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Fases de la Perestroika.
Gorbachov sintetizó sus ideas reformistas en el concepto perestroika (reestructuración,
transformación), pero ésta nunca fue un programa mínimamente definido, sino una explícita
voluntad de cambio, que Gorbachov fue adaptando según las necesidades, exigencias y
oportunidades que aparecieron a lo largo de su mandato. Pueden señalarse tres fases bien
definidas:
- La primera que abarcó los dos primeros años de gestión, que permitieron superar la resistencia
del núcleo continuista, consolidar la nueva generación de dirigentes y diagnosticar los principales
problemas del sistema. Las iniciativas se pusieron en marcha de forma moderada con una política
interior en la que comenzaba a suavizarse el control de la información mediante la glásnost
(transparencia informativa) y la exterior inició una dinámica claramente negociadora.
- La segunda fase que abarcó desde 1987 hasta mediados de 1990, y se pusieron en marcha los
más ambiciosos planes de transformación del sistema, siempre con el objetivo de mantener su
plena vigencia. Se profundizó en la democratización del sistema, se acercó la sociedad a los
asuntos del Estado y reconoció la pluralidad ideológica y territorial existente en la URSS. En el
ámbito económico se reconoció la magnitud del diferencial con los sistemas no centralizados y se
fueron abriendo posibilidades a la iniciativa privada, y en la política exterior se mantuvo el
empeño negociado hasta alcanzar una clara distensión.
La tercera fase, de poco más de un año, hasta el golpe de estado de Agosto de 1991, se
caracterizó por el incremento de las tensiones internas. Dentro del PCUS los sectores más
conservadores entraron en confrontación y al sentirse incapacitados para utilizar las vías
estatutarias, comenzaron una conspiración para apartar del poder a la fuerza a Gorbachov. Al
mismo tiempo, las diferencias territoriales propiciaron la articulación de movimientos ya
explícitamente secesionistas.
La Perestroika produjo una convulsión dentro del sistema, ya que el propio éxito del mensaje
reformista desbordó a sus promotores y la transparencia informativa hizo aflorar ante la opinión
pública las disfunciones del sistema así como las tensiones territoriales, condujeron a la
implosión (ruptura) de la propia URSS.
El problema nacional.
El conflicto nacional era el problema más importante para el futuro de la URSS. La causa del
problema radicaba en los teóricos principios federalistas e igualitarios que sostenían la compleja
conformación territorial soviética. El estricto control ejercido por el PCUS, cuyo centralismo
estaba respaldado por un falso federalismo, había reprimido las tensiones territoriales. A
finales de los ochenta el debilitamiento del PCUS tuvo como efecto el resurgir de las
identidades nacionales y el estallido de conflictos interterritoriales, en especial en tres amplias
zonas: las repúblicas bálticas, Asia Central y Transcaucasia.
Estonia, Letonia y Lituania (estados independientes entre 1918-39) eran repúblicas
industrializadas y con el nivel de vida más alto de la URSS y muy relacionadas con Centroeuropa
y Escandinavia. Desde 1986 el proceso de recuperación de las identidades culturales generó
movimientos ciudadanos que incluían el propósito de recuperar la soberanía. En contraposición las
repúblicas de Asia central (5 de siempre) eran las más pobres de la Unión, a pesar de sus
grandes recursos. Esta pobreza unida a la permisividad religiosa, hizo que el Islam se convirtiera
en el lazo de identificación y diferenciación respecto Moscú. El problema nacional en las
repúblicas transcaucásicas, Armenia, Azerbaiyán y Georgia, radicó en la disputa por el control
del enclave de Nagorno-Karabaj entre armenios (cristianos), y azeríes, (musulmanes), que
desembocó en una guerra civil obligando al Ejército Rojo a intervenir en Bakú.
El tratamiento dado a estos problemas nacionalistas por las autoridades tan sólo consiguió
aumentar el respaldo de las sociedades civiles a los programas independentistas. De ese modo,
las elecciones de 1990 ratificaron la hegemonía de sus tesis en estas y en otras repúblicas. El
punto de inflexión definitivo se produjo al apoyar los presidentes de Georgia, Moldavia y
Bielorrusia los derechos soberanos de las repúblicas bálticas. El país de los sóviets se
fragmentaba mediante la aplicación estricta de la letra constitucional. Gorbachov propuso una
Confederación de Estados Soberanos, pero las repúblicas bálticas ni siquiera acudieron a las
negociaciones y Armenia, Moldavia y Georgia se descolgaron de las mismas. Las nueve repúblicas
restantes presionaron a Gorbachov para alcanzar a un nuevo Tratado de la Unión que, eludiendo
cualquier llamada al socialismo, concedía amplios poderes a las republicas.
La guerra de Eslovenia.
De las distintas repúblicas de la antigua Yugoslavia, la más desarrollada era la pequeña región de
Eslovenia, de apenas 2 millones de habitantes y fronteriza con Italia y Austria. En las elecciones
de 1990 se había impuesto un conglomerado de nacionalistas, cuyo punto en común era la
consecución de la independencia. A través de los procedimientos establecidos por la Constitución
y contando con la aquiescencia de sus vecinos europeos, Eslovenia proclamó su independencia el
25 de junio de 1991. El Gobierno federal, presidido por el serbio Milosevic que negaba la
posibilidad de la proclamación unilateral de secesión, dio órdenes al Ejército federal de ocupar
los puntos neurálgicos de la República y se desencadenó un conflicto irregular que apenas dio
tiempo a articular los frentes. Varios países europeos reconocieron al nuevo Estado. Fue la
Guerra de los Diez Días que acabó con la retirada del Ejército federal y el reconocimiento de
facto de la independencia de la República de Eslovenia.
La guerra de Croacia.
El proceso de segregación de Croacia fue más complicado por la pluralidad comunitaria y la
mezcla de croatas y serbios en el mismo territorio. En las elecciones de 1990 se impuso el
partido nacionalista liderado por Franjo Tudjman y quedaban en minoría un reformado Partido
Comunista y el nuevo Partido Socialdemócrata, ambos mayoritarios en la región de la Krajina de
una abundante población serbia. Siguieron cambios legislativos que profundizaron en la
nacionalización de la República, mientras, las minorías serbias en el interior de Croacia se
organizaban. El 22 de diciembre de 1990 fue proclamada la nueva Constitución de Croacia y al día
siguiente se celebró un referéndum por la independencia que encontró el respaldo del 88% de la
población. Durante los meses siguientes, milicias serbias se enfrentaron a las autoridades
croatas promoviendo la separación de la Krajina. Tudjman reforzó y transformó las fuerzas
especiales de la policía en un verdadero ejército croata diferenciado del federal. Un nuevo
plebiscito por la independencia celebrado el 19 de mayo obtuvo el 94,4% a favor, proclamando
finalmente el Parlamento la independencia el 25 de junio de 1991, casi al tiempo estalló la Guerra
de independencia de Croacia.
El ejército federal era más numeroso y se encontraba mejor dotado, si bien se produjo una
amplia deserción de militares croatas, eslovenos y montenegrinos, lo que hizo que quedara
esencialmente constituido como un ejército serbio. En agosto de 1991 controlaba
aproximadamente una cuarta parte del territorio croata, donde la población serbia era
mayoritaria. La ONU decretó un inútil embargo de armas. La ofensiva federal se produjo sobre
la región oriental y la costa dálmata, en concreto contra las ciudades de Vukovar y Dubrovnik. La
población de origen croata abandonó las ciudades fronterizas con Serbia y Bosnia, comenzando
una limpieza étnica que persistió durante todo el conflicto. Los rebeldes serbios de Croacia
proclamaron la independencia de la República Serbia de Krajina (RSK). Las crueldades cometidas,
especialmente el asalto a Vukovar y la deportación de su población a un campo de concentración,
hicieron que la opinión pública europea fuera consciente de la gravedad y los responsables
comunitarios empezaron sus presiones diplomáticas. Las sanciones económicas contra Serbia, el
reforzamiento de las posiciones croatas y la aprobación por la ONU del despliegue de un
contingente armado (UNPROFOR) hicieron que se alcanzara un alto el fuego en enero de 1992 y
el ejército federal se retirara hacia Bosnia. Sus posiciones fueron ocupadas por paramilitares
serbocroatas que mantuvieron el conflicto durante los años siguientes, defendiendo la
independencia de la Krajina, sólo reconocida por Serbia. El 14 de enero Croacia fue reconocida
por la Comunidad Europea y en mayo de 1992 entró en la ONU.
En 1995, las presiones internacionales hicieron que Serbia retirara su apoyo a la RSK y el
ejército croata lanzó una última operación ocupando en apenas una semana todos los territorios
que permanecían fuera de su control; unos 200.000 serbocroatas fueron desplazados hacia
Serbia. Los compromisos de paz definitivos se alcanzaron a consecuencia de la presión
internacional a través de los Acuerdos de Dayton (noviembre 1995) firmados solemnemente en
París el 14 de diciembre, por los que se reconocían oficialmente las repúblicas de Croacia,
Bosnia-Herzegovina y Serbia.
La guerra de Bosnia.
El tercer conflicto que produjo la desmembración de Yugoslavia tuvo como escenario Bosnia-
Herzegovina. Bosnia estaba conformada por tres comunidades distintas entremezcladas,
definidas por criterios culturales y religiosos: las de origen serbio (ortodoxos), croata
(católicos) y los musulmanes bosnios. En las elecciones de 1990 se habían impuesto los partidos
nacionalistas, identificados con las tres comunidades. Los representantes serbios eran
favorables a la continuidad federal, mientras croatas y musulmanes favorecieron un movimiento
secesionista. En octubre de 1991 el Parlamento realizó una solemne declaración de soberanía y en
febrero de 1992 se realizó un referéndum a favor de la independencia. La proclamación oficial
de la independencia se hizo el 1 de abril, la guerra ya había empezado. Con la ayuda del ejército
federal los serbios crearon la República Srpska (VRS), presidida por Radovan Karadzic, con
capital en Banja Luka. Durante los siguientes tres años se desarrolló un conflicto singularmente
dramático con episodios de limpieza étnica y destrucción de ciudades. El impacto en la opinión
pública internacional motivó la intervención de los organismos internacionales, de la UE y EEUU.
La presión internacional sobre Serbia hizo que redujera su ayuda, lo que debilitó el frente
serbobosnio. El final de la guerra con Croacia ayudó a alcanzar un alto el fuego. En los Acuerdos
de Dayton, que sellaron la paz entre Croacia y Serbia, también se reconoció la independencia de
Bosnia, con el acuerdo entre las comunidades para la conformación constitucional de una
República Federal, integrada por una república serbobosnia y una bosniocroata.
El programa de construcción nacional de la Gran Serbia desarrollado por Milosevic, había
deparado finalmente la reducción a la Pequeña Serbia. Pero los problemas no habían acabado. Una
década después de haber encendido la hoguera de los Balcanes, en Kosovo volvió a reproducirse
la violencia. La abolición del estatuto autonómico en 1989 y la introducción de medidas legales y
administrativas a favor de la minoría serbia, causaron una profunda depuración en la
administración del territorio. Al frente de una oposición crecientemente cercada se situó
Ibrahim Rugova, contrario a desarrollar una resistencia violenta que reprodujese en Kosovo las
dramáticas consecuencias de Croacia y Bosnia. En los Acuerdos de Dayton no se abordó la
situación de Kosovo por deseo de Milosevic, que la consideraba una situación interna serbia. Esto
produjo una radicalización de la oposición y la aparición del Ejército de Liberación de Kosovo
(ELK), que operaba más bien como grupo terrorista, con la consiguiente respuesta dura de las
autoridades serbias, lo que incrementó la unión interior y las simpatías hacia la causa kosovar en
la comunidad internacional. La quiebra del estado en Albania (1998) permitió que muchas de las
armas de su ejército acabaran en posesión del ELK, que tuvo suficiente capacidad para realizar
una guerra de guerrillas contra el ejército serbio, lo que generó también una marcha de entre
100.000 y 300.000 refugiados albanokosovares hacia Macedonia.
La extensión del conflicto kosovar a Macedonia podía desestabilizar toda la región, por lo que la
UE y la OTAN se implicaron. A finales de enero de 1999 la OTAN acordó el envío de una fuerza
de interposición a Kosovo si Serbia seguía con la limpieza étnica; además amenazó con atacar
posiciones serbias en caso de que su ejército actuara contra tropas de la Alianza. Esta presión
internacional obligó al gobierno serbio a aceptar la apertura de conversaciones entre las partes
(Conferencia de Rambouillet, febrero-marzo 1999), que fracasaron ante la exigencia serbia de
impedir la presencia de tropas de la OTAN en su territorio, lo que llevó a la intervención militar
de la OTAN, inicialmente sin el respaldo de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU,
radicalizándose la represión serbia sobre la población albanokosovar. Una segunda ola de más de
300.000 refugiados, huyeron o fueron deportados a Albania y Macedonia. La dureza de los
ataques aéreos y la preparación de una ofensiva terrestre, junto con la pérdida del apoyo de
Rusia, convencieron a Milosevic para aceptar las peticiones de la OTAN, que dio por finalizada su
campaña el 10 de junio de 1999. Ese mismo día el Consejo de Seguridad constituyó la KFOR con
fuerzas de la Alianza y de Rusia, con el objetivo de mantener la paz; comenzó entonces el masivo
retorno de refugiados albanokosovares, lo que hizo que huyeran unos 100.000 serbios, por temor
a las represalias.
Naciones Unidas: de los “dividendos de la paz” a los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El final de la Guerra Fría supuso la gran oportunidad para la ONU. A su vez, los discursos
pacifista y antimilitarista alcanzaron en la última década del S. XX una gran notoriedad y una
profundización de su discurso. Más allá de los criterios estrictamente ideológicos, la
desaparición de la contienda entre las superpotencias multiplicó las voces que pedían un recorte
sustancial de los presupuestos militares.
Con la expresión “dividendos de la paz” se apela a los resultados que podrían ser alcanzados a
través de la transferencia presupuestaria desde las partidas dedicadas a la defensa hacia las de
los gastos sociales, fundamentalmente educación y sanidad, tanto a escala nacional como a través
de la cooperación, en su dimensión internacional. La ausencia de conflicto no garantiza por sí solo
la paz. Las amenazas económicas, humanitarias y medioambientales son un acicate para el
surgimiento de conflictos. De la cumbre de la ONU que reunió en 1992 por primera vez a los
jefes de Estado miembros del Consejo de Seguridad, salió el mandato para que el secretario
general preparara una “Agenda para el desarrollo de la Paz” que debía recoger los instrumentos
necesarios para desarrollar una política diplomática preventiva, que garantizara la seguridad
internacional y el desarrollo de los pueblos.
El final de la Guerra Fría permitió a la ONU involucrase en la prevención y resolución de
conflictos en un marco no restringido exclusivamente al enfrentamiento entre Estados. La
fragmentación de Yugoslavia o el genocidio en Ruanda motivaron la aparición enfática en la
opinión pública internacional de una obligación moral de intervenir para impedir la repetición de
tales atrocidades, legitimándose la ampliación de la capacidad intervencionista de la ONU.
Los programas de prevención y resolución de conflictos aparecieron como una responsabilidad de
la comunidad internacional presentándolos como política estratégica de la ONU. Demandando a la
comunidad internacional un incremento de los esfuerzos para prevenir la violencia antes que las
tensiones y los conflictos erosiones a los sistemas políticos y económicos hasta colapsarlos. Este
colapso, fracaso o quiebra del Estado, se conceptualizó “Estado fallido”. La tipología de
prevención de conflictos se han diferenciado los de prevención operativa, la misión central de la
ONU en su conjunto, ejecutada a través de la persuasión, la negociación y la mediación;
sanciones, amenazas e incentivos, políticas de transformación que hagan visualizar a los actores
en conflicto las alternativas de que disponen y los de prevención estructural, abordar las raíces
del conflicto con medidas encaminadas a reducir el riesgo de conflictos en espacios concretos,
Estados o regiones.
La segunda parte de la Agenda para la Paz incidía sobre las causas estructurales de los
conflictos, englobadas genéricamente en las dificultades de acceso al desarrollo. Esto abrió un
debate en la comunidad internacional, que al final de la década se sintetizó en la declaración del
Milenio, aprobada por todos los Estados miembros en la Asamblea General de septiembre de
2000. En esta declaración se encuentran determinados los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
un conjunto de metas que pretenden la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la
expansión universal de la educación primaria, la consecución de la igualdad de los géneros, la
disminución de la mortalidad infantil y materna, la detención y la erradicación de las grandes
enfermedades contagiosas, la protección del medio ambiente y fomentar una asociación mundial
para el desarrollo, marcándose la fecha de 2015 para su conquista.
TEMA 4. LA GLOBALIZACIÓN.
INTRODUCCIÓN
A partir de la caída del comunismo que puso fin a la división del mundo en dos sistemas
contrapuestos, se ha abierto paso un nuevo término; “globalización” para definir la situación
mundial. El termino describe el proceso de creciente interacción entre los distintos paises del
mundo en el plano económico, social, politico y cultural. Dos fechas simbólicas, la del 9/Nov/1989
con la caída del Muro y la del 9/Agosto/1995 en el que Netscape comenzó a cotizar en bolsa,
destacan como punto de partida de esta nueva era y atestiguan el hundimiento del comunismo, el
retorno de China a la economía de mercado y la liberalización de la economía india que combinado
con los ordenadores personales, los modems, los navegadores (Netscape, símbolo del sistema en
el antiguo bloque soviéticomundial de telecomunicaciones), el tendido masivo de cables de fibra
óptica y otras numerosas innovaciones han llevado al nacimiento de una comunidad virtual de
internautas que accede al inmenso flujo de información que representa internet.
La globalización constituye un fenómeno multiforme, ha incrementado la interconexión
mundial en el terreno económico, que desempeña el papel central y también, en el informático, el
científico, el deportivo o el del entretenimiento. Se puede decir que la globalización consiste
fundamentalmente en la creciente interdependencia económica de los países del mundo, causada
por el incremento del comercio mundial y de los flujos de capitales y por la cada vez más rápida
difusión de la tecnología. El progreso tecnológico ha abaratado los transportes y las
comunicaciones pero la globalización es también resultado de una opción política de los gobiernos
que han decidido abrir sus economías. Así la globalización tiene un componente casi irreversible,
como es el progreso tecnológico y otro que no lo es, ya que los gobiernos podrían renunciar a la
apertura de sus economías a la competencia internacional
La recesión económica iniciada en 2008 ha consolidado la globalización, en la medida en que
parece haber un consenso en que las respuestas deben ser globales y no nacionales.
La globalización tiene sin embargo una mala imagen en algunos sectores intelectuales y
mediáticos, acusándola de reducir la soberanía económica de los estados, de reducir el Estado
del bienestar, perjudicando a los trabajadores de los países desarrollados y de representar la
dominación mundial de las organizaciones económicas internacionales y de las grandes empresas
internacionales.
Los críticos.
Existen también un gran número de obras críticas. Naomi Klein en No Logo (1999) se muestra
muy crítica hacia las grandes marcas comerciales, que según ella fomentan un consumismo
irracional al tiempo que se explotan a los trabajadores de aquellos países en los que se fabrican
sus productos.
Hay que distinguir un sector crítico radical minoritario para el que la lucha contra la
globalización representa una continuación de la vieja lucha contra el capitalismo, y otro sector
más amplio, que teme que la globalización pueda contribuir a un deterioro de las condiciones
sociales. La mayoría de los críticos no son anticapitalistas y les preocupa que la globalización
pueda perjudicar a los países pobres, dañar el medio ambiente o poner en peligro la pervivencia
del Estado del bienestar en los países desarrollados. Los sindicatos occidentales se sienten
preocupados por el fenómeno de la deslocalización y hay que señalar que también existe una
crítica de la globalización por parte de sectores conservadores y nacionalistas favorables al
proteccionismo económico, que ven en peligro la soberanía nacional y a menudo caen en actitudes
xenófobas.
Natalidad y Mortalidad.
En los últimos años se ha producido una mejora en las condiciones de la alimentación, salud e
higiene con el consiguiente aumento de la esperanza de vida. Al reducirse la tasa de mortalidad
se ha producido un fenómeno importante: la caída generalizada de la natalidad. Esto se observa
en la figura 3.7, representa la evolución tasa de natalidad. Probablemente estamos ante un
ajuste en las pautas de reproducción humana; en el pasado una elevada tasa de natalidad
resultaba indispensable para la supervivencia de los grupos, debido a las elevadas tasas de
mortalidad, hoy en día, al reducirse éstas últimas, la disminución de la natalidad viene a
restablecer el equilibrio.
En algunos países, donde se incluyen la mayoría de los desarrollados, la fertilidad ha descendido
notablemente, traduciéndose en un envejecimiento de la población que resulta perjudicial para el
dinamismo económico. En otros, como el África subsahariana, las tasas se mantienen muy
elevadas, de manera que resulta difícil que el crecimiento económico se mantenga por encima del
demográfico. Por último en los países en los que sólo recientemente se ha reducido la fertilidad
existe un elevado porcentaje de población adulta joven que encuentra dificultades en obtener un
empleo satisfactorio.
El concepto de Tercer Mundo homogéneo de hace 30 años ya no es válido. El fenómeno más
importante es que algunos países en desarrollo están experimentando un importante crecimiento
económico, mientras que otros permanecen estancados, como puede observarse en figura 3.8
ciertos países como China, Corea del Sur, Tailandia, Indonesia, la India y algunos más están
teniendo crecimientos del PIB superiores al 3% anual. mucho mayor que la mayoría de países
desarrollados en torno al 2%, mientras que se constata el estancamiento durante el último
cuarto de siglo XX de Sudáfrica, Nigeria, Irán, Argelia, Congo y muchos más.
La desigualdad en el mundo.
Cabe preguntarse si a nivel mundial, la desigualdad entre personas ricas y pobres está
aumentando, o disminuyendo. A la vista de las elevadas tasas de crecimiento en países en
desarrollo más poblado como China y la India, cabría suponer que está disminuyendo.
Pero hay que tener en cuenta que la desigualdad parece estar aumentando en dichos países.
Medir la desigualdad global de ingresos entre todas las personas del mundo no es empresa fácil.
Los diferentes estudios publicados apuntan hacia un descenso de la pobreza por lo que resulta
difícil de sostener que la globalización esté generando pobreza. El crecimiento de China e India
ha ido acompañado de su apertura hacia el exterior, mientras que el África subsahariana, la
región más atenazada por la pobreza, está muy poco integrada en el mercado mundial.
Guerra y pobreza.
La relación entre guerra y pobreza es un círculo vicioso, porque la guerra produce pobreza y
pobreza genera guerra. En el mundo actual la mayoría de guerras son civiles y tiene lugar en
países pobres. El profesor Paul Collier (Uni. Oxfod) ha resumido las conclusiones de sus estudios
en el libro El club de la miseria (2007). Ni la desigualdad económica, ni la diversidad étnica, ni la
represión política muestran tener relación estadística alguna con el riesgo de que estalle una
guerra civil. En cambio hay una clara correlación estadística entre nivel de desarrollo, tasa de
crecimiento y riesgo de guerra civil. El típico país atrapado en la pobreza tiene una probabilidad
del 14% de sufrir una guerra civil en cada quinquenio, porcentaje que aumenta o disminuye en
relación inversa a la tasa de crecimiento económico.
En un país pobre en el que además no hay crecimiento económico, unirse a una banda rebelde
representa una opción relativamente atractiva de ganarse la vida y con suerte, de enriquecerse.
Si además el país dispone de algún recurso bien cotizado en el mercado internacional, el grupo
rebelde puede conseguir con facilidad financiación. Las guerras civiles en los países pobres son
largas, de unos 6 años de duración media y se reinician con facilidad, teniendo el doble de riesgo
de caer en otra si ya han experimentado una.
El factor demográfico.
Los investigadores han identificado también un factor demográfico en la aparición de conflictos
armados, propio de la etapa intermedia de la transición demográfica en que se encuentran hoy
muchos países pobres, es decir, el momento en que la mortalidad se ha reducido
significativamente, pero la fertilidad sólo ha comenzado a declinar. Durante esa etapa el
porcentaje de jóvenes adultos (15-29 años) resulta extraordinariamente elevado representando
entre el 40 y el 50% del la población, generando graves problemas de desempleo juvenil y de
falta de perspectivas para los jóvenes que se sentirán más tentados de unirse a grupos rebeldes.
Estos países con más del 40% de jóvenes tienen el triple de posibilidades de vivir un conflicto
civil armado que aquellos con menos del 30% de jóvenes.
La tercera ola.
Se inició en el sur de Europa, donde a mediados de los años setenta desaparecieron
sucesivamente las dictaduras conservadoras de Portugal, Grecia y España. El fenómeno se
extendió a América Latina, donde entre 1977 y 1985 se produjeron transiciones democráticas
en bastantes países. En Asia oriental la ola democratizadora cobró fuerza a finales de los años
ochenta, con transiciones en Filipinas, Corea del Sur y Taiwán. Finalmente en la Europa comunista
la transición empezó en Hungría en 1988 y en apenas dos años se extendió a todo los países que
integraban el bloque soviético. A partir de entonces, el avance de la democracia ha sido más
lento, con éxitos importantes, como la transición democrática Indonesia iniciada en 1998, pero
también con fracasos, como el del movimiento democrático chino, brutalmente reprimido en
1989.
La mejor fuente para seguir el estado de la democracia en el mundo son los informes
anuales de Freedom House, organización norteamericana fundada en 1941 con el objetivo de
promover la libertad. Sus informes examinan el grado en que los Estados respetan las distintas
libertades civiles y políticas y los clasifican en las categorías de libres, parcialmente libres y no
libres. Aunque las clasificaciones de F. H. son discutibles, la tendencia general al avance de las
libertades en los últimos treinta años parece indudable y el mapa del mundo en 2006 que ofrece
Freedom House muestra el predominio de la libertad en América, Europa, Australia y Nueva
Zelanda, en países asiáticos como Corea del Sur, India, Indonesia o Japón y en algunos otros
países del mundo, mientras que los Estados no libres incluyen a China, a Rusia, a la mayoría de
países musulmanes, otros países asiáticos y africanos y a Cuba. El caso de Rusia resulta
particular, pues ha retrocedido respecto años noventa.
Más interesante que el número de Estados libres resulta el de las personas que viven en
ellos, que se acerca ya a la mitad de la población mundial. Se puede afirmar, como conclusión, que
el gran avance de la democratización se produjo desde mediados de los años setenta hasta
mediados de los noventa, mientras que desde entonces el ritmo de avance es más lento.
Factores de la democratización.
En cuanto a los factores que han impulsado la tercera ola democratizadora, Huntington cita en su
libro algunas sugerencias interesantes; observa que en muchos casos la democratización afectó a
países que ya habían tenido experiencias democráticas previas (España y varios países
latinoamericanos) lo que demostraría que la tercera ola representa la reanudación de un proceso
secular. En algunos países ha existido un modelo cíclico, en que Gobiernos civiles y dictaduras
militares se han sucedido a medida que unos y otros se iban desprestigiando. Sin embargo ese
ciclo parece haberse interrumpido y en su gran mayoría las democracias surgidas en la tercera
ola se han consolidado. Ello implica que en la tercera ola han influido factores nuevos, entre los
que Huntington destaca cinco; la difusión de los valores democráticos que se han ido
convirtiendo en la base de la legitimad del Estado, el desarrollo económico experimentado en los
años 50 y 60 ha generado un entorno más favorable a la democracia a través el aumento del nivel
de vida, la expansión de la educación y la ampliación de las clases medias, el cambio en la actitud
católica simbolizado por el Concilio Vaticano II (62-65) implica un apoyo a la democratización en
oposición a los regímenes autoritarios, el apoyo internacional a la democratización por parte de
las grandes potencias sin la actitud de Gorbachov de la URSS no habría sido posible la
democratización de la Europa central y oriental, y el efecto demostración es el impulso de un
proceso social recibe en un país cuando sus ciudadanos han podido informarse de sus efectos en
otro país. El avance de la globalización informativa hacía posible. La tercera ola de la
democratización adquirió una dimensión global debido a que el auge de los medios de
comunicación ha llevado a una creciente interconexión entre las opiniones públicas de los
distintos países. Cada vez resulta más difícil para una dictadura evitar que sus ciudadanos sepan
lo que ocurre en el resto del mundo
Gobernanza y desarrollo.
El neologismo “gobernanza”, del governance inglés, se emplea para referirse a la calidad de la
administración, a su responsabilidad (accountability) respecto a los ciudadanos y a la sumisión de
todos, gobernantes incluidos, al imperio de la ley. Los analistas económicos han destacado la
importancia que la gobernanza tiene para el desarrollo, en contraposición a la tesis “neoliberal”,
según la cual, lo más aconsejable para impulsar el desarrollo era reducir la intervención del
Estado en la economía. Esta reducción del sector estatal, al que se acusaba de asfixiar la libre
iniciativa, era la recomendación que daban instituciones internacionales como el FMI, el Banco
Mundial o el Gobierno de EEUU, a países en desarrollo y a los que se habían incorporado a la
economía de mercado tras la caída del comunismo y que se dio en llamar “consenso de
Washington”, entró en crisis cuando se comprobó que no era suficiente la adopción de políticas
económicas liberales para que la economía marchar bien, era además necesario que el Estado
funcionara.
Francis Fukuyama distingue dos dimensiones de la acción del Estado en su libro La
construcción del Estado (2004). Su alcance, se refiere a la extensión de las funciones que
desempeña el Estado, más amplias en el caso de los países europeos, que promueven el Estado de
Bienestar, que en el caso de EEUU y su eficacia que se refiere a la calidad de su gobernanza en
el sentido ya explicado. Esto permite clasificar a los países del mundo según el alcance y la
eficacia de sus instituciones estatales.
El primero tipo es el de aquellos Estados que tienen unas instituciones de alcance pequeño
y eficacia grande, representado por EEUU, tipo ideal para los economistas liberales. El segundo
el de aquellos Estados que tienen unas instituciones de alcance grande y eficacia elevada, cuyo
ejemplo típico es Europa occidental que es el tipo ideal para quienes consideran que el Estado
debe garantizar el bienestar social de todos sus ciudadanos. El tercer tipo es el de aquellos
Estados que tienen unas instituciones de alcance pequeño y eficacia pequeña, como sucede en los
países menos desarrollados, como los africanos. El cuarto es el de aquellos Estados que tienen
unas instituciones de alcance grande y eficacia pequeña que se da sobre todo en países de
desarrollo medio como Brasil o Turquía.
El llamado consenso de Washington de los años ochenta sostenía la necesidad de que el
Estado redujese el alcance de sus funciones, mientras que los promotores del concepto de
gobernanza se centran en la necesidad de que las instituciones del Estado aumentan su calidad,
su responsabilidad y su respeto al imperio de la ley. En países en que la calidad de la gobernanza
es mala, las políticas de austeridad promovidas por las instituciones económicas internacionales y
por los países donantes de ayuda contribuyeron muy poco al desarrollo. Se restringieron gastos
útiles mientras que se mantuvo el gasto destinado a favorecer a las clientelas de los gobernantes
y a las Fuerzas Armadas.
La crisis económica que sufrieron en 1997 y 1998 los países de Asia oriental y a
continuación Rusia y otros países ex comunistas, puso en cuestión la confianza en la liberalización
económica como solución suficiente. En 2001 el economista liberal Milton Friedman reconoció
haber cometido un error al recomendar a los gobiernos de los países salidos del comunismo que
dieran prioridad a las privatizaciones, cuando habría sido más necesario sentar las bases del
Estado de derecho. Fukuyama ha observado que si en los últimos cuarenta años el desarrollo
económico de Asia oriental ha sido muy superior al de América Latina, ha sido por la superior
calidad de sus instituciones estatales. El problema, observa sin embargo Fukuyama, es que la
calidad de las instituciones no es algo que un país pueda mejorar rápidamente, porque no se trata
de copiar modelos administrativos, sino de desarrollar una burocracia basada en la ética del
servicio a los ciudadanos y no en el intercambio de favores.
En este sentido el avance de la democracia puede jugar un papel importante, pero no
siempre es así. En principio ésta tiende a fomentar una mayor responsabilidad de los
gobernantes hacia el conjunto de los ciudadanos, pero una democracia puede también funcionar a
base de clientelas que apoyen a un sector político a cambio de favores. Por otra parte,
tradiciones culturales predemocráticas pueden favorecer la gobernanza, por ejemplo Japón y
Corea del Sur contaban tradicionalmente con una burocracia razonablemente honesta y eficaz,
que la democracia ha heredado. Por el contrario, el África subsahariana carece de una tradición
burocrática propia.
El convencimiento de la importancia de la gobernanza para el desarrollo ha llevado al
Banco Mundial a recopilar, desde 1996, indicadores que permitan medirla. Los seis indicadores
elegidos se refieren a la capacidad de los ciudadanos para expresarse libremente y elegir a sus
gobernantes, la estabilidad política y la ausencia de violencia, la eficacia del gobierno, la
regulación del sector privado, el imperio de la ley y el control de la corrupción. Estos indicadores
se calculan anualmente a partir de un gran número de fuentes. Ver gráfico 4.8 en el indicador
referente al imperio de la ley, los países más desarrollados de América de Norte, Europa Occ. y
Asia oriental son también aquellos que más se respeta la ley.
La guerra de Irak.
Desde meses atrás Estados Unidos y Gran Bretaña estaban realizando la preparación de la
invasión sobre Irak, desplazando hombres y equipo. A diferencia de la Segunda Guerra del Golfo
(1990-91) EE.UU. no contó con el respaldo de los países árabes, salvo Kuwait, lo que dificultaba la
preparación militar, tampoco Turquía que no quería desestabilizar la región.
El 20 de marzo de 2003 comenzaron los ataques sobre Irak. Las primeras oleadas fueron
ejecutadas por misiles, seguidos de la actuación de cazas y bombarderos de largo alcance. La
aviación irakí fue incapaz de realizar una sola operación, el control absoluto del espacio aéreo
permitió una fácil ejecución de las operaciones de castigo. La invasión terrestre fue ejecutada
por divisiones acorazadas, que no encontraron apenas oposición, se tomó el puerto de Um Qasar,
de gran importancia para el desembarco de tropas y pertrechos. El rápido avance fue detenido
en la estratégica zona de Nasirya, Najaf y Kerbala, donde se produjeron las primeras bajas
importantes de la coalición. A continuación se desató una fuerte tormenta de arena que
inmovilizó el avance de las columnas de blindados. El 27 de marzo, un primer millar de
paracaidistas estadounidenses fueron lanzados en el norte kurdo, abriendo un segundo frente.
La mayor resistencia se esperaba en los alrededores de la capital, Bagdad, pero la resistencia
fue mínima, a consecuencia de los bombardeos sistemáticos y la deserción masiva de los soldados
iraquíes. El 1 de abril las tropas estadounidenses entraban en Bagdad y daban por derrocado al
régimen de Saddam, que había huído, si bien algunos combates proseguían en ciudades como
Tigrit. El 1 de Mayo el presidente George W.Bush proclamó el final de la guerra. Sin embargo, la
guerra distaba de estar concluida.
Terminadas las grandes operaciones militares, y derrocado el régimen de Saddam,
comenzaba una larga posguerra aún en curso. La disolución del ejército y la policía iraquíes
provocó una gran inseguridad pública, con la aparición de grupos terroristas que han asolado el
país desde entonces, causando gran número de bajas en las fuerzas de la coalición. A finales
2009, bajas mortales EEUU; 4.282. Sin embargo, el balance más dramático se ha producido
entre la población civil, entre 350 y 650 mil muertes. Diariamente se producen muertes en
atentados y represalias, que impiden el establecimiento de una convivencia pacífica.
La democratización de Irak, objetivo argumentado cuando se mostró la inexistencia de
armas de destrucción masiva, está lejos de conseguirse. La captura y enjuiciamiento de Saddam
Hussein (30-dic. 2006) no dieron paso a un Gobierno propio. El 28 de Junio de 2004 se entregó
formalmente la soberanía iraquí a un Gobierno provisional. Tras una Constitución aprobada por
referéndum, quedó configurado el régimen político de Irak como una República Parlamentaria
Federal. El 15 de Diciembre de 2005 fueron celebradas las primeras elecciones libres de la
historia de Irak que está fuertemente mediatizado por un conflicto interno étnico religioso
entre las tres principales comunidades, sunita, chiíta y kurda, apoyadas desde Irán y Arabia
Saudita y por otro externo, frente a las tropas extranjeras de ocupación.
Si en el momento de su triunfo sobre Saldan la popularidad de Bush alcanzó cotas de
sobresalientes en la sociedad estadounidense, la larga postguerra la hizo caer a mínimos
históricos.
El liderazgo selectivo.
La presidencia de Clinton fue la primera que articuló una política exterior que conscientemente
pretendía superar la herencia y los esquemas interpretativos de la Guerra Fría. La promoción de
la democracia en todo el mundo, el apoyo al desarrollo económico (basado en el libre comercio), el
control de armas de destrucción masiva y la confianza en las organizaciones internacionales, la
cooperación y el multilateralismo fueron las bases de su acción exterior.
Los secretarios de Estado de Clinton, Warren Christopher y Madelaine Albright
(reputados internacionalistas), ampliaron los criterios de intervención en la escena internacional
al tiempo que se encontraron con situaciones inéditas. La responsabilidad de ser la única
superpotencia exigía el mantenimiento de un sistema diplomático y un músculo militar que
capacitara al país para intervenir en las más variadas situaciones y afrontar muy distintos
conflictos. Dado que Clinton se esforzó por recortar los gastos en defensa, la necesidad obligó a
seleccionar los ámbitos y circunstancias en las que la intervención de EE.UU. debía ser aplicada.
Este fue el llamado liderazgo selectivo, la renuncia a desempeñar el papel de un gendarme
mundial pero la aceptación de la responsabilidad que llevaba consigo el mantenimiento del estatus
de superpotencia única.
No hubo áreas prioritarias de intervención. Desde Washington se siguió la evolución de la
nueva Rusia y se dio prioridad a los aspectos de estabilidad política y desarrollo económico.
También Europa vio disminuir la atención que le había prestado EE.UU. Sin embargo, su
intervención fue decisiva para la resolución de las guerras que siguieron a la fragmentación de
Yugoslavia, primero consiguiendo la pacificación de Bosnia (Acuerdos de Dayton, 1995), luego
limitando la agresiva política de Serbia, que culminó con la acción militar sobre Belgrado y la
ocupación de la región de Kosovo.
La degradación de las condiciones políticas en África y la aparición de fenómenos de
ingobernabilidad (estados fallidos, denominados posteriormente) requirieron un incremento de la
atención sobre el continente. En esta región se explicitaron las dudas existentes entre las
necesidades de intervención y las posibilidades de actuación. En Somalia, EE.UU. decidió retirar
sus tropas al no haber intereses nacionales en juego y la limpieza étnica (exterminio de 600 a
800 mil personas) contra la minoría tutsi en Ruanda motivó la autocrítica de M. Albright ante el
Consejo de Seguridad (“la ausencia de intereses nacionales no era óbice para mirar hacia otro
lado cuando se cometían crímenes de esa magnitud”).
Clinton puso en marcha un programa para conseguir la resolución del conflicto palestino-
israelí (con Rabin y Arafat), pero a pesar de la presión ejercida también se vio incapaz de
solucionar un conflicto enquistado durante medio siglo.
Se prestó menor atención política a las relaciones con América Latina, aunque el
crecimiento de los montos económicos encontró una institucionalización potenciadora en la
ampliación de los tratados bilaterales. De este modo, entró en vigor el Tratado de Libre
Comercio de Norteamérica (1994) y se comenzó a sondear el diseño de una gran unión aduanera
de todos los países de América. Ese mismo planteamiento se encuentra detrás del empuje al Foro
de Cooperación Económica Asia-Pacífico, observándose con preocupación el ascenso de las
economías asiáticas en tanto que cuestionan la hegemonía de EE.UU.
Uno de los campos más innovadores introducidos en el ámbito de la política exterior por la
administración Clinton fue la preocupación por el medio ambiente.El vicepresidente Al Gore fue
una de las más destacadas voces para incorporar esta causa en el debate político. La
ratificación institucional de esta preocupación fue el apoyo de EE.UU. al recorte de las emisiones
de gases contaminantes y la firma del Protocolo de Kioto, a sabiendas que el Senado no iba a
ratificarlo.
La oleada populista.
En la historia de América Latina es posible encontrar numerosos ejemplos de la utilización de la
supuesta voluntad popular para legitimar a través de cauces no institucionales la ejecución de
medidas o programas que ayuden a transformar una realidad establecida. El populismo es la
promesa de satisfacción inmediata de las demandas sociales por medio de la acción todopoderosa
de un líder político; la desconfianza en los partidos políticos clásicos, la impaciencia ante los
procedimientos institucionales y la vinculación afectiva a un líder carismático son las bases
estructurales de su respaldo social. El populismo forma parte inherente en la vida política
latinoamericana y sus prácticas se han extendido a todo el espectro político en la mayor parte de
los países de la región en las últimas décadas.
A lo largo del último siglo se han producido tres oleadas populistas en el subcontinente.
- La primera se encuentra con antelación a 1930, vinculada a la figura del caudillo decimonónico;
la etapa clásica del populismo latinoamericano se produjo en la mitad del siglo XX, con figuras
como Juan Domingo Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil. La más reciente oleada se ha
extendido a lo largo de las últimas dos décadas con dos versiones bien distintas.
- En los años noventa se impuso un neopopulismo conservador, los casos más significativos son
Carlos Menem en Argentina y Alberto Fujimori en Perú.
- En la primera década del siglo XXI se desarrolló un populismo de izquierdas antagónico al
anterior. Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Néstor
Kirchner en Argentina han sido los ejemplos más destacados de la última oleada populista.
Existen sustanciales diferencias entre las distintas oleadas populistas. Mientras que en
las dos primeras fases el ejercicio del poder de los gobernantes populistas se asentó sobre
procedimientos autoritarios, en la más reciente se han utilizado los procesos electorales libres,
estructurando partidos políticos y movimientos sociales de respaldo y legitimando desde un
primer momento su ejercicio del poder por el triunfo de las urnas. A diferencia del populismo de
los años noventa, con prácticas neoliberales, el populismo del periodo clásico y de comienzos del
siglo XXI ha utilizado planteamientos nacionalistas y autárquicos, oponiéndose a las tesis
generales de la economía de mercado y a las corrientes de integración económica internacional.
Procesos de integración.
Durante la década de los años noventa se materializaron los procesos de integración económica
más ambiciosos y efectivos de la historia latinoamericana. Desde 1969 persiste la Comunidad
Andina de Naciones (CAN, integrada por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y hasta 2006,
Venezuela) pero con resultados bastantes parcos. Más alcance tuvo el proyecto de un mercado
unificado de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay que tomó el nombre de Mercado Común del
Sur (MERCOSUR). Desde 1999 forman los países integrados un área sin arancel aduanero, salvo
en los sectores del azúcar y automovilístico. A lo largo de la última década se han profundizado
los programas de cooperación y se ha producido una institucionalización de mayor nivel y desde
2006 cuenta con un Parlamento con sede en Montevideo. Venezuela solicitó ese mismo años su
integración, Bolivia comenzó los tramites de incorporación al año siguiente y los países de la CAN
y Chile son miembros observadores.
En la primer década del siglo XXI los gobiernos del subcontinente lanzaron el proyecto
más ambicioso de cooperación e integración, la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR),
vertebrando un espacio geográfico muy definido y muy variado social y económicamente que
presenta la necesidad de una urgente cooperación supranacional que ayude la establecimiento de
instituciones fuertes y responsable que garanticen la gobernabilidad y el desarrollo de la región.
Ninguno de los doce países ha querido quedarse al margen de este proyecto.
La creación y el desarrollo de UNASUR es fruto de cambios estructurales en las políticas
exteriores nacionales y las relaciones internacionales de Suramérica. Emerge una agenda que
prioriza las dimensiones sociales, políticas y de seguridad centrando los aspectos económicos en
los campos de la energía y las infraestructuras. UNASUR visualiza una unidad geográfica muy
definible y con gran homogeneidad. Este proyecto coincide con un ciclo político inaugurado por
nuevos Gobiernos de izquierdas y con liderazgos regionales que promueven una mayor autonomía
de la región frente a EE.UU. La capacidad de actuación de la que ya ha hecho gala UNASUR en la
gestión de crisis parece haber relegado a un segundo plano a la OEA y evidenciado el liderazgo
brasileño en su seno.
La geopolítica latinoamericana.
Tradicionalmente la geopolítica latinoamericana ha tenido dos vectores fundamentales: el
indiscutible liderazgo estadounidense y la percepción de desconfianza de un país sobre las
capacidades de su vecino. A lo largo de la primera década del siglo XXI la geopolítica
suramericana se caracterizó por las notables ausencias de actuación estadounidense ante los
acontecimientos que en Suramérica que protagonizaron algunos países de la región y la incidencia
sobre las relaciones suramericanas de proyectos antagónicos de proyección exterior (ejem. La
revolución bolivariana). Pero por encima de todo ello, se evidenciaron tres dinámicas
estructurales que fundamentaban las agendas exteriores: la primacía de las políticas bilaterales,
más allá de los esfuerzos de integración; la pervivencia de las referencias tradicionales,
persistiendo la apreciación del vecino como principal amenaza potencial y el incremento
sustancial de las tensiones bilaterales y el aumento de los presupuestos de defensa.
La disminución del interés de EE.UU. en la región ha propiciado a un cambio de correlación
de fuerzas regionales, emergiendo proyectos alternativos de proyección exterior y dando lugar a
políticas activas de captación de intereses. Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Venezuela, se
disputan el liderazgo regional si bien la actuación más sistemática, coherente y convincente es la
de Brasil. Los proyectos de cooperación interestatales más ambiciosos fueron auspiciados por
Brasil que sin embargo, mantiene una política de negación ante concesiones de soberanía. Los
elementos más innovadores y a la vez más desestabilizadores son la vocación de expansión
continental de la revolución bolivariana, lanzada por Hugo Chávez y la creciente articulación
política de las poblaciones indígenas autodenominadas “pueblos originarios”.
El alcance de estas transformaciones está en relación directa de las capacidades
nacionales y la ambición de las políticas exteriores y de defensa. Las políticas exteriores de
mayor proyección en el conjunto de América Latina han sido las de Venezuela y Brasil, con la gran
diferencia entre sus objetivos prioritarios, mientras Brasil buscaba mercados, Venezuela
buscaba aliados. El tercer proceso en marcha es el indigenista, que ya alcanzó el poder en Bolivia
y cuenta con apoyo sustancial en Perú y Ecuador.
Inseguridad y crimen organizado como amenazas de la gobernabilidad.
En América Latina, aunque buena parte de sus ejércitos participa en misiones internacionales, no
se ha producido una verdadera reforma en la concepción estratégica y en las políticas de
seguridad y defensa. La principal razón de esta permanencia es la persistencia de unas amenazas
tradicionales que distan mucho de ser meramente formales (mediados 90 guerra Perú-Ecu. 94
F.Armadas Colombia penetraron en territorio ecuatoriano, atacar asentamiento FARC.
Los conflictos tradicionales pueden surgir con fuerzas a consecuencia de disputas por
causas de límites y reclamaciones territoriales.
El nacionalismo irredentista ha sido siempre utilizado como instrumento de vertebración
interior y anulación de presiones sobe el Ejecutivo, y su alto valor como arma política puede
resultar muy útil en coyunturas de crisis. En manos de líderes populistas es manejado
habitualmente en el discurso y puede ser la salida ante una situación compleja. En la actualidad
las reclamaciones territoriales mantienen tensiones que pueden ser utilizadas para los mismos
fines.
El final de los gobiernos autoritarios explica el nuevo ascenso de las tensiones bilaterales,
se cambió el discurso de enemigo interno por el de enemigo externo y este era el vecino más
cercano.
Las dos principales amenazas a la seguridad en América Latina son la amenaza terrorista
que proveniente fundamentalmente de la antigua guerrilla reconvertida en cartel del
narcotráfico y de las grandes organizaciones transnacionales de delincuencia organizada y la
descomposición institucional susceptible de degenerar en Estado fallido, como lo muestra la
cruda realidad de Haití y el incremento de las muestras de incapacidad institucional para frenar
la inseguridad y la acción del crimen organizado (Guatemala y Honduras). Mientras, en Bolivia
crecen las tensiones regionales y étnicas.
El conjunto de América Latina padece unos extraordinarios niveles de inseguridad, en
buena parte motivados por una delincuencia común que ha escalado niveles hasta conformar
organizaciones transnacionales dedicadas al tráfico ilícito de todo tipo de bienes (drogas, armas
y seres humanos). Las riquezas generadas por estos comercios ilícitos de estas actividades,
insertadas en el mercado financiero tiene como consecuencia el incremento de la corrupción de
las instituciones y el aumento de la ingobernabilidad estatal. Varios países suramericanos han
padecido en la última década episodios de extrema gravedad, con movimientos sociales, capaces
de derrocar sucesivos presidentes constitucionales (ARG, BOL, ECU) golpes de Estado cívico-
militares (VEN-HON) actuación organizaciones narcoterroristas (COL-PER-MEX) y emergencia
organizaciones criminales (BRA-GUA-EL Sal)
El combate al crimen organizado y los tráficos ilícitos (especialmente el narcotráfico) ha
dejado de ser una misión policial exclusiva en América Latina, para centralizar buena parte de la
actuación de las Fuerzas Armadas. El problema está extendido por toda la región y en Brasil y
México los cárteles monopolizan la introducción de cocaína y heroína a EE.UU. con unos
beneficios que les permite sostener amplias redes clientelares y corromper las instituciones, El
crimen organizado y el narcotráfico se han convertido en una amenaza directa a la seguridad de
todo el continente.
TEMA 13: ALEMANIA, GRAN BRETAÑA Y FRANCIA DESDE 1989.
INTRODUCCIÓN
La Unión Europea (UE) es una experiencia de integración única en el mundo, pero sigue estando
compuesta por un conjunto de Estados soberanos que mantienen su propia identidad cultural y
política.
El ascenso de Yeltsin.
Boris Yeltsin fue el principal promotor de la independencia de Rusia y su presidente en los años
noventa, en los que se produjo la transición hacia la economía de mercado, en un país con más de
70 años de experiencia comunista. Nacido en 1931, realizó una brillante carrera política y en
1985 se convirtió en el primer secretario del Partido Comunista en Moscú. Fue destituido de su
cargo en 1987 tras un enfrentamiento con Gorbachov, a quien acusó de falta de decisión al
abordar las reformas necesarias. Este enfrentamiento con la cúpula soviética, cada vez más
desprestigiada, incrementó su popularidad, quien a partir de 1989 se convirtió en impulsor de la
soberanía rusa, frente a los intentos de Gorbachov de defender el poder central. En 1990
abandonó el partido Comunista y en junio de 1991 venció en las primeras elecciones
presidenciales democráticas que se celebraron en Rusia. En agosto de 1991, se puso al frente de
los manifestantes en Moscú que se opusieron al intento de golpe de Estado protagonizado por
quienes deseaban poner fin a las reformas democratizadoras. En diciembre de 1991, junto a los
presidentes de Ucrania y Bielorrusia, acordó la disolución de la URSS y Rusia se convirtió en un
Estado independiente.
La demografía.
Los tres países analizados difieren considerablemente en su cifra de población. Rusia tiene tres
veces más habitantes que Ucrania y casi quince veces más que Bielorrusia, sin embargo, los tres
coinciden en su estancamiento demográfico que ha sido en parte producto del descenso de la
natalidad. A comienzos de siglo XXI la tasa de fecundidad (nº de hijos por mujer) es en los tres
países muy similar a la de España, donde también esta muy por debajo para asegurar el relevo
generacional. Pero la diferencia mas notable estriba en el comportamiento de la esperanza de
vida que desde hace treinta años se ha reducido. En Rusia se ha dado el retroceso más marcado.
La economía.
Las cifras sobre el producto interior bruto se han calculado mediante dos métodos distintos. De
acuerdo con el método tradicional del PIB, se mide de acuerdo con el tipo de cambio de las
respectivas monedas respecto al dólar, España parece tener un PIB total muy superior al ruso y
la tasa de crecimiento anual desde 1990 ha sido negativa en Rusia y aún más en Ucrania. De
acuerdo con la paridad de poder adquisitivo PPA, es decir teniendo en cuenta el nivel de precios,
más usado en los últimos años, ocurre lo contrario y España parece tener un PIB total inferior al
ruso. El producto por habitante, se muestra solo en términos de poder adquisitivo, es casi tres
veces inferior al español. El índice de libertad económica tomado de la publicación anual
Economic Freedom of the World refleja lo mucho que ha avanzado Rusia y Ucrania hacia un
sistema económico liberal tras la caída del comunismo, aunque todavía no han alcanzado el nivel
de España.
El bienestar social.
El índice de desarrollo humano que elabora anualmente el PNUD, combinando datos de PIB por
habitante, esperanza de vida y nivel educativo, sitúa a los tres países considerados en torno al
limite entre el nivel de desarrollo alto y nivel medio. El nivel de alfabetización es muy elevado.
Más difícil es tener datos precisos sobre la desigualdad económica. Según los resultados
de los estudios que en cada país han analizado la desigualdad de los niveles de ingreso o de gasto,
el resultado de los tres países es bastante cercano al que se da en la mayoría de los países
desarrollados, aunque Ucrania y Bielorrusia son sociedades algo más igualitarias que Rusia
El porcentaje del PIB que estos países dedican al gasto público en salud, un componente
esencial del Estado de bienestar, es mas bajo que en la mayoría de los países desarrollados, lo
que explica en parte su baja esperanza de vida en la que también incide un estilo de vida poco
saludable, sobre todo entre los varones.
Transparencia Internacional elabora un índice a partir de los resultados de los diversos
sondeos para comparar el nivel de corrupción a nivel mundial y en este aspecto la situación de los
tres países es desastrosa y parece que no está disminuyendo.
Corrupción y crimen suelen ser fenómenos interrelacionados y las cifras publicadas por el
PUND confirman la gravedad del problema, sobre todo en Rusia, pero también en Ucrania y
Bielorrusia. La tasa de reclusión depende tanto de la severidad del sistema penal como del nivel
real del crimen y Rusia tiene unas de las tasas más altas del mundo y al igual que ocurre con la
tasa de homicidios.
La política.
Según el índice tomado de los informes de Freedom House que representa una aproximación al
grado en que un Estado se acerca al modelo de la democracia liberal, Ucrania avanza hacia la
libertad política mientras Rusia y sobre todo Bielorrusia están lejos de ella. La reducción del
porcentaje del PIB que Rusia destina a defensa, tres veces menor que en 1990, resulta muy
significativo del grado en que se siente amenazado o desea respaldar su política exterior con el
poderío militar.
El problema de la corrupción.
La magnitud que la corrupción alcanzó en los años noventa fue uno de los problemas de la nueva
Rusia, y cuando llegó a la presidencia Putin anunció que estaba dispuesto a atajarlo. Las medidas
más espectaculares fueron dirigidas contra algunos de los más destacados oligarcas de la era de
Yeltsin, cuyas fortunas tenían orígenes dudosos.
En todo caso, la corrupción sigue estando muy extendida en la Rusia de hoy, debido a la
falta de transparencia con la que operan las empresas y la ausencia de una justicia imparcial.
Los jueces rusos, que en tiempos comunistas no eran más que funcionarios públicos cuyo
deber era servir al Estado y no a los ciudadanos, gozan de escasa independencia. Rusia se ve
afectada por una elevada tasa de delincuencia y en particular su tasa de homicidios es una de las
más altas del mundo. Con la sospecha de que algunos asesinatos de personajes incómodos hayan
gozado con el beneplácito de las autoridades. Alexander Litvinenko antiguo agente secreto ruso
exiliado en GB que acusó de graves crímenes a colegas del KGB, su muerte tras ingerir polonio
210 arrojaron sospechas sobre dos rusos, pero la pretensión británica de que fueran
extraditados para juzgarlos generó fuerte indignación en Moscú, con el deterioro de relaciones
ambos paises.
Putin y Medvedev.
Cumplido su segundo mandato presidencial, Putin no podía presentarse a un tercero sin modificar
la Constitución y optó por apoyar la candidatura de un colaborador suyo, Dimitri Medvedev, quien
ganó en las elecciones presidenciales de 2008. Como había anunciado previamente, el nuevo
presidente designo a su antecesor como primer ministro y los analistas dudan en manos de quien
está el poder efectivo en la actualidad
Los hechos más importantes que se han producido en los primeros meses de Gobierno de
Medvedev han sido la intervención militar contra Georgia en agosto del 2008 y el contagio de la
crisis financiera internacional que comenzó a hacerse notar en septiembre. La Republica de
Georgia, con casi cinco millones de habitantes de tradición cristiana, se separo en 1991 de la
URSS poco antes de la disolución de esta. El principal factor de conflicto han sido las
aspiraciones nacionalistas impulsadas por la marcada diversidad étnica de la zona. Tras duros
combates, las regiones de Osetia del Sur y Abjazia, fronterizas con Rusia adquirieron una
independencia de hecho en los primeros años noventa al igual que Chechenia la logró durante un
tiempo.
Los acuerdos de alto el fuego en ambas regiones estipularon el despliegue en ellas de
fuerzas de paz, fundamentalmente rusas. De hecho Rusia, que aspiraba a seguir ejerciendo una
influencia determinante en el Cáucaso, dio un gran apoyo a las republicas secesionistas, aunque
no reconoció oficialmente su independencia. Las relaciones entre Rusia y Georgia se deterioraron
tras la “Revolución rosa” de 2003 en la que manifestaciones masivas en protesta por fraude
electoral forzaron la dimisión de Shevardnadze. El nuevo presidente de Georgia M. Saakashvili,
elegido en 2004, adoptó una política encaminada a librarse de la hegemonía rusa, a lograr el
apoyo de Occidente, especialmente de EE.UU. y a recuperar el control de las regiones
secesionistas. Ello implicaba el cierre de las bases militares rusas en Georgia que databan de la
época soviética.
En agosto de 2008 las Fuerzas Armadas de Georgia intervinieron en Osetia del Sur para
poner fin a la secesión. La respuesta rusa fue una inmediata ofensiva militar derrotando
rápidamente a las tropas georgianas, atacando también desde Abjasia.. Por mediación del
presidente francés Sarkozy, que ejercía la presidencia de turno de la UE, ambas partes
firmaron la paz. Días después Rusia reconoció la independencia de ambos territorios. Desde la
perspectiva de Moscú, ello representa una adecuada respuesta a la actuación occidental en
Kosovo, pero desde la perspectiva europea supone una inquietante demostración de que Rusia
esta dispuesta a actuar con dureza para restablecer su hegemonía en su antigua zona de
influencia.
Unos meses después, en enero del 2009, una disputa con Ucrania por el precio del gas,
llevó a Moscú a cortar por unos días el suministro a través de un gaseoducto que suministra no
solo a Ucrania sino a bastantes países europeos. Esto mostró una vez más la tendencia del
Gobierno ruso a una política exterior agresiva, pues el corte de suministro de gas a millones de
ciudadanos europeos, en pleno crudo invierno, no es un método habitual para resolver disputas
comerciales. Por otra parte, tanto Rusia como Ucrania se han visto afectadas por la crisis
económica internacional, en Rusia tras 8 años fuerte crecimiento económico, hubo ciertas
dificultades tras la bajada del petróleo. En 2010, sin embargo. la recuperación ha comenzado
La demografía.
En los países de Asia Oriental se ha reducido en los últimos años la tasa de fecundidad y ha
aumentado espectacularmente la esperanza de vida. El caso más notable es el de Vietnam donde
el numero de hijos por mujer se ha reducido en tres décadas de casi siete a poco menos de dos.
Japón y Corea del Sur se enfrentan a una bajísima natalidad que no garantiza el reemplazo
generacional. La esperanza de vida japonesa es la más elevada del mundo.
La economía.
La espectacular tasa de crecimiento económico de China le ha convertido en el segundo país del
mundo por el volumen de su PIB, medido en términos de paridad del poder adquisitivo. Esto sitúa
a Japón en el tercer lugar del mundo. En términos de producto por habitante las diferencias son
grandes entre Japón y Singapur, entre los más prósperos del mundo y la mayoría de los
restantes Estados, cuyo nivel de desarrollo es todavía medio. China se sitúa en cabeza de la tasa
de crecimiento económico. Singapur es uno de los países del mundo con mayor grado de libertad
económica. La tendencia general de la mayoría de los Estados es hacia la liberalización
económica, las excepciones de Myanmar y Corea del Norte.
El bienestar social.
De acuerdo con el índice de PNUD, Japón, Corea del Sur y Singapur son países con un gran
desarrollo humano, mientras que los restantes países se sitúan a un nivel medio. Una de las claves
del desarrollo ha sido el esfuerzo educativo, que se traduce en un nivel elevado de
alfabetización, excepto en los países más atrasados como Laos y Camboya. Las reformas
económicas en China han provocado una notable desigualdad en la distribución del ingreso,
mientras que tanto Japón como Corea del Sur son países bastante igualitarios. El gasto público
en salud en porcentaje del PIB es elevado en Japón, mediano en Corea del Sur, Malasia y
Tailandia y bajo en los demás países.
De acuerdo con los datos de Transparencia Internacional, Singapur es uno de los países
menos corruptos, Japón y Corea del Sur tienen un índice similar al español, China y Tailandia
tienen bastante corrupción y el resto de países son más corruptos aún. Japón tiene una de las
tasa de homicidio más bajas y en los restantes países de los que hay datos las tasas no son muy
altas, salvo Tailandia. Entre las tasas de reclusión llama la atención lo elevada que es la de
Singapur, un singular país con un sistema económico muy libre y transparente, pero cuyo sistema
político es bastante autoritario y muy duro en su derecho penal.
La política.
El contraste es muy fuerte entre países muy libres como Japón y Corea del Sur y dictaduras
como las de China o Vietnam. Indonesia puede considerarse un país libre, mientras que la mayoría
de los restantes países se sitúa en la categoría de los semilibres. Corea del Norte y Myanmar son
dos de los regimenes más autoritarios del mundo.
El desarrollo económico ha permitido a China modernizar sus Fuerzas Armadas
disminuyendo el porcentaje del PIB dedicado a gastos de defensa. Corea del Sur destina a
defensa un porcentaje del PIB más elevado debido a la amenaza que supone sus vecinos del
norte. En la mayoría de los demás países el porcentaje del gasto en defensa es bajo.
La estabilidad política.
A pesar del fuerte impacto de las dificultades económicas, los rasgos básicos de la política
japonesa (menos competitiva que la occidental) apenas se han modificado. El Partido Liberal
Democrático (PLD) se ha mantenido al frente del gobierno, excepto un breve intervalo a
mediados de los años noventa, desde 1955 y hasta su derrota electoral en 2009. El PLD ha
evitado que se formasen liderazgos duraderos, así es que los jefes de Gobierno se sucedían con
rapidez, pero rara vez producen grandes cambios de línea política, no afectando a la estabilidad
política básica.
En el verano de 1993, en plena crisis económica, el gobierno de PLD perdió la mayoría
parlamentaria y fue sustituido por un Gobierno de coalición que solo duró ocho meses y en 1994
el PLD regresó al Gobierno. Bajo el impacto de la crisis económica la oposición ha vencido en las
elecciones de 2009.
Entre los líderes japoneses de los últimos años destaca Junichiro Koizumi, jefe de
gobierno de 2001 a 2006, que se singularizó por una gran capacidad de iniciativa. Llegó al
gobierno en plena crisis bancaria y su primera tarea fue abordarla. En 2005 planteó la
privatización de la caja postal de ahorros y ante el rechazo parlamentario, planteó el tema
directamente a los ciudadanos en unas elecciones en las que obtuvo un triunfo arrollador. Koizumi
dio paso a otro jefe de Gobierno y la privatización se llevaría a cabo de manera gradual.
En política exterior, Japón ha mantenido su alianza con EE.UU. formalizada en el tratado
de seguridad suscrito por ambos países en 1960. Tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial
el sentimiento pacifista es muy fuerte en el país y la denominación oficial de sus Fuerzas
Armadas es la de fuerzas de autodefensa. Japón se siente inquieto por el programa nuclear de
Corea del Norte y también por el creciente poderío de China y mantiene muy buenas relaciones
con EE.UU., Australia e India.
La matanza de Tiananmen.
El avance hacia la economía de mercado no ha ido acompañado por una transición hacia la
democracia. A diferencia de lo ocurrido en Rusia y en Europa centro-oriental, China ha dejado de
ser una sociedad comunista pero la dictadura de partido se ha mantenido. El año crucial fue
1989, donde en Polonia, Hungria, Checoslovaquia y Alemania oriental una revolución pacífica puso
fin a décadas de dictaduras, mientras que en China eran ahogadas en sangre las aspiraciones a la
libertad.
A lo largo de los años ochenta la libertad de expresión había ganado terreno en China. El
secretario general del partido, Hu Yaobang, era criticado por su actitud tolerante, fue forzado a
dimitir en 1987, convirtiéndose en héroe para quienes aspiraban a un cambio político. El
movimiento de protesta en la plaza de Tiananmen de Pekín comenzó en abril de 1989 cuando él
murió y algunos estudiantes comenzaron a reunirse para honrar su memoria. En los días
siguientes miles de estudiantes se unieron al movimiento que no tenía un liderazgo organizado ni
unos objetivos claramente definidos, pero que aspiraba a una reforma política que acabara con la
corrupción y la arbitrariedad del partido y concediera más posibilidades de participación libre a
los ciudadanos. Su principal demanda era iniciar un diálogo con las autoridades y al no lograrlo, el
13 de mayo cientos de estudiantes iniciaron una huelga de hambre en la plaza. Las dificultades
económicas y el descontento por la corrupción llevaron a buena parte de la población a simpatizar
con la protesta. El movimiento se extendió a otras ciudades. El secretario general del PCCh Zaho
Ziyang, cuya posición aperturista quedó en minoría entre los máximos dirigentes, acudió a la
plaza para iniciar un diálogo y pidió a los estudiantes que cesaran huelga de hambre, poco
después fue desplazado de todos sus cargos y sometido a arresto domiciliario
Tras unas semanas de indecisión, Deng y los principales dirigentes, que no estaban
dispuestos a renunciar al poder del partido y veían la protesta como una amenaza para la
estabilidad del país, optaron por reprimir las protestas mediante la fuerza armada.. El 20 de
mayo declararon la ley marcial.
La entrada de tropas enviadas a Pekín para acabar con la protesta se vio frenada por la
acción de muchos ciudadanos. El ataque final se produjo el 4 de junio. La acción del ejército
acabó con toda resistencia a un coste de víctimas no establecido (varios cientos, quizás miles). A
ello siguió una oleada de detenciones y juicios y el movimiento por la libertad quedó anulado. La
dictadura del Partido Comunista no se ha visto nuevamente desafiada.
La cuestión de Taiwán.
La aspiración de recuperar la soberanía sobre Taiwán es un caso más complejo. Taiwán,
conquistada por Japón en 1895, revirtió a China finalizada la Segunda Guerra Mundial. En 1949
se convirtió en el último refugio de Chiang Kaishek y su partido Kuomintang, vencidos en la
guerra civil. Nunca se firmó un armisticio y a partir de 1949 las dos entidades se consideran le
legítima expresión del estado chino. Hasta 1971 la República de China mantuvo el escaño en las
Naciones Unidas y su puesto permanente en el Consejo de Seguridad que pasó en esa fecha a la
República Popular. Los sucesivos intentos del Gobierno de Taiwán de ser admitido en Naciones
Unidas han fracasado y su reconocimiento diplomático se ha visto reducido, aunque de manera
oficiosa mantiene relaciones con los principales Estados.
Durante casi cuarenta años Taiwán tuvo un régimen dictatorial de partido único, el
Kuomintang que pretendía la reconquista de China, aunque careciendo de los medios para
intentarlo. Los dirigentes de Pekín consideraban a Taiwán como una provincia rebelde a la que la
protección de los EE.UU. les impedía ocuparla. Taiwán experimentó a partir de los años sesenta
un importante desarrollo económico y al fallecer Chiang Kaishek en 1975, su hijo y sucesor Chian
Ching-kuo (1975) inició gradualmente la transición a la democracia. Las elecciones de 2000
impusieron a Chen Shui-bian, deteriorándose las relaciones con la República Popular al aspirar a
convertir a Taiwán en un Estado independiente y proclamando Pekín su disposición a utilizar la
fuerza para evitar la secesión de Taiwán.
Las relaciones económicas entre los dos Estados chinos son muy intensas y el triunfo del
candidato del Kuomintang en las elecciones presidenciales de 2008, dispuesto a mantener el
status quo por muy confuso que sea y favorecido por la actitud pragmática de Hu Jintao, ha dado
lugar a una notable mejora de las relaciones con Pekín.
La división de Corea.
Durante 35 años, a partir de 1910 Corea estuvo sometida a la dominación colonial japonesa. Tras
la derrota japonesa de 1945, la URSS y EE.UU. acordaron la ocupación del país, apareciendo dos
Estados, que declararon su independencia en 1948. El régimen comunista que se estableció en el
Norte bajo Kim Il-sung se opuso a la partición del país y en 1950 invadió el Sur. Tras tres años
de guerra, en el que Corea del Sur tuvo el respaldo de una coalición aprobada por Naciones
Unidas y liderado por EE.UU., mientras que la china de Mao apoyaba el Norte, se firmó un
armisticio en 1953, que consolidó la división del país. Puesto que nunca se ha firmado un tratado
de paz, ambos Estados coreanos siguen teóricamente en guerra y EEUU mantiene una fuerte
presencia militar en el Sur.
La democratización.
Park fue asesinado en 1979 por el jefe de su propio servicio secreto. Al año siguiente, un nuevo
golpe llevó al poder a otro general, Chun Doo-hwan que fue menos autoritario que Park. Aunque el
desarrollo económico mantuvo un ritmo muy satisfactorio en los años ochenta, el régimen de
Chun nunca logró una gran popularidad y en 1987 optó por hacer concesiones y el general Roh
Tae-woo fue elegido como primer presidente democrático, iniciándose su mandato.
El ingreso de Corea del Sur en la OCDE en 1996 supuso el reconocimiento internacional de
que el país se había incorporado al mundo desarrollado. Un año después, la grave crisis financiera
asiática afectó gravemente al país y puso de relieve la necesidad de impulsar las reformas
económicas que se habían iniciado desde el establecimiento de la democracia. Kim Dae-jung,
elegido presidente en 1988, tuvo que hacer frente a la crisis y puso en marcha importantes
reformas. El sector financiero se abrió a los inversores extranjeros y el sector público asumió
temporalmente el control de algunas de las mayores empresas. En 1999 la economía surcoreana
recuperó su crecimiento.
La amenaza nuclear.
En los últimos quince años Corea del Norte se ha convertido en uno de los protagonistas en la
proliferación de armas nucleares. En 1994 firmó con EE.UU. un acuerdo renunciando a la
producción de plutonio a cambio de ayuda económica, pero el complejo proceso diplomático no ha
conseguido hasta ahora la efectiva renuncia de Corea del Norte a este tipo de armas. Al
contrario, en 2006 anunció que había realizado una primera prueba nuclear.
La economía.
El PIB de India supone menos de la mitad que el de China, mientras el de Pakistán representa
menos de un tercio del de España, medidos en función de la paridad del poder adquisitivo. India
está más desarrollada que Pakistán y su economía es la que ha alcanzado una tasa de crecimiento
más elevada en los últimos quince años. Las reformas de los años noventa han a que su índice de
libertad económica sea el más elevado de Asia meridional.
El bienestar social.
De acuerdo con el índice de desarrollo humano que elabora el PNUD, todos los países de Asia
meridional se sitúan en un nivel medio con diferencias significativas entre ellos. India se coloca
por delante de Pakistán y Bangladesh, mientras que Sri Lanka destaca como el más desarrollado.
El índice de desigualdad económica se sitúa a nivel medio. En el terreno educativo, India tiene
buenas instituciones de educación superior pero ha descuidado la educación primaria,
traduciéndose en un bajo nivel de alfabetización y la situación es peor en Pakistán y Bangladesh,
mientras que en Sri Lanka es más satisfactoria. El escaso porcentaje del gasto público que se
destina a sanidad prueba lo alejados que están del desarrollo de un Estado de bienestar, aunque
existen diferencias que sitúan a Sri Lanka en un extremo y Pakistán en el otro. La corrupción es
muy elevada en India y todavía más en Pakistán y Bangladesh como muestra el índice de
transparencia. La tasa de homicidios es bastante más elevada que en España, mientras que la
reducida tasa de reclusión parece deberse más a los escasos recursos del Estado que a un bajo
nivel de delincuencia.
La política.
India ha mantenido sus instituciones democráticas desde la independencia y puede considerarse
un país libre aunque no alcance los niveles de libertad propios de los países más desarrollados.
Pakistán ha pasado por repetidas experiencias autoritarias restableciéndose la democracia en
2008. Los demás países de la zona deben considerarse como semilibres. El enfrentamiento entre
India y Pakistán es el motivo de unos gastos en defensa elevados respecto al PIB. En los años
recientes, la violencia política ha afectado con distinta intensidad a los diversos Estados. Sri
Lanka ha padecido durante las tres últimas décadas una insurrección protagonizada por los
Tigres Tamiles, fundado en 1976 tiene su base de apoyo en la comunidad étnica tamil de religión
hinduista que se sitúa en el noreste del país. A partir de 2008 el Gobierno lanzó una ofensiva
militar que ha concluido con la derrota completa de los insurgentes en 2009. En Nepal parece
haberse consolidado el acuerdo de paz de 2006 que puso fin a la insurrección iniciada diez años
antes por el Partido Comunista de Nepal. Este partido fue el más votado en las elecciones de
2008 y su líder pasó a encabezar un Gobierno de coalición. India se ha visto afectada por
diferentes tipos de conflictos; una insurrección separatista en Cachemira, varias al noreste del
país, una insurrección rural maoísta en Estados del este y la acción del terrorismo yihadí; es el
principal componente de la violencia que ha afectado a Pakistán.
A efectos comparativos, de las cifras de muertes en conflictos armados o terrorismo en
2008 se puede observar la intensidad alcanzada por el conflicto en Sri Lanka y la gravedad de la
situación en Pakistan. Los conflictos indios son relativamente de menor intensidad.
Insurrecciones y terrorismo.
La democracia india ha sido capaz de ofrecer vías de participación política a las múltiples
tendencias que han surgido en un país tan grande y con tanta diversidad religiosa, lingüística y
étnica, pero ello no ha impedido que se desarrollen focos de conflicto armado. El caso más grave
ha sido el de Cachemira. El Estado de Jammu y Kashmir, de población mayoritariamente
musulmana, estaba regido en 1947 cuando concluyó el dominio británico por un maharajá
hinduista que inicialmente quiso optar por la independencia, pero que tras desencadenarse una
insurrección apoyada por Pakistán, decidió la incorporación de su Estado a la India. Ése fue el
origen de la primera guerra indo-pakistaní, que concluyó con un alto el fuego en 1949. Desde
entonces, la línea de control del alto el fuego se ha convertido en la frontera de hecho entre
ambos países. India ha mantenido su dominio sobre la mayor parte de dicho territorio, que
representa el único Estado de mayoría musulmana de su federación, y es favorable al
mantenimiento de la situación actual, mientras que Pakistán preconiza un referéndum. Esta
cuestión constituye el principal obstáculo para la normalización de relaciones entre ambos países.
A finales de los ochenta se desencadenó de nuevo la violencia con la aparición de grupos
insurgentes que han gozado de apoyo pakistaní y que han recurrido a medios terroristas de
influencia yihadí. India ha respondido con el envío de tropas y con medidas represivas que han
implicado frecuentes violaciones de los derechos humanos. La intensidad del conflicto se ha
reducido desde el comienzo del siglo XXI.
La segunda región más conflictiva es el noreste, una triangulo delimitada por China,
Birmania y Bangladesh, que representa una gran diversidad étnica y se halla integrado por siete
Estados donde han surgido numerosos grupos rebeldes de base étnica, opuestos al dominio indio
y a la llegada de inmigrantes de BNGDesh y otros estados indios. El Gobierno de Delhi ha
respondido con medidas represivas y con diversos acuerdos de paz, pero algunas áreas la vida
cotidiana está controlada por los insurgentes.
La extrema izquierda maoísta mantiene una insurrección en un cinturón de áreas rurales
deprimidas de la mitad este del país, desde Bihar (norte) hasta Andra Pradesh (sur).
Junto a estos conflictos localizados en ámbitos geográficos concretos, hay que mencionar
la oleada de atentados yihadíes que en los últimos años ha afectado a diversas ciudades indias.
Civiles y militares.
El diseño básico de las instituciones políticas de Pakistán responde a la influencia británica, pero
la hegemonía civil no se ha consolidado. En parte por la larga rivalidad con el poderoso vecino
indio, Las Fuerzas Armadas han desempeñado un papel decisivo en su historia que durante
muchos años ha estado bajo gobierno militar. La Constitución en 1973, adoptada tras la
separación de Bangladesh, ha sido enmendada varias veces al dictado de los sucesivos
gobernantes.
La pauta de la política ha sido la de la alternancia entre Gobiernos militares y etapas
democráticas caracterizadas por la inestabilidad. Buena parte de la historia del país se resume
en el Gobierno de cuatro generales, Ayub Khan de 1958 a 1969, Yahya Khan de 1969 a 1971, Zia-
ul-Hak de 1977 a 1988 y Musharraf de 1999 a 2008. En los primeros años setenta, en cambio,
gobernó un político civil de fuerte personalidad y orientación populista, Zulfikar Ali Bhutto,
derrocado en 1977 por el general Zia-ul-Hak, fue condenado por su supuesta implicación en el
asesinato de un oponente político y ejecutado.
Ali Bhutto había adoptado medidas favorables a la islamización de las costumbres pero
Zia-ul-Hak fue mucho más lejos, estableciendo una comisión encargada de velar porque toda la
legislación se ajustara a la saría (ley islámica tradicional). Zia-ul-Hak murió en un accidente de
aviación en 1988. Su mandato coincidió con una etapa de crecimiento económico, aunque el nivel
de desarrollo alcanzado seguía siendo bajo.
La década de los 90: Benazir Bhutto y Nawaz Sharif.
La muerte de Zia en 1988, condujo a una rápida restauración del gobierno civil y durante una
década se alternaron en el Gobierno los líderes de los dos principales partidos del país, el
Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), relativamente secular y encabezado por Benazir Bhutto, la
primera mujer que ha gobernado un país musulmán, y la Liga Musulmana de Pakistán (LMP),
encabezada por Nawaz Sharif. Las relaciones entre ambos partidos fueron bastante
turbulentas.
Bhutto realizó sus estudios universitarios en Occidente. Tras la ejecución de su padre
hubo de exiliarse, pero heredó la dirección del PPP. Su triunfo en las elecciones de 1988 le
permitió convertirse en jefa del Gobierno. Su primera etapa de gobierno fue breve siendo
destituida por el presidente en 1990.
Tras las elecciones de 1990, formó Gobierno Nawaz Sharif, de la Liga Musulmana de
Pakistán, quien chocó con el presidente, Ghulam Isaac Khan, que trató de destituirle y disolver el
Parlamento en 1993. El Tribunal Supremo desautorizó al Presidente y la crisis institucional
concluyó con la dimisión de ambos y la celebración de nuevas elecciones, en las que el PPP triunfó
sobre la LMP.
El segundo mandato de Benazir Bhutto estuvo de nuevo marcado por las acusaciones de
corrupción y concluyó en 1996 con su destitución por el nuevo presidente, Farooq Leghari. Las
elecciones de 1997 dieron la victoria a la LMP, permitiendo a Sharif contar con una mayoría
parlamentaria suficiente para iniciar reformas constitucionales, que limitaron los poderes del
Presidente y reforzaron la influencia de la saría. La tensión con India se incrementó y el
enfrentamiento armado que se produjo en Cachemira condujo a que el general Pervez Musharraf,
jefe del Ejército le derrocara en 1999 en un golpe incruento.
La radicalización islamista.
El auge de los grupos islamistas radicales se ha manifestado también con fuerza en Pakistán. A
ello han contribuido los conflictos en Cachemira y Afganistán donde luchan numerosos
voluntarios pakistaníes.
Los diversos partidos de orientación islamista nunca han alcanzado resultados electorales
significativos, pero tienen una notable influencia social a través de las mezquitas y de las
madrasas. Lo más grave ha sido la aparición de grupos terroristas, a menudo ligados a
organizaciones legales. Se sospecha que los servicios de inteligencia militar han promovido
algunos de estos grupos. El terrorismo de inspiración yihadí también ha causado víctimas
pakistaníes entre la minoría chií y los adversarios políticos del islamismo.
El grupo más conocido es Lashkar-e Taiba, (ejército de los puros), cuyo origen está en un
centro de predicación que promovió una red de escuelas extendida por todo el país, en la que los
alumnos se forman en la convicción de que la yihad, o guerra santa, es indispensable para
defender al Islam de sus enemigos. Fue el grupo más activo en enviar voluntarios a Cachemira y
ha adoptado la táctica de los atentados suicidas. Fue prohibido legalmente en 2002 pero ha
seguido operando.
El Gobierno de Musharraf.
El general Pervez Musharraf llegó al gobierno tras el golpe de Estado de 1999 que derribó al
Gobierno de Nawaz Sharif. Para consolidar su posición promovió una reforma constitucional y
creó un partido político a su medida, la Liga Musulmana de Pakistán (Q) que en 2002 venció en las
elecciones al PPP. Sharif y Bhutto se vieron obligados al exilio.
Tras los atentados del 11-S, plantearon un grave dilema a Pakistan, que había apoyado al
régimen de los talibanes, pero se vio obligado a cambiar de posición cuando éstos se negaron a
entregar a Bin Laden. Musharraf se convirtió en un aliado de los EE.UU. en la “guerra contra el
terror” lo que ledió respeto internacional, aunque irritó a los islamistas pakistaníes. Tras la caída
de los talibanes, Pakistán se convirtió en refugio para muchos militantes islamistas (incluidos
líderes Al Qaeda) y las áreas tribales de la provincia del noroeste se convirtieron en un foco de
conflicto (zona poco controlada por el Gobierno, y de mayoría pashtunes, etnia que había apoyado
a los talibanes). La intervención del ejército ha permitido la detención de bastantes miembros de
Al Qaeda. Musharraf ha sido objeto de varios intentos de asesinato por parte de militantes
yihadíes.
Musharraf ha frenado la islamización iniciada por Zia-ul-Hak, aunque ha buscado en
ciertos momentos el apoyo de una coalición de partidos islamistas.
La economía pakistaní, se ha recuperado durante su mandato, alcanzándose elevadas tasas
de crecimiento, pero un tercio de la población vive en la pobreza .La ayuda económica de EE.UU.
ha sido importante, pero la nueva etapa de crecimiento se debe sobre todo a la adecuada política
económica que el Gobierno ha seguido. La inversión extranjera ha aumentado, aunque la violencia
yihadí frena su incremento. El sistema educativo sigue siendo lamentable y la tasa de
analfabetismo es muy alta.
En 2007 Musharraf entró en conflicto con el Tribunal Supremo y destituyó a su
Presidente, provocando una campaña de protestas. Finalmente, autorizó el retorno de los líderes
exiliados Benazir Bhutto y Nawaz Sharif. Bhutto fue asesinada al poco de su regreso en un
atentado atribuido a los militantes yihadíes. La dirección del PPP fue asumida por su viudo Asif
Ali Zardari.
Tras las elecciones de 2008, en las que el PPP fue el partido más votado, formó un
Gobierno de coalición con la LMP(N) dirigido por Nawaz Sharif. El acuerdo ha sido de muy breve
duración y ambos partidos se encuentran en permanente disputa. Lograron sin embargo un
acuerdo para forzar la dimisión de Musharraf como presidente y Zardari fue elegido presidente,
lo que parece indicar un propósito de mantener un sistema presidencialista.
A comienzos de 2009 la economía se había visto gravemente afectada por la crisis
internacional, las encuestas revelan la impopularidad del presidente y la violencia de los yihadíes
amenaza la convivencia. Sin embargo, se ha iniciado la recuperación económica y dos ofensivas
militares han debilitado a los grupos talibanes que además sufren ataques selectivos por parte
de EE.UU.
La economía.
A pesar de la riqueza petrolífera de algunos de ellos, ninguno de estos países se ha convertido en
una potencia económica importante. Por el volumen total de su producción destaca Turquía, pero
su PIB, sólo representa un tercio del español, según la tasa de cambio de sus respectivas
monedas, o poco más de la mitad si lo calculamos de acuerdo con la paridad de poder adquisitivo.
Su PIB por habitante muestra que sólo Israel puede considerarse un país muy desarrollado.
Particularmente pobre es Yemen. El desempeño económico de los últimos años no ha sido
satisfactorio, ya que las tasas de crecimiento del PIB por habitante resultan bajas para unos
países de desarrollo medio y no garantizan un progreso significativo. El índice de libertad
económica se sitúa en general a niveles medios, inferiores en todo caso a los españoles. Israel
tiene la economía más libre y Argelia la menos libre.
El bienestar social.
De acuerdo con el índice elaborado por el Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo, todos
estos países, salvo Israel y Arabia Saudí, tienen un nivel de desarrollo humano medio, aunque
Turquía se acerca al grupo de desarrollo alto y Yemen se sitúa en el límite entre los países de
desarrollo medio y los de desarrollo bajo. La desigualdad social es en general mayor que la
española. El atraso es muy acusado en el campo de educación. Al margen de Israel, Turquía es el
país con una tasa de alfabetización más alta. El nivel de corrupción es muy elevado y de nuevo en
este campo destacan positivamente los casos de Israel y Turquía. Las tasas de homicidio revelan
unos niveles de violencia interpersonal más elevada que en España. Las tasas de reclusión se
sitúan en un nivel medio.
La política.
La falta de libertad política caracteriza a casi todos los países de la región. Israel puede ser
considerado un país plenamente libre, si nos referimos a la situación del territorio israelí
propiamente dicho. Turquía es un país sólo parcialmente libre, experimentando en los últimos
años un gran avance hacia la libertad. Los otros países son muy autoritarios y en ellos no avanza
la libertad. El gasto en defensa es en general muy alto, debido al carácter conflictivo de la
región.
La economía.
El África subsahariana tiene un peso mínimo en la economía mundial. Al margen de algunas
exportaciones importantes, sobre todo petróleo y minerales, el continente ha quedado casi por
completo al margen de la globalización. La gran potencia económica subsahariana es Sudáfrica,
pero su PIB, medido según el tipo cambio de su moneda, representa poco más de una quinta parte
del español. A partir de los años ochenta, las instituciones económicas promovieron la adopción
de políticas de ajuste del gasto público y de liberalización económica, lo que ha llevado a que el
índice de libertad económica se sitúe hoy a niveles medios o incluso altos. Las medidas de
liberalización no han impulsado sin embargo un despegue económico y en algunos países se
hicieron impopulares debido a la reducción del gasto público que implicaban. Por otro parte, el
peso de una burocracia corrupta e ineficaz sigue frenando la iniciativa empresarial.
Países como Mozambique o Sudán han tenido en los últimos años unas tasas de
crecimiento del PIB por habitante relativamente elevadas, pero otros se han estancado, como
ha sido el caso de Kenia, o incluso han retrocedido, como ha ocurrido con Congo, afectado por
gravísimos conflictos.
Entre las tendencias más importantes de la economía africana a comienzos del siglo XXI
hay que destacar el auge de la producción de petróleo y la penetración china. Algunos países
como Sudán, Nigeria y Angola ya eran importantes productores y exportadores de petróleo, pero
últimamente se han encontrado nuevos yacimientos, sobre todo en perforaciones submarinas en
las costas del golfo de Guinea. En la actualidad el principal productor subsahariano sigue siendo
Nigeria, seguida de Sudán, Angola y de Guinea Ecuatorial, cuya industria petrolera acaba de
despegar. Las exportaciones subsaharianas se han visto favorecidas por la calidad de sus crudos,
por el alza de precios que se produjo a comienzos del sigo XXI y por el desarrollo de China como
destacada importadora. Sin embargo, no se debe exagerar el potencial petrolífero de África
subsahariana.
Los principales socios comerciales de África, siguen siendo los países occidentales, sobre
todo las antiguas metrópolis coloniales, pero la gran novedad es el creciente papel de China que
ha encontrado en África una fuente de aprovisionamiento de productos energéticos y materias
primas, y un mercado para sus productos de consumo a bajo precio. Las inversiones chinas se
están incrementando y Pekín no condiciona su cooperación económica a las medidas contra la
corrupción o a favor de los derechos humanos que requieren los occidentales. Pero en conjunto,
el volumen de la inversión extranjera en África es muy reducido.
El bienestar social.
El índice de desarrollo humano del PNUD sitúa a los países subsaharianos en los últimos lugares.
Según los datos correspondientes a 2005, los 22 países clasificados como de desarrollo humano
bajo eran todos ellos subsaharianos. Cerca de la mitad de los africanos quedan por debajo del
nivel de pobreza absoluta. Los problemas de desnutrición infantil y la falta de un sistema
educativo apropiado comprometen el futuro de millones de niños. La desigualdad de ingresos es
bastante elevada y especialmente significativa en el país más próspero de la región, Sudáfrica,
en donde se manifiestan todavía los efectos de largos años de segregación racial.
El gasto público en salud representa un porcentaje pequeño respecto a un PIB que a su
vez es muy bajo, lo que se traduce en una insuficiencia de recursos para hacer frente a los
problemas sanitarios de un continente muy afectado por las epidemias. El atraso educativo se
refleja en bajas tasas de alfabetización. Las dotaciones para la escuela primaria no han seguido
el ritmo del crecimiento demográfico, así es que hay un porcentaje significativo de niños que no
están escolarizados. A menudo los profesores están mal formados y poco motivados. Muy pocos
estudiantes concluyen los estudios de secundaria, mientras que la enseñanza universitaria
presenta una baja calidad.
La corrupción es un problema grave en el África subsahariana, lo mismo que en otros
países poco desarrollados. La gran corrupción es protagonizada por los dirigentes políticos, que
cobran cuantiosas comisiones para la firma de contratos con compañías extranjeras y en
ocasiones derivan hacia sus cuentas bancarias parte de la ayuda exterior recibida. La falta de
transparencia en la gestión del gasto público facilita la corrupción y ésta se ve también
favorecida por las extensas redes clientelares en las que se apoya el poder político.
Aunque la documentación estadística de que se dispone sobre el tema es escasa, hay
indicios de que en los últimos años el nivel de delincuencia ha aumentado. La tasa de homicidios
de Sudáfrica, es una de las más elevadas del mundo. El rápido crecimiento de ciudades enormes,
la escasez y corrupción de las fuerzas policiales, la abundancia y la baratura de las armas de
fuego, potenciada por los conflictos, y la ineficacia de una justicia mal dotada son otros tantos
factores que contribuyen el auge de la criminalidad.
La política.
La mayoría de los Estados africanos se convirtieron tras la independencia en regímenes de
partido único o dictaduras militares, que ignoraban los derechos humanos, perseguían a la
oposición e impedían la alternancia política. En el contexto de la Guerra Fría, las potencias
extranjeras los apoyaron en función de sus intereses estratégicos. El recurso a la fuerza se
convirtió en el principal medio de acceder al poder y de mantenerse en él.
La oleada democratizadora que acompañó el final de la Guerra Fría se hizo notar también
en África. El cambio más espectacular se produjo en Sudáfrica, donde una transición negociada
hizo posible el paso de un régimen de brutal segregación racial a una democracia multiétnica.
Nelson Mandela, héroe de la lucha contra la segregación, fue puesto en libertad en 1990 y cuatro
años después ganó las primeras elecciones basadas en un sufragio universal sin discriminación. En
varios países, los Gobiernos, desacreditados por los malos resultados económicos de la década
anterior y presionadas por protestas en la calle, aceptaron negociar la transición mediante
conferencias representativas de los distintos sectores de la sociedad. En pocos años, la mayoría
de los países subsaharianos habían adoptado, al menos parcialmente, los principios democráticos.
Los medios de comunicación son más libres, la sociedad civil tiene más posibilidades de
organizarse, se celebran elecciones multipartidistas y el Parlamento tiene un mayor papel. Sin
embargo, el autoritarismo y el clientelismo siguen arraigados en la cultura política y pocos países
africanos pueden considerarse democracias plenas. La consolidación de la democracia en
Sudáfrica tras décadas de segregación racial ha sido una de las sorpresas más positivas de los
últimos años.
Sudáfrica es también, la principal potencia militar subsahariana. Los demás países tienen
un presupuesto militar reducido en términos absolutos, aunque en algunos casos es elevado en
relación al PIB. Durante los últimos años la tendencia en varios países ha sido la reducción del
gasto militar, lo que a su vez refleja una tendencia a la disminución de los conflictos armados. La
principal misión de los ejércitos africanos desde la independencia no ha sido la defensa de las
fronteras exteriores de sus países, porque afortunadamente ha habido relativamente pocas
guerras internacionales, sino la participación en los conflictos internos. Los Gobiernos se han
apoyado en las Fuerzas Armadas para mantenerse en el poder y en ocasiones han sido derribados
por un golpe militar.