuf,
de Fourier ni siquiera de Marx, sino mucho
más directamente, pues remedan más o
La corrupción de la España menos caricaturescamente al personaje
más misterioso del "Contrato Social": al le-
gislador, que no es pueblo soberano, ni bu-
de Goya y Fernando VII rócrata ejecutivo, ni buen salvaje primige-
nio, pero del que se postula que sería muy
y la lenta muerte conveniente que perteneciera a la estirpe de
los dioses. Vamos a hablar un poco de todo
esto.
de Francisco Franco la ambiguedad de los planteamientos so-
ciopolíticos de Rousseau comienza en una
se imbrican y entreveran cuestión previa al establecimiento del pacto
social propiamente dicho, allá en el desfila-
dero borrascoso que une a éste con lo es-
en un solo eterno peculado por Jean Jacques en sus primeras
obras. "Gracias, señor, por vuestra nueva
drama histórico español. obra contra el género humano. Leyéndola le
entran a uno ganas de andar a cuatro patas,
aunque yo perdí hace sesenta años la cos-
tumbre...": con estas cuchufletas no dema-
siado elevadas recibió Voltaire el envio del
- Discurso sobre el origen de la desigualdad
entre los hombres". Allí la cosa parecía
EDICIONES DESTINO clara: la propiedad y la sociedad sobre ella
basada, nacida para garantizarla, son la
causa de la división violenta entre los hom-
bres: la sociedad política —el Estado en su
sentido más amplio— "aplicó nuevas ata-
duras al pobre y dio nuevos poderes al rico.
destruyó irrecuperablemente la libertad na-
tural, fijó eternamente la ley dala propiedad
y la desigualdad, convirtió la astuta usurpa-
ción en derecho inalienable y, para ventaja
de unos pocos individuos ambiciosos, so-
metió la humanidad entera al trabajo, la es-
clavitud y la miseria a perpetuidad". El ba-
lance no puede ser más negativo y por con-
traste el hombre "natural" queda ideali-
zado, convertido para la posteridad en ese
"buen salvaje" que llevará el apellido del gi-
nebrino como adjetivo calificativo. Claro
está que, al final del "Discurso", Rousseau
admite que él no puede volver a la selva a
comer bellotas ni prescindir de leyes y ma-
gistrados, por lo que deberá atarearse en
reformar esa sociedad de la que no sabe
prescindir. Ahora bien, eso sí, conservando
siempre un sano desprecio por todo el an-
damiaje social y una explícita veneración (y
secreta nostalgia) por ese estado de natura-
leza que ya no existe, que quizá nunca exis-
tió ni podrá existir, pero cuyo mito nos ilus-
tra decisivamente sobre la naturaleza del
Estado en que vivimos...
El - Discurso sobre la economía política",
escrito para la Enciclopedia, y sobre todo el
"Contrato Social" son parte de esta opción
de Rousseau, civilizado malgré l ui, por la
20
reforma de la institucion politica que tiene
que soportar. Pero al decidirse a esta em-
presa positiva, el tono cambia y hasta pa-
rece que se hace de necesidad virtud, pues
la sociedad que ha de reformarse se pre-
senta ahora no como un mal irrevocable
cuyo alcance hay que paliar como se pueda,
sino corno un gran bien pervertido por cier-
tos abusos y por pasiones demasiado...
¡naturales? De este modo, al hablar del Es-
tado civil en su obra principal, nos dirá: "(El
hombre) aunque se priva en este estado de
varias ventajas que le ofrece la Naturaleza.
gana otras igualmente grandes: sus faculta-
des se ejercitan y se desarrollan, sus ideas
se amplían, sus sentimientos se ennoble-
cen, toda su alma se eleva hasta tal punto
que, si los abusos de esta nueva condición
no le degradaran a menudo por debajo de
aquella de la que salió, debería bendecir
constantemente el dichoso momento que le
sacó de ella para siempre y que de un ani-
mal estúpido y limitado, hizo un ser inteli-
gente y un hombre". Al autor del "Discurso
sobre la desigualdad" no le hubiera sido di-
fícil, si se le hubieran entonces hecho estas
reflexiones, mostrar la petitio principii que
encierra tal modo de argumentar. Pues, en
efecto, las facultades que se desarrollan y
las ideas que se amplían, así como la no-
bleza y elevación de alma que se alcanzan,
sólo són útiles, provechosas o preferibles
desde la óptica misma del Estado civil
que irremediablemente las provoca: el
hombre civilizado debe bendecir el mo-
mento en que dejó de ser animal estúpido y
se hizo inteligente porque ya no se siente
capaz de vivir de bellotas en la selva y nece-
sita sofisticadas dotes intelectuales y enno-
blecedoras normas para bandeárselas con
las leyes, magistrados y restantes institu-
ciones que se le han hecho fatalmente im-
prescindibles. Pero Rousseau continúa pre-
cisando aún más: "Reduzcamos todo este
balance a términos fáciles de comparar. Lo
que el hombre pierde por el contrato social
es su libertad natural y un derecho ilimitado
a todo lo que le tienta y puede alcanzar: lo
que gana es la libertad civil y la propiedad
de todo lo que posee. Para no engañarse en
estas compensaciones, hay que distinguir
bien la libertad natural, que no tiene otros li-
mites que las fuerzas del individuo, de la li-
bertad civil, que está limitada por la volun-
tad general, y la posesión, que no es más
que el efecto de la fuerza o el derecho del
primer ocupante, de la propiedad, que sólo
puede fundarse en un título positivo". Así
resulta que lo que se gana al pasar del es-
tado de naturaleza al Estado civil es preci-
samente aquello que constituye el Es-
tado civil: la propiedad y las normas lega-
les que la garantizan y defienden. Lo que se
gana es la propiedad y de esa hecha todas
las posesiones "naturales" (incluida la pro-
pia vida y el propio cuerpo, también la pro-
pia fuerza o el propio ingenio) se convierten
en propiedades y necesitan el respaldo de
un derecho positivo, en el que la voluntad
general sustituirá a la necesidad natural...
Aquel bribón que. según se nos contaba en
el "Discurso sobre la desigualdad", se atre-
vió un día a cercar un campo y decir ésto
es mío a crédulos oyentes, resulta ser
ahora el mayor benefactor de la Humani-
dad, cuyo nombre desconocido —Nadie—
deberíamos bendecir día y noche.
Pero sigamos rastreando qué es lo que

Las leyes son siempre utiles a los que poseen y perjudiciales a los que nada tienen
realmente se gana cuando se conquista la
sociedad civil. Leamos ahora unos párrafos
del capítulo "De la sociedad general del gé-
nero humano", incluido en la primera edi-
ción del "Contrato" y suprimido de las pos-
teriores, en el que se encierra una réplica al
artículo "Derecho natural", escrito por Di-
derot para la Enciclopedia. Lúcidamente,
Rousseau descarta que lo que una a los
hombres sea una especie de vaga benevo-
lencia universal de unos para con otros;
más bien los acerca el sentimiento de la
propia debilidad, surgido por lo desaforado
de pasiones y apetitos que los alejan de la
sencillez natural. "El sentimiento de nuestra
debilidad proviene más de nuestra avidez
que de nuestra naturaleza: nuestras necesi-
dades nos aproximan a medida que nues-
tras pasiones nos dividen; y cuanto más
enemigos nos hacemos de nuestros seme-
jantes, menos podemos prescindir de
ellos." Ciertamente, esta unión en la debili-
dad sólo puede beneficiar a quien aún con-
serva suficiente fuerza propia como para
poder ser ayudado, mientras que la coope-
ración social hundirá aún más rápidamente
al definitivamente debilitado: "La sociedad
general, tal como pueden engendrarle nues-
tras necesidades mutuas, no ofrece, pues,
una asistencia eficaz al hombre que ha lle-
gado a un estado miserable, o al menos no
da nuevas fuerzas sino al que tiene ya de-
masiadas, mientras que el débil, perdido,
asfixiado, aplastado por la multitud, no en-
cuentra asilo donde refugiarse ni apoyo en
su debilidad y acaba por perecer víctima de
esa unión engañosa de la que esperaba su
felicidad. - Ahora bien, la cosa ya no tiene
remedio: la luz de la Naturaleza, que nos
guiaba en perfecta independencia y plena
dor social no puede ser otra que hacer ese
todo lo más coordinado y ajustado posible,
es decir, lo más homogéneamente total que
imaginarse pueda.
¡Cuál es, en esencia, el pacto social que in-
troduce a los hombres en la sociedad civil?
El que puede expresarse en los términos si-
guientes: "Cada uno de nosotros pone en
común su persona y todo su poder bajo la
suprema dirección general; y recibimos en
corporación a cada miembro como parte
indivisible del todo". La corporación política
así formada se llamará Estado cuando es
pasiva y Soberano cuando es activa. A dife-
rencia de Hobbes, Rousseau no permite que
los pactantes entreguen la soberanía a un'
monarca único, en el que cada cual abdica
plenamente de sus derechos individuales
para escapar así a la violencia generalizada
de todos contra todos, no, para él cada
hombre es siempre soberano, incluso a pe-
sar suyo, como luego veremos. Nadie
puede escapar a la propia soberanía, que es
inalienable e incluso indelegable de modo
duradero, pues el pueblo no puede compro-
meterse a obedecer simplemente a quien ha
elegido, ya que este acto le anularía como
tal y destruiría el cuerpo político: "como la
soberanía no es otra cosa que el ejercicio de
la voluntad general no puede ser nunca ena-
jenada y el soberano, que no es más que un
ser colectivo, no puede estar representado
más que por él mismo". De aquí vendrán
después las criticas del ginebrino al entre-
guismo de los ciudadanos y su pasividad,
que les hace dejar los asuntos públicos en
las manos, cuyo número se restringe gra-
dualmente, de los "especialistas". Con este
disponibilidad, ya ha dejado de asistirnos, soberano colectivo, ya no hay peligro de
"la paz y la inocencia se nos han ido para que el ciudadano sea nunca pisoteado en
siempre, antes de que gustáramos de sus sus derechos y por lo tanto no es necesaria
delicias". Y sin embargo, no debemos hacer ninguna restricción del poder ni hay lugar a
concesiones a la nostalgia, pues en ese pa- ninguna protección especial del individuo:
raíso hubiera seguido faltándonos algo "Como el soberano está formado única-
esencial: "Si esa perfecta independencia y mente por los particulares que lo compo-
esa libertad sin regla hubieran permanecido nen, no tiene ni puede tener interés contra-
unidas a la antigua inocencia, habría habido rio al de éstos; por consiguiente, el poder
siempre un vicio esencial y nocivo para el soberano no tienen ninguna necesidad de
progreso de nuestras facultades más exce- garantía ante los súbditos, porque es impo-
lentes: la falta de esa coordinación de las sible que el cuerpo quiera perjudicar a todos
partes que constituye el todo. La tierra sus miembros; y luego veremos que no
estaría llena de hombres entre los que no puede perjudicar a ninguno en particular. El
habría casi ninguna comunicación; nos to- soberano, por el simple hecho de ser, es
caríamos por algún punto sin estar unidos siempre todo lo que debe ser' lel subra-
por ninguno; cada cual permanecería ais- yado es mío. F.S.) De modo que, como en
lado entre los demás, cada cual pensaría Hobbes, el soberano es absoluto y no cabe
solamente en sí mismo; nuestro entendi- prevención legítima del particular contra él,
miento no podría desarrollarse; viviríamos pero claro, aquí todo el mundo forma parte
sin sentir nada, moriríamos sin haber vivido; del soberano. En cambio, habrá que instru-
toda nuestra felicidad consistiría en no co- mentar leyes que resguarden al soberano de
nocer nuestra miseria; no habría ni bondad una posible voluntad desviada de sus súb-
en nuestros corazones ni moral en nuestras ditos; y aquí viene un pase de prestidigita-
acciones, y no habríamos gustado jamás el ción decisivo en la interiorización del Poder
más delicioso sentimiento del alma, que es separado. En cada individuo humano se
el amor a la virtud". La segunda mitad de contraponen dos instancias, es decir. valga
esta cita reincide nuevamente en el ya se- la paradoja, el individuo está dividido: por
ñalado procedimiento de deplorar como ca- un lado es ciudadano y por otro es súb-
rencias del estado natural la ausencia de dito. En cuanto ciudadano, forma parte del
aquellas virtudes que sólo lo son desde la soberano y suya es la decisión sobre lo so-
perspectiva de esa unión en la debilidad que cial; en cuanto súbdito, debe cumplir los
es la sociedad civil; pero la frase que me he deberes que le impone el soberano y acatar
permitido subrayar apunta algo más intere- su autoridad. El ciudadano no puede tener
sante y original: lo que conquistan funda- otro dictamen que la voluntad general: ni si-
mentalmente los hombres al pasar del es- quiera es fácil saber en qué sentido puede
tado de independencia y libertad primige- decirse que la voluntad general es la suya,
nias al de la propiedad y la ley civil es la po- puesto que está tan obligado por definición
sibilidad de sentirse partes coordinadas de a tenerla como los cuerpos a someterse a la
un todo. Es obvio que la tarea del reforma- ley de la gravedad. Pero en cuanto súbdito,
21
 r r rairderia discrepar: el dadelailarsi
iista sometido a la rardin, pero el súbdito se
iima llevar lo puede dejarse llevar) por las
prisiones y quizá su voluntad particular dis
opa de la general; quizá piense que lo que
r lana con el pacto m) compensa lo que
'Horda O 110 titilara aprovechar el contrato
sismil más quo, on lo que tiene de Ventajoso
' para él. En una palabra, el súbdito rebelde
se diem arrastrar por la voz no totalmente
domeñada (ir, 141 indepondoncia natural y,
rnincsilbo, quizá de la inoconcia... El sobe
rano dolio lanar medios COaC tivos para
ontrolar rior la tuerza estas discrepancias;
NO), LUADES quien so n'aguo a obodecor a la voluntad
romeral, será obligado a ello isir el resto del
titerpd, social, "lo cual aclara Rousseau,
contundontenterite no significa otra Cosa
sino que so lo obligara a sei libro'. A di?,,
\ Ima Maliler macla titi la libertad natural, que doperulia
(IUSFAV MAIII 11Z. do las fuerzas, azaros y ocasionas peculio
RI('IÎFRI)OS ros, la libertad civil es obligatoria: sor hom
Me civilizado, súbdito y ciudadano, os den
(' \R1AS at la obligación do ser propietario y libro.
Paro asta Cine:cien lui r !ros Honore, la libo,
tild 110 viono do fuera, sino do nuestt O pro
111d soberanía: se nos 'oprime nuestro
1 ugenio Trías nombre, din nombro de algo quo es más yo
que yo IniS1110. El súbdito roboldo, al sentir
1 \ M1.1M()RIA la quemadura del castigo, salo do su ca
1 , 110)11,\ 1)1 ; LAS ;Joma gritando, como el cíclope migado por
('OSAS un equivoco verbal quo lo desarma: "iNaditi
inri hieref iSoy víctima de Nadiel" Con el
agravante decisivo do que Nadie es ni más
Steplien Colindo ni memos que nuestro nombre secreto
cuando somos Todo.
1 \ 1 SR \ NA 1)1. Dejemos a un lado al (Munido que se sustrae
1 ISNANI)(11)1 It().1 \S a sus obligaciones do súbdito, dejemos a
diste Mr. Hyde y volvamos a su parte buena,
a su Dr. Jeckyll correspondiente: el Muda
1homas dano. Se nos dice que diste no responde
1 A RETORICA sino a la voluntad genoral. Pero, ¡qué es
exactamento la voluntad gonoral? En un
HUMANISMO muy hermoso párrafo del antes citado capi
(La c/i/(uni espaÑola tulo "De la sociedad general dol genero hu
mano'', dice Rousseau: "Dude la voluntad
despues die Orie,i,m) general sea en cada individuo un acto puro
dol entondirnierlto que razona on ol silencio
do las pasiones sobre lo quo el hombre
I (1, de Gonzalo S(11)(1;1110 puedo exigir a su someiante y sobro lo que
QUFVED() su sommanto tamo derecho a exigirlo a él,
(Stile 1.:scrilor y /i/ nadie lo negará." Ahora bien, la cosa no es
lan privada y subjetiva como parece al ex
( ' ritica) ponerla do ese modo, pues debe alcanzar
una plasinación pública en la institución os
total. Además, quizá no sea demasiado
\ au(ores afortunada la inclusión de lit palabra "Doro
II 1N11.10 ISPAN01. cho" en esa del moción, pues rio SO ve clara
mente cómo éste podría prooxistir "natural
I)1'1 1939 momo" a la voluntad general, si son válidos
Vol. \': AR l'U Y los previos presupuestos rousseauruanos.
En todo caso y según una distinción sobra
(11.INCIA damente conocida segundo pase de
prestidigitación que prolonga la división do
Renio() lieves cada cual en un super digo/ciudadano, mi
ego/súbdito y un talento '1,1,0(1o/id/pass,
IN I RODUCCI()N A I.A rial es preciso distinguir mitre la voluntad
SO('101 ()OLA 1)11 general y la voluntad de todos: la segunda
está viciada por el predominio do las pasio
1)1 R1 ( 110 nos par ticulanzadoras, mientras qua sólo la
primera puedo ser considerada oil "acto
puro del ontendimiento". En teoría, la no
Imitad general podria derivar de la voluntad
de todos, pllaS "st se quitan de las volunta
dos parocularos los más y los 1110110S qua Se
ileSiriiyan entre si, queda como suma de las
diferencias la voluntad germral". Pero oso,
cálculo rara vez o nunca puedo hacerso
22
toda Sll deseable pureza. ¡Por que? A causa
de que los individuos suelen agruparse en
tre si según criterios que no son los del
Todo social. He aquí un párrafo sumamento
significativo de la posición histórica dit3
Rousseau: "Si, cuando delibera el pueblo
suficientemente informado, no tuvieran los
ciudadanos ninguna comunicación entro
ellos, del gran número de pequeñas diferen
cias resultaría siempre la voluntad general, y
la deliboración seria siempre buena. Pero
cuando se forman facciones, asociaciones
parciales a expensas de la grande, la voltio
tad de cada una do esas asociaciones re
sulia general en rotación a sus miembros y
particular eri relación al Estado. Entonces
puede decirse que no hay laroos votamos
como hombres, sino solamente tantos
como asociaciones." Estas lineas suporion
un hilan quebradero de cabeza para quienes
se indignan virtuosamente de que pueda
rastrearse la inf Memela de Rete:Sean en los
totalitarismos de hoy: tal como el ginebrino
señaló, lo qiia Conviene al Todo os una so
ciudad de individuos sin comunicación en
Ire si o informados exclusivamente por
iStornos aislados o Ifi entiCOS, equivalentes
trono) al podor que los posee, incapaces de
agrUpar50 an instituciones intermedias que,
plladall obstaculizar el pleno dominio (MI
Estado. Romper las corporaciones de inte
IIISOS r10 tOtalliatilas e iinpedir la toonaCion
do otras motivas es ol primor paso para 1,1
formación dial Estado obsoluto, segun
(mamita la ovolución histórica desde la
Edad Media liasta la Revoldicsin Francesa y
confirma la oxpterioncia de las dictaduras
burocraticas aCtUaleS. So trota de instaurar
la igualdad frente al poder, igualdad en
desposesión frente al centro totalizador del
'p ando. Las agrupaciones intermedias, vis
las desde la racionalización del Todo, de
hender) intoreses privados y aspiran a coo
solidar o reivindicar privilegios. Y todo pri
vilogio equivale a un expolio: tal es lambien
la opinión del marxismo, aunque éste remo
cha a Rousseau quo su ignorancia de la lo
cha de clases lo hizo SL1p011ef 1/118 falsa ho
mogeneidad do intereses en la sociedad.
Los partidos y facciones, según los MarXis
tas, son el resultado político de la existencia
de las clases enfrentadas y la soñada ho
mogeneidad del Todo social sólo se alcan
zara con la desaparición de éstas, Entonces
es de suponer que las votaciones obten
drian, por compensación de las diferencias
de unos átomos con las de otros, la volun
tad general auténtica como media. Pero
Rousseau rlo ignoraba la incidencia del
tor económico y, en cierto modo, daba por
descontado que on un buen Estado este
problema estaría resuelto: "Con los malos
jjobiernos, la igualdad no os más que apa
remo o ilusoria: no sirve más quo para man
tonor al pobre en su noseria y al rico en su
USUrptiCiiin. En la realidad, las leyes son
sieropro útiles a los que pOSaan, y poriudi
Malos a los quo no tienen nada; de donde
resulta que ol estado social sólo os visita
joso para los lombres On tanto quo posean
tOdOS algo y ninguno du dios tiene nada do
más." Podemos aventurar quo Joan
ques creía posible le indoseable, por dos
contado) que so formasen facciones y agro
pm:Iones de intereses no estatales pero no
directamente ligadas a la explotación
económica, sino encaminadas a obstacu
'izar quizá la totalización del poder.11) I
facciones pueden pretender no tanto ha (1110 dotarle de Una CONSUMA() ViNlaille que frecuencia la ripaslOnada retórica de Rous
corso con el poder total como restringir sus sea más pueblo que el pueblo MISMO, que SON', pero muerdo la mano tle su dueño,
atribuciones y competencias, es decir, des stur pueblo invencible, pueblo no sujeto 41 iforlSar (101 Todo social cuya perfecta
ellparSo, priehlo priVild0 (10 la MICIIICIora relnorria (10MOCNIINI POUSS011(1 prop(1(11111,
totalizar y deshomogeneizai la sociedad.
Según Rousseau, esta pugna diversifica Kirelqa 110 p(Iprilm r10 1011111table, no osta Criando se nos informa de las increíbles y
dora acarrea un falseamiento de la voluntad talizable quo se mezcla inextricablernebte tufarada, um tus cualidalos que deben reunir
general que os siempre la .10 Todo, no lo en cada Individuo, E tito illiSelr, cuento se las figuras de ION garantizaren su buen
olvidemos y el predominio do una u otra narrara nuts tarde in otag0111/.1(10 por la funcionamiento? Caeremos en la Semi
voluntad particular, es decir, pasional y par clase proletaria a la que es preciso dotar de ampa de lamentar rioS j1Or la (pan (111MUICia
taistamente interesada. Veamos que solo adecuada conciencia paf a (11,10 rI(I Vaya que entre lo ideal y la 111111IN111 y fan
CIÓ!) propone para corregir este peligro. "contra sus intereses afluimos" y que tam gosa realidad, o Mar( 1,1011 nos corIVOIICOM
Dogma fundamental: el pueblo os bueno, bier) necositara guias y los conseguira... illos de que 11 n110 tal Ilialo SO °Nata Una ra
Pero, ¿quien o que es el pueblo? Ni, los indi guias incansables orr su ilfrIll (10 SKINIcio, 111 cionalizacirin abstracta do la estructura de
vauos af errados a sus privados intereses, cesantes._ Pero sigamos C011 RorrslalaU. poder vigente en la realidad? DOCid Chester
re los súbditos rebeldes .tue se niegan a sin ESOS yeliriS que Mirarlo IINIOSIla se funden ron gire hay dos tipos de idealistas: el do los
libres ciudadanos y deben sor obligados a on tina silueta gigantesca, contramuro (101 que idealizan la realidad y el da los que !viril
ello, ni las facciones y grupos que orinen p1101,10 misrnir in legislador. zan lo ideal. Naturalmente, Si!)! los singar
den sustraer al Todo parcelas de su poder o " Para MISCUNII luto meioros reglas do la so .los los que gozan do mejor prensa, sobro
intentan convertir su particularidad en ciudad ()MI COnvioneri a las riaCioneS, halla todo Oh Li tipoCa - (101111111111C11(10ra " que VI
norma del Todo. Todos estos elementos falla rala inteligencia superior (UN Viera VIMOS, Ahora bien, muchas do las realiza
perturbadores actúan sobre el recto y buen lodriS las paslorrOS de los hombres y que no Monos de lo ideal quo conocernos acabari
pueblo; incluso dentro do cada hombre lu tuviera ninguna do ellas; quo no tuvitur. nin siendo autenticas y nada seductoras uleali
'han el pueblo al que pertenece CorTM .tuna rtilttcitin C011 nuestra non ti y (Ille /aciones ideológicas de luu real, mientras
nión de los santos en la voluntad general Ir) ColloCiOra a fOr1(10, (1(10 SU fidelidad fuera que quizá los ulturlizarlort, de lo real acitberi
con las pasiones disgrogadows y antisocia independiente de nosotros y que, sin ern siendo realizadores de NI ideal roes fiablif.
les. Porque el pueblo es bueno pero malea botito, quisiera ocuparse (le Itt nuestra; en Porque ya que los dioses no se dignan
ble: al pueblo so lo engaña, se le alela do su fin, que, labrandoso Una gloria lejana (Ill el 111,1111(MM dar leyes a los hornbres, serar
rectitud para precipitarle en las tiranas, NONOS() de lOs IlerlipOS, puchera trallilial lionlbrOs los rille las (11CIell, IlOrribreS qua),
Cuando este pueblo engañado o perturbado en Ull 5i(110 y diSf p ilar en otro. Para dar eso si, (Miraran para Si Mismos y SUS (111(s0
por el "ruido" de las pasiones privadas es leyes a los hombres, ha gan falta dioses," El los el prIder omniinorlo, mcontestrulo y
consultado públicamente, no siempre pa..11 n 1 Km lierr110So, corno lo es CrIll apoyad.. um 1.1 Razón Transcenderlial do lo
acierta a expresar la voluntad genoral que
os realmente la suya. Porque "de lo que
procede se deduce que la voluntad general
es siempre recta y tiende siernpro a la utili
dad pública; pero no se deduce quo las ileh
beraciones del pueblo tongan monino) la
misma rectitud, Se quiere sumirme su propio
bien, pero no siempre se ve cual KIS ose
bien. Al pueblo no se le COUOMpe
pero con frecuencia se lo (111)1(113 n 1 y trs sólo
entonces cuando parece que (mimo lo que
ifstä mal''. la Materia escabrosa, no
heno nada de raro quo los razonamientos
.1e1 ginebrino rosbalen tal j)0C0 aquí y allá.
Dejemos du lado el misiono de que pueda
sor ese pueblo onganado pero ruf corrorn
pido, cuya única definición seria la de que
siempre ha do querer para ser lo que os
la voluntad general y lo quo esta
poro frecuentemente rtiernpre? quiere
lo que está mal y sigue a voluntades parir
rolares, Sin dejar, eS0 si, de ser realmente
pueblo duro y puro. Nr) parece fácil remo
triar estas deficiencias populares, (Mes en la
.lernocracia perfecta que Rousseau pro
pugna fuera del pueblo no ;fundo haber
nada socialmente sano...•Y si la misma sal
pierde su sabor._ l Ah, pero voarnosl "El
pueblo, pOr sí MiSrno, quiere siernprO el
Non, poro no siempre lo ve por si Mislilo,
voluntad general es siempre recta, pero li
link-) que la yjllia nO siempre os esclaroculo.
Es preciso hacerle ver las cosas tal como
son, a veces tal como debon parecerle,
mostrarlo el IMOn CM111110 quo busca, or t, .
siervarle il. Itt seducción de las voluntad.,
particulares, acercarle t los unos los lugares
y los tiempos, contraposar la atracción de
las ventajas ;flemudos y sensibles con el pe
Itgro de los malos lomnos y ocultos. Los
particulares qu'erial el bion que rechazan; el
público guano el tfien quo no ve. Todos ne-
cesitan gong s. - l Acabaramosl Las cosas
NI Corno son no siempre parecen como de
Mur parOCOr: hay rufo ocluir al pueblo una liousseau alabando una husa, simbolo del estado de Naturaleza, eso instado "que ya
Mano teórica pari1 que amero, a ser lo (No no existe, que quite nunca existió ni podrii 0%.lif. 1)010 cuyo Mito nos ilustra
OS y no .lerive por error a lo indebido. Hay docisivamonte sobro la naturaleza del Estado en orle vivimos",

23
 Manuel Leguineche Jackie Collins
EL CAMINO Ahora es posible la publicación
en España de sus novelas.
MAS CORTO
"El camino más corto para
EL SEMENTAL
encontrarse a si mismo - escribió (que ha dado ungen a la pelicula
Keyserling da la vuelta al mundo." del mismo titulo, interpretada por
Manuel Leguineche (co autor de su hermana Joan Collins)
LOS TOPOS, cuyo éxito editorial en.
sigue vivo) narra ahora la que dió
esZymel.
en compañia de otros tres
periodistas norteamericanos y un
fotógrafo suizo. con el propósito
de batir el récord mundial de
distancia recorrida en coche. El
viaje se prolongó por espacio de
dos años y mas de 60.000
kilómetros; y el relato constituye
un libro de aventuras entre EL MUNDO ESTA
excitante y salvaje que deja sin
aliento al lector.
LLENO DE HOMBRES
CASADOS.

"La replica británica

a Jacqueline Susan" (Observer)
"Una Harold Robbins femenina"
Dos libros que daran motivo de
(Sunday Times) conversación

argos . vergara e "libros vivos"

RUVISTA REVISTA DE ECONOMIA POLITICA MARXISTA.

MENSUAL Un año de edición española: Mayo 77 - Junio 78.

MONTI ILY
REVIEW "LA 11101N TH1LY
REV ISTA REVISTA
ENSUAL MENSUAL
WAT' I I,Y MONTI ILY MONTHLY
REVIEW REVIEW REVI e;if
15
VOL I /6 marxismo I51/9 Charles Bettelhelm
EL IMPERII5W1110 HOY LUCHA DE CLASES ',eli p se y estado
EL NUEVO
REFORMISMO re,
)f)
EN EL PM.% VASCO
E LOssa AD. m'iliones de teoria politicé
1110fliSt0
CHINA HOY:
EE DU CONTRALOS CAMBIOS POLITICOS
POR QUE EL DERECHOS HUMANOS
NoAM CROMO, ,..Ibi.s,i belbee, h dreng, Y LUCHA DE CLASES
SOCIALISMO E S NERmAN i.11110, i_iordá, i mIlibeed,
*telele, ( y. h. le, • elle wrIght atagonee emweatba

MARXISMO Y GUESTION
NACIONAL PUERTO RICO

Con motivo de cumplirse un alío de su salida se En el último número aparecido, el 1/2 de julio y
ofrece un volumen, encuadernado en tapa dura, que agosto, figuran ACERCA DE LA TRANSICION
recoge los doce números que han apare- SOCIALISTA los siguientes artículos: Lucha de
cido desde mayo del 77 a junio del 78. Se ofrece- clases en la China actual, Charles Bettelheim. Es-
rá a las personas que se suscriban (tarifa anual: trategia económica china: contrastes con la URSS,
ptas. 1.000) al precio de 350 ptas. Su precio de Harry Magda)). Planificación urbana en la URSS
venta normal es de 550 ptas. En el número 12 y China, Larry Sawers URSS orígenes históricos
figura el (ndice general de todos los art(culos apare- de la nueva clase dominante, Paul M. Sweezy.
cidos en dicho volumen. Modelo soviético y eurocomunismo, José M. Vidal
Villa.
Cuando se pregunta a un economista radical donde se ha formado académicamente responde:
"En la única escuela que cuenta: la universidad de Monthly Review".
cor r espondencia Rosellón 282, entlo. 1 a . (revista RAMPARTS).
BARCELONA )37) Tel. 207 35 02
Bueno y lo Justo que antes era monopolio
de los dioses. El legislador soñado por
Rousseau no es magistrado ni soberano;
antes de comenzar a legislar debería abdi-
car de la realeza, como hizo Licurgo, o, aún
mejor, ser perfectamente ajeno a la ciudad
cuyas leyes traza: como nos recuerda Jean
Jacques, muchas ciudades griegas solían
dejar el cuidado de establecer sus constitu-
ciones a extranjeros, cuya mirada sobre los
problemas locales era forzosamente desa-
pasionada. En último término, ya que no
puede reclamar para sí otro poder, el legis-
lador del "Contrato social" se remitirá final-
mente a la divinidad como cimiento de sus
decretos. "Esto es lo que obligó en todo
tiempo a los padres de las naciones a recu-
rrir a la intervención del cielo y a honrar a los tiendo en la teoría y padeciendo en la prác-
dioses con su propia prudencia, a fin de que
los pueblos sometidos a las leyes del Es-
tado como a las de la Naturaleza, y recono-
ciendo el mismo poder en la formación del
hombre y en la de la ciudad, obedeciesen
con libertad y llevasen dócilmente el yugo
de la felicidad pública." Para los obligados a
ser libres y a libremente obedecer, la felici-
dad pública no puede ser sino un yugo... ¡Y
aquí ni siquiera se añade lo de "mi yugo es
suave y mi carga ligera" del cristianismo! La
ley constitucional debe venir de fuera, sea
del extranjero o del Olimpo; el orden de la
Ciudad es transcendente a ésta y pues insti-
tuye la separación fundamental del Poder
repite profanamente la separación por ex-
celencia, la de lo sagrado, aunque en un re-
gistro profundamente distinto y aún
opuesto a la de este.(2) Sólo desde fuera,
desde el Poder separado, pueden los hom-
bres verse como un Todo y adquirir una vo-
luntad que no sea la de la pasión, ni la del
interés ni la de su fuerza propia, sino la de
su renuncia consciente y deliberada a ellas
en aras de un vigor ajeno y expoliador. Sólo
desde el Todo puede racionalizarse esta di-
misión del mando, esta abdicación colec-
tiva y permanente. Y es que la doctrina del
poder político no es más que la justificación
de su separación totalizadora en forma de
Estado: ésto es válido consciente y explíci-
tamente para Hobbes, pero también, como
hemos visto sobradamente, para Rousseau.
Y aquí llegamos al punto esencial de nues-
tro recorrido, al momento en que Rousseau
establece de una manera explícita, inequí-
voca e irremediablemente devastadora la
auténtica entraña del Estado moderno, a
cuya interiorización por vía racional con-
voca todo su tratado político. ¿Qué es lo
que debe conseguir el legislador por vía
constitucional del pueblo a él entregado en
busca de luz y guía? ¿Cuál es la misión úl-
tima de esta suerte de semidiós que, desde
fuera del pueblo o como portavoz de los
designios de la transcendencia divina,
acuña con sus preceptos lo que ha de ser la
auténtica voluntad general? "Tiene, en una
palabra, que quitar al hombre sus fuer-
zas propias para darle otras que le sean
ajenas y de las que no pueda hacer uso
sin ayuda de otro. Cuanto más muertas y
aniquiladas están estas fuerzas, mas
grandes y duraderas son las adquiridas,
y más sólida y perfecta es la institución:
de suerte que si cada ciudadano es nada,
no puede nada sino mediante todos los
demás, y si la fuerza adquirida por el
todo es igual o superior a la suma de las
fuerzas naturales de todos los indivi-
duos , se puede decir que la legislación
está en el punto más alto de perfección
que puede alcanzar." Afirmar que de este
lúcido y atrevido párrafo rousseauniano de-
riva el Gulag o cualquier expresión de auto-
cracia totalitaria moderna, sería sin duda
simplificaría complejidad histórica de modo
intolerable y extrapolar uno de los aspectos
fundamentales del "Contrato Social" con
pleno olvido de los restantes; pero negar
que aquí está el quid del proceso más y
más totalizador del Estado moderno, la de-
cisiva argumentación que justifica la sepa-
ración del Poder y con tal racionalización
marca el comienzo de nuestra contempora-
neidad política, el planteamiento desnudo y
genial de un equívoco que seguimos deba-
tica, negar ésto y convertir sencillamente a
Jean Jacques Rousseau en el traicionado
padre fundador de la democracia auténtica,
orden perfecto contra el que conspiran la
maldad de los hombres o las duras realida-
des económicas, me parece de una estupi-
dez verdaderamente monumental. Ese
hombre privado de sus fuerzas propias, que
ya no puede nada ni es nada sin la coopera-
ción del todo social, al que se le obligará a
ser libre y se le impedirá formar alianzas
tácticas con otros individuos para oponerse
a la totalización y separación del poder no
es quizá el único personaje del "Contrato
Social", pero sí el que parece destinado a
gozar de más larga vida entre los teóricos y
prácticos de la política, sobre todo entre
quienes pretenden encarnar una alternativa
revolucionaria al orden vigente. Por muy
distinta que sepamos a la personalidad de
Jean Jacques Rousseau de cualquier opción
tiránica o de cualquier complacencia buro-
crática, las posiciones que sostuvo en su
obra política no son en modo alguno ajenas
a la génesis de la apología ideológica de ac-
tuales tiranías burocráticas. Aunque no es
menos cierto que también planteó los fun-
damentos críticos que pueden ayudar a re-
cusar el absolutismo totalizador.
¿Y de nuestros padres constituyentes, de
su afanes y de su galvanizado aborto, qué
nos cuenta usted? Pues nada, sino insistir
en que deben aprovechar de algún modo
este aniversario de Rousseau para dotarse
de cierta enjundia filosófica bajo su patro-
nato, ya que parece que no andan sobrados
de politeya trascendental. Ya esperar el re-
ferendum que convertirá definitivamente la
obra de los legisladores —que aquí no pre-
tenden ser semidioses, ni siquiera ángeles
caidos— en voluntad general. El sí se da
por descontado, naturalmente, pues el pue-
blo es recto e incorruptible y no se deja en-
gañar por las facciones disgregadoras.
Estos refrendos populares de los que no
puede salir más que una adhesión fervo-
rosa, pues nadie sabe a ciencia cierta lo que
significa votar no (¿se quiere esa constitu-
ción pero modificada, otra totalmente dis-
tinta o se establece que uno "pasa de cons-
tituciones?) recuerdan un poco ciertos pre-
parativos de los arúspices griegos. En
efecto, como era de mal agüero que los
bueyes que habían de ser sacrificados fue-
sen al ara a regañadientes, se les pregun-
taba ritualmente si daban su aquiescencia al
holocausto; pero antes de hacer la crucial
pregunta, el sacerdote había metido en la
oreja del pobre animal unas semillas o pie-
dritas, de modo que el buey agitase la testa
tratando de librarse de tal molestia: ¿qué
otro signo de jubilosa afirmación hacía falta,
antes de llevarle con paz de ánimo y bond,
ciones divinas al matadero?
Notas
(1) He tratado más ampliamente este tema en di-
versos lugares de mi "Panfleto contra el Todo"
(Dopesa, 1978 1 . Como muestra de la mas Ire
cuente y grosera malinterpretación del tema,
véase este párrafo de la critica que José Jiménez
hizo de la citada obra en "Informaciones" (7 -
sept -1978) y que ni siquiera es el más obtuso de
su reseña: "Con su rechazo continuo de lo social,
Savater afirma terminantemente que explotación
no es lo mismo que desigualdad, pero no advierte
que esta desigualdad social induce necesaria-
mente la explotación. Recurriendo, de nuevo, a
una afirmación meramente especulativa, con
cluye: 'Pueden imaginarse grupos sociales dif e
ranciados y jerarquizados en los que no existe ex
plotación' (p. 72 1 . Pero no cita ni un solo caso
concreto de tales grupos, y cualquier científico
social nos señalará que la plasmación institucional
de las desigualdades sociales conlleva necesaria-
mente la explotación de unos grupos humanos
por otros. Y véanse al respecto las hipótesis que
avanzan hoy en día los antropólogos sobre la apa-
rición de la jerarquía social (que entraña siempre
diferencia de poder, ¿cómo no lo habrá advertido
Savater7) en el paso de las sociedades tribales a
las jefaturas o cacicatos".
Supongo que la más ligera lectura de estas líneas
bastará para descubrir el equívoco que sustentan,
sin que sea preciso siquiera recurrir a la lectura del
capítulo correspondiente del libro comentado,
donde el malentendido posible queda sobrada-
mente aclarado. Repitamos, con todo, breve-
mente por aquello de que hay muchos Jiménez en
este mundo: existe una explotación económica,
una diversidad (o desigualdad) social y una desi-
gualdad de poder. Ningún científico social ni nin-
gún antropólogo las confunden, como compro.
bará Jiménez con sólo que se moleste en fre-
cuentar las obras de 'tales estudiosos. Ninguna
concomitancia necesaria las encadena y se dan
entre ellas diversas relaciones. Lo que yo quería
subrayar en el capítulo incriminado es: a) que
puede haber formas de desigualdad, social no
acompañadas de explotación. como es el caso de
los "grandes hombres" banqueteadores, entre mil
ejemplos de la antropología. b) que puede haber
una desigualdad de poder (jerarquía) sin explota-
ción económica, como precisamente prueban los
datos antropológicos sobre el paso de las socie-
dades pro -estatales a las jef aturas y cacicatos; y
cl que lo que se institucionaliza en el Estado no es
la desigualdad social ni siquiera la explotación
económica, sino la separación del poder que,
donde existe, prima y controla sobre una y otra.
¿Cómo no lo habrá advertido Jiménez?
121 Es interesante la tesis de Marcel Gauchet, para
quien la separación de poder que instaura el Es-
tado brota de la previa separación establecida por
la religión. En su artículo "La dette du sens et les
rocines de l'Etat" (aparecido en Libre, 77-2 1
afirma: "Está claro que no es el Estado quien crea
la exterioridad del fundamento por el que justifica
su separaci6n. No hace más que explotar un re-
conocimiento ya inmemorialmente constituido de
que la ley de las cosas se sustrae al control de los
hombres. (...). Si no hubiera habido esta separa-
ción primera, no habría tenido lugar la aparición
del Estado. A este respecto, es preciso decir que
la religión ha sido históricamente la condición
de posibilidad del Estado. El Estado no ha po-
dido asentarse más que porque ha encontrado
una división, acreditada desde mucho antes, de la
sociedad y de su fundamento." En cualquier caso,
más allá de la discusión del valor relativo de esta
hipótesis, creo que la separación de lo sagrado es
de un orden fundamentalmente diferente al de la
separación de poder estatal, aunque dala institu-
cionalización de la primera pueda derivarse el
fundamento dolo segunda. Sobre lo sagrado, vid,
mi "La piedad apasionada", ed. Sígueme, 1977.
25

JUAN
GOYTISO
NI DI S,N1 AMO ERNESTO PARRA/ FOTOS MARIO PACHECO
La Historia ha demostrado que toda iglesia
tiene su hereje: la de Roma, Lutero; la de
Marx, Bakunin. También la Historia ha testi-
moniado que ambas "instituciones" han
canjeado su capacidad revolucionaria por
la difusión ecuménica de sus ideologías, en
función de una estructura de poder pater-
nalista y represora. Pero existe, además de
la herética, una expresión más contundente
de la crítica: el disidente (vocablo reivindi-
cado por Juan Goytisolo) si bien este oficio,
mezcla de nómada y juglar que se mofa
tanto de una cultura jerarquizada y de logo-
tipos, como de sus modos caducos de ma-
nifestarse (el lenguaje del poder), tiene ya
ocho siglos de antigüedad y no es otro que
el master del goliardo.
El goliardo, frente a la escayolada cultura
oficial, adopta una actitud de saltimbanqui:
fabulador anónimo, opuesto a las estructu-
ras de poder, que reciben su sátira como
objeto unívoco de su poética de la libertad.
El goliardo, en la Edad Media, desarrolla un
bakuninismo avant la lettre, imitación su-
pina del socialismo sin estado, o las formas
deja naturaleza. El disidente —en sucesivas
etapas: Juan Ruiz, Rojas, Blanco White, Va-
lle Inclán— ha ofrecido una actitud revolu-
cionaria sin parcelaciones ni complejos, sin
ortodoxias, sino más bien con la heterodo-
26
lenguaje ocupado y manipulado por la ideo-
1
xia que es irreprochablemente la coherencia
del hacedor y, en concreto, del poeta: de-
sertor de todas las causas.
Así pues, y respetando sus propias claves,
para presentar a Juan Goytisolo evitaremos
el sumario de sus obras (revelación impro-
cedente), los ataques que en periódicos y
revistas haya dirigido contra universos ex-
tintos (el colonialismo y sus consecuencias
saharauis, la voz de Tierno y su ortodoxia),
o las conferencias tergiversadas por los
sordos que las agencias de prensa ahora
llaman enviados.
Juan Goytisolo. Su escritura es la manifes-
tación de una disidencia. Identidad buscada
y que al final, como la del halaiqui: puede
ser cualquier plaza de cualquier zoco, uni-
versidad o diario: territorios trashumados
que este mercanchifle nómada (entre el
lumpen neoyorkino/bostoniano y el de Ma-
rrakesh) interpreta indistintamente como
crítico practicante y fabulador de fortuna,
en medio del corrillo de oyentes felices o
sorprendidos.
Juan Goytisolo: ni Dieu, ni Maitre.
— ¿De qué vías dispone el disidente en
la actualidad? ¿Qué actitudes puede
adoptar?
Cuando titulé "Disidencias" el volumen
de ensayos que reúne mis trabajos literarios
de los últimos años, lo hice por una razón
muy precisa. Mientras traducía la obra in-
glesa de Blanco White me había llamado in-
mediatamente la atención el hecho de que
cuanto Blanco escribía respecto a la Iglesia
y ortodoxia de su siglo era muy similar a lo
que los actuales disidentes de la URSS y
países del Este dicen acerca del monoli-
tismo ideológico de las sociedades totalita-
rias en que les ha tocado vivir. Como las
iglesias católica y anglicana en la época de
Blanco White, la casta que acapara el poder
en la URSS actúa como si fuera eterna, no
quiere verse reflejada en el espejo del
tiempo y descubrir sus arrugas, confunde
su voz con la voz del pueblo, no persigue en
realidad más que la manera de perpetuarse.
La lucha de Blanco y los numerosos disi-
dentes españoles que le precedieron —el
primero y más ilustre de ellos. Fernando de
Rojas— fue ante todo la lucha contra un
logía en el poder, un lenguaje que había per-
vertido totalmente su léxico y su sintaxis:
un lenguaje congehado, vacío, solemne, de
una seriedad litúrgica realmente fúnebre. Un
análisis comparado de las encíclicas papa-
les y los discursos de Brejnev mostraría cla-
ramente este paralelo: la misma pomposi-
dad, gravedad, suficiencia, putrefacción de
unas fórmulas consagradas, gastadas hasta
la médula. Recuerdo que un hispanista so-
viético, traductor al castellano de la "litera-
tura política" de su país, me confió una vez
que su tarea era muy cómoda: para alguien
experimentado como el, resultaba muy fácil
adivinar, a partir de una simple frase, el
contenido del párrafo que le iba a seguir, en
la medida que cada folleto o discurso tenía
un armazón, una especie de esquema de
frases articuladas en las que una arrastraba
fatalmente a la otra, esto es, una especie de
argumento-crucigrama que el traductor se
limitaba a rellenar con muletillas y frases
hechas. Frente a este lenguaje canonizado,
yerto, monopolizado por el poder, el disi-
dente, llámese Blanco White, Bulgakov o
Zinoviev se ve obligado a emprender una la-
bor subversiva y desmitificadora, destinada
a minar el orden semántico impuesto por la
ideología ocupante. En dicha labor, la sátira,
la ironía, desempeñan un papel primordial:
son el arma que emplea el escritor para re-
cuperar el lenguaje, poner al desnudo la pe-
trificación del sistema. apuntar el lado gro-
tesco y ridículo de los pontífices y bueyes
procesionales. Las observaciones de Bajtin
sobre los espacios de libertad del carnaval,
las burlas rabelesianas de la religión oficial y
dogmática se aplican perfectamente a la
actual literatura viva que nos viene de la
URSS —y no me cabe la menor duda de
que, hablando del pasado, Bajtin apuntaba
igualmente, con astucia, a las iglesias políti-
cas de hoy. Volviendo a mi libro: está muy
claro para mí que Rojas fue un disidente
respecto a la vida española de su tiempo:
disidente a la vez tocante a la sociedad que
perseguía cruelmente a su familia y miem-
bros de su casta, y respecto a la tradición li-
teraria a la que tan admirablemente se en-
frenta en "La Celestina". Doble rebeldía,
pues: artística y moral. Si la literatura es, se-
gún la conocida expresión de Pavese, "una
defensa contra las ofensas de la vida", po-
dríamos trazar una historia literaria a partir
de las sucesivas respuestas de escritores
como Rojas, Cervantes, etc. a las situacio-
nes de asfixia que inevitablemente engen-
dran el estado totalitario y el pensamiento
ortodoxo y llegar a la ecuación Escritura =
Disidencia.
— Creo que la postura de disidente, en
cuanto a tí se refiere, está absoluta-
mente definida. Tiempo atrás las lectu-
ras de Gramsci y Rosa Luxemburgo te
han interesado especialmente. ¿Qué ha
supuesto el marxismo, para tí, como ex-
periencia global?
— Mi descubrimiento del marxismo fue
bastante temprano, si se tiene en cuenta el
medio del que provenía y lo que era España
en 1950. Mi hermano Luis y yo asistíamos a
la tertulia literaria del Bar-Club, frecuentada
asimismo por Sacristán y Castellet, y allí se
discutía de marxismo, compromiso político,
etc. Leíamos revistas comunistas francesas
introducidas clandestinamente en España y,
como resultado de ello, una buena parte de
mis compañeros acabaron ingresando en el
PC. Luego, en París, empecé a leer al propio
Marx, Engels y, sobre todo Lukács que fue
desdichadamente, por espacio de cuatro o
cinco años, mi inseparable mentor. Digo
desdichadamente pues aunque su altura in-
telectual esté fuera de duda y no incurriera
nunca, a diferencia de otros intelectuales
ortodoxos, en la demagogia aberrante del
estalinismo, su conservadurismo estético,
su fascinación ante el arte y la literatura
burgueses influyeron en mi trabajo de aque-
llos años: no es casualidad si la peor novela
que he escrito, La Resaca, mereció sus
más vivos elogios, transmitidos a través de
un amigo común. Lukács, como Lenin, con-
sideraba el realismo del XIX como la cum-
bre del arte, y ambos juzgaban la literatura
contemporánea a través del prisma de Bal-
zac o Tolstoi. Uno y otro defendían un con-
cepto anquilosado del realismo, y condena-
ban la vanguardia (basta recordar los ata-
ques de Lukács a Proust, Joyce, Kafka, el
surrealismo) sin comprender en absoluto
que el mundo nuevo en que vivían exigía la
invención, la búsqueda de un lenguaje
nuevo (lo que ellos tildaban despectiva-
mente de formalismo) siendo asi que, muy
al contrario, intentar apresar la realidad
cambiante (la revolución técnica y cultural,
el descubrimiento picassiano del "museo
imaginario" que permite "saquear - el arte y
escritura de todas las épocas y civilizacio-
nes) en el marco de unos cánones estableci-
dos de una vez para siempre es incurrir en
un auténtico caso de formalismo (para mí
no hay nada más formal que el llamado
"realismo socialista"). En estos años escribí
dos o tres ensayos muy lukacsianos que en
realidad tenían muy poco que ver con mi
propia escritura: como ocurre con el no-
venta por cien de los ensayos españoles, no
era producto de una experiencia literaria
personal, sino de una apresurada ingestión
de lecturas mal digeridas
Por fortuna para mí, mis frecuentaciones
posteriores fueron menos ortodoxas. Pri-
mero Gramsci (que leí en italiano, pues el PC
francés se oponía entonces a su traducción)
y luego Trotski y, sobre todo, Rosa Luxem-
burgo, cuya lectura viva de Marx me sigue
pareciendo fundamental. De los autores
contemporáneos el que más ha influido so-
bre mí es, probablemente, Marcuse. Pero
cuando lo leí había abandonado ya mi ads-
cripción exclusiva al marxismo, si por ello se
entiende el hecho de contemplar la totali-
dad de la vida a través del prisma único de
una ideología. El marxismo forma parte hoy
de la cultura contemporánea y, querámoslo
o no, todos nos hallamos impregnados de
él. Pero lo mismo ocurre con una serie de
pensadores como por ejemplo Freud, y no
me considero marxista en el sentido es-
tricto como tampoco me considero freu-
diano. En realidad, ningún sistema ideoló-
gico puede abarcar ni explicar la totalidad
de la existencia del hombre y el mundo sin
convertirse fatalmente en un sistema tota-
litario: el estalinismo lo demostró a las cla-
ras con Zdanov y Lissenko.
En los últimos años, mis lecturas políticas
se han orientado más bien hacia el pensa-
miento ácrata: Fourier, Bakunin, Chomsky.
— El freudomarxismo actual ha echado
mano del esquizoanálisis para calificar a
Bakunin de neurópata e ingenuo. O lo
que es igual: remozar el viejo mote de
Plejanov identificando bakunismo con
decadencia del utopismo. Tan saludable
apreciación resulta tan gratuita como la
del burgués bienpensante que identifica
anarquismo con barbarie. Ahora bien. ¿la
filosofía de Bakunin (entre el antiautori-
tarismo y la antisocialburocracial no de-
viene iluminadora como método crítico
ante los regímenes marxistas en vigor?
— Si nos remontamos a la célebre polerfilca
entre Marx y Bakunin —a la que Cuadernos
de Ruedo Ibérico dedicó recientemente un
número especial de gran interés— compro-
bamos en efecto que si la historia, los he-
chos, han dado la razón a Marx —hoy, casi
un tercio de la humanidad vive en socieda-
des que se autoproclaman marxistas, e in-
clusp el capitalismo ha modificado entera-
mente su rumbo incorporando en sus me-
canismos, por razones de autodefensa, una
serie de elementos sacados del cuerpo de
ideas de El Capital— el futuro pertenece
sin duda a Bakunin. Tanto el capitalismo
"corregido" de las sociedades social-de-
mócratas, como el modelo (o antimodelol
autoritario reinante en la URSS, China,
Cuba, etc, reclaman a gritos una revolución
de tipo ácrata en su doble vertiente indivi-
dualista y comunitaria.
Tomemos las sociedades industriales de
Occidente, económica y culturalmente de-
sarrolladas: los esquemas leninistas, .trots-
quistas, maoístas, guevaristas, etc, tienen
muy poco que ver con las aspiraciones rea-
les no ya del llamado bloque histórico favo-
rable a un cambio social, sino incluso de la
clase obrera propiamente dicha. El econo-
micismo a ultranza de los movimientos re-
volucionarios marxistas los ha aislado de
los deseos y necesidades nuevas de las
masas en la medida en que aquellos no se
plantean, o no se han planteado hasta hace
muy poco, un conjunto de problemas hacia
los cuales los ácratas se han mostrado
desde siempre mucho más sensibles: dere-
chos ciudadanos, libertades individuales,
condena del trabajo enajenado, crítica de la
industrialización como presunto agente li-
berador del ser humano, feminismo, de-
fensa del hábitat natural, denuncia del con-
sumismo, etc. Como nos muestra el actual
ejemplo español, hasta los grupos marxis-
tas o marxista-leninistas más cerrados em-
piezan a sufrir un saludable contagio del
virus anarquista.
En la URSS y países del Este, la "contami-
nación" es todavía más clara. La jerarquiza-
ción del poder, el monolitismo ideológico, el
dualismo entre dirigentes y dirigidos, la ne-
gación de las libertades y derechos más
elementales otorgan a la lectura de Bakunin
un carácter profético. Por no haber to-
mado en cuenta sus advertencias, el pa-
raíso creado por los partidos marxista-leni-
nistas en el poder se ha transformado en
algo totalmente distinto de lo previsto: tras
el espejismo del hombre nuevo (concepto
que, por otra parte, huele fuertemente a
cristianismo) lo que ha surgido es la triste
realidad del bárbaro viejo. Los movimien-
tos que brotan y brotarán cada vez con ma-
yor fuerza en estas sociedades (exigencias
de democratización, libertad política e ideo-
lógica, crítica de los líderes, etc.) constitu-
yen igualmente una especie de desquite
póstumo de Bakunin frente a su viejo rival.
Como ha observado Alvarez Junco en el
número monográfico de Cuadernos de
ruedo ibérico, el "socialismo" estatal de
tipo autoritario no puede tentar sino a las
27
 sociedades explotadas y míseras del Tercer
Mundo. A causa de su organización rígida,
casi militar, es la forma más eficiente de sa-
carles del subdesarrollo e ignorancia en que
hasta hoy les mantiene el imperialismo.
Pero una vez logrado ésto —lo que mi her-
mano Luis comparaba hace poco a los pri-
meros auxilios dados a un accidentado— el
llamado socialismo autoritario se ha reve-
lado absolutamente incapaz de mejorar y
transformarse. Lo primero es, desde luego,
dar de comer a un pueblo hambriento (cosa
que el capitalismo no hace en las socieda-
des del Tercer Mundo que explota despia-
dadamente). Pero no hay que olvidar (y ésto
los regímenes de modelo soviético no lo
tienen en cuenta) que los derechos huma-
nos comienzan, y no terminan, con el de-
recho de comer.
— Bakunin decía: "el poder corrompe, y
el poder absoluto corrompe absoluta-
mente". Las experiencias revoluciona-
rias (y en especial en el siglo XX) han de-
mostrado incluso su incapacidad para
mejorar un sistema económico, de modo
que los medios de producción acaban
siendo origen de represión, ¿no crees?
— El marxismo ha denunciado con toda ra-
zón la explotación económica del hombre
por el hombre, esto es, la apropiación de la
plusvalía del trabajador por parte del capi-
tal. pero ignora o descuida en cambio una
expl, existente en el campo de nuestra izquierda.
1,1,11 ,r 1, ''plotacci
litica que lleva a cabo el poder, la apropia-
ción de una parte o la totalidad de las liber-
tades inherentes al ser humano por los re-
presentantes de aquél. Mientras Marx se li-
mita a combatir el capital privado y la ex-
plotación económica, Bakunin, mucho más
audaz y revolucionario, condena al estado,
este funesto usurpador de nuestras liberta-
des políticas, económicas, culturales, físi-
cas, etc.: este monstruo, no previsto por
28
Marx, que decide lo que se puede y no se
puede leer, quién puede y no puede viajar,
cuál es la forma ortodoxa de pensar y hacer
el amor, y un larguísimo etcétera. En el bo-
rrador de un proyectado manifiesto ácrata,
escrito para ser discutido por un grupo de
intelectuales simpatizantes, Francisco Ca-
rrasquer se pregunta por qué es realista
para la izquierda combatir el apetito, tan ex-
tendido, de acumulación de propiedad pri-
vada, y es irrealista, en cambio, combatir el
afán de poder, siendo así que quienes viven
obsesionados por él, los enfermos del po-
der, son sólo, por suerte, un porcentaje mí-
nimo de la especie humana. Razonar de
modo pesimista diciendo "siempre habrá
dirigentes y dirigidos", e-lo es acaso incurrir
en el viejo sofisma de "siempre habrá es-
clavos y amos", "capitalistas y proleta-
rios", por no hablar del argumento ma-
chista que justificaba hasta hace pocos
años el status secundario y oprimido de la
mujer? La sociedad futura podría plantearse
la corrección de las tendencias destruc-
tivas al mando como combate ya las ten-
dencias destructivas del pirómano o del
asesino nato. Sin remontarnos a lo largo de
la historia, y ciñéndonos a lo ocurrido en
este siglo, cualquiera puede comprobar que
decenas de millones de hombres han
muerto por decisiones tomadas por indivi-
duos sedientos de poder: frente a tales he-
chos parece lógico y razonable que la so-
uiabore mecanismos de autode-
fensa. Los crímenes del doctor Petiot, Jack
el Destripador o el Barba Azul de Texas re-
sultan ridículos y artesanales al lado de los
llevados a cabo por Hitler, Stalin y congéne-
res. Dada la extrema dificultad en desalojar
a los líderes una vez que ocupan el mando
—ahí tenemos el ejemplo de Franco, que
murió en la cama— habría que llegar a la si-
guiente conclusión: el mejor modo de im-
pedir que tales individuos se adueñen
del poder consiste en impedir que el po-
der se adueñe de ellos. Este plantea-
miento no es en modo alguno utópico, sino
necesario y apremiante. La humanidad debe
acabar no sólo con los explotadores econó-
micos sino también con los führers, timone-
les, caudillos, benefactores, líderes máxi-
mos. En cualquier caso, coincido total-
mente con Carrasquer cuando dice que.
aunque no se pueda tal vez prescindir ente-
ramente del poder, "la justicia y libertad de
la humanidad ha sido, es y será inversa-
mente proporcional a la cantidad de con-
centración de poder, y directamente pro-
porcional a la influencia de la mentalidad
ácrata en el mundo".
— Existen dos experiencias revoluciona-
riqs recientes, acerca de la china, no se
qué referencias y datos posees, pero
imagino que de la cubana tendrás una in-
formación más amplia. Y, además, has
estado varias veces allí.
— De la revolución china no puedo opinar
por la sencilla razón de que jamás he estado
en China e ignoro la historia, la cultura y la
lengua de este país. He leído algunos libros
sobre el maoísmo, como todo el mundo,
pero ello no basta para juzgar una experien-
cia que afecta al destino de mil millones de
personas. Creo que el maoísmo, como
todos los sistemas "socialistas" autorita-
rios, ha procurado los primeros socorros a
esta enorme masa de "accidentados": les
ha dado de comer y vestir, lo que, si toma-
mos como punto de partida la presunta de-
mocracia burguesa de la India, significa a
todas luces un gigantesco avance (el régi-
men de economía liberal mantiene en cam-
bio a las masas del Tercer Mundo en una si-
tuación de miseria infrahumana). Con todo,
pienso que la izquierda occidental ha proce-
dido a una idealización de la experiencia
maoista, repitiendo los mismos esquemas e
incurriendo en los mismos errores de hace
cuarenta años respecto a la Unión Sovié-
tica. Ahora, cuando a raíz del Informe Jrus-
chev y el consiguiente derrumbe del mito
estalinista, ha abierto por fin los ojos en lo
que concierne a la URSS, gran parte de sus
miembros mantienen una especie de pia-
doso autoengaño sobre China, sobre el he-
cho evidente de que el estalinismo sigue alli
perfectamente vivo y coleando. Destruida la
imagen del paraíso soviético, se obstinan en
forjar la de un paraíso sucedáneo, llámese
China, Cuba, Vietnam (conozco incluso al-
gunos devotos del edén albanés y del de
Corea del Norte).
Los continuos vaivenes de la política china
de los últimos veinte años obligan a sus
desdichados incondicionales de Occidente
a unos extraordinarios ejercicios de gimna-
sia mental, a una serie de piruetas dialécti-
cas que serían grotescas si no fueran,
cuando menos para mí, francamente peno-
sas: la prueba irrefutable de la alienación
Quienes ensalzaban la experiencia de las
Cien Flores tienen que entonar inmediata-
mente desnués el hosanna al Gran Salto
Adelante; los panegiristas de la Revolución
Cultural y denigradores de Confucio, aplau-
dir la reintroducción de los criterios de ren-
tabilidad y proclamar que aquel pensador
había sido calumniado por la siniestra
"banda de los cuatro". Los incondicionales
prochinos demuestran ser excelentes acró-
batas cuando, después de haber puesto por
las nubes a Lin Piao, lo acusan de la noche a
la mañana de traidor: cuando, después de
haber levantado a la esposa de Mao hasta
los cuernos de la luna, deben admitir que se
había confeccionado un traje de emperatriz
y asistía con sus compinches de la banda a
sesiones de cine porno soviético —imagino
que protagonizadas por bragados stajano-
vistas y manuales, expertas heroínas del
trabajo.
Evidentemente, nos encontramos ante un
fenómeno de orden religioso: lo que nos
ofrecen numerosos libros y publicaciones
presuntamente revolucionarios no son ar-
gumentos ni razones sino actos de voluntad
y, sobre todo, profesiones de fe, algunas de
ellas muy próximas al célebre credo quia
absurdum de Tertuliano: como decía hace
poco la viuda de Thorez en un programa de
televisión, el socialismo soviético era para
ella tan claro como dos y dos son cuatro e
incluso dos y dos son cinco.
— ¿Y la experiencia de Castro?
— De la experiencia castnsta puedo hablar
con mayor conocimiento de causa, en
cuanto he visitado Cuba vanas veces, en
fases muy distintas del proceso revolucio-
nario y, a pesar de la escasez actual de in-
formes fidedignos, sigo de cerca, lo mejor
que puedo, lo que allí ocurre. Diré de en-
trada que he defendido, defiendo y defen-
deré siempre la necesidad histórica de la re-
volución cubana. Desde su independencia
de España, Cuba, como la totalidad de paí-
ses de Hispanoamérica, se hallaba some-
tida a una explotación desenfrenada por
parte del capitalismo norteamericano y su
propia burguesía: la corrupción, el analfabe-
tismo, la miseria reinaban en ella como rei-
nan hoy en la mayor parte del continente
(aún en un país rico y dotado de un régimen
democrático burgués como Venezuela, el
pueblo de los "ranchitos" vive en condicio-
nes absolutamente inaceptables). La revolu-
ción de Castro acabó en muy poco tiempo
con este estado de cosas: eliminó las desi-
gualdades más escandalosas de antes, pro-
curó una serie de beneficios sociales inme-
diatos, erradicó el analfabetismo, etc. Es
decir, proporcionó los primeros socorros a
una serie de sectores de la población (sub-
proletariado de las chabolas, campesinado)
que no habían alcanzado hasta entonces el
umbral de dignidad mínimo de los seres hu-
manos. Pero si el modelo autoritario se-
guido por Castro pudo ser la condición
necesaria al progreso del pueblo, hoy es
evidentemente un obstáculo. Como el PC
soviético, el cubano parece totalmente in-
capaz de democratizarse, de abandonar sus
hábitos autoritarios, de procurar al pueblo
otros derechos más allá de los estricta-
mente elementales. Es decir, si Castro ha li-
berado a un gran sector del pueblo de la mi-
seria y humillación de antes, mantiene hoy a
la totalidad de la población en un estado de
perpetua minoría legal, de frustración e im-
potencia en la medida en que controla ab-
solutamente los mecanismos de poder, ha
confiscado la totalidad de derechos políti-
cos, ha impuesto una censura férrea, ha es-
tablecido una policía omnímoda. Las previ-
siones de Bakunin, las advertencias de Rosa
Luxemburgo a Lenin encajan perfectamente
con la práctica social de la revolución cu-
bana: la dictadura del proletariado se ha
transformado en la del partido, la del par-
no saben es que, antes de comprar una pe-
lícula o autorizar un guión le cuento el argu-
mento a Fidel, y si le gusta, pues adelante"
Hablar de democracia, y participación po-
pular en este contexto es una perversión del
lenguaje. Fidel entronca con la tradición his-
panoárabe del caudillo: gobierna a Cuba
como a una finca. Liquidó los latifundios
(entre ellos los de su propia familia) pero
hoy administra uno infinitamente mayor: la
isla entera.
No creo que la degeneración del proyecto
revolucionario cubano obedezca a un deli-
berado maquiavelismo de Castro. La geo-
política explica muchas cosas y en cierto
modo le disculpa. En 1959 el Movimiento
del 26 de julio quería acabar con las carac-
terísticas del subdesarrollo político-econó-
mico que Cuba tenía en común con las
otras naciones del Caribe: el monocultivo, el
ejército como pilar de la vida nacional, el
caudillismo, la dependencia del imperia-
lismo normaricano. Sé, me consta, fui tes-
tigo de los esfuerzos realizados por salir de
este esquema del subdesarrollo en que los
USA mantienen a los países de la zona. Por
eso es muy triste comprobar que, que-
riendo escapar al monocultivo, han vuelto a
caer en él (la explotación corre hoy a cuenta
tido en la del comité central y la de éste en del estado y no de los capitalistas: pero los
la del secretario general, Líder Máximo y macheteros siguen sin poder decidir acerca
Comandante en Jefe, que acumula en sus de la utilización de los frutos de su propio
manos todos los poderes, sin límite ni freno trabajo): que el ejército continúa siendo la
algunos. Es Fidel Castro quien decide de columna vertebral de la nación (la sociedad
todo, absolutamente de todo: desde la cría cubana de hoy es una sociedad en estado
de vacas y fabricación de quesos a lo que de movilización permanente); que Fidel
debe sembrarse y se autoriza leer (sus pa - ejerce las prerrogativas de un verdadero
negiristas citan con arrobo el hecho de que caudillo; y que, si lograron zafarse de las
permitiera en 1966 la primera y única edi- garras del capitalismo norteamericano, ha
ción de Paradisol. A principios de los se- sido para caer en la dependencia política,
senta, recuerdo que lanzó la idea del "cintu- económica e ideológica de la Unión Sovié-
rón de la Habana": había que sembrar café tica. Insisto en que los sectores menos fa-
alrededor de la capital en lugar de tener que vorecidos de la población en la anterior so-
ir a buscarlo a Pinar del Río. Era un época de ciedad han salido ganando con el cambio.
gran entusiasmo popular y la gente se Pero el esquema autoritario de la revolu-
apuntaba para plantar después del horario ción bloquea hoy cualquier posibilidad
habitual de trabajo: un verdadero desplie- de mejora más allá de la esfera social y
gue de energía, voluntario, espontáneo. Yo económica más elemental. El pueblo ha
estaba muy impresionado por este esfuerzo aprendido a leer, pero para ser sometido a
colectivo y recibí una verdadera ducha de una mentalización sin precedentes: la cen-
agua fría cuando Carlos Franqui me advirtió sura es bastante más severa que la que
confidencialmente que el café no crecería existía en España durante los últimos quince
allí jamás, porque no era aquella una tierra años de Franco. Las revistas literarias son
idónea para sembrar cafetales. El es de ori- de un nivel ínfimo, las tribunas de discusión
gen guajiro, y sabía de lo que hablaba. Le marxista han sido clausuradas. Como en
pregunté entonces por qué malgastaban Alemania del Este, el régimen fabrica ex-
tanto tiempo, entusiasmo, energía por una celentes deportistas, pero ha acabado
empresa condenada a fracasar (cosa que con los pensadores. El desarrollo muscu-
efectivamente sucedió: dos años después lar ha coincidido con la atrofia cerebral.
nadie hablaba ya del "cinturón de la Ha- Esto está más claro que el agua, aunque por
bana" y para suplir la baja espectacular del A o por B muchos se obstinen en no verlo ni
trabajo voluntario hubo que resucitar leyes quieran enterarse. Yo, por mi parte, apoyé a
contra la ociosidad y vagancia muy simila- la revolución cubana cuando había que apo-
res a las que existían en tiempos de la colo- yarla, y dejé de hacerlo el día en que com-
nia): y Franqui me respondió con una son- probé que había pasado a ser un freno y no
risa: "Es una decisión personal de Fidel. el motor del progreso del pueblo.
jluién le cuelga el cascabel al gato?" Por
— En repetidas ocasiones tanto el radi-
las mismas fechas —para citarte otro ejem- calismo de Moscú como el de Cuba han
plo— el director del ICAIC, Alfredo Guevara,
definido con claridad y contundencia su
a quien yo había manifestado mi preocupa-
postura ante el disidente o cualquier ini-
ción por los ataques de que era objeto por
ciativa de rebelión (Hungría. Checoslo-
parte dél antiguo núcleo directivo del PC
vaquia). La capacidad revolucionaria en la
cubano (Blas Roca, Vicentina Antuña, etc.) izquierda parece estar literalmente ex-
en relación a su relativa manga ancha en
tirpada. El paternalismo sustituye a la
materia de proyecciones cinematográficas
critica y la obnubilación resulta el mejor
(había permitido el pase de Ocho y medio
antídoto para ignorar verdades.
de Fellini) me aclaró su política cultural en
estos términos: "Lo que Blas Roca y demás — La autocensura de la izquierda sigue f un-
29
 cionando hoy con una salud envidiable. -- Partiendo del antiautoritarismo, pres- ¿cuál es el balance respecto a esta ini-
Como decía Enzensberger en uno de sus cindiendo de la derecha, que se descali- ciativa revolucionaria?
ensayos "desde hace cincuenta años sub- fica por si sola, y desde una perspectiva
— La experiencia de mayo del 68 fue para
siste en nosotros el hábito de mentir sa- crítica, ¿dónde situarías las bases para la
todos los que la vivimos muy impresio-
biendo que se miente". Las razones de este revolución permanente?
nante: la ruptura de los viejos esquemas
ejercicio penoso son las mismas de siem- políticos, la. irrupción de una nueva proble-
— Situándome, como roe sitúo, en una
pre: no dar armas al enemigo, no desanimar perspectiva optimista, abierta al futuro mática. Para comprender la explosión que
a los compañeros que no "saben", etc. Lo —no conozco nada más derrotista que este se produjo hay que tener en cuenta la con-
único que ha cambiado es su campo de empeño de los partidarios de un socialismo vergencia de dos elementos de signo dis-
aplicación: hoy, por ejemplo, se puede ser autoritario en proponernos sus "paraísos" tinto en el marco de una situación econó-
marxista, comunista, leninista, y criticar sin mica excepcionalmente favorable: Europa
de tipo soviético, chino o cubano con una
complejos la práctica social de la Unión So- vivía en pleno boom, a mil leguas de la si-
especie de fatalismo risueño— creo que mi
viética; nadie o casi nadie se escandaliza ya tuación actual de crisis del capitalismo, en
posición es muy clara: ayudar a aquellas
cuando Ellenstein o Azcárate hablan de la la que la dureza de la lucha por la vida sus-
fuerzas que, en los países industriales de
URSS en términos de antimodelo. Pero el cita la angustia de perder el empleo, el
Occidente entre los que figura España, lu-
tabú se ha desplazado a otros países, otras miedo al paro y hace que la clase obrera, e
chan por una transformación político-social
áreas: para unos es Cuba, para otros China, incluso un gran sector de los universitarios,
desde una perspectiva socialista y libertaria;
para algunos Vietnam... Cuandos los tribu-
apoyar la necesaria revolución política que vacilen mucho antes de decidirse a accio-
nales soviéticos condenan por motivos gro-
acabe con las burocracias totalitarias del nes de tipo radical, contestatario. Había por
seramente falsos, a un disidente como
Este: sostener, en una primera fase, los re- un lado el movimiento estudiantil, secun-
Guinzburg, asistimos a una verdadera tem-
gímenes socialistas autoritarios del Tercer dado por la mayoría de la juventud e incluso
pestad de protestas en las filas socialistas o
comunistas de los países de Occiden
te.
Cuando un tribunal cubano condena a 29
años a una mujer de un pasado revoluciona-
rio ejemplar como Martha Frayde, en razón
de su desacuerdo político, pero acusándola
falsamente de ser agente de la CIA, nadie
dice palabra. Para el inefable Tierno Galván,
las autoridades cubanas "respetan hasta el
máximo las libertades humanas". Este há-
bito de ocultar la verdad, la izquierda lo
tiene metido hasta el tuétano. "Camp de
l'arpa - publicaba recientemente una carta
de Orwell explicando la censura de que fue
objeto en la prensa socialista inglesa
cuando quiso contar lo ocurrido en España
con el POUM: incluso su editor se negó a
publicar su "Homenaje a Cataluña". Esto
ahora choca, porque hasta el propio Carrillo
lamenta el sectarismo antitrotskista de
aquella época. Pero la autocensura se man-
tiene con respecto a realidades contempo-
ráneas muy semejantes. Cuando K.S. Karol
escribió su libro sobre Cuba, pasó varios
años sin encontrar un editor de lengua cas-
tellana y, cuando al fin salió en España, la
prensa de orientación izquierdista guardó
un completo silencio. La necesidad de pre-
servar la pureza del mito castrista le cerró
todas las puertas, como se las cerró a Or-
well en 1937 la necesidad de no manchar la
imagen del Frente Popular. El mismo razo-
namiento miserable contagia a la casi totali-
dad de la clase política: los dirigentes socia-
listas de los años treinta creían o fingían
creer en el contenido dalas actas de acusa-
ción de los procesos de Moscú contra Buja-
rin y otros líderes revolucionarios; Felipe Mundo en la medida en que su esquema muchos obreros jóvenes, y por otro, la
González cree o dice creer a los gobernan- —que de hecho es una solución de facili- clase obrera tradicional, cuya acción instan-
tes de Argel cuando le cuentan que Ben Be- dad— favorece el progreso del pueblo; una tánea y masiva, al margen de sindicatos y
lla no está preso, sino que se halla volunta- vez logrado este objetivo, cuando el motor partidos, constituyó el factor sorpresa, con
riamente recluido (por lo visto sufre de se convierte en freno, extender a estos regí- el que nadie contaba. Pero estos dos movi-
agorafobia!). Si la izquierda quiere acabar de menes los planteamientos y exigencias del mientos eran divergentes, aunque su cho-
una vez con su actual postración y ofrecer comunismo libertario. Actuando así, a que provocara momentáneamente el chis-
una alternativa revolucionaria creible debe cuerpo descubierto, sin obedecer a consi- pazo. Los estudiantes, hijos de la burguesía
liberarse de estos hábitos autojustificativos, deraciones ni cálculos de oportunidad, no y capas intelectuales, se elevaban contra el
de estas mentiras piadosas. Octavio Paz ci- hay que temer hacer el juego a la derecha: consumismo embrutecedor, el dogma abe-
taba hace poco la frase de uno de los hé- quienes ayudan a ésta son, al contrario, los rrante de la industrialización, el trabajo alie-
roes de la Comuna de París: "el que cuenta que se obstinan en imponer a las socieda- nado en nombre de una concepción de la
al pueblo falsas leyendas revolucionarias es des avanzadas modelos retrógrados, opre- vida más libre y espontánea: enarbolaban la
tan criminal como el que dibuja cartas de sivos, que actúan en la práctica como un bandera de Bakunin. La clase obrera, en
navegación mentirosas". La experiencia verdadero espantajo. cambio, como los líderes políticos y sindi-
desdichada de este medio siglo debe hacer- — Cerrando esta cuestión hay una pre- cales descubrieron en seguida con alivio, no
nos comprender la importancia de la frase gunta casi obligada y son los diez años contestaba en bloque el modelo de socie-
gramsciana: la verdad es siempre revolucio- que nos separan, la década prodigiosa de dad de consumo, sino que, encauzada y
naria. los "nuevos" 70, de aquel mayo francés, azuzada por aquellos, reclamaba una mayor
30
participación en los bienes de dicha socie-
dad: sus reivindicaciones eran de contenido
socialdemócrata, remitían a Bernstein. Den-
tro de este doble esquema, Lenin no apare-
cía por ningún lado, como no fuera en la re-
tórica fiambre del PCF y algunos grupos
trotskistas o maoístas que, con retraso y a
contrapelo, intentaron recuperar el movi-
miento. La revolución se frustró en el ins-
tante mismo en que la CGT y Marchais
aceptaron negociar con el gobierno mejoras
salariales. Pero lo que caracteriza precisa-
mente la dinámica de Mayo es la irrupción
de una problemática que, en lugar de redu-
cir el ser humano a la esfera económica
abarca la totalidad de componentes de la
vida social: nuevo status de la mujer, libe-
ración de la esclavitud del trabajo, derecho
a la felicidad. Bajo este concepto, puede
decirse que mayo del 68 marca el retorno
de Bakunin, el resurgir del pensamiento
ácrata. Hoy estos temas están a la orden
del día en las sociedades industriales de Oc-
cidente, y los partidos políticos se ven obli-
gados a tomarlos en consideración en sus
programas.
— Tras haber elegido una determinada
identidad(1) y a través de este prisma
realizar una revisión critica del contexto
histórico.(2) Para asentar las bases de un
nornadismo ético(3) (que implicara a su
vez una nueva estética de la escritura):
la repulsa ante la jerarquización y las
normativas de poder. En la última página
del Juan sin Tierra optas por quedarte
"del otro lado de la tapia, con los parias,
afilando el cuchillo". Y a partir de aquí,
los textos que has dado a conocer,(4) si
bien suponen una exposición parcial.
fragmentada (y hasta insuficiente) de la
obra que estás preparando, expresan
una severa actitud de desaprendizaje: Xe-
rnaa-el-fna es el ágora: un espacio po-
blado de gestos, provocación y espec-
táculo incruento, pero no menos gro-
tesco, del cazador cazado: "merienda de
blancos" (escribes): merienda de la orto-
doxa cultura occidental (puede interpre-
tarse). Propuesta revolucionaria que
exige una interpretación activa del rap-
soda, haciendo del habla vehículo de la li-
teratura, en la que el oyente, incluso no
alfabeto, participa y protagoniza. La lec-
tura del espacio en Xemaa-el-fna parece
estar evocado bajo el lema: "destruam
et aedificabo", en su acepción más am-
plia...
— Juan sin Tierra ha sido objeto de una
viva atención critica en España y fuera de
ella: algunos ensayos incluidos, por ejem-
plo, en el volumen de Espiral me parecen
excelentes. Pero lo que me ha llamado más
la atención es el hecho de que nadie hasta
ahora haya emprendido una lectura política
del libro, siendo así que estimo que se trata
de la obra más política que he escrito o, si
quieres, metapolitica: todos los problemas
que acabamos de discutir son ingredientes
esenciales de su estructura. La necesidad
de una revolución de tipo bakuniano; las re-
ferencias a Marx, Lafargue, Fourier; la pro-
puesta de una sociedad estrictamente igua-
litaria, fundada en la inversión del binomio
culo-cara: el rechazo del trabajo alienado; la
reivindicación del cuerpo, asumida en su
aspecto más material y "bajo": el excre-
mento; la abolición de clases y jerarquías de
poder, en cuanto los que desempeñan tem-
poralmente funciones públicas, carecen de
rostro, sólo son conocidos por sus posade-
ras, etc. —todos estos elementos forman
parte de una propuesta revolucionaria
global.
Cualquier lector atento encontrará una ra-
diografía de los mecanismos sadomaso-
quistas del poder (de ahí mi referencia a
Lawrence) o un análisis de la función repre-
siva de la sociedad, con sus criterios nor-
mativos, respecto a la escritura libre, a-nor-
mal. descondicionada (en este último
punto, la vertiente ácrata no es la comuni-
taria sino la individualista, la de Stirner).
Estos ingredientes aparecen muy mezcla-
dos con otros y están sometidos a las exi-
gencias e imponderables del discurso narra-
tivo; pero Juan sin Tierra es un texto lite-
rario, y hay que aceptarlo como tal. Cuando
lo escribí, Franco vivía aún, no había espa-
cios de discusión y, una propuesta como la
mía, traducida al lenguaje estrictamente ra-
cional del ensayo, no cabía en el estrecho
marco político de aquellos años, no ya en el
campo de lo tolerado por el régimen, sino
de lo admitido por la oposición. Para decir
lo que quería decir debía recurrir a un len-
guaje nuevo. La novela fue el producto de
esta estrategia de la invención.
— El lenguaje como fuente de placer es
el resultado de la subversión más pro-
funda respecto de su función utilitaria,
pero a la vez, vio queda excluida de la
escritura su calidad más somática, más
lúdica, lo gestual?
--- Te confesaré de entrada que esta expre-
sión empieza a resultarme bastante car-
gante. Ultimamente, se ha invocado lo de
"la función lúdica del lenguaje" para encu-
brir tantas chapuzas y engendros irrespon-
sables que ello exige manejarla con cautela.
Hoy día, casi todas las monas de nuestra li-
teratura nacional han dado por vestirse con
sus sedas, y el cuadro que ofrecen es real-
mente penoso. En realidad, evocar el ele-
mento lúdico de la literatura deberia ser una
perogrullada. Nuestros clásicos, desde Juan
Ruiz y el Arcipreste de Talavera hasta Cer-
vantes, jugaban con el lenguaje con la
misma naturalidad con la que comían, jo-
días o defecaban: sin hablar de ello, en ra-
zón de su misma evidencia. La función sen-
sual, de fruición estética —que distingue el
código literario de los restantes lenguajes
comunicativos— entró en crisis en el siglo
XVIII que fue, como sabemos, en España,
un siglo funesto, literariamente ando. Con la
Ilustración se introduce entre nosotros un
lenguaje racional, serio, reductivo, estre-
ñido, que purga la "realidad" de un con-
junto de factores que formaban parte de
ella; se introducen unos criterios utilitarios
fundados en un optimismo ingenuo, en la
creencia de ser la literatura un instrumento
para mejorar las condiciones de vida del
hombre en la sbkad. La culminación de esta
tendencia la encontramos en Lukács (ver-
sión inteligente) y Zdanov (versión esque-
mática y basta). La mejor literatura en len-
gua castellana del siglo XX se esfuerza en
entroncar con el lenguaje literario anterior;
pero, para que dicho esfuerzo de buenos
resultados, pienso que debe evitar ser de-
masiado explícito. Muchos de los que pa-
vonean de lúdicos parecen más bien paralí-
ticos empeñados en ejecutar tristes ejerci-
cios de acrobacia.
— Para terminar quena preguntarte una
cosa, aunque resulte tópico, y es ,c:Iué
supone escribir para ti?
— No te puedo responder, porque es corno
si me preguntaras qué es para mí comer o
hacer el amor. Simplemente escribo, y pro-
curo hacerlo bien. Para ello hago lo contra-
rio de nuestras glorias. Mientras éstas sue-
len tomar sus personas muy en serio en vez
de tomar a pecho su propio trabajo, yo
hago éste con todo el rigor que puedo y
trato de tomarme a mí mismo en broma.
Me inspiro para ello en la vieja sabiduría po-
pular. Como decía la estupenda mujer que
me crió: "tu caca huele como la de los
demás".
Notas
111 Juan Goyt loa°. "Señas de identidad". Se i < Ba-
rral.
121 Juan Goytisolo. "Reivindicación del conde don
Julián". Se i < Barral.
131 Juan Goytisolo. "Juan sin tierra". San, Barral.
14) Juan Goytisniu y otros. "Avances". Funda-
mentos.
31
Entre los debates politico-culturales y las actuaciones musicales, un pa- Le Companyia Electrice Chama fue al detonante
sacalles divirtió al personal. que demostró que los "serios - también llevan su
buena "marcha"

El tenderete del Front d'Alliberament Gai de Las inclemencias del tiempo no pudieron derrotar le voluntad de participación Jeu
Catalunya. de los asistentes su '
 • Según lo 'revisto se celebraron las joma-
, das del "1 Encuentro El viejo topo" los días
29 y 30 de setiembre y 1 de octubre.
A pesar de lo inclemente del tiempo, a
pesar de la tempestad del día 1, y a pesar
de todos los pesares, pasaron por El Pueblo
Español de Montjuic unas 20,000 personas
iii las que se colaron, difíciles de conta-
(más

Lo mas meritorio de los actos fue la

paciencia y el interés de un público capaz
;.1.• de seguir los debates resguardándose de la
lluvia por los medios más insospechados,
ser= atento a las discusiones con una actitud
invariablemente democrática y respetuosa
para con todas las opiniones que se expre-
saban.
No nos corresponde sólo a nosotros opinar
egba sobre el desarrollo de las jornadas, pero en
un primer balance realizado hemos podido
- constatar varios errores de organización y
El Frente Sandinista de Liberación Nacional también estuvo presente en nues de planteamiento que convendría corregir
tro encuentro. en ediciones sucesivas. Quizás uno de ellos
—posiblemente no el menor— fue el de no
arbitrar suficientes medios de participación
del público en algunos de los debates. La
afluencia masiva de asistentes y los impe-
rativos horarios nos llevaron en muchas
ocasiones a sacrificar una participación que
• de haberse canalizado adecuadamente hu-
111(1 biera enriquecido la discusión. En este
primer encuentro ha habido casi de todo.
Desde una amenaza de bomba en los
1•••4
' Oh' locales de la redacción el dia en que se
`. •
ifflib iniciaban los actos —con desalojo de todo
el edificio incluido—, hasta una acogida
. •••••• entusiasta por parte de la mayor parte de
- los medios de comunicación. (No sin excep-
ciones que nos honran como la que referi-
..i".–. mos a continuación del inefable D. Pascual
Maisterral.
Un momento de la actuación de Los Sirex. que estén experimentando un au- 1 En resumen, sobran motivos para repetir.
tantico "revival"

Jaume Sisa, en un momento cumbre de Nuestro dibujante Ennc Abad divirtiéndose (despues de asistir a los debates, por
SU "enrrollada" actuación. supuesto).
Desde las páginas del Diario de
Barcelona de los días 30 de setiem-
bre y 3 de octubre Pascual Maisterra
tras calificar a la revista El Viejo Topo
de "revistilla contracultural", "papel
anarcoide y tontito" y las jornadas
de debate organizadas por ésta de
"guateque" y "parranda", se dirige
al Delegado de cultura del Ayunta-
miento de Barcelona solicitando que
sea retirada la subvención otorgada
a esa revista.
Los abajo firmantes, participantes en
calidad de invitados a las jornadas de
debate organizadas por "El viejo
topo" durante los días 29 y 30 de
setiembre y 1 de octubre, manifesta-
mos nuestra repulsa por el tono y
contenido de la mencionada nota,
Carlos Franqui, J.F.Pla, Gabriel Albiac, Ernest Mandel y K.S.Karol en el debate sobre
muy acordes uno y otro con el los países del Este.
pasado (y el presente) fascistas del
señor Maisterra y expresamos nues-
tra anhelo de que jornadas de debate
democrático y plural como las cele-
bradas contribuyan a abrir paso a una
sociedad en la que con la desapari-
ción de la opresión y la explotación
cotidianas carezcan de razón de ser
las ridículas gacetillas de D. Pascual
Maisterra.
Christine Buci-Glucksmann, Alain Kri-
vine, Pilar Brabo (PCE), Fernando Clau- • .1 e
din, Alfonso Guerra (PSOE), Lucio Co-
Iletti, Carlos Franqui. Giovanni Jervis, ts.
J.L Fábregas, K.S. Karol, Jorge Sem- *My*
prún, A. Gunder Frank, Etienne Balibar,
Eleuterio Sánchez, Lucio Magri, Ludolfo
Paramio, Jorge Reverte, Joaquin Le-
guina, Javier Sádaba, Ramón Zallo (LCR),
Vicente Alvarez (01C), Eugenio del Roa
(MC). Marc Palmés. Macada Oranich,
Rafael Ribo, Francisco Letamendia. J
Francisco Pla, Julio Segura, Valentin
Comes. Enrique Glez. Duro, Dolors Cal-
vet, Cristina Alberdi, Empar Pineda,
José Acosta, J.M. Carandell, J.A. Goyti- Lucio Colletti, Alfonso Guerra, Ludolfo Paramio, Jorge Semprún y Etienne Balibar en la
solo, Avel.li. Artis. que quizás fue la más concurrida de las mesas: la dala crisis del marxismo.
Ave
ratu

Francisco Letamendia, uno de los

Eleuterio Sánchez, Marc Palmas, J. Rodríguez y Javier Saciaba discutieron sobre las participantes en la mesa sobre la C. B
instituciones penitenciarias. cuestión nacional. nix


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Cristina Alberdi una de las participantes en
le mesa sobre "Marginación u opresión de la
mujer".

Lo mejor de las jornadas fue la cantidad, la calidad y el interés de un público

que siguió con atención y participó activamente en los debates.

Lucio Magri en un momento de su interven-

Avel.lí Artis Gener, J.A. Goytisolo y J.M. Carandell en el debate sobre Lite- ción en el debate sobre "crisis económica o
ratura y Política. crisis capitalista".

.17

#
os
la C. Buci-Glucksman, Pilar Brabo, Fernando Claudin, J. Aznar, Eugenio del Rio y Alain Krivine en la mesa sobre "Eurocomu-
nismo y Estado".

Valenciano, 28 años, profesor de Histo-
ria de la Filosofia en la Universidad Com-
plutense de Madrid, Gabriel Albiac es uno
de los hombres más representativos de la
joven filosofía española. Portavoz de una
KAIBIAC: de las corrientes del marxismo teórico, es
autor de "Al margen del capital", "Debate
sobre la dictadura del proletariado", "Alt-
husser, cuestiones del leninismo", y en co-
laboración con otros autores, "Debate so-
bre comunismo y Estado", "Marxismo y
SER Revolución".
— Recogiendo un poco la cuestión que
planteaba Althusser en sus tesis de
Amiens, ¿hasta qué punto es sencillo ser
MAREA marxista en filosofia, hasta qué punto lo
es hoy en España?
— Yo creo que no se puede hablar, en sen-
tido estricto, de filosofía marxista. Y al de-
cir esto no me estoy refiriendo a una ca-
rencia que pueda ser llenada. El mero he-
HOY EN cho de plantearse la posibilidad de cons-
truir una filosofia marxista carece de sen-
tido. Es una posibilidad que deriva de la
concepción staliniana de la doble ideología
o del doble punto de vista de clase, de la
coexistencia de puntos de vista de clase
contrapuestos, lo cual posibilitó el hablar
ESPAÑA de una filosofía marxista frente a una filo-
sofía burguesa. Se trata de comprender
que, en sentido estricto, el poder de clase
en el terreno del discurso no se ejerce
J. GARCIA SAN HEZ nunca mediante la delimitación de dos dis-
36
cursos contrapuestos e independientes, no
siendo entonces la filosofía marxista otra
cosa que el punto de vista de clase del pro-
letariado en su fusión con la teoría mar-
xista. Esta es una concepción puramente
maniquea de la lucha de clases, una con-
cepción según la cual dos clases bien dife-
renciadas, dotadas de su ideología propia,
de su unidad y filosofías propias, se en-
frentarían preexistiendo a su propio en-
frentamiento.
En el terreno discursivo, no puede ha-
blarse de grandes puntos de vista de clase
diferenciados, sino de elementos contradic-
torios, elementos de Poder surgidos dentro
de un discurso que siempre es, necesaria-
mente, el discurso de la clase dominante.
La ruptura teórica que implica la aparición
de la disciplina científica que Marx trata de
inaugurar (el materialismo histórico) pro-
duce efectos en el terreno de la filosofía, en
este permanente campo de lucha, por em-
plear una terminología clásica que viene
prácticamente de Kant, que es la filosofía.
No hay, pues, filosofía marxista, sino efec-
tos de la ruptura marxista en la peculiari-
dad de la filosofía.
— ¿Crees que, como apuntaba Luckäcs
hace algunos años, la filosofía burguesa
actual está en decadencia?
— Toda filosofia encierra, en cierto modo,
un factor de decadencia. Platón le hace de-
cir a Sócrates que lo que caracteriza al filó-
sofo es el hecho de ser fundamentalmente
mortecino, el ser un aprendiz de la muerte.
La filosofía es siempre el declinar del dis-
curso hacia su propia decadencia. La filo-
sofia burguesa es, pues, decadente, pero la
razón de ser de la filosofía no es sino esa
decadencia. Yo me negaría a buscar una al-
ternativa a esto, que es lo que hace Luc-
kács al buscar, frente a la decadencia filo-
sófica burguesa, una nueva fecundidad,
una especial vitalidad a la filosofía, a la que
identifica, por otra parte, con la conciencia
general del proletariado. Pero, ¿a que con-
dujo a Luckács esta posición? Pues a re-
caer en una posición sociologista. Pienso
que la posición revolucionaria no debería
de ser hoy la de tratar de buscar una filoso-
fía proletaria, un arte proletario o una filo-
sofía marxista y un realismo socialista,
porque con ello no haríamos sino conden-
sar los elementos más triviales del pensa-
miento burgués.
— ¿Cuál seria entonces la función a desa-
rrollar por la filosofía, al margen, al
menos ideológicamente, del discurso de la
clase dominante?
— La función de la filosofía sería la de
cumplimentar esta decadencia iniciada jus-
tamente por el único discurso que existe
hoy como discurso dominante, el discurso
de la burguesía. Hemos de entender que
por muy militantes que seamos —aún sigo
considerándome comunista aunque no
pertenezca a ningún partido concreto—
desde un punto de vista marxista-leninista
y revolucionario hay que renunciar a todo
precio a la idea de construir dentro de la
propia sociedad capitalista un arte, una fi-
losofía, una cultura proletaria distinta a la
cultura burguesa. Pienso que el discurso
sólo puede gestarse como discurso autó-
nomo a través de los aparatos de Poder y,
por tanto, no se puede pretender en modo
alguno elaborar un discurso estrictamente
distinto del discurso del Poder sin haber
pasado a través del propio proceso revolu-
cionario. Quizá parezca que esto sea una
forma de reformismo salvaje, absoluta-
mente inoperante, pero cada vez estoy más
convencido que de lo que se trata es de lle-
var la decadencia hasta sus últimos pun-
tos, es decir, tratar de culminar este pro-
ceso del silencio que ha iniciado el propio
discurso de la burguesia tanto en el terreno
de la filosofia como en el del arte, por to-
mar dos ejemplos limites. Hay unos versos
de Aragón en "Les Chambres", en los que
habla de la concepción del poeta como el
largo aprendizaje del silencio. Callarse, fi-
nalmente. Este es para mí el punto central
que hoy rige la operación de todo aquel
que trate de hacer un trabajo revoluciona-
rio en el terreno del discurso, trabajo cuya
función sería no ya la producción de dis-
cursos significativos, sino la reducción del
discurso a su silencio.
El discurso no es, fundamentalmente, una
mecánica de comunicación, sino un lugar
de ejercicio del Poder, quizás el lugar privi-
legiado, puesto que es a través de ese dis-
curso como se constituyen los sujetos y, a
su vez, es a través del sujeto donde el poder
se ejerce en toda su profundidad. No hay
discursos autónomos; incluso un discurso
que pretenda romper la globalidad de la
formación discursiva en la cual se produce
se halla necesariamente integrado dentro
de los marcos de dicha discursividad. Hay
unos márgenes que delimitan lo decible, lo
enunciable, estableciendo la frontera entre
lo discursivo y lo delirante. Y esos márge-
nes los establece siempre el discurso domi-
nante.
— Y todo esto, ¿no se puede aplicar tam-
bién al propio Marx?
— Naturalmente. Sería absurdo pensar
que esto se produce sólo con posterioridad
a Marx, que en él estaria la forma pura ya
continuación habría desviaciones, que bas-
taria con volver a Marx para reencontrar
aquella forma pura. Marx, como cualquier
otro sujeto histórico, se halla sometido a
esta delimitación de las posibilidades dis-
cursivas que hacen que el suyo sea un dis-
curso en continua tensión, plural, en el que
aparecen niveles contradictorios y en el
que la lucha ideológica es extraordinaria-
mente fuerte.
El problema estriba en cómo establecer los
criterios que nos permitan construir un
marxismo revolucionario frente a un mar-
xismo puramente reformista, que seria
una simple prolongación del discurso bur-
gués. Esto es el gran riesgo de la historia
del marxismo: evitar la interpretación me-
canicista y/o evolucionista. Lo más radical
del trabajo de Marx se encuentra precisa-
mente en la lucha contra esta perspectiva.
A mi me parece que, a priori, es práctica-
mente imposible establecer unas normas
generales; en última instancia, es la prueba
de fuego de la lucha de clases la que va es-
tableciendo el mecanismo de tamiz. Cual-
quier pensamiento revolucionario redu-
cido a una simple actividad académica y no
conflictiva será reinvestido en su totalidad
por las formas de ocupación burguesas.
Construir un pensamiento revolucionario
exige un proceso de lucha totalmente radi-
cal, que pasa por la lucha teórica y discur-
siva pero también por la lucha estricta-
mente política.
— Hablando en términos de interpreta-
ción filosófica, ¿cuál piensas que es ac-
tualmente la misión, la labor a desarrollar
por el materialismo dialéctico?
— De entrada, como sabemos, el término
"materialismo dialéctico", está cubierto de
una resonancia siniestra. Uno, ante este
término, piensa inmediatamente en los
manuales de la Academia de Ciencias de
Moscú. Yo prefiero hablar de "Filosofia
Marxista". En mi opinión, la filosofia
marxista tiene un objetivo primario: des-
componer, destrozar la aparente unidad
del discurso dominante.
Esta unidad, que nos viene dada en la
forma de sujeto hablante, no es tal unidad,
sino una simple intersección en las relacio-
nes del Poder. Así, pues, la posición mar-
xista en filosofía seria, quizás, algo utópico
o imposible: se trataría de dejar de estar
sujeto, o dicho de otro modo, de dejar de
ser sujeto. Esto tiene algo que ver con lo
que formulaba Pascal cuando decía que la
función del filósofo es, ante todo, mostrar
hasta qué punto el Yo es odioso. Lo cual
no difiere de lo que insinuaba Rimbaud
cuando decia: "el yo es el otro, yo soy
otro".
— Al respecto, ¿podrías aclarar un poco
esta cuestión del sujeto como "hacedor de
historia"?
— El sujeto es más bien hecho en la histo-
ria, más que hacer en, se le hace. El pro-
blema, desde un punto de vista marxista
sería el siguiente: lo que Marx vendría, en
el terreno filosófico, a acabar de liquidar es
algo en lo que, por lo demás, Nietzsche y
Freud reincidieron fuertemente. La idea de
que es preciso acabar con la vieja concep-
ción del sujeto, con esa interpretación del
sujeto histórico como núcleo de los proce-
sos históricos, en el sentido de creador de
los mismos, quien los rige. Lo que habria
que comprender es en qué medida el sujeto
es la sede, como antes te decía, de las rela-
ciones de Poder.
Hay algo que nosotros los marxistas debe-
riamos someter a una profundísima cri-
tica: la idea de que el Poder de clase de la
burguesía se gesta y se genera fundamen-
talmente a través de los aparatos represi-
vos del Estado. Que, por emplear una ter-
minologia clásica, la dictadura de la bur-
guesía tiene ante todo la forma de un tipo
especifico de Estado. Pienso que si toma-
mos las expresiones de Marx y, posterior-
mente, Lenin en su sentido estricto, habría
que pensar que el concepto "dictadura de la
burguesía" no hace referencia a una teoría
del Estado, sino a una teoría del Poder. La
forma fundamental que una clase utiliza
para ejercer su dictadura es precisamente
la construcción de los sujetos.
— ¿No crees que los filósofos marxistas
han olvidado un tanto la problemática del
hombre, para pasar a analizar estructu-
ras, esquemas, categorías, conceptos al fin
y al cabo?
— Si, y ese es un riesgo enorme. Pese a
que quizás en alguno de mis textos haya
podido dar esa imagen hoy trato de despe-
garme de esto, de recuperar toda la temá-
tica del sujeto. Creo que hay dos formas
para tratar de recuperar este tema y, aún a
riesgo de resultar provocativo, yo diria que
utilizando la vieja oposición entre mar-
xismo cálido y marxismo frío, de Bloch, se
puede clarificar la cuestión. Estoy absolu-
tamente convencido de que hemos de pasar
a hacer un marxismo frío, por no decir un
marxismo gélido. Uno está tan harto de
ver todas esas formulaciones blandas y tri-
viales del marxismo que no hacen sino es-
coger los tópicos sentimentales del pensa-
miento pequeño burgués, que se acaba de-
seando un marxismo que escape a esta sen-
sibleria. Esto implica inmediatamente el
peligro de que caigamos en la posición jus-
tamente contraria: frente a los marxismos
tiernos de Garaudy, etc,, pasar a plantear
un marxismo formalista, economicista y
esquemático. De lo que se trata es de recu-
perar la temática del sujeto porque es la
forma central para comprender la forma
ejercitiva del Poder burgués, romper esta
temática desde una posición rigurosa que
suponga una renuncia a todos los viejos tó-
37 '
picos del pensannenit, blando Tsto signi-
fica renuncial a todo in inundo de txmvic-
ciones liedes pala pasar a un universo dis-
curso o del que no NahenlON practicamente
nada 11 ideal en filosofa' bus para un
mal vista se resume en ese 1111e1110 de rom-
pe, la estructura de la suhletividad, de de-
pi de estar silicio, que 110 es sino el intento
Fundamental de la lucha de clases Perdona
que insista de nuevo en algo que dice Ruin -
batid sobre el poeta, el afirma que su si -
suhl debe llevarse a cabo por un "inmenso
y 1 atonado distorsionarmento de todos los
sentidos - I o que actualmente caracteri/a-
ria la uhicaciOn del punto de vista marxista
en tilosoha Seria eSta pasiOn del rigor, esta
pasión de lo filo I a pasion de lt, rrio a la
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teniatica 5 nicionalmente, razonada y rigu-
rosamente todo lo quid hay de sistematico,
de razonable, todo lo que constituye el uni-
verso cer rado del discurso,
— En el terreno de la praxis este pro-
blema del marxismo trio puede caer de
lleno en la concepción stalinista...
i. pot eso te deila que habla 1111 gt :in
riesgo, pero su p1.1111e:Illitts 1.1 cuestiön r
osamente el prenno que podemos (ene' .1
Canibit , de 0110 es .K.11-1.11 ile IlqUIdar de una
maldita vez toda la ir:ida:Mil staliniana. 1-1
marxismo stahmano. contra lo que suele
decirse, no era un marxismo lijo sino, por
el contrario, absolutamente cálido y casi
asfixiante. Si has vivido l in poco el mundo
de los viejos militantes, de aquellos que
formaron parte de los Partidos Comunis-
las en los años gloriosos del stalinismo, lo
mimen, que te impresiona en ellos es su
.ipasionamiento casi religioso. Para ellos el
marxismo no es una moria fria sino una
sisiOn cálida, impregnada de humanismo
ieligioso, de sentimentalidad casi mística
1,, que caracteriza al stalinismo es esta fu-
sion de los dos aspectos: por un lado, eco-
nom icismo a ultranza —todas las famosas
tesis de Stalin que siguen recuperando los
eurocomunistas casi literalmente respecto
al desariollo automático de las fuerzas
productivas, tesis que, por lo &mis,
arrancan de Kautsky— y en otro plano,
acciOn bien diferenciada e individualizada
de los sujetos creadores. Es la idea del Par-
tido que pasa de ser Momo era para I .eninl,
esa organización que está un paso por de-
lante de las masas, pero SOlo un paso, y
que tiene siempre en cuenta que la revolu-
ción no la hace el partido sino las masas, a
la concepciOn %tahitiana en la que el Par •
tido cada ve-, mas se transforma en ese
mundo de acero, en esa columna ilumi-
nada o grupo vidente Todo el fenómeno
staliniano es inseparable de esa visión ca-
lda del marxismo, incluso Stalin dice, "los
comunistas somos hombres de una mate-
ria diferente". Son hombres con capacidad
para ver la historia, para dirigirla. Todo el
drama de Stalin. y no se si es caer en una
38
dT ininologia subjetivista, es verdadera-
mente el drama del hombre que se siente
imbuido de la visión hisunica. Filate que
incluso las represiones del stalinismo fue-
ron calidas, no son represiones frias. Con-
tra todo lo que se diga, no es Maquiavelo,
Es el espectáculo del suplicio, de las gran-
des confesiones colectivas..
— Tanto en Marx como en Lenin se nota
la carencia de un desarrollo sistemático en
cuanto a una teoría del Estado...
— Para 1 111 el problema central, más que el
problema de la carencia de una teoria del
Estad uu . es el de la no explicitaciOn de una
icor ia del Poder. Se ha llegado a decir algo
tan absolutamente abernune -- y conste
que yo (a/tibien lo he escrito en alguna oca-
suhl como que la teoría de la dictadura
del proletariado es una teoria del Estado
Creer que la dictadura del proletariado es
una forma de gobierno despótico es un
ror monumental, de la misma manera
que pensar que la dictadura de la burguesa'
conlleva un gobierno despótico por parte
de esta. No, el concepto de dictadura bur-
guesa en Marx hace referencia a 1,1 que el
llama "despotismo hurgues", pero en sen-
tido amplio, o sea, el mantenimienio de las
relaciones burguesas de dominación que se
efectúan no fundamentalmente a traves del
Estado sino de 50.000 mecanismos, el ori-
gen de los cuales es la propia mecánica de
producciOn. Es en esos terminos en los
que, creo, habriamos de plantear la cues-
tión y no en los viejos de dictadura, demo-
cracia, etc tratar de oponer dictadura del
pu olemriado a democracia obreou es com-
pletamente disparatado. Dictadura del pro-
letariado significa solamente forma de
existencia del poder del proletariado, y no
Estado del proletariado.
— encuadrarías todo ese cúmulo
de pensamientos más o menos "subversi-
vos" en su sentido social, marginales en
esencia (feminismo, drogas) en el seno del
marxismo?
— Ese es (1110 de los problemas fundamen-
tales a tratar de pensar hoy desde una óp-
tica marxista. Hace sólo 5 ó 10 años un
homosexual podia tener problemas para
militar en determinados partidos revolu-
cionarios. Actualmente se ha pasado a to-
mar conciencia de la necesidad de asumir
estas cuestiones pero, en cierto modo,
como una constatación puramente empi-
rica o pragmática. Cuando uno se niega a
teorizar la realidad al final suele ocurrir
que se da de narices con esa misma reali-
dad. Y hoy por hoy, esta asunción más o
menos pragmatica no ha pasado a (rayes
de una motizacidn profunda. En mi opi-
nión seria una falta enorme de seriedad el
coger y decir: "el inarxistno es la solución
de todos los problemas de la mujer y los
marginados", Puede que si o puede que no,
pero, en cualquier caso, hay que anali•
tarlo. 111 que no se puede es presentar de
entrada al marxismo como una panacea
universal que todo lo cura. Me siento cada
vez más dispuesto a pensar —aunque mi
visión sobre ello no es muy clara— que los
análisis del feminismo tila marginación no
tienen porque ser reducidos a un nivel de
la teoría marxista. Esta no ha de ser una
visión global del mundo sino una Monja o
un intento de constituir una disciplina
cientifica de la historia que, por cmnsi-
guiente, tiene determinados márgenes.
parte de esto, la formulación de las pro-
II
piaS alternativas politicas de estos movi-
mientos ha de ser realizada por dichos mo-
vimientos y nunca impuesta exteriormente
por el movimiento obrero. No obstante,
esos fenómenos son aún muy nuevos en lo
que tienen de fenómenos de masas y, si
quieres, es mas nuevo todavía eso que la
realidad nos ha metido a martillazos en la
cabeza: el hecho de que es preciso respetar
la autonomía de estos movimientos.
— Marx habla de que la superación de la
illosofia no es nunca posible sin su reali-
zación, sin licuada /1 la práctica. ¿Crees
que hoy sigue siendo salida esta afirma-
ción?
Esa fórmula, efectivamente utilizada
i'or Marx, quita sea un "abuso de derechos
de autor" el atribuírsela exclusivamente a
el De hecho es una fórmula que nace con
el romanticismo alemán —prácticamente
es de Eichte—, que subyace en el pensa-
miento de los grandes románticos
Novalis, o postrománticos como Holder-
in, y que está teorizada bajo sus formas
más contrapuestas en esos dos grandes
polos de la filosofía alemana que son Sche-
Iling y Hegel. Marx la toma de la izquierda
hegeliana. desde Feuerbach hasta Strauss o
Bauer. Esta Mrmula sólo tiene sentido
dentro de un esquema estricta y rigurosa-
mente ide4tlista. En ese aspecto si es válida.
Fuera de este plano, es poco operativa.
Con ella Marx no hace más que referirse al
paso del universo discursivo al universo de
la transformación revolucionaria de la rea-
lidad.
— Como conocedor a fondo de la Ellosofia
francesa, ¿que opinas de esta personaliza-
ción del pensamiento en determinados in-
dividuos: Foucault, bacan, Althusser.
Deleuze, I,yotard, que allí se lleva a cabo?
— En Francia se produjo un gran relanza-
miento del pensamiento teOrico a lo largo
de los anos 60. En un primer momento no
era simplemente una actividad individual.
los fenömenos Foucault o Althusser eran
fenómenos que agrupaban a grandes secto-
res y que, ademas, tenían entre si temáti-
cas comunes muy claras: el poder, el su-
jeto, el proceso sin sujeto, etc. Sin embargo
el 68 acabó con todo esto y supuso la crisis
total de la institución academica y la desin-
tegración de los grupos teórico -politisms
que trabajaban entonces (por ejemplo, la
escuela de Althusser estalló en mil grupos
políticos diferentes). En la actualidad, el
problema que se plantea es que dentro del
proceso de putrefacción acelerada de la
Universidad francesa por un lado, y del
universo político francés por otro, los La-
cen. Deleuze, etc., han quedado un poco
COMO puntos de referencia. La cuestión.
pues, no hay que plantearla en términos de
personalidades sino en lo que ellas tienen
de paradigmático. Estos nombres son el
paradigma de una realidad en proceso de
descomposición. Ahí está toda esa obra
que refleja una situación compleja que se
pudre sin llegar a plantear alternativas.
— Canto discipulo de Althusser yo te que-
da preguntar cuäl es pinlän sobre la acu-
sación de teoreticismo que tan frecuente-
mente se lanza sobre él.
— En mi opinión, se trata de un error de-
rivado de la forma en que se ha leido a Alt-
husser en España. Su descubrimiento aqui
se produjo en torno al 69/70 y se inserta
inicialmente dentro de la temática del pro-
blema de la epistemologia justamente en el
momento en que Althusser está haciendo
la autocrítica de los aspectos más episte-
rnológicos de su discurso. Sin embargo,
aqui se toma fundamentalmente esta pri-
mera etapa nnentras que la etapa autocri-
tica posterior ha sido mucho menos difun-
dida. Lo que define claramente a Althusser
es que. habiéndose encontrado dentro de la
tradición del movimiento comunista en
una situación en la que —a nivel teórico—
las cosas se caracterizaban por un absoluto
desprecio de la teoria y una trivialización
puramente politica de la misma, el intenta
recuperar el rigor de la techa. Pero, como
dice el propio Althusser, utilizando una
vieja metáfora de Lenin: "para rectificar
ese desprecio de la teoría yo quizá peque de
torcer el bastön en sentido contrario".
Todo el intento posterior de Althusser ha
sido justamente el de recuperar la articula-
ción teoría-lucha de clases, el problema de
la filosofia como lucha de clases en la teo-
ría, que no es sino el de la inserción del fi-
lósofo en la lucha de clases. En este sentido
el problema de Althusser no es muy dis-
tinto a los que plantean Foucault o Lacen
es decir: cómo es construido el sujeto me-
diante el Poder o L'Orno es construido el su-
jeto mediante la lucha de clases.
— zPodrias explicar la concepción all-
husseriána del marxismo como un antIhu-
manismo teórico?
— Althumer considera que en el seno de
los partidos comunistas occidentales, con
posterioridad al XX Congreso, se produce
un proceso de socialdemocratización pro-
gresiva que sustituye a la concepción revo-
lucionaria de la historia del marxismo por
una concepción puramente subjetivista di.
los procesos históricos. frente a ello
trata de comprender que toda la concep-
ción humanista de la historia —o sea,
aquella según la cual el hombre es el silicio
de la historia— es en realidad una concep-
ción que no tiene nada que ver con el mate-
rialismo histórico, que deriva de las viejas
concepciones humanistas del siglo XVIII
francés. iluministas o ilustradas en función
de las cuales el sujeto humano es conce-
bido como un elemento capaz de forzar, de
crear su propia historia. Frente a esto Alt-
husser insiste en que, desde un punto de
vista revolucionario, este supuesto hombre
independiente, autónomo y libre que hace
su propia historia, no existe. Es un cons-
tructo puramente irreal. Lo que existe es la
lucha de clases, una lucha de clases en que
la clase dominante impone siempre deter-
minadas caracterizaciones a la misma, y en
la cual los hombres aparecen sometidos a
determinadas relaciones de Poder dentro
de la lucha de clases. Una lucha revolucio-
naria, pues, no puede pasar nunca por una
simple afirmación de la hegemonía del su-
jeto humano en el proceso histórico, sino
por la comprensión de la lucha de clases y
de la forma de los aparatos a traves de los
cuales ésta se eiecina.
— ¿A qué crees que se puede atribuir la
pobreza del panorama teórico de los paises
del Este?
-- Yo no lo conozco bien y me temo que a
todos nos pase un poco lo mismo. En lo
que se refiere a la Unión Soviética, lo
único que he podidvnocer son los famosos
textos de la Academia de Ciencias de
Moscú, textos teórica y políticamente abe-
rrantes. La "Iliseoria de la Filosofía" de
Dynnik. por ejemplo, es algo increible. Se
compone de sievxlúmenes, de los cuales el
primero abarca hasta el siglo XIX, hasta la
aparición del marxismo... Algo intolera-
ble, verdaderamente pasmoso. En ese vo-
lumen general a Sócrates se le dedican tres
cuartos de página especificando que era un
malvado aristócrata que se dedicaba a en-
gañar a los jóvenes de la epoca. También
se le dedica una página y media a Platón,
repitiendo que era una especie de enorme
hijo de puta dedicado a fastidiar a todos los
demócratas de su tiempo. Que, aparte del
mundo académico oficial, pueda existir
otra filosofía, no lo sé. En una sociedad tan
fuertemente reglamentada como la sovié-
tica es casi imposible conocer nada que no
provenga del mundo oficial. Se produjeron
cosas mes interesantes en su momento en
Checoslovaquia, en Yugoslavia, cosas
muy sueltas. Lo más consistente fue lo que
pudo producir el grupo Richta —con lo
ctial estoy en el mes absoluto de los desa-
cuerdos— pero que ofrecieron algo dis-
tinto a lo que se hacia. Poco más._ quizá
los trabajos de Adam Schaaf sobre filoso-
fia y linguistica. Tal vez algo de Wolfgang
Harich. de la República Democratice Ale-
mana. que trata de recuperar los analisis
ecologistas desde un punto de vista mar-
xista. La filosofia de los paises del Este es
para nosotros la ideologia oficial, y punto.
— ¿Que valor filosófico le das a la cues-
tión de la disidencia?
— Creo que tiene un interés enorme. tanto
desde el punto de vista politico como filo-
!atrio°. No me interesa tanto de este fenó-
meno la propia teorización que los disiden-
tes hayan hecho de su situación —que en
el caso de Plioutch podria ser muy intere-
sante-- como el contenido teórico mismo
de la disidencia. Que indica este fenómeno
en una sociedad anuo la URSS, es algo
bien claro. En mi opinión se reincide en
eso que Foucault decia en su libro "La yo-
lonte de savoir", que incluso en las formas
mil: fuertes del poder la resistencia existe
siempre corno elemento interno a ese po-
der y no exterior a el. El fenómeno de la
disidencia ha venido a mostrarnos que era
posible romper la absoluta homogeneidad
de la sociedad soviética. Para nosotros es-
taba muy claro a nivel teórico que la
URSS no puede ser definida como pais so-
cialista, que su experiencia ha sido una de
las derrotas del movimiento obrero, pero,
al mismo tiempo, hubo para nosotros algo
terrible: ver como una experiencia tan an-
gustiosa como esa aparecia en una de las
sociedades más estables e inconmovibles
de nuestro tiempo. Este fenómeno sirvió
también para que se nos lanzase a la cara
algo que, en abstracto, teniamos ya teori-
zado, pero que hacia falta entender de
forma viva: poner de manifiesto la plurali-
dad, la sutileza de mecanismos a traves de
los cuales puede ejercerse el Poder en sus
formas más aniquilantes.
— Para finalizar quisiera que establecie-
ras los puntos fundamentales en los que se
estructura esa hipotética crisis del mar-
xismo de la que tanto se habla.
— El problema básico —y dramático en
cierto modo-- para los pensadores mar-
xistas es el habernos dado de pronto cuenta
y, por lo demás esto ha sido bastante
brusco. de que a lo largo de todo este pro-
ceso histórico extraordinariamente com-
plejo de fusión entre la teoria marxista y el
movimiento obrero, una y otra vez hemos
estado denominado "marxismo" y "prác-
tica revolucionaria" a unas formas discur-
sivas o teóricas que no eran sino la forma
trivializada de las viejas concepciones bur-
guesas y que, por consiguiente. esto ha im-
plicado prácticas politices que no hacian
sino reproducir también prácticas a su ver
estrictamente reproductoras de la política
de la burguesia. La historia de la tenia
marxista se ha convertido en buena parte
en la historia de la apropiación burguesa
de esa teoria marxista. El problema que
hoy se nos plantea es cómo dar una alter-
nativa revolucionaria en lo politiat y en lo
teórico. Aneas alternativas aparecen si-
multaneamerde planteadas y, a mi enten-
der. tambien nucleadas, en torno al pro-
blema del Poder. Cómo recuperar el tenia
del Poder frente a las concepciones evolu-
cionistas y economicistas del marxismo,
concepciones que en el terreno teeriai re-
ducen al marxismo a una prolongación de
la vieja ideología de las luces. y en el poli-
neo, a una reformulación de la politice re-
formista de la burguesia.
39
 0,44.11•NSISNIMMOIMe.
Pere Gimferrer es. pese a su juventud, uno
de los poetas catalanes con una obra más
coherente y más respetada. Su poesía en
lengua castellana ya le había proporcio-
nado una considerable audiencia entre los
escasos lectores de poesia del país. En
1970, con Els miralls, Gimferrer aban-
dona su obra en castellano y comienza una
labor investigadora del discurso poético en
su lengua materna, el catalán. Resultado
del trabajo de estos últimos años son una
serie de libros publicados recientemente en
edición bilingüe en un solo volumen con el
título de Poesia 1970-1977. Paralela-
mente a su labor poética, y siguiendo el
ejemplo de la tradición anglosajona, su tra-
bajo como estudioso se ha centrado en en-
sayos sobre autores tan distintos y tan co-
munes como Foix, Miró, Tàpies y Max
Ernst. Su obra critica, sin embargo, se ha
desarrollado sobre todo mediante colabo-
raciones en semanarios y revistas especia-
lizadas Un buen muestrario de este tipo de
trabajo se ha recogido, recientemente, en el
volumen Radicalidades.
— Ocho años después de la aparición de
tu primer libro en catalán, ¿cómo juzgas
ese cambio de idioma en lo que atañe con-
cretamente a tu obra?
— La calidad estética que pueda tener la
poesia en una u otra lengua es algo que la
última persona cualificada para decirlo soy
yo. Eso lo ha de decir la crítica. Yo puedo
decir lo que me interesa a mi en cada caso,
pero no puedo emitir ningún juicio. Otra
cosa es lo que yo pueda reconocer de mí
mismo en la obra en catalán. La diferencia
básica se deriva precisamente de la lengua.
Una gran mayoria de escritores catalanes
podemos manejar el catalán y el castellano
al mismo nivel. Sería demagógico afirmar
40
-.1«.1.•n•
ANTONI MUNNE
lo contrario, aunque puede haber algunos
casos concretos, que pueden ser numerati-
vamente tantos como quieras, pero que no
constituyen una norma. En cuanto a la
lengua propia, cuando es una lengua que
como la catalana no se ha desarrollado en
condiciones de normalidad, deja menos
campo libre al ejercicio y al artificio. Sigo
insistiendo en que ejercicio y artificio no
son una cosa peyorativa. Ionesco y Tzara
son rumanos y escriben en francés, y en
todo lo que escriben que tiene calidad hay
un margen de ejercicio y artificio mucho
más considerable, presumo, que si escri-
bieran en rumano. Esto puede confron-
tarse con los poemas que Tzara escribió en
rumano, no me consta ahora si Ionesco
tiene obra en rumano.
— Este artificio del que hablas se daba,
entonces, al escribir en castellano...
— Cuando uno emplea una lengua litera-
ria puede atender a cosas como el "pasti-
che", el ejercicio de estilo o el artificio. En
lenguas que se desarrollan en condiciones
ubérrimas, la propia lengua puede utili-
zarse de diversas maneras. Es el caso de
Proust, que utiliza la lengua que él hablaba
como francés culto. La utiliza en un nivel
de perfecta seriedad y de perfecta coloquia-
lidad y, al mismo tiempo, puede hacer
"pastiche" cuando quiere. Estas son las
lenguas que han gozado de una fortuna ex-
cepcional. Ahora bien, fuera de estos casos
entre los cuales ni siquiera está el caste-
llano, la lengua propia es menos apta para
este tipo de ejercicios, para cosas que tie-
nen su interés pero que, en la lengua de
uno, adquieren términos de una disyuntiva
más imperativa, de mayor seriedad por así
decirlo.
— Quieres decir que no se puede hacer
pastiche en catalán...
— Si se puede, y entre otros Foix lo ha he-
cho espléndidamente. Pero es otro tipo de
cosas. Por ejemplo, los pastiches que yo
hice en castellano eran pastiches de cosas
que no tienen correspondencia en catalán.
Yo, a veces, utilizaba el lenguaje de obras
norteamericanas que provenia de traduc-
ciones argentinas. Eso en catalán es impo-
sible. Sin embargo, en catalán puedes ha-
cer pastiche de poesía trovadoresca o de
poesia medievalizante, pastiches de cosas
populares. Lo que quiero decir es que esta
literatura de ejercicios estilísticos es un
campo que uno está en situación mucho
más espiritual para recorrer si se toma la
literatura menos en serio, y esto no im-
plica ningún juicio de valor. Hay un tipo
de juego lingüístico que no es que no se
pueda hacer en catalán, se hace, pero
cuando se hace posee una funcionalidad no
meramente lúdica, sino en función de una
estructura mucho más compleja que com-
promete más a la individualidad de quien
la escribe. Es decir, la literatura simple-
mente lúdica para un no castellano-ha-
blante es más fácil hacerla en castellano,
mientras que al utilizar la lengua de uno,
uno siente que ha de hablar también de
uno y en serio.
— Cabria entonces preguntar si la rup-
tura que se produce a nivel lingüístico, su-
pone también un cambio temático...
— Supone un cambio de plano muy serio,
porque en toda la poesía en castellano yo
podía hacer hablar a un personaje poético,
el poeta, que no era necesariamente yo. A
partir de esa fecha, el que habla soy casi
siempre yo. Quizá en la única obra donde
subsiste ese personaje sea en Foc cec, pre-
cisamente porque en ella se da una especie
de pastiche, una recreación de formas anti-
guas. Pero en casi toda mi obra en caste-
llano es el personaje quien escribe el
poema. Aquel a quien Joan Ferraté, a pro-
pósito de Jaime Gil de Biedma, llamaba "el
propio personaje fantasmal del poeta".
Ahora bien, hay una cosa que permanece
en Els miralls que es una serie de tipos de
procedimiento estilístico que están en la
ruptura de nexos lógicos y en las referen-
cias culturales y cinematográficas.
— ¿Que importancia tiene el cine en tu
obra?
— La influencia del cine es algo que, más
o menos visible, permanece en toda mi
obra, desde que empecé a escribir en caste-
llano. Yo parto de la base de la yuxtaposi-
ción de imágenes para la construcción del
poema. Lo que ocurre es que el tipo de es-
critura que practico, sobre todo después de
Els miralls, —al ser mayor el peso de la
tradición literaria que el de los mass-media
que antes utilizaba— hace que la influen-
cia del cine no sea tan perceptible para el
lector. Pero, en realidad, incluso L'espai
desert —yo diría que particularmente
L'espai desert— funciona por ese sistema
de yuxtaposición de imágenes. Lo que sí ha
desaparecido es el tono de un libro como
La muerte en Beverly Hills que aunque en
cierto modo es un libro muy serio es igual-
mente, todo él, un pastiche voluntario e
irónico. Esto es poco probable que lo
vuelva a hacer, porque La muerte en Be-
verly Hills podia hacerse jugando con los
malos doblajes de las películas americanas,
con las traducciones argentinas, con un
tipo de lenguaje que no tiene nada que ver
con la realidad catalana de uno.
— No consideras por tanto la posibilidad
de una literatura bilingüe...
— Si un poeta puede escribir en las dos
lenguas, desde el punto de vista literario,
sí. Desde el punto de vista ético, es otra
cosa. E incluso desde el punto de vista lite-
rario habría que opinar sobre los resulta-
dos. Por ejemplo, los poemas en francés de
Rilke no están a la altura de su poesía en
alemán.
Es decir, una cosa es el punto de vista
ético; otra, la posibilidad material; y, otra
aún, los resultados que, aun suponiendo
que fueran buenos en ambos casos, serían
buenos de otra manera. Diría que hay
también un factor de autenticidad que
cuenta.
Como poca gente sabe, Carner tradujo en
verso Nabi al castellano. Esto, tenga el va-
lor que tenga, es una obra en castellano es-
crita por Carner, y de la cual él es entera-
mente responsable, tanto como de la ver-
sión catalana. Y desde luego, en este caso,
no hay éticamente nada reprochable. Car-
ner estaba en el exilio y quería ser cono-
cido por la gente que le rodeaba en Méjico.
El resultado estético es evidentemente su-
perior en la versión catalana, pero no por-
,
Pere Gmferrer, con Josep M. Castellet.
que Carner no dominara el castellano —lo
conocía mucho más que la mayoria de es-
critores castellanos de su época— sino
porque era un poeta catalán.
— Entre los contemporáneos que más han
influido en tu obra citas, a menudo, a Oc-
tavio Paz y Vicente Aleixandre en caste-
llano, y a J.V. Foix y Joan Brossa en ca-
talán. Sin embargo, la influencia de estos
dos últimos no era demasiado perceptible
en tu etapa castellana. ¿A que era debido?
— Tanto a Foix como a Brossa ya los ha-
bía leído en los anos sesenta. Lo que su-
cede es que ambos son poetas casi intradu-
cibles. Las enormes cualidades que poseen
van unidas extraordinariamente a la len-
gua. Es algo parecido a lo que ocurre con
Antonio Machado, puesto en francés
pierde muchísimo. O el caso que antes ci-
taba de Carner. Aleixandre y Paz pueden
traducirse y aunque lo que hacen tiene mu-
cho que ver con la lengua no llegan al ex-
tremo de Foix y de Brossa. Estos, de algún
modo, sólo tienen sentido en catalán.
— Antes hablabas del peso que ha pasado
a tener la tradición literaria en el conjunto
de tu obra. Dejando aparte a March y
Llull, hacia donde ha apuntado tu interés
en la herencia literaria catalana...
— A mi me interesa mucho, como se nota
en Hora foscant y en gran parte de mi
obra, la poesia barroca. L2 poesía barroca
europea, y la castellana que era una de las
mejores en aquellos momentos. Pero está
claro que esto también existia en catalán.
Está Fontanella, está Francesc Vicenç
Garcia y hay otros más. Por ello, en cata-
lán había que acudir a los poetas catalanes
del barroco, y no a los Villamediana, Bo-
cángel, etc., a los que también había leído.
Pienso que hay que reivindicar la tradición
literaria catalana. Hay que reivindicar que
ha habido un renacimiento, un neoclasi-
cismo, un barroco, porque todo ello es
cierto. El hecho de que las obras de Fonta-
nella sólo hayan sido editadas en antolo-
gías, que no haya una edición competente
del Rector de Vallfogona, que sólo una de
las tragedias de Ramis —Lucrécia— haya
sido editada, no significa que esas obras no
hayan sido escritas. Y, al margen de que su
valor literario sea mayor o menor, hay que
reivindicarlas como parte de la literatura
catalana para que esta se sitúe en un nivel
de normalidad mínima.
Hay que volver sobre el período llamado
"Decadencia". Incluso la denominación se-
ría discutible, porque, aunque sus autores
no tengan la calidad de los del siglo XV,
Fontanella por ejemplo no es un poeta
menos interesante que muchos poetas del
XIX que son citados con respeto. Y, por
ejemplo, está claro que las tragedias neo-
clásicas de Ramis no se pueden comparar
con las de Racine, pero tampoco se puede
comparar con Racine la Raquel de Garcia
de la Huerta. Quiero decir, pues, que no se
puede hacer creer que la literatura catalana
se acaba en el siglo XV y vuelve a empezar
en el XIX. A lo sumo, se puede decir que
hay un descenso en número, incluso un
descenso cualitativo, pero no más que eso.
— Tu discurso poético parece entroncar
con cierta poesía anglosajona que tiene
como puntos de referencia a Eliot y a
Pound...
— Yo diría que, efectivamente, Eliot y
Pound han sido básicos, pero hay otras
cosas. Está por un lado, no en tanto que
procedimiento estilístico sino en cuanto al
espíritu, la influencia del surrealismo que,
a pesar de las apariencias, no ha desapare-
cido nunca, y pese a que la escritura auto-
41
 matica es algo que yo he practicado pOel
`din° Del surrealismo me han influido dos
cosos Por una parte, no el s i n realismo que
ese/ ibieion los poetas Ii'1111CeSeN. que tiene
un valot relativo, sino el surrealismo poe-
ico hispánico. el de Foix y el de los poetas
de la generaciOn del 27 que hacen surrea-
lisitio 1 orca. Cernuda. el Aleixandre de
LB destrucción o el amor. Eambién el su-
rrealismo latinoamericano de Octavio Paz.
1 a Lora coso lIlie Me ha influido son las
ideas de los surrealistas, es decir lo que
ellos expresaron a traves de SUS Mandil:1:-
10S, de sus declaraciones públicas. I o que
pasa es que es 1111 I 1110 de influencia mas de
ideas y actitud que de escritura.
In cuanio Iliot y Pound, sin duda me
hicieron L in gran impacto. 1 ambien Wa-
llace Stevens. que es un poeta de una Orbita
afín. Pero hay tara cosa que no has men-
cionado y que es tan importante como el
sur realismo, Hiot. Pound y el cine. Es la
narnitiva contemporanea. Yo hace bastan-
tes años que 1,, que leo fundamentalmente
es novela, y esto, de algún modo, ine pa-
rece que se nota, menos yo lo noto, 1 2
1111 rativa me ha influido notoriamente, so-
bre iodo la idea de que en la actualidad los
generos confluyen y las novelas son. en
ele) io /nodo. poemas y ensayos.
— zPodrias hacer un breve recuento de tu
obra, de los propósitos de cada libro?
Els miralls esta tan claro que no creo
que l viva que decii gran cosa. U.s un re-
planteamiento al empeiar una etapa En
gran parte hay dos problemas fundamen-
tales, el sentido de la poesia como ial, y la
el;iciOn de la poesia con la experiencia per-
sonal. Y estas dos cosas eshin tan claras en
el libro que Casi huelga todo comentario de
mi parte
llora frasean, es un planteo de algo donde
ha y , por 111111 par te, la necesidad de expre-
sarme yo como individuo concreto y per-
sonal Y. por 011,1 parte, imbricar esto en la
incouporacidn de la tradicidn literaria del
pasado, la barroca, la medieval, la renacen-
tista, la ilost-renacemisia 1 : monees estas
experiencias son simultaneameme literaria
y personal, lo cual involuci ;iba ademas el
intenlo de recuperación de parte de la ira.
dicuin literilia ;intoetona, (le ;do la cita (le
rontanella llora roscant, en realidad, yo
lo Ve° COMO Un solo
II CaS11 de Inc cec es dnan110. Ni csla ovo
Nado como litm o 1 5 la tiniCa cosa que no
esta pensada como libro , en catalan , (un
castellano. Arde el mar tampoco estaba
pensado como libio.) 1'1;111 poemas que yo
iba ese' duendo, algunos simulianoos a
llora foscant. Más que trii libro, es una re.
C1 1 1/11:1CIOn Hl ella. los ;IN/X. 00K formales
5O11 Iris distrzictiws. mas visibles. Se
busca Ii reCleaCIOn dneeld de otras for-
MitS, el CletC1C11 1 es de 01 lid Orden. Se 111VeS-
igall Ilna Se! ie de posibilidades boticas v
de liad', ion literal la del pasado catalatI.
S t,, eS1 1 1e 1,1 1111a VISI011 del In 1111,10 que no
es muy distinta de la de llora foseaul, peto
42
se expresa a través de poemas más indivi-
dualizados como tales.
— Creo que se advierte, entre l'Is miralls
y 1 lili a liascant. una cierta ruptura en la
actitud del sujeto que escribe...
-- Entre Els Miralls y Hora foscant pasa-
ron dos cosas. Primeramente, esa recupe-
ración del yo individual, que es muy lenta,
y a la que no llego plenamente hasta
L'espai desea. Por olmo lado, el hecho de
que en los dos anos que pasan, desvio com-
pletamente mi cenint de 'Meres en cuanto
a lecturas, y Je la literatura contempora-
nea y los mass-media paso a la literatura
clásica. No me reliero a los greco-latinos,
MUNIR: los leo ~bien, sino a la literatura
medieval, a la literatura de los siglos XVI
y XVII..
— ¿Varia mucho el proceso de trabajo y
de concepción del poema, de libro a libro?
En Els miralls yo empece escribiendo
poemas individuales, pero bastante pronto
me di ellenla de que (erijan una unidad
considerable. Por eso ya introduje ix,entas
como Interludi o Ara el poeta inicia una
acció practica que no llenen en si In 11,11101i
ninguna otra funciOn (pie la de contra-
punto con el resto,
1 . 11 llora foscant me di cuenta de que se-
11.111 una set ie de poemas breves, bastante
intensos, que constiluirian una sola cosa.
los 'I'res poemes debian ser en principio
algunos mas, pero finalmente sólo queda-
ron estos líes.
Respecto a L'espai desert, empecé el pri-
mer poema, tille ahOla es la sección I, pen-
sando que seria un solo poema, bastante
largo, pero no tinas largo de lo que hoy es
esa primera seccidn. Y. más o menos por
Li mitad, me di cuenta de que aquello seria
Lila filmo, que tenia que ser dividido en
unos cuantos capitulo% y que seria lo mas
largo que he escrito nunca. De hecho,
L'espal desea está planeado rigurosa-
!neme como si Fuera tina novela. Anali•
/ando cada secció in . cada tema, cada aipo
de imagenes. Utilizo un plan previo, cosa
que 111111k:a hatha heChO haShl en1011Ces,
iEn que medida afecta tu labor como
critico a tu producción poética?
I a critica divulgativa no la ;afecta para
nada. I a que si la alecta es :Nuella critica
1 11a5 detenida que conciei ne a amores que a
mi me interesan de una nimiera particular
1 . 11 este sentido, es claro que los textos de
Radicalidades y :11i libro sobre I,a poesia
de IV. Foixuurc ilúcuiut personalmente en
la medida ett que lit leel111 a de 1111 eSer 11111,
poeta o no, es 1111a lectuii o 111 111111illiCa O
que se ;leer ca a ella dar cuenta de cOmo
funciona un autor por dentro, puedes So
her iambien cOmo 11.111C1011aN 1 11 1,01 dentro
Y esto lo noto bastante en L'espal desert.
La lee1111 11idaln a a palah1;1, 1,1111 lechUla
delellida, 1110 ha OhllgadO a una mayor me
enaOn. A 11 1 que Siendhal llamaba dosis de
detalle.
— ¿Utilizas alguna metodologia con-
creta?
— No tengo una metodologia concreto: lo
que yo más he leido ha sido estilística.
Aprecio enormemente la critica de un lec-
tor atenta que procure situarse en una
perspectiva. Yo procurcrsituarme en el in-
ierior de la obra, ver cómo funciona por
dentro. No tengo más método que éste. Lo
que yo hago es critica de lector, notas de
lectura; no hago critica de especialista en el
sentido usual. llago critica de lector atento
que, ademes, resulta que también escribe.
Y por tanto las criticas me sirven a este ni-
vel que, en definitiva, no es distinto del ni-
vel en qric se sil naba la critica de Eliot •
— ¿Cómo ves una critica, hoy tan en
boga, conm la francesa? ¿Te interesa, por
ejemplo, lo que hace Ilarthes?
liarthes hace cosas muy distintas a las
que yo hago. Además, él sólo hace obra
critica y, por oiro lado, yo no estoy de
acuerdo con todo lo que el hace. Por ejem-
plo, el libro Sur Racine que es interesante,
tiene al mismo tiempo cosas que son Me-
sacias. cosas que desde un punto de vista
histórico y filológico no son defendibles,
solo I() son desde el punto de vista de la
metodología de liarthes. Como recordarás,
este libro provocó una famosa polémica
con Picard. que dio como resultado el libro
Critique et serie de Harthes. Ocurre que
Picau (1 en algunas cosas concretas tenia ra-
AM. Igualmente, Riffaterre se refiere el es-
tudio de !brilles sobre l'ulcito. 1 .11 historia
de Bardes sobre 'Tácito es muy bonita,
pero hay cosas inexactas.
11 terteno de Barthes, en el fondo, no es
in u y distinto de un terreno para mi igual-
mente seductor e igualmente propenso a
inexactitudes ocasionales, que yo frecuente
en mi adolescencia, que us el terreno de la
critica cinematográfica de Cahlers de Ci-
nema de los anos sesenta. los más riguro-
sos como Rohmer, Rivette o Cmdarti no
liacian eso, pero al lado de estos habla
otros criticos que, como Comolli. después
han sido directores mes o menos conoci-
dos y (Ole eran mucho menos rigurosos.
In 1)1 illantes y estaban llenos de ideas,
peral 110 10d0 lo que decian era rigurosa-
mente desprendible de la obra. Entonces, a
ine parece que Harthes trabaja, aunque
el nivel de calidad sea distinto, en un modo
afin a ese
— Pero la hablas suture todo del primer
'lambes, ¿mantienes la misma opinión so.
bri- obras como Le plaisir du teste, Sade,
I . ourier, I oyola, etc.?
o me referia sobre iodo al Bat mines ini-
cial 1 o que 111 hecho post er iot 'neme es
otra cosa. llasta el Burilo:u; par Ilarthes. Se
inscribe en otia arca, es (111;1 cosa distinta
v, en rigor, no se puede decir que sólo sea
critica literaria
A 1111, poi eiemplo, me interesal mucho su
enSaVO SOhte Sade, pero hay que señalar
que el liarthes que ascendió a la notoriedad
tue el ottO Haithes,
— Ilas publicado estudios sobre pintores
como Miró, 'tapies y Max Ernst. ¿Es este
tipo de trabajo algo natural respecto de tu
obra?
— En la adolescencia descubrí tres COSIIS:
literatura, cine y artes plásticas. La música
ha tenido importancia también, pero pos-
teriormente y de otro modo. Sin embargo,
mientras que la influencia de la literatura y
del cine es apreciable con claridad a lo
largo de mi obra. la influencia de la pin-
tura es de otro orden. Aún asi, en un en-
sayo inédito de Arthur Terry sobre mi
poesia, una de las cosas que me sorprendió
a mí mismo es el estudio que él hace de la
influencia de Tápies sobre mi poesia.
— Una de las preocupaciones de la última
generación de poetas catalanes ha sido la
Investigación sobre la forma. En tu obra,
¿cómo te planteas este problema de la re-
creación de formas clásicas?
— Una recuperación propiamente dicha se
da sobre todo en Foc cec. Es un intento pa-
ralelo, dentro de mi más modesta estatura,
al que hizo J.V. Foix en Sol, I de dol.
Tiene que ver sobre todo con este intento
de que hablábamos de recuperaciOn de la
herencia literaria colectiva y de entronque
con las literaturas del pasado. Luego hay
otro aspecto que me parece importante,
pienso que el verso libre que yo practico
—y el verso que practica la mayoria de au-
tores que saben metrica---- descansa en la
métrica clásica. Así, por efemOlo, L'espal
desert está hecho a base de alejandrinos y
endecasilabos. O, para citar oiro ejemplo,
el Poeta en Nueva York de Garcia Lorca
está hecho a base de formas clásicas, como
ha demostrado Navarro Tomás.
En Foc cec el artificio tiene un sentido dis-
tinto al que tenia en castellano. En catalán
se ha producido poco el hecho de que, en
literaturas mas ricas de posibilidades histó-
ricas, los poetas se hayan dedicado a expe-
rimentar mucho con las formas clásicas.
hay intentos tan admirables como el de
Rubén Dario, que descansa en la posibili-
dad de experimentar sobre formas muy ar-
caicas, sobre formas afrancesadas... Entre
los catalanes quizá debiéramos destacar a
Carner, que es un gran virtuoso, y a Foix
que, con Sol, I de dol y Once nadals I un
cap d'any, también va por este Calltffitt.
En mi caso, lo que hay en Foc cee es inves-
tigación sobre la forma, pero la cosmovi-
sión es la misma que en Hora foscant. Al-
gunas estrofas no son estrofas existentes.
contra lo que la gente cree, sino invencio-
nes milis basadas en las posibilidades mé-
tricas catalanas. La mayoria de ellas no co-
rresponden a un patrón estritfico rigurosa-
mente existente.
— Las constantes imaginistas de tu obra.
¿surgen de algún planteamiento premedi-
tado, responden a un l'iteres especial?
— Sui gen de iun consem tundamental para
mi que me dio el poeta brasileño loa° Ca-
bral de Melo. Me recomendo que me lijara
en las formas primitivas, nie citó a Villon
v a Berceo pero igual hubiera podido ci-
tarme la Chanson de Roland o Ramon
lita Me recomendó que. como los primi-
tivos. utilizara cosas que pudieran visuali-
zarse, no cosas abstractas ni imágenes no
visualizables por el lector. Y esto, con muy
pocas excepciones, lo he practicado riguro-
samente. Por tanto, si es algo que el lector
puede imaginar visualmente, es algo que
funciona. No sólo funciona, sino que te
exime de decir de modo explicito lo que ya
de por si dice la imagen.
Pound dijo que no se empleara en poesia
ninguna expresión que uno no pudiera em-
plear en una conversación corriente. Y
esto es un consejo que está muy bien.
Aunque uno haya de aplicarlo no tan al pie
de la letra como todo eso, el consejo es
bueno. Entonces, esto, aplicado al catalán,
da como resultado que el lenguaje que más
funciona poéticamente es aquel que el lec-
tor entiende de inmediato qué significa.
Por otra parte se relaciona con las palabras
que no sólo forman parte de la vivencia del
lector, sino que fueron las primeras pala-
bras que aprendió y son las que más asocia
al idioma catalán como tal. ¿Qué palabras
son estas? Lis del léxico rural o las del lé-
xico domestico no asociado con el mundo
mecánico contemporáneo. Es decir, las pa-
labras que han permanecido inmunes a
toda la acción descatalanizadora de la etapa
franquista. Entonces, este es el léxico bá-
sico sobre el que tiene que trabajar un
poeta.
Entonces, el problema para uno que es-
criba poesia en catalán es que esto puede
ser un sustrato, pero no puede ser lo único
que maneje. De ahi viene que en L'Espal
desert haya secciones extensas sobre vida
urbana, que he tratado de hacer con lo má-
ximo que he podido. Es decir, sin recurrir
a ninguna palabra que el lector no reco-
nozca. Rime que a Gabriel Ferrater, que
escribía poesia de tema urbano y contem-
poráneo, le pasaba lo mismo, y por eso no
tiene ningún escrúpulo en poner la palabra
-mancana - para denominar el plano de
casas.
Me parece que, en gran parte, la poesia ca-
talana funciona sobre esto, Funcionan so-
bre esto Comer, Brossa, Foix (aunque Foix
también funciona sobre el léxico medie-
val). Se trabaja sobre el lenguaje conversa-
cional, de iimbiente domestico y preferen-
temente rural. En L'espal desert, todo el
nivel urbano y tecnológico está tratado con
mucha atención. No cabe duda de que la
catalanizacidn de este léxico es necesaria,
sin embargo no me parece que sea una em-
presa que tengamos que hacer los poetas.
— I.as limitaciones de que antes hablabas
parecen dejar al escritor catalan en una
situación poco óptima para el trabajo so-
bre la escritura_
— 1 ene ventiyas y tiene inconvenientes,
I os inconvenientes son varios. Uno, hay
que incorporar el vocabulario comemporä-
neo. Pero eso también lo tuvieron que ha-
cer los poetas castellanos. Incorporar el
vocabulario contemporáneo fue uno de los
problemas fundamentales en la poesia de
la generación del 27. Este es un problema
de todas las literaturas, sólo que nosotros
sufrimos el retraso de estos cuarenta años
de represión.
— Pero, ;no crees que estas mismas limi-
taciones han generado una literatura en-
cerrada sobre si misma y poco abierta al
exterior?
— No creo que esto se pueda decir en ge-
neral. Foix, por ejemplo, está muy unido a
las vanguardias de los años veinte. Brossa
tiene que ver también con toda la tradición
vanguardista. No creo que la tradición lite-
raria catalana sea autosuficiente. Quizá se
podria decir, y con ciertas reservas, ett el
caso de Carner y de Guerau de Liost.
Estos quizá si que son productos de una
época y de un pais.
— Hay otro handicap importante que se
ha de considerar: el de la intraducibili-
dad...
— En el caso de Brossa hay una parte que
es dificilísima de traducir por el mismo
material que maneja. O sea, es dificilisima
del mismo modo que lo es el Finnegans
Wake de Joyce. No porque Brossa haga
juegos de palabras como Joyce, sino por-
que los dos manejan un material que es ex-
clusivamente la lengua propia. En cambio,
Foix si que es siempre traducible. Es com-
plicado, pero se puede hacer. Tiene sus
equivalencias en los lenguajes literarios de
otros paises.
Ahora bien, hay que decir que todas las
desdichas de la tradición literaria catalana
tienen un único contrapeso en un hecho.
Este hecho es que el lenguaje literario cas-
tellano está enormemente viciado porque.
después de Espronceda, hubo una serie de
poetas funestos como Núñez de Arce
toda esa gente horrible de la segunda mitad
del s. XIX, exceptuando quizá a Bécquer.
Augusto Ferrán y Rosalia de Castro. Esto
no ha ocurrido en catalán y por ello el len•
guaje literario coloquial conserva una
fuerza que nunca ha perdido. En caste-
llano, al abordar el léxico rural corres el
riesgo de que te salga Gabriel y Galán o.
en el mejor de los casos. Machado, que
está muy bien en 1912 pero ahora ya no
En el lenguaje coloquial ya no digamos, en
el mejor de los casos parecen diálogos dC
sainete. Excepto en I atinoamerica, donde
si que funciona el lenguaje coloquial, en
castellano sólo funciona el lenguaje litera-
rio. Incluso los excelentes intentos de poe-
sia coloquial que hace un Gil de Hiedma se
realizan sobre el Mea de unos castellanoha-
blantes de un grupo social muy restringido
y concreto en Barcelona. Pero poesia colo-
quial y poesia de tema rural, que no sea
una arqueologia, no la hay en castellano
Este es quizá el min .1110
i 1
,.esquac 1a.stdr.co
de la literatura catalana
4'3
 — TO formaste parte de aquella famosa
antologia de José NI. Castellet, Nueve
novísimos; Al cabo de ocho años, ¿cómo

ENTE valoras aquella experiencia?

— La antología sigue siendo muy co-
rrecta. CiStellet tenia interés en hacer una
antología que fuera la continuación de

LO SOLEMNE Veinticinco años de poesla española. La

selección se hizo con rigor de entre un gran
número de manuscritos de poetas jóvenes,
editados o no. A partir de la aparición del

YLO libro se inauguraba una generación o la

posibilidad de que existiera una genera-
ción; eso interesó a la critica ya los medios
de difusión cultural; los editores se intere-
saron por la nueva poesía y en los años

IRONICO siguientes se publicaron muchos poetas

jóvenes a causa del estimulo que significó
la antologia.
Hoy, después de ocho años, la antología es
un puro fósil, hay muchos poetas impor-
tantes que no estaban en ella, los antologa-

entrevista con Félix de Azúa dos han ido evolucionando... Sin embargo,
es notable observar que Castellet acertó en
su selección en casi todos los casos, todos
los seleccionados han tenido después conti-
nuidad como escritores. No hay ninguna
J.E. AYALA-DIP metedura de pata, y esto es admirable,
porque Castellet tuvo que adivinar, intuir,
JOAN ESTRUCH trabajar en el vacio.
— ¿Habla alguna unidad de criterios
entre estos poetas?
— En realidad, no. Castellet tuvo que
improvisar sobre el material que llegó a
sus manos; tuvo que inventar una teoría
para unificar la antologia. En aquel
momento parecía existir una homogenei-
dad consistente en el rechazo de la
generación anterior, pero después cada
uno de los "novísimos" ha ido evolucio-
nando independientemente de los demás.
— En tu caso, desde Nueve novísimos
hasta Pasar y siete canciones, ¿cuál ha
sido la evolución de tu poesía?
— Cada vez ha sido menos importante el
formalismo. Creo que mis primeros libros
eran exclusivamente formalistas. Quizá yo
Fotos; entonces me engañaba a mí mismo pen-
, F. FABREGAS sando que mis modelos eran Pound, Eliot
o Girondo; en realidad, no es verdad. Mis
modelos auténticos eran Mallarme o Ver-
lame. Y,
Y, de libro en libro, esa influencia se
Con una escritura que huyo hacia el imperio casi absoluto del lenguaje, el ex-noví- hizo más clara, bien se ve en Edgar en
simo Félix de Azúa construye su novelistica, pausada, elaborada, desmitificadora Stephane, que es un libro casi exclusiva-
Malditos los que proclaman falsos dioses y elevan idolos de viento y madera!) so- mente mallarmiano desde su titulo. Y
bre los últimos estertores de lo que él considera el fin del arte moderno. Amante de luego, a partir de Lengua de cal, ese
Holderlin y Novalis y en general del romanticismo aloman, fervientemente explíci-
formalismo es cada vez menos importante;
tos en su obra poética, narrativa e incluso periodística, el autor de Pasar y siete can-
ciones(1) (poemas) y Las lecciones suspendidas(2)(su última novela) nos deja entrever
creo que en la actualidad voy camino de
un sereno pesimismo por el futuro dele literatura. hacer una poesía como la de Campoamor,
Al amparo de una calurosa tarde de septiembre, su voz no rehuye el tema de la muy de moraleja y de pequeña filosofia
muerte. leitmotiv de toda su obra La fugacidad de la vida y la inconciencia de ella cotidiana. (sonríe).
que hoy nos apresa, adquiere en su decir afable ye ratos irónico, toda la tonalidad de
— En la poética que introduce tus poesías
un escepticismo tan suave como intransigente. (He pasado fugaz/ He visto ciudades
he leído libros/ sin aprender nada sobre esta obligada soledad sin fin), nos confiesa Azúa en Nueva novísimos afirmabas que "Es
en Pasar y siete canciones, curioso, pero las respectivas ideologlas de
Sobre estas cuestiones y otras igualmente vinculadas al universo de la gestación li- los poetas no tienen apenas infuencia
teraria hemos tratado con Félix de Azúa en vísperas de un otoño que se resiste a re- sobre su obra; entre los de Ideologie
tornar. repugnante hay personajes Imprescindi-
44
bles como Pnund o Eliot y entre los otros
lo mismo."
— Si, lo que pasa es que ahora no lo diría
con aquella jactancia juvenil; lo que si
seguiria suscribiendo es que hablar de
poesía es prácticamente imposible, vamos,
es imposible. Se puede comunicar, expre-
sar, intercambiar, manipular, pero decir
algo de ella es imposible. De lo que si se
puede hablar es de los poetas, es decir, uno
puede hacer discursos tremendos sobre la
ideologia de Pound, o sobre la influencia
de la política en Donne, pero, claro, eso no
es hablar de poesía. Lo que yo quería decir
ahí, de un modo muy militante, muy
arrogante, es que si lo que uno pretende es
un discurso propio para la poesía, mezclar
en ese discurso temas sociológicos, sicoa-
naliticos, o de cualquier ciencia que tiene
su campo especifico, es robar la parcela
propia de la poesia.
— Corno persona vinculada al mundo
editorial y como escritor, ¿Cómo ves el
panorama actual de la poesia española?
De una forma más concreta; hace un par
de años salió una antologla de Víctor
l'imane°, Poetas del Resurgimiento, en la
que se pretendia repetir el fenómeno de
Nueve novisimos.
— En el caso de esta antologia se da el
proceso inverso al de la antologia de
Castellet. Esa antología es tan justa como
la de Castellet, lo que pasa es que, como no
tuvo repercusión social ninguna, de hecho
fue una operación inexistente. En ella hay
poetas muy dignos de consideración...
— Si la hubiera publicado Barral, ¿el
resultado hubiera sido el mismo?
— Si la hubiera hecho Castellet, el resul-
tado hubiera sido distinto. Creo que hay
que respetar la figura del "inventor litera-
rio", y supongo que los historiadores de la
cultura dentro de unos años podrán llegar
a establecer los núcleos de poder cultural,
que siempre son mucho más disimulados
de lo que parece y mucho más inventivos
de lo que se piensa. Un critico como Eliot
pudo en un momento dado llegar a ser el
cerebro motor de la historia literaria
inglesa, es decir, reconstruyó toda la
historia de la poesía inglesa a partir del
"invento" de los metafísicos, rescatados
por él. Que la operación sea justa o injusta,
que a uno le convenza o no, no tiene
ninguna importancia, porque, una vez
aceptada la operación por los mecanismos
de poder cultural, no hay remedio, la cosa
está hecha.
El caso de Castellet es exactamente ése, es
decir, tiene la cualidad de que cuando se
decide a introducir un elemento nuevo en
la historia de la literatura, funciona; en
cambio, hay otros que lo intentan y no lo
consiguen. En la antología de Pozanco
fallaba ese aspecto. La antología era
perfectamente justa, incluso muy reco-
mendable y muy interesante, pero no
llegaba a cumplir la finalidad que se pide a
toda antología: establecer un corte histó-
rico, marcar un hito.
— Pasando a tu vertiente narrativa,
¿cómo valoras el intento de crear una
necia narrativa española promovido desde
la coleccitin I lispanica Nova de Barra' en
la que publicaste tu primera novela, I as
lecciones de Jena?(3)
— Esa fue una operación completamente
distinta a la de Nueve novisimos, ahí no
intervino un elemento creador, sino que
fue un lanzamiento editorial, que hubiera
podido ser sustituido por unas copas en
Boccacio, El lanzamiento fue muy precipi-
tado; se mezclaron muchas cosas, quedó
antipático para el público y la critica, La
gente reaccionó mal, el intento de crear
una nueva narrativa se vio como rodeado
de un tufillo de estafa. En fin, la operación
fue en contra de todos; en contra del
editor, en contra de los editados y, sobre
todo, en contra de una posible nueva
narrativa española.
Este tipo de lanzamientos ahora ya no
tienen ningún sentido. Por ejemplo, el
grupo de Cardin, que a través de la
colección Ucronia pretende constituirse en
grupo homogéneo y distinto. En realidad,
no hay grupo, lo único que tienen en
común es que son muy académicos,
repiten esquemas de los años 68-70. Para
nosotros, Tel Quel y derivados, Lacan y
derivados son pura academia, no es
vanguardia, sino todo lo contrario, conser
vadurismo extremo. Lo suyo es literatura
de caballete, hay en ella una especie de
idioma, de slang que se domina leyendo
unos cuantos breviarios sobre Lacen y
cuatro fantasmas más que cualquier estu-
diante de periodismo puede utilizar y
entrar así en la academia moderna. En un
Viejo Topo(4) había una entrevista de
Cardin con Gustavo Bueno, en la que decía
que Bueno era el único filósofo del país
que le interesaba. Decir eso es, cuando
menos, candoroso, de una ingenuidad
increíble.
— ¿Hubo alguna secuela del boom suda-
mericano en el intento de crear una
narrativa española?
— Habría sido divertido que el intento
hubiera sido chovinista, como reacción
frente a la narrativa sudamericana. Pero
no fue así, no hubo nada de eso.
— Háblanos de tu Interés por la cultura
alemana en general, especialmente por la
literatura j filosofia románticas. cuya
Influencia se ve en Las lecciones de Jena.
— Si, es cierto, me influyó bastante, pero
ahora me he aburrido de ella, Si hace cinco
años me hubieran hecho esta pregunta,
hubiera cantado las alabanzas de catorce
poetas alemanes del XIX. En la actualidad
me quedaria con Holderlin y Novalis. Es
lo único que queda de un furor que duró
bastante tiempo. Me pasé un año sin leer
otra cosa. A lo mejor toda esa afición
venia de que, como no leo alemán, y son
muy difíciles de conseguir las traducciones
de esos poetas, y es tan divertido buscarlas
en las libreria.s de viejo.., pues es probable
que toda mi pasión por la literatura
alemana viniera de la dificultad en conse-
guir traduciones.
Los poetas alemanes tuvieron mucha
influencia en mi obra, sobre todo en Las
lecciones de Jena, donde también hay
mucho de la filosofía romántica alemana.
El año pasado estuve estudiando a Hegel,
hasta tal punto que nie empaché. Ahora
detesto cordialmente todo lo que tenga esa
atmósfera cervecera y para desintoxicanne
estoy releyendo a Valle-Inclán.
— En tu obra encontramos un rechazo
por las coordenadas espacio-temporales de
la narrativa clásica, un intento de deshu-
manización de la novela en la que el único
protagonista es el lenguaje...
— Pronto saldrá un trabajito sobre Baude-
aire(S) donde hablo de estas cuestiones
con cierta extensión. Si tuviera que resu-
mir mucho diría que con Baudelaire como
poeta, con Poe como narrador. Wagner
como músico y Delacroix como pintor
surge el "arte moderno", no como una
escuela, sino como un estilo. De la misma
manera que se puede hablar de estilo
romántico o de estilo gótico, se puede
hablar de arte moderno, con unas caracte-
rísticas muy claras y muy precisas.
— Cuando te refieres al arte moderno,
¿Incluyes el concepto de modernidad en
general?
— No, me refiero exclusivamente a un
estilo. Baudelaire es el primero en usar el
concepto.
— Bueno, Rimbaud .a decía que "has
que ser absolutamente modernos"
— Si. pero Rimbaud toma el concepto de
Baudelaire. En realidad, el concepto pro-
cede de Poe, pero como Poe es. en palabras
de Eliot, "un mal escritor ingles", no tuvo
repercusión. En cambio, como Baudelaire
era un excelente escritor francés, a partir
de la estética del arte moderno sistemati-
zada por Baudelaire fue posible la poste-
rior conceptualización del asunto. En
resumen, desde Baudelaire hasta Beckett
se da un proceso muy homogéneo, muy
historificable, que es la historia del arte
moderno. Y de la misma forma que todos
los estilos evolucionan, el arte moderno
evoluciona desde sus inicios con Baude-
laire . Mallarme y Verlaine hasta su fin,
que es Beckett. En todo ese proceso hay
una ley de oro: la poesía sólo responde ante
el lenguaje, no tiene otro juez, nadie puede
juzgar la poesia desde la filosofia, la
historia, la sociologia, etc.
— Pecarla de narcisista la poesia...
— Claro, la poesia se hizo completamente
autista. tal como Mallarmé queria. Ya no
45
 FONDO
MADRAGORA DE CULTURA
ECONOMICA
.
Henri Poblado, N/rl."
EdIficio IndubuddIng. 4-15
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BARCELONA•29
1(1

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se podía hablar en poesía de "bellos
sentimientos" o de "lo bien que queda el
César en este soneto". Esto fue multipli-
cado tras la aparición de los primeros
lingüistas, con lo que se produjo una
auténtica coordinación entre las ciencias y
las artes, coordinación que hoy hä termi-
nado. El arte moderno, como estilo, se
acaba con Beckett. Esta es una opinión
personal, modesta, sin presunciones de ser
válida para todo el mundo.
En este sentido, en mis primeros libros de
poesia y en Las lecciones de Jena obedezco
esta ley ingenuamente, sin más reflexión;
sólo a partir de Las lecciones suspendidas
y de Pasar y siete canciones creo que dejo
de ser ingenuo y más bien me inclino a
pensar que, como no encuentre otros
recursos, cierro la barraca. Desde el
momento en que soy consciente de que ha
terminado el arte moderno, me veo en la
obligación de inventar otra cosa.
— Siempre se ha querido ver en tu obra la
influencia de Juan Benet.
— Cada vez creo menos en la influencia de
sus libros y más en la de su conversación,
de su gusto, de su capacidad crítica. Es un
hombre al que sólo le gusta una cosa, le
sacas de eso y empieza a escupir, a pegar, a
aplastar. En cambio, en su campo de
trabajo, que es un campo muy "duro",
muy a lo Faulkner y a lo Conrad, en eso es
absolutamente riguroso.
Para los que le conocimos hace años era
muy pedagógico ver a alguieen empeñado
en la defensa de un determinado modo y
nada mas; eso en un país en el que todo el
mundo decía que sí a todo, Benet nos
enseñó a practicar un cierto terrorismo
cultural.
— En la segunda parte de Las lecciones
suspendidas pareces acercarte a la narra-
tiva tradicional, con un protagonista como
eje del capitulo. Por otra parte, hay una
desmesurada diferencia entre las dos
partes. En toda la novela se huele una
especie de atmósfera policiaca, de elemen-
tos sospechosos, pero de pronto nos da la
sensación de una novela encerrada en si
misma. El final parece como si se
desmarcara de la primera parte.
— Es difícil responder a estas cuestiones,
porque las posibilidades de lectura son
múltiples. El otro dia leí una critica de
Carmen Martín Gaite sobre Las lecciones
suspendidas. Era una crítica muy justa,
muy honesta. Decía que no había encon-
trado una historia por ningún lado, que
había estado leyendo hasta el final y no se
había enterado de qué iba el libro. Me
criticaba su propio aburrimiento. Yo diría
que estoy totalmente de acuerdo con ella.
— SI, da la sensación de que en la
primera parte el tratamiento formal de la
novela quisiera despretiglar la historia,
que evidentemente existe.
— Siempre hay historia. Si yo pudiera
hablar con Carmen Martín Gaite le diría
que a lo mejor es que ella se empeña en
buscar una historia que si no se ofrece, si
no surge por si misma, es inútil buscarla.
Es decir, que si ella no encontró historia en
la página quince, pues tenia que cerrar el
libro y ya está. Si el lector no empieza a
sentirse implicado en lo que lee, a ver que
aquello va con él, tiene que cerrar el libro,
no hay ninguna obligación de terminarlo.
Carmen Martín Gaite seguramente sólo se
identifica con determinadas historias y en
Las lecciones suspendidas no encontró
agarradero ninguno a pesar de haber
puesto toda su buena voluntad.
Supongo que alguien, al leer el libro,
encontrará una historia similar a lo que
puede haber vivido o pensado en algún
momento. y si resulta que no hay nadie
que encuentre una historia como la que
cuento, pues es que no la hay, es que me he
equivocado. Una novela tiene que contar
una historia que por lo menos le haya
sucedido a dos personas: al narrador y al
protagonista.
— Respecto a los aspectos formales de tu
obra, da la sensación de que ese tono
Irónico que abunda en tu obra quisiera
mantener apartado, distante al lector.
— Si, yo diria más, mi estilo (si lo hay)
incluso se podria calificar de humorístico.
— También hay en tu obra una especie de
solemnidad.
— Has usado la palabra clave: solemni-
dad. Lo solemne es lo que se repite cada
año. Está asociado a una concepción del
tiempo que permite que las cosas vuelvan a
ser lo que fueron, es decir, estamos ante un
planteamiento teológico. Cuando desapa-
recen los dioses, lo solemne se convierte en
pura comedia. Por eso a mi no me parece
contradictorio el empleo de la solemnidad
y de la ironía. Hay una tradición literaria
amplísima que une ambos aspectos. En la
actualidad, la prosa de Agustín García
Calvo, la de Benet son solemnes e irónicas.
Incluso es fácil encontrar en Conrad, en
James, en Flaubert páginas solemnisimas,
simplemente para acentuar el rasgo iró-
nico. Además no creo que haya otra
posibilidad. ¿Quién se puede creer hoy en
día una narración hecha con el corazón?
Hecha con la cabeza si, pero ¿hecha con el
corazón?, ¿con los sentimientos?
— El tema de la muerte parecería operar
en tu obra como una obsesión, una
constante, una suerte de reflexión metaff-
sica...
— Si, especialmente en Pasar y siete
canciones.
— i Se debe tal vez a la influencia del
barroco conceptista en lo que tenia para a
de nuclear, también de espantosa, la
muerte?
— Bueno, es que normalmente se identifi-
can la poesía metafísica y el barroco,
refiriéndose a la poesía que reflexiona
sobre la finitud de nuestra existeencia o lo
efimero en general. Pero la muerte es la
única verdad. Pensar lo contrario sería
caer en esa especie de jactanciosa inmorta-
lidad que se atribuyen los románticos y
que no pudieron demostrar porque todos
se murieron. En general los metafísicos
han afrontado este problema con una
actitud más reflexiva, mucho más nega-
tiva. En el caso de Pasar... y Las lecciones
suspendidas la subordinación a este tipo de
reflexión es evidente. Supongo que me
habrá llegado la hora de comenzar a
meditar sobre esta pequeña cuestión. Hay
un momento en la vida en que uno debe
asumir su propia muerte. De lo contrario
uno se muere idiota.
Notas
(ii Pasar y siete canciones, Félix de Azúa. Ed. La
Gaya Ciencia. Barcelona 1977.
(2) Las lecciones suspendidas, Félix de Azúa.
Ediciones Alfaguara Madrid 1978.
(3) Las lecciones de Jena, Feliz de Avía, Barral edi-
tores. Barna 1972.
(4) Viejo Topos' 18.
(5) Aparecerá en la colección Conocer de Dopesa.
47
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TOMO I Esr IAS que la gente trabaje. Su ideología no tiene
CONTIENE:
AL Mr/7POEMM4NOR
( JACK DON ya el aspecto que solía tener. ¿Por qué unos
CANTO 1411A11.0 partidos tan sosegados y moderados han de
4114,
suponer una amenaza para la democracia,
precisamente en el momento en que
comienzan a respetar sus presupuestos
básicos?".
Estas frases, no están entresacadas de
octavillas o comunicados del grupo
Baader-Meinhof; las Brigadas Rojas o el
Ejército Rojo... sino del libro de la
Comisión Trilateral (Europa, Japón y USA)
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literatura
y delito (2
EDUARDO HARO I BARS
días; aunque no sepas por qué,
ella silo sabe." Y el férreo régi-
men franquista se basó en lo
mismo: los españoles somos un
pueblo difícil de gobernar, un
pueblo díscolo y malvado que
necesita de la fuerza y la inteli-
gencia de un hombre de hierro.
Vivimos en una situación de en-
cierro permanente, en un mundo
donde el pecado es omnipre-
sente, sometidos a un código
moral tan riguroso que incluso el
mismo deseo de complacerse
en lo prohibido es ya pecado, y
lo prohibido es casi todo. Las
miserias cotidianas que sufri-
mos se entienden y se nos ha-
ENCIERRO, ENSUENO cen entender como castigo a
esos mil pecados que comete-
"El mundo posee ya el sueño de mos de continuo: el trabajo
un tiempo cuya conciencia tiene mismo es concebido como cas-
que poseer ahora para vivirlo tigo, desde la maldición bíblica:
realmente." (Guy Debord.— La "Ganarás el pan con el sudor de
Sociedad del Espectáculo.) tu frente." Según ha visto muy
bien, entre otros, Michel Fou-
La cárcel es el destino del delin- cault, no hay tanta diferencia
cuente, su hábitat natural. Y entre la cárcel y otras institucio-
como todo ser humano es delin- nes más cotidianas como pue-
cuente por definición social, cul- dan ser la escuela, la oficina, la
pable del delito de haber nacido, fábrica y el cuartel. Puede de-
la cárcel es el destino de todos. cirse que todos vivimos en una
En efecto, cualquier hombre es situación de libertad vigilada,
considerado por el Estado como condicional. Si nos desboca-
un delincuente en potencia; de mos, si nos salimos de la regla,
ahí su fuerza, de ahí su necesi- esa aparente libertad desapa-
dad. Todas las teorías que apo- rece de inmediato y se convierte
yan la organización social actual, en encierro efectivo —en una
o que defienden la necesidad del cárcel, en un hospital psiquiá-
estado, se basan en lo mismo: el trico, en un campo de concen-
hombre es malo por naturaleza. tración...— o incluso en la
El mismo cristianismo que do- muerte; la muerte, que no es
mina todo nuestro pensamiento más que un paso más allá des-
hace partir la existencia misma pués del encierro, separada de él
del hombre como tal, de la es- por una barrera muy tenue. Para
pecie humana, del Pecado Origi- quienes nos encierran, la cárcel
nal. El aparato estatal, el Poder, —situación de encierro no ate-
para imponerse y mantenerse, nuado— es la "muerte civil",
necesita castigar, reprimir nues- tumba para no-muertos. Sabe-
tros instintos supuestamente mos bien que es muy fácil caer
malos, implantar en nuestras en este estado de muerte civil, o
calles y en nuestras vidas como en el de muerte efectiva: la Ley
realidad cotidiana un policía vi- de Peligrosidad Social, en Es-
gilante y en nuestras mentes un paña, y otras similares en países
Angel Guardián; necesita hacer- extranjeros, hacen larguísimo el
nos sentir culpables siempre. brazo de la Ley. Y a veces sal-
Esto lo entendieron muy bien los tarse un control policiaco, no
árabes, cuyo famoso proverbio responder al alto, puede acabar
dice: "Pega a tu mujer todos los con la vida de quien incurre en
tal error.
Según un adagio guerrero, el
primer deber de un prisionero es
evadirse. Para quien no puede
escapar materialmente de los
muros de su prisión, queda otra
salida: el Sueño, El gran sueño
donde todo está permitido y
todos los deseos se cumplen, es
el útimo reducto de la libertad...
o la puerta abierta para la neuro-
sis. Pero ha habido grandes so-
ñadores que lo han utilizado
como forma de proyección al
exterior; tiene potencias de libe-
ración —lo intuyeron los román-
ticos; y los surrealistas, sus he-
rederos, trataron con cierta tor-
peza de llevarlo a la práctica—
que la razón, esa otra cárcel del
pensamiento, no conoce.
En el Ciclo de los Mitos de
Cthulhu, H.P. Lovecraft muestra
a su Dios-Demonio de las
aguas, encarnación de todo mal,
en una situación curiosa: en su
tumba sumergida de R'lyeh,
Cthulhu, castigado por seres
más poderosos y antiguos que
él a una especie de muerte en
vida para purgar una culpa de
alcance cósmico, una culpa que
nunca se nos dice —porque su
pecado es tan abstracto como
el pecado humano, tan informu-
lable como él— sueña, desde su
muerte. Y sus sueños son tan
poderosos que consiguen influir
sobre el comportamiento de los
seres humanos, sobre su mente.
El Gran Cthulhu, en su tumba
submarina, sueña obras de arte
que los humanos plasman; in-
venta religiones y dioses que los
hombres adoran. Consigue así
un simulacro de vida, de liber-
tad, al proyectar sus ensueños y
sus deseos.
No otra cosa hacen, en la histo-
ria de la literatura, grandes en-
cerrados: es precisamente en la
cárcel donde Cervantes escribe
el "Quijote"; Quevedo escribe
encerrado gran parte de su obra;
Fernando de Rojas, el judío, no
escribe en la cárcel "La Celes-
tina", pero sí desde ese temor
constante, desde ese encierro
interior que su judaísmo le pro-
voca en una España dominada
por la Inquisición. Y mas cerca
de nosotros tenemos a los crea-
dores del espíritu moderno, a
sus forjadores: Sade, Artaud,
Genet, construyen desde el en-
cierro mismo un mundo de una
moral compleja en la que se
atisba tal vez una posibilidad fi-
nal de liberación. Artaud busca
en su espíritu torturador la libe-
ración del cuerpo; Genet se
afirma en aquello mismo que le
ha llevado a la cárcel, en la reali-
zación del delito; encuentra en la
inversión —no en la negación—
de todos los valores, una forma
de respuesta a la vida infame a
que le ha condenado la sociedad
burguesa; y Sade, en sus inmen-
sas masturbaciones literarias,
rompe con todo: con la Nobleza
a la que pertenecía, con la Revo-
lución Francesa instauradora de
un nuevo poder represivo y ba-
sado en la guillotina, con los
mismos conceptos de Poder e
incluso de Naturaleza, y plasma
en sus escritos la posibilidad de
una Revolución fundamental,
mucho más profunda que la
francesa.
Rebeldía en tres tiempos, la de
estos tres hombres que parecen
unidos por un mismo espíritu de
negación; rebeldía del que fuera
poderoso ante una sociedad que
le encierra y que basa su poder
en la atrocidad; rebeldía del "en-
fermo mental", encasillado
desde su misma infancia en el
papel de enfermo, a quien se
agravan sus torturas en lugar de
ponerles un fin; rebeldía del niño
destinado a ser delincuente
desde el Hospicio, que asume su
delincuencia, su "anormalidad",
y la arroja a la jeta de la socie-
dad encarcelante en un inmenso
chorro de semen y de palabras.
Sueños de encarcelados que
podrían, en último extremo,
acabar con todas las cárceles.
Si, como quiere Cioran, "sufrir
es producir conocimiento",
estos tres hombres lo han pro-
ducido. Y, desde las profundida-
des aterradoras de sus sueños
dolorosos, de su eterna insatis-
facción de emparedados, nos
devuelven la conciencia.
SADE, EL MUERTO
QUE REFLEXIOMA
El mal que los otros le infligen a
Sade existe: es el mundo. Las
cosas se reducen a una mazmo-
rra asfixiante, v e/pedazo de azul
que distingue por entre los ba-
rrotes es un cielo imposible. Ya
no impreca contra Dios, sino
contra la naturaleza: en vano
quiere violar, vejar, desordenar a
esta madre afrentosa." (Jorge
Gaitán Durán.— El Libertino y la
Revolución.)
La biografía de Donatien Al-
phonse Francois de Sade es un
49

periplo de prision en prisión,
hasta morir encerrado en un
manicomio bajo el Imperio de
Napoleón. Vivió poco la libertad,
pero cuando lo hizo fue con ver-
dadera fuerza. Aunque su vida
poco tuvo que ver con el liberti-
naje que contó en su amplia
obra narrativa, puede decirse
que fue un hombre desmesu-
rado, un poderoso y un rebelde
siempre: antes de la Revolución,
su condición de noble le permi-
tió el goce dolos placeres salva-
jes: y luego se unió a la Revolu-
ción, que le libró de la Bastilla,
teniendo la satisfacción de ver
humillados a aquellos mismos
aristócratas que le habían ence-
rrado y arrojado de su seno pre-
cisamente por hacer uso dema-
siado abiertamente de las pre-
rrogativas de su clase. El resto
de su vida lo pasó encerrado,
forjando un sueño de dimensio-
nes monstruosas, una obra am-
plia, extensa y terrible que quiso
ser una refutación de la idea
misma de "Naturaleza."
"De la masticación de los muer-
tos en el túmulo" era el título de
una obra medieval tocante al
vampirismo y a otras perversio-
nes de los cadáveres animados
por espíritus de maldad. Con-
taba cómo determinados cuer-
pos, muertos en apariencia, de-
voran su mortaja en el estrecho
confin del sepulcro: y como
después, acuciados por un ham-
bre que bien puede calificarse
de monstruosa, se comen a sí
mismos. Este tipo de autovam-
pros no es menos peligroso que
el corriente, sino mucho más;
pues la masticación del cadáver,
por un efecto de magia simpá-
tica, produce la peste y otros
males en la comarca donde se
produce. El Marqués de Sade,
calificado de "divino" por quie-
nes de estas cosas entienden,
desde Rubén Darío hasta el ca-
tólico José Bergamin —quien le
dedica un ensayo agudísimo en
su libro "Fronteras Infernales de
la Poesía"— presenta muchos
paralelismos con ese tipo de
vampiro: condenado a la
"muerte civil" por tres regíme-
nes político-sociales distintos
--la Monarquía, la Revolución y
el Imperio— sobrevive animado
por un deseo monstruoso de
Vida y de Sexo. Animado por
ese Deseo, se ve obligado a ali-
mentarlo de sí mismo, es decir,
a masturbarse: y de su mastur-
bación inmensa surge esa obra
que todavía inficiona al mundo,
ese monumento a la subversión
total que es el conjunto de sus
novelas.
Pero Sade no es tan sólo un
vampiro: es también un hombre
ilustrado, un pensador hijo del
Siglo de las Luces, sumido en la
más profunda Tiniebla. En él se
50
unen los contrastes más absolu-
tos de luz y de tinieblas, de pen-
samiento y de ensueños: la idea
surrealista del punto de unión de
los contrarios, de la fusión de
sueño y vigilia en un mismo lu-
gar del espíritu, se produce na-
turalmente en Sade. Hombre de
rigor en su pensamiento, lo tra-
duce en sueños desaforados; en
su escritura turbia y de ritmo
lento, Razón y Mito caminan pa-
rejas. Y no sabemos cuando es
más monstruoso --es decir,
más ajeno a un supuesto "orden
natural"—, si al fabular o al ra-
zonar, En ambos casos, un im-
pulso le mueve: el Desorden.
Sometido a un orden rigurosí-
simo e implacable, a esa exacer-
bación caricaturesca del Orden
que es la Prisión, ha aprendido a
odiarlo; acusado de violar "las
leyes de la naturaleza", el sodo-
mita insigne desea acabar con la
idea misma de Naturaleza.
Los que todavía luchan contra la
influencia fundamental de Sade
en el pensamiento moderno, los
que le temen todavía, se aferran
como a un clavo ardiendo al ar-
gumento de la mala calidad lite-
raria de su obra, a lo aburridas
que resultan sus larguísimas no-
velas. No han comprendido que
es precisamente en las caracte-
rísticas que hacen a sus novelas
"aburridas" —término bastante
subjetivo, como el de la calidad
literaria— donde se manifiesta
la singular genialidad del Mar-
qués: maestro en sueños, los
escribe como se producen: de-
sordenados, caóticos y excesi-
vamente prolijos en detalles; son
una máquina masturbatoria. Sir-
ven para que él se masturbe, y
para que lo hagamos quienes
compartimos sus ensueños: los
encerrados, impotentes, some-
tidos a la tiranía férrea de un Es-
tado que nos viola sin darnos
placer. Y en esta masturbación
misma está la semilla del pensa-
miento, de un pensamiento rigu-
roso. Sade no cree en la reali-
dad, no cree en las leyes de la
naturaleza, casi ni siquiera en las
leyes de la física. Se mueve so-
lamente por el pensamiento y
sus mecanismos, de los que
tampoco puede escapar. Su
masturbación es un ejercicio
mental. Lo cuenta uno de los
personajes de "Las Ciento
Veinte Jornadas de Sodoma":
"El semen nunca debe dirigir los
principios; son los principios los
que deben determinar el modo
de derramarlo. Que uno esté ex-
citado o no, la filosofía, inde-
pendiente de las pasiones, debe
ser siempre igual."
La masturbación racional del
Marqués de Sade inunda hoy al
mundo entero; nadie puede, en
nuestro siglo —al menos nadie
que piense— declararse libre del
estigma sadiano. El sufrimiento
y el aburrimiento inmensos de
este hombre perpetuamente en-
cerrado configuran nuestro pen-
samiento. A través del sufri-
miento, se hace consciente y es
capaz de criticar, de fustigar
cruelmente a la misma realidad
que le ha dado el ser. Sade no es
el Mal; es la conciencia de quien
ha delinquido y que sitúa el Mal
en quien lo define como delin-
cuente. No trata de subvertir los
valores morales de su tiempo,
sino de transmutar todos los va-
lores de todos los tiempos,
cambiando su significado más
profundo. Sade, aristócrata por
su nacimiento tanto como por
sus pasiones, emplea los valores
de la aristocracia en una fabu-
losa labor de alquimia moral; in-
terpreta al mundo desde ellos, y
desde ellos critica a su propia
clase. Se ha hablado mucho de
un Sade político, relacionando
su nombre con la Revolución
francesa; en realidad, su re-
vuelta va mucho más allá. Lo
que pretende ese preso insigne
no es cambiar un sistema social
determinado, sino cambiar el
mundo y el hombre. Y, desde
detrás de los espesos muros de
su prisión, desde los casi dos-
cientos años que de él nos se-
paran, empezamos a oír su voz y
a entender su sistema.
ARTAUD, EL SUICIDADO
DEL ESPIRITU
"La conciencia es la que da al
ejercicio de todo acto vital su co-
lor de sangre, su matiz cruel, ya
que se sobreentiende que la vida
es siempre la muerte de alguien"
(A. Artaucl)
El surrealismo fue esa fuerza
como hecha de sol y sombra, de
tenebroso romanticismo y de
brillante racionalismo francés,
que ilumina todavía nuestro
mundo de monotonía y miseria.
El surrealismo pretendió denun-
ciar la miseria de la vida coti-
diana, la palidez del mundo en
que nos ha tocado vivir; muchos
fueron sus errores, y sin em-
bargo sigue animándonos su
aventura. El surrealismo brilló
con luz fosforescente en las
transparencias estilísticas de
Andre Breton —ese poeta que
quería vivir en una casa de cris-
tal—, pero tuvo a su único re-
presentante viviente en Antonin
Artaud. Artaud era eso que los
surrealistas mitificaron tanto: un
loco. No necesitaba simular,
como Breton y Eluard en "La In-
maculada Concepción", estados
anormales de conciencia: su es-
tado era anormal. Y, allí donde
los miembros del grupo surrea-
lista creyeron ver brillar vetas
diamantíferas, en las cavernas
del sueño y de la mente que ha
perdido su autonomía, Artaud
supo ver el dolor, el sufrimiento,
la desgraciado haber nacido hu-
mano.
Quizá parezca un poco abusivo
el incluir a Artaud en la categoría
de los delincuentes encerrados.
considerar su obra como fruto
del encierro y del castigo. Sin
embargo, así es. Su pensa-
miento se forja dolorosamente
en la imposibilidad de comuni-
carlo: sus primeros escritos co-
nocidos, las cartas a Jacques
Rivière y sus primeros poemas
—el doloroso "Pesanervios", o
el "Ombligo del Limbo"— son
expresión de ese encierro en sí
mismo, de esa imposibilidad
para hablar: se debate contra el
lenguaje, demasiado lento para
él, y queda encerrado en la es-
trechísima prisión de su espíritu.
Víctima de terribles neuralgias,
que le hicieron utilizar laúdano y
otros opiáceos desde la infan-
cia, de dolores absorbentes, y
—sobre todo— consciente de
una forma dolorosa de su dife-
rencia, se ve obligado a recurrir
al arsenal del Sr. Morfeo, enve-
nenador público —según la de-
finición que da de los opiáceos
su contemporáneo Roger-Gil-
bert Lecomte, para-surrealista y
muerto por causa del opio—
para aliviarse. Recurre también a
otra droga no menos terrible, la
escritura, para salvar el abismo
de soledad que le separa de los
demás hombres.
Podríamos ver la vida de Artaud
como una sucesión de tres en-
cierros: en su primera etapa,
dentro del grupo surrealista —y
que coincide con sus trabajos
como actor— Artaud, ence-
rrado en su cuerpo, quiere pro-
yectar al exterior su espíritu por
medio de la poesía, de la pala-
bra: en la segunda se desarrollan
sus viajes por México, por el
País de los Tarahumaras, y por
Irlanda; allí pretende liberarse
por medio de los alucinógenos
—participa en el rito del pe-
yote—, y de la magia: vuelto a
Francia, ha de sufrir ya la prisión
propiamente dicha, impuesta
por el Sistema. En circunstan-
cias muy poco claras, es ence-
rrado en el manicomio, donde
pasará largos años y de donde
saldrá sólo para morir poco des-
pués de su liberación. En el ma-
nicomio de Rodez, es torturado
copiosamente, y escribe cartas
contando su miseria, la degra-
dación constante a la que es so-
metido.
Esto, en cuanto a su encierro.
Pero, ¿dónde está su delincuen-
cia? Si los cristianos dicen que el
pecado más terrible es ese tan
misterioso que se ejecuta "con-

Jean Genet, el preso
Artaud, el suicidado del espiritu
tra el Espintu Santo", podemos
decir que existe también un de-
lito contra el Espíritu del Es-
tado": éste es precisamente el
delito de que es culpable Ar-
taud. Es el intento de comunicar
el malestar general que le im-
pone una cultura culpable, de
denunciar la imposibilidad de
entendimiento del hombre con-
sigo mismo, el divorcio mons-
truoso entre alma y cuerpo que
está en la base de la civilización
judeocristiana. Artaud es cons-
ciente desde su infancia —in-
fancia marcada por el dolor, por
la enfermedad— de esa ruptura
entre su mente y su cuerpo, y la
denuncia. La búsqueda de la
consciencia, del "estado de vi-
gilia", es el peor pecado que
puede permitirse un poeta. Ar-
taud, como buen surrealista —y
no hablo de un grupo literario,
pues ese mismo grupo lo re-
chazó de su seno, sino de un es-
tado de ánimo surrealista—
busca convertir el sueño, la lo-
cura, en estados conscientes, en
operante conciencia de sí; y
trata de demostrar la poca utili-
dad del Verbo para comunicar;
cuando trata de poner en prác-
tica sus teorías, cuando apela a
la magia y a las drogas —instru-
mentos peligrosos de transfor-
mación del mundo y de sí
mismo—, es encerrado como
subversivo. Uno de los requisi-
tos que necesita el Estado para
su mantenimiento es la separa-
ción total entre los hombres, y
de estos consigo mismos: hace
de los hombres seres coinciden-
tes, pero separados, aislados,
solos y rotos; el Estado se
quiere único nexo de cohesión
social, único valor al que apelar.
Quien intente romper las barre-
ras —ya sea por medio de las
drogas, de la orgía, del amor li-
bre o del sexo igualmente li-
bre— es considerado un peli-
groso social —en cualquiera de
las acepciones de la expresión—
y no precisamente castigado,
sino apartado, encerrado para
que no moleste. Artaud es clasi-
ficado automáticamente como
"loco", pues cuestiona el modo
de entender el mundo de los
"cuerdos"; su obra se cataloga
como "poética'', pues no debe
bajo ningún concepto ser to-
mada en cuenta de otro modo;
su alcance, de ese modo, se mi-
nimiza; su sufrimiento queda ca-
talogado e inventariado como
algo comprensible, asimilable
por la Sociedad. No tiene ni si-
quiera derecho a ser oído; en úl-
timo caso, su mensaje será con-
ceptuado como "poema",
como juego o divertimento, be-
lla excrecencia de una mente
enferma. Artaud es, como él
mismo llamó a Van Gogh, un
"suicidado de la sociedad".
El caso de Artaud nos plantea el
más grave problema de la lo-
cura. En realidad, no sabemos
qué es la locura. A mi entender,
es un estado de disidencia, de
disenso total frente a la realidad
que se nos impone. Se nos dice
—y es cierto— que en los paí-
ses soviéticos se encierra a los
disidentes políticos en manico-
mios y se les trata como a en-
fermos mentales, sometiéndo-
les a terapia, administrándoles
drogas y electroshocks. En reali-
dad, el Estado soviético no hace
más que llevar hasta el último
extremo, de manera nada sofis-
ticada e incluso algo bárbara, un
razonamiento muy simple y de
una lógica perfecta: si alguien no
está de acuerdo con un sistema
social que se pretende perfecto,
debe estar enfermo. Es igual en
el mundo occidentar; lo que
ocurre es que nuestro sistema
tiene más siglos de experiencia,
y ha acumulado una mayor as-
tucia en sus procedimientos.
Aquí no se encierra al disidente
"político" —el juego político
necesita de una cierta oposición,
de un disenso controlado—, a
no ser en los regímenes dictato-
riales, que están muriendo len-
tamente de estupidez. A quien
se encierra, a quien se trata
como a un loco, es al disidente
total, a quien no está de
acuerdo no solamente con de-
terminada forma de gestión po-
lítica, sino con toda una visión
del mundo, la que se nos ha im-
puesto por medio del arma lla-
mada cultura. Se dice que el
"loco" vive en un mundo dis-
tinto al de los "cuerdos"; en
realidad, se trata del mismo
mundo experimentado de otra
forma. Y eso es lo que resulta
intolerable: una experiencia dis-
tinta del mundo, una experiencia
que muestra sus fallas, sus grie-
tas. Y, a través de ellas —como
en los antiguos grabados mági-
cos, a través de las ventanas y
desgarrones del cielo— se pue-
den ver los mecanismos secre-
tos que mueven este universo
sin razón.
GENET, EL PRESO
"¡Oh, imbéciles y asesinos car-
celeros de todos los regímenes
de todos los gobiernos' ¿cuándo
preferiréis la ciencia de conocer
al hombre a la de encarcelarlo?
(Sade)
No creo que sea demasiado in-
teresante para nadie el que me
extienda sobre la calidad del hé-
roe mítico que para mi tiene
Jean Genet. Lo leí de muy joven,
al mismo tiempo que descubría
51
 gletotua 7.1monia .
.111N11n

DETRAS POR DELANTE PUTA MARES (ahí)

Alberto Cardin P.V.P. 280 ptas. Biel Mesquida P.V.P.: 300 ptas.
Un conjunto de relatos que configuran un gran Una monja, una gran dama, un nen pervers i un
fresco del mundo gay: locas, chaperos, intelectua- novel.lista fracassat s'articulen en aquest texte a la
les, travestis, fabiolas, etc.. , también vistos por vegada clasic i modern.
detrás.

Dtiev Manifiesto del C.I.E.L.

HOMENAJE A LEZAMA LIMA
Una entrevista y colaboraciones de J. M. Broto, A. Cardín, F. Jiménez
Losantos, L. Jordá, B. Mesquida, J. Rubio y G. Tena
F. Jiménez Losantos: Unas cuantas disidencias con Juan Goytisolo
Germán L. García: Jung pierde Freud
Sara Glasman: La represión
J. A. Miller y otros: El juego de M. Foucault (mesa redonda)
Otrosí: Diario de lecturas

Suscripción, 4 números: 900 pts.

2/3
Precio de este ejemplar: 300 pts.

alcrudo
editor 4 Baltasar Gracián 31, Zaragoza
tfno. (976) 35 03 03
 muchas otras cosas; el sexo y el
haschisch, entre ellas. Genet es
uno de mis primeros contactos
con la vida tal y como se me ha-
bía prohibido vivirla. Si cuento
esto, es sólo para aclarar que,
ante él, no puedo adoptar la
postura supuestamente "obje-
tiva" que por lo general se atri-
buye a los críticos. Sólo puedo
enfocarlo desde la sorpresa y el
encantamiento que me produjo
la primera lectura de sus textos,
y que todavía perdura. Genet
supuso para mí una experiencia
de la libertad. Su postura ante la
vida, su forma de asumir una
biografía difícil y durísima de so-
portar. y sobre todo su estilo, la
forma con que ha sabido adap-
tar una experiencia totalmente
revulsiva a una escritura cargada
de belleza, en el sentido más
tradicional de la palabra, me sir-
vieron para entender muchas
cosas y encontrar muchos ca-
minos. Si viviéramos en un
mundo más sensato, Genet
—junto con William Burroughs,
Oscar Wilde y otros maestros—
debería ser libro de texto para
los adolescentes.
Jean Genet es lo que se llama un
preso social. Y lo es casi de na-
cimiento, por naturaleza: ence-
rrado desde niño en un hospicio,
aprende según cuenta en su no-
vela "El Milagro de la Rosa", a
tomar como héroes y modelos,
a los forzados del penal vecino.
Desde pequeño sigue el apren-
dizaje del delito: asciende pelda-
ños en la escala social de los de-
lincuentes, en busca de su éxito
final, de su consagración: el pre-
sidio a perpetuidad o la guillo-
tina. Empieza en la vida como
vagabundo, continúa como
mendigo y ladrón, y acaba con-
virtiéndose en escritor; está, por
lo tanto, siempre fuera de la Ley.
Sus obras de narrativa son casi
por completo autobiograficas:
por lo menos, responden a la
imagen de su vida pasada por el
tamiz transformador de la mas-
turbación, del ensueño solitario
hijo de la memoria y del deseo.
Al contrario de Sade , que entre-
teje sus delirios masturbatorios
con sueños utópicos donde
cabe una futura derogación del
Orden, elaborando larguísimos
discursos morales y filosóficos,
Genet no toma como plata-
forma para sus sueños más que
la propia experiencia. Nunca
hace discursos: el 'papel de
"anti-climax" que en la obra de
Sade tiene el discurso, es ocu-
pado en la suya por la poesía.
Poesía cargada a veces de ter-
nura, que choca en el mundo de
brutalidad que nos presenta,
pero que es coherente con él. El
es testigo y cantor de su expe-
riencia, nunca filósofo, Emplea
su experiencia y, como buen
1 53
masturbador, la magnifica y le
concede un brillo inmenso.
Toda su obra está impregnada
de pornografía, es pornografía:
escribe de continuo sobre sexo,
con la intención —explícita mu-
chas veces, como por ejemplo
en las primeras páginas de
"Nuestra Señora de las Flo-
res"— de masturbarse, de
complacerse con los personajes
que pone en escena y que llegan
a invadir como presencias físi-
cas la celda de prisión donde
trabaja. Y este ejercicio literario,
este guión masturbatorio para
un encerrado resulta, por la ma-
gia de la palabra escrita, trans-
misible: se convierte entonces el
libro en vehículo de un coito a
distancia entre escritor y lector,
El fantasma de quien escribe se
manifiesta en la vida misma del
lector, transformando su reali-
dad, su mundo. La pornografía
cambia el estado de ánimo de
quien la lee o la contempla; y
pornografía es toda escritura
que cumple su objetivo, que
llega a quien ha de recibirla.
Esta efectividad de sus escritos,
esta forma de alcanzar al lector
utilizando el camino doble del
sexo y del estilo, hacen de Ge-
net un autor sumamente eficaz
en su denuncia a ultranza de un
sistema disparatado que divide
a la sociedad en buenos y
malos: a él le ha tocado estar en
el bando de los malos desde el
principio y, con un sentido enor-
memente teatral, toma el punto
de vista del malo absoluto. Es un
autor comprometido; no, desde
luego, en el sentido del realismo
testimonial, ni mucho menos
desde ninguna opción política
concreta. Nos da testimonio,
eso sí, de una realidad concen-
tracionaria, de un mundo cuyo
centro, en torno al cual todo
gira, es la prisión. La libertad no
existe en su mundo —que es el
nuestro, no el planeta Marte--;
sus personajes están todos con-
dicionados por una vida de en-
cierro, por un destino ineludible
que les lleva a la prisión, o a la
muerte: asesinos, ladrones, chu-
los y rnanconas, todos oprimi-
dos, ahogados, encerrados. La
diferencia que hay entre la obra
de Genet y la de Francis Carco,
narrador del mismo mundo, es-
triba en una cuestión de puntos
de vista. Los personajes que
aparecen en "Nuestra Señora de
las Flores" son los mismos de
"Jésus la Caille", de Carco: y,
sin embargo, el resultado es el
opuesto. Carco escribe desde la
moral burguesa, desde la com-
pasión comprensiva, y encuen-
tra flores en el fango, mientras
que nuestro autor no hace dife-
rencia alguna entre el fango y las
flores, no pretende imponer los
juicios estéticos y morales pe-
queño-burgueses a un mundo
donde no tienen nada que hacer.
No tiene tampoco su mundo
nada que ver con la literatura pi-
caresca: allí el hambre es alegre
y el delito es menor, jocoso. In-
cluso en el "Diario del Ladrón",
narración de su vida vagabunda
por España, está muy lejos de
los viajes sin trabas de los píca-
ros. Genet es un delincuente
mayor, al que le falta también el
sermón moralista de la pica-
resca.
Su homosexualidad es elevada a
un sistema de vida que todo lo
engloba. Se trata —en el trata-
miento escrito que de ella
hace— de una respuesta vio-
lenta a los usos y costumbres
sexuales en los que se basa la
sociedad sexista. No es, sin em-
bargo, un autor precisamente
comprometido con los movi-
mientos de liberación homose-
xuales; no se plantea nunca nin-
gún tipo de reivindicación en
forma directa. En su obra el
cuerpo del hombre, y el falo
—que es su representación, su
signo— llegan a adoptar carac-
teres mitológicos: las locas, las
mariconas callejeras, se convier-
ten en animales heráldico-mito-
lógicos, en emblemas de todo lo
que es contrario a la respetabili-
dad burguesa. La loca —Divine,
en "Nuestra Señora.,.", por
ejemplo— no es tanto un perso-
naje real como un animal herál-
dico: algo así como el unicornio
en el escudo de Inglaterra. Para
comprender el papel del sexo in-
vertido en su obra, podemos re-
mitirnos a este párrafo de E.P.
Kronhausen: ",.. Es posible atri-
buir a los actos sexuales el sig-
nificado especial de la necesidad
individual de rebelarse no sólo
contra instituciones sociales y
religiosas, sino en último análisis
contra las inhibiciones culturales
que se han convertido . en parte
gravosa de la estructura de ca-
rácter de una persona."
El autor Genet, y también el
hombre, hace acompañar la lla-
mada "inversión" sexual por
una total inversión dejos valores
burgueses: él se afirma en el de-
lito, en la homosexualidad, en la
maldad y en la traición: no res-
peta el sentido del honor, ni si-
quiera ese supuesto "honor en-
tre ladrones" que suele ser un
invento de la Policía, un último
intento de encasillar y hacer par-
tícipe del código moral de la
clase dominante a quienes ya
han perdido todo contacto con
ella. Puede ser —pueden serio
sus personajes predilectos—
soplón, vender a sus amigos,
asesinar o robar a sus amantes.
En el terreno estético es igual:
hace una apología de la sucie-
dad, de la miseria, del excre-
mento —no olvidemos que,
para uno de nuestros más ex-
quisitos poetas, encontramos
"amor en el lugar del excre-
mento"—, de los piojos, de las
exudaciones corporales. Sus
adolescentes sólo son bellos
porque son terribles, porque
cumplen con su destino fatal;
sus héroes defecan, vomitan
sangre y bilis, padecen de hali-
tosis... Se opone a la estética
burguesa tanto como a su mo-
ral. Y, desde el momento que
puede contar todo ese cúmulo
de aparentes horrores con un
lenguaje formalmente hermosí-
simo, robado a la burguesía,
pone en la picota todos sus va-
lores: demuestra que se basan
en nada, que nuestras ideas so-
bre lo que es bello y lo que es
bueno son por completo arbitra-
rias, y que tiene la misma carga
de belleza una boda entre
miembros de la familia real que
la violación de un muchacho por
sus compañeros en el patio en
sombras de un orfelinato.
Esta misma burguesía de la que
Genet ha hecho burla sin cesar,
es la que intentó reciclarlo; de
una porquería rechazada y en-
carcelada, pero que había es-
crito páginas en un francés per-
fecto, la intelligentsia de su país,
encabezada por Jean Cocteau
—personaje encantador y escri-
tor de talento, pero absoluta-
mente integrado— trató de ha-
cer de él una "personalidad del
mundo de las letras", o todo lo
más una especie de "enfant te-
rrible" al estilo de Villon. Vano
intento: Genet se niega a esta
manipulación. Utiliza, claro, en
su favor el prestigio que consi-
gue a través de su trabajo, se
beneficia de las ventajas que se
le ofrecen; pero seguirá siendo
siempre Gestas, el mal ladrón
del Evangelio: según la leyenda
de San Genet, traiciona incluso a
quienes le favorecen. Esto
quiere decir que se niega a se-
guir el juego que le imponen.
Traiciona incluso a la literatura
misma, dedicándose a escribir
artículos sobre los más rechaza-
dos y sin esperanzas de entre
todos los marginados: feddayin,
black panthers, militantes de la
"Fracción del Ejército Rojo"...
todos aquellos, en fin, que se
proponen hacer saltar por los
aires ese mismo orden burgués
que ha cometido el error de
"perdonarle".
Nota
La primera parte de este articulo
apareció en el número 17 de nuestra
revista (pp. 54-591 correspondiente a
Feb. 78.
 Entrevista con Jordi Llovet
LITERATURA
PSICOANALISIt,
FILOSOFIA
GARCIA
Jordi Llovet ha sido profesor de Estética
(1973-1975), y en la actualidad lo es de Teo-
ría de la literatura en la Universidad de Bar-
celona. Años atrás había estudiado en
Frankfurt y París. Como trabajos bibliográfi-
cos ha hecho traducciones con introducción
critica a ensayos de Julia Kristeva, Jan Mu-
karovsky y Franz Kafka. Recientemente su
obra "Por una estética egoista. Esquizose -
rnia" era la ganadora del Premio Anagrama
de Ensayo. Para un futuro próximo prepara
libros sobre Historia de la Literatura Cata -
lana, Ideologia y Metodología del Diseño,
así como su curso del Col.legi de Filosofía,
Jordi Llovet, desde su barcelonesa pula de
cristal a ocho pisos de altura, rodeado de
cientos de libros y con la única compañía de
su perro ("L'Altre"), parece maquinar fabu-
lascas historias de sedición en esta socie-
54
dad des-simbolizada contra la cual nos pre-
viene.
• • •
— Jordi, ¿en qué medida el discurso teó-
rico que hasta ahora has producido
puede calificarse de propiamente filosó-
fico?
— Bueno, ante todo, permítame hacerle
una declaración no de principios pero sí de
principio, es decir, inicial; yo voy a llamarle
de "usted" a lo largo de toda la entrevista,
lo prefiero. Usted llámeme a mí como le pa -
rezca, eso no me importa mucho. Pero
acepte el uso de este feísimo pronombre
por mi parte. Se trata de una pequeña es-
tratagema, muy fácil de analizar, por otro
lado. El hecho es que yo apenas le conozco;
apenas hemos cambiado un par de cartas
circunstanciales, y nada o muy poco sé de
su vida. De modo que, como le digo, voy a
llamarle educada y amablemente de usded,
Bueno, a lo que íbamos. Mire usted, yo no
soy en propiedad aquello que suele deno-
minarse un filósofo. Esa es una denomina-
ción que detesto, me parece pedante, hin-
chada y presuntuosa. Yo no soy más que un
filólogo; es decir, un amante del logos o de
los logoi, un aficionado a la palabra, un mo-
desto trabajador y admirador del Verbo
(póngalo con mayúscula, religiosamente, se
lo ruego). Pero el logos es algo más que la
palabra, ya en su acepción etimológica ini-
cial. El logos es también lo que ha venido en
llamarse el discurso, es decir, la organiza -
ciän sintáctica y digamos "retórica"
de la palabra. Esa es propiamente mi prole-
_
 sión, o, para ser más exactos, 1111 aflicción.
Como le dije hace unos meses a un perio-
dista que tuvo como usted la amabilidad y
al mismo tiempo la indiscreción de venir a
entrevistarme, mi patria es el lenguaje
- por eso me puede doler, como a otros
les duele España.
Con esto me parece que entro un poco en el
tema de su cuestión. La filosofía constituye
evidentemente un espacio de palabras ha-
bladas o escritas, es un lugar discursivo, es
un lugar lingüístico. De esto ya se dieron
cuenta los griegos, y por eso he dicho en las
leciones de Col.legi del año pasado que Pla-
tón no era solamente un excelente filósofo
y un no menos apreciable filólogo (siempre
en el sentido etimológico: filo -logo), sino
también, y en eso consiste su geniabilidad,
a mi entender, el primer logólogo de la his-
toria del pensamiento filosófico y literario
en general: Platón no tuvo únicamente
cierta pasión por el discurrir, por el pensa-
miento, sino también una clara intención de
analizar los mecanismos lingüísticos por los
que se organiza y cuaja el pensamiento y el
discurso filosófico. En otras palabras: está
ya aquejado por un mal muy "moderno": el
de plantearse la cuestión del lenguaje filo-
sófico en relación con las grandes unidades
de contenido que se desprenden del
mismo. Es decir, le aqueja el mal de la acti-
vidad meta - lingüística aquella actividad
intelectual que consiste en discutir acerca
de lo que ya está constituido como discurso
intelectual. Para entendernos: los novelistas
que practicaron el realismo en el siglo XIX,
pongamos por caso, presentan una mínima
incidencia de esta perspectiva metalinguís-
tica dentro del espacio novelesco. En el ex-
tremo opuesto, apenas existe una sola no-
vela moderna en la que no aparezcan cons-
tantes referencias a la operación de escribir,
a lo que sea la literatura, la novela como ge-
nero, etcétera.
En mi primer curso en el CoLlegi de Filoso -
fia, he intentado realizar un análisis semio-
lógico del logos o del discurso filosófico.
que permitiese homogeneizar toda la his-
toria de la filosofía; buscar una especie de
denominador común y fundamental en toda
la historia de la producción de discursos fi-
losóficos, desde Platón hasta Hegel.
Lo heterogéneo , lo único verdaderamente
heterogéneo en toda la historia del pensa-
miento y del discurrir occidental no se pre-
senta hasta Freud...
--- De esto preferiría que habláramos
más adelante, Ahora volvamos al tema
de las lecciones del Col.legi. Tu curso se
llamaba "Los limites literarios de la filo-
sofia''. ¿Es que crees que existen limites
literarios para la filosofia?
¡No, qué val Todo lo contuvo: la filoso-
fía se fundamentó siempre enlie posibilidad
de superar los límites puramente "coloquia-
les" del lenguaje. Tanto la literatura como la
filosofía se han desarrollado en el terreno
opaco, salvaje, del lenguaje . no dicho, de la
palabra no escrita todavía,
Todos son poetas: filósofos y literatos. O, si
lo prefiere, todos son literatos: tanto los
"escritores" como los "filósofos". ¡Como si
Iris filósofos no hubieran escrito nunca...i
iJtié dice? rOué Sócrates no escribió ni una
linea? Claro, claro. El no era un meta
lingüista. Platón fue el primero que se aire
viói a fijar más o 1/10110S sisternaficarnerne
sus pensamientos apoyándose en el gra-
fismo de la palabra. Vea: por eso es tan dis-
cutible. Sócrates, en cambio, es indiscuti-
ble. Sócrates tenía razón, y por eso no es-
cribió sus razones. Pero a partir de Platón ya
todos los filósofos son discutibles...
En resumen: filosofía y literatura no son
más que dos variaciones de un mismo tema
occidental: la búsqueda del sentido en las
cosas por parte de aquellos, "desnudos
frente al mundo" corno decía Dora Dya-
mant de Kafka, que no conocen otra herra-
mienta ni otro territorio para acampar en
este mundo que el lenguaje...
-- Discurso hablado y discurso escrito.
¿Cuál de los dos es el más sintomático
para definir la naturaleza del discurso?
-- La naturaleza del discurso, qué bella ex-
presión... la naturaleza del discurso es la na-
turaleza del sujeto - --esa es la gran inven-
ción de Freud. Buf ion debería haber enten-
dido algo de esa cuestión cuando dijo aque-
llo de que "el estilo es el propio hombre".
Freud descubrió que la verdad, o, para in-
vertir los términos que usted ha usado, la
naturaleza del sujeto, se halla o se lee a tra-
vés de su "discurso", que en este caso-
coincide con sus discursos en el sentido
plenamente oratorio. El sujeto no es aquello
que hace, sino aquello que dice; es decir, la
verdad del sujeto se halla en su "discurso"
más escondido, en la estructuración del in-
consciente. Gracias al venerable Lacen la
teoría freudiana queda hoy plena y sana-
mente fundada, La verdad del discurso-su-
jeto se puede leer a través de la mentira o la
verosimilitud de sus secreciones discursi-
vas, o sea simbólicas. El psicoanálisis corta
el grueso del sujeto por el camino más
corto: el de sus secreciones simbólicas. Por
eso, la "lectura" del sujeto por parte del
psicoanalista se realiza casi exclusivamente
a través del lenguaje hablado por el anali-
zado, que, como es sabido, no hace más
que contar todos los chismes y todas las si-
tuaciones vividas, imaginadas o soñadas.
En este sentido, y ahora creo que le res-
pondo, el lenguaje hablado es más próximo
del lugar del sujeto, que el lenguaje escrito.
Digamos que el lenguaje hablado es inme-
diatamente sintomático. El lenguaje escrito
está algo más mediatizado, y el lenguaje fi-
losófico lo está mucho más que el lenguaje
literario. El lengóaje literario está ligera-
mente constreñido por una exigencia de ve-
rosimilitud y por relativas exigencias de co-
municabilidad. Pero el lenguaje escrito filo-
sófico está todavía más constreñido: es un
lenguaje atado por la gramática, como la li-
teratura, pero además por la moral, por el
discurso ideológico, etcétera.
-- De todos modos. desde Platón, la re-*
ladón del filósofo con el mundo de las
ideas...
Bueno, una cosa son las Ideas platóni-
cas, que deben escribirse con mayúscula, y
otra las ideas, así, con minúscula, las ideas
minúsculas, las ideas peregrinas...
Pero, ¿qué me pidió? i Alt, eso, las Ideas pla-
tónicas. Nada: una estratagema, una
trampa muy sutil... La de Matón es la meta
física más limpia que conozco, la más per
tecla, en cierto modo la más noble: postular
que lo menos corpóreo y también lo menos
simbólico, es decir las Ideas, es lo más real
que existe... A veces pienso si el psicoanali
sis no habrá operado de acuerdo con Ulla
lógica similar: ese Inconsciente con mayús-
cula, ese reino al que sólo se accede por la
anamnesis paciente, casi religiosa, purifi-
cadora. No sé, no sé...
Luego están las ideas, las ideas minúsculas.
Bueno, antes yo creía que tener ideas era
algo imprescindible para ir por el mundo,
¿no? Eso se dice todavía, cuando alguien no
sabe nada acerca de algo o de alguien dice:
"no tengo ni idea". Actualmente la gente
no tiene ni idea de nada, y sobre todo no
tiene idea de lo más general que está suce-
diendo, que es precisamente el retroceso
de la capacidad de idear llevada al plano de
la economía politica, social. Si, quiero decir
que el Estado moderno funda precisamente
su economía simbólica en la miseria simbó-
lica, es decir, en la tendencia a las ideas-chi
che, en el extremo opuesto de las ideas ori-
ginales, nuevas, inéditas, fruto de racionali-
zar, "simbolizar" una situación dada en un
momento concreto.
El Estado moderno aspira a que cualquier
ciudadano responda, a la pregunta de qué
es el Estado, con esa respuesta "Pues no
tengo ni idea". Eso ya es así, de hecho. Yo
soy partidario de tomar ese partido: el de la
capacidad de pensar, constituir ideas
acerca de todo lo que es y aún de todo lo
que sólo parece que sea; pensar o tener
ideas es eso, en definitiva: situarse estraté-
gicamente y con audacia en el campo del
lenguaje.
--- Vamos, si te parece, a bajar de nivel
de generalidad. Hablemos de la subjeti
vidad, En tu curso, has tomado como
punto de referencia a cuatro "sujetos":
Platón, Llull, Novalis y Mallarme...
- Claro, claro. Hablar de filosofia, hasta
hace un tiempo, consistió en hablar de unos
textos que parecían producidos única y ex-
clusivamente por la máquina del tiempo en
el espacio de la historia, como si lo mas im-
portante fuese el contexto histórico,
cuando en realidad, toda la filosofia idea-
lista ha carecido siempre de contexto. En mi
opinión el contexto de la filosofía es aquello
que se esconde detrás del texto y no se
puede negar que, en este sentido, el primer
contexto dala filosofía es el sujeto, el escri-
tor, digamos. Bueno, ya habrá observado
usted la escasa noción de historia o de rea-
lidad que yo poseo. Mejor dicho, lo poco
que me atrevo a hablar de una macro-es-
tructura, de un fantasma tan universal
como es esa figuración llamada Historia
Mi intención era otra. Se trataba de encon-
trar, en la historia de la filosofía, el lugar en
que se encuentran, fortuitamente, la escri-
tura y el sujeto. Bueno, era un proyecto filo-
lógico-psicoanalítico. Al fin y al cabo, ¿qué
fue Freud sino un gran crítico literario, capaz
de interpretar la novele de cada uno de sus
pacientes? En ese sentido me acerque a la
obra, a los textos, a los gestos escriturares
de cuatro literato-filósofos dispersos, a
quienes no une, o casi no une, ningún lazo
"teórico", de contenido, sino más bien un
lazo sutil, el enlace existente en todos ellos
entre su lugar subjetivo, y su escritura. Di .
cho de otro modo, son cuatro "escritores"
que se preguntan con idéntica desazón por
el problema de la reunión de tesis, cuerpo y
escritura, Son cuatro verdaderos Iletrefe-
rits, como se dice en catalán, heridos por la
letra.
55
 En uno de estos cuatro Iletraferits
Novalis-- - has visto, si no me equi-
voco, una especie de prefiguración del
psicoanálisis.
Mire, ahora estoy empeñado en que el
psicoanálisis es un epígono del romanti
cisrno alemán. No crea que me fuera a cos
lar mucho demostrarlo. En Esquizosemia
ya he mostrado, como he podido, que el
tema de la muerte es por igual el generador
de la Estética hegeliana, la literatura del ro-
manticismo alemán y el método psicoanalí-
tico. ¡Caramba! No se puede olvidar que
Freud vivió casi toda su vida en Viena, en
una Viena acabada, que pronto se iba a
convertir en una Viena arruinada... que por
cierto es todavía lo que es, a pesar de las
reconstrucciones urbanas... Y recuerde que
Freud se fue de Viena perseguido por la
muerte, amenazado por su guadaña. Tho-
mas Mane emigró por razones políticas,
pero F1• 0110, estoy convencido, emigró por
temor a la muerte. Pero eso es otra cosa. Lo
que le decía; sólo terminológicamente
Novalis está más conectado con el psicoa-
nálisis que Platón o LlulI. Pero si se atiende a
la posición de su deseo en el campo de la
escritura, entonces los cuatro valen por
igual para conectar el texto filosófico con la
teoría psicoanalitica, mejor, para conectar
la teoría del sujeto con la historia de la filo
sofia escrita.
Pasemos a un tema propiamente lite-
rario: la novela. ¿Crees que hay crisis en
la novela? y crees, si la hay,que esta
crisis se puede relacionar con la crisis de
la conciencia burguesa?
Si, cgaro que Ilay crisis en la novela, pero
en el sentido etimológico de la palabra cri-
sis. Lan novela me parece, hoy por hoy, el
lugar privilegiado en que se pueden leer,
reunidos, el historial de un sujeto, su anec -
dotan°, la evolucirin del gusto colectivo y la
marcha de la historia objetiva. Es un tire
cioso lugar simbólico de cruce, de tensiiiii,
entre todos esos elementos, y todos los
que quiera. Lo es todo. Si, eso, las novelas
son lo más Todo que hay y que hubo desde
el Tirant lo Blanc o el Quijote, &o le pa
rece? En las !novelas se puede aprender lo
que costaba un puñado de trigo en el siglo
XVII, las relaciones que sostenían las serio
ras de la aristocracia francesa del XIX con
los jóvenes preceptores de sus hijos, cómo
se afeitaban los dublineses en 1904 o cómo
eran las casas de Praga hacia 1912... Todo.
Lo que sucede es que la historia de la novela
corre paralela c011 otra historia muy curk)sa,
que os la conciencia metalingüística de lo li-
terario. Volvemos a aquello que le decía
antes. A veces más, a veces menos, toda la
historia de la novela moderna, quiero decir a
partir del siglo XVII, :iparece aquejada riel
mal de plordearse en su propio espacio su
derecho a la escritura y a la práctica de la
y ero similitud literaria.
Si uno se fija bien, los novelistas, entre otras
cosas, hablan casi siempre de literatura. En
todas las novelas Ilay iikpina pequeña bi
blioteca de la que se hace 11I1 inventario, ()
aparece tina 0111C11 n 11Ala sentada frente a una
ventana (jue da a un jardín, leyendo un libro,
o se hace mención (explícita de lo que (is la
riovela como genero. y, más generalmente,
de lo que es la operación (le escribir. Yo le
digo ii,roli,r ido más o rouno•i in irres
5f
cendo, hasta el punto de que hoy es rarí-
sima la novela que no se presente, el mismo
tiempo que como verosimilitud de lo real,
como legitimación de esta actitud. Quiero
decir que la antigua epopeia, por ejemplo, o
la épica medieval, no estaba nada preocu-
pada por esa especie de suplantación o
sustitución de la realidad que se daba en
sus páginas. Todo lo contrario; su eficacia
consistía precisamente en que la gente, a
sabiendas de que aquello no era " yero", lo
encontraba "ben trovato", y tan contentos.
Ahora no. Y cuando digo ahora quiero decir
a partir del Barroco europeo, más o menos.
A lo largo de estos siglos ha ido creciendo
una especie de desconfianza respecto al
truco fundamental de la verosimilitud, y la
novela se ha ido convirtiendo en una mez-
cla, a menudo incomodísima, de ficción y
filosofía de la literatura. Eso tiene una expli-
cación, a mi modo de ver: la novela fue
siempre lo que digo en mis clases dala Uni
versidad, el "género critico de la crisis bur-
guesa" por excelencia. Su espacio "retó
rico-poético" es un espacio jalonado por
ese punto de vista típicamente individua-
lista, algo anti- social, ¡no le parece?, acerca
de todas las cosas que suceden alrededor
del cirie escribe. Vaya, eso, el género más
crítico a MO11(100 mordaz de una crisis
contextual que, grosso modo, es la crisis
de la burguesía: su ascenso a partir del Re-
nacimiento tardío, su relativa victoria de
1789, y el inicio de su miseria. Lo que pasa
es que esa miseria, actualmente, es abso
luta. Y, propiamente, como antes le comen-
taba al hablar del estado moderno, es una
miseria fundada en la degradación del orden
simbólico interpersonal. Por eso no es de
entrañar, en consecuencia, que la novela
moderna se halle en la peor de sus crisis:
porque aquello que antes criticaba, que era
la crisis burguesa, ya no existe, ya está aca
bado.
En otras palabras* siguiendo su cometido
antiguo, la novela analiza y critica hoy el
mecanismo fundamental de la cohesión/
desintegracion de la conciencia burguesa,
es decir, el orden de lo simbólico. ¡Vé7 Los
novelistas, aunque no lo parezca, son los
grandes analistas del siglo XX, unos, y los
moralistas más empecinados, los otros, los
que 110 saben "lo que se hacen, pero lo ha
can", como decía Marx, los que siguen
practicando una literatura cómoda, recon
tonante, mimética, "idéntica" yo diría...
El último apartado de Esquizosemia
está dedicado a Kafka, autor que siem-
pre te ha interesado. 'Podrías explicar-
nos el origen de tu peculiar lectura de
Kaf ka?
Bueno, en realidad todo ese último apar
tado procede (le 1111a intuición instantánea.
Releyendo el Moisés y el monoteísmo de
Freud, se me ocurrió lo que ha aparecido en
el libro: que a lo mejor la literatura era un
espacio simbólico ejemplar para analizar, a
nivel textual, y en cierto modo, por lo tanto,
contextual y casi te diría "histórico", lo que
Freud postula de los mecanismos básicos
del funcionamiento del inconsciente: el des
plazamiento y la condensación.
Pensando en el viejo tópico de las "mülti
Irles lecturas" de Ino texto, 010 101.1l11110
a 10 mejor lo que es múltiple no es 11 lectura,
sirio la escritura, y que (iso último es lo que
permito 11.11)lar (le múltiplos lectura, o loor
de maneras diversas un mismo texto. Eri el
caso de Kafka, como le decía, la cosa cua-
draba perfectamente. Se trata de una litera-
tura cuajada o cristalizada a partir de regis-
tros de procedencia muy distinta: una pul-
sionandad determinada, o un complejo de
Edipo como una casa, una historia nacional
desgraciadísima, una historia bio— o fisio-
lógica funesta, de tuberculoso, un trabajo
de funcionario público alucinante, una he-
rencia judaica débil pero penetrante, un
anarquismo político muy ingénuo... Todo
eso se encuentra reunido, y en cierto modo,
como le digo, cristalizado ---literaturizado,
yo diría- en las páginas de Kafka, en todas
ellas, sí.
Pero, ¿qué es lo que te preocupa de
él? As Franz Kafka como sujeto pasio-
nal-pulsional, o es la realidad del juda-
ísmo?
Bueno, ahora toca usted otro de mis
temas preferidos, obsesivos. Mire, en reali-
dad no me preocupa ni Kafka ni el judaísmo.
Me preocupa yo, si eso se puede decir, yo
me preocupo a mi mismo. Quiero decir, y
eso es una confesión que no sé si debería
hacerle, que yo me dedico a las letras por
que ese es el único camino que me parece
adecuado para llegar a saber algo de mí
mismo. Quiero decirle que antes de mi afi-
ción por el psicoanálisis, ya estaba conven
cido de que el único procedimiento sano y
practicable para saber quién soy yo y dónde
estoy, es el lenguaje. No es que me haya
vuelto misántropo o egoísta, no es eso. Es
una cuestión de prioridades, como dicen los
políticos. ¡Cómo se puede ir por el mundo
sin ser capaz de hacerse preguntas e írselas
respondiendo? Mire, es que no me interesa
nada de lo que pasa a mi alrededor, o casi
nada. No tengo ni la menor sensibilidad
para la vida pública; y mis contactos con la
naturaleza son íntimamente dialogales, no
analíticos o científicos. Por es() me gusta
muchísimo más la montaña que el mar, ¡A
usted no le parece algo terrible, el mar, con
toda su homogeneidad duradera, con su
horizonte inalcanzable, con su ronroneo im -
pertinente y continuo? ¡Qué barbaridad, el
mar, qué provocación' Es un insulto a nues i
ira capacidad de hablar con nosostros mis-
celos, y con los demás. ¡No ha visto, en las
playas? Es como en las discotecas; no se
puede hablar, hay una especie de totalidad
envolvente, un sol absoluto. Es el fascismo.
La montaña, en cambio... Voces discretas,
cambios de estilo, sorpresas, riesgos, va
cías, plenitud, insinuación... La montaña es
el lugar natural del sujeto. Y el eco, ese fe-
nómeno maravilloso, ese dispositivo por el
que sabemos que la naturaleza nos escu-
cha. Mahler (is la montaña, como son mon
tañosos m.iirt, Beethoven, Brahms, no di
gamos Wagner que es la historia musical de
Iris Alpes, y los poemas sinfónicos de
Strauss...
Oiga, ¡qué me había preguntado? ¡El sujeto
Franz Kafka o la realidad del judaismo? Si,,,
bueno, las (los cosas. Por Franz Kafka tengo
una simpatía como especular, lo miro y lo
admiro corno miro y admiro los espejos. Es
como mi mejor amigo, y llevo flores a su
tumba cada vez que voy a Praga, y lloro, y
todo lo que (fs normal cuando se quiere IMI-
C110 un) amigo y se te 01110113. Y por otro
lado, rne interesa la cuestoin judia, pero no
la cuestión judía inventada por los oídio), o

por lo menos por cierta mística judía, es de
cir, la cuestión del lenguaje connotativo sin
limite de interpretación. De hecho, esa es la
única cuestión del judaísmo que me elle
resa, esa especie de teología de la escritura,
esa mística de la interpretación y el análisis.
--- También en Esquizusamia has dicho,
más o menos textualmente, que sólo la
literatura esta constituida como lugar
simbólico y pulsional en que se articulan
sujeto, lenguaje y cultura. ¿Y la filosofía?
¡Hombre! A veces cometo grandes irle
xactitudes en cris definiciones, pero esta
VP? ole parece que no. Sí, yo dije que "la Ir
total ira es el único espacio simbólico y
pulsionel aunque creo que ponia "el
más privilegiado" ¿Por qué la palabra egoismo en el ti-
en que se articulan ac
tualmente sujeto y cultura o historia'',
Pues bien, a mi me parece solamente que la
filosofía actual ya no heno casi nada del
gesto pulsional que animó a la filosofía pla
tónica, pongamos por caso, pero tambern a
la de las escuelas post aristotélicas, y, si
me apura, hasta la filosofía de los empins
Lis ingleses terne algo de pulsional, vaya, de
seesual. Y Schellerg, y Hege l ... y no diga
mos Schopenhauer o Nietzsche. En cambio,
o yo no he leido haSlante hIOSOha Moderna,
Cosa que es eilt ti, o la he leido mal, pero la
verdad es que roe parece, al lado de los que
le Ire citado, de rin aburrimiento y tina falta
de sensualidad estremecedores. Empe
rancio por Husserl y acabando por los que
se dedican a la lógica formal... Bueno, eso
rur quiere decir que esos positivistas no
sean, en su vida privada, hombres dotados
de un excelente sentido del humor, como es
el caso de Russell, o muy apasionados en el
lecho. Puede muy bien ser. Mire, me conta
ron de un académico nuestro, feroz investi-
gador en el campo de la lógica matemática
o algebraica o como se le llame, un sujeto
oscuro y reconcentrado, el prototipo de in-
telectual según Woody Allen, que una vez
fue descubierto en la orilla arenosa de un
riachuelo, bañándose a pelo con una serio
rita exuberante, y dedicados ambos a subir
mojados hasta el margen superior del cauce
del río, para bajar dando vueltas por la orilla,
cubriéndose de arena, y terminar excla -
mando con rotunda satisfacción: "¡Como
una croqueta1 jComo una croqueta"'. Ya ve
qué cosas pueden hacer los positivistas ló-
gicos. Le prometo que a partir de aquel día
sentí algo más de inclinación por esa doc
trina...
Bueno, usted me preguntaba por qué había
puesto literatura y no filosofia en aquel con
texto. Sencillamente por eso: porque la liur
ratura, o por lo menos cierta literatura que
Ire caracterizado en aquel libro, es cierta-
mente un r lugar de cruce que no de neu-
tralización, curiosamente, sino todo lo con
tramo de aquellas instancias: cuerpo, len-
guaje y cultura. La verdad es que iro me pa-
rece ese el caso del lenguale filosófico, en
general. Bueno, aunque, bien mirado, en ge
neral tampoco es el caso de la literatura:
pero lo es más de la literatura que de la filo
sofia, oro le parece? La filosofía puede Ira
her sido escrita por un sujeto "caliente",
pero raramente se nota: la filosofía irsta
mucho más mediatizada, con respecto al
cuerpo subjetivo que escribe, que la litera
tura. En literatura, la "calentura" de un su
jeto se lee inmediatamente, en una flexión
fonética, eri un remo, en el contenido de •
una frase. (Eso Ultimo es lo que hace Millar,
¿ve? es un caliente que sólo se explica en el
contenido de su prosa. En cambio, es mu
cho más caliente un sola frase del Etä del
casto Camus, a nivel de ritmo, de construc-
ción sintáctica que Minen entero... bueno,
ese es otro problema). La literatura es una
gran cosa. Junto con la música. es de las
pocas cosas sagradas que nos quedan en
Occidente. Y en eso estaría de acuerdo
hasta el propio Lacan: no se donde Ini una
de sus frases mas sinceras, o, cuanto
menos, de las mas inmediatas, algo así
como que rer hay porque creer que Sr Sa
grado tenga que desaparecer para Sir Irr
Irle
tulo, y no la palabra elloismo, corno acla-
ras en el prólogo que debería decirse?
De hecho, el libro tenia que llamarse Es-
quizosenne, a secas. Imagínese. La oente
habría pensado quo Se trataba de uno de
esos folletos (le anti psiquiatría que abrin
dan tanto en nuestros días, o (pie se trataba
de las memorias de un esquizofreruco. Eso
(No el padre de tina buena amiga mía al in
tentar recordar rni noillhod -Oye Arre,
eCOM0 se Ilania aquel animo tuyo que Ira
escrito aquello de Yo soy esquizofrénico",
10 enCornre qdiCiosiSirno. Y el hombre aña -
(fió: "Debe se, tielv'iulas' ' Mrr ellCallia.
oiga, pOrque Id verdad es que Mi libro es
más aburrido todavía que una pelicula de
arte y ensayo.
57
 Está claro que no ounit . 11110 por egoisrno
apropiación ile betunes ajenos o la conserva
mete (le los propios sin querer darle nada a
nadie. Egoísmo debe entenderse aqui en un
sentido literal, etemetleigicer el ismo del Ego,
el .111114 del VII, la atennore delicada hacia el
campo ele' sujeto. Ahora beere, corno para
mi el sujeto es, fundamenialmente,
constimmen) Incorescrerite, es decir, la CMIS
tituceon de su Es, en francés ca , en caste
llano el Ello, entonces está claro que debe
ria haber ¡Mesto Por una estética elloista.
Has escrito en ese libro que en el te-
rreno literario se opera una transgresión
fundamental del sujeto, y anades con
frecuencia que esa transgresión puede
considerarse revolucionaria. /Cómo en-
tiendes eso?
El conCepto de revolución no es en
modo alguno ten concepto de litio exclusivo
ere el campo de la teoria marxista de la his
torra Lo que yo quería decir con lo de la
eransenesntre fundamental que el sujeto
puede ejercer en el orden simbólico colec-
tivo que Impera es que el sujeto es el ultimo
reducto en que) l.i explosión significante es,
no sólo posrble. SIFII1 una practica coudrana.
Sr no, pregunte usied a sus vecinos qué han
soñado la noche anterior. ¿Lo ve? Contar
uno sus sueños es algo, ya hoy, profunda
nivele revolucionario. Es un despliegue de
fuerzas de heterogeneidad respecto a la ley
simbólica del consenso común. Por eso Vi
chela prohibió la práctica del psicoanálisis en
Argenuna (Imante un tiempo. Claro. En el
devine toman relieve) las derneresiones de un
cuerpo indrvidual, una libido unica y Un an
send l j un polvorín l sembetlico, el in-
consciente.
Lo que le decía: el texto Metano, el texto en
cierto modo radicalmente arel aristotelmo,
anti memetico y anti-cathartico, ese texto
es la viva reproducceän de algunos disposi
trvos básicos de la constitucnin azarosa del
sujeto, y como tal, alti queda corno para
digma de otra socialideul posible, que nada
tiene que ver Cl/II la presente, Es propia
mente su antí tesis. No es un grito perdido
en el desierto, no. El texto realiza t robalo
de zapa, lento, pausad o . paciente, expec
Lente, esperanzado. Es como el y ugo topo
de Bataille: trabaja incesanterneele para
sembra r . ere la medida de sus etosibrliclades,
el desorden rotundo en inedio de ese orden
sentbdhco srsteenatico, sin resquicios, (tele
nos está ofrecleedo 1,r lOgica funcional de la
sociedad neo capitalista. ¿Se acuerda de la
frase de Lautreamont: - He cerrado un
pacto con la prostitucioe a he de sembrar el
desorden en las familias - Mutatis mutan
dis, a mi me parece que cierta literatura de
hoy esta dicrendo: - He hecho ten pacto con
el deseo y el Inconscrente, a fin (le sembrar
el desorden, en el Estado - ..
Net se, piense en la precIlItid biografía de
Barthes, en la obra de Sarduy, ene la obra de
Juan Goytisolo , en muchas costes de Biel
Mesqued,i. en el Paraíso de Sollers, que es
una lata, por supuesto. pero que está ahi
como síntoma de urea heterogeneidad sim
bélica fundamental. Da lo mrsmet que nadie
lo lea La cuestión no es socioleigrca, creen°
en las reovelas por eniregas del XIX; no.
mire, la cuestnin ill11,1i1 es ,11111 social. cme
es muy disiento Se trata de desemmar para
degmas, si quiere mas,, menos perdidos, de
otra socialidad posible, de otra elocuencia,
58
de otras manifestanones simbólicas de triar como le daba la gana. No es exacta
todos y cada uro, de los sujetos que com- mente lo mismo que el fascismo, Es la ignee
ponen nuestras paupérrimas sitcredades rancia supina airada con el poder supremo
actuales Esa es la heterogeneidad, o la he- Es algo muy curioso, pero que ahora da
terodoxia. que yo I le Internado señalar, y frutos más espectaculares, que incluso trr.
I lista, Si quiere, apoyar con argumentos tán adecuados al funcionamiento llamado
teeirico hteranos, históricos y psicoanalíti "democrático" del Estado. Bueno, pero no
cos, en la medida de mis posibilidades, creo que haya usted venido a entrevistarmo
claro Ya le digo : mi problema es no ser es para que le hablara de política.
pecialista en reada; como decía Intie María ¡Existe alguna relación implícita -
Valverde de sí mismo, yo 1111 soy tampoco que no la hay explicita entre tu trabajo
eliiti que ((II modesto especialista en gene
sobre la producción simbólica y el de
ralidades Marx sobre la producción en general?
Vayamos al centro de las cuestiones, Bueno, ya sabe usted que he hecho bode)
al centro de las tesis de tu libro: ¿qué es lo posible por demostrar qtle las insufinen
esquizosernia? ¿que es una práctica esqui
cias del marxismo ere el campo de la tetiOi
zosernma en literatura? social provienen (le la falta de una teoría SU
Bueno, lo que dice la contraportada elel ficiente, o su quiere mateo:insta, del signo
libro es eso: "Por una estética egoísta lingüístico en tiempo de Marx. Ni, se pudoo
lEsquizosemial plantea thoy habría escrito pedir peras al olmo. Marx era un econe;
- pla 111 a - 11a reuniOn de (los tesis elementa mema, y corno tal dijo lo mejor que se penen,
Ins : 1,1 unidad del sunno es Lata ilusiOn pura clecn ere su tiempo y es() vale tete :lave.] ab
(guerra decir que los puritanos son los que solutamente, sin drscusicin respecto a las
mas se la creen y la defienden los ¡osen relaciones entre economia y formaciones
tas, por °templo: " ' Sé) Unen - verda supra estructurales, vaya, respecto a la co
derol - 1, y el lenguaje que nos ha sedo dado nexiein o la determinación del factor econri
para entendernos en sociedad 110 es menos mico en la evolucnin de las sociedades a
ficticio y desarticulable - . La utelidad (le este todos sus niveles. El hecho de que no coreo
término compuesto esta MI que reune esas mera Más teoría del símbolo que la teoría
dos tesis la que hace referencia a la cons mentahsta y reeCallICil (aunque Chornsky no
trtuciene fundamentalmente esquizoide del opine lo mismo) de Port Royal, ni otra te,
sujeto (bueno, eso vale si usted se cree la na del sujeto, se así puede decirse, que la de
doctrina freudiana; yo, se lo confieso, es de los romanticos alemanes, que es algo así
las pocas cosas que veo claras en el Coll como la última misteca del sujeto humano
junto de las formulaciones teóricas y filosci que dio la psicología europea antes de la
liras del siglo), y la que l rice refereet la a la aiin de Freent es lo que explica que
‚‚Inc,,
posible re modelacián del orden del len Mar% hiciera unas extrapolaciones de su
guaje. Eso último constituye el engarce de teoría de la dialectIca Infraestructura Sol -
mi libro con enea teoria de la polis, con 1.111:1 prinestruclura bastante peregrinas. Sobre.
meta teoría del Estad ii . todo por lo que se refiere a las produccn
Mi l,,rnl1it es que el trabajo -revoluciona nes significantes, simbOlicas.
no" y uso esa palabra a pesar de todos En su campo, eildle descute ya la gentalidml
los equívocos puede y debe tener en de Marx. Lo que Si' drscute es su leona (I() la
cuenta aquellos paradigmas literarios de historia, sus generalizaciones, digamer.
que le hablaba hace un momento, para dis Pero prensamente eso es lo peligroso, I/I n 1
cutir el fimdamento, la más profunda base, que ert las generalizaciones es donde Menee
de la constitución social presente. Ya significa un paso adelante cualitativainetne
hemos comentado eso hace un rato. Es la importantísimo oriol contexto (le la filosofía
cuestión de la ideología, Antes 'labia ideo nleallsto humarnsta alemana del XIX. Ahí es
logias. estaban los jacobinos y los giroundr donde yo suelo Flor :mune muy fuerte y muy
nos, los monargencos y los republicanos, los seno. Me refiero ('Si nueva filosofía Iran
proteccionistas y los indepenciernestas, los cesa. Sus argumentos son a veces muy bri
federales, los carlistas, los reacronalistas y llantos, y muy verosímiles; pero celando 1111.1
los españolistas, etcétera etcétera. Hoy me filosofía se convrerte en algo muy verosímil
parece que todo eso ya no exuste. Sería Us- eso significa que se está convirtiendo
ted capaz de separar en termirms claros la una literatura. Por eso no tengo nada que
ideolostia socialista española de la como decn Collf Levy escritor, es un ven; e
nista, pongamos por caso? Ni las podria se lente panfletista. Pero otra cosa es la filoso
parar, strictu sensu, yo enría, de la nleolo fia ele la Instoria que se esconde tras su cri
gia suarecista, que es a mi entender la tica del marxismo. Es una felosof ma de la he;
menos romántica de todas ellas, la más sin- torra que, ceertamente, 'lo merece el caldu
ceramente nimia, 1;1 !reas honradamente mi- cativo (le nueva. No tiene nada de 1101eV,,
serable, la más abiertamente inexistente, es apróXimadamente la misma filosof
fantasmal. A mr me cae muy siMpalico don la historia que tu y ieron los utililarislas ingle
Adolfo, se lo juro. Es el tunco que ve las ses o los misMos empinstas. Ya me (lira •..
cosas (711MS, trulnitue 10 ve nada ni sabe Bentham le parece muy IllleVI n . in esas alto
nada. 1.1steed nene idea (le la cultura que
poseen los lejos mentados de la n'urna etapa Bien, eso es todo, gracias
del régimen de Frareco ? Es Inexistente, es ten «Se eicabet? Mire, usieel es 1111 entrevista
vacío. Son corno 1111.1 especie (le estrategas dor excelenle, que sabe escuchar. Con la
civiles, que sólo estan preocupados y capa cantidad de trenterias que debo haberle di
retados para 'Millar sobre la armazón es cho Si. verdaderamente, usted es una
tructural de un Estado. Es perfecto, do ve ? persona muy delicada, y se lo agradezco.
Es la verdadera enseñanza del General, que Me parece que voy a reconsederar mr arte
taintmen (mi un estratega y nada mas que itid y voy ;u llamarle (le tu...
eso, ten nuletar mas o menos hábil, con muy A ver que cha te viertes a cenar con tu mujer;
mala leche y capacidad legislativa para ac- dicen que no soy mal cocinero.
logia y Dagoll Dayul » El teatro independiente fue en todo el
Estado la alternativa al teatro de la dere-
cha fundamentado en el provinciano
"star-sistem" de la capital o a los espo-
rádicos estrenos de una cierta calidad

1\ITRE LA europeizante. Fue uno de los focos de

resistencia cultural con más capacidad
de extensión a pesar de las múltiples vi-

)\' OSTALGIA1
cisitudes por las que debían pasar los
grupos (económicas, infraestructurales).
Esta pobreza esgrimida como pureza,
así como una cierta tendencia a reducir

IffUNSCRESIONJORDI MESALLES
las posibilidades específicas del medio,
en la búsqueda de un arte al servicio de
las masas, justificaba muchas de las ca-
rencias que llevaban al teatro a una de-
primente involución. Su idoneidad para
las exhibiciones y las identificaciones
lastró cualquier intento de renovación y
en su simplicidipl encontró sus caracte-
rísticas más an crónicas. También cola-
boró en ello la influencia de las penúlti-
mas vanguardias que intentaban punta-
nizar el medio, haciendo del actor y del
ascetismo el centro de la escena. Hoy
en cambio, parece ser que existe un re-
descubrimiento del teatro como lugar
semiológico privilegiado, una barroqui-
zación desrepresora y un reencuentro,
más o menos crítico, con el ilusionismo.
Con ello dos concepc'anes deberían
como mínimo coexistir, ffinquecerse en
sus oscilaciones, influenciarse. Más allá
del teatro como institución paramuseís-
tica donde la renovación más audaz se-
rán las versiones formalistas de los clá-
sicos, las dramaturgias construida a

FOTOS:
M. CORRAL
C. SIERRA
 partir de las preponderancias esceno-
gráficas, el teatro de la "qualité" que
enmudece cualquier impulso crítico ante
las delicias diorámicas, hay que buscar
un teatro que se plantee la travesía de
signos, implícitos en el medio, que más
allá de la complacencia, esté abierto a
encontrar nuevos sentidos y conflicti-
vos no dichos. "La qualité" y el forma-
lismo repiten hasta lo insaciable los
mismos moldes y setos del ofusca-
miento plástico, estetizante, lo más evi-
dente es la reproducción de ideología.
Es la reafirmación en el eclecticismo en
la univocidad del sentido. Una aseptiza-
ción máxima que se afirma como una
suma de significantes preparados para
onnuvilar, ya sea a través de un deco-
rado, de un texto o de una composición
plástica.
Estas consideraciones nos servirán para
situar los espectáculos de Joglars y Da-
goll Dagom cuyos recientes trabajos
pueden considerarse, con todas sus
contradicciones, los más pertinentes en
la práctica teatral en nuestro contexto.
Sin apenas subvenciones y ayudas, sino
todo lo contrario, han demostrado que
el teatro no es el acontecimiento abu-
rrido y desfasado que el paupérrimo pa-
'norama y las chapuceras soluciones ofi-
ciales nos pueden dar a entender.
M. 7 CATALONIA, DESDE EL EXILIO
De Joglars hemos sabido bastante
estos últimos meses. Su condena
queda aún como una brutal afrenta que
hace inverosímil la democracia. Albert
Boadella en su exilio reunió una nueva
formación con la que ha elaborado "M.
7 CATALONIA" que ha empezado a re-
correr nuestros escenarios. Los miem-
bros que quedan presos se han benefi-
ciado del régimen abierto, pero sus co-
tidianos regresos a la cárcel seguirán
mostrando la escisión entre los intere-
ses políticos y el resolver necesidades
tan inmediatas como las de su libertäd.
M. 7 CATALONIA (conferencia para la
aplicación práctica de culturas extingui-
das dentro de la planificación general
del informe Wallace Müller) desarrolla
una situación de ciencia ficción: cuatro
ancianos último vestigio de una cultura
mediterránea en extinción, la catalana,
son mostrados en el escenario por dos
doctores, féminas robotizadas proce-
dentes de las culturas nórdicas. El espa-
cio escénico, una cámara negra enmar-
cada por cuatrocientos reflectores da el
ambiente necesario de auditorio del fu-
turo, donde en la frialdad de su luz, de
su inmensidad y asepsia son examina-
dos, controlados y estudiados estos
seres, sus ritos y costumbres, sus obje-
tos y su lenguaje. La habilidad con que
se han manejado los significantes eco-
nómicos transforman lo banal en ex-
cepcional, lo cotidiano en exótico,
60
abriéndose nuevas relaciones, nuevos
puntos de vista, nuevos sentidos entre
los figurantes y las cosas, entre el es-
pectador y la escena. El espectador en-
trará en la convención de convertirse en
un invitado a la conferencia pero nunca
quedará prendido en ella ya que la es-
tructura acumulativa y abierta del es-
pectáculo le hará percibir en cada mo-
mento lo que ha sido la escritura de la
propuesta, apelando a su capacidad lú-
dica. La teatralidad dependerá, sin
trampa ni cartón, de la determinada ma-
nipulación de un objeto, de hacer tam-
balear su significado. Una mesa, una si-
lla, uii porrón aparecen en escena ad-
quiriendo el protagonismo que tendrían
si nunca los hubiéramos visto, si no su-
piéramos para que sirven. Se crea una
tensión a partir de irrumpir en la escena
con una serie de situaciones que se de-
baten entre la necesidad de la trama y la
pura provocación: una misa, la meticu-
losa elaboración de una paella, el irreve-
rente paralelismo y relación entre las
dos situaciones, una recitación de
tacos, una procesión. El paso constante
de la convención a la provocación, en
los límites ambiguos que impone el es-
cenario, obliga al espectador a una inte-
rrogación constante sobre su doble
función de voyeur y/o colaborador. Me-
canismo que remite al teatro de van-
guardia - (movimiento, pánico, happe-
nings) que normalmente no va más allá
de la unión catártica, en el uso que de él
hacen Joglars existe la ventaja de una
distanciación: en el sentido del humor,
en la blasfemia transgresora y en el pre-
sentarnos unos objetos de estudio,
unos comportamientos, unos gestos y
unos ritos efectivamente cercanos al
espectador mismo, que en su inusita-
ción, en su extrañamiento tienen que re-
mirarse, relocalizarse.
Existe con gran intensidad todo un
coactivo y atractivo entramado de sím-
bolos intocables, sagrados (Joglars es-
tán padeciendo sus consecuencias, así
como recientemente un actor vasco,
que en una calurosa representación se
secó el sudor con la banderita roja y
gualda) que el teatro se empeña en
transgredir, en lucha contra la simboli-
zación jerárquica enraizada al "exceso
de las prácticas significantes populares
transgresivas, antijerárquicas, separa-
ción interna a la ley que se encuentra
por ejemplo en el Carnaval. La conclu-
sión de estos dos aspectos de la con-
tradicción se efectuaría dentro del mis-
terio como negación de la distinción es-
cenario-sala, actores-espectadores (ne-
gación pues también del ritual de la
misa), negación controlada y explotada
sexualmente por la ley religiosa que, en
todos los sentidos de la palabra se en.-
cuentra ahí. Hace falta insistir sobre
esta fase, en la medida en que no es
evidente que el teatro haya salido de
esta relación con la religión de esa
transgresión controlada y localizada) 1).
El teatro sabe de ésto en la búsqueda de
una particular complaciencia del pú-
blico, su unión en la identificación co-
munitaria, en la búsqueda de la identi-
dad carnavalesca y afectiva que rehuye
las contradicciones y transforma a todo
el auditorio en solidarios amigos entre sí
y de la escena. En "M, 7" encontramos
esto así como una manipulación de
símbolos, que como los objetos des-
contextualizados del pop-art, presagian
una atracción nostálgica y un contenido
afán de denuncia, en todo caso un
cierto regustillo sacrílego.
ANTAVIANA, MAGIA Y RETRO
Si "Joglars" sitúan con plena evidencia
su espectáculo entre la nostalgia por los
rasgos estereotípicos de los viejos cata-
lanes perdidos en el futuro y la transgre-
sión al provocar y extrañar a los docto-
res que les controlan y al público. Da-
goll-Dagom en Antaviana utilizan la
nostalgia para trascendentralizarla al
usar de la capacidad mágica, ilusionista
del teatro.
En su anterior espectáculo "No hablaré
en clase" uno de los primeros espec-
táculos retro-franquistas que sin poder
evitar la complacencia que ocasionaba
la oportunidad del asunto, marcaba un
riguroso trabajo sobre los significantes,
una huida de lo narrativo y del natura-
lismo, que lo erigen en referente obli-
gado, porque más allá de alimentar el
fantasma ha buscado en su trayectoria
a través de la polifonía teatral, un re-
plantear especificidades y emociones.
Las relaciones y oposiciones que sur-
gían al encadenar los diversos signos
escénicos, la delicada utilización de la
luz, de la música, la creación de climas,
la riqueza de unas imágenes multivocas,
plagadas de connotaciones, la teatrali-
dad construida a partir de la utilización
del espacio y del tiempo, no de la litera-
tura, se encuentran .a faltar en el último
espectáculo del grupo, que partiendo de
la experiencia anterior busca una seme-
jante utilización de la escena (existen
citas del No hablaré), unos parecidos
climas que no acaban de lograr por la
abrupta teatralidad de la narrativa del
escritor Pere Calders, que quizá hubiese
necesitado de una mayor reelaboración
dramatúrgica, que hubiera agilizado la
contención clasicista y el peso literario
que lastran el espectáculo. Para mante-
ner el prestigio adquirido, imprescindi-
ble para poder supervivir en la constante
inseguridad que envuelve la práctica del
teatro independiente, programan con
Antaviana una intuitiva operación de
Marketing que tia sido correspondida
por el éxito de público, gacetilleros y
críticos. El "costumbrismo mágico" de
los cuentos de Calders que aúna dos
 asuntos probablemente favorables para
el público. El rescate de una tipología,
mezcla de mitos, vivencias e imaginario,
una vuelta a la infancia y al atractivo de
escenificar los prodigios con que el es-
critor transgrede su costumbrismo,
donde el fantasma deja de inquietar con
lo fantástico. La música del conocido
Jaume Sisa baladas y habaneras, ecos
del pasado que dan el contrapunto lírico
y ayudan a bailar a estos ángeles y de-
monios de las clases medias, pletóricos
de moral burguesa, cuyas pequeñas
transgresiones les transforman en hipo-
crondríacos perennes, héroes por ser
víctimas y viceversa. Acabado perfecto
en el que colabora la milmaravillosa es-
cenografía, cortina bordada a mano tras
la cual se abre una noche astral que los
personajes miran, mientras se reflejan
en un brillante MOS3ÍCO de espejos, re-
flejos de los dibujos del Patufet, revista
infantil catalana de preguerra, los musi-
cales americanos y los muñecos mecá-
nicos del Tibidabo con su mueca for-
&e- zada, triste sonrisa eterna. Familiarismo
y sacralización de los misterios de la ni-
ñez, sin máculas perverso-polimorfas,
con Papa-Noel, villancicos nacionalis-
tas, hadas, vidas que penden de un hilo
mágico, invisible, ventanas de ciudad
que salen a mares ignotos y tropicales,
irrupciones trascendentes, donde se es-
cribe este escenario retro, acontradicto-
rio, irracional, regresivo del que habla
Baudrillard: "La gran traumatización de
nuestra época es esta agonia de fuertes
referenciales, la agonía de lo real y de lo
racional, que abre toda una era de simu-
lación. Mientras que generaciones y so-
bre todo la última, han vivido en la lo-
cura de la historia, en la perspectiva-eu-
fórica o catastrófica de una revolu-
egr .1'
•
ción— hoy se tiene la impresión de
que la historia está en retirada, dejando
detrás de ella una nebulosa atravesada
por flujos (?) pero vaciada de sus refe-
rencias. Es este vacío donde toman
cuerpo los fantasmas de una historia
pasada, la panoplia de acontecimientos,
ideologías y modas retro, no de la forma
en que las gentes creen o fundamenten
alguna esperanza, sino para resucitar
simplemente el tiempo donde al menos
había historia, al menos había violencia
(fuera incluso fascista), donde al menos
había una colisión de vida o de muerte.
Todo era válido y plausible para escapar
de este vacío, de esta leucemia de la
historia y de la política, de esta hemo-
rragia de valores. Es en la medida de
esta miseria que todos los contenidos
son confusamente evocados, que toda
la historia anterior llega a resucitar en
completo desorden. Ya ninguna idea
motriz selecciona, sólo la nostalgia acu-
mula sin fin: la guerra, el fascismo, los
fastos de la "belle époque", o las luchas
revolucionarias, todo es equivalente y
se mezcla sin distinción en la misma
exaltación morosa y fúnebre, en la
misma fascinación retro.(2) En este caso
nostalgia de la costumbre, del tedio y la
ensoñación, con un atrezzo catalán.
DESCONTEXTUALIZAR EL COS-
TUMBRISMO
Existe en los dos espectáculos una des-
contextualización del costumbrismo
que actúa como estructurante de las
tramas de los dos espectáculos pero
que opta por dos utilizaciones distintas
de la escena. En M, 7 CATALONIA, cos-
tumbrismo rebasado por la provoca-
ción, en ANTAVIANA por la utilización
literal del ilusionismo. Dos utilizaciones
que marcan respectivamente vanguar-
dia y tradición burguesa, y se comple-
mentan sin superar este anclaje catár-
tico en la búsqueda de una reafirmación
de una herencia costumbrista arraigada
en la pequeña burguesía, en las clases
medias, que ven en los defectos y virtu-
des, en la mimetización de sus neurosis
un ternurista y justificado humanismo y
un reconocimiento, aceptación y nor-
malización de su identidad al pasar a la
escena.
11)Guy Scarpetta Théatre avant-garde impos-
sible. Art-Press, 73, s ° 13
12) Jean Baudnilard, La historia un escenario re.
tro. La Mirada. 78. N ° 3.
61

Los Arabes no
invadieron
España
Los vencedores escriben la his
oria: la pretendida objetividad
de las ciencias sociales es una
rágil norma conculcada cuando
lo exigen los intereses de las
clases dominantes, sean éstas
económicas, políticas, religiosas
o intelectuales. Tal es el caso de
la Historia y, muy especial-
mente, la de España. Es com-
prensible que la Historia se ter-
giverse: los hechos son mudos,
amasijo informe de datos y su-
cesos que cada historiador en-
tresaca, ordenándolos y colo-
cándolos para formar un cuadro
que le satisface. El andamio
mental, los anaqueles y nichos
donde el historiador coloca los
hechos, son el punto débil de la
historia: para decidir qué hechos
son los relevantes y en dónde se
colocan, hay que mirarlos te-
niendo una teoría previa: Y ésta,
no es objetiva y no puede serlo:
es una preconcepción, un punto
de partida subjetivo, un "parti
pris" existente en la mentalidad
del historiador y que está allí por
motivos de clase, de educación
recibida o de propensiones tem-
peramentales y personales.
La teoría previa o visión del
mundo con que se abordan "los
hechos" para escribir una histo-
ria es su elemento decisivo: los
mismos hechos, tomados desde
un punto de vista o desde otro,
se prestan a interpretaciones
dispares. Conviene por tanto,
para comprender la Historia,
cambiar de coordenadas chau-
vinistas y mirarla desde el mayor
número de puntos de vista posi-
bles. No son los hechos y las fe-
chas lo que conviene estudiar,
sino los puntos de mira diferen-
tes, las distintas interpretacio-
nes, las redes mentales distintas
con que se pesca en el océano
confuso de los tiempos. Cada
62
red saca los peces que más le
convienen y en este artículo
proponemos uno de los posibles
cambios de redes para repescar
esa historia de buenos y malos
que se enseña a los españoles
con el nombre de Reconquista.
Creemos que un punto de vista
nuevo sobre tan manidos he-
chos puede resultar tan estimu-
lante al lector como irritante
para las clases dominantes, so-
bre todo las intelectuales y polí-
ticas.
El historiador Ignacio Olagüe,
cuidadosamente desconocido
en nuestro país, publicó en
París, en 1969, un resumen de
sus trabajos iniciados en 1938
para establecer las bases de una
nueva interpretación de la Histo-
ria de España: el libro, que sinte-
tiza su obra "La Decadencia Es-
pañola" y otras publicaciones
posteriores, se titula en Francia
"Les Arabes n'ont j amas envahi
l'Espagne": su traducción espa-
ñola tiene un título que ya debe
poner sobreaviso al lector: "La
Revolución Islámica en Occi-
dente". Al parecer hay cosas
que, en castellano, no se pueden
decir. Sin embargo, es menester
que las digamos, o no saldre-
mos nunca de esta ficción abs-
tracta que quiere imponerse
como España. La posibilidad de
una convivencia ordenada y es-
table entre los pueblos ibéricos
depende de que afrontemos, de
una vez, los hechos de nuestra
formación histórica en toda su
crudeza de conquista y ocupa-
ción territorial, sin enmascararla
con cruces, campeadores, o ca-
ballos blancos de Santiago. So-
bre esta base, lo pasado estará
pasado, pero quedarán más cla-
ras las verdaderas relaciones ac-
tuales de poder.
La tesis de Olagüe es que la isla-
mización de España no fue un
invasión, sino una difusión cul-
tural por la cual los hispano-ro-
manos adoptaron la cultura más
avanzada de la época, prefirién-
dola a la barbarie de los visigo-
dos y demás ocupantes del
norte europeo. El tema, aunque
apasionante, no pasaría de dis-
quisición académica si no fuera
porque implica una cuestión de
enorme relevancia histórica para
el momento político actual. Si la
tesis de Olagüe es cierta, nos
encontramos ante una de las
más escandalosas manipulacio-
nes de la historia con fines polí-
ticos. Los fines no serían otros
que justificar la ocupación mili-
tar de las regiones costaras es-
pañolas por el ejército astur-leo-
nés, castellano y catalano-ara-
gonés. Si lo que dice Olagüe es
cierto, "los árabes" no eran
otros que los propios habitantes
de las ciudades y comarcas es-
pañolas, que se erigían en gru-
pos independientes, los taifas,
en un sistema de autonomías
descentralizadas muy parecido,
en cuanto a dimensiones, al
ideal de la polis griega. Entonces
"la Reconquista" sería el movi-
miento imperialista de unos gru-
pos guerreros para imponer su
hegemonía sobre territorios au-
tónomos.
La teoría de la guerra de religión,
"la cruzada", se usaría enton-
ces, como se usó en 1936, para
justificar una guerra cuyos obje-
tivos eran económicos y de po-
der. En esto cooperaría interesa-
damente la Iglesia, la cual, por
medio de los clérigos que escri-
bieron la historia en los siglos X
y XI, tuvo el máximo interés en
atribuir la conversión española al
Islam a una invasión sangrienta,
disimulando así un fracaso de
proporciones colosales.
Es una constante en la historia
que los guerreros montañeses y
esteparios ataquen las ciudades
ricas y civilizadas de los valles
costeros; así sucedió repetida-
mente entre las estepas y mon-
tañas del Asia Central y las cul-
turas China, India y Mediterrá-
nea. Igual sucedió en la Penín-
sula Ibérica entre las montañas y
mesetas norteñas y las regiones
andaluza y mediterránea. Luego,
los historiadores han disimulado
esta antigua situación de ocupa-
ción bajo una leyenda de cru-
zada, reconquista y liberación.
Para ello, previamente, tuvieron
que inventar una "invasión". En
esta explicación se olvidaron,
curiosamente, de aludir al tradi-
cional espíritu de independencia
de los pueblos ibéricos, tan re-
calcado en otras ocasiones: nin-
guno justifica por qué un país
que se distingue por sus luchas
de independencia, su valentía y
sus guerrillas, fue sometido por
25.000 "árabes" en tres años,
sin resistencia seria.
La verdad, según Olagüe, sería
que los árabes no invadieron Es-
paña, y que fueron, en cambio,
los guerreros del Norte los que
conquistaron las ciudades ricas
del sur y del mediterráneo, des-
truyendo una cultura que éstas
habían elaborado, sintetizando
la base ibero-romana con ele-
mentos adoptados del foco cul-
tural más civilizado de la época:
el Islam. Con esto no se quiere
decir que no vinieran árabes a
España. Vinieron muchos una
vez islamizada ésta. Lo que no
vino fue un ejército invasor, sino
una serie de comerciantes, inte-
lectuales e incluso caudillos ára-
bes exiliados, que provocaron
una revolución cultural en la pe-
nínsula. Por ejemplo, como se-
ñala Levy- Provençal, en el año
822 llegó a Córdoba el poeta
Ziryab, favorito en desgracia de
Haroun-al-Rashid, que enseña a
la corte cordobesa las normas
del amor cortesano, la galante-
ría, la etiqueta, e incluso la ele-
gancia y estética personal que
se practicaban en la corte de
Baghdad. El "Collar de la Pa-
loma" de Ibn-Azam es una es-
tela maravillosa del paso de Zir-
yab por la "Romana y mora,
Córdoba callada". Las verdade-
ras invasiones musulmanas no
se produjeron hasta siglos más
tarde, cuando apretados por los
reyes cristianos, los andaluces
llamaron en su ayuda a los al-
mohades, almorávides y beni-
marines, que vinieron del Norte
de Africa a partir del siglo XII.
Los argumentos en que se funda
Olagüe son difíciles de resumir
en un artículo y por ello sugeri-
mos al lector que los evalúe por
sí mismo en el libro:11 expues-
tos sucintamente, los más im-
portantes son estos cuatro:
1) las crónicas en que se habla
de una invasión árabe son un
texto de Isidoro Pacense cuya
narración llega hasta 734, una
historia en lengua árabe por lbs-
 Abi-r-Rika (891) , otra del egipcio
Abd al-Hakkan (871); dos cróni-
cas en latín, la de Alfonso III en
833 y la Crónica de Albelda, de
la misma fecha: los demás es-
critos ya son de los siglos XI y
XII y en árabe. Según Olagüe,
basándose en estos textos no
se puede inferir que se produjera
una invasión armada árabe en la
península; por ejemplo, en la
Crónica de Alfonso III se dice
que en Covadonga lucharon
240.000 árabes, cosa harto du-
dosa, porque no caben. 2) La fa-
mosa traición del conde Don Ju-
lián en la batalla de Guadalete
puede ser interpretada así: Don
Julián, noble andaluz, combate
por su independencia contra el
godo Rodrigo (recordemos que
la Betica no fue goda) y llama en
su ayuda a aliados del otro lado
del estrecho. 3) Un ciudadano
hispano romano, civilizado y
culto, en el siglo VII y VIII, ante la
alternativa de una cultura visi-
goda bárbara, y más rudimenta-
ria aún en el Norte de Europa,
tenia que volverse hacia la única
cultura civilizada de aquella
época: la islámica, heredera y
portavoz dala sabiduría antigua.
Los hispano-romanos se islami-
zaron igual que ahora, por otros
motivos, nos americanizamos,
sin necesidad de que desembar-
quen los "marines" en el Guada-
late. 4 1 Es muy dificil entender
cómo en 100 años, los árabes,
que eran unas tribus nómadas
necesariamente poco numero-
sas, conquistaran un imperio de
9.000 km, en tiempos cada vez
más cortos cuanto más se aleja-
ban de su base: 153 años para
Túnez, 10 para Africa del Norte
y 3 para la península Ibérica! Se-
gún el mito de la invasión, Tank
tenía 7.000 hombres y Muza
18.000; de modo que, con
25.000 hombres, derrotaron en
tres años a 10 millones de ibero-
romanizados que entonces ocu-
paban la piel de toro, que re-
sutó, en esta ocasión, un manso
cordero, incompatible con las
ancestrales tradiciones heroicas
de Numancia, Viriato, lndibil y
Mandonio, Daoiz y Velarde y
demás glorias nacionales.
Lo que sucedió, según Olagüe,
fue una difusión cultural por la
que Iberia adoptó la cultura islá-
mica, excepto en ciertos reduc-
tos norteños que iniciaron una
guerra de conquista y unifica-
ción territorial. Tanto los con-
quistadores cristianos, para dar
un motivo religioso a sus ocupa-
ciones, como los religiosos cris-
tianos, para justificar su fracaso
en la península, estuvieron inte-
resados en fomentar el mito de
una invasión armada árabe,
cuando la "Reconquista" fue, en
realidad, una guerra civil. Desde
esta perspectiva, la reforma
t 7LJ
, castellano, también habrá que
J_$
øf
er
.Ae
see
4 se piensa que los taifas fueron
agraria pendiente en España no
sería otra cosa que el pago de
las reparaciones de aquella gue-
rra de conquista.
En la historia de buenos y malos
que nos enseñaron en el bachi-
llerato para explicar la historia
medieval de España, si alguien
era el malo, éste fue sin duda el
cristiano, mucho más bárbaro,
intransigente, fanático y des-
tructor que el hispano-romano
islamizado. La España de los
Reyes Católicos cristianizó
América por los procedimientos
de todos conocidos. La España
de lbn-Arabi de Murcia, Ibn-
Azam de Córdoba, Avicena,
Averroes, Arnau de Vilanova y
Raimon Llull de Mallorca, ambos
educados en la cultura árabe,
prefiguró los trobadores, inspiró
a Danta, hizo posible el Renaci-
miento y dió origen a la presente
cultura occidental. De todos es
sabido que los Reyes Católicos
no cumplieron los pactos firma-
dos con los granadinos sobre el
respeto a su cultura. Por lo
demás, no hay más que ver los
injertos de Carlos V en la mez-
quita de Córdoba y la Alhambra
para comprender quién era el
bárbaro.
Que la cultura de Al-Andalus era
la más avanzada de Europa en-
tre los siglos VIII y XII, está fuera
de toda duda. Por lo mismo hi-
cieron un flaco favor a España
los aguerridos cristianos que la
destruyeron, trocando las es-
cuelas de filosofía en monaste-
rios, las matemáticas en salmos
y la sensualidad árabe en auste-
ridad mesetaria. No hay más
TU con respecto a Castilla. llama
atier
170114.
ele)
G misma lógica, autonomía co-
tj4 oo
.1
que comparar una mezquita o
palacio árabe con una iglesia
cristiana para darse cuenta del
retroceso oscurantista que su-
puso la Reconquista.
Y sin embargo se enseña, según
la Historia de España en versión
oficial, que la Reconquista fue
esa proeza, acreedora a nuestra
enorme gratitud, por la cual fui-
mos "liberados" del invasor.
Según Olagüe, la Reconquista
fue la verdadera invasión, que
todavía dura.
Los que ahora polemizan sobre
autonomías regionales, harían
bien en poner en crisis la versión
oficial de la Historia de España
elaborada por los centralistas
para justificar su dominio. Y ha-
rían bien en revisar su visión so-
bre el "invasor" árabe que ha
servido como justificación para
toda clase de imperialismos. En-
tre los escritores españoles, con
escasas excepciones, ha exis-
tido una injustificable actitud de
ignorancia, cuando no de hostili-
dad ("La Alhambra, ese palacete
construido con cuatro palitro-
ques") hacia el período de la cul-
tura islámica en España. En un
momento en que ya han apare-
cido las obras de Asin, Levy-
Provencal, Nylk, Focillon, Aba-
dal, Albornoz, Gómez-Moreno,
Dozy y el propio Olagüe, cabe
preguntarse si esta postura
ideológica de ignorancia no será
un paralelo mental preciso a la
dominación periférica de España
por el centro. No sin misterio, la
Reconquista y Menéndez Pelayo
nacen en el mismo sitio. El pro-
pio Ferrán Soldevila, que en su
Historia de Cataluña está defen-
diendo la independencia de ésta
"reconquista - de Tortosa lo que
fue imperialismo de Barcelona
sobre esta ciudad vecina inde-
pendiente. Si se quiere autono-
mía regional , es preciso estar
dispuesto a reconocer, por la
marcal dentro de las regiones. Y
si se denuncia el imperialismo
señalar el de Barcelona sobre las
comarcas catalanas.
En la Guerra Civil, Covadonga,
cuna dala Reconquista, fue libe-
rada, en una de esas justicias
poéticas que a veces tiene la
historia, por un tábor de regula-
res; la Historia de España aún no
ha conocido semejante inver-
sión de papeles. Quienes se
ocupen en serio de las autono-
mías regionales deberían empe-
zar por esta revisión, para situar
sus argumentos en la perspec-
tiva histórica correcta. Las
cosas cambian mucho cuando
aniquilados, no porque eran
moros, sino porque eran inde-
pendientes.
LUIS RACIONERO GRAU
111 Ignacio (j'aguó "La Revolución
Islámica de Occidente", Fundación
Juan March, 1974; "Les Arabas
n'ont iamais envahi rEspagne"
Flammarion, 1969.
Thomas Mann o
la conciencia
arruinada
Para nuestra mirada moderna y
apresurada, ¿qué creador entre
los que nos son casi contempo-
ráneos aparece hoy más inac-
tual que T. Mann? El texto que
Trías acaba de publicar sobre
Mann(1) viene a prevenimos
contra estas inercias de la refle
xión, invitándonos a desacelerar
el pensamiento. Conviene dete
neme un punto enaste texto por
el que la "inactualidad" deja de
ser la coartada de cualquier pe
rezoso desdén, para devenir
obstáculo y estímulo, reto y en
vite.
Nos emplazaremos, de entrada.
bajo la perspectiva que enmarca
la pregunta fundamental con la
que E. Trias interroga a T. Mann
en su ensayo —no es lugar ni
ocasión de debatir en torno a un
punto de tan gran alcance— y
que sitúa esta obra en continui-
dad directa con la problemática
de "El Artista y la Ciudad": ¿Que
universales se encarnan en ese
63
particular llamado Thomas
Mann? ¡Qué fuerzas le traspa-
san y animan, haciendo de él
metáfora ideal, símbolo casi, de
aspectos precisos de nuestra
modernidad? ¿De qué es Tho-
mas Mann representativo?
En - El Artista y la Ciudad", Trías
exploró ese recurrente finiste-
rrae especulativo, cuya temati-
zación contemporánea se ex-
presa como dicotomía entre el
deseo y lo social. Trías indagó
—sirviéndose, a modo de hitos,
de una seriado individuos histó-
rico-universales— en el decli-
nar de la, un dia entrevista, sín-
tesis entre el alma y la ciudad, lo
subjetivo y lo objetivo, el deseo
y la producción. Para Pico della
Mirandolla, el hombre —seme-
jante a Proteo— podía llegar a
ser todas las cosas: uomo uni-
versale e singulare en la Flo-
rencia de los Médicis. Tras él, la
síntesis soñada se desagrega
progresivamente: el retenido
gesto del clásico la pretende; la
razón proclamándose omnipo-
tente, la comprende: el histrión
la simula; el loco cree cumplirla
en el abismo de su demencia.
Así. con Goethe, el alma es un
poco todas las cosas; Hegel es
el alma que sabe todas las
cosas; Wagner es el alma que
simula todas las cosas; y
Nietzsche, el alma que alucina
todas las cosas.
Significativamente, "El Artista y
la Ciudad" coloca a Thomas
Mann como último avatar de
este declinar de Europa como
forma de vida espiritual: el úl-
timo hombre que, en el umbral
de nuestro tiempo de esperpen-
tos, se soñó heredero legítimo
del ideal clásico: Goethe redi-
vivo.
De las quiebras e imposibilida-
des de este sueño nace la ten-
sión que recorre y alimenta la
obra de Mann: la gestión impo-
tente de una herencia que se
desmigaja entre sus dedos.
Como Hanno Buddenbrook,
Thomas Mann pertenece a esa
generación postrera de la gran
burguesía patricia, cuyos miem-
bros desertaron de la tradicional
empresa familiar (por otra parte,
casi totalmente engullida por los
nuevos modos de la burguesía
naciente), para dedicarse al
Arte.(2) Esto entraña una parti-
cular y ambigua concepción del
Arte: es el signo de la decaden-
cia dolos Buddenbrook, es la lo-
cura de Leverkhün. Si el Arte es
un intento de tratar con el fondo
desmesurado de las cosas, en
Mann este trato se entiende
como ejercicio por moderar y
contener esas fuerzas nocturnas
de la realidad. El Mar, la Música,
la nostalgia de Eternidad, toda
pereza ensoñadora; cualquier
manifestación de estas fuerzas
64
es demoníaca; porque es tenta-
dora. El quehacer de Mann será
entonces un esfuerzo desespe-
rado por acallar la voz terrible de
la desmesura, cuyo griterío re-
corre los corredores de la man-
sión familiar. Un esfuerzo por
alejar la vista de ese Mar qué
aún siendo tan absolutamente
otro como siempre, comienza a
fascinar al Solitario. La relación
de Mann con el Arte, con las
fuerzas que el Arte concita, es
de fascinación. Especialmente
con la música, "la ambigüedad
erigida en sistema"... Del mismo
modo que su relación con la rea-
lidad es de perplejidad.
Mann se sabe un superviviente,
y como todo superviviente está
fascinado secretamente por la
Muerte, por su muere. Y como
todo superviviente sabe tam-
bién que su tarea es resistir. Y
resistir quiere decir mantener a
raya cualquier "confusión de
sentimientos" —término que
enmarca magníficamente una
gama de intensidades que cu-
bren desde la honda experiencia
estética (la llamada de la Be-
lleza), hasta la locura o la enfer-
medad (la llamada de la Muerte).
Confusión de sentimientos que
sufren una gran cantidad de sus
personajes, y que invariable-
mente son por ello castigados
severamente: por lo general del
modo más rotundo, mediante la
muerte física. Hanno Budden-
brook y Adrian Leverkhün pue-
den ser los ejemplos extremos.
Entre ambos, construye Mann
su épica tardía: su obra co-
mienza, así, con el relato de la
Derrota Inaugural y concluye
con un paseo estremecido por el
Más Allá. A lo largo de toda ella,
va modulándose según los más
diferentes registros una convic-
ción: sobrevivir es resistir al de-
sarreglo sentimental, a la confu-
sión de sentimientos caracterís-
tica de un mundo abismado en
su propia agonía.
Pero, ¡muere realmente el
mundo con Thomas Mann? Sa-
bemos de la tendencia a univer-
salizar situaciones y valoracio-
nes de restringido alcance (el
mismo Mann nos da un buen
ejemplo de ello elevando su me-
moria burguesa a memoria mí-
tica en la tetralogía "José y sus
Hermanos": no es en absoluto
una rememoración inocente...
aunque, ¡hay alguna memoria
que lo sea?). Cuando se toma la
obra de Thomas Mann como ja-
lón histórico decisivo, la pre-
gunta se hace inevitable: ¿Es
realmente su mundo, nuestro
mundo? ¿Es realmente su
mundo, el mundo? Europa es
una idea reciente.., cuyos evi-
dentes horrores no deben ha-
cernos demasiado reacios a
abandonar como forma espin-
tual de vida. ¡Es todo lo que h
ocurrido después de Mann tan
solo manifestación del triunfo
del nihilismo: noche y niebla? ¡Y
no es, a la postre, el mismo nihi
lismo una idea demasiado ale-
mana?
Lo que, tal vez, acaba con Mann
es la novela como épica bur-
guesa del yo. Es el tipo de Me-
moria que se corresponde con la
etapa de la Acumulación. La
gran burguesía en declive a la
que Mann pertenece, se percibe
como aristocracia frente a la
nueva clase ascendente. El
Burger ostenta frente al cit-
oyen la dignidad altiva del here-
dero, del descendiente: es toda-
vía expresión última de un fron-
doso árbol genealógico. Su me-
moria se constituye en un
tiempo épico como fidelidad a la
filiación. ¡Cómo se enfrenta As-
chenbach con su desarreglo
emocional si no es recordando a
sus antepasados? Al contrario
que la nueva burguesía que se
autentifica como clase por su
afán de descendencia, por su
pretensión de saturar la tierra; es
por la herencia, por la memoria
de una herencia que Mann con-
figura sus señas de identidad y
su épica consiguiente; épica que
debe defenderle de toda confu-
sión de sentimientos en este
nuevo mundo que surge ante
sus ojos como tiempo sin me-
moria: mundo sin sentido. Sin
embargo, el Arte impone cada
vez más difícilmente su medida
a esta profundidad emancipada
de cualquier memoria. Se hace
cada vez más problemático el
cumplimiento de su misión: po-
nerse al servicio de la Cultura. La
novela no llega a realizar su
gesto épico sino tras grandes
esfuerzos por taponar las líneas
de fuga que continuamente la
inundan. Incluso la música —la
música de A. Leverkhün— es
desmesurada; ha perdido su
sensibilidad épica, de cuya recu-
peración fue Wagner la última y
frustrada esperanza: el aban-
dono del centro total, los poli-
rritmos, nos ofrecen la aparien-
cia de una música sin melodía.
Acontecimiento, serie, despla-
zamiento, repetición; tales son
algunas de las nuevas catego-
rías de esta música que nos evi-
dencia hasta qué punto la quie-
bra de la melodía (en la música),
de la épica (en la narrativa), del
sentido (en la vida) son una sola
y la misma muerte: el acaba-
miento de la Memoria como sín-
tesis totalizadora, arraigo privi-
legiado de toda identidad y au-
toridad rectora de la experiencia
y el comportamiento. En cierto
sentido, muerte de la memoria y
muerte de la Cultura (la que se
forjó alrededor de un emblema:
Europa) se hermanan, anun-
ciando lo que para Mann no
puede ser entendido sino como
el advenimiento de un tiempo de
barbarie. Es el punto de vista de
un superviviente; el punto de
vista del heredero ante un
tiempo de desheredados que ya
no se perciben como expresión
de una genealogía sino como
productos de un sistema, del
que son, somos, mero agente
reproductor. Nuestra mínima
herencia ya no se narra (o nos
narra) en la clave heroica de la
memoria; no tiene ni ofrece sen-
tido; no se acumula ni enri-
quece: es el ejercicio complejo
de un código de codicias y
coacciones.
Si se nos acepta este leve pero
significativo desplazamiento de
atención respecto al centro del
trabajo de Trías, su texto sobre
Mann cumple y cierra una inves-
tigación sobre la Memoria de
Europa (como forma de vida
espiritual: Goethe, Hegel,
Wagner, Nietzsche, Mann) de
alcances tan esclarecedores
como polémicos. El título del
próximo texto de Trías —"La
Memoria Perdida de las Cosas",
de próxima publicación— nos
permite suponer que este des-
plazamiento no es del todo de-
sacertado y que, al contrario,
puede enriquecerse con nuevas
incitaciones.
La cuestión con la que Eugenio
Trias cierra su ensayo sobre
Mann reclama como horizonte la
herencia de esa Memoria Euro-
pea; está enunciada bajo la
máscara del albacea: "¡Habría
entonces una nueva lectura e in-
terpretación de Thomas Mann,
iluminadora de cualquier pro-
yecto de Gran Política, esclare-
cedora de nuestra existencia de
europeos y de ciudadanos mun-
diales?"...
Para quienes descreemos de la
posible vigencia de ciertas gran-
des síntesis y tendemos más
bien a entender nuestro mo-
mento actual como una situa-
ción, a todos los efectos, sin re-
torno, la dirección señalada por
Trías se nos presenta como un
desafio, ¿Y si no hubiera tal he-
rencia? 2• Y si Thomas Mann, pa-
tricio arruinado, nos hubiera le-
gado únicamente el arca vacía
de su perplejidad ante la quiebra
de los viejos tiempos?
Hay que atender al discurso de
Eugenio Trías, ya que transcurre
sobre el filo mismo de una serie
de cuestiones que es urgente
esclarecer. Conviene recoger el
desafío que nos propone este
pensamiento rico, astuto y sin-
gular. Es un torneo en el que no
importa perder.
MIGUEL MOREY
(1) Eugenio Trias: "Conocer Thomas
Mann y su Obra". Ed. Dopesa. Bar-
celona, 1978.
121 Conviene tener presente el exce-
lente articulo de Jacobo Muñoz, "T.
Mann: Crónica de una decadencia".
Rey . de Occidente, marzo de 1977.
Deben entenderse la mayor parte de
las afirmaciones vertidas en esta re-
seña como un intento de diálogo con
los textos citados de Muñoz y Trías.
Ypsilon Minus:
Distopia y
Utopia
"Las utopías cada vez aparecen
como más realizables. Y en la
actualidad nos encontramos
ante una cuestión angustiosa:
¿Cómo evitar su realización defi-
nitiva?"
Esta frase de Nicolás Berdiaev
sirve de epígrafe o exerga a Un
mundo feliz, de Aldous Huxley,
publicada en 1932. También po-
dría encabezar Nosotros, de Ei-
geni Zamiatine (1922), 1984. de
George Orwell (1948), o la no-
vela de Herbert W. Franke que
ahora comento: Ypsilon Minus,
aparecida originalmente en ale-
mán el año 1976(1)
Todas estas obras pueden con-
siderarse (de hecho, junto a al-
gunas otras, las tres primeras ya
lo vienen siendo) muestras es-
pecialmente destacadas de lo
que se ha dado en llamar disto-
pías o anti-utopías.
Habitualmente, se dice que tales
distopías sirven de vehículo para
que el hombre de este siglo ex-
prese sus ansiedades, sus an-
gustias y dudas, y demuestran
por el absurdo la necesidad de
un humanismo que haga del
hombre un fin y no un medio.
Suponen, además, una toma de
conciencia de que la dicha no se
compra al precio de la incons-
ciencia, esclavitud y agonía del
individuo. En ellas, el futuro se
presenta de forma negativa, el
valor del progreso y el bienestar
que se obtiene por medio de la
planificación, se rechazan; las
posibilidades abiertas por cien-
cia y técnica asustan, afirmán-
dose que su efecto sobre la na-
turaleza y el comportamiento
humanos es devastador. Por
tanto, en estas obras, la conse-
cución de la utopia, presentada
como panacea universal por
tantos escritores del siglo XIX,
termina por convertirse en una
maldición. Que es precisamente
lo que señala con tanta claridad
Cioran, cuando en 1960 escribe:
"Lo que para la utopía es per-
fección, para nosotros es tara;
sus quimeras son nuestras des-
gracias".
Se acostumbra a considerar que
es a partir de la Primera Guerra
Mundial, pero de modo espe-
cialmente agudizado después de
1939, cuando se hace sensible a
escala general la famosa crisis
de valores. Ya no se confía en
que las cosas van a ir cada vez
mejor. Las previsiones de los
utopistas decimonónicos, según
las cuales tecnología y ciencia
implicaban progreso, dejan de
aceptarse como principios inal-
terables. Se siente terror ante
los poderes de una ciencia que,
en un momento de locura, o
quizá simplemente como con-
secuencia inevitable de su desa-
rrollo, puede liberar al hombre
mediante un suicidio colectivo
que ni Schopenhauer se hubiera
atrevido a imaginar. El porvenir
radiante presentado en las anti-
cipaciones de una época en la
que la burguesía ha tomado el
poder, se revela como un in-
fierno. Las utopías, tan perfec-
tas, tan cuadriculadas, tan simé-
tricas, tan controladas, con sus
universos funcionando impeca-
blemente como el más ajustado
mecanismo, provocan miedo. Y
va a ser precisamente ese or-
den, ese funcionamiento mecá-
nico y fatal que excluyen la fan-
tasía, la creatividad, la excep-
ción, lo que se rechaza en las
distopías.
Es posible que no todo sea de-
bido a consideraciones y viven-
cias históricas. Podría afirmarse
que en la misma construcción
de la utopía reside su negación.
Orwell incluso llega a escribir
que en la creación de las utopías
hay un problema lingüístico que
las hace estar en permanente
conflicto. Las palabras son de
por si ambiguas y la creación li-
teraria depende en gran parte de
esa ambigüedad. La formulación
verbal de una sociedad utópica
introduce necesariamente un
elemento corrosivo. Elemento
que trata de negar la larga ca-
dena de ritos que expresan una
voluntad de liberar al hombre in-
tegrándolo en una sociedad que
sustituye al individuo y lo deja
sin posibilidad de elección.
Pero los ritos se imponen. En el
siglo XIX, el mundo perfecto de
la utopía, donde siempre queda
excluida la actividad literaria y
cualquier otro tipo de creación
artística, se consigue gracias a
premisas científicas (o conside-
radas como tales) que vienen a
sustituir a las religiosas. En
efecto, la ciencia desplaza a la
religión y trata de explicar el
mundo de modo absoluto sin
dejar ninguna zona en sombra.
Como siempre, la utopía sigue
naciendo del sentimiento de
frustración de toda una civiliza-
ción y surge como tentativa, no
tanto de romper las estructuras
del orden existente, como de
suprimir mediante la imagina-
ción y el sueño una situación
conflictiva. Se ha pasado por la
crítica que, del siglo XV al XVIII,
se hacía de la existencia de un
derecho divino, reafirmando la
razón y el principio antiteológico
de la autonomía humana. Tam-
bién por la concepción del
mundo del siglo XVIII, que surge
a medida que se ve como única
solución la revolución, inconce-
bible mientras se mantenga in-
cuestionable el derecho divino
del rey, y que se concreta en la
creencia en la posibilidad de
perfección y en la convicción de
que la dicha es función de la ex-
celencia de las instituciones, Y
llegamos al XIX, con la proyec-
ción de esperanzas en la ciencia,
la evolución histórica y la libera-
ción de las clases sociales. Acti-
tud ésta que, en mi opinión y
dentro del terreno que ahora me
ocupa, ejemplifica de modo per-
fecto la conocida utopía de Ed-
ward Bellamy, Looking back-
ward, publicada en 1888. Se
trata de una obra que suscitó
gran interés en su momento y
que recoge todos los grandes
elementos utópicos del desarro-
llo tecnológico baconiano y de la
fantasía sobre la ciudad perfecta
de Platon. Sin embargo, esta
utopía hoy pocos dudarían en
calificarla de distopía, dado que
a los habitantes de ese Boston
celestial del libro parece como si
se les hubiera lavado el cerebro
o les hubieran practicado una lo-
botomía. Es indudable que a
estas alturas resulta una incon-
gruencia que una sociedad espi-
ritualmente avanzada, como la
que Bellamy presenta, base su
felicidad en un mayor grado de
eficiencia material y tecnoló-
gica.
Posteriormente a las distopias
de la primera mitad de este si-
glo, y con el surgimiento de los
tecnócratas, esa nueva aristo-
cracia, la distopía se mezcla con
la ciencia ficción (de ahora en
adelante SF). Se producen en-
tonces unas obras que difícil-
mente consiguen mantenerse en
ese espacio intermedio de la
utopía (o de su desarrollo natu-
ral: la distopial, y suelen conver-
tirse en fantasía, con lo que la
utopía se anula, y más frecuen-
temente en apocalipsis o con-
cepción visionaria, con lo que la
utopía se trasciende. Así, tene-
mos las distopías apocalípticas
tan conocidas (y cito sólo las
más relevantes): Los mercade-
res del espacio, de F. Pohl y C.
Kornbluth (19551: El hombre de-
molido, de Bester (1956); La na-
ranja mecánica y The vvanting
seed, de Burgess (ambas de
1962); Campo de concentra-
ción, de Disch: Stand on Zanzi-
bar. de Brunner; Total enviro-
nement, de Aldiss (todas de
1968).
Pero Ypsilon Minus, la novela
de Herbert W. Franke que, en
principio, motiva todas estas
consideraciones, no presenta
aún ese estadio apocalíptico, ni
mucho menos esas visiones de
la "nueva ola" de la SF (ya no
tan nueva) donde la humanidad
aparece como un cáncer, como
la sabandija del universo, una
especie despreciable que debe
ser exterminada (véase, por
ejemplo, Los genocidas, del ya
citado Thomas M. Disch). En
ella, estamos todavía en el esta-
dio de las distopías clásicas que
se mencionaban al principio.
Triunfa la sociedad tecnológica
por medio de un ordenador
electrónico que controla todo el
mundo conocido y proporciona
unas normas de conducta inviCi-
lables. De ahí, su valor como
muestra que recoge y desarrolla
parcialmente el contenido distó-
pico clásico, y también su insu-
ficiencia, puesto que la distopía,
tal y como se nos presenta,
constituye ya nuestra realidad
cotidiana y no es preciso traspa-
sarla a ningún futuro.
Unas breves notas acerca de la
personalidad de Franke antes de
pasar a ocuparme de su obra.
Nace en Viena, en 1927. Estudia
ciencias naturales, psicología, fi-
losofía y cibernética. Se doctora
con una tesis sobre física teó-
rica. Desde 1957 reside en las
cercanías de Munich, en cuya
Universidad es actualmente pro-
fesor de estética cibernética. A
partir de 1961 publica varias no-
velas y bastantes cuentos (que
yo sepa, dos de ellos traducidos
al castellano).(2) Además de
todo esto, dirige la colección de
SF alemana más prestigiosa.
Con Franke suele decirse que la
SF alemana adquiere su mayoría
de edad, tras un periodo de de-
sarrollo cuyo inicio los especia-
listas sitúan hacia mediados de
los arios cincuenta. SF alemana
que, por cierto, ocupa el se-
65

ponlo Ion], del mundo, tras los
Estados Unidos, en lo que a nir
mero de titulos publicados se
refiere. Numero, en su mayoria,
-ionstotodo por traducciones de
obras anglosajonas.
Y hablando de números, rdle
gustarid señalar que el tercer lu
ijar lo ocupa Id Union Soviética,
loe cuenta con algunos autores
de interés. Por cumplo, los Iter
manos Strugatski, gunenes
Cid') lerl cierta ocasión que los
conflictos que suelen imesen
arse en las obras de su país se
noducen entre - el bueno y el
rnejor" Porque en la Unión So
etui esta excluida la (Miopía,
onsiderada por los criticos
marxistas soviéticos como pro
pia de una decadente sociedad
burguesa que identifica su pro
pon porvenir con el de la Ilumino
dad. De este modo, afirman que
Ii distopia, y ~loen la utopia,
esta llamada u desaparecer de la
sociedad socialista
Pero dejare las nfisgresiones, y
me ocuparé, ya ion mas, de la
obra de Franke
En Ypsilon Minus so ponen die
manifiesto los defectos de es-
Miura Idn propios de científicos
y divulgadores de la ciencia y
técnica que, al hempo, escolien
SF I pienso en el conocido astrii
nomo Fred Hoyle, o en Asimov y
Clarke, que no SOn figuras de se
guinda fila dentro del genero),
Los caracteres que se presentan
son unolonensionales y el interes
del relato se centra mas en lo
que quiere comunicar que kel
forma de hacerlo. Esio hace que
Sil prosa sea mas notable po n 1,1
ixecisión técnica, que por el
romo o profundidad de las una
genes. Como en sus otras
obras, la teinanca se centra en
la evocacnon de un futuro con
trolado y manipulado por leve')
cratas que, como el estudioso
de la SF Eran, Rotternsionner
(lice: - Transmite un sentido chi
desesperacion al presentar no,
66
• dio representativo de la socie-
infierno científico tras reto,. con
poca esperanza para la libertad
humana". Sin embargo, estos
defectos señalados, suelen
traerles sin cuidado a los lecto-
res fans de la SF que tienen
gran tendencia a considerar el
genero como algo especial,
aparte de la otra literatura (la
Mainstream, o "Corriente prin-
cipal'', en idioma cienciaficcio
neo)). De ese modo las obras no
se valoran de acuerdo con los
standards que se aplican a la
buena o alta literatura. Para
ellos, lo que desde el punto lito
rario puede ser malo, se salva
por la capacidad de invención,
por la obra considerada como
mecanismo productor de ideas,
cosa que, en mi opinión, suele
señalar, en el caso de la SF, una
esencial pobreza de imagina
ción. Normalmente una vez que
se han enumerado las ideas (y
en esto es radical un autor clá -
sico como A.E. Van Vogt
cuando expone una receta téc-
nica en la quo señala que hay
que introducir una idea nueva
cada 800 palabras) ya no queda
nada.
Desde este punto de vista del
lector acerruno de SF, creo que
Ypsilon Minus, es 'impecable.
Con los capitulos donde se nle
sarrolla la acción propiamente
dicha, se alternan informes, mil
nifieStOs. principios por los qUe
se rige la sociedad ultracontro-
lada niel libro,
Ademas, en el mundo com
'mesto por Franke, aparente
mente el ser humano 110 cuenta,
1,, único primordial es lo colec
lisio, La nnclivolualolad se excluye
y se registra en "símbolos cber
náticos donde queda clasificado
su yo: el irrt eso, COn Su existen
cna Mica y psíquica, COn Sus
modos de comportamiento y
rutinas, con su modelo de im
pulsos y con ski"; motivaciones,
cOn SuS preferencias y debilida-
des" (p. 34).
El protagonista se resiste, se
- considera algo especial, mas
bien un individuo que un prome-
dad - (p. 54). Y su rebeldía no es
posible hacerla manifiesta. Seria
castigada si se registra, puesto'
que incluso - la inquietud emo
cional del hombre se manifiesta
como un desagradable factor de
perturbación en la estructura
social" (p. 43). No hay, pues,
posibilidad de escape. En la dis
tópica sociedad que se pro
senta: "Las computadoras june
gan un papel primordial en el
sistema hombre/técnica: ase
re-len las funciones de los ante
nores gobiernos humanos, cum
oliéndolas de modo ideal, sin las
imperfecciones de aquellos. Es
el instrumento perfecto de go
bierno desinteresado, mago
fahle, incansable al servicio
del hombre - 174). De este
modo, como en toda utopia que
se precie, al control absoluto se
ejerce por el bien social.
No caben la iniciativa, los senti
mientos, la ambigüedad. Y. a
posar de eso, en la obra, Franke
intenta presentar una alternativa
a la distopia. A partir de la pa
pina 85, se introducen unos ten
tos escritos en cursiva, donde se
nos da cuenta de la existencia
de grupos resistentes que bus
can liberar al hombre volando el
sistema de control de datos.
Estos grupos que de hecho han
sido exterminados (sus activida
des aparecían en flash backs),
consiguen infiltrarse trabajosa
mente en el sistema y llegar
hasta el protagonista de modo
indirecto. Este, finalmente, con
sigue plantearse un método de
resistencia, Método que con
siste en aplicar la información ele
cuanto arma ofensiva que
(como se dice literalmente al fi
na)), puede modificar el mundo
mas que herramientas y armas.
Con esta vaga perspectiva es
peranzadora se cierra el libro. Lo
que ocurre es que, en mi opi
n'en, tal alternativa resulta ob
soleta en grado Sueno. El sis
tema es capaz de manipular se
gün sus propias conveniencias la
información y todo lo que se le
ponga por delante. La solución
romántica de los grupos de re
sistencia (y mas :11:111 si estos co
laboran con el sistema) se revela
corro inútil, como rabieta poco.
o nada, electiva. El mundo tan
ordenado que DOS presenta el
bro, ya no es ni siquiera el nues
tro, se remite a lins previsiones
de otras distopias y sirve, como
mas, de muestra de un estadio
previo lino futuro) de Li civiliza
ción actual que ha llegado mas
lelos, en 10 que a control
dual se refiere, de lo que Ypsi
Ion Minus presenta como oí,
ciones futuras.
Esto se refleia perfectamente en
ese estilo distendido de la escri-
tura (de la que uno está ausente el
análisis psicológico más tradi-
cional), en el cual no tiene cabida
este desorden general que es
propio de un sistema como el
que nos ha tocado malvivir. Un
desorden y un estado de tensión
permanente, siempre a punto de
estallar lo eso nos dicen), que
constantemente sufre reajustes
que lo fortalecen más y mas, sin
que sea preCISO que la sociedad
ordenada del XIX acaezca y re
quilo el descontrol.
En definitiva, Ypsilon Minus,
termina por aparecer como una
obra sugerente en lo que so re
Mire a su utillzaclán de la disto
pkik, pero la distopia que dese
rrolla se remite, a su pesar, a la
primera mitad del presente si
glo, y no a este fin de siécle
donde la civilización está Ile
gando a aquella situación que
Freud predijo, y que parece no
tener perspectivas de futuro, ni
tampoco se diria que las me
rece.
M. ANTOLIN RATO
111 Ypsilon Minus. ile Hi;rlmuni W
vormon cdstollana irrt l,nu'uuleu:
L1011 ' NtlVd C1011Cld FILT100 . , ulm E n 11
tormlBruouero, Barcelona, 1978
121E slan mckm-los en Id antologla Lo
meior de le ciencia ficción ale
mona, L11,11/1011 imr 19196
9,11 F196669 u on 1976
K. Vonnegut Jr.
y su guiñol
mecánico
ector asiduo de las novelas de
Kurt Vonnegiit Jr, me propuse
hace un tiempo escribir algunas
notas sobre el admirado autor
americano. Acaso para no olvi
ilar mi propósito, coloqué una
foto de Vonnegut ante mi, junto
a Id ineSa en la qlle habitual
mente escribo mis cosas. Y, en
LA) extremo, amontonadas, sus
novelas: Dios le bendiga, Mr.
Rosewater, Desayuno de
campeones, la Cuna del Gato,
Matadero 5, Payasadas, el
Pianista, etc.... Pensé, en uit PI
mer momento consultar las
obras de Ski Ckletalle0 WilliaM
Burroughs para tratar de aislar
algunos rasgos COIlltilleS d toda
la vanguardia literaria eStdOkkUlli
klense. Perise en Gysin, en Bu l
kovvski, ese paiaro de moda.
Prense, luego. en Faulknen. e in
chiso en Graharn Greene, que
1.1910 caricaturizo d los dillericd
nos. Pero la mirada irónica de
Vonnegut Jr, desde su fotogra-
fía, me convencía de lo inútil de
mis esfuerzos.
Proseguí hurgando en los alma-
cenes de literatura, en esos es-
pacios en los que habitaron in-
termitentemente el escolar Lau-
tréamont, Jarry, Joyce, Kleist y
su alma sensible, el arquitecto
Lequeu ---pura literatura— y
toda la cohorte de autores raros
o injustificables. Llegue, esta vez
de la mano del propio Vonnegut,
hasta Céline, autor inmerso en el
lago de los injustificables - por
precioso.
Matadero 5. novela llevada a la
pantalla con el mismo título,
evoca la guerra con casi la
misma sucesión de imágenes
vertiginosas que L. F, Calina ga-
rabateó sobre sus papeles. Re-
cuerden los trenes en los que el
francés huyó hacia Dinamarca,
los trenes que atravesaban el in-
fierno del desastre alemán. En el
mismo instante, el prisionero
Vonnegut se encontraba en su
sótano de Dresde, bajo el mayor
-- -hasta hoy bombardeo de
todos los tiempos. La noche del
13 de febrero de 1945, 130.000
personas morían abrasadas o
sepultadas y Dresde, como ciu-
dad, dejaba de existir. "No hay,
nos advierte Vonnegut Jr, por
así decir, figuras notables en
esta historia, no hay práctica -
mente confrontaciones Mamá ti
cas puesto que los hombres se
encuentran en ella horrorosa
mente enfermos y reducidos a
no ser más que títeres exangües
en manos de fuerzas desmesu-
radas". Así, los títeres de Von -
negut atravesarán las páginas
que relatan su vida y su muerte
para encontrarse con los de Ca-
lina en el limbo. Llamen a esa
travesía Grand Guignol; seguro
que sería del agrado de Céline.
Los títeres de Vonnegut son ob
sesivos, intercalan sus sumisas
funciones en momentos distin-
tos de la obra del autor de la lla-
mada "escuela neoyorquina".
Sus nombres reinciden grotes-
camente sobre paisajes artificia-
les - -- no es raro encontrar a Kurt
Vonnegut Jr catalogado entre
los autores de ciencia-ficción
que son a su vez decorados de
cartón con ciertas ambiciones
prospectivas. La capital de ese
mundo guiñolesco es llium, ciu-
dad en la que el trabajo de la
masa ha sido suprimido gracias
a la gestión de una elite de di-
rectivos. Por las semidesiertas
calles de Ilium aparece esporä
dicamente un visitante ilustre, el
Sha de Bratpuhr, acompañado
por su traductor Khashdrahr
Miasma. En otra parte, Miasma,
médico bengalt, asiste a un bru
tal encuentro entre Kilgore Trota
autor de ciencia-ficción ba
rata-- , Dwayne Hoover ven
dedor de automóviles de la
marca Pontiac--- su hijo Bunny,
pianista homosexual, el artista
minimal Rabo Karabekian y una
edición de personajes esperpen
ticos que cubren el decorado de
fondo. Aquí, eitel Desayuno de
Campeones, el decorado es el
bar de uno de los miles de Holi-
day Inn idénticos que cubren las
rutas USA.
Mientras tanto, la pésima escri-
tura de uno de los personajes,
Trout, expone interiormente el
pobre sentido de las vidas de
sus contemporáneos. "Hay,
asegura Trout, en torno a usted
personas que parecen amarle y
otras que parecen odiarle, y us-
ted se pregunta por qué. Son
simplemente máquinas amantes
y máquinas odiantes. Usted está
desmoralizado; cómo no es-
tarlo. Es realmente fatigante te-
ner que razonar sin respiro en un
universo que no ha sido nunca
hecho para ser razonable."
Las pesimistas visiones de Kil-
gore Trout describen un uni-
verso compuesto únicamente
por máquinas que se acoplan
entre si. El libro en el que Trout
(un Vonnegut esperpenticol
aparece está siendo escrito "por
una máquina hecha con carne
que coopera con una máquina
hecha con plástico y metal". Su
extensión es Ilium, sus fábricas
funcionando sin obreros, sus di-
rectivos perfeccionando las má •
quinas. En Muro, ciudad USA an-
clada en un futuro impreciso,
cada habitante obedece a un
número que proporciona toda la
información útil sobre el sujeto:
edad, coeficiente intelectual, es-
tudios - –si su coeficiente inte-
lectual es superior . - -, empleos y
posibilidades. En unos USA sur-
gidos de una guerra civil, se
supone - que ha alterado pro-
fundamente la organización so-
cial, mientras los "técnicos" or-
denan la sociedad conforme a
los imperativos del gran con-
sumo, los personajes de Vonne-
gut nos echan en cara su propia
ridiculez, su falta de conciencia
individual. Las obras en la que
multiplican su existencia son
ciertamente ficción, quizá cien
cia-ficción, si se prefiere, pero
protagonizan siempre la denun,
cia del absurdo de la realidad.
Son, incluso, ficciones filosófi-
cas, dada su formulación pros
pectiva. El humor, en tales
casos, es el instrumento que
descubre las contradicciones de
lo real. Basta con recordar algu•
nos viajes hacia el futuro di:5s'
cos, o viajes hacia universos
utópicos para convenir que tal
tecnica, a grosso modo, no es
un descubrimiento reciente.
Lean, si no, al gran Cyrano de
Bergerac en su Histoire Comi
que des Etat et Empine de la
Lune et du Soleil. En estos
casos la prospectiva no es más
que una forma metafórica, pero
ello no impide, como en el caso
de Vonnegut, que alcance un ni-
vel estético inestimable sin per--
der la efectividad requerida.
Lo curioso es que a lo largo de
los siglos los genios dele ficción
prospectiva hayan centrado su
escritura en la máquina. En unas
ocasiones, como en Cyrano de
Bergerac, los ingenios que epa
recen en el texto son simples
medios para mostrar la necedad
de la condición humana y/o so-
cial. En otras, la máquina ejerce
una función de sustitución --si
el lector no censura la utilización
de términos groseros—, En
L'Eva Future de Villiers de
l'Isle-Adam, la mujer ideal se
encarna en una máquina dotada
de ingeniosos mecanismos que
duplican a la perfección los ca-
racteres femeninos que apasio-
nan a su creador. Efectos sama
jantes se producen también en
las novelas de Julio Verne —El
Castillo de los Cérpatos, la se-
rie del Capitán Nonio, etc...--,
en obras de Alfred Jarry, en Isa-
bel de Egipto de Achim von Ar-
nim, etc... En estos textos la
máquina polariza de forma os-
tensible las pulsiones que la
misma escritura va liberando.
Las máquinas de Vonnegut Jr
participan de ambos tipos de
actividad. En cierto modo son
una condición formal que per-
mite el montaje de un universo
ficticio con múltiples resonan-
cias en lo real. Pero también,
como hemos referido anterior-
mente, los propios personajes
son máquinas de carne que res-
ponden a una programación de-
cididamente absurda. Incluso las
máquinas que les rodean, los
enormes y abarrocados autos, el
Holiday lno inevitable, los gad-
gets que preconizan fórmulas
inolvidables, la habitación de
hotel, las vacas o el neón de la
casa :F:0:F1:13: son máquinas
que interfieren y colaboran en el
fuettionamiento de los persona
j es conforme a una programa-
ción superior: la programación
del bienestar.
En La Cuna del Gato la progra-
mación se sirve de una religión
ambigua y teóricamente perse-
guida -- -el bookononismo-
que mantendrá aletargado al
pueblo de San Lorenzo, país an-
tillano gobernado por un dicta-
dor de corte centroamericano, el
temido "Papá" Monzano. En
San Lorenzo, el fascismo de zar-
zuela del tal Monzano desenca-
denará el apocalipsis terrenal
gracias a una fatal sustancia
descubierta por el Dr. Felix Hoe-
nikker, padre de la bomba ató-
mica y del enano Newton Hoe-
nikker, heredero del frasco cala-
mitoso. Sobre esas páginas de
guiñol, la sombra del Dr. Hoen-
nikker reproduce la estupidez de
una previsible "civilización téc-
nica". Si los hombres, como
aseguran, llevamos dentro el
germen de nuestra propia des-
trucción, tipos como Hoenikker
son la sátira viviente de tal ins-
tinto. Aunque entretanto no fal-
tarán filántropos de discutible
cordura --Mr Rosewater--- que
intenten convertir la sociedad en
una fiesta indefinida. Pero rea-
parecen al final los apocalipsis
que tanto prodiga Vonnegut en
sus textos. Son apocalipsis de-
bidos a la muerte verde o a la
Influenza albana, como en Pa-
yasada, o en historias realmente
acaecidas. En cualquier caso,
todos los desastres deberán di-
rigir nuestra mirada —esperan-
zada o confusa-- hacia Trafal-
mador, planeta lejano, rojo e in-
quietante que sirve de escenario
a las fantasías del inefable Kil-
gore Trout.
Como en el Eterno Adán de Ju-
lio Verne, algunos de los prota-
gonistas de Vonnegut perdidos
en el futuro ven disminuidas sus
actividades intelectuales a causa
de las dificultades de supervi-
vencia —cambios de tempera-
tura, de gravedad, aire irrespira-
ble...—. Alguien, Narciso-II, co-
nocido también como el Rey de
67

las Palmatorias, compone un
poema en el que pide que, a su
muerte, devuelvan su cuerpo a
la tierra para que se convierta en
un narciso. Nadie más, sin em-
bargo, podrá leerlo; los más jó-
venes no saben leer ni escribir y
el poema se convierte en untes-
lamento inútil. Semejante de-
gradación es convertida por
Kurt Vonnegut Jr en una lección
de estilo. Que quienes sepan
leer aprovechen sus novelas.
J. SALA-SANAHUJA
BIBLIOGRAFIA
Payasadas o: ¡Nunca mas
solo! Ed. Pomaire, 1977.
Dios le bendiga, Mr. Rosewa-
ter Ed. Gnialbo, 1966.
Matadero 5
La Cuna del Gato
Desayuno de Campeones
Las Sirenas de Titán
La pianola. Gnialbo, 1977
El relato secreto
de Drieu La
Rochelle
Spinoza entendio, y Borges nos
lo recuerda en un texto(1) espe-
cialmente gráfico para lo que
puede importarnos en lo que si-
gue, que todas las cosas quieren
perseverar en su ser, que lo
mismo el tigre que la piedra
quieren seguir eternamente
siendo tigre o piedra. Pues bien,
ello es que acaso, en ocasiones,
la exclusiva forma de perseverar
algo en su ser puede consistir no
en otra cosa que en efectuar una
concesión a ese reverso del ser
que, sin dejar por ello de perse-
verar en él, es el no ser. De este
modo, o en alguna forma equi-
valente, se nos antoja a noso-
tros poner por ahí algún comen-
tario a Pierre Dneu la Rochelle
aprovechando la reciente apari-
ción de su libro Relato se-
creto.121
Oneu la Rochelle es ahora un au-
tor bajo cuya obra parece cer-
rarse una suerte de tácita unani-
midad por parte de los editores,
críticos y lectores orientada ha-
cia su revalorización y difusión
en nuestro Ruedo Ibérico de
forma que, exhumándolo de po-
sibles, anteriores y siempre fal-
seadoras simplificaciones obra-
das por desgracia de la Política,
se observa ya como andan co-
lándose en las librerías las edi-
ciones de sus obras.131
Drieu, que colaboró con los
nazis durante la ocupación de
Francia en 1940 y ! se alistó al
Partido Popular Francés --de
68
Inspiración fascista— después
de haber mantenido posiciones
comunistas. se presta, si uno no
quiere escurrir ostensiblemente
el bulto, a incurrir una vez más
en la vieja cuestión de las impli-
caciones sobre la obra creativa
de una determinada afiliación
política de su autor, tanto más
cuanto que, en este caso, coin-
cide el nuestro en revestir si-
niestras inclinaciones fascistas,
ante las cuales los pura sangre
izquierdistas paran desdeñosa-
mente en barras y desechan
cualquier cosa que, de una
forma u otra, de aquellos pu-
diera provenir.
Creo que, diáfanamente, no es
ese el caso. Por lo demás, y pa-
rafraseando al Borges del texto
citado, él, el hombre Drieu la
Rochelle, está destinado a per-
derse definitivamente, y sólo al-
gún instante de sí podría sobre-
vivir en el otro, en el autor de
sus obras, y aunque esas exce-
lentes páginas no puedan irre-
mediablemente salvar al hombre
Dneu, la literatura justifica a su
autor y, de algún modo, al hom-
bre que en simbiosis lo ha reci-
bido para que literariamente lo
recreara. El perseverará en la
obra de su autor, en ese fuego
fatuo que se alimentó de la ma-
teria orgánica desprendida de la
gradual y consciente descom-
posición del hombre Drieu la
Rochelle, de forma similar a
como en vida perseveró en su
ser a través de su constante ne-
gación, de la reducción al re-
verso que suponía su perma-
nente cohabitación con la idea
de la Muerte, de su suicidio.
Relato secreto, al igual que su
novela ya anteriormente publi-
cada El fuego fatuo,(4) encarna
—tal vez nunca mejor utilizado
el verbo—, con una sinceridad
insólita que depara un tono ex-
quisitamente reflexivo e implica-
dor del lector, el proceso por el
cual un proyecto negativo de
vida. de no ser como medio y
manera de perseverar en el
ser, se pretexta, se evoca, se
complace y se consuma def i-
nitiva e irremisiblemente en
el suicidio, no sólo entendido
éste como el acto final y conclu-
yente de darse muerte, sino
también como un irse podando
en vida todas y cada una de las
posibilidades vitales.
En efecto, tanto Relato secreto
como El fuego fatuo recrean,
igual que la llama que prende en
la descomposición de las tobe-
ras y cementerios pantanosos
para producir los fuegos fatuos,
las veleidades de un individuo
empenado y determinado
desde el inicio por la idea dala
Muerte. Estos libros contienen,
en demorado y lúcido trayecto,
el desarrollo narrativo de la idea
aplastante y dominadora del
suicidio sobre Dneu la Rochelle,
su íntimo Y precoz comercio con
ella y la permanente y letal coe-
xistencia desde la infancia hasta
el fatal e implícito desenlace:
"Un día supe que existía un mol!
virniento que a veces se produ-
cía en el hombre y que se lla-
maba suicidio. Recuerdo muy
bien que después de oír una
conversación comprendí que un
hombre puede darse muerte...
Lo cierto es que la posibilidad
inmediata, la extrema facilidad
que le suponía, el prodigioso re-
sultado, el poder de lo irreme-
diable en aquel gesto me fasci-
naron" Ip. 16). Desde la edad de
seis o siete años el niño tan-
teaba exploradoramente las
yemas de sus dedos o el cora-
zón con un cuchillo de cocina, y
si aquella posibilidad de infligir
muerte le descubría y ponde-
raba su corazón, sus dedos, su
capacidad de vida, también le
subordinaba para lo sucesivo a
la idea de Muerte, de suicidio, de
especial afirmación de su Yo
que aquello suponía, y con la
que viviría siempre de la única
forma que esa acoplada idea de
Muerte le iba a permitir.
La Muerte, la integrada idea de
Muerte que Drieu irremisible-
mente acogió para su devenir,
estrangula a la vida amplia e in-
definida y la reduce a la determi-
nación de todas las cosas para
la Muerte, usurpando así la di-
versidad de porciones y facetas
que constituyen la multiplicidad
y fluidez propias de la vida.
La idea de Muerte asimilada a la
vida conmina a cada uno de los
momentos y manifestaciones
de ésta a la limitación de la de-
terminación como Uno y Unico,
como intervalo para la Muerte
siendo Muerte ya. Así la sole-
dad, que Dneu despejadamente
advierte como una mística
donde se produce una pérdida
de la unidad del ser, una pérdida
de sí mismo que enhebra con el
trasvase, en aquella soledad, de
algo que no es yo, es apercibida
sin embargo también en lo que
aquello que no es Yo y es otro,
otra cosa, se puede saborear
"más exquisitamente en la
muerte que en la vida".
La asumida idea de Muerte re-
serva y subordina los goces y li-
bertades a que pudiera dar lugar
la creencia de Dneu en la disolu-
ción del Yo, en la existencia ene!
Yo de aquello que no siendo Yo
participa de él, a la determina-
ción inflingida por la Muerte: la
soledad será, pues, "el camino
del suicidio", siendo, por otro
lado, "como mejor se disfruta
del mundo y de la vida.., como
meior se puede gozar de una
flor, un árbol.. incluso de los
hombres que pasan a lo lejos, y
de las mujeres". (P. 201.
La amistad, las mujeres y el di-
nero constituyen para Alaun, el
correlativo protagonista de El
fuego fatuo, eso otro que pu-
diendo pertenecer a él por un
acto de pasión, de alegría o de
decidido y voluntarioso interés,
que pudiendo participar de ello
sin ser ello propiamente y, por
ende, constituir compartida e in-
definida vida, queda orillado por
la displicencia a que constriñe su
asimilada idea de Muerte que lo
abocará igualmente a la ejecu-
ción de su suicidio.
Drieu la Rochelle, consciente de
esa oportunidad de sabotear la
unidad del Yo e imbricarle aque-
llo que más contaba para él y
que, participando de él, no era él
exactamente, enterado lúcida-
mente de esa correlación exis-
tente entre lo individual y lo co-
lectivo, lo Uno y lo otro, el Yo y
el ello, tenía errados de ante-
mano todos sus intentos por
aquella advenediza, procaz y
determinante idea de Muerte.
Una prueba más de ello la cons-
tituye su incursión en la Política,
que él más tarde entendió como
un mero uego de especulacio-
nes, pero a la que se abocó por
esa necesidad de embadurnarse
en el fango de lo otro: "Y me
equivoqué profundamente. Pero
quería equivocarme."
El libro que aquí proponemos
para su lectura, Relato secreto,
valgan para lo que valgan las an-
teriores anotaciones, com-
prende tres partes: la primera
está constituida por el Relato
secreto propiamente dicho, la
segunda incluye unos fragmen-
tos de diario que finalizan dos
días antes de que Drieu se ases-
tara definitivamente la Muerte
que era permanentemente suya
y, por último, se añaden unas
peroraciones que tienen como
objeto justificar ante la Francia
liberada su colaboración con los
nazis y donde se vierten, en mi
parecer, abundantes despropó-
sitos y gratuitas disquisiciones
políticas acordes con la inter-
pretación de la Política de Drieu
la Rochelle.
Su obra solitaria perseverará su
ser como el no ser determinado
por su enquistada idea de
Muerte, la que configuró la vida
y la literatura de Dneu la Roche-
Ile desde la displicente soledad
que se desperdigaba en las ca-
binas de teléfono, en los lava-
bos, en las habitaciones de ho-
tel, "círculos de soledad arma-
dos de púas" donde está la
Muerte y el suicidio, y desde
donde, como los fuegos fatuos,
renace ahora, secretamente, en
Ire nosotros.
J.A. GONZALEZ-SAINZ
II! Jorge Luis Borges, El hacedor. Eil
Enloce, Buenos Aires, 1967 pan 50
121 Relato secreto. Fierre Dneu la
Rochelle, Alianza Editorial, Madrid,
1978.
131 Además de la que comentarnos
está ya anunciada Estado civil por la
editorial Ice..
141E1 fuego fatuo. P. Dneu la
Rochelle, Alianza Editorial, Madrid,
1975
Barthes: La
escritura
fragmentada
No es fácil clasificar genérica
mente este Roland Barthes por
Roland Barthes que acaba de
ser editado en España.11) No es
fácil ni, seguramente, necesario.
Lugar donde se entrecruzan dis-
cursos divergentes, punto de
encuentro de las preocupacio-
nes de su autor, en él encontra-
mos una verdadera obra literaria
que dista bastante de los mode-
los habituales en libros de este
orden. Pese a ser, en cierto
modo, una obra de encargo, el
autor asume todos los riesgos
inherentes a esa especie de
autoanálisis que supone el ha -
blar de uno mismo, y lo hace
con una maestría que le empa-
renta con la mejor tradición
literaria francesa, de la que ha
sabido recoger el estilo medido
y elegante de los moralistas y
rehuir la pomposa grandilocuen-
cia de los retóricos.
Pero, dejando aparte los nume
rosos valores literarios que el
texto contiene, es importante
abordar el libro en su perspec-
tiva de síntesis de libros prece-
dentes y como el necesario
punto de inflexión con el que
Barthes se propone proseguir el
desarrollo de su obra. A su vez,
hay que entender el libro como
un recuento, como un inventario
temático de su obra, por cuanto
nadie mejor que el propio autor
puede señalar las pautas y los
intervalos que han configurado
uno de los discursos teóricos
más influyentes en el campo de
la literatura de estos últimos
años. Otro aspecto que cabe
destacar es la voluntad —ya
patente en su libro anterior-- de
abordar su condición de sujeto
que escribe en relación al dis-
curso crítico, a menudo titulado
burdamente de impersonal. El
yo de la enunciación está, en
este caso, repartido entre una
Primera y una tercera persona,
que coadyuvan a ese juego tan
querido por Barthes de aproxi-
maciones y distanciamientos
respecto del objeto amado. Así
pues, en esta suerte de ficción
de la memoria, Barthes intenta
relegar voluntariamente a un
segundo plano su condición de
crítico para adoptar la más
gratificante --y hedonista---
posición del amateur (amator:
que ama y ama otra vez), del
voyeur o, simplemente, del es-
pectador.
En este intento de compendio
de su obra anterior, es intere-
sante el esquema interpretativo
de sus libros que Barthes nos
propone, siguiendo los cánones
de una clasificación genérica
que iria desde la mitología social
de sus primeras obras. pasando
por sendas etapas dedicadas a
la semiología y a la textualidad,
hasta una última fase, la pre-
sente, dedicada a la "morali-
dad" que se iniciaría con Le
plaisir du teste y en la que se
incluiría este R.B. par lui méme
y, sin duda, también el libro
posterior Fragments d'un dis-
cours amoureux. Es significa-
tiva, pues, la caracterización de
esta fase como dedicada a la
"moralidad", término recogido
de un Nietzsche que funciona,
según dice Barthes, como inter
texto en estas últimas obras.
"Moralidad ha de entenderse
como el contrario preciso de la
moral les el pensamiento del
cuerpo en estado de lenguaje)."
E igualmente significativo de
esta influencia del intertexto
nietzscheano, este otro tipo de
clasificación de su obra: "Pri-
mero, intervenciones (mitoló-
gicas), luego ficciones (semio-
lógicas), luego estallidos, frag-
mentos, frases." Se hace pues
patente un deseo de desintegra
ción del discurso retórico con
vistas a una preponderancia del
fragmento como elemento es-
tructurador del discurso erótico,
del discurso estético.
Esta carta de naturaleza propia
que Barthes concede al frag-
mento, este gusto por la frase
breve, el aforismo, la sentencia
o la máxima, constituye el ele-
mento más interesante en la
construcción del libro. En la
escritura fragmentada de Bar'
thes hay una voluntad de recu-
perar la práctica del Diario. La
influencia de Gide, y su Journal,
permanece en el eje de esta
construcción fragmentaria. Ya
en 1942, en su primer texto
—precisamente acerca de
Gide-- Barthes defendía el frag-
mento "porque es preferible la
incoherencia al orden que de-
forma." Pero esta incoherencia
tiene algo de programático.
Barthes gusta de abrir caminos
pero se siente incómodo de
clausurarlos, existe en 41 el pla -
cer del curioso: "Como le gusta
encontrar, escribir, comienzos,
tiende a multiplicar este placer:
es por ello que escribe fragmen-
tos: mientras más fragmentos
escribe, más comienzos y por
ende más placeres (pero no le
gustan los fines: es demasiado
grande el riesgo de la cláusula
retórica: tiene el temor de no
saber resistir a la última pala-
bra, a la última replica".
Esta reivindicación del placer de
la escritura en la brevedad del
fragmento debe mucho al pon
semiento oriental. En Lempira
des signes. Barthes daba
cuenta de su aprendizaje lapo -
nés. Ahora escribe: "El Zen
pertenece al budismo torin,
método de la apertura abrupta,
separada, rota U) El fragmento,
(como el haiku) es torin; implica
un goce inmediato: es el fan
tasma de un discurso, un bos
tezo de deseo". Concepción
sintetizadora del autoconoci
miento intelectual, el fragmento
reivindicado por Barthes incor
pora a la racionalidad de la
máxima o de la sentencia occi
dentales, la irracionalidad del
aforismo metzscheano y la sen-
sualidad y la erotización de las
poéticas orientales.
Sin embargo, volvamos a la
influencia de Gide y su Journal.
Barthes parece intuir en la utili-
zación del fragmento el anuncio
de la cotidiana actividad de
reflexión que tiene su reflejo en
el Diario: "Con la coartada de la
disertación destruida se llega a
la práctica regular del frag-
mento; luego, del fragmento se
pasa al "diario". Entonces, vio
es la meta de todo esto el
otorgarse el derecho a escribir
un "diario"? Al() tengo razón en
considerar todo lo que he es
crito como un esfuerzo clandes-
tino y obstinado para hacer que
reaparezca un día, libremente, el
tema del 'diario' gidiano?". Es,
efectivamente, ésta una de las
obsesiones de Barthes. Pero su
proyecto escapa bastante a la
tradición de los grandes memo-
rialistas franceses. Sus propósi-
tos, sus anuncios de trabajo,
están en la línea de autores
como Michelet, Sade o Founer.
Sus referentes le permiten trazar
cierta separación demarcatona
en la tradición literaria francesa.
La constante en su trabajo es
una propuesta, fundamental-
mente, erótica y estética. Como
dice de sí mismo: "Todo su
trabajo, evidentemente, tiene
como objeto una moralidad del
signo".
R.B. par lui mema es un libro
sugerente, en el sentido de
lanzar continuas propuestas
para la reflexión y el placer. La
técnica dilatoria de su autor, su
gusto por las introducciones, los
prólogos, los esbozos, tiene
aquí la máxima expresión. Su
empeño en formular la idea de
un libro (idea, en este caso,
I ouriensta) que quizá nunca es-
cribirá es, en definitiva, la ex-
cusa para poner en escena,
según sus palabras, un imagina-
rio. La justificación no es nece-
saria, la escritura está ahí:
"... estas maniobras dilatorias,
estos esconces del proyecto
son tal vez la escritura misma.
En primer lugar, la obra no es
nunca más que el meta -libro (el
comentario provisional) de una
obra por venir, que, al no ha-
cerse, se convierte en esa obra
precisamente: Proust, Fourier no
escribieron más que "Prospec-
tos". Luego, la obra no es nunca
monumental: es una proposi-
ción que cada quien vendrá a
saturar como quiera, como
pueda: yo le paso a usted una
materia semántica para que la
haga correr, como el anillo en el
juego".
ANTONI MUNNE
111 Roland Bart has por Roland
Barthes, Editorial KairO',. Barcelona
69
Fundació Joan Miró
Oil colaboración con
Instituto Alemán de Barcelona
y Fundación Friedrich Ebert

EXPOSICION LA VIDA Y LA OBRA DE KARL MARX

diD
DOS
Del 2 al 19 de noviembre

Exposición en el espacio 8 de la Fundación Joan Miró.

Organizada por:
Casa de Karl Marx (Tréveris)
IGUAL
AUNO
Instituto de Relaciones Extranjeras (Stuttgart).

CICLO DE CONFERENCIAS

Jueves 2 de nov. 20 h.
La investigación sobre Marx y Engels
en la República Federal de Alemania
Conferenciante: Helmut Elsner
Colaborador científico de la Casa Karl (el cateto
Marx ITréveris)
(DI aloman con traducción simultánea)

Viernes 3 de nov. 20 h.
Marx y el debate actual sobre el
marxismo
Conferenciante: Irving Fetscher
Catedrático del Departamento de Ciencias
Sociales de la Universidad de Frankfurt.
(En alemán con traduciiin simultánea).
Lunes 6 de nov. 20 h.
La influencia dEl Capital" de Karl
Marx en les teories económiques mo-
dernas.
Conferenciante: Josep M." Vagara.
Director del Departamento de Teoria
FC011(iMiCi1 de la Universidad Autónoma
rle Barcelona.
Miércoles 8 de nov. 20 h.
El estado de derecho democrático y la
teoría marxista del estado
Conferenciante. Peter von Oertzen
Catedrático del Departamento de Ciencias
Políticas de la Universidad Técnica de
Hannover.
(En alentrin con traducción simultánea).
Jueves 9 de nov. 20 h.
El trabajo científico de Marx y su
noción de ciencia
Conferenciante: Manuel Sacristán
Catedrático contratado de la Facultad de
en el cine
Ciencias Económicas de la Universidad de
Barcelona.
español)
Lunes 13 de nov. 20 h.
Las fuentes de Marx en la historiogra
ALVARO DEL AMO
fía y la ciencia del derecho de su I a ()Pinta pelicula dir Paco Mar tarea Soria,
tiempo.
titulada 'Vaya par de genlelosl, resumir y
Conferenciante; Peter Landau. multada:a el IMS011.11 n 3 flOble (rGIO ha Ilevadt,
Catedrático del Departamento de Derecho
al actor a la fama: el listillo y el palurdo.
de la Universidad de Regensburg. 11 listillo trance sus habilidades desdi, un
(En alemán con traducción simultánea).
ambito carcelario. Si, trata, Una!: veces, de
Martes 14 de nov. 20 h. lvi garito quu ha entregado su vida a la cría
Una lectura actual do la estética en y mamona-miento de tIll 11111110r0 dlneF1711
Mar x nado de hijos. Otras, de un señor que, en el
Conferenciante: Simón Marchan umbría du la ancianidad, se le ;mima social
Catedrático de la Escuela Tecnica Superior mento al ostracismo. Otras, rle i in alcalde
de Arquitectura de La Litguna. de aldehuela 1 rrirdvh,i t3/7 /111/ad (10 paranio
meseta que su de)a tentar por rd esplendor
Viernes 17 de nov. 20 h. turístico. Otras, do un niarido vigilarlo l oir e
El "Soff" en la antropologia marxista y II 1,1111r
psicodinémica actual.
Conferenciante: Carlos Castilla del Pino.
Todas las conferencias envirAn lutin rsl ,e1
Auditorio de la Ferafaciä Joan Mire, Parque de
Montara:. Barcelona
ENTRADA GRATUITA

1ÍgingrACBON
feminista
V
AYUDA A VINDICACION
Ante las dificultades económicas por que atraviesa VINDICACION FEMINIS I A,
hacemos un llamamiento a todas nuestras lectoras y lectores, para que nos
ayuden a superar esta situación, enviándonos suscripciones.

ENVIE SU AYUDA VINDICACION FEMINISTA

Suscripción por un año a 1.100, Ptas. Calle Nápoles, 105 4." C
Suscripción de ayuda, a partir de 1.500, Ptas. BARCELONA- 12
 comprueba, en un momento dado, que se
encuentra, de repente, a dos pasos de la
asfixia. Los hijos, ya mayorcitos. no sólo
consideran el hogar como una fonda a la
que acuden precipaadameme a las horas de
las comidas para volver a sala corriendo
tragando el postre por las escaleras, sino
que presentan una conducta decisivamente
desordenada: el mayor no quiere las Cine()
mil pesetas para matricularse en quinto de
arquitectura (aún no ha logrado ingresar)
sino para papar una deuda de itiego contra
ida ere un Momeo instalado en un sumiso
rano: la intermedia se ha enamoriscado
irresponsablemente de un peludo que canta
en en conjunto Mientras Leopoldo, su novio
formal, sufre en silencio en la trastienda de
la botica donde trabaja Como dependiente:
el pequeño, gire S'anula enfrascarse en un
problefria de matematicas, Ira deslizado,
leajo el compas, una publicación de puro
entretenimiento. El señor de edad, viudo,
que conoce a una señora de edad, unida, y
se siente inundado pOr Un impulso de ter
nena que pretende, inniedialarriente, le
rjalizar en un matrimonio l'apalee para coro
partir la vejez bajo la calida luz de Un amor
tardki, tropieza con la incomprensión enco
nada de su anibiente que pipa la pasión del
anciano con extrema severidad, condenan
dota corno gravísima veleidad. El buen al
calda, cuando expleia a sus concejales
idea de convertir la aldehuela abandonada
sobre amplia zona de secano en centro o
polo de atracción turística, recibe, corno
respuesta, una serie de, retietinClaS y de
dudas sobre la razonabilidad del proyecto
calificado de enorme disparate. El marido,
que goza en el poblacluen de una posición
desahogada, siente, a los pocos anos de
iniciarse, la eternidad conyugal, un tedio br/
multuoso: las atenciones a las que 10 so
mete una esposa solicita, la presencia de
una hija discreta, la prosperidad de su no
goce° no consiguen calmar sus burbujeos
que le empujan, inexorablemente, a Juergas
y muleras, coristas.
El palurdo o paleto cuenta, para abraso
paso en la era tecnológica, con un equipaje
quebradizo: Una boina, un lexico ea traordi
nariamente original y una visión del mundo
que abarca el espacio existente a pocos
palmos de su ruda nariz. La boina es atri
bulo esencial, imprescindible enseña, Mica
cisimo talisman. La boina es (ara afirmación
de personalidad, un gesto de desafio. La
boina, sólida, enérgicamente calada hasta
cubrir el casquete del craneo, define al
mado palurdo asumiendo, basta sus Ultimas
consecuencias, su condición ele tal. La on
ginalidad del léxico se consigue mediante la
practica sistomatica de dos sencillas reglas
co mplementarias: el trueque do una letea en
cada palabia (ejemplo: "celebro"' jiña -cc
nebro") y la utilización sin mas de un ter
mino por otro Hemplo: - vikingo" por -tu
kini"). Si a ello Se alidde el b;urnz de un
acento como añadido factor dolormante
(entre los que ocupa un lugar doslacado el
dejo baturro), el habla del llamado palmo
ofrece, para el interlocutor apeno, un caudal
i nagotable de acertips. Todo lo cambia y lo
traSloca Si voz, ramada por la soterrada
melodía de un tonillo orlinipresente, que
lanza una Manila de diminutivos insospe
duelos (ejemplo - turistical, 011ide, ser
embargo, periodos de prístina lógica. La
losofia tfir 11111111(hdtill mas °suiche. L sa
biduria otorgada por la falta completa de
experiencia. El universo coincide con el li-
mite comarcal. Irse a Zaragoza a festejar el
doce de octubre es aventurarse en metro
poli prúdipa en aSollibros. Uri Viaje a Ma
drid, las raras veces en que se produce,
despierta la misma fascinación que un pon
pie alrededor del mundo, El sistema de re
lerviecias se, mide (701 nr obas, 'arrogas, el
tamaño del grano que resalte :, la mejilla do la
tía Engracia, la distancia que separa la ace
quia donde se secó el piral el año Pasa)) del
terraplen donde resbaló, al terminar la gue
rra, un destacamento de mulas. La extra
deja no enrule/a en la sofisticación de un
atuendo extraniero, sino en Lar seroriforo.
Su sentido Común no emana de una relación
prolongada con las manifestaciones mas
escuetas de la existencia Ii tierra, la lluvia,
el hambre, al gano, el parto de la vaca),
sino que se desliza mas bien desde los
pocos tOpicos de tuna calurreria Solidaria y
de breve di:imano. EI asombro nace de me
elir la novedad con el rasero del nivel del río
a Si) paso bajo el puente de dos arcos, re
calmamente reconstruido, Todo ello, sin
embargo, no es la siena de cUriosidadeS
que describe la gama osotórica de un aspe
canon rarísimo, sino un compendio de
fuerza, do lucidez, de pureza. El llamado pa
leudo o paleto resulta un frasquito de osen
ClaS nacionales concentradas a alto nivel de
densidad.
El listillo cuenta, para sobrevivir, con la as
tesela; el palurdo, con su impertérrita obsti
nación,
Frente al cerco (familiar, municipal, conyu
pal) que le agobia, el listillo (después quizá
de indignarse y vociferar: lo que sirve para
lucimiento del actor: el enfado es demos
nación brillante y obligada de talento inter
peetativo), procura, en vez de tratar de leo -
radar lo que le atenaza, dar, mejor, un ro
«lino. Rodeo que consistirá, unas veces, en
convencer al novio peludo de que prescinda
ele lo que él llamará "greñas" y "música de
negros" para poder avanzar, limpio y
aseado, leacia las claras alegrías de la vida.
Otras veces, demostrara, después de ca
corso con la viuda. que ninguno de los dos
eran momias decröpitas, pues, a las pocas
semanas, tendran la satisfacción de anun
ciar que esperan un hijo. Otras veces, inVen
tara, para Sil esposa provinciana, cualquier
ficción (un negocio perentorio, una reunión
de promoción, un desliz de juventud del que
precise, responsabilizarse) para esca
parso a Madrid o a Zaragoza y, allí, entre
iirese a placeros ILIMUltrioSOS, que consis
ten en acudir ;e un cabaret para invitar,
hasta que despunta el alba, a champan y li
corees a Un grupo bullicioso de artistas re
pintadas que manifiestan ser cariño como
suelen hacerlo estas personas: palmo
mando, sentandose en las rodillas del buen
sirñtn despreis de tina camella que las so
para del espejo del camine)°, y dedicando
incesaniemenin Lolograhas,
Así, sin orinales desiearros, al listillo se sale
con la suya: seis hijos descarriados vuelven
al redil (y no es dificil que se produzca Lar
eniln90 tranquilizado, en et1 que lluevan las
matriculas ele honor, ;halda rapado el ex
peludo a cumplir el servicio reeditar, o vuelva
tel boticario con su sonrisa batIona a meren
dar a casa do sus futuros suegros), inuca
con la viuda q(111 ya no lo es, una luna do
miel (quo no sólo 'lada parece tener de pós
turno, sino que da sopas con onda, en ter
nura y arrobos, a parejas más jóvenes que
presentan ya ciertos síntomas de frialdadi.
alivia el tedio provinciano conyuoal me
(liante sistemieticas canas al aire (de las quo,
ay, deberá dar cuenta algún día).
El palurdo, por su parte, oblioado a ban
dein se en enea atmósfera desconocida (la
ciudad, el adulterio, las bailarinas), despues
de un movimiento de asombro, no se in
muta. Se empeña, implacablemente obsti
nado, en no cejar en su idea, segun on Sus
trece, no apearse del burro. Suele, ademas,
tener razán, z No resulta mas sensato pode
rin a un difuso seda, la contundencia incliscu
tibie de unos huevos corn longaniz,n? tes
rmis practico emitir un sólido taco que per
darse on las mil circimvalacionets leeMcrities
de una reirnitin social? No es de una obvie
dad luminosa la superioridad, en cuanto al
puro e importantísimo aspecto físico, de la
corista sobre la esposa, compendio com
plato de todas las fealdades, de todas
acritudes? Pues adelante, por quei no cle
cirlo? eteiee impide proclamar tan evidentes
verdades en cualquier ocasión? El no co
noce ninguna estrategia de conveniencia,
no capta momentos oportunos O inoportu
nos, no distingue entre la fila do cubiertos
cuál debe aplicarse al despiece del pescarle,
ni que cucharilla debe enarbolarse para ata
car el helado, Suelta verdades corno puños:
este marques sera eleoantisimo pero es,
también, tonto perdido; la silla serie Luis lo
que tú quieras pero es de urea incomodidad
consteguidisima; la señorita os muy mona,
no seré yo quien lo niegue, pero, con tantos
rnelindros, te va a hacer, querido sobrino, la
vida imposible si cometes el disparate de
casarte con ella y con su pe p ito, esa bolica
peluda que chilla y se mea.
Así, a base de iropereurbabilidad, consigue
despejar el panorama. A su preso, arrasa la
cursilería, el engaño, pone en evidencia .11
reoresa al pueblo prometiendo ere
viar, para sustituir a las pastas terrosas, una
buena cantidad de eSnipend0 embutido,
Adiós, me vuelvo al corral.
El ideal esta en la síntesis, en la suma. Mor
clar ambos ingredientes.
Al listillo le falta espesor, contundencla,
Al palurdo le I alta habilidad, capacidad de
Maquinar una mentirialla a medio plazo,
ganas de huir de la cuadra, de la parienta,
del mus como único horizonte.
La combinación de ambas fuerzas aunaría
dos energías que estien necesitando coto
{aumentarse. Condenados al desdobla
miento, ObilgiICION 1 ser, indeelienclarnenue,
dos, so encuentran abocados a un mismo
fracaso: el listillo serie un padre feliz (pero
con todas las cadenas del cabeza de fam,
ha), un marido feliz lper0 marido mauleo),
un Mando ligeramente frescales (y había de
prometer, al descubrirse, el pastel, que se
acabaron los viales) Zaragoza): Y el pie
!urdo, tras haber ofrecido cumple-1a prueba
de suu eiSistrinCra, regresara al lec bingulet
quo limita al norte con la boina y al sur con
las alpargatas,
Si confluyeeare los atributos de ambos,
quién sabe, se despedirían de sus tioqares
(eXpOrriondo su Odirr a la Señoril en breVeS
lineas), se alelarían sur ma laierinea de la
Cona de sus antepasados (que merece pu
citase en pi17). y empranderian, probable
motete en hipar roas aireado, 1111 11090Clo
honrado y próspero,
71
 CORREO -
DEL (Lg'
CORREO
TOPO TOPO
"EL VIEJO TOPO"
Y y linea general de la revista. Ni el
EL VIEJO TOPO
Estimados compañeros,
os comunicamos nuestra deci-
sión de desaparecer de la lista
de "redactores y colaborado-
res" que consta en la revista.
lista que a los ojos de muchos
lectores aparece como un Con-
sejo de Redacción, con la lógica
función que se le supone de dis-
cusión y reflexión sobre el con-
tenido ideológico y político de la
revista. Vosotros y nosotros sa-
bemos perfectamente que ese
consejo de redacción nunca ha
existido y que de la evolución y
contenidos de "El Viejo Topo"
sólo son responsables las tres
personas, vosotros, que asumís
la "coordinación general", ase-
soradas, según sopla el viento,
por aquellas otras que conside-
ráis más oportunas y adecuadas
para reforzar su impulso. Pero lo
que esta claro para nosotros no
tiene por qué estarlo, si no se le
explica, para el lector, y a noso-
tros nos interesa disipar el equi-
voco que pueda crearse y des-
prendernos de la fatidiosa ima-
gen de avaladores, a izquierda,
de unas posiciones de "realismo
político" que seguramente re-
sultarán convenientes para los
intereses de "El Viejo Topo",
pero que creemos que lo son
mucho menos para los del viejo
topo, y que contradicen, ade-
más, el saludable eclecticismo,
o equilibrio, que caracterizó el
primer año de la revista.
Esperamos, corno es lógico, que
publiquéis esta carta en algún
lugar del próximo número.
Saludos:
CARLOS TRIAS
JOACIUIN JOROA
JOSE M. VIDAL VILLA
NOTA DE LA REDACCION
A la vista de la carta que nos re-
miten nuestros tres colaborado-
res nos parece oportuno hacer
varias precisiones:
1. De cuantos nombres apare-
cen en el sumario tan sólo los
comprendidos en el apartado de
"Coordinación general" (Miguel
Riera, Josep Sarret y Miguel Ba-
72
DEL
rroso) son responsables de la se-
lección de artículos, presentación
director periodista, cargo formal
impuesto por la legislación vi-
gente en materia de periodismo,
ni todavía menos, la amplia, ar-
bitraria, y variable lista de cola-
boradores, son responsables de
otra cosa que de las opiniones
que aparezcan suscritas por e/los
en artículos concretos de la re-
vista. Queda asi disipada toda
Posibilidad de equivoco.
2. La lista de colaboradores no
se confecciona con el afán de en-
contrar "avaladores" de iz-
quierda o derecha. Nuestra re-
vista se mantiene abierta, como
siempre /o ha estado, en su pri-
mer ario de existencia, a lo largo
del segundo, así como en los ve-
nideros, a todas las colaboracio-
nes que desde actitudes demo-
cráticas se manifiesten contra-
nas a la sociedad capitalista vi-
gente y partidarias de una trans-
formación de la misma por unos
u otros medios. Nos considera-
mos lo suficientemente "cubier-
tos" por nuestra trayectoria y por
nuestros lectores como para
buscar avales de tal o cual signo.
No mantenemos otras reservas
ideológicas que las menciona-
das. José M. Vidal Villa, intro-
ductor en nuestra revista de al-
gún colaborador tan poco sospe-
choso de "izquierdismo" como
cierto dirigente socialista, así lo
entendió en su momento y ahora
debería recordarlo.
3. Lamentamos sinceramente e/
abandono del estatuto de colabo-
radores por parte de Vidal, Jorda
y Trías y confiemos en que no
acarreará la pérdida de su condi-
ción efectiva de colaboradores.
Con la seguridad de que equivo-
cos, y problemas no llegarán a
perjudicar al "Viejo Topo" ni a/
viejo topo, quedamos a vuestra
entera disposición.
JOSEP SARRET
MIGUEL RIERA
MIGUEL BARROSO
EN FAVOR DE CUBA
En las coloridas páginas del úl-
timo número 241 del V.T. hemos
tenido la oportunidad de leer el
primer artículo que publica la
mencionada revista sobre el
tema de Cuba como experien-
cia sociopolitica. Hecho no
poco grave, si se nene en cuenta
la enorme influencia que la revol.
cubana ejerció en su tiempo so-
bre la izquierda mundial y la in-
dudable atracción que sigue ins-
pirando, fundamentalmente en-
tre los movimientos de libera-
ción de Africa y America Latina.
Por otro lado, llama la atención
que el terna sea tratado con un
estilo y desde una perspectiva
(refiriéndonos en este caso a la
orientación que Sarret y Riera
dan a la entrevista) que corres-
ponde mucho más al suple-
mento dominical del YA de Ma-
drid que a una revista de debate
teórico, cuya tarea no consiste
lo al menos no debería) en llevar
a cabo campañas de difamación
de un determinado proceso re-
volucionario, en base a resaltar
ciertos aspectos negativos de
éste y de negar absolutamente
sus conquistas —en el mejor es-
tilo del periodismo burgués—.
Todo ello con el agravante de
que el lector ibérico —incluso
aquél que esta encuadrado en
Í4
una organización de izquierda—
suele tener un acceso muy limi-
tado a cualquier tipo de infor-
mación fiable sobre la realidad
cubana.
En cuanto a las afirmaciones
que Franqui hace sobre el pro-
ceso cubano y al margen de si
algunos de sus anécdotas son o
no verídicos, lo cierto es que su
discurso, lejos de consistir en
una crítica materialista —y él se
presente marxista— de la rev,
cubana, se trata de una subje-
tiva diatriba, no exenta de ren-
cores personales ni de frivolida-
des (ya que tanto él como los
que lo entrevistan se proponen
abordar media docena de temas
en cinco páginas) en la cual lo
poco que no consiste en una
sarta de falsedades es, en el
mejor de los casos, un puñado
de verdades que se vuelven se-
miverdades al ser malintencio-
nadamente aisladas de su con-
texto. De este modo y según
Franqui, la frase "En Cuba...
dado el deficiente sistema de
distribución.., la mayor parte del
pescado se pudre inexorable-
mebte," por ej. describiría fiel-
mente la en general descono-
cida realidad socioeconómica
de Cuba. Por otra parte, es indu-
dable que la RC (idealizaciones
aparte) representa para la iz-
quierda occidental, un instruc-
tivo y fértil campo para la crí-
tica, al cual ciertamente no se
llega siguiendo los pasos de C.
Franqui y de los que le entrevis-
tan, quienes con gran carencia
de rigor y exceso de "periodi-
cismo" vedette (en el caso de
los últimos) hacen un uso indis-
criminado de los hoy ya clásicos
tópicos de la nueva derecha o
nueva fi losofía de nescuic y de
cierta izquierda, que honesta-
mente pero con gran dosis de
eurocentrismo, no juzga a los
procesos revolucionarios en el
Tercer Mundo en función de sus
posibilidades históricas (la tan
machacada pero poco respe-
tada "realidad concreta") sino
en contraposición a una pedante
y fetichista definición de labora-
torio de lo que ha de ser la so-
ciedad ideal... Y no se trata de
escabullir la crítica ni de colocar
a los críticos en el banquillo de
los acusados de ser agentes de
la CIA, sino de no perder el rigor
y de distinguir, en el caso de la
rev. cub., lo que constituye un
 innegable y radical salto ade-
lante en las condiciones de exis-
tencia de un pueblo oprimido y
potencialmente de muchos (lo
cual en última instancia es lo que
más importa) de los obstáculos
históricos (materiales) que a me-
dio plazo, por lo menos, impiden
la consecución de una bella so-
ciedad libertaria y sin clases.
Antes de aventurarse a realizar
una crítica de un proceso revo-
lucionario en una formación so-
cial determinada, resulta pri-
mordial situar historicamente el
objeto de tal transformación so-
cial. Hasta hoy y por lo menos
durante las próximas cinco dé-
cadas, los cubanos se han pro-
puesto como objetivo funda-
mental la lucha simultánea con-
tra el subdesarrollo y el imperia-
lismo. Lo cual significa lograr la
ruptura definitiva con el es-
quema clásico de dependencia
socioeconómica que configuró
historicamente a la realidad cu-
bana, sustituyéndolo por un
modelo de desarrollo autocen-
trado o sea orientado hacia la
satisfacción de las necesidades
básicas de la población en ma-
teria de vivienda, salud, educa-
ción, participación, etc. Por lo
tanto es sólo dentro de este
marco de análisis que la socie-
dad cubana puede ser valorada
objetivamente. En ese sentido,
poco o nada es lo que, tanto
nuestro disidente "desde la iz-
quierda", como Sarret y Rierra,
nos hablan sobre logros de la NC
como p. ej. la masiva campaña
de escolarización, de erradica-
ción del analfabetismo, la popu-
larización de la cultura (centena-
res de grupos teatrales, edicio-
nes masivas y baratas de libros
de todo tipo, ballet, cine, etc.) y
de la formación profesional (mi-
llones de obreros y campesinos
enrolados en escuelas de agro-
nomia, pesca, técnicas, centros
de formación adulta, escuelas
primarias, etc.), lo cual consti-
tuye un paso decisivo en la lucha
por la desaparición de la división
entre trabajo manual e intelec-
tual... el hecho de que Cuba sea
el país de América con mayor
porcentaje de universitarios.
Ni palabra sobre la lucha que se
está llevando a cabo por superar
las grandes diferencias entre
campo y ciudad: sobre la indus-
trialización y desarrollo integral
de las zonas rurales. (Dotación al
país de una industria básica, de
pr ocesamiento de la producción
agrícola y pesquera, construc-
ción masiva de presas, vías de
comunicación e incluso de ciu-
dades y pueblos provistos de
s ervicios públicos y culturales
a decuados.) Sus elucubraciones
sobre la supuesta "desaparición
de la mercancía, misterio mayor
q ue el de la Santisima Trinidad,"
y demás afirmaciones sobre la
agricultura cubana demuestran
lo mucho que ignora (o prefiere
ignorar) aquello que incluso los
informes económicos occiden-
tales()) reconocen sobre el ex-
traordinario desarrollo de la
agricultura cubana. Este sector,
además de haber experimen-
tado un gran crecimiento y di-
versificación que ha elevado de
forma inigualada (en el Tercer
Mundo) el nivel alimenticio de la
población y potenciado la auto-
suficiencia alimenticia del país,
sirve para generar gran parte de
las divisas que Cuba precisa
para .expandir otros sectores
productivos.
Entre otros logros no menciona-
dos están: La creación de una
moderna flota mercante (funda-
mental para garantizar la inde-
pendencia nacional). La conver-
sión de Cuba en un potencia
mundial pesquera (a pesar de
que Franqui sostiene que no se
lo comen porque se les pudre).
Franqui menciona la innegable
existencia de una burocracia
pero, de nuevo, no nos explica
que a raíz del reconocimiento de
este fenómeno, existe una con-
ciencia popular antiburocrática
que ha traído como resultado el
acceso del pueblo a la gestión
politica y económica del país
(proceso en vías de consolida-
ción) mediante la cesión a las
asambleas de poder popular de
aquellos sectores que más di-
rectamente afectan las condi-
ciones de vida de los ciudada-
nos (servicios públicos, escola-
res, tribunales locales) rete-
niendo el gobierno central la
gestión de los sectores básicos
(azúcar, comercio exterior, etc.),
y la participación activa de los
sindicatos en la elaboración de
los planes socioeconómicos.
Queda por mencionar que desde
que entraron en vigencia las re-
soluciones del I Congreso del
P.C.C.-1976, tanto los respon-
sables locales de la administra-
ción como los diputados a la
asamblea nacional al igual que
los miembros del partido, son
elegidos (contrariamente a lo
que sucede en la URSS) por el
pueblo, el cual selecciona y pre-
senta las listas de candidatos
sobre quienes tiene poder de re-
vocación. Además, si bien aún
persisten diferencias de ingre-
sos, no es menos cierto que
éstas tienden a reducirse (3 a 1
hoy) y ni falta hace mencionar
que ni se comparan con las exis-
tencias en los países "herma-
nos" vecinos. En suma, en un
Tercer Mundo caracterizado por
el hambre, las desigualdades y
la tortura a todos los niveles, lo
que ciertamente resalta de la
realidad cubana no son los pro-
blemas de distribución (mucho
menos las fábulas de Franqui
sobre un supuesto 1984 de Or-
well) sino esas irreversibles con-
quistas sociales de las cuales
(gracias a la apertura España -
Cuba) comienzan a haber en
nuestro país más testigos direc-
tos.
JA/ME FERRER
VERONICA HUGHES
Nota
Il)EXBANK. Servicio de Estudios.
"Cuba. Informe Económico.
MISERIA DE LA
MARXOLOGIA
Quién demonios nos mandaría a
nosotros meternos a hacer mar-
xología, más aún en un texto en
el que damos público testimonio
de aborrecimiento por seme-
jante afición. Pero, el hecho ya
no tiene remedio; y es que pro-
bablemente a los marxistas de
nuestra generación se nos
inoculó muy tempranamente el
veneno de la exégesis.
El caso es que en nuestro ar-
tículo en El Viejo Topo de sep-
tiembre de 1978 acusamos a
Louis Althusser de citar mal al
Marx del Manifiesto al afirmar
que "el comunismo no es un
ideal, es el movimiento real que
se desarrolla ante nuestros
ojos". El problema es que esta
frase, que seria una mala cita del
Manifiesto, es una buena cita
de La ideología alemana
(véase, por ejemplo, la p. 37 de
la edición de Roces, Barcelona,
Grijalbo, 1970).
¿Qué excusas nos quedan a los
aprendices de marxólogos tras
un desliz de este calibre? Bueno,
en primer término el argumento
psicológico: todos estamos más
familiarizados con el Mani-
fiesto que con La ideología
alemana. En segundo lugar la
ironía: quién iba a pensar que
Althusser, el mismo Althusser
que relegó los escritos de lu y en-
tud del viejo a las tinieblas del
premarxismo, citaría La ideolo-
gía alemana para ilustrar sus
ideas.
Yendo más al fondo de la cues-
tión, lo que no tiene excusa es
haber cedido a la tentación de
confrontar las citas por pensar
que allí quedaba atrapado Alt-
husser. Es una confesión implí-
cita de que si abominamos de la
marxología es, en buena me-
dida, porque carecemos de los
conocimientos, la paciencia y el
tiempo necesarios para culti-
varla. Pero también cabe señalar
que nuestro argumento era
cierto (o cuando menos nos lo
sigue pareciendo). Es una barba-
ridad afirmar que el comunismo
sea el mismo movimiento de la
realidad. El comunismo es una
apuesta razonable a la vista del
movimiento de la realidad, y
desde luego la única apuesta
decente desde la oPtica de una
determinada moral.
Pero el movimiento de la reali-
dad también puede llevarnos
hacia la barbarie; y, en último
término, si puede hablarse de
que el marxismo está en crisis la
razón es que se extiende por
momentos la sospecha de que
la barbarie lleva las de ganar.
Probablemente no es casual que
Marx y Engels, en el Mani-
fiesto, reescriban su afirmación
de La ideología alemana. Las
ideas de los comunistas par-
ten del movimiento histórico e
intentan reflejarlo: por eso ha-
blamos de socialismo científico,
porque nuestras propuestas
parten del análisis (bueno o
malo, que esa es otra cuestión)
de la dinámica que creemos
descubrir en nuestra sociedad.
Si el comunismo se identificara
ya con el mismo movimiento de
la realidad no tendría sentido
optar, en -mi' DS morales, por
el socialis.no y ...1 comunismo. Y,
más aú .' habría serias razones
para nu nav:rio.
J. REVERTE y L. PARAMIO
73

LA QUESTIO
NACIONAL I ELS
IN DE PEN DE NT ISTES
D'ESQUERRES
"El Viejo Topo" sempre ha
parlat d'una alternativa de re-
conciliació popular, fins tot en
els cartells de propaganda de la
vostra revista s'hi poden veure
els principals capdavanters de la
classe treballadora i la revoluciä
mundial ilenin. Marx, Bakunin,
Mao, Trotsky, etc.)
Els debats i análisis de les co-
rrents ideològiques revoluciona-
rias són molt freqüents en "El
Viejo Topo"; paró en canvi els
articles referents als movi-
ments d'alliberament de les
nacions oprimidas es poden
resrmir en dos:
n ° 8- Euskadi: questió Nacio-
nal
n." 15: Entrevista a Caries
Garcia Solé, militant del
F.A.C.
No es pot negar el creixement
i desenvolupament dels par-
tits d'esquerra de les nacions
oprimidas de l'Estat Espanyol:
Pais Baso (ETA: Euzkadi ta As
katasuna-Euzkadi i Llibertat.
E.I A.: EUSKAL IRAULTZA
RAKO ALDERDI-Partit per la
revolució Basca. H.A.S.I.: HE
RRIKO ALDERDI SOZIALISTA
IRAULTZAILEA- Partit Socia-
lista Revolucionari del Poble),
Galicia ((J.P.G.: Unió del Poble
Gallec), Paisos Catalans
(PS A.N. Partit Socialista
d'Alliberament Nacional), Illes
Canarias IM P A l.A C Movi-
ment per l'Autodeterminació i
la Independencia de
l'Anripalag Canari), i també a
l'estranger. Peninsula de Ore
tanya (U .D B.: Unió Democrá-
tica Bretona), Occitänia (Jota
Occitanal, Irlanda (J.R
Existeix un sindicalismo cons •
truit en el marc de les nacions
oprimirles, per posar un
exemple: L.A.B. (Langille
Abertzale Batzordeal quarta
torta sindical en el Pais Basc.
El interes per aquest sector
revolucionan es podria refle-
xar amb la secció anomenada:
"Noticiario".
Com militant de J.S.A.N.111 (Jo-
ventuts Socialistas d'Allibe-
rament Nacional dels PP.CC ),
desojo una major atenció a les
nacions oprimidas de l'Europa
capitalista i de tot el món en la
vostra revista.
(P.D. Us agrairia que no traduiu
aquesta carta)
SALUT I FORÇA AL CANUTII
(1) J.S.A.N.: Joyas comunistas
independentistas (nois i noies
nascuts o no als PP.CCI treballa-
dors del carro, de les fabriques i
estudiants, ans organitzem com
74
J.S.A.N. que es l'organazació
comunista que enquadra politi.
cament a tots els laves deis
PP.CC que liuden-1 per l'al,' -
berament total del jove. janta
amb la classe treballadora-ment
la resta de les classes populars
per l'F ,Jiat Socialista deis PP.CC .
ALBERT MORENO
¿MIEDO A LA
LOCURA O MIEDO A
LA LIBERTAD?
"Abrid las puertas de cárceles y
manicomios" • así lanzaba Anto-
nin Artaud su grito de libertad
absoluta. La enfermedad mental
no existe: existen mentes dife-
rentes. El hecho de que un nú-
mero mayoritario de ellas se
haya puesto de acuerdo en cual
es la norma de la mente sana ha
conducido a esa marginación,
mezcla de odio, envidia y des -
conocimiento, del "anormal".
Marginación potenciada desde
cualquier poder y que responde
al miedo de las sociedades ante
lo desconocido revulsivo. La di-
ferenciación, el rechazo efectivo
de las normas que se suponen
necesarias para el desarrollo de
la civilización resulta peligroso,
en grado sumo, para cualquier
poder establecido. El miedo a la
locura revela hasta qué punto
cada uno tiene inseguridades su
propio yo. La aceptación del
pluralismo vital, de las diferen-
tes interpretaciones vitales del
mundo vivible, es uno de los
pasos revolucionarios que con
demasiada frecuencia se relega
al olvido, Entregarse a la trans,
formación/revolución de la so-
ciedad es una tarea que se
puede asumir, pero entregarse a
la revolución del mismo Yo pa-
rece hacer tambalearse los ci-
mientos de la supervivencia.
Nos encontramos así sumergi-
dos en la vida invivible: acepta-
cepta
mos
mos tácitamente la existencia
del loco para no tener que re-
planteamos nuestro propio con-
cepto de Yo, para, en definitiva,
huir del conocimiento de ese ab-
soluto que todos somos: esca-
pada diaria de ese conglome-
rado que son los nervios, teji-
dos, líquidos, que nos conforma
y que llamamos cuerpo. Esca-
pada racional, en fin, del con-
cepto de identidad que supone
la igualdad de las activas células
grises y las muertas células de
las uñas.
La asunción del cuerpo como un
todo, destruida la odiosa dico-
tomía cerebro/cuerpo, es el ca-
mino hacia la admisión de dife-
rentes realidades que no son
sino una, coexistentes en espa
cio y tiempo. No existe la real,
dad sino realidades.
La represión sistemática de la
"locura" no es sino miedo.
Miedo a la diferenciación, a la
individualidad absoluta, miedo a
la libertad de todos y cada uno
de los seres vivientes.
En una época en que no vivimos
sino que nos viven o somos vivi-
dos, la reivindicación de cada in-
dividuo a vivir según su realidad
es la reivindicación de cada indi-
viduo a vivir, sin adjetivos. Es
exlcpr la libertad.
J.L. FDEZ, ROZA
MUNOZ SUAY
RECTIFICA
Estimado amigo:
No estoy habituado a escribir
cartas de rectificación con mo
tivo de los textos que publico y
que, en ocasiones, sufren dete-
rioros tipográficos. Sin em-
bargo, esta vez, al haberse pu-
blicado deformado un texto mío
en EL VIEJO TOPO, no tengo
más remedio que rogaros el que
insertéis esta aclaración.
El compañero Doménec Font
hace meses me invitó a que co-
laborara en un - dossier" que
sobre la guerra civil y el cine iba
a publicarse en vuestra revista,
indicándome que el tema que yo
debía tratar era el del cine inter-
nacional sobre nuestra con-
tienda bélica desde el punto de
vista de la izquierda, ya que Ro-
mán Gubern y Ramón Sala iban
a dedicarse a los films sobre el
mismo tema desde otros puntos
de vista. Al cabo de quince días
entregué a Font mi trabajo titu-
lado "La guerra civil vista por la
izquierda cinematográfica".
Mi sorpresa no es pequeña. El tí-
tulo ha sido cambiado (número
25, octubre de 1978 ) sin consul-
tarme, pero el texto, y eso es lo
más grave, no sólo ha sufrido
modificaciones en muchos pá-
rrafos por razones de "estilo"
sino que con esas rectificacio-
nes del "corrector" se ha trans-
formado de manera para mí im-
portante. Ahorro al lector, por
considerar que sería una lectura
insufrible, la indicación de todas
y cada una de las modificacio-
nes ya que son numerosas, pero
insisto en la manipulación de mi
texto, a todas luces arbitraria y
hecha sin ningún permiso mio.
Sin embargo y como. ejemplo
grave, no puedo dejar de aludir
al final de mi trabajo. Y en este
sentido reproduzco el texto
"elaborado" por Doménec Font
que dice así y que como se ob-
servará es ilegible: "El docu-
mento, la epopeya histórica, el
melodrama psicológico de las
películas industriales norteame-
ricanas o francesas... La iz-
quierda cinematográfica inter-
nacional, pese a toda su buena
voluntad, tampoco en el tema
de la guerra civil española pudo
nadar contra corriente."
Por contra, lo que yo escribí era
lo siguiente: "El documento pri-
mero, la epopeya juglaresca de
los documentalistas de la gue-
rra, termina con Rossif en el que
culminan el verismo elaborado y
la decadencia. Y el cantar toda-
vía fresco de la epopeya-historia
de Malraue, finaliza con el paso
del tiempo y el distanciamiento
histórico en las películas indus-
triales norteamericanas o en las
engoladas francesas. La iz-
quierda cinematográfica inter-
nacional, pese a toda su buena
voluntad, tampoco en el tema
de la guerra civil española pudo
nadar contra corriente."
Lamento muy sinceramente
esta actitud correctora de Do-
ménec Font, sobre todo recor-
dando que precisamente él es
coautor de un libro sobre la cen-
sura cinematográfica del fran-
quismo ("Un cine para el ca-
dalso").
Cordialmente,
R. MUÑOZ SUAY
 •
1

economía
trabajo
sociedad
revista mensual

Publica en su segundo número Entrevista con Andre Gunder Frank:

(noviembre 78) La crisis apenas ha empezado
Centrales sindicales ante los nuevos
Samir Amin: El carácter contradictorio Pactos: sí, pero...
de la transición socialista Antonio Lucchetti: FIAT, SEAT, INI
Julio Segura (PCE), Jesús Albarracín y Dario Paccino: Desarrollo tecnológico y
Pedro Montes (LCR): Aportaciones al medio ambiente
debate sobre la política económica y Notas: Seveso, dos años después
social de la izquierda Energía y desempleo
Joaquín' Estefanía: El capital se Libros: La polémica sobre el
organiza. Orígenes, ideología y imperialismo en España
tendencias de la CEOE Escuelas en lucha

Análisis, información, debates. A primeros de noviembre, en kioskos y librerías

desde la izquierda, hacia el socialismo. Ramblas 130. 4.° Barcelona-2. Precio 100 ptas.
 '

lee'

ORO EN KANSAS EL MAS DURO DE HOLLYWOOD

BAILABAMOS CON EL TWIST AND SHOUT UNA AVENTURA CADA SEGUNDO

A TRAVES DE GENERACIONES
Espectadores en la dorada locura del
minero, o en nuestros sueños; después de ver
aquella película del Viejo Oeste. Han vivido
con nosotros el primer guateque a ritmo de
Beatles, y luego compartieron el riesgo de la
velocidad.
Siempre presentes para unir el Ayer con el
Futuro.
;Vive tu época! te identifica.
JEANS JACEETS
Fcrunded :Cansas:USA 1131111