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Comunicaciones Digitales Productivas

Por Octavio Islas Carmona

"La historia del estudio de la comunicaci ón humana es la historia de tres inteligencias con respecto a la
información: la inteligencia que produce mensajes o "inteligencia lineal"; la inteligencia que genera flujos,
difunde o distribuye información entre diferentes receptores, públicos y-o audiencias o "inteligencia
dinámica", y la inteligencia que puede utilizar la información para construir y progresar, o "inteligencia
productiva". En este último caso, cabe también un uso improductivo de la información, hablaríamos de
una "inteligencia improductiva" que busca destruir y avanzar con base en intereses particulares en contra
de otros grupos, y por supuesto, contra intereses que amenazan los suyos".

Si en el imaginario conceptual de las comunicaciones anal ógicas, la teoría de las mediaciones


desempeñó el papel de piedra filosofal del hermético desarrollo de la academia latinoamericana de
comunicación -toda explicación posible sobre acciones comunicativas resulta susceptible de ser remitida
a la teoría de las mediaciones, que fue convertida en un laberinto de espejos-. Hoy, inmersos en el
complejo escenario de las comunicaciones digitales, debemos reconocer que ya es tiempo de emprender
la re-construcción de una considerable parte de la arquitectura conceptual de nuestra disciplina, las
ciencias de la comunicación.

Para que los comunic ólogos logremos sobrevivir al vértigo y a la incertidumbre que han impuesto los
avanzados sistemas de información digital, es indispensable que elaboremos pronto una teoría de las
interfaces, susceptible de orientar nuestras prácticas comunicativas en el complejo escenario del
imaginario digital. Esa es una asignatura pendiente en América Latina. Para poder hacerlo, sin embargo,
es indispensable trascender el cómodo regionalismo -étnico y disciplinario- que hemos mantenido
durante tantas décadas.

El explosivo crecimiento de Internet definitivamente tom ó por sorpresa a una buena parte de la
academia latinoamericana de investigadores de la comunicación. Ya muy avanzada la década de 1990, a
pesar del formidable desarrollado que había alcanzado mundialmente la Red y de la evidente diversidad
de sus aplicaciones prácticas -muchas de las cuales definitivamente integran y sintetizan las funciones
comunicativas que realizan separadamente los medios de comunicación masiva convencionales-, no
pocos académicos dudaban si resultaría pertinente o no el poder concederle a Internet el estatuto de
medio de comunicación.

Entre tanto, a partir del desarrollo de Internet se desliza ba una acelerada, profunda e irreversible
convergencia tecnológica, la cual definitivamente ha desmoronado muchas de las fronteras que
anteriormente prevalecían entre las telecomunicaciones, los medios de difusión masiva, la realidad
virtual, la electrónica de consumo doméstico, la robótica, la informática y la biotecnología. Internet se ha
erigido en el epicentro mismo de la innovación tecnológica en las referidas industrias.

La introducci ón de avanzados sistemas de información en las organizaciones inevitablemente ha


exhibido las graves carencias y la pobre capacidad de adaptación de un amplio número de profesionales
de comunicación, egresados precisamente de nuestras escuelas.

Acostumbrados al rutinario manejo de los medios de difusi ón convencionales, terminaron aceptando que
todo lo relativo los sistemas de información en línea quedara en manos de ingenieros en sistemas
computacionales. Muchos ni siquiera se consideraban aptos para opinar sobre el desarrollo de las
páginas electrónicas de la empresa u organización, tampoco entendían siquiera cuál era el propósito de
un sistema de Intranet. Posiblemente consideraban que al sustraerse de participar en el concepto,
desarrollo, aplicación y extensión de los sistemas digitales de información de las organizaciones en las
que laboraban podrían garantizar así su empleo. Se equivocaron, el destino los alcanzó, y de pronto

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