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JANKÉLÉVITCH
LA TONALIDAD DE LA MUERTE:
MEDITACIÓN Y PROTESTA EN
JANKÉLÉVITCH
ISBN: 9771473968012
Tabla de contenido
Introducción ..................................................................................................................................... 6
Introducción
E
n el siglo xx, y lo que va del xxi, la τέχνη ha tomado un
altísimo valor en la vida del hombre. Las ciencias mé-
dicas, la ingeniería biomédica y la creciente industria
alrededor de la muerte han denostado el valor ético de la muerte
y del sujeto que ha muerto. Para la inmensa mayoría de nosotros,
la muerte es un asunto del que se debe hacer cargo el sistema de
salud y su aparato burocrático; el muerto es un riesgo para la sa-
lud pública y un negocio en el que la manipulación del cadáver,
el transporte, el ataúd y el funeral generan importantes réditos
económicos y profundos malestares sociales. Asimismo, la indus-
tria farmacéutica invierte millones de dólares en la consecución
de moléculas que, supuestamente, permitirían prolongar el esta-
dio terminal del moribundo y en la atenuación de los estigmas
del envejecimiento. Gracias a la τέχνη se han logrado desarrollar
equipos que pueden mantener a un sujeto en estado vegetativo,
durante varios años, en una unidad de cuidados intensivos, pese a
que su condición sea una irreversible muerte cerebral. En medio
de estos adelantos técnicos la ciencia médica se ha convencido de
su gran control sobre la vida y la muerte. Por ejemplo, al «abordar
la clonación y la ingeniería genética, que ponen en cuestión la de-
finición que el hombre tiene de sí mismo y de su identidad […]»
Introducción 7
1 Se trata de una comedia negra francesa estrenada en 2015 dirigida por Jaco van
Dormael. En la trama, Dios vive en La Tierra y fija unas reglas que parecen no
tener ningún sentido.
Introducción 11
Capítulo 1
Un camino hacia
la desmedicalización de la muerte
E
n la actualidad la muerte se ha tornado en un asunto
esencialmente médico y en el siglo pasado las asambleas
académicas presentaban permanentes discusiones para
definir científicamente la muerte. Posterior a esto, los exámenes
paraclínicos dejaron de ser el único insumo en ser considerado
para determinar este fenómeno, y la jurisprudencia llegó al escena-
rio global para tomar partido. En el presente capítulo, se muestra
cómo ha sucedido este hecho. La muerte ha sido pensada desde los
albores de la historia humana y es imprescindible tener presente
que su estudio va mucho más allá de la ciencia y la religión; es más,
se trata de un asunto de la filosofía. Por ejemplo, Vladimir Jankélé-
vitch busca un camino para desmedicalizarla. Para enmarcar cómo
el pensador francés asume lo que denomina como el fenómeno
metaempírico por excelencia, queremos, a continuación, ofrecer
algunos apartes biográficos relevantes sobre nuestro autor. Antes
de sumergirnos en su magnífica obra, La muerte, es menester tran-
sitar por La aventura, el aburrimiento y lo serio.
20 Se destacan entre sus trabajos de música sus estudios sobre Fauré (1938), Ravel
(1939), La Rapsodia (1955), La música y lo inefable (1961), La vida y la muerte en
la música de Debussy (1968), Liszt y la rapsodia: ensayo sobre la virtuosidad (1979),
La presencia lejana. Albéniz, Séverac, Mompou (1983).
30 Un camino hacia la desmedicalización de la muerte
años (Pérez, 1991: 22). Por otro lado, Paul Gauguin decidió alejarse
de la capital mundial de la soledad, no quería terminar su vida en Pa-
rís, y decidió irse a vivir a las Islas Marquesas en una vivienda austera
junto a su mujer nativa. La tuberculosis le aseguró la experiencia del
instante mortal; vivió la destinée de su aventura. Sin duda, este es un
caso opuesto al de la gran mayoría de artistas que encuentran goce
en el ringorrango parisino por donde transita lo más destacado del
homo faber.27 Publicar para las editoriales, premios, reconocimientos
en revistas y «desempeñar su papel en la república de las marionetas
forma parte del destino de un poeta» (Jankélévitch, 1989: 37). Sin
embargo, lo experimentado por estos artistas, Rimbaud y Gauguin,
no era parte de su destino, pero sí de su destinée.
29Se trata de una forma de ejecución en la que se marca la separación entre las
notas mediante un silencio (Grabbner, 2001: 32).
42 Un camino hacia la desmedicalización de la muerte
30«Pues es la sabiduría una de las cosas más bellas y el Amor es amor respecto de
lo bello, de suerte que es necesario que el Amor sea filósofo, y, por ser filósofo,
algo intermedio entre el sabio y el ignorante» (Banquete, 204b).
31 «-¿Por tanto, eso es lo que se llama muerte, la separación y liberación del
alma del cuerpo? –Completamente dijo él.–Y en liberarla, como decimos, se
esfuerzan continuamente y, ante todo, los filósofos de verdad, y ese empeño es
característico de los filósofos, la liberación y la separación del alma del cuerpo.
¿O no?» (Fedón, 67d).
44 La muerte como un fenómeno metaempírico
Capítulo 2
La muerte como
un fenómeno metaempírico
L
uego de haber iniciado nuestra comprensión de la muerte
como un asunto serio de estudio por parte de la filosofía,
es ahora momento de concentrar nuestra investigación
en la gran obra de Jankélévitch, La muerte. Este texto fue publicado
en 1966, año en el que Lyndon B. Johnson, determina que los sol-
dados estadounidenses deben permanecer en Vietnam del Sur hasta
que concluya la denominada agresión comunista, reforzando así la
industria bélica al servicio de la muerte. En este tiempo había trans-
currido la primera mitad de un siglo con abundantes reflexiones
sobre este asunto, nutridas generosamente por dos guerras mun-
diales y por el nacimiento de la palabra genocidio. Comenzando
el siglo XX se sitúan los versos de Rilke contenidos en el tercer
Stunden-Buch, que lleva el título de El libro de la pobreza y de la
muerte (1904); no podemos tampoco dejar de lado el artículo de
Freud titulado «Consideraciones intempestivas sobre la guerra y la
muerte» (1915) y su famoso Más allá del principio del placer (1920).
El pensador vienes señala cómo la guerra hace surgir en los hombres
un trasfondo pulsional arcaico de naturaleza inconsciente, con una
meta claramente definida: la muerte (Lisciani, 2011: 333). Adi-
cionalmente, en 1927, Heidegger publicó Ser y tiempo fijando un
nuevo horizonte existencial al asumir la muerte como la posibilidad
presente en todas las posibilidades del hombre, como lo habíamos
descrito anteriormente en el capítulo anterior de este trabajo.
La muerte como un fenómeno metaempírico 45
33 «La esquela, enmarcada en negro, decía así: Prascovia Fiorovna Golovina, con
profundo dolor, da cuenta a sus allegados y amigos del fallecimiento de su amado
esposo Ivan Ilich Golovín, miembro de la Cámara Judicial, sobrevenido el 4 de
febrero de 1882. El sepelio será el viernes a la una de la tarde» (Tolstoi, 2003: 9).
La muerte como un fenómeno metaempírico 47
¿Qué escena se teje entre estas dos obras musicales? Sin duda,
estamos ante la percepción de un suceso macabro; a él no pode-
mos darle la espalda, y nuestra actitud no puede ser otra que dila-
tar su inevitable advenimiento o precipitarnos en él. No podemos
dejar de pensar en la muerte, pero no podemos realmente pensar
en ella. ¿Podemos seguir el camino de una filosofía apofática o
La muerte como un fenómeno metaempírico 59
2.4 El órgano-obstáculo
Por tanto, vemos cómo los límites permiten que algo sea, cuan-
do simultáneamente niegan la posibilidad de ser en cualquier mo-
mento y en cualquier lugar; en caso opuesto, la falta de límites, en
vez de implicar omnipresencia y eternidad, lo que señala es la pura
inexistencia, de forma que podríamos decir que aquello que no
está limitado en el tiempo y en el espacio, simplemente no es. Así
pues, la limitación es, entonces, el costo que se debe asumir por la
existencia; es imposible ser al mismo tiempo algo y todo, ni ser, a
la vez, ahora y en todo momento. En este orden, una existencia
sin límites no puede ser una existencia, igualmente, ser todo y ser
siempre es sinónimo de no ser. El límite le otorga forma al ser y
previene que se termine diluyendo en la indeterminación absoluta
de lo carente de límite, que es pura nada. Todo lo que es tiene,
entonces, límite.
46 Este estilo pictórico no es más que una aplicación radical del claroscuro en la cual,
exclusivamente, las figuras centrales se destacan con iluminación en medio de un fondo
generalmente oscuro (Fatás, 1990: 62).
76 La muerte como un fenómeno metaempírico
Capítulo 3
Arrugas y parpadeo:
un fenómeno y un misterio
E
s conocido que la medicina y la industria farmacéutica
han decidido sumar esfuerzos en el estudio del enveje-
cimiento entendido como un fenómeno susceptible de
ser controlado. Por ejemplo, la ingeniería genética ha logrado de-
tectar algunos genes relacionados con el aumento de la velocidad
del deterioro sistémico, y en la actualidad se puede diagnosticar
con técnicas moleculares la presencia de la progeria52, pero aún se
hace imposible detener su curso. La aceleración hacia la muerte de
estos pacientes es imparable. Adicionalmente, el bisturí y la indus-
tria cosmética estiran, cortan, maquillan y paralizan músculos con
el objeto central de atenuar la objetivación del envejecimiento.
Jankélévitch aborda este fenómeno en una meditación metafísica
e incluso oracular que dista de las aproximaciones de la indus-
tria. El pensador francés consigue ver el envejecimiento como un
problema realmente filosófico. En este capítulo nos enfocaremos
en el problema del envejecimiento y en el profundo misterio que
representa el instante mortal.
53 Cuando los vientos alisios son fuertes desde el Occidente, las temperaturas
ecuatoriales se enfrían y comienza la fase fría o La Niña, periodo que en Colom-
bia se manifiesta con alta pluviosidad. Cuando la intensidad de los alisios dismi-
nuye, las temperaturas superficiales del mar ascienden aumentan y comienza la
fase cálida, El Niño. Cualquiera de las dos fases climáticas se expande y persiste
sobre las regiones tropicales por varios meses y generan variaciones evidentes en
las temperaturas globales y especialmente en los regímenes de lluvias a escala
global (Pabón, 2006: 86).
92 Arrugas y parpadeo: un fenómeno y un misterio
Abrir el ojo para saber, cerrar el ojo, o al menos, escuchar para sa-
ber aprender y para aprender a saber; este es un primer esbozo del
animal racional. Si la Universidad es una institución de ciencia y
enseñanza: ¿debe, y según qué ritmo, ir más allá de la memoria y
la mirada? ¿Debe acompasadamente, y según qué compás, cerrar
la vista o limitar la perspectiva para oír mejor y para aprender
mejor? Obturar la vista para aprender, esta no es, por supuesto,
más que una forma de hablar figurada (1997: 3).
58 Aristóteles precisa este caso aporético de la siguiente manera: «[…] pues to-
cando la cítara se hacen tanto los buenos como los malos citaristas […]» (Ética
a Nicómaco 1103b 251-252).
122 Arrugas y parpadeo: un fenómeno y un misterio
Ahora bien, ese άπαξ del instante, ese latido único, si bien son
primúltimos han ocurrido y volverán a ocurrir, desde otros puntos
de vista, muchas veces. La semelfacticidad no excluye la reitera-
ción; vuelve a aparecer la anfibología del devenir en tanto que
es, al mismo tiempo, algo que nunca ha sucedido y que ya ha
sucedido y sucederá, «la unicidad y la trivialidad son dos puntos
de vista sobre un mismo tiempo irreversible» (Jankélévtich, 2009:
290). En este sentido, el intervalo de la continuación es un seguro
emocional para el hombre; la zona intermedia en la cual las veces
son comparativas, es un refugio, frente a los extremos que se ca-
racteriza fundamentalmente por el superlativo, pues la totalidad
es más que sus partes y que la suma de ellas. En efecto, atreverse,
osar, aventurarse, son verbos que se refieren a la primera y a la úl-
tima vez, pues siempre aquí hay un comienzo y un final; por esta
razón, podemos decir:
extremis, nos dice Buenas noches y nos deja con las manos vacías»
(Jankélévitch, 2009: 338) pues no nos revela acerca del secreto de
la muerte. Esta espera siempre decepcionada encuentra su razón
de ser en la confusión del secreto con el misterio. El secreto se
encuentra escondido, en algún lugar y puede finalmente ser loca-
lizado, mientras que el misterio no es algo oculto en ningún lugar,
sino que por definición es algo que no puede ser comprendido
ni explicado, aunque se encuentre a la «vista» de todos. Así, en el
caso particular del instante mortal, poco importa qué tan lejos o
qué tan cerca se esté de él, pues el misterio de la muerte no solo es
incomprensible, sino que en él «[…] no hay efectivamente nada
que saber» (2009: 340).
[…] el último suspiro del moribundo por mucho que sea la úl-
tima señal de vida del vivo, para un tercero no es más que un
mensaje perfectamente vacío; y en cuanto a nosotros, por mucho
que analicemos incansablemente el recuerdo de ese estertor, que
profundicemos interminablemente en esa señal sin profundidad,
no encontraremos nada más que lo que es: un suspiro como
tantos otros, un suspiro más; el hecho de que ya no haya otros
suspiros después de él no le confiere ninguna tonalidad especial
(Jankélévitch, 2009: 337).
Capítulo 4
Escatología y protesta
N
os introducimos, a partir de este momento, en la
tercera parte de la obra La muerte. Particularmente,
este espacio de meditación es el más breve de todo
el texto. La muerte más allá de la muerte fija nuestra atención en
el porvenir escatológico, en la absurdidad de la supervivencia y
de la nihilización, y culmina con una reflexión que nos muestra
la quoddidad como imperecedera. Los capítulos anteriores nos
han llevado, pausadamente, hasta este momento: al más allá de la
muerte, a la nada, a la ausencia absoluta del ser, a la culminación
total de la existencia.
cuenta que los castigos del más allá, que usualmente son descritos
como eternos, sin la nihilización implicarían una forma de super-
vivencia. De igual manera la nihilización sin la eternidad sería tan
nimia como una suspensión de la corriente. Cuando se suman el
miedo y la angustia el hombre aprehende el no-ser eterno. Para
Jankélévitch, el más allá debe prescindir, por igual, de la esperan-
za mercenaria del Paraíso y del terror interesado del Infierno; el
Paraíso resulta ser este mundo en una versión sublimada, y el In-
fierno «[…] es un mundo monstruosamente grosero y deforme»
(Jankélévitch, 2009, 356).
Conclusiones
P
ensar la muerte no es un asunto trivial, su meditación
permanece vigente; su misterio es impenetrable, pero
no impensable. La ciencia médica supone haberse apo-
derado del estudio de la muerte y de los fenómenos con ella rela-
cionados. En términos generales, la ciencia asume la muerte como
un fenómeno empírico digno de todo estudio fisiopatológico; a
los sumo considera que ante ella estamos como ante un secreto
todavía no revelado, pero sobre el cual se puede conocer cada vez
más y se puede controlar más variables fisiológicas que la deter-
minan. Esta mirada es empero muy distante a la desarrollada por
Jankélévitch, que ve en la muerte un fenómeno metaempírico
envuelto en un eterno secreto. Por otro lado, la ingeniería gené-
tica y los desarrollos de la tecnología protésica permiten que el
hombre sueñe con el control total sobre la vida y la muerte. Es
así como, “más allá del problema planteado por el hecho de que
los padres quieran controlar el fenotipo y el genotipo de sus hijos,
esta práctica es contraria al elogio que en nuestras sociedades se
hace de la originalidad, del derecho de cada quien a expresarse a
través de aquello que lo hace único” (Pelluchon, 2009, 359). La
apuesta por una aprehensión de la totalidad de los fenómenos por
parte de la razón es definitivamente una idea limitada y peor aun
cuando se quiere dominar la muerte. Los fenómenos metaempí-
ricos pueden ser pensados, pero no dominados ni controlados.
En efecto, la ciencia moderna expone a la τέχνη como la gran
herramienta que permitirá unir el α y el Ω. Muy probablemente,
el materialismo histórico con su afirmación marxista expuesta en
la tesis undécima sobre Feuerbach, según la cual “los filósofos no
Conclusiones 173
Bibliografía
México D. F: Pearson.
Hawking, S. 1992. Historia del tiempo, del big bang a los agujeros
negros. Bogotá: Grijalbo.