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Esto podría parecer una cuestión sin relevancia para la cotidianidad política de América
Latina, e incluso un tópico reservado solamente a los ámbitos académicos. Lo que
ocurre es que esa no relevancia y esa reserva, que ha acarreado un permanente
desencuentro entre la actividad reflexiva y la cotidianidad común, sufren una profunda
conmoción en la crítica de la economía política de Marx y en el pensar según la historia
del ser de Heidegger, pues lo que ellos buscan es retrotraerse, remitirse en términos
epocales a lo históricamente esencial para fundar una historia diferente.
Esto podría ser el motivo de eso que Jacques Derrida reconoció como decisivo e
impensado a un tiempo. Hablando acerca de Althusser –que decía que Heidegger era el
pensador más grande e ineludible del siglo XX- Derrida señala que aún no se ha
meditado suficientemente y quizá ni siquiera asumido seriamente que una cierta
configuración e incluso una fascinación y repulsión recíproca entre el heideggerianismo
y el marxismo es uno de los fenómenos más significativos del siglo.
El que eso del “reinar heideggeriano del pensar” permaneciera secreto, como decía
Hannah Arendt, o el que suene a mero dogmatismo eso de que el marxismo es La
filosofía de nuestro tiempo, como decía Sartre, muestra al ámbito del discurso como
reinado por poderes que no se quieren reconocer ni confrontar, no tanto porque no se
comparta su posición sino porque el pensar de la época no ha sido llevado a la
comprensión radical de sí en términos históricos. Dicha comprensión se llevó a cabo en
los intentos de confrontación con nuestra época que hicieron Heidegger y Marx.
Como ejemplo de la crucial aunque silenciada presencia de Heidegger tenemos algo que
Derrida señala en Psyché, cuando remarca que Heidegger, durante un cuarto de siglo en
Francia, no fué nombrado en ninguno de los libros de aquellos que lo reconocían como
un referente central, como eran Deleuze, Foucault o Althusser.
Tal vez por eso tampoco los revolucionarios han tenido claridad a la hora de enfrentar al
capitalismo, no pudiendo romper con la eterna reinstauración del capital mundial por no
saber reconocer al valor de uso en su verdad historica.